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Relatos de azotes

bdsm y azotes

Recuento, parte I.

Autor: NWbR

 

No es por nada, pero adoro ser mujer. Me encantan las caras de los hombres al verme venir. Cuando camino hacia ellos ¡les explotan las pupilas! Luego tratan de poner cara de casuales ya que me vieron de pies a cabeza; y me sonríen al pasar, tratando de asimilar qué onda con mis ojos. Pero lo mejor es voltearlos a ver ya pasándolos, mientras me inspeccionan el culo, ¡y verlos sonrojarse de que los caché! ¡Es la cosa más divertida del mundo! Perdón a todos aquellos que me tachen de presumida… en realidad soy tímida. ¡De verdad! Bueno, algo tímida… se me va quitando con los años.

 

Aparentemente tengo un culito hipnotizante. Me lo dijo un amigo en la secundaria y me le quedé viendo como si estuviera loco. "¿Mis… nalgas?", pregunte. Hasta ese momento pensaba que los hombres, como yo, se enamoraban de los ojos; y yo con mis ojitos inusuales, uno azul acero y el otro verde, que siempre han generado sonrisas en ambos sexos… ¿Mis nalgas? Pues si… y ahora me encanta pararlas, moverlas. Busco maneras de hacerme la inocente y tornar situaciones casuales en erecciones instantáneas. Me encanta ver cómo, ahí donde no se dibujaba nada, sus pantalones se abultan. Y todo porque ¡"ups"!, hice algún movimiento accidental completamente adrede.

 

Los más perspicaces se rascan la cabeza tratando de adivinar si de verdad soy tan tarada, o si fue a propósito. Y entre esos hay los que de inmediato piensan que ¡debería ser castigada! Ya me voy dando cuenta. Puedes prácticamente leérselos en el rostro; como fijan la cara y en sus ojos se ve el haber arribado a una decisión… Pero no importa mi conducta, vivimos en una época donde las normas de comportamiento no les permiten darme la zurra que me merezco ahí mismo y entonces. ¡Que lastima! O no… no sé. Para mí, ¡que lastima! Para otras, cada quien…

 

Eso es, hasta que conocí al novio de mi novia. Ah, ¿no lo había mencionado? Cuando me percate del efecto que tenían mis pompis sobre los hombres, me empecé a fijar en las de otras nenas. Como esas caderas y los zapatitos nos las hacen bailar y rebotar. ¡Mmmm! Entendí de inmediato. ¡Y la que se sonroja en serio soy yo! No me cachan seguido, a la mayoría de las mujeres no se les ocurre que otra chava las este viendo; pero cuando si… uy, ¡que vergüenza! Me miran con cara de "…no… ¿te cae que me estabas viendo las nalgas así?" ¡Gulp!

 

Cuando mi amigo de la secundaria me dijo que tenía las nalguitas más deliciosas del planeta, le dije que me las podía tocar; y eso hizo. Me las sobó, me las pellizcó… y me dio unas nalgadas. Y lo que me paso con eso… no me la esperaba. ¡Me encanto! Esa sensación, ese zumbido… y en ese momento me imaginé como seria si me estuviera castigando, a calzón bajado sobre su regazo. Me vine en un instante. El nunca se dio cuenta, y me hice la loca y le dije "ya, basta"; y me retire, para el tercer paso moviéndolas de "mira esto" y sonriéndome por dentro. Esa tarde me di una de las mejores masturbadas de mi vida. Nunca tuve el valor de decirle a él nada… lástima…

 

Pero no podía dejar eso así. ¿Qué se sentiría? La pregunta me torturo durante años. ¿Cómo hacerle para saber? Mi Mamá pellizca el brazo, y mi adorable padrastro nunca me alzaría una mano, no importa lo que hiciera o cuanto me lo pudiera merecer… ¡Me estaba volviendo loca! ¿Cómo sería? Que me castigaran; que me sonaran duro una zumba sin calzón por mal portada… hasta dejármelas todas rojas… Mmmmm.

 

Y soy muy bien portada, normalmente. No por miedo a que me castigaran, sino por el terror puro de que mi padrastro se decepcionara de mí. Ese era todo el castigo que requería, su mirada cuando erraba. Con solo eso me hacia llorar y prometer que nunca lo volvería a hacer, fuera lo que fuera. Pero al haber despertado esos deseos, soñaba con que me diera una buena zurra y me dejara de mirar así.   … que me diera una buena paliza… y mas culpa me daba con mi Mamá de albergar estos pensamientos… que me desnudara y me diera una muy buena y larga nalguiza con esa manota… Me imaginaba sus ojos viéndome todita, y enrojeciéndome las nalgas a color jitomate y a fuego puro… Desnuda, pateando, llorando, implorando… viniéndome una y otra vez...

