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Relatos de azotes

Tercera edición: Nalgadas de personas más jóvenes a personas mayores

Tercera edición: Nalgadas de personas más jóvenes a personas mayores
Nota del Editor: Ante la cantidad de comentarios (más de 700) que produjo este artículo desde inicio de año, con el consiguiente agotamiento del espacio que Blogia dedica a los mismo, publicamos con mucho gusto nuevamente este magnífico artículo con el fin de que continúe el hilo de charla. Este es el enlace del emplazamiento del primer artículo original:  http://azotes.blogia.com/2006/033102-nalgadas-de-personas-mas-jovenes-a-personas-mayores.php y este es el emplazamiento del segundo artículo: http://azotes.blogia.com/2010/011001-segunda-edicion-nalgadas-de-personas-mas-jovenes-a-personas-mayores.php

Buen verano 2010!(Hemisferio norte y en el Sur que el invierno sea agradable)

Autor: thebestspanker@yahoo.com

Nota del Editor: este relato está basado en hechos verídicos que le ocurrieron al narrador.

Sobre el tema en cuestión, habré de decirles que, desde bastante joven tuve algunas ocasiones de sobar y dar unas cuantas nalgadas a los traseros de respetables damas que me llevaban añitos, algunas varios más, algunas unos cuantos.
   
Recuerdo un incidente en particular, cuando me tocó hacer de enfermero de una muy interesante dama –semi pariente-. Ella era paraguaya y para entonces estaría bordeando los 40, mientras quien esto escribe andaría por los 22 o 23 añares.
  
Resulta que esta casi tía mía, quien estaba pasando una temporada al cuidado de una anciana que vivía muy cerca de la vivienda que entonces moraba con mis padres, andaba bastante resfriada y la cosa se había complicado con una bronquitis que casi no le dejaba respirar.
  
Por conveniencia y también por afinidad, una vez que había atendido a la anciana, ella se venía a compartir las comidas del medio día y de la noche a la casa.
  
Fue en una de esas visitas que salió el comentario de que se sentía verdaderamente mal, pero que tenía que pasar la noche cuidando de la anciana y que, lo peor de todo era que la enfermera que le había colocado la primera inyección -de 3 dosis recetadas-no podría ir ese día.
  
Ni corto ni perezoso, me brindé a colaborarla, puesto que era el flamante poseedor de un certificado que garantizaba mi habilidad de brindar primeros auxilios, que había recientemente logrado mediante un curso que se dictaba en la Cruz Roja.

Viendo a aquella mujer aún joven y bien proporcionada, de cuerpo delgado y caderas gratas a la vista que cruzaba conmigo su mirada sorprendida, pude observar cómo invadía su rostro rápidamente el rubor, propiciado, supongo, por lo extraño de la situación. Es quizás necesario aclarar que estábamos los dos solos, en el comedor de diario, ya que el resto de la familia se encontraba disfrutando de la televisión en la planta alta.

Me preguntó si tenía experiencia colocando inyecciones y le respondí que sí, que había resultado el mejor del curso en aplicarlas vía intramuscular y que, en definitiva, las endovenosas me daban un poco más de trabajo, por lo que tenía cierto temor de aplicarlas.

Me respondió que, por ese lado no habría problema, porque las inyecciones que necesitaba eran intramusculares. Pero, precisamente por eso –me confesó- le daba mucha vergüenza pensar en que yo se las aplicara y concluyó con que era mejor que buscara una farmacia donde pudieran inyectarla. Me pidió pues que más bien la acompañara a buscar una.

Sin embargo, no pudimos encontrar ninguna cerca y ella se sentía muy mal, por lo que me pidió que la acompañara a la casa de la anciana, donde ella vivía temporalmente.

Llegados allá, me invitó a pasar un momento, para invitarme un café y me pidió que la esperara en una amplia sala que poseía la casa de la anciana.

Cuando regresó con el café, me sorprendió al decirme que lo había pensado mejor y de que, dadas las circunstancias aceptaba mi ofrecimiento. Me dijo que ella tenía las ampollas de penicilina y las botellitas de agua mezclada con silocaina. Le repliqué, algo turbado, que requeriría también algodón y alcohol medicinal y me dijo que no habría mayor problema.

Mientras aún saboreaba el café y conversaba, con ella recostada en un extremo del amplio sillón, le pregunté si no sentía que tenía temperatura. Como respuesta, me pidió que fuera a su habitación y que buscara el termómetro que había dejado sobre la mesa de noche, mismo que encontré en aquella ubicación, junto a 4 ampollas y dos jeringas descartables.

Sin pensarlo mucho, cogí una de las botellitas de agua, la partí por el cuello como me habían enseñado en el curso y procedí a llenar una de las jeringas con su contenido, para posteriormente romper el sello de la ampolla que contenía la penicilina benzatínica de 1.200 unidades que le habían recetado y proceder a mezclar el agua con el polvo blanco hasta formar una sustancia viscosa que agité con firmeza hasta verificar que no quedaran grumos. Acto seguido, volví a cargar el contenido en la jeringa, puse el protector en la aguja y fui a buscarla.

De retorno en su habitación, bastante excitado por cierto, y con una erección de los mil demonios que intentaba disimular bajo mi jean, sin poder conseguir ocultar la protuberancia que se había formado como frondosa vena en mi bolsillo frontal derecho y que bajaba por parte de mi pierna, me atreví a decirle que, primero le tomaría la temperatura y que después le aplicaría la inyección, por lo que la invité a recostarse de bruces y soltarse el pantalón. Me preguntó algo extrañada si no le iba a tomar la temperatura primero y le respondí que sí, pero que sería rectal, que era la más precisa. Confundida, me preguntó como se tomaba esa temperatura y le expliqué que debería introducir el termómetro en su ano. Uffffffffffffff!!!!!!! Casi me muero y cómo temblaba mi voz al hacerlo!!!!! Rápidamente, me respondió que no, que era suficiente y que quizás sería mejor que volviera a casa. Le repliqué que ya había preparado la inyección y que si no deseaba que le tomara la temperatura estaba bien. Quizás, ella misma podría hacerlo luego, pero insistí, quizás con un poco de morbo y porque realmente sigo pensando que es la mejor manera de tomarla, que cuando lo hiciera, introdujera el termómetro en su ano.

Con bastante recelo, terminó por aceptar finalmente que la inyectara, no sin repetir su negación varias veces, pero, dado su frágil estado, terminó por ceder finalmente y, mientras soltaba el broche del pantalón se recostó de bruces en su cama.

Me acerqué por detrás y le bajé de un tirón el pantalón hasta media pierna, ocasionando que ella tratara de levantárselo nuevamente. Instintivamente, sin meditarlo, le apliqué un par de nalgadas por hacerlo y le dije que se quedara quieta. Casi de inmediato me disculpé, pero no recibí respuesta alguna y solo vi como fruncía las nalgas y ocultaba la cabeza apretándola contra la cama. Observando esto y más envalentonado, cogí con mis dos manos su calzón (negro de poliéster) por la banda superior, a la altura de las caderas y de un golpe se lo bajé hasta la base de las nalgas, descubriendo a mi vista un par de blanquísimas carnes con una ligera coloración rosada en una de ellas (la izquierda). En ese momento, vi como tensionaba aún más las nalgas y le indiqué que debería relajarse para recibir la inyección, pero sólo recibí su silencio. Paso seguido, busqué la jeringa y recién me percaté que no tenía el algodón y el alcohol, por lo que le pregunté donde los tenía. Sin moverse y con la boca apretada contra la cama, me dijo que buscara en su ropero, mientras permanecía así, expuestas sus nalgas a mi ansiosa vista.

Una vez obtenidos ambos elementos, volví donde ella y procedí a limpiar la superficie donde aplicaría la inyección (escogí la nalga izquierda). Le pedí que pusiera sueltas las nalgas pero como no lo hacía, apliqué la técnica aprendida de dar unas palmaditas hasta lograr que finalmente estuvieran más sueltas (debo decir que fue un gran deleite para mí, puesto que las palmadas consistían en rítmicos y suaves golpes de mis dedos contra esas suaves carnes contenidas por una piel firme, como pude comprobar). Cuando vi conveniente, pellizqué una extensión apropiada de su nalga e introduje la aguja con un suave golpe que al parecer apenas percibió, para luego proceder, previa comprobación de que no había perforado ningún vaso, a introducir suavemente el viscoso líquido. Ella empezó a quejarse por la sensación de dolor (la penicilina benzatínica es una inyección bastante dolorosa), por lo que disminuí la presión en la base superior de la jeringa y me di todo el tiempo del mundo para aplicársela. Cuando terminé, jalé la jeringa y vi como salía un poquito de líquido blanquecino del pequeño hueco que dejó, por lo que presto acudí con el algodón empapado en alcohol para proceder a friccionar ese espacio. Instintivamente, coloqué con descuido mi mano libre sobre la otra nalga y, cayendo en cuenta, también se la acaricié. ¡Vaya que me puse cachondo con ello! Más grato, sin embargo, fue ver que ella me dejaba hacerlo. Cuando concluí este impensado sobeo que se prolongó por unos deliciosos e interminables instantes, casi de manera natural, le aplique unas cuantas nalgadas más y le subí los calzones, indicándole que podía vestirse.

Lentamente, mientras se incorporaba de la cama, giró su rostro hacia mí, aún dándome la espalda y pude observar, además del marcado rubor que inundaba sus mejillas, una amplia sonrisa que contagiaba hasta a su mirada, mientras me agradecía y me pedía que volviera al día siguiente para colocarle la otra inyección y ponderaba mis dotes de enfermero.

Ah! Me olvidaba, sí terminé, aunque no ese día, tomándole la temperatura rectal y puedo confesarles que le coloque muchas inyecciones más, que le di muchas nalgadas (aunque nunca disciplinarias como siempre deseé hacerlo) y que acaricié aquellas carnes a lo largo de todo ese año que permaneció cerca de nosotros.

El resto, me lo guardo en un rinconcito especial de mi memoria.

En La Paz, a 22 días de marzo de 2006

1223 comentarios

Carlónimo -

Un breve sueño de madrugada.

Mi preciosa mujer yacía con sus frondosas nalgas al aire, espléndidamente dispuestas para que un calenturiento médico la inyectara.

Con ostensible placer el doctor le desinfectó el glúteo derecho y, acariciando su tersa y pálida superficie, le clavó la puntillosa aguja, de manera tan pausada que cada avance hacía estremecer a la bella receptora.

Emitiendo lastimosas quejas, mi amor disfrutaba el momento y mantenía una placentera complicidad con su médico, lo cual me encelaba pero, a la vez, inexplicablemente me excitaba.

Advirtiendo mi presencia, el médico me invitó a acercarme, con lo cual trató de disimular su insolente pretensión de solazarse con mi amada. Ella, a su vez, reforzó el encubrimiento de su aliado diciéndome: “El doctor te invita a que seas tú quien termine de aplicarme la inyección, mi vida”.

Ella jugaba con las excitadas mentes de los dos hombres que la admirábamos y la deseábamos.

Tomé la jeringa y quedé en primer plano contemplando con emoción las redondas y respingadas nalgas, empujé lentamente el émbolo el cual, arrancando quejas y sensuales estremecimientos, se deslizó con suavidad hasta vaciar la jeringa.

Extraje gradualmente la aguja de cuya superficie pendía la elástica piel del glúteo. De la minúscula marca brotó una exigua gota de sangre que se fue engrosando progresivamente.

El médico me entregó la borla alcoholizada, con la que recogí el breve hilillo de sangre y apliqué un suculento masaje al glúteo.

La sensual ondulación del moflete nos excitó a los dos.

Jugaba mi mujer con la pasión y las expectativas de sus dos admiradores. Como marido yo podía disfrutarla, pero ella hacía valer su derecho de someterse a los cuidados del diligente médico, quien gustoso se enseñoreaba inyectándola y hurgando a voluntad sus partes íntimas.

El caprichoso escenario en el que estábamos inmersos los tres, era por demás excitante.

Anónimo -

Divergencias estéticas

Admiro a mi güerita y reconozco el gran esfuerzo que realiza para mantenerse sana y en forma, aunque eso tiene un precio nada leve por cierto. Yo quisiera que se estresara menos por su figura pero ella no transige. En mi opinión debería conservar esa pequeña reserva grasa que le sienta muy bien por cierto, pues se le distribuye de manera muy estética en los sitios más encantadores haciéndola lucir sobre todo una piernas y unas nalgas espléndidas. Le he reiterado que nalgoncita se ve soberbia, pero ella prefiere no tener ni un gramo de más y lucir un hermoso cuerpo de modelo francesa.

Yo no tengo inconveniente, sus dos “look” me fascinan y me ponen como papa caliente pero el segundo, o sea la total esbeltez, conlleva una penuria adicional para los dos que en ocasiones se torna extenuante.

Para ser más explícito les diré que, conforme a la opinión de nutriólogos expertos, las personas que como Anna están sometidas a jornadas de trabajo muy intensas, cuando no tienen una cierta reserva energética sucumben ante cualquier agresión viral o bacteriana, su organismo se torna altamente vulnerable y dependiente de los molestos antibióticos y complementos vitamínicos que, para ser efectivos, se tienen que aplicar por vía intramuscular. Es esa la razón por la cual, como ustedes saben, mi preciosa Anna tiene que inyectarse constantemente.

Hace unos días cayó enferma de gripa y como eso le pasa tiro por viaje, el médico le recetó además del antibiótico un complejo vitamínico extremadamente doloroso que por prescripción se aplica con aguja larga y en los costados de las nalgas casi en la zona de las piernas, sitios tan inusuales que ponen al paciente en estado de shock.

En medio de un terrible jaleo, entre gritos y lágrimas, el facultativo le logró aplicar la primera inyección en mi presencia para que yo le pudiera suministrar las siguientes siete dosis y completar el tratamiento. Fue una experiencia espeluznante conforme a la cual entendí las dificultades que me esperaban. A partir del siguiente día nos hemos adaptado a una rutina.

A las seis de la mañana le inyecto el antibiótico lo cual hasta cierto punto es normal y lo disfrutamos como preludio de un intenso coito matinal. No bien mi amor ha despertado la induzco a que se ponga boca abajo, le descubro sus nalgas, le desinfecto y perforo el cachete en turno, después me recreo accionando lentamente el émbolo y contemplando las gratas reacciones que van desde un leve estremecimiento hasta la emisión de excitantes murmullos que por lo general ocurren en el momento de extraer la aguja. Inicio el sublime ritual besando y acariciando con vehemencia a mi bien amada, sintiendo la tersura de su piel, transmitiéndole el calor y energía de mis manos, provocando sus instintos, desatando el ensueño. Penetro su vagina y nos sumimos en el fausto intercambio de señales placenteras que anteceden el éxtasis: la agitada respiración, el exaltado frotamiento de nuestros cuerpos, los gritos, invocaciones, mordeduras, jadeos y contorsiones que preceden la total euforia, el extravío, el torrente, el instante supremo que glorifica nuestra existencia.

Pero después, ya en la noche, antes de entregarnos al descanso tengo que aplicarle el terrible vitamínico, lo cual nos lleva a otra vertiente.

Se acomoda de costado, descubre sus preciosas nalguitas de las cuales acaricio la zona lateral, identifico el insólito punto de incisión, mi amada se rebela, me ruega que espere, que le permita aplazar la penuria, llora, me sujeta las manos, pero es un acuerdo tácito que no le tenga piedad, que la someta. Desprendo con fuerza sus dedos de mi brazo, le sueno unas nalgadas, secas, súbitas, disciplinarias, le grito ¡Ya basta, te comportas o te amarro! Ahoga sus sollozos, llora en silencio, pero emprende otra vez la bataola al sentir que le clavo en vertical la aguja en el sitio más fibroso del culo, ésta avanza lenta pero implacable. Se desgañita, gime, se estremece, le doy nuevas nalgadas, resonantes, amedrentadoras, empujo sin piedad el émbolo, el dolor aumenta, explota en ofensivas imprecaciones muy “a la mexicana”: “¡Puta madre, me vas a matar Carlónimo, no mames, te la bañas!”

Sufro y a la vez me río a carcajadas, extraigo la aguja y tomando a mi amada en brazos la levanto, la llevo hasta la poltrona, postrada en mi regazo la arrullo como a una nena, beso sus mejillas, enjugo sus lágrimas, acaricio su cabello, se va poco a poco tranquilizando, me abraza, suplica que la perdone, me dice que está muy apenada, que no vuelve a hacerlo, que se ha comportado como una tonta. Se abandona en mí como una cría.

Arreglo su ropa, beso sus mejillas y la acuesto, pienso en lo difícil que será repetir la aplicación el otro día.

Carlónimo -

Estimada Marce, mi prolongada estancia en ese blog me ha enseñado que las personas llegan y se van súbitamente. Esa situación me causaba congoja pero ya aprendí a sobrellevarla. Así que, bienvenida, no sé cuánto tiempo quieras estar aquí pero, no te preocupes, mientras estés, si yo sigo en posibilidad de conversar contigo, lo haré con gusto. Recuerdo que llevábamos una secuencia muy estimulante de vivencias en las que tu novio y tú, además de un admirador tuyo fueron los protagonistas principales. Desconozco la razón por la que desapareciste pero esa es cuestión tuya, por más que yo quiera a mis amigos no interfiero en sus decisiones personales. Ahora bien, acerca de “Marce” yo escribí la última vez, así que te corresponde continuar el relato, o generar un nuevo escenario, como tú prefieras. Quedo en espera de tu respuesta. Recibe un abrazo muy afectuoso.

Marce -

Wow! Pensé que no podría volver a encontrar esto... No se porque pero no podía ingresar a escribir desde hace mucho. Pero bueno me pondré al corriente con sus comentarios.

Saludos!

Inés -

Muy buenos y muy calientes. grcias.

Carlónimo -

“El doctor me recetó seis inyecciones y quería aplicármelas él, pero su insistencia no me gustó y le dije que no.”

“Yo te las pongo”.

“Sí, mi amor, eso está mejor”

Era penicilina, de la más dolorosa. Me entregó las cajitas y las jeringas.

Y así fue como esa noche ataviada con un soberbio baby doll se acostó boca abajo y se replegó la panty para que la inyectara. La ví muy dispuesta pero se negó a observar cómo preparaba la jeringa: Aspirar el agua, pinchar el frasco del polvo y agregarla al líquido, revolver, succionar lentamente, esperar a que el compuesto estuviera cristalino y extraer las burbujas de aire.

Esperaba paciente pero gritaba: “No quiero ver la aguja… me impresiona”

Le arrastré la panty hasta las piernas, sus nalgas brotaron completas ¡exuberantes! haciendo que el pene se me endureciera.

Empapé el algodón con alcohol, recorrí la deliciosa curvatura de los glúteos y, cerca del lunarcito que tiene en la parte exterior del lado derecho desinfecté y clavé el vértice de la aguja, lo empujé y sentí que el acero avanzaba arrancándole un leve quejumbre y haciendo que su cuerpo se estremeciera.

Jalé el émbolo y al ver que no avanzaba empecé a presionarlo observando los efectos ¿Te duele, mi vida? “Sí… el líquido duele mucho, pónmela despacito… Duele! Duele!! Duele mucho!!!”.

Yo miraba la jeringa, el remanente de la sustancia, me excitaron sus lamentos. Recordé que antes permanecía impávida cuando la inyectaba, lo cual me hizo pensar que sus gritos eran parte del juego erótico que ahora quería practicar y que me gustó, así que participé con dulces arrumacos: “Ya… mi chiquita; es sólo un piquetito, afloja la nalguita…”

Pensaba en el sensual momento que vivíamos y en el privilegio de tener intimidad y juego erótico con una mujer tan agraciada que me excita con su coqueta complicidad, la lozanía de su piel y las femeninas curvas que la adornan y caracterizan.

Evocaba los eventos en que se siente admirada: Cuando la rondan y adulan, cuando el alterado doctor la ausculta y pretende ser él quien la inyecte argumentando que… “son inyecciones muy especiales…” Y en efecto, no dudo que lo sean para él, aguijado por el deseo.

Al tocar fondo el émbolo disfruto de ver la angustiosa salida de la aguja apretada por la elástica epidermis que la abraza y se cuelga de ella con desesperación, rehusándose a soltarla.

La tersa superficie del glúteo denota una leve prominencia inducida por el medicamento que se aglomera en el músculo. Me limito por ende a colocar la húmeda borla de algodón sobre el pinchazo y aplicarle un suave masaje dispersante.

Acaricio y beso sus nalgas, de lo cual se estremece, suspira y solloza.

Montado en sus piernas, a horcajadas, coloco mi ardiente pene en el redil de su entrepierna. Lo avanzo suavemente, le acoplo el glande a los labios vaginales que lo engullen y debido a la abundante secreción pre-coital puedo embutirle todo el salchichón en su íntimo reducto.

La percepción visual de la penetración es fascinante.

En esa pose tan placentera como inusual en la que sus nalgas y su vagina vulnerada las tengo a la vista, emprendemos la ardiente cópula. Observo cómo entra y sale el húmedo y ruborizado pene y experimento la calentura que poco a poco me aproxima al éxtasis.

Mis manos inquietas recorren la estrecha cintura, la espalda y las formidables nalgas.

Percibo el creciente jadeo, los cojones se me endurecen, rebosan de presión y me arrancan un potente grito al sentir que mi pene escupe cuatro andanadas de caliente y espeso semen.

Se paraliza, grita de gusto, fortalezco el embute… Nos disolvemos en el amor, en el placer y en el espléndido fetiche de las jeringas.

Más allá del contacto físico, o cópula, aderezaron nuestra inolvidable fiesta diversos elementos subjetivos: erotismo, fetichismo, posesión, sujeción, sadismo, masoquismo, coquetería, entelequia, celos, sospecha, orgullo, exhibicionismo; mezclados en una proporción concreta que nos satisface a los dos actores y nos envuelve en una deliciosa complicidad.

Qué gusto sentir que la admiran, que la pretenden, que su cuerpo y su estilo son inquietantes, que maneja el entorno, su imagen, que disfruta su feminidad, que se sabe deseada y que me ama al extremo de compartir conmigo su vida entera: amor, fetiches, calenturas, vivencias y estímulos subliminales.

Gustavo -

Tus escritos nunca son ociosos querido Carlónimo, siempre tienen un ingrediente de sinceridad y de vida intensa de hondos sentimientos. Me hiciste enamorar de Cristina.

Gustavo -

que intenso has sido siempre Carlónimo, no dejes de escribir yo te leo y se de otras personas que no se pierden tus relatos.

Carlónimo -

Qué bello escrito el que brotó de mi pluma aquella mañana de 2011. La nostalgia por Cristina ¡Qué bella mujer! es perenne. Qué días aquellos en San Sebastián, encerrados en la habitación frente a La Concha. Oyendo el rumor del mar hundía mi cabeza en el recodo de su cuello, aspiraba la dulce fragancia de su cabello, besaba su piel y dejaba que sus manos amorosas, casi maternas, se desplazaran a lo largo de mi cuerpo. Yo era su niño y, a la vez, su hombre. Me dejaba amar y conducir por ella, pero jugaba con sus morbos y sus instintos para arrancarle los más espectaculares orgasmos.

A continuación transcribo el escrito.

Al estudiar en Barakaldo mi vida poco a poco se fue normalizando, la distancia apagaba una hoguera que meses atrás parecía imposible someter. El recuerdo de Cristina había encontrado acomodo en el desván de mi cerebro.

Me reencontré con Maitena, una hermosa amiguita de la infancia que era un cromo de chica y nos hicimos novios. Nos reuníamos cada tarde en el Jardín Botánico donde podíamos más o menos burlar la férrea vigilancia de sus padres. Pero pronto se nos acabó el escondite pues a la primera sospecha le impusieron una escolta de hermanos y primos con quienes llegué a tener encuentros muy animados a mamporros.

Pero seguimos viéndonos y más de una vez llegamos a tener intimidad. Era un sol de chica: alta, guapa, muy desarrollada, con una voz preciosa que no dejaba de entonar los bellos cantos vascos. Mi vida transcurría entre estudio, amigos y mi amada Maitena. Fueron años preciosos de los que mantengo muy bellos recuerdos.

Una noche que llegué de regreso a casa encontré un telegrama y cuando lo leí no podía creer el mensaje. Recuerdo las breves palabras una por una:

“Tato estoy en San Sebastián hotel Londres ansiosa verte. Cristina”

Al otro día que era viernes me volé las clases y a las 10 de la mañana ya había hecho el viaje de poco más de una hora y me encontraba en la recepción del hotel donde comprobé que Cristina estaba efectivamente registrada pero había salido, así que me fui a caminar por la playa. Era una mañana de octubre, algo brumosa.

Apoyado en el barandal del soberbio paseo me distraje contemplando la bahía y escuchando unas gaitas, cuando a lo lejos divisé una figura femenina que venía corriendo en traje de baño por toda la orilla del mar, justo en la parte que las olas humedecen la arena a lengüetazos.

La silueta fue creciendo y acaparando mi atención hasta hacer que el corazón me retumbara en el instante mismo que la escultural cadera, los vigorosos muslos y las estremecedoras nalgas me hicieran reconocer a Cristina.

Salí disparado, bajé a zancadas por la artística rampa que conecta el andador con la arena y gritando como un loco la hice detenerse, mirarme con fijeza y abrir los brazos para recibirme. Nos apretujamos hasta más no poder, pataleamos por el agua y rodamos entre las olas sin que el impactante frío otoñal nos cohibiera.

Ver a Cristina en aquellos lares fue como un caprichoso sueño de esos que no tienen ni pies ni cabeza. Mi cerebro no la ubicaba, fue como yuxtaponer dos realidades lejanas y de polos iguales que consecuentemente se rechazan. Pero el cariño acumulado y la tristeza que nos causó la súbita separación nos hicieron llorar y enjugar nuestras respectivas lágrimas con los labios.

Tirados en la arena nos quedamos muy juntitos y muy quietos fundiendo nuestras auras, recreando nuestra vibra, llenándonos de mimos y pensando. Después nos pusimos de pie y caminamos abrazados hasta alcanzar el andador, cruzar la avenida y entrar al majestuoso hotel.

Sentí la mirada curiosa y escandalizada de algunas personas que espontáneamente reprobaban nuestra relación. No concebían que un mozalbete se liara con una mujer madura llevándola íntimamente abrazada y que ella a su vez caminara acariciándole las nalgas. Así era Cristina, una dama imponente, liberal, cuyas ironías hacían temblar a la gente.

Teniendo por escenario aquella ciudad tan encantadora y todo el tiempo a nuestro favor, nos dimos vuelo paseando, mimándonos y amándonos a toda hora. Hicimos el amor en todas las poses imaginables y por todas las vías posibles. Pasamos días enteros encerrados en la habitación del hotel. Me llené de Cristina y ella se llenó de mí.

En ese marco aprendí que no hay circunstancias fatales que imposibiliten el amor. Que una mujer y un hombre se pueden amar sin importar su edad o vínculos sociales. La “señora Cristina” de mi infancia y adolescencia se transformó para mí en una preciosa mujer con quien disfrutaba las delicias del sexo. En esos días no hubo inyecciones ni supositorios ni nada que no fuera la entrada y salida de mi pene por sus íntimos reductos.

Nos tratamos de igual a igual y su cuerpo de mujer (menos elástico y más robusto que el de las chicas) tenía un significado muy especial pues me hacía sentir responsable de los sentimientos y circunstancias que ella abrigaba y empeñaba en una relación tan desigual.

Aprendí a entender el significado profundo de algunos comentarios suyos, como: “Soy otra, me has quitado un yugo”; “la vida es más fácil de lo que pensaba”; “no me importa la gente sino solo tú”.

Aprendí que las mujeres maduras no presionan sino compensan al amante joven; que la dilatada suavidad de su cuerpo guarda una correlación directa con el relajamiento y apertura de su alma; que sus objetivos son tal vez más simples y más puros; que su belleza es atemporal y está aderezada por el importante ingrediente de la experiencia; que son fascinantes y que de ellas se aprende mucho.

De aquellos días tengo el recuerdo de unos besos apasionados que se nutrían de la quimera y de la esperanza; un cuerpo acogedor al que me asía cada noche sintiendo en él tanto placer como protección; una entendida complicidad que nos obligaba a erradicar prejuicios y temores.

Y mucho sexo… sexo intenso, nalgas monumentales, piernas descomunales, tetas enajenantes, poses embriagantes, escenarios míticos fundados en la sapiencia y en el profundo conocimiento de la condición humana.

Cristina se despidió de mí en una tarde soleada. Viendo el artístico reflejo del sol en la superficie del agua, me dijo: “Tato, te agradezco la felicidad que me has dado. Trata de olvidarme, no sé si volvamos a vernos, no podemos llegar a más y no quiero causarte problemas con tu madre”.

“Piensa que lo nuestro fue tan solo un sueño… Un placentero sueño”.

Carlónimo -

El pequeño espía

Hay aproximaciones a mujer y hay mujeres verdaderas con estrecha cintura, profusas nalgas, torneadas piernas, abundantes curvas y una cabellera larga embelesadoramente rizada. Así era mi prima Anna quien por ese tiempo se enfundaba un estrecho jeans y hacía gala de un frondoso trasero en forma de corazón, realmente desquiciante.

Aquella tarde en la que yo estaba en su casa oí que comentaba: “Sí, es que van a venir a inyectarme”. Su información me encendió las glándulas y me puso atento al desenlace hasta que, en efecto, llamó a la puerta y entró una chica muy mona de la misma edad que ella, que después de saludar a la familia siguió la indicación y se internó con Anna en la recámara, pusieron el seguro, produjeron una serie de ruiditos difusos combinados con expresiones verbales moderadas, algunos sugerentes silencios y risitas finales, hasta que salieron de la habitación, primero la chica y después Anna con la jeringa y el algodón en mano, agradeciendo los singulares servicios de su asistente y despidiéndola por fin, para luego comentar quejumbrosamente: ¡Aaayy, me dolió mucho! frotarse el soberbio glúteo izquierdo y arrojar los citados fetiches a la basura. La muy estimulante escena me llevó a procurarme puñetas tranquilizantes, pero no imaginé que al día siguiente contemplaría la nueva aplicación.

Habiendo llegado a su casa, tal vez por mi tierna edad me dejaron libre y me fui a plantar frente a la puerta entreabierta de la recámara donde pude ver con toda claridad a Anna acostada boca abajo sobre la cama con el jeans y la panty replegados, que cruzaban en diagonal su formidable trasero dejando a la vista la mitad superior del glúteo izquierdo, media raja y el pálido, carnoso y abombado glúteo derecho totalmente descubierto, donde mi preciosa prima sufriría su segundo pinchazo intramuscular.

Terminada la carga de la jeringa con una sustancia pastosa color azul turquesa, las partículas de oxígeno fueron cuidadosamente extraídas, el soberbio moflete desinfectado, rectificada la posición de la jeringa y, por fin, incrustada la aguja, mediante una presión lenta y constante que arrancaba sensuales lamentos a mi rubia prima.

Con el tosco acero incrustado en su nalga, la sufriente Anna padeció estoicamente la entrada del líquido, gritando, estremeciéndose, frotándose el cabello y suplicando a su enfermera que espaciara el avance de la sustancia, pues la presión del émbolo laceraba sus nervios y su ánimo. La entrada del tercio final del remedio fue angustiosa. Los gritos delirantes, aquella escultura viviente se retorcía y gritaba afirmando que le quemaban las entrañas.
Extraída la aguja, una densa gota de sangre brotó del punto vulnerado. La enfermera la enjugó ejerciendo una leve presión y masajeando menudamente el redondo cachete, mientras Anna gimoteaba refiriendo las penurias por las que había pasado.

La terapia de consolación se prolongó espléndidamente… Me pude extasiar en la contemplación del pálido cachete y de la belleza escultural de aquellas frondosas nalgas de Anna, que fueron entonces la motivación de mis frecuentes pajas.

Carlónimo -

Se te agradece Fer la asistencia, ya entraré como decía mi querido Simón "cada tantos" a acompañarles con alguna ocurrencia. Me agradaría mucho recibir sus comentarios pero... si no... pues ni modo. Sólo, en medio del océano, me apaño.

Carlónimo -

Mi preciosa hispana estaba malita, su nivel corporal de hierro había descendido bruscamente y requería la aplicación de cinco intramusculares dolorosísimas.

Sentados en el sofá del salón la tenía en mis brazos confortándola para que se sometiera al molesto tormento que ocurriría en unos minutos.

En punto de las seis llegó nuestra amiga Eulogia a quien tuvimos que recurrir por ser una eminencia en ese tipo de aplicaciones. Crecida al castigo, como es su costumbre, ordenó enseguida: ¡A ver güerita, te acuestas sobren las piernas de tu hombre, nalguitas pelonas y dispuestas!

Tú Carlónimo, le subes la mini y le quitas las bragas pues son de muy buena calidad y sería una pena que se retorcieran y ajaran. Esa línea exclusiva de ropa íntima que usa tu chica, en El Corte Inglés cuesta una fortuna.

Anna parecía no oír ni percatarse de nada, miraba con rostro inexpresivo la enorme y arcaica jeringa vidriada de cinco mililitros con su alongada aguja de base dorada que brillaba burlona y desafiante, al tiempo que vomitaba por su elíptica punta espesas gotas del rojizo reconstituyente confeccionado a partir de una base de suero hepático con alto contenido ferroso.

Mi preciosa obedeció dócilmente, se acostó sobre mis rodillas, se dejó descubrir sus pálidas y respingadas nalguitas y cooperó elevando las torneadas pantorrillas para que le extrajera la fina panty de encaje negro que coloqué en el descansabrazos del asiento, desde el cual presidía y acentuaba el erotismo de la singular escena.

A la cálida luz del candil, los albos glúteos de mi amada adoptaron un sensual tono dorado que desafiaba la lujuriosa condición de Eulogia, cuya irónica sonrisa e incesante frotamiento de manos, denotaban la excitación que le producía la resignada actitud de Anna.

Lista la jeringa y espléndidamente dispuestas las nalgas, Eulogia separó entre sí sus dedos meñique y pulgar al máximo, para posar el primero en el huesito de la cresta ilíaca y el segundo en el inicio de la raja que separa las nalgas, a efecto de calcular visualmente la mitad de ese segmento que, conforme a los manuales de enfermería, es el punto exacto donde debe clavarse la aguja.

Una vez identificado el sitio correcto posó en él la borla de algodón para frotarlo en círculos concéntricos, en tanto que Anna, percibiendo el picante aroma del alcohol, se agitaba nerviosamente ante la proximidad del pinchazo. Contrastando la práctica frecuente de clavar de golpe la aguja, Eulogia comentó que las aplicaciones de hierro deben ser diferentes. Posó los dedos pulgar y cordial de su mano izquierda en los extremos de la pequeña área desinfectada, jaló la piel hacia los dos lados extendiéndola al máximo, e inició la perforación lánguidamente, con lo cual si bien no parecía lastimar a Anna, la ponía nerviosa haciéndole exclamar: “¿Por qué así Eulogia? Clávamela de una vez, no me gusta sentir el avance en esa forma. Eulogia…por favor…”

Eulogia le respondió: “Tranquila cariño, de mi cuenta corre que no sufres”. Cuando la aguja estuvo totalmente adentro el émbolo avanzó produciendo un creciente gimoteo de la paciente pero pronto se detuvo. Eulogia le advirtió: lo siguiente va a doler más, pero tranquila… Extrajo la mitad de la aguja y la volvió a meter con un ligero ajuste en la dirección. Anna gritó de dolor pero Eulogia la atajó insertándole la punta de su dedo en el ano y haciéndolo vibrar menuda y rápidamente con una gran maestría. Lo sorpresivo de la acción, la pena y ¿por qué no? hasta el innegable placer que aquella acción le produjo , mitigó el dolor confinándolo a un segundo plano, de manera que Eulogia pudo seguir apretando el émbolo sin causar alarma a su paciente.

Eulogia volvió a retraer la hipodérmica, ajustar de nuevo la dirección y clavarla otra vez mientras aplicaba un nuevo estímulo anal. Mi preciosa Anna se veía desconcertada; se sentía incómoda por el hecho de que Eulogia la estuviera violando su intimidad, pero de alguna manera lo consentía por saber que eso la liberaba de la penuria.

De pronto Eulogia me gritó: ¡Atiende a tu chica! ¿qué no ves cómo tiene la puchita? Hasta entonces me di cuenta que la grieta vaginal estaba empapada. Eulogia retiró su dedo del culo mientras yo llevaba mi lengua al clítoris haciendo gritar de placer a mi preciosa Anna.

De esta manera, Eulogia pudo realizar dos ajustes más en el direccionamiento de la sustancia, así como la aplicación final de ésta, sin que Anna sufriera, ya que el enorme placer de los orgasmos superaba con creces al dolor causado por la inyección.

Una vez concluida la aplicación Eulogia salió diciendo: “Promesa cumplida, Anna, te inyecté sin sufrimiento ¿no es así?”. Mi güerita le respondió: “Como alguna vez le dije a Adriana, vecina nuestra: Lo importante es convertir un mal momento en el momento más apasionado. Gracias Eulogia, reconozco que me ayudaste a superar este doloroso trance, desde luego con el contundente relevo de mi Carlónimo. Espero que lo sigan haciendo”. Eulogia concluyó diciendo: “Ahora comprenden por qué Elisa, sus hermanas y sus hijitas se ponen en mis manos incondicionalmente. Yo les allano cualquier molestia y terminan disfrutando como unas locas. Así que, ya lo saben, estoy disponible cuando quieran, será un placer servirles. Ah! Yo también me voy empapada como lo están ustedes, los dejo para que se regocijen mutuamente y yo me voy con mi marido para hacer lo propio”.

Esa noche Anna y yo copulamos cuatro veces: dos vaginales y dos anales, no terminábamos de saciar nuestra calentura.

Anónimo -

ya se arreglo esto o no

358 -

Tu

Fer -

Me alegra ver que hay vida inteligente en este blog... tengo el otro blog "Azotes y Nalgadas" infectado por un troyano o virus...
Lo que veo es que, por algún motivo, la ortografía española no se representa bien en los últimos posts.
Un afectuoso saludo,
Fer

Carlonimo -

Estimado Gustavo, a pesar de que ya no quiero permanecer en este blog, no puedo desatender tu amable petición. Jamás le negaré un relato a un gran amigo como tú. Espero que te guste, aunque tendrás algunos problemas para poder leerlo, debido a la nula atención que nos presta el editor a quien, sin embargo, le doy las gracias por el apoyo que antes nos brindó. Un abrazo.

La infidelidad y sus consecuencias

Quiero comentarles acerca de un suceso de esos muy negros y corrosivos que suelen disolver a los matrimonios, pero que, por el contrario, ha revertido las inercias negativas del mío, para unirme con mi mujer en un romance sin precedentes.

En una ocasión Graciela, mi esposa, me contó que había ido a ver al doctor para consultarlo acerca de ciertas molestias. Me dijo que la auscultó y que mientras le observaba cada parte de su cuerpo le iba diciendo “muchas cosas…” como dándome a entender que le había echado los perros. Y que después le dijo que debía aplicarle un tratamiento a base de inyecciones intramusculares, de las cuales la primera se la pondría en ese momento.

Como se trataba de un doctor, mi esposa le dijo que sí estaba de acuerdo y se preparó para recibir su inyección. Se volteó boca abajo en la mesa de exploración y se bajó la panty un poquito y sólo de un lado como se hace normalmente en esos casos, dejando a la vista del doctor casi medio cachete, pero entonces el médico se quedó pasmado por la belleza del formidable trasero que tenía a la vista, y le dijo: “No linda, me puedo confundir y lastimarte, descúbrete las nalguitas completas” y de un jalón le bajó la panty hasta las pantorrillas.

Teniéndola ya con las nalgas pelonas se puso a preparar la jeringa lentamente, humedeció después el algodón, le estuvo tentando con toda parsimonia cada glúteo para buscar el mejor lugar, y por fin le dijo que la iba a pinchar del lado izquierdo. Le desinfectó con toda lentitud el sitio y le clavó lentamente la aguja, produciéndole con toda premeditación un intenso dolor. Después fue empujando el émbolo muy despacio mientras le decía que con esas nalgas tan buenas era un placer inyectarla, y que si ya se lo habían dicho antes.

Mi esposa estaba muy nerviosa y tal vez por eso se animó a contestarle que sí, que en efecto, ya antes algunos doctores y enfermeros mientras la inyectaban le comentaron que su anatomía les facilitaba mucho la labor. Conversando así, fue más de media hora el tiempo que el doctor tardó en ponerle la inyección y mientras tanto le preguntaba acerca de experiencias anteriores, como de que si alguna vez se habían propasado con ella al inyectarla y que si le excitaba sentirse admirada por causa de su imponente trasero.

Graciela se puso aún más nerviosa y parece que se enredó en la conversación hasta terminar por hacerle algunas confidencias sobre la vez que un practicante de medicina intentó aprovecharse de ella. El médico la escuchaba con morbo, terminó de inyectarla, sacó la aguja y después de aplicarle un minucioso masaje le dijo: Vamos a otra cosa que te puede doler un poquito pero que, sin duda, te va a gustar. Le separó las nalgas y le metió la punta de su dedo por el ano. Cuando Graciela le reclamó airadamente, él extrajo su dedo pero le clavó un termómetro, y dice mi esposa que el médico lo que quería era observar su reacción para continuar penetrándola si ella lo toleraba. Así la tuvo por unos veinte minutos, con el termómetro clavado en el recto y diciéndole que no se moviera, que debía confirmar que no hubiera cambios de temperatura después de la inyección.

Graciela estaba sacada de onda al sentir que el doctor la miraba muy de cerca y me dijo que sentía algo muy raro porque “una se siente como impotente al estar con todo el culo a la vista y entregado”, me decía, y que el doctor le volvía a decir que tenía muy bonito cuerpo y que él personalmente seguiría inyectándola y que si ya antes le habían hecho también eso que él le estaba haciendo. Mi esposa le dijo que no, que era la primera vez que le metían el termómetro por el culo y que si eso tardaría mucho porque se sentía muy incómoda, pero el doctor soltó una carcajada y le contestó que se tranquilizara pues era algo rutinario, porque la temperatura del recto es la más precisa de todo el cuerpo, y que además era un placer estársela tomando a ella, y le preguntaba si aquello le producía placer porque en el recto confluyen muchas terminaciones nerviosas muy sensibles. Pero mi esposa ya no quiso contestar porque sintió que se trataba de una insinuación directa, así que el médico ya no insistió pero después de sacarle el termómetro le dio unas palmaditas en los glúteos y pretendió besárselos, pero mi Graciela se levantó bruscamente, se vistió y salió corriendo del consultorio.

A pesar del aparente mal rato tenido con el doctor, a Graciela no le disgustó del todo el atrevimiento y las insinuaciones recibidas, porque los siguientes días se estuvo arreglando muy bien y usando diminutas tangas de hilo dental cuando iba a consulta. Una noche, regresando de su cita, al acostarnos traté de acercarme a ella y me di cuenta que estaba bien excitada pues de inmediato se desnudó y accedió a que la pusiera boca abajo y que me le montara a horcajadas pues yo quería ver si la estaban inyectando, y sí, comprobé que tenía dos marcas del lado derecho y una muy fresca del izquierdo. Sentí un poco de celos pero también me calenté muchísimo y no le quise decir nada, la puse de perrito y me la cogí bien rico. Ella jadeaba como nunca y terminó gritando como loca cuando sintió las violentas ráfagas de esperma.

Al otro día le pregunté si ya no tenían que inyectarla y me dijo que no sabía pero yo me daba cuenta cada vez que iba a ver al médico pues se ponía ropa interior muy sexy. Un día busqué entre sus cosas y encontré que tenía una tarjeta de presentación del doctor la cual ostentaba la dirección ¿Qué quieren que piense de eso si ya era evidente que el doctor la estaba inyectando y que mi esposa iba a verlo con ropa interior bien sexy? Así que al día siguiente al ver que de nuevo se había colocado una minúscula tanga, me fui al domicilio que había visto en la tarjeta y estuve esperando a escondidas. Al rato que llega Graciela y entra al consultorio donde permaneció más de una hora. Cuando salió, el doctor la acompañó hasta la puerta y se despidieron con un beso exprés en los labios.

Desde ese momento decidí espiarla pero no para reprimir su romance, sino para disfrutarlo, me hice el propósito de verlos en acción. En la noche le pregunté cómo seguía y si ese día la habían inyectado y, después de pensarlo muy bien como que sospechó que yo supiera algo y me dijo: Pues sí, pasé a ver al doctor porque me faltaba una inyección, así que me la aplicó y aprovechó para revisarme y dice que estoy mejorando mucho. Se portó muy cariñosa y nos fuimos a acostar. Yo estaba bien encabronado pero le bajé la panty y al ver que ya tenía otra marquita de inyección, me puse como olla exprés y de nuevo que me la cojo de perrito viendo sus nalgas enfrente de mí y sobre todo viendo sus marquitas e imaginándola postrada con la aguja clavada y el doctor admirándola.

Entonces me puse en el lugar del médico para verla objetivamente como si apenas la estuviera conociendo y así de manera realista me di cuenta que mi mujer está de muy buen ver y que si no fuera mi esposa y la viera en la calle, seguramente me causaría una gran apetencia. Me encabronó sentirme burlado pero al mismo tiempo me fascinó que otro hombre deseara a mi mujer y que se enloqueciera al verla, y hasta que… por qué no decirlo… llegara a cogérsela. Me calentó mucho que el doctor estuviera desesperado por hacer con mi esposa, al menos una vez, lo que yo hacía regularmente.

Cuando terminamos de hacer el amor le pregunté a Graciela si ya no vería más al doctor y entonces me dijo que ya no quería verlo porque él le decía muchas cosas y que se veía muy interesado en ella y que la hacía sentir incómoda y que mejor evitaría situaciones de tentación. Al otro día, sin que yo se lo preguntara me dijo: “Ya no voy a ir a ver a ese doctor porque se porta muy coqueto conmigo”. Dándome a entender que la estaba acosando. Pero eso me lo dijo con cierta malicia.

Me di cuenta que mi mujer andaba en malos pasos porque tal vez no había encontrado en casa lo que le ofrecían afuera. Iba casi diario a que el médico la inyectara pero no me lo decía aunque yo ya estaba bien seguro porque la espiaba. Un día, llegando a la casa, cuando ya estábamos acostados le empecé a agarrar las nalgas y a descubrírselas y entonces me preguntó: ¿Piensas que soy atractiva? O sea que ¿si tú no me conocieras y de pronto me empezaras a tratar te parecería atractiva, te excitaría? Yo sentía algo de celos pero al hacer un examen interno de mis apetencias descubrí que, en efecto, Graciela me tenía fascinado con su aventura como si yo fuera el doctor. O sea que yo estaba viendo a mi esposa como a una mujer desconocida y eso fue delicioso. Verla con nuevos ojos fue increíble, como si me hubiera despojado del lastre de la rutina. Me di cuenta de que mi esposa es muy atractiva, que sus nalgas son muy excitantes y que con ese atributo puede calentar a cualquiera tranquilamente, ser muy deseada. De manera que le perdoné su coquetería y empecé a disfrutar que tuviera un amante pues eso me abría los ojos, y cada vez quería yo saber más acerca de lo que mi mujer hacía a mis espaldas.

Una tarde la esperé afuera de su trabajo y cuando salió vi que se fue directamente a un hotel de paso muy cercano. Entró y después de dos horas salió junto con el doctor, iban abrazados uno al otro como novios, él la acompañó a que tomara el tren y se despidieron con un fuerte abrazo y un prolongado beso en los labios. Ese día comprobé que ya tenían relaciones sexuales y me entró el brete de espiarlos en su intimidad. Así que una tarde de un día en que mi mujer había salido bien arregladita, fui al hotel donde ellos acuden y percatándome que el doctor ya había tomado la habitación 103 y esperaba a Graciela adentro. Yo pedí la habitación 104 y tuve la suerte de que me la dieran y de que las ventanas de los dos cuartos se conectaran en un cubo del edificio y al nivel de planta baja.

Entonces aguardé por el ojo de la puerta y vi que mi esposa venía llegando y que entró a la habitación donde estaba su amante. Me salí por la ventana, me acerqué a la de ellos y los estuve espiando por una rendija. Como tenían su ventana abierta pude oír muy bien lo que decían. Él la recibió comentándole: “Estás preciosa Graciela, me tienes desesperado, no sabes cómo te estoy deseando. Se trenzaron en un faje supremo estando los dos de pie y él metiéndole la mano por debajo de la faldita y al interior de la panty.

Escuché los profundos suspiros que emitían, las diversas expresiones de placer y hasta el jadeo que acompasaban y que iba en aumento, de tal manera que decidieron entrar a la cama. Él la desvistió lentamente y le besaba cada parte de su cuerpo con embeleso. Se lanzaron los dos sobre la cama, él encima de ella, para iniciar un suculento faje entre risas mimos y gimoteos. El pene erecto del doctor comenzó a resbalar por el cuerpo Graciela desde los muslos hasta los senos, cuyos pezones se erguían tan tiesos como renuevos de apio. Siguió subiendo el tolete y así como estaba mi mujer postrada boca arriba lo recibió en sus labios y le dio acceso a la garganta entre besos lamidas y chupetones, hasta que el deseo de llevar el placer a los ámbitos genitales hizo que giraran quedando ella encima de él.

Las preciosas nalgas de Graciela me quedaron a plena vista. Mi rival se las acariciaba y las apretujaba diciéndole: “¿De quién son estas nalguitas tan preciosas, Graciela?”; “Son tuyas “doc” y siempre lo serán”, respondía ella; Siguieron besándose y él le sugirió la penetración, a lo cual ella le preguntó: “¿Cómo quieres que me ponga?”. El médico se incorporó, la puso de perrito y le punteó el ano pero ella lo detuvo en seco: “No mi vida, sexo anal no…” mejor vaginal.”

Él siguió resbalando su pene por toda la raja de mi mujer y le decía: “Mmmmmmm, tus nalguitas son preciosas, desde la primera vez que te las vi para inyectarte me impresionaron por lo bien formadas y abundantes que son”. “Bueno, pues ya te dije que son tuyas, doc, aprovéchalas, pero ésta vez penétrame por la vagina”. Intercambiaron más besos tronados, arrumacos, resoplos, mi mujer se acostó de espalda, separó las piernas, él le punteó la vulva y empujó suavemente.

Sobrevino el inconfundible Aaaaaaaaaaaaahh!!!! que acompaña la ajustada penetración. Menudearon los armónicos chirridos de la cama, el jadeo, las expresiones de placer: Ah, Oh, Mmmm, Ah, Aaah, Aaaah. “Asíiii, toda mi vida, másss, Aaah, Aaah, Así, más, como va, me vengo, me vengo, ya voy, Uuuuh, Uuuuh, Uuuuh, Ay, ay, aaaaaayyyy. Uuuuujjjjhh. El coito terminó con violentos e intermitentes bramidos producidos por las sucesivas descargas de semen. Después de prolongados resoplidos sobrevino el silencio, sólo interrumpido por los consabidos arrumacos: Gracias… no sabes cómo me has hecho gozar. Y tú a mí querida, estás deliciosa, me encantas, eres la gloria.

Se quedaron un buen rato acostados descansando, conversando y besándose. Ella le preguntó: ¿No hay riesgo de que se entere tu mujer de esto? No, por supuesto que no, respondió el doctor, agregando la pregunta ¿Y tu marido? Mmm, respondió Graciela, no lo sé, pienso que ya lo sospecha pero como lo tengo bien abastecido de sexo no dice nada, hasta empiezo a sospechar que lo nuestro lo excita y que por eso lo tolera ¿Cómo crees? Pues sí, lo estoy comprobando. “Pues no pienso dejarle que se dé vuelo contigo, te voy a comer completita. Mmmmmmm, Una rabiosa sesión de besos, el roce de las manos en los excitados cuerpos, “Así, otra vez” “Sí, mi amor, como tú quieras, cuantas veces quieras.

El médico volvió a hurgarle el ano. ¿Insistes por ahí? Sí, déjame metértela por la colita, mmmmmmmmm, la tienes riquísima ¡Aaah, travieso…! ¿Qué no ves que me haces daño? Pero me vuelves loca ¿Cómo podría negártelo? ¿Cómo resistir tu asedio? Bandido, eres de lo peor… Bueno ¿Cómo quieres que me ponga? ¿Un perrito clásico? Bueno… ¿así o más empinadita? ¿Máaasss? Bueno, soy toda tuya, pero despacito, concertado, no me lastimes. A ver, puntéame que yo la sienta primero, espera…

Las espléndidas nalgas de mi esposa llenaban la escena y me producían una gran excitación, ardía en deseos de ver que mi rival la penetrara. Bueno, ahora, empuja despacito, dijo ella, aunque después se arrepintió y lo frenó: ¡Aaaayy, nooo, espera, espera! Me lastimaste, nooo, mi amor, te digo que me la metas quedito… Déjame descansar, aaayy me lastimaste feo, ciérrame las nalgas, apriétamelas una contra la otra.
Se dejó caer boca abajo y dirigió a su amante para que la asistiera: Así… ¡Aaahh qué consuelo! No me las sueltes, así apriétamelas otro poquito… me duele mucho el ano.

Después de una razonable pausa mi mujer se volvió a empinar y le propuso a su amante: Bueno, lo intentamos otra vez, pero despacito mi vida, por favor despacito, cuando yo te indique me lo empiezas a meter pero muy despacito. Ponte más lubricante en el glande, bastante. Mmmmm, ahora, empuja un poquito, ay… ahora sí, ya lo toleré, me está entrando tu pito, pero espera… a ver, métemelo un poco más ¡Aaay! Mmmmm, espera, espera… ahora, más… bien…más… bien, puedes metérmelo todo…

Mmmmmmmmm qué rico, ya, lo lograste, lo tengo todo adentro, me tienes por fin enculada, qué delicia, tállame, suavecito primero suavecito, así, ah, ah, ah, más rápido, ah, ah, aah, aaah, más, ya fuerte o como tú quieras, qué rico… Tus nalguitas, decía él, son preciosas, tienes el coño suavecito, qué placer, un festín, Ah, ah, ah, ah, ah. Ella gritaba: Dame con fuerza, más, ah, ah, ah, ah. Estoy por venirme, preciosa ¿puedo…? Cuando quieras, mi amor, éste palo es todo tuyo, todo tuyo, gózalo, que yo también estoy gozando, qué rico, qué rico, Aaaay, aaay, Va la leche, Aaaaahhh, está bien calientita, qué rica, yo también me vengo… Aaaaaaaahhhhh. Soberbio, eres un chico caprichoso pero me hiciste gozar mucho.

Aquella sesión de mi mujer con su amante me dejó una fijación incontrolable, al grado que empecé a evocarla cada vez que hacíamos el amor y tenía desenlaces explosivos. Ya nada más como juego una noche le dije que me daba celos que viera al doctor pues él estaba en posibilidad de auscultarla y de contemplarla desnuda. Entonces se alteró y me respondió: Yo ya hable con él y le dije que soy una mujer casada, que lo nuestro no puede ser. Eso me lo repitió varias veces. ¿Así te dijo: “lo nuestro”?, le pregunté, ¿Qué es eso de “lo nuestro”? ¿qué acaso ha habido algo más que una relación médico-paciente entre ustedes? Pero ella me respondió muy molesta: ¿Yo cuándo te he dejado de responder como mujer? así que deja de molestarme con tus celos infundados. Él me ve como doctor y sí me ha auscultado y, además, para que lo sepas, sí me ha inyectado y me gusta que él lo haga porque son inyecciones difíciles de aplicar y no me voy a exponer a que me inyecte cualquiera, pero eso no quiere decir nada más que él es un doctor y que yo soy su paciente, eso es todo.

Aprovechando el momento le dije: Sí, yo ya sé que te inyecta pues te he visto las marcas en las nalgas… pero ese chupetón que ahora traes en la nalga derecha sí me preocupa. Y es que, en efecto, traía una chupada soberbia que el doctor le había propinado y mi mujer no se había dado cuenta. Se puso muy nerviosa pero su reacción fue gritarme: Ya deja de estarme revisando hasta las nalgas ¡Ya basta, no aguanto más tus pinches celos! Sí, tienes razón, el doctor me quiere, dice que está enamorado de mí, pero yo no le hago caso, sólo le permito que me inyecte y que me atienda como médico que es y nada más. Eso que llamas chupada no es más que un golpecito que me di contra el escritorio en la oficina.

No quise discutir, preferí llevármela tranquilo. Mi esposa y él ya eran amantes y Graciela estaba disfrutando la relación pues siguió vistiéndose muy coqueta. . Pero la infidelidad de mi mujer me había favorecido pues hagan de cuenta que estaba estrenando mujer, que ella se comportaba de manera muy distinta a como era. Sentía que es una mujer muy divertida a la que podía conquistar y me parecía buenísima, me daban ganas de tener aventuras con ella. Al hacer el amor se veía muy fogosa e incluso me proponía nuevas poses y me excitaba pensar que las había aprendido con su amante. A partir de ese momento la fui revalorando y daba lo mejor de mi cuando teníamos sexo, para conquistarla.

Había varias cosas no realizadas con mi mujer hasta ese momento y que bajo la nueva circunstancia que vivíamos decidí probar. Una mañana, mientras disfrutábamos el café y conversábamos, le dije: No sé cuántas inyecciones te falte recibir, querida, pero quiero proponerte que me des la oportunidad de participar siendo yo quien te las aplique. Me miró con ojos de sorpresa, nerviosismo y excitación, luego dijo: Bueno… sé que alguna vez has inyectado pero me parece que no tienes mucha experiencia.

Lo que bien se aprende no se olvida, le respondí, déjame participar. Volvió a clavarme la vista pero esta vez acompañada por una sonrisa y un giro de cabeza que denotaban curiosidad y complicidad. Después de un suculento sorbo de café, se pasó la lengua sugestivamente por entre los labios y me expresó su parecer: Bueno… tal vez no sean todas las que me faltan pues el doctor puede decidir aplicarme algunas los días que tengo consulta con él, pero… estoy de acuerdo, me agrada la idea de que tú me inyectes, así ya no tendré que ir al consultorio tantas veces. Se colgó de mi cuello y me dio un apasionado beso de amor. El corazón me latió muy fuerte; comprendí que conquistar a una mujer es un negocio recurrente, de todos los días, y que era para mí un placer inmenso arrebatar a mi mujer de los brazos de su amante, que ella lo engañara y lo traicionara a él, por mi causa.

Esa misma tarde le dije a Graciela: Como acordamos, querida, te voy a inyectar hoy, pero quiero que vivamos esa experiencia en un sitio apartado y muy romántico, nos iremos a pasar la noche en un lujoso hotel de Cuernavaca. Como respuesta me dio un gran beso y se puso a preparar su equipaje. Cuando estuvimos por fin en completa privacidad, nos contemplamos mutuamente y comprendimos el valor de nuestra relación. Fue un placer descomunal verla tendida boca abajo con una tanguita de encaje tan fina, sensual y etérea como el profundo sentimiento de amor que nos une.

La tranquilidad con que Graciela se abandonó esa vez en mis manos, contrastaba el temor y la incomodidad que el doctor le había provocado al inyectarla en su consultorio. El sensualísimo acto transcurrió en completa calma. Le deslicé la tanguita hasta las piernas, los pálidos y rebosantes bombones permanecieron en absoluta relajación, la aguja penetró dócilmente haciendo vibrar la parte externa del glúteo, la sustancia corrió con suavidad, el semblante de satisfacción de mi mujer calificó la aplicación como suprema. Extraída la aguja, mientras le daba el masajito de consuelo, Graciela me decía cosas tan lindas como: Gracias, mi vida, qué momento tan bello el que me haces vivir, perdóname el no haberte valorado a tiempo, el haberme extraviado, el haber sido una tonta… Su voz se empezó a quebrar y yo no la dejé que se siguiera lastimando. La abracé, la colmé de besos, enjugué sus lágrimas y las sorbí para saborearlas, percatándome con ellas de su sincero arrepentimiento.

De la inyección pasamos al supremo deleite, después de un intercambio de caricias le hice probar mi pene por vía oral, lo chupó, lo degustó, lo midió, sintiendo que no cabía en su boca, que superaba con creces la longitud y el grosor de la modesta pieza de su amante. Nunca antes me había mamado la verga y puedo asegurar que aquella fue una experiencia suprema para los dos, que me hizo llegar a una eyaculación soberbia, que mi esperma recorrió sus labios y se precipitó a borbotones contra su cara y contra su pecho, que en ese momento sanamos nuestras heridas y consolidamos nuestra relación, la cual había carecido de aquel ingrediente de entrega carnal espontánea y sin límite.

Le propuse después el coito anal y Graciela celebró mi sugerencia. Empinada, en la misma forma que adoptara con su amante nos días antes, recibió mi glande y lo alojó en su estrecho conducto rectal. Cuando empujé ella tembló de dolor pero sin dejar de animarme a continuar la penetración. El delicioso estremecimiento de sus nalgas me indicó que estaba fuera de sí, arrobada en el placer de sentirse vulnerada, poseída, saturada. Le separé un poco más las nalgas y seguí metiéndole la barra lentamente. Le pregunté si la lastimaba pero, a diferencia de lo ocurrido con su amante, me pedía avanzar. Cuando ya tenía tres cuartos de mi tolete incrustado en su delicioso agujerito, por fin gritó ¡Espera, mi vida! ¿falta mucho aún? Me quedé paralizado, la dejé descansar y de manera acordada continué embutiéndole la verga. Ella accedió a pesar del dolor, hasta que llegué al tope y los dos respiramos tranquilos. Comencé a bombearla y a hacerla gritar y retorcer de pasión. Graciela temblaba, abría la boca, jadeaba y me decía una y otra vez: ¡Nada como esto, mi vida, nunca me hicieron sentir esto, muchas gracias, te amo! El momento de la eyaculación nos borró del mundo para envolvernos en un placer excelso.

La experiencia que les he compartido tiene muchos sentimientos encontrados, pero después de nuestro encuentro carnal y espiritual no es necesario que Graciela y yo hablemos de la infidelidad. De cualquier forma, si ella me confesara lo que hizo, yo la abrazaría y la llenaría de besos, además de pedirle que me describiera con todo detalle su experiencia. Aquel suceso tan impactante como grosero nos abrió los ojos y nos introdujo en un nuevo escenario de pasión carnal y sensorial. Ahora hacemos el amor como nunca antes lo habíamos conseguido, nos integramos en cuerpo y alma y tenemos orgasmos sensacionales. No he visto más a mi esposa con el médico, me parece que ya terminó su relación. Pero aún si no fuera así, defendería mi matrimonio. Seguiré pretendiendo, conquistando y amando a Graciela como, después de aquella crisis que precipitó su infidelidad, lo he venido haciendo. Estoy convencido de que esa es la vía efectiva para mantenerla conmigo.

GUSTAVO -

PERO TE PIDO QUE POR FAVOR NOS DES ALGUN RELATO CARLONIMO.

Carlónimo -

Estimado Gustavo, estoy esperando la participación de quien empeñó su palabra en escribir, hace ya un año. Muchos saludos.

Anna - 30 de agosto de 2014 - 05:32

La habitación del hotel en La Gran Vía es muy lujosa, estoy encantada de tomar unos días junto a mi amado Carlonimo, me llena de atenciones, mimos y mucha pasión.
Hoy salimos a tomar unas copas, yo traía un vestido rojo corto y muy pegado al cuerpo y el un pantalón y una camisa que le he regalado yo. Lo hemos pasado muy bien juntos, me encanta estar a su lado y oler ese aroma que lo distingue y que me tiene loca.
Al volver hemos tenido un gran momento, yo debía de recibir un tratamiento que me había dejado el doctor y Carlonimo con su delicadeza hacia mi y su pasión desenfrenada, me ha hecho pasar un momento inolvidable.

Mi amor, sí quieres contar como ha sido todo esta noche o esperar unos días y os lo cuento, que después de tanto tiempo me siento desenganchada para escribir.

Gustavo -

Son muy pero muy buenos los relatos y espero que sigas escribiendo Carlonimo. Saludos muy afectuosos a todos.

CARLONIMO -

- ¿A DONDE ME VAS A INVITAR?
- A DONDE EL VIENTO NOS LLEVE.
- DAME
- ¿QUIERES QUE TE DE?
- NO, NALGADAS NO, ME HE PORTADO BIEN.
- TE LAS DOY QUEDITO, ACOSTADA EN MIS PIERNAS.
- ME VA A DOLER
- TE PROMETO QUE NO
- BUENO, PERO MUY QUEDITO ¿COMO ME PONGO?
- VEN AQUI ACOSTADITA.
- ESPERA, NO ME BAJES EL PANTALON.
- SOLO UN POQUITO, PARA QUE LOS PALMAZOS TE ARDAN.
- NO, ESPERA, NO… BUENO PERO YA NO ME LO BAJES MAS.
- VA LA NALGADA ¡SPLASH!
- AY!!!
- SPLASH, SPLASH, SPLASH, SPLASH!!!
- YA, YA NO, YA NO, ME DUELE ¿CREES QUE SOY DE PALO?
- BUENO, AHORA DEL OTRO LADO
- NO, NO, YA NO ME BAJES EL PANTALON!!!
- QUE TANTO ES TANTITO, NECESITO VERTE COMPLETAS LAS DOS NALGUITAS PARA NO LASTIMARTE.
- SPLASH, SPLASH, SPLASH, SPLASH, SPLASH, SPLASH, SPLASH!!!
- AY… QUE RICO!!!
- ¿YA VES? TERMINO GUSTANDOTE.
- PERO YA NO ME PEGUES, MEJOR HAZME CARIÑITOS.
- MMMMM, QUE RICO!!!
- LO COMBINAMOS CON PIQUETES DE HOYITO…
- NO, POR EL ANO NO, POR AHÍ NO… MMMMMMM, ME VUELVES LOCA.
- ¿POR AQUI, SI?
- MMMMM, SI, EL CLITORIS, TIENES DEDOS DE SEDA. AY, AY, AY, AY, AY, AAY, AAAY, AAAAAY, AAAAAAAAAAYYYYY!!!! ME VENGO, ME VENGO, ME VENGO…
- NO, ESPERA, PONTE ASÍ, ACOSTADITA BOCA ABAJO.
- VA LA ESTOCADA, UUUUUUY…
- MMMMMMMMM!!! ASI, ASÍ ASI, AY, AY, AY, AAAAYYY!!!
- POOOUUUUCCHHH, ESTAS DIVINA, VA LA LECHITA, VA, TE LA INYECTO TODA, POOOOUUUUCCHHH!!!
- AY, QUÉ RICO, DIVINO, DIVINO, DIVINO, ME FASCINAS…


CARLONIMO -

ESTIMADO FER, TE ESCRIBO SIN ACENTOS PARA QUE NO SE CORTEN LAS PALABRAS.

TAL VEZ CONOZCAS LA DIFICULTAD CON QUE ME HE VENIDO MOVIENDO EN ESTE ESPACIO TAN ABRUPTO, QUE DEMUESTRA EL POCO INTERES QUE LE CONCEDES COMO EDITOR. SI ME BRINDARAS UNA ASISTENCIA ELEMENTAL PODRIA SEGUIR ESCRIBIENDO.

SALUDOS.

Carlónimo -

Memorias de la Gran Vía

Mientras aseaba la suite entraron los huéspedes, una pareja muy atractiva y equilibrada, sin percatarse de mi presencia. Se dirigieron a la alcoba. Él vestía un pantalón azul marino y camisa sport blanca estampada, de muy buen gusto; y ella un coqueto vestido rojo que le dejaba los torneados muslos a la vista y le dibujaba el contorno de las nalgas, delatando el sensualísimo meneo de los glúteos.

Entraron a la alcoba y dejaron la puerta entreabierta pues ignoraban que yo estaba dentro de la suite en posibilidad de verlos. Pensé retirarme pero la verdad es que no pude reprimir la tentación así que me aproximé al dormitorio y escuché un fugaz diálogo acerca del tratamiento que la mujer estaba recibiendo. “Ya está lista la jeringa, acuéstate, cariño”. Se dio un prolongado silencio, después, la cariñosa petición: “Pónmela acostada en tus piernas, mi churri”. Nuevo silencio, grititos: “Ay, ay”. Resoplos y sensualísimas quejas que se prolongaron sensualmente.

Yo bullía de erotismo así que me asomé impulsivamente y vi a la mujer tendida sobre los muslos de su pareja. Tenía el vestido alzado, la panty deslizada hasta los muslos, y las nalgas muy blancas, hermosas, respingadas, desplegadas a sus anchas, con la jeringa clavada del lado izquierdo. El hombre hacía avanzar el émbolo lentamente, la ambarina sustancia disminuía su volumen en el contenedor.

Muy cachonda para mí la escena pues tengo el morbo de las inyecciones intramusculares ¡Qué ganas de ser yo la pinchada! Concluida la aplicación vi salir la aguja y disfruté el erótico ritual del masaje… que fue concienzudo, firme, delicioso. La dama permanecía tranquila, disfrutando y quejándose de pasión más que de dolor.

Embelesada, le dijo a su compañero:
- “Amor, me torturas ¿Por qué te apetece inyectarme?”

Él respondió:
“Porque estás preciosa, porque me encanta tu sufrimiento… porque te amo”

Mantuvieron un emotivo silencio, ella se incorporó se colgó del cuello de él y lo besó.
- ¿Me vas a… premiar?
- Sí, por valiente y disciplinada ¿Te dolió mucho?
- Sí, mucho… consuélame.

Él se bajó los pantalones, la trusa, sus nalgas masculinas resplandecieron y me dejaron estupefacta admirándolas. Acostó a la mujer boca abajo, la montó por detrás, le acopló el robusto pene a la grieta y la penetró suavemente. Vi los labios vaginales distenderse y acoplarse muy ceñidos, apretando la poderosa barra que los desplazaba.

Gimieron los amantes y se contorsionaron. Entregados al empalme se fugaron al paraíso. Las masculinas nalgas que yo tenía frente a mí reprodujeron el armónico vaivén con que la verga entraba y salía de su confortable cuevita. Yo me ponía en el sitio de ella, imaginando aquel delicioso chorizo clavado en mi pucha.

La chica gritó de pronto:
- “¡Dame por detrás, métemelo en el coño… Por el recto, cariño!”.

El pene salió lentamente, ella se incorporó empinándose de perrito. Sus pálidas nalgas se distendieron hasta mostrar y ofrecer el minúsculo agujero rectal. Se separó los elásticos cachetes, él la punteó con su tolete, empujó y se lo embutió con suavidad haciéndola estremecer y gritar.
- ¡Espera, despacio mi amor ¡me lastimas, me desgarras!

Su amado detuvo el avance, rectificó la dirección y volvió a empujar pero ella se contorsionó gritando aún más fuerte.
- ¡Me duele mucho, mi vida!

El hombre se incorporó, terminó de quitarse la ropa ¡su pene en completa erección me cautivó, qué ganas de chupárselo y de que me lo metiera a mí!

Se sentó sobre la cama y ella se acostó de nuevo boca abajo sobre sus piernas.

Con los dedos le estuvo relajando el esfínter anal. Ella se revolcaba de placer. Después de un prudente masaje la hizo levantar, la indujo a que se empinara de nuevo, le palmeó las nalgas, se las separó cariñosamente y le punteó el ano. La deliciosa salchicha se deslizó con prontitud a lo largo del recto. Pude ver el esfínter anal henchirse, acogiendo con furor a su indomable presa que lo tallaba cada vez con mayor brío.

Me solacé admirando aquellas nalgas masculinas que, en su incesante vaivén, se distendían y se compactaban armónicamente. Deseaba cogérselas, picárselas, mordérselas, inyectarlas, hacerlas mías.

Bramaron, gritaron sin control alguno, se engarrotaron y, perdidos en un prolongado alarido, celebraron los calientes disparos de semen que la mujer atrapó con euforia en su colita. Apretando las nalgas con desesperación, “enganchada” del pene de su hombre, la espléndida güerita gritaba: “Mi amor, tu delicadeza hacia mí y tu pasión desenfrenada, me han hecho pasar un momento inolvidable”.

Anónimo -

Ya está en orden pero ahora Carlonimo donde está. Te esperamos Carlonimo sigue contando tus historias eróticas..

Ramiro -

Quiero que me digan si esto va a continuar, porque ya se volvio un desastre. no se si mi comentario se publique o donde aparezca. rescatemos el blog, es sensacional la secuencia que se llevaba.

Carlónimo -

Jamás te olvidaré, mi preciosa Anna.
https://www.youtube.com/watch?v=oGn-k8qW8VM

Anónimo -

Que pasa aquí porque no se si los comentarios sr punñican

Pepe -

No entiendo, ya no hay fechas reales y todo está revuelto y por lo menos espero que se publique en orden mi mensaje

Anonimo -

que desmadre es este donde queda el norte y donde el sur?

Antónimo -

¿Qué hongo mis chavos?

Como dijo hace unos días nuestro amigo el Gaucho Simón: “No sé por qué motivo hoy me dio por dar un paseíto por aca”; o poco antes la regia Marce: “Después de tanto tiempo los volví a encontrar”; o tantito más allá la güerita Anna: “Llevaba algunos años de no entrar al blog, pero eso no quiere decir que te haya olvidado”; o apenas antes mi hermano Carlónimo: “Aquello que te emociona, evocas constantemente y lo disfrutas una y otra vez, no puede ser irreal”; o un empujoncito más atrás mi encantadora Vero: “HE SOLICIDADO A SANTA CLOS UN RELATO PARA MI DE PARTE DE CARLÓNIMO....”; pues ahora yo me aparezco así nada más como que no queriendo, tan sólo pajareando, por mera curiosidad…

Y después de enterarme de las susodichas apariciones previas, la pregunta obligada que me hago es: ¿qué onda? Si creíamos que esto ya se había acabado pues “ni madres”, resulta que varios andamos como que sobrevolando el área por aquello de “no te entumas”. Y considero oportuno decir esto porque justo ahora encuentro el comentario semanal de la Yazmín Alessandrini que se refiere a: “El verdadero dolor de la ruptura”.

Como que “romper”, así a la brava, no es algo que toleremos tan fácilmente los humanos. Nos duele arrancarnos de súbito una relación o querencia. En palabras de Alessandrini: “el cerebro no distingue entre el dolor físico y el sufrimiento emocional; romper una relación es una de las pruebas más duras para la estabilidad emocional”.

Y dice después la güerita Allesandrini que “Los vínculos y las dependencias nos remiten a forjar sentimientos encontrados que nos confunden, nos enojan, nos entristecen y nos ubican en una situación en la que, cuando menos en una primera instancia, sólo podemos sentir dolor…” Y al efecto, pregunta:”¿Se trata acaso de un dolor real emocional o un falso dolor producto de ver mancillada nuestra autoestima o por quedar socialmente expuest@s debido al rompimiento?”

La pregunta es muy clara y la respuesta también lo es. En nuestro coloquial parloteo dentro del blog, no estamos expuestos a una presión social que nos lesione la autoestima, sino más bien a las emociones que rebullen en nuestra intimidad, conforme a las cuales, dice Yazmín: “vamos construyendo un sinfín de circunstancias y situaciones… hasta que un mal día el destino puede presentarnos un viraje totalmente inesperado y resquebrajar desde los cimientos” nuestra quimera.

Y es eso lo que lamentamos al ver roto el escenario en el que participábamos. Las palabras de nuestro ilustre gaucho: “pasé muy buenos momentos aquí” son, en mi opinión, el sentir y la motivación de quienes nos asomamos al blog para revivir las emociones íntimas que se agitan en nuestro cerebro.

Así que, no la piensen tanto mis chavos, ni se anden con eufemismos grotescos. Todos sabemos la pata con la que cojeamos. Aquí siguen ¡de a peso! los pinchazos.

Carlónimo -

Les dejo este relato que escribí a fines de noviembre y se me quedó “traspapelado”.

Qué deliciosa jornada vivimos en Madrid en ocasión del Día de la Hispanidad. La Plaza Mayor donde se congregaron los grupos artísticos enmarcó una vez más la pasión de Anna y Carlónimo, expresada con abrazos, caricias y amorosos besos.

Después de cantar y bailar con los amigos latinoamericanos nos fuimos al Palacio de Debod y, tirados en el césped a un costado de la fuente, retozamos hasta el umbral del coito. Los ardientes labios de mi amada acariciaron, mordieron y apresaron los míos; sus inquietas manos me frotaron el cabello y la espalda; sus duros pezones surcaron mi pecho; su señalada pelvis trepidó al contacto con mi abultado falo.

La apreté contra mí cuerpo, la palpé por debajo del vestido y acaricié con delectación sus nalguitas. Mi güerita tembló y bramó de excitación, nos abandonamos por un instante al imperio del deseo, pero al no ser posible saciarlo en un espacio público pactamos una inevitable tregua y nos fuimos al Mercado de San Miguel donde bebimos y nos dimos un festín de tapas. Teniendo a mi amada sentada sobre las piernas sobrevino otra vez el incontrolable deseo, así que alternados con bocadillos y sorbos de sidra y de cerveza, la tupí de besos y mordiscos. Sus chamorros desnudos me invitaban a llevarla de una vez a la cama.

Pero teníamos un plan para ese día y decidimos cumplirlo. Nos fuimos al cine en la Gran Vía para ver la película de Cantinflas “From México to around the world” con Oscar Jaenada que me pareció una buena pieza pero, conociendo muy bien las costumbres, el lenguaje y el folklore de mis paisanos, me percaté de que en mi Patria no tendría mayor demanda.

En las butacas del cine, cuando reiniciábamos el contacto íntimo, sentí que me palmeaban con insistencia la espalda. Me incorporé y pude ver que se trataba nada menos que de Eulogia ¡Carlónimo! ya sabía que eras tú pues te conozco desde todos los ángulos y además te identifiqué por el ímpetu amoroso que te caracteriza. Y ésta chica, tu compañerita, no puede ser otra que Anna ¡Hola querida, qué gusto encontrarnos de nuevo! ¿Ya sabes que me casé? Mira, te presento a Ismael, mi marido ¿Por qué no salimos juntos al final de la función. Nos podemos tomar unas copitas y vernos ¡Tengo tantas cosas que inyectarles ¡Ja ja ja ja! Perdón… que contarles…!

En efecto, concluida la función nos encontramos con ellos y mi güerita decidió invitarlos a una reunión que ya tenía acordada en casa de Almudena. Nos fuimos para allá pero yo me ausenté por un rato para ir a la Embajada de México y atender un asunto personal.

Cuando llegué por fin al “depa” de nuestra amiga, Anna me dijo señalando la recámara: Ahora mismo están inyectando a Almudena, no es nada serio sino que tiene dolor en la garganta y Eulogia se ofreció a aplicarle el antibiótico pues la convenció de que es una enfermera altamente calificada. No pude advertirle del riesgo ¿Cómo ves?

En ese momento se abrió la puerta de la habitación y salió la experimentada enfermera diciendo: Por favor, necesito alcohol. Como no había en casa me dispuse a salir para comprarlo pero antes le pregunté: ¿Quieres que compre de una vez la jeringa? ¡Nooooooo! fue su respuesta, tú ya sabes que yo no inyecto con esos juguetes. Tengo mi jeringa profesional y siempre la llevo conmigo, una nunca sabe…

Salí y regresé con el alcohol. Anna se lo entregó a la enfermera y después me dijo discretamente: Me siento muy nerviosa, la pobre Almudena está acostada en el lecho muy tranquila. Y, aquí entre nos, tiene un culito tan majo y tan bien dispuesto, que ya imagino la excitación que le estará causando a Eulogia. No sabe la pobre Almudena en la que se metió y el inhumano tormento que le espera.

Eulogia cerró y puso el seguro de la puerta, nos quedamos paralizados al imaginar la reacción y el dolor de nuestra amiga al ser pinchada. Pasaron algunos minutos que nos parecieron eternos y forjaron en nuestra mente un escenario complejo, cargado de sinsabores, erotismo y sentimiento de culpa.

Escuchamos una breve conversación a través de la puerta, indicativa de que Eulogia tenía lista la jeringa y daba las últimas instrucciones a su víctima. La paciente decía:(…) las inyecciones me ponen nerviosa (…) tenme paciencia. La enfermera indicaba: Así, querida. No, no te va a doler nada, quítate la panty completa. Ahora empina y relaja tu culito. Por cierto que lo tienes muy lindo… Será un placer inyectarte, querida.

A ver, esta nalguita derecha tan blanquita y carnosita, vamos a pincharla. Así, te desinfecto lentamente… Va el piquete, no te muevas muñeca, uno, dos, tres… La angustiosa reacción no se hizo esperar: ¡Aaaaaaaayyyyy! Noooo, ¡Maaadrreeee Saaaantaaa! despacio, espera, te lo suplicoooooo… No sabes cóooommoo me dueleeeee! Es (…) muy dolorosa (…) ¡Oyee! ¡No…! Mi culo (…) ¡Aaayy, espera, despacio…!

Anna me miraba angustiada, luego me dijo: ¡Seguro que a mi amiga le da el “jamacuco”, ya la conozco! Pobrecita Almudena.

Momentáneo silencio, algunas palabras ininteligibles. Gritos de alarma: ¡Contrólate, no tenses la nalga, que te lastimo! Lamentos: (…) ¡No aguanto más! Un silencio prolongado. Después se abrió la puerta y salió muy campante Eulogia con la jeringa vacía, diciendo: ¡Tan tranquila estuvo la chica mientras la inyectaba, que hasta se quedó dormida!

Anna entró corriendo a la habitación y encontró que la bella Almudena había perdido el conocimiento. Le hizo oler alcohol hasta que reaccionó, le sobó la nalguita, la ayudó a vestirse, le enjugó el llanto y la tranquilizó. Por fin salieron de la habitación. Almudena lucía una cortísima minifalda, cojeando ostensiblemente no dejaba de masajearse ella misma la nalga.

Mientras tanto Eulogia, con la pierna cruzada y los impactantes muslos expuestos de manera descarada, recibió a su paciente diciendo: Ya ves… No te dolió la inyección ¿verdad muñeca? Te portaste muy bien, eres valiente, mañana vengo a ponerte la otra.

Almudena contestó: Gracias Eulogia, no sé, no estoy segura de encontrarme en casa mañana pero… bueno, ya veremos. Después le susurró en el oído a Anna: Eulogia es una sádica, pero la forma en que me inyectó, el fetiche de su jeringa, la habilidad de sus dedos hurgando mis nalgas… Aquí entre nos, me fascinaron.

En eso llegaron Julio, Pilar y Jorge y se quedaron pasmados viendo las espléndidas piernotas de Eulogia. Después de las consabidas presentaciones descorchamos algunas botellas de vino, e imbuidos por la película de Cantinflas nos enfrascamos en una interesante charla acerca de México.

Los sitios, tradiciones, costumbres y hasta el lenguaje de mi país estimulan en buena medida la curiosidad de los extranjeros. Por más que les hice recordar que México tiene una importante influencia de España, ellos insistieron en que nuestra cultura siempre les da sorpresas.

Les contesté algunas preguntas y poco a poco fui dejando los comentarios y respuestas en labios de Anna sentada en mis piernas luciendo tres cuartas partes de sus turbadores muslos, que hablaba con propiedad acerca de México y de su gente. Yo la escuchaba encantado pues me fascina verla y sentirla identificada con mi Patria.

Les describió cómo es la vida en algunas ciudades, se refirió a las culturas precolombinas, las fiestas, platillos, bebidas, etc. A todos nos tenía boquiabiertos. Al final se prendió de mi cuello y me dio un resonante beso diciendo: ¡Mi Carlónimo me ha enseñado tanto acerca de su país, que ya lo considero mío!

La atraje hacia mí y la abracé como a una beba. Eulogia no dejaba de admirar con lujuria las esculturales piernas de las tres chicas. Tanto Anna, como Pilar y Almudena, empezaban a sentirse incómodas. Trató de persuadirlas, tanto a ellas como a Julio y a Jorge, que la dejaran aplicarles una vacuna contra el ébola, pero ninguno aceptó. Los dos ardientes hispanos tenían los ojos puestos en la entrepierna de Eulogia donde admiraban la minúscula panty de seda roja, cuyo ajustado diseño delineaba la atrayente panocha.

Eulogia me confió al oído: De que los inyecto, los inyecto ¡a todos! Ya verás, no se me escapan. ¡Cómo se me antojan esos chavales, te apuesto que les pincho las nalgas y después me los cojo!


http://www.youtube.com/watch?v=B7mMueuIAZE

Carlónimo -

Muchas gracias mi vida por haber acudido a Grenoble, Francia, para celebrar un delicioso descanso navideño.

No obstante el mal clima que es normal en esta época del año, las rústicas tabernas y el románico “Grand Hotel” enmarcaron unos días inolvidables en la más estrecha y arrebatada intimidad.

Luciendo cálidos conjuntos otoñales que despuntaban tus curvadas formas femeninas, caminabas amarradita a mi cintura por aquellas callejuelas con aire renacentista, rebosantes de historia, sentimientos, y ardiente pasión de enamorados

El golpe frontal del viento y la evaporada respiración que manaba por el borde de nuestras bufandas, nos hacían sonreír y celebrar el dichoso acontecimiento de compartir por fin una época navideña.

Escalando los Alpes Franceses en el cómodo “Funiculaire”, tomando un reconfortante ponche de orozuz en el inigualable “Kfee des Jeux” o disfrutando las especialidades culinarias de “Le Vin au Vert”, nos disolvimos en el amor y la liviandad. Nuestros cuerpos se unieron y se acariciaron una y mil veces, hasta el ensueño.

Amor, sensualidad, morbo y lascivia, se conjuntaron para hacer de nuestro encuentro una detonación de impulsos frenéticos, donde nalgas, coños, vagina, pene, tetas, labios, piernas, manos, desplegaron sobre el lecho en armonioso ritual, la más cautivadora coreografía sexual.

Me solacé contemplando la firme prominencia de tus nalgas encaramadas en mis piernas, con la afilada hipodérmica incrustada en el bombón izquierdo que temblaba a cada adelanto del émbolo.

Con resignada actitud soportabas el flagelo y me compartías tu morbo, tu intimidad, así como las secretas perturbaciones de tu entelequia, en cuya atención te incrusté la punta de mi dedo por el recto para excitarlo con movimientos espirales que devinieron en penetración total.

La acompasada fricción desde el lento masaje inicial hasta la ruda embestida final, nos llevó a la lujuria. Tus albos cachetes se compactaban y enrojecían por la presión de mi puño. Tu estrecho esfínter me apretaba con extrema furia.

Consumada la inyección te extraje la jeringa y sin dejar de picarte el ano, comencé a azotarte cada vez con mayor vehemencia hasta que me pediste culminar la terapia.
Respondiendo a tu deliciosa petición te hice empinar y te metí el pito en la vagina, a lo cual reculaste como las buenas jacas andaluzas, para sumar la furia de tus arremetidas con las mías. Sujetando y contemplando tus deliciosas nalgas regulé la intensidad y la frecuencia de las rítmicas penetraciones. El pene y los labios vaginales se abrillantaron y ruborizaron sin dejar de frotarse mutuamente, hasta el punto que los fluidos, gritos y exclamaciones festivas se confundieron y encuadraron el paralizante clímax, donde la excelsitud y la divinidad se cristalizan y conforman un solo ser.

Tumbado sobre tu espalda, sintiendo en mi pene las postreras opresiones de tu regocijo vaginal que me succionaba los últimos chispazos de esperma, no dejaba de morderte y de chuparte la espalda y el cuello, pensando en lo maravilloso que es amar y ser amado por una mujer tan encantadora como Anna.

Entreveradas con las intensas jornadas de amor y de placer en la más estrecha intimidad, las visitas a los mercadillos navideños, los conciertos en iglesias y las cenas en diversos restaurantes típicos, sellaron nuestra festividad.

Montamos nuestro “crêche” (belén o nacimiento) en el hotel, recibimos a “Pére Nöel” mediante un sentido intercambio de regalos materiales y espirituales, y brindamos con vino caliente por nuestra felicidad eterna y por la eternidad de nuestra felicidad.

En el terreno del amor seguimos disfrutando nuestros fetiches y morbos en el más estrecho de los consensos. Con mi güerita acostada boca abajo, puesto yo a horcajadas en sus piernas, le estimulaba la vía rectal, le adormecía mediante azotes el glúteo a pinchar, le metía la verga por el conducto vaginal y, teniéndola sumida en semejante arrobamiento, le perforaba sus nalguitas con la hipodérmica, para aplicarle completo y sin molestia el dolorosísimo medicamento prescrito por el médico. Sumida en la más excelsa euforia, no sentía más que un ascenso de su apetencia carnal.

Carlónimo -

Debido a que no me fue posible aplicar a mi preciosa Anna el tratamiento completo antes de regresar a México, ella tuvo que acudir en Madrid a la Sanidad Pública. No obstante, habiendo estado en espera durante más de una hora sin que la llamaran, decidió ir a la farmacia donde antes la habían inyectado.

El paramédico la reconoció enseguida y corrió a recibirla antes de que otro enfermero se le adelantara. Cuando supo que no era inyección sino aplicación de medicamento por vía rectal, su corazón dio un fuerte vuelco y la hizo pasar de inmediato al consultorio.

Caminando detrás de ella, deleitándose al observar sus albas y robustas piernas, así como el armonioso meneo de sus nalgas, recordó el no lejano día en que le aplicó “Flugenol” por segunda vez, la sumisión con que ella se plegó al martirio, disfrutando su entelequia.

Sus palabras: “me ha gustado mucho que lo hicieras en esa posición, me gusta estar sobre tus piernas mientras me inyectas”; no las había olvidado, ni tampoco la forma en que
permaneció después inmóvil, con la respiración muy fina, espaciosa y acompasada.

Una vez en el recinto clínico, Anna se despojó de la falda y la colgó cuidadosamente en el perchero cautivando al muchacho con la espléndida vista de sus nalgas desbordando la panty de seda color naranja la cual, acto seguido, mi preciosa hispana hizo descender despreocupadamente hasta las piernas para tenderse boca abajo en el camastro, ostentando sus tersos cachetes muy blancos, firmes y esponjados. El impactado enfermero se movía inquieto buscando el ángulo más adecuado para mirar las partes más íntimas de mi amada quien, siendo como es, enemiga del recato, no se oponía a que el chico la admirara.

Una vez lista la cánula, mi novia relajó el minúsculo esfínter rectal permitiendo que el paramédico se lo tentara y le untara una buena cantidad de lubricante para acoplarle el tubo y empujarlo lentamente. Los deliciosos cachetes se fueron separando gradualmente hasta alojar la hiriente puya. Mi güerita se estremeció de dolor pero no lo externó demasiado pues dice que las expresiones son parte del juego erótico y que se lo reserva para cuando está conmigo.

Cerrando los ojos y resoplando, mi preciosa Anna se resignó a recibir el ardiente medicamento pero, por más que el joven empujaba, el émbolo se resistió a avanzar. Los momentáneos recesos y nuevos intentos tampoco tuvieron éxito, de manera que el enfermero retiró la cánula y le dijo a su paciente que intentaría la aplicación en otra pose.

Tratando de sugerirle con eufemismos que se empinara, ella lo paró en seco diciendo: “No te mortifiques, hombre, que ya entiendo, queréis ponerme en cuatro patas. Pues me pongo en cuatro y ya estᅔ. Hincó las rodillas en el camastro y se empinó dramáticamente parando sus apetitosas nalgas hasta dejar a la vista la minúscula entrada rectal, por donde el muchacho le insertó a duras penas el dardo.

Con el culito totalmente traspasado, haciendo un gran esfuerzo de relajación y de concentración que le permitiera aminorar el dolor, mi güerita se apalancaba con los brazos apoyados en la cama para resistir los empujones que le daba el fornido muchacho al tratar de sumir el émbolo, el cual nuevamente se resistió a entrar, hasta el punto que después de varios intentos la cánula fue de nuevo retirada.

Una tercera tentativa de aplicación en decúbito izquierdo también fracasó poniendo a mi preciosa Anna en el límite de su resistencia. Cuando el chico le extrajo el tubo sin haber podido alojar la sustancia en el recto, mi güerita se tiró boca abajo desesperada para juntarse ella misma las nalguitas una contra la otra, entre lamentos y lágrimas que ya no pudo disimular pues estaba realmente lastimada.

Mientras el joven la miraba en su encantadora desnudez, ella se incorporó como pudo y le dijo: Ahora lo vamos a hacer como yo te diga. Mi amada güerita cogió unas almohadas y unas colchas y las apiló en el centro del camastro para tenderse con el pubis apoyado en la cima, adoptando así una pose análoga a la que adquiere cuando yo la pongo en mis piernas para inyectarla o para aplicarle ese mismo medicamento.

El joven no perdía detalle pues estaba realmente excitado de ver a mi asturianita en diferentes poses a cual más de eróticas. Cuando le clavó por cuarta vez la cánula y empujó con fuerza el émbolo, Anna chilló de dolor pues la sustancia esta vez corrió como chisguete y se le apelotonó en el recto.

Cuando le extrajeron la puya mi preciosa Anna no podía moverse, se quedó materialmente colgada del montículo respirando agitadamente y echando de menos los estímulos que yo le aplico para consolarla. Algunas lágrimas corrieron por sus mejillas al momento que decía: Cómo extraño a “mi amado Carlónimo, que me llena de atenciones, mimos y mucha pasión”.

Carlónimo -

La eficiente asistencia de Luis

“El pasado viernes llegue a mi casa, eran como las 4 de la tarde y no había comido, así que me dirigí a la cocina para prepararme algo”

En esas estaba cuando sonó el timbre y al abrir me encontré con Luis a quien no esperaba. Me explicó que mi novio le había llamado una hora antes para decirle que se pusiera en contacto conmigo para aplicarme un tratamiento que me había prescrito el médico.

En efecto, esa mañana había acudido a la clínica para que el médico me recetara algo con qué remediar mis molestias rectales ya que, a la postre, mi novio no había sido tan “sutil, cuidadoso y romántico” para desvirgarme.

Debía aplicarme enemas y una pomada, pero después de la tierna experiencia de fin de semana, había decidido romper en definitiva con Luis. Sin embargo, resulta que mi novio mismo me ponía otra vez en las manos de él, sin importarle lo que pudiera ocurrir y que, de hecho, ya había ocurrido.

Así que molesta de sentir que mi novio no me valoraba, cambié mi decisión de rechazar la asistencia de Luis y lo hice pasar a mi recámara dispuesta a que ocurriera lo que el instinto y la aparente ingenuidad de mi novio, nos depararan.

Después de explicarle lo que era menester hacerme, atendiendo sus instrucciones me desnudé de la cintura para abajo. Con las piernas, el pubis y las nalgas a la vista, esperé pacientemente a que cargara el medicamento en una perilla de goma de 250 mililitros. Por fin se acercó y “me hizo que me pusiera de rodillas sobre la cama y me tumbara sobre mis codos, dejando al airé mi culo”, para observarlo minuciosamente.

Después de toquetearme una y otra vez la entrada rectal y de apreciar la gravedad de la lesión, me dijo: “Querida Marce la forma menos agresiva de aplicarte el enema es acostada de espalda”. Así que dándome vuelta me hizo elevar las piernas hasta apoyarlas en sus hombros. Mis dos magníficas entradas sexuales le quedaron expuestas, a su entera disposición y solaz.

La atracción que sentía por Luis, aunada al desparpajo con que mi novio me desatendía, hicieron que me abandonara al imperio del deseo, así que mi respuesta al delicioso estímulo de le cánula entrando en mi cola, fue espontánea, eufórica y descarada.

La tentadora pose, el ardor de la medicina, la mirada y las caricias de Luis, me hicieron jadear y oscilar el trasero para acrecentar el placentero roce. En respuesta, mi amante desenfundó su enorme pito y dejándome la perilla colgada del coño me acopló su robusto glande y lo introdujo lentamente en mi vagina.

Besando alternadamente mis pantorrillas que flanqueaban para mí el rostro de Luis, emprendió la deliciosa fricción que yo secundaba con fuertes respingos y arremetidas, hasta que la inminencia del orgasmo me puso en el umbral del éxtasis.

En ese preciso instante Luis apretó la cánula haciéndome sentir, simultáneamente, el ardor de la cruenta sustancia en mi ano y la regocijante explosión del esperma en mi vagina. Me quedé trabada, arrobada, incapaz de asimilar tanto placer. Temblorosa, delirante, le dije mil veces que lo amaba, mientras él no dejaba de tallarme y de repetir mi nombre: Marce… Marce… Marce”

Carlónimo -

Ayer que me reuní con Eulogia y hasta le acepté el amable ofrecimiento de que, en ausencia de mi preciosa Anna, me aplicara una inyección para ayudarme a restablecer de una severa gripa, me impresionó constatar en qué medida puede una persona transformar su aspecto y su vida si se lo propone. En verdad, fuera de todo script, Eulogia ha logrado consolidar una imagen, tanto corporal como anímica, envidiable.

Lucía un pantalón blanco espléndidamente entallado, blusa azul turquesa, y una chamarra corta de gamuza que hacía resaltar su marcada cintura, la prominencia de sus carnosas tetas, una cadera femenina extraordinariamente proporcionada, y unas nalgas rebosantes, tan encantadoramente abultadas que no puedo dejar de ponderarlas y de felicitar, tanto a Ismael su afortunado marido, como a la excitante poseedora. La acostumbrada trenza francesa y sus vistosas arracadas de plata armonizaban el bello conjunto, haciéndola lucir madura, moderna y muy bella.

No desaproveché la oportunidad de que cenáramos juntos en un afamado restaurante del Paseo de la Reforma, donde concentró la admiración de los parroquianos. Al final de nuestro encuentro se despidió regalándome la inquietante confidencia de que, su esposo le aplicaría esa misma noche un doloroso refuerzo de complejo “B”, como preámbulo de su frenesí sexual.

No pude dejar de evocarla, quejumbrosa, delirante, extasiada en el morbo de la medicación intramuscular. Postrada boca abajo con la panty replegada y retorcida a mitad de los soberbios muslos. La terrorífica aguja, de base dorada, enterrada en sus pálidas e inflamadas nalgas, lacerándolas e incitándolas al placer y a la seducción.

Carlónimo -

El romanticismo de Marce con su novio.

“Esa noche sabíamos que nos entregaríamos completamente el uno al otro”.

En la tranquilidad de aquel romántico hotel donde pasamos juntos el fin de semana, mi novio me tuvo en sus brazos modelando un minúsculo negligé ceñido estrechamente a mi cuerpo.

“Me hacía estremecer provocando que la piel se me erizara”.

Cuando me hizo reposar encima de él y sus manos me bajaron suavemente la panty hasta los muslos, mi corazón latía de emoción y mis nalgas se esponjaban insinuándole que me tocara mis partes más íntimas.

“La manera con la cual dirigía mi cuerpo era extremamente sutil, cuidadosa y romántica”.

En el momento que sus dedos me separaron las nalgas e incursionaron en mi ardiente raja, yo estaba deseando concretar una erótica fantasía que no había tenido ocasión de comentar con él.

“Me recostó de espalda, entrelazamos los dedos y colocó mis manos sobre mi cabeza”

Sus labios recorrieron suavemente mi cuello, pezones, ombligo, vulva, me chuparon el clítoris y me hicieron estallar un primer orgasmo que, lejos de menguar, acrecentó mi secreto deseo.

“Con los ojos cerrados disfrutaba el momento”.

No podía esperar más, el apetito sexual me cegaba. Al sentir “sus manos suaves frotando mis muslos” flexioné y separé las piernas adoptando la posición coital. Sentí su grueso tolete que se me incrustaba y me frotaba la vulva.

Al sentir la inminencia de un nuevo espasmo, eufórica de placer me atreví a pedirle lo que tanto deseaba. “Despojándome de todo” prejuicio, le propuse que me follara por detrás, que me lo metiera en el coño.

“Me colocó boca abajo e introdujo su pene en mi ano”

La primera entrada me causó un sufrimiento espantoso, pero me produjo también un placer intenso. Al tercer o cuarto acceso sentí su poderoso falo que entraba y salía sin dolor, a lo cual respondí con una sumisa dilatación del esfínter, pidiéndole que terminara de follarme y de poseerme por esa vía.

“Presionó las marcas de las inyecciones haciéndome recordar el dolor y la situación que pasé”

Al pensar en las jeringas que Luis me había aplicado con tanto cariño, mi vagina disparó un cristalino torrente que me hizo fruncir involuntariamente el coño. Mi novio gritó de placer y a punto de eyacular me estrujó y me pellizcó las nalgas hasta producirme algunos rasguños. Sentí el candente esperma disparado en mis entrañas.

Mi primera experiencia rectal se había consumado. Estaba feliz y satisfecha de haberle entregado a mi novio la virginidad rectal. Pero no podía olvidar a Luis, cuyo recuerdo me aceleró el orgasmo.

Querida Marce, escribes precioso, confirmo que vives intensamente los episodios ¿Nos cuentas algo más acerca de tu primera vez, y de los días posteriores en que tu mamá te aplicó algunos supositorios para remediar las molestias derivadas de tu desvirgamiento y que ella atribuyó a la ingesta de alimentos muy condimentados? ¿Qué le dijiste acerca de los rasguñitos en tus nalgas?

En breve yo les cuento acerca del enema que te aplicó Luis, y de lo que ocurrió después ¿Te parece bien?

Marce -

Después de mi fantasía de estar con Luis; pase al romanticismo juntó a mi novio.

Esa noche sabíamos que nos entragariamos completamente el uno al otro.
Con cada beso que me daba, cada caricia que me hacia, el sentir sus labios sobre mi cuello, escuchar su respiración agitada, percibir su pulso acelerado y cada palabra que salía de su boca, me hacia estremecerme, provocando que la piel se me erizara.

La manera con la cual dirigía mi cuerpo era extremamente sutil, cuidadoso y romantico.

El momento de pasion en el cual estábamos embargados, nos hizo despojarnos de todo lo que estuviera sobre nosotros.
Con un beso apasionado, me recostó sobre la cama, entrelazamos los dedos y coloco mis manos sobre mi cabeza y me dio un beso en la mejilla.
Mientras todo esto pasaba yo permanecía con los ojos cerrados disfrutando el momento.

Susurrando, me pidió que separara mis piernas, sus manos suabes frotaban mis muslos y senti que sus dedos pasaban por mis labios vaginales provocándome que me estremeciera. Coloco su lengua en mi clítoris, logrando el orgasmo, sentía su fuerza tratando de contener los movimiento pélvicos que yo hacia.

Me tomo de la cedera y me acerco hacia el, me penetro, los dos nos fundimos en un abrazo. Después me coloco boca abajo e introdujo su pene en mi ano, provocándome una leve molestia; la cual cambió cuando presionaba las marcas de las inyecciones haciéndome recordar el dolor y la situación que pase.












Carlónimo -

Fuimos a Tenerife, en Canarias, donde evocamos vivencias de tres años atrás, cuando irrumpí en el congreso de tu empresa.

Bello fue encontrarnos en el mismo hotel del cual la vez anterior me tuve que ausentar intempestivamente, dejándote dormida tras haber protagonizado uno de nuestros momentos más intensos.

¡Cómo me ha llenado el recuerdo de tu fragancia plasmada en aquel sensualísimo bikini rosa que pusieras a secar sobre la silla más cercana a la puerta de nuestra habitación, y que al salir llevé a mis labios para depositarte en él un último beso!

Nublado y lluvioso, el tiempo ha sido inadecuado para la playa, pero muy adecuado para el amor. Nos refugiamos en el bar donde bebimos y bailamos abrazados.

Éramos casi los únicos comensales y la orquesta no dejó de satisfacer nuestras expectativas musicales.

Tu vestido cortísimo y entallado fue la pista por la cual mis manos recorrieron la sensual curvatura de tu cuerpo. Te transmití mi calor y mi deseo, te confesé que eres la chica de mis sueños.

Nos fuimos después a la habitación para achucharnos y arroparnos en las alas del deseo. No era el momento de inyectarte sino de amarte.

Te acosté boca abajo, elevé tu vestido, deslicé la minúscula panty, te puse en cuatro, lubriqué tu orificio rectal y te encajé la verga hasta sentir que mis cojones se arrullaban en la acogedora superficie de tus cachetes, haciéndote retorcer y gemir de placer.

Emprendiste el creciente vaivén cuya intensidad se fue acentuando hasta convertirse en furiosos respingos aderezados con gritos e invocaciones de placer y de dolor.

Tu blondo cabello, tu estrecha cintura, tus curvados flancos, tus carnosas nalgas, ¡toda tú! temblabas y te agitabas para acrecentar el roce de tu esfínter. Una y otra vez, hasta llegar al umbral de la suprema erupción.

Te lo saqué del coño y te lo metí en la vagina envuelto en escabrosos espumarajos de esperma, emulando los violentos borbotones del champagne cuando es abruptamente descorchado.

El pastoso semen te bañó la espalda, los glúteos, la raja, los muslos y el interior de la comprimida vulva, que lo acogió con estridente beneplácito.

Me ceñiste con tal fuerza el pene que me hiciste enroscar de placer y felicidad.

Carlónimo -

http://www.youtube.com/watch?v=w1F5BLLFAeM

Carlónimo -

Así, empinada, con mis nalgas dramáticamente expuestas y entregadas al imperio del deseo, sentí los dedos de mis dos amantes en la frontera de mi reducto anal, estremeciéndose y sugiriendo lo que su masculino impulso les dictaba.

Con mis piernas separadas y la humedecida grieta vaginal expuesta, a los ojos de los dos varones que ya la habían hecho suya, fantaseaba que el supositorio era más bien el pene de Luis y el de mi novio ¡de ambos! tallándome el esfínter, simbolizando la posesión de mi cuerpo entero.

Así viví la experiencia, aquel momento inolvidable en el que mis dos amores se hermanaron en el disfrute de mi persona, reconociendo mis encantos y la incontrolable excitación que les causo.

Me dejé querer, permití que los dos me tocaran, me disfrutaran. Yo los disfruté a ellos como una loca.

Inexplicable… inexplicable pero supremo.

Muy buen final le diste al suceso, querida Marce. Te propongo que ahora nos cuentes lo que viviste en la intimidad con tu novio; y yo les cuento lo que ocurrió cuando pediste a Luis que te aplicara un doloroso enema.

Marce -

El pasado viernes llegue a mi casa, eran como las 4 de la tarde y no había comido,así q me dirigí a la cocina para prepararme algo cuando me doy cuenta que había un recado en el refrigerador con la letra de mi mama q decía q mi novio pasaba por mi en la tarde para acompañarme a que me aplicarán la última inyección. Yo estaba algo confundida y con culpa por todo lo que había pasado con Luis. Y también enojada con mi novio porque prácticamente me dejo sola con esto.

Unos minutos más tarde entra la llamada de mi novio. Preguntándome que sí mi mama me pasó el recado, le dije que me había dejado una nota.

Se empezó a disculpar por no haber estado conmigo en la aplicacion anterior, y me dijo que no volvería a pasar, por eso quedo en acompañarme.
La verdad no dejaba de imaginarme el momento, tener a los dos hombres que despertaban cosas en mi.

Así que decidí no alargar más la espera y le dije que ya estaba lista para que me inyectarán.
Tomo el teléfono y pidió el servicio a domicilio, con su mano tapó la bocina del teléfono y me dice que le comentan que si queremos que venga la misma persona.

En ese momento me paralice y sólo le respondí alzando mis hombros dejando que el tomara la decisión, a la cual respondió:
-"sí está bien, mandemos al chico de siempre"-.

Mi corazón empezó a latir tan fuerte, mi respiración estaba en aumento, y mis manos frías.
Al ver como me puse, mi novio trato de calmarme, me abrazo y me dijo: -"tranquila mi amor; ya es el último piquete, ya se acabó "

Pasaron alrededor de 20 minutos cuando llego luis; con su uniforme azul marino, sus tenis blancos y maletín en mano.

Como sigues?....me pregunto, con una sonrisa en su cara. Ya mejor le conteste.

Bueno, mi amor donde vas a quiere que te inyecten aquí en la sala o en tu cuarto. En mi cama le dije a mi novio; así q me tomo de la mano y nos dirigimos los tres.
Mis nervios aumentaban cada vez más y al escuchar a Luis decir que ya estaba listo, fue una sensación inexplicable miedo, culpa, excitación, en fin.

Me acomode en las piernas de mi novio, el sentado al borde de la cama y Luis tomando la iniciativa al bajarme el calzón dejándome desnuda media parte de mi cuerpo a la vista de ellos.

Cuando sentí el alcohol rosando com mi nalga, volteo a ver
A Luis,estaba más q concentrado buscando la zona para encajarme la jeringa y no desaprovecho para toquetearme un rato. Me tomo una pierna y me pidió q la flexionara, dijo que eso me ayudaría a relajar la nalga.

Así que sin avisar clavó la aguja, provocándome una contracción de la nalga, al mismo tiempo que mi novio trataba de relajarme con un masaje en los muslos y luis parecía que no se quería quedar atrás porque sentí su mano sobre mi espalda haciéndo movimientos circulares.

Fue de gran alivió sentir la aguja afuera, pero el momento más excitante fue cuando me pusieron el supositorio.

Me pidieron que me pusiera de rodillas sobre la cama y me tumbara sobre mis codos; dejando al airé mi culo dispuesto a ser penetrado por el supositorio.

Mi novio me tomo la nalga derecha y Luis la izquierda para separar y facilitar la entrada del supositorio, fue incómodo como siempre pero percibir las manos de los dos hombres que me han hecho sentir todo.

Fue inexplicable!

Marce -

El pasado viernes llegue a mi casa, eran como las 4 de la tarde y no había comido,así q me dirigí a la cocina para prepararme algo cuando me doy cuenta que había un recado en el refrigerador con la letra de mi mama q decía q mi novio pasaba por mi en la tarde para acompañarme a que me aplicarán la última inyección. Yo estaba algo confundida y con culpa por todo lo que había pasado con Luis. Y también enojada con mi novio porque prácticamente me dejo sola con esto.

Unos minutos más tarde entra la llamada de mi novio. Preguntándome que sí mi mama me pasó el recado, le dije que me había dejado una nota.

Se empezó a disculpar por no haber estado conmigo en la aplicacion anterior, y me dijo que no volvería a pasar, por eso quedo en acompañarme.
La verdad no dejaba de imaginarme el momento, tener a los dos hombres que despertaban cosas en mi.

Así que decidí no alargar más la espera y le dije que ya estaba lista para que me inyectarán.
Tomo el teléfono y pidió el servicio a domicilio, con su mano tapó la bocina del teléfono y me dice que le comentan que si queremos que venga la misma persona.

En ese momento me paralice y sólo le respondí alzando mis hombros dejando que el tomara la decisión, a la cual respondió:
-"sí está bien, mandemos al chico de siempre"-.

Mi corazón empezó a latir tan fuerte, mi respiración estaba en aumento, y mis manos frías.
Al ver como me puse, mi novio trato de calmarme, me abrazo y me dijo: -"tranquila mi amor; ya es el último piquete, ya se acabó "

Pasaron alrededor de 20 minutos cuando llego luis; con su uniforme azul marino, sus tenis blancos y maletín en mano.

Como sigues?....me pregunto, con una sonrisa en su cara. Ya mejor le conteste.

Bueno, mi amor donde vas a quiere que te inyecten aquí en la sala o en tu cuarto. En mi cama le dije a mi novio; así q me tomo de la mano y nos dirigimos los tres.
Mis nervios aumentaban cada vez más y al escuchar a Luis decir que ya estaba listo, fue una sensación inexplicable miedo, culpa, excitación, en fin.

Me acomode en las piernas de mi novio, el sentado al borde de la cama y Luis tomando la iniciativa al bajarme el calzón dejándome desnuda media parte de mi cuerpo a la vista de ellos.

Cuando sentí el alcohol rosando com mi nalga, volteo a ver
A Luis,estaba más q concentrado buscando la zona para encajarme la jeringa y no desaprovecho para toquetearme un rato. Me tomo una pierna y me pidió q la flexionara, dijo que eso me ayudaría a relajar la nalga.

Así que sin avisar clavó la aguja, provocándome una contracción de la nalga, al mismo tiempo que mi novio trataba de relajarme con un masaje en los muslos y luis parecía que no se quería quedar atrás porque sentí su mano sobre mi espalda haciéndo movimientos circulares.

Fue de gran alivió sentir la aguja afuera, pero el momento más excitante fue cuando me pusieron el supositorio.

Me pidieron que me pusiera de rodillas sobre la cama y me tumbara sobre mis codos; dejando al airé mi culo dispuesto a ser penetrado por el supositorio.

Mi novio me tomo la nalga derecha y Luis la izquierda para separar y facilitar la entrada del supositorio, fue incómodo como siempre pero percibir las manos de los dos hombres que me han hecho sentir todo.

Fue inexplicable!


Carlónimo -

Querido Simón, esta es tu casa y tú lo sabes. En lo personal, te extraño.

Un abrazo

Simón -

Hola queridos amigos y en especial, Carlónimo:
No sé por qué motivo hoy me dio por dar un paseíto por aca; después de tanto tiempo hay mucha lectura atrasada y no me da el tiempo para ponerme al día. Pero me alegra que haya movimiento, pasé muy buenos momentos aquí.
Los anrazo
Simón

Carlónimo -

Al día siguiente estaba muy nerviosa pues si bien me sentía dispuesta a no reprimir mis impulsos sexuales, no me hacía feliz la idea de entregarme a Luis en el consultorio de la farmacia.

Mi novio me llamó por teléfono diciendo que estaría muy ocupado, así que llegaría hasta la noche a verme y me recomendó que no dejara de inyectarme.

Me dio mucho coraje que me dejara expuesta al morbo de un desconocido, así que me exculpé del coito tenido con Luis el día anterior y de lo que pudiera ocurrir entre nosotros. Aunque definitivamente no estaba dispuesta a entregármele esa tarde.

Le llamé y le dije que lo esperaba en casa para que me inyectara y media hora después estaba llamando a la puerta justo cuando mi madre pretendía salir de casa. No quería hacerle sentir ni remotamente que me quedaría a solas con él, así que en presencia suya le rogué a mi madre que me acompañara, fingiendo estar muy nerviosa y necesitada de su asistencia.

Me dirigí a la habitación y mientras Luis preparaba la jeringa me solté el cinturón, me bajé el jeans y me acosté para que mi madre me deslizara la panty llevándola tan solo hasta la cima de los glúteos. Sentí la sumaria desinfección y el contiguo piquete que me hizo saltar, pero resistí el dolor sin externar agitación alguna.

La recia sustancia me invadió el cachete produciéndome un ardor intenso frente al cual me mantuve impertérrita. Después vino el masaje pero al sentir los dedos de Luis ondulándome la superficie del glúteo me invadió otra vez el deseo haciéndome recordar los instantes supremos de nuestro idilio.

Me dejé masajear complaciente y en tanto mi madre llevaba los materiales sobrantes al cesto de basura, Luis me susurró al oído: “Te amo, Marce, tenía la esperanza de que nos entregaríamos hoy de nuevo”.

Permanecí en silencio, después le dije: “No soy una puta para que pretendas saciar tus instintos conmigo”.

Pero es que ayer… repuso vacilante.

Atajándole la conclusión de la frase agregué: “Ayer abusaste de mí, eso es todo”. Sin atreverse a proponerme la aplicación del supositorio se despidió y me dijo: Si lo deseas me llamas mañana para terminar el tratamiento.

Cuando se marchó lloré en silencio, pues en realidad lo amaba y lo deseaba. Mi madre fingió no percibir mi estado de ánimo; se concretó a masajearme el culo, desenvolvió el supositorio y me lo metió en el recto pausadamente. Yo extrañaba a Luis, sus caricias y la maestría con que la noche anterior me había excitado y hecho suya.

No quise recibir a mi novio pues no deseaba verlo y él no insistió en buscarme. Estaba muy molesta pues fue él quien llevó a Luis a la casa para que me aplicara los supositorios ¿Cómo es posible que él no se haya prestado a metérmelos en el culo? Es algo que yo deseaba locamente.

La tarde y la noche se me hicieron eternas, ya quería ver a Luis, resistiéndome aún a aceptar que deseaba ser otra vez suya.

Querida Marce, te dejo la conclusión del relato. Tú decides en qué termina.

Carlónimo -

Después todo fue confuso, no sé cómo ocurrió pero sus manos rodearon mis muslos y su boca se acopló a mi vulva. El inmenso placer me dominó. Retorciéndome le suplicaba a Luis que no dejara de chuparme y de lengüetearme el clítoris.

Gemí de gozo y desesperación. De manera instintiva me di la vuelta y empiné las nalgas. La cabeza de su enorme pene se deslizó al interior de mi vulva, “me lo metió lentamente” haciéndome chillar de frenesí. La acompasada frotación, las caricias en mis nalgas y en mi cintura, los piquetes en el recto y el recuerdo de las inyecciones, me llevaron al éxtasis. Grité, me corrí y me llené de su descarga seminal. Nos quedamos trenzados, abrazados, desconcertados, pero satisfechos.

Esa misma noche mi madre acudió a mi recámara para verificar mi temperatura por vía rectal. Tendida boca abajo con las nalgas descubiertas y el termómetro dentro del culo, sentí sus caricias y sus palmadas en mis cachetes.

Me dijo: “Marce, estás preciosa pero recuerda que la belleza es efímera. Estás en una edad en la que debes conocer, comparar y disfrutar. La represión de los instintos esclaviza y te lleva a la frustración, así que evítala”.

Su comentario y su actitud me emocionaron y me hicieron superar la duda que tenía con respecto a la experiencia que había tenido con Luis. Me volvió la confianza al cuerpo y me pregunté: ¿Qué iría a ocurrir cuando mi amante me aplicara la cuarta inyección?

Marce -

Para la siguiente aplicación, fui directamente a la farmacia para que me atendieran.
Ese día fue muy agetreado para mi, tenía varios pendientes por hacer,por tal motivo llegue a la farmacia como alrededor de las 8:00 de la noche; ya casi no había gente, sólo estaban una pareja de novios y un señor delante de mi haciendo la fila.

Me senté en una silla que estaba afuera del consultorio para esperar mi turno, mientras le daban el paso a la pareja y lo mismo paso con el señor. Con el se tardaron bastante y me empezaba a impacientar al mismo tiempo que me preguntaba si sería luis el que me atendería.

Caminaba de un lado a otro por lo largo del pasillo dándome cuenta que el personal de la farmacia terminaba su turno, lo cual me imaginaba que me quedaría sola con la persona que me inyectaria.
Después de 25 minutos salió el señor del consultorio. El muy amable me informa que dice luis que ya puedo pasar. En ese momento me tarde en reaccionar unos segundos mientras asimilaba que si; era Luis el mismo que me a estado inyectando.

Reaccione nuevamente y me puse de pie para entrar al consultorio, no se si tenía miedo, nervios o era el morbo.

Hola marce como estas; me saludo Luis, lista para tu siguiente piquete. Me decía esto mientras lavaba sus manos.

Te parece sí empezamos marce.....me indico luís.

Me pidió que sí me bajaba el pantalón para tomarme la temperatura. Así qué me puse de pie y empeze a desbrocharme, me coloque a la mitad de los muslos el pantalón y el tomo la iniciativa de bajarme el calzón.
Me dijo que pusiera mis manos sobre el escritorio para inclinarme un poco, mientras fue por el lubricante para introducir el termómetro, estando todo listo me lo metió lentamente y me dijo que tenía q salir un momento, le dije que están bien, tardo aproximadamente 2 minutos en regresar suficientes para quitarme el termómetro, lo reviso y me dijo que mi temperatura ya estaba regulando.

Mientras preparaba la inyeccion me pidió una disculpa por salir un momento, me explico que esa noche le tocaba cubrir el turno nocturno y sólo quería verificar si sus compañeros ya se habían ido, de tal modo que estabamos sólo el y yo en la farmacia no había nadie más.

Me tomo de la mano y me acerco a la camilla donde me recosté y me prepare para ser inyectada, pero la situación de estar sola con Luis con mis pompas a su merced me tensionó un poco. Al momento que me clavó la aguja me fue imposible controlar mi dolor y fue inevitable soltar un pequeño grito.

"Tranquila marce estas súper tensa" fue lo que me dijo luís, trate de alcanzar la jeringa con mi mano suplicándole que me la sacara pero al mismo tiempo Luis me puso un alto y empezó a separarme las pompis para introducirme el supositorio.

Al sentir la entrada del supositorio me exitó un poco sentir dolor al mismo tiempo en dos zonas distintas. Empece a gemir y a mover la cadera en forma circular, y a repetir el nombre de mi novio; olvidándome por completo del lugar en donde estaba. Luis término de aplicarme la inyeccion y me giro boca arriba y me colocó mi mano en el clítoris y me dijo que aprovechara que no había nadie en la farmacia.
Lo último que recuero es que salió del consultorio y cerró la puerta fuertemente.........









Carlónimo -

Espero también los invaluables aportes de mi preciosa Anna.

Carlónimo -

¡Ah! quiero decirte que escribes muy bien, continúa contando.

Carlónimo -

Y así fue como pude presentarme otra vez en la casa de Marce a quien encontré un poco desconcertada. Parecía preguntarse ¿quién le habrá encargado a este muchacho que se hiciera cargo de mi tratamiento?

Así que antes de que me externara su duda la enfrenté con una actitud profesional y respetuosa que la hizo superar el mal momento que le propicié el día anterior.

¿Cómo sigue la enfermita? le pregunté; y antes de que me respondiera agregué: Ya verás que con esta segunda aplicación te vas a sentir mucho mejor pues el medicamento que estamos utilizando es de efecto rápido. Además, los supositorios tienen una secuela no sólo atenuante sino preventiva de la fiebre, por lo cual el médico prescribió su aplicación inmediatamente después de las inyecciones.

La encantadora Marce, si bien con aire dubitativo, me llevó de nuevo a su recámara adonde nos alcanzó su mamá, quien la ayudó a desvestirse en tanto yo preparaba la jeringa. Cuando ésta estuvo lista, la chica yacía boca abajo con su pequeño “short” confeccionado en mezclilla y la menuda panty blanca replegados hasta las piernas. Sus nalgas lucían radiantes.

La señora le decía en ese momento: “Así está bien Marce tienes que descubrirte todo el culito porque no es sólo la inyección sino también el supositorio lo que el joven te va a aplicar. Contrólate, pues de otra manera te va a doler más”.

En efecto, la respiración de la chica estaba un poco acelerada lo cual es producto del estrés así que empecé por desinfectarle lentamente el glúteo derecho aprovechando ese espacio para confortarla y explicarle que las células del tejido muscular son tan elásticas que ante una adecuada relajación se distienden hasta permitir que la aguja hipodérmica las penetre prácticamente sin accionar las terminaciones nerviosas.

Ante estas puntuales reflexiones que tenían a Marce interesada y un tanto desconcertada por mi supuesta sapiencia, me percaté que sus nalguitas habían alcanzado la tensión ideal para ser perforadas sin dolor, de manera que continué la parsimoniosa desinfección del cachete y sin que ella lo esperara le clavé la hipodérmica a velocidad de ráfaga. Puedo afirmar que sólo se percató del hecho cuando ya le había introducido más de la mitad de la sustancia.

