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Relatos de azotes

El anuncio

 

Autor: Ana K. Blanco

Cuando consiguió aquel trabajo Ximena se puso feliz, pero con el tiempo se aburrió. Viajar de un país a otro controlando de incógnito la calidad del servicio de una gran cadena de hoteles, alojarse en lujosas habitaciones y hacer informes interminables llegó a aburrirle. Lo único que tenía de bueno era que conocía diferentes países y lugares pero muchas veces no tenía tiempo de recorrer nada. Pero aquella vez era diferente. En el condado de Dade había varias sucursales además de Miami Beach, Key Biscayne, Coconut Grove... Aunque no las recorrería todas, aún así debía quedarse más tiempo del regular.

 

Pero hacía calor. Demasiado calor y demasiada lluvia fuera del hotel, y demasiados rubros en los que fijarse para analizar y controlar dentro. Julio en Miami significaba calores extremos y lluvias torrenciales, además de la posibilidad de huracanes.

 

Aquella mañana se levantó temprano para ver el sol, que salía y se ocultaba con una velocidad increíble en esa parte del mundo. Pidió el desayuno a la habitación y lo tomó en la espectacular terraza con vista a la playa. Hacía varios días que andaba por allí y tenía los nervios de punta. Estaba cansada, estresada y con trabajo pendiente. Había visitado 3 hoteles y aún le quedaban otros tantos en otras partes: Coconut Groove, Key Biscayne y luego Fort Lauderdale. Abrió el Miami Herald y recorrió sus páginas sin mayor interés. Llegó a la parte de los clasificados y pensó que Miami sería un bonito lugar para vivir. En una rápida recorrida de los avisos donde se ofrecían varios servicios, un aviso con una sugerente imagen, llamó su atención. Escrito en letra negrita se leía:

 

"Caballero maduro, educado, estricto y amante de la disciplina se ofrece para educar a dama con tendencia a la rebeldía, mala conducta, desorden y desobediencia. Método SPK con resultados garantizados; especialista en OTK. Comunicarse con Severo Clemente a xxsevexx@miami.com.usa"

 

Durante varias horas le dio vueltas en su cabeza, hasta que se decidió a escribirle y luego de intercambiar el primer mail comenzaron a chatear. El calor era insoportable, si no fuera por la bendición del aire acondicionado, habría renunciado al trabajo, pero era poco lo que debía salir del hotel. El verano es esa época del año en que todo el mundo piensa en vacaciones y la gente está pensando en entregar o retirar trabajos; Ximena y Clemente no eran la excepción, pero la conversación por Chat era sumamente interesante: picante, inteligente, divertida y excitante. Ambos se provocaban, él amenazaba y ella se burlaba... respetuosamente, claro.

 

En esas conversaciones Ximena le había confesado que era de las mujeres que gustaban tener experiencias especiales: estar sexualmente con otra chica, seducir un hombre mayor en un restaurante para terminar con él en el baño... Una de sus fantasías aún no realizadas era recibir una azotaína.

 

Clemente no quiso perder tiempo y la invitó a una de las cafeterías cubanas más famosas de Miami: La Carreta de Bird Road y la 107 Avenida del SW era famoso por su coladas de café cubano, con frío o calor. En cambio las heladerías no eran tan buenas y más valía comprar algo en un supermercado.

 

Al día siguiente Ximena salió una hora antes del horario convenido. Tomó por el costado del puerto donde estaban anclados los enormes cruceros como gigantes esperando devorar a todos los que se le acercaran. El Dolphin Expressway la llevó por el borde del downtown y al acercarse al aeropuerto se preparó para combinar con el Palmetto Expressway donde podría bajar en la 40 SW Street, más conocida como Bird Road.

 

Un BMW descapotable color verde metalizado se estacionó en el parking del famoso restaurante. Una hermosa joven enfundada en un ligero vestido, corto y elegante, bajó apoyando sus sandalias de fino tacón, color amarillo como su bolso. Ximena destilaba refinamiento y seducción en cada uno de sus movimientos. Clemente se quedó pasmado viendo como aquella belleza de piel bronceada y pelo ensortijado, largo y brillante como la miel se dirigía a las puertas del lugar. Apenas entró dio una rápida mirada y sin dudarlo se dirigió hacia él. Se saludaron con un beso y la charla se fue deslizando suavemente, como si se conocieran de siempre. Hablaron de todo un poco: relaciones de pareja, familia en general, trabajo, gustos generales... Ambos eran personas educadas, inteligentes, seguras de lo que querían; la química se instaló entre ellos en medio de los refrescos y risas. La colada de café cubano sirvió para dar término al encuentro y poder dirigirse a algún lugar para jugar.