 

Y luego empecé a fantasear de mis maestros. Un compañero me cachó. Había un maestro de física en Segundo de Secundaria... Empecé a vestir falda y medias los martes y los jueves, porque con solo sobarme los muslos entre sí a través del nylon me podía venir en mi pupitre, imaginando cuán dura sería esta madera si tuviese las nalgas en llamas de un castigo que me diera en frente de toda la clase… Y cuando vi que Carlos se dio cuenta de lo que pasaba me lo imaginé a él castigándome y me vine de nuevo, como en la escena de la segunda Matrix con el Marivingian, calladita, pero sudando.

 

Pero el Charly nunca me dijo nada, verbalmente. Solo miradas y sonrisitas en los lockers. Y yo no dije nada tampoco, pero un par de veces sonreí y me sobé los muslos frente a él. Discretamente, era nuestro secreto nunca discutido, excepto en los ojos; y por un par de guiños y sonrisas de mi parte. Erección instantánea. Humedad instantánea. Si tan solo… bueno… ni modo. No tenía ese tipo de agallas todavía y eso probablemente es bueno, pero lo recuerdo de vez en vez con esa pregunta existencial... A lo más que llegó es que una vez le sobé el pito con mis nalgas, haciendo como si estuviera agachándome a buscar el libro de física en mi locker. Mmmm, ¡que rico se sentía lo que nació bajo sus jeans! "Uy, perdón", dije. Sus ojos casi se saltan de sus órbitas.

 

Pero con las demás niñas si comencé un juego, del que todas nos reíamos; y que me cuentan las hermanitas de amigas que se volvió casi tradicional en mi Secundaria/Prepa. En las regaderas después de educación física, a la que se descuidara le caía una buena nalgada. Comencé con mi mejor amiga, Laura, cuando recogió el jabón que se le cayó. El grito y el salto que pegó nos tuvo a todas en el suelo rodando en el agua de la risa… y ahí comenzó.

 

Yo acabé haciéndome la pendeja para que me llovieran a nalga mojada, y creo haberle repartido a todas también. Como iniciadora de ese desmadre ampliamente merecí ser la más nalgueada. Y Sandrita, ¡que cuerazo de chavita! Rompecorazones de todo chavo de la Prepa. Ella era mi blanco preferido, y no solo el mío; pero no se dejaba fácilmente... Sandi, si remotamente sucede que lees esto, me apellido igual todavía, ¡búscame!

 

Bueno, recuerdo las miradas de los varones cuando salíamos de los casilleros, meándonos de la risa… "¡estas viejas están locas!" y "¿qué demonios sucede allá adentro?". Fantaseaba tener un oído biónico para saber que se decían entre ellos.

 

Para cuando salí de la Prepa, ya había tenido experiencias sexuales con dos compañeros, pero nunca tuve los huevos de pedirles a ninguno de los dos que me nalguearan. Excepto por el Ejote (apodo) quien me dio esas primeras. Lo dejé hacerlo un par de veces más, una vez en público en una fiesta, jugando; y otra vez solos, según esto jugando. Ni él ni yo tuvimos el valor de ver a donde…

 

Y es que yo pensaba que yo era un bicho raro, con fantasías extrañas, y que nadie comprendería… "¿Qué te gusta que te qué?" "¡Que me des una nalguiza, pendejo!" Y que se fueran con una mirada de "¡puta madre! No sabía que estaba tan loca esta cabrona…" Si tan solo hubiese sabido en ese entonces que a) ni es una fantasía tan escasa y b) que a los hombres cualquier excusa para encuerarnos y manosearnos es buena, sin importar;…en la mayoría de los casos cuando menos.

 

… Con Eduardo y Samanta… bueno, esto es como comenzó lo que sucedió mientras estudiaba la Universidad de "undergraduate" en el extranjero. Ed y Sam son los novios modelo (se cazan en agosto en Waikiki, y soy madrina), al grado de que hasta asco da ver como se tiran de ojitos y besitos.

 

Sam y yo tomábamos Antropología Cultural y Astronomía 101 juntas. Yo soy buena para la Antropología (ahora estoy sacando la Maestría en Antropología Industrial), y Sam es buena para Astronomía (y está a punto de terminar la Maestría en Astrofísica en la Universidad de Hawai en Hilo); así que quedamos de estudiar juntas.