Así que, aún incrédula, alzó y giró el cuello para comprobar lo que tan solo sospechaba. Al verse perforada me dijo emocionada: ¡Qué bárbaro, te juro que no sentí nada! Casi inmediatamente le extraje la aguja y le apliqué el masaje lentamente, deleitándome otra vez con la excitante vibración de su nalguita que confirmaba tener la consistencia de una gelatina muy bien cuajada.

Superado el riesgoso trance de la inyección y sintiéndome feliz de habérsela aplicado exitosamente, pude comprobar la satisfacción y la confianza de Marce cuando me dijo: “Muy bien, amigo, ahora aplícame el supositorio pues quiero sentirme bien esta tarde porque tengo pensado ir al cine con mi novio”.

Mientras desempacaba la gruesa barrita, la señora ya le había separado los cachetes a su hija, de tal suerte que el hoyito rectal estaba a la vista. Me sorprendió y me excitó sobremanera comprobar la actitud colaborativa de la preciosa chica cuya relajada postura me permitió meterle el dedo en plenitud hasta llevar el medicamento a una profundidad adecuada y mantenerlo en la correcta posición el tiempo necesario para que el calor del recto derritiera los medicinales componentes.

Cuando sentí que el supositorio había perdido su solidez jalé mi dedo de regreso a través del ano y teniéndolo ya afuera comprobé que en la yema tenía residuos del viscoso medicamento en estado líquido.

No obstante la evidencia de que el supositorio estaba derretido, apreté los mullidos cachetes de mi paciente uno contra el otro para estimular la dispersión de la sustancia y su absorción por las células del conducto rectal.

Teniendo las preciosas nalguitas de Marce oprimidas entre mis manos, sentí que la chica se estremecía y suspiraba profundamente, lo cual es señal inequívoca de excitación sexual. Mi corazón se agitó descontroladamente.

Cumplida la misión por ese día, ayudé a mi hermosa paciente para que se incorporara y caminé seguido por ella hasta la puerta de la casa donde me miró tiernamente y me preguntó: ¿Cómo te llamas?

Soy Luis, le contesté sonriente. Entonces me besó la mejilla y me dijo: Muchas gracias, Luis, me atendiste divinamente y espero que lo sigas haciendo.

Espero tus comentarios para direccionar la siguiente etapa del relato, Marce.

Marce -

Después de ser inyectada por el paramedico, en la tarde llego mi novio a comer a mi casa, estuvimos platicando un rato con mi mama y pasamos a la sala, como no me sentía del todo bien me recosté unos minutos en sus piernas. Mientras dormía me percate que alguien intentaba bajarme el short que traía puesto y lo primero que vi; fue a mi mama con un termómetro en la mano y diciéndome que me tenía que tomar la temperatura rectal porque me sintió con un poco de fiebre, y luego mi novio me descubría mis pompis.
Mi reacción fue ponerme boca arriba, pero de inmediato trataron de tranquilizarme y lograron ponerme en posición nuevamente. Mi novio ayudo a mi mama a separar mis pompis para facilitar la entrada del termómetro y ella en un solo movimiento lo introdujo, provocándome una leve molestia.
Pasaron pocos minutos cuando el termómetro marcaba 38.5 grados.
En ese instante mi mama me ordeno que me metiera a la regadera mientras compraban unos supositorios para bajar la fiebre. Así qué accedí y me dirigí al baño, mientras estaba en la regadera mi novio fue a la farmacia a comprar los supositorios, estando ahí lo atendió el paramedico que ese mismo día me había inyectado. Se percato que se trataba de mi porque en la receta venía mi nombre.
Le pregunto a mi novio sobre mi estado y se ofreció para aplicarme los supositorios; oferta que mi novio acepto y se dirigieron de regreso a mi casa.
Después de un rato entra mi novio al baño y me ayuda a envolverme en la toalla para pasar a mi recámara. Y me dice que me va a presentar a una persona que viene a ponerme los supositorios.
Yo cuando vi al paramédico me quede sin habla, pensar que tendría que volver a pasar por la misma situación de la mañana.
Entonces el tomo la iniciativa y empezó a darme órdenes, esta vez al margen de la situación.
Me indico que me recostara Sobre la cama y me descubriera la zona, como yo acababa de salir de bañarme sólo me cubría con la toalla y no traía ropa interior, así que al momento que mi novio me descubre estaba completamente desnuda a la vista de aquel desconocido, haciendo la situación muy incomoda para mi.
Me indico que serían dos supositorios los que me aplicaría, y me pidió que me relajara lo más que pudiera.
Cuando sentí la puntita del supositorio en la entrada del ano di un pequeño saltito y apreté fuerte la almohada para soportar la dura entrada del mismo.
Sentí la molesta sensación que me hizo quejarme un poco y lo mismo paso con la segunda aplicación.
Al final de todo el paramédico se despidió con un hasta mañana, dándome a entender que se haría cargo de administrarme las inyecciones y los supositorios que me faltaban.


Carlónimo -

Evocaciones de un paramédico.

Es emocionante mi trabajo en la farmacia pues me permite entrar en la privacidad y a veces hasta en la intimidad de las personas.

Del rumbo conozco muy bien a los residentes e identifico sus preferencias medicinales. Hay quienes no utilizan más que pastillas y cápsulas, otros se inclinan por las inyecciones y algunos más son proclives a supositorios y enemas.

De los últimos dos grupos me toca con frecuencia atender a ciertos clientes. Todos los días me llaman de diversos domicilios y en el trayecto no hago más que pensar e imaginar, por ejemplo: ¿Será la señora Reyes a quien debo inyectar, o será su hija? Y en función de la hipótesis me emociono más o menos, pero siempre es estimulante entrar en el juego del sadismo-masoquismo inherente.

Ayer me llamaron de un domicilio que nunca antes había visitado, de manera que al no saber quién vivía en él me dispuse a enfrentar cualquier circunstancia.

Cuando llegué hice sonar el timbre y me abrió una chica guapísima, de lo más excitante, sentí que mi corazón galopaba. Me dijo: “Hola, soy Marce ¿vienes de la farmacia? Bueno pues soy yo a quien tienes que inyectar. Ven, pasa, vamos a mi recámara.

Caminó delante de mí por lo que pude contemplar su cuerpo que es esbelto, muy bien formado, con unas “pompis” deliciosamente oscilantes. Entramos los dos y me dijo: Espero que sepas inyectar bien y que seas muy paciente pues a mí las inyecciones me ponen nerviosa.

Me entregó la medicina y la jeringa, me observó preparar la puya y cuando todo estaba listo empezó a brincar y a chillar frotándose las nalguitas: “¡Ay, no, ya me dio miedo, no lo puedo evitar y hace mucho que no me inyectan!”

Le dije: no te preocupes, yo tengo muy buena mano ¿quieres que te la ponga de pie o acostada? Marce respondió: ¿Cómo crees que de pie? Me desmayaría del susto. No, mejor acostada, espérame.

Tenía puesto un vestido corto negro delgadito como de seda que se le untaba al cuerpo y que se alzó sin titubeos para lucir unos muslos espectaculares y unas nalgas espléndidas apenas cubiertas con una panty insignificante. Para nada se mostró recatada, parecía como si ya de tiempo me conociera.

Insertó los pulgares en el elástico de las bragas y se las bajó sin ninguna inhibición hasta la mitad de los muslos, se acercó a su cama, hincó las rodillas y empinándose dramáticamente me regaló como si nada un increíble post de su trasero, tan espectacular que me llevó de inmediato a pergeñar atrevidas fantasías sexuales.

Me impresionó la excitante curvatura, exuberancia y tersura de sus nalgas. No pude contener mi asombro y viendo que era bastante extrovertida le dije sin pensarlo bien, o sea impulsivamente: ¡Marce preciosa, tienes un cuerpazo sensacional, pareces una modelo, estás divina!

Ese fue un tremendo error pues la chica demudo el semblante violentamente. Sintiéndose agredida se puso muy seria y me dijo: “Te llamé para que me inyectaras y no para que te metieras en lo que no debes ¿Quién te has creído que eres?” Apretó el compás de las piernas, se subió la panty hasta medio culo y agregó: “Ya veo que no estoy en confianza, concrétate a hacer tu trabajo y nada más ¿Entiendes?”

Me acerqué avergonzado y sin poder arreglar la situación, le desinfecté el cachete izquierdo con lo cual empezó a temblar y a respirar agitadamente, pero reprimió por pudor y molestia todos sus signos de dolor y de nervios, que constituyen en mi opinión el principal aderezo de la aplicación de intramusculares.

Cuando la pinché se le estremeció deliciosamente el glúteo pero se contuvo, tan sólo resopló y contrajo todo el cuerpo, como tratando de absorber la molestia y el susto. La entrada del líquido le arrancó sentidas quejas pero las ahogó cerrando los ojos y apretando los labios. De no haberla hecho enojar estoy seguro de que me hubiera compartido su miedo y su dolor instintivamente.

Cuando el émbolo tocó fondo le extraje la aguja lentamente y en ese momento sonó su celular, así que aproveché su ofuscación para masajearle el sitio. Me di gusto aplicándole con el dedo índice la menuda vibración de rigor justamente en la marca del piquete, viendo cómo la nalguita se le sumía y bamboleaba eróticamente, en tanto la oía conversar con quien me pareció que era su novio:

- Hola, Me acaban de inyectar penicilina, espero sentirme mejor.
- Sí duele mucho…
- Me faltan otras cuatro y los supositorios.
- ¡Buena idea! Esos tú me los pones.
- ¿Qué… Vienes ahora mismo?
- Bueno, te espero con ansia, chiao, cariño.

Fue así que me pude recrear en el masaje y en la contemplación de tan espléndidos cachetes abombados cuya belleza y sensualidad me hicieron estremecer y soñar despierto. Pensaba en el festín que se daría su novio al aplicarle los supositorios. La imaginé en pose de perrito con las nalgas distendidas y vulneradas por vía rectal.

En fin, me acongojé por haberla molestado y, por ende, haber perdido la oportunidad de entablar una bella amistad con esa chica que me había recibido tan afablemente.

- ¿Qué hubiera sido si no abro la boca de manera tan descontrolada como lo hice?

- ¿Hubiéramos llegado a algo, o al menos me hubiera pedido que yo le aplicara los supositorios?

Sumido en tales conjeturas volví a la farmacia sintiéndome molesto conmigo mismo, además de excitado y enamorado.

Gajes del oficio, me dije. Lo cierto es que estoy feliz de haber conocido e inyectado a Marce, una norteña encantadora. Ojalá me busque para aplicarle las siguientes dosis.

Dejaste impresionado al muchacho, Marce. Tú decides si te dejas atender por él.



Marce -

Hola a todos!!!
Después de tanto tiempo los volví a encontrar

Saludos!!

Carlónimo -

Qué hermoso ha sido nuestro viaje a la ciudad de Toledo, declarada Patrimonio de la Humanidad, que contiene vestigios cristianos, judíos y musulmanes.

El clima soleado nos permitió llevar: Por parte de Anna, ese vestido corto en color guinda que se le ve precioso debido sobre todo a la espectacularidad de sus piernas; y a mí, el pantalón azul marino y la camisa blanca que me ha regalado ella y que me ajustan sensacionalmente.

Tras recorrer los setenta kilómetros que separan a Toledo de Madrid, nos fuimos al casco histórico y almorzamos en un pintoresco restaurante de nombre “La Mar Salá”, una parrillada de mariscos y un arroz al pimentón de primera, aderezados con un excelente Marqués de Cáceres y oporto ¡Qué delicia saborearlo de los labios de mi encantadora Anna!

Mi güerita que está para devorarla a besos ¡jolines! tenía a todos los “machos”, incluido yo, sometidos con su belleza, su gracia y el desquiciante cruce de piernas ¡Joder, que los muslos pelones se le veían excelsos y yo, entre los celos y la lujuria, me desesperaba…!

Después de visitar la catedral y el alcázar, me la llevé a un hostal del Barrio de Santa Bárbara, pues debía aplicarle una medicina por vía rectal, así que la acosté sobre mis piernas, le subí el vestido, bajé la panty, cargué la cánula con la sustancia y la coloqué a un lado para proceder a lubricar el estrecho coñito de mi amada quien a esas alturas temblaba de nervios pues se trata de una aplicación con cánula gruesa a profundidad y el medicamento cuece las entrañas como si se tratara de vinagre.

Acariciando a mi preciosa asturiana, entreteniéndola mediante comentarios acerca de los sitios visitados, masajeando su esfínter rectal, la fui tranquilizando pero cuando sintió que le separaba los cachetes y le ajustaba la cánula al coñito, se estremeció y me suplicó: “No, Carlónimo, mi vida, no por favor, tú no sabes lo que duele esa cánula, no, mi vida, te lo ruego, espera!”

Detuve la inserción y volví a masajearle el culito además del clítoris, una y otra vez hasta excitarla y tratar, con ello, de hacerle menos dolorosa la aplicación. Mi güerita sollozaba de pasión y permitió el acceso de casi la mitad de la cánula pero debido a que el grosor de la misma va en aumento, llegó al punto de interrumpirme elevar las nalgas y gritar: “Ya estuvo bien Carlónimo, que me rompes el coño, cómo me gustaría metértela a ti para que supieras lo que duele esa chingadera”.

Y como me exigiera sacársela lo hice y me jugué la última carta pactando con ella lo siguiente: “De acuerdo, mi vida, si eso te tranquiliza métemela a mí y si quieres aplícame la sustancia, pero después yo te la aplico a ti ya que no puedes interrumpir el tratamiento”.

La bajé de mis piernas, me descubrí el culo y me acosté boca abajo. Ella, pensando que me arrepentiría, me separó los cachetes, me lubricó el ano y de golpe me introdujo media cánula. El dolor que sentí no podría describirlo, solo recuerdo que me sujeté del extremo de la cama y lo apreté con todas mis fuerzas antes de ordenarle a Anna: Termina de meterla, toda.

Al sentir el empujón final grité como un loco, sentí que me ahogaba de dolor, agarré a “fregadazos” la cabecera de la cama y pataleando volví a exigir: “Aprieta el émbolo, todo, de una vez todo, termina ya, carajo…” Fue como una erupción de chile que me hizo enjutar el culo y enroscarme de dolor como gusano, pero aguanté hasta el final, me vi liberado de la cánula y sentí que mi corazón palpitaba a ritmo de taquicardia.

Mi amada se tendió sobre mí y me llenó de besos, me dijo: “Gracias cariño, ahora sé que eres capaz de jugártela conmigo y no hay razón para que yo no aguante lo que tú has aceptado resistir tan sólo por mí, por mi conveniencia”. Te amo Carlónimo”.

Cuando me incorporé estaba exhausto, el dolor me había hecho sudar lo indecible y sentía como si tuviera metido un limón sin cáscara en el culo. Apretaba el esfínter y me dolía más pero me aguanté. Mi güerita ya estaba con su vestido alzado y la panty en los muslos esperando que me sentara para acostarse de nuevo en mis piernas.

Fingí no tener dolencia alguna y puse a mi amada en mi regazo. Llené la cánula, separé los mullidos bombones, le apliqué una enorme cantidad de lubricante, hinqué la punta y empujé resuelto viendo que ella temblaba gemía pero me pedía continuar: “Empuja, Carlónimo, métemela de una vez toda”. Plegando las corvas alzó las piernas e inició un muy erótico pataleo de nervios pero siguió firme en su decisión: “Empújala toda, mi vida ¡Vale! quiero sentir lo mismo que tú ¡jolines!”.

Cuando la sustancia le invadió el coñito mi amada gritó: ¡¡¡Aayy nooooo!!! y en ese preciso instante se desvaneció, lo cual me permitió terminar de empujarle el émbolo, extraer el instrumento y realizar lo que a mí me hubiera gustado que me hiciera: aplastar las nalguitas fuertemente una contra la otra.

Mi preciosa güerita volvió en sí y me dijo: Estoy bien, mi Carlónimo amado, gracias por tener “esa delicadeza hacia mí”. Espero que no te haga daño el medicamento que recibiste sin necesitarlo.

Mi preciosa Anna se quedó dormida en mis piernas. La desvestí lentamente admirando su espléndido cuerpo, la tomé en mis brazos, la besé y la metí en cama.

Después me acosté a su lado, nos quedamos profundamente dormidos hasta las 10 de la noche, así que cuando despertamos decidimos permanecer en el hostal.

A ver qué nos cuenta mi españolita, mi bien amada, de todo lo vivido hasta el momento.

http://www.youtube.com/watch?v=Di1fC0FDvew

Carlónimo -

Amanecer

Cuando desperté y vi que eran las cinco de la mañana, distinguí el característico barullo de los estibadores que cerraban la furgoneta tras haber entregado provisiones en el hotel.

Oí el ruido de los buses; el parloteo de los transeúntes; el golpeteo de las pacas de periódicos; el murmullo de la caldera que se enciende por tiempos; las voces del personal de limpieza; el plácido rumor de mi preciosa Anna que me tiene asido del torso y que al menor movimiento me aprieta y me acerca su carita hasta hacerme sentir el calor de su aliento en el cuello.

Es el entorno acústico que me recuerda que estoy en la Gran Vía al lado de mi amada. En esa familiar resonancia, en la penumbra de la madrugada, tomo y beso su mano, el antebrazo, el hombro… los labios.

Acostado de espalda induzco que se aposte de frente encima de mí. Sigue dormida, la abrazo y pienso en ella, en Madrid, en el placer, en nuestro amor.

Desnudos y acoplados sentimos florecer nuestros instintos. Acaricio sus nalguitas, le propino un piquete rectal. Me frota el pene con su pubis, me lo hace crecer, palpitar.
Separa las piernas, ajusto el glande a la vulva, se escurre por ella, avanza lentamente. Mi amada gime, me besa, me muerde el pabellón de la oreja, resopla, fricciona el empalme, jadea, chilla y se retuerce de placer.

Concentrado en el vaivén de los redondos glúteos los acaricio, los aprieto, regulo con ellos la cadencia del roce.
Siento la proximidad del flujo. Grita, gruño, nos paralizamos, aprieta la vagina, empujo y tenso la verga, temblamos, estallamos las ansiadas secreciones, gritamos sin control, nos revolcamos.

Volvemos por fin a la normalidad; el hermoso ruido de la calle me hace ver que estoy en España con mi amada.

http://www.youtube.com/watch?v=GE0R8Kpd8f4

Carlónimo -

Llegamos al consultorio y la sala de espera se encontraba repleta. Mi preciosa Anna portaba blusa blanca y un pantalón azul cielo ajustado que delineaba su muy atractiva silueta. Con el busto incitante, la cintura esbelta, el trasero pleno y respingado, acaparó las miradas curiosas, intrépidas y hasta descaradas, de algunas personas.

Una lesbiana ya madura se acercó y le dijo en tono propositivo: “qué ganas de almorzarte, cariño”. Mi güerita con mucha gracia le respondió: “Venga, que amor y agasajo no me faltan, guapa”. Y prendiéndose de mi cuello me plantó un beso espectacular.

Nuestra sorpresa fue grande al pasar al consultorio y percatarnos que la lesbiana era enfermera y asistente del doctor. Con mirada libidinosa recibió a mi amada y le dijo: “Pasa, cariño, que yo te induzco la muestra de fluido orgásmico, aquí no se admite acompañantes así que tu pareja se queda afuera”.

Fui yo quien le contestó: Lo siento, amiga, yo soy su asistente y me ocuparé de ella. La mujer me miró con desprecio y dio media vuelta diciendo: Entonces yo me marcho. Y nos dejó al garete, de manera que acudí a la barra de atención para pedir otro asistente y poco después nos alcanzó un muchacho de aspecto agradable que nos hizo pasar a una habitación confortable con los muebles normales de una recámara matrimonial, excepto que la cama no tenía más ropa que una gruesa sábana con el logo del hospital.

Nos dijo: Entiendo que la paciente eligió realizar la prueba en completa privacidad. Por favor, sentíos en confianza y en libertad de actuar como queráis, pero tened en cuenta que:

a) No podéis copular por vía vaginal.


b) En el momento exacto que la paciente tenga su orgasmo debéis llamarme por medio del timbre para que acuda a tomar la muestra.


c) Seré la única persona que tenga acceso a la habitación y no os molestaré más que lo necesario.

Siendo claras las instrucciones el joven se retiró accionando ostensiblemente el seguro de la puerta.

Mi güerita y yo nos miramos sonrientes y nos preparamos para cumplir tan agradable misión. La abracé, acaricié sus nalgas y me disponía a desvestirla cuando ella me dijo: No, Carlónimo, me excitaré como yo quiera.

Me ordenó enseguida: Quítate el pantalón, bájate la trusa hasta las corvas y acuéstate. Intenté decir algo pero ella me indicó a señas que guardara silencio y obedeciera, de manera que me solté sin chistar el cinturón y dándole la espalda me descubrí el trasero, me recosté por tiempos y quedé dispuesto en pompa.

Sentí sus dedos que me separaban los cachetes y me introducían un termómetro en el culo. Te ves lindo, me dijo, se sentó a mi lado, hizo girar la barrita un par de veces y me talló con ella el recto hasta que mi respiración se fue agitando. Enseguida la extrajo y me sumergió su dedo para frotar con vehemencia mi esfínter anal hasta hacerme pasar de la agitación al jadeo extremo.

Puesto en decúbito, sin dejar de excitarme el ano, tomó mi verga y la frotó hasta hacerme disparar cuatro descargas de esperma que quedaron embarradas en la cama.

Percibiendo su agitada respiración le dije: Encanto, es mi turno, te haré llegar al éxtasis. Le replegué el pantalón hasta dejar a la vista sus preciosas nalguitas que se me revelaron excitantemente blancas, mullidas, tersas y un poco frías, de manera que las estuve frotando con suaves movimientos concéntricos y azotando medianamente, hasta que mi güerita empezó a retorcerse de excitación.

Los cachetes muy coloraditos se le estremecían a cada palmazo y tanto la vulva como el remolinito rectal se le erizaban por el ansia de ser estimulados.

Separé los cachetes y le metí mi dedo mayor en la colita mientras le deslizaba la lengua por los labios vaginales… suavemente, lentamente, sugerentemente. Mi amor jadeaba eróticamente, elevaba el trasero y fruncía el culito para exacerbar el estímulo rectal. Aceleré la fricción y previendo la cercanía del orgasmo le retiré la lengua y le estimulé el clítoris digitalmente.

La tenía tendida sobre mis rodillas con la cabeza a mi izquierda y la colita en completa pompa. El dedo central de mi mano siniestra lo tenía clavado a fondo en el recto al tiempo que con la otra mano le friccionaba el clítoris. Oía jadear y gruñir de placer a mi güerita. Su cuerpo entero temblaba. Sus piernas, con la panty alojada en los muslos protagonizaban un sensualísimo pataleo.

En una violenta reacción mi preciosa Anna gritó a todo pulmón, se paralizó, frunció el culito dramáticamente y estalló una impresionante marea vaginal que se extendió al mismo tiempo por los muslos, el pubis, el vientre y los glúteos. Mi mano derecha, bañada de fluido chacualeaba, el recio esfínter aprisionaba mi dedo.

El joven paramédico no esperó la señal del timbre sino que entró corriendo y, sin que mi amada se enterara de nada pues la pasión y el placer la tenían sobrecogida y arrobada, empezó a recoger el cristalino fluido con una cucharilla esterilizada y lo fue acumulando en un matraz.

Observando a mi preciosa Anna embelesada, suspendida en el éxtasis, ajena a las implicaciones clínicas del suceso, con las nalguitas elevadas en pose de completa entrega, gimiendo de placer en tanto la cucharilla le recorría los glúteos, las piernas y hasta la vulva, mi pene se encontraba en extrema tensión.

No pude esconder los estertores que precedieron mi violenta eyaculación. Retorciéndome de enajenación hice brotar por entre mis piernas el viscoso semen que fue a bañar el pantalón del joven paramédico quien, al percatarse del hecho y habiendo concluido la toma de la muestra, metió su mano y recogió de la punta de mi tolete los colgantes restos de esperma para llevárselos a la boca y saborearlos descaradamente.

Lo miré con sorpresa, él me guiñó un ojo y tomando el matraz salió apresuradamente de la habitación.

Me quedé paralizado; primero nos atendió una lesbiana y a la postre un gay de quien no podría asegurar que no me haya visto con el culo en pompa ¡Qué bochorno!

“me dio miedo todos esos sentimientos que estaban despertando”

Los sentimientos despiertan porque amamos y el amor cuando es real es tan espontáneo como inevitable ¿Cómo detenerlo si nace y se alimenta de un ideal enquistado en la propia razón? Por más que se le quiera ahogar se impone, pues la reflexión es reflejo de nuestra verdad y de ella no podemos escapar.

Carlónimo es para Anna lo que Anna es para Carlónimo: Una necesidad al interior de su espacio común.

Los sentimientos no se pueden evitar, sólo encauzar hacia el plano interior de los recuerdos, emociones y morbos personales.

Qué delicia encontrar el amor en la persona que está dispuesta a compartirme su plano íntimo en confianza y sana simbiosis.

- “yo debía de recibir un tratamiento que me había dejado el doctor y Carlonimo con su delicadeza hacia mi y su pasión desenfrenada, me ha hecho pasar un momento inolvidable”

- “Tendida sobre mis rodillas, con la panty alojada en las piernas, me ofreciste tus nalguitas para que te inyectara”

http://www.youtube.com/watch?v=oW6vx5AOMqM

Carlónimo -

Mi preciosa Anna, Ayer que te llevé al médico para que te auscultara nos dijo que tus nalguitas ya resienten los efectos de tanta medicación intramuscular, así que estoy preocupado pues si bien entiendo que el suministro alterno del medicamento por vía rectal te puede resultar muy doloroso, es necesario que te recuperes de tanto pinchazo. Piénsalo bien, mientras yo esté contigo podré suministrarte la medicina por el culito con mucho cariño. Me dices si estás de acuerdo.

Por otra parte, me llamaron de la clínica ya que no pudieron comunicarse contigo. Tu examen de fluido orgásmico se realizará la próxima semana y necesitan saber lo siguiente: a) si requieres asistencia de un facultativo, lo cual descarto pues estaré contigo b) si deseas utilizar juguetes sexuales, y c) si necesitas de algún fármaco excitante. Comunícate, amor mío, y me comentas para estar preparado.

Procedo a contarles la forma en que disfrutamos hoy la fiesta.

Feliz de sentir que amas a México tanto como yo a España, te contemplaba ataviada con el proverbial traje charro de gran gala. Vestidos los dos con el patrio atuendo de mi tierra estuvimos en la Embajada de México para vivir el festejo del 15 de septiembre, aniversario de la independencia.

Qué preciosa se veía mi güerita portando la tradicional chaqueta corta con botonadura de plata, corbata discreta con bordados finos también de plata, falda recta entallada galoneada, sombrero de fieltro fino decorado, y botines negros muy bien lustrados.

Con sus ojazos profundos, la tersura de su rostro, el bruñido cabello recogido y trenzado, las vistosas arracadas de plata y los tradicionales moños tricolores, mi preciosa Anna concentró el interés y la admiración de la gente que la colmó de piropos y lisonjas.

Admirando la variada coreografía, degustando las aguas de chía, horchata y Jamaica, saboreando los tradicionales flautas, tamales, pozole, chiles en nogada y otros muchos platillos mexicanos, degustando el mezcal y el tequila, cantando y bailando con el mariachi, pasamos un rato inolvidable entre mexicanos.

Qué felicidad al ver a mi güerita disfrutar la fiesta más significativa de mi Patria, que es también su Patria como lo es para mí España.

Después, nos fuimos a la intimidad. La deliciosa experiencia de acariciar la delgada tela del baby doll que se adhiere a sus sensuales formas y que recorro desde los hombros hasta la cintura me produce un deseo incontrolable. Deslizo mis manos hacia la cadera. Las firmes nalguitas de Anna se me revelan inquietas, sus labios me buscan y se adhieren a los míos.

Su agitada respiración rebulle en mis oídos y en mi cerebro, sus manos me recorren el cabello y la espalda. Separa las piernas y me conduce al cálido reducto de nuestro amor. La penetración es sublime, nos hace gritar y retorcer de placer. La suavidad del roce, la inigualable tensión, nuestros rostros encontrados, su blondo cabello, las voces ¡Venga, vale, cómeme… cógeme.

El total arrobamiento, la fusión, jadeo incesante, descargas abruptas, gritos, contorsiones, “el volcán en nuestras venas ¡la gloria entera!”

http://www.youtube.com/watch?v=dkVcwrL1hog

gyu -

bien

Carlónimo -

Es curioso que conociendo cada palmo de tu cuerpo haya yo caído ayer en el brete de mirar traviesamente tus piernas mientras conversábamos en el Starbucks de Plaza Callao. Después de una prolongada vigilia y de saber que estaré contigo tan solo unos días por el momento, no pude controlarme del todo. Cómo disfruté que estuvieras a mi lado en el coctel de difusión cultural celebrado en la Embajada de México. No sé si aún estaré aquí el día 15 de septiembre pero, de ser así, tendrás que acompañarme también a la fiesta de Independencia de mi país.

Ya en el hotel, una vez retirado tu hermoso vestido de coctel y teniendo a la vista esa lencería tan sensual con que me deleitaste, te llevé en mis brazos hasta el lecho para besar cada centímetro de tu piel, disfrutando la suavidad, tonicidad y fragancia de tu cuerpo. Montado a horcajadas en tus piernas me concentré en las preciosas nalguitas acariciándolas, retrayéndoles la minúscula panty color cereza, besando los sensuales lunarcitos, desinfectando el sitio elegido en el glúteo derecho y clavando sin más la alongada aguja que sentí correr dócilmente hasta marcar el sugerente hoyuelo concéntrico a la jeringa, cuya implacable sustancia avanzaba y te hacía estremecer, musitar, suplicar que aquel fuera “un momento que no tenga fin”.

Viendo tus labios trepidar, tus manos recorrer nerviosamente el edredón, sintiendo tus pies que frotaban inquietos la cama, terminé de inyectar la sustancia y al sentir que empezabas a temblar convulsivamente, en lugar de aplicarte el supositorio de rigor, te metí el glande en el recto y me tendí sobre ti para compartirte mi calor. La convulsiva reacción fue cediendo, a lo cual respondí con el acompasado frotamiento del esfínter que tú complementaste con una deliciosa oscilación de la cadera. Las dos acciones combinadas nos produjeron tal excitación, que gemimos “in crescendo” y gritamos de placer, hasta llegar al éxtasis.

Carlónimo -

El “despertar de los sentimientos”
Renovamos nuestro amor en la Plaza de España. Sentados en el escalón más alto del Monumento a Cervantes a un costado del rucio de Sancho, nos miramos de nuevo sonrientes, con el alma abierta y entregada, seguros uno del otro, rendidos ante un amor que no muere con el tiempo y la distancia, que se acrecienta en la tempestad y en la adversidad.

Aquel monumento, las fuentes, los andadores, los llevamos tatuados en el alma, nos pertenecen igual que Villaviciosa, la Ciudad de México, País Vasco, Madrid entero. Jamás podremos arrebatar a esos sitios el recuerdo y el amor de Carlónimo y Anna.
Mi güerita está preciosa, superó la delgadez, sus formas más redonditas, su semblante positivo, más graciosa y salerosa, su belleza me enloquece.
Encantados nos distinguimos cada uno en los ojos del otro, sonrientes, con las manos entrelazadas, nos prodigamos lisonjas, caricias, besos. Cachondeamos en completa libertad al aire libre, seguros de nuestro amor y del sentimiento de mutua y eterna pertenencia.
Caminamos felices hasta la Taberna Real que nos acogió de nuevo. Gritamos con cada brindis que nos amamos, que más allá de nuestra circunstancia hemos creado y compartido un mundo aparte para nosotros solos. Con el vaporoso vestido rojo alojado en los muslos me besabas, al tiempo que con caricias y frases eufóricas yo trataba de describir mi amor por Anna.
Enajenados llegamos por fin al hotel para entregarnos al amor, al erotismo, a la concreción de nuestras íntimas aspiraciones. Nuestros labios, nuestros cuerpos y nuestras almas se conjugaron.
Tendida sobre mis rodillas, con la panty alojada en las piernas, me ofreciste tus nalguitas para que te inyectara. La aguja era larga y gruesa para aplicación profunda. La sustancia viscosa. El instante previo te alteró, el pinchazo te estremeció, la entrada del líquido te angustió. Gritaste de dolor y de placer.
Por sus características el medicamento te hizo entrar en una fase de enfriamiento convulsivo, temblabas sin control alguno, a lo cual respondí conforme a la prescripción médica separando tus albos cachetes para acoplarte un supositorio e introducirlo y mantenerlo con mis dedos firmemente alojado en el recto.
La temperatura se fue normalizando y nuestro deseo acrecentando. Te frotaste en la dureza de mi pene, te prendiste de mi cuello, nos besamos entregándonos al más rabioso forcejeo. Descompuestos, balbuceantes, paladeando nuestra pasión y cariño, acoplamos los ardientes genitales y su encuentro desató tal quimera que copulamos gimiendo y temblando sin poder contenernos. Mi preciosa güerita me llevó con su belleza y con su amor, de nuevo al cielo.
Después… salimos a caminar por Madrid tranquilos y en silencio.
Abrazados, envueltos en un aura de pasión y de madura serenidad nuestros cuerpos se reencontraron, nuestras almas se reconciliaron y pactaron una nueva relación ajena al miedo, basada en la premisa de amarnos y de gozarnos en nuestro mundo secreto.
http://www.youtube.com/watch?v=KlAgm8VK3AU
PD Te prometo, cariño, hacer todo lo posible para poder acompañarte a tu próxima valoración instantánea de líquido orgásmico.

Anna -

Llevaba algunos años de no entrar al blog, pero eso no quiere decir que te haya olvidado. La última vez que entré me sentí ajena al blog y no escribí nada y la vez anterior fue un completo desastre. No se sí está vez encaje Anna en la historia pero tus últimos relatos me animaron a escribir, nunca fue mi intención lastimarte ni molestar a los demás, simplemente me dio miedo todos esos sentimientos que estaban despertando y eso me llevo a querer terminar todo, pero no te he olvidado. Quizá podamos hacer unos relatos como en los buenos tiempos o quizá no, no importa.... Lo que sí estoy segura es que te debía una explicación, no es justificación pero la realidad es que tuve miedo de lo que estabas despertando en mi.

Me ha dado mucho gusto volver a saber de ti Carlonimo, y saber que sigues deleitando a todos con tus relatos. Un beso mi amado Carlonimo de tu guerita querida.

Anna -

La habitación del hotel en La Gran Vía es muy lujosa, estoy encantada de tomar unos días junto a mi amado Carlonimo, me llena de atenciones, mimos y mucha pasión.
Hoy salimos a tomar unas copas, yo traía un vestido rojo corto y muy pegado al cuerpo y el un pantalón y una camisa que le he regalado yo. Lo hemos pasado muy bien juntos, me encanta estar a su lado y oler ese aroma que lo distingue y que me tiene loca.
Al volver hemos tenido un gran momento, yo debía de recibir un tratamiento que me había dejado el doctor y Carlonimo con su delicadeza hacia mi y su pasión desenfrenada, me ha hecho pasar un momento inolvidable.

Mi amor, sí quieres contar como ha sido todo esta noche o esperar unos días y os lo cuento, que después de tanto tiempo me siento desenganchada para escribir.

Carlónimo -

Caprichosa fantasía

Llegué a casa y encontré que mi amor esperaba a su enfermero ocasional para que la inyectara.

Atajó mi desacuerdo con una deliciosa sonrisa: ¡Tranquilo, amor mio! Quiero vivir una fantasía ¿No se te antoja ver que otro hombre me inyecta mis nalguitas bajo supervisión tuya?

Poco después llamaron a la puerta y entró el solícito enfermero esbozando una morbosa sonrisa que al principio me apabulló el ánimo y después me resultó ambivalente.

Sentí celos de que Anna le participara con toda esplendidez y naturalidad su precioso culito y que en mis narices dejara que aquel sujeto se lo tentara. Pero a la vez me calentó el erotismo de que una mujer tan sensual y bien dotada como Anna se recostara resignada plegándose al morboso sufrimiento intramuscular con un extraño que ciertamente a mí me envidiaba y a ella la deseaba.

Me excitó presenciar los sensuales preparativos, la imagen de Anna acostada con sus redondas nalguitas expuestas. La preparación de la jeringa, la desinfección, el diestro piquete, el súbito estremecimiento, los suaves lamentos, la tierna y erótica súplica, la cínica pose del enfermero manoseando el ardiente culo con los dedos apoyados en su nívea y frágil superficie.

Ruegos, quejas, reparos, los residuos del rojizo líquido impulsados por el cristalino émbolo. El prolongado lloriqueo final acompañando la parsimoniosa extracción de la aguja. La aplicación del algodón. El insolente cachondeo toscamente disfrazado de masaje. Las atrevidas expresiones “tranquilícese, afloje las nalguitas, preciosa” La jeringa vacía, la acerada y punzante aguja que por fin se desprende mostrando ensoberbecida su agudo vértice seguido por una menuda chispita de sangre.

Recibí de manos del enfermero la jeringa, el algodón con tres o cuatro motitas rojas, los papelillos de envoltura, la ampolleta descabezada.

El tipo abandona la recámara y se encamina a la salida. Antes de irse me observa con descaro imaginando la forma en que Anna y yo nos solazaremos. Por fin se despide con una frase algo picante: “Que disfrutéis el momento”.

Entré a la recámara, me liberé el rebosante pene y lo acoplé a la angosta raja insinuando la penetración anal. Mi amada gimió sugestivamente y extendió su mano hacia el buró para alcanzarme el lubricante.

Ansioso le apliqué el viscoso componente en el ano y más adentro para favorecer la adecuada relajación del esfínter rectal. Separé los sumisos cachetes y vulneré el minúsculo ojetito hasta gozar su confortable calor interno. Emprendí el acompasado roce, el feliz y arrebatador frotamiento aderezado con jadeos y gritos de euforia.

La caprichosa fantasía de Anna aunada a su belleza y su destreza para aderezar el coito y regular la tensión del esfínter rectal, nos llevó al placer supremo.

Un súbito portazo me alarmó de pronto, pero Anna permaneció impávida. De bruces, con la mejilla izquierda y las palmas de las manos apoyadas en la cama, suspiró y movió los hombros en señal de comprensión.

Le extraje el pene, me incorporé y me asomé a la ventana desde la cual pude ver al infame farmacéutico que apenas salía de casa y se alejaba plácidamente.

Anna me abrazó sonriente y se colgó de mi cuello diciendo: “Tranquilo, yo quise que nos observara. Las fantasías son así, cariño”.

http://www.youtube.com/watch?v=ndJYAzVE_88

Carlónimo -

Estimad@ navegante Anónim@ que te cruzas conmigo en medio del océano.

Como ves, me encuentro solo y al garete, razón por la cual escribo con la frecuencia y sobre los temas que me vienen en gana. Lo único que me mueve en esta etapa de enfriamiento es drenar los remanentes del grueso caudal que alimentó mi labor por más de 5 años ya que me resulta muy difícil interrumpirla súbitamente. Recojo tu petición y la atenderé si es que el tema rebulle de nuevo en mi cerebro. Gracias por dedicarme al menos 3 palabras.

Anónimo -

Escribe de Elisa

Carlónimo -

Para Elisa

Carlónimo, mi madre ha sido siempre así, no tienes por qué sorprenderte ¿acaso estás celoso? Tuvo un gran idilio con aquel médico, ya lo sabes. Pero si yo no me escandalizo del juego erótico y del romance que llevaron ¿Por qué tu sí? Ni siquiera la conocías entonces.

Después llegaste tú y te diste vuelo on ella. Nayeli, no me gusta que hables así en relación a tu madre. Pues Tranquilo entonces, así como disfrutó contigo disfrutó con Raúl, quien la hizo gozar como no te imaginas. Yo creo que con nadie ha disfrutado como con él en materia de inyecciones. Celebraban un ritual profano de alto rango.

Estando en casa se apartaban los dos sin disimular su apetencia encerrándose en la recámara de mi madre, donde pasaban horas. Yo siempre los espiaba. Entraban lentamente en su quimera; ella se acostaba boca abajo y él rondaba la cama admirándola mientras conversaban. La faldita de mi madre, por sí muy corta, con el movimiento corporal iba subiendo poco a poco y develando sus enloquecedores encantos corporales: la tersura de su piel, la delgadez tan estética y excitante de sus piernas, la contrastante vitalidad de sus nalgas que poco a poco se iban manifestando, tanto en suaves ondulaciones de la tela del vestido y de la pantaleta, como en sumisas lonchitas adheridas al borde inferior del elástico.

La conversación subía de tono, en sus ojos brillaba el deseo, se mostraban ansiosos, anhelantes. Contoneando el trasero y frotándose contra la cama Elisa se bajaba las pequeñas bragas hasta los muslos mostrando en todo su esplendor los excitantes bizcochos con que la naturaleza la ha dotado espléndidamente.

La conmovedora superficie erógena tiritaba por la inminencia del pinchazo. El resonante papel desprendido de la jeringa, el quiebre del cuello de la ampolleta, el alucinante aroma del alcohol y el roce de los dedos de Raúl, alertaban en ella los instintos y la depravación. La hacían gemir, temblar, gritar y suplicar que le procurara dolor, placer y amor.

La aguja perforaba, el pistón avanzaba, Elisa intercalaba insultos, delirios, alabanzas. El irracional momento la confundía y la llevaba al éxtasis.

Sujeta de los pelos, sometida a cachetazos, con la verga incrustada sin lubricante en el coño, gritaba de dolor, perversión y degradación, invocando a los duendes del nirvana. Apretaba con todas sus fuerzas el esfínter anal para apresar y torturar el salvaje salchichón de su amante, hasta que éste se desgañitaba de dolor y redoblaba el roce a toda costa. Hasta el desgarre y el sangrado del prepucio.

Hermanados en el martirio se abrazaban y se besaban con desesperación.

http://www.youtube.com/watch?v=wURpD1PIQwQ

Carlónimo -

Amada amante

Cumplidas las tres semanas pactadas para la entrega de mi doll, por fin la recibí. Qué emoción cuando llegaron cargando el voluminoso cajón y lo colocaron en medio de mi sala. El corazón me latía a cien millas por hora. Les arrebaté los papeles, firmé apresurado, les entregué una jugosa propina y los despedí casi a empujones. Después me tumbé en el sofá, emití un profundo suspiro, recordé los trámites desde el principio, la cantidad de fotos que proporcioné de mi amada modelo, los extensos cuestionarios que llené para describirla, la complicada selección de pruebas, la infinidad de detalles que hube de precisar. Me sentía extenuado pero ansioso.

Desprendí los sellos, desenclavé la tapa, retiré las capas protectoras y por fin pude ver el dulce rostro de mi amada que me sonreía agradecida. Era ella ¡lo juro! Me miraba como siempre con respeto y cariño. La expresión y el brillo de sus ojos me impresionaron. Parecía sorprendida, emocionada y complacida del esfuerzo con que la rescaté del prepotente destino. Yo sabía que ella me amaba pero su estado civil le impedía acceder a mis pretensiones. Por fin estaba conmigo, en mi casa, es decir, en nuestro hogar. Porque ella es la reina de mi vida, mi amor, mi consuelo, la maravillosa portadora de mis deseos.

La tomé en mis brazos, me tiré de espalda en la cama, me abrazó y besé su cuello, sentí la delicada dureza de sus senos y de sus pezones sobre mi pecho. Mi pene rebosante de hinchazón se talló contra su pubis. Le dije cosas íntimas y bonitas como tantas veces pensé hacerlo. Replegué lentamente su falda, la suavidad de su piel encendió mis ansiosas manos. Llevé el elástico de la panty hasta la cima de las nalgas. Hundí mi dedo central en la maleable y acogedora raja, la hurgué hasta llegar al estrecho coño. El lubricado conducto me permitió acceder y tallar a voluntad sus entrañas. Mi agitada respiración devino en violentos gemidos. Entonces me separé hasta hacerla reposar boca abajo sobre la cama, admiré sus respingados glúteos, dirigí mi henchido glande al recto y lo violenté impetuosamente. El ardiente jadeo acompañó el acompasado roce hasta desatar un torrencial orgasmo que celebramos con gritos, estrujones y descompuestas contorsiones corporales. Quedamos exhaustos.

Después la vestí con aquella falda estrechísima, entubada, color piñón, que previamente había escogido para ella. Complementé su atuendo con una vistosa blusa negra de seda ¡Se veía divina! Subimos al coche y la llevé a dar un paseo. Descendimos y nos sentamos a la vera del camino. Fue ahí donde le propuse al oído que celebráramos una romántica velada. Regreso a casa llevaba la falda subida hasta el tercio superior de los muslos. Quienes nos veían pasar la admiraban con mal disimulada lujuria. Me embebí acariciándola, manoseándola.

Una vez en casa nos desvestimos, conversamos, tomamos la copa y nos dijimos tantas cosas bellas en silencio, que terminamos salvajemente prendidos uno del otro. Se tumbó boca arriba, separó las piernas insinuante y me ofreció sus lubricados labios vaginales entre los cuales alojé por primera vez mi robusto pene. Vulneré el codiciado reducto a velocidad creciente. Los espasmos del placer me provocaron la más enérgica explosión que jamás hubiera imaginado.

Así transcurrieron nuestros días, semanas, meses. No hacía más que pensar en ella, procurarla, desearla y amarla. Una noche en la que estábamos listos para hacer el amor, sonó el timbre y al abrir la puerta me encontré con ella misma ¡No podía ser! Con mi doll pero de carne y hueso, con la preciosa Adriana, mi vecina a quien por años amé secretamente y que me indujo a reproducirla en látex.

Entró, se sentó a mi lado y me confesó. No puedo seguir así. Me ha invadido un deseo incontrolable de verte y de tenerte. He dejado a mi esposo, segura de que mi hogar está aquí contigo. Te amo y seré tuya desde hoy para siempre. Nos besamos y nos juramos amor eterno.

Con su réplica escondida en el closet, copulé y me entregué de por vida a ella. No obstante, en mis afiebradas noches de lujuria no dejé de pensar en la doll, quien a veces induce mis orgasmos. Por ello, sin traicionar a mi esposa, tengo ardientes aventurillas con la otra Adriana, que está escondida tras un falso muro en el desván de la casa.

http://www.youtube.com/watch?v=Te039cBtlOs

Carlónimo -

In the lonely ocean

I was remembering somo unforgettable moments.

When I said her: “You’re the most beautiful woman in the world… I have an uncontrollable desire to have you by my side for life, so I conceive no longer be without you”.

I confessed her what I could no longer be silent a moment longer: “I want to marry you before the end of this year”

She replied: “I confess that I too would like that we would have these meetings not only in vacations… We have understood very well each other, you treat me like a queen and definitely I would like to be at your side forever”

Finally she gave her decision: “I will be the happiest woman in the world when I say I’ll be happy to spend the rest of my days with him”

http://www.youtube.com/watch?v=97_TbMmtXmU

Carlónimo -

Lovers forever

We were not celebrating anything but we decided to go dinner at the romantic restaurant of our memories in the Salamanca district. Anna wore a beautiful cocktail dress that highlighted her feminine curved shapes. While she was very close to me her beauty carried me to a heavenly dimension. We told how much we love each other.

After dinner we took a room in a luxury hotel in Gran Vía. Nudes and sitting on the bed we began a long talk about our love from the happy day when we met. Excitement, tenderness and desire were present throughout our conference.

The splendor of our morbid desires also came up. I told Anna that while injecting her or see that other people do, I came to sexual arousal. And that only macking love to her could satisfy my sexual desires. She in turn told me that was obsessed with injecting and spanking my ass, make me suffer pain, schame, submit me sexually. But she also acknowledged that nothing excited her more than feeling herself in my arms, subjected sexually.

After, we played to be doctors. We applied extremely painful injections each other. We examined our genitals and of course each of us ended up having sex with the doctor. Dr. Anna received vaginal and anal sex, while Dr. Carlónimo received oral sex.

We took a shower together so made love under the rain too. I carried Anna in my arms she hugged me with her legs and put my cock in her pussy. Seeing water slid down the face of my beloved spanish my cock shot his cum. Anna screamed and shuddered. Her sobs and kisses made me twist of pleasure.

Carlónimo -

One day after

The next day I had to inject Anna. After a nice walk around the park “El Retiro”, we went to the pharmacy to buy the medicine and syringe. My wife looked beautiful with a very short white skirt fitted. When we reached our home I asked Anna if she was ready to be injected. She replied with a sigh and said: I’m always ready to share my sexuality with you, dear.

We turn to the bedroom, Anna sat on the bed, I unpacked the syringe, then stuck the needle into the rubber medicine bottle and I noticed the watchfull supervision of my beautiful patient who told me at the time: I love that you inject me lying down on your knees, Carlónimo.

Syringe in hand I sat on the bed and invited Anna to lie down on my lap. She lifted her dress splendidly, lowered her panties to her thighs and climbed slowly leaving me to enjoy the sight of her buttocks ready to be punched. Her butts are pale and fluffy with three moles on her left cheek: two small round, and a bigger one elongated.

Anna is a delightful woman and she likes to excite me. So she started complaining sensually when I disinfected her right cheek. Her buttocks trembled deliciously. I pointed the syringe into the selected site for the puncture, Anna shivered and remained expectantly. The instant I was going to stab the needle in the buttocks, my cell phone rang and I had to interrupt the puncture. The call came from my company office in Santander and informed me about some imported goods that were coming at that time from Poland.

So Anna was separated from my lap and I stood up to go to my desk to check the number of remittances. Anna put her panties, lowered her skirt and walked behind me expectantly. The call was too long and I began to worry that the medicine was crystallizing into the syringe. Anna looked at me with concern and then someone flipped the doorbell. Our friends Almudena and Julio came in smiling but they were astonished to see me with a syringe in hand.

Almudena understood the problem. She took the syringe, pulled Anna to lie down on the couch. Abruptly lifted her skirt, pulled down her panties, and ordered Julio to inject my beautiful wife who was lying very sensual with her lovely buttocks fully exposed.

Jealous but of course excited, I watched Julio disinfect the right cheek of my precious Anna, stab the needle and seat on the couch next to her very quiet to push the plunger slowly. Meanwhile, he continued to admire the delicious buttocks of my wife who delighted us further with an exciting and prolonged pain complaint. The final massage Julio gave my lovely Anna was too long. I sensed the trouble he was causing to my wife who abruptly stood up and covered her buttocks.

That night when we went to bed Anna asked me to put warm compresses on her buttocks as she felt pain in them. I put my wife lying on my knees and as I applied compresses asked her to tell me if Julio had made her angry. My lovely Anna replied: Julio is a person in whom we can trust but he can feel excitement as anyone else. Julio lost some control of his person but nothing serious happened. I don’t regret having given him an unforgettable view of my ass. I hope you’re not angry my dear.

I realized that my precious Anna was right. I took advantage of the incident to weigh the highlights oy my beloved Spanish. I undressed her slowly, kissed her lips with true delight and stuck my penis in her vagina. We shuddered and burst an extraordinary orgasm.

Carlónimo -

Estoy solo y en “Fantasy Island” así que me doy gusto. Aquello que te emociona, evocas constantemente y lo disfrutas una y otra vez, no puede ser irreal.

A visit to the doctor's office

Anna and I decided to visit the doctor’s office. She had not been feeling well. Anna was wearing a very cute and thin pleated skirt that clung to her body sensually. We sat down on one of the benches in the waiting room. I put my arm around Anna's shoulders and she rested her hand on my leg. While discussing whether or not demand the attention of a woman doctor, I massaged her shoulder a bit, consciously pausing briefly to feel her bra strap. After a bit, I moved my hand slightly to stroke her neck softly, running my fingers into her hair. Her fingers were lightly tracing small patterns on my leg.

Anna nonchalantly crossed her legs. As looked at her thighs I could not help but admire the sight and so did other men who were sitting in front of her. I understood the excitement that made them my precious Anna. I pretended not to notice the fact and let them enjoy the highlights of my wife. Her fleshy and shapely legs caused, even to me, a great excitement.The scene somehow created an aura of sexuality surrounding Anna and I. The moment had a satisfying glow of happiness for both of us. Suddenly Anna said: I hope the doctor does not try to inject me. I only wish that you inject me being lying on your knees. Then I said: You wouldn't want me to have to hold you over my knees in order for the nurse to give you the shot.

Finally, we were called into the exam room. Anna sat on the table while the nurse took her blood pressure. The look on Anna's face left me in no doubt that she was still fretting over what was to come. The doctor made his entrance. Anna referred him her troubles. He ordered the nurse to give her an influenza vaccine and left the room. The nurse too left the room briefly and returned with the hypodermic needle. Then she turned and looked at me. “Perhaps would like to wait outside while your wife gets her shot?” With just a hint of annoyance, Anna was the one to respond. "He's my husband. You think he'll see something he never saw before? Besides he wouldn't leave anyway. We go to a doctor together, as a family."

The nurse made no comment. Instead, now resigned to my presence, she simply turned to Anna: "Stand up now, lift up your skirt, put your panties down and lay down on the bed". Without saying a word Anna stood up and did as the nurse told her. Her wonderful butt was directly in my direction. What a nice perspective, I thought. Her buttocks are large, pale, very appetizing. By then I was very excited.

The nurse disinfected her left cheek and asked her to relax her butt. She put the needle into the wonderful cheek of my beautiful Anna and she screamed: Auch, this hurts me so much! Please stop I cannot bear it any more. But the nurse did not stop. Deeper and deeper the needle went into the butt. Anna trembled with pain and begged: Ah! please stop, it burns so much! She was trembling, could not stand still, but the nurse did not interrupt injecting the terribly burning medicine. On the contrary, she shouted to me: Hold your wife please!

I was amazed about the whole situation. I really enjoyed to hold my crying Anna down. The nurse finished the injection. My dear Anna got more calm. I wished away the tears in her face. Although time seemed to stop for me, the moment soon passed. The nurse took the waistband of her panties and covered my wife’s beautiful ass. Then she backed away. Anna stood up straight and smoothed her skirt back down. She then rubbed her bottom just a little with her hand and said: Really it hurt me a lot, Carlónimo. I'm glad that's over.

When we got home I was very excited. I was only thinking at the time that the nurse commanded: Lift up your skirt and your panties down. Lie face down on the bed. I hugged my dear Anna, undressed her. I placed her in doggy pose, and penetrated her vagina with my phallus. We made love several times… intensely. We ended up screaming our respective names each other.

Carlónimo -

En la intrincada estructura mental proclive al fetiche de las inyecciones gravitan, creo yo, algunas circunstancias que cualquiera de nosotros pudo haber vivido en la infancia, las cuales me invitan a reflexionar.

Estoy convencido de que el acto mismo de inyectar nos despierta una serie de fijaciones de corte sádico-masoquista que tienen que ver, por una parte, con la aceptación del tormento, del dolor, del sufrimiento y, por otra, del dominio, la flagelación, el abuso y el sometimiento.

El flagelador y el flagelado sin decirlo abiertamente pactan, acuerdan una acción de intimidad rebosante de erotismo, en beneficio suyo y de los demás implicados por el simple hecho de conocer o presenciar la aplicación.

En mis recuerdos más antiguos descollan escenas donde una mujer adulta (no sé si tía vecina o amiga de la familia) desdeñando mi presencia por ser tan sólo un niño o bien instigada por su propio placer y descaro, cargaba frente a mi la jeringa, la entregaba a su asistente, se alzaba el vestido, retraía con generosidad su panty y se acostaba tan campante con el soberbio culazo (grande, hermoso, rebosante) en completa pompa, para protagonizar un verdadero espectáculo: recomendando, arengando, regañando, sufriendo, insultando, conjurando el dolor, gimiendo, e invocando cuanta cosa le viniera en gana.

¿Nunca pensó esa mujer en los efectos que pudiera tener aquella tremenda carga erótica que estaba propiciando y manipulando enfrente de mí? ¿No consideró que me calentaría admirando sus encantos corporales y morboseando acerca de su actitud y sufrimiento?

Me parecía desmesurado que una mujer adulta armara tremendo barullo al ser inyectada, cuando a nosotros los niños nos pedía tajantemente que nos aguantáramos. Aquella deliciosa mujer se quejaba sin reparos, lloraba, pataleaba, agredía a su verdugo, de alguna manera su cómplice. Su ambivalente posición en torno de las jeringas me convenció de que, en realidad, realizaba una actuación suprema al ser inyectada y que su motivación era nada menos que el morbo y el deseo carnal.

Siempre pensé que había señales, signos y entendimientos placenteros no verbales entre las “verdugo” y sus “víctimas”. Era todo un espectáculo escuchar aquellas frases protocolarias de las mujeres: Me toca mi inyección, van a venir a inyectarme, me están inyectando, son muy dolorosas, qué horror, piensa en otra cosa, ponte flojita, me la pones despacito, acuéstate, pobres de mis nalguitas, espero que tengas buena mano, no me hagas sufrir mucho, acuéstate, de qué lado prefieres que te la ponga, va el piquete… No, no…

Aparentes reparos que a la postre no lo eran. Esos ardientes escenarios nunca llevaron a la cancelación de la aplicación. Entre gritos, alaridos, pataletas, reclamos, invocaciones, la puntillosa aguja siempre terminaba clavada en el soberbio glúteo, lo invadía con la ardiente sustancia. Las nalgas pelonas, ondulantes, me impactaban por sus dimensiones, su blancura, su realismo y su descaro para exhibirse.

En mi mente infantil no cabía el concepto de perversión, no pensaba en ella aunque en realidad la estuviera practicando. Me bastaba saber que me calentaban las inyecciones. Con sólo ver y, mejor aún, hurgar en aquella cajita plateada medio flameada, recordaba a la excitante mujer inyectada, me sentía embelesado, entraba en un terrible brete.

Intuia que las inyecciones están motivadas por un acordado sufrimiento placentero, compartido, deseado, pues así me lo mostraban las circunstancias ¿A qué lleva todo ese “glamur” de la carga de la jeringa, el sosegado y cachondo acomodo de la “víctima” en la cama, las palmaditas en los nerviosos glúteos, la minuciosa búsqueda del sitio, los sensuales grititos, protestas y estremecimientos?

Los frecuentes anuncios: Ahora sí… ya va, prepárate.

Las sensuales recomendaciones: Quietecita mi amor, no aprietes.

La espléndida exhibición de unas tersas y bien abastecidas nalgas que se contonean de dolor y sin duda también de pasión.

Las demostraciones exageradas, a veces grotescas con que la “víctima” implora piedad: Ay no, mejor sáaacamela.

Pero entroniza a la vez el sadismo: Me duele muchísimo pero no te detengas, termina yaaaaaaaa.

La admiración: ¿Te encanta verme sufrir, verdaaad?

La complicidad: Qué haría sin tiiiii, me inyectaste supremo.

El placer y el sexo: No sabes… me siento como agua para chocolate.

La víctima desborda calentura. Se hace acompañar y contemplar para saciar el morbo, el deseo y la perversión, tanto la propia como la ajena.

Con las impresionantes nalgas al aire, aquella frondosa dama de mi enfancia vociferaba, se regodeaba del espectáculo en el que era la estrella consumada.

Me devaluaba como niño al considerarme insensible, incapaz de percibir el sadismo-masoquismo con que se conducía en el terreno de las inyecciones.

Concluyo pues que, quienes inyectan, de alguna manera desbordan su misticismo-fetichismo al asustar, amenazar, dominar, perforar, causar dolor a la horrorizada víctima. Y son atributos de ésta: plegarse, humillarse, aceptar el sufrimiento, pedirlo a gritos, dejarse, entregarse, incitar la pasión, disfrutar el flagelo, impresionar, escandalizar, excitar, causar envidia, deseo, saberse admirada, idolatrada, suspirada, anhelada.

Carlónimo -

Este lo escribo para mí, desde el solitario océano.

Hace tiempo que la chica no entraba a mi farmacia. Llegó esta tarde y la ví un poco inquieta, como si algo le doliera o le preocupara.

De su bolso extrajo una antigua receta médica y me preguntó: ¿para qué sirve este compuesto?

El Flugenol, señorita, es un antiespasmódico a base de sodio contra los dolores musculares producidos por la insolación.

Se quedó en silencio, recordando.

Guardó la receta, dio media vuelta y se dirigió a la puerta.

Pero antes de salir se detuvo titubeante.

¿Le puedo servir en algo más, señorita, quiere surtir la receta?

Mmmm… no…

Bueno… sí pero…

¿Quiere que yo se la aplique?

Me miró con esos ojos tan majos que la distinguen.

Tratando de darle confianza le recordé que en una ocasión la había inyectado.

Mi comentario pareció no importarle. Me miró inexpresiva, apretó los labios, después los ojos como refrescándolos.

Volvió a mirarme y añadió: Bueno, pues sí. Ayer “el sol me hizo un poco de daño” y esta medicina me ha resultado efectiva al menos una vez… O habrán sido las circunstancias, no lo sé…

Inyéctame…

Tomé el medicamento y la invité a pasar al consultorio.

Desempaqué la jeringa, pinché la goma, extraje el émbolo hasta completar la ambarina carga. Eliminé los residuos de aire, preparé el hisopo y me dirigí al camastro donde ya estaba acostada.

¡Sensualísima! Tenía la falda subida y las bragas deslizadas hasta la mitad del culo. Cómo me excita esa chica, entre otras razones por su serenidad para recibir las inyecciones; no dudo que sufra y que le invadan los nervios, pero tiene un control magnífico de sus emociones.

Hinqué el dedo un par de veces en sus exquisitas nalgas que ni por asomo se tensaron.

Lucían como las ví en aquella primera ocasión que las pinché: mullidas, firmes, blancas, respingadas, deliciosas… Pero esta vez se me revelaron un poco más estrechas.

Aprecié que en general la preciosa chica, sin demérito de su belleza, estaba más delgada. No obstante, la abreviación de sus formas la hacía ver aún más tierna, sensual, elegante, encantadora.

Estando por clavar la aguja le oí decir en voz casi imperceptible, como si soñara: “¡Aquí, mi vida, justo aquí te pido que me inyectes!”

Me quedé perplejo y aparenté no haber oído nada.

Perforé el cachete haciéndolo vibrar. La aguja corrió suavemente hasta desaparecer y hendir el punto de apoyo. Con la jeringa en posición, succioné comprobando no haber invadido un vaso sanguíneo.

Mientras la sustancia se iba alojando en el glúteo la encantadora mujercita en actitud sumisa disfrutaba su entelequia. No dejó de musitar un nombre masculino que tal vez le hacía recordar un momento análogo.

Culminó su ensoñación diciendo: “me ha gustado mucho que lo hicieras en esa posición, me gusta estar sobre tus piernas mientras me inyectas”.

Guardé un respetuoso silencio en tanto le masajeaba el doliente culo.

Tras un insondable suspiro permaneció inmóvil, perfectamente relajada, con la respiración muy fina, espaciosa, acompasada.

Me embebí en la contemplación de su erótica actitud… y de su belleza.

Después, le subí como pude la panty, bajé la faldita cubríendo sus excitantes nalgas, y coloqué una frazada sobre sus piernas para calentarlas.

Salí de la habitación en silencio, dejándola sumida en un profundo sueño, para que se repusiera y descansara.

Carlónimo -

Hace poco vi una película mexicana de la llamada época de oro cuya temática me resulta incitante.

http://www.youtube.com/watch?v=P1aUgS2pUas

Se titula “Isla para dos” y trata de un hombre ya maduro dedicado al arte que decide “desintoxicarse” de su problemática conyugal refufugiándose al efecto en un tranquilo hotel enclavado en las montañas al cual, por azares del destino, acude también una atractiva joven que quiere encontrarse consigo misma.

Se encuentran los dos en circunstancias inmejorables para entablar una sensualísima relación morbosamente vigilada por la dueña del hotel, lo que contribuye a profundizar el vínculo. La matrona interactua con eficiencia para animar el singular romance.

Los protagonistas se gustan uno al otro, deciden pasear juntos y una torrencial tormenta los obliga a refugiarse en una cabaña abandonada donde pasan la noche y consolidan una ardiente intimidad que ya venían alimentando.

El guión en su sencillez es bueno y sólo le falta, en mi opinión, el tórrido ingrediente de las inyecciones, de manera que contribuyo gustoso a perfeccionar el relato y acrecentar su erotismo.

Al término del tercer día, después de haber cenado juntos, Mariana se disculpa y se dirige a su habitación, en tanto que Miguel la admira de lejos sintiéndola por fin suya, recordando embelesado las ardientes escenas de amor que la noche anterior, teniéndola desnuda en sus brazos, protagonizó con ella.

La lujuriosa comadrona quebranta en ese momento su arrobamiento para avisarle que estará un momento fuera, ocupada, porque… “No está usted para saberlo ni yo para contarlo pero la señorita, su amiga, me pidió que después de la cena pase a su habitación a inyectarla…” Parece que la tormenta de ayer le causó algunos quebrantos.

A Miguel, como es lógico, se le avivaron los sentidos y fue tras ellos para merodear el lugar de los hechos. Su chismosa anfitriona al entrar y ver a la joven desenfadadamente acostada boca abajo con el camisón a la cintura, abrió una rendija en la ventana para que el calenturiento amante pudiera espiar y disfrutar la escena.

Con los ojos desorbitados vé la minúscula panty resbalar lentamente descubriendo unos glúteos blanquísimos, redondos, erguidos, carnosos, que le son conocidos, se estremecen al ser desinfectados y se enjutan al sufrir el violento pinchazo. El dolor lleva a la joven a separar los muslos, emitir sentidas quejas y elevar las pantorrillas en la medida que el émbolo avanza y hasta que alcanza el fondo.

Mariana se pliega finalmente a disfrutar el masaje que marca sensuales hoyuelos en su vulnerado cachete.
Miguel está desesperado porque quiere desahogar su calentura. Aguarda impaciente hasta que la matrona nalguea con cariño a Mariana, da media vuelta y sale del cuarto. Al ver a Miguel le guiña el ojo, lo toma del brazo y se lo lleva hasta el restaurante donde lo insta a que se tranquilice convenciéndolo de que debe esperar para que Mariana no descubra el espionaje.

¿Mientras tanto? Pregunta el acalorado Miguel. Mientras tanto te aguantas corazón para no echar a perder las cosas. Si quieres yo te apago de momento el fuego. Minutos después, tumbado sobre la cama el excitado amante recibe estremecedoras chupadas que la matrona le practica succionando, lamiendo y mordisqeando su colosal tolete. Miguel se returce, jadea, empina a la mujer, la penetra y viéndola ofrecerle con desesperación sus nalgas, le dispara hasta cinco viscosos proyectiles que se incrustan en la espléndida vagina.

Después de haber consentido el erótico espionaje del que se percató y fue objeto, Mariana entró en depresión pues esperaba que Miguel la buscara y apagara los terribles fuegos que la tórrida escena de la inyección les había destadado a ambos. Pero al verlo entrar en la habitación de la matrona, tras haberlos espiado y confirmado que cicieron el amor, arregló sus cosas y se retiró del hotel subrepticiamente. El angustiado Miguel lloraría su ausencia.

Carlónimo -

Maruquita y Luis conformaron una preciosa pareja: Ambos de muy buen ver. Guapo, joven y fornido él. Apuesta, madura, de facciones finas, ella. Cuerpo rebosante, atrayentes curvas femeninas descolladas por un vistoso y atrevido atuendo.

Aquella mañana, saliendo de la alberca caminaron abrazados hasta los vestidores. Antes de entrar se anidaron en un recodo. De frente uno al otro, él la rodeó por la cintura y la besó. Se abrazaron, gimieron y se contorsionaron de excitación. Después se miraron sonrientes. Las manos de Luis descendieron hasta los redondos glúteos apenas cubiertos por la minúscula tanga. Oprimiendo aquellos trémulos bombones hizo recordar a su amada: Hoy te toca tu inyección de multivitamínicos, preciosa Maru. ¿Cómo lo voy a olvidar? Respondió ella. Por el momento no hay nadie en mi casa, vamos allá para que me la pongas.

Pasaron a comprar una jeringa de aguja larga con capacidad de 5 mililitros. Al ver el imponente instrumento la atractiva Maruquita exclamó ¡Me va a doler mucho, cariño! Luis la besó y el farmacéutico, al imaginarla acostada con el estupendo culo descubierto, abrió muy grandes los ojos y emitió un profundo suspiro. Al salir la despampanante mujer del establecimiento el empleado no le quitó la vista del espléndido trasero, apenas cubierto por una escuálida faldita blanca.

Llegaron a la casa y pasaron a la recámara muy excitados. Estaban tan calientes que se trenzaron al pie de la cama en un faje desesperado. Luis metió sus manos por debajo de la falda de su amada, cogió la panty y la hizo descender hasta los muslos. Las bien abastecidas nalgas saltaron blancas, majestuosas, tersas y se estremecieron al estímulo de las descompuestas caricias y apretujones que les prodigaba el descontrolado amante quien, sin poder esperar un instante más, se sacó la verga, aventó de bruces a su amada sobre la cama, se precipitó sobre ella, le buscó la entrada vaginal y la traspasó con su enorme y tieso falo. Entre jadeos y gritos acompasados, la delirante refriega los convulsionó disipados en un rabioso intercambio de exhalaciones genitales.

Habiendo saciado su furia permanecieron inmóviles, trabados, aún rugiendo de placer y de mutua exaltación.
Tras el primer acto, deseoso de restablecer la acción, el soliviantado amante se incorporó y fue a buscar la jeringa para inyectar a Maru, quien permanecía tumbada medio boca abajo medio de costado, con la precaria faldita alzada y las insignificantes bragas enroscadas en los muslos. Sus nalgas incitaban a tal grado la lujuria, que Luis le pidió: Quédate así como estás, mi vida, quiero pincharte en esa pose tan sugerente ¡Te ves entera… Divina!

La libidinosa Maruquita le contestó ¡pínchame la cola como te plazca, mi rey, lo importante es calentarte y que me hagas disfrutar como una loca! Permaneció tranquila viendo cómo su amado cargaba la jeringa, empapaba el algodón y se aproximaba con el imponente instrumento al aire. Al sentir que Luis le desinfectaba la nalga, cerró los ojos diciéndo ¡No quiero ver, no quiero, no mi amor…! En el preciso instante que la aguja perforó el mullido y terso cachete haciéndolo brincar de dolor y marcando el sensual hoyuelo, la chica gritó ¡Aaaayyy, mi vida! Entonces se abrió la puerta de la recámara y apareció, con rostro demudado, el celoso marido de Maruquita.

De momento ninguno de los hombres acertó a decir nada. El cornudo marido guardó un precavido silencio y el doctor se quedó expectante. Fue la audaz Maruquita quien intervino reclamando a su esposo por haber entrado sin anunciarse. Pidió al médico que no se distrajera pues la entrada del líquido le dolía mucho. Compuso su figura lo más que pudo cerrando el compás de las piernas y colocándose modosita en la pose clásica.

Entre quejas y reclamos de la singular paciente los tres disfrutaron la erótica escena ¡Ay no, Ay no, despacito doctor, se lo suplico! Las robustas nalgas se estremecían cachondas y eran, por mucho, el centro de atención para los dos varones los cuáles no sabían qué hacer ni les importaba nada. Sólo tenían ojos para su amada.

El médico retiró lentamente la aguja la cual formó el sensual pellizquito en el glúteo, disipado el cual dio salida a una espesa gota de sangre que Luis recogió de inmediato con el hisopo. En ese momento Maruca le ordenó: “¡Entregue el algodón a mi marido, él es quien tiene el derecho de masajearme las nalgas! Lo espero a usted mañana para inyectarme. Adiós y muchas gracias.

Ante tal demostración de carácter, el médico tomó sus cosas y se retiró muy serio. El marido, consolado en parte por el reconocimiento de sus privilegios, se sentó al lado de su mujer y le estuvo masajeando el trasero a placer. Pero rumiaba su molestia por el hecho de que Luis la fuera a inyectar de nuevo. No se atrevió a decir nada.

Carlónimo -

Los irresistibles encantos de Maruquita

El molesto incidente afectó el ánimo de Maruquita quien después de haber tenido serias dificultades para explicar a su hija y a su marido lo ocurrido, se percató de que había sido un rotundo yerro revelar la aventura que se forjó a voluntad con el atractivo estudiante de medicina quien, desde ese día dejó de ser su yerno para convertirse en su ferviente admirador.

Los frecuentes encuentros “ocasionales” convencieron a Maruquita de que sus encantos tenían embelesado al joven cuyas insinuaciones fueron una y otra vez rechazadas por la pretendida quien ¡eso sí! no perdía la oportunidad de estimularlo con su belleza, sus atrevidos atuendos y haciéndole cachondas revelaciones: “¿Cómo quieres que te tenga confianza, mi rey, si en un descuido abusaste de mi ingenuidad. Me pusiste en cuatro patas, me encueraste todita y terminaste haciéndome tuuyaaaa…”.

En un encuentro “casual” que tuvieron en el parque, mientras ella culminaba una tanda de abdominales, el ajustadísimo traje deportivo revelaba con cada empinamiento los sortilegios de su abundante trasero. Concluida la rutina, Maruquita respiró profundo, miró a su amigo y le dijo. Por cierto, Luis, quiero pedirte un consejo como médico que eres. Fíjate que me he sentido muy inflamada del vientre. El muchacho la miró muy serio y contestó: Mi querida Maruquita, para poder opinar requeriría auscultarte primero ¡Claro que sí! dijo ella ¡No hay problema! ¿Por qué no vamos ahora mismo a mi casa y me revisas, porque ya no aguanto la molestia.

Minutos después entraron al domicilio y se encerraron en la recámara de Maruquita que tan sensuales recuerdos les traía a los dos. Sin preámbulos, ella se tiró en la cama, Luis le descubrió el vientre y lo palpó a lo largo y a lo ancho. Concentró después su atención en la parte baja, deslizó el pantalón y la panty hasta el inicio de la zona púbica donde apoyó su mano izquierda y palmeó en ella con la derecha para apreciar la resonancia. Se quedó un momento pensativo, luego pidió a la paciente que se diera vuelta, le retrajo la ropa hasta medio culo y siguió palpándole la baja espalda y el inicio de los espléndidos glúteos donde apoyó con firmeza una mano en cada nalga, y dio algunos apretones que hicieron a Maruca gritar de dolor ¡Ay no Luis, por favor, me duele mucho!

Entonces el médico le pidió darse vuelta y dejándola como estaba con el vello púbico parcialmente descubierto le explicó que tenía los intestinos congestionados, que padecía una fuerte indigestión y que necesitaba aplicarse un enema químico. Anotó en un papelito el nombre del compuesto y le recomendó ir a una clínica para que se lo aplicaran pues tenía que ponérselo por tramos y en profundidad, dependiendo de las reacciones que fuera teniendo. La encantadora y coqueta Maruquita lo paró en seco diciéndole: ¡Pues ya está, me lo aplicas tú, bandido! Deja de actuar como si no me conocieras pues ya me has visto y me has tenido para ti completa.

Dicho esto, llamaron a la farmacia para pedir el medicamento y obtenido éste se encerraron otra vez en la habitación donde Luis colocó una enorme toalla de baño sobre la cama, le pidió a Maruquita desnudarse y acostarse en decúbito izquierdo. Ella, sin chistar, se quitó toda la ropa y ya desnudita se condujo con su amigo de manera tan desinhibida que parecía su mujer, comprobando así la vigencia de su deseo y el origen de su resonado devaneo.

Teniendo las espectaculares nalgas de Maruquita -blancas, mullidas, redondas- empinadas de costado, a su entero solaz y disposición, el médico se quedó petrificado, sufrió un súbito aceleramiento cardíaco, se sentó en el borde de la cama, desempacó el compuesto químico, cargó la canulilla y posó su mano izquierda en el moflete superior de la adorable paciente quien de inmediato le preguntó ¿me va a doler mucho, doctor? Para nada, mi amor, contestó el médico. Pero te vas a portar muy bien obedeciendo todas mis indicaciones.

Afloja muy bien el culito, a ver, así suavecito, le decía mientras frotaba con la yema de su dedo el menudo remolinito rectal que al estímulo se erizaba. Coopera conmigo en la distención, hermosa, te voy a poner un poquito de lubricante, lo vas a sentir frío… Así, suavecita vamos muy bien. Ahora te voy a insertar la cánula ¡Abre la colita, muy bien, separa las nalguitas, eso es, ya casi…!

Distanciándole uno del otro los carnosos y pálidos mofletes, le terminó de empujar la cánula que no medía más de 5 centímetros y llegando al tope le dijo: Vas a sentir la medicina en tu culito. Haz como si trataras de expulsarla, eso te expande el recto y la sustancia penetra. A ver, ahí va ¿la sientes? Sí, ya la siento. Bueno ¡empuja, como si quisieras sacar la manguera, fuerte, empuja! ¿Sientes que la sustancia corre? ¡Sí, cada vez que hago fuerza la siento más adentro!

Excelente, vamos Maru empuja y me avisas cuando sientas el avance. Empuja. Ya avanzó. Empuja. Sigue entrando. Empuja. Ya corrió. Empuja. Espera Luis, siento que cada vez avanza menos, por más que empujo… A ver, preciosa, descansamos un momento. Después de unos instantes ¡Vamos otra vez Maruquita, empuja! Ya, pero no siento que avance. De nuevo, empuja. No Luis, ya no puedo, me parece que tengo atorada la sustancia y que se me va a salir. No, Maru, espera, tranquila, te voy a sacar la cánula y de inmediato aprietas las nalguitas para retener el líquido.

La manguerilla inició un suave movimiento retráctil y la paciente advertía ¡Luis, espera, no la saques porque siento que la sustancia se me sale en chisguete, espera! Tranquila encanto, escúchame bien: Cuando saque la canulilla te voy a insertar mi dedo y así evitamos perder la sustancia. Pero tú aprieta el culito con todas tus fuerzas.

La encantadora Maruquita contrajo los glúteos con fuerza por lo cual la salida de la manguera le resultó dramática ¡Ay Luis, me duele mucho, ya no aguanto! En el momento de mayor molestia la manguerilla salió por fin completa. Se produjo un leve chisguete. El dedo de Luis penetró como tapón. Ahora sí Maru, trata de expulsar mi dedo ¡empuja! No puedo, no puedo hacer que penetre la sustancia, me siento agotada por el esfuerzo.

Tras haber ensayado masajes y golpecitos en la cintura para hacer que la sustancia avanzara, pero no habiendo tenido éxito. Luis comentó a Maruquita lo siguiente: Sólo hay una forma de hacer que el líquido avance. Tendría que penétrate la colita con mi pene. Al distender el tracto rectal la sustancia llegará en automático a la zona donde debe actuar y remediar el congestionamiento ¿Me autorizas a hacerlo?

La escultural Maruquita cerró sus verdes ojos, suspiró profundo y respingando las nalguitas contestó emocionada: Pues… qué delicioso remedio, méteme el pito que no será la primera vez que lo haces. Pero despacio por favor, mi vida. Sin retirar su dedo del ano de Maruquita, Luis se retrajo la ropa como pudo, se liberó el enorme pene que ya tenía en erección plena, lo embarró con una buena cantidad de lubricante, se acostó emulando la pose detrás de su frondosa amada, se sujetó la pichancha para direccionarla, comenzó a retirar el dedo poco a poco sin dejar de atender las eróticas quejas y jadeos con que su compañera lo prevenía y lo estimulaba, hasta que, en un momento decisivo, destapó el estrecho coñito y antes de que éste se contrajera le embutió de un jalón el cabezudo glande, lo cual arrancó a Maruca un descompuesto grito de placentero dolor y un pertinaz bamboleo de las nalgas en un instante de indescritible voluptuosidad, hasta que el duro pene se fue deslizando lentamente y alcanzó la máxima profundidad.

Llegados a ese punto, los amantes se fugaron al paraíso de sus más recónditas apetencias espirituales y carnales. Luis la abrazaba con desesperación y Maruquita, en una gigantesca implosión se retorcía de gozo. Sumidos en el más complejo escenario, en la erótica circunstancia de ser adúlteros reincidentes, seguros de su amor y enloquecidos de pasión, copularon hasta la ignominia.

Ese día despertaron a una realidad inconfesable, se sintieron predestinados el uno para el otro. Debían a toda costa rescatar sus vidas, lo cual no sería fácil. Se siguieron frecuentando a escondidas en la intimidad, disfrutando sus fetiches, sabiendo cada uno que por fin había encontrado a su media naranja y que estaban obligados a oficializar su relación, pues querían compartir su vida.
http://www.youtube.com/watch?v=cpMAgC1z-TU

Carlónimo -

Los irresistibles encantos de Maruquita

El molesto incidente afectó el ánimo de Maruquita quien después de haber tenido serias dificultades para explicar a su hija y a su marido lo ocurrido, se percató de que había sido un rotundo yerro revelar la aventura que se forjó a voluntad con el atractivo estudiante de medicina quien, desde ese día dejó de ser su yerno para convertirse en su ferviente admirador.

Los frecuentes encuentros “ocasionales” convencieron a Maruquita de que sus encantos tenían embelesado al joven cuyas insinuaciones fueron una y otra vez rechazadas por la pretendida quien ¡eso sí! no perdía la oportunidad de estimularlo con su belleza, sus atrevidos atuendos y haciéndole cachondas revelaciones: “¿Cómo quieres que te tenga confianza, mi rey, si en un descuido abusaste de mi ingenuidad. Me pusiste en cuatro patas, me encueraste todita y terminaste haciéndome tuuyaaaa…”.

En un encuentro “casual” que tuvieron en el parque, mientras ella culminaba una tanda de abdominales, el ajustadísimo traje deportivo revelaba con cada empinamiento los sortilegios de su abundante trasero. Concluida la rutina, Maruquita respiró profundo, miró a su amigo y le dijo. Por cierto, Luis, quiero pedirte un consejo como médico que eres. Fíjate que me he sentido muy inflamada del vientre. El muchacho la miró muy serio y contestó: Mi querida Maruquita, para poder opinar requeriría auscultarte primero ¡Claro que sí! dijo ella ¡No hay problema! ¿Por qué no vamos ahora mismo a mi casa y me revisas, porque ya no aguanto la molestia.

Minutos después entraron al domicilio y se encerraron en la recámara de Maruquita que tan sensuales recuerdos les traía a los dos. Sin preámbulos, ella se tiró en la cama, Luis le descubrió el vientre y lo palpó a lo largo y a lo ancho. Concentró después su atención en la parte baja, deslizó el pantalón y la panty hasta el inicio de la zona púbica donde apoyó su mano izquierda y palmeó en ella con la derecha para apreciar la resonancia. Se quedó un momento pensativo, luego pidió a la paciente que se diera vuelta, le retrajo la ropa hasta medio culo y siguió palpándole la baja espalda y el inicio de los espléndidos glúteos donde apoyó con firmeza una mano en cada nalga, y dio algunos apretones que hicieron a Maruca gritar de dolor ¡Ay no Luis, por favor, me duele mucho!

Entonces el médico le pidió darse vuelta y dejándola como estaba con el vello púbico parcialmente descubierto le explicó que tenía los intestinos congestionados, que padecía una fuerte indigestión y que necesitaba aplicarse un enema químico. Anotó en un papelito el nombre del compuesto y le recomendó ir a una clínica para que se lo aplicaran pues tenía que ponérselo por tramos y en profundidad, dependiendo de las reacciones que fuera teniendo. La encantadora y coqueta Maruquita lo paró en seco diciéndole: ¡Pues ya está, me lo aplicas tú, bandido! Deja de actuar como si no me conocieras pues ya me has visto y me has tenido para ti completa.

Dicho esto, llamaron a la farmacia para pedir el medicamento y obtenido éste se encerraron otra vez en la habitación donde Luis colocó una enorme toalla de baño sobre la cama, le pidió a Maruquita desnudarse y acostarse en decúbito izquierdo. Ella, sin chistar, se quitó toda la ropa y ya desnudita se condujo con su amigo de manera tan desinhibida que parecía su mujer, comprobando así la vigencia de su deseo y el origen de su resonado devaneo.

Teniendo las espectaculares nalgas de Maruquita -blancas, mullidas, redondas- empinadas de costado, a su entero solaz y disposición, el médico se quedó petrificado, sufrió un súbito aceleramiento cardíaco, se sentó en el borde de la cama, desempacó el compuesto químico, cargó la canulilla y posó su mano izquierda en el moflete superior de la adorable paciente quien de inmediato le preguntó ¿me va a doler mucho, doctor? Para nada, mi amor, contestó el médico. Pero te vas a portar muy bien obedeciendo todas mis indicaciones.

Afloja muy bien el culito, a ver, así suavecito, le decía mientras frotaba con la yema de su dedo el menudo remolinito rectal que al estímulo se erizaba. Coopera conmigo en la distención, hermosa, te voy a poner un poquito de lubricante, lo vas a sentir frío… Así, suavecita vamos muy bien. Ahora te voy a insertar la cánula ¡Abre la colita, muy bien, separa las nalguitas, eso es, ya casi…!

Distanciándole uno del otro los carnosos y pálidos mofletes, le terminó de empujar la cánula que no medía más de 5 centímetros y llegando al tope le dijo: Vas a sentir la medicina en tu culito. Haz como si trataras de expulsarla, eso te expande el recto y la sustancia penetra. A ver, ahí va ¿la sientes? Sí, ya la siento. Bueno ¡empuja, como si quisieras sacar la manguera, fuerte, empuja! ¿Sientes que la sustancia corre? ¡Sí, cada vez que hago fuerza la siento más adentro!

Excelente, vamos Maru empuja y me avisas cuando sientas el avance. Empuja. Ya avanzó. Empuja. Sigue entrando. Empuja. Ya corrió. Empuja. Espera Luis, siento que cada vez avanza menos, por más que empujo… A ver, preciosa, descansamos un momento. Después de unos instantes ¡Vamos otra vez Maruquita, empuja! Ya, pero no siento que avance. De nuevo, empuja. No Luis, ya no puedo, me parece que tengo atorada la sustancia y que se me va a salir. No, Maru, espera, tranquila, te voy a sacar la cánula y de inmediato aprietas las nalguitas para retener el líquido.

La manguerilla inició un suave movimiento retráctil y la paciente advertía ¡Luis, espera, no la saques porque siento que la sustancia se me sale en chisguete, espera! Tranquila encanto, escúchame bien: Cuando saque la canulilla te voy a insertar mi dedo y así evitamos perder la sustancia. Pero tú aprieta el culito con todas tus fuerzas.

La encantadora Maruquita contrajo los glúteos con fuerza por lo cual la salida de la manguera le resultó dramática ¡Ay Luis, me duele mucho, ya no aguanto! En el momento de mayor molestia la manguerilla salió por fin completa. Se produjo un leve chisguete. El dedo de Luis penetró como tapón. Ahora sí Maru, trata de expulsar mi dedo ¡empuja! No puedo, no puedo hacer que penetre la sustancia, me siento agotada por el esfuerzo.

Tras haber ensayado masajes y golpecitos en la cintura para hacer que la sustancia avanzara, pero no habiendo tenido éxito. Luis comentó a Maruquita lo siguiente: Sólo hay una forma de hacer que el líquido avance. Tendría que penétrate la colita con mi pene. Al distender el tracto rectal la sustancia llegará en automático a la zona donde debe actuar y remediar el congestionamiento ¿Me autorizas a hacerlo?

La escultural Maruquita cerró sus verdes ojos, suspiró profundo y respingando las nalguitas contestó emocionada: Pues… qué delicioso remedio, méteme el pito que no será la primera vez que lo haces. Pero despacio por favor, mi vida. Sin retirar su dedo del ano de Maruquita, Luis se retrajo la ropa como pudo, se liberó el enorme pene que ya tenía en erección plena, lo embarró con una buena cantidad de lubricante, se acostó emulando la pose detrás de su frondosa amada, se sujetó la pichancha para direccionarla, comenzó a retirar el dedo poco a poco sin dejar de atender las eróticas quejas y jadeos con que su compañera lo prevenía y lo estimulaba, hasta que, en un momento decisivo, destapó el estrecho coñito y antes de que éste se contrajera le embutió de un jalón el cabezudo glande, lo cual arrancó a Maruca un descompuesto grito de placentero dolor y un pertinaz bamboleo de las nalgas en un instante de indescritible voluptuosidad, hasta que el duro pene se fue deslizando lentamente y alcanzó la máxima profundidad.

Llegados a ese punto, los amantes se fugaron al paraíso de sus más recónditas apetencias espirituales y carnales. Luis la abrazaba con desesperación y Maruquita, en una gigantesca implosión se retorcía de gozo. Sumidos en el más complejo escenario, en la erótica circunstancia de ser adúlteros reincidentes, seguros de su amor y enloquecidos de pasión, copularon hasta la ignominia.

Ese día despertaron a una realidad inconfesable, se sintieron predestinados el uno para el otro. Debían a toda costa rescatar sus vidas, lo cual no sería fácil. Se siguieron frecuentando a escondidas en la intimidad, disfrutando sus fetiches, sabiendo cada uno que por fin había encontrado a su media naranja y que estaban obligados a oficializar su relación, pues querían compartir su vida.
http://www.youtube.com/watch?v=cpMAgC1z-TU

Carlónimo -

Los irresistibles encantos de Maruquita

El molesto incidente afectó el ánimo de Maruquita quien después de haber tenido serias dificultades para explicar a su hija y a su marido lo ocurrido, se percató de que había sido un rotundo yerro revelar la aventura que se forjó a voluntad con el atractivo estudiante de medicina quien, desde ese día dejó de ser su yerno para convertirse en su ferviente admirador.

Los frecuentes encuentros “ocasionales” convencieron a Maruquita de que sus encantos tenían embelesado al joven cuyas insinuaciones fueron una y otra vez rechazadas por la pretendida quien ¡eso sí! no perdía la oportunidad de estimularlo con su belleza, sus atrevidos atuendos y haciéndole cachondas revelaciones: “¿Cómo quieres que te tenga confianza, mi rey, si en un descuido abusaste de mi ingenuidad. Me pusiste en cuatro patas, me encueraste todita y terminaste haciéndome tuuyaaaa…”.

En un encuentro “casual” que tuvieron en el parque, mientras ella culminaba una tanda de abdominales, el ajustadísimo traje deportivo revelaba con cada empinamiento los sortilegios de su abundante trasero. Concluida la rutina, Maruquita respiró profundo, miró a su amigo y le dijo. Por cierto, Luis, quiero pedirte un consejo como médico que eres. Fíjate que me he sentido muy inflamada del vientre. El muchacho la miró muy serio y contestó: Mi querida Maruquita, para poder opinar requeriría auscultarte primero ¡Claro que sí! dijo ella ¡No hay problema! ¿Por qué no vamos ahora mismo a mi casa y me revisas, porque ya no aguanto la molestia.

Minutos después entraron al domicilio y se encerraron en la recámara de Maruquita que tan sensuales recuerdos les traía a los dos. Sin preámbulos, ella se tiró en la cama, Luis le descubrió el vientre y lo palpó a lo largo y a lo ancho. Concentró después su atención en la parte baja, deslizó el pantalón y la panty hasta el inicio de la zona púbica donde apoyó su mano izquierda y palmeó en ella con la derecha para apreciar la resonancia. Se quedó un momento pensativo, luego pidió a la paciente que se diera vuelta, le retrajo la ropa hasta medio culo y siguió palpándole la baja espalda y el inicio de los espléndidos glúteos donde apoyó con firmeza una mano en cada nalga, y dio algunos apretones que hicieron a Maruca gritar de dolor ¡Ay no Luis, por favor, me duele mucho!

Entonces el médico le pidió darse vuelta y dejándola como estaba con el vello púbico parcialmente descubierto le explicó que tenía los intestinos congestionados, que padecía una fuerte indigestión y que necesitaba aplicarse un enema químico. Anotó en un papelito el nombre del compuesto y le recomendó ir a una clínica para que se lo aplicaran pues tenía que ponérselo por tramos y en profundidad, dependiendo de las reacciones que fuera teniendo. La encantadora y coqueta Maruquita lo paró en seco diciéndole: ¡Pues ya está, me lo aplicas tú, bandido! Deja de actuar como si no me conocieras pues ya me has visto y me has tenido para ti completa.

Dicho esto, llamaron a la farmacia para pedir el medicamento y obtenido éste se encerraron otra vez en la habitación donde Luis colocó una enorme toalla de baño sobre la cama, le pidió a Maruquita desnudarse y acostarse en decúbito izquierdo. Ella, sin chistar, se quitó toda la ropa y ya desnudita se condujo con su amigo de manera tan desinhibida que parecía su mujer, comprobando así la vigencia de su deseo y el origen de su resonado devaneo.

Teniendo las espectaculares nalgas de Maruquita -blancas, mullidas, redondas- empinadas de costado, a su entero solaz y disposición, el médico se quedó petrificado, sufrió un súbito aceleramiento cardíaco, se sentó en el borde de la cama, desempacó el compuesto químico, cargó la canulilla y posó su mano izquierda en el moflete superior de la adorable paciente quien de inmediato le preguntó ¿me va a doler mucho, doctor? Para nada, mi amor, contestó el médico. Pero te vas a portar muy bien obedeciendo todas mis indicaciones.

Afloja muy bien el culito, a ver, así suavecito, le decía mientras frotaba con la yema de su dedo el menudo remolinito rectal que al estímulo se erizaba. Coopera conmigo en la distención, hermosa, te voy a poner un poquito de lubricante, lo vas a sentir frío… Así, suavecita vamos muy bien. Ahora te voy a insertar la cánula ¡Abre la colita, muy bien, separa las nalguitas, eso es, ya casi…!

Distanciándole uno del otro los carnosos y pálidos mofletes, le terminó de empujar la cánula que no medía más de 5 centímetros y llegando al tope le dijo: Vas a sentir la medicina en tu culito. Haz como si trataras de expulsarla, eso te expande el recto y la sustancia penetra. A ver, ahí va ¿la sientes? Sí, ya la siento. Bueno ¡empuja, como si quisieras sacar la manguera, fuerte, empuja! ¿Sientes que la sustancia corre? ¡Sí, cada vez que hago fuerza la siento más adentro!

Excelente, vamos Maru empuja y me avisas cuando sientas el avance. Empuja. Ya avanzó. Empuja. Sigue entrando. Empuja. Ya corrió. Empuja. Espera Luis, siento que cada vez avanza menos, por más que empujo… A ver, preciosa, descansamos un momento. Después de unos instantes ¡Vamos otra vez Maruquita, empuja! Ya, pero no siento que avance. De nuevo, empuja. No Luis, ya no puedo, me parece que tengo atorada la sustancia y que se me va a salir. No, Maru, espera, tranquila, te voy a sacar la cánula y de inmediato aprietas las nalguitas para retener el líquido.

La manguerilla inició un suave movimiento retráctil y la paciente advertía ¡Luis, espera, no la saques porque siento que la sustancia se me sale en chisguete, espera! Tranquila encanto, escúchame bien: Cuando saque la canulilla te voy a insertar mi dedo y así evitamos perder la sustancia. Pero tú aprieta el culito con todas tus fuerzas.

La encantadora Maruquita contrajo los glúteos con fuerza por lo cual la salida de la mangera le resultó dramática ¡Ay Luis, me duele mucho, ya no aguanto! En el momento de mayor molestia la manguerilla salió por fin completa. Se produjo un leve chisguete. El dedo de Luis penetró como tapón. Ahora sí Maru, trata de expulsar mi dedo ¡empuja! No puedo, no puedo hacer que penetre la sustancia, me siento agotada por el esfuerzo.

Tras haber ensayado masajes y golpecitos en la cintura para hacer que la sustancia avanzara, pero no habiendo tenido éxito. Luis comentó a Maruquita lo siguiente: Sólo hay una forma de hacer que el líquido avance. Tendría que penétrate la colita con mi pene. Al distender el tracto rectal la sustancia llegará en automático a la zona donde debe actuar y remediar el congestionamiento ¿Me autorizas a hacerlo?

La escultural Maruquita cerró sus verdes ojos, suspiró profundo y respingando las nalguitas contestó emocionada: Pues… qué delicioso remedio, méteme el pito que no será la primera vez que lo haces. Pero despacio por favor, mi vida. Sin retirar su dedo del ano de Maruquita, Luis se retrajo la ropa como pudo, se liberó el enorme pene que ya tenía en erección plena, lo embarró con una buena cantidad de lubricante, se acostó emulando la pose detrás de su frondosa amada, se sujetó la pichancha para direccionarla, comenzó a retirar el dedo poco a poco sin dejar de atender las eróticas quejas y jadeos con que su compañera lo prevenía y lo estimulaba, hasta que, en un momento decisivo, destapó el estrecho coñito y antes de que éste se contrajera le embutió de un jalón el cabezudo glande, lo cual arrancó a Maruca un descompuesto grito de placentero dolor y un pertinaz bamboleo de las nalgas en un instante de indescritible voluptuosidad, hasta que el duro pene se fue deslizando lentamente y alcanzó la máxima profundidad.

Llegados a ese punto, los amantes se fugaron al paraíso de sus más recónditas apetencias espirituales y carnales. Luis la abrazaba con desesperación y Maruquita, en una gigantesca implosión se retorcía de gozo. Sumidos en el más complejo escenario, en la erótica circunstancia de ser adúlteros reincidentes, seguros de su amor y enloquecidos de pasión, copularon hasta la ignominia.

Ese día despertaron a una realidad inconfesable, se sintieron predestinados el uno para el otro. Debían a toda costa rescatar sus vidas, lo cual no sería fácil. Se siguieron frecuentando a escondidas en la intimidad, disfrutando sus fetiches, sabiendo cada uno que por fin había encontrado a su media naranja y que estaban obligados a oficializar su relación, pues querían compartir su vida.
http://www.youtube.com/watch?v=cpMAgC1z-TU

Carlónimo -

Cuando ves unas nalgas que al andar de la atractiva portadora se mecen sugerentes, te deleitas y las desnudas mentalmente para inferir su natural belleza. Y ¿qué ocurre con la atractiva expositora? Pues que ante el estímulo de saberse admirada y deseada, actúa de acuerdo a su particular apetencia, placer y gusto.

Es un juego natural del entendimiento conforme al cual las dos partes –admirador y admirada- se prodigan un equilibrado placer, en tanto evalúan la posibilidad de avanzar en su aventura hasta donde les apetece. El juego es de dos y pasar a una etapa de mayor acercamiento es, por lo tanto, una acción concertada.

Aquellos que se han entendido inicialmente disfrutan en lo personal sus fantasías dejándose llevar y enredar por los impulsos eróticos que les van surgiendo. Si su morbo es proclive a las inyecciones y encuentran un pretexto y una forma de fincar su relación en ellas, ya se pueden imaginar ustedes el resultado.

Les comento esto porque leí hace un momento el testimonio de una honorable mujer de nombre Maruquita, tan “apenada” y tan “ofendida” por lo que le ocurrió con el novio de su hija, que decidió “desahogar” su pena o tal vez satisfacer su morbo, describiendo el incidente y subiéndolo a Internet.

Les presento a continuación el texto íntegro de la dama al que no realicé modificación alguna y que está en: http://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20090907234014AA8mSg3


“Ayer tuvimos una cena en mi casa y el novio de mi hija mayor fue, yo he estado muy enferma con una gripa horrible, amigdalas inflamadas, de lo más debil, sólo me pasa una vez al año pero es fuertísimo, mi yerno es estudiante de medicina va en 4to año y trajo una medicina que yo le habia pedido, es una inyección, ya estaba yendosé cuando empezamos a hablar de la medicina y me preguntó quién me la iba a aplicar yo le dije que mi marido es el que siempre lo hace pero la ves pasada me lastmo un nervio y estuve resentida más de la semana, cuando le dije eso, el se ofreció a aplicarme la inyección yo dije que no, por pena es mi yerno, pero mi hija me convenció y sin decirle a mi esposo que estaba en el patio con un compadre le dije que ok, que si subia a mi recamara.
Ya estando ahi yo estaba acostada boca abajo y me descubri una pequeña area del gluteo, me dijo, no mejor rocoja la pierna asi le va a doler menos, total que yo estaba como incada en la cama y luego cargo la jeringa y me bajó los shorts hasta dejar mi trasero al descubierto yo me saque de onda pero no dije nada, me puso la inyección, y más alla del dolor me molestaba la sensación de tener su cara justo frente a mi trasero.
- le dije que nunca ne habian puesto una inyección asi, que me senti super incomoda, pero me dijo que para los "doctores" eso es normal, lo hacen todos los dias.
Yo pienso que el muy canalla lo que quería era verme tooodo y lo hizo, le dije inmediatamente a mi hija que también se extraño mucho, yo no se mucho de medicina o enferemería pero eso no es lo normal al aplicar una inyeccíón verdad?”

Hasta aquí el estimulante relato de la ofendida mujer. Analicemos un poco los hechos.

De acuerdo con su propio testimonio la señora se presentó con el muchacho luciendo un sensual pantaloncillo corto tipo “shorts” ¿No les parece un atuendo poco ortodoxo para quien no está en la playa ni en el campo y que, en estricto sentido, debe proyectar una imagen decorosa y formal pues el muchacho que está frente a ella no es insensible y probablemente se convierta en marido de su hija?

Pero antes de eso, ya le había solicitado al chico la inquietante tarea de que le comprara una ampolleta intramuscular que ella bien pudo adquirir con discreción en la farmacia.

Así que la “ingenua” mujer, primero le pide al joven la inyección y luego se le presenta modelando un retacado pantaloncillo que deja a la vista sus torneados chamorros y que delata, a través de la delgada tela, tanto el excitante volumen como la curvatura y el sensualísimo juego muscular de su trasero.

Entonces, siguiendo el relato de la protagonista, a pesar de las eróticas circunstancias el muchacho ya se le iba sin que se concretara lo que ella seguramente deseaba. Así que se acercó a él para “despedirse” agradeciéndole cumplidamente que le haya llevado la ampolleta y diciéndole además que se la aplicaría su esposo porque él es quien siempre la inyecta ¿Por qué tenía que darle esa información? Pero además le cuenta que la última vez que su marido la inyectó le lastimó un nervio dejándola postrada ¿No les parece que son descaradas insinuaciones?

Como es natural, el joven estudiante de medicina, recordando el juramento de servicio que le legara Hipócrates, se ofreció a inyectar a la suegra y ésta ¡No faltaba más! Le respondió con un rotundo ¡NOOOO!...

Pero se dejó finalmente convencer y se lo llevó a su recámara, bien encerraditos los dos y “sin decirle a su esposo” quien estaba “con un compadre en el patio” ¿Por qué tenía que aclarar esto último la libidinosa señora. Acaso le embargaba el sentimiento de culpa?

Y ahora viene lo más sabroso. Resulta que la “recatada y ofendida” Maruquita no esperó a que el muchacho preparara la jeringa sino que tan sólo entró a la recámara y ¡Prau! de inmediato le dio la espalda, se retrajo la panty y se acostó boca abajo. No es que estuviera ansiosa, dirá ella, sino que quería premiar las virtudes de su yerno permitiéndole que se echara en “taquito de ojo” con su agraciado trasero.

Ante tal apertura el muchacho se animó y ya envalentonado, con la respiración sumamente agitada, conminó a su suegra para que adoptara una posición más cómoda y desde luego más cachonda. De bruces, en pose de rana, con las nalgas totalmente descubiertas y el palpitante ojetito rectal expuesto. La señora “se sacó de onda, pero sin decir nada”. Tan sólo se esponjaba con delectación.

El reducto de los deseos le encabritaba el ánimo desligando su actitud de cualquier prohibición. Se percató de que era mujer y se liberó de cualquier prejuicio. Se dispuso a gozar, a sentirse atractiva, seductora, seducida. Se sabía y estaba en verdad hermosa, cachonda, capaz de excitar al muchacho cuya profesión, actitud y fisonomía la inquietaban.

Se otorgó a sí misma la oportunidad de coquetear, de conquistar. Se aprestó a vivir, a pervertirse, a fornicar, a romper el asfixiante yugo de la rutina. Recibió el profundo pinchazo con grititos de suculento placer. Resoplaba y jadeaba emancipada, ofrecía con descaro el culo. Se dejaba tentar, cachondear y penetrar.

La excitación de sus genitales la desfiguró. Restregaba sus nalgas en el suculento salchichón que las asediaba. Entre arrumacos se abandonó al ardor, al grosor, a las profundas arremetidas anales y vaginales.

Percibió la irresistible presencia de un macho y respodió como hembra. Sus dramáticos alaridos, contorsiones y conjuros esbozaron la pornográfica escena. ¡Méteme el pito completo, incrústame los cojones, derrama toda tu leche. Qué vergota. Eres la gloria!

La recatada mujer de su hogar se repuso de la espectacular cogida, suspiró profundamente, se alzó de la cama, se vistió, retocó su imagen en el espejo, le dijo a su yerno que “nunca le habían puesto una inyección así” y que él la había precipitado a una situación “súper incómoda”.

Maruquita salió de la habitación y entró a la cocina donde permaneció largo tiempo hasta percatarse de que el joven se había retirado. Cuando su hija fue a verla y le preguntó cómo le había ido, ella bajó la cabeza se quedó muy seria y después de un sugerente silencio le confesó con voz entrecortada: “Yo pienso que el muy canalla lo que quería era verme tooodo y lo hizo”
http://www.youtube.com/watch?v=DNRjHpfPcEg


Carlónimo -

Estaba leyendo acerca de un hombre que paseaba con su esposa a quien de pronto el viento le eleva la breve faldita dejando a la vista sus encantos corporales. El marido hace la siguiente reflexión respecto a la excitación que le produce el incidente.

Perhaps it has to do with how unexpected it is. Perhaps it has to do with it being outside--skirts should not be up outside. Perhaps it has to do with how quickly it's over and modesty restored--just a short flash. Perhaps it has to do with stealing an improper look--improper, at least, at this time and place. Perhaps it is the content of the vision itself and its effect on a man with a healthy libido: panties, the hidden treasure. Anyway, whatever the reasons, I hope this thrill never dies for me. It keeps the electricity in our marriage snapping and crackling.

Poco después, ella iba a ser inyectada y la enfermera le da las “ingenuas” instrucciones para que se prepare; el marido vuelve a reflexionar acerca de su propio erotismo.

"Now dear, face the table. Pull up your skirt and drop your panties."
Sometimes the female of the species seems to be utterly naive about how sexy something they say so innocently can sound. But the nurse's command hit me with devastating force. Since it put my mind into such high gear on the subject of sex.

¡Cuánta riqueza! Esos breves razonamientos me bastan para iniciar una cadena de relatos acerca de los intrincados recovecos del erotismo.

Qué lástima, cuántas cosas se me han quedado en el tintero.

Carlónimo -

Hola Vero, tal vez peque de impulsivo pero quiero entregarte el regalo antes de que termine este 6 de enero. Un abrazo.

Remembranzas de la preciosa Vero

Cuando niña recibí “inyectables de hierro a cada rato, tenía manchas blancas por todas partes del cuerpo de tan anémica que estaba”. En ese tiempo me rebelaba, lloraba y pataleaba ante el terrible dolor que me producían los horrendos pinchazos.

Luego crecí y poco a poco fui ofreciendo a voluntad mis nalgas para la recepción de tan inicuos tratamientos. Han sido tantas las experiencias de medicación intramuscular que poco a poco me fui habituando a ellas y hasta las incorporé en mi vida sexual.

He vivido momentos de mucho erotismo, otros más han sido humanamente intensos. Recuerdo haberles compartido una experiencia en la que uno de mis novios estuvo presente y que me resultó angustiosa, pero a la vez me dejó una singular fijación en el ámbito… llamémosle humano sensorial.

Me refiero a aquella vez en que… “Entró Dora, jeringa en mano, cerramos la puerta, y Francisco me descubrió las nalgas. Sentí el frío del algodón con alcohol justo en el momento en que entraron las sobrinas, quedándose en la puerta para observar. No me opuse”.

Les narré en esa ocasión, que el aspecto tierno y formal de aquellas niñas me cautivó. La mayor, una jovencita delgada que llevaba un vestido corto ceñido del tórax en el que se distinguían sus incipientes tetillas, me miraba con extrema curiosidad sin parpadear. La otra, más pequeña, tampoco perdía detalle, pero su expresión era más bien juguetona, parecía compadecerme y reír de nervios, como pensando en la penosa situación en que me encontraba.

Fue un momento difícil. No me agradaba que estuvieran viéndome las nalgas y el agresivo trato que recibí de parte de Dora, la enfermera, desencadenó un caótico escenario de dolor y humillación en el cual la niña menor realmente impresionada terminó lloriqueando, mientras su hermanita con rostro desencajado trataba de consolarla. La tierna carita de Irene, esa encantadora niña que entonces habrá tenido unos trece años, permaneció muy nítida en mis recuerdos, en especial el instante en que, con lágrimas en los ojos y sin dejar de mirarme se retiraba siguiendo a Dora.

La verdad es que… “Por el lado del análisis más profundo, me resultó fascinante la alusión a una persona que posee quedamente demasiadas emociones y sentimientos, y nadie se percata de ellos, quizá todo el mundo se ha sentido de esa manera al menos una vez.”

Hace unos días la inclemente temperatura invernal me ocasionó una soberana gripa de la cual me apareció un pertinaz silbidito en el pecho. El parte del facultativo fue amenazador e inhumano pues me condenó a recibir un doloroso tratamiento a base de inyecciones de penicilina, dos por día, siendo Dora la temida enfermera, de quien pude echar mano en pleno período navideño.

Llegó puntual y amenazante el primer día cuando me tuvo dos veces a su merced con las nalgas totalmente descobijadas y empinadas. Confieso que en esos terribles momentos en que el flagelo era inminente, fue el recuerdo del blog y de sus eróticos relatos, la tabla de salvación que me alejó del cruel martirio, haciéndome entrar en el introvertido y erótico desenfreno sensual.

Al percibir mis nalgas ofrecidas, generosamente participadas, sentía que cada uno de los lectores disfrutaba de ellas, que mis esponjados cachetes alimentaban múltiples y excitantes fantasías. Todo el protocolo: la búsqueda digital del sitio, la cuidadosa desinfección del glúteo, la incitante evaporación del alcohol, las fingidas recomendaciones de Dora, el ansiado sometimiento a base de nalgadas, gritos, improperios, el angustioso y excitante piquete, la formación del sensual hoyuelo, la ondulación del glúteo, mis sentidos y estratégicos lamentos, el ardor de la sustancia que me calcinaba las crudas entrañas, la atrevida revelación de mis orificios rectal y vulvar, la innegable excitación de Dora que disimulaba su deseo con burdas recriminaciones y palmazos que no eran más que descarados cachondeos. Mi reprimido deseo de ser lastimada, apetecida, profanada, mancillada… el cruento dolor, la desvergonzada dilatación de mi esfínter rectal, el irreprimido escurrimiento vaginal, la descarada irrupción de mi explosivo orgasmo.

Sin recato alguno tallé el pubis contra la cama, sollocé, suspiré, imploré, me derramé abundantemente… Aflojé el cuerpo hasta sentir que la agitada respiración se me iba normalizando. Dora musitaba, me decía cosas incomprensibles, extrajo lentamente la aguja, me aplicó el masajito de rigor, balbuceó agitada… La escuché en mi delirio sin prestarle atención alguna.

Me dejó sola. Permanecí postrada, caliente, elevando los abombados mofletes en mi delirio, evocando las deliciosas penetraciones que me han parcticado en ambas cabinas.

Después no supe de mí, pasé una noche tormentosa que se prolongó hasta el amanecer, cuando llamaron a la puerta y al abrir se me reveló aquella carita de ensueño que me dejara tan viva fijación tres años atrás ¿Te acuerdas de mí? Soy Irene… Es que la señora Dora no pudo venir a inyectarte y me pidió que yo lo haga: ella me enseñó y la sustituyo cada vez que me lo pide. Si tu quieres me haré cargo del resto de tu tratamiento ¿Quieres que te inyecte?

No supe qué contestarle, la alteración de la noche anterior me tenía dominada, me encontraba inmersa en una de esas burbujas eróticas que de pronto nos apresan, nos dominan y nos mantienen en constante brete. Asentí con la cabeza, di media vuelta y la preciosa chica me siguió hasta la habitación. Se desvivía en atenciones. Me ayudó a acostarme, bajó suavemente el calzoncito de mi baby doll, luego la panty, sentí mis extensas nalgas brotar como macizos balones, esponjadas, vibrantes, por demás inquietantes…

Puesta frente a mí la deliciosa chica me deleitó con la preparación de la jeringa. Me mostró la ampolleta, el frasquito con los polvos. Las dos nos emocionamos observando la paulatina hidratación del compuesto, el excitante llenado de la jeringa. Nuestra respiración se agitó al ver que se derramaban las minúsculas gotita que brotaron y resbalaron por la acerada aguja.

En ese momento cerré los ojos y me embebí en el disfrute de una escena que me parecía estar leyendo en nuestro fascinante blog. Los deditos de Irene son suaves, delicados, cariñosos, hábiles. Los sentí tentalear mis espléndidas nalgas, impulsar el recio arpón, delimitar la zona del pinchazo, acariciarla y sosegarla mientras entraba la densa sustancia.

Me dominó el erotismo, el deseo, la concupiscencia. Fingí no saber nada, ignorar que los inquietos deditos incursionaban por mi grieta, me punzaban, penetraban y friccionaban el ano, al tiempo que me excitaban la vulva, frotaban el clítoris y me generaban múltiples orgasmos. Con la respiración agitadísima, bramando y retorciéndome como serpiente le grité: ¡Ya basta Irene, el disfrute de mi sexualidad no te autoriza participar tan descaradamente en ella!

La chica se turbó, extrajo la aguja, me practicó el consabido masajito, tomó sus cosas y diciéndome con voz entrecortada: perdón, señorita Vero, no pude evitarlo, pero es que usted me excita… Su voz, su forma de ser, los encantos de su cuerpo. Disculpe, lo siento mucho, no quise molestarla. Le garantizo que nadie sabrá de esto, usted es hermosa, muy hermosa, me encanta de mujer a mujer pero no soy lesbiana, se lo aseguro.

Me quedé sola, postrada boca abajo con las nalgas rebosantes, deseosa de disfrutar un estímulo pleno. En ese preciso instante sonó mi cel… A poco, sentí las fornidas manos de mi Tony que se desplazaban por todo mi cuerpo y se estacionaban en mis ardientes nalgas. Preciosa, princesa, bomboncito, me encantas mi reina. Por mi parte, musité cariñosos arrumacos y gemí como gatita en celo incitándolo a mitigar el ardiente fuego que me embriagaba.

Percibiendo su agitada respiración y sus excitantes besos en mi cuello y en mi espalda, me estremecí al sentir su arrogante salchichón que penetraba colmando en plenitud mis labios vulvares, hasta consumar una soberbia estocada. Gritamos de placer y alimentamos el nutrido roce hasta culminar un coito suave, intenso, extraordinario, inolvidable.

Verónica -

HOLA!!!....
UN ABRAZO A TODOS, BENDICIONES Y BUENOS DESEOS...
Y HABLANDO DE BUENOS DESEOS... HE SOLICIDADO A "SANTA CLOS" UN RELATO PARA MI DE PARTE DE CARLÓNIMO....

Anónimo -

http://www.sibercine.com/2012/08/ver-la-casa-del-lago-pelicula-completa.html#more

Carlónimo -

Fue tan inspiradora la experiencia de inyectarte, preciosa nina, que el relato anterior no bastó para desahogar mis emociones. Hay algunos detalles estelares ocurridos en la siguiente sesión, que a gritos me piden los convierta en texto. Te los entrego, son tuyos.

Reposabas tranquila casi desnuda, sólo un breve corpiño desabrochado acentuaba el cálido contexto de libertad e intimidad reinante. La búsqueda del sitio a pinchar delataba sensuales bachitas en tus pulposas y macizas nalgas espléndidamente abastecidas y generosamente desplegadas.

La sedante y juguetona nalgada me excitó en demasía al producir un sonido chasqueante, pero ahogado por la palmaria firmeza del rebosante glúteo apenas inmerso en un leve estremecimiento.

Con voz enloquecedoramente sensual intentaste decirme algo pero el agudo piquete te pilló a medio camino, sofocó tus tiernas frases y te arrancó una excitante queja. Apretaste el coñito pero la súbita incisión terminó por aliviarte el nerviosismo inicial derivado de la sufriente espera, de aquellos instantes previos en que me sentías maniobrar detrás de ti preparando la jeringa, empapando el algodón y buscando los posibles sitios a pinchar. Ese preciso momento en que me confiabas: “estoy algo nerviosa Carlónimo, las inyecciones me asustan, inyéctame muy despacito… por favor”.

La entrada del áspero líquido te arrancó dulces lloriqueos y reprimidas locuciones encontradas de placer, dolor, excitación y seducción, ingredientes inequívocos del morboso juego que desplegábamos. Tus dicciones fueron tan femeninas y convencionales que me participaron sobre todo tu emotivo disfrute invitándome a secundarlo. Armonizabas a la perfección el envolvente tinglado que habíamos montado.

En un desplante de arrolladora apetencia sollozaste conmovedoramente empinando con refinada coquetería tus mullidas nalguitas en medio de las cuales floreció el rugoso ojetito rectal que palpitaba frente a mí, travieso y desafiante.

Posando mi dedo en el sensible fondillo te insinué la incursión rectal, a lo cual respondiste con un ostensible y cariñoso dilatamiento del esfínter, animándome a sumergirte el dedo.

Al sentirte deliciosamente penetrada iniciaste un impetuoso vaivén. La voluptuosidad de tus gozosos lamentos comprobó que deseabas copular por esa vía. Te contuve, extraje el dedo y te coloqué el henchido glande de mi pene en posición de acceso, sintiéndolo resbalar y acceder dócilmente hasta perderse por completo en ese entorno suave, tibio y estrechamente circundante.

La extraordinaria suavidad del recto nos facilitó entablar un intenso y acompasado roce que nos llevó del placer a la euforia y por fin al enajenante estallido genital. Mis manos te sujetaron por la cadera apoyadas en los espléndidos glúteos que en su ferviente ir y venir denotaban placer y sumisión.

Te regodeaste y deleitaste sabiéndote embutida en tu introspectivo reducto anal. Pensabas en que esa puerta no se le franquea a cualquiera, sino a la persona que has hecho tuya, con quien estableces la más íntima conjunción corporal y emocional.

Integrados en la pasión y en el desbordamiento de nuestros instintos, hermanados en el placer y en la ardiente lujuria, avenidos en la complicidad, copulamos una y otra vez en atrevidas poses y llegamos en comunión a la euforia. Mis ardorosos jugos te inundaron, en turno, el recto y la vulva; tus fogosos efluvios me anegaron el pene, los labios y el rostro.

http://www.youtube.com/watch?v=FYD1hvh6N-4

Carlónimo -

De aquí nadie se va con las manos vacías. Para que te lleves un buen recuerdo de mí, te dejo este relato que es todo tuyo. Adios nina.

nina

Era bella, espigada, de expresiones tiernas, cuerpo armonioso, labios sensuales, sonrisa encantadora. Estaba convertida en una muñeca. Era altiva y un tanto impositiva. Quería que le compartiera mis planes, me escuchaba muy atenta pero no consentía que me apartara de sus designios. En cambio le agradaba que le diera la razón en todo.

A pesar de sus excesos me gustaba estar con ella y la procuraba. Una vez llegué a su casa y la encontré muy abrigada con ojos tristes y pálida. Aún así se veía hermosa, me apetecía abrazarla y consolarla. Me dijo que llevaba tres días enferma y que estaba por llegar el médico para revisarla. Minutos después llamaron a la puerta y entró el facultativo ¿Dónde está la enfermita? A ver linda vamos a revisarte!!

Entraron a la habitación y cerraron la puerta con seguro. Después de unos veinte minutos de vagos rumores y golpeteo del instrumental se abrió la puerta y salió el doctor maletín en mano gritando: ¡Le aplican el tratamiento completo, son doce inyecciones, el jarabe, las tabletas y supositorios en caso de fiebre! nina permaneció en la recámara, su madre salió a despedir al médico, llamó después al hermano menor, le entregó la receta y nos mandó a los dos a la farmacia, pero salió junto con nosotros para buscar a Mariel una vecina que inyectaba.

Regresamos con el paquete de medicamentos: 12 cajitas con sus respectivos frasquito con tapa pinchable que aloja la sustancia pulverizada y ampolleta de 3 mililitros de agua bidestilada. A la vista de aquel poderoso fetiche me sentía muy excitado y pensaba en la dulce y valiente nina que en breve estaría recibiendo la medicación en sus nalguitas. Una onda cálida recorrió todo mi cuerpo haciéndome desear su compañía.

La desinhibida Mariel llegó gritando: ¿A quien voy a inyectar? A la vista de todos (mamá, los dos hermanos, la muchacha, tía Raquel, prima Antonia, el primito Julián y quien esto relata) desempacó en el mismísimo comedor la jeringa, destapó la ampolleta, pinchó el frasco de los polvos, introdujo el agua bidestilada, extrajo la pulla, agitó el compuesto, pinchó de nuevo, cargó la jeringa, la elevó como se estila, empujó suavemente el émbolo hasta apreciar la típica gotita en el agudo vértice de la aguja, empapó la borla de algodón y se dirigió a la recámara con la puya bien parada presidiendo el desfile, seguida en tropel por casi todos; sólo el hermano menor y yo nos quedamos afuera oyendo el barullo con que imponían a la pobre paciente su martirio.

Todos pretendían tener el derecho de presenciar la aplicación y sermoneaban a la pobre enferma: voltéate nina, relájate, bájate bien las bragas… Hasta que un grito rotundo e imperativo de la molesta chica los cimbró completos ¡Cállense todos y váyanse, déjenme en paz! Se produjo un silencio total en cuyo entorno fueron abandonando la habitación José, el hermano mayor, la prima Antonia, la muchacha y el primito Julián que imploraba ¡Nooo, yo quedo ved como inyetan a ninaaaa!

Vuelta a cerrar la puerta, las voces, clamores y gritos internos permitieron conocer los detalles de la aplicación: Tranquila, ya se fueron… No, ponte suave. A ver… nooo, sólo te están desinfectando la nal… no te muevas, nooo. No aprietes, cógete de mí, aprieta mi mano, aprietaaaa. Grita si quieres pero no te muevas. Raquel, sujétala, noooo, de la cintura, sujétala. No te muevas, aprieta mi mano, apriétala, apri… quieta, quietaaaa ¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyy! Sólo es un piquetito, un piquetito, un piqu… yo le sostengo las piernas. Tú allá, de la cintura, de la cinturaaa. ¡¡Suéltenme!! Nooo no aprietes la nalga, nooo, se rompe la aguja y te van a… ¡Así no te podemos soltar, apriétame la mano pero no te muevas! ¡Rita, qué esperas… noooo no te muevas, afloja! ¡Yaa, yaaa, ya terminó todo yaaa, sácasela, ya sácale la aguja Rita! ¡¡Señora, que no he terminado, no se la puedo sacar!! Bueno, bueno, apúrate, ya casi… quieta nina… quieta, tranquila, no falt… yaaa ¿ya ves? ¿ya ves? Yaaa, ya te la sacaron yaaaa, no llores. Cuando se abrió la puerta y la apabullada Rita salió jeringa en mano refunfuñando, pude oír el llanto de nina, muy bajito pero amargo, producto de la impotencia, el estrés y la humillación.