 

El BMW verde metalizado corrió por las calles y avenidas hasta llegar a un motel conocido por Clemente. Allí bajaron y el hombre tuvo oportunidad de disfrutar más detenidamente el vestuario de la chica. Era como él se lo había pedido: vestido liviano, sin perfume, sin maquillaje, discreta, elegante y quería imaginar que también en la ropa interior lo había obedecido y tendría puestas las braguitas blancas de algodón.

 

La habitación no tenía nada de particular, era como todos esos moteles que están por las carreteras del país. Ximena estaba muy nerviosa, era su primera vez y no sabía cómo saldría todo aquello. Clemente lo notó, así que sintonizó un canal de música para suavizar el ambiente que se notaba tenso. El volumen era un poco más alto de lo normal, y la joven imaginaba por qué.

 

-Bien... Aquí estamos para comenzar a enderezar tu conducta -dijo Clemente con toda la seriedad de la que fue capaz-. Razones para azotarte tengo hasta por demás. Tú misma me has confesado todos tus errores por los que mereces un buen castigo. Veremos si de verdad quieres cambiar... comencemos ya con esto. Y recuerda: si por cualquier motivo quieres detener el juego por un momento, dí "amarillo". Y si me dices "rojo" la sesión se terminará sin posibilidad de retomarla. Está claro ¿verdad?

 

La joven asintió. Clemente abrió su mochila y sacó del interior diferentes elementos, algunos desconocidos para Ximena y otros muy conocidos, como aquel cepillo de pelo que parecía pesar más que su alma. También había una regla de madera, una paleta de ping-pong con cubierta de goma, un trozo de cuero con mango y... una extraña fusta con un mango grueso y corto. Era retractil. Cada instrumento era estudiado por la joven con interés y algo de morbo. Cuando se dio vuelta fue tomada por sorpresa y colocada sobre las rodillas de Clemente. Fue entonces que la tomó de la cabellera, por la nuca y tiró levemente:

 

-Jovencita... más vale que te relajes, porque no hay retorno -susurró el hombre-. Estuviste esperando esta aventura desde hace tiempo y nada me va a impedir que te ponga las nalgas ardientes y coloradas.

 

Colocó su mano sobre las pétreas nalgas juveniles y las acarició. Midió el golpe y la palmeó varias veces, en forma pausada y cadenciosa. Eran golpes dulces, sensuales y que hacían gemir placenteramente a Ximena. Lentamente los azotes fueron aumentando, en forma casi imperceptible para la mujer; luego de un rato comenzó a sentir el calor de la sangre que se agolpaba en la zona de sus sentaderas.

 

Sintió cómo se levantaba la falda mientras que Clemente miraba con agrado el calzoncito blanco que cubría totalmente las nalgas, excepto por unas pequeñas marcas rojas que sobresalían por los costados de las bragas. Unas caricias seguidas de más azotes fue lo que sintió antes de que Clemente le hablara una vez más:

 

-Muy bien... llegó el momento de pagar las consecuencias de tus provocaciones -un leve estremecimiento movió a la joven ante las palabras del hombre-. Quiero que recuerdes todas las cosas que me dijiste a través de la PC. ¿Las recuerdas? Porque yo no las he olvidado. Espero que estés preparada para esto...

 

Comenzó a bajarle las bragas, y ante el asombro de Clemente, la joven no se lo impidió. Tenía dos globos hermosísimos, y lucían más hermosos aún colorados como estaban en aquel momento. Sintió unos enormes deseos de poseerla, pero no era momento aún, así que se conformó con acariciarla y bajar las bragas hasta la mitad del muslo. No le pegó demasiado fuerte, pero el picor de la nalgada se sintió una y otra vez.

 

-Puedes sufrir y llorar, o puedes sufrir y gozar, tú eliges. Sólo te hago una advertencia: no se te ocurra mancharme los pantalones con tus jugos, porque el castigo será peor aún.

 

Luego de unos azotes más, le ordenó que se parara en el rincón. La joven obedeció. De repente sintió que su vestido se alzaba y era colocado en el escote para que no cayera y tener todo el panorama de las rojas nalgas a su vista, que no podía ser más grandiosa. Se acercó a su oído y susurrando le dijo: "no se te ocurra moverte".