 

Usualmente yo iba al depa de Ed y Sam (mucho más habitable que el desmadre que me traía con el cuarto de mi depa, que compartía con otras dos chavas… y mucho mas pacifico… mis ex "roomies" son (o espero, "eran") unas lobas drogadas y alcohólicas). Y un buen día caí a la hora acordada a estudiar para un examen "midterm" de Astro. Sam y Edi son tan buena onda, tan buenos amigos, que abrí la puerta y entré como a mi casa. Y lo que vi en la sala…

 

Sam estaba desnuda de la cintura para abajo, de rodillas ¡con las nalguitas deslumbrantemente rojas; violentamente mamándole y tragándole la verga a Edi! Me congelé, hipnotizada y boquiabierta. Pasaron muchos segundos antes de que Edi bajara la cara, abriera los ojos y me viera ahí, pasmada.

 

Me miro con una expresión indescifrable, y miro a Sam, quien estaba tratando de despellejarle el pito con la lengua. La tomó del pelo y la paró, asintiendo en mi dirección. Sam me vio. Edi se subió los pantalones, la tomo una vez mas del cabello y la marchó hacia su habitación, volteándome a ver y diciendo "ahorita te la mando, en unos minutos. Estás en tu casa." Yo me quede ahí, inmóvil por un largo tiempo, antes de irme a sentar en el sofá y sacar los libros de mi mochila robóticamente, pretendiendo que aquí no pasó nada; mi mente girando como trompo supersónico, tratando de entender si lo que vi significaba lo que yo pensaba…

 

Sam salió, toda sacada de onda, evitándome los ojos y sonriendo abochornada. "Hola". Nos abrazamos, y fue por sus libros, regresando con cara de "ah… ehm… oops!”…Capítulo vigésimo segundo, "Gravitación"… Nos hicimos pendejas las dos de lo atestiguado. "Y si la estrella tiene más de x masas solares, está fuera de la Secuencia Media y cae dentro de…", haciendo apuntes.

 

Edi salió del cuarto como si nada. "¡Hola tu!" Me dio un abrazo y un beso en el cachete. "Me voy a trabajar." dijo, volteando con cierta sonrisita dirigida hacia mí, camino a la puerta. Recuerdo haber pensado "¿y ni te vas a bañar? ¿Apoco así te vas? ¿Apoco así de embarrados llegan los chavos con los que yo trabajo? ¿No se huele eso? ¡Todo este depa huele a sexo!"

 

"Y la galaxia de Andrómeda viene hacia acá en escasos millones de años, para cuyo tiempo nuestro Sol…." Más apuntes. Claro estaba que Sami no quería hablar del asunto. Y yo no podía quitarme de la mente el tinte del cual le vi esas nalguitas tan perfectas, redondas y paraditas que tiene. Del color idóneo se las vi, como tantas veces me había imaginado las mías propias sobre el regazo y bajo la mano de un hombre viril... ¿Estudiar? Si, seguro… …Pero de alguna manera Sam me terminó explicando lo que necesitaba para el examen. Saqué 3.8 (en escala de 4).

 

Ni siquiera se me ocurrió masturbarme cuando llegué a casa, tan aturdida estaba. Bueno, una cosa es fantasear; otra muy distinta es, sin advertencia, ¡ver lo que vi! Apoco… ¿Sami y Edi? ¿? ¡¡!!

 

Finalmente, a punto de terminar ese cuatrimestre, sentadas en la cafetería, comiendo y platicando, le pedí a Sami si me dejaba hacerle una pregunta… "Mira", le dije, "este… bueno… resulta que tengo una fantasía acerca de los hombres…". Con tallarines saliéndole de la boca, me miro sonriendo… -Slurp- "¿Y?" preguntó con cara de pícara. "Bueno, es que, desde la Secundaria…" y le conté lo que a ustedes.

 

"Y luego te vi, con las nalgas ardiendo mamándosela a Ed, y…". Sammi soltó un ladrido de risa dirigido hacia el techo, y volteo a ver quién nos estaba viendo. "Ven conmigo", dijo. Nos fuimos a sentar al pastito del Quad.

 

"OK, a ver…" me miró, "¿el verme las nalgas así te prendió?"

 

Ah, ehm, "pues… si. Muchísimo."

 

"Pero, ¿qué parte? ¿El verme a mí así? ¿El imaginarte lo que me hizo Edi? ¿El querer que él te lo hiciera a ti? ¿O el querérmelo hacer tu a mi?"