La inyectaron igual al día siguiente, en público, jalonéandola, con todas las agravantes y abusos que se estilaban entonces. Ese día la encontré caminando por la calle y me dijo: Ven Carlónimo, acompáñame, quiero pedirte algo. Caminando me explicó: Tú has visto el vergonzoso espectáculo en que me enredaron ya dos veces. No vuelvo a dejarme inyectar en esa forma. No soy una niña y menos aún la tonta que da espectáculo. Quiero que tú me ayudes, fíjate que acordé con mamá ir a inyectarme a la clínica, por eso salí de casa y supuestamente ya regreso en este momento de ponérmela, pero no lo hice. Sé que es muy importante aplicarme las inyecciones así que cuando no haya nadie en tu casa quiero que me ayudes a ponérmelas. Acordamos vernos a las 5, hora en que mi madre salía a dar sus clases. Ese fue el principio de una bella relación entre los dos.

Aquella tarde llegó con un vestido cortito ajustado color ciruela, siempre se vestía muy bien mi amiga. Yo me sentía extraño, sabía que aquello no era un romance, estaba acostumbrado al trato formal que nina me prodigaba pero, al verla tan linda y por el hecho que me hubiera invitado a ayudarle en algo tan íntimo, empezaba a soñar con ella. Me dijo: Estoy confiando en ti Carlónimo y esto será un secreto que guardaremos los dos. Yo la escuché admirando sus preciosas piernas y pensaba en la excelsitud de sus partes íntimas que en breve me mostraría.

Mientras ella realizaba la hidratación de la sustancia y el cargado de la jeringa seguí disfrutando sus encantos. Al verla levantar su vestido, replegar levemente las bragas hasta medio culo y acostarse lentamente con el compás de las piernas celosamente cerrado, me invadió una emoción muy intensa. Contemplé por primera vez los encantos de mi preciosa amiga que yacía acostada boca abajo con las redondas y amplias nalgas espléndidamente participadas. Ya estoy lista, me dijo, quiero que busques las huellas que me dejaron las dos inyecciones anteriores. Obsérvame y me indicas dónde las tengo.

Al influjo de aquellas deliciosas prominencias gemelas el corazón se me salía del pecho. nina reposaba su cabeza en los antebrazos esperando mi respuesta. Sí, ya ví los dos piquetes, uno de cada lado. A ver, tócalos para que me indiques el sitio. Al posar mis dedos y sentir la mullida firmeza de aquellos espectaculares mofletes la respiración se me agitó a tal grado que no podía controlarla. Bueno, vamos a aplicar la inyección del lado derecho en el puntito que ahí tengo marcado porque es el del primer pinchazo. Presioname el sitio otra vez.

Ahora tállame el algodón varias veces, déjalo secar ¿ya? Bueno, tienes que clavarme la aguja de un solo impulso apuntando hacia el fondo, que la punta de la aguja no se quede superficial sino que se encaje bien en la carne. Estoy lista házlo con cuidado. Ahora… ¡¡Aasayyyy ingrato!! espera déjame ver. Levantando el rostro y dirigiendo la mirada hacia la jeringa aprobó aquel primer movimiento. Sí, está bien. Ahora, fíjate lo que te voy a decir: Jala el émbolo lentamente como tratando de extraer algo. No se puede, le dije, está duro. Perfecto, respondió, quiere decir que no me pinchaste un vaso sanguíneo y que el sitio es correcto. Ahora ya puedes empujar el émbolo pero despacito porque la entrada de la sustancia duele ¡Aaayyy! ¡aaayyy! Sí, vas bien, despacito Carlónimo, despacito… !aaayyy! Espera, despacio ¡aaayyy! Mi preciosa paciente respiraba a profundidad elevando las pantorrillas eventualmente.

Me sentía fascinado de lo que hacía teniéndo a nina postrada frente a mí sin bragas. El émbolo avanzaba lastimosamente arrancando a mi paciente sentidos lamentos que me encendían. Cuando le informé: “ya entró la sustancia” nina respiró satisfecha diciendo ¡Qué diferencia, ya me inyectaste pero me siento respetada y valorada! Permaneció tranquila mientras le aplicaba el masaje que me permitió seguir tentaleando y contemplando sus espléndidas cachas.

Me dejó disfrutar el momento hasta que la agitada respiración de los dos se fue normalizando. Entonces me pidió extraerle la aguja y lo hice lentamente fascinado de apreciar el silencioso roce del acero en la mullida carne que se alzaba y se adhería al pulcro metal. Los dos disfrutábamos el momento y no queríamos que terminara, le mostré la jeringa vacía y me regaló una expresión tan tierna y cariñosa que me cimbró, después se quedó en actitud reflexiva.

Tras un prolongado silencio me preguntó: ¿Puedo confiar aún más en ti, Carlónimo? Satisfecha de mi gesto aprobatorio me entregó un supositorio diciendo: Aplícamelo en el recto a profundidad hasta donde alcances. Estaba de más cuestionar el singular pedimento, me sentía cautivado, empezaba a creer que yo era alguien muy especial para ella. Mis dedos deslizaron la delicada panty color palo de rosa tejida a mano hasta el pliegue inferior del culo, separaron las abombadas y tibias nalgas, buscaron y acariciaron el diminuto esfinter rectal. Sintiendo a mi paciente muy tranquila y colaborativa, coloqué la punta del medicamento en posición de entrada y presioné con el dedo cordial viendo como se dilataba el minúsculo orificio y tragaba la menuda pieza a partir de la eficiente cooperación que la encantadora paciente me brindaba. El dedo también resbaló suavemente hasta perderse al interior de la envolvente y cálida angostura.

Mi disfrute era mayúsculo. Tratando de encauzar la incontrolable calentura empecé a friccionar el oyuelo percibiendo su extraordinaria suavidad interior. nina no dijo nada al principio pero el roce la fue inquietando hasta que me interrumpió con una sorpresiva súplica “!Esta vez no, querido, por favor espera, aún noooo!” Sin extraerle el dedo, sabiéndome dueño de la situación, me quedé reflexionando acerca de aquello que “esta vez” no haríamos pero que la sentida súplica de nina me hacía ver como inminente desenlace.

Al día siguiente volví a inyectarla pero no me pidió que le aplicara el supositorio. Yo tampoco le dije nada, sabía del frágil equilibrio que nuestra relación tenía, pero el estallido de los instintos era solo cuestión de tiempo. En ese tenor, al otro día se quitó el vestido antes de acostarse para ser inyectada. A dos metros de distancia la admiré en su desnudez postrada, permanecí en silencio disfrutando aquella deliciosa vista.

Desde la perspectiva de las piernas admiraba la redondez y fortaleza de los muslos, el contrastante tono de los eminentes labios vaginales, la empinada cuesta de los extensos y abombados glúteos con su hendidura central que continuaba la grieta de la vagina y se extendía hasta los límites de la curvada cadera justo en el enclave de la estrecha cintura. Desprovisto de prejuicios le marqué con mi dedo el sitio a pinchar, desinfecté la tersa superficie y clavé resuelto la aguja sintiendo en mis manos y en mi cerebro la delicada fricción del metal que rasgaba el respingado glúteo. Mientras le aplicaba el hiriente líquido admiraba su extraordinaria anatomía y el bullir de los instintos más recónditos que la hicieron suspirar y estremecer hasta alojar la última gota del medicamento.

Le busqué el ojetito rectal, lo acaricié, lo penetré con el supositorio y después con los dedos vulnerándolo una y otra vez hasta enrojecerlo y provocar el humedecimiento de la ardiente vulva. nina se estremecía ¡Carlónimo, esta vez sí, házme tuya! En ese momento se desbordaron nuestros instintos. Sin dejar de estimularla me liberé el erecto pene, la monté y establecí el ansiado contacto con su entrepierna al tiempo que besaba en turno su cuello, las mejillas y los labios. Giró el cuerpo y nos fundimos en un ardiente contacto lingual y corporal iniciando la liberación de nuestras pasiones. Tumbada de espalda me recibíó en sus brazos, la penetré ansiosamente y copulamos en medio de un rabioso forcejeo hasta llegar al éxtasis. Aullamos de placer con cada explosión orgásmica consumando así nuestra ardiente ¡primera vez! en la que recorrimos la dulce brecha del amor desposeídos de cualquier prejuicio.

http://www.youtube.com/watch?v=5a7UWgkMD5M

Anónimo -

Carlonimo donde estas

Fer -

http://foro.enfemenino.com/forum/f123/__f9580_f123-Jugar-a-medicos-inyecciones-supositorios-enemas.html

Fer -

En primer lugar he de pedir disculpas por no estar presente en este foro en los últimos meses. La cuestión es simple, el trabajo con sus viajes, obligaciones y cansancios me ha hecho reducir mi actividad en los blogs. Esto no es óbice para pedir la continuidad de este foro que tanto aprecio. Está en manos de los que aquí escriben!
Un abrazo,
Fer

nina -

se ke este no es un foro de expreción pero me siento triste y desepcionada carlónimo gracias por todos tus buenos relatos ADIOS

Gustavo -

Carlónimo: hay momentos difíciles pero se que lo vas a superar. Sería una lástima que este gran foro se truncara. Ánimo.

Carlónimo -

De acuerdo nina, eso no importa, cada quien utiliza la vía de expresión que más le acomoda.

El caso es que me hiciste un ofrecimiento espontáneo: “claro que si cuando quieras conversamos y te aclaro que clarividente no soy pero si un poco perceptiva y noto en algunos de tus comentarios que algo te sucede…”

¿Por qué no desarrollas aquí mismo tu dicho? Yo por el momento estoy descansando; me tomé un período “sabático” y quiero reflexionar antes de continuar, en su caso.

Te acercaste y me dijiste que eres lectora de siempre y que conoces prácticamente todos los textos, así que me dejaste gratamente impresionado y es explicable que quiera conocer tu punto de vista. Espero que me digas al menos lo que piensas de todo esto, qué etapas y momentos te han gustado más y que esperas del futuro si es que lo hay.

Carlónimo llegó al punto de no saber dónde está ni adonde va. Camina solo y en el limbo, afectado por el fantasma de sus más caros recuerdos. Gracias por estar aquí, querida nina.

http://www.youtube.com/watch?v=usWnyG0cQq4

nina -

amigo carlónimo no es que no quiera tener contacto directo contigo solo que no e podido abrir tu mail para poder tener esa platica pendiente por lo pronto sigo esperando alguno de tus ansiados relatos espero que estés bien y que nos complazcas a todos tus admiradores. que Dios te bendiga y te deseo lo mejor.

Gil -

Carlónimo, te extrañamos.

Carlónimo -

Querida nina, muchas gracias por tu amable respuesta en la que rompes el perfil de simple ternura y me sorprendes, esta vez con una actitud bastante analítica. La verdad es que, después de cinco años de estar escribiendo, quienes me han privilegiado con su lectura ya me conocen bastante bien y están en posibilidad de percibir cualquier cambio de actitud e inclusive de ánimo en mi persona, a más de que las distintas etapas por las que ha pasado el blog me han dejado su explicable legado. Por más que quiera mantener la “imagen corporativa” del personaje Carlónimo, ésta no puede ser exactamente la misma. Y en esa natural evolución, tal vez no advierta yo los quebrantos y el posible decaimiento que algunos de ustedes perciben. Te agradezco traer a colación este asunto y más aún que me ayudes a identificar los “comentarios” en los que se ha trasparentado la afectación de Carlónimo. Requerimos, en efecto, hacer una reflexión profunda acerca del camino recorrido, quitarnos inercias nocivas y redireccionar en su caso el trabajo por realizar. Antes de entrar en los relatos ¿Podríamos conversar tú y yo en escribeyescribe@hotmail.com ? Espero que me busques por esa vía y que me compartas tu valiosa experiencia.

nina -

amigo carlónimo que te puedo pedir yo tu humilde seguidora si no es que solo uno mas de tus relatos que tanto me gustan mas bien nos gustan porque aquí nos tienes a varios esperando. y claro que si cuando quieras conversamos a y te aclaro que clarividente no soy pero si un poco perceptiva y noto en algunos de tus comentarios que algo te sucede pero no se bien que es. por otra parte y por extraño que te parezca yo también me enfermo muy poco pero cuando caigo caigo pero si tu quieres hacer un relato con mi persona adelante no me disgustaría pues se que lo hiciste pensando en mi y pues por lo de tus enfermedades no te preocupes tus razones tendrás para no relatarlas y tal vez sea como tu dices falta de inspiracion pero bueno eso es otro cantar pro lo pronto me quedo esperando tus relatos cuídate y que Dios te bendiga asta pronto querido amigo carlónimo.

Fany -

Que bueno que ya regresaste Carlonimo, te extrañabamos. Ahora a escribir!

Carlónimo -

Querida Nina ¿sabes? tu comentario ¡me ha encantado! Me inspira renovación, frescura, trigo limpio. Hace tanto tiempo que no me dirigían unas palabras como esas: MUCHAS GRACIAS.

Es muy raro que alguien me diga, de entrada: “he leído prácticamente todos los relatos del bloc” ¡De cinco años! Suena precioso, es un concierto, una delicia. Te admiro, así ya de entrada y tengo mucho que conversar contigo.

Además, me sorprendiste pues nunca me pasó por la mente que al decir “carlonimo nunca se enferma” te estuvieras refiriendo a eso.

Después, me haces saltar el corazón y reír cuando leo: “porque yo se que si te sucede” ¡Vaya clarividencia! Eres un amor, nina.

Pero… lo tal vez inexplicable para muchos de ustedes es que rara vez me enfermo y que las experiencias de medicación en mi persona no me inspiran relato alguno. La razón… no la sé. Pero ¡pues total! uno de estos días me animo y te complazco. Lo que de momento te ofrezco y de corazón, son relatos eróticos acerca de chicas tan preciosas como tú ¿Qué te gustaría leer? Pídeme.

nina -

amigo carlonimo mi comentario no fue con el afán de molestarte y si así fue pues discúlpame solo que e leído prácticamente todos los relatos del bloc y en tantos años pues nunca as relatado ni tan siquiera una simple gripe lo cual me gustaría pues se que a la gran mayoría de los hombres no les gusta en enfermarse y creo que sabemos por temor a las temidas y dolorosas inyecciones y sus consecuencias así que como tu lo veras si me gustaría saber como te comportas tu cuando te enfermas porque yo se que si te sucede por lo pronto espero tu respuesta deseándote en verdad una muy buena salud

Carlónimo -

Yo no me olvido de ninguno de ustedes preciosa Lety, los alojo en mi corazón “de por vida”.

Gracias Pascual por tus halagadores comentarios que son para mí un gran incentivo.

En efecto, no es usual que me ausente, deliciosa Fany, te ofrezco una sentida disculpa, pero después de cinco años me he dado por fin un descanso discrecional.

No, yo nunca me enfermo, encantadora nina. Mi trabajo en favor de ustedes ha sido tan frenético que depongo cualquier quebranto. Me encantaría que precisaras tu afirmación.

Queridísima Vero, te agradezco tus honrosas palabras, pero el término “asombrosas hazañas” me sacude con su ironía. En general, doy a mis relatos el direccionamiento que ustedes me piden.

Por otro lado, perdona que me involucre de alguna manera en tus comentarios para Antónimo, mi hermano, pero su contenido es tan radical que impacta la sustancia del blog. Dejando a salvo la relación de pareja que ustedes llevan y que por supuesto están en su derecho de encauzar libremente, te recuerdo que la sustancia de este blog es el erotismo. Si no desean hablar de las “seductoras noches” de su amor, pueden optar por la creación de escenarios neutrales tan estimulantes como aquellos con los que nos deleitaste durante una bella etapa de tu participación. Otra vía es el interesante trabajo editorial que ha caracterizado a mi hermano y que tú, con tu preparación académica, seguramente enriquecerías llevándolo a niveles insospechados. En fín, creo que existen múltiples alternativas de participación que ya se ejercen y que no es necesario “reinventar”, así que lo único importante es el deseo de escribir y de favorecer la creación de un verdadero taller literario.

Tu tienes un gran talento y en tu primera etapa te caracterizaste por una gran apertura mental (me impresionaba la Vero de entonces). Pues bien, recuerda que Verónica, Antónimo, Paty, Carlónimo, Carmen, Simón, Anna, Maricruz, etc; no son más que PERSONAJES. No te pierdas en los laberintos mentales que atormentaron a nuestro querido gaucho, quien nunca entendió quién era su muy amada Silvia.

La idea de encauzar nuestra vida conforme al planteamiento de Arthur Shopenhouer (reinventarnos) es apasionante pero corresponde al ámbito de nuestra VIDA PERSONAL, que tu bien sabes es ajena al blog. Yo no reinventaría a Carlónimo y no sé si la pluma de Antónimo haría lo propio. Sería como asesinar a los personajes.

Verónica -

Hey!!!
Me ausento un par de meses y me maravillo ante tantas andanzas que han ocurrido en ese lapso….
Veo a la flamante Eulogia, aprendiendo el “Kamasutra” muy a su estilo, y empapándose de una joven vitalidad… Lo interesante es que a Ismael le parezca bien que obtenga tantas pretensiones, después de todo, es prueba de su buen gusto… pero algo tan descarado, seguro que se moría de celos!!!... Un aplauso por tan rebosante por todo el abanico de posibilidades en el terreno sexual que se han dispuesto a intentar… Ojala nos relatara también las fantasías que ella le pide (o exige)… Digo, ni que fuera tan dispuesta ella, sin recibir nada a cambio ¿eh?... El otro día me encontré con Ismael en un Restaurante, él iba por una junta de negocios, y grande fue mi sorpresa al verlo levantarse al retrete sin poder caminar un solo paso absteniéndose de arrastrar los pies, y hacer muecas de dolor, incluso se tocaba discretamente las nalguitas…. ¡Que barbara mujer!...

Y luego… para seguir con sorpresas, me encuentro con que La bella Paty se animó al suplicio de la amenazante jeringa de Eulogia… ¡Válgame!... Seguro se arrepintió de “retarla” pues le salió caro el chistesito… El disfrute de Maricruz a espaldas de su marido, ya es el colmo…. Parece esto, una olla exprés a punto de estallar…!!!
Bueno, y Adriana y Ramón, Elisa y Raul, Cristina y Joel, y por supuesto, la preciosa Lety ya son el colmo!... Me invitan a estallar!!

Antonimo: Te extraño mucho…. Leí tu reflexión hace tiempo, y me hizo pensar en muchas cosas, así que te sugiero lo siguiente: Vamos a reinventarnos!!! Como decía Shopenhouer… No solo en el arte de viajar, y de pasar interminables y seductoras noches juntos……… ¿Qué dices?...

Carlonimo… Te quiero mucho!!! Sigue deleitándonos con tus asombrosas hazañas

nina -

porque carlonimo nunca se enferma

Fany -

Querido Carlónimo. No es usual que te ausentes por tanto tiempo. Extraño tus relatos y tu grata presencia.

Pascual -

Muy caliente tu último relato, Carlónimo. Hay varios detalles estratégicos que manejas como potenciadores del erotismo que me encantaron: las frases iniciales provocativas y desafiantes, el encanto de la “primera vez”, las señales contradictorias que emite la chica como “no me hagas sentir lo que no quiero”. Además de algunos clos up muy oportunos como: “mi pene se deslizó con suavidad, como salchicha, por todo el recto” Yo creo esta vez aplicaste un juego de factores “subterráneos” muy interesante.

Por lo que veo Fer ya se hizo rosca con su ofrecimiento de nueva casa. Pues el se lo pierde. Saludos.

Leticia -

Carlónimo pensé que te habías olvidado de mí o que te habías molestado por mi pretención de hacer el amor contigo. Veo que no y que eres un amor. El relato que me dedicaste es maravilloso y supera todo lo que me pude imaginar acerca de ti y de mi. Describes un momento fuerte entre los dos que me impresiona. No dejo de leerlo una y otra vez. Gracias, me hiciste superar por un instante mi lesbianismo y sentirme mujer. Eres adorable.

Carlónimo -

Yo también te espero con impaciencia, Paty, pero ahora les dejo este relato tendiente a disminuir mis adeudos.

El ganador se lleva todo

Desde que la ví me gustó. No puedo definir con exactitud lo que más me atraía de ella, pero la deseaba. Su rostro agradable, su nariz de niña traviesa, sus ojos expresivos, su cuerpo femenino: las piernas torneadas, llenas; nalgas abundantes, empinadas; su voz muy sensual; y la marcada curvatura de su cadera.

Tan sólo de pensar en abrazarla, de tentarla y degustar sus frescos labios, me entraba un fuerte escozor por todo el cuerpo que me dominaba y me hacía perder la calma. La inquietud era mutua pues de otra manera no explico que me rondara, que me buscara y tratara de estar conmigo.

Conversábamos intensamente, pero en cuanto me refería a ella disparaba sus certeros dardos lesbianos diciéndome que de los hombres no deseaba ni esperaba nada. Salimos juntos varias veces pues a los dos nos gusta el teatro. Cierta tarde, tras haber disfrutado un estreno entramos a un café donde me contó que estaba en un tratamiento a base de intramusculares. Bromeando le sugerí: “Te las aplico”. Y me llevé la grata sorpresa de verla extraer de su bolso la ampolleta y la jeringa diciendo: “Bueno, me toca hoy, espero que tengas buena mano”. Se palpó las nalgas, percibí en sus ojos el deseo por más que tratara de ocultarlo.

Nos fuimos a mi depa, ansioso de ver y tocar esas redondas carnes la encaminé a la alcoba y le pedí que se preparara. Desempaqué la jeringa, carqué el grumoso medicamento, empapé la breve borlita de algodón y la ví soltarse el cinturón, bajar el cierre del jeans que lucía muy ajustado, retraer la prenda hasta medio culo y tenderse lentamente para quedar acostada impávida, invitándome a deslizarle la pantaleta que tenía sensualmente hundida en la raja. No me privé de descubrir sus carnosas nalgas completas y palparlas. A ese estímulo Lety mostraba desinterés. Luego me dijo: “estoy sabrosa, ya lo ves, date gusto mirándome y tocándome si quieres pero no me excitas, sabes muy bien que soy lesbiana.

Desinfecté el carnoso y respingado cachete, se lo pinché con decisión, sentí deslizar la aguja, internarse en el vasto glúteo. Lety tembló, sus robustas piernas se inquietaron, sus labios articularon sentidas quejas. Mientras la sustancia penetraba permaneció tranquila pero el erótico temblor de su cadera y de sus hombros la delataron. Sufría pero se aguantaba, trataba de mostrar su fortaleza.

¿Te duele, preciosa?

Para nada y no me digas así pues pareciera que pretendes conquistarme.

¿Si te dijera que sí…?

Pierdes tu tiempo.

Pues, la verdad es que tu cuerpo me gusta muchísimo.

Sus nalgas se estremecían menudamente; la minúscula panty color solferino alojada al inicio de los torneados muslos vibraba murmuradora potenciando la concentrada excitación del glúteo. Lety me parecía muy hermosa pero me excitaba más saberla fuera de mi alcance. Tratando de romper su férrea resistencia me acerqué y le dí un suave besito en las nalgas. Enseguida se revolvió gritando ¡No, Carlónimo, déjame!

Es que tus nalgas me excitan, encanto. Tú tienes la culpa por haberme pedido que te inyectara. Y ¿sabes? Serás de disposición lesbiana pero tus encantos femeninos son innegables: La tersura de tu piel, la curvatura, la abundancia y consistencia de tus nalgas, la cintura estrecha, la cadera amplia, tus movimientos gráciles, el esbelto y fino talle, tu cuello erguido… estilizado, tu cabello lacio y sedoso, esos labios carnosos tan expresivos que yo besaría con deleite…

¡Ya Carlónimo, deja de fantasear a tus anchas. Termina de inyectarme, ya sácame la aguja… Sácamela!

Intentó levantarse y se lo impedí montándome en sus piernas a horcajadas. Imposibilitada, se revolvía pero la aguja clavada en su extenso culo le limitó el radio de acción amén de que, era evidente, las inyecciones la excitaban. Mientras empujaba el émbolo le acaricié las redondas nalgas y comencé a insinuarle el estímulo rectal. Con vocesita menuda, implorante me decía: ¡No, Carlónimo, no me hagas eso, no me hagas sentir lo que no quiero, te lo ruego! Pero su cuerpo empezó a tolerar y a festejar lo que sus labios se empeñaban en sancionar.

Los reiterados: ¡No, no, por favor, no…! Se fueron replegando y convirtiendo en velados suspiros, jadeos y emocionados sobresaltos. Mis manos se posaron en su cintura y siguiendo el curvado talle empezaron a recorrer sin recato los espléndidos glúteos, cuya fibrosa consistencia me dio el plus de excitación que necesitaba para convertir aquella leve escaramuza en ofensiva.

Habiéndo dejado la jeringa sobre la cama, me extraje el hinchado pene y se lo embutí en la profunda raja, recorriéndole todo el fondo de la grieta con mi enardecido glande. Sin dar cuartel ni respiro a tan deliciosa chica, combiné las arremetidas con besos y suaves caricias en cuello, brazos y espalda.

El último y desesperado esfuerzo de Lety para detener mi furiosa embestida fue gritar a pulmón abierto: ¡Aaayy ingrato, contigo no se puede…! Después relajó su delicioso cuerpo, depuso la tensión y accedió sumisa a que le picara el culo.

Salvado el muy estrecho escollo del inaugurado esfínter anal, mi pene se deslizó con suavidad, como salchicha, por todo el recto hasta que mis cojones reposaron en sus carnosos glúteos. No pudimos concretar un regular vaivén pues era la primera experiencia rectal de Lety y le dolía mucho la frotación a la cual no estaba acostumbrada. Así que disfrutamos por el sólo hecho de haber concretado ese suculento y privilegiado empalme. Le obsequié los súbitos espasmos de mi ceñida verga que saltaba con intermitencia, y se la extraje después lentamente, resbalándola con embeleso para que la gozara en todo su calibre, antes de proceder a la ansiada penetración vaginal. Sus enormes nalgas distendidas, distanciadas una de la otra por el efecto de la imprevista penetración anal, se me revelaban eufóricas, presuntuosas.

Habiendo cambiado su actitud, con mucho ánimo receptivo, la preciosa Lety elevó sus frondosas nalgas para mostrarme de frente su lubricada rajita vulvar, que mi pene traspasó con suavidad. Emprendimos el rítmico y concertado roce aderezado con espléndidas acometidas y retozos corporales, hasta sentir que nos derretíamos de gozo. Nuestros íntimos jugos explotaron y se confundieron en un pantagruélico festín de exclamaciones y de involuntarios retorcimientos, que nos dejaron postrados, enjutos, apacibles, satisfechos.

La deliciosa Lety sometida, temblaba de placer en mis brazos.

http://www.youtube.com/watch?v=iyIOl-s7JTU

Paty -

Carlónimo, tu sabes crear de cualquier suceso una escena de amor ¡Qué lindo! Y la armonía con el link me encantó: ¡Touching me, touching you! Te espero con impaciencia. Touch me enterely, darling…

Carlónimo -

http://www.youtube.com/watch?v=1vhFnTjia_I

Carlónimo -

Queridas Hilda, Paty, Maricruz y Marce, preciosas, las amo por estar conmigo, por no dejarme. En mi vida, gracias a Dios, siempre ha estado presente una linda mujer que no me deja, que me libra del abismo. Cuando más aciago me parece el escenario, siempre hay una encantadora chica que me acompaña, me levanta el ánimo y me hace ver que la vida es bella, que se puede diusfrutar y que los encantos femeninos son patrimonio del hombre que tiene fe y sentido de orientación… desde luego.

Hoy es viernes y me encuentro en verdad atosigado por lo intensa que ha sido la semana laboral, pues no me dejó espacios de comunicación con ustedes. Pero se que me comprenden y que saben cuándo se les ama de verdad. Y ustedes, PRECIOSAS, no escatiman mimos y halagos porque son mujeres, MUJERES de verdad y saben distinguir lo negro del blanco, aman su cuerpo y su capacidad de disfrutar y no se dejan avasallar por PENDEJOS que creen ser dueños de las faldas y de lo que se encuentra en ellas. Como decía mi abuela: “Allá se los haya” a quienes se dejen dominar por quien las enajena.

No he podido pensar mucho pero, hoy que regreso de Miami, justo en el aeropuerto ¡GUAU! una preciosa chica de nombre Susy me atendió en la cafetería. Tenía su bracito izquierdo adolorido ¿Qué te ocurre preciosa? No se, no me pegué pero… me duele, aquí en el codo, no lo puedo flexionar sin sufrimiento.

¡Préstamelo! No, pero, así no… ¡Desvístete!

Aaaayy, no… ¿Cómo?

Sólo el codito, mi amor, no te pases ni malinterpretes.

Aaah! Bueno.

Se retiró el saco de un lado y me dio su bracito.

Mira, hermosa, lo tienes entumido de frío, una sobadita no te viene mal, así suavecito ¿dónde te duele? O más bien ¿dónde necesitas mi consuelo… Aquí en este lugarcito?

Aaayy sí, ahí, ahí me duele… Dame tu consuelo.

Despacito, te lo acaricio, mi vida, como si penetrara y estimulara ¿ves, qué sientes, encanto? El suave tallado, acompasado, cercano… íntimo ¿te gusta?

Sus ojitos cerrados, su boquita entreabierta, los suaves suspiros, el jadeo disimulado, me dijeron todo.

No tallaba, sino acariciaba, traspasando, llegando y llegándole directamente al alma, a los deseos más recónditos, ocultos, inconfesables.

Por un momento se fugó y me fugué con ella, contemplándola, haciendo míos sus deseos, haciendo suyos mis anhelos. Mis dedos se transformaron en genitales; su bracito me dio acceso. Una simple presión desató la entelequia. Gemimos, sollozamos y nos fundimos hasta retorcernos y saber que nos pertenecíamos.

Permanecimos quietos, ajenos al lugar, al escenario, colapsados, sorprendidos, ensimismados. Reaccionamos al unísono. Nos miramos, no sabía qué decirme.

Ya te puedes vestir, mi vida… fue maravilloso.

Su agitada respiración no le dejó espacio para la reflexión. Me miró, la miré, sonreímos y volvimos a la relidad. Una realidad difusa que no asimilamos, ni entendimos, ni nos sirvió de nada. No enturbió el cristalino recuerdo de nuestro empalme.

Sueñen, vivan, gocen ¡La vida es maravillosa!

Preciosa Marce, escribe, yo te acompaño ¡Vamos a crear fastuosos escenarios juntos! Dame la pauta… te sigo… hermosa.

marce -

carlonimo primero que nada muchas felicidades por estos años que sigan muchos mas llenos de cosas buenas para ti y para todos los que leen gracias a este blog podemos "divertirnos" y expresarnos sin ningún complejo.
espero compartir mas relatos con todos uds. ya que me aleje por un tiempo, pero nunca deje de leer.
saludos a todos!!!
pd: quería saber si alguien es de monterrey ?????

Maricruz -

Enhorabuena Carlónimo yo muy contenta, fenomenal que sean ya cinco años aunque yo tenga pues uno y pico apenas de estar leyendo y enterándome de tantos bonitos relatos. Antes no me daba cuenta de ellos pero encontré el caminito y ahora estoy siempre pendiente y salto de alegría cuando veo uno nuevo que todos me gustan. Son distintos y se refieren a diversas situaciones pero yo no me caso con un solo género y cada relato lo disfruto pensando qué nos dice Carlónimo o qué le mueve a él emocionalmente. Me da mucha pena no poder comentar cada vez, pero disfruto. Como ya lo han dicho otras personas, no a todos se nos da escribir y eso es muy sencillo de entender. Carlónimo pues hoy te digo que siempre te leo, que estoy contigo, que me pareces un hombre maravilloso y que no te vas a ir nunca de mi vida.

Paty -

Carlónimo “Incantatore” estoy a punto para celebrar tus ¡cinco años! “Fare l’amore e di festa”. Eehhh? Cómo te quedó el ojo Eulogia.

Hilda -

Carlónimo, recibe un abrazo sincero en este quinto aniversario del blog. Todo tu trabajo que has realizado está aquí presente y es extraordinario por su cantidad y por su gran calidad. Cuando leo tus relatos de cualquier año me impresiona tu creatividad y tu constancia. Yo desearía que siguieras escribiendo por mucho tiempo pero te reitero que para mi lo más importante es no perder tu amistad. Un beso.

piry -

ta a todo mecate. me gusta.

Carlónimo -

Cuando por fin despertó Joel y se vio tendido en la sala del hospital, comprobó el drama que su conciencia en lenguaje onírico ya le venía insinuando. Su médico, que en ese momento realizaba la visita de rutina lo acogió bonachonamente: ¡Pues qué… mi dilecto colega, ya está usted aquí de nuevo listo para la revancha! Muy buen intento, se la jugó con el viagra y !créame! de hecho ganó la partida pues, aquí entre nos, tiene a su hermosa prometida rondando el hospital y preguntando por usted noche y día.

Yo… no se, no estoy seguro de querer verla. Me veo a mí mismo aquí postrado, presumo lo que me ocurrió y… ¡No, no, por Dios, qué pena! ¿Qué va a pensar Cristinita sino que ya estoy caduco…? Fue terrible sentir que ni con viagra… Este cuerpo así cansado, agotado, no me sirve de nada. Ahora que tenía la oportunidad de conseguir aquello que durante tantos años estuve deseando… Cuando por fin rendí en mis brazos a esa jugosa, dulce, plena, deliciosa hembra que yo cuidé con esmero. Ahora que era mía !No, no puedo aceptar este fracaso, no podré llevarlo a cuestas! Doctor, por favor, le pido que me ayude a bien-morir en calma ¡Quiero la eutanasia, aaaaayyyyy!

¡Calma, hombre, que no es para tanto, no todo es placer carnal en la vida ¡Aaaayyy! No me diga eso, que si a mi se me cierra la posibilidad de disfrutar a Cristinita, la preciosa mujer de mis sueños, no quiero vivir más ¡Quiero morir! Ayúdeme a morir, se lo ruego ¡Soy un horrendo trasto viejo, un fracaso!

Desesperado, se arrancó la aguja del suero, se incorporó y corrió para lanzarse por la ventana. Pero su médico, un hombre bastante fornido, logró sacarlo de balance haciéndolo rebotar lastimosamente contra la pared !Cataplum, aaaoooouuuuch! Entraron de inmediato varios paramédicos, lo sometieron y le aplicaron un poderoso sedante.

Cuando despertó, Cristina estaba a su lado, tan adornada y compuesta como una muñeca. Su madurez y el juvenil atuendo le daban un aire de audacia y modernidad. Su escote, breve pero insinuante, paralizó al doctor Quirarte quien la miró perplejo sin acertar a decir nada. Cuando por fin reaccionó y muy nervioso trató de disculparse: “Cristinita, yo, yo…” la preciosa Cris le indicó con mímica guardar silencio, lo confortó y permaneció a su lado cuidándolo con esmero, hasta el momento que lo dieron de alta.

Más aún, se fue con él a su casa para acompañarlo y seguirlo consintiendo. Cada ocho horas lo inyectaba y convertían el momento en un verdadero festín de voluptuosidad, donde Quirarte se chiqueaba inmerso en sus más caros y recónditos anhelos. “Cristinita, ahora soy yo quien te entrega su cuerpo. Ten, aquí están mis nalgas para que me las pinches”. Desparramado, con el boludo trasero desnudo y en sobrada pompa, despojado de todo prejuicio, desafiando el riesgo de caer en desfiguros, paraba las nalgas e incurría en grotescos melindres que a cualquier otra persona le hubieran provocado risa.

Pero él se sentía en confianza y Cristina estaba conciente de la enorme carga emocional que su amigo por fin aliviaba. Nunca antes se había sentido tan estelar, tan importante, tan apreciado, tan comprendido, tan sensual… para la dama de sus sueños. Con la brutal hipodérmica clavada, disfrutando y sufriendo, balbuceando infantiles quejas, deliraba sumido en su propia entelequia.

Una de esas noches, avasallado por la duda pero conciente de que debía afrontar el problema, se aproximó a Cristina, se la sentó en el regazo y se dio gusto acariciándole los frondosos muslos que el diminuto baby doll dejaba descubiertos. Ansioso trataba de estimularla, de ofrecerle con sus manos el disfrute que su pene no podía abastecerle.

Poco a poco pasó de los chamorros a las nalgas, al busto y por fin a la vulva. Le deslizó la panty, colocó a la preciosa mujer culo arriba sobre sus piernas y empezó a acariciarla con embeleso. Cristina pasó, por etapas: del profundo suspiro al jadeo y por fin al sollozo. Pero cuando sintió que el éxtasis se aproximaba, paró sin miramientos a su amante: ¡Espera Joel! Esto no puede ser así, mi vida. Tú eres un hombre y mereces participar en el placer que me das. A tu maestría para excitarme con tus manos quiero que agregues el recurso invaluable de estimularme con tus genitales. Vamos, yo sé que puedes.

Se puso de pie, lo desnudó, lo hizo acostar boca arriba, se le montó invertida en un clásico sesenta y nueve y, flanquándole el rostro con los excelsos chamorros, le dejó a la vista sus enormes nalgas, la vulva, el coño y la breve pantaletica enredada a media pierna. Le agarró el flácido pene que dormitaba insensible y lo metió completo en su boca para chuparlo mientras le acariciaba con gran maestría los flojísimos cojones.

Quirarte resoplaba viendo, tentando y lamiendo la excitada vulva; sus dedos traspasaban una y otra vez el enardecido coño. Mentalizaba el hecho mismo de tener a Cristina entregada, pero su pito permanecía encogido.

No obstante, en el momento exacto que Cristina accionó el neurálgico punto “G”, botón estratégico de la concupiscencia, se oyó un soberbio rebuzno ¡¡Hiiiihoooo!! Seguido de potentes voces: ¡Cristinita, carajo, cómo le hiciste, preciosa, sinigual, encantadora!

Se aferró a las espléndidas nalgas de su amante para morderlas, lamerlas y besarlas. Su resucitada pichancha, rebosante y tiesa como badajo, se columpiaba desafiante. Los labios y la lengua de Cristina acorralaban e hidrataban el boludo glande que se enseñoreaba y emitía sus primeras gotas espermáticas.

Joel reía y gritaba feliz ¡soy hombre potente, recio, potro ¡un pinche burro, qué chingaos! Y tú mi ardiente potranca que te caes de buena… Ahora sí ¡cuidado! porque te traspaso con mi indomable verga ¡carajooooo! Ay, ay ay ¡Epa, Yupi, hurra, al ataqueeeeeee!

Quería seguir lamiendo y excitando la vulva. Pero Cristina, experimentada y conocedora como pocas, lo interrumpió, se incorporó para tenderse boca arriba, abrió el compás de las piernas y se montó al eufórico vejete introduciéndose ella misma el henchido pene que resbaló como pez en el agua, hasta perderse en la lubricada vulva.

Emprendieron el cadencioso tallado gritando y doblándose de lujuria. El fetiche de la resurrección flotaba en el ambiente. Cristina estaba satisfecha de saber que sus encantos permanecían vigentes, que tenía la capacidad de excitar, restablecer, gozar y hacer gozar a su hombre. Él se mostraba feliz de saberse activo; sexualmente apto para penetrar y prodigar el disfrute carnal a Cristina.

Llegaron por fin al éxtasis. Entre gritos, juramentos y empellones, descargaron la talega de su apetencia y se entregaron un merecido tributo de amor y agradecimiento. Después de resoplar y restregarse uno al otro a sus anchas, permanecieron tranquilos, besándose y acariciándose con embeleso.

Tras un romántico paréntesis de charla y mutuas adulaciones, Cristina se puso de pie y caminó desnuda en dirección al baño. Su erguida figura, la esplendidez de su cuerpo y las deliciosas curvas, la revelaron a los ojos de Joel como una mujer en plenitud: madura, bella y excitante. Su pene que después del coito ya se encontraba en “cuarto menguante” reaccionó súbitamente.

Mientras orinaba, Cristina reía a carcajadas, de oír a su amado Joel que corría, saltaba y gritaba: ¡Yupi, soy feliz… Qué chingona pichancha!

Nunca se debe perder la esperanza. Un abrazo, feliz Fin de Semana.

http://www.youtube.com/watch?v=mnUkNmTFCGs

Pascual -

Todos los relatos magníficos espero ansioso los d3el “empalme” de Adriana con Ramón y la conquista de Nayeli a Raúl. La cachonda Elisa ya no se siguió metiendo con el muchachito? Haaa! y tenemos que celebrar tu quinto aniversario, pero en serio yo estaré en contacto contigo. Gracias por todo amigo Carlónimo.

Carlónimo -

Mi querida Hilda, en efecto, el próximo 5 de marzo cumpliré cinco años de estar aquí con ustedes, conviviendo y hablando de cosas que nos relajan y nos alegran la vida.

En respuesta a tu amable comentario, te diré que para escribir no es necesario contar con mucho tiempo, ni sentarse con solemnidad frente a la hoja en blanco. Hace poco comentaba con alguno de ustedes que, cuando tienes algo que decir pues simplemente lo dices. Y para tener algo que decir sólo tienes que vivir con el cerebro activo y los ojos abiertos. No es necesario que me reconozcan algún mérito; sólo hago lo que me viene en gana. Nunca te olvidaré, preciosa.

Les cuento que hace unos días tuve la oportunidad de platicar con mi amiga Nayeli. Esto fue lo que conversamos.

Hola encanto, gracias por aceptar mi invitación, tenía muchos deseos de verte ¿Cómo estás y qué me compartes?

Hola Carlónimo, yo también quería verte y contarte que mi vida va sobre ruedas, pues me reencontré con alguien que me ha hecho sentir mujer, de nuevo.

Así que… ¿Tienes ahora una experiencia hétero?

Pues sí, al menos por ahora. Mi chica y yo rompimos nuestra relación y durante la etapa de duelo me reencontré con Raúl, un viejo amigo con quien tuve algunas de mis primeras experiencias sexuales ¡Magníficas, de lo más excitantes! ¿Te gustaría que te contara?

Pero… ¡Por supuesto! Soy todo oídos, preciosa Nayeli.

Bueno, ps Raúl es un chico cinco años menor que yo pero nos llevamos divinamente. Lo conocí en circunstancias muy especiales. Resulta que llegó un día a mi casa porque su mamá le pidió a mi mamá que lo inyectara. Él tenía entonces quince años y se conducía como niñito, aunque yo no pienso que lo fuera del todo. El caso es que llegaba a casa muy formalito y casi ni hablaba. La primera vez, le oí decir todo nervioso: “Señora Elisa, buenas tardes, vengo a verla porque mi mamá parece que habló con usted y le explicó que yo vendría porque necesito que… Bueno, es que hace como una semana que…”

Mi madre, aguda y poco paciente, le contestó: “Sí, si, vienes a que te inyecte las nalgas; anda pasa si quieres te la aplico aquí mismo en la sala. Vamos, dame la medicina, descúbrete el culo y te acuestas.”

Mi madre entró a la cocina y yo que ya tenía veinte años y que podía ver a Raúl como a un chiquillo, me quedé muy campante disfrutando. El chico me miró de soslayo y en silencio, hasta que llegó mi madre con la jeringa, disponiéndose a cargarla. Entonces Raulito se retiró completo el pants quedando tan sólo en calzones. Se los deslizó hasta la cresta del culo y se acostó como si nada mostrándonos la parte superior de unas nalgas tan pálidas, tersas, carnosas y respingadas que me hechizaron.

No podría explicarte qué fue lo más sensual de aquella primera escena. Un adolescente tímido, muy blanquito, delgadito, de lo más formal, pulcramente vestido con una camiseta de algodón color azul cielo, tendido apaciblemente en el sofá, con una expresión de miedo y pena. Su cabello rizado oscuro, algo revuelto, nalguitas carnosas, erguidas, diáfanas, tan perfectas como las de una escultura del más representativo arte griego, perfectamente abombadas. La ceñida trusa negra retraida hasta la cima de los glúteos, la deliciosa raja a la vista, las pantorrillas alzadas ¡Una pose monumental de corte clásico!

Me calenté cañón y estoy segura de que mi madre también lo estaba. La noté nerviosa, escamada, supongo hubiera preferido que me retirara dejándole el campo abierto. La conozco muy bien, no tiene límites. El chico se dejó inyectar en calma, su actitud fue de excitación más que de sufrimiento. Empinaba las nalgas ofreciéndolas con impudicia. Se sabía atractivo y buscaba sembrar la apetencia en nosotras. A cada avance del émbolo me miraba desafiante, como diciendo: “¿No te excitan mis encantos, mi sufrimiento? Obsérvame y disfruta”

Extraída la aguja, mi madre se sentó a su lado, y le aplicó un intenso masaje que confirmó su descarada apetencia. Le manoseó las nalgas sin disimulo. Lo vistió ella misma y lo encaminó a la puerta recordándole que lo estaría esperando al día siguiente. Cuando estuvimos las dos solas me miró enojada y me dijo: ¡Te diste gusto, ramera! Te lo comías con los ojos… Eres una morbosa…”

Al día siguiente fingí salir de casa pero espié por la ventana. Mi madre lo tenía en su recámara secuestrado, desnudo, en cama. El chico se dejó disfrutar. Sabiéndose deseado y en intimidad cooperó para que mi madre lo abordara. Frotando el pubis hacía gala de su erección. Mi madre entendió el mensaje y mientras lo masajeaba le invadió por debajo del cuerpo la entrepierna. Al sentir el eficiente acoso el chico se dio la vuelta y lo que vimos fue impresionante ¡Tenía una picha descomunal de más de veinte centímetros de longitud, con superficie abrupta, curvada y ondulada!

Mi madre se avalanzó sobre la cotizada pieza; se aferró, terminó de endurecerla y se la metió en la boca para chuparla. El chico le asió la cabeza y la atrajo hacia él con desesperación para hacer más profunda la estocada. Al sentir la enorme boa que le aplastaba la campanilla mi madre emitió descompuestos bramidos de asfixia. Abrió unos ojotes enormes y recogió los elásticos carrillos para succionar con mayor fuerza. Frotando y mamando aquella monstruosa culebra le arrancó tan violentos escupitajos que a ella le rebotaron en la cavidad bucal y quedaron dramáticamente colgados como espesos mocos, de sus distendidos labios.

El chico yacía sublimado, rendido de placer y de contento, pero mi madre no había terminado, así que se alzó el vestido y se le montó para que la penetrara. Pero eso me dio mucho coraje, así que corrí hasta la puerta y accioné el timbre hasta que la hice llegar a abrirme. Estaba despeinada, desencajada, temblorosa, con la mirada perdida, frustrada. Le dí un zalamero besito diciéndole: ¡Ya llegué, mami! Me encerré en mi recámara como si no supiera nada. A poco, percibí que mi madre encaminaba al chico hasta la puerta.

Impactante tu historia, querida Nayeli. Pero ¿Cómo fue que tú…?

Ahora cuéntame de tí Carlónimo, lo que sigue de mi historia te lo comparto luego.

Hilda -

Muy buenos tus últimos relatos Carlónimo, el de Maricruz y el de Adriana. Compruebo una vez mas tu enorme creatividad. También recordar que ya está muy cercano tu quinto aniversario en este blog que no es de nadie más sino TUYO POR DERECHO, pues ya son incontables tus relatos y participaciones de altísima calidad. Gracias otra vez Carlónimo por todo lo que nos das: tu compañía, tu trabajo, tu amistad, tu comprensión, el gran esfuerzo que realizas para complacernos y sobre todo ¡ese “plus” tan maravilloso!!! de compartirnos tu personalidad, tu forma de ser y tu percepción de la vida, que a mí en lo personal me ha ayudado a encontrarme y que sencillamente, me fascina. Mi gran amigo Carlónimo, yo te quiero mucho, por favor no me olvides nunca.

Carlónimo -

Querida Maricruz: todos los detalles de tu atrayente personalidad me ayudan a delinear el contexto.

Querida Paty: Muchas gracias. Recibe un abrazo cariñoso.

Estimado Ramón, atendiendo la solicitud que me formulaste por email, te entrego el relato que me pediste.


Adriana y Ramón

Desde que nos conocimos surgió la tentación que ignoramos sin llegar a desaparecerla. Nuestra relación se fue acrecentando. Como personas casadas, cada uno por su lado, nos compartimos nuestras respectivas experiencias.

Luego inicié un juego excitante conforme al cual elogiaba la belleza de Adriana, le hacía ver que me gustaba, que me atraía sexualmente y bromeaba invitándola a salir conmigo, a irnos de vacaciones, a entablar una relación de intimidad en pareja.

Ella me sobrellevaba. Fue poco a poco aceptando mi juego y consintiéndolo. Nuestra relación personal se estrechó. Nos sentimos felices al estar juntos; nuestra conversación fluyó ligera; intercambiamos sonrisas y miradas de complicidad, placer y deseo.

Hace unos días, ella entró a mi oficina y se acercó a saludarme. Yo estaba hablando por teléfono. Volví el rostro para besar su tersa mejilla pero nos enredamos en tal forma que nuestros labios se confrontaron y se juntaron.

Luego le pedí que me acompañara al banco. Salimos juntos de la oficina y atravesamos el parque sumidos en una cálida conversación que continuamos en la sucursal bancaria. Ella estaba de frente al controlador luminoso de turnos, así que le dije: “Mi vida, tengo el 34”. Ella se rio complaciente diciéndome: “Sí, amor, tienes el 34”. Parecíamos y nos sentíamos pareja. Disfrutamos y consentimos esa deliciosa percepción.

Al regresar de la ventanilla, ella me aguardaba sonriente sin dejar de mirarme. Seguimos conversando y al salir, de regreso al trabajo, la tomé del brazo. Me apretó la mano ciñéndola a su cuerpo y caminamos muy juntitos, como novios o esposos, conversando, sonriendo y disfrutándonos mutuamente.

Así estaban las cosas entre los dos. Nos gustábamos mucho pero ninguno estaba dispuesto a poner en riesgo su matrimonio. Pensábamos que sería un error declararnos amor, si bien nos lo habíamos manifestado en mil formas.

Pocos días después Adriana se enfermó y la acompañé al centro de salud donde le recetaron inyecciones y fui después con ella a que se las aplicaran.

El primer día entró sola al consultorio; pude percibir voces difusas y algunas sentidas quejas. Tardó más de quince minutos al cabo de los cuales salió cojeando y me tomó del brazo diciendo: “No creí que me doliera tanto, me lastimaron demasiado”. Luego me tomó la mano y me hizo tentarle el glúteo, donde tenía una pequeña protuberancia que le dejó el pinchazo.

Me excité demasiado y le pregunté si tenía hematoma. Percibiendo mi acalorada curiosidad ella respondió: “te enseñaría mis nalguitas pero no es posible en estas condiciones”, lo cual terminó de calentarme.

Al día siguiente, cuando la llamaron para inyectarla, me jaló diciendo: “Ven, acompáñame”. Entramos los dos al consultorio, pero la enfermera me hizo salir diciendo que no se aceptaban acompañantes. Volví a escuchar lamentos tras de la puerta, esta vez más agudos y prolongados; la aplicación se demoró veinte minutos. Al salir, Adriana me dijo: no vuelvo a venir a este sitio; me lastimaron horrible.

El tercer día me llevó a una casa particular. Llegamos juntos, abrazados, como esposos. La mujer nos hizo pasar a los dos a su recámara donde Adriana subió su vestido y se acostó bien dispuesta sobre la cama. Llevaba una pantaletica roja que se le adhería deliciosamente a las nalgas. Fue un momento espectacular: ¡Mi entrada triunfal en su deseada intimidad!

La señora terminó de cargar la sustancia, se acercó a la paciente y pensando que se trataba de mi esposa, deslizó sin reparos la panty hasta dejar a la vista los dos soberbios cachetes. Después de palparlos comentó que había una leve inflamación del lado derecho. Me hizo tocar el firme y redondo glúteo lo cual rebasó mis expectativas con creces.

Adriana se mantuvo tan serena que empecé a sentirla mi mujer. La enfermera me fue refiriendo cada uno de sus movimientos: “Mire usted, le aplico suaves palmaditas para relajar el glúteo… Desinfectamos… Y… ¡Pinchamos!”.

El culito se bamboleó deliciosamente.

Continuó la mujer: ”Esta sustancias es muy densa. La empujamos lentamente”

“¿Cómo la siente, señora? Dígame cuando le arda o le duela demasiado”

“Mire, señor, como la sustancia se va concentrando en esta área, justo alrededor de la jeringa ¡mire, tiéntela, aquí justamente, mire cómo la nalga se tensa”

“Tiente de este lado, mire, ahora compare con este otro sitio donde estoy inyectando la sustancia, mire toque así, hinque un poco su dedo… ¿Ve?”

La preciosa Adrianita se enjutó muy dolida y repuso suplicante: “Espere, permítame descansar, me duele mucho…”

La diestra enfermera me instruyó: “Consuele a su esposa, las caricas eróticas representan la mejor opción en estos casos, qué bueno que la acompañó.

¡Ande, estimúlela con toda confianza!”

Vacilante, le acaricié las piernas y las nalgas. Sentí que mi amiga se estremecía. El émbolo avanzaba lentamente, la enfermera me codeó y me señaló la ardiente vulva.

¡Yo estaba en serio predicamento!

Fingí no entender. La mujer insistió ¡Estimúlela! Adriana se mantenía a todas luces expectante. Se me ocurrió preguntarle con candidez: ¿Cómo te sientes, mi vida? Ella no respondió. El émbolo avanzaba, el lastimado culito se estremecía, los excitantes lamentos aumentaban.

La enfermera me miró recelosa, como dudando de mi parentesco. Los ojitos de Adri permanecían cerrados, entornados, sus manitas tallaban inquietas la superficie de la cama.

Armándome de valor, me mojé con saliva las yemas de mis dedos y se los apliqué a mi amiga en los encrespados labios vaginales. Los sentí calientitos, suaves, rutilantes. Mi escultural mujer se conmovió, empezó a jadear y a frotarse los muslos uno con otro.

La singular enfermera me miraba con aire de complicidad; sus ojos destellaban, sus labios se encrespaban, su respiración se aceleraba. Inquieta me decía: “Yo avanzo el émbolo y usted penetra la vulva”

Adriana se removía nerviosa, inconforme, pero muy excitada.

En un acto de suprema audacia, sumí mi cabeza en medio de las bien dotadas piernas y le apliqué un decidido estimulo lingual en el clítoris, hasta hacerla temblar, retozar, jadear y gritar.

Una vez la jeringa afuera, Adrianita separó con decisión las piernas y se abandonó al disfrute hasta consumar un espléndido orgasmo.

La calenturienta enfermera no perdía detalle, pero en el instante supremo, me guiñó el ojo y salió de la habitación muy resuelta, mostrándome que ponía el seguro de la puerta.

Unos instantes después, en esa misma cama, Adriana y yo tuvimos nuestro primer empalme.

http://www.youtube.com/watch?v=mpckmyK7rAE&feature=endscreen&NR=1

Paty -

Feliz día del amor y la amistad a todos. Carlónimo, tu relato sobre mí es sorpresivo y como siempre muy bueno. Sigue volando.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Se acabó el recreo pues ya regresó la bruja ¡Uuuyy qué miedo! Viene desatada y renovada, se trajo toda la sabiduría y las mañas de los ítalos ¡Preparen sus culitos, mis hermanos! Pero no se pasen, ya vieron cómo le fue a Paty por envalentonarse y desafiarla.

Aunque ya la traía contra ella, a mí se me hace que le tiene tirria desde que la inyectó acostada en las piernas de Carlónimo; le rechinaban los dientes de rabia. Pero… ¿de qué se queja la ingrata si dice que ella está muy bien cogida? Y que su Ismael la tiene como a “una princesa”. Se ve que le ha ido muy bien en su matrimonio.

En cambio el de Maricruz parece que no funciona como ella quisiera. Es que es una bronca, como ella dice, no es tan sencilla la cosa. Si los novios revientan por “quítame estas pajas”, cuantimás los esposos que en la lucha diaria por la vida van caminando muchas veces a contracorriente. La convivencia marital es cañona, no cabe duda. Nada más oigan la reflexión que hoy nos comparte la Yazmín Alessandrini.

Bajo el título “Ingredientes para el amor” dice la güerita que: “A propósito del ya tan mercantilizado Día del Amor y la Amistad o Día de San Valentín, much@s nos preguntamos sobre la factibilidad de poder encontrar a ese ser tan especial con quien podamos compartir nuestras vidas. La verdad es que no es nada fácil. Sin embargo, a nuestro alrededor, en el día a día es posible, encontrarnos con parejas de ancianos que viven totalmente enamorados uno al lado del otro que lo primero que se nos ocurre preguntarles es ¿cuál es la receta?”.

Efectivamente, dice ella que no es posible encontrar una receta para “vivir eternamente enamorados de nuestr@ espos@””. Sin embargo, agrega Yazmín que hay que valorar un estudio publicado por el psicólogo chileno Hernán Patricio Díaz, egresado de la Universidad Andrés Bello, “quien explica que si bien no existen embrujos o hechizos para alcanzar el éxito en nuestras relaciones matrimoniales, sí es posible aderezar nuestra vida de pareja con algunos ingredientes que nos permiten allanarle el camino al éxito de esta importante parte de nuestras vidas.”

El primer paso, según el mentado estudio, es respetar “la libertad de nuestra pareja, porque tanto hombres como mujeres somos individuos únicos y cada uno cuenta con sus espacios personales.”

El segundo paso, que “siempre hay que vivir en la verdad. El verdadero amor siempre obliga a ejercer la sinceridad. Quien ama no engaña ni oculta nada.”

Y el tercero, que “hay que cultivar el afecto (…) Alimentar nuestro amor con acciones, gestos y detalles que impacten en nuestra pareja, haciendo a un lado el egoísmo.

Respecto a la libertad, pues ya ven que el Pacto de Eulogia con Ismael ha funcionado, porque cada uno se da sus buenos espacios para la promiscuidad y en ese tenor se llevan a toda madre. A Ismael le vale que los ítalos se chuten a su esposa bajo las olas, mientras él pueda hacer lo suyo con las ardientes “bambolonas”. Habrá que tomarlo en cuenta.

Respecto a que hay que vivir en la verdad, pues lo mismo, Ahí tienen a Eulogia que no tiene pelos en la lengua para decir que se puede dar sus escapaditas con Carlónimo o con los Ítalos, pues al cabo que su consorte hace lo mismo y se lo dice tan campante ¿Será así de simple la cosa, mis cuates?

Y de cultivar el afecto, pues también basándonos en la misma exitosa pareja y sus confesiones diremos que puede ser útil. A pesar de los pecadillos de cada uno, es plausible oír que la chava diga que su “ñor” la tiene “muy bien cogida”.

De manera que la fórmula infalible sería como dijera el Padre de la Economía, el célebre Adam Smith, en el síglo XVIII: “Laissez faire, laissez passer” o sea, “Dejar hacer y dejar pasar”, sin la imposición de trabas, prohibiciones o alcabalas. La libertad de cada quien como el ingrediente ideal para mantener unida y en equilibrio a la pareja. Pero eso sí, no olvidar el tercer elemento, reforzar la unidad a través de un intenso ¡Prau Prau! Como decían nuestros abuelos: A la mujer hay que tenerla: Bien comida, bien vestida y bien cogida. Cumplidas las tres condiciones, no tendrás bronca alguna.

Y por lo que se ve, la aguda Maricruz parece compartir esta idea, pues ni suda ni se acongoja (o sea que no se encabrona). Mientras su relación marital “se pone graciosa”, ella disfruta la vida con Carlónimo. Como dijeran también nuestros abuelos: En esta casa se coge a las tantas… esté quien esté. No deja de ser sabiduría profunda.

Muchos besos para mi preciosa Vero, que por lo que se ve, también comparte la fórmula del Psicólogo Andrés Bello, pues no sabe y “le vale gorro” lo que a estas horas yo estoy haciendo.

Maricruz -

Pero hombre, Carlónimo yo creía que muchas cosas que habíamos tratado en el armario eran, pues eso, de puertas adentro. Pero no importa cariño fíjate que el matrimonio es mucho más bonito de lo que yo pueda deciros. Pero es una cosa que el hombre propone y papá Dios dispone. No siempre sale como quisiéramos, aunque soy amante de las soluciones, ya veremos como marcha esto. Mi relación marital está graciosa todavía pero no lo suficiente. Y bueno, si tu me das la oportunidad de vivir y gozar alguna vez contigo, pues a eso estoy más que dispuesta. Pero pienso en todos gente preciosa, que yo no me atribuyo en exclusiva a Carlónimo. Disfruto lo que él me da. Pero yo os amo a todos y os mando un beso a todos.

Carlónimo -

No obstante que después de nuestra última relación la preciosa Maricruz reconoció “sin eufemismos” haberse calentado y tenido una experiencia maravillosa, los nervios y el sentimiento de culpa la alejaron y evitó restablecer contacto conmigo.

Durante los siguientes meses coincidimos en dos cenas corporativas a las que acudió en gran idilio con su marido. Confieso que su actitud me pudo y que a lo largo de esos eventos le dediqué algunas nostálgicas miradas, pero terminé aceptando que aquello era lo mejor para los dos, al considerar que cualquier encuentro nuestro se tendría que dar en la más triste y abominable clandestinidad.

Pero donde hay fuego hay calor y, en posteriores encuentros pareció renacer la mútua tentación. Ya fuera en auditorios o salas de juntas, nuestras inquietas miradas se toparon con frecuencia haciéndonos temblar. Tratábamos de componer el escenario ignorándonos, pero volvíamos a caer, hasta que una tarde nos quitamos la careta y después de sorprendernos en mutua observancia terminamos riendo. Nos acercamos uno al otro e intercambiamos sinceras confesiones: “Perdona, no puedo evitarlo”; “no te preocupes, yo estoy igual”. Nos miramos en cálido contubernio y pactamos cenar juntos.

Esa misma noche la recogí en su hotel y la llevé a un romántico chalet italiano. Lucía encantadora ataviada con un cortísimo vestido negro, medias también negras; collar y brazalete de oro. Su sedoso cabello suelto le imprimía un gracioso toque de sencillez y espontaneidad. Nos mirábamos con gusto. Desde luego que ya nos conocíamos en intimidad, pero ese protocolo de ingenuas señales previas le estaba faltando a nuestra relación, así que lo disfrutamos mucho. Acrecentó nuestro deseo y nos hizo por lo menos distraernos del destemplado sentimiento de clandestinidad.

En la pista de baile nos abrazamos; sumidos en el ensueño nos fugamos al paraíso. La suavidad de su cuerpo, la delirante proximidad de sus encantos, me apresaron por completo. No la miré, la sentí, la idealicé, la viví. Me llené de su juventud, de su belleza, de su feminidad. El esponjado busto, la lisura de su talle, el laconismo de su cintura, la curvatura de sus caderas, me hicieron estremecer y entrar en el reducto de la total irracionalidad; de esa arrogante tentación que nos seduce y nos hace justificar el más culposo escenario.

Nuestra conciencia no aceptó más que la cualidad de ser hombre y mujer que se desean más allá de cualquier circunstancia. Así que vivimos el momento con intensidad y terminamos nuestro coloquio en la cama. Tuvimos a nuestro favor la estimulante circunstancia de que ese día le tocaba a Maricruz su inyección mensual de anticonceptivo a base de estrógeno y progestina, bastante dolorosa, que nos acrecentó la fase de juego erótico. Fue un deleite verla acostada retrayéndose ella misma hasta los muslos la breve pantimedia y las minúsculas bragas, de elegante color negro, que contrastaban la generosa palidez de sus nalgas en completa pompa.

A Maricruz le encanta aderezar con sensuales gemidos y ruegos el momento de ser inyectada.. Con el culito pinchado exclamaba melosa: “Nooo, mi amooor”; “me dueleee”; “despacito, por favooor, me arde muchooo”. Los ardientes melindres conformaron un poderoso catalizador de nuestra calentura. Aplicada la ruda sustancia, mientras le procuraba el sensual masajito en la nalga, resoplábamos de excitación.

La desvestí lentamente en cuidadoso protocolo, haciendo reposar por fases mi henchido glande en las zonas erógenas de su cuerpo. La uretra arrojaba pequeñas porciones de semen que formaron relumbrantes manchones en la raja, los glúteos y la entrepierna. La agitación de los dos era extrema. Desesperado, busqué la entrada rectal. Maricruz cooperó sujetándome el pene con su manita y metiéndoselo ella misma en el coño. Entre gritos de euforia, placer y dolor, mantuvimos un frenético mete y saca. Sus albas nalguitas adornadas por la marca del reciente pinchazo iban y venían incrustándose una y otra vez la tensa y brillante barra.

Estando a punto de eyacular me detuve extrayéndole el salchichón del ano y busqué la lubricada rajita vulvar que lo embuchó suavemente. Fue un alivio recibir el reconfortante auxilio de los efluvios vaginales. El irritado pene corrió con gran tersura. Al sentir la fricción en su clítoris, la preciosa Maricruz se estremeció gritando y acelerando el ritmo.

El lúbrico instante del éxtasis nos cercaba. Valoré la deliciosa chica que tenía en mis manos: su origen, su espléndido cuerpo empinado, penetrado. La impudicia y la lujuria nos cubrieron con su enceguecedor manto. No había espacio para otra cosa que no fuera el carnal disfrute, la extrema tensión que impulsó nuestro flujo sanguíneo. Mis bolsas escrotales estallaron; Maricruz se apalancó con los brazos en la cama emitiendo efusivos festejos y eróticos sollozos. Apretó la vagina y la raja del culo hasta enjutarse toda entera y gritar que aquello era ¡vida, salud… el paraíso mismo!

Prometimos vernos pronto. Pero… como es natural, se recluyó de nuevo en el silencio. La comprendo y la apoyo; me encantaría que viviera en total armonía con su esposo.

Pascual -

Que impresiòn Carlónimo contigo nunca se está tranquilo. Pero tienes razón. Por que habría de cambia Eulogia?

Carlónimo -

A veces nos dejamos llevar por los impulsos… Nos creemos capaces de domar lo indomable.

Paty llegó esa mañana con aire desafiante. Saludó a la apreciada Eulogia cautivándola con sus encantos. Se tiró en la poltrona, cruzó las torneadas piernas, bromeó, se mostró jactanciosa, hasta que su interlocutora le espetó con voz solemne y grave una inquietante pregunta: “Oye linda, me estás pidiendo que te inyecte. Nadie del blog me lo había pedido antes ¿Estás dispuesta y segura de poder enfrentar las consecuencias?”

La ingenua sonrisa se esfumó del rostro de la chica, cuyas rodillas se juntaron púdicamente para cerrar el camino a la tersa y diáfana entrepierna ¿Por qué esa pregunta, amiga? Se me antoja que me inyectes pues compartimos el morbo y tu jeringa es emblemática para nosotros ¿A qué consecuencias te refieres?

Una ostentosa carcajada retumbó las paredes hiriendo los tiernos oídos de la joven, cuyo rostró se mudó por la aguda onda gélida que empezó a recorrerle las venas. “Ya verás –gritó la petulante Eulogia- pero no te inquietes, no tiene importancia, otras chicas como tú han pasado por esto. Te verás inmersa en una realidad que desconoces pero que disfrutarás divinamente. Ven conmigo preciosa, vamos a mi recámara, es hora de empezar, tus preciosas nalguitas me inducen al gozo y al descaro. Vamos a disfrutar…”

A partir de ese momento todo fue distinto; Paty se sintió forzada a sostener su dicho pero supo muy bien que las cosas no serían como ella imaginaba. Entendió que con Eulogia no se juega porque es una mujer terrible a quien no le gusta que desafíen su autoridad y su infamia.

El corazón de la preciosa chica latía bruscamente, su culito se fruncía de nervios. Tratando de esconder su miedo se sentó en el borde de la cama y observó a la imponente mujerona retirar la plateada tinita del fuego, colocar sobre un plato el contenedor de la sustancia, el émbolo y las agujas de distinto grososr y tamaño. Ensamblar la jeringa, agitar el frasquito de la sustancia, pincharlo, trasladarlo a la pica, empapar el algodón y acercársele con rostro impúdico, degenerado, para alzarle la falda, bajarle de jalón la panty e inducir bruscamente que se acostara.

La chica se postró; el miedo la embargaba. Comprobó la indecencia con que le cachondeaban las nalgas. Pensó en Elisa, la delgada adolescente con quien años atrás se ensañó la perversa Eulogia. Reflexionó en el curioso parecido físico que tenía con ella: piernas delgadas, nalgas frondosas y torneadas. Se vio vestida con el tableado jumper escolar que tenía levantado hasta la espalda. Sintió la fricción del algodón, los toscos dedos de Eulogia, la espantosa estocada de más de cinco centímetros de profundidad. Gritó de dolor, se estremeció, suplicó: “Espera, me duele demasiado”

En medio de una extensa risotada recibió el primer sopapo a puño cerrado en la espalda. Sintió que no respiraba, un súbito bramido cruzó por su garganta, se agitó, trató de incorporarse y sintió un despiadado golpe en la cabeza. Se dio cuenta de que aquello no era un juego y que Eulogia no bromeaba.

Se quedó quieta; el dolor de la inyección la torturaba pero no se arriesgó a recibir un nuevo manotazo. De soslayo vió la cara de Eulogia transformada por el patológico deseo. No pudo controlar los gritos que le producía el espantoso flujo que en ese momento le entraba en la nalga. Cuando el dolor era insoportable sintió, además, que la violenta mujer le introducía una tosca cánula en el recto, con tal violencia que le rasgó el esfínter anal. Sus gritos y exclamaciones de sufrimiento eran desaforados.

Cesó el castigo de la jeringa pero sintió que los intestinos se le llenaban de agua. Vio el enorme irrigador que Eulogia sostenía y apretaba con saña para aumentar el flujo. Su coñito empezó a emitir violentos chisguetes pues tenía las entrañas colmadas, inundadas. Aumentaron las risas de Eulogia quien la levantó y la llevó a jalones hasta el baño y la sentó en el inodoro para que desalojara su vientre. Luego la tomó de los pelos y la arrastró hasta tumbarla boca arriba en la cama. Paty se dio cuenta que era ella pero que también era Elisa. Sintió miedo y se desconcertó a tal extremo que no fue capáz de oponer resistencia en torno a la nueva agresión de que era objeto.

Tenía los toscos dedos de Eulogia en el borde de la vagina y sintió la cruel incursión que le despedazaba el himen produciéndole un colosal sangrado. Llorando pidió clemencia pero en cambio fue blanco de insultos y jalones. Sintiendo fuertes tirones de cabello oía que Eulogia le gritaba: “Cochina, ramera, mira lo que hiciste nada más de caliente, ya te desvirgaste tú misma por cochina, por caliente ¡Cochina, cochina, cochina, cochina!

Desesperada, se cubría los oídos. Se veía los muslos y el vientre empapados de sangre; lloraba y gritaba sin comprender lo que pasaba. En eso entró un hombre de aspecto cruel y degenerado que le enseñaba las nalgas diciendo: Mira ahijada, me han estado inyectando ¿no te calienta esto? Sí, sí, ya veo que estás caliente; entonces, chupa, ten ¡mámame la verga! Y le metía el tieso pito por la boca hasta la garganta, hasta hacerla sentir que se ahogaba por el boludo glande y el flujo de esperma que le colmaba la campanilla.

A punto de ahogarse, el malvado violador la hizo girar colocándola de perrito y le metió el enorme pito por la vagina hasta hacerla temblar de dolor y de incipiente placer masoquista. Paty se debatía entre el dolor y el deseo; el asqueroso viejo le gritaba: “Elisa, mi preciosa ahijada, me haces gozar con tus encantos, con esas nalgotas tan sabrosas que me encantan”. Después de una violenta fricción que le dolía como si le estuvieran metiendo una descomunal estaca, sintió los gruesos chisguetes de esperma que se le alojaron en las antrañas. Tremendas dudas invadían su cerebro: ¿Elisa, padrino, Paty, Eulogia? Ya no podía precisar su identidad ni lo que había pasado con ella. Se abandonó en el gozo depravado que la embargaba.

Avasallada por el cruento castigo se quedó tumbada sobre la cama; desapareció el malvado padrino y reapareció Eulogia para abusar nuevamente de ella excitándole la vulva y chupándole los pezones con tal maestría que le arrancó sucesivos orgasmos. Atónita, insensible, desubicada, desencajada, Paty, Elisa, o quien fuera, empezó a llorar desconsoladamente. Su llanto duró minutos, horas, días, semanas.

Cuando reaccionó se incorporó de un brinco, se puso de pie. Gritó: ¡Degenerada, pinche degenerada, eres un asco, una escoria, bazofia, desgraciada Eulogia, me la hiciste, abusaste, me desgraciaste la vida! Sintió que se desvanecía, cayó como plomo al suelo, abrió por fin los ojos. Reconoció su alcoba, sus efectos personales, su pijama. Se levantó corriendo, gritando, suplicando…

http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=fvwp&v=lKdQ0j7QLh8

Mis buenos amigos, que tengan un excelente fin de semana.

Pascual -

Doña Eulogia ¡glup! Una erótica amenaza para todos. Muy interesante la reseña de los fetiches de moda en Italia. Carlónimo, espero con ansia el relato de la inyección a paty.

Paty -

Eulogia!!! ya te extrañaba. Me sorprendes estando tan rejuvenecida y tan “bien cogida!!” ja ja ja No te enojes, eso dijiste. Ya te estoy entendiendo porque yo pensaba que eras traicionera pero veoo que te entiendes con Ismael y que así se divierten. Me prendes con tantos fetiches interesantes y te voy a tomar la palabra. Ya que estás en México quiero que me inyectes, se me antoja probar tu dolorosa jeringa. Me inyectas despacito por favor, no me vayas a lastimar demasiado mis nalguitas. Carlónimo, tu relatas ¿sí? le das el final que quieras…

Eulogia -

¡Chicos! ¿cómo están!? yo aquí en México gozando de unas breves vacaciones que después de 6 meses de estar en Italia son un manjar y las estoy pasando maravillosamente al lado de mi cariñosísimo Ismael que me hace sentir una princesa y me ha enseñado tantas cosas que nada que ver con lo que yo sabía antes de sexo. Estoy fascinada por todo lo que hemos vivido juntos en esa tierra donde te vas de espalda al conocer sus fetiches y sus escenarios eróticos. Estoy tan rejuvenecida que con decirles que ya llevo tres proposiciones de matrimonio de caballeros italianos que aunque saben que soy casada están tan entrados conmigo que se la juegan y me invitan a irme con ellos. Todo eso lo sabe Ismael desde luego y lo disfruta como enano, yo he salidom ganando porque cada vez que le cuento de alguien que me pretende me da unas arremetidas íntimas, por todas las cabinas como dice Vero que, pues eso, que estoy ¡bien pero bien cogida, rebosante de sexo!!! Ahora les cuento un poquito de todo eso, van a ver.

Todo empezó porque Ismael me fue llevando poco a poco a las playas nudistas, primero en Cappocotta muy cerca de Roma donde la cosa ya me parecía muy atrevida pero después me di cuenta que era bien fresa. Claro que la primera vez que me desnudé y salí a caminar y a acostarme tan campante en la arena luciendo mis nalgas, mis tetas y ¡hasta la puchita! Les confieso que me sentí muy nerviosa, sobre todo porque nunca imaginé que mi cuerpo no tan fresco como el de las chiquillas, lejos de pasar inadvertido fuera algo así como el platillo fuerte. Yo no se lo que sienten allá los chavos y los señores cuando ven a una dama madura ¡se les para grueso la pichancha! Y te la muestran descaradamente.

Yo me turbaba al principio y pues, qué pena con Ismael pero cuando me dí cuenta de que esa es una parte importante del juego que el estaba jugando y que se excitaba de verme admirada y pretendida por otros hombres pues hasta me dí vuelo contonéandome y poniéndome en las poses más atrevidas y eróticas y gozando por la forma en que tenía alborotados a los gallos.

Luego ya fuimos a otras playas, como Guvano y Bibblona, donde las reglas son más laxas y te tienes que comportar mucho más liberal. Allí te abordan como si nada enfrente de tu pareja quien tiene que hacerse guey y buscar su propia aventura mientras a ti te dicen linduras, te untan el bloqueador, te cachondean y te cogen, eso sí dentro del agua para que no se vean todos los detalles. No saben ustedes lo que yo sentía cuando estaba de bruces con el agua al cuello penetrada por el culito y que el agua a veces me rebasaba el nivel de la cabeza y sentía que me ahogaba, pero esa es parte de la diversión y del fetiche pues cuanto más te desesperas por el miedo de ahogarte más se calientan los hombres y nomás sientes los chorros de esperma que te depositan por todas partes.

Son gruesos los italianos y cuando yo creía que ya había visto todo, Ismael me empezó a iniciar en otras prácticas bien cachondas que me dejaban con la boca abierta. Empezó pidiéndome que me desnudara y que estuviera con él solamente provista de tacones muy altos, que me paseara enfrente de él como en pasarela, luego que me tirara en la cama, rodara y le mostrara cada una de las partes íntimas de mi cuerpo pero siempre teniendo enfrente de él las puntiagudas zapatillas. Resulta que es uno de los fetiches de moda por allé y creo que también en otras partes de Europa. A Ismael le encanta verme acostada boca arriba mostrándole toda mi pucha en flor pero con las piernas bien alzadas apuntando al techo de manera que los tacones armonicen con el ofrecimiento descarado de mi intimidad ¡Guau! sólo de acordarme de esos momentos siento que me chorreo.

También me inventaba Ismael ciertas escenas. Me decía por ejemplo, ház de cuenta que yo no soy tu marido sino tu amante y que ahora que estamos cogiendo te llama por el celular tu esposo y tu te levantas a contestarle y le dices linduras para tranquilizarlo, pero teniendo tus nalgas enfrente de mí entregándomelas deseosa de que te las pique y que te siga haciendo gozar ¿Cómo ven chicos?

Otras veces me ha hecho disfrazar de conejita o de sirena porque sobre todo las felpas están de moda como fetiche, así que me ponía desnuda pero con orejitas y una tierna borlita de peluche pegada a una tosca cánula que me metía en el culo. Y ya así, me inyectaba pero no acostadita como humano sino encogida de pruces como en pose de conejo ¡Aaaayyy! No saben el dolor tan fuerte pero es que Ismael se imaginaba que efectivamente estaba inyectando a una coneja nalgona, bien buena que lo calentaba terriblemente.

}Otras veces me vistió de sirena con una cola bien artística y muy real que simulaba grandes escamas pero que me dejaba una buena parte de las nalgas pelonas porque así me inyectaba pero ¡colgada de los brazos! La idea es que parezcas una humillada sirena capturada y presa que debe sufrir el más cruento flagelo de la jeringa. También ¡cómo duele que te metan la aguja en las nalgas cuando estas están suspendidas, lastimosamente colgantes! Sentía que me desmayaba, pero después de la aplicación Ismael me metía su pene y me hacía gozar como una loca tanto por el culo como por la pucha y hasta por la boca. Aprenbdí a disfrutar y a gozar de sentir el rostro completamente embarrado de esperma que te escurre por todas partes.

Ya les contaré luego acerca de otros fetiches y escenas como esa de que Ismael me nalgueara hasta hacerme llorar y luego me tumbara boca arriba y me penetrara deliciosamente la vagina pero incentivado por el hecho de ver mis lágrimas escurriendo, sorberlas, lamerlas y degustarlas. Eso también está de moda en Italia ¿Cómo ven chicos?

Ya me voy porque va a llegar Ismael y hoy quiere que me vista de Caperucita Roja con las tetas de fuera y la caperuza tapándome apenas la mitad de las nalgas. Pero tengo que acercarme a él en la cama y decirle todo eso de: ¿Por qué tienes esos ojotes tan grandotes? Etc. hasta terminar con que ¿Por qué tienes esa jeringota y ese pitote tan grandotes? Allí empieza la fiesta ¿Gustan ustedes? Luego les sigo acontando ¡Aaahh! Y les participo lo que aprendí en materia de inyecciones ¡Vayan preparando sus nalguitas! No saben cómo las he deseado…

Carlónimo -

¡Hola a todos! Qué gusto sentirme acompañado; a los buenos amigos se les extraña. Como dice Vero, hemos iniciado con “nuevos brios” el 2013. A mí, bríos no me faltan aunque enero ha sido de trabajo profesional muy intenso.

Mi buen Pascual, gracias, no sabes cómo me alienta tu grata presencia, llevas ya algún tiempo acompañándome y animándome. Eso es algo que no tiene precio.

Querida Maricruz, no me olvido de tí. Sí, con gusto relataré lo que me pides.

Querida Leticia, gracias por reportarte y animarme. Desde luego que sí, te daré gusto.

Querida Vero, por mí no queda. trataré que mis relatos “sigan siendo un escape a todo el estrés diario que nos aqueja”. Espero contar con la buena disposición de ustedes.

Hoy tanto por recordar y vivir…

http://www.youtube.com/watch?v=mQ_TdIa7JGU&feature=endscreen&NR=1

Leticia -

Gracias Carlónimo muy bello el relato. No te olvides que está pendiente mi fantasia. Que me dominas y me haces sentirme mujer. Pégame si quieres pero no duro ¿okis?

Verónica -

Hola chicos…
Gracias por comenzar el año con nuevos bríos… debo admitir el avance y calidad inminente de todos los relatos… Como pueden ver, empecé el año con mi precioso “Ken”, y sintiendo nuevamente, que el mundo tiene sentido….

Carlonimo: Que este año, tus relatos sigan siendo un escape a todo el estrés diario que nos aqueja, nuestro pequeño santuario…nuestra isla de la imaginación… Gracias nuevamente por tus bellos relatos: La madre de tu pequeño rebosa sensualidad a raudales… no dejes de procurarnos más acerca de sus “escapaditas”… Jessica es una chica preciosa, e interesante, ya que gusta de dar rienda suelta a sus impulsos más profundos…. ¡bienaventurada!, que nunca se reprima… Sin embargo… mi relato favorito es el de Lorena: La medida de sensualidad adecuada, como siempre, acompañada por el perfecto estilo literario que te caracteriza… esperamos la tercera parte…

Pascual.. Mil gracias por tus palabras… aquí me encuentro nuevamente, esperando tu participación y relatos…

Pascual -

Carlónimo, Captas y nos transmites muy bien los sentimientos de los personajes. Como siempre Excelente!
Dónde andas ahora, vuelve pronto.

Mayte -

Me gustan estos relatos.

Carlónimo -

El relato que me pediste, preciosa Leticia, primero que escribo fuera de mi Patria. Espero les guste.

La conocí cuando entré a trabajar; era una de las personas con mayor experiencia en el área. Me recibió con amabilidad, me dio las primeras instrucciones y, aunque formalmente no me capacitó, supervisó el entrenamiento que me daban. Desde el principio me atrajo como mujer. Es delgada, rubia y simpática.

El primer día de labores me invitó a comer y me trató en forma tan cálida que terminó de conquistarme. Pero comprobé que no es lesbiana, así que le oculté mis inclinaciones para no perder la comunicación. En nuestros ratos de convivencia le hablé acerca de chicos para que no sospechara lo que sentía por ella.

Traté por todos los medios de ahondar nuestra relación, así que al caer enferma de gripa me ofrecí a cuidarla. Fue tan intenso su decaimiento que no tuvo opción de rechazar mis atenciones. Se avino a ellas, de tal suerte que la acompañé a su casa y la instalé en su alcoba.

Le dije que le aplicaría un supositorio; la pobre estaba tan afiebrada que ni siquiera externó su opinión. Así que me senté a su lado, replegué la ropa de cama, le hice girar boca abajo, alcé el delgado camisón y cuando tuve sus preciosas nalguitas a la vista permanecí hipnotizada contemplándolas y acariciándolas con ardiente beneplácito. Son tan suaves, apetitosas y torneadas, que no pude evitar besarlas.

Su pequeña panty negra contrastaba la palidez de los redondos cachetes, los cuales permanecieron rendidos, a mi entera disposición. Replegué la menuda prenda hasta ver el ojete rectal que traspasé con la punta de mi dedo. Sintiendo la fuerte presión del esfínter, se lo acaricié lentamente hasta dilatarlo.

Al ver que mi dedo ya entraba con relativa facilidad, separé las preciosas nalguitas y estuve a punto de introducir el supositorio. Pero el deseo me dominó en ese momento; pensé que no podía desperdiciar la oportunidad de disfrutar a esa encantadora chica que tanto me excitaba; así que me embebí contemplando y fantaseando con sus nalgas. Las besaba pensando que eran mías ¡sólo mías!

Sumida en tan dulce quimera le excité los enardecidos labios vulvares animada por el encanto tactil y visual de estarle embutiendo un enorme supositorio y llevarlo a la profundidad que me permiteron los dedos. Al cabo fue tan intensa mi excitación que, al no poder llegar más adentro, me incorporé para buscar algún instrumento de relevo, que por fin encontré en el buró de mi amiga.

Con la respiración agitadísima le clavé el redondo mango del cepillo de pelo en el recto, y se lo sumí más de quince centímetros ¡hasta el tope! En tanto chupaba y succionaba con desesperación su afiebrado clítoris, hasta arrancarnos a las dos un formidable orgasmo.

Fue la única vez que disfruté a esa chica y debo admitir que lo hice sin su consentimiento. No sé si por haber intuído de alguna manera mis pretensiones, pasado el momento más crítico de la enfermedad me dijo que ya podía cuidarse sola, así que me despidió con fina cortesía, pero con firmeza.

De nuevo en el trabajo me sigue tratando con deferencia, pero ya no puedo disponer de sus encantos. Tan sólo cuando es viable la miro caminar y contonearse. Contemplo sus nalguitas y evoco los sensuales lunarcitos que conocí y que tiene alojados en la “pompi” izquierda.

http://www.youtube.com/watch?v=4XWYefe9EzI

Carlónimo -

Al tercer día volvimos para presenciar la nueva inyección a Lorena quien ya estaba en su alcoba modelando una escueta faldita jaspeada, tan ceñida que al menor movimiento la delgada tela revelaba el excitante oscilo de sus nalgas. Plantada en el espejo admiraba el curvado contorno de su cuerpo: puesta de frente, se tocaba los erguidos senos; y de perfil, se palmeaba los extensos y respingados glúteos. Parecía muy excitada, como si esperara algo más que ser inyectada.

De súbito se abrió la puerta y entró un atlético mocetón como de veinte años, quien se le aproximó por detrás y le talló con su pene el esculpido trasero. La preciosa Lorena se estremeció completa, empinó graciosamente el culo y le buscó los labios para besarlo. El muchacho se extasió degustando aquellos dulces y maduros belfos; deslizó al mismo tiempo sus manos por el torso hacia la cintura y la cadera; alzó el breve vestido y acarició las blanquísimas y sedosas nalgas apenas cubiertas por una frívola pantaletica negra que parecía reventarse por la presión de tan generosas y excelsas carnes. A mí se me fue la respiración y el corazón se me salía del pecho al ver las deliciosas intimidades de Lorena, diestramente manipuladas y estimuladas.

Después de desvestirla y propinarle un soberbio “masaje” corporal, la cargó en vilo y la colocó boca abajo acostada. Se sacó el enorme pito y con su boludo glande acarició la parte superior de los muslos así como los perlados labios vaginales; y humedeció con sus efluvios la profunda grieta de las nalgas, hasta dejarla ostensiblemente lubricada.

Punteó y penetró sin miramientos el diminuto orificio rectal haciendo a Lorena saltar, oponerse y gritar, primero de sorpresa, luego de dolor y por último de emoción. Con la boca enteramente abierta, la atractiva mujer se mostraba extasiada sufriendo y disfrutando la acompasada fricción en su diminuto esfínter, por el que se ocultaba y reaparecía, una y otra vez sin cesar, el rojo, brillante y rollizo pene.

La dama no se quejó más; jadeó y se retorció hasta engarrotarse. Con las piernas y el pubis adosados al lecho, el torso ligeramente levantado y sostenido por los codos, festejó los gruesos chisguetes espermáticos que le invadieron el estrecho reducto intestinal. El enorme falo salió lentamente del ano tendiendo viscosos columpios de semen que quedaron adheridos a las nalgas.

El chico se incorporó y se acostó boca arriba al lado de Lorena, quien apenas repuesta del primer empalme entendió la precisa instrucción que le daban y se acopló encima de él. Después de intercambiar ardientes besos y caricias, la espléndida mujer alzó su cara y emitió voces hacia la puerta hasta hacer entrar a su competente enfermera, quien seguramente ya esperaba turno afuera.

Sin inhibiciones, la profesional abrió su maletín, tomó la excitante jeringa y empezó a cargarla con el ambarino medicamento de costumbre, en tanto el joven amante introducía su vigoroso pene en la vagina de Lorena, acoplados justamente en la posición en que se encontraban: él abajo y ella arriba. Lorena celebró el nuevo contacto con rítmicos movimientos oscilatorios y trepidatorios que hacían contonear su agraciado, extenso y prominente, culo.

La enfermera se aproximó muy despacio, presenció con irrebatible deleite la cópula, hasta ver que los amantes deliraban inmersos en el exquisito umbral del éxtasis, momento en el cual incrustó la hiriente aguja, en el esponjado cachete de la paciente.

Al sentir el violento pinchazo Lorena se agitó y, sin dejar de moverse, gritó arrebatada. Al influjo de la dolorosa inyección tan caprichosamente colocada, el chico ya no pudo controlar su calentura y explotó una ringlera de potentes descargas que invadieron el estrecho reducto vaginal, justo cuando la ardiente sustancia penetraba el bamboleante glúteo.

Afectada por los dos intensos flujos, el seminal y el medicinal, la encantadora mujer se paralizó, gritó como una loca y se desplomó exánime, permaneciendo flácida, vencida, sumisa, entregada en los robustos brazos del amante, quien terminó su soberbia eyaculación picándole el culo con los dedos, apretándola, besándola, estrujándola, nalgueándola y bofetéandola, como si fuera un simple trapo, su juguete, una marioneta.

Aquella singular escena me calentó y la disfruté horrores, pero también me rebasó en el terreno emocional y sentimental. A mis quince años, no concebía que la adusta señora Lorena a quien yo secretamente amaba, caracterizada por su altiva seriedad, tuviera una forma de disfrute tan salvaje y rebuscada: a espaldas de su marido; incentivada por fetiches; con la activa participación de terceras personas; y una propensión masoquista tan marcada. Me sorprendió y me disgustó también que compartiera sus debilidades con un muchacho tan impulsivo e inconciente, cuya inmadurez le podía reportar serios problemas.

Los atributos físicos de la señora Lorena me fascinaron; en lo profundo de mi corazón la seguí amando y deseando, e incluso hoy no puedo evocarla sin inquietarme. Sus eróticos detalles corporales condicionaron mi patrón de preferencias. Pero de aquella insólita mujer aprendí también que, en el terreno de la sexualidad, la mente humana suele ser tan caprichosa y compleja como se quiera.

Carlónimo -

Querido Pascual, muchas gracias por tu amable y siempre grata compañía.

Querida y preciosa Carmen, lo mismo digo de ti, hablas poco pero siempre de manera muy oportuna.

Ustedes traen hoy a mi corazón la fortaleza que necesito.

Los quiero mucho a todos ustedes, pero escribo porque las preciosas hadas del nirvana me lo inspiran. Ellas están a mi lado, caminan junto a mí, me despiertan en la madrugada para conversar conmigo, se me revelan cuando voy manejando ya tarde rumbo a casa. Anoche mismo, una de ellas estaba sentada a mi lado en el vehículo, sonriendome, entonando bellos cantos. Su belleza me cautivó, sus excitantes formas femeninas me apresaron. Se acercó, me besó y me traspasó para flotar después como ligera bruma y perderse en el infinito. Me debo a ellas, no se cuándo me dejarán, es algo que no deseo.

Que tengan un delicioso fin de semana. No dejen de soñar nunca.

http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1&v=OKStJaD3wcE

Carmen -

Carlónimo, como siempre estás atento para satisfacernos, eres todo un caballero. Tus relatos me encantan, a veces pienso que nosotros tus lectores no te correspondemos como mereces. En lo personal no se me da redactar, discúlpame, pero eso si, siempre te leo y disfruto muchísimo tus relatos. Gracias por todo, te mando un abrazo y un beso de todo corazón.

Pascual -

Buenísisimooo, este relato de Lorena está padrísimo, bien candente. No se cómo tienes tantas vivencias guardadas en tu cerebro, o como tu imaginación puede ser tan prolija. Te mando un fuerte abrazo amigo Carlónimo.

Carlónimo -

Pues sí Pascual “nuestro fetiche preferido” sigue motivándonos a participar. Les voy a contar algo.


La Señora Lorena

Yo recuerdo de hace ya muchos años, a una mujer de mediana edad que poseía unas formas tan cautivadoras que me causaban un brete colosal. No era escultural sino “gordibuena”, acinturada, con unas nalgas espléndidas muy bien paradas. Era la mujer del tendero del rumbo y se la vivía departiendo con amigas, unas más buenas que otras, pero todas daban de qué hablar.

Había algunos chismes acerca de ellas: que no atendían como se debe a sus maridos; que de vez en cuando les ponían los cuernos; etc. El caso es que destacaban por sus encantos y por la esmerada atención de su persona; siempre lucían muy bien arregladas y se desenvolvían con aire tan distinguido como desafiante.

Yo era entonces un mocoso de 15 años. Javier, un amigo cercano que vivía en la casa contigua a la de Lorena (la señora del abarrotero) me alcanzó una mañana cuando me dirigía a la escuela y con emocionada discreción me dijo: “Búscame en la tarde, para ver algo bien cachondo”. Con un leve movimiento de cabeza le pregunté de qué se trataba y él guiñando un ojo repuso: “Tú búscame, te conviene”.

Así que pasé la mañana en brete y cuando lo busqué como a las cinco de la tarde me susurró casi al oído: “alcánzame a las seis y media, van a inyectar a la señora Lorena y la podemos ver desde mi casa”.

Temblando de emoción llegué a la hora pactada y nos refugiamos en la recámara de Javier quien estaba tan ansioso como yo y me dijo en voz baja: “a las 7 llega la enfermera, vente vamos a la azotea”.

Subimos a zancadas la escalera y me llevó a su escondite: una pequeña buhardilla que coronaba el cuarto de servicio. En completa penumbra nos desplazamos a gatas hasta quedar acostados frente a un visillo por el cual se divisaba en plenitud la ventana de la alcoba de Lorena.

Minutos después se encendió la luz de la habitación y vimos entrar a la preciosa dama ataviada con un elegante conjunto formal de color negro muy entallado, que develaba la esplendidez de sus piernas, la brevedad de su cintura y el abultado trasero que amenazaba reventar el ceñido pantalón.

Con la respiración muy agitada la vimos plantada frente al espejo retocando su figura, acicalándose y certificando la pulcritud de su atuendo. De pronto interrumpió su arreglo, dio media vuelta y se dirigió a la puerta por la cual apareció y entró una joven enfermera, delgada, con vestimenta rigurosamente profesional.

Muy sonrientes se saludaron de mano, cambiaron algunas impresiones y se enfrascaron en una desenfadada charla mostrando el grado de acercamiento y de confianza que se tenían. La joven salió, se ausentó por un momento y regresó secando sus manos con una toalla.

Extrajo de su maletín los utensilios necesarios, elevó la jeringa, la cargó con una sustancia ambarina densa; empapó el hisopo y se aproximó a Lorena quien de inmediato se quitó la chaqueta, soltó el cinturón y retrajo el ajustado pantalón sin cortapisas hasta los muslos, dejando a la vista unos mofletes vastos, carnosos, blanquísimos, rebosantes, apenas cubiertos por una diminuta y apretadísima panty de color negro.

Se tendió a lo ancho de la mullida cama adoptando una pose tan relajada y confortable que parecía descansar y dormir, más que posar para la inyección. Javier y yo teníamos las frondosas nalgas de Lorena de frente a nosotros, así que la enfermera, emplazada a un costado, no nos impedía admirar la escena.

Vimos cómo la enfermera deslizó con mucha dificultad la muy apretada pantaleta cuyo fino elástico subió hasta la cima de los abombados glúteos y descendió a jalones por la ladera inferior de los mismos hasta yacer en el pliegue, tan estirada y estrujada que parecía reventarse. Contrastaba el oscuro color de la prenda con la palidez de los enormes glúteos, así como de los soberbios muslos que la dama había dejado parcialmente expuestos.

La minuciosa búsqueda del sitio más idóneo para pinchar fue todo un espectáculo. Vimos cómo en la delicada superficie de los glúteos se formaban sugerentes hoyuelos ante la embestida de los delicados dedos de la enfermera, que recorrían y probaban los posibles puntos de incisión. La agraciada Lorena, cuya extensa cadera le imprimía una excitante feminidad y sensualidad, parecía elegir que le pincharan el moflete izquierdo pero, tras una breve discusión, accedió a que le flagelaran el derecho.

La jeringa se dispuso en posición de ataque trasluciendo su ambarina y espesa carga. La acerada y puntiaguda aguja fulguraba amenazante. La enfermera emitió sus instrucciones a la paciente la cual en involuntario reflejo se compactó tensando cada uno de los músculos de su cuerpo.

La enfermera le dio una cariñosa nalgadita para tranquilizarla, direccionó con toda precisión la aguja, la balanceó un par de veces a manera de simulacro y disparó certeramente el dardo incrustándolo de un jalón, haciendo temblar la tersa y alba superficie horadada. Tras emitir un agudo grito que alcanzamos a percibir, la preciosa Lorena suplicaba y era cariñosamente consolada, su enfermera le palmeaba cariñosamente las nalgas.

El ingreso de la medicina fue angustioso y lento. A cada avance la paciente imploraba y alzaba alternadamente las piernas abanicándolas (derecha-izquierda-derecha), estacionándolas en el punto más álgido cuando el sufrimiento le era insoportable. Ese certero indicativo de penuria me resultaba tan excitante que, viendo a Lorena permanecer con las dos piernas alzadas y quietas en el aire, yo sentía que el pene y los cojones me estallaban.

En esos momentos de mayor padecimiento la enfermera detenía resueltamente el flujo, confortaba a su amiga y pactaba con ella los nuevos avances. La preciosa Lorena le tenía sujeta la muñeca del brazo sin violencia y se estremecía cada vez que el émbolo penetraba. Sus deliciosas nalguitas se comprimían dramáticamente, la raja del culo se le enjutaba.

El depósito de la sustancia se fue agotando, las nalgas se estrujaban. Un postrer avance hizo que Lorena apretara con firmeza el brazo de la enfermera y moviera con desesperación el cuerpo. Después permaneció muy quieta, tranquila, convencida de la eficiencia con que la habían inyectado.

La enfermera se sentó en el borde de la cama e inició un cariñoso y paciente masajeo en pequeños círculos concéntricos, el cual se prolongó por varios minutos en los que las dos amigas conversaban. Las pantorrillas volvieron a elevarse y se balanceaban alternadamente, pero esta vez con aire juguetón y festivo. Las prominentes zapatillas de fino charol imprimían a Lorena un aire de femenina y sensual elegancia.

Javier y yo nos dimos gusto contemplando aquellas preciosas nalgas tan apetecibles como exuberantes que a la postre nos provocaron espléndidas estampidas de esperma, con las cuales culminamos las majestuosas puñetas que nos tejimos.


Pascual -

Felicidades a todos que tengan una año nuevo lleno de prosperidad y de erotismo. Los últimos relatos parecen disipar el nudo y sin entender totalmente el juego me parece muy bien que se haya podido presentar un nuevo escenario aunque precariamente. Lo más importante al final del dia es que nos sigamos divirtiendo con nuestro fetiche preferido. Marina sigue siendo un “excitante” misterio. A Vero se le extraña, espero que ya tengas ordenados tus pensamientos Vero para continuar ofreciéndonos tus exelentes relatos. Carlónimo, el personaje de la señora Mariscal me gusta mucho y sugiero que lo retomes igual que el de Cristina. Aunque siempre nos sorprendes con algo nuevo y excitante.

Antónimo -

Hola chavas y chavos.

Fíjense que hay momentos en la vida de un hombre que…

¡Aaahh! Qué dijeron, ya se va a poner a filosofar como el Carlónimo. Pues no, yo no tengo esos alcances (o esas mañas). A mí las cosas claras. Si sí: pues ¡prau!; y si no… pues ¡prau! de todas maneras a retozar duro porque ¿apoco un revés del corazón nos va a conducir a puros lloriqueos y lamentos?

¡Para naadaaaaa mis chavos! La vida es bella y debe seguir su curso de cualquier forma.

Las vacaciones me las pasé con una chava bien querendona, buena onda y que está como quiere, tanto en la retaguardia como en la media frontal y en la delantera ¡qué cuerpazo! Fue antes mi novia pero cortamos y al no hallarnos nos encontramos de nuevo porque la verdad es que sin ella… no la hallo y ella sin mí… pues tampoco la halla.

Así que la pasamos juntos en Ruidoso con el pretexto de esquiar, alojados en una cabaña de fábula. Entablamos una convivencia plena, coronada por la más ardiente intimidad. Nos preguntábamos: ¿Ps qué onda, somos o no somos, estamos o no estamos? Y antes de contestar, sólo de vernos, se nos enjutó la garganta, lloramos como chiquitos, nos abrazamos hasta sentir que los huesos nos tronaban.

Rodamos por toda la “King” saboreándonos mutuamente. Su aroma, su cuerpo, sus caricias, sus mimos y sus besos me enloquecieron de nuevo. Desesperado, me lancé en pos de sus nalgas para desnudarlas, acariciar la suave y mullida piel que temblaba de excitación. Mis labios apresaron el delgadísimo elástico de la tanga y lo retrajeron hasta el pliegue quedando sus hermosos “colchoncitos” tan rebosantes y sumisos que terminaron de calcinarme.

Ostentaban los rojos puntitos causados por sensuales jeringazos ¿quién te las picó, cómo fue, te dolió… mi vida?

Quería saber, indagar, revivir, entrar en aquellas escenas tan eróticas que yo no pude disfrutar. Cobrando justa revancha, apoyé mis manos en la cama y me alcé parcialmente quedando mis piernas descansando en paralelo de los espléndidos chamorrazos de mi amada. Observé con toda atención sus nalgas pensando que son mías, imaginando la rauda jeringa que perfora los convexos glúteos.

Mi pene alcanzó su máxima longitud al sentirse apresado por la suave y mullida raja que enseguida ensanchó su cauce y se balanceó con suavidad arrullándome la dura estaca, cuyas intensas emanaciones lubricaron el diminuto ojetito rectal que bullía y oscilaba buscando acoplarse al enrojecido glande. Poco a poco la pichancha se fue dirigiendo al preciado objetivo: dilatándolo, penetrándolo.

El suculento agujerito engulló la enorme presa hasta desaparecerla por completo, apretujarla, e iniciar un suave y acompasado vaivén que ocultaba y develaba alternadamente la pieza, abrillantándola y ruborizándola.

La fricción fue en aumento hasta llegar a ser frenética. Mi preciosa Vero gritaba suplicándome que le tallara el excitado esfínter rectal con todo rigor y hasta con violencia. Apretaba las nalguitas, elevaba el rostro, jadeaba y decía ensimismada: ¡qué pichota, qué vergota, qué pinche longanizotaaaa! Antónimo, mi vida, perfórame, rásgame, disfrutame y házme gozar como sólo tú sabes.

Termina de contarles, mi vida, diles cómo terminamos ese coito ¡Por una pinche vez en la vida, dame gusto!

Carlónimo -

Mis buenos amigos ¿cómo están, cómo vivieron la Nochebuena y los festejos de Año Nuevo? Espero que todos ustedes se encuentren muy bien de salud y llenos de energía para iniciar el 2013 con arduo trabajo profesional, pero también con erotismo, del más creativo y estimulante, pleno de inyecciones intramusculares.

¡Vamos entrando en calor!

Por estos días de descanso y de grata convivencia familiar, dentro de las acostumbradas celebraciones decembrinas, tuve la experiencia insólita, sorpresiva, de encontrarme otra vez con esa hermosa mujer a quien tengo alojada en el alma y que es madre de mi hijo Carlos, el tintineante cascabelito de mis andanzas.

Fue en medio del bullicio, los abrazos y el resplandor navideño, que me ví otra vez reflejado en sus ojos. La ví hermosa, tan llena de esperanza, de alegría y de confianza, que como nunca nos abrazamos, nos llenamos de besos y nos amamos. No fueron uno ni dos, sino siete preciosos días los que convivimos en el más reconfortante idilio.

Al ver su entallado vestido color cielo nocturno decembrino; al sentir la curvada superficie de su talle; degustando sus labios carnosos y frescos que me besaron impacientes; no pude pensar más que en ella, en la gratuidad de nuestro amor, en la pureza de nuestros sentimientos… en la dolorosa circunstancia que nos aleja.

Más allá del infortunado e inexplicable estigma, pernoctamos abrazados, entregados al pleno disfrute de nuestra ensoñación. La tuve a mi alcance, nos desnudamos. Mis manos y mis labios se dejaron llevar por la placentera suavidad de su cuerpo. Viví su excitación, el raudo estremecimiento de sus formas. Sorbí los duros pezones, palpé las firmes y redondas nalgas, hurgué la apetitosa hendidura de nuestros encuentros.

Se entregó cada noche a la apetecible terapia de las inyecciones. Sus nalguitas tiritaron por el tosco flagelo de la hipodérmica clavada en el carnoso y amedrentado glúteo, que oscilaba por reflejo a cada impulso del émbolo.

Sus sensuales quejas, la imponente perfección de sus nalgas, el erótico intercambio verbal, el fetiche de la jeringa, la inquietante brevedad de su lencería, me erizaron la piel, me aceleraron el pulso, me hicieron enloquecer de pasión.

Así, cada noche me provocó y la estimulé. Desprovistos de cualquier prejuicio nos entregamos a la lujuria. Marina y Carlónimo, nuestros fetiches, nuestros cuerpos dispuestos, entregados, anhelantes uno del otro.

La fiebre, el deseo, el sádico impulso, la masoquista resignación, las quejas, el inclemente dolor, las agujas, las atrevidas poses: nalgas empinadas, pucha dilatada, pene tieso, cojones plenos, fluídos vaginales, el rudo embate seminal, las promesas, las súplicas, apretujones, sacudidas, gritos eufóricos.

¡¡El más ardiente clímax!!

Bocas abiertas, ojos entornados, jadeos decrecientes, espasmos relajantes… Tiernos suspiros, caricias, muchos besos, labios encontrados, alientos cariñosamente embrollados.

Maricruz -

Gracias por recordarme Carlònimo, que yo no te olvido. Espero me dediques otro relato, alguna travesurilla contigo. Besos.

Pascual -

Felicidades Carlònimo, te estaremos esperando, descansa que bien merecido lo tienes. Que llegueds con nueva inspiraciòn y ànimo redoblado. Rrecibe un abrazo. muy sincero

Carlónimo -

Perdón. Mi querida Maricruz, cómo dejar de mencionarte, espero que sigas participando con esa sensualidad desbordante. Si olvido a alguien más, perdónenme, estoy cansado como les dije y en parte la culpa es de ustedes por ausentarse tanto. Un abrazo.

Carlónimo -

Mis buenos amigos, hoy es el último día del mundo (según la fantasiosa interpretación que se ha hecho de la sorprendente cosmogonía Maya y su anuncio de inicio del quinto sol). Y es también el último día de trabajo formal para mí en 2012, a más de fecha fatal para despedirme de ustedes y desearles unas felices fiestas navideñas.

Acorde al tan mentado acontecimiento que en términos científicos consiste en la alineación física del Sol, la Tierra, Venus y el centro de nuestra galaxia, fenómeno que invertirá el campo magnético del Sol, nuestro blog pasa también por una etapa de cierta inestabilidad y transición.

Estamos en espera de que Fer nuestro editor cumpla su ofrecimiento de entregarnos una nueva casa que tenga fachada propia y condiciones más adecuadas para trabajar (me refiero al tamaño de la letra).

A esto hay que agregar la alteración de nuestro escenario que estamos por ver cómo evoluciona y aterriza.

En lo personal, a más de estar sujeto a múltiples presiones, me siento muy cansado, por lo que evito la tentación de escribir más relatos en los últimos días del año y me otorgo el descanso que mi molido cuerpo me está exigiendo.

Quiero reiterarles que, al margen de cualquier escenario, mi respeto hacia ustedes como personas es inflexible y espero que juntos vayamos delineando los contextos, no teniendo más objetivos que cultivar el género literario y ofrecernos cada uno en lo personal y a voluntad, un sano desahogo de nuestra sexualidad.

Querida Vero, mi gran amiga, te reitero que fuiste la estrella del año y espero que sigas brillando cada vez con mayor intensidad.

Querida Hilda, ya sabes el profundo cariño y el respeto que me inspiras. Espero que por fin te decidas a escribir relatos.

Querido Pascual, espero que nos sigas acompañando y participando, al menos con tus interesantes comentarios.

Paty preciosa, cómo extraño tus cariñosos y atinados comentarios. Espero que la amistad cultivada por “email” se traduzca en una mayor participación en este foro que nos permitió conocernos.

Antónimo, mi entrañable hermano, amigo y compañero de vida. Muchas gracias por ser cómo eres.

Querido Fer, nuestro gran amigo y Editor.

¿Quién más? ¿Elisa, Eulogia, Carmen, Paula, Marce, nanny, Gil, Gustavo… Anónimo?

Los amigos que leen y no escriben así como los que escriben por email y ya no sé si leen.

A los que se fueron y que no olvido: Anna, Simón, Gastón, India, Lydia, Karo, Karol, Karito, Carola…

De todos me acuerdo y por todos elevo una plegaria a Dios.

Un abrazo muy afectuoso. Nos vemos en Enero.

Vivian -

Que pasa con los relatos Carlónmo.

Hilda -

Chicos, qué pena, los recatos, los prejuicios y los miedos se impusieron una vez más. Bellos escenarios-tristes finales  Carlónimo, muy bueno el relato acerca de Jessica. Excitante y muy erótico en su género. ¡¡Continúa por favor!!

Carlónimo -

Difícil es pronunciarse sobre este asunto. En lo que a mí concierne requiero también “estabilizar mis pensamientos” pero eso será sobre la marcha, no creo que enclaustrándome resuelva el problema. Desde luego, preciosa Vero, yo no dejaré de ser tu amigo como no he dejado de serlo de alguna otra persona que se haya retirado. Lo que sería una lástima es que dejaras de escribir porque en verdad tienes vena para ello. Te recomiendo que no dejes de ejercitarte.

Para continuar, les contaré que hace unos días me llegó a escribeyescribe@hotmail.com el siguiente email que simplemente transcribo:

“Carlónimo, me llamo Jessica y tengo 29 años. Las inyecciones para mí son muy calientes y me exitan desde que era una niña. Yo no se que hechizo tienen, o si es porque tenemos que ponérnoslas en las nalgas o porque al hablar de ellas es entrar dentro de la intimidad ya sea de nosotros mismos o de otras personas. De solo pronunciar la palabra “inyección” yo siento que los colores se me suben al rostro. Soy morena clara, de ojos verdes y se que mi cuerpo es muy deseable. Cuando me tienen que inyectar es una tía la que me las aplica y yo creo que a ella las inyecciones le provocan las misma inquietud que a mí, yo lo siento en sus manosy en sus ojos, en suma, en todo su cuerpo cuando me está inyectando. Las dos nos tenemos mucha confianza y luego siento deseos de decirle a mi tía Raquel lo que yo siento y preguntarle también su sentir de ella. Imagino muchas cosas como inyectarnos una a la otra y compartir nuestro morbo con algunas caricias íntimas. Carlónimo ¿podrías ayudarme escribiéndome un relato sobre esta extravagante fantasía? No sabes como te lo voy a agradecer, espero que si quieras complacerme.”

Con todo gusto lo haré, preciosa Jessica, esperando no defraudar tus expectativas.

La “extravagante fantasía” de Jessica

Lo que les voy a contar me sucedió apenas ayer cuando mi tía Raquel acudió a inyectarme. Desde muy temprano me sentí nerviosa tan solo de saber que volvería a vivir esa excitante experiencia. Estaba tan deseosa que más de una vez entré a mí recámara, me alcé el vestido, replegué la panty y me acosté como si ya fueran a aplicármela. Teniendo a la vista la jeringa y el medicamento, empecé a frotar mis nalgas con inquietud observándome de soslayo en el espejo. Mis carnosos glúteos erguidos se estremecían de pasión; los recorrí sugestivamente, pellizcándolos con rabia para emular el dolor del violento piquete, de la hiriente entrada del líquido, del punto más álgido cuando la concentración de la sustancia te irrita, te arde, te lastima, te cuece la carne. Mis labios gemían, la vulva se me perlaba. Fuera de control me acariciaba los ardientes labios vaginales penetrándolos, excitándome el clítoris hasta reventar un espléndido orgasmo.

Así lo hice, dos y hasta tres veces porque ya no aguantaba, porque en el sexo es común que adelantemos vísperas, porque soy de temperamento candente y porque tengo este fetiche metido en la médula y en el alma.

A las cuatro en punto llegó Raquel y se encerró conmigo en la recámara. Ansiosa me elevó el vestido, deslizó sus manos a lo largo de mis enérgicos muslos, sentí que se estacionaban firmes en la cúspide de mis nalgas. Sus dedos hurgaron el lindero del ceñido elástico, lo alzaron en un movimiento doloso… titubeante… que derretía mi estructura ósea haciendo que me desplomara boca abajo, desnuda del culo, ofrecida, descarada, insinuante ¡puta! Ví a Raquel puesta de espalda preparando la jeringa. No retiré mis ojos de esas nalgas extensas, redondas, paradas, que delinean sugerentes ondulaciones, que ostentan eróticas lonjitas en su base. Esas nalgas maduras en las que tantas veces he pensado, que me han incitado el deseo, la desmesura, la lujuria…

Envuelta en el voluptuoso aroma del alcohol; alterada de sentir a esa preciosa mujer a mi lado, excitándome y excitándose; escuchando sus dulces palabras de aliento, de cariño y de deseo: “Vamos Jessica, quietecita, tranquila mi amor, relaja las nalguitas, no te muevas encanto, mi vida, disfruta… Va el piquete”. El suave rasgón de la aguja, la ligera presión que me hace formar un leve cráter en el glúteo, el ríspido transitar de la sustancia que se concentra en un punto de ardiente dolor, deseo y satisfacción; son vivencias que me enajenan, que condicionan mi actuación, que me llevan a pedirle a Raquel que me lastime más, que me golpee.

Satisfecha respiro y sollozo al sentir sus primeros manotazos, violentos, ásperos, desmesurados, revestidos de ardiente deseo. Sus manos se precipitan furiosas sobre mis nalgas, aporreándolas, lacerándolas, induciéndome a gritar, a retorcer, a suplicar: dolor y placer, piedad y castigo, resignación y agresión. El rabioso embate de Raquel se sobrepasa, llega al punto de herirme, de hacerme sufrir sin consideración. Gruesos chisguetes de lágrimas nublan mis ojos y se precipitan sobre la cama.

¡Basta ya! le grito ¡Ahora va la mía! Con insólita fuerza me incorporo, la rodeo por la cintura y la desplomo sobre el lecho, golpeo su espalda, sus piernas y sus nalgas. Le arranco el cinturón, le bajo los pantalones y las bragas haciendo surgir unos mofletes monumentales, esplendorosos,ligeramente flácidos, cachondos, que lejos de oponer resistencia se abaten humildes, se empinan, se me ofrecen, me invitan a golpearlos y a besarlos, lamerlos, morderlos y contemplarlos con gran deleite. Esperando su reacción, recibo con apetencia la consigna de que me solace: “Disfruta Jessica, yo sé que así querías tenerme. Disfrútame…” A horcajadas la observo, la nalgueo hasta provocarle un erótico enrojecimiento que me excita aún más. Ansiosa, tomo la jeringa del buró, esa misma con que me inyectó, y sin mediar aviso se la incrusto en las nalgas: ¡No, mi vida! ¿qué haces? ¡Quiero inyectarte, hacerte lo mismo que tú me haces! ¡Disfruta, Jessica, disfruta de mí como yo de ti!

Después de un placentero juego erótico en que me solazo observando sus espléndidas nalgas pinchadas estremecidas de excitación, le arranco la aguja y me tiro de bruces encima de ella mimándola, acariciándola, cachondeándola, besándola. Nuestros labios se acoplan, nuestros cuerpos se tallan y se agitan, nuestras manos invaden las zonas erógenas, exasperándolas, prodigándoles los más placenteros espasmos, hasta sumirnos en el más lujurioso delirio.

Veronica -

Hola chavos y chavas…

No pretendo dramatizar de más algunas interpretaciones inadecuadas, a veces las personas buscan el “pretexto ideal” para simplemente concluir algo que la verdad, nunca estuvo a “su nivel”… ni hizo feliz a esa persona…

¡Que lastima!, pero hay que seguir adelante….
Me tomaré un breve receso, ya que aun debo pasar por la fase de aceptación, y estabilizar mis pensamientos… ¡¡Nos vemos prontito…!!
En breve seguiré maquinando relatos medianamente entretenidos… (Re chafas)

Antonimo: Gracias por todo lo que pudo llegar a ser cierto… Adios

Carlónimo: Confío en que, después de todo esto, seguiremos siendo amigos, y compartiendo relatos de las fantasías más descabelladas…

Saludos!

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Desde el tiempo del legendario Anónimo se trataron en este espacio los temas de la moralidad y de los celos.

Yo recuerdo que nuestro gran antecesor le propuso un día a Simón, que no se escandalizara al ver que su amada Silvia era objeto de admiración.

Yo insistí después con él proponiéndole que, lejos de enojarse, disfrutara saber que su chica despertaba las más encendidas pasiones.

Pues ahora no me voy a echar para atrás. Vero está preciosa y es normal que los hombres la admiren. En cuanto a mi hermano, en ningún momento me ha ocultado que ella le guste, igual que yo le dije en su oportunidad que Moni, su exnovia, me gustaba mucho. Él nunca me descalificó por ello y sé muy bien que si Moni me hubiera aceptado, Carlónimo habría respetado las circunstancias.

Vero y yo nos hemos disfrutado mucho y nustras vidas ya se enriquecieron con tan grata experiencia. No desconozco el “escenario fantasioso, que todos tenemos derecho a poseer y pocos tienen las agallas de hacer público…”. Ella tiene derecho “a dar rienda suelta a su mente, fantasías, sueños, locuras… en fin, a su rompecabezas mental…”

Si en los “sueños, fantasías y locuras” de esta preciosa mujer está implicado mi hermano ¡enhorabuena! Yo sé que mi gran compañera, con quien recorrí un delicioso tramo de mi vida, seguirá estando en buenas manos, lo cual no puede dejar de regocijarme.

Adelante, mi Vero, adelante mi hermano, conmigo no tendrán ningún problema para conocerse y llegar a ser la “equilibrada pareja” que representan. ¡Un abrazo! Que sea para bien de los dos. Yo aquí sigo, no hay fijón, mis chavos.

Veronica -

Hola personitas hermosas…
Los paso a saludar rapidin, y pues comento los últimos acontecimientos:

Carlónimo: Respondiendo a esta importantísima cuestión: “Nuestra búsqueda de emociones pasionales no tiene límite, el disfrute de ellas no nos sacia… ¿Estaremos locos?”… Tú sabes que las actitudes fuera de lo común, suelen tomarse como locura…pero la locura mueve el mundo, y es relativa, y mientras no dañemos a nadie, tenemos derecho a dar rienda suelta…
Gracias por todos tus relatos, mantienen con vida este santuario nuestro, definitivamente, la señora Mariscal es la representación, de lo sensual que resulta la madurez, y creo que ella sabe reflejar su seguridad, y explotar sus cualidades para derretir a cualquiera…. ¿Sabes? Es difícil encontrar la perspectiva del relato de nosotros, y es que, al ser partícipe, cuesta trabajo evaluar el asunto… sin embargo, te lo agradezco, fue maravilloso, bello y erótico, como siempre, con el toque especial que lo adereza… y que encaja a la perfección en la “Isla de la fantasía”. Fascinante.. y por último, pero no menos importante: El relato de Inés: Aplaudo tu imaginación, erotismo, y el planteamiento, para mí fue de lo mejor, esas cosas son las que me hacen insistir en que deberías escribir un libro, mi talentoso y querido amigo… mi estrella…

Pascual: Mil gracias por la retroalimentación, es lo que me impulsa a continuar escribiendo…. Saludos

Antonimo: Mi opinión de tu polémico tema es la siguiente: La gente manipuladora, sabe envolver a su “víctima”, son personas sensuales, irresistibles, pero egoístas, de carácter fuerte… usan su inteligencia para mover las cosas a su favor sin tomar en cuenta la dignidad del otro, por el simple hecho de tener siempre el control de todo… Y tristemente, consiguen anular la autoestima del otro… haciéndole ver que no son nada sin ellos a su lado… Cariño, escogiste ese tema porque viene a colación por el relato que, de seguro te molestó… ciertamente, tienes todo el derecho de molestarte, mas yo no lo veo como “manipulación”, ni “engaño”, sino como una situación de erotismo, un escenario fantasioso, que todos tenemos derecho a poseer y pocos tienen las agallas de hacer público… se que, mis tripas se harían picadillo, de haber leído un escenario de ese tipo, de ti, con otra mujer, pero finalmente comprendo que, tienes derecho a dar rienda suelta a tu mente, fantasías, sueños, locuras… en fin, a tu rompecabezas mental… mientras me seas fiel, y mantengas estable la relación, con toda la sinceridad posible, para mí no hay inconveniente… pero mientras no confíes en mí, no vale la pena seguir juntos… piensa las cosas: yo te amo, y aunque decidas no seguir conmigo, te seguiré brindando siempre apoyo incondicional… En cuanto a Carlónimo pues…¿Qué te puedo decir? Es una de mis personas favoritas…lo sabes

Hilda: Gracias por tu opinión… Yo coincido contigo, te mando saludos y abrazos y ojala, que puedas pronto escribirnos algo….

Pascual -

Excelente el relato sobre Inés y su inyectadora automática.
Carlónimo, yo espero que la época navideña no te afecte en creatividad. De lo otro, estoy de acuerdo con Hilda, aquí entramos para disfrutar, y espero que muy pronto nos brinde Vero su relato de cómo vivió la experiencia.