 

La vista desde su silla era espectacular, y el deseo de Clemente por aquella joven aumentaba cada minuto.

 

-Ven aquí inmediatamente, quiero probar mi fusta contigo. Quizás de esa forma puedas dejar tu costumbre de dejar las cosas para después. Detesto a la gente procrastinadora -decía Clemente mientras que desplegaba su fusta retráctil ante la mirada atónita de Ximena-. Y quítate las bragas.

 

Empujó el torso de la muchacha sobre la mesa, y la colocó con las piernas separadas y su intimidad totalmente expuesta. La fusta comenzó a hacer su trabajo, en forma discreta y suave, pasando el canto por el ano y la vulva, una y otra vez. La hinchazón en toda la zona genital era imposible disimular y los jugos que comenzaban a deslizarse por la entrepierna.

 

La erección de Clemente era imposible de mantener dentro de sus pantalones; el pene pujaba por salir y el dolor de sus partes íntimas se había tornado insoportablemente cruel. No sabía cuánto tiempo más podría soportar aquella situación.

 

Sin que Ximena pudiera verlo, sacó un plug de tamaño mediano y lo introdujo de sorpresa en el canal rectar de la joven, que se retorció de placer, lanzando un casi inaudible gemido. Por su reacción parecía no estar acostumbrada al uso de tal elemento, así que Clemente, experimentado en hacer gozar a sus spankees con este tipo de juguetes, hizo deleitar a la joven y a su vez él también disfrutaba al verla.

 

Ese juego con el plug hizo que la tensión sexual de Ximena aumentara de forma increíble. Entonces el hombre terminó de desvestirla y luego se quitó toda la ropa. El cuerpo juvenil de la chica hizo que Clemente la besara y recorriera su tersa piel con total libertad. No tardó demasiado en cambiar el lugar que ocupaba el plug por su pene, forzando a que la joven se colocara en cuatro patas sobre la cama. De una estocada su ano se convirtió en la vaina de la increíble daga que la estaba invadiendo. Apenas se quejó, hasta que se acostumbró al dolor y comenzó a retorcerse de placer. Sin sacar el pene de la tibia vaina, las manos de Clemente acariciaban el endurecido clítoris y los magníficos senos, túrgidos y abundantes. La joven comenzó a correrse una y otra vez, hasta casi desfallecer de placer.

 

Mientras que la joven se recobraba, Clemente fue a higienizarse. Al regresar, ella seguía en la misma posición, por lo que se acercó a ella y le colocó el pene frente a su boca, como indicándole cuál era el próximo paso a seguir. No tuvo que decir más nada. La boca de Ximena se abrió como una planta carnívora, devorando de un bocado aquel enorme pedazo de carne inerte, que comenzó a cobrar vida en la tibieza de la boca. Los labios eran los carceleros que no dejaban escapar la presa, y los dientes y la lengua se convirtieron en los dulces torturadores que hacían crecer el pene a un tamaño inimaginado. Humedad, calidez, suavidad, dulzura, manos diestras, placer sin límites... todo era poco para describir la magistral forma de hacer sexo oral de aquella delicada joven. La explosión de lluvia blanca bañó su rostro, cabello, senos y vientre mientras que el hombre aullaba emitiendo sonidos guturales y palabras sin sentido.

 

Aquellas sesiones se repitieron dos veces más, y luego la chica del BMW verde metalizado despareció para siempre. Quizás alguien pueda localizarla en alguna sucursal de la cadena de hoteles para el que trabaja. Si la ubican... bastará con que le muestren las letras SPK y OTK. Ella comprenderá y seguramente recuerde aquel aviso clasificado que la hizo vivir momentos inolvidables.

 

 

4 comentarios

Vikingo Chileno -

Bello relato..increíble¡¡
Me gustan mucho los relatos de spanking eróticos.
spanker.chileno@gmail.com
http://spankerchileno.blogspot.com/

christian louboutin shoes -

*Cambiar el destino de los conocimientos, el aprendizaje será mayor cuanto más ... ...

YoSpankee -

Wow!... me encantó de principio a fin. Tú sabes, Ana, que soy fan de tus textos que, como dijeron antes, son elegantes y llenos de erotismo y sensualidad...

Recibe un cordial abrazo y saludos desde México.

YoSpankee

Anónimo -

Espléndido, sensual; caliente pero elegante.
Felicitaciones!