 

Esta última pregunta me llegó como campanazo de la nada, acompañada de mi propia pregunta mental "O que tú me lo hagas a mi…" ¿¡De donde salió eso!?", pensé anonadada. …Pues de que Edi es de Sam, y el decirle que quería que su novio me castigara era demasiado tabú… pero… ella. Ya estábamos hablando de esto…  Pero que Edi me castigara, por verlos así… ¡Puta, me estoy mojando! Tranquila… tranquila… "No sé. ¿Me das chance? No lo he pensado bien… deja pensar…"

 

"¡Mentirosa!" dijo Sam, se paró y me agarro de la oreja, en frente de todo mundo, y nadie se dio cuenta… que yo haya visto. "Ven aquí". Así me llevó 50 metros a la parte trasera del auditorio, donde me sentó. "A ver", dijo, y se tiró sobre mi regazo. "¡Toca!", me dijo. "Dices que has fantaseado con las nalgas de otras chicas, ¿no? Pues siente las mías…"

 

Bueno… ¿quién quiere que termine de contar como fue? Falta mucho, mucho más de la mitad de lo que les puedo relatar solamente de esta historia; y ya tengo muchas más… pero no quiero escribirle al vacío, o a los/las cobardes que no participan de la discusión ni revelan sus propias fantasías. Para eso están mejor mis novio/as y mi fiel vibrador… Entonces, ¡a votación! O le paro aquí antes de revelarme toda ante un público anónimo y mudo… ¿Por qué debería continuar contándoles? Sé que hay muy buenos motivos, y conozco algunos, pero ahora les toca decirme ustedes a mí… Ambos sexos, Tops y Bottoms, si vous plait… ¿Qué te prende a ti?  ¿?

Por meterte donde no te llamaban

zapatilla, cinturón

Autor(a) desconocido(a)

La jornada laboral había sido demasiado estresante, demasiado cargada, y lo único que deseaba era llegar a casa para tomarme una cerveza fresquita sentado en mi sofá viendo la tele para por fin deshacerme del cabreo que llevaba en el cuerpo. Ya en el coche de camino a casa me tuve que tragar un atasco impresionante, no veía la hora de llegar. Por fin aparque el coche y me dirigí hacia el portal con la boca seca pensando en esa cerveza que debía estar esperándome fría en la nevera. Había unos chicos jugando en parque de al lado, y se oían unos gritos de alguna madre gritando a su chico por alguna travesura. No tarde en percatarme de todo, mi vecina traía de la oreja a su retoño a paso acelerado adelantándole su futuro más próximo a voz en grito.

-Ahora cuando lleguemos a casa te voy a enseñar yo lo que te pasa cuando me desobedeces, siempre igual con este mocoso, te voy a dejar el culo mas rojo que nunca.

Esta aseveración se la hizo justo cuando pasaba por mi lado, y no pude hacer un pequeño comentario acerca de ella, intentando salir en defensa del pobre chaval.

-Señora Luisa no se enfade así con el pobre crío, seguro que no ha sido tan grave la travesura, no olvide que es un niño mujer, esta en la edad.

Como un resorte la mujer se paro en seco delante de mi clavándome su mirada en los ojos, en ese momento me pareció que si yo hubiera sido hijo suyo también hubiese tenido una ración especial de ese castigo reservada para mi.

-Tal vez joven a usted cuando vivía con sus padres no le castigasen en el trasero por cada travesura, pero en mi casa las reglas las pongo yo, y no dejo a nadie que interfiera en ello, y a este ya sabe lo que le espera.

Por la forma en que lo dijo, el tono y las maneras había conseguido dejarme en blanco. Tenía razón mis padres nunca me habían calentado el trasero de pequeño, y quizás alguna vez si que me lo hubiese merecido, pero en fin mi intento de ayuda para ese chaval creo que no iba a fructificar. Di la vuelta a la esquina y abrí la puerta del portal, allí estaba la madre del chaval con otra vecina explicándole lo que había pasado. El chico debía de haberse subido ya a casa porque no le vi por allí. Esperando el ascensor pude oír como ambas mujeres estaban de acuerdo en que una ración de zapatilla de vez en cuando no venía nada mal para esos traviesos muchachos. Sin poder evitarlo una carcajada un poco subida de tono me salió del alma.

-Lo siento, no quiero interferir más en sus asuntos, pero es que hablamos de unos chavales y de algunas travesuras de su edad. Déjele sin ver su programa favorito o sin salir a jugar mañana al parque, pero hablar entre ustedes de lo que deben hacer, ya me entienden, me da la impresión que están deseando pillarles in fraganti para, jajaja.

La señora Luisa se despidió de la otra vecina, con la cual no había yo hablado nunca, y se dirigió hacia el ascensor para tomarlo conmigo camino cada uno de su casa. Ya dentro de el cada uno pulso el botón de su piso correspondiente. No me sentía muy bien en ese momento al lado de esa mujer, parecía como si fuese yo el hijo de ella camino de casa en espera de ese castigo, por unos momentos supe como debía sentirse ese chaval. La señora Luisa me miro a la cara y con un tono suave me dijo.

-Si fueses mi hijo, tan solo por el comentario que has hecho abajo en el portal riéndote de nosotras dos te daría una azotaina que no te podrías sentar en una semana.

Me sorprendió el comentario, pero mas me sorprendió mi respuesta impulsiva a el.

-La cuestión es que no lo soy, pero vamos yo vivo el 7º, y si usted cree que me merezco un castigo ya sabe cual es mi puerta.

La señora Luisa se bajó en su piso y yo continué hacia el mío, aquel comentario lo había dicho con toda la ironía del mundo. La verdad es que la vecinita no estaba nada mal. Siempre llevaba falda y un poco ajustada siempre marcando todas sus curvas, y esas blusas un poco abiertas por arriba dejaban ver siempre el principio de aquello que reservaba para su marido, y que sin ningún lugar a la duda estaban muy, muy bien. El pelo negro azabache siempre lo lucia suelto, e incluso hasta en sus ojos había algo especial. Por fin tenía ya mi cerveza en las manos, y dándola el primer sorbo me di cuenta que nunca había pensado en ella de esa manera. Que rara es la vida pensé yo pensando de esa manera en esa mujer, y probablemente ella empleándose a fondo con su chaval tres pisos mas abajo en otros menesteres.

Sonó la puerta de la calle, ¿quién podría ser?, ¿no me iban a dejar tranquilo al final del día tampoco? Me dirigí a la puerta y la abrí, me quede anonadado, sin decir palabra alguna la señora Luisa paso dentro de casa moviendo sus caderas y con un paso demasiado firme.

-Que quiere señora Luisa, ¿la puedo ayudar en algo?

La verdad es que no sabía porque la llamaba señora Luisa, no debía de tener mucho más de treinta años, por lo que supuse que debía haber sido madre muy joven, y nuca había visto a su marido antes.

-No te acuerdas de lo que me has dicho en el ascensor, pues creo que te mereces una buena tunda por entrometerte en los asuntos de los demás, interrumpir las conversaciones ajenas a ti, y juzgar a las personas sin conocimiento de causa.

Todo esto dicho de una sola tacada me parecieron motivos suficientes como para calentarme el trasero, pero ni ella era mi madre, ni yo tenía edad para esas cosas, de modo que me disponía a contrarrestar su comentario cuando de nuevo ella clavando su mirada en mi me dijo firmemente.

-No quiero oír ni una palabra joven, o es que ahora tampoco va a tener palabra. Cierre la puerta y vaya haciéndose a la idea de que esta noche va dormir con el trasero bien caliente.

Cerré la puerta tras de mi, y seguí los pasos de mi vecina cual corderillo va al matadero. No podía casi ni pensar, todos estos acontecimientos me estaban superando. Cuando hice el comentario en el ascensor lo hice como riéndome de ella, suponiendo que no tendría valor para....., pero ahora estaba justo detrás de ella, esperando que me dijera que hacer para recibir mi castigo como un niño malo.

-Bueno, lo primero que quiero decirle es que la zurra que le voy a dar es la que se iba a llevar mi hijo, de modo que puede estar contento porque el dormirá bien a gusto esta noche, no creo que usted haga lo mismo.

Sin darme cuenta, y mientras escuchaba este comentario me di cuenta que mis pantalones estaban desabrochados y bajados. Me agarro de una de las orejas y me llevo hasta el sofá, y por el camino pude sentir como su mano comenzaba a saborear mi trasero, pues me dio tres azotes con la mano que sonaron de lo lindo y que sin dolerme me escocieron un poquito.

Me colocó justo enfrente de ella, pude ver perfectamente como subía la pierna lo suficiente como para que su mano derecha cogiera la zapatilla que calzaba, y asiéndola en la mano con fuerza me la enseño, como ritual al comienzo de la faena.

-Vas a ver que rica sabe esta zapatilla en tu culo, aunque puedes estar seguro que con el empacho de esta tarde, vas a tener pa todo el día.

Sabía que me iban a caer no menos de cuarenta seguro. Se sentó en el sofá, y con la zapatilla en la mano me bajo mis calzoncillos y me recostó sobre su regazo, comenzando sin mediar palabra con el castigo.

-Te voy a dejar, PLAS, PLAS, PLAS, este culito blanco, PLAS, PLAS, PLAS, más rojo que un tomate, PLAS, PLAS, PLAS.

Nunca pensé que pudiese doler tanto, al tercer zapatillazo comencé a gritar de dolor, e intente cubrirme mis partes para protegerlas de los posteriores impactos.

-Pero bueno que te has creído, PLAS, PLAS, PLAS, cuanto más intentes protegerte, PLAS, PLAS, PLAS, más duro y más zapatillazos te voy a dar, PLAS, PLAS, PLAS.

Las lágrimas se me estaban saltando, desde aquella posición solo podía ver el suelo, y con una de mis manos me agarre a una de las piernas de la señora Luisa.

PLAS, PLAS, PLAS, yo te voy a enseñar de ahora en adelante, PLAS, PLAS, PLAS, veras como respetas a la gente, PLAS, PLAS, PLAS.

Me hizo levantarme dándome permiso para que me frotase el culo. Lo hice con gusto, sintiendo todo el calor de mis nalgas por los zapatillazos recibidos, me habían caído no menos de cincuenta. Me fui a subir la ropa creyendo que ya habíamos terminado pero no era así.

-No hemos terminado aun jovencito, tan solo hemos llegado a la mitad, de modo que bájese los pantalones de nuevo, recuéstese sobre el respaldo del sofá, y prepárese para recibir treinta buenos zurriagazos con el cinturón. Te voy a dejar el culo mas caliente de la tierra. Y recuerde como lleve sus manos una sola vez para consolarse su pompis, le daré dos mas por cada vez que lo haga.

No sabía muy bien de donde había salido ese cinturón, ni siquiera se lo había visto cuando toco a la puerta, pero allí estaba con lagrimas en los ojos a mis 25 años, con el culo ya mas rojo que un tomate, y esperando a recibir treinta azotes más, que sabía que serian alguno mas, porque el culo ya me ardía. Levante un poco la vista y vi la figura de la señora Luisa en el espejo de la pared. Se mordía los labios como intentando no desperdiciar ni una sola de sus fuerzas en cada azote, podía ver perfectamente como echaba el brazo atrás, y como giraba su cadera haciendo que su brazo y su correa cayera con toda su fuerza sobre mi culo.

-PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS.

No podía más de modo que mis manos se fueron directas a mi culo, me quemaba literalmente, como me dolía. Estaba llorando como un crío, y encima algo excitado. No podía dejar de mirar a mi vecina, y todas sus curvas moviéndose, mientras me calentaba de lo lindo, y digo de lo lindo mi trasero porque si me dijesen siéntate, estoy seguro que en ese momento no podría hacerlo.

-Por un momento pensé que iba a aguantar toda la tanda sin protección, pero ya veo que no es así, PLAS, PLAS, hay tiene su recompensa por ello y ahora seguimos, tan solo lleva 17, venga cuente el resto no vaya a perder la cuenta y se lleve demás. Tengo el brazo ya suelto y su culo es todo un poema.

El resto de los azotes los fui contando como pude hasta recibir los treinta, y una vez acabados no me quedaban fuerzas siquiera ni para levantarme. La señora Luisa se acerco y puso una de sus manos sobre mi trasero, y comenzó a acariciarlo.

-Uff, si que esta caliente, la verdad es que a mi peque no le habría dado ni la mitad, pero me he dejado llevar y fíjate como te he dejado el pompis. Anda levántate y no te muevas.

Se fue al baño y volvió con una crema que me extendió por todo el trasero. Al final me dio un beso en los labios, y susurrándome al oído antes de marcharse me dijo.

-Cuándo te portes mal me vas a avisar para que te de tú merecido castigo, y cuando te portes bien te recompensare de otra manera, ¿lo has entendido?

Yo asentí con la cabeza, y vi como la puerta de mi casa se cerraba tras ella, estaba solo en el salón, sin pantalones y con el culo bien calentito, ¿por qué?

P.D.: Espero que les haya gustado, y espero sus críticas tanto si son buenas como malas, tanto en mi e-mail, como en los mensajes del grupo.