Hilda -

Carlónimo, de nuevo mi reconocimiento por tu capacidad de crear escenarios de mucho interés, aunque en esta ocasión no puedo dejar de reconocer la gran iniciativa de Vero. Si me permiten opinar, yo no creo que el escenario que han creado tenga que resolverse a base de moralidad. O sea ¿por qué no alterar un escenario como lo hizo Vero para desencadenar un interesante centro de discusión y de erotismo? A mí en lo personal, aprovechando que Antónimo es una persona de criterio muy amplio, a mí en lo personal me emocionó ver a Carlónimo y a Vero juntos por primera vez en una escena tan erótica, hasta me puse chinita pues lo deseaba desde hace tiempo. Para mí conforman una pareja muy equilibrada sobre todo en lo intelectual, que es lo que mueve a este foro. Una felicitación muy cariñosa para los dos y decirles que cuentan con mi voto de confianza.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Cómo ven la Isla de la Fantasía al día de hoy? Yo digo que ya parece la casa del jabonero donde… el que no cae, resbala ¡Qué mandarriazo!
Y la Yazmín Alessandrini, como siempre coludida con Carlónimo, escribe hoy mismo en su reputada columna, bajo el sugerente título: “¿Juegan con tu mente débil?” que “La manipulación, para muchos, es todo un arte”.

Se pregunta la güerita: “¿cómo es posible que esta acción (que en varias ocasiones se presenta como un disfraz de la tan repudiada violencia psicológica) la ejerzan aquéll@s que se supone nos aman y que es a través de este amor que deberían protegernos de daños emocionales tan graves?”

Y aclara que: “Esta interrogante tiene una resolución compleja, pero primigeniamente la manipulación que los seres amados ejercen hacia nosotros tiene un origen básico y éste es el conocimiento que éstos poseen de nosotros. Por eso siempre será el pan y la sal de nuestra cotidianeidad que suframos chantajes de todo tipo y de toda magnitud”.

Luego dice Yazmín que en relación a esos supuestos abusos: “No podemos ser tan dramáticos y ponernos en pie de guerra al menor indicio de que nuestr@ novi@ o espos@ se aprovecha de nuestro corazón de pollo para que acabemos haciendo su santa voluntad”.

Lo anterior se sustenta, dice ella, en que: “Hay de manipulaciones a manipulaciones”. Y, muy conciliadora, concluye: “Así que lo mejor es que sean tolerantes, hombres y mujeres por igual, también sean flexibles y balanceen “unas por otras”

O sea que, según la Yazmín, es mejor que apechuguemos los estrafalarios caprichos manipuladores de nuestra pareja… ¿Qué tanto es tantito? No hagas panchos mi chavo…

¿Cómo ven ustedes esto? Yo pienso que hay que establecer los límites de la manipulación ¿o no? Creo que hay mucho que hablar al respecto y, para iniciar esa charla, qué mejor que contar con la calificada opinión de mi preciosa Vero, como protagonista y psicóloga ¿Qué fue lo qué pasó, mi vida?

Será un simple ejercicio mental pero ya ves que Carlónimo de todo saca provecho. O no dijo un día que:

“La realidad y la ficción son circunstancias que nada aportan al corazón ¿Vivimos cuando soñamos o soñamos cuando vivimos? No lo sé, no estoy seguro y es algo que no me importa. Cuando me vaya todo será plano, recordaré tan solo las veces que mi corazón ha podido saltar de emoción”.

http://www.youtube.com/watch?v=Yam5uK6e-bQ

Carlónimo -

Bueno pues a otra cosa mariposa ¿han oído hablar de los aparatos de inyección impersonal?

Cuando saliero a la venta en medio de una agresiva campaña publicitaria, los anuncios aludían a las desventajas de que se dependiera de otra persona para recibir medicación intramuscular.

Los argumentos en favor del revolucionario instrumento fueron más o menos los siguientes:

- ¿Por qué desnudarse frente a un extraño?
- ¿sabe usted si le aplicarán correctamente la inyección?
- ¿Está seguro de la solvencia moral del aplicante?
- ¡Ya basta de sufrir el ingente dolor!
- Aplíquese las intramusculares usted mismo, sin molestia alguna, con un método científico, en completa privacidad y en la forma más higiénica.

Cuando Inés compró el novedoso utensilio y convenció a su amiga Lulú de estrenarlo, llegó con ella a la recámara y como tenía buena labia rebatió todo argumento en contra, hasta lograr que la excitante mujer se bajara los chones y se acostara.

Pero una vez que le fijó en el glúteo esa especie de cataplasma plástica, la pobre paciente empezó a brincar, a lloriquear y a maldecir su suerte, al grado que Inés se vio obligada a desprender el utensilio de la mullida nalga y a mostrarle el procedimiento con todo detalle.

Mira Lulú, es un sistema modernísimo mediante el cual se cumplen eficientemente las seis fases operativas de la aplicación intramuscular: Masaje inicial; Desinfección; Punción; Suministro del medicamento; Expulsión de la aguja; y Masaje.

La fiel amiga le dio la razón en todo pero a la hora de parar las nalguitas, recibir de nuevo la plantilla, sentir el brusco roce de la banda desinfectante, e imaginar la violenta arremetrida de la aguja, brincó y se puso de pie con el llano artefacto adosado al cachete como nopal.

¡No manches, esa madrola me pone bien nerviosa! Asi que después de varios intentos frustrados en los que la pobre Lulú fracasó, terminó subiéndose los chones y disculpándose se fue a su casa.

Inés trató de probar el aparato con su esposo pero éste, después de prometerle que sí, pretextó que tenía “un chingo de sueño” y se durmió, eso sí, boca arriba para no exponerse a sufrir un pinchazo subrepticio.

De manera que Inés llegó a la triste conclusión de que no le quedaba otra que someterse ella misma a la prueba lo cual, no obstante su fe en la ciencia, le causó un terrible brete tan sólo de pensar en el violento instante que la aguja brotaría como catapulta y le perforara el cachete inmisericordemente, sin que sus gritos o súplicas fueran atendidos.

Guardó el utensilio cerca de tres meses pero llegó el aciago día en que se le presentó la necesidad de inyectarse. “Tragando gordos” o sin saber si “pisaba altos o bajos” desempacó el revolucionario artefacto, cumplió la rutina antiséptica, se liberó del vestido y de las bragas y, plantada frente al espejo observó sus deliciosas nalguitas un tanto acobardadas.

Les aplicó reanimantes palmaditas, se colocó la chuncha, se acostó boca abajo, contó tres veces hasta diez y armándose de valor cerró los ojos, apretó los labios, tensó todo el cuerpo, jaló del gatillo, sintió el firme roce de la banda desinfectante, apretó las nalguitas y sintió un “megachingadazo” que le hizo gritar: ¡Aaaayyyyyy puta madre, me muero!

Maldijo la modernidad y a la abuela del pinche vendedor que le vendió el instrumento, se arrancó la madrola y la tiró al suelo, corrió al espejo y se percató que tenía el puntazo en la cima del glúteo de donde brotaba un grueso torrente de sangre ¡P’a su madre! Y ¿ahora qué hago?

Sin poderse parar la hemorragia, se tiró boca abajo en la cama, se acomodó el paquete entero de algodón en la nalga, llamó al hospital y cuando llegó el médico la encontró casi desmayada con un litro de sangre regado en los glúteos la raja y en la cama.

Pero ¡señora! ¿qué es esto?… No, relájese, póngase boca arriba y quédese quieta. El médico le elevó los pies llevándolos a reposar sobre sus hombros y la mantuvo así con todo el culo alzado hasta que por gravedad le detuvo la tremenda hemorragia.

Después la desnudó, la bañó y se la llevó cargando hasta la cama donde le aplicó torniquetes, pomadas y vendoletes, prodigándose un suculento festín tangible y visual, hasta que la desesperada Inés se fue tranquilizando y terminó abrazada del médico, llorando amargamente en su hombro.

Cuando el celoso marido llegó a casa y sorprendió al excitado facultativo que tenía a su esposa sentada en las piernas muy bien abrazada acariciándole las preciosas nalguitas, exigió una pronta explicación cayendo en la cuenta de que, si bien el doctor había incurrido en cierto abuso, le había salvado la vida a su mujer.

Por esa razón y porque quería demandar a la empresa que producía tan peligrosos artefactos, el molesto marido pidió que el médico testificara los hechos.

Éste, atemorizado y apenado por haber sido sorprendido en flagrancia fajándose a la atractiva y asustada dama, aceptó la encomienda y se fue a los tribunales donde, después de pesadas audiencias se determinó que la víctima debía presentar pruebas.

Así que la deliciosa mujer se puso de pie, alzó su falda, se bajó la panty y le enseñó las torneadas nalguitas al juez quien ordenó tomarle fotos que salieron publicadas en los diarios y aparecieron en horario estelar de la TV.

Fue un caso muy sonado donde la ofendida mujer ganó el juicio, recibió una jugosa indemnización, y finalmente se puso en manos del eficiente médico que le había salvado la vida y que desde ese día se convirtió en su médico de cabecera.

Cada vez que la inyectaba repetían el suculento protocolo consolatorio. Inés reposaba con el culo desnudo en las piernas del eficiente facultativo que la consolaba prodigándole cariñosos besitos y suaves caricias en las piernas y en las nalgas. Se dice que tuvieron experiencias más íntimas, pero eso no me consta.

paspdprpr -

ay Carlonimo!

Carlónimo -

Quiero comentarles que por descuido no ví en su oportunidad la brillante descripción hecha por Vero, de la reciente inyección que le aplicó un singular médico al que caractericé como secreto enamorado de ella.

Bueno, pues ya después vine a enterarme que, de acuerdo con el relato de Vero, ese doctor, bosquejado por mí, es para ella nada menos que Carlónimo, o sea, yo mismo.

Está por demás decirles la tremenda impresión que me causó saber que, de acuerdo con el sentir de la principal protagonista del relato, estoy enamorado de mi cuñada.

Vaya enredo en el que me metieron y que se suma a algunos otros que promovieron, tanto mi hermano Antónimo al decir que yo “ya no me hallo” y que ando “del tingo al tango”, como nuestra amiga Blanca, a quien mi añorada y “misteriosa mujercita” le “da espina”.

Pero como estamos en la Isla de la Fantasía, donde todo puede ocurrir ¿qué puedo decir? Me colgaron los supuestos de que “ando” con mujeres casadas, de que fantaseo pensando en Anna, y ahora, que llevo en el alma el oculto deseo de conquistar nada menos que a mi cuñada.

Después de darle mil vueltas al asunto, he llegado a la conclusión de que al rehuir o ignorar el caso no soluciono nada. Así que ¡lo ponemos en blanco y negro! Los hechos hipotéticos ya están planteados. No creo que ahora, después de hurgar en la trama original finalmente se ofendan.

De tal suerte que, en la siguiente cita el doctor (o sea, Carlónimo) ve llegar a Vero con una espléndida minifalda y siente que el corazón se le sale del pecho. La chica comprueba que sus encantos socavan ¡y en qué forma! la muy frágil resistencia del médico.

En aras de soportar el inminente dolor, decide plegarse al erotismo del momento, así que no sufre al ser informada que recibirá un nuevo refuerzo ferroso por vía intramuscular. Por el contrario, se propone capitalizar el hecho de ser largamente admirada y secretamente deseada.

Esta vez, más que nunca, se “deja querer” y ofrece un rotundo plus que hace temblar al médico. Desabrocha su falda y la deja caer al suelo, después se extrae la microscópica tanga, dobla con cuidado las dos prendas y así, con las lindas nalguitas al aire, se dirige garbosa al camastro donde se acuesta con cierto desparpajo.

Carlónimo, nervioso, con la respiración visiblemente agitada, la observa en silencio. Al ver esas piernas de concurso y esas nalgas redondas, tan forraditas e incitantes, se queda perplejo. Sus ojos destellan, sus labios se estremecen.

Carga resuelto la jeringa, se acerca, palpa sin recato los dos espléndidos cachetes sintiéndolos suaves, tibios, relajados, excitantes y… muy excitados.

Sin prevenir a la chica, avasallado por el “ambiente tenso”, hinca los dedos de su mano izquierda señalando el sitio y el ángulo correctos, inserta incompleta la aguja y empuja el émbolo con la derecha aplicando de jalón la primera carga del medicamento.

La respuesta de Vero no expresa dolor, sino excitación. Con los labios entreabiertos, las manos inquietas, las piernas muy firmes y las pompis respingadas, revela que está conforme, viviendo con intensidad el momento.

El médico inclina la puya y empuja con fuerza para consumar el segundo pinchazo. El pálido glúteo tiembla, se retuerce, pero la chica se controla y se mantiene impávida. Afronta con sobriedad la terrible invasión del líquido, empinando a voluntad las nalgas para alimentar su ardiente morbo y desafiar la menguada resistencia del médico.

Inmóvil, firme, retadora, la preciosa Vero emerge sus nalgas con toda intención. Se sabe deseada y se crece al castigo. Carlónimo escucha los sensuales gemidos de su paciente y los disfruta aminorando el flujo de la sustancia que penetra suavemente. La preciosa chica está sumida en un entorno personal de espléndido erotismo.

A cada avance del émbolo la paciente tiembla, se agita, pero un extraño sentimiento masoquista la mantiene templada y tranquila, convirtiendo el dolor en disfrute, aliado de su sexualidad.

En el tramo más cruel de la aplicación la sustancia fluye violenta, lacerante. Los ojos de Vero se encienden, sus labios se crispan. Eufórica, disfruta el suave estímulo vulvar que Carlónimo le aplica. En vez de horrendos gritos ocurren dulces gemidos, sollozos y claras insinuaciones de aceptación.

La aguja ya está fuera, la inyección ha concluido. Candentes, fugados, inconcientes, los protagonistas levitan en un ardiente juego erótico. Los dedos de él estimulan el sensible clítoris. La mano de ella apresa y talla el suculento pene.

La chica se incorpora y desviste al excitado médico. Sentada en el camastro lo abraza. Los dos, en su delirio, se miran fijamente, se acercan los labios, se besan con ardor y desesperación.

Él se agita, musita tiernas frases, sus inquietas manos hurgan por debajo del fusco cabello hasta posarlas en los espléndidos senos que, al ser retirada la blusa, emergen desnudos, inquietos, suculentos. Carlónimo los besa y los recorre a lengüetazos; muerde los duros pezones.

Vero grita de pasión, Carlónimo ruge de apetencia. Los dos se retuercen, se aprietan y se agasajan.

En un instante estelar se miran entre sí y en silencio coinciden, acuerdan, pactan. Vero se acuesta y separa las piernas. El glande se aproxima a la perlada vulva que lo espera, recorre con suavidad el borde de los labios exteriores, empuja y empieza a penetrar gradualmente, arrebatando a la chica violentos espasmos.

Vero enrosca las piernas apretando por la espalda a su médico; se inicia un suave vaivén que va creciendo en longitud y fuerza, hasta convertirse en franco restriego. Gritan, braman, tiemblan, festejan.

Desquiciados, se aprietan uno al otro, enchufan sus órganos con desesperación hasta llegar a la completa euforia. En medio de fuertes gritos y frenéticos estrujones, estallan sus abundantes y candentes fluidos hasta enjutarse, temblar y permanecer exhaustos, comprimidos, satisfechos, ensimismados.

Firmemente unidos, conectados por el supremo empalme del placer, permanecen en calma. Se observan uno al otro con curiosidad; se acarician, se besan, ponderan su sorpresiva intimidad.

“El ambiente se torna tenso… confortable… Un cúmulo de imágenes pasan por mi mente: El rostro de mi hombre, millares de jeringas hirientes…”

Gil -

Me uno al saludo y espero que el problema se resuelva Vero.

Hilda -

Vero linda, estamos todos contigo, piensa que tus amigos estamos pidiendo por ti y por tu familia.

Carlónimo -

Mis buenos amigos, voy a hacer un receso para solidarizarnos con nuestra entrañable Vero, quien está pasando por un momento difícil. Elevemos a Dios nuestra oración por la salud de sus familiares.

Pascual -

Hostia! Carlónimo, qué pieza tan sensual. Te comento que a mi me encanta este género de relatos candentes y humorísticos que tú cultivas y sabes manejar a la perfección. Bueno, manejas también otros géneros y muy bien; analíticos, de ficción, románticos, etc. Eres un escritor muy inquieto y versátil, ¡te felicito!.

Vero, tu relato sobre “el loco” demuestra que vas adquiriendo madurez, yo te veo cada vez con mayor confianza y dominio de la perspectiva, o sea de la visión de conjunto, de llevar poco a poco el relato hacia una idea o un fin determinado. También te felicito pues te has superado mucho.

Carlónimo -

“la exigente avaricia enfundada en puro deseo y necesidad de atención…”

Preciosa Vero: Con “exigente avaricia” entiendo que te refieres a la selectiva y mesurada forma en que la señora Mariscal comparte su intimidad.

Y la “necesidad de atención” emana en tu planteamiento, de la constante búsqueda de escenarios eróticos.

Nos ofreces en pocas palabras un muy interesante diagnóstico señalando, según entiendo, la afectación o estado patológico de la protagonista.

Pero estoy seguro de que tú identificas también que, más allá de cualquier patología, como dijera San Agustín el más hombre de los santos, “el corazón del hombre jamás se llena… en tanto no descanse en la infinitud de su Creador”

Nuestra búsqueda de emociones pasionales no tiene límite, el disfrute de ellas no nos sacia… ¿Estaremos locos?

Todo depende del punto de observación ¿Recuerdan aquel relato de la bruja que puso un maligno brebaje en el pozo del pueblo, con lo cual toda la gente perdió la razón? Como el rey tenía su propio pozo permaneció cuerdo, pero un día que salió a recorrer su reino sintió sed y bebió en el pozo común, con lo cual enloqueció y todos los súbditos hicieron una gran fiesta porque ¡Nuestro rey ha recuperado la razón!

Y esta situación, encantadora Vero, se refleja en el excelentre relato que nos compartes, donde el humilde loco-cuerdo sin más da rienda suelta a sus impulsos, mientras que la soberbia cuerda-loca censura al “loco maniático” pero disfruta también su fetiche.

¿Se podrá hablar de locura cuando de emociones y sentimientos tratamos?

http://www.youtube.com/watch?v=URU0OgJZwDQ


Gracias Vero y gracias también a Anónimo (a quien doy la bienvenida) y a Pascual, por sus amables comentarios que, como les dije antes, me ofrecen un buen incentivo para continuar.

Pues sí mis amigos, hay más vivencias acerca de la singular señora. No les terminé de contar la historia.

La Señora Mariscal (segunda parte)

Ya en el hospital, la señora Mariscal se registró y la mandaron a sala de espera donde permaneció de pie ya que, por una parte, le contrariaba acudir a sitios públicos que consideraba insalubres y, por otra, después de los pinchazos recibidos no deseaba estar sentada.

Tras una breve espera le pidieron pasar a uno de los consultorios al cual se dirigió con ese elegante y coqueto andar que, aunado a la belleza de sus formas, cautivó y concentró la atención de los caballeros presentes, los cuales admiraban su hermosura.

Quienes estaban más cerca de la puerta del consultorio avivaron los sentidos y percibieron la estimulante puesta del cerrojo, el rutinario recibimiento: “Pase por favor señora, descúbrase las nalgas y acuéstese…”. Disfrutaron también del sensible silencio que revelaba la erótica escena y que se prolongó incitante, haciendo volar la imaginación. Sintieron la aceleración del pulso al oír un súbito alarido: ¡Madre mía, qué dolor! Atendieron el persistente sufrimiento y se encendieron al escuchar la penosa súplica: “Despacio, se lo ruego”.

En ese preciso instante se activó la alarma sísmica: todos salieron corriendo, excepto la pobre señora, cuya frenética enfermera se dio a la fuga dejándola postrada y en completa pompa, sin bragas, con la jeringa incrustada.

A causa de sus nervios y de la terrible dolencia no llegó a entender lo que pasaba y se conservó expectante, hasta que los miembros de la brigada de Protección Civil irrumpieron en el consultorio y se quedaron petrificados al ver tan deliciosas nalgas, esponjadas, blanquísimas, radiantes, sensualmente entregadas y perforadas.

Sin saber qué hacer trataron de pasar inadvertidos pero la atractiva dama al verlos emitió un agudo chillido: ¡¡Qué diablos hacen aquí, con qué derecho se meten, auxilio, socorro…!! Los hombres a su vez le hacían la misma pregunta: Señora perdone usted, pero nos sorprende verla aquí cuando la situación que se vive es de emergencia.

Qué emergencia ni qué ocho cuartos ¡Sálgan ustedes de aquí, degenerados, malnacidos…! No señora, no podemos dejarla pues hay el riesgo de una réplica ¿De una qué…? De una réplica, acaba de ocurrir un sismo y tiene que salir del edificio. Hasta entonces comprendió la dama lo que pasaba; se arrancó la jeringa y corrió casi desnuda hasta la planta baja donde la auxiliaron proporcionándole una bata.

Cuando regresó al apartamento se encontraba adolorida y muy cansada. Pero era una mujer de agallas, así que después de sentenciar que todos eran unos inútiles, tomó una jeringa nueva, la cargó con el pastoso líquido y se encerró en la recámara para inyectarse ella misma.

Me deleité con la puesta del cerrojo, la fricción de la fina tela que se deslizaba a lo largo de tan esculturales formas, el sugerente ruido que produce la presión del cuerpo sobre la cama, el murmullo generado a partir de las drásticas contorsiones corporales con que la preciosa dama intentaba alcanzar y perforarse ella misma el glúteo, el penoso lamento debido a la punción, el excitante golpeteo de las piernas sobre la cama, un breve silencio y un súbito clamor ¡Ay, no, no, noooooooo!

El raudo golpeteo de los pies en el piso, fuertes gritos de dolor ¡Aaayyy, auxilio, es terrible!

Llamé a la puerta: Señora ¿necesita ayuda? Percibí que se acercó quitando de golpe el cerrojo. Abrí la puerta y la miré con el esplendoroso culo al aire dramáticamente agachada masajeándose con desesperación la pierna derecha ¡Un calambre, un espantoso calambre!

De inmediato le pedí que se tirara en el suelo de espalda, le tomé la pierna y jalando la punta del pie presioné la planta. Así la mantuve hasta que el dolor empezó a ceder. Se trata de una técnica que aprendí de los asistentes deportivos en la escuela y que esa vez me dio muy buenos resultados.

Recuperado el control, la señora cerró su bata cubriéndose el espléndido cuerpo, me obsequió una dulce sonrisa y me agradeció la asistencia que le había prestado.

Ya más tranquila se incorporó, permaneció pensativa, tomó una nueva jeringa, la cargó y la puso en mis manos. Luego se acostó boca abajo, alzó el faldón de su bata descubriéndose las espléndidas nalgas que ya me resultaban familiares, se palpó con cuidado las zonas inyectables y me ordenó: Aquí, Carlónimo, del lado izquierdo, justo en este punto donde tengo mi dedo.

Con la respiración acelerada, dirigí y clavé la aguja, la cual resbaló ligera. La preciosa mujer resopló y me animó a continuar. La densa sustancia empezó a correr mansamente flagelando la suave y tibia superficie del glúteo, pero en ese momento sonó el timbre del celular ¡Espera Carlónimo, un momento!

Alóo… ¡Querido Mike! ¿estás bien? Sí, yo extrañándote como siempre. Sí, qué susto llevamos pero ya pasó. Estoy bien, deseándote… ¿Qué? Pues… no, parece mentira pero aún no ¿De verdad? ¡Claro que sí mi amor, te espero! ¿Diez minutos? De acuerdo, nos da tiempo antes de que llegue mi marido ¡Chiao!

Espera Carlónimo hay un cambio de planes, sácame la jeringa. Obediente extraje la aguja y ella se levantó corriendo, tan campante se desvistió completa y se enfundó una muda de ropa interior pequeñísima, de lo más sensual; luego un vestido blanco cortísimo.

Me invitó a salir de la habitación: ¡Anda, tú a lo tuyo, termina de barnizar las puertas! Tiró la jeringa a la basura y corrió a abrir. Cuando vio a Mike se lanzó a sus brazos, él la cargó y se la llevó en vilo a la recámara, corrió el cerrojo y le dijo: Estás hecha un bombón, aquí tengo ya la jeringa, deja que te desvista.

A cada deslizamiento de ropa, ella suspiraba y él resoplaba. Percibí que se tiraron los dos en la cama, retozaron, gruñeron, se besaron con desesperación.

La resonancia de los eróticos susurros se elevó drásticamente ¡Qué delicia, mi vida, toda… métemela toda!

El persistente y acompasado jadeo fue creciendo hasta convertirse en desaforado alarido: ¡Qué delicia, te amo, me encantas… Más, más, más…!

Un vasto espacio de fuertes clamores y súbitos espasmos. La agitada respiración, el frenético forcejeo.

Percibí una paulatina vuelta al diálogo: No me la saques cariño, espera, quiero seguirla sintiendo en mi vagina… Qué rico, gracias, me fascinas…

Poco a poco se fueron serenando hasta quedar en completo silencio.

Media hora después percibí un súbito brinco acompañado de fuertes clamores y voces: Levántate Mike que ya es muy tarde, está por llegar mi marido ¡Corre!

Sin camisa, apenas enfundándose los pantalones sobre la marcha, el espantado Mike salió con rostro desencajado y después de atisbar por el ojillo de la puerta, la abrió y se escabulló por la escalera de emergencia.

La señora Mariscal salió de su recámara muy sonriente, pasó frente de mí sin importarle su completa desnudez, depositó la jeringa en el basurero y entró al baño desenfadada, tarareando una dulce melodía.

Verónica -

Carlónimo: Gracias por el relato de la señora mariscal…me encantó la exigente avaricia enfundada en puro deseo y necesidad de atención…un abrazo…


El loco
Heme aquí solo, despreciado, miserable. No entiendo porqué el mundo afirma que estoy loco. Siempre he sido una persona muy centrada y dedicada, tan coherente, cuerda, letrada…
Aunque vivía solo, nunca me faltaron los amigos, tenía poco tiempo libre a causa de mi trabajo, el cual empleaba en el amor a la música y los libros…

Me es imposible describir y explicar la manera en que aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día… Me carcomía el ser… Se apoderó de mí por completo, manejó mis movimientos…

Resulta que, un día de aquellos, tuve un achaque en mi salud, lo cual siempre ha sido raro en mí, por lo tanto, y, preocupado por alguna complicación futura, decidí asistir al médico a una revisión general.
En la sala de espera, no había recepcionista, de manera que, la gente comenzó a invadir el lugar, minimizando el espacio. La gente ocupó todos los asientos, e incluso había varias personas de pie.

El consultorio del doctor se encontraba cerrado, con una pieza de madera colgada en el picaporte, que rezaba: “Ocupado”. A falta de recepcionista, nadie sabía si de verdad se encontraba ocupado. Quizá esperábamos en vano… Sin embargo, nadie se atrevió a intentar golpear la puerta por más de media hora.

Hasta que, una señora de talla grande, que, seguro llevaba prisa, no resistió la tentación de levantarse, y caminar hacia la puerta… Todos la mirábamos con interés y morbo… Primero comenzó a dar golpes leves, después los intensificó, y al no obtener respuesta, decidió abrir la puerta de par en par…

La escena que vi, no se borró de mi mente, en los días próximos: Una deslumbrante rubia, tendida en la camilla de exploración, con las nalguitas relucientes, blanquísimas, suaves, de tamaño mediano, pero perfectamente proporcionadas. La izquierda estaba siendo perforada por una enorme jeringa con un líquido a medias, entrando en el músculo. La chica apretaba los puños con fuerza, luchaba contra el dolor que tal artefacto le producía, evitando a toda costa las lágrimas y otras muestras de debilidad. Al notar la puerta abierta, levantó el rostro asustada, y comenzó a ruborizarse. Una lágrima rodó por sus mejillas, el médico, dejó la jeringa clavada, y caminó enojado hacia la puerta, ordenando a la señora, cerrarla, y esperar su turno. De inmediato, la puerta se cerró ante mi indignación…

Quedé paralizado por varios minutos, reviviendo esa preciosa imagen. Salí de mi trance, cuando Salió la linda chica, cojeaba, pero caminó a paso veloz, sabiendo que todas las personas presentes habían visto sus encantos. No pude evitar apreciar lo preciosa que era…
Entonces, involuntariamente, me levanté de mi asiento, y lentamente caminé hacia la puerta, mi cuerpo temblaba, mi rostro sudaba. Vi a la chica en el estacionamiento subiendo a su auto, y decidí seguirla en mi vehículo, con una cautela, que me hacía inocente ante toda sospecha. ¿Quién diría que no tenia reparo en verme a través de los ojos de otro en el que me había convertido?... Que una fuerza extraña se apoderó de mí…
Cuando se detuvo en una casa de la colonia Santa Mónica, estacionó su auto, y tambaleándose abrió la puerta, entrando a paso apresurado, me estacioné a distancia decente, y me quedé otro rato sin reaccionar.

Me dediqué a espiar la zona… Decidí seguir mi camino hacia casa, mis pensamientos no tenían cabida para otra cosa que la linda mujer de cabellos dorados e impresionantes nalguitas…

La gente que me rodea, me toma por loco. Pero los locos no tienen conocimientos, están encerrados en un mundo aparte. En cambio... Si la gente que me juzga hubiera podido verme, observar y analizar la habilidad con la que procedí, el cuidado y la delicadeza que dediqué… Las horas de vela y arduos planes, la previsión, el disimulo con el que puse manos a la obra, podrían comprenderme…

Todas las noches, exactamente a las doce, salía de mi casa, e iba directo a la casa de la bella mujer… Espiaba por su ventana hasta que se dormía, entonces, trepaba por una pequeña escalera, e irrumpía en su hogar… Entonces, hacía girar el picaporte de su puerta y la abría... tan sutilmente

Y entonces, cuando la puerta estaba parcialmente abierta, pasaba con lentitud y sumo cuidado la cabeza, usaba una pequeña linterna con un halo de luz tan leve, que ni el ojo humano más potente, habría podido percatarse de ella. Mis movimientos eran tan lentos y astutos, propios de una persona que se encuentra en sus cabales…. Entonces, la veía durmiendo plácidamente, quizá soñando, no me atrevía a mover ni un solo músculo, y aprendí a contener la respiración a fin de no perturbar el sueño de la mujer. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta. Y me quedaba mirándola por más de dos horas…Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré su cuerpo tapado, y por eso me era imposible cumplir mi obra.

Por las mañanas, apenas iniciado el día, cumplía mis labores habituales, mecánicamente, sin darme cuenta de las cosas que hacía, ya que mis pensamientos permanecían siempre en aquellas nalgas. Solía encerrarme horas en mi oficina o en mi habitación, a preparar jeringas, e instruirme acerca de las aplicaciones de las mismas, y entonces, una sensación de loca ansiedad y deseo, recorrían mi cuerpo, cual hormigueo incomodo pero encantador….

Al llegar la octava noche, procedí con mayor prudencia que de costumbre al abrir la puerta. Las horas que marcaba mi reloj, se movían con mayor rapidez de lo que se movían mis manos. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, mi absoluto potencial, de mi sagacidad, aunque mi cuerpo temblaba incontrolablemente, nunca temí hacer algún ruido fuera de lugar. Apenas lograba contener la sonrisa interna, la sensación de triunfo. Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que ella ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos… Me reí quedamente ante esta idea, y quizá me oyó, porque la sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la noche, ya que la chica cerraba completamente las persianas; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando la chica se quitó la sábana de encima, debido al inminente calor, y al ver su cuerpo, recostado boca abajo, enfundado en una leve panti, mi corazón se aceleró, y solté un suspiro quedo… Parece que fue más perceptible de lo que pude concebir, ya que la mujer se enderezó en el lecho, diciendo: ¿Quién está ahí?
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a acostarse en la cama. Seguía sentada, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví prender mi lamparita… Así lo hice con un inmenso cuidado, hasta que el fino rayo de luz brotó y cayó de lleno sobre sus preciosas nalguitas, coronadas por un calzoncito mínimo.
Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero las sensualísimas nalguitas se movían de una manera tan deliciosa, cada vez mas deliciosa. Me parecía que mi corazón iba a estallar, entonces me precipité en la habitación, jeringa en mano, mientras la chica ahogaba un grito de terror, la inmovilicé, le bajé los calzoncillos, y me dispuse a aplicarle una inyección, la más dolorosa que encontré. La linterna me ayudó a encontrar el punto exacto, hasta que, dejó de resistirse al forcejeo por miedo a ser lastimada, gritaba -¡Suéltame, maldito loco maniático, te refundiré en la cárcel!... No me importó, segui apretando el émbolo hasta que, la jeringa quedó vacía, y saque la segunda… Para aplicarle esa (aun más dolorosa que la anterior), retiré por completo su ropa interior, y sin desinfectar el área, clave el punzante objeto de un solo movimiento, ocasionándole un grito desgarrador… introduje lentamente el líquido hasta que, la jeringa quedó vacía, y sin sacarla aún de su piel, comencé a acariciarle generosamente sus nalgas, y sus hermosos muslos que tantas noches en vela me habían hecho pasar… hasta que, sentí la necesidad de abandonar el lugar, y retiré la jeringa… besándole el sitio de inyección. La chica estaba inmóvil, no supe si se había desmayado, así que presa del miedo, y del arrepentimiento, corrí hacia la ventana, y al bajar por la pequeña escalera, fui sorprendido por varios de sus vecinos que escucharon los gritos…
Ahora la policía, los compañeros y amigos… el mundo… me creen “loco”….

Pascual -

Bravo Carlónimo!! buenisisimo y muy sensual, 3 pinchazos y nada de inyección. Los espacios de silencio tan “sugerentes…” me encantaron y la sensualidad de la señora mariscal muy excitante. Continúa por favor, ¿tuviste alguna experiencia personal con ella? Cuenta.

Anónimo -

Muy bueno el de "La Señora Mariscal". ¿Hay mas vivencias de esta señora?

Verónica -

Cuando entré al consultorio del doctor, no pude evitar sentir nerviosismo, pero traté de apaciguarlo mentalmente, tomando una actitud relajada y segura. La razón de mi sentir descompuesto, se debió a dos razones: La primera, y más valida, es porque temí que se determine necesario aplicar mas refuerzos de tan dolorosa sustancia, y la segunda es, naturalmente, que no pude evitar pensar en las miradas indescifrables del sensualísimo doctor que me atiende, y se interesa tanto en mi caso…

Me siento en una sillita frente a su escritorio, esperando la respuesta, que parece tardar una eternidad, mientras el doctor revisa las pruebas, y con un nudo en la garganta, escucho la decisión de Carlónimo, que muy serio en su papel, determina: Es necesario e importante aplicar el refuerzo… Y deberás esforzarte por terminar el tratamiento
El corazón me dio un vuelco… Un cúmulo de imágenes pasan por mi mente: El rostro de mi hombre, millares de jeringas hirientes con sus respectivas sustancias, el dolor que implicará recuperar mi salud, y la satisfacción y deseo de estar bien, entre otras cosas… Sin embargo, no atino a reaccionar de inmediato, sonrío mientras el doctor me pide que pase a la camilla, y me prepare… Logro levantarme de la silla, y caminar hacia la pequeña cama, y sin titubear, desabrocho mi pantalón, y lo bajo por completo. Llevo una tanga tan minúscula, que no creo pertinente bajarla.

Con cierta dificultad, me subo a la camilla, y trato de relajarme. Finjo discreción ante la preparación de la jeringa, pero no puedo evitar mirar de reojo con asombro, y descubrir el instrumento punzante que está a punto de rasgar mi piel, lo veo más grande que nunca, y eso hace que mi corazón comience a acelerarse…

El doctor camina hacia mí, mientras coloca el instrumento ya listo sobre un plato, me acomoda las piernas, me toma de la cadera tratando de ponerme en el ángulo más conveniente posible, hace descender mi pantalón aun más, y con cuidado, retira mi tanga, sus movimientos son tan sutiles, invitándome a una relajación prometedora que no puedo concebir… Me avergüenza estar ante él, al desnudo, y por instinto, trato de juntar mis piernas causándole al doctor la necesidad de reconfortarme, así que comienza a frotarme las nalgas lentamente, y comienzo a aflojar el cuerpo.

Me aplica un anestésico ligero, imperceptible, pero el ambiente se torna tenso…
confortable… de manera que decido romper el silencio, y llamar a mi chico que se presenta de inmediato, y sin reparar en las miradas del médico, comienza a acariciarme las nalgas frenéticamente…. Me dejo querer y cierro los ojos sintiendo las caricias de mi hombre, cuando de pronto, siento el horrible pinchazo que me paraliza.

Tony me acaricia la parte baja de la espalda, mis brazos tratan de alcanzar los suyos, y los sujeto fuertemente mientras la jeringa cambia su dirección, y entra a profundidad, no puedo evitar pellizcar los bracitos de Tony, y un grito espontaneo sale de mi garganta… Pero lo peor se avecina… sin tiempo de reaccionar, noto la sensación de miles de vidrios clavados en mi piel, y el dolor va aumentando gradualmente, hasta sentir que me quemo…. Entonces, trato de librarme de semejante suplicio, pataleando y llorando, pero eso no sirve de nada, pues ambos hombres me sujetan con fuerza, cuidando que no se rompa la jeringa…

El dolor llega al punto de ser tan insoportable, que me acostumbro a él, mi cuerpo tiembla, y deja de reaccionar, y mis ojos empapados de lagrimas, comienzan a cerrarse lentamente, solo reacciono de vez en vez cuando siento las manitas de Tony en mi rostro, el algodón impregnado en alcohol.

Descubro que el máximo dolor perceptible, que mi cuerpo tembloroso había comenzado a acatar, es algo mínimo, pues de pronto comienza a duplicarse, y entonces siento que se me detiene el corazón. Las lágrimas siguen fluyendo, tengo la esperanza de que Tony ordene que se termine, pero lejos de hacerlo, me sujeta con fuerza….
Entonces, sin atinar a controlar mis movimientos y mis palabras, finalmente, siento como la jeringa se va retirando lentamente, la piel de mi nalga se adhiere a ella, hasta que al fin, sale por completo. Mis ojos se van cerrando, y siento el masaje final, tan doloroso como la aplicación. Tony me lleva en sus brazos hasta nuestro vehículo, y de ahí a casa… “Quiero dormir” (alcanzo a susurrar)….

“Que dormir, ni que ocho cuartos- dice Tony- Ahora me respondes cabrona, me dejaste bien cachondo”. Por supuesto bromea, y me deja descansar, me desnuda y me masajea el cuerpo completo, enfocándose en las nalgas…

Verónica -

Carlónimo…. Primero que nada, quiero agradecerte de corazón, lo que muy pocas veces hemos tomado en cuenta, tus fieles lectores: Tu esfuerzo y afán de complacernos, sin reparar en las innumerables veces en que casi te exigimos nuevos relatos, y realmente, es difícil invertir gran parte de tu tiempo en nosotros… Todos estamos de acuerdo en tu elección del relato de portada… se acopla perfectamente a la finalidad….

Tu relato es maravilloso…. Plasmas la realidad como es, y me hiciste sostener la respiración en cada tramo… describo más adelante la forma en que lo vivi… Y el de “mas alla del silencio”, me impresiono bastante… es la vívida representación de despedirte de la inocencia, para entrar a otra etapa, donde das rienda suelta a tus emociones, pensamientos, sentimientos… sin importar o entender lo que está sucediendo….simplemente lo dejas ser… Majestuoso!!!

Antónimo… No pude evitar soltar una carcajada con tu descripción de las nuevas distracciones y pasatiempos de la Doña… y es que a esta mujer, nada se le escapa… Ni su marido se salvo de ser “secuestrado” en la escoba… Ya encontraremos la forma de hacerla volver a México… Amor, gracias por ser como eres, por el viaje, y por hacerme sentir viva y feliz cada día y cada momento… Recuerda que de vez en cuando, tu también necesitas vitamínicos… ¿Apoco no te sientes con más energía, precioso?... Así que dejas de hacer berrinches, y te aguantas como los machos

Carlónimo -

Muchas gracias, Hilda y Pascual por sus atentos comentarios que me animan a seguir escribiendo.

La Señora Mariscal

Habiéndome remontado a vivencias lejanas, recordé el caso de una preciosa señora en fase otoñal, rebosante de belleza y erotismo, que vivía muy cerca de mi casa y ocasionalmente me pedía que la ayudara, ya sea a pintar el plafón, colocar una lámpara, o cualquier otra cosa que se le dificultara.

Estando un día en su casa barnizándole algunas puertas, la ví tomar el teléfono y solicitar en la farmacia que pasaran a inyectarla. Tenía una voz muy potente y era tan desinhibida que no le importó enterarme de los pormenores: Que la aplicación debe ser “intramuscular, profunda, con aguja larga” y que “es muy dolorosa”.

No habiendo obtenido respuesta favorable, llamó a otras dos farmacias informando los detalles y diciendo que quería una persona formal, experimentada, no tan joven, de mucha confianza, que le tuviera paciencia y buena mano para no lastimarla, porque… “ya me ha ocurrido que me mandan principiantes que sólo me cachondean, me ponen nerviosa, me hacen enojar y me dejan terribles hematomas…”

Su nada discreta perorata me tenía desconcentrado, no acertaba a ligar dos brochazos y sólo me ocupaba en contemplar su atractivo cuerpo: Era alta, corpulenta, de piel muy tersa y blanca, cabello castaño claro, espléndidas piernas, busto prominente y... nalgas encantadoras. El ajustado pantalón se le retacaba exaltando unos curvados y prominentes glúteos que no estaban lejos de reventar la tela, haciéndome suspirar e imaginar las más sensuales escenas.

Por fin, después de un rato llegó el esperado enfermero, un hombre maduro de aspecto profesional y buena presencia que escuchando las mil recomendaciones que le hacía la severa paciente, se ocupó de lo suyo: desempacó la jeringa, la cargó cuidadosamente con un líquido espeso y parduzco, extrajo las burbujitas, empapó el hisopo y se quedó mirando a la señora indicándole que estaba listo para inyectarla.

Sin dejar de hacerle recomendaciones, la atractiva mujer abrió la puerta de su recámara y entró contoneando el espléndido trasero, esperó a que el hombre pasara y cerró la puerta con seguro.

Me quedé impactado imaginando lo que pasaba adentro. Sólo percibí una breve conversación, seguida de un sugerente y prolongado silencio vulnerado por agudo grito: ¡Ingrato, me lastimas!; sentidos lamentos; nuevos gritos: “Despacio, despacio”; y una última protesta: ¡Ya basta, sácame la jeringa… que la saques, sácala!”.

Instantes después se abrió la puerta y salió la señora Mariscal despeinada, furiosa, acomodándose los pantalones. La seguía el vapuleado enfermero quien se dirigió a la puerta y se marchó dejando en manos de su insatisfecha paciente la jeringa prácticamente intacta.

La señora arrojó el instrumento a la basura, se aventó boca abajo en el sofá y descargó toda su furia gritando y golpeando el descansabrazos con ambos puños, hasta quedar exhausta. No dejé de admirar sus espléndidas nalgas que se retorcían al interior de la constreñida tela.

Ya más tranquila me preguntó: ¿cómo vas con la puerta? Mientras le explicaba sonó su celular: Sí… diga; ¡Mike… eres tú mi vida! ¿cómo estás?; Pues sí, bandido, me dejas solita y no sé qué hacer; claro, ya vino un inútil paramédico que sólo me lastimó; No, no me han inyectado todavía; Bueno… ¿puedes?; ¡mmmmm! será un placer recibirla de tus manos; te espero mi amor, sí aquí estoy; sí, gracias mi vida; Cuenta con el premio.

Quince minutos después llamaron a la puerta y la señora Mariscal salió corriendo de su recámara; portaba un vestido corto muy bien entalladito, en color negro jaspeado. Abrió y confirmando la llegada de su amante, un hombre atractivo más joven que ella, se colgó de su cuello y el vestido se le subió dejando descubierta la totalidad de los robustos muslos.

Sentados en el sofá estuvieron conversando por un rato hasta que llegó el empleado de la farmacia para entregar el pedido que hicieran de una nueva jeringa y del medicamento.

Con la provisión en mano se encerraron los dos en la recámara. De nuevo percibí la puesta del seguro, una somera conversación: ¡disfruta y házme gozar de tu presencia, cariño! El estimulante silencio que me hizo imaginar las más eróticas escenas; un puntual gritito producto del pínchazo: ¡Ups, mi vida, me duele! Los nerviosos ruegos: ¡despacito, te lo ruego encanto!

Se oyó también el timbre del celular y la consecuente petición ¡Espera, amor, permíteme contestar! “Aló, sí diga… que viene ¿quién? ¡ay no jodas! ¿mi marido? Gracias” Súbitos gritos ¡sácamela rápido Mike, métete debajo de la cama! Carreras, la puerta que se abre y veo salir despavorida a la Señora con la falda subida y la panty bajada ¡qué culito más excitante!

Se mete corriendo al baño y en ese preciso instante aparece el Señor Mariscal saludándome afectuoso: ¡Hola Carlónimo! ¿le estás ayudando a mi mujer? Pues sí, a barnizar unas puertas, ya llevo dos y me falta una. Conversamos tranquilamente hasta que se acerca la señora enfundada en una delgada bata ¡Mi amor, qué sorpresa, llegaste temprano del trabajo!

Entran los dos a la recámara.

¿Y esta jeringa? ¡Ah… sí… mi vida! Es que… es que… quiero que tú me inyectes ¿sabes? te estaba esperando, no te preocupes, yo te digo dónde me la pones.

Cierran la puerta con seguro. Escucho la íntima conversación: Es muy fácil mi vida. Mira, me acuesto boca abajo, tú me descubres las nalgas ¡Más, bájamela toda! Mira, aquí, en este sitio me pinchas, acércate cariño, tiéntame el culo. Justo aquí donde empujas y se forma un hoyito ¡toca!

Me clavas de golpe la aguja toda entera y me empujas el émbolo suavemente, sin lastimarme ¡Cómo lo deseo de tus manos, guapo!

A ver, preciosa, va el piquete. Uno… dos… tres…

¡Ay, no jodas! Me duele, cariño, me duele demasiado. Bueno, aprieta despacito el émbolo, por favor despacito ¿Cómo que no corre? Apriétalo fuerte, a ver déjame ver ¡Ah chingá…! Ya se tapó la aguja. Vuélvelo a intentar ¿Cómo que no avanza?

Bueno… sácamela.

Dos minutos después, se abre la puerta y sale el marido diciendo: “En la noche te la pongo cariño” La señora camina detrás de él cojeando y lleva en su mano la jeringa de nuevo intacta. Va y la tira a la basura.

Entra a la cocina ¿Gustas un café, mi vida? No, mi amor, sólo vine porque olvidé unos documentos que necesito urgentemente, ya me vuelvo a la oficina. Toma su portafolios, besa los labios de su mujer y sale presuroso de casa.

La señora Mariscal se tira de nuevo en el sofá y exclama satisfecha: ¡Por un pelito…!

Se incorpora y entra a la habitación ¡Sal amor, ya se fue mi marido! El amante aparece rodando por debajo de la cama, extremadamente pálido. Se incorpora y exclama: ¡Estoy muy tenso, me siento mal! Aprieta el paso y sale de la casa diciendo: Luego te llamo, encanto.

La señora Mariscal permanece inmóvil, se tienta las nalgas y su rostro proyecta una aguda mueca de dolor. Va a su habitación y se encierra.

Cinco minutos después aparece ya vestida diciendo: Ahora vuelvo Carlónimo, voy a la clínica a inyectarme.

http://www.youtube.com/watch?v=m-xcj9u2r1A

Hilda -

De nuevo la ternura Carlónimo, qué relato tan bello, digno complemento del anterior acerca de Silvia. Me encantaron los dos ¿Quién no tiene recuerdos de una primera experiencia amorosa que bien se puede remontar a la infancia? Cada vez que te inspiras y escribes acerca de momentos que llevas en tu corazón, nos transmites tus profundos sentimientos.

El relato de Antónimo mug gracioso, como siempre con ese humor tan fino y tan espontáneo. Gracias amiguito, sólo falta la retroalimentación de Vero.

Bueno y hablando de Eulogia, en concreto cuándo va a regresar? Ya se le extraña.

Pascual -

Excelentes los últimos dos relatos, Bravo Carlónimo y Antónimo. Lo que siento es que no estén en la nueva página donde deben estar. Espero que ya muy pronto se de el cambio. Continúa Carlónimo compartiéndonos tu pasmosa creatividad. Te mando un fuerte abrazo.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Cómo van con el halloween? Yo pienso que este año le falta emoción, pues ya ven que Eulogia anda lejos, aterrorizando a los italianos.

Ayer leí en el periódico que ya son varias las víctimas que ha cobrado la misteriosa bruja otoñal que según se dice opera frente a la Fuente de Trevi, en Roma. O sea que cuando el incauto llega, cierra los ojos y lanza la monedita al agua, aparece la despampanante mujerona con tamañas chichotas ¡Ganaste, mi rey!

¿Cómo? ¿cuál? ¿yo? ¿perdón? Y aprovechando el desconcierto ¡Papas! Se lo monta en la escoba y mientras el chavo se queda lelo mirándole los chamorrotes bien pelones, la bruja pisa el acelerador haciendo que la escoba respingue y vuele a todo lo que da, cruce el cielo como bala y llegue a la lúgubre guarida donde resuenan las estruendosas risotadas ¡Ya te chingastes…! (SIC, Así dice ella).

Choninos abajo, desinfección sumaria y ¡rájale! Tamaño jeringón que perfora el menguado cachete que de puro terror se enjuta como pellejo reseco ¡Nooo… Per favore signorina!
Fa davvero male!! Sacala, sacala!! Qué sacala ni qué la chin… te aguantas m’hijo. Además te hace bien, es para prevenir la influenza.

No, si anda gruesa la Eulogia. Ya hasta le pusieron precio a su jeringa. “Un sacco di soldi” a quien entregue a la terrorífica bruja, pero no hay quién se atreva a intentarlo.

Además, dicen que una vez inyectados, cuando los chavos se percatan de los encantos personales de la verdugo, no dejan de plegarse para conseguir sus favores: Sei molto bella! Mi piace el tuo culo! Mi tocco la tette!

Así que terminan en romance con ella, ya ven que son bien calenturientos los italianos. Hasta dicen que ya no la van a dejar salir de su país y que la van a declarar “monumento nacional”. Tenemos que recuperar a Eulogia a toda costa.

Cambiando de tema, ayer regresamos mi Vero y yo de nuestra deliciosa luna de miel en Los Cabos, sólo interrumpida por la pavorosa intramuscular que le aplicaron en su culito, de la que Carlónmo ya les refirió los pormenores.

Les diré que mi piernudita estuvo de lo más explosiva y coqueta durante todo el viaje. Yo no sé qué pasa pero cada vez que le aplican esos refuerzos tan dolorosos al otro día ya no la controlo, pasa del sosiego a una euforia tan galopante que tengo que andar a las vivas y además me deja exhausto.

A los minúsculos bikinis y las rabonas falditas que usa, agréguenles la gracia con que camina, las poses tan eróticas que adopta, sus sensualísimas expresiones, el tono tan atrayente de su voz. Tengo que seguirla por todas partes y hacerme presente cada vez que la abordan. O sea que, en concreto, me la paso espantándole las moscas.

Y luego, con ese cuerpazo, el garbo costeño y su temperamento tan candente, me la mantiene firme todo el día. Y… Que “vente mi Tony”; que “vamos a la sombrita”; que “apágame este fuego”; que “dame más vitamina”. Ya no veo la mía, por más que me procuro con buenos mariscos ¡Zas, zas, zas! Tengo que producir cantidades industriales…

Está desatada mi Vero y me exige respuesta inmediata. El otro día, como ya no ligué el séptimo “al hilo”, me la sentenció y me la cumplió aplicándome un tratamiento de doce intramusculares justamente de B-12. Ya no podía con tanto pinchazo; de día y de noche me agarraba: ¡Antónimo, para que te ponga tu inyección! Y ¡papas!

¿Cómo la ven mis chavos, ustedes qué harían? Yo estoy bien preocupado.

Carlónimo -

“Más allá del silencio”

Esa etapa en que jugamos a que me inyectaba fue tal vez el despertar de nuestra sexualidad.

Casi por cumplir once años Silvia se fue a vivir a Guadalajara. La extrañé muchísimo pero regresó dos años después y seguimos siendo amigos. Estaba preciosa: esbelta, mullidita, interesante, con unos ojazos encantadores. También la veía más seria, silenciosa, un tanto reservada.

Cerca del cumpleaños trece yo tenía para regalarle un hermoso juego de pasadores para el cabello; eran dos mariposas anaranjadas, réplica de la “Monarca” que habita el Santuario de Michoacán.

Aquella tarde la esperé y cuando salió de su apartamento la intercepté en la escalera. Le dije: va a ser tu cumpleaños Silvia y quiero darte este regalo. Me miró cariñosa, se le encendieron sus ojitos, me dio un beso en los labios y acordamos vernos a las cinco en mi casa.

Llegó puntual, yo estaba viendo un programa de televisión. Me dijo: No, esposo (así me seguía diciendo en confianza) apaga eso. Me propuso, en cambio, jugar ajedrez. Acostumbrado a que ella decidiera me plegué a complacerla.

A mi madre le encantaba vernos juntos pues Silvia sabía manejar y vender su imagen magistralmente; pasaba por ser la niña más formal y juiciosa del mundo. Estuvimos enfrascados dos horas en la sesuda competición, siendo tal la armonía y el gusto con que nos aplicamos, que mi madre no tuvo empacho en decirnos: Ahora vuelvo, voy al supermercado, sigan jugando.

Una vez solos, Silvia interrumpió la partida y me pidió un vaso de limonada. Dio un sorbito y me miró coqueta, luego me acercó el vaso a los labios. Lo estuvimos compartiendo, nos miramos con inquietud y complicidad. La ví muy bonita y le dije: “Me gustas mucho, Silvia”.

Ella asintió; después preguntó: ¿Quieres aprender algo nuevo? Ratifiqué sin decir palabra. Se me acercó despacito, nos abrazamos instintivamente. Fue un momento decisivo en mi vida sexual; aprendí que el deseo no previene sino fluye como rayo fulminante.

Cuando advertí estaba tendido en el sofá con el pantalón y la trusa retraídos. Silvia me acariciaba y me hacía crecer el pito. Con aire de suficiencia me preguntó: ¿Ya sabes que esta parte del cuerpo te crece y se te para?

No le respondí, lo que menos me interesó fue debatir. Silvia empezó a tallar mi perinola a manotazo limpio, como se baten las fichas del dominó sobre la mesa. Me hacía sentir algo nuevo y turbulento cuyos efectos no podía predecir en aquel momento.

Al ver que mi pene ya estaba tieso se incorporó, alzó con toda naturalidad su vestido y se bajó las bragas. Por primera vez admiré sus preciosas nalguitas y le pregunté: ¿me dejas inyectarte?. Ella contestó: imagínalo, esposo. Lo que haremos te va a gustar más.

Sujetándose el vuelo del vestido en la cintura se tiró en el sofá tendida con las nalguitas de costado. Mi corazón dio un brinco al ver sus cachetes desnudos, mayores de lo que pensé, dispuestos en esa posición tan atrevida. Los oídos se me taparon, permanecí muy quieto, fascinado de percibir esas cachas tan frescas, sonrosadas y apetecibles.

No aguanté la tentación de acariciarlas. Silvia se estremeció y gimoteó dulcemente. Como una eficaz instructora me jaló del brazo y ordenó puntual: ¡Acuéstate tras de mí y tállame tu cosita crecida en las nalgas! Yo sin chistar le obedecí.

El contacto con su cuerpo fue una experiencia suprema y desconcertante que jamás había imaginado: De un lado, la fuerza del universo se me concentró en el pubis y en los testículos, el placer era inmenso. Y del otro, ví con sorpresa que la otrora dominante Silvia, con aire sumiso sujetaba su vestido, paraba las nalguitas y disfrutaba dejándome la iniciativa.
Dejó que la apretara, le acariciara el incipiente busto y el vientre, le hiciera lo que me viniere en gana. La acaricié por todos lados y le piqué el ombligo con mis dedos, lo cual fue como una señal de supremacía y de dominio. Sólo cuando mi pene talló muy de cerca su zona rectal me dijo con voz implorante: ¡No vayas a meterme tu pichita en la cola, porque me embarazas!

Yo no sabía de qué me hablaba pero aflojé la fricción y le seguí tallando su colita hasta que una gratísima erupción nos hizo sublimar el gozo.

Ya terminaste esposo, me hiciste el amor completamente; ya soy tuya y tú serás siempre mío. Sus gratas palabras me impresionaron y me alentaron.

Me quedé pensativo mirándola con ternura. El cuasi infantil vestidito replegado, la panty sensualmente enroscada en las piernas, las nalguitas desnudas, expuestas, mi pene adosado en ellas, su tierna sonrisa, el pastoso medallón de esperma que le abrillantaba los glúteos. Aprendí que el amor allana cualquier actitud y que hace a las personas abrirse como ostras.

Aquel momento fue tan profundo que nos marcó para siempre.
Seguimos rutas distintas pero hoy nos reencontramos. Más allá del silencio, seguimos siendo cómplices: imaginamos y recreamos.

http://www.youtube.com/watch?v=nJvBUANiDhY

Hilda -

Perdón Fer se me olvidaba, que el relato sea la Isla de la Fantasía como escogió Carlónimo.

Hilda -

Pero la letra mas grande por favor Fer. Muy lindo relato Carlónimo, comenta Vero, sentiste el amor del doctor? Cuenta amiguita.

Fer -

me encanta este torrente de creatividad erótica. Prometo que en cuanto tenga un poco más de tiempo uno de los relatos irá en la cabecera de un nuevo y largo hilo de comentarios y relatos.

fdf -

ererererere

Carlónimo -

No podría explicar lo que me pasa o cómo se han dado las cosas, es como si poco a poco esa preciosa chica se me hubiera metido en el alma. No ha sido amor a primera vista sino una especie de fascinación prorrogada en torno a los detalles que circundan a tan agraciada personita.

Es delgada, de tez blanca, cuerpo armonioso, piernas inquietantes. El fusco y luengo cabello me estremece y me desata una velada apetencia en torno al respingado busto sobre el que descansa.

La tierna expresión de su rostro me fascina: Esa tenue sonrisa, la profunda mirada que me traspasa, el subrepticio mensaje que parece emitir y que me estremece.

Ha venido varias veces a esta clínica y el motivo de su visita me sobrecoge. La veo llegar sonriente, muy segura de sí misma, positiva, muy amable. La hago pasar a mi consultorio donde tengo el placer de auscultarla. Examino los resultados de sus más recientes pruebas y determino si es necesario aplicarle nuevos refuerzos en torno a un complejo ferroso dolorosísimo. Siendo el caso, la hago pasar a la camilla.

Su dulce expresión no cambia, me obsequia una mirada de resignado agradecimiento. La veo soltar su cinturón, darme la espalda, descubrirse los espléndidos glúteos, subir la escalerilla, hincar su rodilla en el catre y tenderse resuelta con las pálidas y abombadas nalguitas totalmente descubiertas. Ella sabe que así conviene, por las dificultades de la complicada aplicación intramuscular que voy a realizarle.

Una vez acostada, sabiendo que el doloroso trance ya se acerca, la preciosa Vero respira profundo, evita mirar el espeso e hiriente medicamento que voy preparando y cargando lentamente en la jeringa, coronada por una aguja hipodérmica larga, sólida, extraordinariamente puntillosa y resistente.

Coloco el instrumento ya listo sobre un plato, reviso con mucho cuidado la posición de la paciente. Hago descender un poco más su ropa colocándola a la altura de las corvas, le palmeo los generosos muslos incitando que la preciosa chica se relaje y abandone la instintiva posición de cerrar pudorosamente el compás de sus piernas. La hago soltar el cuerpo aunque de ello derive que la elástica puchita le quede parcialmente a la vista.

Me dirijo a las nalguitas encontrándolas por cierto frías y tensas. Las froto y palmeo con suavidad una y otra vez para regular su temperatura. Las tiene suavecitas, mullidos, diáfanas, incitantes. Desearía continuar esa deliciosa labor pero me percato que Vero ya está más tranquila aunque me pide que le aplique un tranquilizante previo.

Cargo una nueva jeringa, le froto el cachete izquierdo, perforo y le hago entrar la sustancia sin causarle aparente molestia, pero acelera la respiración y frota las palmas de sus manos sobre la cama. Me complázco admirándola y ¿por qué no? Deseándola en secreto… Dejo que repose y empiece a sentir el beneficio de la anestecia.

Me confía que desea concluir de una vez por todas el tratamiento, que está cansada de sufrir tan espeluznantes piquetes. Busca su cel y marca: Hola amor ¿dónde estás? ¡¿Entrando al edificio?! Corre, ven pronto, ya están a punto de inyectarme. Te necesito mi Tony, me haces mucha falta…

Reposa tranquila y se le enciende el rostro al ver llegar a su amado, un muchacho fornido tipo norteño de carácter extrovertido que por más señas es mi amigo, quien la abraza con inaudita pasión, la besa y le prodiga abundantes caricias en la espalda, los muslos y en las nalgas, sin que mi presencia lo inhiba.

La chica lo abraza colocándolo en la cabecera de la camilla y se ciñe fuertemente a su cintura mientras él desliza sus manos a lo largo de la sedosa cabellera, le palmea la barbilla y se inclina de tiempo en tiempo a besarla.

Considerando que el momento es oportuno, le hago una seña a mi amigo pidiéndole que la conforte e inicio la angustiosa punción del glúteo. De un enérgico pinchazo perforo la primera capa, la epidermis, e inoculo una porción inicial del medicamento. Vero se agita pero resiste.

Redirecciono la aguja y quebranto de golpe la dermis. La paciente responde con un grito agudo. Comienzo a empujar el émbolo y a cada angustioso avance la preciosa chica se contorsiona, patalea, aprieta y pellizca al novio, quien no deja de abrazarla y de mimarla. Las deliciosas nalguitas se ondulan y estremecen desesperadas, los labios se agitan, cada uno de los músculos faciales se pone en juego.

Las manifestaciones de dolor aumentan pero yo no puedo detener el proceso pues sería más doloroso retardarlo, así que vuelvo a avanzar el émbolo. La chica redobla el pataleo, se comprime contra el lecho, me suplica que pare, que no la lastime, gruesas lágrimas se precipitan a lo largo de sus mejillas.

Tony me mira angustiado pero yo le hago una mueca de impotencia. Se inclina y abraza a Vero haciéndole sentir su estrecha presencia, le palmea con ternura la espalda, la llama “preciosa”, “mi vida”, “mi cielo”. Se pliega a que ella lo apriete, lo rasguñe y le retuerza el cuero. Veo que eso la tranquiliza, termino la segunda etapa y decido iniciar la tercera.

Vuelvo a redireccionar la aguja y perforo con fuerza la hipodermis. El glúteo está muy tenso y retorcido por la zigzagueante incursión de la hipodérmica. Empieza a desvanecerse, le indico a Tony que la despierte dándole a oler alcohol y otras sustancias aún más picantes. No puedo dejar que pierda el conocimiento pues eso retrasaría la absorción de la sustancia.

A cada empuje del émbolo la preciosa Vero grita, suplica, se retuerce, me hace desgarrar el alma. Pero tengo que ser duro, no es posible detener ni retrasar el hiriente flujo. Con la eficiente colaboración de Tony la mantengo despierta, sufriendo lo indecible, refugiándose en el cariño que le profesa su amado a quien veo derramar algunas lágrimas.

El último tramo de la aplicación, tal vez el más terrible, configura para la paciente un escenario dantesco. Implora con desesperación que la dejémos: “Por lo que más quieran”; “Doctor, el dolor es insoportable; no puedo más; me muero…”; “Tony, si de verdad me quieres, suéltame ya, defiéndeme, no puedo más, voy a morir, me va a dar un infarto…”. Pero el hombre de sus sueños, aún llorando de pena, se mantiene inflexible, le sujeta la cintura y las piernas mientras yo acelero el flujo y, en medio de los más desgarradores lamentos, concluyo la aplicación y retiro la jeringa en un movimiento sui géneris de tres tiempos, frente al cual Vero se percata de que el sufrimiento está por fin terminando.

La dejamos descansar, le permitimos desvanecerse; perder el sentido, desconectarse. Sus preciosas nalguitas se tranquilizan permaneciendo en calma. Ostentan una leve hemorragia que controlo aplicándoles un firme masaje y pomada de árnica.

La situación se va normalizando, mentalmente supero la fase de dolor, de alarma. Me relajo yo también y dejo de observar a la paciente, para concentrarme en la imagen de aquella preciosa mujer que cada día se va posesionando de mis sueños: La de la dulce sonrisa, la del fusco y luengo cabello, la piernuda, la sensual y encantadora Vero.

Desearía permanecer con ella, reanimarla besando sus labios.

Con la respiración agitada, las ingles paralizadas y el frustrado deseo de conquistarla, de poseerla, felicito con sinceridad a Tony, le instruyo sobre la forma de atenderla y lo dejo con ella. La besa, le palmea con amor las nalgas, le besa los labios, le susurra bellísimas palabras.

Por fin la hace reaccionar, la incorpora, la toma en sus brazos y se la lleva cargando hasta la poltrona donde se sienta colocándola con ternura sobre sus piernas. Los dos se reencuentran, se abrazan, se acarician. Sus ojos emiten un brillo misterioso… indescriptible.

Como médico me controlo. Como hombre, no puedo evitar amarla.

http://www.youtube.com/watch?v=PuHgaY7Oyso


Preciosa Vero, me encantaría que nos compartieras cómo viviste esa experiencia.

Que pasen un excelente fin de semana.

Pascual -

Muy buena tu decisión Carlónimo!! hace a esta página algo muy original que ya desde el relato inicial se configura. Te auguro mucho éxito.

Carlónimo -

Pues como siempre, preciosa Vero, me deparas enormes sorpresas. He leído varias veces con atención tus interesantes comentarios y encuentro desde luego la reflexión, pero también el enigma, pues hay cosas que no entiendo, amén de la sabiduría, ya que sabes aterrizar los problemas y darles (además de darte) una salida práctica.

La reflexión se transparenta en todo el escrito y alcanza por momentos el grado de “poesía analítica”. Basta enfocar el siguiente párrafo en el que te refieres a las características de los relatos.

“la vivencia conjugada, indescifrable, el candor latente, la balanza entre la realidad y la fantasía, los reales comportamientos, y demás características que, literalmente, jamás terminaría de enumerar, pero, que simplemente son adictivas, emanan también cultura, son obras literarias de calidad que nos tienen en suspenso, con tantas emociones fluyendo sin parar, y en total estado de alerta, de sensualidad…”.

Una bellísima calificación que derrocha recursos, talento y sobre todo delicadeza. No creo que mi humilde trabajo merezca tan fastuoso reconocimiento aunque me esfuerce en imprimirle calidad y variedad. Pero… gracias.

En el terreno de los enigmas, no llego a abarcar la siguiente afirmación.

“Lamento haber divulgado cosas tan personales de nosotros, pero a fin de cuentas, hay confianza, y decidí brindar la oportunidad de crear nuevos relatos a raíz de eso, pero no funcionó…”

Al respecto no sé cómo puedes “lamentar” lo que para mí resulta honroso, plausible y un verdadero filón literario. No sabes el gusto que me produjo tu iniciativa. El problema, mi preciosa Vero, es que yo no puedo ser una fría máquina que se echa a andar con un simple “botonazo”. Por casi cinco años he tratado de satisfacerlos pero tengo los mismos problemas y limitaciones que tienen ustedes: trabajo profesional, viajes, presiones de todo tipo, preocupaciones y cíclos creativos (peores que los menstruales). No obstante, he tratado de que ustedes no se topen más que con un Carlónimo “plano”, “frío”, “funcional” “consistente”, casi “insensible”, ocupado tan sólo en satisfacerlos. Tal vez por momentos pueda mantener esa imagen “corporativa”, pero a veces se me transparentan las propias limitaciones humanas: desde el cansancio hasta el sentimiento de soledad.

El otro punto, querida Vero, cuando dices:

“Ha… también he notado cierta insistencia en de erradicar relatos de “abuso de menores”, lo cual, hasta cierto punto es cómico, pues todos conocemos la idea principal de los relatos en que llegó a haber algún ligero roce en ese sentido…. De ninguna manera hay maldad en “la isla de la fantasía”… Y si, por alguna razón exageré en algún punto la “violencia”, pues ofrezco una disculpa, y acepto que sean
removidos dichos relatos…”

Nuestro trabajo nunca se ha orientado hacia ese ámbito y es algo que Fer está en posibilidad de comprobar fehacientemente. Yo no encuentro en ti, ni por asomo, esa inquietud, así que la disculpa emitida no tiene razón de ser ni hay necesidad de retirar ningún relato. Si tú hablaste de una bofetada de madre a hija, yo les referí también que mi madre me pegó por haberme descubierto copulando con Cristina. Se trata de reacciones, tal vez inconvenientes pero que corresponden a otro ámbito distinto del erotismo y que se agregaron de manera referencial. Así que, tranquila preciosa. Y pierde cuidado, mi buen Fer, pues esa no es nuestra cuerda.

En cuanto al comentario de que “se ha generado cierta discordancia, y un poquito de rencor hacia personas especiales, que dejaron una huella imborrable…” Tú sabes, querida Vero que yo nunca he justificado ni consentido el encono entre nosotros. Así que estoy totalmente de acuerdo contigo. De Anna tengo en lo personal un bello recuerdo y mi cariño hacia ella está vigente. No es justo que se le aplique, ni a ella ni a ninguna otra persona del grupo, algún calificativo infamante. Aquí nadie ha tratado de hacerle daño a nadie.

Finalmente, cuando dices: “No entiendo porqué el afán de tener un relato de portada (si a fin de cuentas, se abrirá con nuevas experiencias), quizá para atraer más miembros (sin albur)” Si bien tienes razón, no puedo desconocer la amable iniciativa de nuestro editor que nos ofrece a todos un espacio que provenga totalmente de casa. A mí en lo personal me parece un buen reconocimiento y me halaga, además de comprometerme a mantener el esfuerzo. Con respecto a la selección del relato, viendo las cosas objetivamente, el que más veces fue citado por ustedes es el de “La Isla de la Fantasía” que, en efecto, tiene algo de emblemático, Así que yo lo elijo para encabezar nuestra página ostentando ese título.

De antemano, muchas gracias a Fer y muchas gracias a todos ustedes, los que han estado y los que están. Feliz nueva etapa en la que espero consolidar este gran esfuerzo.

PD Estoy también de acuerdo con Vero en que el nuevo tamaño de la letra es muy incómodo; no invita a leer, sino más bien a no leer. Espero que puedas hacer algo al respecto, estimado Fer.


La Isla de la Fantasía

Talán, talán “El avión… el avión”

Las prisas normales, Tatoo que corre para alcanzar al Señor Rourke, los dos caminan apresurados, se abotonan la chaqueta e intercambian comentarios.

¡Sonrían, sonrían! La bella música de corte hawaiano invade el espacio, aparecen las charolas con frescos y vistosos cocteles multicolores. El hidroplano termina de maniobrar en el cauce del estrecho río, abre por fin su compuerta y aparece la camilla.

¿La qué…? Pues sí, oyeron bien, la camilla… todo depende de la fantasía de cada quién.

La estudiada sonrisa de Rourke y la curiosa mirada de Tatoo acompañan a la bella Paula, quien yace acostada y termina el trayecto al detenerse su camilla frente al misterioso anfitrión, quien levanta su copa, bebe y ofrece a la “enfermita” un breve sorbo acercándole el vaso a los labios.

Insólita fantasía la de Paula: “estar hospitalizada recibiendo enemas e inyecciones, en un contexto sumamente erótico”.

Aclarado que “no hay vuelta atrás, que una vez iniciada la fantasía, esta debe continuar” Paula accede a que ¡ups! le pinchen el brazo izquierdo para conectarle el incómodo suero, la suban en una ambulancia y llegue por fin a su destino: un moderno hospital atendido por atractivos y gentiles enfermeros que inmediatamente la instalan, le hacen colocarse boca abajo, le descubren sus pálidas nalguitas, las palpan suavemente buscando un sitio idóneo y ¡zas! le deslizan hasta el tope la gruesa hipodérmica iniciando el flujo de la densa sustancia que, al principio no duele pero luego… ¡ay, no, despacito por favor, no, mejor ya no, me duele mucho, siento que me cuecen las entrañas!

Se presenta un breve forcejeo, acuden varios paramédicos para ayudar a sujetarla. Uno le sostiene la espalda, otro las piernas, dos más los brazos, el más guapo le susurra lindas frases al oído. Paula disfruta la sensualidad del momento: se siente sometida, lastimada, pero también admirada, pretendida, deseada; su culito se bambolea deliciosamente, sus labios tiemblan de excitación.

A punto de desvanecerse, se percata que la jeringa ya está fuera. Respira profundamente, siente los firmes dedos que le masajean el sitio de la punción, emite una sentida queja que alimenta su propia excitación. Por fin se relaja un poco, permanece muy quieta suspirando mientras escucha a su joven enfermero que la conforta: ¡ya, preciosa, relájate, eres tan bella y sensual que nos tienes a todos hechizados!

Adormecida por el ingente erotismo que flota en el ambiente, sintiendo su espléndido culito lastimado, cierra los ojos recreando y disfrutando la extraordinaria excitación que está segura de haber causado a sus eficaces enfermeros. Se sabe apetecida, muy bien cotizada, comprueba que sus encantos han perturbado a los jóvenes que la rodean y que se desviven ensalzándola y prodigándole los más cariñosos mimos.

Sumida en su embeleso, la chica se abandona en las manos de los dos muchachos que la preparan para la aplicación de una lavativa. Coopera con ellos permitiendo que le descubran el trasero, le separen las piernas y se las eleven hasta quedar tumbada de espalda, doblada por la cintura como alcayata, señalando con los pies el techo.

Siente que sus esculturales nalguitas han hipnotizado a los hombres. Percibe la acelerada respiración y el titubeante pulso de quienes le están sujetando las piernas. Con el estrecho esfínter anal al aire, se esponja satisfecha y regala a sus admiradores un tierno suspiro, el cual se interrumpe bruscamente al comprobar las colosales dimensiones de la cánula que están a punto de insertarle en el recto.

La pobre Paula grita desesperada: ¡No, por el amor de Dios, eso no! Sin embargo, los paramédicos no se alteran, la sujetan con firmeza y colocan la puntita de la ingente cánula equiparable a un descomunal plátano macho, en el diminuto nudillo de su apetecible raja. Actuando simultáneamente, unos la sostienen, otros le separan los carnosos glúteos y el más templado y eficiente le sumerge medio tolete haciéndola retorcer y aullar de dolor.

Como una ensordecedora sirena de ambulancia, dispersa su angustioso chillido al que los paramédicos responden con un mayor sometimiento y la inmediata inserción del resto de la monstruosa cánula que le hace sufrir un espantoso desgarramiento.

Paula no puede más, exánime afloja todo su hermoso cuerpo el cual queda guango en manos de sus torturadores. Siente el chorro de agua que le es inyectada a presión en el ano por la acción de una potente compresora. En 5 segundos ha recibido tres litros y esperan bombearle más, pero desisten al percatarse del lastimero estado en que se encuentra. La dejan tranquila y dan por terminada la primera terapia.

Tras haber dormido por al menos un par de horas, despierta la encantadora chica, abre por fin los ojitos y se encuentra frente a frente con el Señor Rourke quien muy sonriente le pregunta: ¿Cómo va usted Señorita Paula, está disfrutando su fantasía? Aterrorizada, la joven quiere hablar pero las ideas le brotan como torrente y se le apelotonan en la boca. Gesticula, trata de hacerse entender con mímica: por fin le dice: ¡No puedo más, quiero que me dejen inmediatamente… La réplica es contundente: Su pretensión Señorita Paula, usted lo sabe, es totalmente improcedente, recuerde que usted eligió la fantasía y se le dijo que una vez iniciada no habría forma de detenerla. ¡Pero usted no puede hacerme eso, ya sé que acordé la fantasía pero ya no la quiero, deseo que todo termine de inmediato!

El señor Rourke muy sonriente se disculpa por no poder complacerla y se marcha. Entran de nuevo los paramédicos para inyectarla. Le explican que será un tratamiento “sui géneris” consistente en doce inyecciones aplicadas al mismo tiempo, seis en un glúteo y seis en el otro, acompañadas por catorce supositorios que se le deben aplicar también uno tras otro.

La joven se coloca boca abajo y cierra los ojos resignada. Soporta y disfruta las primeras cuatro inyecciones viendo cómo los atractivos enfermeros suspiran admirándola y acariciándola voluptuosamente. Entre sucesivos orgasmos recibe la sexta y aún la octava ampolleta.

Pero las últimas cuatro se convierten en terrible tormento. Siente que la aguja es como un filoso verduguillo que le tasajea las preciosas nalgas, como si se las estuvieran cortando con un filoso bisturí, sin anestesia.

Son ya quince los paramédicos que la someten sin poder contenerla totalmente. Su descontrolada furia motivada por el agudo dolor hace que a todos zarandee como hilachos. A punto de perder el sentido, después del séptimo supositorio (tamaño barra desodorante) encuentra por fin el sentido de aquella nueva terapia. Experimenta un excelso placer en su esfínter rectal.

Cada uno de los siete restantes supositorios la hace temblar, estremecerse, jadear y vivir una insólita aventura en la que cada uno de los paramédicos la penetra rectalmente con su pene. Siente el grosor, la temperatura y el empuje de cada pito arremetiendo y tallando deliciosamente su coñito.

Después los paramédicos la colocan “en cuatro” con el culito muy bien empinado y le penetran uno por uno su vaginita. Los violentos orgasmos se suceden implacables, intensos, enajenantes. Paula se debate en un impresionante torbellino de placeres desmesurados e inconfesables. El esperma recibido es tan cuantioso que se le desparrama a borbotones por los muslos y por las nalgas. Cada chico que la monta estalla en violentas manifestaciones de placer; todos gritan, tiemblan, se sacuden y se paralizan al entrar en su espacio íntimo.

Se siente amada, admirada, deseada, acosada. Sus encantos corporales hechizan a los hombres y los someten a su imperio. Pero ella está muy cansada, la fatiga le hace por momentos desconectarse, sufrir y alucinar. Se siente una fría máquina que los hombres ignoran, desprecian y sólo utilizan para prodigarse el carnal placer. Desesperada, grita, protesta, se sacude a los bichos que la tienen materialmente acorralada, esclavizada.

Sumida en tan desconcertante dualidad reacciona en un desesperado esfuerzo de supervivencia y se observa a sí misma objetivamente: se reconoce muy contenta, pero también fatigada, al borde del colapso. Respira profundamente, se sobrepone y emite su conclusión final.

El misterioso Señor Rourke la despide al pie del avión observándola reflexivo: “Espero que haya encontrado lo que buscaba, señorita Paula”. A lo cual ella responde: “El placer con mesura es la fórmula perfecta. No necesito tanto” Tatoo la mira con evidente picardía y añade: “Lo pequeño es hermoso, yo estoy para servirte Paula”

Rourke mira a su asistente con gesto reprobatorio.
http://www.youtube.com/watch?v=A0UlOwrep4Q

Verónica -

Lo ùnico que si me molesta...es el tamaño de letra tan pequeño...

Verónica -

Antónimo: Gracias por la nueva experiencia que viviste conmigo, los juegos que juntos creamos en la intimidad son siempre de lo más novedoso y estimulante… Jamás podría reemplazarte, eres demasiado especial. Lamento haber divulgado cosas tan personales de nosotros, pero a fin de cuentas, hay confianza, y decidí brindar la oportunidad de crear nuevos relatos a raíz de eso, pero no funcionó… La descripción que hiciste del apoyo que me has dado en mi tratamiento, me hizo estremecer como nunca, y admitir que tú eres quien me da toda la fuerza para no decaer. Gracias por estar ahí, mi vida…

Hilda: Gracias por comentar acerca de mis escritos, y por tus lindas palabras hacia mi persona… De igual forma, te considero una persona íntegra y muy agradable, y por supuesto, una amiga sincera
Carlónimo: Tus últimos relatos son maravillosos como siempre, me fascinó la rivalidad entre madre e hija, la tardía y estratégica venganza justo en el talón de Aquiles de Elisa. El relato de la sirena, fue más tenue, apacible, casi relajante, y proveniente de tu corazón: me recordó a la sirena de belleza descomunal que, después de percibir un dolor tan profundo, a costa de su belleza y fragilidad, se convirtió en espuma…

Bien sabes que me agradan todos tus relatos, cada uno de ellos, tiene el toque especial, la vivencia conjugada, indescifrable, el candor latente, la balanza entre la realidad y la fantasía, los reales comportamientos, y demás características que, literalmente, jamás terminaría de enumerar, pero, que simplemente son adictivas, emanan también cultura, son obras literarias de calidad que nos tienen en suspenso, con tantas emociones fluyendo sin parar, y en total estado de alerta, de sensualidad…

Chavos: Sinceramente, en mi humilde opinión, podrían pasar semanas y hasta meses de sugerencias (repeticiones), sin llegar a un acuerdo unánime, y es que, como dije anteriormente, cada uno de los relatos, tiene su toque especial, y su identificación personal con los miembros de este foro. (Veo además que, también se ha generado cierta discordancia, y un poquito de rencor hacia personas especiales, que dejaron una huella imborrable: Recordemos ver el lado positivo de las personas, aunque nos hayan hecho daño, pues siempre se aprende de todo y de todos)…

Sugiero que Carlónimo elija el relato que más le haya gustado, al azar, o el que más significado personal haya tenido (ahí también está en chino elegir), o simplemente, de a conocer uno nuevo, con el “elemento sorpresa” que a todos nos encanta, imposible que haya quejas… No entiendo porqué el afán de tener un relato de portada (si a fin de cuentas, se abrirá con nuevas experiencias), quizá para atraer más miembros (sin albur), lo cual está bien, pero sí de eso se trata, las cosas fluirán solas, porque, repito, cada quien tiene su estilo e identificación con ciertos relatos, y por eso agradecemos que siempre haya variedad….la gente llegará sola (pues quien especifica búsqueda de ese tipo de temas, será compatible con cualquier relato que se publique), ya sea pasajera o permanentemente, y como “blog novedoso”, lo más seguro es que la gente nueva, lea uno que otro párrafo de aquí y allá, para determinar si conviene invertir la atención y enfrascamiento en eso, o no…
Por lo demás, la gente que ya es parte de esto (aunque no participen), pues saben ya los relatos que conviene rememorar de acuerdo a su percepción..

Ha… también he notado cierta insistencia en de erradicar relatos de “abuso de menores”, lo cual, hasta cierto punto es cómico, pues todos conocemos la idea principal de los relatos en que llegó a haber algún ligero roce en ese sentido…. De ninguna manera hay maldad en “la isla de la fantasía”… Y si, por alguna razón exageré en algún punto la “violencia”, pues ofrezco una disculpa, y acepto que sean removidos dichos relatos… SALUDOS

Pascual -

Otro más, ojo Vero.

La inyeccioncita de Vero

“Entró Dora, jeringa en mano, cerramos la puerta, y Francisco me descubrió las nalgas. Sentí el frío del algodón con alcohol, cuando entraron de nuevo las sobrinas, quedándose en la puerta para observar. No me opuse”

Las ví de reojo y su aspecto tierno y formal me cautivó.

La mayor, una niña delgada que llevaba un vestido corto ceñido del tórax en el que se distinguían sus incipientes tetillas, me miraba con extrema curiosidad sin parpadear.

La otra, más pequeña, tampoco perdía detalle, pero su expresión era más bien juguetona, parecía compadecerme y reír de nervios, como pensando en la penosa situación en que me encontraba.

Fue un momento difícil. No me hacía gracia gue estuvieran viéndome las nalgas. Apreté instintivamente el culo tratando de esconder mis intimidades. Al ver la consecuente ondulación de mis glúteos Dora se encrespó y me dijo con aire imperativo: ¡Afloja niña, no me aprietes la cola porque así no voy a poder inyectarte, vas a resultar lastimada y luego le dicen a una que… bla, bla, bla!

“Es que…” repuse conciliadora tratando de transmitirle mi incomodidad de estar entreteniendo a las pequeñas con mis nalgas. ¡Es que nada! Y oyendo el clásico ¡splash! sentí una fuerte nalgada que me ardió terriblemente y me hizo sentir humillada.

Por si eso fuera poco, oí que la menor de las niñas se burlaba diciendo: “tiene miedo, le pegaron porque no se deja inyectar”. Airada, repuse: ¡ya basta! Y traté de incorporarme, pero en ese preciso instante el rudo piquete me cortó la respiración y el habla. La saliva se me atoró y obstruyó mi garganta, sentí que me asfixiaba e inicié un desesperado pataleo.

Dora se enojó aún más y me arremetió nuevos azotes. A mí me importaba un bledo la inyección, me estaba ahogando y luchaba a brazo partido con Paco para que me dejara levantar, pues para mí la rotura de la aguja era lo de menos.

Sacando fuerza de mi flaqueza logré por fin despejar la traquea y dando un fuerte bramido elevé el cuerpo apoyada sólidamente en los brazos. Dora gritó: ¡qué pasa, espera! Paco me decía: ¡cariño, preciosa, chiquita, falta poco, no te muevas!

Pero a mí nada me importaba, sólo quería jalar aire y lo hacía a grandes y estruendosas bocanadas que producían un estridente bramido como de foca.

Con la respiración reactivada, aunque muy agitada, empecé a percibir el entorno. Mis nalgas estaban separadas de la camilla, la aguja permanecía clavada en ellas y sentía el postrer ardor de la medicina.

Paco me había aplicado un candado a la cabeza y me mantenía inhabilitada. La niña menor lloraba a gritos diciendo: “pobrecita señorita, está sufriendo, ya déjenla”. Y su hermanita, con rostro desencajado, trataba de consolarla.

Por fin sentí desprenderse la aguja de mi nalga, Dora gritó ¡ya está bien, has todo el desmadre que quieras, yo no te vuelvo a inyectar, chamaca chillona”

Paco aflojó y deshizo el candado, me desplomé en la cama llorando y pataleando impresionada de ver que nadie se había percatado del drama.

Dora salió bruscamente de la habitación llevando consigo a las niñas. Vi la tierna carita de la mayor que con lágrimas en los ojos y sin dejar de mirarme se retiraba.

Paco me abrazó y me daba suaves palmaditas en las nalgas. Yo salté bruscamente de la cama y dándole un fuerte empujón le dije: ¡eres un inútil! ¿no te diste cuenta de lo que me pasaba?

Nunca antes le había reñido en esa forma. Mirándome con los ojos desorbitados alcanzó a decirme con voz totalmente descompuesta y apagada: “Chiquita, mi vida, no no no se a qué te ref-ieres, qué pas-ó, qué pasa, chi-quita, dime…”

Bufando, giré el cuerpo violentamente y me ocupé en arreglar mi atuendo. Con el faldón del vestido contenido en la cintura me bajé la panty hasta los muslos, empiné las nalgas para verla y poder arreglarla, hasta que quedó en posición y empecé a llevarla a la zona de los glúteos.

Paco no resistió la erótica vista de mis nalgas bien paradas. Reponiéndose del achuchón que le había propinado, me colocó sus fuertes brazos en el vientre y me atrajo hacia él puesta así de espalda.

Sentí el bulto de su colosal tolete frotándome la raja. Se me subió el rubor, experimenté un fuerte cosquilleo por todo el cuerpo, y la inevitable humedad en mi vulva.

Solté totalmente el cuerpo, dejé que Paco me acostara, cooperé para el retiro de la panty y, separando mis piernas lo dejé albergarse a sus anchas sobre mí, entre mis brazos.

Me oprimió deliciosamente, unió sus suaves labios a los míos y me penetró la vulva a todo lo que daba.

Sentí su enorme boa hurgando deliciosamente mis entrañas…

Pascual -

Este como lo ven?


Erótica sumisión

A fines del año pasado viajé a París por Air France y me tocó ocupar uno de los asientos centrales del avión, donde te sientes en verdad rodeado de gente.

Sin embargo, los asientos de la fila en que me encontraba permanecieron vacíos y en los de la que estaba adelante, sólo había una pareja de franceses: Él, un hombre pelirrojo de aire solemne; y ella, una guerita más joven muy atractiva.

Desde que abordaron él discutía acaloradamente con la sobrecargo insistiendo que tenía necesidad de llevar consigo un cierto objeto catalogado como prohibido: “C’est l’ordenance et prescription du médecin!” repetía airado el hombre y mostraba a la stewart un papel que parecía receta médica. La joven esposa se concretaba a oír manteniendo la cabeza baja.

Como yo estaba ocupado integrando mentalmente un informe, no presté mayor atención a la disputa, pero después de la cena, cuando ya estaba tratando de conciliar el sueño, me llamó la atención una nueva discusión: La joven esposa se disculpaba con su marido rogándole: “Désole, mon cher, j’ai oublié l’alcool. Tu pourras m’injecter demain”.

Él se puso de pie y llamó a la sobrecargo quien, después de oír el inusual requerimiento que le hacía, respondió enfáticamente: Mais non monsieur, dans l'avion il n'y a pas d'alcool!

Pero el tipo insistió aduciendo diversas razones y privilegiando que: “Je dois injecter ma femme maintenant!”

La sorecargo se alejó, luego regresó e insistió que no tenía alcohol. Él se agarró la cabeza gritando “Trés mauvais service!”

Finalmente, a falta de alcohol de 96° le ofrecieron una copa de brandy que él arrebató de la mano de la Stewart para empezar nueva discusión, ahora con su esposa. La chica se resistía a que su marido la inyectara ahí mismo en el avión desinfectándole el cachete con brandy.

Pero viendo que él estaba dispuesto a salirse con la suya, se puso de pie muy obediente, se retiró el gabán y se desabrochó el cinturón, permaneciendo con la cabeza baja, lista para descubrir su culito.

El se levantó con aire autoritario, replegó varios descansabrazos, acostó a su mujer boca abajo sobre los asientos, y por el ruido producido comprendí que le bajaba el ajustado pantalón a jalones.

Yo fingía dormir pero la situación me tenía perplejo y a la vez excitado. De pronto apareció el rostro del severo marido encima de los respaldos, mirándome con recelo.

No le dí importancia, cerré los ojos con aire adormilado y él sin más se dispuso a inyectar a su dócil esposa, quien ya empezaba a emitir sensuales lloriqueos, los cuales fueron subiendo de tono al tiempo que su marido pasaba de la elección y desinfección del cachete, a la del brusco pinchazo, y después a la dolorosa inoculación del medicamento.

La singular joven emitió el siguiente monólogo:

¡Oh no, mon cher, je t’en prie, je t’en prie, ne m’injectes pas!

Aaah, ooh, uuhh, ¡¡¡AAAOOOUUUYYYYYYYYY!!!

¡Non, lentement, lentement Philipe, mon cher, je t’en prie, leentemeeeeent, mon cher…!

¡AAAHHH, AAHH, AH, ah!

Tras una rapidísima aplicación, el marido le extrajo la aguja, le dio un cachetazo y se incorporó altanero, mientras ella permanecía tendida, gimiendo, resoplando y lloriqueando.

Philipe caminó muy erguido al baño, exhibiendo el jeringón con que acababa de inyectar a su esposa.

Aline se puso de pie, arregló como pudo su vestimenta y lo siguió sumisa, sin dejar de masajearse la adolorida cola.

Salieron del baño, ella caminando detrás de él. La joven se durmió y él se puso a ver películas.

¡Vaya pareja! La acordada supremacía del macho.

Pascual -

¿Qué les parece este?? A mí muy caliente, hay muchos, yo creo que hay docenas muy buenos.

Los piquetitos navideños de Karol Que si los traguitos, que si el sereno… Aquella mañana del 25 de diciembre me encontraba muy molesta al grado de no poderme levantar. Roberto Carlos me dio un sensual masajito en pecho y espalda que se extendió hacia las nalgas y terminó en abierto cachondeo. Después de un coito excepcional, como volviera a sentirme enferma, me estuvo abrazando y mimando, pero todo fue en vano pues el malestar y la temperatura avanzaban. Fue entonces que mi esposo se fue a pedir ayuda y regresó acompañado de Gila, la diligente auxiliar de la farmacia de quien frecuentemente me hago inyectar porque conoce el fetiche que le tengo a las hipodérmicas y me hace disfrutar muchísimo, a más de que se porta muy discreta y eficiente. Sintiéndome un poco mareada por la calentura, mientras esperaba el retorno de Roberto, deseaba que se le hubiera ocurrido acudir a la farmacia, pues yo sabía muy bien que si Gila se enteraba de mi padecimiento induciría que me inyectaran. Así que cuando oí que ella misma entraba en la alcoba, me dispuse a disfrutar el ansiado piquete. Fingiendo que dormía, me percaté que Gila estaba preparando la jeringa, pero me invadió la sorpresa y la excitación cuando, respondiendo una pregunta de mi esposo, ella respondió con esa voz suave y pausada que la caracteriza: Sí Roberto, son dos inyecciones simultáneas, una de cada lado. Se trata de un nuevo medicamento que está dando muy buenos resultados, verás cómo la gripa se le corta a Karol casi de inmediato. Y remarcando muy bien sus palabras seguramente para que yo la oyera, agregó: Te advierto que estas ampolletas, las dos por igual, son EXTREMADAMENTE dolorosas y que le van a causar una gran molestia a tu esposa, pero vas a ver lo buenas que son. Te sugiero que permanezcas muy cerca de ella mientras se las aplico. La verdad es que el fetiche de las inyecciones te lleva a desear el dolor y yo sabía muy bien la intención de Gila al subrayar lo punzantes que eran aquellas ampolletas, así que lejos de inquietarme, el inesperado anuncio de una doble inyección de medicamentos muy molestos, me calentó. Cuando sentí las manos de Roberto sobre mis nalgas induciendo que me pusiera boca abajo, colaboré con él intensamente, así que empiné los glúteos para que me pudiera levantar la batica y bajar la panty que era pequeñísima y de color negro como a él le encanta que las luzca. Yo se que mis nalgas son muy atractivas y deseaba que me las dejaran totalmente descubiertas pero me atuve a lo que mi querido Roberto decidiera. Sin embargo, fue Gila quien finalmente me colocó la panty apenas arriba del pliegue inferior de las nalgas. Yo me sentía la protagonista de una escena muy erótica, sabiendo que me iban a inyectar, que mis nalguitas estaban ya dispuestas para el encantador tormento, que el hombre a quien amo estaba presente sintiendo por mí una gran excitación, y que Gila, mi buena amiga de confianza, era la persona que me iba a aplicar el medicamento. Y es que ella me inyecta de una manera tan sensual que me hace desear su atención frecuentemente. Dándome una palmadita en el glúteo derecho, Gila me dijo: Hola Karol, siento verte siempre en estas circunstancias y más ahora que, como ya le expliqué a tu esposo, te voy a dar un doble piquete pues este tratamiento que es muy efectivo así funciona. Por favor relájate y piensa en cosas bonitas pues tal vez te cause un poco de molestia. Mientras eso oía, sentía la mano de Roberto que me acariciaba el pelo y me decía “tranquila mami, estoy aquí a tu lado para que no te duela” Eso me tranquilizó mucho pero confieso que al sentir el roce del frío hisopo sobre mi cachete izquierdo, las piernas y las nalgas se me estremecieron y no pude evitar emitir una leve queja que se agudizó cuando recibí el rudo piquete. La enorme aguja entró de golpe lastimándome el tejido muscular pues sentí un agudo desgarre que luego se tornó en intenso ardor. Como me moviera y agitara los brazos, Roberto se inclinó besándome la mejilla y diciendo: “Ya mami, ten calma” Pero el medicamento me entraba en ese momento y lo sentía calcinar mis entrañas, así que seguí agitándome y exclamé: Me duele, me duele mucho, mi vida ¡Ay, ay! Me duele. Y empecé a mover las nalgas más allá de lo conveniente, así que Gila no me perdonó y vino, primero, la advertencia, ¡Ya Karol, quieta! Y después, la implacable nalgada a la que me tiene acostumbrada y que yo de alguna manera estaba deseando. Sentí y escuché el soberbio cachetazo que me dio del lado derecho ¡Splash! que hizo saltar desconcertado a mi marido y a mí gritar como una niña: ¡Aayy! no, Gila, no me pegues, ya me dejo, me dejo, me dejo. Pero Gila ya me conoce y sabe que cuando empiezo a suplicar voy subiendo de tono y se acrecientan mis movimientos defensivos, así que me propinó un segundo mofletazo aún más fuerte que el primero, el cual realmente me dolió y me dejó como muda lo mismo que a Roberto quien solamente acertó a decir: ¡mamí, mami, no te muevas, quietecita, no te muevas! Me quedé como trabada, sentía deseos de llorar, de hecho las lágrimas ya me habían brotado, pero sabía que nuevamente Gila me había dominado y que no debía moverme pues de lo contrario me daría nuevas nalgadas cada vez más dolorosas. Me quedé muy quieta sufriendo los últimos riegos de la ardiente sustancia que parecía chile, pero me contuve y apretando los puños evité moverme. Luego sentí la salida de la aguja y oí la nueva recomendación de mi enérgica amiga quien, a pesar de encontrarse presente mi estupefacto marido, me hablaba con toda libertad como siempre lo hace: ¡Vamos con la segunda Karol, no te vayas a mover, o te va peor, tú ya sabes! Yo sólo lloraba en silencio y apretaba la mano de mi esposo quien me repetía una y otra vez: “Mami, mi vida, quietecita, no te va a doler, quietecita! Pero mis pobres nalgas, sobre todo la derecha que ya recibía el consabido masajito inicial, estaban palpitantes y temblorosas, al grado que, antes de recibir el segundo pinchazo, se estremecieron y se calentaron súbitamente por el efecto de las nuevas nalgadas que me propinó Gila: ¡Splash, splash, splash, a ver si así te quedas quieta! Tú ya sabes que yo no me ando con miramientos. Y me repitió la dosis: splash, splash, splash, hasta que le dije: ¡Ya por favor, me dejo, me dejo, y hundiendo la cara en el cuenco de mis brazos, mordí con todas mis fuerzas la almohada, lo cual evitó que gritara y me hizo sentir más tranquila cuando la aguja desgajó de nuevo mi tejido muscular penetrando completa en el erguido cachete derecho, el cual temblaba menudamente. Al sentir el espantoso ardor que caracteriza a esa medicina mordí aún con mayor fuerza la tela pero no pude evitar emitir un fuerte quejido gutural que de nuevo inquietó a mi enfermera haciéndole decir: ¡Si te mueves, ya sabes! Y me dio un nuevo manotazo que me cimbró de pies a cabeza dejándome verdaderamente inmóvil. Para entonces Roberto Carlos, un tanto molesto por lo que pasaba, dijo: ¡Por favor Gila, ya no le pegues, esas ya son rudezas innecesarias! Pero ella le contestó con toda firmeza: ¡Si no se deja inyectar y si está favoreciendo que se rompa la aguja, no puedo actuar de otra manera! Si no están de acuerdo, no vuelvan a llamarme para inyectarla. Mi esposo y yo nos quedamos callados, permitiéndole culminar la segunda aplicación que me resultó aún más dolorosa que la primera, pero me había hecho gozar a tal extremo que sentía la entrepierna sumamente mojada. Cuando terminó la segunda aplicación, después de recibir el masajito final, Gila se despidió y yo le dije: Amiga, perdóname, tú como siempre tienes la razón, gracias por inyectarme con tanta seguridad como tú sabes hacerlo. Después Roberto Carlos la llevó a la farmacia y, cuando regresó, me preguntó si de hecho me habían dolido tanto las inyecciones. Yo le contesté con entera sinceridad, pues él me entiende y sabe muy bien el erotismo de que estoy cargada. Le dije: Sí duelen, mi amor, en parte son terribles. Y en parte también, con Gila desahogo todo lo que siento. Disfruto la forma en que reacciona y el modo en que me trata. Roberto me desnudó lentamente, prenda por prenda, después hizo lo propio y me dio a probar su erecto pene que yo deslicé ávidamente entre mis labios. Luego nos revolcamos en la cama con la enorme voluptuosidad a que estamos acostumbrados y ¡por fin! me penetró, primero por la vía anal pues estaba impresionado con la escena de las inyecciones y quería verme las nalgas con los dos piquetitos marcados, vulneradas por su enorme falo sumido en medio de ellas. Finalmente, me tendí de espalda y separé las piernas para recibir una profunda estocada que estuvimos recreando en medio del intensísimo roce, hasta que explotamos un orgasmo sensacional. Después de descansar fuertemente abrazados, pregunté: ¿Y me van a inyectar mañana? Los dos soltamos una enorme carcajada. Fecha: 07/01/2010 21:05.

Carlónimo -

Querida Vero

Viendo cómo están las cosas, quiero pedirte que me apoyes para coordinar al grupo y resolver este problemita. En ti deposito mi confianza; ten la seguridad de que cualquier decisión que tomes ya cuenta con mi beneplácito.

Espero que salgamos pronto de esto para poder continuar nuestro trabajo en un entorno que podamos sentir más “nuestro”. Gracias de antemano, preciosa.

Paty -

Aquí está un relato excelente que tiene de todo inyecciones, lavativas, azotes, sexo anal, oral y vaginal, y mucha imaginación. No hay que pedirle a Carlónimo que escriba uno especial pues hay muchos que cumplen la condición indicada por Fer y que merecen ser publicados. Yo propongo este de Karen o el de la isla de la fantasía.

Querida Vero, tu opinión será muy importante.


Karen Ricardo manejaba su espléndido convertible deportivo a gran velocidad, ya estaban cerca de la ciudad, Karen sonreía y aceptaba de buen grado los términos del intenso juego erótico que su amante le proponía realizar esa misma tarde. El hábil piloto le decía en ese momento: “Después de las 5 inyecciones de Complejo “B” que te aplique en las nalguitas, te clavo una buena lavativa en el culo, y cogemos bien rico ¿cómo ves?” La escultural compañera le contestó tranquilamente: De acuerdo Ricky, como tú quieras, sólo deseo sentir que soy tuya… únicamente tuya, lo que quieras hacerme me fascina, me enloquece. Después le regaló un suave murmullo muy erótico: ¡Uummm qué rico! Le dio muestras de su excitada respiración y se mantuvo impávida en tanto que su rubia cabellera, impulsada por la velocidad del auto, flotaba en el aire. Entraron por fin a la residencia, pasaron a un costado de la alberca, tomaron el rumbo de la cascada y llegaron al precioso jardín de gardenias y rosas que rodeaba el encantador chalet. Ricardo estacionó despreocupadamente su vehículo, saltó de él sin abrir la portezuela y, terriblemente excitado por lo que había planeado y estaba a punto de disfrutar, tomó a Karen en sus brazos y la llevó cargando hasta la recámara, mientras ella celebraba el feliz momento con un suave y muy estético pataleo, una risa por demás encantadora y sensuales gritos: ¡UUyyy, mi vida, vamos a gozar como nunca! Finalmente Ricardo la acostó en el mullido king size, se desnudó y se tumbó encima de ella. Los dos se abrazaron rodando sus cuerpos a todo lo ancho de la cama. Se besaron con desesperación, mientras Ricardo la iba despojando lentamente de su ropa, hasta dejarla tan solo con una mínima pantaletita rosa, de lo más sexy. Karen tenía un cuerpo asombroso que no mostraba la menor discordancia. El busto, las piernas, cintura y caderas, armonizaban sus dimensiones a la perfección. Tenía además una piel tan suave, tersa y cálida que, con sólo tocarla su amante había llegado algunas veces a tener una descomunal eyaculación. Otra virtud singular es que ninguna de las poses que adoptaba era vaga o descuidada. Por el contrario, todas tenían una gran armonía de conjunto. Por ejemplo, la erección del trasero era acompañada por la flexión de una de las piernas, el repliegue de los brazos (que daba la impresión de súbito estremecimiento) y el giro coqueto de la cabeza. Eran poses tan fotogénicas que harían estremecer al más ecuánime de los hombres. Puesta por fin boca abajo, Ricardo le bajó completamente la panty dejando a la vista un monumento de nalgas carnosas, amplias, respingadas, verdaderamente excitantes, cuyo estremecimiento era más que evidente, pues temblaban ante la proximidad del piquete, en sintonía con la secreción vaginal que ya humedecía la parte interior de los muslos. La joven descansaba apoyada en sus codos, con la cabeza erguida, una pose por demás insólita que permitía contemplarle tanto el busto como las singulares expresiones faciales, tan variadas y eróticas que enloquecían a su acompañante. El implacable piquete le arrancó por fin un grito irreprimido que aludía placer, dolor, satisfacción, deseos, perversión, todo en feliz armonía. La entrada de la renegrida sustancia le suscitó a su vez innumerables quejas y lamentos que impresionaban y calentaban: ¡me lastimas mi rey! ¡me quemas la nalga! ¡ya no aguanto! ¡pero sigue, flagélame todo lo que quieras, pues tú eres el amo, el que manda, yo te pertenezco! La segunda inyección le fue aplicada en decúbito izquierdo con las piernas flexionadas, casi en posición fetal, lo que aumenta el dolor debido a la tensión del músculo. Karen gritó aún más fuerte, agitó las piernas, sacudió varias veces el culo, pero resistió estoicamente el tormento. La tercera la recibió en decúbito izquierdo y en un sitio muy cercano a la cresta ilíaca, donde el tejido es más fibroso y al ser horadado produce un dolor insoportable. La chica se estremecía con desesperación. La cuarta la recibió en pose de perrito, con el culo suspendido, lo que hace que el tejido se retraiga y el piquete alcance una mayor profundidad. Por último, Ricardo la puso de pie y le clavó la aguja casi en la parte central del glúteo, haciendo que gritara desgarradoramente y que antes de terminar la aplicación prácticamente se desvaneciera cayendo sobre la cama con la aguja aún clavada, lacerándole despiadadamente el ya de por sí lastimado glúteo. Por si esto fuero poco, el descontrolado amante la puso sobre sus piernas y le flageló a manotazos las nalgas haciendo que enrojecieran hasta el extremo, mientras la chica gritaba: ¡termina conmigo de una vez por todas, pégame, nalguéame, no te detengas! Cuando las nalgas de Karen estaban a punto de reventar, Ricardo la acostó boca arriba y se montó encima de ella besándola, acariciándola, excitándole los pezones con la lengua, luego la puso de perrito y la penetró por la boca. La joven ceñía sus labios ajustándolos al grosor del pene hasta que Ricardo le roció todo el rostro con su pastoso semen que le escurría por las mejillas y el cuello. Apenas la dejó descansar unos instantes y tendida boca abajo le penetró el culo con una enorme cánula para aplicarle una descomunal lavativa de tres litros de agua. La chica gritaba: ¡me revientas, Ricardo, me revientas! Hasta que no le cupo una gota más de líquido y este empezó a regresar en súbitos chisguetes. Entonces le retiró la cánula y la penetró con el pene, tan violentamente que le rasgó el suave esfínter rectal. La joven, en lugar de emitir nuevas quejas celebró el rompimiento gritando: ¡lo lograste grandísimo cabrón, ya me desgarraste! Finalmente, Ricardo la tumbó boca arriba, le separó bruscamente las piernas y la penetró vaginalmente. Ella gemía y lo abrazaba con gran pasión hasta sentir el violento torrente seminal que le invadía las entrañas. Los dos amantes tenían los ojos casi en blanco, ella gemía, suspiraba y musitaba frases que denotaban su total aprobación: ¡me dominas, me enloqueces, soy tuya, toda tuya! Ricardo le extrajo el pene y se tumbó sobre la cama, ella permaneció inmóvil, pero después de un rato empezó a decir: ¡soy tuya, sólo tuya, soy tuya, sólo tuya, soy tuya, sólo tuya, soy tuya, sólo tuya… mientras su pierna izquierda brincaba violentamente, como pateando a un invisible enemigo, una y otra vez. Ricardo se puso de pie, tomó el teléfono y llamó: ¿Sexy components? ¿Hugo, eres tú? Manda de nuevo por la doll que ya se trabó, está totalmente madreada. Me envías a la morena de repuesto.

Paty -

Yo no estoy de acuerdo que el relato escogido hable de esa persona k’ solo ha tratado de destruir a Carlónimo y al blog.

Fer -

Hola a todos, Carlónimo declina el proponer un artículo para encabezar este activo y atractivo foro. Como editor preferiría que fuese el público quien escoja este relato. Lo iedeal: un relato con inyecciones y azotes. Una alternativa es solicitarle a Carlónimo que escriba uno especial.
Gracias a todos por estar aquí
Saludos
Fer

Gil -

A mi me gusta mucho este relato.

Nos preparamos y salimos para el consultorio de Sonia, la doctora, quien nos recibió con mucho afecto y después de conversar largamente acerca de lo que habíamos vivido en Puebla, nos informó que era inevitable realizar una segunda prueba para conocer el resultado del tratamiento.

La guerita se mostró en ese momento controlada. Habiéndose retirado la ropa se tendió sobre la mesa de exploración, Sonia me instruyó que iniciara la relajación de su esfínter, así que le separé las nalguitas y poco a poco fui incursionando en su elástica aberturita rectal, lubricándola y dilatándola, hasta que Sonia se acercó con el instrumento y acopló la rígida cánula en el ano.

La penetración fue angustiosa. Cuando iba cerca de la mitad, mi amor empezó a quejarse enfáticamente, sus manitas estaban muy tensas y todo el cuerpo le temblaba agitadamente, hasta que no pudo aguantar más y desesperada, gritó: ¡No Sonia, ya no, te lo suplico, me estás lastimando demasiado, ya no aguanto!

La doctora contuvo el acceso, palmeó las nalguitas de Anna y pidiéndome que mantuviera el instrumento en posición, fue a la vitrina, sacó una ampolleta y cargó una jeringa diciendo: Anna, el dolor obedece a que estás muy nerviosa, te voy a aplicar un tranquilizante. Sólo será un piquetito, no te inquietes.

Así que, aunado a la presión del instrumento que le forzaba el esfínter anal, mi preciosa Anna soportó el pinchazo en su nalguita izquierda y la entrada de una sustancia que parecía ser bastante agresiva. Aprecié las gruesas lágrimas que brotaron una tras otra de los ojitos de mi amada.

Terminada la aplicación del medicamento, Sonia esperó como cinco minutos y tomó nuevamente en sus manos el instrumento. Cada vez que trataba de avanzar la penetración, la guerita lloraba y gritaba en tal forma que me enterneció y le pregunté a Sonia si podíamos interrumpir la prueba y continuarla otro día.

Pero la doctora, nada alterada, se dirigió a mi amada diciéndole: Anna, vamos a hacer una cosa. Por favor olvida el dolor, concéntrate en una sola idea. Piensa que lo que está pasando en tu culito es otra cosa, algo distinto, algo placentero ¿me entiendes?

La guerita se puso roja, sintió pena ¡ya la conozco! Pero asintió con su cabecita y en unos treinta segundos dio muestras palpables de relajación. Sus piernas y sus nalguitas dejaron de estar tan tensas. Sonia empujó el instrumento poco a poco, lentamente, animada por el ininterrumpido avance, hasta que la cánula quedó totalmente sumida en el culito.

Antes de iniciar la observación, Sonia me alcanzó una caja de pañuelos desechables entregándomela. Me quedé perplejo por un instante, pero enseguida comprendí lo que pasaba. En efecto, la deliciosa guerita tenía la entrepierna y la parte baja de los glúteos empapada. Lentamente, sin alarmarla, fui recogiendo el cristalino flujo que no terminaba de salir de su vulva.

La observación no tardó más de cinco minutos. Sonia me hizo un gesto de entera satisfacción y con un movimiento oscilatorio extrajo la cánula dejando a mi amada exhausta, adormilada. El estrés, el dolor, la pena y ¿por qué no? hasta el placer, la habían dejado agotada. Salimos por fin del consultorio sabiendo que la guerita se encontraba muy bien y sólo le recetaron supositorios por tres días, cada 8 horas, para erradicar definitivamente la molestia.

Anónimo -

Carlonimo, ya escribe.

Hilda -

Querida Vero,

Gracias por compartirnos tan bellos relatos y experiencias. Te admiro por tu profesión y porque no eres arrogante. Como siempre te he dicho, te considero una gran amiga. Felicidades por tu relación con Antónimo, forman una linda pareja. Todos aquí te queremos amiguita y estaremos atentos a tu tratamiento.

Querido Carlónimo

Ya casi por cinco años nos sigues cautivando con tus bellos relatos y tus reflexiones. Me encantó el de la pequeña Silvia, me hizo sentir nostalgia. En cuanto a la idea de Fer es excelente! y aunque resulta difícil escoger entre tantos relatos tan bellos, me parece muy buena la propuesta de Pascual. También el relato de Cristina y el doctor Quirarte (el del viagra) es muy bueno. Cualquiera que seleccionen será perfecto. Felicidades amiguito, te quiero.

Carlónimo -

Estimado Fer

Entiendo que “mil” quiere decir algo en términos de rating. Si eso te favorece como editor ¡Enhorabuena! Yo vine tan sólo a satisfacer un deseo y me encontré con personas extraordinarias que me movieron a continuar.

Aplaudo tu iniciativa y me da gusto pensar que continuemos este “taller en ciernes” teniendo por fin, como encabezado, un producto propio ¡hecho en casa! Me parece un digno reconocimiento para todos los participantes, pues el diálogo y la permanencia misma del blog es labor de todos.

Respecto a la selección del relato, si yo la hiciera no estaría desprovista de criterios subjetivos. Así que, dejando a salvo la iniciativa de cualquiera de mis compañeros de expresar su valiosa opinión, me avengo al criterio del editor. Me interesa conocer tu punto de vista.

Gracias, que tengan un excelente fin de semana. Un abrazo.

http://www.youtube.com/watch?v=9F-6S6FrgUk

Pascual -

Muchos me gustan, el que dice Rebeca que creo se titula “Karen” es muy bueno y hay otros en la primera edición: Pero yo propongo este más reciente de la Isla de la Fantasía pórque es una historia completa muy bien integrada, es emblemática y tiene inyecciones, supos y lavativas, además de sexo. Y es muy imaginativo.

Las prisas normales, Tatoo que corre para alcanzar al Señor Rourke, los dos caminan apresurados, se abotonan la chaqueta e intercambian comentarios.

¡Sonrían, sonrían! La bella música de corte hawaiano invade el espacio, aparecen las charolas con frescos y vistosos cocteles multicolores. El hidroplano termina de maniobrar en el cauce del estrecho río, abre por fin su compuerta y aparece la camilla.

¿La qué…? Pues sí, oyeron bien, la camilla… todo depende de la fantasía de cada quién.

La estudiada sonrisa de Rourke y la curiosa mirada de Tatoo acompañan a la bella Paula, quien yace acostada y termina el trayecto al detenerse su camilla frente al misterioso anfitrión, quien levanta su copa, bebe y ofrece a la “enfermita” un breve sorbo acercándole el vaso a los labios.

Insólita fantasía la de Paula: “estar hospitalizada recibiendo enemas e inyecciones, en un contexto sumamente erótico”.

Aclarado que “no hay vuelta atrás, que una vez iniciada la fantasía, esta debe continuar” Paula accede a que ¡ups! le pinchen el brazo izquierdo para conectarle el incómodo suero, la suban en una ambulancia y llegue por fin a su destino: un moderno hospital atendido por atractivos y gentiles enfermeros que inmediatamente la instalan, le hacen colocarse boca abajo, le descubren sus pálidas nalguitas, las palpan suavemente buscando un sitio idóneo y ¡zas! le deslizan hasta el tope la gruesa hipodérmica iniciando el flujo de la densa sustancia que, al principio no duele pero luego… ¡ay, no, despacito por favor, no, mejor ya no, me duele mucho, siento que me cuecen las entrañas!

Se presenta un breve forcejeo, acuden varios paramédicos para ayudar a sujetarla. Uno le sostiene la espalda, otro las piernas, dos más los brazos, el más guapo le susurra lindas frases al oído. Paula disfruta la sensualidad del momento: se siente sometida, lastimada, pero también admirada, pretendida, deseada; su culito se bambolea deliciosamente, sus labios tiemblan de excitación.

A punto de desvanecerse, se percata que la jeringa ya está fuera. Respira profundamente, siente los firmes dedos que le masajean el sitio de la punción, emite una sentida queja que alimenta su propia excitación. Por fin se relaja un poco, permanece muy quieta suspirando mientras escucha a su joven enfermero que la conforta: ¡ya, preciosa, relájate, eres tan bella y sensual que nos tienes a todos hechizados!

Adormecida por el ingente erotismo que flota en el ambiente, sintiendo su espléndido culito lastimado, cierra los ojos recreando y disfrutando la extraordinaria excitación que está segura de haber causado a sus eficaces enfermeros. Se sabe apetecida, muy bien cotizada, comprueba que sus encantos han perturbado a los jóvenes que la rodean y que se desviven ensalzándola y prodigándole los más cariñosos mimos.

Sumida en su embeleso, la chica se abandona en las manos de los dos muchachos que la preparan para la aplicación de una lavativa. Coopera con ellos permitiendo que le descubran el trasero, le separen las piernas y se las eleven hasta quedar tumbada de espalda, doblada por la cintura como alcayata, señalando con los pies el techo.

Siente que sus esculturales nalguitas han hipnotizado a los hombres. Percibe la acelerada respiración y el titubeante pulso de quienes le están sujetando las piernas. Con el estrecho esfínter anal al aire, se esponja satisfecha y regala a sus admiradores un tierno suspiro, el cual se interrumpe bruscamente al comprobar las colosales dimensiones de la cánula que están a punto de insertarle en el recto.

La pobre Paula grita desesperada: ¡No, por el amor de Dios, eso no! Sin embargo, los paramédicos no se alteran, la sujetan con firmeza y colocan la puntita de la ingente cánula equiparable a un descomunal plátano macho, en el diminuto nudillo de su apetecible raja. Actuando simultáneamente, unos la sostienen, otros le separan los carnosos glúteos y el más templado y eficiente le sumerge medio tolete haciéndola retorcer y aullar de dolor.

Como una ensordecedora sirena de ambulancia, dispersa su angustioso chillido al que los paramédicos responden con un mayor sometimiento y la inmediata inserción del resto de la monstruosa cánula que le hace sufrir un espantoso desgarramiento.

Paula no puede más, exánime afloja todo su hermoso cuerpo el cual queda guango en manos de sus torturadores. Siente el chorro de agua que le es inyectada a presión en el ano por la acción de una potente compresora. En 5 segundos ha recibido tres litros y esperan bombearle más, pero desisten al percatarse del lastimero estado en que se encuentra. La dejan tranquila y dan por terminada la primera terapia.

Tras haber dormido por al menos un par de horas, despierta la encantadora chica, abre por fin los ojitos y se encuentra frente a frente con el Señor Rourke quien muy sonriente le pregunta: ¿Cómo va usted Señorita Paula, está disfrutando su fantasía? Aterrorizada, la joven quiere hablar pero las ideas le brotan como torrente y se le apelotonan en la boca. Gesticula, trata de hacerse entender con mímica: por fin le dice: ¡No puedo más, quiero que me dejen inmediatamente… La réplica es contundente: Su pretensión Señorita Paula, usted lo sabe, es totalmente improcedente, recuerde que usted eligió la fantasía y se le dijo que una vez iniciada no habría forma de detenerla. ¡Pero usted no puede hacerme eso, ya sé que acordé la fantasía pero ya no la quiero, deseo que todo termine de inmediato!

El señor Rourke muy sonriente se disculpa por no poder complacerla y se marcha. Entran de nuevo los paramédicos para inyectarla. Le explican que será un tratamiento “sui géneris” consistente en doce inyecciones aplicadas al mismo tiempo, seis en un glúteo y seis en el otro, acompañadas por catorce supositorios que se le deben aplicar también uno tras otro.

La joven se coloca boca abajo y cierra los ojos resignada. Soporta y disfruta las primeras cuatro inyecciones viendo cómo los atractivos enfermeros suspiran admirándola y acariciándola voluptuosamente. Entre sucesivos orgasmos recibe la sexta y aún la octava ampolleta.

Pero las últimas cuatro se convierten en terrible tormento. Siente que la aguja es como un filoso verduguillo que le tasajea las preciosas nalgas, como si se las estuvieran cortando con un filoso bisturí, sin anestesia.

Son ya quince los paramédicos que la someten sin poder contenerla totalmente. Su descontrolada furia motivada por el agudo dolor hace que a todos zarandee como hilachos. A punto de perder el sentido, después del séptimo supositorio (tamaño barra desodorante) encuentra por fin el sentido de aquella nueva terapia. Experimenta un excelso placer en su esfínter rectal.

Cada uno de los siete restantes supositorios la hace temblar, estremecerse, jadear y vivir una insólita aventura en la que cada uno de los paramédicos la penetra rectalmente con su pene. Siente el grosor, la temperatura y el empuje de cada pito arremetiendo y tallando deliciosamente su coñito.

Después los paramédicos la colocan “en cuatro” con el culito muy bien empinado y le penetran uno por uno su vaginita. Los violentos orgasmos se suceden implacables, intensos, enajenantes. Paula se debate en un impresionante torbellino de placeres desmesurados e inconfesables. El esperma recibido es tan cuantioso que se le desparrama a borbotones por los muslos y por las nalgas. Cada chico que la monta estalla en violentas manifestaciones de placer; todos gritan, tiemblan, se sacuden y se paralizan al entrar en su espacio íntimo.

Se siente amada, admirada, deseada, acosada. Sus encantos corporales hechizan a los hombres y los someten a su imperio. Pero ella está muy cansada, la fatiga le hace por momentos desconectarse, sufrir y alucinar. Se siente una fría máquina que los hombres ignoran, desprecian y sólo utilizan para prodigarse el carnal placer. Desesperada, grita, protesta, se sacude a los bichos que la tienen materialmente acorralada, esclavizada.

Sumida en tan desconcertante dualidad reacciona en un desesperado esfuerzo de supervivencia y se observa a sí misma objetivamente: se reconoce muy contenta, pero también fatigada, al borde del colapso. Respira profundamente, se sobrepone y emite su conclusión final.

El misterioso Señor Rourke la despide al pie del avión observándola reflexivo: “Espero que haya encontrado lo que buscaba, señorita Paula”. A lo cual ella responde: “El placer con mesura es la fórmula perfecta. No necesito tanto” Tatoo la mira con evidente picardía y añade: “Lo pequeño es hermoso, yo estoy para servirte Paula”

Rourke mira a su asistente con gesto reprobatorio.

Rebeca -

Todos de carlonimo son bonitos. El de la doll por ex. o de Cristina.

Fer -

Hemos superado largamente los mil comentarios. Propongo lo siguiente. Elegir un bonito relato, si es posible con azotes + inyecciones y colgarlo como los otros, de tal forma que los comentarios vayan abajo de ese relato y tengamos nuevamente un campo para mil comentarios más. Me encantaría que porpusieseis el relato, yo he visto alguno que otro de Carlónimo que me ha gustado mucho. Lo que pediría como Editor es que el relato incluya, en la medida de lo posible azotes e inyecciones (también puede incluir supos, termómetros o enemas) y que no hiciese referencia a menores.
Espero vuestras sugerencias.
Un abrazo,
Fer
Vuesto Editor

Carlónimo -

La Sirena

Dicen que es preciosa, que tiene unos ojos fascinantes.

Su cabello es una red; su cuerpo un eficaz anzuelo; sus labios un imán; su canto un rumor que hipnotiza y seduce; sus manos un recio aguijón que vulnera y cautiva.

Muchos han ido en pos de ella. Sumidos en la quimera sólo saben que vivieron momentos extraordinarios, intensos y espeluznantes.

Que probaron el almibar, saciaron la maniática apetencia, pero fueron avasallados.

Pasaron de una realidad prudente al caprichoso mundo del exceso, al atrevido imperio de la lujuria y el holocausto.

En brazos de aquella colosal sirena supieron lo que es gozar a raudales y pagar los excesos con el tributo de su propia carne.

Enloquecidos de placer fueron ahogados en el dolor. La cruenta jeringa los desafió y les hizo desear por momentos la muerte.

Por eso, advierten enfáticos del peligro que se cierne sobre aquellos aturdidos que osen seguir su impulso y reunirse con la embaucadora dama, mitad pez mitad mujer, que montada sobre una roca, pregona a los cuatro vientos:

¡Vengan humanos a gozar, háganme suya, prueben, pillen, vulneren, disfruten todos mis encantos!

La tuvieron en sus brazos desquiciados por unas enormes tetas carnosas, de erectos pezones rojos, que inducen cualquier exceso.

A pesar de ser sirena ostenta en intimidad unas nalgas tersas, níveas, radiantes, espléndidas, rogando que se las pinchen con una jeringa añeja, que en su terrible rudeza hace gozar a los sádicos.

Teniendo a tan formidables cachetes a punto de ser traspasados por la brutal hipodérmica, aquellos incautos se vieron de pronto puestos en una situación inversa.

Sometidos, empinados, recibieron el martirio de un doloroso pinchazo.

Supieron lo que es padecer, gritar, suplicar y ser ignorados.

Entre gritos, burlas y las más atroces risotadas, fueron víctimas del escarmiento, a manos de la misteriosa Sirena de Capri, que no es italiana sino mexicana.

Por mi conducto les saluda Eulogia, esa imponente escultura viviente que sigue disfrutando, conquistando, e incitando las más sicalípticas pasiones.

http://www.youtube.com/watch?v=YUazURTDA3c&feature=related

Carlónimo -

Muy sentido el romance de Vero y Antónimo. Espero con impaciencia que nos compartan alguna de sus ardientes experiencias en Cabo San Lucas ¡siguen allá los nuevos “tórtolos”! Ya imagino a la preciosa chica modelando su colección de nimios bikinis, de esos que sólo cubren lo indispensable para acrecentar la sensualidad. Con ese cuerpazo tan consistente y armonioso se me antoja escribir algún relato acerca de ella.

Paty preciosa, qué gusto verte, gracias por compartirnos la balada de “la inyección” que nos viene “como anillo al dedo” en este blog donde, en efecto, parece que el dolor no reprime la apetencia. En breve te escribo un relato preciosa. Si puedes, por favor bosquéjalo. Por lo que se ve, ya tienes un enamorado. Estimado Ralph, sé bienvenido ¿Por qué no nos cuentas por qué la preciosa Paty te parece tan sexy?

Gustavo ¡qué gusto saludarte! Te agradezco el amable comentario y la cálida felicitación. Fíjate que a veces me invade el pesimismo pensando que esto no avanza y llego a creer que estoy equivocado, que mi esfuerzo es infructuoso y que es tiempo de levar anclas. No obstante, personas como tú y no digamos la talentosa Vero a quien admiro profundamente, me hacen reconsiderar mi posición y seguir alimentando el sueño de conformar un taller literario, con relatos de inyecciones o con cualquier otro pretexto que sea del agrado de todos.

Cambiando de tema, les comparto un acontecimiento “100% real”. Resulta que el pasado viernes recibí un email de Elisa. El texto escrito por ella sólo lo copie y dice así:

“Soñé anoche que nos invitabas a una reunión a mis hijas y a mí...no recuerdo el motivo, pero el caso es que le dabas a Stella un pañuelo lleno de medicamentos y le decías que me los diera, que esperabas que con eso me curara...”

Hasta aquí lo “100% real”.

Sin pretender interpretar tan singular vivencia onírica, me ceñí a los alcances que ésta puede tener en el ánimo de mi amiga quien en lo personal no consentiría una relación tan rebuscada, pero en su objetividad no deja de reconocer y disfrutar los inescrutables senderos del erotismo y de la apetencia.

Si esta aclaración no bastare para dejar a salvo el buen nombre de mi amiga, les aclaro que, en todo caso, lo que a sigue no deja de ser una personal ocurrencia mía.

La preciosa Stelly entra diligente a la recámara de su madre, la despierta con un cariñoso beso, le indica con leves caricias que se vuelva boca abajo, desplaza la ropa de cama, inserta sus dedos en el elástico del suave pijama de franela y lo desliza hasta los muslos, igual que la minúscula panty de color negro.

Palmea los suaves y firmes mofletes sensualmente expuestos, hinca en ellos sus deditos una y otra vez en las zonas inyectables. Selecciona la nalga derecha y la desinfecta abrillantándola pausadamente.

En tanto el alcohol se evapora, desenvuelve la plástica jeringa, la colma con el denso medicamento, extrae las minúsculas partículas de aire, palmea el cachete contrario a manera de aviso y hace que la preciosa Elisa respingue al sufrir la cruenta punción de la hipodérmica, que penetra de golpe hasta alcanzar el tope y depositar entre contorsiones y excitantes lamentos, la viscosa sustancia que irrita, arde, lastima y alimenta el profundo erotismo de la paciente.

Elisa sufre los apetecibles rigores de la aplicación intramuscular, sometiéndose a ellos sumisamente, idealizando la penuria, revolcándose en el deseo de sufrir, de saberse bella, deseada, admirada y transgredida su encantadora intimidad.

Stelly, a su vez, recrea el inconfesable apetito que la domina. Observa a su madre cuyo espléndido cuerpo le azuza sentimientos encontrados, serias encrucijadas donde descubre la necesidad de apegarse y aceptar una sola opción:

progenitora-mujer,
cariño-amor,
compostura-descaro,
asistencia-desafío,
prohibición-instigación,
represión-libertad.

Está descontrolada y excitada, pero se acoge a los esclavizantes preceptos morales que la reprimen y atormentan. Lucha una vez más por ceñirse a ellos.

No obstante, las espléndidas nalgas de la mujer a la que tiene postrada y perforada, esa que la ha inquietado desde su niñez, la que le arrebató el sosiego, la candidez, el decoro y hasta el amor del novio…

Esas preciosas nalgas se le revelan incitantes, ofensivamente perturbadoras, avasallantes…

Stella suspira sin recato, sufre una impresionante aceleración del ritmo cardíaco. Empuja despiadadamente el émbolo, hace gritar de dolor a la incitante y excitante mujer que tiene rendida y a su alcance.

Al verla sufrir se eriza como gato, la reprime a voces y la nalguea. Su sadismo le hace azotarla con rudeza, arrancarle los primeros lamentos que a ella la encrespan.

Fuera de sí, le rasguña los glúteos, se los pellizca, se los muerde y se los restrega.

En su delirio, la temperamental Elisa se estremece, solloza, frunce el culo, lo empina orgullosa. No fuera sino “dentro de sí”, arrobada en su inescrutable masoquismo, se pliega al doloroso y perverso castigo, emite algunos sígnos de placer: gime, abomba las nalgas, frota el pubis, dilata la ardiente raja y se la ofrece con descaro a la mujer que mucho tiempo atrás inició su implacable embestida, a quien la ha observado, pretendido, acosado. Esa joven desentendida del cercano parentesco, que le causa inquietud, conflicto mental, apetencia…

Apoyada en las rodillas, dramáticamente empinada, Elisa se rinde y le entrega el culo, lo contonea. Siente el implacable estímulo rectal y vaginal que la hace gritar, implorar, bramar…

Se tensa, se estremece, hace brotar los efluvios del deleite y de la eufórica satisfacción carnal. El copioso orgasmo la dobla y la precipita boca abajo rendida, de bruces sobre la cama.

Permanece inmóvil, agitada, mentalmente vulnerada.

Aprieta los párpados, respira profundo, emite un áspero jadeo y al sentir las suaves manitas de Stelly que le estimulan con fruición los níveos glúteos, la increpa con inusitada violencia:

¡Suéltame, no me toques, ya abusaste de mí, ahora déjame en paz!

¡No te quiero ver; desvergonzada, adúltera, degenerada, violadora, parricida, asesina!

¡Lárgate!

Se enfrasca en un lastimero llanto que la mantiene tumbada por varias horas, en pose descompuesta.

Inconsolable, empeñada en no abrir los ojos, en no aceptar una intrincada realidad que anhela pero detesta, dispuesta a dejarse morir en aquel infausto lecho de su ignominia, sólo viene a reaccionar y aceptar una tregua en las primeras horas del siguiente día, cuando la preciosa Andrea, su amada, llega, se sienta a su lado y la conforta con frases de amor y sensuales caricias que le hacen controlar el llanto, abrir sus nublados ojos y entender que la experiencia con Stelly no ha sido más que un suceso circunstancial.

Mi entrañable Elisa, nunca hemos dejado tú y yo de hablar y de entendernos en un plano de objetividad, sin miedo a enfrentar el cambio de paradigmas. Sé que me entiendes, que conoces el sentido y los alcances de este especulativo relato.

Ralph -

Buena rolita Paty me agrada leerte otra vez, me rezultas muy sexy sabes?

Paty -

Ay don Gustavo que pena con usted, me cohibo pero tiene razón de aquí no nos podemos separar. No sabe cómo quiero al director.

Saludos chicos, estaba en Tegucigalpa pero ya aquí otra vez y con muchas ganas de… p a r t i c i p a r.

http://www.youtube.com/watch?v=bRrV_nfDUz8

Gustavo -

¡Cáscaras! Mi enésima felicitación, este blog está vivo por la diversidad de temas, candentes, analíticos, informativos, humorísticos, pasionales y la parte humana sensible, siempre presente. Muchachos, créanme que los admiro de verdad. Un gran abrazo para todos y muy particularmente para Carlónimo, el director indiscutible.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Cómo están hoy? Yo aquí entretenido con la estadística.

Una encuesta realizada por Publimetro a través del Metropolitan Panel, arrojó los siguientes resultados:

A 77% de los encuestados no le gustaría compartir a su pareja, mientras que 22% ya ha tenido experiencias swinger.

Al 95% le gusta el sexo oral (darlo, recibirlo o ambas).

El 48% ha tenido relaciones sexuales al aire libre o en un lugar público,

32% juega a los sabores, que consiste en vendarle los ojos a tu pareja y en una bandeja colocas alimentos de diferente naturaleza. Te untas los labios con ellos y la besas con sabor a eso que escogiste. Élla debe adivinar de qué alimento se trata. Si no atina entonces el castigo será que le untes en el cuerpo ese sabor, en la parte que a ti se te antoje y la disfrutes a leguetazos.

Por último, tan sólo a un 10% de los encuestados le gusta incorporar nalgadas y golpes durante el sexo; y al 15% le agrada estar amarrado a la cama o esposado.

Como ven, hay prácticas que reúnen a casi la totalidad de los encuestados mientras que otras pues como que no los convencen mucho así que las aceptan muy apenas.

Aferrarse a su pareja y no compartirla es una de esa prácticas cuasi universales igual que la práctica del sexo oral. Un dato que me sorprende es que a casi la mitad de la gente le guste realizar el coito en un lugar público ¡vaya! No pensé que hubiera tantos exhibicionistas aunque si relacionamos esto con el famoso “rapidín”, tan difundido según Yazmín Alessandrini, pues ya le veo más forma al asunto y termino por creerlo. Y respecto a la gran aceptación que tiene el sexo oral, pues convendría tratar más seguido el tema en este foro para ver si con ello aumenta la participación.

¿Cómo ven ustedes, les gustaría compartir a su chava? Calma… no les estoy proponiendo que lo hagan sino que lo piensen solamente. Pero no creo, aunque… Me parece que Carlónimo ya trató el tema alguna vez para escandalizar al gaucho. Le decía: ¿A quien no le agrada ver y comprobar que su chava (o su galán) alborota el gallinero? Fidelidad aparte, desde luego.

Pues a mí… qué les diré… Cuando mi Vero va por la calle con la faldita o el jeans bien pegado y a los chavos se les van los ojos admirando sus chamorros y las preciosas nalguitas en erótico bamboleo… Pues a mí sí me gusta, para que voy a decir que no y me enciendo, al grado que por esa sola circunstancia no resisto llevármela y encamarla “cual debe” ¿O no?

Me atreví a poner a mi Vero como ejemplo, porque resulta que ella ya rompió la sagrada regla que me había impuesto, por la cual me regañó más de una vez en público ¿Recuerdan? Esa de que “lo 100% real no debe divulgarse”.

Ahora leo con sorpresa, que ya les dijo lo de las inyecciones de hierro que se tiene que aplicar y hasta les describió el “moretoncín” que está alojado en su nalguita izquierda, el cual a mí me excitó desde que se lo ví por primera vez.

Cuando le bajé la panty y me encontré con esa sensualísima marca, imaginé a mi princesita postrada con los mullidos mofletes respingados y pinchados por una ardiente jeringa de tamaños descomunales… Se me paró grueso…

Pero ya luego supe la causa y al margen de la sensualidad que conlleva el hecho, he sufrido junto con mi Vero las terribles aplicaciones del hierro. Ella es muy valiente pues no rehuye el compromiso. Se descubre con decisión las nalguitas y se acuesta con la respiración muy agitada, apretando mis manos, besándolas y suplicándome que no la deje, que la abrace, que la acaricie, que le haga sentir mi presencia.

Se trata de un pinchazo múltiple, prácticamente en zigzag ¡horrendo! y la tormentosa aplicación puede durar hasta 15 minutos en los cuales la tensión, el miedo, el terrible dolor, la angustia y la impotencia, hacen gritar, llorar y hasta sufrir convulsiones.

Pero hay personas, como mi Vero, que casi no externan el sufrimiento, lo apechuga ondulando el culín, además de retorcer lo que se encuentre a su alcance. Me aprieta los brazos y las piernas, les clava las uñas, los muerde y los pellizca con desesperación. Yo la animo ¡Más, preciosa, lastímame, muérdeme, desgárrame, desquítate, aquí estoy sufriendo contigo!

Creo que es una buena terapia para los dos porque, aunque parezca una tontería, siento que el dolor que a mí me causa se lo está quitando ella, lo cual me hace sentir que de alguna manera compartimos el sufrimiento.

Desde luego sería benéfico que mi Vero terminara el tratamiento y es algo que hemos tratado frecuentemente, pero será ella quien decida el momento. Por lo pronto, eso sí, le hago comer muchas manzanas, espinacas, acelgas, hígado, almendras, nueces y todo lo que me entero que es rico en hierro.

Con respecto a su manchita en la “pompi” izquierda, la tomamos como pretexto para iniciar el juego erótico. Me monto a Vero en las piernas, le descubro sus preciosas nalguitas y le aplico con toda calma el erótico masaje, utilizando las cremas que nos han dado mejores resultados. Hemos llegado a ver una película completa sumidos en esa deliciosa terapia que a los dos nos tranquiliza, nos une como pareja y nos pone al rojo vivo. Siempre terminamos el rito trenzados en una ardiente cópula.

Ya les contaré, mis chavos. Por el momento, me llevo a mi encantadora princesita a la playa, se lo merece por valiente y por ser tan linda. Estaremos en Cabo San Lucas unos días, jugando a los sabores ¿Ustedes gustan?

Verónica -

Carlónimo: De ninguna manera pienso que las personas son desechables, pero en base a tu comentario: “La sociedad moderna parece estar contaminada por algunas circunstancias propias de la empresa productiva: eficiencia, rapidez, cualidad de desechable, que han permeado hasta el contexto de la pareja y de la vida amorosa”, quise ilustrar algunos aspectos de la sociedad actual, que tristemente me ha tocado observar de cerca, especialmente en los jóvenes y adolescentes. Concuerdo contigo en que nuestra forma de pensar es compatible, y te agradezco de corazón hacerme sentir parte de tu vida… y de este espacio…

Te agradezco mucho también, la buena vibra que emanas hacia la relación que llevo con tu hermano, seguiremos echándole ganas ante cualquier adversidad…

Espero que sigas compartiéndonos vivencias tan tiernas y eróticas (Como la de Silvia), el matiz tan personal lo hace más bello aun…

Gracias por tus comentarios acerca de mi relato: En cuanto a Leonor, pues siempre ha sido dura con su hija, ya que es una persona que ha vivido reprimida, por un lado ha hecho bien en exigirle a Johana, ya que es una persona centrada, y muy culta, pero al no establecer el equilibrio (y ejercer la reprobable violencia física), se ha tornado insegura… Esperemos que las cosas cambien ahora que el doctor y su hijo han entrado a sus vidas…

Y en cuanto a la experiencia personal puedes adentrarlo sin temor… ninguna connotación que venga de ti seria hiriente… Gracias por tus palabras y tu amistad… Son detalles que acarician el alma… Bien sabes que tú y Antónimo son dos de mis personas favoritas…

Y para los demás chavos… ¡Manifiéstense!, sigo esperando mas relatos de ustedes, caray…

SALUDOS... QUE TENGAN UNA EXCELENTE SEMANA

Carlónimo -

Preciosa Vero, te agradezco tus finas palabras las cuales me llenan de gusto. En relación a los comentarios, sólo quiero enfatizar que no comparto la villana presunción de que las personas son desechables; y estoy seguro de que tú tampoco.

No creo que tengamos dificultad alguna para entendernos y estar de acuerdo. Por el contrario, me parece que tenemos marcadas coincidencias en la forma de pensar y de ver la vida.

Espero que Antónimo y tú hagan perdurable su relación. Que caminen siempre unidos como lo han hecho hasta el momento, buscando resolver en cariñoso diálogo sus diferencias. Que nunca los llegue a dominar el orgullo.

El relato de Silvia surgió en automático de mi cerebro. La reaparición de la singular protagonista me activó el dulce recuerdo de aquellos momentos tan significativos y tan tiernos que tuve el impulso de compartirles. Después de tantos años, disfruto y me cautiva la feminidad en ciernes de aquella espléndida niña que me hizo conocer lo que es una mujer desde su más tierna edad.

Respecto a tu excelente relato (“Ca me fait mal, moi aussi”), te confieso que nuevamente me sedujo la sensualidad del personaje Leonor, excepto en lo referente a la violencia ejercida en contra de su hija (el “salvaje” jaloneo y las “cachetadas”, fueron para mí un exceso).

Pero más allá de ese factor que yo dejaría de lado, planteas un entorno sumamente erótico donde los personajes Leonor y Simón se agitan en el deseo, a Tomás le “intriga” y excita la explicable actitud de su padre; y Johana aprovecha el caudal de apetencias que se fraguan en torno de su agraciada persona. Les prometo generar mi versión de un ardiente desenlace, próximamente.

En cuanto a la experiencia personal salida del corazón, que has tenido la bondad de compartirnos, te agradezco tan alta deferencia y quisiera tener la sabiduría necesaria para comentar. Porque al entrar en ese delicado terreno híbrido en el que confluyen el erotismo y una problemática personal, me atemoriza equivocar el rumbo y privilegiar lo accesorio en demérito de lo esencial.

Corresponde por derecho a Antónimo establecer la narrativa de acuerdo con el amor que se profesan y con su propia percepción del escenario. Te cedo la palabra, hermano.

En lo personal sólo te diré, preciosa Vero, que más allá de cualquier relato erótico te llevo en el corazón como la enorme amiga que eres, la que está presente en mi pensamiento y en mis oraciones.

Verónica -

Recuerdo vívidamente los tiempos en que finalicé mi kínder, y todo estaba listo para entrar a la primaria ¡Gran logro!..
Sin embargo, mi pequeño cuerpo comenzó a enfermar, pero jamás comuniqué mis mareos o dolores de cabeza, porque estaba acostumbrada a callar las dolencias. Pero un día, desmayé, y mis padres, preocupados por mi peso tan bajo y esa señal, era una alarma para ellos, entonces, por supuesto, tuve que someterme a estudios médicos exhaustivos. Los peores fueron los de sangre, ya que, después de haberlo realizado, siempre sentía que desmayaba de nuevo, pero pude superarlo, y todo eso, reveló una insuficiencia severa de hierro, que por cierto, mis hermanas jamás tuvieron…

Mi pequeño organismo era frágil, pero fue necesario inyectarme hierro, lo cual mis padres acordaron aplicarme en casa, y siempre sin falta, y así fue. Yo no sabía lo que estaba pasando, pero la primera vez que se apareció la enfermera, enloquecí por instinto, me asustó ver una aguja tan grande. La enfermera fue amable, y mi madre me apoyó mucho. Yo me sentía tranquila, confiada… El olor a alcohol, a medicina, me era Ya familiar, fue natural que descubrieran mis nalgas sobre mi cama, el dolor de la aguja penetrando mi cuerpo, me causó sobresalto, pero lo aguanté, hasta que comenzó a entrar el líquido, sentí desvanecerme, y comencé a moverme, pero las personas presentes, se encargaron de inmovilizarme, hasta que cumplieron esa faena.

Era un tratamiento muy largo, y entonces, la siguiente vez que vi a esa señora, y supe lo que me esperaba, me moví demasiado cuando intentaban aplicarme el medicamento… Me descontrolé tanto, que la aguja entró mal, y entonces, tuvieron que extraerla con pinzas porque se rompió, recuerdo vívidamente, que mi ropa interior quedó empapada en sangre, tuvieron que coserme en una clínica, y claro, me aplicaron el medicamento de cualquier forma… Yo no sabía cómo enfocar ese dolor…

Eso, se repitió diversas veces, pues, tenían que amarrarme para ponerme la inyección, y de cualquier forma, sucedía lo mismo (no volvió a romperse la jeringa, pero si entraba mal, y sangraba), hasta que mis padres desistieron, optando por introducir más hierro a mi alimentación, y moliendo pastillas con ese complejo, siempre lo ponían en mi comida, y yo lo detectaba, porque terminaba vomitando…

Las cosas fueron empeorando para mí, conforme crecí… porque nadie notaba mis mareos, me encargué de que mis malestares fueran secretos, hasta que llegué a la adolescencia, y tuve otros tantos mareos, desmayos, análisis, y tuve que retomar ese tratamiento, pero jamás lo hice… y hasta la fecha, me inyecto de vez en cuando para no decaer tanto (Tony me ayuda), pero jamás he tenido el valor de terminar el tratamiento, porque además, se prolonga, y más que nada, las amenazas de transfusiones, me han hecho tolerar el dolor que eso supone, me quedó un moretón que he tratado con cremas caras y con laser, ha sido difícil y doloroso eliminarlo, pero lo estoy logrando…. Ya es casi imperceptible ¿verdad Tony?... Pero me ha costado unos dolores enormes... Tony insiste en que alguna vez, termine el tratamiento, pero ni siquiera imagino mi salud al 100%, ya es algo que descarto…

Pd: cuando se trata de experiencias tan personales, mi inspiración disminuye, así que de antemano me disculpo por lo “chafa” de mi relato… Ojalá que alguno de ustedes pueda complementarlo…

Verónica -

A MOI AUSSI CA ME FAIT MAL (A MI TAMBIEN ME DUELE)….

- Tuve la oportunidad de hablar con Tomás, alguien tenía que hacerlo, después de todo, los chismes en la secundaria se han acrecentado al grado de generar historias e historias sin fundamento, que ya estaban afectando seriamente una y otra reputación, y además, siempre sobrecargados de envidias, y demás pensamientos tan malvibrosos, que me daban escalofríos, y por eso, decidí acercarme a él para conversar….

Debo admitir que, Tomás es mi amor platónico, y el de la mayoría de las chicas que lo conocen, ya que lo tiene todo… Es alto, y tiene cuerpo atlético, su cara tan varonil y bien formada, posee perfectas proporciones, pero… sus ojos, y labios, son un verdadero regalo del cielo… y no se diga de sus nalgas…sus piernas… su inteligencia, moral, integridad… Total, pues el chavo es la perfección, y por eso, a todas nos extraña que de pronto se haya enamorado de la chica más impopular y nefasta de todo el colegio…

- Tomás… Todos sabemos que puedes tener a la chica que quieras… ¿Porqué elegiste a Johana?... Es flaca, jorobada, usa ropa holgada, y se mata estudiando, es tan antisocial….un bicho raro….

- La historia es larga… pero te contaré todo de principio a fin, después de todo, ella tiene lo que yo quiero y necesito, y he aprendido a quererla…

Solía mirarla con inferioridad e indiferencia, y aprendí que las apariencias engañan, solo podemos mirar hacia abajo, cuando hemos de ayudar a alguien a levantarse…

Mi padre, es médico, por eso me gusta leer, y estudiar, ser íntegro, él me ha exigido mucho, y suelo ir después de mis clases y entrenamientos de futbol a su consultorio, haciendo las veces de asistente, pues él así lo dispone… No sé que vaya a pasar cuando comprenda que no puede realizar todos sus sueños a través de mi, ya que yo no deseo ser médico, y es lo que siempre ha esperado de mí… Por lo tanto, le ayudo en algunas faenas para no quedar tan mal, y francamente he aprendido mucho…

Lo que más me disgusta, es ser participe en cirugías (eso no es en el consultorio, sino en la clínica que tiene), ya que me produce repugnancia, pero pues ahí ando pasándole los instrumentos, y siguiendo sus instrucciones… En fin…

Un día de aquellos, estaba leyendo un libro de poesía, en un cuarto contiguo al consultorio, en espera de instrucciones de mi papá, cuando un alboroto, me alejó completamente de mi concentración, y es que, llegó una señora, de cuerpo formidable, de unos 45 años, que llevaba arrastrando a una jovencita de unos 15… La jaloneaba salvajemente de los brazos y ella se dejaba llevar con la vista agachada, y la una cara fatal. Mi padre saludó a la señora, (cuyo nombre era Leonor), con mucho entusiasmo, parecía que se conocían bien… Nunca sentí culpa por espiar la escena a través de una pequeña ventana, la escena era intrigante… yo esperaba quizá, en cualquier momento que mi padre me llamara de pronto para alguna diligencia que necesitara, o simplemente para asistirlo, pero tardó en hacerlo. Pregunto a la chica: ¿Cómo está la paciente más linda y valiente del universo?. Ella no pudo contestar, pues evidentemente, tenía un nudo de rabia e impotencia en la garganta, y en el pecho… se notaba que su madre la controlaba en todos los aspectos.

El corazón me dio un vuelco cuando vi a mi padre, acomodar a la chica insegura en la pequeña camilla… acostada boca arriba, fue cuando reconocí a Johana, la chica tan arraigada de la sociedad… Entonces, las cosas se tornaron más interesantes, pues mi padre le pidió que se relajara, y le profirió diversas palabras consoladoras, como si le fueran a implementar algún tipo de sufrimiento severo… Como si fuera a ser aniquilada…
Y cuando escuché la frase: “Linda, ¿en qué pompita te toca tu piquetito?, ve acomodándote, relájate”… Mis ojos se salieron de sus órbitas, y me reí quedamente ante la idea de ver las miserias de la lagarta…. Mi padre extrajo una caja blanca de uno de los cajones que tenía en sus estantes, la cual contenía gran cantidad de jeringas nuevas… y con las yemas de los dedos y sumo cuidado, como si tomara un papiro antiguo a punto de romperse en mil pedazos, tomó una, y poco a poco, comenzó a abrirla del extremo, jalando suavemente el plástico, ante los ojos de la atemorizada chica.

Del mismo modo, siempre con extrema delicadeza, (que jamás había tenido), quito la tapita… y caminó despacio hacia la vitrina, sacando un medicamento de una cajita, era una ampolleta muy peculiar, se veía un poco más grande que las que yo había visto anteriormente, y después de abrirla con sumo cuidado, mi padre introdujo la aguja en el pequeño frasquillo, comenzando a extraer con dificultad, un liquido rojizo y bastante viscoso, parecía más sólido que líquido, y entonces comprendí, la frustración de mi compañera, sintiendo un poco de lástima, y, lo reconozco, un poco de morbo, el líquido tardó más de diez minutos en entrar a la jeringa, y mi papa golpeaba la aguja repetidamente para facilitar el acceso, luego sacó las burbujitas de aire y con cautela, le puso la tapita de nuevo…. “Leonor, linda, pásame por favor el frasquito de algodoncitos que deje en el escritorio…” ¡¡Por dios!! Mis ojos no me engañaban, definitivamente tuve la sospecha de que coqueteaban…

Eso era una falta de respeto para mi difunta madre, pero después de todo, él tenía derecho a rehacer su vida, y me enfoqué en la escena. Confirmé el coqueteo, cuando Leonor tomó el frasquito, y caminó con paso sensual hacia él, otorgándole el frasco, y toqueteando sus manos con fervor. Entonces, Leonor le pidió a Johana que se descubriera “sus pompitas”, pero ella, no quiso moverse, y entonces, Leonor decidió cachetearla, hasta que, la pobre adolescente, atinó a voltearse boca abajo sin poder bajarse el pantalón, trabajo que, Leonor hizo con brusquedad, de paso, le bajó los calzones, dejando a la vista, las nalgas mas tersas, grandes y hermosas que jamás haya visto en toda mi existencia, ella tenía el cuerpo que siempre he soñado… Estuve engañado por completo todos estos años, debido a la ropa deportiva y aguada que solía usar… Caray, quede embelesado, en shock…

Con poca nitidez visual debido a mi repentino cambio, pude ver a mi padre, limpiando la nalga derecha a Johana con un algodón empapado en alcohol, pero en el momento en que se disponía a introducir la jeringa, notó que la niña temblaba, y tenía las nalgas durísimas, porque las estaba forzando, simplemente no quería relajarse, y de un momento a otro, se subió los calzones, y dijo que estaba harta de ser manipulada, y que la dejaran en paz... entonces el forcejeo se hizo peligroso, porque su madre la volteó a la fuerza, y le volvió a bajar los calzones, pero esta ves, ella no se dejó, y pataleó, y se movió, y se puso incontrolable…

De pronto, escuché que mi padre me llamaba: “Tomás, ayúdame, hijo…sujétale las piernas… procura relajarla”… Fue un momento de éxtasis, y adrenalina, porque sentí el despertar de un sueño, y temía que se notara que estuve espiando toda la escena, pero acudí de inmediato, saludando a Leonor con la cabeza, y de inmediato me incorporé a la escena sujetándole las piernas, dándole nalgaditas suaves, pero como no se relajaba, le levanté la pierna izquierda, y automáticamente, dejó de hacer fuerza, y así sujetándola yo de las piernas…que por cierto eran dignas de una tenista, su madre, la sujetaba de la espalda, y fue así, que la aguja fue introducida a su nalguita derecha, ella se sobresaltó, y cuando el líquido comenzó a entrar progresivamente, ella quiso sacudirse sin poder hacerlo, temblaba de dolor, y escondió la cabeza entre los brazos, llorando amargamente, y suplicando que se detuviera.

Yo solo trataba de no sujetarla tan fuerte, y hacerle breves masajitos en las piernas, y lo que estuviera a mi alcance, porque sentía yo también su dolor… y, cuando finalizó el suplicio, mi padre me pidió que le diera el masaje final… así que me extendí… lo disfruté, y creo que ella también porque se relajó y dejo de llorar, y mientras tanto, mi padre y Leonor, se enfrascaron en una conversación sin distracciones, así que, tire los sobrantes, recreándolos en mi mente, le subí el calzoncito con cuidado, y también el pantalón, y seguí sobándole sin que ella se moviera, hasta que, en un impulso intentó levantarse, sin éxito, y la sostuve de la cadera, ayudándole a incorporarse.

Entonces, mi padre dijo que iría a cenar con Leonor, y nos exhortó (a Johana y a mí), a acompañarlos, pero ella estaba demasiado adolorida y amargada para eso, además se apenó demasiado, al saber que sería yo su compañía, pero me empeñé en conocerla… así que la invité a salir a otro lado… y así nos separamos las dos parejas…
Entonces me di cuenta, de que teníamos demasiadas cosas en común, y era la persona más inteligente que había conocido, además, su personalidad y su historia eran brillantes, y fue entonces, cuando entendí que ella era mi chica… Lloré con ella al compartir las vivencias pasadas, al compartir el dolor físico que suponía su tratamiento, nos abrazamos, y experimentamos el primer beso, tan suave y tenue, apenas perceptible, hermoso… Nuestro problema principal es que, veces batallo para ser correspondido porque su autoestima está muy baja… La gente nos juzga, como tú lo has hecho… Mis ojos azules son para ella, y confieso que, le he aplicado varias inyecciones, y ha sido una de las mejores aventuras que he poseído…

Verónica -

Carlónimo:
No se necesita ser psicólogo para atinar a comprender, el grado en que puede afectar la represión de los “instintos eróticos”… Y qué mejor que desahogarlo de forma sana, y estableciendo un equilibrio sin obsesionarnos (bueno… eso espero jeje).
Gracias por la filosófica explicación que me brindaste acerca del “sexto sentido”… Asumo entonces que Paola busca el placer en extraños, y le gusta sentirse deseada, y “sometida”, pero no en exceso… ¿qué tal?... quizá no sea así del todo, ya que después de tantas vivencias, supe que regresó con su novio…
En cuanto al tema del amor… Estoy de acuerdo en que la época y las cuestiones sociales arraigadas juegan un papel importante, y como dices, los tiempos han cambiado, y ahora las personas son “desechables”, pero aun hay mentes estables, que si consideran la posibilidad de establecer una relación a largo plazo, el compartir (y aceptar) las costumbres y tradiciones de tu pareja, (readaptarse como tú dices), para mí, es la manera más plena y completa de gozar el amor…. (Vaya, finalmente estamos de acuerdo en la mayoría de los puntos, después de todo….). Gracias por tus buenos deseos para la relación que llevo con tu hermano…. Prometo cuidarlo bien. Ha, y muchas gracias por el relato de la infancia… fue realmente hermoso, tierno…

Antónimo: Amor mio... Viajemos juntos de nuevo... te extraño... tengo ganas de inyectarte ¿puedo?...

Carlónimo -

Querido Fer

Debido a que ya nos encontramos a una profundidad considerable, el ambiente se enrarece y el blog empieza a dar señales de saturación. Tal vez el espacio restante se encuentre muy limitado ¿Podrías apoyarnos?

Mi sincero agradecimiento y mi amistad. Un abrazo.

Carlónimo -

Un sorpresivo saludo de alguien a quien no había visto en mucho tiempo me hizo ubicar en aquellos días, cuando los dos teníamos nueve años y ella me sorprendió con su eficiente astucia.

Eramos vecinos y al vernos jugar alguien comentó: “parecen novios”. Eso bastó para que Silvia me preguntara: ¿De verdad somos novios? Yo… pues no sé por qué, le contesté que sí.

Y ya no me la quité de encima, me traía como esclavo. Me ordenaba, me regañaba, me peinaba, me arreglaba el cuello de la camisa y hasta decidía a qué íbamos a jugar.

Un día estando solos en su casa me dijo que jugaríamos a ser esposos. Me hizo sentar y jugar a las comiditas. Después me hizo ayudarle a “alzar” la cocina (sobre el ropero, claro) y decretó: ya vamos a acostarnos.

No dije nada pero la decisión de Silvia me gustó y le obedecí a pie juntillas. Me llevó a su cama, me hizo desabotonarle el vestido, se lo quitó muy campante quedando tan sólo con un pequeño corpiño y la panty. Se metió en cama y me riñó molesta: ¿Qué esperas? Desvístete esposo. Comprobé por primera vez que las mujeres son tremendas.


Mientras hacía descender mi pantalón trastabillé y estuve a punto de caerme. Ella se rió, luego me jaló del brazo y me hizo entrar en la cama.

Muy cerquita de mí preguntó: ¿Estás contento de que yo sea tu esposa? No supe qué responder, sentí que había adquirido un serio compromiso, era una escena insólita que me hizo sentir miedo.

Pero Silvia actuaba como si aquello fuera del todo normal. Me decía: bésame, los esposos se besan, abrázame, bueno haz todo lo que yo haga. Después de darme una buena repasada en las piernas y en las nalgas, me hizo poner de espalda y me abrazó diciendo: ¡ya duérmete!

Luego determinó que ya era el otro día, se puso de pie, abrió un cajón de su ropero y regresó con un palito de paleta: Te voy a inyectar esposo, voltéate boca abajo y bájate el calzón. Se quedó muy quieta mirándome, confieso que me tenía dominado y que a esas alturas yo hubiera accedido a cualquier cosa. Me bajé la trusa y le enseñé completas mis nalgas.

Silvia se mojó con la lengua la yema del dedo, me la aplicó como hisopo y me empujó el palito con fuerza hasta hacerme sufrir y quejar, a lo cual respondía con risas y reclamos: ¡qué exagerado, es solo un piquetito, aguanta! A mí me dolía mucho pero igual me gustaba ser la víctima, expresar mi sufrimiento y sentir entregada mi intimidad.

Luego de inyectarme decía: ¡Vamos a dormir para que reposes tu inyección! Se metía conmigo en la cama, me abrazaba y no dejaba de acariciarme el cachete pinchado.

No sé cuántas veces jugamos a eso, pero fueron varias. Silvia no se prestó a que yo la inyectara, me decía: los esposos no inyectan a las esposas. Así que me quedé con las ganas de verle sus nalguitas, sólo se las acariciaba pero siempre con la panty bien puesta ¡Ni modo!

Ahora que la veo ya no me pide jugar a los esposos pero sigue manteniendo el control de la situación. Me trata con el mismo ímpetu autoritario. La dejo seguir, no me gustaría que fuera de otra manera.

http://www.youtube.com/watch?v=hkscQIOUhtE

Pascual -

El jardín del pulpo a 10 kilómetros en el fondo del mar ¡genial! Y la ambientación con yellow submarina. Así bajamos para llegar aquí con toneladas de letras encima. Qué imaginación. Sigue aliviando tensiones Carlónimo, escribe por favor.

Carlónimo -

Gracias Maricruz, de eso se trata, que disfrutemos y le demos un respiro a nuetras tensiones.

Antónimo, te agradezco tus interesantes si bien DESPIADADOS comentarios acerca de mi persona. Saludos.

Viry querida ¿te gusta esto? pues ven a disfrutarlo, aquí al “Jardín del pulpo”, a sólo 10 mil metros, justo en el fondo del mar. Un sitio muy discreto y de libre acceso, que entre todos podemos convertir en ardiente paraíso.

Preciosa Vero ¡qué gusto verte y disfrutar tus muy calificados comentarios! Qué bueno que te haya ayudado a “no quitar el dedo del renglón” pues para mí sería una catástrofe que te alejaras de este espacio el cual, como bien dices, es un sitio “ideal para desahogar todas las tensiones acumuladas…” Quién mejor que tú, encantadora psicóloga, para diagnosticar los efectos terapéuticos que puede tener el que reconozcamos y encaucemos SANAMENTE nuestros instintos eróticos en el marco de una formativa disciplina literaria.

En cuanto al “sexto sentido” éste se da de manera natural en la interacción con personas tan inteligentes como tú, que saben inducir con frases exactas lo que esperan. Incorporo dos fragmentos de tu relato:

“el doctor Quirarte, estaba encantadísimo con la escena, y comenzó a manosear las blancas y firmes nalguitas, para “encontrar el sitio correcto”…”

“Y (Luis, el novio) le dijo… “Ha, con que te gustan las inyecciones, pues esto te va a gustar mas….”, y cambiando las esposas de lado, obligó a Paola a permanecer boca abajo…”

O sea que, Paola disfruta los incontrolados deseos del vetusto médico y sufre la desagradable acometida del novio, de lo cual resulta el erótico desenlace que buscabas, con la preciosa chica solazándose en manos del soñador e inofensivo médico que la hace gozar para beneplácito de los dos. Me encanta que generemos relatos juntos pues abren una vertiente muy interesante de expresión.

Con respecto a mi supuesta “refutación” aclaro que de existir, ésta no corresponde al terreno formal de la psicología pues no es ese mi campo y me declaro incompetente para presentar una disertación en ella. Hablo tan solo en función de mi propio sentir, al margen de la calificada posición de los expertos.

Pero es que, partiendo de que vivimos en un contexto social muy complejo, es frecuente la opinión de que las condiciones en que se desenvuelve una pareja erótica son afectadas por la cultura de la época, caracterizada por un marcado individualismo.

La sociedad moderna parece estar contaminada por algunas circunstancias propias de la empresa productiva: eficiencia, rapidez, cualidad de desechable, que han permeado hasta el contexto de la pareja y de la vida amorosa. Entonces, son frecuentes las dudas, los cambios de sentir y el tentativo reacomodo personal para evitar contradicciones entre la relación íntima de pareja y los imperativos de adaptación a una sociedad competitiva y cambiante. Se trata del inevitable enfrentamiento en lo personal, de una circunstancia que no estoy seguro de que Freud haya considerado en su tiempo.

Aceptar a ojos cerrados a la persona como es, constituye una alternativa válida ¿será la mejor? Y otra (de mutuo compromiso) es ensayar una readaptación, un reajuste donde el esfuerzo recaiga en ambos. Amamos aquello que nos cuesta trabajo conformar, que nos significa un reto de cambio y adaptación, si es que estamos dispuestos a emprenderlo. Claro que hay defectos verdaderamente inaceptables que no podemos consentir (vicios, violencia, carácter destructivo). Eso, desde luego.

Me da gusto también que te haya agradado el desenlace referido a Leonor. Pero en esta vía dejé de ocuparme de Johana, la deliciosa chica que sufre ¿o disfruta? en silencio, la calentura de los otros dos personajes. Mucho habría que decir acerca de ella.

El prometido relato de tu experiencia personal lo espero con impaciencia.

En cuanto al romance entre Antónimo y tú, pues me produce una gran alegría por el enorme cariño que le tengo a los dos y porque constituye un precioso filón de ardientes vivencias.

¡Qué “suertudo” mi hermano!

Luego les cuento algo.

http://www.youtube.com/watch?v=qE0B5rYdy8I&feature=related

Verónica -

Carlónimo: Muchas gracias por los ánimos que me brindas, y que me han ayudado a no quitar el dedo del renglón, pues este espacio es el lugar ideal para desahogar todas las tensiones acumuladas…. Tu sabes que para mí, todos tus relatos tienen el tinte especial que me hace volar, pero opinare brevemente los que me faltaron de mencionar: El complemento del relato de Paola, fue ideal a lo que inicialmente quería plasmar, así que me pregunto… ¿además de literatura perfecta tienes un sexto sentido, acaso?. Tiene la medida perfecta de sensualidad, y obviamente, el sometimiento que tanto nos fascina…. El relato de Elisa con Andrea, me hizo estremecer…fue muy cachondo….

Para contarles la experiencia personal, necesitaré algo más de inspiración, así que se las debo, pero lo prometido es deuda…

Por cierto, me encanta que refutes mis puntos de vista…y respeto tu opinión acerca del proceso de “enamoramiento”. La explicación que trate de representar, la escribió Freud, y sigo estando de acuerdo con él… Me parece que, después del enamoramiento, viene el amor a las imperfecciones, pero no antes, no se trata de juicios o arquetipos, sino de aceptar a la persona como es, y aprender de ella… complementarse…

Definitivamente, romper con las prohibiciones de tantos años. Desencadenar tantas represiones, resultó reconfortante para la bella Leonor, que, con la moral tan rígida que le inculcaron, y con la cual acepto vivir, al fin dio paso a sus más candentes deseos, envolviéndose en la llama cándida, y aprendiendo a tomar sus propias decisiones, y dejarse llevar…. Me encantó, muchas gracias… y pues los últimos relatos de Maricruz, son todo lo contrario, la sensualidad más tenue y tierna que jamás he percibido…como un cuento de hadas…

Antónimo… Mi amor: Cada día aprendo más sobre ti…. Reconozcámoslo: Hemos recurrido en varias ocasiones a la magia del “rapidin”, mas, nunca ha sido costumbre que corrompa nuestra relación, o la haga más simple en ese aspecto… creo que eso es lo más sano… dicen que de vez en cuando, no hace daño… ¿Quién sabe?... Por cierto, tus reclamos sobre mis bikinis son descarados…después de todo tu me regalaste uno de esos… así que no estés haciendo berrinches… Gracias por hacerme valorar el hecho te tener al hombre más maravilloso a mi lado, vivir el momento con romanticismo y tranquilidad, ha sido la experiencia más hermosa de toda mi vida…

EXCELENTE INICIO DE SEMANA PARA TODOS...SONRIAN, PASENLA BIEN..... A MI NADIE ME BAJA DE LAS NUBES :) SALUDOS

Maricruz -

Carlónimo, tu relato me ha puesto de nuevo en el cielo. Con esto sí que me ayudas a recuperar mi vida. Tantas frases bellas y tanta poesía que manejas como si tal cosa, me apartan de mi rutina, de mi frustrante relación. Pero la cosa dramática no me gusta y menos en este espacio. Lo digo sin eufemismos, me has calentado y me has hecho vivir una experiencia maravillosa, gracias. Por cierto, te dejé un correo en tu mail, me respondes cuando puedas.

Oye Antónimo que no me ha gustado tu comentario. Te he visto hacer y deshacer en favor de la sensatéz y ahora resulta que estás escandalizado porque tu hermano se da un respiro. Si yo le he “atizado al rapidín” será por la excitación de la primera vez, pero nada premeditado. Deja que se relaje de tanto jaleo que tiene. Así que, venga, cada uno a lo suyo y todos en paz.

viry -

Me exitan las inyecciones pero veo que no soy la única.

Pascual -

Excelentes comentarios Antónimo muy agudos y humorísticos, me hiciste reir con ganas. Haber si no se enoja tu hermano. Felicidades por tu romance con Vero.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Para los que son de México ¿ya participaron en el simulacro? No me miren como si estuviera loco ¿cómo que cual simulacro? Pues el sísmico mis chavos ¡No, no los estoy albureando! El sísmico sobre el suelo, no el sísmico sobre la cama, ese ya lo realizan a diario y no sólo simulacro, que ya los veo bien activos con la oscilación y la trepidación ¡Qué rico! Pero no se les vaya a hacer hábito menearle a cada rato, y menos a toda velocidad, porque luego vienen las consecuencias, a ver si no les ataca el “mal de San Vito” y los deja bien tembeleques.

Ya ven, por ejemplo, a Carlónimo que anda últimamente ¡en la pura cuerda floja! O sea del tingo al tango y a salto de mata. Eso de andar con mujeres casadas, preocupado de que los maridos lo vayan a sorprender… O también con el temor de que la “misteriosa mujercita” de su entelequia se le vaya a esfumar y lo deje “a medios chiles”… Pues le ha hecho actuar con desesperación.

Para mí que no es vida ¡Ya párale hermanito!

Por cierto que sobre este tema ya se pronunció la Yazmín Alessandrini con un artículo titulado: “Sexo Express: el bendito rapidín”. Dice la güerita que “Hombres y mujeres lo practican, lo celebran y lo recomiendan. Pero como todo en esta vida, también cuenta con sus detractores y censuradores que, aseguran, se trata de una práctica propia de personas incapaces de desarrollar sentimientos afectivos profundos e incluso la relacionan frecuentemente con eyaculadores precoces...”

Agrega que: “como quiera que sea, el sexo exprés o el rapidín, es parte del glosario de hábitos y acciones sexuales que adquirimos y ejercemos al interior de nuestra intimidad. Varios son los puntos de vista, muy disímbolos entre sí, que genera el también llamado turbo sexo o quickie (anglicismo que en español significa, precisamente, rapidín.”

Dice que: “Para algunos es sumamente emocionante porque viene aparejado con la adrenalina de hacer el amor en lugares donde se corre el riesgo de ser descubierto” Pero, también dice que: “Desde hace muchas décadas el rapidín siempre ha sido considerado un recurso sexual eficaz para esas parejas que, gracias a su ritmo diario de vida ocupado y estresante, de pronto cuentan con algunos momentos disponibles en los que pueden dar rienda suelta a un deseo sexual que repentinamente les surge de manera espontánea”

Pero también advierte la Yazmín que: “hay que tener mucho cuidado en no caer en un abuso del turbo sexo porque ese orgasmo rápido que deriva de un quickie y que tanto le agradó a ambos en un principio, puede convertirse en un displacer, porque al principio ni ella ni él le otorgan cierta relevancia al hecho de que él eyaculó rápidamente, pero cuando esta relación tiende a formalizarse en el futuro inmediato lo que en un inicio les producía adrenalina, enseguida evoluciona hacia un problema sexual muy serio. Lo ideal (…) es que la pareja se comunique y hable sobre el tema, respecto a las ventajas y las desventajas del uso y abuso de ciertas prácticas dentro de su intimidad; porque hay mujeres que no todo el tiempo están de humor para un rapidín y de vez en vez van a sentir deseos de preámbulos, de romance, de ser tratadas con ternura y que el galán se olvide por un momento de arrinconarla detrás de una puerta o avasallarla en el asiento trasero de la camioneta.”

¿Se imaginan? Quedarse con la manía de andar cogiendo de volada en el coche, en los parques, en el ascensor y hasta en el bus. Así nada más medio tapaditos con la chamarra, haciendo gestos, desorbitando los ojos y pataleando de puros nervios… No pues qué oso y también qué mala onda.

Así que no es muy recomendable que Maricruz le ande atizando a los rapidines ¿Recuerdan el siguiente diálogo que Carlónimo inicia?

“Me recosté a su lado, nos miramos fijamente, queríamos justificar la aparente precipitación, saber que nos comprendíamos y nos respetábamos. “Entiendo que te gustaría algo más”, me dijo. “Por supuesto”, respondí, “me encantaría establecer un digno protocolo”. “Lo sé”, agregó, “pero aquí estamos ¿por qué no empezar a la inversa?

Y ya con eso, el Carlónimo se la “chutó” de película.

Y en la otra entrevista, este lunes, resulta que Carlónimo entra al blog y no encuentra “más que a la preciosa Maricruz saboreando un suculento polvorón sevillano.” Y entonces, se pregunta: ¿Por qué no? Y ¡Prau!

¿No les parce que mi hermano está en verdad irreconocible? Antes muy medido y ahora rebotando como pelota. Por algo es que nuestra amiga Blanca especula: A mí lo de la misteriosa mujercita de Carlónimo me da espina.”

Pues es que parece andar con una pero como que le tira a la otra. Para mí que anda desubicado y no se halla.

No hay como un “digno protocolo”. Por ejemplo, aunque mi Vero diga que anda trabajando, acabamos de irnos bien romántico a la playa. La hubieran visto con unos bikinis tan insignificantes que los lancheros y los demás chavos que pululaban por el sitio, pues no le quitaban la vista de encima. Yo indignado: “Te dije que no usaras esas pinches tangas que de lejos ni se aprecian”. Y ella, impávida: “Ya tranquilo, mi Tony, no hagas panchos ni seas tan fresa, que la vida es corta y que…” Puros argumentos “Freudianos” que terminaron calentándome y entonces sí me impuse. Me la llevé al único sitio que, según la Alessandrini, garantiza igualdad, o sea la cama.

Pero ya ahí, se poroyectó de inmediato, como anda siempre tan acelerada con su trabajo, pues me apuraba y me decía: “ya déjame las tetas”; o “Qué tanto me miras las nalgas ¿quieres inyectármelas?”; o bien “Tus dedos me inquietan la vulva pero tu pene más ¡Ya métemelo!. Es el caso que hasta mi preciosa piernudita anda bien acelerada y metida en el juego de los rapidines.

Así que me propuese ubicarla y poco a poco la fui acorralando hasta que nos sentamos por fin en la terraza y frente a la paradísiaca vista y el rumor del imponente océano, le hice que nos miráramos en silencio, tan solo tomados de la mano, que valoráramos nuestra relación y la disfrutáramos.

Fue cuando se le quitó el terrible semblante de asustada con que anda todo el día en la chamba, me regaló una dulce sonrisa y me dijo:

“Antónimo: Gracias por cuidarme y atenderme con tanta dedicación y cariño, eres el mejor hombre que he conocido…!!!”

No saben lo que sentí; es la primera vez que me trata con tanto cariño. En ese momento la ví como lo que es: “una mujer extraordinaria a la que deseo con furor, pero que empiezo a sentir como la compañera de mi vida.

La llevé a cenar, se veía preciosa con un vestido largo sensualmente entallado. Nos abrazamos sin tanta ansiedad, con enorme cariño… y nos perdimos soñando al compás de una romántica melodía.

Carlónimo -

Bueno… ¿Por qué no?

Hoy está medio nublado, con las banderas septembrinas medio ajadas por las constantes lluvias. Me asomo al blog para buscar alguna novedad y no aparece más que la preciosa Maricruz saboreando un suculento polvorón sevillano.

¡Hola, maja!

Sonríe y me acerca la almendrada pieza a los labios ¡Vaya sabor! El dulce y grasito bocado me hace emitir un súbito festejo: ¡Mmmmm! Nos miramos con curiosidad.

¿Cómo sigues?

Con tus cuidados… repuesta.

Me embute medio mazapán en la boca. Con el gracioso meneo de sus nalguitas envueltas tan solo por el desquiciante baby doll, va y me alcanza los aperos con los que procederé a inyectarla.

Sentada al borde de la cama cruza coqueta la pierna y me observa desafiante.

Afrontando la hiriente jeringa rinde el cuerpo colocándose de bruces, boca abajo. Confiadamente desvela sus redondos y duros cachetes que se rizan a causa del postrer acomodo.

¡Uuuuyyy! Respingan ligeros al sufrir el doloroso pinchazo.

El émbolo avanza resuelto, la mililítrica gradación del depósito retrocede, de 3.0 a 2.5, 2.0, 1.5… Maricruz se va inquietando, gimotea, suspira, tiembla, me suplica ir más despacio.

Sus nalguitas se retuercen, el nudillo rectal se revela con erótica intermitencia. Los henchidos bombones rebosan, la indómita vulva se crispa y segrega finas perlas del evidente deseo.

La hipodérmica recula poco a poco hasta ser liberada.

La preciosa Maricruz gime, solloza, me observa expectante. Aloja con gusto mis dedos en su ardiente vulva que los succiona.

Anhelante, insinúa el relevo en favor de mi tieso pene, hasta hacerlo deslizar con lisura en su ardiente y jugosa grieta que lo engulle, humecta y frota, sorbiéndolo hasta extirparle, entre gritos eufóricos y sollozos, el lácteo botín de la concupiscencia.

Preciosa Maricruz, espero no haberte defraudado.

Pero… Olvídate de mí cuando estés en brazos de tu marido.

http://www.youtube.com/watch?v=FzCVS34OlqM&feature=related

Maricruz -

Carlónimo, eres un sol. No hace tanto que te pedí me escribieras y ya he tenido la suerte de ser favorecida y en qué forma. Me has dedicado uno de tus más pasionales relatos, así lo veo yo. Me hacía tanta ilusión verme en un pasaje como este asi fuera en condición, como suele decirse un poco pachuchilla. Me hice costumbre de entrar cada noche por si había respuesta y ahora la encuentro con ese estilo tan ardiente y poético tuyo. Me hiciste gozar… GOZAR. Me entiendes? No sé si me puedas dedicar otro relato, que ya me gustaría, pero si no que os quede al menos este bonito recuerdo de mí. De todo corazón, quien felizmente ya ha sido TU Maricruz.

Carlónimo -

Ensueño

¿Qué mágico compuesto libera la fusión de dos cuerpos? El ardiente y dulce embeleso de sentirse reunidos y participados hace que las almas bullan y se agiten rebosantes de placer, regocijadas de felicidad.

Muy grato es abrazar a una preciosa mujer sumisamente acurrucada en tu regazo, recibir su calor, absorber su energía, ser parte de sus sueños.

Pegado a su cuerpo, acariciando y besando su dulce rostro, me alegraba de tenerla. Recordaba cuando la ví por primera vez: Las mesas, el glamour, su elegante vestido, la música, su porte arrogante y distinguido, la gracia y el desdén con que me miraba.

Enternecido, busqué sus labios y los degusté apaciblemente. Me abrazó con suavidad haciéndome sentir la inconfundible consistencia de sus senos que se apretujaban contra mi pecho.

Al sentirla muy caliente la hice voltear, me monté en sus piernas, separé los elípticos cachetes y le introduje el termómetro en el recto.

Permaneció tranquila, suavecita, expectante y confiada. Emitió un suave rumor al saber que estaba afiebrada y colaboró a partir de una suave relajación para que le introdujera el supositorio en el ano.

Despacio, sin prisa, mantuve mi dedo sumergido hasta sentir que la preciosa Maricruz se inquietaba y balanceaba sus nalguitas para tallar mi mano, arrullándola en el fondo de su raja, apretujándola con los tersos glúteos que se estremecían voluptuosamente.

El suave jadeo, la curvada silueta, la creciente tensión de sus piernas, la incipiente humedad de su vagina, me fueron llevando al paraiso de mis más caros deseos, hasta derretirme en aquella escultura viviente que me absorbió con desesperación.

Sus piernas me flanquearon, sus brazos me acogieron, sus labios vaginales me colapsaron. La calidez de su más íntima garita acarició y humedeció mi pene, escaló mi cintura, me avanzó por la espalda e invadió mi cerebro, hasta producirme una colosal explosión de placer que compartimos estrepitosamente.

http://www.youtube.com/watch?v=E6Cl2GAh-dU

Leticia -

Carlónimo, tu relato de Elisa y Andrea me ha causado ya varios orgasmos!! Escribe más relatos lésbicos y no olvides la travesurilla que estoy dispuesta a correr contigo…

Carlónimo -

Querida Hilda, al contrario, es un privilegio poder escribir acerca de ti y será un placer seguirlo haciendo.

Querida Vero, me da gusto que sigas escribiendo; aprecio en tal medida tus relatos, comentarios y tu siempre grata presencia, que cuando no estás te extraño demasiado.

Me agrada que te hayan gustado mis más recientes relatos si bien has olvidado mencionar algunos, como es el desenlace que le dí a tu magnífica narración acerca de Paola; o bien el romance de Elisa con Andrea.

Sobre el relato de Maricruz ya habías comentado algo pero me genera una grata inquietud lo que ahora mencionas acerca de que te recuerda “una experiencia personal muy difícil” ¿Será posible que nos la compartas?

En cuanto a la boda, por supuesto que recuerdo, entre otras cosas, el ambicioso “regalito” que nuestra buena Eulogia se prodigó adjudicándose algunos de los más cotizados culitos para pincharlos con su terrorífica aguja, pero ¡no me dejen solo pues ya tengo bastantes compromisos! Me canso de leerme a mí mismo y quiero disfrutar del magnífico estilo literario que desbordan algunos de ustedes, en particular del tuyo mi querida Vero.

Finalmente, en relación a tu comentario de que “La pareja es un collage de nuestra historia, y por esa razón, nuestros amoríos tienen siempre algún aspecto en común (casi siempre superficialmente)… El problema es cuando vamos desenmascarando esas piezas de idealización, y comenzamos a ver a la persona como realmente es…llena de defectos… Claro que, para aceptarlos debe mantenerse un compromiso y amor firme, que no siempre se puede concebir, y ahí es cuando se rompe todo lo logrado, que en realidad siempre fue un espejismo…”

Fíjate que en ocasiones he pensado lo contrario. Me parece que si la persona con quien entablamos una relación correspondiera al arquetipo de pareja que nos hemos forjado, muy pronto perderíamos todo interés en ella. Son en cambio las sorpresivas “imperfecciones” que vamos descubriendo las que nos mantienen vivos y nos encienden el corazón. Es frecuente que las desavenencias nos renueven y que las súbitas transformaciones nos apasionen. Lo importante es aceptar que somos entes complejos y que no claudiquemos en nuestro afán de reconquista. Erigirnos jueces de nuestra pareja es adjudicarnos un atributo divino que no nos corresponde. Que los “defectos” identificados no sean el amargo bocado que debemos aceptar, sino la dulce variante que renueva nuestra experiencia. Esto, desde luego, no significa que podamos eternizar la relación; seguir o no es prerrogativa nuestra ¡Cuántas veces rompemos con personas a quienes, en función de sus propias “imperfecciones” seguimos amando de por vida!

En relación a tu magnífico escrito, se me antoja continuarlo de esta manera.

“…y esperando a que se fueran, sobó su pobre nalguita, cayendo en un profundo sueño….” Ya estaban tranquilos el calenturiento médico y la severa madre quienes se miraron con aire de complicidad. Leonor, con el rostro un tanto apagado por la frustración de no haber podido en casi tres años de viudez encontrar, si no un nuevo amor al menos un atractivo amante, se había refugiado en una especie de erotismo indiscriminado con manifestaciones de sadismo, del cual hasta su preciosa hija era víctima. Simón, a su vez, abrigaba un perfeccionismo obsesivo pero se permitía y disfrutaba a su antojo la aplicación de dolorosas intramusculares a cuanto paciente caía en sus garras.

Viendo que la dulce jovencita dormía plácidamente salieron los dos de la recámara. Simón entregó a Leonor la jeringa y el hisopo utilizados y se fue a sentar al salón donde lo alcanzó poco después su amiga con dos aromáticas tazas de café y se enfrascaron en una interesante charla acerca de las bondades de la medicación intramuscular. Simón se fue excitando y tal vez imbuido por la esplendidez del cuerpo de Leonor, le espetó en un arrebato de varonil audacia, que para él sería de gran placer inyectarla.

La atractiva mujer se puso muy seria, bajó de golpe la pierna derecha que había mantenido despreocupadamente cruzada sobre la izquierda, se puso de pie y encaminó con brusquedad al médico a la puerta. Estando a punto de salir éste le dijo apenado: Leonor, no quiero que te quedes con esa mala impresión de mí, te ruego que me disculpes. Ella se replegó, lo miró titubeante y repuso: No hay nada que disculpar, soy una tonta, al tiempo que dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas.

¡Epa! Leonor… ¿qué pasa? La mujer apretó los ojos, emitió un fuerte sollozo y se desplomó en los brazos de su amigo que la contuvo y la dirigió hacia el “love seat” del recibidor, donde se sentaron y ella lloró amargamente. Permanecieron abrazados, hasta que Leonor recuperó el habla: No es que piense mal de ti, es que no puedo escapar de la rígida moral con que me educaron. Quiero ser otra vez mujer, disfrutar el erotismo, vivir mi sexualidad, no ser una pobre tonta que se reprime ante el deseo y la posibilidad de disfrutar.

Simón la escuchó pacientemente, abrió su maletín, extrajo una jeringa, la cargó con un agresivo compuesto a base de sales ferrosas y complejo “B”, se puso de pie y prescribió: ¡Descúbrete las nalgas, Leonor!

La preciosa mujer saltó de miedo, miró fijamente al médico, sus labios palpitaron menudamente, intentó decir algo que no llegó a concretarse, retrajo finalmente los hombros, respiró profundo, se acomodó en el asiento y repuso en tono conciliador: “Permíteme antes disfrutar otra taza de café”.

Sirvió la bebida, resopló, emitió una pícara risita y tras algunos nerviosos sorbos en completo silencio dejó la taza sobre la mesa y se puso de pie diciendo: “Pasemos a mi recámara, Simón”

Leonor es una mujer excitante: alta, garboza, morena clara, cabello largo ondulado, piernas y nalgas abundantes, cintura marcada, busto exuberante, franca, irónica, de temperamento cálido.

Entró con mucha decisión a la recámara, se retiró la chaqueta y la aventó sobre la poltrona. Sin titubeos se alzó la falda, retrajo la pequeña panty hasta el pliegue inferior de las carnosas y firmes nalgas, se empinó y se lanzó de golpe sobre la cama diciendo: Bueno pues ya está, soy mujer y necesito desahogar el morbo, aquí están mis nalgas ¡inyéctame, Simón!

El excitado médico permaneció muy quieto admirando aquel monumento viviente y resignado a sufrir los rigores de la cruenta jeringa que refulgía amenazante. Abrió muy grandes los ojos, disolvió el nudo de su garganta y se aproximó para hurgar los suculentos bombones. Al sentir el decidido tacto de Simón, el culo de la chica proyectó tan sensuales ondulaciones que el médico se estremeció.

La chica apretó los ojos, detuvo la respiración y permaneció expectante hasta sentir la hiriente pica que le desgarraba el glúteo haciéndola gritar de dolor y de insólita pasión. Sus encontradas reacciones de queja, júbilo, rechazo, disfrute, llanto y risa, predispusieron a Simón a un regocijo franco, descarado. Sin poder contenerse apretó con sadismo el émbolo: la chica gritó, él la agredió con nalgadas, ella lloró, él estalló una carcajada, la apretó contra el lecho, se le montó a horcajadas, le extrajo la puya y se lanzó sobre el formidable culo para besarlo, morderlo y barnizarlo a lengüetazos.

Las muestras de excitación se tornaron descomunales. Simón reía, Leonor jadeaba, él se sacó el pene, ella se empinó, él la penetró, los dos gritaron como locos, entablaron un rabioso mete y saca, se retorcieron, se enjutaron, lanzaron espeluznantes alaridos, se desplomaron con los genitales enchufados, vociferaron una ringlera de mimos y halagos, se fueron serenando, hasta quedar profundamente dormidos.

Cuando despertó Simón, su amante lo recibió con una súbita consigna: ¡Descúbrete el culo cariño, que ahora va la mía! Él obedeció resignado, sus espléndidas nalgas de corte femenino se elevaban sensuales, pálidas y temblorosas, frente a la ruda jeringa que ya las amenazaba. Vino el cruento picotazo, los gritos, el pataleo, los quejumbres y las lágrimas. Leonor explotaba sendas risas, Simón lloraba y temblaba, el indómito émbolo avanzaba. Leonor insertó sus dedos en el coño de Simón, las nalgotas se agitaron e hicieron que se estableciera la deseada frotación.

De nuevo voló la pica, se arrimaron bruscamente él por detrás de ella de costado, y emprendieron un nuevo coito. Teniendo a la preciosa Leonor penetrada y a su propio culito sensualmente traspasado, Simón se agitaba, reía, gritaba, imploraba mayor castigo, sumía su verga y abría el culito para recibir nuevas estocadas que Leonor no le negaba. Ya en la recta final emitieron un feroz bramido y se azotaron como serpientes, hasta derramar entre salvajes gritos, la última gota de sus ardientes efluvios.

Media hora después, serenos y reposados, emitiendo pícaras risitas avanzaron por el corredor, irrumpieron de golpe en la alcoba de Johana, la despertaron a gritos y le mostraron de nuevo la pica ya dispuesta para inyectarla. La dulce jovencita se agitó, se defendió, pero fue sometida por su madre, hasta quedar boca abajo, dispuesta, rendida, resignada. El doloroso piquete se le subió como relámpago invadiéndole el cerebro, como un cruento flagelo que la condujo hasta la insensibilidad y el placer total.

Seguimos en contacto, no me olvide de tí querida Maricruz. ¿Y Paty? Dónde andas, preciosa niña.

http://www.youtube.com/watch?v=mbt74pdk_4c&feature=related

Verónica -

La pequeña Johana de 13 años, alumna estrella, y deportista dedicada, nunca se caracterizó por tener un carácter sociable, porque no se interesaba por eso, y además, prefería dedicar su tiempo a cosas más importantes que las largas amistades o cortos noviazgos, por lo tanto, sus relaciones sociales en el colegio, eran siempre cortas, y absolutamente enfocadas a los asuntos escolares. Sin embargo, había un chico de su clase, que la hacía volar, y distraerse mucho, pues siempre supo que el era único, en su selectiva mente… Su nombre era Tomás. Era demasiado inalcanzable… tal como una luz gratificante, que la hacía levantarse todos los días, y ser una persona mejor… Mas, era tan popular, que ella sabía: Jamás posaría sus ojos en una ridícula “nerd”…
Y así pasando los días, y creciendo ese hueco interno, Johana comenzó a sentir malestares físicos leves, pues prefirió “somatizar” sintiendo un dolor físico que emocional, era demasiado diplomática, primero, adelgazo sin quererlo, diez kilos y en poco tiempo, su cuerpo comenzaba a sufrir estragos fuertes, como mareos, palidez, y cansancio, hasta que una mañana, cayó desplomada en el campo deportivo del colegio, durante un partido de futbol femenil…
Su madre, la viuda Leonor, que ya tenía en el rostro, los estragos del tiempo y las preocupaciones, la sometió a severos estudios médicos, con su doctor de cabecera, que quedó de ir a entregar los resultados personalmente, en casa de Johana y su Madre…
Aún Recuerda Johana aquella tarde de miércoles a las cuatro de la tarde, cuando se disponía a dormir con una pijama de licra blanca, ardiendo de fiebre, y acomodando su cabeza en la almohada en un intento de descanso… De pronto, su madre, Leonor, irrumpe con brusquedad en la puerta, anunciándole con exageración el resultado de los estudios médicos, informándole que, sin escapatoria y de inmediato, habría que aplicarle un tratamiento intramuscular, para regular las defensas en su sistema inmunológico, y se disponían a empezar de inmediato…
Johana le dijo a su madre que estaba de acuerdo, y al día siguiente, podría comenzarlo, pero la madre, que era exigente en todas sus labores, decidió rígidamente, empezarlo en ese instante, y le anuncio a la temerosa Johana, que el doctor aguardaba fuera y se preparase. Johana, con desesperación, suplicó por un día más de paz… de todas formas, no estaba precisamente en sus mejores galas, y solo quería dormir… pero su madre, con firmeza, no dio paso a ruegos ni consideraciones, y le ordeno a su hija, guardar silencio, mientras dejaba pasar al doctor Simón….
Simón, entro con distinguido porte, saludando refinadamente, y Johana no pudo esconder su cara de vergüenza, solo atino a cubrirse con una sábana el cuerpo, y con los ojos casi dilatados, escuchó a su médico. Le dijo que desafortunadamente, era obligatorio aplicar unas inyecciones, y que ya había hablado con Leonor para comenzar lo más pronto posible, y en breve le aplicarían la primera dosis…
Suplicando, y llevándose sensualmente las dos manos a las nalguitas, incluso a través de la sábana era completamente sensual, pues la chica poseía un cuerpo bastante deportivo…
Sus pataditas, a guisa de berrinche, no dieron resultado, pues doña Leonor es demasiado estricta, y le dijo que cooperara por las buenas o por las malas, aportando a su hija un poco de resignación, y con cierto titubeo, se recostó boca abajo, viendo toda la preparación y el suplicio que le esperaba….
Simón le dijo a Leonor al oído, que fuera un poco más gentil con ella, porque el medicamento, era sumamente doloroso, y requería muchísimo apoyo… Mientras tanto… quitaba lentamente el plástico a la jeringa, con un cuidado que se sentía ya ansioso y disfrutable... y, así mismo, comenzó a cargar el medicamento, ante los ojos de la chica, añadiéndole un pequeño extra a la dosis, para “reforzar”, pero él sabía bien, el dolor insoportable que eso causaba, y que, por supuesto, discretamente, quería presenciar….
Le pidió a la señorita, con cierto morbo, que se bajara los pantalones, y también los calzones, de una forma descarada y algo morbosa, pero Leonor, jamás lo notó, estaba buscando el pequeño frasquito de alcohol en la gaveta del closet…
Cuando todo estuvo listo, y Johana seguía pataleando, su madre le bajo con brusquedad la pijama, y sus calzones blancos que contrastaban con su piel morena, sin notar el pequeño rubor de sus mejillas, cuando la pequeña pieza, descendía por completo, descubriendo un par de tremendas carnes, bien formadas y sin marca, defecto o mancha, realmente sobrepasaban la perfección. Y posteriormente, Simón palpó los sitios más recomendables… le decía palabras muy dulces, y le acariciaba los muslos con deseo cariñoso y disimulado…
Johana temblaba de miedo, pero no se movió, solo veía lágrimas de humillación cayendo por su rostro, pero nadie lo notó… Las pequeñas frases de consolación, ya estaban fuera de su órbita, pues estaba en shock, la jeringa entró de un solo golpe, y al recibir la dosis, Johana despertó de su ensueño, para llorar y gritar con verdadera desesperación, pues Simón recortó un extremo de la jeringa para que fuera más dolorosa…. Johana lloraba incontrolablemente, y Leonor estaba asustada, la aplicación duró más de 10 minutos, porque Simón disfrutaba cada milímetro, y cada lagrima de la paciente, hasta que, al fin terminó, y extrajo la aguja… Johana no permitió el masaje de consolación… llorando, despojada de su ropa, se cubrió con la sábana, y esperando a que se fueran, sobó su pobre nalguita, cayendo en un profundo sueño….


Verónica -

HOLA CHICOS!! ME DISCULPO POR LA LARGUÍSIMA AUSENCIA...LA VERDAD ES QUE, PUES YA SABEN...TRABAJO Y BRONCAS SON DEMASIADO ABSORBENTES....LES ANEXO MI RAPIDA OPINION DE LOS ULTIMOS ACONTECIMIENTOS...

Fuckty…. El video es sensacional, (algo actuado), gracias por compartirlo, y esperamos q nos compartas también experiencias tuyas…

Carlónimo: Nuevamente te reitero una felicitación por tan ingeniosos y sensuales relatos… nos llevas a otra dimensión: Leticia y Nelly son la viva representación del “fruto prohibido”, me encantó el simbolismo y la pasión que entretejieron en dicha faena…. Y el sueño con (la ya señora) Eulogia, fue fascinante… me envolviste en aquella sensación placida y formidable del deseo latente, siempre más y más estimulante y emocionante, pues pueden sorprenderte… Después de todo, la experiencia clandestina se ha convertido en una de nuestras fantasías preferidas, un umbral que pocas personas se atreven a franquear. Wow!.... Ha, y el relato de Maricruz me recuerda mucho una experiencia personal muy difícil, claro que, con ese maravilloso tinte poético que te caracteriza y nos hace soñar… Me sentí espía de Hilda y Paco, realmente estuve presente en tal espectáculo tan privado y sensual…

Antónimo: Gracias por cuidarme y atenderme con tanta dedicación y cariño, eres el mejor hombre que he conocido…!!! Estoy de acuerdo en los beneficios que conlleva el orgasmo, y pues ojalá todas las mujeres tuviéramos esa comunicación con nuestra pareja, para enfocar los gustos… Y pues en cuando al artículo de: ¿Porqué dejó de amarme?... Pues yo creo que el enamoramiento, es un proceso que proviene de todas las experiencias conscientes e inconscientes que se han experimentado a lo largo de la vida, pero por alguna razón, coincide como un rompecabezas afín… La pareja es un collage de nuestra historia, y por esa razón, nuestros amoríos tienen siempre algún aspecto en común (casi siempre superficialmente)… El problema es cuando vamos desenmascarando esas piezas de idealización, y comenzamos a ver a la persona como realmente es…llena de defectos… Claro que, para aceptarlos debe mantenerse un compromiso y amor firme, que no siempre se puede concebir, y ahí es cuando se rompe todo lo logrado, que en realidad siempre fue un espejismo…y por otro lado, a veces aunque se sepan aceptar y amar los defectos, simplemente se cae en la rutina… Afortunadamente, eso no nos sucederá a nosotros, ¿verdad bomboncito?...

Pascual: Pronto estaré escribiendo nuevas experiencias… lo prometo…

Hilda: Cuéntanos más detalles de tu tratamiento…lo esperamos ansiosamente…

Muchísimas Felicidades a Eulogia, fue un honor acompañarla tan de cerca en su ceremonia, siempre tan refinada… pero faltaron algunos detalles de la fiesta… Carlónimo, ¿Recuerdas el desfiguro que se armó cuando la novia se ausentaba por “breves” periodos de tiempo, junto con algún par de invitados?... Pues resulta que la querida señora, pidió como regalo de bodas una sesión privada en el pequeño recinto, con varios de los invitados, por supuesto, para regocijarse, insertando dolor en cuantos traseros se pudiera… y obtener el elemento sorpresa extra… ¿que tal?

Hilda -

Carlónimo, me excitas cuando escribes de mí. Pocas veces he tenido ese privilegio, tal vez sea por eso que lo disfruto tanto. Todo lo que escribes me encanta, igual que la forma como ves la vida y como enfrentas tranquilo las opiniones de los demás que a muchos les harían descontrolarse. Considérame una gran admiradora.

Carlónimo -

Antes pensaba que yo dominaría el placer, que éste sería mío y que yo podría gobernarlo y suministrármelo a voluntad. Ahora siento que me controla y que no puedo escapar de él. Después de mi experiencia con Sofía no creí volver a tener relaciones lésbicas. Y de pronto me encuentro con Andrea y estoy atrapada en esta nueva experiencia que me subyuga. No puedo evitarlo, la amo, la deseo, soy esclava de sus besos, de sus caricias, de su amor y de sus caprichos.

Sólo la veo y mis ojos brillan, los siento vivos, expresivos, inquietos; mis labios dibujan una tierna sonrisa; mi cuerpo se estremece; comienzo a balbucear… Cuando ella se acerca me toma del talle y me besa, pierdo todo control y la dejo que me haga lo que quiera.

Sí, la conocí en el consultorio, ella era mi paciente y sufría una decepción amorosa, se me partía el corazón de verla llorar. Tratando de confortarla la abrazaba, enjugaba sus lágrimas, acariciaba su cabello y le permitía ceñirse de mí a voluntad.

Hasta aquí todo fue normal, pero un día llegó cojeando y al preguntarle la causa me respondió que la acababan de inyectar y la habían lastimado. Te confieso que en ese momento me invadió el morbo. Yo estaba sentada, ella de pie, le hice acercarse y le dí un simbólico masajito en las piernas. Entonces me tomó la mano y posándola en su nalga me dijo: No Elisa, me pincharon aquí.

Excitada, le hinqué mi dedo tratando de identificar el punto exacto de la punción. Andrea se estremeció emitiendo una sentida queja, desabrochó su pantalón, se lo retrajo igual que la panty y retorció el cuerpo tratando de mirarse el culo donde tenía un leve moretón y una ampulita causada por la concentración del medicamento. Tiene unas nalgas preciosas, redondas, respingadas, muy excitantes. Como ella me lo permitiera, le apliqué unos cariñitos lo cual me acrecentó el deseo y, ya fuera de mí, le besé el glúteo. Andrea se quedó inmóvil, me miró fijamente, luego repuso: “Elisa, eres tan linda, gracias por tratarme así, con tanto cariño…”

Me di cuenta de lo que pasaba, supe que habíamos entrado en una nueva etapa, que entre ella y yo había algo más que relación profesional, o amistad, y que era el momento de decidir si estaba yo dispuesta a enfrentar lo que viniera. Me aparté por un momento pero ella se quedó muy seria, impávida, con ojos de tristeza. Me levanté, le sonreí y me acerqué: El corazón me dio un enorme vuelco al sentir su rostro a dos centímetros del mío. Nos miramos fijamente, su respiración me acarició las mejillas, sus pestañas golpearon las mías, sus labios y mis labios se acoplaron, se mordieron, se agasajaron. Sentí sus manos recorrer mi cintura, mis nalgas y mis partes íntimas.

Fue el principio de una relación muy intensa en la que nos disfrutamos sin ambages y hemos descubierto una gran afinidad sexual. Nos inyectamos mutuamente o nos hacemos inyectar. Carlónimo, mi gran amigo, me he permitido llamarte y pedirte este singular favor, pues sé que tú me comprendes y colaboras con nosotras en la explosiva búsqueda de escenarios.

Las dos bellas chicas permanecían acostadas en paralelo con las pequeñas falditas replegadas y las pantys confinadas en los muslos. Tienen una fisonomía tan semejante que parecen hermanas: Delgadas, altas, de piernas largas, piel blanquísima, nalgas medianas, mullidas, muy bien formadas. De piel muy tersa y sana, cabello chino, nariz recta larga, ojos grandes, claros expresivos, modales finos. Dígnas representantes de la tradición sefardí.

Froto y pincho el cachete de Elisa, desinfecto el de Andrea y lo perforo. Se estremecen, suspiran, se transmiten estentóreos estímulos corporales, visuales y guturales. Se acarician mutuamente: las nalgas, la grieta rectal; se penetran el ano, lo tallan con desesperación. Entre sollozos entablan un rabioso toma y daca, con sendos estímulos vaginales; se incitan el clítoris; gritan, braman, emiten hondos clamores, imponentes lamentaciones del más puro placer masoquista.

Observan y disfrutan la dolorosa sustancia que circula por las jeringas y les penetra los aturdidos y respingados glúteos. Están fuera de sí, aturdidas, sus dedos bullen y se estremecen haciendo vibrar y retorcer las irritadas grutas vaginales cuya abundante segregación invade los muslos, las nalgas, las manos y hasta los brazos de las encantadoras chicas, las cuales no reculan en su desesperada labor de prodigarse el placer más intenso que en su vida hayan disfrutado.

Los agudos gritos, las salvajes exclamaciones de gozo, van poco a poco cediendo. Con la boca abierta, los ojos apretados, las dos chicas muy agitadas, fatigadas, satisfechas, se precipitan una en pos de la otra, se besan, se relamen, intercambian los más ardientes mimos, piropos y juramentos…

La belleza y plasticidad de sus cuerpos me subyuga. Disfruto la deliciosa tensión muscular de sus piernas y de sus nalgas que bullen, se juntan, se apresan, se abrazan y se aprietan. Respetuosamente, salgo de la habitación, dejándolas sumidas en su intenso romance.

http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1&v=tiF2qeY2pEQ

Pascual -

Muy sensual, candente, no dejes de escribir Carl{onimo. Como dices tambien se extraña a Vero.

Carlónimo -

Ver y palpar tiene su encanto, pero moverse entre la realidad y la ficción con fuerte componente imaginativo, no deja de reportar una gran satisfacción. Se idealiza y se pule a tal grado la escena que ésta transcurre en un rango que va de la perfección a la excelsitud.

Cómo disfrutaba ver a Hilda la novia de mi tío Paco, que llegaba cada tarde con él a casa. Se sentaban en el salón a conversar, reían, saboreaban un café y aguardaban pacientemente hasta que mi abuela aparecía frente a ellos diciendo: “Hilda ¿estás ya lista para tu inyección? Vamos a mi recámara.”

La preciosa chica se ponía de pie y caminaba detrás de mi abuela con rostro compungido pero luchando por mantener una leve sonrisa, contoneando las espléndidas nalgas. Aguardaba que abrieran la puerta de la habitación y entraba palmeándose con sensualidad el trasero y diciendo: ¡Ay qué miedo! O ¡a ver cómo me va hoy! O tan solo dando pasitos muy graciosos como desfilando. Después de ella entraba Paco y hasta atrás mi abuela llevando en las manos un plato extendido donde reposaban la enorme jeringa de vidrio desensamblada, la ampolleta y dos o tres agujas hipodérmicas con brillantes broches dorados o plateados.

Cerrada la puerta empezaba para mí el regio espectáculo pues me acercaba para escuchar y atisbar por el ojo de la cerradura por donde no podía ver la cama completa pero sí el flanco donde Hilda permanecía de pie para aguardar a que la jeringa estuviera lista, luego alzaba su vestido o se hacía descender el pantalón y ya con la panty a medio culo apoyaba las rodillas en cama y se acostaba emitiendo risitas o suaves grititos nerviosos. De ella sólo podía ver parte de las pantorrillas que permanecían en horizontal muy quietas durante la fase de preparación.

El rumor era contínuo, yo distinguía algunas frases sueltas como: “No te quedó ninguna marca de ayer”; o, “Tienes un pequeño hematoma, a ver, te duele?”; “alcánzame el alcohol, Paco”; “Vamos a ver qué aguja nos conviene usar”; “arrímate un poco a la izquierda”; “así, quietecita”; “ya estoy cargando la sustancia, aguarda”.

Al ver a Hilda elevar sus piernas y patalear levemente yo sabía que la abuela ya estaba seleccionando el punto o desinfectándole el cachete. El pataleo se intensificaba hasta producirse un fuerte grito: agudo, corto, súbito, reprimido. Las piernas se paralizaban en el aire y empezaban a descender lentamente hasta quedar apoyadas en la cama y experimentar erráticas sacudidas.

En ese punto la chica empezaba a gritar dramáticamente: ¡Ay no, me duele, señora, ya no aguanto, ay ¡ay! ¡¡ayy!! ¡¡¡Aayyyy!!! Las piernas volvían a elevarse pero Paco intervenía para sostenerlas y indiarle a su novia que se tranquilizara. Ella cambiaba los gritos por atentas súplicas: ¡despacito, se lo ruego señora, no apriete tan rápido, ya extráigala!

Paco se desvivía tranquilizándola: “Ya mi vida, afloja, la sustancia está casi agotada, sólo un jaloncito más, no aprietes amor, tranquila” Eran los momentos más dramáticos, al sentirse sujeta de las piernas la chica golpeaba la cabecera de la cama, forcejeaba y suplicaba fuera de sí: “me muero, no puedo más, por lo que más quiera…”

Sobrevenía un instante de profundo silencio y después explotaba el festejo triunfalista de Paco: “¡listo, Ya pasó todo mi amor, lo lograste, fuiste muy valiente!” Las pantorrillas volvían a elevarse entre mimos y sentidas quejas. Mi abuela caminaba hacia la puerta, yo corría a esconderme, ella bajaba la escalera y se encerraba en la cocina.

Minutos después salían los novios de la recámara, Hilda gimoteando y cojeando, Paco la llevaba del brazo y la hacía entrar en su propia habitación, yo corría al patio, trepaba en mi árbol estratégico y desde ahí miraba cómo mi tío la ponía boca abajo en cama, le descubría las espléndidas nalgas, brillantes, abombadas, muy pálidas. Se las besaba y acariciaba suavemente hasta que Hilda empezaba a temblar de excitación, daba vuelta, se besaban, Paco se extraía el pene, la montaba, le penetraba la afiebrada grietita vaginal y dando un manotazo en la pared apagaba la luz no permitiéndome ver nada más.

Minutos después entraban al salón muy tranquilos, sonrientes, relajados, se sentaban, se tomaban de la mano, se miraban y se guiñaban el ojo con amorosa complicidad. Yo contemplaba con ansiedad las inquietantes formas femeninas de Hilda. A veces esperaba hasta que Paco salía para llevarla a su casa.

Pero a veces no aguantaba más… Subía a mi habitación, me bajaba los pantalones y la trusa, me tiraba boca arriba sobre la cama y empezaba a frotarme el pito mientras pensaba en aquella jeringa, en las brillantes agujas muy afiladas, en esa preciosa mujer tendida boca abajo, en sus piernas, en sus frondosas nalgas, temblorosas, traspasadas…

Carlónimo -

Querida Blanca, antes que nada te agradezco tu fiel adhesión al blog. Te recuerdo en lo personal pues conservas esa franqueza que te caracterizó en tus primeras intervenciones.

Con respecto al comentario este es, en efecto, un foro libre y abierto y el solo hecho de que externes tu opinión es laudable y reconfortante. Además, qué puedo decir si no he dejado de pedirles que piensen, imaginen, retuerzan y expriman su cerebro para crear contextos de gran interés y de erotismo pleno.

Cuando empecé a narrar acerca de la “misteriosa mujercita”, identifiqué con toda precisión al personaje, pero no puedo descartar que las maravillosas vivencias que tuve en su oportunidad con quien fuera “mi preciosa Anna” y que ocupa un lugar muy especial en mi ánimo y en mis recuerdos, estén condimentando los posteriores relatos y hagan pensar que hablo de ella.

Esa y cualquier otra historia que se haya tratado aquí tiene tantas interpretaciones como lectores existen y cada uno tiene el derecho y la libertad de aderezarlas como quiera. Yo vivo también los relatos a mi entero gusto.

Ha sido un placer saber de ti, querida Blanca. Ojalá que escribas más seguido. En breve les cuento algo, Pascual. A quien ya se extraña mucho es a Vero.

Pascual -

Donde andas Carlònimo ya es tiempo de que escribas.

Blanca -

Chicos, yo soy lectora desde la primera edición asi que conozco toda la historia y además ya escribí antes. Dirán que no me meta en cosas que no me importa pero este es un espacio libre y abierto para hacer comentarios. A mí lo de la misteriosa mujercita de Carlónimo me da espina. Carlitos el pequeñin me da en la nariz que es españolito.

Antónimo, tus comentarios me encantan y siempre te leo con atención. Me gustaría conocer tu opinión.

Antónimo -

¡Ah! se me olvidaba, este buen link que me hace recordar que a cada quien le llega su Waterloo o su cada cual…
http://www.youtube.com/watch?v=JaNbyf7rRIU&feature=fvwrel

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Cómo la están pasando sin Eulogia? Ya vendrá, pero de momento se siente su ausencia. Imagínense que se les ofrece una inyección de urgencia, pero no una inyección cualquiera sino una poderosa, dolorosa, impresionante y muy erótica y en eso se acuerdan que el “terror de los culos latinos”, como le decía el ya legendario gaucho, no está presente y que tendrán que aguantarse o recurrir a cualquier otro paramédico o enfermera.

Pues sí, a los amigos se le extraña, sobre todo cuando no se les tiene cerca. Ya ven a Carlónimo con su dramático “Hello again” que hasta nos hace suspirar de nostalgia. Bueno, lo importante es cuidarlos cuando se les tiene cerca, no olvidarnos de ellos y, sobre todo, hacerles saber frecuentemente que los queremos, que los amamos ¿no creen?

No piensen que esas reflexiones son un impulso mañanero mío de media semana ¡para nada! Es que así es la cosa mis chavos, fíjense que hoy la Yaszmín Alessandrini toca de nuevo ese punto y en un artículo titulado “¿Por qué me dejó de amar?” se refiere al dramo del chavo o de la chava que se ven de pronto solos, a su parecer abandonados y frustrados al ver su otrora franca estabilidad emocional, ahora maltrecha. Ella “con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, toda moquienta y chancluda (…) atiborrándose de chocolates para paliar la depresión” Y respecto de él “no pueden faltar las borracheras con tequila de lunes a viernes, con la barba de tres o cuatro días asomandose en su rostro y escuchando una y otra vez en el ipod una ridícula melodía que le frecuerda la primera cita que tuvieron”.

“Pero eso sí, en medio de tan doloroso trance, hombres y mujeres por igual siempre acaban por lanzar ese lastimero grito de ¡¡¡¿POR QUÉ DEJÓ DE AMARME?!!! (…) De nada sirvieron las promesas, los juramentos, las buenas y las malas en las que juntos lucharon a brazo partido para salir adelante…”

No pues qué chinga ¿no creen? A nadie se le desea ese lastimero estado de terrible depresión e impotencia. Y continúa la Alessandrini: “Pero ¿cuáles son las causas que inciden para que dejemos de amar a esa persona que en un principio con su sola presencia nos provocaba tal estado de bienestar que sólo imaginar su ausencia por unos instantes nos podía causar un dolor insoportable?”

Y señala tajante que son dos los factores principales: el egoísmo y, sobre todo, la equívoca entrada en “zona de confort, o sea cuando llegamos a un punto en el que damos por garantizado todo lo que conforma nuetro entorno (incluso el amor de la persona con la que convivimos, coexistimos y cohabitamos en el día a día) y dejamos de preocuparnos por procurarla, atenderla, cuidarla y cultivarla para que no sólo se conserve, sino se acreciente. Y es que la conducta humana, cuando se trata de relaciones de pareja, suele ser muy dispareja y voluble. Tan sólo hay que recordar -dice Yazmín- cuando tratamos de conquistar, enamorar y atrapar al ser amado… Somos todo un catálogo de estrategias encaminadas a mostrar lo mejor de nosotros mismos con tal de lograr nuestro propósito. Pero ¿qué ocurrió después de alcanzar el anhelado objetivo? Pues nos dormimos en nuestros laureles y creemos que con el esfuerzo previo desplegado será suficiente para mantener por toda la eternidad el amor de nuestra pareja.”

Y finalmente recomienda que: “todos los días nos avoquemos a darle un mantenimiento adecuado a ese amor, para que nunca muera y nunca nos quedemos sin él”.

Cómo ven ustedes esta reflexión de la Alessandrini. A mí me parece que tiene razón y que las cosas no pueden ser o no pueden existir cuando se acaba la fuerza motriz que las mantiene en movimiento. Por ejemplo, si Eulogia deja ahora de acosar a su Ismael, ya no le importa tenerlo, inyectarlo, apapacharlo… Si Gil dejara de ponderar la belleza de su preciosa Carmen, deja de verla largas temporadas aduciendo serios compromisos de trabajo. Si la despampanante Hilda se disculpa por indisposición o cansancio cuando Paco le quiere palpar las marquitas de sus pinchazos. O si… Bueno, hay muchos ejemplos válidos, yo no quiero atiborrarlos.

Ya pueden enviarle recuerdos y saludos por el facebook a Eulogia, para que no los olvide y, a su regreso, les aplique buenas dosis de complejo “B” o de hierro con aplicación en técnica “Z” que es la gran novedad con que Carlónimo nos metió un calambre erótico sensorial en la cabeza ¿Quién le aguanta a Eulogia un pinchazo en zigzag de su arcaica jeringa?

Carlónimo -

Preciosa mía, llegaste con todo tu cariño, con toda tu belleza y con el producto de nuestro amor en brazos. Qué bellos días hemos pasado juntos, ha sido como volver al paraíso. Hemos podido vivir en familia, como deseaba estar con ustedes, amarlos y cuidarlos hasta el límite de mis fuerzas.

Duro ha sido saber que tu salud estaba un tanto quebrantada, que requerías estudios, cuidados y atenciones, que he podido brindarte. Con amorosa resignación has soportado el tratamiento: Las doce inyecciones de hierro aplicadas con técnica en “Z”, recibiendo la enorme aguja por etapas, redireccionada en tramos para no romper vasos sanguíneos o saturar de hierro un solo punto de la nalga.

Con lágrimas en el rostro, gritando y retorciéndote de dolor, apretando mis manos y mis piernas, enjutando el culito, golpeteando exasperada el lecho e implorando piedad, recibiste cada una de las terribles dosis.

Lloré junto contigo y a partir de aquel ebullente erotismo nos entregamos a sucesivos y muy intensos empalmes, a coitos fenomenales donde evocamos el fetiche y la entronización de nuestro ardiente morbo por las hipodérmicas y por la medicación intramuscular.

De nuevo sin ti y sin nuestro hijo, me pregunto: ¿En qué parará todo esto, por qué no podemos vivir juntos y disfrutarnos uno al otro como queremos?
http://www.youtube.com/watch?v=HsUBjhBo4tk

Claro que sí Maricruz, tengo muchos pendientes y deseos de satisfacer a mis queridos solicitantes. Lo que se me ha vuelto escaso es el tiempo, a once mil pies de altura les he escrito esto.

Maricruz -

“De acuerdo Maricruz, lo vemos luego.”
Te espero, Carlónimo.

Carlónimo -

Amigos, estoy gratamente impresionado por el buen gusto con que Eulogia e Ismael aderezaron su ceremonia y festejo de boda.

Llegué con Paty en punto de las 7 a la Parroquia de San Agustín y viendo que no había nadie decidimos pasear por el contiguo Parque “América”. Era una tarde nublada pero no llovió y pudimos movernos con relativa tranquilidad.

Luciendo su hermoso vestido rojo largo y entallado, mi preciosa acompañante mostraba una figura esbelta y torneada, muy excitante, que a esa hora del día y con el clima fresco que imperaba, me hacía desear un momento de sosegado reposo en el que compartiéramos un café y nos calentáramos mutuamente.

Cuando lo consideramos prudente nos acercamos al atrio donde ya estaban Antónimo y la deliciosa Vero portando un vestido color champagne que se le adhería sensualmente al cuerpo resaltando sus espléndidas formas femeninas. En unos cuantos minutos fueron llegando los invitados. Primero Marce, también de rojo, delgadita despampanante, acompañada por un muchacho alto bien parecido.

Luego Hilda, con un vestido azul cortísimo. Pepe, su novio, la llevaba orgulloso de la mano, no dejaba de besarla y de ponderar sus evidentes encantos.

Gil llegó junto con Carmen mostrando que se entendieron y que ya forman una bonita pareja; es un hecho que se llevan bastante bien pues en todo momento los vimos cariñosos e integrados. Por cierto que Carmen está cada día más bella y nada conservadora; llevaba un vestido corto, entallado y escotado que la hacía ver suprema y muy coqueta.

Ivett y Yamil, acompañadas por sus respectivos novios, completaron el racimo de bellas chicas procedentes del blog que acudieron a tan sonada celebración. Las dos están guapísimas y cautivaron a los concurrentes.

Vimos también a Elisa junto con con Andrea, su preciosa acompañante. Resulta que se han identificado las dos y disfrutan una muy placentera relación lésbica. Aseguran que su romance es serio y que lo formalizarán pronto. Tienen el mismo corte físico: las dos muy bonitas, blancas, delgadas, nalgoncitas y de finos modales.

Muchísimos invitados llenamos la iglesia y recibimos con enorme cariño a nuestra muy querida Eulogia que lucía encantadora con un vestido de boda de esos cortísimos, muy moderno, presumiendo unas piernas esculturales. Entró del brazo de su tío quien finalmente la entregó a Ismael para que se solacen y pasen el resto de su vida juntos. Se veían radiantes y motivados. Al ser declarados marido y mujer se abrazaron y se trenzaron en un beso tan espontáneo e intenso que hizo brotar un nutrido aplauso de los asistentes. No cabe duda que llegan al matrimonio seguros de sí mismos, con la suficiente madurez para que la relación perdure.

Ya en el salón, a todos los que acudimos del blog nos invitaron a sentar en la misma mesa donde pudimos integrarnos como nunca antes lo habíamos hecho. Si bien acudimos en parejas decidimos bailar todas con todos, conocernos mejor y pasar una noche de gran alegría. Todas las chicas son espléndidas y bailan con una maestría innegable. Nos integramos como excelentes amigos

Después de disfrutar una espléndida cena aderezada con los mejores vinos y una música orquestal suprema, estalló la alegría del mariachi y se armó una verdadera noche mexicana en la que cantamos a pulmón desenfrenado, compartimos el tequila y repasamos bailando todo el folklore de nuestra querida Patria, bajo un cielo tachonado de centellas y de constelaciones pirotécnicas.

Eulogia e Ismael pasaron “la noche” en el Hotel Del Bosque en el Paseo de la Reforma y el domingo a las 13 horas tomaron el avión para celebrar su intensa Luna de Miel en Roma. Espero que nos compartan algunos episodios de su cálida intimidad.

Seguimos en comunicación, espero que compartan algo. Festejen, amen, olvídense de broncas, sólo amen, de eso no se arrepentirán nunca
http://www.youtube.com/watch?v=wj10EzNKA2M

Paty -

Hola a todos, me reporto lista para la boda, no falten. Sí Eulogia voy a llegar a la hora que pactamos, el vestido está lindo, mil gracias eres espléndida. Y sí, me dejo que me piques mis nalguitas con tu jeringa pero que Carlónimo me sostenga acostada en sus piernas Okis? Bye.

Hilda -

Yo también estaré en la boda, será muy bonito convivir una vez mas con todos ustedes. Perdonen que no haya podido participar en la despedida de soltera pero estaba malita y me inyectaban cada 8 horas. La mamá de mi novio me estuvo inyectando y me acordé mucho de Eulogia porque ella también usa jeringas antiguas de vidrio, qué dolor tan espantoso, no se lo deseo a nadie!! Y no podía negarme porque Pepe, mi novio, se pone muy celoso de que me inyecten otras personas aunque sean mujeres pues el dice que “caras y faldas vemos pero corazones no sabemos”, asi es de celoso pero lo quiero mucho. Ah! y no dejó de estar presente cada vez que me inyectaban; él no lo reconoce pero estoy segura de que también tiene el morbo por las inyecciones. Después que me la aplican se queda consolándome y sobándome el sitio y luego me está pregunte y pregunte cómo la sentí, si me dolió mucho. Cuando hacemos el amor me busca los piquetitos en las nalgas para calentarse, qué les parece? Digno de un relato de Carlónimo no?. Que por cierto, hace mucho no me dedicas uno así que te lo encargo, me lo debes. Los veo el sábado chicos.

Eulogia -

Qué sueño ni qué tres gaitas, lo caído caído yo bien que me acuerdo mi rorro ¡qué rico me gozaste Carlónimo? Ah! Pero no me acabaste de poner la inyeccioncita, está pendiente. Chicos, ya les tengo mesas reservadas para el sábado, no falten, bailan mucho y me echan porras eh?… Vero, no olvides la vela que tienes que llevar y a mis damas (Paty y Marce) les recuerdo que deben estar antes de la ceremonia, como a las 7. Los vestidos se les ven preciosos, bien entalladitos con las nalguitas bien paradas, qué ganas de picárselas con mi jeringa ¿se dejan? Gracias Gil por tu atenta confirmación, espero bailar un vals contigo… y con Antónimo, desde luego.

Carlónimo -

Gracias Carlónimo por aceptar mi invitación, eres difícil de convencer pero ya ves que tengo recursos para ello…

¿A qué clase de recursos te refieres Eulogia? Quiero que no te quede ninguna duda acerca de mi motivación para venir a verte.

Calma muñeco, no te mortifiques ¿No te he dicho que yo asumo toda la responsabilidad de este encuentro; no soy yo acaso la mayor de los dos, la que te conoce y nunca te ha fallado desde que eras un adolescente; no me has guardado un cariñoso respeto siempre; por qué ahora desconfías de mí?

Un momento Eulogia, tú sabes por qué me preocupo. Acepto no tener la vocación de fraile pero no transijo al apegarme a mis principios en torno a una moral básica…

A la que no vas a faltar en absoluto, te lo aseguro mi “paladincito de la lealtad”. Ya te expliqué que entre Ismael y yo existe un acuerdo explícito de permitirnos mutuamente el disfrute de algunas pasiones muy personales. Él inició su despedida de soltero ayer mismo, con un acto de entera libertad. Se fue con una chica y seguramente se reventaron de sexo porque eso es normal, la carne es débil, él está joven y yo no estoy dispuesta a atarlo ni andar vigilándolo.

Los dos sabemos muy bien por qué nos casamos y los motivos personales que tenemos son ajenos a suspiros e ilusiones de quinceañeras ¿Me entiendes? Así que él sabe, está perfectamente enterado y conforme con que yo me encuentre ahora contigo y que me conduzca como se me pegue la gana. No se está tronando los dedos ni realizando chaquetas mentales, porque él entiende muy bien mis cosas y de lo que se enojaría es de que yo fuera tan pendeja para creer que se casa conmigo por un simple impulso de enamorado. Eso es lo que ni tú ni Paty ni otras personas quieren entender. Para mí y para Ismael el matrimonio es una puerta hacia la libertad y no la ratonera que ustedes conciben.

Te he estado pidiendo que me atiendas porque somos muy buenos amigos y me conoces de años y además ¿qué te cuesta compartirme algo de ti ahora que puedes? Hace un año estabas por casarte y cuando tu “ex” me echó la bronca y me cerró la puerta en las narices, te consta que respeté sus reglas y me comprometí a mantenerme alejada de tí. Eso fue muy doloroso para mí pero acepté porque yo también tengo una moral básica igual que tú la tienes. Pero ahora tú no estás faltandole a nadie y yo tampoco, porque Ismael está de acuerdo en dejarme un espacio de libertad igual que yo a él. Y además no te estoy pidiendo que asumas ninguna responsabilidad respecto de mí, ni yo la asumo respecto de ti.

Ya hablé demasiado Carlónimo, vamos a dejar este enojoso tema de una vez por todas. Estoy aquí para que me des el regalito que te pedí. Me enviaste la ropa interior con Paty, pero el acuerdo fue que… tú me la probaras mi rey… y quiero también que me inyectes… ya te dijo Antónimo que lo estoy necesitando y deseando… urgentemente…

La preciosa Eulogia me tenía sorprendido. Era difícil concebir que fuera ella. La miraba luciendo un pantalón rojo delgadito rigurosamente entallado que delataba unas piernas y unas nalgas abundantes, soberbias, muy bien torneadas. Su blusa, de fina seda, mostraba unas enormes tetas perfectamente engalanadas y una cintura estrecha que desataba las más vivas pasiones. Su rostro, si bien terso y muy bien acicalado, no podía esconder la edad, pero ese solo factor incitaba la morbosa apetencia de conquistar a una mujer largamente experimentada y coquetamente acicalada.

Incapaz de rehusarme la abracé con gran apetito. No me convencían sus argumentos pero su cuerpo, la plasticidad de sus formas, la ostentosa ironía con que me trataba, me excitaron demasiado y no me permitieron pensar más que en poseerla, disfrutarla, hacerla mía.

Me plegué a complacerla, salimos del restaurante y caminamos hacia el coche. Los movimientos de Eulogia se tornaron cada vez más sensuales. Entramos juntos en la farmacia, llegamos al mostrador donde ella misma pidió tres ampoilletas de Complejo “B” y una cánula para lavativas. Sus excitantes comentarios: “Vamos a que me las apliques, mi vida” concentraron la atención del nervioso empleado que no dejaba de admirarla y se quedó paralizado al verla salir contoneando el formidable trasero.

Entramos al departamento y Eulogia se tiró boca abajo en la cama diciendo: Por fin solos Carlónimo ¡vamos a disfrutar juntos! Su espléndido cuerpo, el desparpajo con que yacía con la blusa descuidadamente replegada mostrándome parte de la espalda y el inicio de los blanquísimos glúteos, me hacían buscar el acercamiento con ansia.

¿Qué prefieres, Eulogia? Lo que tú quieras, tenemos tiempo para todo. Pero, espera, primero abrázame, házme sentir tu presencia. Me senté a su lado, le palpé las nalgas, me coloqué a horcajadas y metiendo mis manos por debajo de su cintura le aflojé el cinturón, desprendí el broche, bajé el cierre del pantalón y empecé a deslizar la prenda suavemente viendo como los frondosos cachetes brotaban espontáneamente, apenas cubiertos por una minúscula panty color rosa pálido que no alcanzaba a tapar ni la cuarta parte de aquellos abombados filetes.

Las nalgas de Eulogia son grandes, muy blancas, exuberantes, moderadamente flácidas pero incitantes, se advierten tersas, apetitosas. Muestran en la base, muy cerca de los muslos, algunas leves marquitas de celulitis, pero ese pequeño “defecto” no hace sino acentuar que se trata de una mujer madura, plena, por lo demás muy bien conservada, lo que le añade una cota extra de sensualidad.

Cuando sintió mis manos deslizarse por sus extensos, abombados y blanquísimos cachetes, se estremeció espasmódicamente, gimiendo, sollozando y gritando: ¡más, Carlónimo, bésamelas, pícamelas, penétramelas, más…! Estaba excítadísima, restregándose ansiosamente contra el lecho.

Fuera de sí, desesperada, me señalaba su bolso, de lo cual deduje que ya quería ser inyectada. La jeringa está hervida, ya está lista… me decía implorante, así que tomando el arpón lo extraje de la tinita plateada, lo ensamblé, le ajusté la impresionante aguja de broche dorado, cargué la densa sustancia, extraje las burbujitas, desinfecté el cachete y, a punto de perforarlo, la paciente brincó interrumpiéndome e implorando: ¡Espera, no, te lo ruego por favor, espera, que ya me puse nerviosa, mejor del otro lado!

Volví a mojar el hisopo, lo deslicé por la otra nalga, abaniqué para evaporar el excedente de alcohol, delimité el sitio y en eso… ¡otra vez! A punto de pincharla Eulogia se retorció, interpuso sus manos como escudo y me suplicó de nuevo: ¡Espera, amor, no, ya me puse muy nerviosa, ténme paciencia! Se cubría las dos nalgas pensando que se las pincharía sorpresivamente.

La escena me resultaba muy erótica, así que decidí introducirme más en ella y disfrutarla. Dejando la jeringa a un lado, me extraje el pene y se lo deslicé a Eulogia sorpresivamente a lo largo de la encendida raja que palpitaba y se abrillantaba al influjo de mi primer calostro.

Tomando mi pene se lo dirigí de punta, a manera de bolígrafo, sobre los dilatados glúteos que le servían de pizarra. Le pintarrajee por tramos aquellos sensuales bisteces marinándolos con el abundante fluído que ya me brotaba constante. Estaba tan excitado que no pude evitar colocarle a la preciosa Eulogia mi glande en la empapada vulva. La encantadora mujer volvió a estremecerse, aflojó la raja del culo e imploró: ¡Eso es, penétrame… Ya no aguanto…!

Olvidándome de todo: De la inyección, de la moral, de mis principios, de Ismael, de la boda… me solacé precipitando el enardecido salchichón en aquella desesperada grieta que lo acogió, lo apretó y lo talló con inusitada avidez, entre gritos, juramentos y jadeos incontrolables hasta sentir que, a la vista de aquellas preciosas nalgas empeñadas en tan formidable y rítmico vaivén, vaciaba mis testículos. El semen me fluía a borbotones, gruesos escupitajos que golpeaban las cilídricas paredes de aquel estrecho y cálido reducto de Eulogia, que acogía toda mi leche con gran avidez.

Sumido en aquella vorágine de placer, con Eulogia colapsada por el violento orgasmo, apenas percibí que Ismael entraba en ese momento corriendo, con el rostro furioso, desencajado, lanzándonos a Eulogia y a mí rabiosos improperios. Decididó, desenfundó un enorme revolver, nos apuntó y el seco estallido de la bala hizo saltar la escena en pedazos.

Sudoroso, agitado, con la boca seca, me agité en el lecho comprobando ¡dichosamente! que todo había sido una terrible pesadilla.

Preciosa Eulogia, estaré feliz de acompañarte en el día de tu boda. Disculpa que no te inyecte por el momento, sé que Ismael te atenderá maravillosamente.

Gil -

Me aqpunto yo si voy.

Carlónimo -

Querido Pascual, queridos amigos todos.

Espero incorporarme muy pronto. No dejo de pensar en ustedes y de entrar al blog deseando que participen. Tenemos, en efecto, la boda de Eulogia en puerta, espero que TODOS ASISTAN. Nuestra buena amiga es una gran institución dentro del blog y nos ha brindado momentos de gran intensidad. MERECE nuestra felicitación y compañía ¡ANÍMENSE!

Todos te queremos preciosa Eulogia, que tu jeringa no nos abandone.

http://www.youtube.com/watch?v=lFUKPBZjIiE&feature=related

Pascual -

Oye Antónimo, tu sabes donde está Carlónimo? Vero, compártenos alguna experiencia tuya.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¡Ups! Parece que la calentura ha retornado al blog: que si Paty en las piernas de Carlónimo; los fajines de Stella y Fabiola; las travesurillas de Maricruz; la versatil Leticia y sus contrastantes impulsos; el erotismo de la singular Paola… ¡Guau!

Y luego mi preciosa Vero que se sorprende del “poder de seducción” de nanny y emulándola me dispara un cañonazo del más puro erotismo: “Oye cariño…últimamente me he sentido muy débil, y estresada, ¿Qué me recomiendas hacer?”

¿No les parece tentador el pedimento de auxilio, ustedes qué hubieran hecho? A mí me calientan demasiado esas consultas, así que mis ojos siguieron el suave y curvado contorno de su cuerpo, la tomé en mis brazos, la despojé de su exigua vestimenta, juntamos nuestros labios, recorrí con el tacto esas piernas de fábula, las erguidas tetas, sus nalguitas extensas y respingadas. Preparé una jeringa del más espeso complejo “b” y se la apliqué lentamente, solázandome con sus grititos, retozos, lamentos y sugerentes convulsiones.

Le apliqué el sensual masaje de consolación, le excité las dos cabinas y las penetré sucesivamente… hasta que el entuerto quedó conjurado y la exorbitante explosión de sus íntimos fluidos la dejó muy quieta, sosegada, relajada, satisfecha y feliz.

Se colgó de mi cuello diciendo: “Por eso te quiero, mi Tony, por eso te amo tanto, porque tú si que me das el ancho…”

Esa es la receta infalible con que se puede apacentar a las féminas y eso no lo digo yo porque ¡miren ustedes! Resulta que ayer 8 de agosto se celebró el Día Mundial del Orgasmo Femenino, que tiene como objetivo estimular el placer sexual en su máxima expresión, ya que según un estudio realizado por el Instituto Kinsey de Estados Unidos, sólo un trercio de las mujeres del mundo llega al orgasmo a partir de prácticas sexuales.

Y resulta que, según otra investigación publicada por el Journal of Sexual Medicine, las chicas que se contonean al caminar experimentan más orgasmos que las que no ¡Ay guey! Por eso aquí en el blog todas las chavas tienen orgasmos de película, pues ya ven ustedes mis inquietos chavos, cómo “las mueven” nuestras amigas al caminar ¿O no, mi Vero? Me criticas por mirón pero hay que ver cómo alborotas a los gallos con tus falditas, tus sentaditos y tus vaivenes…

Bueno, el caso es que según las sesudas investigaciones, los orgasmos tienen una importancia fundamental para la salud de las féminas, pues no es sólo una respuesta placentera sino que desencadenan una serie de procesos biológicos importantísimos como es el de la producción de endorfinas, estimula el equilibrio funcional y mental, favorece el reconocimiento de las sensaciones y hace que la chava concrete su derecho de vivir una sexualidad plena, respetuosa y libre de violencia. En suma, el orgasmo es la puerta de la felicidad. Así que ¡a darle, mis chavas! Vuelo a los empalmes con sus chavos preferidos, comprométanlos a que cumplan su altruista y placentera labor de hacerlas felices.

Ah, por cierto que Eulogia, quien me ha estado telefoneando para saber dónde anda Carlónimo, me encargó recordarles que ya falta una semana para la boda. Dice que está bien alborotada y que ya quiere vestirse de novia y luego tomar el avión para pasar su luna de miel en Italia.

Cómo andará de acelerada que se está aplicando un tratamiento intramuscular a base de vitamínicos dizque para estar bien templada y sosegada ¿Cómo la ven? ¡Con tamañas nalgotas bien paradas y ofrecidas sensualmente al martirio! No deja de ser erótica la chava…

A ver si Carlónimo se anima a inyectarla y a contarnos los pormenores.

Leticia -

Gracias Carlónimo, soberbio el relato, te amo. Soy lesbiana pero te juro que contigo lo haría. Es más regálame un relato hetero, tú y yo. lo deseo.

Carlónimo -

Fe de erratas:

Párrafos 6, 7 y 8, donde dice Nayeli, debe decir Stella.

Que tengan un excelente fin de semana. Sean muy felices.

Carlónimo -

Preciosa Leticia, atiendo tu amable solicitud, con verdadero gusto.

La fidelidad es, sin más, una loable virtud que me gustaría cultivar, pero hay momentos en que la voluntad flaquea, se desploma y es finalmente arrollada por el deseo.

¡Stella es un monumento de chica que me encanta y eso no lo puedo evitar! Mi amada Nayeli me la puso enfrente y por eso no soy responsable de lo ocurrido.

Ayer cuando Stella llegó a inyectarme, desde que la ví el corazón me saltó bruscamente. Su vestido corto en color verde tierno, sus robustas piernas, esas nalgas que se dibujaban imponentes bajo la delgada tela. Su piel blanquísima, los mullidos senos parcialmente visibles, su cabello oscuro, las pobladas cejas, los encarnados labios, esa sonrisa pícara…

Y luego, sus manos que me tocaban, me tomaban del brazo, me hacían girar y acceder a que mi cuerpo fuera sensualmente recorrido con la mirada.

¿Por qué Nayeli elogió tanto mi cuerpo? Yo vestía tan solo el sencillo uniforme escolar: blusa blanca, sueter, falda corta tableada y calcetas en color gris Oxford. Stella me vio y me dijo: “Fabiola, te ves suprema con esas prendas”.

No supe qué contestarle, ella sabe muy bien que soy lesbiana y que la admiro, que me fijo en ella. Por eso digo que no soy responsable, Nayeli y su hermana me han metido en este embrollo del que no pude escapar anoche.

Nayeli se sentó en la cama, me alzó poco a poco la tableada y rabona falda, me palmeó una y otra vez los muslos, después las nalgas. Me dijo que le encantaba inyectarme porque mis nalgas son grandes, carnosas y muy sensuales. Me hizo inclinar el cuerpo, acostarme boca abajo. Insertó lentamente sus dedos en el elástico de mi panty haciéndola descender poco a poco hasta los muslos.

Me instruyó: “quédate así quietecita Fabiola, no te tenses, permíteme admirar tus nalguitas.

Permanecí inmóvil, con las nalgas descubiertas, resignadamente paradas, entregadas, tan sólo oyendo, adivinando lo que ella hacía. Separó las dos tiras de papel que envuelven la jeringa, las observé caer sobre la cama, frente a mis ojos, lo mismo que la tapita plástica protectora de la aguja. Oí muy bien el imponente “trac” de la ampolleta al ser descabezada. Una vez absorbido el pastoso líquido, Stella aventó también el cilíndrico frasquito vacío para que yo lo admirara.

Fue cuando sentí sus dedos que hurgaban mis atemorizados glúteos, los punzaban una y otra vez, suavemente, hasta que la atención de Stella se concentró en el cachete izquierdo. Volvió a punzármelo diciendo: “aquí, querida, me gusta este sitio, no te va a doler, respira profundo, retén el aire, no te muevas, afloja el culito, así, uno, dos… tres”

Respingué, musité una leve queja y apreté el vientre al sentir el raudo avance de la hipodérmica, la presión en el punto vulnerado donde el tope de la aguja descansaba y punzaba mi dolorido glúteo. El insoportable ardor se extendió por la superficie de mi nalga como la caprichosa expansión de un rayo en el ennegrecido firmamento. Así experimenté la agresiva invasión del medicamento. Grité, cerré los ojos, apreté los puños y el coño, resoplé, me enjuté lastimosamente.

En ese contexto de agudo dolor, percibí y me invadió un erotismo avasallante. No pensaba, no medía consecuencias, jadeaba, disfrutaba el creciente cachondeo con que Stella me controlaba, me dominaba… El dolor de la inyección me fascinaba; las caricias de Stella me hacían perder el juicio.

Desubicada y desesperada empiné el culo y le ofrecí con descaro la vulva. Al sentir que me la traspasaba, que su dedo se hundía completo, gemí, grité, le dije que la amaba, que era a ella a quien yo deseaba.

Me volví bruscamente, la abracé, busqué sus carnosos labios y hundí mi lengua en ellos para degustarlos, chuparlos, saborearlos. Stella se revolvía en mis brazos, bullía insegura, me decía: “Espera Fabiola, me haces daño, no puedo, no puedo acceder a lo que me pides”. Decidida, deslicé los tirantes de su vestido hacia los brazos, descubrí sus apetitosas tetas y empecé a lamerlas con fruición, le chupé y succioné los pezones haciéndolos crecer extraordinariamente. Los sentía duros, alargados, como trocitos de pulpo a merced de mis labios, de mi lengua, de mis dientes.

Sus gritos se agudizaron ¡No, por favor, mi vida, no puedo, no me hagas caer, nunca he tenido una experiencia lésbica…” Pretendía apartarse pero me restregaba cada vez con mayor denuedo tanto las nalgas como las piernas, correspondía mis besos desplegando sus carnosos labios ¡Fabiola, espera, Fabiola, prométeme que esto no lo sabrá Nayeli, que será nuestro secreto, nuestro más caro y ardiente secreto. Por favor, vida mía, dame la tranquilidad que necesito para amarte… para poseerte… para que tú me poseas!

Totalmente fuera de control, le desprendí lo que quedaba de su exigua ropa y me dejé desnudar dócilmente. En posición simétrica inversa nos lengüeteamos al tiempo la vagina, nos traspasamos el coño, nos acariciamos con arresto las nalgas

¡Qué grandes las tienes, qué duras, mullidas, espléndidas, deliciosas! Intercambiamos alabanzas, promesas, juramentos ¡Seré sólo tuya! ¡Y yo, y yo seré sólo de ti, preciosa! ¡Sólo tú me inyectarás! ¡Y tú a mí, ya lo estoy deseando, no sabes cómo lo estoy deseando! ¡tus nalgas son mías! ¡las mías sólo a tí pertenecen! ¡ámame, quiéreme, inyéctame, excítame…!

Los crecientes arrebatos nos hacían a las dos sacudir, retorcer y emitir un agudo y prolongado chifle que culminó con escandalosos gritos, rasguños y mordidas, al tiempo que nuestros ardientes néctares brotaron y se fundieron.

Empalmadas, sujetas una a la otra como tijeras enfrentadas, con las vulvas pegadas, montadas, revueltas, gemimos como unas locas, jadeamos, sollozamos y nos juramos amor eterno.

fuckti -

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Paty -

Carlónimo ya te extraño, donde andas?

Carlónimo -

Cuando despertó se sintió no sólo esposada sino mutilada. Sus brazos atados y puestos en alto se encontraban insensibles y sin control debido a la falta de circulación.

Paola emitió una profunda queja, mentalizó su situación y muy preocupada se incorporó tratando de restablecer el flujo sanguíneo en sus extremidades que no respondían, permaneciendo densas, colgadas, como pesados fardos.

Furiosa y desesperada se arrodilló, luego se puso en pie sobre la cama y empezó a sufrir ese creciente y dolorosísimo entumecimiento con el que retorna poco a poco la sensibilidad a los brazos.

La preciosa chica se retorció lastimosamente con las nalgas descubiertas hasta que poco a poco la molestia fue pasando y empezó a tener control sobre sus miembros; en ese momento llegó Luis y le soltó las esposas con lo cual la pobre chica pudo descansar y frotarse las muñecas y los brazos.

Cuando el muchacho quiso abrazarla y acariciar su espléndido cuerpo, ella se desprendió violentamente y le propinó un estruendoso cachetadón diciendo: No tienes vergüenza; una cosa es tramar y acordar un momento de mútuo placer y otra sujetar y disponer de la persona como si fuera un simple objeto. Dicho esto, se vistió y salió furiosa sellando su perorata con un atronador portazo.


Ya en casa se dio un reconfortante baño y frente al espejo, mientras se secaba, observó el lamentable estado de su nalguita izquierda donde había recibido las tres dolorosas inyecciones; aún sentía la pierna engarrotada y una especie de ardor interno que le calcinaba el dolorido glúteo. Puesta de perfil, luego a tres cuartos y finalmente de espalda con relación al espejo, pudo ver y se convenció fehacientemente de que sus encantos personales no eran ni remotamente despreciables.

Se acarició sensualmente el talle, las nalgas, los muslos y el pubis, se dejó caer boca abajo sobre la cama, empinó el redondo y extenso culito y evocó los momentos de mayor placer, lentamente, uno tras otro, hasta emitir un involuntario jadeo, restregarse contra el lecho… cada vez más intensamente… evocando, sintiendo, gozando aquellos instantes, cuando… “el doctor Quirarte, estaba encantadísimo con la escena, y comenzó a manosear las blancas y firmes nalguitas, para encontrar el sitio correcto… hasta que, desinfectó la nalguita derecha, que, estaba durísima por los nervios, y sin tratar de suavizarla, hundió con recelo la aguja, sacándole un grito a la pobre chica”.

La creciente humedad en su entrepierna sacó a Paola del profundo arrobamiento en que se encontraba. Al otro día se presentó en el consultorio del doctor Quirarte cuyo infantilismo sexual la había complacido. Ese hombre, decía Paola, sabedor de que podría ser mi abuelo, incapaz como está de lograr una erección plena y de poderme penetrar como seguramente lo desea, se conforma con tenerme a la vista, tocarme, inyectarme, alabarme, mimarme, imaginarme suya, en sus brazos… en su vida ¡Y eso a mí me enciende, me fascina!

Descubriéndose las pálidas y tersas nalguitas, ofreciéndoselas en pompa al vetusto médico que sonreía acalorado, la deliciosa chica disfrutó el raudo pinchazo, las tiernas y tímidas caricias de aquel venerable anciano embebido y embobado, que parpadeaba menudamente, se mojaba una y otra vez los labios, mordía su frondosa lengua, reía y se alzaba sobre las puntas de los pies de puro contento.

Paola temblaba de dolor y de excitación, se frotaba contra el lecho, jadeaba y detonaba neurálgicos sollozos, mientras su cuerpo se encrespaba y se retorcía al influjo del moderado y certero estímulo que el bien adiestrado doctor le aplicaba, a la vez, en el clítoris y en el ano.

Verónica -

Paola se considera una chica bastante común, y aunque proyecta una seguridad inconmensurable, son solo apariencias, en realidad se siente sola, y no encuentra la seguridad en sí misma, para enfrentar al mundo. Ella se asoma al espejo, y ve un rostro blanco, casi transparente, ojos verdes, nariz respingadona y labios medianos. Y, conforme pasaba el tiempo, también veía ojeras, y fantasmas de los matices de su alma…

Pensó estar volviéndose loca, y por eso, acepto empezar a salir con un chico… Alto moreno, y con cuerpo de modelo, que no dejaba nada que desear… Su relación avanzaba, pero Paola temía llegar al acto sexual, porque se sentía insegura de su cuerpo, ya que, es exigente consigo misma, y siempre busca la perfección...

Eran tantos los intentos fallidos de Luis, que él, en lugar de engañarla, decidió convertirse en un detective obsesivo, claro, comenzó por preguntarle sus fantasías, trataba de excitarla por las noches, le besaba el cuello, le acariciaba los pezones, pero sin resultado alguno. Entonces, tomó una medida drástica, y durmió a Paola con un par de tragos, mientras estaba en uso de su computadora.. y Funcionó, entonces, cuidadosamente, la acostó en la compartida cama matrimonial, y decidió explorar todos los archivos abiertos, con gran sorpresa, pudo percatarse de la cantidad de videos sensualísimos que ella ocultaba y reproducía sin descanso….

Aparecían chicas acostadas boca abajo, con las nalgas descubiertas (algunas desnudas), y prestadas al terrible suplicio de una jeringa con líquido amenazante, doloroso… Al principio, no le provocó Más que coraje, pero paulatinamente, la vista de las jeringas incrustadas, los nervios, los algodones, y las chicas temerosas… las frases amables… “Tranquila, es por tu bien”, “Solo un piquetito”, estimularon sus fibras sensibles, hasta comprender la esencia de ser poseído, sometido, y después de todo, resultaba extremadamente delicioso… Entonces, decidió desvelarse, viendo cada vez más técnicas… mas aventuras, y estimulándose… hasta quedar exhausto…

Entonces, empezó a llevar a cabo su plan: Era muy sencillo: solo que ella le diera un poco de sensualidad…un poco de amor… en la intimidad, ya era tiempo, después de dos años….

Y para eso, decidió, hacer que ella se enferme, y pudiera comentar su fantasía, para juntos, llevarla a cabo, y adquirió gran cantidad de videos de inyectables, hasta que aprendió correctamente las bases, y de vez en cuando, le comentaba que algún compañero de trabajo, enfermó, y estaba recibiendo inyecciones muy dolorosas… Claro, la reacción de Paola era, nerviosismo, y cambiaba de tema al punto. El se divertía en silencio, y la invitaba a fumar, comer helados, desvelarse, y dormir con la ropa mojada.

En fin, tras largos días de mañas, Paola comenzó a sentir molestias fuertes, que la llevaron a permanecer en cama más de una semana, y el médico le diagnosticó 8 inyecciones para erradicar la infección de la garganta que la estaba aprisionando… Ella, le suplicaba a Luis: “Amor mío, por favor no dejes que me pongan inyecciones, las odio… No, no me dejar锅

“Es por tu bien, yo no te dejaré sola”… le decía el… entonces el drama se hizo perceptible, porque el doctor ni preguntó, después de dar el diagnóstico, comenzó a cargar la sustancia blanca, combinada con agua inyectable, y acomodó cuidadosamente la tapa con la jeringa ya preparada, en una bandeja, acompañada de dos algodones empapados en alcohol, y se acercó a la cama con aquellos amantes: “Señores, lamento interrumpir, pero debo aplicar inmediatamente el medicamento”. “Señorita, dese vuelta, y descúbrase”. Y como respuesta, Paola permaneció inmóvil, y Luis, la volteó a la fuerza, mientras ella maldecía, pataleaba, y lo rasguñaba con absoluta furia. Entonces, el, sin piedad le desabrocho los pantalones, y le descubrió por completo las nalgas, de manera exagerada, casi hasta las piernas… La detuvo…es un hombre fuerte y musculoso, y le dijo al doctor…adelante, donde usted prefiera pinchar………. No se preocupe… Paola lloraba desconsoladamente, aferrándose a la almohada, y moviéndose bruscamente, pero Luis la detuvo con esmero, obligándola a tranquilizarse, y el doctor Quirarte, estaba encantadísimo con la escena, y comenzó a manosear las blancas y firmes nalguitas, para “encontrar el sitio correcto”… hasta que, desinfectó la nalguita derecha, que, estaba durísima por los nervios, y sin tratar de suavizarla, hundió con recelo la aguja, sacándole un grito a la pobre chica.

Luis le levanto la pierna contraria, para asegurar el paso de la sustancia por el torrente sanguíneo, sin dejar de brindarle palabras amables, sostenerla fuertemente, y sosegarla.. Realmente la escena lo tenía sacado de quicio, su pene ya estaba bastante endurecido, y cuando la sustancia comenzó a entrar, Paola dejó de moverse… y comenzó a llorar descontroladamente…. ¡Basta! Me arde… ay amor, ya!!! Y como respuesta, Luis solo le decía que aguantara, y que pronto terminaría el suplicio, y con un poco de morbo, que faltaban solo siete… claro que ella lloraba cada vez mas… y cuando terminó la aplicación, y Quirarte retiró la jeringa… le dio un masaje prolongado más doloroso que la misma aplicación, Paola ya no se movió, ni se inmuto en cubrirse… del impacto y del dolor. Entonces el doctor se retiró preguntando si deseaban que fuera a aplicarle las inyecciones, pero Luis se negó, argumentando que ellos se las arreglarían … Entonces, Luis la desnudó por completo, y le brindó las mas placenteras caricias, logrando un poco de respuesta…. Al menos se restregaron, entregándose al más grato placer, pero sin llegar a la penetración. Entonces comenzaron una discusión muy acalorada sobre lo serio que era terminar el tratamiento, y ante las negativas de Paola, Luis se ofreció a aplicárselas el mismo… “Bueno, pues con esas manitas de ángel, si me dejo amor…pero solo la mitad del tratamiento.. me arde mucho”… Pero Luis es muy estricto, y está dispuesto a hacer suya a esa mujer, y a vigilar que el tratamiento se complete… además, tiene un plan algo torcido como el fetiche de su chica.

En fin, al día siguiente, Paola no podía caminar bien… en su trabajo la gente le hacía burla…” Jaja…parece que estas espinada”, le decían…. Y al llegar a casa, Luis estaba esperándola con la cena lista… Él pidió salir temprano de sus labores para consentir a su chica, y por supuesto, la jeringa ya estaba lista… Así que, después de cenar, y bañarse juntos…. La cubrió con una toalla, y le dijo que no se vistiera, porque la iba a inyectar…

Paola protestó, pero dentro de su ser, había cierta fascinación en volver a vivir ese fuerte dolor, y más en manos de su hombre, por eso se vistió, le parecía más sensual ser desvestida, y poner un poco de resistencia…. En fin, se acostó, y le dijo a Luis que mejor al día siguiente, que ya se sentía mejor, ella sabía bien lo perseverante e insistente que él era. Total, Paola lloró, pataleó, pero Luis la inyectó a la fuerza, y en la misma nalga del día anterior…. Esa noche tuvieron su primera relación sexual en forma…. Y Paola confesó que las inyecciones la calentaban muchísimo… y le pidió a Luis, aplicarle alguna vitamina…

Luis aceptó, pero con una condición, no quiso decirla, solo mencionó el fetiche q el tenia y quería q se cumpliera con aquella chica, y Paola aceptó.

Al día siguiente, Luis repitió las labores del día anterior, y compró una ampolleta de vitamina, porque decidió darle placer a su mujer… Comenzaron a agasajarse…. Con las dos jeringas listas…. Cuando Luis, sacó unas esposas de la mesita de noche…….. y ató a la cabecera de la cama a Paola……………

“¿Qué te pasa, mi amor, que estás haciendo…?...basta, desátame

Pero el sin inmutarse… siguió con sus planes, le hizo un desnudo…. Y le dijo… “Ha, con que te gustan las inyecciones, pues esto te va a gustar mas….”, y cambiando las esposas de lado, obligó a Paola a permanecer boca abajo, le bajó los pantalones y le puso la inyección de penicilina, y otras dos de vitamina b-12…. Bruscamente…. Todas en la misma nalga…..

Paola gritaba de dolor y de placer…. Hasta caer rendida en un profundo sueño…

Verónica -

Chicos…discúlpenme, pero la verdad es que el trabajo me ha absorbido demasiado, y no había podido continuar mi participación, pero siempre entro a leer un poquito….

Carlonimo: Aveces los adultos tenemos regresiones, e inconscientemente, las conectamos a nuestras actividades actuales, de una u otra forma, a eso me refería. ¿Sabes?, tus relatos no dejan de ser fascinantes… definitivamente, Lopez Frias armo un buen revuelo con sus sigilosos pero peligrosos actos… Y vaya que, Nanny, sabe cómo funciona el poder de seducción, sin dejar de ser una dama…mis respetos por derrochar ambos semejante grado de sensualidad, y como siempre, tu poética pluma me ha cautivado una vez mas. Ha, y la reunión estuvo de lujo…seguro todos sentimos aquel pequeño espasmo interno ante la inyección de la querida y sensualísima Elisa. Los quiero mucho, ustedes son tan cordiales… Ha… le sigo… el relato de Marina es paralizante…. Me identifique con esa ternura, y sentí en carne propia todos aquellos acontecimientos, como una ráfaga de viento…que conmueve. Y Nayelli…wow! Esa chica no tiene llenadera… es una explosión,, felicidades por el relato, es hermoso… Ha, y para el relato de Maricruz…no tengo palabras… como dice el poeta… se dejo llevar por el tormentoso y disfrutable deseo… felicidades nuevamente, compadre!!!

Tony: Pues la calentura nunca aminora su curso en realidad, solo que, simplemente hay momentos para todo… ¿no lo crees amor?.. Pues yo creo que la anorgasmia también tiene causas físicas, como problemas hormonales y pues, en fin, cuando la causa es psicológica, la causa varia, puede ser por falta de estimulación adecuada, estándares sociales, fobias sociales, ataques de pánico, abuso sexual, en fin… hay miles de causas, y lo mas factible es consultar a su medico de confianza, quizá con un par de inyecciones, todo vuelva a la normalidad… y pues en el segundo articulo, estoy completamente de acuerdo contigo, hay que tener un criterio bastante amplio… Ha por cierto, síguele de Mirón, y no te vas al sillón sino al baño jajaja… Oye cariño…últimamente me he sentido muy débil, y estresada, ¿Qué me recomiendas hacer?

Marce: Gracias nena…esos comentarios son mi motor para seguir escribiendo..un abrazo

Eulogia: Gustosamente, seré tu madrina de lazo, muchísimas gracias por el honor, no te arrepentirás, claro, al menos que le andes echando los canes a mi hombre…pero tu eres incapaz, ¿verdad?

Paty: ¡Que bàrbara, mujer! Y que sensual tu actitud y autocontrol , un aplauso por eso!!....

Leticia -

Me toca a mí Carlónimo, yo quiero un relato lésbico, please!

Carlónimo -

De acuerdo Maricruz, lo vemos luego.

http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1&v=h3R9I7pRx-4

Sean felices.

Maricruz -

Claro que me ha gustado Carlónimo, ha sido de verdad el paraiso burlar la siniestra vigilancia de mi esposo y poder encontrarme en intimidad contigo. Gracias por tenerme tanta paciencia y cuidarme con ese cariño que irradias. Oye, qué pena!! haberte hecho entrar con todo y ropa en la bañera, la fiebre debió tenerme muy alterada pero me sentía tan segura en tus brazos que no me apetecía apartarme un instante de ti, eso es lo que recuerdo y que ansiaba en ese momento, abrazarte y sentirme tuya. Pasamos la noche venturosamente juntos. Estar a tu lado, tocarte, aspirar tu presencia es la gloria. Fue un sueño encantador!!! Por la mañana me embutiste otro supositorio y me inyectaste. No he sentido dolor sino un gran placer de saber que tus manos me acariciaban, me pinchaban y me violaban. Volvimos a hacer el amor, ha sido una descarga tan grande de energía y de emociones reprimidas que yo no me puedo aventurar a relatar sola, ojalá que tú lo hagas con esa “prosa en rima” que tan bien manejas y derrochas. Gracias Carlónimo me has hecho sentir muy feliz. Te he apartado por un momento de las chicas de lo cual espero que no me lo tomeis a mal, pero me apetecía sentirme muy cerca de ti y felizmente con tu apoyo lo he logrado. Gracias!!

Carlónimo -

Hola Leticia, bienvenida al blog, la verdad es que no te recuerdo. Por supuesto, te prometo ahondar muy pronto en la experiencia de Nayeli.

Querida Maricruz, tus intervenciones han sido concisas pero valiosas y oportunas. Con gusto atiendo tu petición.

La preciosa dama de rojo.

Recientemente asistí a un congreso de productores de maquinaria agrícola que se celebró en la ciudad de Hermosillo Sonora, el cual concluyó, como se estila en el noroeste de México, con un gran baile de gala de esos muy formales, al que asistió personal de múltiples empresas.

En una mesa contigua a la que yo compartía con empresarios del ramo, se encontraba una linda mujer vestida en rojo, de facciones muy finas, tez blanca, cabello blondo, esbelta de curvas muy atractivas. Su único defecto era el marido, sentado a su derecha, con quien mantenía un trato muy frío y la vigilaba obsesivamente.

Recordando aquel sabio consejo: “Agua que no has de beber, déjala correr…” la ví por un instante, suspiré profundamente y me puse a conversar de mil cosas con mis colegas. Pero fue tal la impresión que me causó esa dama que la tenía presente en mi ánimo y la incorporaba en mi campo visual espontáneamente, percatándome una y otra vez que ella hacía lo propio y que no perdía la ocasión de mirarme con cierta frecuencia.

Después de la cena se levantó a bailar con su esposo, y yo me dirigí también a la pista llevando del brazo a una buena amiga, a quien la “dama de rojo” recortó hábilmente con la mirada, confirmando que tenía el mismo interés en mí, que yo en ella.

Si bien con mucha discreción, no dejamos de mirarnos uno al otro hasta que, aprovechando un breve intercambio de parejas por tratarse de un baile “calabaceado”, cuando tuve a la rubia a mi lado me aventuré a preguntarle: ¿me darías tu teléfono, preciosa? Ella no respondió ni cambió su expresión en absoluto; la secuencia del baile nos separó prontamente.

Casi al final de la fiesta, cuando ya pensaba en su rotunda negativa, sentí un leve roce en la espalda, la miré pasar detrás de mí dejando caer un minúsculo papelillo doblado. En cuanto pude lo recogí y me aparté a un lugar discreto donde desplegué el papiro y leí: “Maricruz” seguido del número celular.

Al día siguiente le escribí un breve mensaje: ¿Te puedo llamar? Enseguida sonó mi cel, nos presentamos y acordamos reunirnos en una pequeña cafetería a las afueras de la ciudad. Maricruz es una preciosa mujer plena de modales finísimos con quien establecí una excelente comunicación.
Después de saborear una taza de café nos fuimos a Ures, una población muy cercana donde nos internamos en el rumbo de Baviácora para refugiarnos en el atrio de una bella iglesia del siglo XIX, donde conversamos tranquilamente.

Me refirió las dificultades con su marido y su intensa actividad profesional, conforme a la cual acordamos reunirnos en México donde ella pasaría algunos días realizando gestiones de negocios. De ahí que yo haya pasado a recogerla al aeropuerto y la haya instalado en una confortable habitación del Hotel Camino Real de Polanco.

Sentados a la mesa en el bar, nos miramos por fin en completa calma, estaba bellísima, tanto que mi primer impulso fue el de abrazarla y besarla, pero me contuve, sólo le dije que estaba muy guapa, que el peinado le sentaba muy bien. Tomamos un par de copas conversando acerca de su trabajo. Después la acompañé a su habitación y me despedí con un simple beso en la mejilla. Ya en casa, me arrepentí de no haber sido audaz. Estaba triste, frustrado, cuando sonó el teléfono; era ella diciendo: Ven por mí Carlónimo, tengo mucho frío y no soporto este hotel, me gustaría dormir en otra parte.

Pasé a recogerla, estaba ya en el loby. Nos abrazamos y la sentí muy caliente del rostro. Seguro de que tenía fiebre subimos a la habitación, llamé al médico y cuando llegó intenté salir pero ella tomó mi mano y me hizo sentar a su lado. El médico le practicó un reconocimiento básico, la puso boca abajo, le subió la falda, le hizo descubrir las nalgas, se las separó suavemente y le embutió el termómetro por el ano. Yo tenía la respiración agitadísima, sus compactos y bien abastecidos cachetes me excitaron.

Después de unos minutos el médico le extrajo con lentitud la cilíndrica pieza; la ví resbalar suavemente hasta que apareció el dimunito ojetito rectal que se selló instantáneamente. Lo tenía muy rojo, encrespado, indudablemente afiebrado. El termómetro confirmó mi diagnóstico, la preciosa Maricruz tenía 40 grados de temperatura. De inmediato la desnudamos, la cargué, ya alucinaba, me decía que no la soltara porque los gnomos querían llevársela al desierto.

Entré con ella al agua porque no me soltaba, estaba bien sujeta de mi cuello y con las piernas me rodeaba la cintura. Permanecimos en la tina, ella lloraba e insistía en que no la soltara. Acaricié su cabello, sus mejillas, me empalmó los labios haciéndome probar sus dulces besos. El médico dio media vuelta y se fue a sentar a la recámara. Después de un rato, ya menos afiebrada, empezó a reaccionar y viéndome con ropa dentro del agua me preguntó qué pasaba. Le dije que nos habíamos metido a nadar. El médico regresó, le palpó el cuello y me dio instrucciones de que la envolviera en una toalla y la llevara al lecho donde la puso en decúbito izquierdo y le volvió a insertar el termómetro. Treinta y siete y medio, fue el resultado de la prueba. Le extrajo el termómetro, extendió la receta y pedí las medicinas por teléfono a la farmacia.

Minutos después llegó el empleado con la dotación de supositorios, ampolletas y jeringas; el médico me preguntó si yo podía aplicárselas. Le respondí que sí pero él ya tenía lista una jeringa y Maricruz yacía dispuesta nalguitas arriba con el cachete derecho desinfectado, así que me senté a disfrutar la escena. La preciosa chica recibió tranquila el duro pinchazo pero se estremeció al sentir el ardor de la agresiva amoxicilina. Buscó ansiosa mi mano y la colocó bajo su cabeza a manera de almohada. Contrarrestaba su dolor observando y jalando con suavidad los tupidos vellos de mi brazo. La sustancia fue poco a poco invadiendo el terso cachete que se conmovía sensualmente, hasta que el émbolo tocó fondo. La aguja brotó por fin hasta dejar a la vista la marquita del piquete por la que emergió una minúscula pizca de sangre que el médico enjugó con el hisopo circularmente.

Terminada la aplicación, el facultativo me instruyó sobre la forma de atenderla y se marchó. Desenvolví un primer supositorio, busqué la excitante entrada rectal y la vulneré suavemente hasta que mi dedo mayor se perdió en el elástico y firme reducto que lo aprisionaba deliciosamente. Maricruz gimió y me prodigó sucesivos apretones con el coño en señal de aprobación y de gratísimo deleite. Nos miramos por un instante, ella me guiñó un ojo y yo le dibujé un beso.

Así que la elegante, formal, e inaccesible dama de rojo yacía desnuda en mis brazos, penetrada, excitada, expectante. No era el óptimo escenario en el que yo hubiera querido enmarcar tan extraordinaria experiencia, pero así sucedieron las cosas, su sorpresivo malestar nos llevó a una precoz intimidad que resolvimos prontamente.

Me recosté a su lado, nos miramos fijamente, queríamos justificar la aparente precipitación, saber que nos comprendíamos y nos respetábamos. “Entiendo que te gustaría algo más”, me dijo. “Por supuesto”, respondí, “me encantaría establecer un digno protocolo”. “Lo sé”, agregó, “pero aquí estamos ¿por qué no empezar a la inversa? Lo demás ya lo tendremos, yo te deseo de cualquier forma”. “Y yo a ti, Maricruz”, repuse, ahogando su postrer respuesta con un beso.

Emprendimos un intenso intercambio de estímulos: Me embebí saboreando sus duros pezones, chupé sus generosos senos, hundí en ellos mi rostro. Degusté el esbelto cuello, sus manos se deslizaron suavemente por mi espalda; mi pene se empotró en sus carnosos muslos que lo acogieron y lo tallaron con ostensible deseo. La amplitud de su cadera me subyugó; la puse boca abajo y observé sus profusas nalgas: carnosas, generosas, dignas de una mujer plena.

Volviendo a la pose tradicional, Maricruz se abrió de piernas invitándome a montarla y a sumirme en su cálida intimidad. Sentí mi falo penetrar y avanzar regiamente ceñido hasta que mis cojones hicieron contacto con los glúteos. El acompasado vaivén nos fue llevando del amor a la enajenación; del placer a la total demencia. Entre gritos, sollozos y un insólito jadeo, llegamos al climax y explotamos, sellando así nuestro fascinante encuentro.

Servida, preciosa Mary, espero que el relato te haya gustado.

Maricruz -

Carlónimo, voy disfrutando tus relatos pero quiero pedirte algo especial para mí: Con el perdón de todas las chicas ¿podrías dedicarme un relato íntimo de ti y de mí? Que nos conocimos en un baile al que yo fui con mi esposo con quien no me llevo bien, tú y yo nos gustamos y nos vimos en secreto. Luego te pedí que me inyectaras y fue un momento tan intenso que hemos terminado en la cama haciendo el amor. Mil gracias por anticipado 

Leticia -

Guau!!!! Me encantan los relatos lésbicos. Continúalo Carlónimo porfa…

Carlónimo -

No Carlónimo, mis padres no rompieron su relación súbitamente, la mantuvieron a medias por varios años.

¿Qué es “a medias”, querida Nayeli?

Que ya no vivían juntos pero que mi padre tenía acceso a la casa y se integraba como si nada hubiera pasado; Entraba a la habitación de mi madre con bastante libertad y permanecía ahí por horas, hasta cuando la inyectaban. Y copulaba a veces con ella, eso a mí me consta

Mi madre, tú lo sabes, es muy liberal y no ha sacrificado su sexualidad nunca. Cuando empezó a romper con papá dio rienda suelta a su erotismo con escenarios inverosímiles que disfrutaba ella en lo personal y permitía que mi padre en función de su propia sexualidad, sacara también provecho de ellos.

El erotismo derivó de que iban a la casa a inyectarla y a aplicarle enemas diversas personas: paramédicos; enfermeras; y Sofía, aquella atractiva doctora con quien mi madre mantuvo relaciones lésbicas y que fue la que terminó de alejar a mi padre.

Él estaba atento a lo que mi madre hacía pues le calentaba mucho ver que otras personas la atendieran en sus requerimientos íntimos, como ocurrió aquella primera vez cuando la observó por una rendija de la ventana, mientras Eulogia la inyectaba.

En esta etapa no es que él tuviera que espiarla, pues mi madre nunca le negó el privilegio de estar presente, sino que él solo (mi padre) iba dando a cada experiencia el tinte que quería darle. Nunca le preguntaba a mi madre cuándo irían a inyectarla, sino que él mismo lo intuía o se enteraba por terceras personas y acudía a verla, siendo ese ingrediente de “casualidad” o de “contingencia” el que hacía florecer el morbo en ambos.

Mi padre llegaba, entraba a la habitación y la sorprendía acostada con las nalgas descubiertas, esponjadas, recibiendo el doloroso piquete y gritando, si es que era una mujer quien la inyectaba, o quejándose y sollozando, si era hombre. A las mujeres les riñe y con los hombres se chiquea y se deja querer. La única excepción es Sofía, su espléndida amante, con quien adopta una posición de resignada entrega.

A veces también la sorprendía mi padre recibiendo un lavado gástrico con la cánula clavada en el recto deteniéndosela ella misma, pues es su costumbre hacerlo sabedora de que ese sencillísimo detalle calienta a los hombres. Y tú sabes las dotes histriónicas de que mi madre echa mano cuando se siente admirada y deseada. Contorsiona el culito, frota el pubis contra la cama y emite los más excitantes lamentos.

Fue una segunda oportunidad que mis padres se dieron. Yo recuerdo, porque los espiaba siempre por la ventana, que después de las inyecciones, él la mimaba en extremo, le estimulaba el clítoris en diversas poses, una y otra vez, arrancándole intensos orgasmos.

Era también frecuente que mi madre, después de recibir la inyección despidiera al paramédico sin que le retiraran la jeringa. Permanecía así muy tranquila con la aguja clavada y prácticamente se dormía mientras mi padre se extasiaba observándola desde diversos ángulos, le acariciaba los excitantes glúteos, hacía vibrar la jeringa para producir gráciles estremecimientos en la nalga perforada. Luego por fin retiraba la aguja, se descubría el pene y se lo acomodaba en la raja a mi madre deslizándolo una y otra vez suavemente hasta provocarse una intensa eyaculación y dejarle todo el semen alojado en las nalgas. Después se iba y mi madre permanecía acostada mentalizando lo ocurrido, hasta que sus estratégicas cavilaciones le hacían estallar un fuerte orgasmo.

La otra variante, menos frecuente, era que mi madre lo recibiera de frente con las piernas abiertas y se hiciera penetrar. Retozaban así hasta que ella empezaba a contorsionarse y a emitir profundos sollozos. Entonces mi padre enjutaba el culo y la apretaba con desesperación haciéndole entrar el grueso y caliente caudal espermático.

Aquella hermosa etapa en la que mis padres se disfrutaron mutuamente como nunca antes lo habían hecho, terminó cuando Sofía empezó a visitar a mi madre para inyectarla. Las dos explosivas amantes perdían la cabeza y, una vez extraída la aguja, se entregaban al más insólito disfrute, gritando como poseídas, lamiéndose las puchas y el coño y provocándose infinidad de orgasmos que las alteraban y las dejaban al borde de la demencia. Terminaban las dos temblorosas, enjutas, babeantes y demacradas. Mi padre, que presenció varios de esos espectáculos, no pudo asimilar lo que pasaba con su mujercita; se sintió irremediablemente desplazado y salió en definitiva de la casa.

Y tú ¿qué piensas de la actitud de tu madre? Bueno, Carlónimo, yo no la repruebo pues, como sabes, soy lesbiana. Sé muy bien lo que se siente cuando estás enomarada y tienes en tus brazos a la mujer que amas. Yo estoy enamorada de Fabiola y siempre que tenemos relaciones íntimas estallamos y no te podría definir con claridad todo lo que hacemos. Es un momento de total desconcierto en el que sus labios, sus tetas, sus nalgas y su pucha me dominan y me poseen, antes de que yo pueda actuar racionalmente.

¿La inyectas?

No, Carlónimo, yo no inyecto, pero disfruto mucho viendo cómo la inyectan. Es mi hermana Stella quien a últimas fechas lo está haciendo y no deja de generarme un poco de celos. Me siento tranquila porque Stelly no es lesbiana pero creo que Fabiola se está aficionando a sus tiernos cuidados y se inquieta demasiado cuando la siente cerca.

Ayer mismo, llegó Stelly y Fabiola enseguida se fue con ella y no dejó de ponderar su belleza y de coquetearle mientras preparaba la jeringa. Luego Fabiola se desnudó de la cintura para abajo ¡Sí, lo hizo sin darme ninguna explicación! Stelly, muy controlada, le aplicó la inyección con mucho cuidado pero sin mostrar interés alguno en sus nalgas ni en ella. Pero Fabi esponjaba las nalguitas y le mostraba sus partes más íntimas que sólo a mí pertenecen ¡a mí! Mis sentimientos eran encontrados pues, por una parte, estaba excitadísima de ver a mi amor con las nalgas bien paradas y perforadas, pero no dejaba de causarme muchos celos el descarado coqueteo que traía con mi hermana.

Era tan intenso el acoso que Stella empezó a perder el control y cuando Fabiola se puso de pie después de haber sido inyectada, le tomó la mano, se la besó, luego le acarició la cintura y finalmente las nalgas, Stelly se quedó impávida, disfrutando las suaves caricias recibidas. Yo sé que a mi hermana no le gustan las mujeres pero tiene una sensibilidad tan marcada como la de mi madre y las inyecciones la ponen al rojo vivo.

Así que cuando Fabiola le empezó a hacer diversas preguntas de que si a ella le asustaban las jeringas y que cuándo había sido la última vez en que la habían inyectado, Stella, como sedita, le empezó a responder y terminó dejándose alzar la falda y tentar las nalgas directamente, hasta que Fabiola la acostó boca abajo, le retiró la panty y empezó a identificar la marquita del más reciente pinchazo recibido por Stelly.

Fabiola se comportó con una gran audacia y ya con las carnosas y torneads nalgas de mi hermana a su entera disposición, empezó a excitarle la vulva y luego me involucró a mí para que me sumara al cachondeo estimulándola a ella. Las dos terminaron bien chorreadas. Stelly no tocó a Fabiola pero se dejó arrancar varios orgasmos de manos de ella y yo tenía a mi amada retorciéndose de placer por el doble estímulo de ver a mi hermana dominada y de tenerme a mí acariciándola y prodigándole los más sensuales estímulos vaginales.

Stelly se vistió como pudo y salió apresurada sin decir nada, mientras que Fabi y yo nos entregamos a una nueva sesión de caricias. Me desnudó y me dio la más feroz repasada por las dos puertas íntimas, hasta vaciarme. Es la mujer más increíble que yo haya yo conocido ¡La amo desenfrenadamente!

Paty -

Qué rico, Carlónimo ...es una delicia estar entre tus brazos...
http://www.youtube.com/watch?v=PibTu2VHFe4&NR=1

Carlónimo -

Qué momento tan excitantes, preciosa Paty, cuando te descubriste las nalguitas, me hiciste sentar en la cama y te acostaste con toda naturalidad sobre mis piernas. Tenías el vestido levantado hasta la cintura, la pequeña panty de encaje negro descansando en los muslos, tus manos entrelazadas en diagonal y la cabeza apoyada encima de ellas. No decías nada, tus labios se fueron separando lentamente al sentir que te acariciaba los elásticos glúteos. Estabas fría pero tranquila, parecías vivir con gran intensidad aquella insólita experiencia.

Eulogia te anunció con sus punzantes dedos la cercanía del piquete. Te mostró la colosal jeringa ya cargada con una sustancia ambarina muy espesa. Miraste con desdén la monstruosa pulla, me pediste con discreción que te ayudara a soportar el terrible tormento. En relación a tus nalguitas, aquella hipodérmica lucía desmesurada. Conmovido, le sugerí a Eulogia que la sustituyera por una más corta, pero ella respondió con un enfático señalamiento: “!Nada! Esta es la aguja correcta, a ver si no sé yo de esto, que soy enfermera calificada”.

Con evidente satisfacción te pasó el algodón por todo el cachete, esperó unos instantes a que el alcohol se evaporara, te previno buscando atemorizarte pero tú, impávida, la ignoraste. Cuando la aguja apuntó hacia el objetivo y, sobre todo, cuando vulneró y se prendió de tu sensible carne desgarrándola violentamente, apretaste con sensualidad los labios para ahogar una espontánea queja. En ese momento sentí que tus curvados cachetes se estremecían finamente. Me excitó ver la forma en que te controlabas

Te tomé las piernas sintiéndolas algo tensas. Te apliqué unas palmaditas muy suaves y percibí que con cada golpecito te relajabas. Dirigí uno de mis dedos tan solo de manera sugerente hacia la vulva, la cual se erizó placenteramente. Excitada, abombaste el culito con lo cual favoreciste que fluyera la densa sustancia que sólo por instantes se agolpaba y te hacía temblar de dolor. Finalmente te dominabas y adoptabas una posición muy firme, desafiante, que te hacía lucir excelsa.

Eulogia se quedó pasmada viendo cómo el viscoso líquido se perdía al interior de tu mullida carne sin que manifestaras miedo o sobresalto. La enorme jeringa quedó vacía, la aguja brotó sin producir reflujo. Te veías segura, concentrada en los leves estímulos que te aplicaba en tus dos espléndidas entradas y que te arrancaron por instantes un fino jadeo. Retirado el estímulo, poco a poco te fuiste controlando y apaciguando.

Esa noche nos fuimos a un romántico hotel de Cuernavaca, nos encontrábamos muy excitados. Con nuestros cuerpos desnudos voluptuosamente acoplados nos adentramos en los paradisíacos senderos del más íntimo placer. Mi henchido pene constriñó tus dos afrodisiacas vías una y otra vez, haciéndolas estremecer y enjutar de satisfacción. No nos saciábamos de disfrutar y de sentirnos muy cerca uno del otro. Participados… entregados.

Mis buenos amigos, estoy lejos y muy ocupado. Tal vez Antónimo, mi preciosa cuñadita Vero, o alguien más (¿Marce? ¿Paty?) puedan compartirnos algo. Ya pronto estaré con ustedes.

http://www.youtube.com/watch?v=kqmzQEpMaXU

Pascual -

Carlónimo, ya vas para dos semanas sin escribir. No la armes!!! Se tre extraña amigo.

Paty -

Gracias Carlónimo, qué alegría que te haya gustado mi comentario. Oye a mí me fascinó que Eulogia me haya puesto la inyección mientras estaba acostada en tus piernas. Al sentirme así y disfrutar de tus suaves caricias me olvidé del dolor y por eso estuve muy tranquila. No me olvides, encanto.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Cómo se nota que ya pasó la primavera; después de intensas calenturas como que el blog ha pasado más a la reflexión. Que si la realidad, que si la ficción, las fantasías eróticas, el corazón… Y la Yazmín Alessandrini, muy atenta a todo lo que escribe Carlónimo (ya estoy empezando a creer que ellos dos se comunican entre sí), pues la güerita se refiere hoy al tema de: “Las parejas y sus fantasías sexuales”.

Así que en esta cuestión del sexo ya no basta con ponerse de acuerdo: “Me gustas”; “tú a mí también”; y ¡prau! Pues no, resulta que la cosa se ha tornado mucho más sofisticada y compleja al grado que, según Carlónimo, como ya entrados en la modernidad no sabemos distinguir el sueño de la realidad, pues sacamos provecho de los dos sin distingo alguno; y según la güerita, las fantasías “ya son parte de la cotidianidad íntima de las parejas”. Así que “serán tema frecuente en sus conversaciones” y “parte preponderante de su intimidad”.

De manera que cada quien llevará un arsenal de experiencias en su cerebro, las podrá compartir con su pareja si quiere, y vivirá al acecho de nuevas emociones, ya sea en franca apertura con el mundo, o bien enclaustrado en su propio universo de abstracciones.

Y recomienda Yazmin que las parejas tengan “mucho diálogo” acerca de sus fantasías para ponerse de acuerdo en cuanto a lo permisible (según ellos) y no caer en perversiones o situaciones que afecten su propia relación.

Pues resulta que, según “expertos en psicología y sexualidad” (Alessandrini no ofrece mayores referencias), entre las 10 principales fantasías, tanto en hombres como en mujeres, están: “sexo con alguien que no es tu pareja”; “sexo lésbico u homosexual”; y “voyerismo y/o exhibicionismo”.

El problema, entonces, es que el intercambio de fantasías entre cónyuges no puede ser tan abierto a menos que los dos estén dotados de un “amplísimo criterio” o que de plano tengan sangre de atole ¿Cómo decirle a mi pareja que al coger me inspiro pensando en las nalgas de su prima? O ¿qúe voy a sentir si ella me dice que su más acabada fantasía es tener sexo lésbico con mi hermana?

Un problema algo mayor está vinculado con la materialización de las fantasías, de la cual la güerita menciona: “cada vez son más las parejas dispuestas a llevar a cabo en la realidad muchas de las fantasías que surgen en su subconciente”. Y es que no es fácil adelantar la reacción de nuestra pareja si le decimos: Te propongo que hagamos el amor, así como que “por descuido”, en presencia de otras personas, pues esa es mi más ferviente fantasía. Se trata pues de situaciones un tanto delicadas, de las que no podemos predecir sus consecuencias tan fácilmente.

Aunque, ya ven lo que pasó en la reciente reunión que tuvimos en el “depa” de Carlónimo, donde Eulogia e Ismael se aventaron un “tirín” tan desinhibido enfrente de todos, que tuvimos que allegarles toallas para que se secaran y que en el momento de separar sus respectivas “cositas”, no quedaran a la vista sendos columpios de “viscoso efluvio” ¡qué aventados! Mi preciosa Vero y yo que somos tan penosos hasta nos sonrojamos.

Y qué les pareció Elisa, que se dejó inyectar así nada más “por onda” como si nada… enfrente de todos. Yo… la verdad… pues sí disfruté la escena porque la chava, lo que sea de cada quién, está bien potable, con esas nalguitas tan pálidas y sensuales… Y cómo se movía de dolor… ¡guau! Pero lo que es mi Vero ¡no saben! Me dejó unos pellizcos bien marcados en los brazos, en las piernas y hasta en las nalgas ¡qué bárbara!

Y luego Paty, a quien no vimos, pero nada más de saberla postrada en la recámara con la panty replegada y el formidable culito pinchado ¡ay guero! Digo que… pues son muchas tentaciones y la imaginación es la imaginación y le deja a uno tremendas fijaciones que luego no se le pueden contar a la pareja. Nada más de pensar en que le salga yo a mi Vero con que la inyeccioncita de Paty me hizo “saltar el corazón de emoción” (como dice Carlónimo)… ¡Pa’ su mecha! me pone parejo y tendría que dormir en la sala ¡no manchen!

Mejor ya no voy a leer a la Yazmín… Ni a Carlónimo ¡Pinches calenturientos!

Hilda -

Carlónimo, lo que dices me ha gustado muchísimo y es muy cierto. Lo que el corazón siente puede estar o puede no estar relacionado con la materia porque el corazón se ocupa de lo abstracto y espiritual. Yo no había visto las cosas como tu las ves, ahora entiendo por que te apasionan los relatos. Tienes mucha razón en que si algo que sólo ocurre en tu mente te emociona, esa emoción es tan real que si ocure en el mundo. Por eso dicen que la felicidad está en la persona. Yo ya no se si te leo por tus relatos eróticos o por tu concepto de vida ¡me emocionas! Gracias por estar con nosotros, tengo mucho que aprender de ti.

Carlónimo -

Querida Paty, no requiero comprobar la presencia de átomos o células para poder disfrutar. Voy tan solo atrás de aquello que me hace vivir y soñar. La realidad y la ficción son circunstancias que nada aportan al corazón ¿Vivimos cuando soñamos o soñamos cuando vivimos? No lo sé, no estoy seguro y es algo que no me importa. Cuando me vaya todo será plano, recordaré tan solo las veces que mi corazón ha podido saltar de emoción.

¡Sean muy felices!

http://www.youtube.com/watch?NR=1&v=wsWBTtoXbzM

Carlónimo -

Una de tus mejores intervenciones, querida Paty. Analítica, irónica y muy graciosa. Me encanta. Después comento.

Paty -

Hola Carlónimo, tu último relato es muy poético, me gustó mucho. Oye ¿qué significa Marina para tí? Me sorprende mucho la fijación que tienes con ella Parece como un vívido recuerdo de alguien. O es solo la idea de que el personaje original se salió de tu control y desarrolló su propia historia que te persigue cruzándose ocasionalmente en tu vida? Impresionante!!

Eulogia, gracias por escogerme de dama de honor, yo acepto pero no sueñes que Carlónimo te va a complacer, ya deja de andar de calenturienta pues ya vas a ser esposa de Ismael, compórtate o te recomiendo que mejor no te cases. Y gracias por la inyección que me pusiste pues me hizo muy bien y no me dolió nada. Por qué corriste cuando yo te iba a picar? Te pasas… miedosa, te viste cómica corriendo con las nalgas pelonas Ja ja ja!!

Carlónimo -

El suave rumor del mar aterciopelaba mi reposo. Las olas que reventaban y se resolvían en suave y bullente espuma me hicieron pensar en ella. Mi corazón se agitó envolviéndome el recuerdo de sus besos.

De nuevo me pregunté si la encontraría a mi lado. Temeroso, giré lentamente el cuerpo y… ¡Justo a medio camino me atajaron sus caricias; sus labios se acoplaron a los míos! Nos oprimimos, sentí sus duros pezones que me andaban por el pecho.

La dureza de mi pene me incitó traspasar la sublime abertura. Ansiosos, nos empalmamos concretando la indescriptible comunión de nuestros cuerpos, de nuestros instintos. Emergieron los mimos, el jadeo, las desesperadas contorsiones, el júbilo, los juramentos, las más estentóreas manifestaciones de placer.

El bruñido cabello me envolvió con su tenue fragancia, sus labios me recorrieron el rostro entero. A cada embate mi pene se tornaba más sensible elevándome a cotas de placer indescriptibles. El dulce rumor de sus labios, la sensualidad de sus caricias, desataron una colosal avalancha de exhalaciones, efluvios, aullidos, agitaciones y conmociones.

Nos quedamos paralizados, atrapados en el más enajenante embeleso. Nos miramos uno al otro buscando la mínima explicación. Pero su terrible ausencia nos hizo permanecer abrazados, sobrecogidos, expectantes, invocando un milagro. Poco a poco nuestros rostros se fueron difuminando cada uno a los ojos del otro. La dulce figura de Marina fluyó por la ventana, divagó entre la arena, la espuma… y se embrolló en la difusa bruma.

http://www.youtube.com/watch?v=uzvFfWdfrPs&feature=fvwrel

Eulogia -

Chicos, estoy muy agradecida con ustedes por su cariñosa asistencia que nos han brindado a Ismael y a mí en ocasión de nuestro próximo enlace matrimonial. No saben lo feliz que me siento es una emoción tan grande que ya no me cabe en el pecho. Fueron bien lindos todos el sábado, me hicieron soñar despierta. Bueno, con excepción de esa Paty majadera que ya me está atiborrando el buche. Querida Vero ¿quieres ser mi madrina de lazo? Y tú Carlónimo, no te olvides de que te nombré padrino de ropa íntima. Que sean varios modelitos muy modernos y sobre todo eróticos. Nos ponemos de acuerdo para que vengas a mi casa a probármelos. O no, mejor yo voy a tu depa ¿te parece bien querido? Hilda, Maricruz y Carmen ¿quieren ayudarme a vestir el día de la boda? Y a Paty, para que veas que no soy rencorosa, me gustaría que fueras una de mis damas de honor en la ceremonia junto con Marce. Ya diseñé los vestidos y tienen que venir para que les tome medidas el modisto y se los probemos. ¡Ah! y también a Antónimo le tengo un trabajito. Comunícate conmigo, guapo.

Elisa -

Gracias por el lindo relato...haces que vuelen mis pensamientos de amor hacia tí...Un beso

Carlónimo -

Muchas gracias a todos los que asistieron a la reunión en mi “depa” el sábado. Qué gusto me dio verlos de nuevo y ¡qué bien la pasamos juntos! Creo que les causó una gran sorpresa ver a Elisa entre los asistentes, muy guapa y con un atuendo de verdad espléndido que favoreció la contemplación de sus innegables encantos. La mayoría de ustedes coincidió en que su ascendencia sefaradí es incuestionable: Blanquísima, alta, muy delgada, con nariz recta hermosa, manos grandes, bellísimos ojos color miel, cabello castaño chino y un cuerpo extraordinariamente sensual; me parece que cautivó a muchos de los asistentes, particularmente a los varones que no dejaron de admirarla. Fer, Jorge y Ramiro, principalmente.

Y ¿quién iba a pensar en que esa preciosa mujercita se dejaría inyectar enfrente de todos? Cuando Eulogia salió sorpresivamente de la cocina con una jeringa ya lista y Elisa se puso de pie, alzó su minúscula faldita, se bajó la panty y se acostó boca abajo en el sofá dejando a la vista sus deliciosas nalgas, todos nos quedamos paralizados, estupefactos y pudimos disfrutar tanto la escena de la inyección, que fue extraordinariamente erótica, como el inusual desenfado con que la protagonista explicó después su motivación diciendo que: “Ante un grupo tan homogéneo, maduro y que sabe casi todo acerca de mí, no voy a caer en mojigaterías. Carlónimo me ha mostrado liberal y quise mostrales que así soy yo en realidad”.

No obstante, cuando le preguntaron cuál es la diferencia entre el “casi todo y el todo lo que sabemos acerca de ti” se escabulló hábilmente diciendo: “Ese es mi secreto”.

Muy bella, con el culito relajado aguantó el duro pinchazo y nos obsequió una imponente demostración de su sensualidad y del gusto que le produce compartir su gran inquietud y su morbo. Pero cuando Eulogia intentó sobrepasarse estimulándola manualmente, Elisa la paró en seco diciéndole: “no te pases, eso ya es otra cosa”. Se dejó dar el masaje final, empinó el culito regalando a los caballeros una inolvidable postal de su trasero en pompa, se acomodó la vestimenta y siguió tan campante conviviendo con todos en la reunión, como si nada hubiera ocurrido.

Otro momento muy emotivo fue cuando Eulogia desafió a la preciosa Paty que sostuviera su dicho: “Eulogia, yo no te tengo miedo a ti ni a tu jeringa”. La encantadora hondureña me pidió ir con ella a la recámara para que la acompañara. Miró a Eulogia desafiante, se desnudó las nalguitas y se acostó resuelta diciendo: !Anda Eulogia inyéctame para que sacies tu morbo y compruebes que no te tengo miedo! Parecía que la enorme aguja le traspasaría el cachetito, además de que Eulogia le hizo entrar la sustancia con verdadera saña, pero Paty se quedó impávida, no tensó un solo músculo, sus nalguitas permanecieron pasmosamente quietas. Terminada la aplicación no se dejó masajerar, se vistió, se puso de pie y empezó a caminar sin problemas. Pero le molestó el comentario final de Eulogia: ¡Flaquita cachonda, qué ganas tenía de inyectarte las nalguitas, cuando quieras te pongo la otra! Entonces Paty la desafío a que se dejara inyectar por ella. Eulogia en principio aceptó el reto, se descubrió las nalgas y se acostó, pero al sentir la inminencia del pinchazo se levantó y salió corriendo.

También en la reunión destacó que los inquietos Vero y Antónimo, estuvieron tranquilitos como unos tórtolos, muy relajados sólo abrazándose y mimándose uno al otro en el sitio más apartado del “depa”. Empezaron las murmuraciones y las bromas acerca de que su relación ya huele a casamiento. Pero ellos no confirmaron ni desmintieron nada, siguieron disfrutándose mutuamente.

Marce, la seriecita del grupo porque casi no habla con nadie, fue otro personaje digno de mencionar. Llevaba puesta una faldita tan coqueta y de tan buen gusto que traía locos al menos a Gil y a Pascual que no se le despegaron en toda la noche y creo que cada uno deseaba iniciar el abordaje. Marce, muy inteligente, mantuvo la atención de los dos, bailó con cada uno de ellos y los hizo sentir muy bien a ambos. Está preciosa nuestra amiguita que, no entiendo por qué se ha mantenido tan apagada después de haber llegado al blog con tanto entusiasmo y de habernos ofrecido un excelente relato. Ya veremos cómo evoluciona.

Las preciosas Hilda y Carmen brillaron por su ausencia, en verdad que las extrañamos mucho, pero llamaron por teléfono para saludarnos a todos y disculparse. Tengo entendido que acordaron reunirse en los próximos días para recibir la invitación de manos de Eulogia.

Las otras chicas: Maricruz, Yamil, Ivett y Blanca Estela, encantadoras, estuvieron participando en todo y se portaron muy lindas. Yamil se dejó aplicar una inyeccioncita pero me hizo prometerle que no daría ningún detalle por el momento. A Maricruz no la conocíamos y tengo el agrado de comentarles que me causó una gratísima impresión. Además de ser bellísima es muy talentosa y tiene una conversación interesantísima. Espero que se vaya abriendo al diálogo.

Nanny estuvo comunicandose conmigo y prometió que llegaría a la reunión, pero finalmente no se presentó y la extrañamos mucho.

Eulogia e Ismael, su prometido, muy amables. En realidad ellos organizaron la convivencia, escogieron los bocadillos, las bebidas y trerminaron siendo el centro de atención. El festejo tuvo pinceladas de despedida de solteros. Las damas vistieron a la novia, a Ismael, a quien desnudaron y lo traían por todo el depa dándole nalgadas y pellizquitos sumamente pícaros; mientras que los caballeros vestimos de novio a la preciosa Eulogia quien no se hizo del rogar para posar apenas con una diminuta tanga, para que los varones la admiráramos y la vistiéramos dejándola “de pipa y guante” ataviada con un elegante frac.

Finalmente, los novios se juntaron y ya no sabíamos cómo apaciguarlos. Empezaron a fajar con tal donaire y entrega que nos pusieron muy nerviosos a todos. Ellos terminaron bien chorreados en la cama, apenas cubiertos con una fina sabanita ¡Ah bárbaros!

Bueno, el caso es que todos los asistentes recibimos la consabida invitación a la boda que se celebrará en la Parroquía de San Agustín, Polanco, el sábado 18 de agosto de 2012, a las 20 horas. El banquete será en el Casimo Militar en Chapultepec, a partir de las 22 horas. Eulogia les informa que todos, pero absolutamente todos aquellos que alguna vez han entrado al blog, están cordialmente invitados y espera que sólo se pongan en comunicación con ella para entregarles la invitación.

A Las 3 de la mañana salimos todos en grupo hacia el centro de la ciudad y terminamos en Garibaldi cantando con el Mariachi.

http://www.youtube.com/watch?v=ODBs_5_xPas

marce -

vero; me encanto tu relato de el dr. fuentes farias muy bueno. saludos!!

Carlónimo -

Al inicio de la primavera, mientras viajaba por algunos países de América del Sur, me encontré buscando un sitio donde tomar café en el aeropuerto internacional Eldorado de Bogotá, Colombia, cuando una bella chica me interceptó para hacerme una pregunta. Perdona, me dijo, tú me das la impresión de viajar con frecuencia así que, en confianza, quiero pedirte que me digas cuál línea aérea me convendría tomar para viajar a Paraguay. La respuesta no era sencilla, así que le dije: mira, si no estás muy limitada de tiempo, acompáñame a la cafetería, nos sentamos y te doy mi opinión al respecto.

La encantadora chica me obsequió una dulce sonrisa, asintió con la cabeza, giró 180 grados y caminó conmigo por el amplio corredor hasta que encontramos un Starbucks, al cual entramos y escogimos una mesa cercana al ventanal. Sin abordar cuestiones personales, tomé mi laptop, me conecté a internet y busqué las rutas directas a Asunción, los horarios, costos y condiciones, llegando en no más de quince minutos a la conclusión de que le convenía acudir a la ventanilla de Avianca. Mientras mis dedos golpeaban las teclas de la lap sentí la dulce mirada de la joven que no dejaba de recorrerme, haciéndome sentir un poco de nerviosismo.

No obstante, cuando ella me agradeció el consejo y me pidió consultar también la lista de hoteles de Bogotá, cobré justa venganza. Le acerqué el equipo y me dediqué a observarla, concluyendo que su belleza, porte y buen gusto eran indiscutibles. De buena estatura, rostro apiñonado, sonrisa generosa, rasgos finos, cuerpo armonioso, cabello largo ensortijado, aspecto candente, simpática y de ojos encantadores, concentró mi atención y me hizo buscar la forma de ahondar nuestra relación.

Así que cambié de inmediato mis planes decidiendo pasar una noche adicional en Bogotá. Salimos juntos del aeropuerto, tomamos un taxi y la llevé al hotel Estelar La Fontana donde me despedí pretextando tener mi reservación en Embassy Suites. Me agradeció cumplidamente, pero su dulce carita se demudo al verme partir. Ya sentado en el taxi, viendo que seguía observándome, cancelé el servicio, me bajé y acercándome a Nanny le dije: si no tienes otra cosa que hacer esta tarde ¿por qué no salimos a dar una vuelta para relajarnos de tanto viaje? Ella me respondió en completo silencio, con una sonrisa encantadora; después asintió con un fino, casi imperceptible, movimiento de cabeza.

Así que una hora después la recogí en el loby y nos fuimos a visitar La Candelaria, el más reconocido y sobresaliente barrio de la ciudad, donde no tuvimos tiempo suficiente para disfrutar de sus parques, alamedas, museos, plazas y tiendas. Nanny es una chica encantadora que te absorbe con su trato cariñoso. Ataviada con una hermosa ruana que adquirimos en un centro artesanal, no dejaba de mimarme con probaditas de helado, cariñitos y cumplidos.

Comimos en Casa Vieja, un confortable restaurante típico que nos encantó y nos hizo entrar en mayor confianza. Durante la sobremesa Nanny me dio a probar su delicioso ponche colombiano, después giró ostensiblemente el pocillo, posó sus labios ostensiblemente en el lugar donde habían estado los míos y, a partir de ese momento tan significativo, nos tomamos de la mano, nos acariciamos el rostro y salimos del establecimiento abrazados como novios.

Sin mediar proposición alguna, como si nos conociéramos de años, entramos al hotel llegamos a la habitación, la abracé acercándola a mí, ella se me colgó del cuello y nos fundimos en un primer beso tan intenso que no despegamos nuestros labios antes de estar tirados en la cama revolcándonos y acariciándonos mutuamente.

Una por una, las breves prendas que cubrían el formidable cuerpo de Nanny fueron quedando caprichosamente diseminadas a lo largo de la cama, por el suelo y encima de la poltrona. Habiendo dejado el brassiere colgado de la cabecera, deslicé lentamente la pantaleta y percibí por primera vez la suave eminencia de sus nalgas carnosas y firmes que se estremecían por el intenso estímulo.

Habiéndola colocado en cuatro patas me monté por detrás de ella y mientras hurgaba sus orejas con la punta de mi lengua, besando su refinado cuello, su tersa espalda, acariciando sus enormes tetas y aspirando la fragancia de su castaño cabello, la penetré vaginalmente, sintiendo cómo mi abultado pene resbalaba y era aprisionado por los incontrolables espasmos de una pucha fresca, firme, combativa, que me llevó a vivir uno de los más excelsos placeres que haya disfrutado en toda mi vida.

Fue tan armoniosa la sucesión de movimientos, fricciones, sollozos, estremecimientos y jadeos que, en unos cuantos segundos detonamos un colosal orgasmo. Temblorosa, con la respiración extraordinariamente agitada, Nanny se desplomó con gran humor llevándome a rebotar junto con ella en la blanda superficie de la cama. Tras una espontánea carcajada, nos quedamos los dos inmóviles, disfrutándonos, aquilatando la sorpresiva e inolvidable experiencia.

Preciosa Nanny, está en ti complementar el relato ¿Te atreves?

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Cómo va la calentura, ya bajó un poquito? Yo creo que sí porque hasta Carlónimo ya anda más sereno, filosofando, en la pura entelequia ¡Ah bárbaro!

Oigan ¡Qué grueso lo de Rosario! Parecía tan sensata como rectora de la universidad de Enfermería y Medicina, pero se mete en su onda y da unos bandazos que no la conoces ¿Será todo a causa del sexo? Ya nos dirá mi Vero que es la experta en comportamientos normales y anormales. Para mí que no es cosa de locura sino que cada quien agarra su onda y en ella se mueve para calentarse y dar una buena salida a sus instintos. Y si no me creen, entérense de lo que hoy nos dice la Yazmín Alessandrini.

Bajo el título “Anorgasmia femenina” dice la güerita que la ausencia de orgasmos es “uno de los padecimientos más frecuentes entre mujeres sexualmente activas”. Aclara que: “Ya sea por causas psicológicas o sociales, cada vez es más frecuente que en los consultorios de los especialistas concurran más y más féminas desesperadas, porque los orgasmos están de vacaciones permanentes en su intimidad”.

El problema es tan grave, insiste Alessandrini, que ha llegado a ser “una de las disfunciones sexuales más comunes en las mujeres, superando incluso síndromes como el de la frigidez o el de la falta de deseo” Y dice, fíjense bien, que “Hay tantas causas que inciden y provocan la anorgasmia femenina como mujeres que la padecen; cada caso es un macrocosmos individual en el que inciden infinidad de factores que van de lo psicológico a lo social y de lo sexual a lo funcional” Sin dejar de lado “la falta de pericia y la insensibilidad del hombre”, que no se da cuenta de que en las relaciones de pareja debe siempre haber un “tercer invitado que es la reciprocidad” De tal manera que, “muchos hombres siguen viendo en las mujeres un mero objeto sexual del cual se sirven sin importarles su satisfacción”

Habrá que agregar, y esto es totalmente de mi cosecha, que la anorgasmia femenina puede también tener su origen en que el amor conyugal ya hizo maletas y que, de plano, pues no agarra camino, o “no se halla” la chava cuando está en brazos del chavo, ya la aburrió el ingrato.

Retomando a la güerita, les describo cuál es la conclusión a la que llega: Ella dice que: “Lo ideal es que cada mujer tome en sus manos las riendas de su sexualidad, que se atreva a conocer su cuerpo y el funcionamiento específico de las partes sexuales de este, porque la posibilidad de llegar al orgasmo debe radicar primordialmente en factores individuales (incluida la masturbación y la imaginación de escenarios) y, posteriormente, al asumirse como un ente sexual autosuficiente, podrá dar el paso de convivir con un hombre igualmente capaz de entender que la satisfacción siempre debe ser una especie de calle de doble sentido, con ida y vuelta”.

Bueno pues, como ven, la Yazmín aboga por una solución enteramente subjetiva, o sea que, cada quien “agarra su onda” y todos contentos. Cada uno de los miembros de la pareja se eleva a su nube y cumple estrictamente su papel de acompañante tan sólo permitiendo que el otro pueda hacer lo propio.

Después de leer esto, confirmo dos cosas: primera, que la Yazmín es lectora asidua de los relatos del blog, porque es mucha coincidencia que Carlónimo hable de Rosario y que la güerita inmediatamente publique esta nota ¿No les parece una vez más, demasiada coincidencia? Y la segunda cosa es que, la solución que propone la Yazmín no es más que la disolución del vínculo marital ¿se imaginan? Llevada la receta de Yazmín al extremo tendríamos al chavo y a la chava acostaditos en la misma cama bien juntitos, pero cada uno por su lado jalándose, picándose, agarrándose, metiéndose cosas y mentalizando su propia fantasía, hasta quedar los dos tranquilitos, bien sonrientes, convencidos de llevar en su matrimonio una relación sexual plena ¡Ay güero!

Yo prefiero encauzar toda mi energía y mis instintos carnales hacia mi Vero que está bien buena. Anoche le inyecté sus nalguitas porque andaba con la garganta inflamada. Se volteó y se bajó la panty bien rico dejándome sus bomboncitos expuestos y entregados al delicioso martirio. La aguja se hincó suavecita haciendo brotar el primer ¡aaayyy! de los labios de mi princesita, quien se debatía entre el dolor y el deseo, que finalmente nos llevó a empalmarnos y hacer de nuestro espacio marital un paraíso.

Romántico ¿verdad? Va a decir Carlónimo que le ando copiando el estilo.

Bueno mis chavos, pórtense bien, no se la “estimulen” solos, dejen que su pareja intervenga. ¡Ah! espérenme, no se vayan, tengo un recado de Eulogia a quien me encontré el otro día en una joyería escogiendo sus anillos. Dice que quiere entregarles la invitación a su boda que será el 18 de agosto y se autoinvitó al depa de Carlónimo. Propone que nos reunamos todos ahí el sábado. Carlónimo aceptó, así que ¡Allá nos vemos mis hermanos! Los que tengan problema para llegar, nos vemos en “El Péndulo” de Polanco, a las 4 en punto ¿De acuerdo? Allá los espero, lleven marcada su ropa para que no se confunda y que no anden después peleando: ¡Esos no son mis calzones!

Carlónimo -

What a pretty nanny!

Hay momentos en que la vida te amedrenta, te hace cerrar los ojos tratando de ocultar la realidad; huir y esconderte en un paraje idílico, donde sólo disfrutas, donde todo es perfecto, donde siempre brilla el sol.

Esa sublime plaza es mi mundo, mi refugio, en ella está mi vida, en ella estás tú. Cuando llego y te veo, me pregunto ¿de dónde has salido, de qué precioso material estás hecha, a qué placentero fin has sido destinada?

Nos tomamos las manos recreando nuestra envidiable experiencia de vida. Aquel venturoso momento en que hablé contigo. Nuestros ojos se encendieron, nuestros labios emitieron sus primeros vocablos de amor: me gustas, te quiero, te deseo…

Aprendimos a caminar juntos, a conocer nuestro estado de ánimo, a leer nuestros pensamientos, a compartir nuestra vida, a soñar juntos.

Una tarde brillante y placentera nos entregamos por fin en cuerpo y alma. Tus labios y mis labios se confabularon en un pacto eterno. Conocí el sabor de tu cariño, el alto voltaje de tus manos, la densidad de tus deseos, el magma de tus pensamientos.

Mis dedos y mis labios se aventuraron a recorrer las partes ocultas y enigmáticas de tu cuerpo: tus erguidos senos, la dura consistencia de tus pezones, la suave explanada de tu vientre, la firme prominencia de tus nalgas, la hospitalaria hendidura de nuestros encuentros.

¿Cómo no citar el erotismo de nuestros más caros fetiches? Las jeringas aplicadas en tus preciosas nalguitas palpitantes; el bullir de la recia sustancia que estremece la curvada superficie de tus glúteos; el suave gimoteo de tus labios, la inquieta contracción de tus piernas y de tus manos.

Son tantas vivencias las que tu nombre me sugiere, preciosa nanny que no terminaría de citarlas en este breve espacio. Dos almas gemelas no pueden separarse, se pertenecen, palpitan y se estremecen juntas.

Nanny, la que cuida, la que protege, la que tiene a su cargo el cuidado de nuestros más finos sentimientos. La que llega hoy y me dice querer… “un relato conmigo”.

Más allá de cualquier encuentro fortuito has llegado cargada de sentimientos; los percibo, los presiento. No puedo entenderte en un plano circunstancial.

Me llena en cambio sentirte un ente hermano, compatible, con quien he compartido vivencias y andado camino. Esa es mi percepción de ti, no sé si continuarás escribiendo, es frecuente que las personas lleguen y desaparezcan súbitamente.

Cuando te marches, piensa que aquí estás marcada; que tu nombre dejó en mí una huella profunda y eterna.

Nanny, la cálida nanny, la protectora nanny.

http://www.youtube.com/watch?v=sbRfqNOvpB4&feature=endscreen&NR=1

Carlónimo -

Querida Vero, gracias por tus valiosos comentarios, son fascinantes ¿Regresión a la niñez con la pasión añadida de la adultez? No abarco mentalmente ese estado ¿Será como una regresión maliciosa o convenenciera? Entonces no es sentirse niño, sino hacerse pasar por niño.

Gustoso te sigo acompañando. Espero que realicemos muchos relatos juntos. A ver qué te sugiere este.

Tras haber arrojado las pertenencias de Fuentes Farías por la ventana, habiéndolo dejado en cueros y sin la posibilidad de montar al menos en su coche, la singular Rosario se desnudó y se tumbó boca abajo en cama.

Cuando su marido entró a la recámara y se encontró con esas preciosas nalgas que se le ofrecían en pompa, se sacó la gruesa pichancha y la embutió sin miramientos. Al ver su ruda macana que colmaba el estrecho agujerito rectal estalló una violenta eyaculación que terminó de enajenar a Rosario, precipitándola de bruces, empinada, con el culo trepanado y el rostro dramáticamente adosado a la cama. La preciosa mujercita sollozaba y murmuraba: me llenaste, soy tuya, me tienes enculada.

Deliciosamente relajada, Rosario disfrutaba los espasmos del suculento salchichón que tenía alojado en el trasero. La dramática separación de sus nalgas y el extraordinario estiramiento de su esfínter rectal la hacían sentir violada, poseída, dominada, maltratada, lo cual la satisfacía por entero.

En ese contexto de sujeción y de atropello, pensó en el doctor Fuentes Farías, a quien había dejado en la calle sin ropa y sin las llaves de su auto. Se soltó de los brazos de Mario, entró en el baño y al ver reflejado su rostro en el espejo, arremetió contra éste haciéndolo añicos. Salió corriendo y se lanzó contra la fina cristalería que adornaba la cantina; estuvo aventando y destruyendo todo lo que veía a su paso, hasta que Mario la sujetó por detrás y le aplicó un sofisticado juego de correas de “Sex shop” con el que la sometió dejándola tumbada en el suelo hecha un ovillo, gritando y sacudiéndose desesperadamente. Acto seguido, preparó una jeringa, le desinfectó la nalga y la pinchó bruscamente arrancándole nuevos lamentos.

Rosario se empezó a arrastrar por todo el departamento, gritando desaforadamente y estrellándose contra los muebles, hasta que el calmante que su esposo le había aplicado hizo su efecto, sumiéndola en un intenso pero sosegado llanto. Viéndola así, Mario se le acercó con una dura correa y le asestó una ringlera de cintarazos que se le marcaron en las piernas, las nalgas, la espalda, los brazos y el cuello, hasta dejarla muy maltratada. En su dolor, la preciosa chica imploraba: ¡perdóname, no vuelvo a descontrolarme…!

El molesto marido encendió un cigarro y estuvo acercando la flama al cuerpo de su esposa: en las piernas, las nalgas, el vientre y los brazos; sin lastimarla demasiado, pero haciéndole sentir el rigor del fuego hasta que gritara: ¡Ya mátame, mátame, te lo ruego, pero no me atormentes!

Luego tomó un largo tolete flexible con la punta sólida y redondeada y se lo empezó a introducir en el culo, poco a poco, hasta hacerla pasar del jadeo al abierto llanto. Teniendo más de un metro del grueso manguerón sumido en el recto, con la boca abierta y los ojos desorbitados, la pobre Rosario suplicaba a su esposo que al menos no le metiera más garrote, aunque la dejara así el tiempo que él quisiera.

Mario accedió pero tomando un puñado de jeringas hipodérmicas, se las fue clavando una a una en los glúteos (cerca de diez en cada uno de ellos) hasta tenerla totalmente inmovilizada por el efecto, tanto del manguerón que le cercenaba las entrañas, como de las agujas que le hacían sentir un puñal clavado en cada nalga.

Rosario ya no se movía, estaba prácticamente paralizada, gimiendo levemente y agradeciendo a su esposo la terapia. Mario la dejó así por más de una hora, hasta verla prácticamente dormida. Entonces se acercó y le fue extrayendo una a una las agujas hipodérmicas, luego empezó a jalar el manguerón hasta sacárselo del culo. Finalmente fue soltando las correas hasta dejar a Rosario liberada.

Hecho esto, Mario se sentó en la cama, Rosario, bañada en lágrimas, se fue incorporando lentamente y llegó sumisa frente a su esposo acostándose boja abajo en sus piernas. Le dijo: “me he portado mal, cariño, castígame como merezco” Entonces Mario le aporreó los glúteos hasta cansarse y dejárselos hechos una lástima. Rosario no gritaba, su cuerpo ya insensible se sacudía por el efecto de los manotazos.

Después de eso, descansaron abrazados, se amaron incontables veces y se fueron a pasar unos días a su confortable y lujoso chalet de descanso, en las montañas.

Querida Nanny, qué singular entrada has tenido, acepto tu propuesta. En breve te doy gusto.

nanny -

Pues me gustarí algun reato contigo...!

Que dices?

Carlónimo -

No, antes dime ¿qué te gustaría que te escribiera, preciosa?

nanny -

Pues confío en tu excelente habilidad...para relatar una buena historia

Carlónimo -

Vaya, pues a mí también me encantaría. Tu dirás Nanny, el que no habla Dios no lo oye.

nanny -

hola, un gusto a sido leerlos, espero sigan coontando cosas...comparto sus gustos

me gustaria participar en tus relatos carlonimo...

Verónica -

Carlónimo: Gracias por completar el relato… definitivamente siempre tuve ese antojo de “acompañarnos” con los mismos personajes, y debo decir nuevamente: felicidades por tu excelente pluma, no dejes nunca de escribirnos, pues eres el motor de este espacio. El relato es fascinante: La inquietante regresión a la niñez, con la pasión añadida de la adultez, resulta definitivamente una maravillosa explosión de sensualidad. Un abrazo

Paty y Pascual: Gracias por seguir leyendo…un abrazo a ambos

Pascual -

Carlónimo, qué buen desmadre armaste, esa mujer Rosario es una terrible bala. Excelente pieza, muy cachonda y me hiciste desternillar de risa. Ver+onica, tus relatos son mucho muy buenos, cada día mejores. Sinceramente te felicito.

Carlónimo -

Gracias Carlota y Pascual por hacerse presentes en este foro, que es su casa.

Querida Paty, yo también te extraño. Así que, escribe, mi vida. Haz el esfuerzo, niña preciosa.

Querida vero, te agradezco tus atentos comentarios, siempre brillantes y fundados. Tu nuevo relato es tan estimulante que me he atrevido a continuarlo ¡Qué bonito es poder escribir así, acompañado, entre los dos! Va el relato.

Nuevo festejo de Fuentes Farías

Pero ese fue tan sólo el principio de las ardientes retribuciones que el magisterio le brindó al doctor Fuentes Farías en ocasión de su ansiado retiro.

Como siempre ocurre en esos casos, corrió como polvorín la noticia de que las alumnas de Farmacología se habían inyectado unas a otras, de manera que después la directora del plantel, una frondosa mujer en plenitud con una gran sensualidad, se encontró con Fuentes Farías en el ascensor y le dijo muy efusiva: “Ya supe, doctor, el éxito que tuvo usted con las chicas de Fármaco. Están muy motivadas por haber aprendido a inyectar. Y creo que les sobra razón para ello pues una no se imagina lo útil que es una persona con ese aprendizaje. Yo, por ejemplo, por no tener a la mano quien me asista en esos menesteres, estoy teniendo que acudir hasta el otro lado de la ciudad para que me inyecten”

Llegaron los dos al estacionamiento y cuando la directora trató de echar a andar su coche, se percató que no tenía marcha. El doctor Fuentes acudió inmediatamente a asistirla y comprobó que la falla requería ser atendida por un técnico, así que de momento le ofreció llevarla él mismo a su casa. Ya en camino, Rosario lamentó que se interrumpiera su tratamiento con inyectables, a lo que José Luis repuso: Bueno, no creo que deba interrumpirlo, le ofrezco llevarla a una clínica donde la pueden inyectar. Rosario le dijo, a su vez, no me lo tome a mal, doctor, pero yo soy muy nerviosa y quisquillosa para esas cosas, yo requiero la asistencia de una persona que me inspire suficiente confianza, alguien desde luego con mucha experiencia y también con mucha paciencia. Usted no sabe cómo me tensan las jeringas…

Permanecieron callados un buen rato, hasta que José Luis se detuvo frente al domicilio de Rosario y le dijo: Servida, señora Duarte. Ella lo miró sonriente, abrió la portezuela y justo antes de bajar comentó: Me he quedado pensando, doctor, en el riesgo que representa interrumpir mi tratamiento. No sé… si fuera un serio atrevimiento pedirle a usted que… si tiene unos minutos disponibles… pudiera… tal vez…

Con toda caballerosidad, Fuentes Farías le evitó la pena de tener que pedir ella misma la asistencia y, casi interrumpiéndola le dijo. Señora Duarte, es muy recomendable que no interrumpa usted su tratamiento, yo le ofrezco inyectarla a sabiendas de que es un caso de verdadera excepción. Tras las consabidas manifestaciones de pena: ¡Ay, qué va a pensar usted, doctor Fuentes Farías…! Rosario cerró la portezuela, accionó el portero eléctrico, entraron al espacioso estacionamiento y le indicó a José Luis el sitio donde podía colocar el coche.

Se apearon, tomaron el ascensor que los llevó hasta el interior del lujoso pent house. Era una mansión en el piso quince con vista impresionante de la ciudad. Rosario lo hizo sentar en la sala, dejó su bolso en una silla, se retiró la gabardina, se miró en el espléndido espejo del comedor acomodando los pliegues del vaporoso vestido blanco con estampados en color verde tierno que cubría sus inquietantes formas corporales. Por fin se sentó frente al médico, cruzó la pierna dejando a la vista unos muslos de concurso y se disculpó diciendo: Me apena, doctor, quitarle su tiempo y le agradezco que se haya prestado a ayudarme. Bueno… permítame, voy a traer la medicina, si gusta tomar algo… un café, un refresco… No se moleste señora Duarte, así estoy bien, la espero.

Rosario cruzó el salón con paso firme y un sugestivo quiebre de cintura que le hacía menear las nalgas sensualmente. José Luis la miró con aire reflexivo, respiró profundo y perfeccionó su posición en el asiento. Al regreso de Rosario se puso de pie comedidamente para recibir la ampolleta, una jeringa, el alcohol y un paquetito de algodón. De inmediato los colocó sobre una mesa auxiliar, se sentó y con mucha seriedad empezó a preparar la jeringa.

La cristalina sustancia colmaba el cilíndrico depósito cuando Rosario preguntó tímidamente. ¿Le parece bien que me acueste en el sofá? no resisto ser inyectada de pie. El lacónico “Como usted guste” hizo que Rosario titubeara por un instante y resolviera salvar el escollo dirigiéndose decidida al mullido canapé, frente al cual alzó su vestido y se acostó quedando sus espléndidas nalgas erguidas, esponjadas, aún cubiertas por una panty de seda blanca bien ceñida y muy estrecha en la zona del pubis. Las espectaculares carnazas parecían reventar esa pequeña prenda que imprimía un mayor erotismo a la singular escena.

Después de extraer las burbujitas del depósito, José Luis se dirigió al sofá y viendo que las nalgas de su paciente permanecían cubiertas, se enfrentó al serio dilema de pedirle que las descubriera, o bien, actuar por propia iniciativa descubriéndolas él mismo. Rosario permanecía inmóvil, concentrada, ensimismada. Sólo las bien dotadas piernas y los esféricos glúteos palpitaban menudamente. José Luis carraspeó. Al no obtener respuesta tocó el borde de la panty diciendo: “Por favor, señora”. De nuevo, sin respuesta. Más decidido, insertó sus dedos en el elástico sugiriendo deslizarlo, pero Rosario no se movió ni articuló frase alguna. Un poco turbado, el doctor replegó con timidez la prenda un par de centímetros. Entonces Rosario, con cierta molestia elevó las nalgas, llevó sus dos manos al elástico y lo hizo descender bruscamente hasta las piernas, diciendo: ¡Ya está, puede inyectarme!

Fuentes Farías se quedó perplejo, pero decidió ignorar el hecho. Las tersas y arrogantes carnazas se le ofrecían supremas y el incidente de la pantaleta lo animaba a comportarse con algo de audacia, así que palpó con decisión las dos zonas inyectables, desinfectó el cachete izquierdo y cuando se disponía a pinchar lo interrumpió un súbito alarido ¡Ay noooo! Rosario palmoteaba tratando de alejarlo. Se puso de pie. Con el vestido alzado y la panty alojada en los muslos corrió y se refugió en un rincón, alegando: ¡No, doctor, estoy muy nerviosa, es algo que no resisto! Seguía sujetando el vestido sin importarle mostrar el área del pubis al facultativo quien, indeciso, aguardaba jeringa en mano.

Después de emitir sentidas quejas y de rechazar la inyección reiteradamente, viendo Rosario que el médico no hacía nada y que sólo la miraba impávido, le dijo: “Doctor, la única manera de inyectarme es sometiéndome. Yo espero que usted lo haga” Dicho esto, se alejó corriendo y se guareció detrás de la mesa del comedor. José Luis tenía la mente confusa pero decidió seguir el juego, así que se fue detrás de Rosario y después de sostener una ligera escaramuza la sujetó por la cintura.

Ella gritaba y manoteaba pero él más se aferraba sujetándola finalmente de las piernas hasta hacerla trastabillar y caer redonda en el sofá, donde la puso nalgas arriba y le aplicó unas estruendosas nalgadas que avivaron de momento el griterío, pero fueron poco a poco mitigando las airadas protestas que devinieron en llanto. Hecha un mar de lágrimas Rosario se quedó por fin quieta y gritó: ya pónmela, desgraciado, lo lograste, vas a hacerme daño. Anda, date gusto, pínchame, lastímame, eso es lo que querías, desata tus sádicos instintos, aquí estoy, indefensa, humillada, resignada…

Ante tales consignas, José Luis sintió que la sangre le hervía en el cuerpo, le invadió un ferviente deseo de provocar a Rosario un mayor sufrimiento. Alterado, intensificó el castigo: las nalgadas se redoblaron, acompañadas de insultos, pellizcos y fuertes jalones de pelo que hicieron a Rosario chillar, implorar y exigir un mayor castigo: ¡Pégame más fuerte, no pareces hombre, lastímame de verdad, mátame! ¡Maricón, poco hombre, pusilánime!

En ese contexto, cuando Rosario tenía el glúteo en extrema tensión, José Luis le clavó la aguja haciéndola avanzar a tramos, con lo que le rasgó una y otra vez el engarrotado músculo. Los angustiosos embates de la hipodérmica producían un áspero rasgueo que, a su vez, arrancaron a la paciente nuevos gritos de lacerante dolor y sucesivas consignas: ¡Cabrón, desgraciado, mátame, te lo suplico! José Luis la saturaba a su vez con insultos: ¡Puta desgraciada, eso es lo que mereces, escoria, maldita, putrefacta…! La brusca entrada del hiriente líquido dio lugar a tan ebullente refriega, que los dos, José Luis y Rosario terminaron la contienda desplomados, exánimes, extenuados, incapaces de emprender el menor embate.

Bañada en lágrimas, gimoteando, la preciosa Rosario abrazaba a su verdugo, lo besaba y se le restregaba sensualmente. José Luis la tomó en sus brazos y la mimó como a una niña: ¡Mi nena, pequeña, bonita, preciosa, chiquitita! Una vez serenos, se entregaron a un ardiente coito. Las nalgas de José Luis, montadas en la pelvis, entre las piernas de Rosario, subían y bajaban, una y otra vez, en un acelerado y descontrolado movimiento que entre gritos y sollozos sucesivos llegó a su climax.

Permanecieron después muy quietos, juntando sus labios esporádicamente. De pronto Rosario se incorporó, se puso de pie, dio unos pasos, se tensó de nuevo y gritó: ¡corre, José Luis, deprisa, corre! El somnoliento amante se estiró aflojerado diciendo: Ya no, mi vida, espera un poco. Ella insistió: ¡Corre, te digo, que ya viene subiendo por el elevador mi marido!

Como impulsado por un resorte, Fuentes Farías apenas acertó a coger sus calzones, corrió despavorido y se lanzó “en salto de tigre” por la puerta de servicio que le abriera Rosario, cayendo en el corredor externo angustiosamente, “de costalazo”.

El marido de Rosario entró muy sonriente, besó los suaves belfos de su amada que lo esperaba enfundada en una erótica batita súper corta. Después de trenzarse en un breve cachondeo, él pasó al baño y ella se ocupó en recoger lentamente cada una de las prendas que había dejado tiradas su amante. Caminó muy sonriente y las arrojó por la ventana.

¡Sean felices mis amigos, la vida es muy bella, debemos disfrutarla!

Paty -

Hola Vero, sigues escribiendo muy bien, te felicito. Carlónimo querido, te extraño.
http://www.youtube.com/watch?v=JOo2QxJJKvs

Verónica -

El doctor Fuentes Farías, decidió jubilarse, para ir a trabajar en una universidad de Medicina, y enfermería dando clases para principiantes en el turno nocturno, ya que, su mujer acababa de morir, y el ya se sentía bastante cansado para continuar tantas desgastantes faenas…

Lo que no esperaba, era revivir a pesar de su avanzada edad, tantos delirios juveniles que se apilaban en su mente sin cesar, pues resulta que la mayoría de sus alumnas, poseían una belleza inconmensurable....

Los cursos de farmacología, según las normas de la facultad, eran para principiantes, y por lo tanto, necesariamente sensibles, y únicamente teóricas, por lo tanto, los primeros meses, el se abstenía ante sus deseos bestiales, argumentando para sus adentros, que no había ya cabida en su existencia para semejantes antojos… Pero resulta que, el día menos pensado, y ya casi terminando una clase que impartía con especial entusiasmo, la más hermosa de sus alumnas, portó una diminuta falda, que dejaba a la vista, unos muslos extenuantes, inmensos, firmes, blanquísimos, y por detrás, se asomaban unas nalgas tan inmensas, que el pobre Fuentes, quedó casi paralizado, temblaba al simple contacto visual, y así, “toleró” su inusual día, para, al final mencionar: “Chicas, la experiencia es la mayor virtud en el mundo laboral de hoy en día, y por eso, lo único que les encargaré para mañana, es una jeringa, pues les enseñaré a aplicar inyecciones intramusculares. ...
Si alguien la olvida, mejor ni entre a mi clase. Gracias”.

Y se fue a casa con una enorme satisfacción en el rostro y en el alma, claro que, no pudo dormir ni un instante… Pensaba en el rumbo que tomaría su clase, ordenaba en su pequeño escritorio las sustancias de vitaminas con que podría llevar a cabo su práctica estudiantil.

Y al día siguiente, llegó más temprano que de costumbre, y antes de que se llenara su salón de clases, el ya se veía demasiado ansioso. Pasó lista, y la asistencia era haber traído la jeringa de 3 ml.

“A ver, señorita Ericka” (su rubia adorada, hermosa, de ojos verdes, y carnes rebosantes, suplicantes y firmes). Pase al frente, explicaremos el mecanismo de una inyección intramuscular. Por favor, sea nuestra voluntaria, le daremos 5 puntos extras y tendrá usted la oportunidad de practicar también la aplicación, por supuesto, con otra de sus compañeritas.

Ni corta ni perezosa, pasó al frente, y no sabemos si por su valentía, o porque quería presumir la perfección de sus nalguitas, blanquísimas firmes, sin defecto alguno.

Al caminar el trayecto del pupitre, al escritorio frontal, meneaba su cadera, haciendo un movimiento sensualísimo en su trasero, que cautivaba a cualquiera. “¿Me acuesto profe?”

“No es necesario, señorita Reyes, por favor descúbrase, que vamos a proceder con nuestra valiosa práctica… a ver si, a ver, bájese más la panti, a ver, tranquila, a ver, señorita, póngase de este lado, relájese”. La bella voluntaria hacía todo lo que su maestro le indicaba, incluso, hizo descender su panti hasta el término de sus muslos, pero desafortunadamente, el pequeño calzoncillo rosado, cayó al suelo, dejándola completamente desnuda, pues su minifalda blanca había sido acomodada por el maestro, cuidadosamente en su espalda....
El doctor ya mostraba un nerviosismo, y un temblor en las manos, que no lo dejaba proceder en su “práctica”, pero supo sobreponerse, y discretamente, le pidió a otra de sus alumnas que le pasara la pequeña botella de alcohol que se encontraba en las tarimas del fondo de la estancia. “Gracias Elena, ¿podría empapar un par de algodones y depositarlos en esta bandeja?, desinféctese las manos con el líquido que puse en el escritorio conjunto”, eso ordenaba mientras indicaba a las chicas, el modo correcto de abrir la jeringa estéril, sin romperla o infectarla. “Miren con atención, así se abren las ampolletas de cristal, así se carga el medicamento en la jeringa, despacio, fíjense chicas bien en la caducidad y la medida de la sustancia”, les decía mientras cargaba el “inocente” líquido rojizo de prueba que en realidad era una vitamina muy dolorosa. Ericka se bamboleaba con beneplácito, pues gustaba de ser el centro de atención a todas horas. Sonreía, y volteaba para ver su traserito expuesto y a punto de ser pinchado. “No se mueva, señorita. Bueno chicas, luego se extraen las burbujitas de aire, y se limpia esta área con el algodón con alcohol”. Y a guisa de ejemplo, le acariciaba las nalguitas a la bella chica, y las caderas, y el abdomen, hasta indicar el cuadrante, y palpar de nuevo las grandiosas carnes….la chica se estaba empezando a fastidiar, pero también se excitó un poco, sin dar la mas mínima señal de aquello.
El señor estiro la grandiosa carne, e hundió la jeringa, haciendo entrar el líquido doloroso. Ericka dijo en voz baja: “Ay profe me arde noooooooooo yaaaaaaa bastaaaaa”, y lágrimas caian de sus preciosos ojos, hasta que al fin finalizó la aplicación, y el doctor procedió a la explicación del masaje, y con especial cuidado, le colocó su prenda interior a Ericka, pero ella bruscamente, le retiró la mano, yéndose a sentar a su lugar, y como compensación, el doctor pidió que hicieran equipos de 2 mujeres, pasa inyectarse mutuamente un líquido simple e indoloro. Y dejó que Ericka lo ayudase a supervisar el proceso.
Al final de la clase, le pidió a la hermosa chica que se quedara para revisar el resultado del pasado examen parcial. Y así fue: Revisaron el examen reprobado, y para no quedar tan mal, la chica comenzó a seducirlo hasta quedar atrapados en una euforia pasional, escurriéndose, debajo del escritorio, y haciéndose propios uno del otro… ella misma se descubrió sus intimidades, incrustándose el enorme y flácido pene, y llegando lejos con él, y con su kardex.

Verónica -

Carlónimo: Muchísimas gracias por tu análisis y retroalimentación de mi relato, lo valoro enormemente, y estoy de acuerdo contigo, captaste bien la esencia del mismo.Tu relato basado en la física del movimiento, no solo fue impresionante, sino que, cautivaste y removiste en mis fibras sensibles, mis más añoradas fantasías. La timidez inicial, y el desafuero posterior, fueron para mí, experiencias casi personales, palpables. Me recordaste la película de “Pide al tiempo que vuelva”… Magnifico, bravo, eres sensacional. Bueno, y el relato de Cristy no se queda atrás, tiene su pegue la hermosa mujer, es mayor cuando no desea provocar, recuerdo vívidamente a Quirarte, siempre tan nervioso y luego tan desenvuelto… y las inyecciones varias que se inventaba solo para admirar las nalgas de la bella chica, y ella accede como no queriendo… pues es “por su bien”, ¿no?... Ha, y los diminutivos denotan la lujuria disfrazada de respeto, excelente, Carlonimo… el final me impactó… que barbaro rabo verde jajaja…no pude evitar soltar una carcajada…

Gus y Fer: Gracias por leernos, espero pronto se animen a participar con algún relato…

Tony: Los instrumentos y la imaginación son los mayores estimulantes del mundo… pues… ¿no soñamos despiertos horas enteras con este sitio?, Pero bueno, tu dime de qué quieres que me disfrace, y ahí estaré preparada para ti, y con todo y jeringas :) ...Y estoy de acuerdo en que la comunicación es lo primero, solo así podemos compenetrarnos al 100% como nosotros lo hacemos, belleza....

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Tengo a mano el periódico “El Nuevo Mexicano” que en su primera plana de hoy presenta dibujada a una joven pareja: Él vistiendo un traje de Superman lleva un tremendo jeringón en la mano. Y ella, vestida de enfermera, bien entalladita, con minifalda que deja a la vista el borde de las medias y los tirantillos del liguero que las sostienen.

El encabezado de la noticia dice: “SEX SHOPS, para romper con la rutina y ponerle emoción”. Y comentan, entre otras cosas, que: los juguetes sexuales pueden elevar el rendimiento hasta en 50% a la hora del coito; que rompen la monotonía y enriquecen el acto sexual; que los principales adquirientes son parejas heterosexuales de entre 35 y 40 años, con varios años de relación; que lo más vendido son vibradores, lubricantes, lencería y disfraces.

Emocionante ¿no? Nada más imagínense tener en la cama a Blanca Nieves, a la Caperucita Roja, o a la Gioconda. Terminar cogiendo con la enfermera o doctora, entre jeringas, irrigadores, cánulas, ampolletas. Buena terapia ¿no creen? Pero, en mi opinión, se requiere que las parejas estén muy bien integradas, que mantengan un alto grado de apertura y, desde luego, mucha confianza entre sí.

Me pregunto ¿cuántas parejas pueden tener ese grado de comunicación? Porque si a uno de ellos le valen gorro los fetiches, el otro ya se fregó. Nada más imegínense a una bella mujercita que, después de librar una férrea lucha interior se decide por fin a proponerle a su marido: “Amor, no te vayas a enojar pero me encantaría que jugáramos a la enfermera”. Y él que le responde: “Pinche cochina, lujuriosa, eso es pecado…”. O qué tal si él le pide a ella que se deje meter una canulita en el culo y recibe la amarga respuesta: ¿Qué acaso necesito yo una lavativa? No te entiendo, por favor explícame. ¿No te digo? Cada vez estás más raro.

Tales desavenencias pueden ser causa de rompimiento, o pueden dar pie a infidelidades, ya sea consentidas o clandestinas ¡Porque hay de las dos! ahora verán. Resulta que en su columna de ayer, la Yazmín Alessandrini se refiere justamente a la “Infidelidad Consentida”. Afirma que en las parejas se llega a dar un deterioro de la relación sexual a tal grado, que los cónyuges permiten, cada uno, que su “pareja” busque en otro sitio la satisfacción de sus necesidades.

Afirma la güerita que si bien es más frecuente encontrar “que sea el hombre quien busque una amante para satisfacer sus necesidades sexuales ante la apatía o desinterés de su esposa para seguirlo complaciendo (…) estadísticas recientes arrojan cada vez más un repunte de mujeres cuyos esposos las invitan a conseguir un compañero de aventuras sexuales ocasionales porque los múltiples y estresantes compromisos de trabajo los imposibilitan por completo de cumplir su tarea de hombres”.

Y añade que algunos consideran esa “infidelidad consensuada” una franca aberración moral, pero “los liberales se muestran totalmente abiertos a que las parejas puedan llegar a un nivel de comunicación tan profundo (…)” que les permita diferenciar claramente lo que es amor y lo que es sexo, llegando así a otorgarse mutuamente tales salvoconductos, para que cada uno atienda sus requerimientos a su gusto y con quien guste.

Luego entonces,la comunicación en un sentido puede compensar la falta de comunicación en el otro. Lo que equivale en este caso a decir que si no se pusieron de acuerdo en cuanto al uso de fetiches, puede permitirse a la pareja que los utilice con quien quiera ¡Ve con tus excentricidades a otra parte, conmigo ni lo pienses!

¿A qué nos lleva esto? Pues que antes de establecer cualquier compromiso de vida en pareja los tórtolos deben “medirle el agua a los camotes” o sea, saber si lo que les gusta a ellos en privado, le gusta también a su bienamada o bienamado. Pero eso no es tan fácil porque (según el artículo aparecido en “El Nuevo Mexicano” el gusto por los fetiches para utilizar en pareja surge generalmente cuando los participantes ya tienen algunos años viviendo juntos y quieren experimentar cosas nuevas. Entonces ¿cómo saber si a mi pareja le gustará utilizar fetiches dentro de unos años? Y ¿cómo saber si en caso de no gustarle los fetiches, me dará permiso a mí para utilizarlos con otra persona?

En fin, que no es posible tener la certeza de éxito a menos de que, antes de comprometerse, cada uno se abra de capa con el otro soltándole toda la sopa: “¿Sabes una cosa, mi rey? Pues que a mí desde siempre me encanta picarle las nalguitas a mi pareja, así que si no estás dispuesto a recibir mis jeringazos cada vez que yo lo quiera, pues circulando mi chavo, ya estás tardando”. O bien, “Princesa, antes que otra cosa te advierto que me domina la pasión por aplicarte enemas ¡Sí, así es, clavarte la cánula en el culito mientras te tengo acostada sobre mis piernas! Piénsalo bien encanto, porque en eso, yo no transijo”.

Pero eso no es fácil, mis hermanos. Aunque, bueno, yo no tengo bronca a la vista porque a mi Vero le encanta que le pique sus nalguitas. Que la tenga acostadita muy mona, le baje la panty, seleccione con calma el sitio, le perfore el bomboncito y le haga entrar la sustancia diciéndole que está muy linda, que la deseo, que me encanta, que me enloquece. Mi princesita patalea y se queja bien rico. No me contengo, la beso ardientemente, nos revolcamos desesperados y… Prau!!!!!

Pascual -

Carlónimo, aplaudo tu último relato, es fabulosa la forma que caracterizas al doctor que es es un personaje jncreible. El humor tan fino que manejas y la sorpresiva y dramática escena final comprueban una vez más tu gran capacidad narrativa. Gracias por compartírnosla.

Carlota -

Me gusto un chorro el relato de l doc pobrecito, que mala onda. Mi reconocimiento querido Carlonimo, sigue escribiendo.

Carlónimo -

Gracias Fer por tu amable saludo. “Mil” es sólo un número. Me motiva en cambio recordar a cada una de las personas que han pasado por este foro, las gratas amistades que forjamos y lo que hemos podido construir juntos. Mi sincero reconocimiento a todos y cada uno de los participantes.

Querido Pascual, me gusta encontrar siempre de ti un comentario amigable y oportuno. Gracias por patentizarme tu compañía, no sabes cómo me estimula a seguir escribiendo.


El momento decisivo

Resulta que Cristina, motivada por la curiosidad de los chamacos que la admiraban y la espiaban mientras se inyectaba, decidió tener su “segundo debut”, por lo que renovó su guardarropa cambiando el estilo conservador por uno vanguardista mucho más “coqueto” y empezó a convivir con amistades que había dejado un tanto olvidadas. El cambio de actitud le ha resultado positivo pues ahora es frecuente verla lucir faldas más cortas, sensuales escotes y peinados modernos que la rejuvenecen considerablemente.

Así que llegó el otro día al Club Rotarios para participar en una reunión formal de amigos y montó un bello espectáculo al lucir un mini vestido rojo diseñado por famoso modisto europeo, con el que la desquiciante esplendidez de su cuerpo hizo enmudecer a la concurrencia.

La abundancia y firmeza de sus nalgas, los abultados y erguidos senos y la solidez de sus muslos por demás rebosantes, generosamente expuestos, causaron una gran inquietud entre los caballeros que no dejaban de admirarla.

Transcurrida la primera parte de la reunión, justo en el momento que se inició el esperado baile, fueron varios los señores que se levantaron de su mesa dispuestos a solicitarle una pieza, pero uno de ellos se adelantó casi corriendo, giró de manera espectacular para impedir el acceso de los otros y, marcando una elegante caravana la tomó de la mano diciendo, con voz estentórea: “A sus pies, bella dama ¿me concede esta pieza?”

Cristina lo observó intrigada, se puso de pie lentamente sin dejar de mirarlo, indujo un giro que le permitiera tener la luz a su favor y exclamó entusiasmada: ¡Doctor Quirarte! Qué alegría verlo, está usted muy bien conservado.

¡Ah, nada de eso, Cristina, que los años ya me pesan! En cambio a usted la veo tan… tan… tan… ¡Ay, ya parezco campana! Pero es que no encuentro palabras para describir su jovialidad y su belleza ¡Es increíble que…! Oigame, Doctor Quirarte ¿Por qué tanta sorpresa si no estoy tan vieja…!

Noooooooo Cristinita, nooooooo. Eso ni pensarlo. Bueno… me expresé mal pero es que estoy tan emocionado de verla que ya no sé lo que digo. Venga, vamos a la pista. Caminando con gran elegancia, llevando la mano de Cristina elevada por encima de su propia cabeza, como se estilaba en la época de los valses y del minuet, el Doctor Quirarte parecía estelarizar una película. Sonriendo de oreja a oreja situó a su bella pareja en la pista y echó mano de toda su técnica.

Como si mentalmente contara: “y dos para acá, y tres para allᅔ se movía grotescamente tratando de impresionar a Cristina quien, por su parte, baila muy bien y lo moderó inmediatamente diciéndole: A ver doctor, mejor yo lo llevo a usted. Medio bailaron por un momento hasta que Cristina se cansó de batallar con semejante fardo y mejor lo sentó, haciéndolo pasar a otro tema, que a ella realmente le interesaba.

¿Todavía ejerce usted su profesión, Doctor Quirarte? Bueno, Cristinita, ejercer, así ejercer ejercer… pues no tanto pero, como usted sabe, la ciencia no se olvida y yo me actualizo para no perder la práctica y conocer todos los avances de la tecnología. Como en la época que yo la recetaba a usted y… la inyectaba… ¿se acuerda? Bueno pues, usted no me dejará mentir, yo tenía siempre el material y los instrumentos más modernos… Las jeringas ¿se acuerda Cristinita? Las jeringas… esas jeringas… Bueno, no hablemos más de mí, dígame usted Cristinita ¿ha seguido protegiéndose como lo hacía con todas las vacunas y tratamientos preventivos? Yo creo que sí porque la veo… la veo… ¡Sí ya veo que usted me ve doctor, pero disimule un poco al mirarme las piernas que la gente… ¡Cristinita! Nooooooo, si en mis ojos hubiera malicia yo mismo me castigaría ¡ni lo piense, ni lo piense usted! Bueno, no se preocupe Doctor Quirarte, pero sea más discreto. ¡Aaah, desde luego que lo seré, no se preocupe Cristinita, que yo…!

La verdad es que no he encontrado otro médico más acertado que usted en cuanto a la medicina preventiva, busco y no encuentro quien me diseñe un plan integral de prevención anual como usted muy acertadamente me hacía y me aplicaba oportunamente. ¡Aaahh, Cristinita! Es que los doctores de ahora ya no tienen ese tacto, esa preparación tan especial que nosotros tuvimos cuando la medicina era no sólo una ciencia sino una verdadera mística. Pero, si usted quiere y me honra confiándome nuevamente su salud, yo pondría en juego todos mis conocimientos, que son muchos Cristinita, muchos, para cuidarla y conservarla tan bella como usted está ahora Cristinita, tan bella que no tengo ojos suficientes para contemplarla y para… Ya, Doctor Quirarte, que no se hable más, dígame usted cómo empezaríamos que yo me siento desprotegida y viéndolo a usted recuerdo la paciencia con que me cuidaba.

¡Aaahh, Cristinita! !aahh y mil veces aahh! Que no sabe usted el gusto que me produce su incommensurable deferencia. Mire usted, para empezar, aplicaremos un tratamiento para el sistema inmunológico, a base de testosterona de avestruz ¡¿De avestruz, doctor Quirarte?! ¡Sí, de avestruz! Que es el ave de la eterna juventud. Sepa usted Cristinita, que los últimos descubrimientos de los sabios más reputados de Estambul así lo prueban, que quien se aplica esa… bueno para que andar con tapujos. Esa… dolorosísima ampolleta regularmente, mantiene la salud porque la mantiene y mire usted quien se lo dice, yo mismo que ya la he aplicado a infinidad de personas que, con más de 90 años bailan la bamba y quebraditas y todo lo que usted guste y mande, que…

Pues adelante Doctor Quirarte ¿Cuándo empezamos ¡Aahh, pues mañana mismo, Cristinita! La veo en su casa a las 10 de la mañana. Le aplicaré, en principio, 36 ampolletas, una cada tercer día y luego fijamos el segundo tratamiento ¡Ya verá, ya verá usted Cristinita, Cristinita!

¡Riiiinnnggg!

Cristina corre presurosa a abrir la puerta y entra el bonachón facultativo dando gritos: ¡ya estoy aquí, Cristinita, que ya verá, que ya verá como irá su salud a partir de este momento. Sólo que antes de otra cosa quiero hacerle un reconocimiento general ¿cuál es su recámara? Pase, pase por aquí, doctor Quirarte subamos la escalera ¡Usted primero, Cristinita, que si algo tengo es ser caballeroso! Con los ojos desorbitados contemplando las espléndidas nalgotas de su paciente que se bambolean por el movimiento ascendente, maletín en mano, el médico llega hasta la recámara, desempaca todos los instrumentos que utilizará y le pide a Cristina que se acueste para examinarla.

Con una batita corta que le cubre tan solo un tercio de los carnosos muslos, Cristina se recuesta con las piernas estéticamente cerradas. El médico le escucha el corazón, introduce su mano por debajo de la bata para palparle el vientre, luego la coloca boca abajo, le escucha los pulmones con el estetoscopio. La vuelve a poner boca arriba y le pide descubrirse el pecho. Cristina se descubre y le muestra un par de tetas en verdad robustas, algo flácidas pero muy estimulantes. El médico las palpa, primero con suavidad y después con sobrada entereza, casi con lujuria. Cristina se cohíbe, el médico se percata y termina esa fase bruscamente para pedirle que se descubra la vulva.

La preciosa Cristina se pone de pie, se retira completa la bata, se quita la panty y se acuesta totalmente desnuda. Separa las piernas holgadamente y le enseña al doctor con toda naturalidad una pucha magnífica con el bello perfectamente recortado, carnosa, de labios muy rojos y encrespados que, al recibir el estímulo de los dedos del facultativo que la penetran primero levemente y después a profundidad, empieza a segregar el fino calostro del deseo. Nunca antes Quirarte le había practicado semejante análisis, así que está rojo, tembloroso, muy excitado. Al percatarse de su estado, Cristina le dice: ¿No será ya suficiente, Doctor Quirarte? El médico reacciona, la mira muy serio y responde con disimulo: Bueno, notaba una pequeña área con ciertos rebordes granulosos que… Y dándole el último tallón vaginal con los ojos desorbitados, extrae finalmente sus dedos y le dice: ¡No, Cristinita, está usted perfectamente bien! Así que por favor colóquese boca abajo para inyectarla.

Con esa proverbial coquetería, Cristina da la vuelta y se empieza a palpar ella misma los abultados cachetes que al ser excitados reaccionan demostrando su solidez y fibrosidad. A pesar de su edad, la guapa señora ostenta unas nalgas muy grandes, firmes, envidiables, de piel blanca, tersa, sin estrías, que al menor movimiento reflejan con probidad el armonioso y sensual estremecimiento muscular.

Ante tamañas nalgotas por demás excitantes, Quirarte prepara la jeringa con dificultad: se muestra tembloroso, distraído, pero logra por fin cargar el líquido que se revela pastoso, negrusco, doloroso. Cristina lo ve y empieza a inquietarse: ¡Doctor Quirarte! ¡Esa inyección me va a doler mucho, Doctor Quirarte! Nada de eso Cristinita, ya verá que es muy efectiva pero a la vez amigable, no la va a sentir.

El algodón se desliza suavemente abrillantando la abombada y mullida superficie amenazada, que reacciona con un sobrio bamboleo. Cristina se apoya en los codos y levanta la cabeza respirando agitadamente. La aguja penetra, Cristina salta y grita ¡Doctorcito! trata de levantarse, Quirarte la detiene firmemente por la cintura ¡Doctorcito, me duele! ¡Tenga paciencia, Cristinita, que puedo rasgarla o se quiebra la aguja!

El émbolo avanza, el soberbio cachete tiembla, la paciente separa las piernas, recoge las pantorrillas, patalea como lo hacen las niña llegando incluso a patear al doctor que sonríe y se cubre absorbiendo con el brazo los sucesivos talonazos, desliza su mano de la cintura hasta los glúteos, palmeándolos, después acariciándolos para tranquilizar a la bella paciente, quien pasa de la desesperación a un estado de moderada inquietud jaspeado con tintes de voluptuosidad. Quirarte penetra con sus dedos la raja del culo y pica el nudillo rectal, Cristina gime, se tranquiliza, empina el culo, se olvida de la jeringa, jadea y se retuerce. La ardiente vulva le concede un intenso orgasmo que la deja tranquila, extenuada.

El médico termina de inyectarla, extrae la aguja, la coloca sobre el buró, toma de su maletín una pequeña jeringuilla, la carga, se baja el pantalón y la trusa, se coge el pene totalmente flácido, lo pincha en la base junto a los cojones. Con un gesto de agudo dolor hace entrar la sustancia, avienta la jeringuilla, salta tratando de mitigar el padecimiento. Su pene empieza a reaccionar, lo palmea, se prodiga roces masturbatorios, lo hace crecer medianamente. Cristina indaga ¿Qué hace usted Doctor Quirarte? Al verlo con la picha descubierta grita ¡No, por Dios, qué pretende usted!

Trata de levantarse muy alarmada, Quirarte la toma por los hombros, acercándose le besa tiernamente el cuello, las mejillas. Cristina cambia su actitud, lo tolera, se acuesta, boca abajo, se deja acariciar, permite que el erecto pene del médico le restriegue la raja, comienza a gemir, induce que la penetre por la vulva. El tieso garrote empieza a penetrar suavemente, el glande se oculta, el abrillantado tramo medio se introduce separando los excitados labios vaginales que reaccionan segregando un nuevo calostro.

Cristina le dice con voz excitada: ¡Está bien, házme tuya Joel, es algo que te estoy debiendo… Has hecho suficientes méritos para poseerme. Quirarte termina de penetrarla, Cristina da muestras de tener un segundo orgasmo. Comienza el cadencioso tallado. Quirarte le dice: ¡Preciosa, no sabes cómo te he deseado, serás mía, de hecho ya lo eres, te quiero, te amo profundamente, siempre te he amado! ¡Mía, mía, mía, ay, aayy, qué siento, aaayyy, aaaaaayyyyyy, aaaajjjjhhhhhh!

Después de un súbito espasmo, Quirarte se queda inmóvil, reposando todo su cuerpo sobre Cristina que trata de liberarse, lo empuja con todas sus fuerzas y logra por fin tirarlo sobre la cama.

Privado, con la boca abierta, el rostro amoratado, los ojos desorbitados, Quirarte fue recogido minutos después por una ambulancia. Un par de horas después, en el hospital de urgencias, Cristina recibe el parte médico: No se preocupe, se pondrá bien en dos días, fue una verdadera imprudencia. Ya sabía este hombre que no debía aplicarse esas cantidades bestiales de viagra.

Los veo luego, mis chavos, estoy saliendo para Washington.

Pascual -

¡¡Jacqueline Kennedy!! guau!!! Carlónimo, tu imaginación y tus recursos literarios no tienen límites, qué buena onda. Muy original y muy erótico el relato. Me dejaste la fijación y estoy impresionado.

Carlónimo -

Querido Gustavo, muchas gracias por tus amables comentarios, que aprecio por venir de una persona con tan alta calidad sensitiva y emocional.


En el paraíso de Einstein

Sin ánimo de agobiarlos con el estudio de complicados escenarios científicos, les recuerdo que Einstein basó su “Teoría de la Relatividad” en la constancia de la velocidad de la luz, prescindiendo de la noción del tiempo como una coordenada independiente. En la Teoría de la Relatividad, espacio y tiempo tienen carácter relativo o convencional, dependiendo del estado de movimiento del observador.

La teoría de la relatividad ha tenido diversas comprobaciones experimentales. Una de ellas se realizó utilizando dos relojes atómicos de elevada precisión inicialmente sincronizados, uno de los cuales se mantuvo en reposo mientras que el otro fue transportado en un avión. Al regresar del viaje se constató que mostraban una leve diferencia de 184 nanosegundos, habiendo transcurrido "el tiempo" más lentamente para el reloj en movimiento.

En cuanto al concepto de “movimiento”, no nos cerremos a entenderlo tan solo como traslado de un objeto de un sitio a otro sino que, en una perspectiva intelectual vanguardista, podemos concebirlo como la capacidad de revolucionar el propio cerebro llevándolo a meganiveles de abstracción. Esta forma de movimiento es compatible con los postulados de Einsten.

En este macro contexto universal, cualquiera de nosotros, hasta sin proponérselo, se podría involucrar en una caprichosa vivencia que rompa con todas sus expectativas y le permita vivir lo que el pensamiento convencional calificaría de “imposible”.

Tras una intensa experiencia en el terreno de las ensoñaciones, estando dispuesto a encarar lo inconcebible, cualquiera de nosotros podría caminar, digamos, a la vera del Río Sena y ver delante sí a una preciosa dama, vestida elegantemente, que camina en la misma dirección.

Tratarías primero de alcanzarla para disfrutar la vista de tan excelso cuerpo. Pero al percatarte que estás a punto de tocarla, caminarías más despacio, y más, y más, y más, percatándote que te es imposible alejarte o, al menos, mantener la distancia “razonable”, porque la dama no obstante alejarse, se acerca, y se acerca, y se acerca, hasta que, en un momento crítico, está a un palmo de tí, te paraliza. Tratas de retroceder sin conseguirlo, dibujas una mueca de desesperación y ves cómo la imponente dama voltea a verte, te perfora con su mirada y con voz sensual te pregunta ¿Me conoces, guapo?

¡Oh no! creo que no, aunque… espera, tu rostro me hace recordar a alguien que adoré en tiempos lejanos, creo que durante mis años de la infancia. Tu cara cuadrada con el entrecejo amplio, las cejas gruesas y pobladas, los ojos bien separados uno del otro, sonrisa fácil, labios carnosos, seductores. ¡No, no puede ser, imposible!

Te mirará paciente, curiosa, juguetona, segura de que tu resistencia está por llegar al límite. Pensarás en un ángel, en una revelación sobrenatural. Te sentirás cohibido, por momentos recogerás la mirada, pero ella con su sola presencia te dará confianza, hasta que te tranquilices, la observes detenidamente y moviendo la cabeza vuelvas a exclamar: ¡No, no puede ser!

Su rostro dibujará una encantadora sonrisa, se sujetará de tu brazo y empezarán a caminar juntos en dirección a L´Ile de la Cité, donde se sentarán un momento. Ella te dirá que deseaba reunirse contigo, conocerte, tratar a quien pensó en ella por tanto tiempo.

Para ti todo serán enigmas, pero no te encerrarás en una lógica mundana que sólo te llevaría al fracaso. Así que alzas el rostro, la miras confiado y le dices que estás feliz de reunirte con la mujer que encarnó tus sueños. Le explicas cómo al verla en fotos o videos te estremecías de admiración, imaginabas las más fantásticas escenas y la deseabas.

Se mirarán fijamente, ella te guiñará un ojo y te dará un ardiente beso. Verás sus ojos tiernamente cerrados y sentirás sus labios que se estremecen y succionan al encontrarse con los tuyos. Sus manos recorrerán tu cuello. Tú la sujetarás por la cintura y sentirás por primera vez el esplendor de su cuerpo rendido al influjo de tus caricias.

De nuevo caminarán y entrarán en Saint Germain al Café de Flore, donde caerás en la tentación de preguntarle cómo puede conciliar la fama con esa sencillez de trato que nunca imaginaste tuviera. Te mirará complaciente y te dirá que los tiempos de Jacqueline Kennedy o de Jacqueline Onasis, ya pasaron, que nunca se acogió a ellos, que más allá del glamour fueron un tormento y una terrible tragedia. Que si volviera a nacer los evitaría por todos los medios y tornaría a ser Jacqueline Bouvier, a secas.

Su aseveración “si volviera a nacer” te hace sentir vértigo, pues recuerdas muy bien que murió en Nueva York en 1994, pero esas son minucias insignificantes, porque estás con Jackie y no vas a poner en duda su presencia. Mejor la admiras, tomas su mano y le dices que la quieres, que está preciosa, que sus ojos y su sonrisa en particular, te fascinan. A los acordes de “Sous le ciel de París” se prodigan nuevos besos y caricias que los llevan a un estado de incontrolable dependencia.

Poco después ingresan a su hotel, el Sofitel París Arc de Triomphe, donde la preciosa Jackie se estremece en tus brazos. Al alzar su vestido y tenderla sobre la cama observas sus nutridas piernas y el inicio de unas subyugantes nalgas aún cubiertas por la minúscula panty que no alcanza a contener los inquietos y rebosantes glúteos que tantas veces imaginaste y que se encuentran por primera vez a tu alcance.

Sin poderlo evitar, terminas de colocarla boca abajo, levantas completo el vestido, besas la mullida cima de cada una de sus nalgas y haces descender la panty del lado izquierdo en apego a tu obstinado morbo por las ampolletas intramusculares. Jackie sonríe complaciente, alza el culito y te pregunta sorpresivamente. “¿me estás inyectando en tu mente, cariño?”

Apenado, balbuceas: “Es que… no precisamente pero…” Ella responde con una sonrisa franca y te dice: “No te avergüences ni te reprimas, mi vida, que yo tengo el mismo morbo. Me calientan igual que a ti, las jeringas. Si me quieres inyectar, aquí están mis nalgas listas”.

Así que preparas una buena puya y empiezas a cargarla viendo el encantador perfil de Jackie con su nariz respingada, sus nacaradas mejillas y sus labios rebosantes, que se angustian, pero también se emocionan. Le preguntas: ¿estás lista, preciosa? Ella suspira, te dedica una mirada de gustosa resignación, perfecciona su pose en la cama, se desliza ella misma la panty completa hasta los muslos y te dice con voz sugerente y apagada: “Ya, mi amor, inyéctame…”

A los primeros contactos para la desinfección, la preciosa Jackie para el culito y accede tranquila. Pero al ser pinchada grita y te implora que no le hagas daño. Recibe después le sustancia con un sensualísimo gimoteo y temblor de nalgas, que se convierten al final en ostentosa carcajada, profunda, dominante, que la hace llorar, sollozar y estremecerse, prácticamente convulsionada..

Después, ya tranquila, mientras recibe de tus manos el cariñoso masajito, te explica que es su forma de reaccionar ante el dolor y el nervosismo que le producen las jeringas. Te confiesa que siempre lo hizo, desde pequeña, reía desesperada cuando su madre se la montaba en las piernas y la enfermera le aplicaba sus primeras inyecciones.

Con el culo descubierto, los glúteos esponjados y tersos, la marca del reciente pinchazo claramente dibujada del lado izquierdo, la preciosa Jackie suspira. Con una leve palmadita en el vulnerado cachete se mitiga ella misma el intenso escozor que le ha dejado la hipodérmica. Tú la miras con ternura, sorpresa y excitación, te acercas, besas el sitio del pinchazo y le preguntas si ya ha pasado la molestia.

Jackie te dice sentir el glúteo entumido. Te acercas y acaricias la curvada superficie, poco a poco, lentamente. Te vas acercando a la excitante raja donde insertas tus dedos y los deslizas suavemente hasta situarlos en el minúsculo capullito rectal. Lo quebrantas, lo tallas, lo excitas, hasta que ella pliega las nalguitas y se retuerce de placer.

Sin entender cómo ha ocurrido, temeroso de estar inmerso en una dimensión inexplorada, pero a la vez invadido de amor y del más puro deseo carnal, empalmas tu cuerpo y tus genitales con la legendaria Jacqueline, mujer de ensueño, noticia, reto, que tuvo al mundo perplejo, atento a su singular belleza, a su vida y a sus caprichos.

Besando tan sensuales labios, penetrando aquella cotizada vulva pretendida por magnates, invadido de placer y lleno de dudas, te ríes del mundo, de la vida y te entregas al imperio del placer garantizado por la vigente Teoría de la Relatividad, de Einstein.

Caminando por Champs Elysée, degustando la suave brisa vespertina, contemplas las finas facciones de tu amada, te llenas de su esplendor, celebras su enloquecedora compañía. Pero el grito inoportuno de un joven voceador: “!Termina la guerra de Corea!” te coloca en una realidad del siglo XX, que te sorprende y te atemoriza.

Jackie sonríe, muy comprensiva se despide con un beso y su encantadora sonrisa. Poco a poco la ves difuminarse y alejarse. Un nuevo grito del voceador: ¡Sarkozy pierde las elecciones! Te vuelve a una realidad amarga que ya no deseas.

http://www.youtube.com/watch?v=59GQbd8CEO4&feature=endscreen&NR=1

Fer -

Veo que, como siempre, el diálogo está muy animado aquí, cosa que me llena de dicha. Tampoco veo que el espacio esté faltando como en otras ocasiones. En unas semanas más y podremos llegar a ¡1000 comentarios! mil gracias a todos los que participáis en este excitante intercambios de relatos, vivencias e ideas eróticas, con azotes y muchas inyecciones. Saludos afectuosos

Gustavo -

Muchachos, yo espero que me recuerden, sigo leyendo y disfrutando con mi propia óptica estos encantadores pasajes. Quiero decirles que estos análisis y comentarios como los que acaban de cerrar, son indudablemente el “plus” más importante de su trabajo, porque se ve que no los motiva solamente el sexo ya que están empeñados en una tarea de mayor calidad y rango. Por eso y por su tenacidad es que decidí entrar a felicitarlos una vez más. Muchos saludos a todos.

Carlónimo -

Vaya historia analítico-motivacional que nos comparte nuestra preciosa y talentosa Vero.

Se trata de una pareja perfectamente equilibrada, moderna, envidiable, digamos que perfecta ¿Quién va a imaginar que la belleza de cada uno de los cónyuges deje algún resquicio de insatisfacción en el otro?

Pero ¡oh sorpresa! pues él “complementa su satisfacción” con pantaletas usadas celosamente escondidas en el closet; y ella descubre ya en edad adulta, que las jeringas y el acto mismo de ser inyectada, la excitan y precipitan en una deliciosa “inquietud de la sensación”

En ese contradictorio y caótico contexto se impone la inteligencia de Natasha, quien lejos de condenar o lamentar lo que parece resquebrajar su matrimonio, capitaliza tanto el morbo de Johny como su propia debilidad, para convertirlas en eficiente palanca de placer y sustento de integración sexual y marital.

Aunado a la encantadora trama, descubrimos escenas muy excitantes como es la de Natasha procurándose secreto placer “…se recostó boca abajo, con una cobija gruesa entre sus piernas, que acariciaba su clítoris, y revivió la escena (…) y se bajaba el pantalón, y se ponía alcohol, y se causaba dolor con el dedo en las áreas de punción, y seguía restregándose con desesperación la cobija, hasta tener los orgasmos múltiples mas intensos de su vida”.

Mi preciosa Vero, no tengo palabras con qué ponderar y celebrar tu adhesión y tu gran esfuerzo. Quedo atento a las perlas que derrama tu maravillosa pluma ¡Un abrazo!

Verónica -

Natasha es una mujer independiente y con una vida sexual satisfactoria, siempre ha sentido que su vida es plena, y no tiene faltantes en ningún aspecto.

Su profesión es el periodismo, y trabaja haciendo investigaciones y documentales, es madre de dos pequeños, y parece nunca fatigarse a pesar de las múltiples faenas profesionales, maritales, y de ama de casa, madre, amiga, hermana, tía, etc.

Cuando camina por los pasillos de su edificio de trabajo o de cualquier tramo de la calle, suele causar sensación, ya que es atlética, delgada, y su rostro de facciones finísimas, ojos verdes y enormes, cabello castaño, liso, y cuerpo muy delgado pero espectacular. Jonhy, su marido también posee una belleza exclusiva, y en combinación con la jovialidad y profesionalismo que ambos poseen, parecen ser dueños de la eterna juventud y el eterno elixir de la vida y el éxito.

Entre las sábanas, los jugueteos son siempre cálidos, dulces, y suaves, sin embargo, siempre van aumentando la velocidad y delicadeza a un grado exorbitante, hasta que hacen las veces de dos animales sin límites, olvidando toda la decencia, e intercambiando sus más profundos deseos. Jonhy tiene escondida en su clóset una colección de pequeñas pantaletas de mujer, usadas, y cuando está solo, aprovecha para completar su satisfacción, ya que es definitivamente insaciable: Primero, imagina la escena donde despoja a cualquier mocita de dicha prenda, la huele, se la restriega, y su excitación y orgasmo son cada vez más ardientes.

Cierto día, la hermosa Natasha es víctima de cierta molestia gripal, que, a su vez, desatendió debido a su gran carga de trabajo. Entonces, se convirtió en un problema respiratorio un poco más complicado, y sin reparar en sus actividades, ni tiempo de diálogo, sus superiores la mandaron a casa, a descansar, no sin antes enviarla al médico de la empresa, que le haría un diagnóstico atinado, y le recetaría una serie de inyecciones algo fuertes, mas era absolutamente necesario aplicarle la primera dosis en el pequeño consultorio, antes de enviarla a casa.

Natasha siempre había gozado de buena salud, y tenía muchísimos años sin ser inyectada, por lo tanto, los nervios se apoderaron por completo de ella, y temblando, accedió a obedecer las órdenes del médico, pues en el fondo, aceptó de buena gana, que preferiría mil dolores de inyectables, que los síntomas tan fuertes que casi le anulaban sus sentidos. Así pensando, procedió a recostarse boca abajo ante la petición del médico. Él deseaba que se fuera preparando para recibir la inyección con las nalguitas al aire, pero Natasha sólo se recostó boca abajo, aún con su pantalón colocado, aunque se desabrochó el botón, y respirando para relajarse, pudo mirar la preparación del medicamento, y entonces sintió una breve punzada en el útero, cual respuesta sexual inmediata.
Entonces la vergüenza y la sorpresa embriagaron sus movimientos, que pasaron a ser advertidamente torpes.

Sus pequeñas manitas, temblaban incontrolables al observar los dos trozos de algodón empapados en alcohol que el doctor extrajo de un frasco. Entonces, comenzó a caminar hacia ella, y con un respeto casi paternal, le ordenó descubrir un tramo de su nalga, incluso la invitó a respirar profundo al unísono de él, y le preguntó en qué nalguita deseaba recibir la punción. Pero la bella paciente parecía estar en shock, y apenas atinó a descubrir un pequeño fragmento de su nalguita derecha, que apareció suave, blanca y mullida, pero el doctor, no conforme con eso, descubrió el resto, bajando descaradamente su ropa interior hasta la base de las perfectas y pálidas nalguitas, eran tan firmes, pequeñas pero deliciosas. Y los nervios de la bella paciente, se incrementaron, especialmente al sentir la sensación del algodón helado y empapado en alcohol, pasando sutilmente por su nalguita derecha, la hizo estremecer, y comenzó a humedecerse sin poder controlarlo. Entonces el médico clavó la aguja, y comenzó lentamente a introducir el líquido verde que resultó ser extremadamente doloroso, y la mujer, no pudo evitar sentir caer las lágrimas, apretar los puños, y pedir que se detuviera, porque ardía mucho más de lo que jamás habría imaginado, pero contuvo sus arranques infantiles, y esperó pacientemente a que la aguja fuera extraída, el masaje fue más doloroso que la aplicación misma, pero más excitante, y entonces cuando todo terminó, y le dieron órdenes de levantarse, tuvo que hacerlo con absoluta discreción, para no notar la cantidad de líquido derramada en la pequeña camilla.

Se despidió del médico, y del personal, y marchó a casa con una incapacidad justificada, entonces al atardecer, llegó su marido, y sus dos pequeños hijos, que eran cuidados por la madre de Natasha.

Su familia se extrañó de verla postrada en cama, pues siempre estaba activa y alegre, y entonces, le comentó todo a John. Él se preocupó mucho pero no le dio demasiada importancia al tratamiento, solo prometió llevarla en la mañana con un médico para la segunda aplicación.

Natasha no pudo dormir de la novedad, la inclinación, el miedo, la excitación, y demás sentimientos nuevos y extraños, y cuando llegó la mañana, fingió sentirse peor que el día anterior, por lo que el marido se ofreció antes del trabajo, a llevarla a inyectarse, y entonces, juntos cruzaron la puerta del consultorio médico. Pero el doctor no la inspiró nada, era demasiado serio e insípido, le descubrió solo la parte inyectable de su nalga, la mantuvo de pie, y no le hizo masaje, sino que aplicó todo el medicamento de un jalón, en lugar de sentir la sensación del día anterior, la mezcla de dolor y placer, solo sintió un dolor punzante y terrible, pero al menos tenía a su buen marido para consolarse, el cual la tomó de la mano, y le proporcionó un pequeño masaje. Entonces la llevó de vuelta a casa, y se marchó a su trabajo.

Y Natasha, tenía aún la inquietud de la sensación, estuvo limpiando la casa, y dando vueltas por la misma, hasta que, en un descuido, encontró la colección de pequeñas pantis de mujeres, sucias y usadas, y la invadió la ira, y la repugnancia, el dolor de no satisfacer a su marido, además sabía que él no había tenido tantas relaciones en su vida.

Entonces, se sentó a pensar, meditar, llorar, pero el dolor de sus nalguitas lo impidió, así que, decidió recostarse, y sin querer, recordó las sensaciones placenteras de la primera inyección recibida, y entonces, fue y buscó sacó de un cajón una jeringa nueva, la cargo varias veces con agua, disfrutando la sensación de tenerla en sus manos, y preparó un algodón con alcohol, y entonces se recostó boca abajo, con una cobija gruesa entre sus piernas, que acariciaba su clítoris, y revivió la escena, y pensó en las palabras de su médico: Señorita, va a ser algo doloroso, pero le sugiero que se relaje, y vaya bajándose por favor el pantalón…. Y ella misma hacía mentalmente los diálogos, y se daba las órdenes, y se bajaba el pantalón, y se ponía el alcohol, y se causaba dolor con el dedo en las áreas de punción, y seguía restregándose con desesperación la cobija, hasta tener los orgasmos múltiples mas intensos de su vida.

Entonces olvidó por completo el fetiche de su marido, pues ella comprendía que eran cosas intimas y penosas, y sin embargo, se atrevería tiempo después a hablarlo con él, y compartir el propio disfrute a solas, y eso los compenetró mas como pareja, ya que, hacían combinaciones, entre la ropa sucia que él le arrancaba, y olía y disfrutaba, para luego inyectar a su esposa, y entonces exploraron, gracias a la comunicación, nuevos terrenos y una explosión de placer inconmensurable....

Verónica -

Carlónimo: Un saludo enorme…. Gracias por tus relatos tan bellamente adornados, y sensualísimos como siempre. Tus personajes son cada vez más interesantes, creí percibir un gran disfrute con el relato de las hermanas, hasta que comencé a leer el de Cristina, Majestuoso!!! . Yo en lo personal aprecio tus escritos, y a tu persona, lamento la falta de tiempo que aveces se atraviesa y me impide escribir. Recuerda que, todos somos grandes, y todos somos pequeños. Todos somos lo que queremos ser :)

Tony: Excelente relato plasmando nuestro último encuentro. Te adoro mi nene.

Antónimo -

Hola chavas y chavos.

Sigue la primavera cañona. El Pascualín ya supone que Carlónimo se chutó a Doña Cristina que, lo que sea de cada quien, sigue estando potable. Y qué me dicen de la otra doña, o sea Eulogia ¿La han visto con minifalda? Y qué les parece cuando se pone el pantalón blanco bien retacado. No, si por eso el Ismael anda bien cálido ¿Se imaginan? Tamañas nalgotas a su disposición, se ha de dar unos atracones que ¡ay guey! Y hasta el Ramiro ya le echó los canes a Eulogia y quiere con ella, no dudo que le vuelva a pedir sus “servicios integrales” y se avienten un segundo round que pudiera ser el bueno.

Ahora resulta que el único fresa aquí soy yo, porque Carlónimo, ya sin su churri, anda desatado, Eulogia pues ya la ven… hasta con el suegro arremete, Cristina en su segundo debut, Paty en el desfogue total, Marce filosofando acerca de las jeringas y Pascual atizándole a la promiscuidad. Hasta Verónica ha estado parándole las pompis al doctor “apenada, pero contenta de percibir sus nalguitas rebosantes, esponjadas, inquietantes, ofrecidas a aquel atractivo médico que la miraba sin parpadear, sumido en una ardiente quimera” ¡No se vale…!

O sea que aquí el más tullido es medallista olímpico. Y yo, sólo pintado. Muy seriecito y aparte regañado “Pinche Antónimo ¿Por qué me andas delatando? qué no ves que lo 100% real es sagrado y que me debes respeto y que no tienes el derecho de contar esas cosas…” ¡Carajo… Me dooooy!

Por eso el otro día nos dimos un buen agarrón Vero y yo y ya encabronado… que la tumbo, la someto, la encuero, me la pongo en las piernas y le atizo una buena tunda en sus nalgas. Pataleaba bien rico y gritaba ¡Antónimo, no te atrevas, me estás faltando al respeto! Con los dos “bomboncitos” bien colorados, todavía forcejeaba.

Invadido de ternura, tomándola por las piernas y la espalda, la doblé como tenaza dejándola con el culito bien empinado y a mi entera disposición. Empecé a besárselo y a mordérselo suavemente hasta que cambió los gritos por dulces rumores.

Pasé mi lengua con suavidad por sus tiernos labios vaginales haciendo que se encresparan, humedecieran y palpitaran. Después le chupé el clítoris y Vero empezó a gemir y a pedirme que la penetrara.

La solté y ella se colgó de mi cuello llevándome sujeto en sus brazos. Separó las piernas, me cogió el pito y lo sentí deslizar suavemente por la vulva, suave, estrecha y profunda, que lo envolvió tiernamente haciéndome temblar y retorcer de pura pasión.

Empecé a bombearla, al principio lentamente, sintiendo mi pene recorrer cada tramo de su caverna. El creciente jadeo fue marcando el ritmo de mis acometidas hasta hacerlas violentas y aceleradas.

Los dulces labios de Vero me besaban y emitían sensuales lamentos; sus manitas recorrían diligentes mi espalda. Yo percibía su encantadora fragancia, el temblor de su cuerpo y la cercanía del orgasmo.

Mis cojones rebosantes no pudieron soportar tanta presión y, enjutándose, dispersaron enormes chorros de esperma que hicieron a Vero gritar, estrujarme y abrazarme con desesperación.

Una descripción al estilo Carlónimo ¿no les parece?

Bueno chavos, yo también necesitaba consuelo y “desfogue”. Claro que sí ¡vámonos de viaje, mi Vero! no olvides la tanga.

Pascual -

Excelente relato Carlónimo!! doy por hecho que cogieron pero no dejes de contarnos Qué mujer tan cachonda!!

Carlónimo -

¿Les gustó mi relato de ayer o prefieren algo distinto? Pidan, al fin que hoy estoy de buen humor y tengo tiempo para complacerlos.

Un día nos dijo un profesor de la universidad a todo el grupo en pleno: “Si ustedes no vienen a mi clase, me vale; y si vienen, me vale; si no les gusta, me vale; y si les gusta, también me vale”.

Bueno, ese no es mi caso. Yo soy un hombre más romántico y sí me afecta la actitud de aquellos a quienes aprecio. Y a ustedes los aprecio de verdad, ya son parte de mi vida.

Pero, finalmente, pueden hacer lo que gusten, quedarse o marcharse, leer o no leer, disfrutar mi amistad o repudiarla, pensar que les sirve de algo o despreciarla. Eso no cambia las cosas, yo los aprecio y los seguiré apreciando a ustedes. O sea que: ¡Ya se fregaron!

Y hablando de aprecio, vienen a mi mente los recuerdos de mucha gente, de tantas y tantas personas acerca de las cuales he escrito realmente de corazón y que, por ese solo hecho, ya enriquecieron mi vida. Porque la escritura es como un boomerang, una acción que se revierte. Si tu das, recibes implícitamente a manos llenas.

Una de esas personas a quienes he dedicado mi tiempo y mi trabajo, es Cristina, la preciosa mujer que se me incubó en edad temprana y que trascendió para ocupar en mi acervo afectivo un sitio relevante.

Es una mujer preciosa, cada día la admiro y la apreció más. Les cuento que hace poco nos vimos para disfrutar un concierto en el Museo Nacional de Culturas Populares, en Coyoacán, a cargo de la Orquesta Típica de la Ciudad de México. Pasamos una tarde-noche encantadora con una interpretación del “Huapango” de Moncayo, realmente suprema. Con Cristina todo es así, le encanta frecuentar los centros culturales, es guapa, alegre, sincera, bohemia y el paso de los años realmente la adorna. Cada día se ve más atractiva.

Saliendo del concierto le propuse acudir a un café pero ella me dijo: No, Tato, quiero que pruebes la torta de nata que preparé para tí, así que el café te lo preparo y te lo sirvo yo. Unos minutos después estábamos en su “depa” donde gozamos una inolvidable tertulia. Con su taza de café en el regazo, me miraba sonriente. Vestía una falda entallada, ni larga ni corta, pero que al estar sentada y en confianza se le replegó hasta la mitad de los muslos. De manera que al cruzar la pierna ¡imagínense! Sus bien abastecidas piernas fueron un constante distractor a lo largo de nuestra conversación.

Y en ese contexto tan “en confianza”, me contó que la semana anterior había estado hospedada en la casa de su amiga Purificación (una señora que también vivió en el edificio de mi niñez) Se encontraron las dos en San Miguel de Allende, Guanajuato.

Y que como parte del descanso en ese poblado tan pacífico y pintoresco, Pura la estuvo inyectando diariamente. Me decía Cristina que: “Con ella me sigo chiqueando, me gusta gritar y hacer bulla cuando me inyecta pues eso, no creeas, me baja tensión y me hace soportar mejor los pinchazos”.

Cada tarde, a eso de las 6, Pura la llevaba a su dormitorio donde se ponían a conversar y a recordar sus “años mozos” Y mientras esto sucedía, la anfitriona iba preparando la jeringa hasta tenerla cargada, momento en el cual se la mostraba a Cristina invitándola a prepararse y pasar a la cama.

La sensual Cristina se quita completa la falda (recordemos que siempre las ha utilizado ajustadas). Luego se baja la pantaleta hasta los muslos y se acuesta acomodando su soberbio cuerpo y rectificando su posición en la cama. Se encuentra con su mejor amiga pero procura no ser indecorosa, así que mantiene las piernas cuidadosamente cerradas; sus abundantes glúteos se muestran muy bien lubricados con las mejores cremas corporales.

Entre las dos amigas se da la siguiente conversación.

- Cristina, te digo en confianza que te sigues conservando muy atractiva. Con ropa causas tentación y sin ropa eres capaz de encender las más cálidas pasiones.
- Nada de eso Pura, los años no pasan en balde ¿quién se va a estar fijando en mí?
- Pues tú piensa lo que quieras, pero muchísimas mujeres más jóvenes que tú quisieran tener esas piernas y esas nalgas que tú te cargas. Aquí entre nos, las tienes todavía firmes y muy atractivas. Además, como tu vientre está terso y tienes cintura marcada, podrías usar bikini ¿has probado?
- ¿Tú crees, Pura? Lo he pensado muchas veces y te confieso que me compré uno y me lo pongo en secreto, pero no me he animado a mostrarme con él en público.
- Te recomiendo usarlo, mira: no tienes grasa, ni celulitis, tu carne es bastante firme. Yo creo que causarías sensación ¡Usalo!
- Lo voy a pensar, te lo prometo Pura.

Bueno, anda, inyéctame que me estoy enfriando y luego me duele más. Cristina se ve relajada pero al sentir los dedos de Pura desinfectándole la nalga, emite el primer alarido:

¡No me vayas a lastimar, te lo suplico!

Sintiendo que la jeringa ya está por perforarle la nalga, comienza la fiesta:

¡Pura, Pura, no Pura, espera AAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYY me arde, Pura, nooooooooo!

Quieta Cristina, no endurezcas, tranquila, te la estoy aplicando despacito

¡Nooooooooo, Pura, espera un momento, déjame descansar tantito!

Bueno, de acuerdo, no estoy apretando el émbolo, tranquila.

Pura le muestra sus manos. Cristina respira profundamente. La jeringa está clavada, coronando el mullido glúteo a manera de banderilla. Pura la observa, Cristina tiembla, se frota la frente y el cabello, ondula los glúteos, aprieta el fondillo esporádicamente.

Pura retoma la jeringa, los gritos de Cristina se fortalecen, invaden no solo la casa sino el vecindario

¡Ya Cristina! la gente va a pensar que te estoy degollando, tranquila, mira, termino de aplicártela poco a poco…

¡No, Pura, por favor, me duele mucho AAAAAAAAAYYYYYYYY Pura, Pura, Purita, Purita, me duele Purita.

Tranquila, ya terminamos. Aplicándole el leve masaje Pura termina de tranquilizarla. Cristina muerde la almohada, tiene el culo abombado, levemente inclinado, separado de la cama. Observa la jeringa vacía, se la pide a su amiga, la revisa cuidadosamente, parece disfrutarla.

Suspira y le agradece a Pura su generosidad y su paciencia. La amiga le da una nalgadita simbólica y se pone de pie invitándola a vestirse.

Así ocurrió cada tarde, salvo que en la séptima, un curioso incidente las tomó por sorpresa. En el momento más álgido de la aplicación, cuando Cristina gritaba y se estremecía de dolor, su amiga interrumpió bruscamente el proceso diciendo ¡Espera, Cristina, no te muevas, quédate quieta, te voy a dejar la jeringa clavada por un momento! Corrió a la ventana y alcanzo a ver a un grupo de adolescentes que habían estado observando el espectáculo y que al verse sorprendidos corrieron despavoridos por la azotea de la casa contigua.

Cerró cuidadosamente la cortina y terminó de inyectar a su amiga quien ya no manifestó sobresalto alguno. Se quedaron muy serias las dos.

Pura rompió el silencio comentando: Quién iba a pensar que estuvieran esos chicos observándote y lo peor es que tal vez se reunieron otras veces para verte.

Cristina se puso de pie muy tranquila y mientras se ajustaba la ropa sonrió con gesto pícaro. Luego dijo: ¿Y qué? Yo qué iba a pensar que mis nalgas aún despertaran apetito. Si esos chicos se puñetearon a mis costillas, que lo disfruten ¡Vaya piropo y regalo el que me hicieron! Quizás hasta me anime a tener un segundo debut. Las dos amigas explotaron una estruendosa carcajada.

Cristina terminó su relato, los dos estábamos contentos en el “depa” de Coyoacán y reimos en forma desenfadada. Cris se puso de pie, se colocó de espalda a mí, retiró su vestido, se desnudó las nalgas y se acostó para que la inyectara.

Con las espléndidas nalgas sensualmente desplegadas, preparándose para recibir el duro pinchazo, me miró coqueta preguntándome: ¿Tú crees que aún me vea bien con bikini… Te sigo causando apetencia, mi buen Tato?

Carlónimo -

Querida Vero, para que no nos extrañes tanto, te recomiendo escribir más seguido. Por otra parte, reconozco haber sido yo el delator de tu identidad, pues no pude evitar el comentario de que Antónimo te había aplicado el sensual lavado gástrico, así que de alguna manera lo comprometí para que nos agasajara con tan erótica escena. Lo siento preciosa, pero es que… no soy de palo. Esta vez yo fui el “chismosito”, aunque, cualquiera me preguntará: ¿Y cómo fue que te enteraste de esa “100% real” acción?... Bueno, mejor pasamos a otra cosa: les dejo el siguiente relato.

Les soeurs Touché

Estas dos preciosas parisinas ¡guapísimas y sensuales a más no poder! prestaban sus calificados servicios en el Ministerio de Finanzas de Francia, donde eran célebres tanto por su belleza como por su alta calidad profesional.
Iban y venían apresuradas recabando información y se aplicaban a trabajar hasta muy entrada la noche, así que terminaban siembre rendidas y sufrían, por ende, frecuentes “gripitas nerviosas”, jaqueca y otros malestares crónicos.

Así que procedían a medicarse aplicándose entre ellas una buena cantidad de complementos vitamínicos y refuerzos, siempre por vía intramuscular, ya que Claudette decía que toda pastilla, cápsula y comprimido maltrata el sistema digestivo, de manera que Aline se plegaba a los designios de su hermana mayor y colaboraba ya sea parando sus nalguitas o pinchando las de su obsesiva protectora.

Siempre estaban de acuerdo, pero es un hecho que Claudette decidía lo que era bueno para las dos. Así que a bordo del eficiente “Métro” en trayecto desde St Augustin hasta Buzenval, le explicaba a su hermanita: “Llegando a casa te voy a aplicar la primera de siete inyecciones con las que reforzaremos tu sistema inmunológico. Y tú me pondrás la segunda de mi tratamiento preventivo contra males bronquiales”.

Y así se la llevaban… La disciplinada Aline consentía las caprichosas ocurrencias de su hermana. Era un espectáculo verlas a las dos caminar por el andén bajo esa bóveda elíptica revestida de los clásicos azulejos blancos y “decorada” con los enormes anuncios comerciales pegados al interior de marcos churriguerescos.

Dentro de los circunspectos rangos físicos que ostentan las mujeres francesas, las hermanas Touché se distinguían por sus formas femeninas muy bien definidas. Claudette se contoneaba frondosa, luciendo una cadera y un busto tan bien delineados que derrochaban voluptuosidad. Las sensuales oscilaciones en la tela de su ajustado pantalón eran admiradas por infinidad de caballeros que vacilaban entre seguirla observando a ella, o admirar a su no menos atractiva hermana, cuya breve faldita y el ceñido y redondo bulto de sus nalgas, desataban las más ardientes fantasías.

Una vez en su hogar, ya relajadas y desprovistas del estresante clima profesional, se adentraban en un cálido ambiente de pijamas, suaves camisones, sandalias, rostros rehidratados, luz tenue, suaves aromas florales y delicada música de fondo.

Comentaban, celebraban y reían sin abandonar su caro objetivo, de tal suerte que ampolletas y jeringas se convertían poco a poco en el principal medio de comunicación entre ellas. ¡Ah Claudette! Esta inyección ya me la aplicaste antes. No, querida! Se trata de una nueva fórmula, más completa, de fácil asimilación, ligeramente más dolorosa pero benéfica, te hará bien.

Aguja, jeringa, sustancia, cabello suelto, fina tela replegada, piernas robustas muy blancas, minúscula panty que se repliega hasta los muslos, la preciosa Aline acostada, serena, inmóvil, espera paciente. Sus amplias nalgas resplandecen, la jeringa se carga lentamente, se oyen los golpecitos con que Claudette expulsa del tubo minúsculas burbujitas de aire.

Aline empieza a inquietarse, un fuerte aroma a alcohol se esparce por el ambiente. La aguja: puntiaguda, larga, gruesa, dolorosa, irrumpe, perfora, rasga, estremece el abombado cachete. La preciosa Aline reacciona con un súbito alarido, agudo, tenso. Se contrae, aprieta el culito. La roja sustancia transita implacable, bulle, invade, lastima, cuece, arde. Los ojitos de la paciente se humedecen quejosamente. La cruenta hipodérmica retrocede, surge por fin.

Erizada, orgullosa, la impresionante aguja supervisa los estragos que ha causado. Aline se encuentra sumida en un reprimido y amargo llanto ¡Me dolió mucho, Claudette, como nunca, me lastimaste demasiado! Ante la fricción del algodón sus deliciosas nalguitas tiemblan receladas. A poco se incorpora cojeando, da algunos pasos vacilantes, el dolor la detiene.

Desesperada, se tiende de nuevo en cama, sus excitantes nalguitas permanecen expuestas para que Claudette les de un nutrido masaje. Con esmero, las acaricia, las besa y las conforta, Se muestra sublimada, cariñosa.

Restablecida de su dolor, ya tranquila, la dulce Aline solicita a su hermana que en turno se acueste para inyectarla. Decidida, Claudette se alza el estrecho camisón, se retira la panty y exhibe sus formidables nalgas en plenitud: Son amplias, carnosas, firmes, apasionantes. La jeringa es enorme, la aguja impresionante, la sustancia densa, el escenario de lo más erótico.

Claudette tendida, impaciente, arrogante, apura a su diligente hermana ordenándole: ¡Ya estoy lista! ¿qué esperas? Tú sabes que no disfruto las vísperas ¡házme sentir de una vez el rigor de la jeringa! Mis nalgas están a punto, ¡Ya pínchalas!

De nuevo el fuerte aroma del alcohol anuncia la inminencia del piquete. Aline, enardecida por las instrucciones que le ha dado su hermana, le asesta un rudo puntillazo en la nalga derecha marcándole, no un hoyuelo, sino un verdadero boquete, mostrando con ello la fuerza, el impacto de la incisión. La envalentonada Claudette reprime toda queja, pero el seco rebuzno emitido comprueba que fue terriblemente lastimada.

Aprieta los ojos, se retuerce, convulsiona, pero esconde su agudo dolor ordenando: ¡Acelera el líquido, quiero que me duela, lastímame, más, házme sentir algo! Con la otra, con la otra ¡Aline, házlo ya! En tanto recibe la dolorosa sustancia, con el cuerpo totalmente estresado, temblorosa, delirante, Claudette recibe de Aline el estímulo de una segunda hipodérmica que lacera su otra nalga con punzantes y sucesivos picotazos.

Intensas fantasías recorren el excitado ánimo de las dos.

http://www.youtube.com/watch?v=iXl5G91qvhc&feature=related

Verónica -

Hola chavos!!! Los he extrañado…. Les escribo de voladin…
Carlónimo: Nuevamente y eternamente agradezco tus escritos, ya que son el ingrediente indispensable para hacer funcionar este blog… Gracias por el relato que construiste en base a mi última cita médica, fue todo un acontecimiento, digamos que, en algún momento, todo asunto puede dar una vuelta de 180º jejeje, me encantó que subrayaras la ironía y el cambio de papeles, como el sometido puede ser el ejecutor y viceversa. El relato de Elisa fue cautivador, definitivamente una mujer inteligente sabe pedir lo que quiere sin preámbulos ni inhibiciones, y eso es admirable. El relato de la segunda inyección, ¡wow! Otro intercambio de papeles sensualísimo, me dejaste sin habla, me hiciste sonreír tanto, y degustar esos momentos tan bellos, muchísimas gracias por acordarte de mí, y hacerme sentir en casa. ¿Qué puedo decir del “desfogue”? Despues de todo, has capturado la esencia de este blog que es, de alguna manera, sentirnos amenazados, adoloridos, y sometidos, me gustó mucho la forma casi sutil y lírica en que lo pudiste tejer… ¡Pobre Ramiro!, tanto sufrir en serio para acoplarse lentamente al placer, y no pudo lograr “algo más”, pero sensacional el relato..una vez más te aplaudo… Hermosa forma literaria que manejas siempre.
Antonimo: La dinámica sexual, así como todos los aspectos en pareja, residen para ser exitosos en un equilibrio y un balance adecuado. En mi humilde opinión, y sin ofender a nadie, creo que relatar la intimidad que se vive en pareja, puede darnos una nueva perspectiva, como hasta ahora lo hemos estado haciendo en este espacio, sin embargo, los personajes y las situaciones 100% reales suelen ocultarse por respeto cuando esa persona especial significa mucho para ti, e incluso puedes llegar a decir que la amas, por lo tanto, a veces se cambian los nombres y las situaciones, no solo para proteger la verdadera identidad, sino también para añadir el extra de la “cosecha” que la imaginación, pasión y deseos nos brinda. Así que, mi queridísimo Tony, favor de proteger mi identidad jajaja… Muy interesante tu diagnóstico del caso Carlónimo – Silvia, pero no comentaré al respecto. Tony: te extraño, vámonos de viaje, agreguemos.
Mariruz: Muchas gracias por tus comentarios y retroalimentación, ten por seguro que, me seguiré esforzando, y esperamos que te animes a relatarnos alguna anécdota o fantasía, de eso se trata esto, ¿no?... Saludos!!!
Eulogia: ¡Órale picarona! No hay duda de que tienes tus encantos, eres preciosa… En verdad, el vestido de novia te hace ver como una Reyna de belleza… El cuerpo así esculpido y voluptuoso… Y las miradas de las jovenzuelas envidiándote caray, todo un espectáculo… muchísimas felicidades por tu compromiso, y recuerda que una vez dado ese paso, no se vale andar coqueteando ¿eh? Y mucho menos con el suegro… Me fascinó la actitud aventurera de al principio, y el cambio de actitud al reclamar la conciencia, y lealtad… Pero ¡Vaya! A nadie le gusta que lo dejen a medias… Ha, y gracias por acordarte de mi aniversario, Saludos, animo…
Paty: Sigue participando, y también te reitero un agradecimiento por tu felicitación… Un abrazo
Marce: Yo estoy completamente de acuerdo con Carlónimo. No hay hechos científicos comprobados aún, pero yo pienso que el fetiche puede cambiar por el tiempo, y por ese motivo se va forjando con el tiempo, ya que son puramente productos del medio ambiente familiar o social que has vivido, y data de una convivencia en tu contexto personal. Tu relato se Sofi fue muy inspirador y sensual, el encuentro tan evasivo y casi intimo con el guapo extraño fue de verdad sensacional…
Ramiro: Muy bien hecha tu poesía, felicidades, y ojalá que sigas esforzándote como hasta ahora, puesto que el chiste de este espacio es compartir, ¿no?

Carlónimo -

Querido Pascual: no me he propuesto cambiar la imagen de Eulogia. Como ya les dije, ella quiere mejorar su físico y es sorprendente el progreso que ha logrado. Por lo pronto Ramiro se prendó de ella. Después les cuento sobre Cristina, ahora quiero compartirles una experiencia personal.

¿Alguno de ustedes recuerda a Martha Patricia? Es una mujer delgada muy guapa con quien conviví una temporada en la ciudad de Durango, México, según les conté el 18/02/2009 02:28, para ser preciso.

Así como en esa ocasión me topé fortuitamente con ella, hace unos días la encontré justo en la plaza central de Mérida, Yucatán, ciudad en la cual los dos cumplíamos una breve misión profesional.

Nos quedamos inmóviles viéndonos uno al otro de frente, abrimos los ojos muy grandes, después la boca, alzamos los brazos, avanzamos hasta casi juntar nuestras narices, gritamos cada uno el nombre del otro y terminamos estrechamente abrazados, saltando de contento.

¡Martha!; ¡Carlónimo!; ¿qué haces aquí?; Pues yo creo que lo mismo que tú; ¿Cerrando un negocio?; Así es ¿y tú otro?; Claro; ¿Cuántos días?; Me voy mañana; Pues yo hasta el lunes; ¿Vienes solo?; ¡Yo también!

Oye ¡cómo te he recordado! No puedo olvidar todo el apoyo que me brindaste en Durango cuando caí enferma, la verdad es que te portaste divino, fuiste tan tierno y respetuoso que me daba de topes por no haber mantenido el contacto contigo.

Pero eso ya no importa Carlónimo pues el destino nos juntó de nuevo ¿Qué vas a hacer ahora mismo, ya comiste? Vamos, te invito aquí cerca hay un restaurante muy bueno que a mí me encanta.

Caminamos del brazo sin dejar de celebrar nuestro reencuentro: eufóricos, casi gritando. A poco, entramos en el famoso restaurante “El Chile Habanero” de gran tradición yucateca, donde brindamos con un par de Montejo. Pedimos y saboreamos un pollo pibil delicioso y unos salbutes perfectamente aderezados con salsa de manzano y cebolla morada.

Después nos relajamos y empezamos una conversación más formal, conforme a la cual me enteré que Martha Patricia está divorciada y vive en Cancún Quintana Roo, donde abrió una agencia de viajes.

Por lo demás, se conserva muy guapa con ese cutis magnífico, extraordinariamente terso y albo, cabello rubio, ojos muy claros de color indefinido, tal vez zarcos, delgadita muy bien torneada. Felizmente, conserva esa costumbre tan suya de montar el labio inferior en el otro mientras reflexiona, con lo que su bello rostro adquiere un aire muy pícaro, travieso, que me fascina.

Pedimos un par de tequilas, después otros dos, luego café y después agua natural, porque la conversación estaba muy buena y ninguno quería poner punto final al encuentro, así que decidimos ir a gozar de una nieve al parque y así lo hicimos.

Eran las 9 de la noche y seguíamos dando vueltas sin atrevernos a tocar el punto más delicado e importante, hasta que por fin me decidí y le pregunté: ¿Dónde estás hospedada Martha? Ella respondió: Hotel Casa San Angel ¿Y tú? Yo, Mérida Palace.

Ni hablar, dijo ella ¡Ganaste! Nos vamos al Mérida Palace. Soltamos los dos la carcajada festejando una broma que en realidad no era broma, así que más bien nos reímos del descaro con que Martha aceptaba lo que yo de alguna manera le venía sugiriendo a partir de miradas un poco más que afectuosas, abrazos intensos y fugaces caricias.

Fuimos a recoger sus cosas y mientras nos dirigíamos a mi hotel valoramos sumariamente nuestra decisión diciendo que: En Durango, dejamos inconclusa una relación que bien merecía tener un cierre inolvidable.

De manera que entramos al loby formalmente integrados como pareja y tomamos el ascensor, dentro del cual acoplamos por primera vez nuestros labios. Fue un beso tan ardiente que nos hizo temblar y apretarnos con toda fiereza.

Interrumpimos la euforia un poco después de lo debido, cuando las puertas del ascensor estaban abiertas y una pareja de mayor edad aguardaba con resignación nuestra salida. Nos miraron con cierta gravedad, pero sus ojos eran fuente de complicidad y picardía.

Habiéndonos confesado la incontrolable pasión que a los dos nos despierta el método de medicación intramuscular, decidimos que aquella noche recapitularíamos la erótica experiencia de Durango, y la completaríamos desatando nuestro morbo y disfrutando sin prejuicios de nuestros instintos.

Nos dimos un baño y nos dispusimos a disfrutar aquella insólita “pijamada”. Lo primero que llamó mi atención y me produjo un gran placer fue constatar que Martha Patricia portaba un pijama parecido al que vistiera en Durango. Era del mismo tono rosa aunque no jaspeado sino floreado, también de suave franela y artísticos filos de encaje blanco en cuello y mangas, muy femenino.

Cuando le pedí que se acostara y me puse a preparar la jeringa, prácticamente repitió el protocolo de la primera vez que la pinché en Durango. Metiéndose en cama se puso boca abajo y replegó levemente su panty tan solo del lado izquierdo, quedando a la vista medio glúteo muy blanco, suave, mullido, perfectamente relajado y dispuesto. Desinfecté el área, coloqué los dedos índice y pulgar de mi mano izquierda sobre el glúteo separados diez centímetros uno del otro, dispuse en medio de ellos la aguja en posición de entrada balanceándola verticalmente un par de veces y a la tercera pinché con firmeza constatando que la punzante barra perforaba con suavidad la voluptuosa superficie que reaccionó con sensuales agitaciones musculares.

Martha permanecía muy tranquila, ensimismada. Su bello rostro parecía relajado, con los ojos entornados, los sensuales labios dilatados, daba la impresión de revivir un momento de gran intensidad, para darle un digno desenlace.

El firme avance del émbolo no produjo más reacción que un fino jadeo y sutiles espasmos en las zonas erógenas de la paciente, cuyo cuerpo registraba sensuales agitaciones en la medida que el depósito de la jeringa se vaciaba.

Extraje con lentitud la cruenta aguja disfrutando ver paso a paso sus dimensiones, que Martha Patricia había alojado con sumisión en su tierna nalguita. Al extraerla totalmente, no resistí el impulso de besar aquel fetiche, lamerlo y deslizarlo por la superficie de mis labios, llenándome de él, así como de la preciosa víctima que lo había padecido y resistido valientemente.

El tierno masaje se lo apliqué con toda calma. Sentado en la orilla de la cama deslicé el pequeño algodón marcando cerrados circulitos y presionando sobriamente la nalguita. A mi concisa pregunta: ¿te dolió, preciosa? La excitante respuesta fue: “lo justo, lo exacto, para sentir y aderezar tu grata presencia a mi lado. Ven, acércate Carlónimo, besa mis nalgas, besa mis labios, bésame toda completa, quiero que me hagas tuya, que yo te haga mío, que nos hagamos uno solo. Te lo suplico”.

Disfrutando el privilegio de rehacer nuestro pasado, tomamos por primera vez posesión uno del otro. Acostados frente a frente nos prodigamos una serie de besitos consecutivos muy tiernos en los labios mientras yo le acariciaba la cintura descubierta y el tierno cachete pinchado.

¿Imaginaste alguna vez que nos reencontraríamos, que llegaríamos a esto? No Carlónimo, para nada, vivía resignada al fracaso, a la derrota que me infligió el terrible miedo sentido en ese momento. No sabes las veces que lamenté no haberte hecho mío en aquel momento.

Y tú, Carlónimo ¿qué pensaste después de aquello ¿Me recordaste? ¡Terriblemente, preciosa! Lamenté no haber tenido el coraje de inducir el desenlace que tanto deseaba. Pero aquí estamos y esta será nuestra revancha.

Frotando nuestros labios con denuedo nos fuimos desvistiendo mutuamente, acariciando y examinando aquellas partes íntimas que conocimos tan solo con la imaginación y que ahora por fin se nos revelaban enteras, exactas, espléndidas. De las que íbamos tomando posesión con tiernas caricias y sensuales besos… En tus senos, pezones, cintura piernas, vulva, en toda tu deliciosa humanidad, Martha Patricia, que ya sentía estremecer en mis brazos.

Conocí y me llené de tus suspiros, de tus mimos, de tu suave y acompasado jadeo, del calor de tu aliento en mi rostro, en mis oídos, en mi boca, en mis excitados genitales que me fueron impulsando a realizar el supremo acoplamiento, el cual se dio en el momento justo, cuando tú temblabas y a mí me sacudían como hilacho los estertores de mi épica resistencia.

Porque ya no podía aguantar más, porque te estaba deseando salvajemente. Sintiendo que mi pene resbalaba por tu ardiente reducto vulvar que lo acogía, lo apretaba, lo tallaba, lo meneaba y lo retorcía. Viendo tu hermoso rostro, con el bermejo cabello que nos encerraba. Enloquecido por la agitada ebullición de tus piernas que me rodeaban apretujándome y removiéndome los muslos y las nalgas. Oyéndote jadear, gritar y chillar de placer, supe que por fin eras mía.

Derrochando lujuria, en un momento supremo, hicimos brotar con violencia nuestros íntimos efluvios.

Amigos, me he apurado a escribirles porque estaré ausente unos días. Nos vemos la próxima semana. Ya escriban algo ustedes, no sean tan mala onda… ¡Me cae!

marce -

el intercambio de sofia:

sofi es una chava de 20 años esta hermosa es de estatura media, piel blanca, ojo verde, cabello castaño y aunque esta delgadita esta bien dotada y aparte de todo esto que les acabo de decir es super inteligente por este motivo se gano un intercambio estudiantil a europa.
ella estava tan emocionada con la noticia que decidio hacer una fiesta de despedida con su familia y sus amigos ya que se iria un largo tiempo lejos de ellos, con ayuda de sus amigas y hermana organizaron toda la fiesta un poco apresurada por que sofi tenia que irse el fin de semana siguiente; en fin se pueden imaginar todos los preparativos musica,globos,bebidas,etc.

el dia se llego, las maletas listas en la puerta de su casa y con el boleto de avion en mano sofia,su hermana y sus papas se dirigieron al aeropuerto a despedirla.

en el trayecto se notaba algo nerviosa veia las calles de la cd con nostalgia, ella sabia que durante un laargo tiempo estaria lejos.
cuando por fin entraron al aeropuerto llego el momento mas dificil para ellos. la despedida.
con un fuerte abrazo sofia se despidio de su familia, hubo de todo besos, lagrimas,risas. al fin sofi pudo subirse al avion donde empesaria su nueva aventura.

tras un largo vuelo logro pisar tierra de nuevo donde ya la esperaban su familia tutora en la puerta de llegada de vuelos internacionales. llevaban un cartel que decia su nombre para que los reconociera. sofia se acerco a ellos para presentarse y la recibieron con mucho gusto sus tutores jorge y elena pero sobretodo el hijo de los mismos. el cahvo se llamaba gael bastante guapo y no dudo ni un segundo en abrazar a sofi.
mientra se estaban presentando llego la directora de la escuela donde sofi iva a acudir. y le entrego a los tutores una hoja de vacunacion que era para sofi.

les explico que sofi tenia que vacunarse porque habia un virus muy fuerte en ese momento y toda persona que ingresara al pais tenia que ponerselas inmediatamente.
ya fuera del aeropuerto esperaban a que gael tragera el carro a la puerta; mientra lo esperaban elena la tutora le dijo a sofi que tenia que ir a una clinica a aplicarse las vacunas, sofia solo indico que si con la cabeza y guardo silencio en eso el carro llego y gael se acomidio a subir las maletas a la cajuela y claro tambien le abrio la puerta del carro. por fin lograron salir del estacionamiento cuando jorge dice: " a que clinica vamos"...

la respiracion de sofia se acelero demasiado que dejo ver su nerviosismo.

¿estas bien? le dijo gael.
si solo que nunca he sido tan buena para las inyecciones le respondio sofia.no te preocupes es solo rutina vas a ver le dijo elena.tras el paso de unos cuantos minutos llegaron a la clinica como ya era de noche casi no habia tanta gente esperando, asi que jorge saco el pase medico y mientras tanto elena platicaba con sofia para conocerse mas.

sofi se relajo un poco con la platica y se veia agusto escuchando a su tutora y a su hijo incluso llegaron hasta las risas todo esto cambio cuando la enfermera autorizo el pase de sofia al consultorio, ella respiro profundo y se paro de la silla para entrar al consultorio,detras de ella entro gael,jorge y elena.

el doc. le pidio que se subiera a la camilla mientras llenaba unos papeles con sus datos y le explico el motivo por el cual tenia que vacunarse, la reaccion de sofi fue ponerse las manos en la boca y en ese monento tocan a la puerta y era la enfermera que traia una chorolita con cuatro jeringas cargadas y se las entraga al doctor.

bien sofia te voy a explicar lo que vamos hacer le dijo el doc.
te voy a poner una inyeccion en cada brazo y las otras dos van en la pompi.

nooo! en la pompi no... dijo sofi con la voz entrecortada
tranquila es solo para inmunizarte vas a pasar un largo tiempo aca lo vas a necesitar; ademas si no te las pones no te van a dejar entrar en la escuela, todos los alumnos se tienen que vacunar antes de cada ciclo escolar.dijo el doc.

que quieres primero en el brazo o en la pompi... obvio que la respuesta fue en el brazo.

asi que el doc. preparo los algodones con alcohol y le levanto la manga de la blusa a sofi, ella se puso la mano en el brazo impidiendo que la vacunaran y era tanto su angustia que sus hojos se le llenaron de lagrimas y para contener las ganas de llorar se mordia el labio inferior tratando de aguantar lo que venia para ella elena se dio cuenta de que sofia estaba mas que nerviosa asi que le toma la mano derecha para tranquilizarla un poco.

cuano sintio el alcohol en su brazo sofi bajo un pie de la camilla claro que el doc la detuvo y le dijo no te me muevas aqui va el primer piquete.noo! esperenme... dijo sofi ya con las lagrimas sobre su cara; elena lo que hizo fue abrasarla mientras que la vacunaban y sofi escondia su cara en el hombro de su tutora y asi fue lo mismo con la siguiente vacuna pero lo peor fue cuando el doc le pide que se acueste bocabajo para inyectarla.

sofia solo se acosto hacia arriba tapandose la cara con las manos y no paraba de llorar en eso elena le desabrocha el pantalon, el doc le volvio a decir que se volteara y solo consiguio de respuesta un rotundo "no"...porfavor no quiero inyectarme no me gusta.

doctor:"es que no es de que te guste te tengo que inyectar tu decides por las buenas o por las malas".

y no le quedo otra opcion mas que ceder a lo que le indicaron.
sofi se dio la vuelta y se quedo quieta el doctor le dijo que le iva a acomodar el pantalon para inyectarla y ella accedio pero no contaba que el doctor la bajaria el pantalon hasta la mitad de los muslos; cuando sofi levanta la cabeza se da cuenta que gael estaba presenciando tremenda escena, ella intenta subir un poco su ropa pero en doc la detiene y le da las indicaciones no te muevas,no aprietes la pompi,relajadita,etc.

mas verguenza era imposible sentir; al chavo que tenias unas cuantas horas de conocer resulta que te esta conociendo muuuy bien.
cuando estaba a punto de ser inyectada se intenta levabtar de la camilla avergonzada por el momento que estaba pasando, per eso hizo enojar al doc le dijo que podia lastimarla asi que le pidio a jorge y a gael que detuvieran a sofi mientras la inyectaba asi que ellos acataron las ordenes y gael le detenia las piernas mientras que jorge las manos.

tras sentir el piquete sofi se estremecio de manera poco ortodoxa, pero cuando sintio elardor y dolor del medicamento no aguanto mas y empezo a llorar.

sofia: "aaayy, ya porfavor, no aguanto mas, duele demasiado".

tranquila sofi ya va a pasar le decia su tutor.
cuando el doc presionaba el embolo noto dificultad para introducir el medicamento y se dio cuenta que se habia tapado la jeringa de tal modo que tuvo que sacarla.
y cuando sofi se entero trato de hacer todo lo posible para que no se la volvieran a poner.

sofi: "ya no, no quiero mas".
doctor: "tranquila falta poco".

cuando termino de aplicarle la inyeccion completa saco la aguja y le corrio una gotita de sangre por su pompi y le pidio a gael que sostuviera el algodon para ir por una bandita para pegarsela. claro que sofi trato de sobarse la pompi y topo con la mano de gael; que solo le dio un maseje en la espalda y con la segunda inyeccion fue muuy parecido despues de todo sofi se puso de pie y muy apenas podia caminar.

se retiraron de la clinica y sofia se quejo al senterse en el carro, seguia llorando muy despacio y gael no tardo en consolarla, le tomo la mano y le limpio las lagrimas sofi le respondio con una sonrisa y recargo su cabeza en la ventana del carro.

Pascual -

Eulogia parece más atractiva y sensual cada día ¿te has propuesto cambiarle la imagen, Carlónimo? Ese juego que realizas con los personajes es muy atrayente y divertido. ¿Alguna novedad sobre la bella Cristina?

Carlónimo -

Preciosa Paty, mi único mensaje Y NO OCULTO es que eres tan bella, inquieta y ardiente, que me pones en aprietos.

Querido Ramiro, muchas gracias por deleitarnos con tu poesía que en particular a Eulogia le impactó llegando a quitarle el sueño. Así que a media noche te envió el ansiado email a riflomag23@live.com.mx obteniendo pronta respuesta.

De manera que ayer mismo en la tarde llegaste al pintoresco Barrio de Tacuba para encontrarte con tan bella mujer y disfrutar de su sensacional jeringa.

Dicen que la primera impresión es la que cuenta y perdura, así que al ver la casa tan bonita de Eulogia, con su espacioso patio central en mosaico rojo repleto de hermosas plantas y, sobre todo, cuando observaste a tan atractiva enfermera de cuerpo excitante y un peinado moderno cubierto de sensuales rizos, permaneciste inmóvil con los ojos desorbitados, preguntándote: ¿cómo puede el destino ofrecerme una respuesta tan adecuada a mis índomables deseos?

Tuvo que ser ella quien te despertara de tan sublime arrobamiento. Se te acercó cariñosa, te abrazó por la cintura y te condujo directamente a su aposento donde todo lucía elegante, ordenado y escrupulosamente limpio. Cortinas, alfombra, el mullido edredón, todo en tierno color de rosa y un bellísimo candil central cuyas artísticos cristales emitían destellos en tonos dorado y lila.

Pasa, mi amor, ya verás lo que soy capaz de hacer por tí, estoy segura de que te aficionarás a mis cuidados. Te hizo sentar en un cómodo “love seat” junto a ella, donde entablaron un primer diálogo introductorio en el que se conocieron, acordaron el tratamiento a seguir, y se disfrutaron mutuamente. Ella admiraba tu ancha espalda y tus brazos muy bien abastecidos y proporcionados, a más de tu inquietante porte varonil; en tanto tú contemplabas con azoro la esbelta perfección de sus curvadas formas femeninas tan bien delineadas.

Con el compás de sus piernas cuidadosamente cerrado y el borde de la entallada falda situado en la parte media de los espléndidos muslos, Eulogia te explicaba las bondades de su técnica y te mostraba su jeringa clásica, desensamblándola y colocando sus partes en la plateada tinita junto con varias agujas hipodérmicas de distintos calibres que, acto seguido, puso a hervir sobre una pequeña parrilla eléctrica.

Siguieron conversando hasta cumplirse el plazo reglamentario de ebullición, momento en el cual Eulogia se puso de pie, extrajo del agua tanto el depósito como el émbolo y las pronunciadas agujas hipodérmicas, y los recostó sobre un plato para que se enfriaran, mientras desenvolvía el medicamento de su empaque, retiraba el sello metálico del frasquito que contiene la sustancia en polvo y descabezaba la ampolleta, quedando por fin los dos pequeños recipientes igualmente colocados sobre el extendido plato de vidrio transparente.

Indicándote: “si eres impresionable no veas lo que sigue” Eulogia colocó el émbolo en su sitio, seleccionó una enorme aguja de portentoso grosor y la ensambló con firmeza en la punta de la jeringa. Luego introdujo el filo en la ampolleta succionando en su totalidad el agua bidestilada, pinchó el hule del frasco con polvos haciéndole entrar el líquido, agitó muy bien la mezcla y la succionó para hacerla entrar lentamente en la jeringa, la cual quedó totalmente llena, imponente, erguida frente a ti, recordándote que debías postrarte sumiso nalgas arriba para recibirla.

Con la respiración muy agitada te pusiste de pie y sin dejar de ver la terrible aguja que pronto te flagelaría el culo, hiciste descender tu pantalón hasta los muslos y te acostaste boca abajo sobre la mullida cama de Eulogia, quien se acercó a ti, introdujo su mano al interior del elástico de la trusa y lo hizo descender, primero del lado derecho, luego del izquierdo, hasta quedar la prenda alojada en el pliegue de tus nalgas, cuyo innegable atractivo llevó a la enfermera a emitir un profundo suspiro y exclamar ¡Ramiro, me excitas todita, me pones en serios aprietos sexuales!

Eulogia palpó con gran deleite cada uno de los recios mofletes cuya sólida consistencia permitió la pronta identificación del punto vulnerable, donde la sensual enfermera apoyó con fuerza su dedo índice formando el erótico hoyuelo que, acto seguido, desinfectó cuidadosamente. Utilizando su propia mano como abanico, evaporó el brillante espejo de alcohol quedando lista él área para efectuar la dolorosa incisión.

Conociendo las dramáticas dimensiones del instrumento que la guapa Eulogia blandía a escasos centímetros de tus nalgas, apretaste los puños, tensaste todo el trasero e imploraste resignado: ¡Estoy listo, preciosa, aunque me duela, házme sufrir y gozar tanto como deseo!

Al sentir la suave mano apoyada en la superficie de tu fibroso cachete, muy seguro de ti mismo, desafiante, aflojaste todo el cuerpo, cerraste los ojos y esperaste… Lo peor y lo mejor se dieron cita en aquellos breves instantes tan intensos como tu propio deseo de gozar a tan imponente dama.

Pero al sentir el rudo rejón que pinchaba tu desprotegida carne haciéndote padecer una especie de guantazo seco en plena nuca; cuando tus oídos se llenaron de un agudo zumbido ensordecedor; y tus papilas olfativas y gustativas se impregnaron del aroma y sabor de la sangre; entonces borraste de tu mente cualquier expectativa sensual.

Te sumiste en el más pavoroso dolor que te haya arrancado cualquier otra hipodérmica. Abriste la boca como hipopótamo haciendo escapar colosales alaridos. Gritaste: ¡Hija de puta, que me matas, desgraciada! Temblaste, vociferaste, te revolcaste y suplicaste, pero el sufrimiento continuó como implacable invasión de ácido sulfúrico que te diluía las entrañas.

Nunca habías sufrido tan inhumano martirio. Pero, poco a poco, fuiste pasando del deseo de una rápida muerte, a la sensación de simple agotamiento, un gran sueño y, por fin, el erótico encantamiento que se apoderaba de ti, de todos tus sentidos, que te ponía el pene muy tieso y te hacía desear a la despampanante Eulogia: su arcaica jeringa, sus agujas hipodérmicas, sus manos tan hábiles, sus fieros instintos, su inaudita capacidad para prodigar placer.

Mientras ella te masajeaba el culo y te decía: ¡Ya pasó, mi pequeño! Sintiendo sus suaves palmadas en tus nalgas querías tocarla, sentirla muy cerca de ti, abrazarla, hacerla tuya…

Sin podrte contener, la tomaste por la cintura y la arrimaste hacia ti. Luego bajaste la mano y sentiste la suavidad y esplendidez de sus nalgas. Ella te permitió disfrutar por un momento, pero cuando alzaste su falda, le palpaste los muslos desnudos y avanzaste hacia la encantadora zona vaginal, retrocedió cariñosa diciéndote: Ya basta, mi rey, yo te hago gozar todo lo que quieras, pero no me entrego tan fácilmente.

Después te hizo girar el cuerpo y te practicó la más deliciosas puñeta que en tu vida entera hayas disfrutado. Gritando como loco viste saltar tu grueso esperma hasta dos metros por encima de la pelvis.

RAMIRO -

QUIERO TENER A EULOGIA
VESTIDA COMO ENFERMERA
CON SU MIRADA DE FIERA
AY AY COMO SE ME ANTOJA.

Y SI QUIERES SEGUIR INYECTANDO
AQUI ESTA TU PACIENTE LISTO
QUE FRENTE A TI ME DESVISTO
TU LA JERINGA ESTAS PREPARANDO...

RECUESTAME SOBRE TUS PIERNAS
Y COMIENZA EL RIKO RITUAL,
ERES UNA MUJER SENSUAL
QUIERO TUS MANOS TIERNAS.

ESA JERINGA DE CRISTAL
CON ESA TREMENDA AGUJA
UN PLACER EN MI DIBUJA
Y MI ERECCION ES DESCOMUNAL.

EL MASAJE EN MIS NALGAS
LO SIENTO TAN DELEITABLE
QUE CUANDO APLIKAS EL INYECTABLE
TE PIDO QUE NO TE SALGAS
PUES QUIERO ESE INFINITO INSTANTE
SABIENDOTE CERCA DE MI
EULOGIA QUIERO DE TI
SEAS MI ENFERMERA AMANTE.

ALGUNA MUJER QUE COMO EULOGIA LE EXITE INYECTAR, PODRIA ESCRIBIRME A MI CORREO O AGREGARME AL: riflomag23@live.com.mx

Paty -

Gracias Carlónimo, eres un amor y el relato es muy bello, pero no me des mensajes ocultos.

Hola Marce, a mi me parece que el morbo lo adquirimos porque las inyecciones las conocimos en la infancia.

Un saludo a todos

Carlónimo -

Muy oportuno el tema de conversación propuesto por Marce, ya que precisamente estaba por escribir un relato que tratara cierto tipo de parafilia. Voy a compartirles una experiencia que Paty me autorizó expresamente a referirles. Se trata nada menos que de un brote sádico-masoquista que nos invadió recientemente a los dos y que decidimos disfrutar juntos.

El desfogue

Fue una tarde sabatina con los últimos rayos de sol extinguiéndose en lontananza. La Ciudad de México se relajaba disponiéndose al esperado descanso de fin de semana. Nuestro querido Centro Histórico y el emblemático Café Tacuba nos aguardaban. La armoniosa figura de Paty, su sonrisa, el fusco cabello, la esplendidez de su cuerpo, llamaban la atención, producían comentarios, eran blanco de múltiples miradas.

Tranquilos, nos sentamos a la mesa en medio de cuadros antiguos, maderas artísticamente labradas y una fina herrería del síglo XVIII. Me alegraba contemplando a la preciosa hondureña con quien previamente había acordado el festivo encuentro. Sentada a mi lado me dedicó una tierna mirada y acercó sus sensuales labios a los míos… Nos besamos con gran deleite.

Después de disfrutar una frugal merienda nos fuimos a caminar por el México antiguo: por esas calles de gran relieve histórico en las que el ocio y la curiosidad encuentran un inmenso campo de acción. Y de ahí saltamos al paraiso: Una noche que decidimos regalarnos a unos pasos de la Catedral Metropolitana, alojados en el pintoresco y confortable Hotel de la Ciudad de México.

Ya en el hotel, después de conversar degustando una espléndida taza de café turco, Paty me pidió que le inyectara un doloroso vitamínico que se aplica regularmente.

Poniéndose de pie, se aflojó el cinturón y se acostó dejándome a mi la grata tarea de replegarle el ajustado pantalón y la panty hasta donde yo quisiera. Así que sus excitantes nalguitas quedaron totalmente descubiertas reposando casi inmóviles para recibir la afilada aguja.

El embate y la sutil perforación hicieron temblar el nervioso cachete arrancando a la chica un sentido lamento. La dolorosa sustancia la hizo gritar y crisparse. Su airada reacción de sufrimiento fue un poema que nos encendió a los dos simultáneamente. Más allá de las tranquilizantes palmaditas y del esforzado autocontrol de sus impulsos, abrevamos el gran erotismo del momento.

Empujando lentamente el émbolo, me embebí contemplando el erguido moflete cuya tersa superficie se ondulaba de punzante dolor. Con la jeringa todavía en la mano, mediante menudos movimientos circulares terminé de masajear el rumboso cachete marcándole un sutil hoyuelo y haciéndolo vibrar finamente, hasta percatarme que no aparecieran resabios en el algodón previamente alcoholizado.

Terminada la aplicación, Paty se incorporó sentándose en pose de descanso con las piernas recogidas sobre la cama, elevó los brazos para frotar su cabello como lo hacen las espléndidas sirenas sobre los peñascos, mientras yo contemplaba con inquietud sus preciosas nalguitas aún inmersas en el rictus del excitante dolor.

Ví la marca que le dejó la inyección en el atrayente bomboncito izquierdo y besé el sitio repetidas veces. Con voz desapacible me dijo que le dolía y se sentó sobre mis piernas buscando el ansiado consuelo. Atrayéndola, nos besamos e iniciamos un fuerte intercambio de caricias. Sus manitas se deslizaron por mi espalda y yo me concentré en la firme curvatura de sus caderas y de sus nalgas, que de inmediato se estremecieron inquietas.

La ansiosa interacción de nuestros cuerpos generó un poderoso campo electromagnético en el que quedamos los dos encerrados. La preciosa hondureña se acostó llevándome en sus brazos hasta hacerme reposar en su espléndida humanidad. Sintiendo su agitada respiración, me concentré en la fragancia de su cabello. Besé su cuello despacio, con ternura, hasta comprobar que jadeaba de incontrolable pasión.

Deslicé mis labios por su barbilla, la nuca, los hombros, los senos. Mordí uno de sus pezones, inspeccioné su oscura areola detectando la relativa aspereza que le imprimen los minúsculos conductos lactíferos. Con los ojos cerrados me concentré en estimular esa importante zona erógena que se estremecía en mis labios y se ponía muy dura al succionarla.

Al mismo tiempo le acariciaba las mejillas y el cabello; mi pene rebosaba fortaleza y friccionaba sus suaves muslos, cuya solidez y cálido contacto me excitaban y me hacían brotar el primer calostro que se adhería a sus piernas, pintándoles sendos medallones jugosos… brillantes.

Paty dio la vuelta y se montó sobre mí para buscar un primer acoplamientro. Sus labios se fueron deslizando en forma descendente por mi pecho hasta alcanzar y posarse en los henchidos cojones para besarlos, lamerlos, succionarlos, morderlos, ajarlos, lastimarlos, someterlos a enajenante placer y dolor.

Me hizo gritar de sufrimiento: le pedí que no me lacerara, pero también que lo hiciera. Eran deseos encontrados; la intensa succión en mis bolas me hacía padecer y gozar al mismo tiempo. Ella reforzó el castigo palmeando y apretujando mis pelotas. Yo estaba desesperado y, sin embargo, deseaba que me siguiera lastimando. Un sentimiento errático que nunca antes me había invadido.

Después de aplicarme el excitante tormento me empezó a prodigar sensuales caricias. Me barrió la entrepierna y el sensible punto G con su lengua. Yo gritaba y me retorcía de placer. Me tenía enloquecido, enajenado, incapaz de detener esa avalancha de sensaciones dolorosas y placenteras.

Entonces me clavó sus dedos, ignoro si dos o tres, en el culo tallándomelo con tal violencia que parecía desgarrarme el esfínter, al tiempo que chupaba y mordía mi pene, con lo cual me precipitó una soberbia eyaculación.

Entre gritos, lisonjas y nuevas lamidas, mis descomunales chisguetazos de esperma se impactaron en los labios y en las manitas de Paty, quien reía y festejaba cada brote sin dejar de tallarme, palmearme y apretarme tanto el pene como los cojones, exprimiéndolos para provocar nuevos arrojos.

Concluí tan fenomenal experiencia trabado, cansado, adolorido, con la boca abierta, respirando ansiosamente, hasta que caí en un profundo sueño.

Al despertar la ví sentada escuchando música a bajo volumen. Yo permanecía desnudo, tan solo cubierto por una delgada sábana. Ella lucía encantadora con un pantaloncillo corto de color blanco que permitía apreciar sus bien torneadas piernas y esbozaba la exquisitez de sus nalgas.

Me incorporé, le dí un beso y entré al cuarto de baño para asearme. Confundido y apenado por haberme prestado a un final que a ella, según yo, no le había prodigado el mismo disfrute, hice el propósito de componer las cosas.

Salimos al bar y nos enfrascamos en una bella conversación. Un par de copas y el intercambio de ardientes besos bastaron para hacernos regresar al cuarto. Me tenía muy excitado, la tomé en mis brazos y la fui desvistiendo lentamente, hasta deslizar la pequeña panty y descubrir sus redondos y firmes glúteos hacia los cuales dirigí mi atención.

Así como ella es: de piel morena clara, delgada, ardiente, nalgoncita, cariñosa; me incitaba hurgar su estrecha raja. Separándole los cachetes deslicé mis dedos por el íntimo canal haciendo que toda ella se erizara y elevara el culito, lo cual me animó a picarle el montículo rectal.

Lo presioné suavemente, pero ella apretó los mofletes emitiendo una sentida queja. Sin embargo, mantuvo la posición empinada, por lo que hice un segundo intento de penetrarla, obteniendo el mismo resultado.

No me dejaba avanzar pero incitaba que la acometiera. Entendiendo su juego, volví a puntearle la colita y cuando la apretó le propiné una violenta nalgada que le hizo gritar y aflojar el esfínter inmediatamente. Un tercio de mi dedo central le quedó adentro y seguí presionando para introducírselo completo. Ella luchaba por evitarlo.

Entonces giré el dedo para relajar su estrecho esfínter lo cual toleró satisfecha, pero cuando quise avanzar se opuso de nuevo forzándome a que le diera una segunda nalgada aún más violenta que la primera.

Esta vez no gritó ni se quejó. Estremecida, tan sólo apretó los labios y siguió frunciendo el coño. Le repetí la dosis y las nalgadas se fueron precipitando una tras otra haciéndola gritar muy fuerte. El culo se le enrojeció casi por completo. Lloró, imploró, pero fue cediendo poco a poco, soltando el cuerpo y dilatando el estrecho esfínter.

Mi dedo avanzó poco a poco arrancándole nuevos lamentos y por fin penetró completo haciéndola gemir y temblar de placer. Entonces inició una franca y abierta colaboración, al grado que me pedía acrecentar el frotamiento. Cuando intenté concluir esa etapa me rogó que continuara y que le metiera también el pene por la ardiente vulva.

Así que le empalmé el tieso glande y Paty lo engulló empujando con desesperación el culito, hasta sentir mis cojones adheridos a sus redondos glúteos.

Iniciamos una serie de embestidas vaginales y rectales que a ella le hicieron gritar y jadear con cada rítmico rozamiento; mientras yo temblaba absorto al ver sus preciosas nalguitas desplegadas, contorsionadas y penetradas, solazadas con la violenta fricción en sus dos agujeros.

El escenario era formidable. Al ir y venir de sus elásticas nalguitas se sumaba el mete y saca de mi dedo por su enrojecido coño y las violentas acometidas de mi pene incrustado entre sus labios vaginales.

El resto fue placer y euforia potenciados al extremo. Sus agudos gritos y jadeos, mis ardientes exclamaciones y las nuevas nalgadas estruendosas que le propinaba, colmaron y cimbraron la habitación, retumbaron en nuestros oídos, encendieron y derramaron todo el fuego y el incandescente magma, desde nuestras entrañas.

http://www.youtube.com/watch?v=qdYLMMT0DHs

Carlónimo -

Querida Marce, no soy experto en el tema pero con gusto te comparto mi opinión.

El término “Fetichismo” se refiere a privilegiar o entronizar algo material haciendo de ese objeto un ídolo. En el ámbito de la sexualidad se utiliza para describir cuando alguien se aficiona a un objeto relacionándolo (por transposición) con el placer sexual.

Tengo entendido que las teorías psicológicas del comportamiento consideran el fetichismo sexual como un “condicionamiento”. De ahí podemos derivar que el fetichismo es APRENDIDO, generado por alguna experiencia de la infancia temprana, que establece para la persona una relación entre determinado objeto (en nuestro caso una jeringa) y el placer sexual.

De manera que es una conducta aprendida y no nacemos con el fetiche. Detrás del morbo de cada uno de nosotros seguramente está la experiencia íntima de que nos inyectaran contra nuestra voluntad cuando éramos niños. Que hurgaran nuestra intimidad y la violaran de alguna manera.

Recuerdo en este sentido el comentario que nos dejó nuestro amigo Ricardo el 25/01/2012 10:33 del cual transcribo algunas ideas a continuación.

“… ¿que veo de excitante en estos recuerdos? llegar a casa un amigo cuando ivan a inyectar a su hermana y ella se oponia, o incluso llegar de sorpresa y pillar a alguien con las nalgas descubiertas, y no digamos ya cuando se trataba de las temidas lavativas con todos sus preparativos. Para muchos estos temas han sido la iniciacion a la sexualidad, porque aprovechando estas situaciones y contando con nuestra inocencia hemos descubierto los encantos del cuerpo de personas mas mayores.”

Como ves, querida Marce, Ricardo funda su morbo en los recuerdos de infancia y la frase que me parece más importante es la que dice: “Para muchos estos temas han sido la iniciacion a la sexualidad”.

Muchos de nosotros nos iniciamos en la sexualidad estando nalgas arriba en las piernas de alguien que con violencia nos inyectaba. Y digo violencia porque nos tomaban a la fuerza, nos clavaban la aguja sin estar relajados lastimándonos por ello terriblemente, además de atormentarnos con frases hirientes. Amén de la violación misma de nuestra intimidad.

marce -

hola a todos!!!
les tengo una pregunta que a todos nosotros nos relaciona y que hasta el dia de hoy no se cual sea la respuesta correcta.

siempre me he preguntado si... ¿nacemos con este fetiche o lo vamos adquiriendo con el tiempo?

ayudenme a aclarar este asunto y espero sus respuestas.


saludos!!!

Carlónimo -

Querida Eulogia, Paty preciosa, aquí convivimos como buenos amigos, siempre con el ánimo de pasarla bien. Recuerden la regla de actuación que hemos mantenido viva: Es absolutamente válido emitir opiniones sobre conductas, pero no lo es utilizar palabras que pudieran mostrar encono. De las situaciones más adversas hagamos surgir escenarios maravillosos, que rescaten y enaltezcan, sobre todo a la mujer.

http://www.youtube.com/watch?v=UeKsV6tohiE&feature=related

Paty -

Eulogia, yo no te tengo miedo a ti ni a tu jeringa. Si crees que con amenazas me vas a callar para que no diga lo desvergonzada que eres, ya erraste. Y felicidades por tu boda pero así como eres de traicionera no creo que Ismael te aguante.

Carlónimo, yo se que te esfuerzas mucho para escribir y te agradezco que nos sigas ofreciendo tus relatos que son como siempre bien lindos, pero me encantaría que me dedicaras uno a mí, que sea muy tierno.

Vero, un abrazo por el día de tu cumpleaños, me caes muy bien y se te extraña.

Eulogia -

Chicos qué les cuento?!!! Que ya pidieron mi mano los padres de Ismael. Yo estaba bien nerviosa cuando llegaron y mis tíos… bueno @@@ no voy a fingir porque en relidad son mis primos pero yo le dije a Ismael y a sus papás que eran mis tíos porque se me hizo feo que pensaran que ya soy algo grandona para Ismael. Pues mis tíos estuvieron haciéndose del rogar porque decían que estábamos muy jóvenes los dos para tomar semejante decisión y que si ya lo habíamos pensado muy bien y que por que no esperamos un tiempo más.

A mí me pareció bien al principio pero ya era demasiado y dije qué tal si se arrepiente Ismael y luego yo que hago y como me había puesto minifalda para verme más joven de lo que soy me le repegaba al chico y lo ponía nervioso enseñándole mis piernas, pero mas bien lo distraía para que no oyera y que recordara lo rico que la pasamos juntos. Y yo con la pierna cruzada pero que empiezo a ver que el papá de Ismael no me quitaba la vista y me veía las piernas con desfiguro y no disimulaba su morbo. Asi que mejor me arreglé la falda, me senté más compuestita y ya no le enseñé nada.

Y la cena que hicimos estuvo riquísima nada más oigan: empezamos con un entremés de escamoles tiernos al ajillo, luego una crema de guauzontle; de platillo fuerte filetes de trucha con verdolagas y de postre calabaza en tacha y queso de tuna ¡Una delicia! Y como mis tíos dijeron ¡y es la verdad! Que yo había preparado todo, me gané a mis suegros que decían y repetían: se ve hacendosa y muy bien preparada la chica. No pues si queremos que se case Ismael con ella.

Después de la cena mi suegro se puso algo mal porque creo que se le baja la presión y que tenía que inyectarse. Entonces me lo llevé a la recámara ¡Véngase suegrito que yo soy una maestra inyectando! Y lo acosté, le bajé los pantalones y los chones y ahí lo tenía con las nalguitas al aire mientras preparaba la jeringa. Y él me preguntaba que porque tenía una jeringa tan antigua. Y yo, pues no suegro así se están usando ahora porque las desechables son una soberana porquería que ni inyectan bien ni nada. Y mi suegro que viéndome tan desenvuelta y campechana ¡es bien coqueto el canijo! Nomás me miraba los chamorros y me decía estás frondosa Ulogia (así me dice él). Tas frondosa. Y yo pues para quedar bien le dejaba que me viera y hasta me le repegaba ¡no mucho, no vayan ustedes a creer! nada mas poquito. Y cuando vio la jeringa lista estaba muy animado y me paraba la cola para que se la frotara, pero cuando lo pinché resopló y se puso bien morado pero al mismo tiempo se restregaba contra la cama, para mí que ya estaba bien caliente y me agarró de la mano y no me la soltó hasta que le apliqué toda la sustancia.


Luego que lo empiezo a masajear y él me decía pero qué bien inyectas Ulogia ya no voy a dejar que me inyecte nadie mas que tú. Y me veía las piernas cada vez más y en una de esas que me agacho para recoger el algodón que se me había caído y él que me da un pellizquito en las nalgas, así nomás como de travieso que es. Y yo ¡Orale suegro, no se mande! Pero él insistía es que me caes muy bien y si tu vas a ser la que me inyecte pues que esto sea secreto entre los dos y me pedía que le siguiera sobando el culito. A mí pues sí me gustaba porque lo que sea de cada quien mi suegro está todavía muy bueno y me dejé querer un poquito ¡nomás un poquito! Que me diera besitos en las manos, en las piernas y… bueno también en las nalguitas, pero por arriba de la panty pues no dejé que me la bajara, pero sí me dejé que me acostara boca abajo sobre la cama y que me metiera mano (sólo un poquito). Me decía ¡qué ganas de inyectarte yo a ti Ulogia, tas re guena! Pobrecito, se le antojaba mi cabús y le dí un poco de chance para que no fuera a decir que soy mala onda y remolona. Pero cuando me puso de bruces, o sea de perrito, y me estaba punteando la cola con su pitote bien tieso, le dije ¡no suegrito, no abuse ni se emocione tanto ni quiera pasarse de lanza! Ya luego más adelante quien sabe, tal vez le dé jalón, pero por ahora no sea tan chinguenguenchón porque yo me debo y soy fiel a Ismael.

Son buena onda mis suegros aunque ella, mi suegra, un poco celosa porque dijo que nos habíamos tardado demasiado con lo de la inyección y luego sentó al marido muy pegadito a su lado y no le quitó la vista de encima por el resto de la tertulia.

Bueno el caso es que ya quedó el compromiso hecho y que nos casamos Ismael y yo para agosto ¿Qué tal, eh?

Oye Carlónimo, a ti te escojo como padrino de ropa íntima… pero muy íntima.

Ah, y a ti Paty majadera, nada más vuelve a criticarme, ya verás, si te la tengo bien guardada, ya te tendré con las nalguitas al aire ¡Ya puedes componerte, malcriada chamaca!

Muchas gracias Vero por tu paciencia para acompañarme a las boutiques y por tu buen gusto ¿Verdad que me sienta el traje de novia? Cuando gustes te inyecto, mi piernudita y a Antónimo si se te ofrece, nomás avísame. Y felicidades por tu aniversario.

Todos están invitados a mi boda y va a ser de rigurosa etiqueta.

Carlónimo -

Querida Maricruz, muchas gracias por escribir. Espero que no sea por única vez y que sigas disfrutando los relatos.

No obstante estar muy ocupada en su terreno profesional, la encantadora Vero pasaba por uno de esos momentos en que el erotismo se revela implacable haciéndole sentir un deseo que no puede controlar. Por esta razón, cuando su doctora le telefoneó indicándole que debía aplicarse una segunda inyección de reconstituyentes, ella le confirmó que asistiría esa misma tarde para recibirla.

Al llegar al hospital y percatarse que la habían asignado al Área de Servicios Generales justamente con el paramédico que tanto la admira, sintió el impulso de oponerse. Pero como estaba de buen humor decidió correr una aventurilla erótica.

Vestía una minifalda muy coqueta frente a la cual el paramédico, por mero nerviosismo cometió una serie de desaciertos: tartamudeó, confundió el nombre de la paciente, trompicó al dirigirse a la vitrina, y el temblor de sus manos no le permitió cargar la jeringa, teniendo que hacerlo la propia Vero quien, además, se ensañó diciéndole: No te preocupes, yo como psicóloga entiendo muy bien que hay momentos de alta carga emocional que nos afectan demasiado.

La preciosa Vero se creció al castigo. Después de entregar la jeringa y el hisopo al pobre muchacho que la miraba con rostro compungido, mezcla de admiración, vergüenza y excitación, se alzó con todo desprendimiento la delgada faldita, replegó con toda generosidad su pantaleta y con el imponente culito eróticamente empinado en dirección del paramédico, le preguntó: ¿Tendrás el pulso tan firme que puedas pincharme?

Al joven se le terminó de subir el color. Miraba las esculturales nalguitas de Vero muy firmes, tersas, sensualmente levantadas, pero no pudo controlar sus nervios. Sin saber qué contestar trató de sonreir llegando apenas a bosquejar una mueca infame. Después se arrimó a la pared como queriendo desaparecer de escena, balbuceó y terminó pidiendo una tregua a su atractiva paciente la cual lo miraba sonriente y en actitud tolerante, pero terminó de apabullarlo diciéndole: Con ese pulso no me presto a que me inyectes, pues me la vas a aplicar en la espalda o en una pierna y no quiero correr riesgos. No te preocupes, entiendo tu problema, píde por favor a otra persona que te releve.

Viendo el muchacho que su situación era crítica salió del consultorio y regresó acompañado por un médico joven, guapísimo, que cautivó a Vero con una sonrisa y un guiño ocular muy cordiales, haciéndole saltar el pecho de emoción, sin saber qué responder cuando el médico le preguntó: ¿Puedo ayudarla, señorita? Me dicen que está usted un poco nerviosa.

“No… bueno… sí… es que él, o más bien yo, o los dos… Bueno, sí usted puede… vaya, quiero que me inyecte…” Fue la trompicada respuesta que la preciosa Vero acertó a emitir mientras trataba de cubrir sus encantos.

Haciendo salir al paramédico, el atractivo doctor le contestó con voz muy firme y atenta: Cómo no, descúbrase y acuéstese por favor, enseguida la inyecto.

Entonces fue Vero quien no pudo coordinar muy bien sus movimientos. En su apuro de cubrirse había dejado el vestido atrapada al interior de la panty y al querer liberarlo se le enredaron las dos prendas dejándolas tan enroscadas una con otra que, cuanto más jaloneaba y trataba de separarlas, más sólido se volvía el amarre.

Muy nerviosa, la guapa paciente tiraba sin ton ni son del complejo enredo y se agitó a tal grado que perdió el equilibrio y quedó tirada de bruces en el camastro, angustiada, con el precioso culito desnudo y totalmente empinado.

Viendo los apuros que la chica estaba pasando, el médico la tomó por los erguidos y tentadores bombones traseros diciéndole: Tranquila, señorita, no se mueva más y permítame que le ayude. Vero accedió y se acostó boca abajo pero quedó en posición complicada pues el amasijo formado por la falda y la panty una con otra enredadas le quedó atravesado, muy tenso, oprimiéndole las nalgas.

Así que el médico con aire paternal la hizo poner de pie, le bajó el cierre del vestido, le pidió extraer los brazos de la prenda; y deslizó ésta hacia abajo junto con la pantaleta hasta liberarlas.

Habiendo quedado la encantadora Vero prácticamente sin ropa con las nalgas paraditas y las manos muy juntas cubriéndose la vagina, vio cómo el médico destrenzaba poco a poco sus sensuales prendas hasta separarlas una de la otra, doblar con mucho cuidado cada una de ellas y colocarlas sobre una mesa.

Hecho esto, el controlado facultativo le pidió a la nerviosa paciente que se acostara e incluso la ayudó a acomodarse señalándole la posición exacta, porque Vero en su apuro trataba de girar y de acostarse en sentido inverso.

Por fin sosegada aunque muy nerviosa de saber que sus nalgas y piernas estaban a la vista de aquel hombre por el que sentía una frenética atracción, la despampanante Vero prefirió cerrar sus ojitos y plegarse a lo que fuera.

Sujeta a un excitante arrobamiento que la hacía estremecer y gemir de emoción, sintió los firmes dedos que le auscultaban los curvados cachetes. Percibió el certero y suave pinchazo por el que la aguja penetró con suavidad. Y tiritó de pasión por el avance de la sustancia que entraba lentamente, lacerándola, mientras el médico la confortaba con una encantadora voz muy varonil: Falta poco, señorita, no se inquiete, no tense sus nalguitas, por favor, así, tranquila, así, muy bien, ya casi, tranquilita…

Sintiendo el suave masajito que el atractivo médico con singular cariño le prodigara, escuchando sus palabras por demás afectuosas que la excitaban, la bella paciente juntó con desesperación sus piernas, apretó las nalguitas, e inició un involuntario jadeo al percatarse que el interior de los regios muslos se le humedecía inexorablemente.

Apretó con mayor fuerza los ojos, respingó ostensiblemente el culo y deslizó muy ansiosa sus manos en el camastro, mientras el médico le enjugaba la vagina y los cachetes con una toalla, para acopiar el abundante fluído cristalino que no cesaba de emerger por la agitada vulva.

Vero se encontraba en el punto más álgido de excitación. Sus labios entreabiertos temblaban y emitían sensuales resonancias.

Al final la preciosa Vero se sintió un poco apenada, pero contenta de percibir sus nalguitas rebosantes, esponjadas, inquietantes, ofrecidas a aquel atractivo médico que la miraba sin parpadear, sumido en una ardiente quimera.

Esa noche, frente al pastel de cumpleaños, rodeada por todos sus amigos del blog, la preciosa Vero cerró sus ojitos y evocó la deliciosa experiencia de intimidad que el destino le había procurado. Un ardiente beso de Antónimo la hizo reaccionar y desear el inigualable momento de la intimidad.

Recibe un abrazo, con todo mi cariño.

http://www.youtube.com/watch?v=rqPQptmE6Fs&feature=related

Carlónimo -

Cuando la ví por primera vez me cautivó su figura torneada y esbelta. Su delicada blusa negra traslúcida delataba el entallado corsé del mismo color que ceñía parte de su espalda y el breve pasaje de su cintura. Poco abajo, el ajustado pantalón en tono carmesí develaba la erótica cadera y unas nalgas medianas, mullidas, respingadas, cuya rajita central se expresaba veladamente.

La empecé a tratar y supe que era casada, que tenía dos hijas adolescentes y una relación marital en franca decadencia. Después de comer juntos aquella tarde muy soleada, mientras caminábamos hacia la oficina me hizo la más pasmosa proposición. Así, a quemarropa, de manera inesperada, me dijo: “Quisiera que me llevaras a un hotel”.

Impactado, me reí tomando su proposición como una ardiente broma. Pero en el fondo sabía que ella hablaba en serio y que estaba segura de haberme dejado la inquietud bien arraigada.

Poco después tuvimos que acudir a un congreso junto con otras personas. En el primer receso, mientras degustábamos una taza de café, me dijo: No quiero pasar la noche en este hotel en la habitación que me asignaron. Hice reservación en otro hotel cercano, te invito a pasar la noche juntos.

Así de directa fue Elisa conmigo. Al principio, su franqueza me incomodó, pero me gustaba como mujer y me excitaba que tuviera semejantes agallas. No le importó que hablaran de ella pues nadie creyó su historia de que tenía que regresar a México y que yo me había ofrecido a llevarla en mi coche y a regresarla al otro día muy temprano.

Descalificó lo que dijeran, o tal vez deseaba justamente revelar que estaba enredada conmigo. No lo sé, el caso es que aquella tarde, terminada la sesión vespertina, montamos en mi coche para regresar supuestamente a México, pero en realidad entramos al garaje de otro hotel donde tuvimos nuestro primer encuentro íntimo.

Ansiosos, nos desvestimos, ella llevaba un juego de ropa interior blanco nuevecito, de encaje bordado, muy artístico pero en mi opinión un poco “aniñado”. En ese momento me llamó la atención que su cuerpo fuera tan delgado porque con ropa aparentaba estar más forrada. Pero ese súbito descubrimiento de sus piernas tan escuálidas potenció para mí el delicioso placer de entrar en su misteriosa intimidad.

La sentí legítima y sincera al poner a mi disposición no solo sus encantos sino igual sus aparentes deficiencias. Ese pequeño detalle que pudiera parecer irrelevante desencadenó un espléndido torrente de voluptuosidad.

Recuerdo que me apoyé en la cabecera de la cama y la acosté en transversal sobre mis piernas. Al replegarle el calzoncito accedí al mayor de sus encantos: esas nalgas relativamente amplias, muy bien delineadas, que parecen las de una niña.

Esa es en mi opinión la gran virtud de las nalgas de Elisa, por la cual al tenerla culito arriba, le he dicho que me parece estar con una tierna jovencita: Espalda estrecha, cintura breve, culito respingado, piernas flacas y una piel muy tersa; en conjunto confeccionan la gran entelequia de tener sexo lícito con una niña.

En esa primera experiencia que ahora les comparto, me embebí acariciando su culito de aspecto infantil detenidamente. Con la respiración cada vez más acelerada recorrí la espléndida rajita excitando su minúsculo orificio rectal que se estremecía sugestivamente.

Después se incorporó y sentados uno frente al otro me apretó con brazos y piernas para entregarnos a una de las fases en que Elisa me despierta la mayor apetencia: sus besos linguales. Desde aquella primera experiencia íntima se manifestó la mágica acción de sus labios y de su lengua llevándome a un estado de completa dependencia. No he podido entender cuál es el factor que más me altera; si es el roce o succión de sus labios; o el conjunto de señales con que acompaña el ardiente contacto: sus ojos tiernamente cerrados, el semblante de alegría, las alternadas inclinaciones de su cabeza, o la vista y el contacto de su rizado cabello que nos envuelve.

Sin apartarnos de esa ardiente fase de contacto, la preciosa Elisa se dejó caer de espalda, separó las piernas y me ofreció su regia entrada vulvar a la que accedí suavemente, sintiéndola perfectamente lubricada y tan excitada que bastaron unas cuantas incursiones deliciosamnete ajustadas, para desencadenar la gran avalancha de nuestros más feroces instintos.

Después se levantó corriendo para pedirme que le aplicara un anticonceptivo en espuma por vía vaginal. Fue un momento frustrante por haber interrumpido el tierno descanso de los amantes, pero el ritual de la aplicación nos dio pie para continuar disfrutando. La sensual Elisa me entregó la clásica perita de duchas vaginales, se tumbó de espalda, separó espléndidamente las piernas y me hizo introducirle la cánula entre los crispados labios vaginales. Al sentir el bullicio de la espuma en su más íntimo reducto empezó a jadear y a contorsionarse como si estuviera enfrascada en un nuevo coito. Los dos nos encendimos y reiniciamos al fragor de una nueva sesión de besos.

A bordo de un confortable Airbus 320 de AeroMéxico, los saludo deseándoles Feliz Dia del Niño, de esa tierna criatura que todos llevamos dentro. Un abrazo.

Carlónimo -

Mis buenos amigos. Perdón, estoy de nuevo lejos de mi Patria querida, imposibilitado de concentrarme en la escritura. Pero si ustedes cuentan algo ¡Cómo deseo que lo hagan! pues ahora yo leo. Los extraño muchísimo a todos y necesito su abrazo, no me abandonen.

http://www.youtube.com/watch?v=AfGVAalCwwE&feature=related

Pascual -

Carlónimo, que pasa? Aquí te esperamos y te echamos der menos. Venga ya.

maricruz -

Carlónimo, después de años de leerte me he animado a escribir para felicitarte por tu gran creatividad y constancia y porque realmente mereces un reconocimiento aunque este sea sencillo pero muy sincero, de mi parte. Me fascinan tus relatos igual que tu forma de ser y tu persona que se plasman en ellos. Acerca de Antónimo, yo pienso que es una persona importante en este blog y que sus escritos tienen cualidades especiales porque abren espacios de discusión, de polémica y de alegría. De Verónica, convengo que se ha superado muchísimo y espero que continúe esforzándose para complacencia de todos los lectores porqu sus relatos son cada vez mejores. El resultado de todo este esfuerzo que tiene el sello personalísimo con que Carlónimo lo ha marcado, es magnífico y pienso que no hay otro blog que mantenga tanto orden, sentido y alta calidad de relatos como este “blog dentro de un blog”. Muchas felicidades y tengan la certeza de que yo les sigo leyendo.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Ahora si te fallé mi hermano, no pude escribir cuando estabas fuera pero es que ¡da coraje! Yo aquí chambeando y tú en Montevideo disfrutando con la Chivis ¡no se vale! Pero ya sabes a qué le tiras porque el gaucho si que es bravo ¿Te acuerdas lo que me dijo un día que comenté sobre los encantos de su “ñora”? “Por ella yo soy capaz de matar” ¡Ay güero! Imagínate, si se enoja el aludido rioplatense…

Y por cierto ¿cómo que pasaron la noche juntos y nada de nada? ¿Apoco…? Como si fueran de palo bien pegaditos el Carlónimo y la Chivis pero, eso sí, bien serenos. Para mí que la Yazmín Alessandrini ya entra al blog y es asidua lectora de los relatos porque si no ¿Cómo es que hoy publica lo que enseguida les cuento?

Bajo el título “Entre las sábanas” dice la güerita que “es una de las escenas más recurrentes de la vida cotidiana: Un hombre y una mujer cohabitan, coexisten y convergen en el único lugar del universo en donde probablemente no existe ningún tipo de diferencias entre ellos, en donde están de igual a igual, donde él está para ella y ella para él. Me refiero a la cama”

Agrega que “la sinergía y la dinámica que una pareja forja cuando coincide en tiempo, espacio y humor en la cama, son determinantes para que hombres y mujeres puedan alcanzar una empatía total cuasi perfecta o, de plano, sucumbir, naufragar y ahogarse como dos completos desconocidos”

Y se refiere después a varios tipos de conversación formal que, en mi opinión, son aplicables tan solo a aquellos que ya no tienen muy viva la tentación. Y después aterriza en el punto más importante: “Cuando nos adentramos en el terreno de la sexualidad, cuando ninguno de los dos está dispuesto a hacer concesiones, lo que suele hablarse entre las sábanas es prácticamente impublicable, porque pertenece al terreno de lo privado, de la apasionante complicidad que puede surgir entre un hombre y una mujer cuando estos deciden comunicarse a través del lenguaje más hermoso que existe: el amor”.

Y continúa la Yazmín diciendo: “Y hablar no precisamente significa emplear palabras para transmitir un pensamiento, un sentimiento, un deseo. No. En la intimidad lo mismo valen las palabras, las miradas, las caricias, los gemidos, los jadeos, los gritos, el desenfreno, la parsimonia, la ternura, la lujuria, ser complaciente, ser sumiso, ser dominante, imaginar, fantasear, jugar”.

Remata la güerita indicando que: “Entre las sábanas una pareja tiene carta abierta para hacerlo todo, sin censuras, inhibiciones (…) Entre las sábanas ¡todo se vale! Y permanecerá en privado”.

Así que, conforme al planteamiento global de Alessandrini, tan solo hay que responder objetivamente tres preguntas, para emitir un pronóstico sobre lo que pasó con Silvia y Carlónimo la noche que pernoctaron juntos en Montevideo.

1. ¿Silvia y Carlónimo tienen viva la tentación? Después de saber cómo se juntaron y se apapacharon, me parece que ninguno de ustedes pensará que ya se ven uno al otro sin sobresaltos, de manera que la respuesta lógica es: Sí.

2. ¿Los aludidos están dispuestos a hacer concesiones? Lo que equivale a preguntar si están dispuestos a perder una oportunidad tal vez única e irrepetible. En este punto yo consideraría que no, pues al sentir que alguna vez fueron facultados por Simón para tener un acercamiento erótico, universalizaron el permiso y lo aplicaron a discreción en su propio beneficio, llegando públicamente hasta la antesala del coito. Así que dispuestos, dispuestos, a desaprovechar la oportunidad… Pues, no.

3. ¿Existe algún tipo de complicidad entre los dos? La respuesta a esta pregunta es la más sencilla de todas si nos remitimos a la oportuna revelación de Carlónimo: “Luego me dio como acostumbra un suave besito en los labios, no de pasión sino de cariñosa complicidad”. De manera que la respuesta es: Sí.

Luego entonces, Silvia y Carlónimo: a) tienen viva la tentación, b) no están dispuestos a otorgar concesiones y c) mantienen un tipo de complicidad.

Una vez establecido el diagnóstico general y apoyándome también en el planteamiento de Yazmín, concluyo que esa noche no fueron tan limitados como para: “sucumbir, naufragar y ahogarse como dos completos desconocidos”, sino que más bien, “forjaron la sinergía y dinámica suficientes para alcanzar una empatía total cuasi perfecta”.

Así que, sólo resta determinar cuál fue el tipo de lenguaje que emplearon aquella noche. Y conociéndolos a los dos: Pues no creo que se hayan puesto a rezar el rosario.

“…esa noche no ocurrió nada más que haber dormido juntos, abrazados, uno al lado del otro”… Ahora sí que: ¿Y cuándo llega Santa Claus? ¡Chaleeee!

En cuanto a mi Vero ¡Ay piernudita preciosa!

“Antónimo: Es que la temporada primaveral si produce ciertos efectos afrodisiacos, así como el frío produce ciertos efectos depresivos, pero estas cosas son solo factores, para mí no es algo general, como tu dices: “El perico dondequiera es verde”. No hay sensaciones mas disparatadas ni fuertes que en otras temporadas… pero aun se siente la proverbial punzada…”

La proverbial punzada que me haces sentir cuando te tengo en mis brazos desnudita como llegaste al mundo ¡guau! Con ese temperamento candente que te sacude y hace que te abalances como pulpo, haciéndome entrar en los deliciosos encantos de tu intimidad.

El otro día que me pediste que te aplicara la lavativa hiciste que me encendiera como antorcha. Cuando te ví ataviada tan solo con un corsé menudito y tendida, colaborando para que te insertara la cánula en el coñito.

No me pude contener, por eso te levanté y, de perrito, disfrutando el fetiche de la manguera que tenías deliciosamente conectada entre las nalguitas, te penetré la vagina y nos perdimos los dos en un coito intenso, insólito, envidiable.

Ligamos tres piezas al hilo y hubiéramos seguido si no me quitas a empellones gritando: ¡Ya pinche Antónimo, que tengo el vientre que reviento! Se me pasó el tiempo, me distraje y ya llevabas como cuatro litros de agua engullidos.

No es mi culpa, preciosa, tus encantos me privan.

Carlónimo -

Concluida la auscultación, la preciosa chica permaneció acostada con la bata replegada hasta la cintura. En sus respingados glúteos se veían los rastros del lubricante con que le practicaron la molesta observación por vía rectal.

A pesar de su evidente cansancio fue respondiendo con mucha paciencia cada una de las preguntas que la doctora le formuló para terminar de integrar el expediente. Por último, le indicaron pasar al área de “atención general” para recibir una inyección y un enema que le aliviaría las molestias.

Vero se deslizó por la camilla y bajó los pies apoyándolos en la escalerilla auxiliar, hasta tocar el suelo. Se retiró la bata dejando a la vista un cuerpo en verdad escultural, al que poco a poco fue incorporando las breves prendas íntimas que imprimieron a la escena una mayor sensualidad.

Ya vestida, salió del consultorio y se dirigió al área de atención general muy resuelta, luciendo un estético pantalón azul marino bien ajustado, que denota la esplendidez de sus piernas y unas nalgas redondas muy bien forradas cuyo cadencioso balanceo delinea la imponente estructura y firme consistencia.

El paramédico de uno de los consultorios no le despegaba la mirada prendado de su belleza, con lo cual la preciosa paciente se sintió turbada por el descaro y la insistencia visual de que era presa.

Nerviosa, se registró y se sentó a esperar su turno. Cada vez que el descarado paramédico terminaba de atender a un paciente abría la puerta de su consultorio y miraba a Vero en forma por demás libidinosa. Molesta por el descarado hostigamiento, la chica estuvo a punto de retirarse, pero finalmente aguardó con la esperanza de que la asignaran a otro consultorio.

Cuando por fin la llamaron y le indicaron pasar justamente al consultorio de su obsesivo admirador, entró sumida en grave crisis y no sabía cómo reaccionar, pero al percatarse que el indecente paramédico la desnudaba con la mirada, ella se armó de valor y le dijo a la secretaria: ¡Por favor asígneme otro consultorio, pues no quiero que ese señor me atienda!

La empleada miró al paramédico como si con él se disculpara, torció la boca, entornó las cejas y le dijo a Vero: Siéntese señorita, por el momento los otros paramédicos están ocupados. La tuvieron ahí por más de media hora, hasta que finalmente la llamaron y le señalaron otra puerta.

Más tranquila, se puso de pie y caminó resuelta sin dejar de sentir que la observaban; llegó al consultorio alterno, abrió la puerta y saludó a la paramédico que en ese momento se encontraba montada en una escalerilla, de espalda, estirada, buscando un medicamento en la parte más alta de la vitrina, con lo cual tenía la falda, de por sí corta, montada casi hasta las nalgas. Sus carnosas piernas causaron a Vero un inevitable asombro.

Sin voltear a verla, la singular paramédico le dijo: ¡Un momento, linda, descúbrete las nalguitas y acuéstate, ahora estoy contigo, es que no encuentro el irrigador, pero de momento te inyecto ¡prepárate!

Como la enfermera siguiera buscando, Vero decidió plegarse a las indicaciones recibidas: se bajó el pantalón y la panty hasta los muslos y se acostó confiada; estaba contenta de haber podido evitar al libidinoso sujeto del consultorio vecino.

Por fin la paramédico se acercó y empezó a inspeccionarle el culito con singular insistencia; luego le dijo: A ver, yo te conozco, estas nalguitas tan bien formadas y esas piernas espléndidamente abastecidas. Eres… eres… Y asomándose para verle la cara gritó: Claro, la piernudita, muchas gracias Vero por exigir que sea yo quien te atienda

Eulogia tomó su arcaica jeringa, le acopló una monstruosa aguja de doble longitud reforzada, cargó el atoloso líquido y antes de que la acongojada Vero reaccionara, le hizo entrar el hiriente arpón haciéndola temblar, enjutarse de dolor y sufrir un incipiente desvanecimiento que por fortuna la libró de padecer en sus cinco sentidos el dolorosísimo ingreso de la sustancia.

Aún así, con las preciosas nalguitas retorcidas de pavor, los puños apretados, pataleando y emitiendo un chillante silbido equiparable al de una olla express, la valiente chica logró superar el ingente trago amargo, quedando flácida, desubicada, desconectada de su adversa realidad.

Con las pupilas flotantes, el habla mermada y movimientos vacilantes, volteó por fin a ver a Eulogia, quien le mostró a manera de trofeo la inhumana jeringa ya vacía y le preguntó muy seria: ¿Te acuerdas lo que el otro día me dijiste, burlona?

“y pues a ver si logra atraparme para “picarme mis nalgas” jaja… Saludos, pilla….”

Quien ríe al ultimo, ríe major ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!

La preciosa Vero se encontraba materialmente insensible, abatida, así que no opuso resistencia cuando Eulogia la colocó “en cuatro” y le separó los redondos mofletes. Estando a punto de sumergirle un “churro” de cánula por el recto, sonó un agudo timbre en el corredor, afuera del consultorio. Eulogia interrumpió la aplicación, cubrió a Vero con la bata, salió para saber lo que pasaba y regresó unos minutos después seguida por el director del hospital, tres médicos, un relator y un camarógrafo.

El director le explicaba: Nos han pedido un video urgente acerca de los servicios a la comunidad y estamos en busca de una persona que satisfaga físicamente los requerimientos: edad madura, sexo femenino, atractiva, robusta. Creo Eulogia, que satisfaces plenamente el perfil, por favor te ruego que cooperes con las autoridades sanitarias participando como paciente en el documental.

Será muy rápido, los doctores aquí presentes tan solo te aplicarán una inyección y una lavativa. Necesitamos una chica guapa que realice el papel de asistente, Alguien como… la señorita a la que estabas atendiendo, aquí presente. Señorita…

Verónica, me llamo Verónica

Señorita Verónica ¿le gustaría participar en el video vestida de enfermera?

Y así se configuró el cuadro para tener a la guapa y comprensiva Eulogia ataviada con un vestido de calle muy mono trepado hasta la cintura, la panty coquetamente replegada y su espléndido nalgatorio sensualmente expuesto, en consecuencia.

La jeringa que perfora, el amplio y sumiso culo que se estremece, el émbolo que corre, la sustancia que pasa por la aguja hasta el abombado cachete. La atractiva paciente que “disfruta” la buena atención casi sin moverse, la guapa enfermera muy sonriente y atenta que la conforta.

El relator del video, diciendo: “Los hospitales y clínicas de la Sanidad Pública prestando sus servicios de manera eficiente”

En una segunda escena aparace la encantadora paciente recostada en decúbito izquierdo con sus blanquísimas y extensas nalgas ofrecidas, bien paradas. La doctora le separa los pulposos cachetes y punteándole el botoncito rectal le inserta la espigada cánula que avanza poco a poco… suavemente.

No hay evidencias de dolor. Confiada y tranquila, la paciente coopera manteniendo su culito erguido y siguiendo las instrucciones de la guapa enfermera, quien sostiene la cánula y rectifica la posición, aplicándole a la paciente palmaditas esporádicas en las nalgas y en la cadera.

El relator se refiere a: “la preparación, el profesionalismo y la entrega con que el personal de los hospitales públicos cumplen su altruista labor en beneficio de la comunidad”

Terminada por fin la filmación, el director del hospital y sus ayudantes agradecen a los participantes, sobre todo a la sufriente Eulogia quien “se llevó las palmas” por su relevante papel estelar y salen del consultorio satisfechos.

La guapísima Eulogia, desnuda, se pone de pie, se masajea las protuberantes nalgas, se soba el glúteo izquierdo en el que aparece un terrible hematoma, enjuta el culín de manera intermitente buscando aliviar la molestia que le causó la ingente cánula y percatándose de la presencia de Vero en el consultorio, estalla un impresionante grito de protesta: ¡Pero… por qué yo, por qué yo, por qué, por qué, por qué…!

Abrazada de Vero, llorando en su hombro descargó poco su dolor y su molestia. Más tranquila, se plegó inclusive a que Vero le aplicara paños calientes en sus nalgas.

Ese día hicieron las paces y parece que Vero la está acompañando a escoger su traje de novia.

“…Saludos, pilla….”

Nota: El enema faltante, Antónimo se lo aplicó a la preciosa Vero ¡Ya nos contarán, pillos!

Verónica -

Carlónimo: Antes que nada, te mando un saludo enorme… Me consterna y alarma enormemente, saber que hay lectores recónditos aún… Ser sigiloso mata, ¡hace explotar!, dejemos escapar, vivir, el “ello” por un momento, pues es sano, jugar con nuestras fantasías en nuestros momentos de sosiego… Hay formas de ocultar la identidad y dar rienda suelta, lectores… no se dejen vencer ante nimiedades sociales… Carlonimo… oh mi buen amigo… si supieras cuan grato es encontrar ese cúmulo de palabras tan agradables, me haces sentir viva, y seguir soltando la locura de siempre, con su grado de observación y responsabilidad … Gracias por tus comentarios, me hacen más que sonreír, crecer… Vaya, has captado la escencia de mi relato, ¡pues nada se te escapa!... Hasta pronto, mi buen amigo, y si has encontrado algún crecimiento positivo, debo decirte que has tenido gran parte en ese logro… Saludos!!!!

Carlónimo -

Fe de erratas

Tercer párrafo: No pregunto “consternado” sino “gratamente sorprendido”

Que tengan un excelente fin de semana.

Carlónimo -

Muchas gracias por sus amables comentarios a Pascual, Hilda, Paty y Vero. Y también a los que leen y no dicen nada; y a los que prefieren enviarme textos por “email” que, yo me pregunto: ¿Por qué no los plasman aquí públicamente? Si lo que dicen encuadra perfectamente en el perfil del blog. En fin, yo los apoyo, a cada uno en su particular estilo y preferencia.

Respecto a tu pregunta, querida Paty, confieso que esa noche no ocurrió nada más que haber dormido juntos, abrazados, uno al lado del otro, lo cual para Silvia y para mí no fue poca cosa. Y espero seguir “volando”, es una figura en la que tú has insistido conmigo; y sé que lo haces motivada por el cariño. No sabes cómo te lo agradezco.

Querida Vero, cada vez que entro en comunicación contigo me pregunto consternado: ¿cómo pueden coincidir a tal grado la juventud y la madurez? A más del tinte poético que le imprimes a tus pensamientos y a tus relatos.

“El asomo de la sensualidad, por vía de la lealtad y la tentación”

La “lealtad” y la “tentación” como elementos de primer orden que condicionan el acceso al placer y que lo producen en función de su propio empalme. Ese es el punto que quise tocar en mi más reciente relato y que tú captaste a la perfección.

Y después nos regalas un bellísimo escrito atestado de inquietante sensualidad, pero de esa que no proviene tan solo de ver un cuerpo desnudo o de presenciar la aplicación de una simple intramuscular; sino de la compleja interacción de dos seres con una alta capacidad de abstracción, que buscan conformar las más excitantes estructuras mentales a partir de sus propios impulsos sexuales combinados. El hipocondriaco Arturo y la frágil Paola, cuyas particulares debilidades los sitúan, para su beneplácito, en el ansiado fetiche de las inyecciones. Preciosa Vero, no me canso de ponderar tu evolución y la forma en que aprovechas tus notorias capacidades.

Amigos, a veces me desespero porque quisiera hablar de muchísimas cosas, tengo la cabeza repleta de ideas y de escenarios, pero el trabajo profesional materialmente “me rapta”. Les pido que por favor me tengan algo de paciencia. Siéntanse queridos y recordados por el suscrito, es muy raro que deje de escribirles al menos una vez a la semana y espero mantener viva, como mínimo, esa cuota.

Y los que no están o que lo piensan demasiado: VENGAN SIN MIEDO NI PREJUICIOS A DIVERTIRSE.

http://www.youtube.com/watch?v=cgPqmRNjoTE

Verónica -

FE DE ERRATAS #2: y le iba propiciando masaje en el clítoris, el cual ya estaba bastante jugoso, proseguñia a buscarle el punto "g" dentro... PROSEGUIA ;)

Anónimo -

FE DE ERRATAS: describía con detalle como abría la jeringa, disfrutaba todo con paciencia, le decía como la iba llenando, cuantos mililitros iban

Verónica -

Arturo es un chico muy distinguido, inteligente, exitoso, y posee un físico descomunal que atrae a cuanta fémina se le acerca: su rostro de ojos grandes y de un amarillo verdoso, son expresivos, su nariz es pequeña y bien definida, y tiene esos labios con forma tan exquisitamente radical y mordible, que nadie se ha resistido a su itinerante forma de conquista…

Tiene el cuerpo de deportista que muchas chicas hermosas ansían en sus más recónditas sensaciones placenteras soñadas en sus fantasías. Sin embargo, a sus 30 años, no siente felicidad ni enamoramiento por ninguna doncella o concubina…
Solo, sentado con su libreta donde escribe sus sentimientos y poemas, comienza a remontarse a la razón de su soledad, a pensar como asechar a su próxima víctima, que quizá podría compartir con él, el resto de su vida…

Resulta que, desde los 15 años, se dedicó a enamorar a las chicas más bellas que encontraba, queriendo por supuesto establecer una relación seria, mas desde el principio se quejaba de dolencias inexistentes, a las cuales, en primera instancia, las chicas reaccionaban con preocupación y fervor, apoyándolo y cuidándolo como a un hijo, pero cuando se extendían demasiado, ellas perdían el interés y la credibilidad en tales circunstancias, pues no entendían la verdadera intención y lo dejaban solo de nuevo, tirándolo del loco hermoso que somatiza…

Y es que el infeliz Arturo deseaba que esa comprensión y ese seguimiento se prolongaran eternamente. Cuando conoció a Alicia, hace ya bastantes años… Se dedicaban a compartir experiencias, y sus vidas enteras, pero una vez, mencionó que tenía anemia, por supuesto, falsifico estudios médicos que respaldaran su afirmación, y le dijo que debía ponerse una serie de inyecciones de hierro, muy dolorosas por cierto, y añadió que, de faltar al tratamiento, podrían darse complicaciones muy fuertes. Así comenzó el truco: Él se negaba a aplicarse el tratamiento, y lógicamente, la bella chica que encontró en el, todo lo que siempre había soñado, lo obligaba, y lo exhortaba a aplicarse todo el tratamiento, y el, con sus berrinches fingidos, cuando terminaba dicha invención, sacaba a flote un nuevo achaque, pues le gustaba tener una bella testigo de sus piquetes tan dolorosos… de la hipodérmica a punto de perforar su perfecto y enorme trasero, sentir el ardor interminable de la dolorosa sustancia, y sentir a la chica acariciándole la espalda o las manos, con palabras tan bellas…. Que se sentía respaldado, y luego, los masajes consiguientes a solas que ella siempre le prodigaba, aplaudiendo su valentía, y recordándole las penurias que le faltaban para estar sano, esos episodios eran para él, el paraíso… Cuando el tratamiento llegó a su fin, dejó pasar un par de meses, pues quedó con dolorosas marcas plasmadas, sin embargo, esto no fue un impedimento para continuar la deliciosa farsa e inventar un resfriado… luego una infección estomacal, y así sucesivamente, hasta que, la bella chica se daba cuenta de la falsedad de tales artilugios, sin reparar en la verdadera naturaleza de sus achaques.
Y así sucedió con la siguiente, y muchísimas chicas más que ya ni podía contar con los dedos… Hasta con sus amigos, le encantaba llevar victimas, porque el añoraba el apoyo moral… En la clase de “farmacología”, siempre se ofrecía para las prácticas de punciones, y todos se enseriaban realmente al ver tan bellas carnes ejemplificadas.

Pero el añorado fetiche tarde o temprano fue bien sabido por todos, hasta que conoció a la bella Paola, de cabello castaño larguísimo y ojos oscuros enormes, como de un ángel, y su cara tan pequeña y sus huesitos tan delgados y frágiles hacían un raro contraste con sus enormes senos y nalgas…
Con Paola llegó al éxtasis, al amor, y al altar…. Con ella compartía sus dolencias (las cuales si eran reales), era muy enfermiza, al menos una vez al año tenia achaques fuertes debido a su asma… él se ofreció a aplicarle cuanto tratamiento se le ofrecía, que, casi siempre era penicilina… ella aprendió a inyectarlo a él, para su “anemia”, y así congeniando, llegaron los dos al mundo de la fascinación, del más allá de un simple y apagado sexo..
Cuando Arturo levantaba su frágil vestido o falda, le retiraba la pantaleta, la acostaba en sus piernas, y con el trasero ya al aire, describía con detalle como abría la jeringa, disfrutaba hasta todo con paciencia, le decía como la iba llenando, cuantos mililitros iban, que no le iba a doler porque el estaba ahí apoyándola, y luego se tardaba en buscar el alcohol, y luego se le perdían los algodones, era un rito de horas enteras, así como la aplicación misma que anunciaba una y otra vez, hasta que se volvía desagradable tanta charla, por fin pinchaba el delicado, blanco y firme cachetito, que temblaba del impacto, y procedía con una aplicación lentísima, y ella se quejaba, y lloraba, y el enjugaba sus lágrimas y le iba propiciando masaje en el clítoris, el cual ya estaba bastante jugoso, proseguñia a buscarle el punto "g" dentro de la vagina con una mano, y con la otra, seguia aplicando el medicamento, aunque ambos se retorcían de placer, jamas apresuraban el sensual coqueteo, sino lo aplazaban, porque sabían que la explosion seria mayor...y asi, lentamente el liquido terminaba de entrar, el masaje duraba mas de lo debido, y la chica adolorida tremendamente, se aguantaba el dolor para proceder acostarse boca arriba y recibir a su chico, desnudarlo, y meterse el pene en sus entrañas, y reventar de placer ambos, y silenciosamente llegar al éxtasis en el cual ya no podían ser mas silenciosos, y cambiar de posiciones, sin que le doliera la reciente inyección, y llegar juntos al climax….. y besarse, abrazarse hasta quedarse dormidos….

Verónica -

Buen día a todos…
Al fin restaurándome de las vacaciones… Y Con una carga interminable de trabajo… La cual se aminora con el bello pensamiento de los cuatro días tan ansiados y formidables en las bellas playas de Cancún al lado del buen Tony… Un poco de Deporte playero por las noches… un poco de caminata romántica, y sacándonos con desesperación la “fruta de la piñata”. Cenas, Bailes… Con el cachondeo latente… Las inyecciones que te apliqué con tanto fervor ante tus nervios disfrazados de desaires de macho… Los larguísimos y prolongados retozos de madrugada… Las pláticas tan extendidas y siempre con ese tinte cultural e imprimiéndole buen humor a todas las cosas…Todo un sueño…. Tú me haces volar… El solo se recuesta plácidamente entre los crepúsculos, sus palmas son la cresta de las montañas polares y sus plateados tumultos...

Y bueno, me remonto un poquito a los escritos anteriores para comentar al respecto:
Antónimo: Es que la temporada primaveralsi produce ciertos efectos afrodisiacos, así como el frío produce ciertos efectos depresivos, pero estas cosas son solo factores, para mí no es algo general, como tu dices: “El perico dondequiera es verde”. No hay sensaciones mas disparatadas ni fuertes que en otras temporadas… pero aun se siente la proverbial punzada…

Carlónimo: Me gusto mucho tu relato de Teresa, todo un enredo y un caos… sin perder tu distinguido y sublime matiz: disfruté sobremanera cada palabra con gran gozo y wow!! Un aplauso por tu gran imaginación y habilidad de aplicar el extra. El relato de Silvia, más que sensual, fue un disfrute para mi… cada acción tan atinada, tan sigilosa, como dicen en mi pueblo: el desborde de sensualidad se asomo “bajita la mano” por la lealtad y tentación presente… Un saludo grande….

Paty -

¿De verdad no llegaron a más estando toda la noche acostados juntos? Sigue volando Cartlónimo, me encantas.

Hilda -

Carlónimo, qué precioso relato nos compartiste, todos son muy buenos pero este de Montevideo está súper lindo y es uno de mis favoritos. Qué gusto tenerte con nosotros!!!

Pascual -

¡Hostia! Está buenísimo tu relato Carlónimo, bueno, intenso, tierno y muy pero muy erótico. Valió la pena esperarte, gracias y sigue escribiendo!

Carlónimo -

Mi reciente viaje a Montevideo

Hace unos días estuve, por razones de trabajo, en Montevideo, Uruguay, una ciudad-puerto muy hermosa situada a la vera del Rio de la Plata.

Después de participar en una reunión de corporativos, me regalé una deliciosa tarde de ocio y me fui a pasear por el precioso distrito Punta Carretas, donde disfruté el pintoresco barrio y entré a comer al Tryp Hotel, un sitio bastante conocido en aquella zona.

Mientras degustaba un refrescante vodka tónic, miré hacia el corredor con rumbo al loby donde llamó mi atención una preciosa chica que transitaba garbosa y me paralizó con sus encantos corporales.

De pronto, como si algo hubiera olvidado, la joven se detuvo bruscamente, dio media vuelta y terminó de impactarme, haciéndome saltar el corazón de asombro ¡Vaya… no puede ser!

De un brinco me puse en pie y corrí a su encuentro pero… estando a punto de alcanzarla cambié de opinión, volví a la mesa, tomé mi celular y marqué: ¡Hola! ¿eres tú, Simón? Entiendo tu sorpresa… no es mi intención importunarte pero… Bueno, pues voy directo al grano: Resulta que estoy en Montevideo, justamente en el Tryp Hotel y desde el restaurante he visto a Silvia, tu bella esposa caminar por el corredor. Me parece que el destino me ha puesto en posibilidad de saludarte y tal vez hasta de tomar una copa contigo ¿Por qué no acordamos…

Espera, Carlónimo, te entiendo y agradezco tu iniciativa que, por lo demás me llena de gusto pero, resulta que yo no estoy ahora en Montevideo, sino en Buenos Aires. Es Silvia quien está allá por haber asistido a un congreso de arquitectos.

Así que no será posible que yo te vea pero… si tenés la oportunidad de ver a Silvia y de tomar la copa con ella… Adelante. Vos sabés que: “Una sola persona merece mi permiso para pensar en ella y esa persona sos vos”. Así que ahora mismo le llamo y le informo que estás en el mismo hotel y me harás el favor de cuidarla y hasta de… Claro, ella te lo dirá seguramente y tú me harás un gran favor con ello… Resulta que no se quiere aplicar una inyección que le toca el día de hoy, de la cual ya le empecé a aplicar el tratamiento, pero contigo estoy seguro que accederá. Me ayudarás hasta por el hecho de que, en tu ausencia he tenido que “cargar con las preguntas y el dolor de mi esposa, que te extraña”

Oye Simón, le contesté, considera que… ¿Simón? Alóoo… ¿Simón?

Desconcertado, guardé mi celular y me desplomé en la silla, respiré profundo, dí un sorbo a mi copa y sentí el teléfono vibrar: ¡Alóoo! ¿Silvia? Oye, yo no quería… Un momento preciosa, no lo tomes así, por supuesto que me daría mucho gusto verte pero es que… Sí, claro me lo ha dicho Simón y se lo agradezco, y a ti también pero…

De acuerdo Silvia, estoy en el restaurante, te espero.

Así empezó para mí una sorpresiva, inusual y maravillosa experiencia que ahora procedo a compartirles.

Media hora después llegó la sensualísima Silvia con un vestido amplio y corto, tan guapa y tan sonriente que era un espectáculo verla. Me puse de pie para recibirla y se abrazó de mí con un garbo tal que me hizo sentir mucho más que un simple amigo; luego me dio como acostumbra un suave besito en los labios, no de pasión sino de cariñosa complicidad.

Por un momento me permitió contemplarla de cuerpo entero haciéndome exclamar ¡Vaya escultura estás hecha, porteña preciosa! Y se sentó a mi lado diciendo: ¡Carlónimo, qué grata sorpresa, jamás imaginé encontrarte y me hacés sentir un gran placer al verte!

Simón ha dejado de hablarme de ti y por más que le pregunto, sólo me responde lacónico que vos estás muy ocupado trabajando y que no se han visto. Te he extrañado mucho, así que ya imaginarás lo que sentí ahora que me llamó y me ha dicho que vos me esperabas aquí ¡Vaya sorpresa!

Ordenamos la comida y poco a poco fuimos entablando una interesante conversación sobre la vida matrimonial de mis buenos amigos, de la cual infiero que el amor que se profesan no sólo se ha mantenido sino incrementado exponencialmente con el tiempo. Entre otras cosas, la encantadora Silvia se refirió al egregio placer de la medicación intramuscular que regularmente se procuran Simón y ella, y que utilizan como un magnífico fetiche para aderezar su espléndida relación marital.

Emocionada, me decía: cuando Simón me tiene postrada con el culete al aire y me lo pincha haciéndome sentir el más excitante dolor… O cuando yo lo veo a él acostado boca abajo, resignado a recibir en sus nalguitas el ardiente martirio; los dos nos adentramos en una excelsa aventura que nos lleva al orgasmo y que hace que nos amemos pero como unos verdaderos locos…

Fue tanto lo que hablamos que casi no comimos. Después de dos horas, con los platillos prácticamente intactos, tan sólo disfrutando nuestra mutua presencia y degustando sendas copas de vino uruguayo, hubo un instante en que los dos nos quedamos mirando en silencio, como si nada en el mundo existiera más que Silvia y Carlónimo y la posibilidad de disfrutar un momento común en relativa libertad.

El corazón nos latía aceleradamente. La invité a salir conmigo y ella me contestó: ¿por qué negarnos unas horas de cercanía después de haberlas deseado tanto? Así que nos fuimos a caminar por el centro de la ciudad y después a bailar en el famoso bar El Farolito, enclavado en la ciudad vieja.

Es un lugar muy pintoresco con paredes de ladrillos pintados en contrastantes colores, fotos y pinturas de tango, e iluminación íntima.

Ensimismados, nos entregamos a vivir la música y a desentrañar el misterio de nuestros cuerpos entrelazados. Con las mejillas pegadas, girando y avanzando con el inconfundible protocolo del tango porteño, renunciamos a todo lo que no fuera la encantadora Montevideo, abierta por unas horas al disfrute de dos grandes amigos que sin traicionar a nadie, se sienten muy cercanos uno del otro.

Así pasamos varias horas, no se cuántas, ni sé por qué regresamos al hotel, nos refugiamos cada uno en su habitación para ducharnos y volvimos a reunirnos en el bar para seguir conversando.

Ahí mismo me pediste que te inyectara y nos fuimos a tu habitación donde preparé la ruda jeringa mientras te contemplaba eróticamente ataviada con un delgado camisón en tonos lila, bajo el cual no llevabas nada que no fuera tu cuerpo, tus ardientes y armoniosamente curvadas formas femeninas, que me mostraste con toda esplendidez y naturalidad.

Cuando te inyecté por primera vez en aquel salón de fiestas del Colegio de Ingenieros en Buenos Aires, no dejé de admirar y de solazarme con tu belleza. Pero esta vez fue diferente, los dos estábamos tranquilos con el tiempo y las circunstancias a nuestro favor.

Por si eso fuera poco, llevaste un bálsamo a mi conciencia recordando la forma en que tu amado narró el primer pinchazo diciendo: “La llevé casi arrastrando y cuando abrí la puerta y Carlónimo y ella se vieron mutuamente, ambos comenzaron a decir algo que yo interrumpí con un “No nos podemos ausentar los dos de la fiesta” y dejándolos solos, cerré la puerta y salí (…) Espero que lo hayan disfrutado los dos”.

Me hiciste pensar también en el momento que el propio Simón dijera: “!Ah, Silvia elogió tu mano: me dijo que se dejaría pinchar por vos muchas veces más!”

Siendo el escenario enteramente nuestro, de Silvia y de Carlónimo, con la comprensiva anuencia de Simón, nos entregamos al disfrute de tan insólita experiencia. Cuando palpé tus preciosas nalguitas, querida Silvia, sentí tu cuerpo que se colapsaba, percibí tus suaves lamentos por el erótico placer. Retorcías el culito y me suplicabas: ¡házlo ya Carlónimo, vos no sabés cuánto lo estoy deseando!

La aguja traspasó tu elástico cachete, resbaló suavemente y se detuvo marcando el sensual hoyuelo, al tiempo que temblabas y apretabas la deliciosa rajita del culo. Cuando la sustancia empezó a ingresar iniciaste un sensual jadeo que se fue incrementando y que no cesó cuando retiré le jeringa y empecé a procurarte el masaje final.

Al contrario, gemías y te sacudías implorando: Ofrecéme, Carlónimo, unos mimos que me recuerden a Simón, te lo suplico…

Igual que la primera vez, llevé mis dedos a tu vagina y los deslicé por todo el borde para después dirigirlos al clítoris y estimularlo con suaves movimientos circulares. Al percibir que gemías y te sacudías cada vez con mayor violencia, te acerqué mis labios a la vulva y emprendí el estímulo lingual que te llevaría muy pronto al orgasmo.

En ese momento interrumpiste mi intención gritando: ¡No, Carlónimo! ponéte en pie, vení, vení, recordá las palabras de Simón: cuando te dijo, después de la fiesta: “Lo que me tiene un poco preocupado es si vos pudiste finalmente satisfacer tus propias necesidades. Te confieso que ahora, leyéndolo en tu relato, me siento un poco culpable porque tanto Silvia como yo fuimos un poco egoístas; disfrutamos y en medio de la vorágine no pensamos en satisfacerte a vos”.

Así que, vení Carlónimo, permitíme tocar por primera vez tu intimidad: Al ponerme de pie, la encendida Silvia me soltó el cinturón a jalones, hizo caer el pantalón así como la trusa hasta quitármelos; y empezó a palparme con desesperación el tirante pene y la base de los hinchados cojones hasta hacerme enjutar y gritar de placer, al tiempo que ella se revolcaba por el estímulo que le aplicaba en la vulva y el ano.

Cuando los dos estuvimos a punto, ella gritó: ¡Carlónimo, ya! Ponéme tu leche muy cerca de los sitios donde procede meterla. Así que tumbándome encima de ella, le coloqué mi pene a lo largo de la raja del culo. Al sentir cada uno la estrecha cercanía del otro, estallamos los dos un exorbitante orgasmo, quedando nuestras partes íntimas bañadas en lo exterior por los íntimos efluvios que no cesaban de brotar y de estremecernos hasta hacernos gritar de emoción.

No pude evitar abrazarla y apretarme contra su cuerpo mientras ella se tallaba contra el mío. Luego me dijo suplicante: Metéme la leche, metéla con tus dedos como ducha vaginal y lavativa… Me monté a horcajadas en sus torneadas piernas y le fui introduciendo con mis dedos el espeso semen por el recto y en la enrojecida grieta vaginal, hasta percatarme que no quedara una sola gota afuera.

La sensualísima Silvia gritó y se revolcó para celebrar varios orgasmos sucesivos, uno tras otro, bramando y retorciéndose, hasta quedar materialmente extenuada, momento en el cual me jaló del talle, me abrazó posándome dulcemente a su lado y se quedó dormida profundamente.

Permanecí muy quieto, tan solo observándola, disfrutando su grata presencia; luego me puse de pie, le cubrí el cuerpo con la sábana y me retiré discretamente a mi habitación.

Después de haberme duchado, me enfundé el pijama y entré por fin en la cama. Empezaba a conciliar el sueño cuando unos suaves golpecitos en la puerta me hicieron levantar y abrir con aire vacilante.

Era la preciosa Silvia vistiendo un monísimo baby doll. Me dijo: No puedo ni quiero dormir sola hoy, permitíme pasar la noche con vos, para sentirme en ti más cerca de Simón.

Entramos los dos en cama, me tomaste de la mano, giraste el cuerpo ofreciéndome tu espalda y nos dormimos sin saber más, hasta el otro día.

Muy temprano me duché y cuando Silvia despertó le dije: Preciosa, te espero para desayunar juntos. Una hora después estábamos en el restaurante donde emprendimos una interesante conversación sobre la arquitectura y sus nuevas directrices latinoamericanas.

Después la acompañé hasta el centro de convenciones, nos despedimos con un suave beso en los labios y me fui muy pensativo en taxi, hasta el aeropuerto.

Carlónimo -

Se acuerdan de Teresa, “una bella cuarentona, espigada, casi flaca pero sensual, con piernas suculentas y unas nalguitas muy atractivas” de quien les conté un suceso el 26/03/2009?

En aquella ocasión Virginia, empleada de una boutique venida después a enfermera, la inyectó y le aplicó una lavativa, pero en ese proceso cobró venganza de que por intercesión de ella (de la propia Teresa) había sido despedida de su empleo anterior en la boutique.
Después de pasar algunas tribulaciones incluida la posibilidad de haber sido violada bajo los efectos de un somnífero que subrepticiamente le aplicara Virginia, en su parte final dice el relato que Teresa: “Se vistió muy aturdida con la cabeza llena de conjeturas, y sumamente desconcertada se retiró a su casa”

Aquí retomo el relato contándoles que, una vez en su hogar, Tere se desnudó y recorrió con cuidado todo su hermoso cuerpo encontrando que tenía posibles residuos de esperma en los glúteos, la vagina y el rostro. Entonces telefoneó al médico del hospital que la había auscultado y le manifestó su sospecha.

El médico, a quien Tere había excitado con sus encantos, la hizo acudir inmediatamente al consultorio y le revisó palmo a palmo su espléndido cuerpo concluyendo, después de una severa manoseada, que lo que tenía adherido a la piel no era esperma, sino residuos de gel lubricante que posiblemente la propia Tere llevó desde sus glúteos al rostro en movimientos involuntarios mientras dormía.

Teniéndola acostada boca abajo, en tanto le daba unas cariñosas palmaditas en los glúteos para “tranquilizarla”, el médico le dijo: De cualquier forma, no te preocupes linda, mañana vienes conmigo y yo mismo te aplico el tratamiento.

Al otro día, en efecto, Raúl (el médico) la recibió, la desnudó y poniéndola en cuatro le insertó una pequeña cánula en el culo procediendo a irrigarle los intestinos. Luego la inyectó con gran maestría y, en menos de media hora, la preciosa Tere ya se encontraba vestida y encantada del eficiente trato recibido. Así que en los días siguientes acudió gustosa al consultorio de aquel médico para terminar el tratamiento.

Pero, por una parte, la encantadora paciente se fue aficionando a los mimos y caricias que el habilidoso facultativo le prodigaba y, por otra, la vengativa Virginia, quien miraba con recelo lo que pasaba entre Tere y Raúl, preparó una artera trampa que, en la tercera sesión del tratamiento, puso en práctica.

Estando la preciosa Tere empinada recibiendo el íntimo lavado gástrico mientras el médico ponderaba su excelsa belleza y le acariciaba las espléndidas nalgas, ya no pudo controlar sus carnales impulsos y después de sufrir un intenso orgasmo, empezó a jadear y a oscilar el culito, a lo cual el médico respondió besándoselo y manipulándole el clítoris sin ningún recato.

Terminada la aplicación, sin dejarla reaccionar, Raúl la abrazó, le empalmó sus labios, indujo el inicio del coito, la montó y finalmente la hizo suya. Después se quedaron muy quietos mirándose con rostro inexpresivo, cara a cara.

La preciosa Tere no pudo asimilar emocionalmente el suceso. Se incorporó extrayéndose lentamente el pene de la vagina y, al ver a su amante sonreir de satisfacción, le propinó una estruendosa cachetada. Llorando amargamente se vistió como pudo y salió corriendo hasta refugiarse en su domicilio donde se tiró sobre la cama y continuó llorando, pataleando y manoteando por varias horas, sin poder contener el llanto.

Pero lo peor estaba por venir, pues la cruenta venganza de Virginia consistió en fotografiar secuencialmente tanto la terapia como el coito del médico con la paciente. Y al otro día le hizo llegar las fotos al marido de Teresa.

Éste, un hombre tranquilo y reservado, había sorprendido la noche anterior a su mujer en plena mortificación llorando con gran amargura. Después de escucharla y de recibir su entera confesión, le dijo: no te preocupes mujer, tu apertura a contarme con todo detalle lo ocurrido, así como el tamaño de tu congoja, me hacen ver que se trata de una lamentable debilidad, estimulada por ese médico corrupto y sinvergüenza.

Poco a poco la fue tranquilizando hasta que ella, plena de amor y de gratitud por el noble proceder de su marido, se abrazó de él con desesperación, lo empezó a besar y a estimular sexualmente, hasta ponerlo al rojo vivo y hacer que la disfrutara. Tras el coito, desnuda, eufórica, agitada, se abrazó nuevamente de él y lo besaba jurándole amor y respeto eterno.

Así que, al otro día, cuando Mauricio, el buen marido de Tere, recibió las obscenas fotografías y observó el precioso cuerpo desnudo de su esposa involuntariamente entregado al infecto disfrute de aquel deshonesto facultativo que la acariciaba y besaba con putrefacto deleite, permaneció inmóvil pensando, luego respiró profundamente y actuó en consecuencia tomando el fajo de fotos, introduciéndolo en un sobre y enviando éste para entrega personal e inmediata a la esposa del indecente médico.

Olga, la esposa de Raúl, una mujer muy bella dedicada por completo a su vanidoso arreglo personal, miró despreocupadamente las fotografías, torció la boca con desdén, se acicaló y, quince minutos después se encontraba en brazos de su amante, un joven muy atractivo que en ese momento la sometió a la más ardiente terapia de amor, haciéndola gritar y rizar de placer.

Estremecida, con las nalgas todavía enjutas, apretadas por el espectacular orgasmo conseguido, abrazó a su atlético mocetón y le dijo: ¡Por fin viviremos juntos, Mario. Ya tengo la justificación para conseguir el ansiado divorcio!

Esa misma noche, Olga se desnudó por última vez enfrente de Raúl. Se dio un duchazo, después se secó en su presencia todo el cuerpo con movimientos muy sensuales: los erguidos senos, el pubis, las nalgas, las piernas y el ensortijado cabello.

Cuando Raúl, excitado por el soberbio espectáculo, la abrazó con ansia de poseerla, ella giró bruscamente el cuerpo esquivándolo y le aventó a la cara un duplicado de las comprometedoras fotos recibidas, diciéndole: ¡Asqueroso cretino, te tengo por fin con la soga al cuello,!

Al ver aquellas pruebas inapelables de culpabilidad, Raúl sufrió un súbito desvanecimiento, rodó por el suelo y se quedó tirado por un momento. Olga le puso su pie derecho debajo de la barbilla diciendo: Eres una verdadera inmundicia y, como tal, te echo ahora mismo a la calle !Lárgate, me das asco!

Las súplicas y juramentos del acusado fueron enteramente ignorados. Puesto de rodillas, humillado, recibió la sentencia final: ¡A la chingada, pinche bazofia!

Al otro día, el atlético Mario llegó y se instaló para vivir al lado de Olga, al tiempo que Raúl se fue muy triste para continuar dedicado a su profesión.

Pocos días después llegó Tere a verlo por un leve padecimiento gástrico. Después de aplicarle una inyección intramuscular, teniéndola aún acostada con el espléndido culito totalmente expuesto y esponjado, mientras le aplicaba el sensual masajito final y le acariciaba las nalgas, Raúl le preguntó: ¿Por qué has vuelto después de lo ocurrido?

Tere repuso: Porque te extraño, Raúl, y porque ya no aguanto el suplicio de vivir con el idiota de mi marido.

Emocionados, sellaron su mutua admiración con una ardiente cópula.

Pascual -

Hombre pero escribe algo que no te cuesta nada Carlonimo, llevas dos semanas en tierra.

Carlónimo -

Querida Paty, eres un amor ¡Que viva también Honduras! Y Tamaulipas ¡Norteña preciosa!
http://www.youtube.com/watch?v=0gmlSBTeGyw

Paty -

Para que te sientas en tu patria, Carlónimo querido.
http://www.youtube.com/watch?v=fATzZ8DDYJo&feature=related

Paty -

Regresa pronto Carlónimo, se te extraña. Te mando un beso.
http://www.youtube.com/watch?v=glV8AN-saRA&feature=related

Carlónimo -

Mis buenos amigos

Estoy fuera de mi Patria querida y seguiré estando unos días más. Entraré diariamente al blog para ver si ustedes comparten algo, pero se me dificulta por el momento escribir. No crean que los olvido. Al contrario, los llevo en el corazón. A ver si Antónimo puede escribirles algo.

Un abrazo.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Ya es jue-bebes hay que ir pensando en el “weekend” como decía la Moni ¿Se acuerdan de Mónica? ¡Guau! Qué tapatía más preciosa, hasta se me paraliza el pen-samiento.

No mi Vero, no te enojes tú sabes que eres mi única y la mujer de mis sueños eróticos, lo que pasa es que la primavera entró cañona y en cuanto arrecia “la calor” como dicen en la tierra de Carlónimo, se alborotan los instintos y nos ponemos bien candentes.

A eso se refirió ayer la Yazmín Alessandrini, vean ustedes y juzguen lo que dijo.

Bajo el sugerente y coloquial título: “Como burr@ en primavera”, la güerita comenta que la primavera “resulta ser una época donde hay que poner especial atención en menesteres relacionados con la sexualidad. No es secreto que apenas inicia la primavera y muchos de ustedes comienzan a sentir un inexplicable aumento en su deseo sexual, incluso muchísimas personas (hombres, mujeres, jóvenes, adultos… todos por igual) se alarman porque están más calenturientos que de costumbre ¿Hay alguna razón que explique de manera sustentada, científica, biológica o psicológica, por qué nuestra líbido se dispara hasta las estrellas”

Y hasta brinca la Yazmín cuando ofrece su explicación: “¡Por supuesto que hay una respuesta totalmente lógica a esta situación! Así que no se asusten ni se alarmen (…) pero es de trascendental importancia que actuemos con total congruencia y no dejarnos llevar por nuestros instintos como suelen hacerlo la gran mayoría de los animales”.

Y dice que en primavera: “nuestro cuerpo está expuesto un mayor número de horas a la luz solar, por lo que experimenta un incremento en su temperatura, lo que incidirá en que a través de nuestra actividad cerebral se acelere la producción de hormonas como la melatonina, la serotonina, las feromonas y otras más que detonan un dramático disparo en los niveles de aquellas que participan directamente en nuestra conducta y deseo sexuales”

También afirma que: “Este fenómeno se verá apuntalado por una lógica proclividad de hombres y mujeres a que utilicen prendas de vestir más ligeras y, por lógica, nuestra líbido también registrará un repunte porque nuestros ojos captarán imágenes de una estética llamativa o excitante como pueden ser una chica en minifalda, con una blusa o vestido de escote generoso, o un hombre con una camisa desabotonada, con pectorales desarrollados y pelo en pecho”

Remata la Alessandrini invitando cordialmente: “¡A gozar de la primavera!”

¿Qué opinan ustedes? Yo creo que “quien es perico, dondequiera es verde”

Mi Vero, por ejemplo, la hubieran visto en el frío invierno cuando estábamos de vacaciones. Nada más oscurecía y ya quería llevarme a la cama ¡Ven Antónimo, que tengo frío! Y después de abrazarme y cachondearme, me desnudaba, se desnudaba y ¡papas! Así varias veces durante la noche, luego “el mañanero” y ya levantados preparaba unas buenas tazas de café, nos sentábamos a ver una película y enseguida me ponía la manita en las piernas, las deslizaba juguetonamente y palpándome la salchichita botanera, me la convertía en salchichón de cantimpalo ¡Estás caliente Antónimo, es peligroso que te quedes así! Se me montaba ofreciéndome sus nalguitas, yo las palpaba, le bajaba la panty y ¡prau! Así todo el día y toda la noche ¡Qué calor ni qué frío ni que la manga! Mi regiomontana es cachonda todo el año.

Pero no dudo que el calorcito primaveral también tenga su natural efecto. Ya ven a Carlónimo el otro día que vio llegar a su “secre” Giovana con una de esas falditas que ella acostumbra modelar en primavera, enseñando tremendos chamorrotes y “trasparentando” tamañas nalgotas.

Cómo puede mi hermano decir, así con aire ingenuo: “…después del saludo permanecimos inexplicablemente abrazados, ella de mi cuello, yo de su cintura y nos miramos por un momento”

Así que “inexplicablemente” hermanito. Y fue también inexplicable que le metieras mano y te la llevaras al motel. Y dices que estando ahí “Parecíamos preguntar: ¿dónde estoy y cómo se dio esta inesperada situación?” ¡A qué mi hermano tan inocente!

Y la Giovanna dirá que no sabe por qué “se terminó de bajar ella misma la dilatada pantaleta hasta los muslos, empinó el suculento trasero y lo suavizó invitándome a irrumpir en el fondo de su ardiente raja”.

No entiende cómo fue que al sentir el pito de Carlónimo en posición de “ataque rectal, ella se apalancó bajando los codos a la superficie de la cama y permaneció muy quieta, expectante”.

No, si les digo que la primavera entró cañona.

Ahí está también la experiencia de Marce. Cómo ven eso de que: “caro se puso un vestido pegadito al cuerpo y yo una minifalda y asi logramos que nos voltearan a ver”

Andaban ya calentonas las dos chavas.

Entonces Rodrigo, cuando Marce le informa que no tiene traje de baño:

“se empieza a desabrochar el pantalon y a sacarse la camisa. que esperas.. vamos quitate la ropa o pretendes que yo te la quite”

No si ya estaba bien “tirante” el chavo. De manera que siguieron adelante hasta que sacaron toda la potencia y ya “Después, sobrevino la calma. El cenit lunar los sorprendió tranquilos, melosos, satisfechos, invocando cada uno en su interior aquel delicioso encuentro”.

Sale sobrando la recomendación de la Yazmín de que:

“¡A gozar de la primavera!”

Estos ya la están gozando en grande y les vale gorro la otra recomendación de Alessandrini, esa de:

“no dejarnos llevar por nuestros instintos como suelen hacerlo la gran mayoría de los animales”.

A ver qué más hacen estos calenturientos. Yo, por mi parte, ya quiero estar con la Vero, pero de una manera muy civilizada. No soy tan salvaje y arrebatado como Carlónimo.

Verónica -

Hola chavos… Les escribo así de rapidín…

Carlónimo: Gracias por seguir escribiendo con la sensualidad que te caracteriza, me queda claro que eres una estrella de la literatura, y por ese motivo te admiro sobremanera. Me encantaron los últimos relatos, la expresión lírica que manejas es absolutamente bella, espero que un día de estos, la sensual Giovana tenga el placer de ser inyectada, saludos…

Marce: Felicidades por tu relato, me encantó el suspenso que manejas, la determinación y la solidez, además fue bastante sensual, espero que sigas participando de esa manera…un saludo muy grande…

Carlónimo -

Querida Elisa, gracias por hacerte presente. Tu eres un personaje estelar por propios méritos, yo sólo te he descrito como te veo. Es tanto lo que me inspiras…

Continúo el relato sobre Marce.

Así permanecieron un buen rato, abrazados, reflexivos, compartiendo el erotismo de la inyección en las sensuales nalguitas de Marce: El miedo; el dolor; la ofuscación; la emoción de ser observada; de encontrar a un delicioso cómplice y desahogar con él toda la energía acumulada; fueron algunos de los factores que envolvieron a los cálidos amantes. Después, la encantadora Marce, debilitada por su padecimiento se quedó tiernamente dormida y Rodrigo se retiró para dejarla descansar tranquila.

Al otro día muy temprano llamaron de la administración del hotel: “¿Señorita Marcela? Buenos días, vienen a inyectarla”. El corazón de Marce empezó a palpitar muy fuerte; evocó la imagen de su amado preparando la ruda jeringa para aplicársela. Dio un último repaso a los finos detalles de su persona: la humectación de su piel, el cabello, la sensual pantaletita, el delgado corsé…

Estando todo en orden, dejó entreabierta la puerta, se metió en cama y aguardó la entrada de Rodrigo.

Esperando ver a su amadísimo doctor, se encontró frente a una competente enfermera en edad madura que la saludó con mucha familiaridad: “Soy Eulogia” paramédico profesional ¿me recuerdas? Nos conocimos en el brindis de Carlónimo. Me acaba de enviar el doctor Rodrigo, de Sanidad Médica, para que te atienda.

Tras sufrir un fuerte impacto, Marce trató de negociar pues ya tenía referencias de Eulogia, a quien le confesó: “Me llena de placer que Rodrigo te haya enviado y jme considero afortunada al poder recibir tus calificados servicios, pero resulta que la inyección de penicilina que el doctor me aplicó anoche, me causó una severa reacción de shock anfiláctico, del que apenas me estoy reponiendo. Así que será necesario consultarlo para que él disponga lo procedente.

¡Nada de eso, mi reina! repuso la desinhibida Eulogia, yo aplicó decenas de dosis diarias de medicamentos a pacientes alérgicos y no alérgicos, así que para tu caso específico tengo la solución a mano. Empezaré por aplicarte un antídoto, después un refuerzo por vía rectal, luego la dosis de tu tratamiento, y terminaremos con la vacuna contra la influenza AH1N1 que me debes.

Mira, aquí tengo todo lo necesario, voy a conectar esta parrillita portátil donde herviré las tres jeringas con sus respectivas agujas. No te inquietes, pues estás en manos de una verdadera profesional.

Haciendo y diciendo, la competente enfermera colocó en su plateada tinita tres agujas hipodérmicas de calibre y tamaño “jumbo”, para hervirlas. Hecho esto, las colocó encima de un platito y sumergió su colosal jeringa en la tinita para purificarla.

Marce no sabía qué hacer, por cada argumento esgrimido en su defensa recibió una terminante réplica. Así que agotados todos sus recursos, procedió a colocarse boca abajo, se replegó la sensual pantaletita y esperó lo peor, a sabiendas que debía pasar esa incómoda prueba, si quería continuar su relación con Rodrigo.

Teniendo lista la primera jeringa, Eulogia se le acercó muy despacito, le retrajo la panty hasta las corvas, le aplicó un intenso manoseo con el pretexto de escoger el sitio más adecuado para el pinchazo. Desinfectó los dos mofletes completos, delimitó con sus dedos de la mano izquierda el sitio seleccionado, mientras con la derecha balanceaba el agudo arpón: una… dos… tres veces.

A la cuarta, incrustó sin piedad la terrorífica aguja, haciendo que se clavara completa. Marce enjutó su precioso culito y lanzó un grito desgarrador. Con una agitada temblorina en nalgas, piernas y cabeza, la pobre chica absorbió cada uno de los chisguetes del ríspido medicamento, mientras se retorcía de desesperación.

Terminada la primera aplicación, Eulogia le separó con extrema violencia los abombados cachetes y le colocó un verdadero “piloncillo” en la entrada rectal, procediendo a empujarlo con todas sus fuerzas. Marce temblaba y suplicaba: ¡Eulogia, espera por favor, me desgarras! Pero el indómito proyectil traspasó el esfínter rectal hasta desaparecer completo.

Satisfecha, Eulogia se dispuso a preparar la segunda jeringa cuando de pronto gritó: ¡no lo saques! estás regresando el supositorio, del cual ya tenía la pobre Marce más de la mitad afuera. Eulogia, colocó su dedo pulgar en la base de la enorme bala y empujó sin ninguna consideración, haciendo a Marce gritar y temblar por el intenso dolor. La base del ingrato supositorio tenía un grosor equivalente a dos robustos penes.

Entrado de nuevo el doloroso medicamento, Eulogia juntó con todas sus fuerzas las atractivas nalgas y las mantuvo comprimidas hasta cerciorarse que la descomunal barra fuera asimilada. Marce pateaba y golpeaba con desesperación la cabecera de la cama, sintiendo aquel colosal objeto que le reventaba las entrañas.

Terminada la aplicación del supositorio, Marce estaba como noqueada, así que se plegó a recibir la segunda inyección (la de penicilina) con relativa calma. Obedeció dócilmente las instrucciones de aflojar el cachete y permanecer inmóvil, mientras la dolorosa sustancia penetraba. Terminada la aplicación, Eulogia premió a su bella paciente diciéndole: así me gusta, muñequita, que te dejes pinchar resignadamente. Así te ves más bonita y me calientas como no tiene idea.

La lujuriosa Eulogia estaba en efecto muy excitada así que, aprovechando la ofuscación en que se encontraba la preciosa Marce, se dio gusto manoseándole con inaudita maestría el clítoris, al tiempo que le decía: “Es Rodrigo, el pene de Rodrigo, disfrútalo cariño, cómetelo completo…” La encantadora paciente empezó a jadear y a estremecerse hasta reventar un copioso orgasmo.

Con el culito enjuto, los labios separados y los ojitos sensualmente entornados, coronó su íntima fantasía y se quedó muy quieta, relajada, enajenada, entregada a los caprichosos designios de Eulogia quien, en tales circunstancias, preparó la tercera jerinaga (la vacuna contra la influenza AH1N1) y se dio gusto aplicándosela con toda calma, sin despertarle reacción alguna. Contemplando aquellas erguidas nalguitas que tan ingentemente había castigado.
Después la vistió como pudo, la cubrió con la ropa de cama y se despidió diciéndole: Eres un encanto mi norteñita, ojalá tuviera ocasión de repetirte el erótico tratamiento.

La preciosa Marce no respondió, se encontraba en un estado de agotamiento total y se quedó profundamente dormida.

Elisa -

Carlónimo, muchas felicidades por estos cuatro años de escribir para ti y para el mundo. Gracias por hacerme un personaje estelar en tus relatos, yo lo he disfrutado mucho. Pero no me pavoneo ni te pido nada, pues se muy bien el terreno que piso y lo que quiero es tenerte de alguna manera, para siempre. Te mando un beso.

http://www.youtube.com/watch?v=tt2PfwJpJjY

Carlónimo -

La preciosa Marce yacía boca abajo con el culito expuesto. Rodrigo, jeringa en mano, terminaba de masajear el adolorido cachete. La chica lucía encantadora; sus redondas y erguidas nalguitas irradiaban al influjo de una luz muy tenue y cálida.

La habitación era acogedora, decorada con muy buen gusto en colores contrastantes. Las notas de “I’ll always…” a bajo volumen, completaban la romántica escena. Todo era tierno, sincero: las sensuales y sugestivas quejas; los cariñosos mimos; las suaves caricias, los sentidos besos.

El ritmo de la respiración de los dos iba en aumento; Marce pasó de los sollozos a románticos gemidos. Después a un acompasado jadeo que encendió a Rodrigo, lo hizo vibrar, estremecerse, musitar el dulce nombre de su amada, acoplar su cuerpo al de ella, empalmarse y prodigarle un cúmulo de ardientes besos.

Marce giró, lo abrazó, se trenzaron, intercambiaron apasionadas caricias. Poco a poco se fueron desvistiendo. El erótico ropaje quedó disperso en el suelo. El cuerpo armonioso de Marce terminó totalmente descubierto: Su espléndido busto, los muslos enérgicos, la sensual curvatura de sus caderas.

Rodrigo la montó y le talló la encendida pelvis. Marce gimió dulcemente, separó sus torneadas piernas y las recogió amurallando los varoniles glúteos de su amado.

Después cerró los ojitos y, positivamente retraida, se fugó al infinito, sintiendo el grueso y fogoso falo que implacable le penetraba la vagina.

El suave y armónico vaivén los inflamó, haciéndolos temblar y gritar de placer. La calentura fue en aumento.

Enajenados, fuera de sí, gritaron, se colapsaron, trepidaron y estallaron un pantagruélico orgasmo

Después, sobrevino la calma. El cenit lunar los sorprendió tranquilos, melosos, satisfechos, invocando cada uno en su interior aquel delicioso encuentro.

http://www.youtube.com/watch?v=H9nPf7w7pDI

¿Te gustó, Marce?

Pero eso no es todo, después continúo el relato.

marce -

gracias carlonimo; espero que les haya gustado a todos pronto escribire mas situaciones como esta.

carlonimo me encantaria que me dedicaras un relato en donde tu pongas la situacion el hecho de leer mi nombre en un relato me prende. gracias y seguimos leyendonos!!!

Carlónimo -

Por supuesto que valió la pena esperar Marce. Gracias por compartirnos tu sensual experiencia que acabo de leer con atención. Me gusta tu estilo detallado, la búsqueda de escenarios y el manejo de situaciones sorpresivas. Sigue escribiendo.

marce -

primero que nada perdon por la tardanza; por "x" circunstancias no habia podido escribir ojala que la espera valga la pena....... les cuento que la semana pasada me fui de vacaciones con mi mejor amiga caro a la playa, ya teniamos tiempo planeando este viaje asi que no quedaba mas que disfrutarlo, tomamos el avion y platicamos practicamente todo el vuelo haciendo los planes para cuando llegaramos.
lo primero que hicimos fue llegar al hotel a dejar las maletas, el hotel estaba impresionante la vista al mar era espectacular todo pintaba de lujo, la habitacion envidiable en fin desempacamos nuestros trajes de baño para ir al mar, el sol estaba brillante genial para broncearnos nos tumbamos en la arena y disfrutamos de la tarde junto a unas bebidas deliciosas.
a la siguiente noche nos fuimos de antro decididas a pasarla bien, caro se puso un vestido pegadito al cuerpo y yo una minifalda y asi logramos que nos voltearan a ver, ya adentro del antro con la musica a todo volumen no parabamos de bailar el ambiente estaba a tope cuando de pronto se acercan dos chavos guapisimos,musculosos y que nos invitan a su mesa, claro esta que nos hicimos del rogar pero era inevitable negarse a esa propuesta, se presentaron como rodrigo y emilio y nos hicieron pasar una noche agradable; cuando caro y yo nos decidimos irnos ellos insistieron que nos acompañaban al hotel para seguir la fiesta.
mientras ellos pagaban la cuenta me sali junto con caro a la calle y coincidimos en que estaban mas que guapos!!!
en ese momento nos alcanzaron y emilio dijo: y si mejor vamos a la playa; estas loco a estas horas no nos van dejar le contesto rodrigo, pero emilio dijo que conocia una entrada donde no habia vigilancia, los cuatro nos miramos y despues de un silencio profundo nos reimos ironicamente.
vamos... dijo rodrigo, me tomo de la mano y no me volvio a soltar; la verdad yo no queria soltarlo.
por fin llagamos a la playa y para que nadia nos viera nos colocamos de bajo de una palma que estaba inclinada, mi amiga caro estaba a unos metros juto con emilio que desde el primer momento se conectaron.
rodrigo y yo nos tomamos fotos,reimos y platicamos como si nos conocieramos de años, de pronto el se pone de pie y me dice: ven... vamos a meternos al mar y me extiende la mano.
yo me empece a reir y le conteste que no taria la ropa adecuada y el me contesta que no es necesario y se empieza a desabrochar el pantalon y a sacarse la camisa.
que esperas.. vamos quitate la ropa o pretendes que yo te la quite me dijo eso despues de una sonrisa traviesa a la cual cai rendida, sin pensarlo me quede en ropa interior, despues me cargo y corrio hacia el mar, el agua estaba congelante tenia los pies entumidos por mas que trataba de moverme nada me calentaba la amndibula me temblaba asi que decidi salirme y rodrigo me detuvo me dijo que a donde iva, le dije que no aguantaba mas el frio y me abrazo, frotando mi espalda trato de calmarme me hablaba al oido y me decia que pensara en cosas calientes, en eso metio su mano en mi calzon,trate de detenerlo y me dijo:tranquila... esto te va a quitar el frio paso sus manos por mis pompis......... me pidio que me quitara por completo el calzon y me puso las piernas en su cintura y busco mi clitoris empezo hacerme pequeños estimulos que me llevaron al orgasmo el cual concluyo con un laaaargo beso.
cuando veo que a lo lejos viene caro y emilio me pongo inmediatamente el calzon y rodrigo se extraña y me dice que que me pasa le dije que nuestros amigos ya venian y solo dijo que esto tenia que repetirse.
nos salimos del mar para vestirnos y emilio nos dijo que si estabamos locos que el agua esta heladisima.
ya me encargue de quitarle lo helado le dijo rodrigo y me guiña el ojo; intercambiamos los celulares para seguir en contacto los siguientes dias. nos despedimos de los dos y
ya que el hotel no quedaba muy lejos de donde estabamos caro y yo nos fuimos solas, en el camino le conte lo que habia pasado, claro sin detalles; y al igual ella tenia algo que contarme.
al siguiente dia me desperte un poco incomoda, me sentia rara, fueron pasando las horas y segui empeorando me dolia el cuerpo,la garganta, me ardian los ojos y tenia temperatura.
caro ya habia planeado el dia para pasarlo en la playa y de tanto que insistio logro que me pusiera el bikini pero verdaderamente me sentia muy mal y me volvi a meter a la cama, le pedi que llamara a un doctor tomo el telefono y llamo a la recepciony me dijo: eso te pasa por meterte al mar sin invitareme y logro arrancarme una sonrisa.
tocaron la puerta de la habitacion, supuse que era el doctor y me pare a abrir.
no me van a creer quien era...era rodrigo.
le dije:¿que haces aqui?
soy doctor me contesto y me enseña el maletin. lo deje pasar tratando de asimilar que el chavo con el que habia estado una noche antes era el doctor del hotel donde estaba hospedada,que ironia ¿no creen?
total, el estaba haciendo su trabajo y no quedaba mas que explicarle como me encontraba.
cuando empezo a examinarme me dijo que se sentia un poco culpable de mi estado.
que es lo que tengo le pregunte.
tienes una infeccion muy fuerte en la garganta.voy a tener que inyectarte.
no hay otra opcion le dije.
mas efectiva que la inyecciones ninguna, recalco.
sin mas preambulo preparo la geringa sobre la cama donde me encontraba,yo estaba tranquila hasta que vi el tamaño de la aguja, caro se dio cuenta de que me puse nerviosa y se sento a lado mio.
rodrigo saco la ampolleta que me aplicaria y la cargo, cada segundo aumentaba mi miedo, la respiracion se aceleraba, tranquila marce me decia caro.
el olor del alcohol te avisa que falta poco.
ya estoy listo me dijo rodrigo; ponte bocabajo.
me acomode y caro me ayudo a quitarme las sabanas completamente, rodrigo me bajo el bikini hasta la mitad del muslo, yo estaba temblando de miedo y del frio, trataron de tranquilizarme entre los dos, caro me dijo que podia apretar su mano si lo necesitaba y le tome la palabra.
cerre los ojos fuerte y me abraze de una pierna de caro cundo senti el frio algodon en mi pompi, esos masajes circulares me tensionaban mas de lo que ya estaba, empece a sudar del miedo.
rodrigo: ya estas lista,
no te pongas dura ni te vayas a mover, aqui voy.1...2...3...
marce:haaaaay!
caro: shhhh; no te muevas
marce:me esta doliendo mucho haaay ya sacala rodrigo porfavor.
rodrigo:tranquila chiquita ya va a pasar
caro: te vas a sentir mejor vas a ver
marce: quiero llorar haaay!!!
rodrigo: listo; fue todo.
marce: me dolio mucho.


despues de inyectarme rodrigo se quedo acostodo conmigo besandome y cuidandome hasta que me senti un poco mejor.

Carlónimo -

Algunos lunes se nos puede dificultar el retorno al trabajo, o bien, la pereza dar lugar a situaciones inesperadas.

Ayer llegué a la oficina, me dejé caer en el sillón y con el matutino en las manos comencé a cabecear hasta que… un bello canto de cuna y suaves caricias en mis mejillas, me regresaron a una realidad, primero confusa, después penosa y finalmente grata.

En efecto, me costó trabajo recordar en unos instantes el lugar y la circunstancia en que me encontraba; después sentí pena con Giovana (mi secretaria) por haberme sorprendido dormitando; pero al final sus bromas me hicieron ver que estaba en completa confianza.

Me puse de pie y nos saludamos con un beso en la mejilla. Teniendo ocho años de vivir con ella, en la oficina por supuesto ya que ahí pasamos la mayor parte del tiempo, es explicable que los dos nos tratemos con cierta familiaridad y que hasta nos corramos algunas bromas.

Pero esta vez, después del saludo permanecimos inexplicablemente abrazados, ella de mi cuello, yo de su cintura y nos miramos por un momento.

¡Dormilón!

¡Traviesa!

Giovanna es una mujer muy linda ligeramente pasada de peso, pero esos kilitos de más los tiene muy bien repartidos en el cuerpo. Podríamos decir que está algo nalgona y caderona, pero sus sensuales “excesos” la hacen muy apetecible.

Lo inusual es que abrazados como estábamos nos quedamos muy quietos; nos miramos fijamente y cada uno percibió en las pupílas del otro, el inconfundible resplandor de la complicidad y del deseo.

¡Me pones nervioso Giovana!

¿De verdad? Y tu a mí, Carlónimo.

Dejé que mis manos resbalaran un palmo por debajo de la cintura. Ella me dejó acariciar sus protuberantes nalgas.

¡Giovana!

¡Carlónimo!

Nuestros labios se confrontaron.

Media hora después entramos en un cómodo motel. Cerrada la puerta de la habitación nos estrechamos mirándonos uno al otro satisfechos. Parecíamos preguntar: ¿dónde estoy y cómo se dio esta inesperada situación?

Era como si los dos hubiéramos despertado de un enfadoso letargo. Muy sonrientes, nos estrechamos y cada uno se adentró en la fogosa intimidad del otro. El instinto nos arrastró por las rápidas vertientes del deseo.

Sus ardientes labios me persiguieron; su cuerpo se me pegaba con insistencia. Mis manos buscaron el acceso a su atrayente naturaleza. Desprendí el broche de la cintura, bajé el cierre del pantalón y replegué la delgada prenda hasta la mitad de las frondosas nalgas, las cuales se estremecieron al fragor de las caricias que suavemente les prodigaba.

La panty color celeste, delgadita, muy pequeña, penetraba la profunda grieta del culo y dejaba descubierta casi la totalidad de los albos glúteos. Estos, moderadamente firmes, rebosantes, se estremecían por el estímulo de mis besos. Poco abajo, los amplios muslos remarcaban un espléndido contorno, de curvilínea abundancia.

Deteniendo sus descontrolados impulsos la hice poner en cuatro y descendí lentamente la panty hasta situarla a medio culo. Las blanquísimas nalgas parecían reventar el elástico de la pequeña prenda, el cual se encajaba marcando un leve surco en la piel de aspecto delicado. Mis manos acariciaron la sumisa superficie de aquellas regias carnazas que se me ofrecían plenas.

Ansiosa de pasar a una nueva etapa, la preciosa Giovana se terminó de bajar ella misma la dilatada pantaleta hasta los muslos, empinó el suculento trasero y lo suavizó invitándome a irrumpir en el fondo de su ardiente raja.

Separé los amplios cachetes y coloqué mi glande en posición de ataque rectal. Ella se apalancó bajando los codos a la superficie de la cama y permaneció muy quieta, expectante. Ante tal demostración de conformidad, tomé mi pene y se lo embutí lentamente por el ano.

A cada empujón ella jadeaba, emitía suaves gemidos y levantaba con mayor fuerza las nalgas. Continué la penetración hasta que mi picante bello púbico se adosó en el fondo de la dilatada raja, haciendo a Giovana retorcer de placer y reaccionar con violentas embestidas corporales. Su diminuto esfínter rectal empezó a apretar y a tallar con tal violencia que grité de dolor y le supliqué clemencia.

Conciente del daño que su estrecho coñito me estaba causando, Giovana interrumpió el rabioso vaivén y me hizo brotar suavemente la pichancha hasta liberarla. Me observé con preocupación; tenía el pene rojo, irritado, con la epidermis gastada.

Cuando ella se empinó invitándome a entrar por su lubricado resquicio vaginal, le pedí que por favor me esperara. Sin abandonar la ardiente pose, empinada como estaba, me aguardó con renovada paciencia. Su erizado trasero me desafiaba a reintentar el fallido coito. Tenía el pene ardido, irritado, dolido, pero el orgullo me hizo sobreponerme.

Después de aplicarle una buena dosis de lubricante acometí la expuesta vulva hasta alcanzar un coito muy placentero. Después nos quedamos los dos acostados, compartiendo mimos, prodigándonos algunas caricias postreras. Viendo a mi secretaria sonreir, recordé que el instinto sexual no tiene fronteras.

Hoy martes la he visto llegar al trabajo, saludarme respetuosa, comentar la pesada agenda, recordarme algunas citas importantes, pedir instrucciones y salir muy propia para ocuparse de sus labores. Como si el día anterior nada hubiera pasado.

Verónica -

Hola a todos!!

Paty: Antes que nada, mi comentario no tuvo ni un ápice de sarcasmo, solo quería subrayar la excelente persona que eres, en cuando al gusto de tener siempre las cosas en orden, puesto que tu moral es la de una mujer responsable y cuidadosa…mis respetos… Gracias por compartirnos uno de tus más vergonzosos y traumatizantes recuerdos, aunque breve, fue sustancioso, y realmente me introduje en la escena, después de todo es el chiste de nuestra “isla de la fantasía”, ojala puedas seguirnos relatando más experiencias afines.

Carlónimo: Como siempre, te reitero un agradecimiento enorme por los complementos a los relatos, que por cierto, fueron tan candentes como solo tú sabes hacerlo: El tinte salvaje, el erótico y el emocional alternados con perfección absoluta, como dice Fer: pues todo depende de la ocasión, sin embargo siempre es algo exuberante, hermoso. El relato de Servando ha sido uno de mis preferidos, es tan sensual la escena del tímido, temeroso e inseguro hombre sometido a semejante tormento… Lamentablemente no hubo romance con su esposa jaja… Muy bien relatado…
Felicidades por estos cuatro años de enriquecer nuestras fantasías y hasta nuestro estilo literario de rutina, eres increíble. Y muchísimas gracias por recibirnos en tu casa, eres una persona muy especial, amable y genuina, fue una noche mágica. Espero poder escaparme del tormentoso suplicio de Eulogia, al fin que ya me aplico una… Me agradó bastante el relato de Fer: ¡Pobre hombre! Sin defensa alguna contra semejante mujer… Pero bueno, pues con deleite a final de cuentas… y finalmente, el relato de Paty, muy bien hecho y perfectamente alineado a la realidad… Un abrazo!!!

Marce: Espero sinceramente que sigas participando con mayor frecuencia, seguro tienes muchos relatos interesantes que contar…. Saludos!!!

Antónimo: Ya no tomes tanto, cariño mío, que luego no me rindes igual… jejeje, y por lo demás, a ver si te abstienes de echarle comerte con la mirada a las chicas: entiendo que están hermosas, son inteligentes y sensuales pero hey, estás conmigo… recuérdalo mi Tony… Dicho sea de paso, como siempre muy interesante tu artículo: Reconozco que, en ocasiones una mujer si desea superar al hombre en aptitudes, sueldo, puestos y demás, pero por el desarrollo y el éxito profesional, no por la eterna guerra de sexos, la verdad yo en lo personal disto de estar de acuerdo, pero después de todo es un buen debate. Sin embargo, me parece muy cierto, que en diversas empresas aun prevalece el machismo y el típico pensamiento de la superioridad varonil (claro que, tampoco me atrevo a generalizar). Me encantaron tus ejemplos, y tu sinceridad, así que bueno, para unirme a esa última cualidad… somos unas víboras!!! Saludos amore…

Carlónimo -

La preciosa jovencita de 14 años permanecía sentada muy seria leyendo. Su vestido color verde tierno de corte recto no ocultaba las redondas y níveas piernas que por sensual descuido se iban poco a poco separando, hasta dejar la parte interior de los muslos a la vista.

Esporádicamente parpadeaba o frotaba sus labios uno con otro para humectarlos. Sus cristalinos ojitos eran tan expresivos que, observándolos con atención, se podía saber cómo el relato pasaba de una trama triste a otra misteriosa, o bien a una tercera de gran acción.

Un súbito timbrazo le hizo alzar la mirada, cambiar su postura y permanecer muy atenta tratando de identificar al intempestivo visitante. De pronto se abrió la puerta de la recámara y entró su madre acompañada por una dama mayor muy delgada de rostro adusto, que portaba un maletincillo de enfermera.

Paty abrió los ojos muy grandes, cerró el libro y se puso de pie para permitir el paso a la dama quien inmediatamente apoyó su maletín en la mesa, lo abrió y extrajo la jeringa, un frasco de alcohol, una tinita plateada con borlas de algodón, una ampolleta de cinco mililitros y gel desinfectante.

Paty se dirigió a la cama, su madre la siguió y le hizo levantar la delgada tela del vestido hasta enrollarla en la cintura. Se quedó muy seria mirando a la enfermera quien en ese momento descabezaba la ampolleta pero no perdía detalle de su paciente.

Al verla muy atenta con las torneadas piernas descubiertas mostrando su breve panty tejida en hilo blanco, la apuró bruscamente diciendo: ¡qué esperas niña, acuéstate y descúbrete las dos nalgas, anda!

La chica dio media vuelta, se apoyó en la cama y subió poco a poco las piernas para quedar tendida boca abajo. Alzó un par de veces el culito para acomodarlo y colaboró para que su madre le bajara cariñosamente el calzoncito hasta situarlo en la parte media de los muslos.

Las blancas nalguitas erguidas y tersas expresaban con un nervioso estremecimiento el agitado ánimo de la joven, la cual mantenía su cabecita oculta entre los brazos y tensaba tanto los glúteos como las piernas al sentir que la enfermera se acercaba.

Ésta, como si de ello se solazara, le anunció puntual: ¡Es dolorosa la inyección, muy dolorosa porque es de aceite, pero te vas a dejar y te vas a quedar muy quieta, no quiero problemas ni lastimarte más de la cuenta!

Está de más decir lo que la preciosa Paty sentía cuando los dedos de la señora empezaban a presionarle una y otra vez la parte superior de las nalgas buscando el sitio más adecuado para pinchar. A cada punzada la pobre chica sentía que el pecho le hervía y explotaba.

Como reacción involuntaria tensaba los glúteos y los elevaba. Al sentir la enfermera que su dedo ya no replegaba con la misma facilidad la superficie del atemorizado glúteo, gritaba: ¡Ya vamos a empezar, ya te estabas tardando! ¿no puedes quedarte quieta? Ya estás grandecita para que tomes las cosas en serio. Te tengo que inyectar y tienes que colaborar conmigo, de otra manera no puedo, te lastimo y tú sales perdiendo ¿Qué no entiendes?
Paty escondía su cabeza con mayor fuerza entre los brazos y trataba de aflojar el culito, pero la dilatación le hacía sentir que sus partes más íntimas quedaban a la vista, lo cual la llenaba de pena. Y al tratar de esconderlas apretaba de nuevo las nalguitas.

¡Ya vas de nuevo! Gritaba la quisquillosa señora. Ante los movimientos erráticos a cargo de la aterrorizada Paty, viendo que su culito se relajaba y se tensaba alternadamente, la enfermera le propinó un manotazo estruendoso, plano, premeditado, en la cima de las nalgas, haciendo que el dolor repercutiera tanto en la piel con un insoportable ardor, como al interior del ano, desatando una sensación de penoso vacío a lo largo del tracto rectal.

Era una acción punitiva descarada, semejante a la tortura, tanteada, muy mal intencionada, que le daba a la ingrata señora muy buenos resultados, pues hacía que Paty cayera en un estado combinado de abatimiento, miedo e impotencia.

Confundida, resignada, bebiendo sus propias lágrimas, la preciosa Paty sintió correr la filosa aguja hacia lo más profundo de su nalga sin interponer resistencia alguna. Deseaba que el hiriente líquido la librara del espantoso sufrimiento emocional.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Todavía andan crudos?

¡Pinche resaca! yo ayer ni me quería levantar. Como a las dos de la tarde me preguntó la Vero: ¿Quieres un caldito? Y yo que la abrazo y a meterle mano por todas partes. ¡No, guey! Un caldito… pancita, algo bien picante, porque “nomás no la hallo” Y me hizo pararme y llevarla al “Charco de las Ranas”, un restorán de por acá.

¡Cómo chupamos el lunes! Se vació la cava de Carlónimo. Ya al final andaban Gil y Fer sirviéndose hasta el anís, el rompope y el jeréz ¡qué bárbaros!

En cuanto a las chavas, todas están de primera. No se cómo hace Carlónimo para que lleguen al blog sólo las más bellas. Y yo que traía “ancla” no pude estrechar relaciones con nadie. En cuanto hacía la plática, aparecía mi supervisora: “A ver Antónimo, siéntate aquí conmigo, vente vamos a bailar, sírveme otra”. Así me trajo toda la noche ¡No, si esto ya es un matriarcado!

Y hablando de matriarcados, les cuento que la Yazmín Alessandrini, bajo el título “Empoderamiento femenino” se refiere hoy a que, según ella: “…desde la mal llamada liberación femenina, hombres y mujeres se encuentran librando una feroz batalla por demostrarse unas a otros quien es superior”

Dice que “Es gratificante saber que muchas chicas han dedicado esfuerzos para alcanzar una igualdad en temas que van de lo político y lo laboral, hasta lo social y lo cultural.”

Sin embargo, continúa la güerita, “nunca falta el prietito en el arroz, pues también hay situaciones para deplorar y reprochar, sobre todo cuando en pos de un supuesto empoderamiento, muchísimas mujeres aprovechando su inteligencia sexual (porque eso sí, sexualmente hablando somos mucho más inteligentes que los hombres) escalan posiciones, en especial en los escalafones profesionales y sociales.”

Y viene lo más rudo, porque Yazmín piensa que: “…lamentablemente, para el 99.9% de las féminas ejecutivas, su objetivo principal no es alcanzar el éxito profesional, sino desplazar y superar a un varón”.

¿Cómo ven chavas y chavos, será cierto esto?

Yo pongo en duda que: “hombres y mujeres se encuentran librando una feroz batalla por demostrarse unas a otros quien es superior”.

Es incuestionable que las chicas han venido disfrutando cada vez de mayores oportunidades y que por lo general las han aprovechado, pero que los hombres seamos sus terribles contrincantes y que no pensemos más que en cerrarles el paso, me parece a más de fantasioso, una gran mentira.

Que el hombre se negara a dejar trabajar y prosperar a su esposa estuvo tal vez vigente en otro tiempo, pero que hoy ocurra ya no es tan cierto. Es tal vez más frecuente ver a hombres que comodinamente alientan a su mujer para que trabaje mientras ellos se dedican a “echarla en grande” ¡Ay la llevas, vieja; ay la llevas!

Me parece mucho más acertado pensar que el enemigo natural de una mujer es otra mujer, que entre ellas se hacen pedazos. Serán muy ejecutivas pero cuando se encuentran se “recortan”, se critican el atuendo, el peinado, la forma de pintarse, de caminar, de sentarse, de reír, de comer...

Cuando una ejecutiva se planta frente a varones para presentarles un importante proyecto, sabe que de cuando en cuando le echarán un vistazo al busto, las piernas y las nalgas. Que algunos se calentarán y vivirán su propia fantasía y que al final la felicitarán tanto por lo que dijo como por lo buena que está. Y si no está nada buena, pues nadie se fija más, escuchan lo que dice… Y ya.

Pero cuando esta ejecutiva tiene que exponer ante un auditorio femenino, sabe que va a enfrentar un reto de los buenos porque no faltan las hirientes críticas: mira esa pinche vieja, no sabe ni pararse; se puso un vestido horrible y ni siquiera lo planchó; trae una media rota; las tapas de los tacones gastadas; tiene las rodillas chuecas, chichis de perra y nalgas de panqué.

En verdad que son cabronas las mujeres cuando se recortan entre sí.

¿Ustedes qué opinan?

Carlónimo -

Paty preciosa, muchas gracias.

Por cierto, la reunión de ayer parecía un verdadero certamen de belleza ¡Qué guapas están las chicas del blog! Sus falditas muy cortas causaron euforia.

Los hombres contemplábamos boquiabiertos el desfile de bellas piernas. Desde las espectaculares de Vero, hasta las delgadas y muy eróticas de Paty. Las chicas que lucieron pantalones estuvieron también sensacionales: Ni hablar de Hilda ¡vaya cuerpazo! ¿Qué les pareció la bellísima Carmen? Y Paula ¡guau! me quedé corto cuando la describí en el relato de La Isla de la Fantasía. Marce, con ese vestido delgadito que revelaba unas formas en verdad inquietantes. Blanca Estela, escultural; Vicky, guapísima; Eréndira, celestial; Yamil, divina; Sandra, un ángel. Eulogia, fascinante.

Y hablando de Eulogia ¿qué les cuento? Pues nada que, como Fer necesitaba tomar el avión lo antes posible para regresar a Cataluña, pues fue el primero en pasar esta mañana a verla para que lo inyectara.

No fue a la clínica sino que la buscó en su propia casa, allá por el barrio de Tacuba, ustedes saben. Así que, muy temprano ¡Ring! Ya voy ¿quién es? ¡Ah, muy bien, eres tú Fer, ya te esperaba, pasa! La perturbadora dama muy bien arregladita luciendo su proverbial trenza francesa y finísimas arracadas de plata, llevaba puesto un vestido de manta con finos bordados estilo mexicano en tono turquesa. Y el vestido tenía una abertura frontal tan extensa que dejaba a la vista sus redondos y muy carnosos muslos.

Al verla, Fer empezó a carraspear, le dio la tos, y no sabía para dónde mirar. Pero Eulogia atajó su nerviosismo abrazándolo y conduciéndolo por la cintura hasta su propia recámara, donde le hizo retirar la chaqueta, le soltó ella misma el cinturón y lo dejó paradito a un palmo de la cama sosteniéndose los pantalones para que no se le desplomaran.

Espantado de ver el impresionante jeringón que Eulogia estaba preparando, el confundido paciente le preguntó: ¿Eeessaa, eess pa-para míi? Una vez que nuestra amiga, muy sonriente le confirmó la terrible sospecha, él se sentó en la cama y desde ahí la miraba con rostro desconsolado.

Lista la puya, Eulogia se le acercó muy coqueta permitiendo que la abertura de su vestido alcanzara a mostrar la sensual entrepierna. El acalorado paciente no acertaba qué hacer al sentirse en el umbral del apetitoso delta pélvico.

Con suaves palmaditas en las mejillas la sensual Eulogia lo volvió a la realidad y le hizo que se acostara, después que él mismo se replegó con timidez la mitad del glúteo izquierdo.

¡Qué penoso eres, mi Fer! No, no seas ranchero. Y con un fuerte tirón le descubrió los dos cachetes completos. Cuando el paciente reaccionó tratando de defenderse, lo distrajo permitiéndole ver otra vez sus excitantes muslos, al tiempo que le hurgaba todo el culo con el pretexto de seleccionar el sitio en que le aplicaría la inyección.

Fer estaba concentrado en las torneadas piernas de su enfermera, cuando un súbito cantazo, como una especie de fulminante rayo, lo partió en dos, le hizo emitir un sordo mugido gutural y poner los ojos en blanco.

Fue un rotundo “chingadazo” que le hizo enjutar las nalgas y recordar a toda la ilustre parentela de la competente Eulogia, quien lejos de inquietarse reía a carcajadas y empujaba el émbolo como si por ello le pagaran

¡Joder, que yo soy el editor del blog y tú me maaataaasss! Con la boca abierta, los ojos desorbitados, las fosas nasales dilatadas, emitía fuertes ronquidos y suplicaba: ¡Ya por favor, ten piedad, te lo suplico, apiádate…!

Cuando por fin Eulogia le extrajo la puya y le aplicó el masajito de rigor, el pobre Fer tenía la mirada perdida, daba fuertes bocanadas, mascullaba sentidos rezongos y maldiciones.

Poco a poco se fue serenando y reparando el brutal sufrimiento, en la medida que Eulogia le hacía sentir la cercanía de su frondoso cuerpo.

Lo puso finalmente de pie, lo ayudó a vestirse y lo encaminó a la salida pues a esa hora ya debía estar en el avión.

Con la pierna derecha arrastrando, el apabullado paciente se dejó conducir abrazado de la estrecha cintura de Eulogia.

Se sentía dolorido, contrariado. Pero la solidez y la exquisita curvatura del glúteo de Eulogia le hacía hervir la sangre y le generaba sensaciones contradictorias.

Antes de retirarse preguntó con cierta timidez: ¿Cuándo me toca la otra?

Paty -

Carlónimo, muchas felicidades!! Aunque ayer ya te di tu abrazo por el cuarto aniversario de este “club de amigos de la jeringa” que nos ha dado tantas calenturas y gustos. Fue muy bonito que nos hayamos reunido todos en tu casa donde la pasamos súper. Estando todo el grupo reunido me puse a pensar cómo es que surgió todo esto y la paciencia con que has ido formando y cuidando de tu grupo. No has dejado de escribir bajo ninguna circunstancia y comportándote siempre como un caballero. Te admiro y te respeto. Hago votos por que siga nuestra amistad por mucho tiempo.

Carlónimo -

Querido Gil, muy oportuno tu saludo y felicitación, muchas gracias. Espero que te decidas a participar regularmente.

Querida Marce, otra chava muy guapa de Monterrey ¡Ajúaa! Son bellas por esos lares. Claro que te recuerdo Marce.

Resulta, amigos, que en una tarde no lejana de sábado que pasé tranquilo en casa, estuve “paseando” por textos antiguos del blog y encontré al final de la segunda edición (la cual cerramos en 2010) un atento comentario que esta preciosa chica subió apenas en diciembre 2012. Dice así:

Autor: marcela

hola soy marce y quisiera saber que tengo que hacer para formar parte de los relatos la verdad me encanta este fetiche y quisiera que supieran mis anecdotas con las inyecciones y los supositorios
saludos desde monterrey,mexico

Fecha: 28/12/2011 01:03.

Emocionado por el comentario ahí mismo le respondí:

Autor: Carlónimo

Querida Marce, estamos en la tercera edición del blog, búscanos ahí. Ahora te he encontrado sólo por casualidad. Te espero.
Fecha: 12/02/2012 05:48.

Y aquí está ya la preciosa chava ¡Enhorabuena! Ya formas parte del grupo; por favor participa y esperamos que poco a poco nos vayas compartiendo tus anécdotas.

Querido Fer. Te agradezco el estimulante y poético texto de felicitación que me has dedicado por estos 4 años de fecunda convivencia. Mi más sincero reconocimiento por tu hospitalidad y apoyo brindado.

Y lo más emocionante ha sido llegar hoy a mi casa y encontrarme con todos ustedes encabezados por Antónimo, mi hermano, con quien planearon y concretaron este emotivo brindis sorpresa de aniversario.

Paty, Vero, Hilda, Marce, Paula, Eulogia, Carmen, Ricardo, Ramiro, Pascual y Fer, además de los amigos que me han escrito tan sólo por el email (Eréndira, Vicky, Yamil, Blanca Estela, Sandra, Ramón y Miguel). Perdón si estoy olvidando mencionar a alguno.

Todos aquellos con quienes he tenido comunicación en los últimos meses se dieron cita hoy en mi casa, que es la de todos ustedes ¡Qué emoción verlos juntos, poder tocarlos, abrazarlos y brindar por este Cuarto Aniversario que me llena de alergría y me hace pensar en todo lo que hemos vivido juntos.

No dejamos de recordar con mucho cariño a otros entrañables amigos como Anna y Simón, compañeros de múltiples jornadas; Ángela, Karo, Karito, Carola, Lidia, Marcia y tantos y tantos buenos amigos que me privilegiaron con su amistad, a quienes recuerdo con verdadero afecto. Cómo quisiera verlos también aquí reunidos.

Y bueno, pues el brindis ha transcurrido muy animado. Hemos pasado el tiempo conversando, bailando, brindando y disfrutando la despampanante belleza de todos las chicas, a las cuales los varones no hemos perdido la ocasión de admirar ni por un instante.

En este marco festivo, la previsora Eulogia no ha dejado de recordar que todos y cada uno de nosotros se debe aplicar el refuerzo de la vacuna contra la influenza AHIN1 y desde luego insistió en que es obligatoria para quienes no la han recibido antes, como son: Marce, Paula, Paty, Pascual, Gil, Ricardo y Fer, entre otros.

Quiso convencerlos de que aprovecharan la ocasión para recibirla aquí mismo en el marco de la reunión, pero ellos se disculparon aduciendo que las copas ingeridas de alcohol constituyen un serio impedimento. Así que ya hicieron cita para pasar a que ella misma se las aplique en la clínica donde presta sus muy calificados servicios profesionales. Ya veremos la experiencia de cada uno.

Amigos, estamos empezando el quinto año. Y dicen que no hay quinto malo, así que… ¡a echarle imaginación y ganas! Un abrazo.

Fer -

Como anfitrión me produce una gran alegría celebrar estos cuatro años. Para tí Carlónimo una gran felicitación por tu escritura que es como el curso de un río, a veces suave y majestuosa, otras como un torrente. No pares nunca. Un abrazo

marce -

hola carlonimo muchas felicidades por estos cuatro años espero y te acuerdes de mi te escribi en la segunda edicion es el ultimo comentario.
y que sean muchos relatos mas felicidades!!

Gil -

De mi parte Carlónimo, te mando un abrazo y mi agradeciomiento por todo tu esfuerzo de estos últimos 4 años, tenemos que celebrarlo. El relato de Cristina está como siempre muy exitante. El Servando pobre bato, la quiere pero se pone nervioso y además pues es homosexual. Cuenta más de tu relación con Cristina.

Carlónimo -

El próximo lunes 5 de marzo 2012 cumplo 4 años de estar escribiendo para ustedes. Gracias a todos por su apoyo, del cual dependerá que haya más. Un abrazo.

Carlónimo -

Faltó el link.

http://www.youtube.com/watch?v=0qnZ2ji6REU

Carlónimo -

La súbita llegada de Servando sacó a Rita del ensimismamiento. Miró por un instante a su fornido compañero, le indicó que se acostara y siguió cargando la jeringa con una sustancia rojiza turbia.

Él permaneció muy serio a su lado observándola, se soltó la hebilla, retrajo el pantalón, metió sus pulgares en el elástico de la trusa y la fue deslizando poco a poco mientras se acostaba boca abajo en posición de recibir la puya. Sus erguidas y profusas nalgas se desplegaron completas, rebosantes.

Ella observó la superficie de los dos cachetes, les deslizó con suavidad las yemas de sus dedos y espetó: ¡te siguen inyectando, aquí están las marcas! ¿quién ha sido?

Servando guardó un reiterado silencio. Al sentir el pinchazo evocó los rudos dedos de Artemio que el día anterior lo había inyectado.

Contrastando la delicadeza con que su concubina le hacía entrar la sustancia, recordó el tosco proceso con que un día antes su amante lo pinchaba y lo excitaba frotándole el esfínter rectal antes de meterle el enorme pito, inundarle el coño de caliente esperma y masturbarlo rabiosamente, hasta hacerlo temblar y gritar de enloquecedor placer.

Rita terminó de aplicarle la inyección y viéndolo sumido en sus infranqueables cavilaciones, excitado, tembloroso, ensimismado en una realidad en la que ella no estaba implicada, salió de la habitación en completo silencio. Esa misma noche lo abandonó.

En su nueva realidad, Servando se aferró rabiosamente a Artemio: Lo llevó a vivir en su propia casa, lo colmó de atenciones y se regodeaba paseando con él por la calle, tomados de la mano.

Su vida transcurría de esa manera, hasta que una tarde, estando con Artemio sentados a la mesa de un conocido café “gay” besándose y cachondeando, Servando se quedó súbitamente paralizado, aventó a su amante y permaneció absorto mirando a través de la vidriera: Cristina su encantadora esposa pasaba frente al lugar portando un vestido negro corto, entallado, que se le untaba deliciosamente al cuerpo, remarcando las sensuales formas femeninas.

Sin decir nada se puso de pie y salió corriendo detrás de ella, la alcanzó y le pidió dejar que la acompañara. Cristina lo miró de arriba abajo y siguió caminando sin impedir que él se integrara a la marcha. Lo estuvo escuchando, le permitió explayarse y ante la propuesta de una eventual reconciliación, le dijo: No te puedo responder ahora. Ven, vamos a mi casa.

Al llegar, como en los años más acogedores de su matrimonio, Servando la vio entrar en la recámara y pedirle que le bajara el cierre del vestido. Ella se lo quitó despreocupadamente, se desprendió el exiguo sostén y se cubrió tan solo con una delgada bata en tono coral.

Pasaron a la sala, se sentaron a conversar uno frente al otro. El le dijo que su vida era un fracaso. Ella le contó sus experiencias sentimentales, calificándolas de exitosas y estimulantes. El le dijo que no podía vivir sin ella. Cristina, a su vez, le hizo saber que vivía tranquila y que no le faltaba nada.

Servando, nervioso, se acercó, la abrazó y la besó en los labios. Lejos de rechazarlo, Cristina lo invitó a seguir, diciéndole: Adelante, después de todo, tú eres mi esposo y tienes el derecho de hacerlo; será bueno recordar lo que fue nuestra vida conyugal.

Pasaron a la recámara. Cristina se desvistió completa mostrándole su erótica curvatura y su esplendidez en senos, nalgas y cadera. Se plantó frente a él mirándolo fijamente. Él respiró muy agitado.

La preciosa Cristina se tiró de costado en la cama, montó su pierna derecha en la izquierda y mostraba, palmeándolo de manera intermitente, el abombado glúteo… mullido, brillante, sedoso. Después preguntó al esposo: ¿prefieres verme en la posición en que me inyectaban, querido? Y colocándose boca abajo hacía girar y erguía provocativamente las nalgas ¿Te gusta, mi amor, desearías pincharme? le preguntaba.

Viendo que su marido no reaccionaba, se sentó frente a él, le soltó el cinturón, le hizo retirar la ropa. Viendo el pene flácido, se lo acarició y lo talló insistentemente hasta provocarle una incipiente erección. Luego se tiró de espalda sobre la cama, separó las piernas y le mostró la ardiente vulva. Se acarició ella misma de manera alternada el cabello, los senos, las piernas y el clítoris. Gimiendo, incitaba a Servando para que la montara.

Pero éste permaneció inmóvil, pálido, serio, sus manos mostraron un leve estremecimiento. El pene se le aflojó por completo.

Cristina interrumpió el erótico espectáculo, dirigió una compasiva mirada a su esposo y poniéndose de pie, concluyó: No hay más qué decir ni más que hacer, querido mío. Lo que yo necesito es un hombre… Y por desgracia confirmo… que tú también.

Paty -

Ja,ja, ¿te quedó duda Eulogia? De verdad que te pasas…

Carlónimo -

Querida Paty, entré el lunes pasado para dejarles el relato del hada. Tu experiencia infantil me parece muy buena y excitante. Espero complementarla.

Querida Vero, retomo y continúo tu excelente relato, destacando la fuerte pasión que desata nuestra amiga Eulogia.

“Ninguno de los dos pudo retirar la sensual imagen de su mente en toda la noche. Jorge escribió un poema a una rosa blanca exquisita y virgen, y René hizo una bella pintura de una dama desnuda, perfecta, frágil, maravillosa…”

Y es que no era para menos, después de haber presenciado la erótica escena de Victoria rendida ante la hipodérmica, de haber observado sus elásticas nalguitas juveniles retorcidas de ingente dolor, volvieron a turbarse y se quedaron inmóviles ante la esplendidez del culo de Eulogia, cuyo rítmico bamboleo proyectaba subliminales formas en la escuálida tela sensualmente pegada a ellas.

Los chavos se pusieron muy nerviosos y caminaron detrás mientras ella contoneaba el culo muy coqueta. Y se los llevó así disfrutando la calentura que les producía verla, hasta que llegó a su casa donde la esperaba Ismael deseoso de tenerla.

Al ver a su prometido, Eulogia cayó en amnesia olvidando por completo que los chicos la seguían. Así que se entregó en brazos del novio sin percatarse que la cortina develaba algunas rendijas por las cuales la vieron tumbada en el sofá encima de Ismael, quien le alzó por completo el vestido, le bajó la panty y se entretenía picándole las dos entradas y acariciándole las protuberantes nalgas.

Con su nuevo “look” la preciosa Eulogia lucía impactante. Sus enormes cachetes, muy pálidos y tersos invitaban a la lujuria. El acompasado pataleo y las eróticas oscilaciones del culo hacían temblar a los chicos, los cuales no perdían detalle de la muy excitante escena.

De pronto Ismael se levantó del sofá dejando a su preciosa mujer acostada boca abajo con las nalgas rebosantes y la pantaleta contraida en la parte media de los soberbios muslos. Tomó la célebre jeringa de vidrio, le ajustó la más impresionante de las agujas hipodérmicas, succionó un rojo y denso medicamento, y después de desinfectar el moflete derecho, lo perforó de un rápido movimiento haciéndolo que temblara.

La encantadora Eulogia, habiendo entrado en un estado de total exaltación, ondulaba cada centímetro de su piel, frotaba las palmas de sus manos en el sofá, y teniendo los ojos sensualmente entornados marcaba en su rostro el rictus del deseo. Se contoneaba, temblaba y gritaba al sufrir la invasión de la ardiente sustancia.

Tanto Ismael como los dos jóvenes espías admiraban el colosal trasero de la paciente que se empinaba soberbio, dejando a la vista las excitantes fisuras rectal y vaginal, las cuales se erizaban dramáticamente. Las blanquísimas piernas habían entrado en un desordenado forcejeo, resultante del cruento dolor y de la incontrolable excitación.

Cuando Ismael terminó de aplicar la inyección puso en cuatro a su amada y le embutió la enorme pichancha por vía vaginal. Fue tal el bullicio de la preciosa receptora, que empezó a dar fuertes empellones para hacer la penetración más rápida y profunda. Las enormes y bien esculpidas nalgas rebotaban una y otra vez en los firmes muslos que las enfrentaban.

El desesperado vaivén llegó a su punto más álgido cuando Ismael introdujo su pulgar derecho en el constreñido esfínter rectal, y lo tallaba sin detener las arremetidas del enorme y brillante falo entre los excitantes y excitados labios vaginales, que lo acogían cada vez con mayor deleite.

Llegó el ansiado climax, en el que la preciosa Eulogia contuvo sus rabiosas embestidas y se quedó inmóvil con la mirada perdida, soportando todo el peso de su pareja. Ismael frenó también sus enérgicos embates y sintió correr a toda prisa el abundante caudal de ardiente esperma, que hizo a Eulogia gritar y retorcerse de excitación.

Está de más decir que los tiernos espías quedaron prendados de la belleza y sensualidad de Eulogia, cuyo recuerdo invocaron después confeccionándose placenteras puñetas.

Querida Eulogia, me dio gusto ver tu mensaje. Todos celebramos rumbosamente que te cases y compartimos tu gran alegría.

Sabemos además que eres admirada pero… no te pases, preciosa.

http://www.youtube.com/watch?v=fITkANQlaVQ

Paty -

Hola Vero ¿qué quieres decir conque soy “ética”? Hasta pienso que hablaste con ironía. Oye, el relato de Victoria que escribiste me hizo recordar que cuando yo era casi niña una señora amiga de mi madre me inyectaba y a mi me daba mucho miedo pero igual mucha pena que me viera mis nalgas. Era muy severa y me ordenaba: acuéstate niña, quieta, no te agites, no endurezcas la nalga. A mí lo que me horrorizaba era el instante que me clavaba la aguja. Es que la hacía cardiaca. Me acostaba, me descendía la panty y hasta ese momento se ponía a llenar la jeringa y yo con todas las nalgas asomadas. Me acuerdo que se me ponían heladas y me ponía a temblar de frío y de miedo.

Me quedaba bien quieta y callada pero bien tensa y no lo podía evitar por más que me resolvía no hacerlo, que gritara apenas sentía la puntita de la aguja penetrando. A veces hasta me tapaba la boca con las manos pero ya en el instante que sentía que la aguja me perforaba la nalga no me controlaba y mandaba el grito recio. La señora se enojaba mucho y me regañaba porque decía que le provocaba susto. Luego ya no gritaba pero con mis nervios iba alzando la cola poquito a poco y yo no me daba cuenta hasta que la señora gritaba “que te bajes, sosiégate, no alces, no alces la cola”. Pero es que yo sentía que levantando el culo me dolía menos. Eran unos nervios horribles hasta que ya sentía que me estaba frotando con el algodón y empezaba a relajarme.

Luego, cada vez que veía a la señora sentía mucha pena de mi conducta, me acordaba cuando me estaba inyectando y que ella me regañaba. También me daba mucha pena saber que ella me había visto las nalgas. Cuando oía que llegaba la señora a mi casa, por otras razones distintas de inyectarme yo me escondía hasta que ella se fuera.

Carlónimo, no has entrado en esta semana, ya se te extraña.

Verónica -

La madre de Victoria llamó puntualmente al doctor Pablo, para confirmar si esa tarde podría asistir a su casa a aplicarle la segunda inyección a su hija, sin embargo, y a pesar del ansia de volver a ver tan suaves y tentadoras carnes, Pablo confesó que iba a estar ocupado el resto del día, mas le ofreció el gentil servicio de una enfermera con mucha experiencia, que de hecho, era reconocida por toda la ciudad por su habilidad para aplicar todo tipo de medicamentos vía intramuscular, la madre aceptó gustosa portándose con su hija sospechosamente amable y cariñosa.- “Deseas que te traiga algo?”, le decía, “báñate para que estés a gusto”, “¿Qué se te antoja de comer?”.

Más tarde, habló al colegio donde Victoria estudiaba, para reportar su ausencia durante un par de días. Y la noticia corrió como pólvora.

Cuando René y Jorge se enteraron de que la dama más bella de entre sus colegas, se encontraba en cama debido a una fuerte infección estomacal, se preocuparon, y pensaron en llamarle, estuvieron un día entero maquinando la forma de armarse de valor para desearle una recuperación pronta, René llamó a casa de la hermosa chica, su madre atendió la llamada:
“- Buenas tardes, ¿se encuentra Vicky?, Habla uno de sus compañeros de clase: René”
“- Hola, muchachito, pues si se encuentra, pero está enferma y algo débil, por el momento no puede atenderte, pero si gustas, puedes dejarle un recado”.
“- Si, pues solo quería saludarla, desearle que se recupere pronto, y ponerla al día con las tareas, quería visitarla… bueno, ya será otro día”
“- Ay, ¿para las tareas? Claro que si puedes venir, eso me agradaría mucho para que no se atrase con la escuela, pero será mejor después de las 4, porque a esa hora vendrán a ponerle una inyección”
“- Bueno, por allá nos vemos, gracias Señora, es usted muy amable”

El corazón de René y Jorge latía a mil por hora, no hallaban que hacer para matar el tiempo antes de las 4 de la tarde, y es que la posibilidad de ver al menos los restos de la inyección, era tan atrayente, quizá podrían ver el moldeado cuerpo sometido a tan feroz remedio.

Y así, al punto de las 3:30, corrieron al domicilio de su bella compañera, siguiendo una estrategia: se escondieron detrás de un árbol, esperando a la persona que tocaría el timbre, y al punto de las 4:00, llamó a la puerta una esbelta mujer de vestido floreado y generoso escote, sus grandes nalgas casi traspasaban el vestido, y la vista de sus piernas, era en realidad una sensación intensa, tan tentadora, tan linda, atlética. Llevaba el cabello en unas traviesas ondas que enmarcaban su rostro, haciéndola aun más sensual. En una mano sostenía una bolsa de mujer, y en la otra un maletín médico.

Los amigos decidieron guardar silencio y esperar, con los movimientos temblorosos y los latidos del corazón aumentando a una velocidad impactante. Escucharon que se abrió la puerta, y la mujer se presentó: “Buenas tardes, mi nombre es Eulogia, y me mandó el doctor Pablo, para aplicar una inyección. ¿Dónde está nuestra joven paciente?”, dijo con tono un tanto malicioso. –“Buenas tardes, pase, póngase cómoda. Victoria está en su recámara, le suplico que sea paciente y discreta, pues no quiere aplicarse la medicina, y no sabe que ha venido usted, iré a avisarle”. Respondió la madre.

René y Jorge buscaron la forma de espiar por una de las ventanas de afuera, ya que afortunadamente, las cortinas de la sala y las recámaras, estaban abiertas…

Eulogia asintió con la cabeza, preguntando por la ampolleta, y al recibirla, puso su maletín en la mesa del comedor, sacó cuidadosamente su preciada jeringa de vidrio ya limpia y esterilizada, y en seguida un estuchito con varias agujas de diferentes dimensiones y calibres, y escogió una muy larga y filosa que brillaba con el movimiento. Entonces la colocó en la jeringa, y comenzó a golpear el medicamento verdoso que parecía sólido de tan espeso que era, y cargó con dificultad la jeringa, dando golpecitos de vez en cuando a la aguja porque se dificultaba pasar la sustancia. A lo lejos se escuchó un grito y un lloriqueo dramático: “-Mamá, te dije que no me iba a inyectar mas, te lo advertí, no lo haré, ya me siento bien, déjame, vete”. “-Mi vida, es por tu bien, y ya llegó la persona, por favor no me hagas una escena”.

Eulogia dijo que tenía mucha experiencia en casos difíciles, de niños y adolescentes necios, y que preferiría estar sola al aplicarle la sustancia. También pidió un trozo de algodón y alcohol, y puso todo en su clásica bandeja plateada.

Jorge y René observaban la escena, con los ojos salidos de sus órbitas, y percibiendo el excitante olor del alcohol, de la sustancia, del suplicio, sonriendo nerviosamente con la rabieta de Vicky, respirando lenta y silenciosamente, con la erección a flor de piel, con la emoción apretujándoles las entrañas. Eulogia entró al cuarto de Victoria, y la encontró con una cobija cubriéndola por completo, incluso el rostro, se escuchaban sus sollozos.

“-Mira chamaquita, va a ser rápido y es por tu bien, a ver, te me quitas esa cobijota, ándale, rápido” le dijo mientras empapaba el algodón con el alcohol y le retiraba la cobija parcialmente. Victoria obedeció, se quitó por completo la cobija pero permaneció acostada boca arriba con un ligero temblor en las manos, y en su carita tan linda, se dibujaba tremendo terror, especialmente a la vista de semejante jeringa que parecía de juguete.

“- Te me volteas, bájate el calzón, que no tengo todo el día”. Dijo autoritariamente, intentando voltear su frágil cuerpecito sin éxito. Sin embargo la niña se dio la vuelta por temor a ser reprendida, pero no se descubrió las nalguitas, solo las endureció lo mas que pudo, y entonces, de un solo movimiento brusco, Eulogia le bajó el pantalón y los calzoncillos de un solo movimiento, hasta la mitad de los muslos, causando en Victoria un temor incontrolable.

Jorge y René estaban hipnotizados viendo la escena: Jamás se imaginaron que esa chica tuviera unos encantos tan perfectos, suaves, blanquísimos, grandes, firmes, parecía un sueño, la pintura de una sutil rosa intocable. Los lloriqueos de ella, le añadían una sensualidad especial a la escena, tan digna de un recuerdo permanente.

-“Ya cállate, escuincla, y relaja la cola”, dijo Eulogia al tiempo que le profería unas nalgadas tan fuertes que se escuchaban desde afuera. –“A ver en que nalga te toca el piquete?”. Victoria señaló su nalguita izquierda, de inmediato, Eulogia desinfectó el cachete izquierdo una y otra vez: -“ay va, relaja, relaja”, le decía mientras le acariciaba sus partes íntimas.
-“No señora, porfavor… ya me relajo, ya” decía llorando la creatura, y entonces, Eulogia introdujo la enorme aguja en la nalga derecha de la niña, causándole un dolor impresionante: -“Aaaaaaaa me tocaba en la otra pompa, señóraaaa”. Eulogia lo sabía, y parecía sonreír ante la dolorosa escena, entonces comenzó a aplicar la medicina de una forma tan lenta, con un disfrute absoluto, le daba nalgaditas en el otro cachete, le tocaba los muslos, encontraba el clítoris. Victoria no dejó de llorar hasta que la aguja fue retirada, y el largo y provocativo masaje no se hizo esperar. –“¿Ya ves, escuinclita? Que rápido, y ni te dolió” Le dijo al tiempo que le profería una potente nalgada en el sitio de inyección.
“Nos vemos mañana, tesoro”.

René y Jorge estuvieron varios minutos sin moverse: Victoria seguía con las preciosas nalguitas al aire y sollozando quedamente, sus manitas se movían lentamente y trataban de sobar la punción. Los chicos desearon ayudarle, pero era más que imposible, así que decidieron retirarse a sus respectivas casas. Ninguno de los dos pudo retirar la sensual imagen de su mente en toda la noche. Jorge escribió un poema a una rosa blanca exquisita y virgen, y René hizo una bella pintura de una dama desnuda, perfecta, frágil, maravillosa…

Verónica -

Doña Eulogia: ¡Que milagro!... Muchas felicidades por su boda. Estuve pensando en el préstamo que me pidió y pues francamente no creo que él acceda, si lo hace, no puedo hacer nada, pero estamos haciendo nuestra relación más sólida, y creo que él lo respetará… Ya veremos que dice… Y pues agradezco la invitación a su boda, espero que no sea “de dientes pa afuera”, y pues a ver si logra atraparme para “picarme mis nalgas” jaja… Saludos, pilla…. Por cierto, hablé con Jorge y René, y me contaron una anécdota fascinante… más adelante la incluyo…

Paty: Mira la fiereza con la que defiendes al buen Carlónimo, mis respetos para ti, pues eres muy ética… Un abrazo, saludos…

Paty -

Eulogia, está muy bien que te cases porque a tu edad ya te hace mucha falta, a ver si asi se te quita lo coscolina. Pero por lo que veo es al revés tus desfiguros van en aumento. A mí me parece una traición lo que quieres hacer a espaldas de Ismael y no estoy de acuerdo que involucres a los chicos del blog y menos a Carlónimo que además estoy segura de que no se va a prestar.

Eulogia -

Pues claro que me caso Gil y de blanco ¡Faltaba más! y con una gran fiesta a la que voy a invitarlos a todos, pero antes quiero tener una despedida de soltera con cada uno de ustedes: contigo y con los demás caballeros del blog ¡hasta contigo Antónimo y tu “potente dureza”! esperando que Vero te deje, no creo que te lo niegue. Con Carlónimo será muy especial ¿o no, mi relator estrella? Un fin de semana completito tu y yo solitos, y sin pedirle permiso a nadie. Vamos a dejar que reviente toda nuestra pasión. Yo voy a picar las nalguitas de todos, pero sólo a tí Carlónimo te voy a permitir que me piques las mías, y en todas las formas… querido. y quiero que les cuentes a todos lo que pase entre nosotros, con un gran relato de esos con muchos detalles que tu haces, en el que describas todo, pero todo lo que ocurra en esos días de mi despedida contigo. Pónganse de acuerdo todos los chicos en cuanto a su turno ¡suertudotes! pero Carlónimo será el último, mi platillo fuerte.

Ah! y CHIN CHIN el que le diga algo a Ismael!!

Verónica -

Hola, chicos…

Carlónimo: Gracias por la retroalimentación tan estimulante. Ciertamente me siento como pavorreal, pero sé que para ser la estrella del año (que tú eres y serás siempre) me falta un largo trayecto por recorrer.
En cuanto a tus relatos, déjame decirte que cada día, me dejas con el ojo cuadrado: siempre tienes algo nuevo, diferente, y original, con la característica impresión de sensualidad que le matizas con gran fervor. Me fascinan los relatos de Alma (¡Qué mujer tan rebosante de pasión, tan intensa, tan desinhibida), y su familia, que suelen ser perturbados por la hipodérmica de Eulogia. Concuerdo con el hecho de que las inyecciones estuvieron de moda, y eran los métodos favoritos para cualquier malestar o incluso prevención, y motivo de tantas anécdotas desagradables, como la gente que se aprovechaba sin piedad, y que nos ha causado un trauma que hubo que revertir: ahora resulta un gozo aquel martirio de antaño y que mejor que con la erótica y despiadada Eulogia. En cambio, las experiencias de Marina, me llevan a un pasaje de aguas tranquilas y relajantes: es como estar en casa, y claro, es fascinante el erotismo adicional que ya es tu sello: la descripción tan atinada de su cuerpo, de su inyección, del retozo… me llevas al éxtasis, mi querido… y finalmente, mi favorito es el relato del hada… quedé pasmada: en completo ensueño, fue mágico, tiene tantos contextos e interpretaciones, es tan hermoso, tan sublime, majestuoso. Gracias

Antónimo: Describiste aquel día con lujo de detalle: ¡Que bárbaro!, no sé por qué te enojas, si bien que tú estabas coqueteando con las chicas… ¿Crees que no me fijé en las miradas y las sonrisitas que le brindabas a la chica rubia de la mesa de enfrente? Poco te faltó para sacarla a bailar, y yo tengo la culpa porque todo te perdono… Y luego llegando a nuestro hotel (después de la locura del auto), ay vas de nuevo a quitarme la ropa y restregarme tu “potente dureza”, que no tardó demasiado tiempo en volver a entrar en mi… tú no tienes llenadera, mi estimado… Pero te adoro, me encantas, y extraño inyectarte. ¿Me dejas ponerte unas vitaminas?...

Hilda y Gil: Muchas gracias por no abandonarnos, esperamos verlos mas seguido.

Gil -

Carlónimo cómo estás, yo sigo leyendo tus relatos que me gustan mucho. Este sobre el hada que cabas de escribir está fabuloso. No se como se te ocurren estas cosas, o hay algo real edn todo esto? Se te ve tan convencido de lo que dices que yo siento que hablas de algo común, algo que se ve ccomunmente ¿lo es? Es muy difícil entenderte a ti como persona pero es muy interesante todo lo que escribes. Me gustaría un nuevo relato sobre Cristina, porque ella es para mi una mujer muy erótica. Saludos a todos y ¿siempre si se casa Eulogia?

Carlónimo -

Ver la noche es algo reconfortante; observar la luna y concentrarse en sus misteriosos detalles denota cierta clarividencia; descubrir una brillante estrella que se aproxima y esperarla con impaciencia es estar en vías de alcanzar la más fascinante trascendencia.

En tales circunstancias, no es difícil que te visite un hada. Que te sonría graciosa, que entre con gran confianza por tu ventana, que purifique el íntimo espacio con su varita mágica; y se siente a tu lado, muy cercana de ti, para satisfacerte.

No te inquietes, no vaciles, déjala actuar con entera libertad, que no se sienta amenazada o rechazada. Mantén la calma, aún a sabiendas de que estás viviendo la más extraordinaria y comprometedora experiencia de tu vida.

Si sólo te habla, escúchala; si te pregunta responde lacónicamente; si te toca ofrécele tu cuerpo entero. No te sorprendas si ella empieza a hacer todo aquello por lo que tú habías estado suspirando: lo más extraño, inaudito, inconcebible.

Podría fijar sus bellos ojos en tus pupilas, acercarse lentamente a ti, acariciar tu rostro y besarte, primero con suavidad, después con intensa pasión, inmersos en un cúmulo de multicolores estrellas. Si la miras en ese preciso instante observarás que sus ojos están tiernamente cerrados. Con ese beso de amor se establecerá un vínculo indisoluble entre los dos.

Cuando esto ocurra podrás empezar a tocarla. Primero tomarás sus manos, ascenderás por la suave planicie de sus brazos, el cuello, la espalda. No te apresures, sólo abrázala y dile que la amas, que has esperado ese momento por mucho tiempo.

No te sorprenda que se acueste sobre tu pecho, que se desvista y puedas apreciar la perfección de sus nalgas, la tersura de sus muslos. Si lo deseas podrás inyectarla, pero ten en cuenta que la alta energía contenida en el cuerpo de las hadas se aglutina en el filo de una aguja hipodérmica cercana, produciendo como en las estrellas “súper nova”, una altísima densidad atómica. Por esta razón ella sufrirá un dolor espantoso al ser inyectada. Es explicable que la observes gritar, revolcarse y suplicar que no la lastimes.

Pero debes saber que el grado de dolor que ella sufre al ser inyectada, es equiparable a la intensidad del placer que a ti te producirá empujar con suavidad el émbolo de la jeringa y contemplarla. Ella lo sabe y por esa razón soportara el martirio cruento. Finalmente, reposará y dormirá muy tranquila en tus brazos. Entonces serás eternamente dependiente de ella, la desearás para siempre.

Si el hada te abraza e inicia contigo un delicioso juego erótico te sentirás felizmente realizado. Podrás acariciarla con entera libertad y entrarás al umbral del más traspasador placer jamás sentido ni imaginado por hombre alguno. Copular con un hada es lograr el deleite carnal supremo. Ningún hombre que lo haya probado podrá describirlo, pero será eternamente dependiente de ella. Y eso mismo ocurrirá contigo.

Quien haya disfrutado el amor de un hada se verá distraído, taciturno, incapaz de fijar compromiso alguno. Vivirá tan solo extrañando aquellos instantes supremos que su cerebro jamás podrá recrear y que lo mantendrán de por vida conectado con ese ser extraordinario.

Amar a un hada y establecer una relación definitiva con ella, es vivir de verdad y hacer trascender tus días terrenales. Ella acudirá a tu lecho, dormirá sobre tí, hará realidad tus sueños y cumplirá tus más caprichosos deseos.

http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1&v=4f4yIznlQvE

Carlónimo -

Gracias Pascual, me alegra que estés siguiendo los relatos. Participa.

Querida Hilda, por eso te extrañaba tanto, tú me entiendes y entiendes lo que busco. Gracias por permitirme ser tu amigo.

A todos mis amigos, gracias. Sus comentarios me hacen ver que están en la misma “frecuencia”. Ustedes me ayudan a fijar el rumbo y a no perderme. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.

http://www.youtube.com/watch?v=hvpBQcrU9gk

Hilda -

Vero, estoy de acuerdo con Carlónimo de que te has superado mucho en tus relatos y que son muy buenos. Llevas la sensualidad en tus venas. Pero escribe más seguido.

Paty, gracias por ofrecerme tu amistad, tu también eres muy buena chica, me encanta tu claridad de ideas, tu sinceridad y tu apertura.

Antónimo, eres muy oportuno en tus comentarios y creo que han sido la base para muchas de las reflexiones que aquí se hacen. Además tienes una forma muy optimista de ver la vida, como que al escucharte mejora mi ánimo. Pienso que como tu lo haces es muy recomendable tomar la vida hasta cierto punto en broma. Yo creo que eres un gran personaje en el blog, del que inexplicablemente poco se ha hablado.

Carlónimo, de ti qué puedo decir pues sigues siendo el motor de todo este gran relato y me parece que no lo llevas al azar sino siempre dirigido a que la vida hay que disfrutarla, sin excesos pero también sin prejuicios. Por eso creo que manejas escenarios encontrados como el del enamoramiento de Elisa y Angel, el novio de su hija. Son cosas que a primera vista podemos condenar asi con frialdad pero que son humanas y por lo tanto dignas de consideración. Además del fino erotismo que despliegas en ello. También el relato de los amigos tiene detalles muy eróticos como el “inocente jueguito” que los adolescentes practican picándose las nalgas con una varita y que los lleva a vivir un escenario mental mas profundo con relaciones sexuales que son reales pero que no lo son en cuanto a su ánimo, y que finalmente los “golpea” en su encuentro posterior cuando ya están casados. De Alma ya conocemos sus desplantes y la aperetura que tiene al gozo y al disfrute carnal; sin embargo como siempre nos das un plus y una sorpresa con esos “instintos” de agresividad hacia los hombres, ya sean justificados o no por sus vivencias y desgracias infantiles. Me impresionó la historia. Y de Marina, sigues profundizando un enclave emocional que colinda con lo parapsicológico, muy interesante, pero además siento que tú por alguna razón vives esa historia intensamente. Además del tinte erótico que le imprimes creo que manejas sentimientos muy profundos de amor y valores.

En resumen Carlónimo, leerte es entrar en un templo de profundos sentimientos, escenarios inverosímiles y placer sexual intenso. Como siempre mi reconocimiento y gratitud. Y que bueno verte tranquilo y positivo.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿”Tons” qué, mi Vero?

“Me hiciste revivir esos momentos tan lindos. ¿Recuerdas como al sacar la hipodérmica te lanzabas como fiera sobre mí? Ni me dejabas tiempo para reponerme. ¿Recuerdas como cambiabas de posición desesperadamente, frotándote como desesperado?. Eres el mejor amante que he tenido… Te extraño.”

Por eso ayer que fue el “Día del Amor y la Amistad” nos fuimos a bailar al “Mambo Café” ¡te mueves delicioso, mi vida! Y cómo tallas…

Cuando te levantaba y dabas una vuelta de campana sobre mi lomo ¡guau! todos los chavos estaban con los ojotes bien abiertos porque con esa faldita que llevabas se te veían los choninos. Y luego, las piernotas. Y yo ahí espantándote las moscas porque… ¡ya no hay respeto! Están viendo que andas conmigo y se te acercan y te hacen guiños y hasta te quieren pedir tu teléfono. Y luego tú que ni disimulas, eres una coqueta incorregible, canija.

Así que salí medio sentidón y ya en camino pues tú riendo y yo con la jetota. Pero cuando me empezaste a dar besitos mientras yo manejaba; y luego que te me untabas como gatita; y cuando me pusiste la mano en las piernas y la fuíste subiendo, poquito a poco. Y mientras me decías ¡No hagas panchos mi Antónimo! Que me agarras el pilín y viéndolo que estaba ya bien fornido que me abres la bragueta y lo aprietas con fuerza y me lo tallabas. Y yo manejando: que la luz verde y que la roja y que el “tamarindo”; y los ojos me daban vuelta como ventanitas de máquina registradora antigua. Y ¡ya “tate” Vero! ¡”Ora” que vamos a chocar, no respondo” Y tú frótele y frótele… bien gruesa. Y ¡ay carajo! Que ya se me venía ¡No la chingues, mi Vero que nos vamos a embarrar, pero con todo y camioneta! Y tú: ¡Ni madres! Ahora te jodes por “rejego” y por berrinchudo.

Desesperado, que me “orillo p’a la orilla” y que te agarro de las nalguitas y ¡ahora sí canija, me respondes aquí mismo porque me respondes! Y tú, espera Antónimo que ahí vienen unos transeúntes. Y yo, ¡Qué transeúntes ni que la mano del muerto! Y que acuesto el asiento y te empino a todo lo que dabas en ese momento.

Y yo viendo tus poderosas nalgas bien paradas que te las pico hasta el fondo y tu vaginita ya bien mojada me hizo dar un patinón que el tolete tocó fondo. Pinche “alaraca” la que armaste: ¡Antónimo, que nos van a ver, que nos van a llevar a la delegación, que el “alcolímetro”
Que… te estés quieto, que… así despacito pero tápame un poquito las nalgas con tu chamarra, que… ¡Ay Antónimo, bueno… pero rapidito! Que… mejor más despacito ¡Antónimo, Antónimo, ay mi vida, qué rico, así, tállame duro, eso, eso, perfórame, uy, uy, uy, ¡ya me vego! Antónimo, ese mi Antónimo. Así me gusta, que me dobles, que me domines, que te salgas con la tuya ¡Antóooooonniimmooooooooooooo!

¿Qué tal, no que no, mi Vero?

Luego les cuento lo que escribió la Alessandrini.

Carlónimo -

La tierna figura de pantaloncillos cortos corrió hacia mí desde el fondo del pasillo; sus agudos grititos: ¡papá, papá! me hicieron trepidar los oídos. Me colgué la toalla en el cuello y extendí los brazos para cargarlo y sentir sus manitas que me frotaban el pelo.

En turno apareció ella caminando muy garbosa, sonriente, preciosa… Se acercó, me empalmó sus frescos labios y me dio una tierna nalgadita diciendo: ¡lo traes loco y no hace más que hablar de ti, Carlónimo!

Apeando al niño abracé a la madre. El tibio embrujo de su cuerpo me hizo recordar los intensos contactos de amor con que habíamos invocado la llegada de Carlitos. Caminamos abrazados para alcanzarlo justo al borde de la piscina.

Nos apuró a entrar en el agua, a ponerlo en medio de nosotros y a contemplar sus conmovedores esfuerzos de nado, cuyo éxito consistió tan solo en empaparnos y hacernos reír a carcajadas.

Así pasamos el día con un halo de paternidad sobre nuestras cabezas. Los breves lapsos en que Carlitos hacía la siesta, Marina y yo nos tomábamos de las manos y nos contemplábamos en silencio. Teníamos temor de que aquellos momentos tan significativos se disiparan.

A las 6 de la tarde solicitamos en el hotel la asistencia de una niñera y nos preparamos para salir a disfrutar juntos. Marina dejó la regadera, terminó de secarse, se retiró la toalla y me ofreció el magnífico espectáculo de su cuerpo que marcaba con cada movimiento la deliciosa plasticidad de sus formas.

Concentrado en la contemplación de sus excitantes nalgas, sentí el deseo irrefrenable de montarlas. Marina interrumpió mi ensueño diciéndome: Carlónimo, por favor inyéctame, debo aplicarme algunos reconstituyentes. Me entregó lo necesario, hincó las dos rodillas en cama, se empinó dramáticamente y fue descendiendo poco a poco el culito, haciendo que sus cachetes lucieran suaves, esponjados y tersos.

Fue un momento supremo: Mis manos sostenían la jeringa ya preparada; su cilíndrico depósito ostentaba la ambarina sustancia algo chiclosa lista para ser inoculada; la aguja destellaba su afilado corte transversal que le permitiría lacerar la elástica nalga, la cual, a pesar de estar amenazada, permanecía tranquila, dispuesta. La actitud de Marina me hizo recordar que cuatro años antes, cuando la iba a inyectar entablamos el siguiente diálogo: “¿te causan temor las inyecciones? Ella dijo: no, nunca me han asustado, de niña me inyectaron mucho y, tal vez por eso me acostumbré a ellas.”

La situación no había cambiado, ella permanecía en completa calma, esperando muy relajada el pinchazo. A la sazón me decía: Recuerdo cuando me inyectaste por primera vez, estabas nervioso, te sentía muy excitado. Y no has cambiado, mi vida, ahora estás igual, te calienta mucho inyectarme y te comprendo.

Recuerdo que en aquella ocasión estabas tan excitado que tu eyaculación fue soberbia, impresionante. No sabes cómo disfruté la extraordinaria explosión de semen que saturó mi estrecho reducto. Estaba segura de que me embarazarías y así sucedió, no pudo ser de otra manera. Yo no se si te diste cuenta pero, de la gran cantidad de esperma que me depositaste, ni una gota regresó tras el coito. Retuve la totalidad de tu leche. Tu pene salió de mi vulva prácticamente seco. La legión de espermatozoides me vulneró de inmediato el óvulo. No se cómo no tuve mellizos o triates… ¡fue un verdadero milagro, Ja, ja, ja, ja!

Su serena actitud acrecentaba mi deseo. Dirigí la hipodérmica al punto seleccionado y la sentí correr dócilmente hasta que marcó el sensual hoyuelo en el glúteo izquierdo. Nunca había visto unas nalgas tan relajadas, tan ajenas al miedo, tan receptivas de la ardiente sustancia. Marina prosiguió su relato: Cuando terminaste de inyectarme percibí como ahora el temblor de tus labios, la agitación de tus dedos, el creciente redoble de tus latidos, el acuoso brillo de tus pupilas, la convulsión de tus palabras, el desorden de tus ideas.

Extraje de un tirón la aguja y me quedé contemplando el minúsculo hoyuelo del que no brotó ni sangre ni el reflujo de la sustancia, pues no había rigidez en aquel glúteo. Marina se empinó ofreciéndome su culito. Con las nalgas dramáticamente distendidas, mostrándome al unísono las dos entradas, me dijo: penétrame, házme tuya, reconozco que tu ardor me ha contagiado. Las inyecciones no me asustan, pero después de conocerte y de recibirlas de tus manos, me excitan demasiado.

Ahora estamos igual, méteme el pito ¡mételo ya! Todo… en profundidad. Sentir tus manos en mis caderas, el ir y venir de tu miembro, el ritmo de tu respiración, el rudo golpeteo de tus cojones en mis nalgas: Me vuelven loca, me dejan indefensa.

Evocando la relajada disposición de sus nalgas, su indiferencia frente al pinchazo, la tranquilidad de su conversación, me llené de ella sin saber lo que más me calentaba. Con la sangre hirviendo en las venas y un agudo cosquilleo por todo el cuerpo, me sentí incorporado en un estrecho túnel donde no había más que aquellas preciosas nalgas que se me entregaban con euforia. El creciente jadeo de Marina me envolvió y me fue llevando al clímax. La abracé desesperado; nuestros gritos y expresiones de placer se confundieron.

Después… seguimos amándonos, nos fuimos a festejar en un ambiente muy romántico. Abrazados, inmersos los dos en una misma aura, seguimos la música, compartimos nuestras caricias y pensamientos. Con la respiración participada y agitada nos mirábamos y queríamos fundirnos en un solo cuerpo. Nuestra euforia presagiaba el intenso encuentro que habríamos de tener más tarde.

Tirados en la cama parecíamos librar una lucha grecoromana. Con la camisa abierta, una manga levantada, la trusa jaloneada y replegada hasta medio culo, Marina me tenía inmovilizado, me tallaba el pelo y lengüeteaba mis orejas. En tanto, yo le tenía replegado el vestido y le metía desesperadamente una mano por debajo de la panty, tallaba su espalda, mordía sus labios, acariciaba sus piernas y le frotaba el cuerpo con mi pene.

Yo resoplaba, ella gemía, queríamos concretar una posición pero no dejábamos de revolcarnos, hasta que me escabullí, la puse de costado, terminé de replegarle la panty y la vista de esas preciosas nalguitas muy blancas y tersas, enmarcadas por el retorcido vestido me hizo buscar la entrada rectal.

Separé los redondos cachetes, froté el glande para lubricar el botoncito y lo vulneré lentamente, por etapas, animado por los gritos de apasionado deleite que iban en aumento y que se convirtieron en acompasado jadeo cuando, consumada la entrada, establecimos el suave vaivén. A la estimulante vista del transgresor falo que entraba y salía por el estrechísimo orificio rectal, me invadió el calosfrío, mi cuerpo quedó trabado y descargué a borbotones el espeso y cálido botín, que hizo a Marina temblar y gritar de euforia.

En ese contexto de cálido deseo pasamos la noche abrazados, amándonos recurrentemente, deseando eternizar nuestra relación.

A las 8 de la mañana volvimos a hacernos cargo de Carlitos, yo me fui con él a la alberca y Marina se quedó un rato más en la cama. Una hora después regresamos a la habitación y viendo que Marina se duchaba le pasé de una vez a Carlitos. Quince minutos después acudí a recogerlo con una toalla, pero ya no había nadie, la bañera estaba vacía y seca. Sentí un fuerte estremecimiento, con la mirada perdida me senté en la cama.

Sólo acerté a recoger mis cosas dispuesto a alejarme del lugar. Cuando llegué a la administración pedí la cuenta y que me incluyeran el importe del servicio de nana. El empleado me miró con sorpresa, tomó el teléfono, indagó, volvió a mirarme con curiosidad y concluyó: No señor, no me reportan que usted haya solicitado ese servicio.

Liquidé la cuenta y salí muy confundido del lugar. Estando a punto de subir al coche me alcanzó una joven a quien identifiqué de inmediato: Era la fotógrafa del bar ¡Su foto, su foto señor! Ayer ya no lo alcancé.

Miré perplejo la foto y sentí un fuerte espasmo. Aparecíamos los dos sentados a la mesa. Marina muy guapa, mostrando su preciosa sonrisa, me abrazaba.

Pascual -

Vaya fémina!! Muy buenas tus historias Carlónimo escribes con un estilo muy original, al verlas en cualquier sitio se sabría que son tuyas. Hostia!! Sigue escribiendo.

Carlónimo -

Pues sí querida Paty, pienso que es muy prudente mantener vivo el deseo y la admiración de nuestro cónyuge, pero en ausencia de una moral básica no habría vida civilizada. Lo importante es no llegar a los extremos, que son: abusar del instinto; o hacer de la moral un simple yugo.

Querida Vero

Qué deliciosa sensualidad manejas en tu más reciente relato. Me encantó. Me ha parecido no solo ver sino hasta sentir a la preciosa niña revolcarse en la cama con la ruda hipodérmica incrustada. Todo el dramático esfuerzo de su culito lo plasmas de manera clara y expresiva. El final es muy sugerente: ¿planear una cita en la casa del médico? Cualquier cosa nos podemos imaginar

¡Mi más sincera felicitación! De cuando llegaste a la fecha, has avanzado una barbaridad. Eres sin duda la estrella del año.

Voy a contarles algo ¿Recuerdan que les prometí conversar con Alma, la hermana de Elisa? Pues ayer estuve con ella, nos reunimos en un bar. Les comparto lo que fue nuestra conversación.

Alma, muchas gracias por aceptar mi invitación, por ti no pasa el tiempo, estás preciosa.

Carlónimo, yo no podía perder la oportunidad de salir contigo, pocas veces hemos podido estar juntos.

“Mujerón” es la palabra para describir a tan bella dama, de rostro altivo, desafiante, tez muy blanca, cabello oscuro rizado, busto espectacular, cintura estrecha, piernas y nalgas hipnotizantes… Que maneja una fina ironía. Que se ríe de todo: de ti, de la vida, de sí misma.

Acorde con el sitio en que nos encontramos (un soleado pent-house acogedor estilo americano) ella porta un vestido sobrio, claro, corto, algo entallado. Sentada frente a mí cruza la pierna de manera dramática, lanzándome el reto de aguantar sin desfiguros la vista de sus desquiciantes muslos.

Sugerente, toma su copa, la emplaza entre los labios, da un breve sorbo, me mira con curiosidad y añade: “Tú dirás en qué te puedo servir… guapo”. Nada más apartado de la realidad, preciosa Alma, yo no me sirvo de ti, sólo quiero que platiquemos con calma y en confianza. Mis buenos amigos del blog te admiran y desean oírte.

Te habrás percatado de que tanto tú como Elisa, Stella, Nayeli y Eulogia, son personajes muy reconocidos que despiertan el interés de los lectores. Ante todo quiero agradecerte a ti en particular (con las demás ya lo hice) la confianza de permitirme que te incorpore en los relatos. Pero en tu caso ha faltado la comunicación directa, por eso te invito a que nos comentes un poco acerca del entorno familiar, cómo ves tú a cada uno de los personajes, cómo te ves a ti misma, cómo disfrutas de las inyecciones y de las lavativas.

Pues mi hermana Elisa y yo crecimos en un ambiente de rigurosa medicación. Nuestros padres, siempre preocupados por nuestra salud eran devotos seguidores de los avances médicos. Y como en nuestros tiempos las inyecciones intramuscular se pusieron de moda, pues entonces ¡a darle! Nos tupieron de ellas, siempre en el contexto familiar antiguo, en el que los padres disponían y en su afán de proteger llevaban a los hijos a padecer dolor, humillación y hasta abusos sexuales por parte de personas oportunistas (incluídos los doctores) que aprovechaban la circunstancia para satisfacer sus más bajas pasiones.

Qué te podría contar… pues de todo, a mí que desde niña fui piernuda y nalgona, me asediaron como no tienes idea. Pero a Elisa no le fue mejor, ella es flaca pero tiene su “sexapil”. Cada mes, a las dos nos llevaban al doctor, un hombre calvo, panzón con dedos pequeños y regordetes que recuerdo con horror bajándome la pantaleta, poniéndome sobre sus piernas y “revisándome” todas mis partes íntimas.

Yo me di cuenta y padecí tanto el dolor como la humillación de que me desvirgara metiéndome su horrible dedo en la vagina. Fue una experiencia horripilante de la que no quiero contarte detalles porque sería extremadamente morboso hacerlo. Con las piernas bañadas en sangre y mi fe desgarrada entendí a lo que puede llegar un “hombre” sin escrúpulos. Desde entonces juré no unirme de por vida a ninguno.

Poco después me di cuenta de que las mujeres eran también muy peligrosas. Una tarde familiar de esas de inyecciones y supositorios, Eulogia colocó a mi hermnana Elisa en posición de perrito sobre la cama, le insertó una cánula en el culo y mientras le hacía entrar el agua le empezó a excitar la vulva hasta que la desvirgó y la hizo llorar desconsoladamente. Recuerdo a mi hermanita con el uniforme escolar replegado hasta la cintura tratando de escapar de las férreas manos de Eulogia quien, lejos de alarmarse por lo que había hecho, la jalaba, le sonaba fuertes nalgadas y todavía la regañaba diciéndole que no fuera cochina, que estaba toda sangrada debido a su propia calentura y que se dejara secar la cola.

Esos recuerdos son indignantes y traumantes pero ya quedaron atrás y debo confesar que pasados los tragos más amargos del abusivo acoso sufrido, las dos empezamos a disfrutar que nos inyectaran, que nos picaran el culo y que nos masturbaran. Y así nos fueron aficionando, estábamos en manos de varios doctores calenturientos, de enfermeras impúdicas y sobre todo de Eulogia quien se dio vuelo manoseándonos hasta convertirnos en su más preciado juguete.

Lo curioso es que Elisa y yo nos hicimos cómplices de Eulogia, ella supo ganarnos y hasta la fecha la utilizamos como una especie de “consolador” porque ella tiene la virtud de magnificar nuestro morbo y de hacernos disfrutar enormemente. Las inyecciones no serían lo mismo para nosotras sin el magistral auxilio de Eulogia.

Bueno, la verdad es que Elisa es quien le despierta a ella la mayor apetencia, como a mucha gente. Yo no se por qué, pero reconozco que el cuerpo flaco de mi hermana está revestido de una sensualidad muy especial. Ella tiene un gran pegue, tanto con hombres como con mujeres, por lo que ha tenido relaciones lésbicas no tan ocasionales.

Conmigo Eulogia es más fría, no me pretende demasiado pero sí se emociona cuando la llamo y le pido que me inyecte o que me aplique alguna lavativa. Y lo hago porque ella sabe armonizar muy bien las cuotas de erotismo, dolor y placer. Desde que la ves cargar su antigua jeringa, probar cada una de las agujas con su distinta longitud y grosor, desnudarte, manosearte buscando el sitio exacto, anunciarte una y otra vez el pinchazo, detenerse para contarte algún chisme mientras te acaricia “distraídamente” las nalgas. Cuando por fin te dice: “Ya basta, vamos a lo nuestro” y de nuevo te hinca sus dedos, te desinfecta una y otra vez el sitio, te vuelve a anunciar el pinchazo: “Bueno, tranquila Almita, no te va a doler, afloja la nalguita”.

Cuando te pincha y tú tienes la confianza de gritar como una loca y de retorcerte de dolor y de pasión. Cuando sientes sus dedos que ya están hurgándote la vagina y el coño en una forma deliciosa, cuando te hace estallar un extraordinario orgasmo y te pregunta: ¿estás bien Almita, quieres que continuemos con el consolador? Te dejas llevar y consentir al extremo sabiendo que ella es tan solo una asistente, que no va a pretender nada más y que mantendrá en secreto todo lo que haga y todo lo que vea.

Eulogia es toda una experta capáz de introducirte en una feria de erotismo, excitación y placer

Se ha encerrado conmigo tardes enteras y pasamos de la inyección al supositorio y al enema y me provoca todos los orgasmos que yo quiera. Y a Elisa igual pero ella lo niega es un poco mustia y hasta ha llegado a decir que Eulogia abusa de ella y que la hace sufrir. Eso fue cuando niña pero después nos ha prodigado a las dos un gran placer.

De Nayeli y Stella, lo único que te puedo decir es que, con el consenbtimiento de su madre, cayeron también en manos de Eulogia quien las inició en el sano disfrute de su sexualidad. Ellas no se aficionaron sino que más bien la rechazan, pero disfrutan cada una a su modo. Creo que ya te han contado suficientes historias ellas mismas. Stella se acerca mucho a mí, creo que se calienta viéndome y lo mismo le ocurre con su madre, pero no es lesbiana, tiene una sensualidad y una vida sexual muy especiales. Le gusta mucho inyectarnos a las dos pero sólo se lo permitimos ocasionalmente pues nos parece poco acertado entrar en el ámbito de sus tentaciones y satisfacciones.

Querida Alma, es muy interesante todo lo que me has contado. Finalmente, te pregunto: En el terreno pasional, tu relación con hombres, cuáles han sido tus experiencias más interesantes y qué esperas en el futuro?

Yo soy una enamorada incorregible Carlónimo. Cada vez que un hombre me despierta el deseo quiero cogérmelo y generalmente lo logro. Soy muy selectiva, extremadamente quisquillosa, pero cuando me enamoro me entrego de manera explosiva.

Un importante rasgo de personalidad es que me encanta penetrar a los hombres, ponerlos en cuatro patas, hacerlos sentir “viejas” tenderlos y humillarlos hasta verlos tirados con un consolador clavado en el culo. Esa es mi venganza y mi más caro anhelo, saber que me los cojo, que abuso de ellos, que jamás me volverán a sostener la mirada. Así soy yo… Y estoy para servirte, encanto.

Muchas gracias querida Alma, agradezco tu colaboración y aprecio en lo que vale tu amable ofrecimiento…

¡Ay güey!

Verónica -

Cuando Victoria de 13 años, y su madre llegaron al médico, los grandes ojos negros de la niña se veían apagados, el matiz de su rostro denotaba preocupación, y se veía demacrada, incluso arrastraba los pies y tenía la mirada perdida. Su madre la llevaba del brazo casi a empujones, como obligándola a llegar a tiempo.

Tuvieron que esperar a que el médico se desocupara, y se sentaron en la sala de espera sin emitir palabra alguna. Victoria parecía temblar y de vez en cuando movía las piernas involuntariamente hasta que, por fin después de un lapso de 35 minutos, las hicieron pasar al consultorio.

- ¿En qué puedo ayudarles? Exclamó el médico, al tiempo que recibía el expediente de citas médicas de Victoria, y se disponía a medir, y pesar a la niña, y hacerle otras revisiones de rutina… La madre de Victoria se adelantó a tomar la palabra:

- Ay doctor, desde esta mañana, ha estado vomitando todo lo que ingiere, incluso el agua natural, pero ¿qué podrá ser?.

Con ademán preocupado, el doctor comenzó a escuchar los latidos del corazón de Victoria, y a presionar su estómago levemente, ella cedía a la simple presión del dolor que sentía. Pudo notar que era una criatura muy hermosa.

- ¿Eres valiente, reyna? Le preguntó el médico, pero ella solo agachó la mirada, y una lágrima corrió por su mejilla.
“Hay que aplicar antibiótico inyectable de inmediato, y ayudar a re hidratar el organismo con un poco de suero, por fortuna, este sí puede ser tomado. Se trata de amebas”

Fue directo a la vitrina de medicamentos, y comenzó a preparar una jeringa bastante cargada de un medicamento verde, que se veía algo aceitoso. “Tranquila, linda, vamos a aplicar un piquetito para que te pongas bien. Por favor acuéstate”

Pero Victoria no se movía, solo agachó aun más la cara, y su madre se dispuso a ayudarla. “Aver, acuéstate, hijita, va a ser rapidito” le dijo casi obligándola a acostarse, y, con disfrute le fue desabrochando lentamente el cinturón, después, le bajó el pantalón, y descubrió un poco la nalguita derecha, dejando ver la blancura y perfección de una adolescente bien dotada.
“Respira tranquilita” Le dijo al tiempo que le levantó la pierna opuesta a la nalga descubierta, y le dio un suave masaje en la espalda.

El doctor admiró la belleza del glúteo, y sin titubear, descubrió el otro por completo, era extraordinariamente liso, blanco, grande, firme, pensó en morderlo, y se reprendió a si mismo mentalmente. Cuando pasó el algodón con alcohol por el extremo de la nalga derecha, Victoria gritó: “No, espere”.
Estaba muerta de terror, y las lágrimas no tardaron el escapar de sus mejillas. De un movimiento se subió el calzoncillo, poniéndose las manitas en ambas nalgas, pero sin ponerse de pie.

“Respira, nenita, que es por tu bien”, le dijo el doctor, bajándole nuevamente la pequeña prenda y ordenándole a la madre sostenerla de la espalda. Al volver a desinfectar el área, clavó de un solo movimiento la enorme jeringa, disponiéndose a introducir la medicina, que hacía que Victoria se estremeciera del dolor, y como defensa, comenzó a llorar desconsoladamente y a apretar la nalga con fuerza, lo cual bloqueó parcialmente la entrada del antibiótico, haciendo aun más largo y penoso el suceso. “Ya vamos a acabar, muy bien, muy bien, muchachita, que valiente, que hermosa”.
Por fin terminó de introducir el líquido, sacó la jeringa, y una gotita de sangre arruinó la perfección de las tersas nalguitas que ahora temblaban. El doctor no se inmutó en hacer un masaje casi provocador, en un intento de aminorar el dolor. Victoria no dejaba de llorar, y no se levantó de inmediato, pero bruscamente retiro al doctor el algodón para vestirse de pronto, y sobarse ella misma por encima del delgadísimo pantalón…

“Muy bien, espero verte mañana, pequeña, recuerda que es importante aplicar los 5 piquetitos que incluyen el tratamiento, ¿no duele nada, verdad?” Victoria sonrió a medias y, con el rostro contrariado, apretó el paso, sin dejar de sobar su nalguita….
Cuando salió del consultorio, su madre se quedó un segundo para recibir la receta médica, agradecerle al doctor, y planear una visita personal a su casa para la aplicación de la siguiente, pues sabía que la pequeña se negaría a regresar… Así que maquinaron una pequeña trampita...

Paty -

Yo estoy de acuerdo con Antónimo en que cada mujer es responsable de conservar el deseo y el cariño de su pareja. No hay moral que pueda salvar a quien descuida el amor que un día conquistó. Elisa es un testimonio frío de esa selvática lucha que existe en el mundo. Puede parecernos monstruosa la acción de haberle “robado” el novio a su hija, pero es una lección que Stella no olvidará nunca. A mí me encanta la personalidad de Elisa pues es una mujer liberada de todo prejuicio.

Carlónimo, tu sigues presentándonos escenarios insólitos que nos ponen a pensar mucho. Yo en especial te agradezco todo el tiempo que nos has dedicado y que nos sigues dedicando. Se que inclusive para ti que ya tienes mucha experiencia escribiendo, representa un gran esfuerzo crear los relatos y que los haces sacrificando momentos que podrías emplear en muchas otras cosas pues eres un hombre que está metido de lleno en su trabajo profesional. Cuando me piden a mi que escriba me da pena decir que no puedo porque estoy ocupada, pues te veo a ti cómo te das tiempo para todo. Sentiría muchísimo que dejaras un día de escribir aquí, pero ahora que nos has dado la oportunidad de tratarte personalmente buscaría la manera de conservarte como un gran amigo.

Saludos Vero, sí voy a hacer el esfuerzo de escribir más y espero que tu también lo hagas y que no nos dejes por espacios tan prolongados pues tu eres una persona muy culta de la que podemos aprender mucho.

Hilda, lo mismo espero de ti porque eres una gran amiga a quien se extraña muchísimo.

Carlónimo -

“… tu eres quien no debe abandonarnos…”

Querida Vero, viendo el estado de las participaciones, yo soy el que menos parece estar dispuesto a abandonar el barco. Ya casi voy a cumplir cuatro años escribiendo para ustedes ininterrumpidamente. Soy como uno de esos añosos árboles de nuestro querido Bosque de Chapultepec (“El Sargento”, por ejemplo). He visto a mucha gente llegar, reír, celebrar, prometer, jurar, y después marcharse muy campante.

Pero eso no importa, preciosa. De acuerdo con la experiencia tenida hasta el momento yo estaré aquí hasta que que el caprichoso hastío se me anteponga. Eso puede ocurrir en cualquier momento, así que no te preocupes.

Respecto a la aventura de Elisa con Angel, la complemento diciendo que ella la pudo empezar pero no supo después cómo controlarla. Oigan ustedes lo que me confió al término de su relato.

Ha sido terrible, Carlónimo. Por una parte las ironías de Stella. No hago más que comentarle algo de Angel y ella me dice cosas muy feas, como por ejemplo: “Eso yo no lo se mamá, tú sabrás pues tú lo conoces a él en intimidad”.

Y eso no es lo peor, sino que a Angel lo tengo clavado en el alma y presente en todos los momentos de mi vida. Es como un ideal, un deseo, una obsesión que me persigue y que no me deja ni a sol ni a sombra.

Hasta mi relación con Alejandro se torna difícil en tales circunstancias, porque estando con él me viene a la cabeza Angel, cuyo recuerdo invade nuestro espacio íntimo.

No puedo olvidar cuando me tomaba en sus manos y me desnudaba lentamente; cuando besaba y acariciaba todo mi cuerpo. Cómo extraño las veces que se tiraba boca arriba sobre la cama y yo me acostaba encima de él con las piernas abiertas en forma de tijera y me incrustaba su pene.

Disfrutaba el suave roce de nuestros órganos genitales, sintiendo a la vez sus manos que acariciaban con ternura mis muslos, cadera, cintura y espalda. Me frotaba los glúteos, los juntaba y los separaba para excitarme la entrada rectal.

Yo jadeaba y hasta gritaba por el intenso placer que me hacía sentir. Incrustaba sus labios en mi cuello, metía su lengua en mis oídos. Su enloquecedora fogosidad me dominaba hasta hacerme chillar y contorsionar, en el momento que sus calientes esputos se alojaban en mi vagina.

¿cómo sujetar las devastadoras fuerzas del instinto, a fríos dogmas e insensibles principios morales?

http://www.youtube.com/watch?v=GFM3otL1lT0&feature=related

Verónica -

Hola muchachos…

Paty: Gracias por los ánimos, realmente me transmites la buena vibra y los ánimos de seguir participando, deleitándome y saboreando con gran fervor tantas fantasías. Tus ideas son muy buenas y fructíferas, a todos nos gustaría que extiendas tus relatos…

Carlónimo: Cuando te das cuenta de la cantidad de personas que te leen, y te admiran con gran beneplácito, no debe caber duda de lo exitoso que eres en todos los ámbitos, tu eres quien no debe abandonarnos… Me parece tan emocionante abrir el blog, y encontrar cosas nuevas de tu parte, que me hacen vibrar en la misma sintonía, e incluso me vienen a la mente algunos finales de tus historias que, por falta de tiempo, no he podido plasmar. El relato de “La isla de la fantasía, me encantó”, y me asustó un poco: fue tan bizarro como un sueño, tan eclético como una pesadilla, y sin embargo agradable, risible y bien construido, nos encanta (y hablo a nombre de todos) indagar en tu imaginación ilimitada. Me da gusto que nos cuentes lo que ha pasado con tan bellas damiselas, y personajes clave en este espacio, se han convertido casi en protagonistas, y de hecho, había notado que faltaba algo al respecto, así que te lo agradezco, y espero ansiosamente que expandas esas experiencias, que seguro serán tan fantásticas como hasta ahora… El relato de Alma, es uno de mis favoritos, no solo por el reencuentro con los personajes, sino por el tinte erótico y emocional fusionados… El de los amigos, y el de Elisa también son maravillosos... Siguenos deleitando!!

Paula: Te agradezco la retroalimentación, tus amables comentarios, y tu participación, esperamos que no sea intermitente. Recuerda que todos empezamos escribiendo preposiciones, y la práctica es la que nos hace desenvolvernos y seguir expandiendo nuestra imaginación… Saludos.

Ricardo: Los avances médicos jamás se detendrán, sin embargo, creo que las inyecciones nunca estarán en decadencia, porque para infecciones fuertes y demás, son imprescindibles por su maravillosa acción pronta, e incluso puede ser la opción de la persona, de recibirlas para una mejora rápida. ¿Qué tal?, temidas pero necesarias y a veces hasta las disfrutamos con todo y drama jaja…saludos, y se nota muy interesante tu opinión, supongo que tienes el mismo interés en ese material erótico tan selecto, por lo tanto no está de más pedirte inspiración para regalarnos un relato personal…

Hilda: Te extrañamos, mujer… Manifiéstate mas seguido… extrañamos tus relatos… Saludos

Antónimo: Te me adelantaste al relato… Gracias por compartir nuestras vivencias, ¿sabes?, disfrute mucho las vacaciones y las fiestas decembrinas a tu lado, y mentiría si te dijera que las inyecciones no fueron especialmente gratas, definitivamente tienes muy buena mano, y aunque me encantan tus rituales, pues la verdad es que esta vez, eran necesarias para mi salud. Me hiciste revivir esos momentos tan lindos. ¿Recuerdas como al sacar la hipodérmica te lanzabas como fiera sobre mí? Ni me dejabas tiempo para reponerme. ¿Recuerdas como cambiabas de posición desesperadamente, frotándote como desesperado?. Eres el mejor amante que he tenido… Te extraño..
Tu artículo, me recordó la difícil situación de un colega: Resulta que el buen Eduardo, conoció a la madre de su pareja, y no solo para él fue deslumbrante el encuentro, sino también para ella, y así, comenzando por pequeños pretextos, llegaron (a escondidas) a una relación puramente sexual. La repercusión emocional que le causó a su pareja cuando se enteró, fue tan escandalosa, que no volvió a confiar en ningún hombre (claro, tampoco en su madre), y se convirtió en una arpía, con el gusto de lastimar a cuanto tipo se atrevía a salir con ella, y nuestro querido Lalo, con todo el descaro del mundo, sigue buscándolas a ambas, en secreto y por separado, ¿Qué tal?. Supongo que lo ideal es dejarse llevar sin reprimirse, pero elegir a una sola, para no herir, como en el caso de Elisa…
Uy ya se me pegó lo chismosito...

SALUDOS A TODOS

Carlónimo -

¡Bueno…! ¿sí? ¡Elisa, qué sorpresa! No, no te preocupes no estoy tan ocupado ¿Sobre qué…? ¿El relato de Antónimo…? Ah sí, claro, sí ya lo leí, está muy bueno ¿no? Eso mismo pensé, preciosa, no hay escenario que tú no conozcas. Oye, ¿me contarías lo que pasó esa vez, para compartirlo con nuestros amigos del blog? ¿Cuándo… hoy mismo? Seguro, te veo a las 7 en el café de costumbre.

Me encanta tu comedimiento Carlónimo y tus modales, como este de acercarme la silla. Ahora todo es tan distinto… Las chicas hasta le pagan la cuenta a los chicos… ¡qué asco! Y así en todo. Ese fue el origen de las confiancitas que se tomó el novio de Stella conmigo…

Bueno, Elisa, tu eres, como mencionó Antónimo, una suegrita “sui géneris” de las que no abundan, cuyo atractivo físico puede hacer patinar la cabeza de cualquiera. Cuéntame ¿cómo fue que Angel el novio de Stella se empezó a fijar en ti?

Pues como todos, Carlónimo, una como mujer ya sabe cuando la están mirando con lujuria. Siempre quería estar en la casa y cuando no me veía empezaba a preguntar por mí. Stelly estaba sorprendida pero lo tomó por el lado bueno y decía ¡qué suerte, que Angel y mi mamá se lleven tan bien!

Yo estaba segura de poder manejar el escenario. No soy recatada y me gusta sentirme admirada. Además, estaba convencida de poder controlar al muchachito y ponerlo en su lugar en caso necesario. Pero él se fue metiendo y confieso que tenía un talento muy especial para halagarme y, sobre todo, para entender cuáles son mis preferencias y mis más íntimos gustos.

Empezó por decirle una tarde a Stelly: “Me encantaría que tu mamá nos acompañara al Ballet Bolshoi” para el cual ya había comprado ¡no dos, sino tres boletos! Y acertó. Yo estaba deseando ir, pues necesitaba distraerme; esa tarde me sentía agobiada de problemas.

Así que acepté y me fui con ellos ¡La pasamos divino! Porque Angel me acopló con un gran talento. Mantuvo una agradable conversación de interés para los tres ¡Con decirte que en el teatro él se sentó en medio de nosotras! Y yo ni en cuenta, no reparé en ello. Angel interactuaba conmigo igual que con Stelly ¡nos hizo sentir a cada una como si la cita hubiera sido exclusivamente con él!

Yo solo recuerdo que me hablaba de temas muy interesantes y que me enredó en su escenario. