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Relatos de azotes

Uno más uno, tres

Uno más uno, tres

Milagros, es una chica dulce, de sonrisa franca, cara redondita, ojos vivos y negros. Su cabello, en el que invierte horas en cuidar y planchar, es castaño y le cae con gracia sobre su cintura. Es esbelta y fuerte. Sus caderas son poco acentuadas, pechos pequeños y puntiagudos que no necesita sujetar. La mayor parte de su día lo pasa en la universidad, donde cursa tercer año de Derecho, por lo que es habitual verla con sus jeans guess ceñidos al cuerpo que combina con polos o blusas entalladas de colores pastel. Le gusta usar ballerinas. Milagros supera a todas sus amigas tanto en altura como en belleza.

Pablo es el novio de Milagros. Se conocieron el primer día de clase en la universidad durante una yincana en la que debían de superar varias pruebas para adquirir la categoría de estudiantes de grado. Una de ellas era recorrer los pasillos laberínticos y oscuros del sótano de la universidad en busca de diversos objetos. Mientras se desplazaban, los alumnos de ciclos superiores los sorprendían tirándoles una mezcla líquida de leche, harina, huevos y residuos de comida en descomposición. La broma no le cayó nada bien a Milagros. Le dio mucha rabia. Por suerte junto a ella estaba Pablo, un chico guapo y simpático que supo cómo consolarla.

Por aquellos tiempos, Milagros era virgen. Se había tocado y besado con varios compañeros de bachillerato, pero ninguno le terminaba de gustar como para acostarse. Argumentaba que los encontraba inmaduros y que no imaginaba involucrarse con ninguno de ellos para tener una relación formal tal como ella aspiraba. Pablo fue diferente desde el principio. A las dos o tres meses de quedar para estudiar Derecho Procesal, comenzaron una bonita relación de cortejo y camaradería que fue sellada con un beso y un tímido “me gustaría ser algo más que tu amigo”. El vínculo entre ambos fue creciendo y a pesar de que él se pasó un año acariciando y estimulando el sexo de Milagros, su primera vez fue premeditada, consultada y aprobada por la mamá que la acompañó a una visita a la ginecóloga para que le recetara anticonceptivos y le explicara algunas cuestiones técnicas sobre las prácticas sexuales que ella no era capaz de aclarar a su hija.

En cuanto a los estudios y para alegría de las familias (la universidad era privada y bastante cara) la pareja tenía un buen rendimiento académico, en especial el chico que destacaba en varias asignaturas. La familia de ella no tenía problemas para pagar matrículas, libros de texto y otros caprichos de la niña. En el caso de Pablo, todos los gastos corrían a cuenta de su padre, el que además debía de realizar una transferencia mensual a su madre quien tenía la custodia de otros dos hijos gemelos de 10 años, hermanos de Pablo, producto de un intento tardío por salvar la relación.

Entre visitas, siestas y noches íntimas abrazados en una cama de una plaza de la habitación de Pablo (ella vivía en una residencia de chicas a la que él no podía entrar) fiestas con amigos, alguna que otra excursión y horas de estudio en la biblioteca, la pareja fue afianzando la relación. A finales de tercero, Pablo le pidió la mano obsequiándole un anillo de oro blanco con algunos brillantitos, que su papá pagó. Muy ilusionados decidieron marcar la fecha de boda para la primavera siguiente. Si todo iba bien, él ya estaría graduado y trabajaría en un bufete de abogados amigos de la familia. Hasta lograr una mayor estabilidad económica, el padre de Milagros les dejaría un piso de una habitación bien iluminado y ubicado en el centro de la ciudad que había comprado cómo inversión.

Milagros se distraía bastante con el tema de la boda. Bajaba de internet aplicaciones para planificarla, imágenes de novios dando el sí en el altar y las almacenaba en su móvil. Los sábados por la mañana, visitaba algunas casas importantes de trajes de novia con sus amigas y se los probaba. Pensaba en la iglesia, el salón para el banquete, el decorado, tarta nupcial, banda sonora para cada uno de los momentos especiales, luna de miel, lista de invitados, distribución de las mesas (nivel de dificultad alto, considerando que su suegro asistiría con su nueva pareja a la que su exmujer no aceptaba). También pedía presupuestos para la fotografía, photocall, discoteca, menú, diseño y distribución de las invitaciones y si tenía oportunidad de ser invitada a alguna, lo investigaba todo sin escatimar en detalles. La pareja asistía a pocas bodas porque sus amigas iban a su aire y ninguna de ellas llevaba una relación tan formal como para concretar una en el mediano plazo. Y así, de tanto imaginar calcular y soñar, Milagros comenzó a descuidar sus estudios, retrasarse en las entregas de monografías y trabajos e incluso llegó a olvidar presentarse a algún que otro examen. Cuando uno se distrae y deja de cumplir con sus obligaciones, por más simples que estas sean, la vida te arrastra por lugares desconocidos volviéndonos más vulnerables.

Más por causalidad que por casualidad, apareció Víctor, el magnético profesor de Derecho Civil que detonó un terremoto y dejó la tranquila y rosa vida de Milagros patas para arriba. ─Escucha─. Otra vez tenemos un problema con tus tareas─. Llevas ya dos trabajos que entregas con tres días de retraso y este último que me traes hoy, si bien lo haces en tiempo no lo entregas en forma─ regañaba con voz estricta el profesor. ─Disculpe señor profesor, me he complicado con temas personales y no he podido terminarlos a tiempo─ se disculpaba Milagros. ─Esto no es una contestación adecuada para una chica que está por graduarse. Parece mentira, una futura profesional no cumpla con la tarea asignada. Esta vez no voy a admitirlo. Ven. Ponte sobre mis rodillas. Voy a darte tu merecido─ dijo él en tono severo.

Milagros, casi sin darse cuenta, se sumergió en aquella historia que la quemaba por fuera y la encendía por dentro. Con tanta movida, estaba cada vez más atractiva, pero continuaba

descuidando los plazos de entrega. Era predecible. Vivía en dos historias simultáneas: la de noviecita formal con Pablo y la de niña rebelde y contestataria con su profesor que la castigaba y la follaba sin descanso durante las tutorías. Como no cumplía con la tarea, tenía varias tutorías a lo largo de la semana e incluso en un mismo día. Por otro lado, y cómo para tomar distancia de tan ajetreada situación quedaba con sus amigas. Todo un escape emocional donde dar rienda suelta a profundizar en aquellas cosas que las chicas hacen con sus novios, sin llegar a confesar las cosas que les gustaría hacer.

Cada día que pasaba, Milagros admiraba y provocaba a su profesor. Se sentía atraída por él. La relación con su novio se fue volviendo monótona y aburrida. Pero cómo noviecita formal que era y con deseos de formar una familia tradicional con Pablo al que tanto amaba, Milagros comenzó de manera sutil a insinuarle todas aquellas cosas que el profesor con gran dedicación y sin respeto le enseñaba. ─Oye Pablo─. En la despedida de soltera de Ana, le regalaron un consolador. Ella dice que le ha gustado usarlo con su novio y que ha tenido varios orgasmos seguidos─. ¿Qué piensas tú de esto? ¡Mis amigas hacen cada cosa!─ exclamaba Milagros despertando curiosidad y predisposición en su novio. El profesor tenía una colección exclusiva de consoladores en casa, de todos los tamaños y texturas con uno y varios extremos que se podían introducir en todos sus orificios. Ella ya había probado todas las intensidades y frecuencias de vibración y adoraba que el profesor innovara en tecnología y la sorprendiera en la tutoría con algún complemento nuevo. De este modo, sus orgasmos eran efectivos y potentes. Tenía muchas esperanzas de estrenar con Pablo algún aparatito de estos, aunque sea uno de los más sencillos y populares del mercado.

En otra oportunidad, manteniendo un diálogo con su pareja sobre la sexualidad y el amor, tema de conversación recomendada en las clases de preparación para el matrimonio (amaos y reproducíos), Milagros tímidamente dejó caer un comentario que agarró desprevenido a Pablo. ─Cariño, a mí no se si me gustaría tener sexo oral. Lo encuentro un poco atrevido y me da un poco de vergüenza. Mis amigas dicen que ellas se lo hacen a su pareja de forma bastante habitual, incluso una de ellas se lo hizo a un chico que no era su novio para agradecerle que la llevarla a casa en su coche luego de salir de copas. Igual mi amiga iba un poco bebida, qué se yo... ¿qué piensas? ¿Te gustaría que te lo hiciera? Eso sí: yo no dejaría que eyacularas en mi boca. Mis amigas dicen que el semen es rico, pero a mí me da un poco de asco. ¿Y si como algo o me lavo los dientes para que no me quede el gusto?─ explicó sin hacer ni una pausa para respirar. A Milagros le encantaba chuparle la polla al profesor. Se la chupaba enérgicamente y con buen ritmo cuando él se lo pedía o le pasaba la lengua haciendo círculos desde la base hasta el glande. Otras veces lo hacía suavemente y con cariño. El profesor tenía una pija grande y sabrosa. Le gustaba tragarse toda la leche y también que él se la pasara por su cara o por su cuerpo. Gozaba.

─¡Uy uy uy! Pablo, cómo es que se te ha ocurrido follar por detrás. Le dijo una vez después de haber hecho el amor y haber sentido que él le había acercado un dedo a su ano. ─No sé. Algunas de mis amigas dicen que ellas lo hacen, pero yo no estoy muy segura, no es natural, soy muy sensible y tal vez me duela. ¿A ti que te parece? ¿Estarías más satisfecho? ¿Y si esperamos a casarnos? La vida de casada es para siempre y tal vez en el futuro necesitemos tener otros alicientes para sentirnos más plenos─ sugería. Pero ella sabía muy bien que cuando no entregaba sus resúmenes a tiempo su tutor se la metía duramente por detrás y la hacía disfrutar cómo a una perra. Se corría todas las veces de forma muy intensa, se retorcía y volvía a casa con su novio serena y resplandeciente, cómo toda una noviecita formal con su piel bien hidratada y con olor a jabón de malva.

Otro día que volvió de la tutoría bastante caliente porque al profesor le había surgido un imprevisto y fue más directa: ─Pablo, mis amigas han leído en internet que es placentero que te den ciertos cachetes y azotes en el culo con la palma de la mano o con otros objetos. Mis amigas no lo han probado, pero dicen que si sus novios se lo pidieran ellas sí que lo harían. Me he quedado sorprendida que estas cosas las hagan las parejas de manera consentida. Ellas dicen que cada vez hay mucha gente que lo practica. No se Pablo, ¿quieres mirar 50 sombras de Gray juntos? Yo la he visto con mis amigas. A pesar de que él es muy perverso con ella, hay una bonita historia de amor entre los protagonistas─ explicaba.

Milagros con el profesor miraba videos de sado y torturas filmados de forma casera donde precisamente lo que no hay es un argumento ni una historia para contar. Se excitaba mucho con él e incluso había llegado a protagonizar algún corto de sus castigos en el aula magna de la universidad. Él le ordenaba que ella pusiera sus dos manos sobre el atril como si fuera a dar una conferencia y se quedara muy muy quieta. Él le baja las braguitas y la hacía reclinar un poco hacia adelante. En esa posición el la azotaba y no la dejaba gritar. La calidad acústica del aula magna es impecable. Solo se escuchaba el ruido de los instrumentos de Víctor golpear sobre su piel tersa y tensa. El profesor tiene diferentes tipos de fustas, rebenques etc. que carga en su maletín de cuero marrón. A ella le gustaba que el utilizara la regla de acrílico que siempre está debajo de la pizarra colgada. Es bastante más flexible. Algunas veces ella se vuelve caprichosa y se escapa de las manos del profesor. Cómo una niña que se queda sin recreo, por no hacer la faena en clase, ella necesita gastar sus energías y provoca a Víctor para que la persiga. Cuando él la atrapa, ella ya no tiene escapatoria, la hace sentarse de cuclillas y en esa posición cogiéndola del cabello y girándole la cabeza de un lado a otro se la hace chupar hasta que él se corre. Pero a Milagros lo que más le gusta es que él pegue en sus nalgas con sus manos. Grandes firmes seguras, impredecibles. Cada vez que finalizan estas escenas, él la sodomiza una y otra vez hasta que ella queda rendida y duerme cómo un angelito en los brazos de Pablo. Para qué él no vea la prueba de

estas sesiones, Milagros pide unos días de abstinencia sexual, que despiertan aún más apetito y ganas en su novio.

... Y así fue cómo Milagros, explicando con detalles las fantasías que en teoría sus amigas realizaban con sus novios, provocaba el deseo de Pablo por poseerla pura, inmaculada, exclusiva. Los encuentros de Milagros con el profesor, la volvían cada vez más complaciente y dispuesta a vivir una relación intensa y apasionada con su novio. Cerró sus ojos, recibió su merecido y en su cabeza, una y otra vez volvió a sentir aquellos deseos que jamás se atrevería a confesar a ninguno de los dos. Mi piel quema, mi cuerpo arde, mi alma vive. Sexo cómplice, instintivo, animal. Mujer carnal y al mismo tiempo novia pura y formal.

Catalina

2 de octubre de 2017

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Nota de la autora:

Lleida, ciudad de la niebla y el tedio, donde las mujeres solteras intercambian sus historias y las

casadas sus maridos

Los personajes y hechos retratados en este cuento corto son completamente reales. Cualquier

parecido con personas verdaderas, vivas o muertas o con hechos producto de su imaginación y/o

fantasía es pura coincidencia.

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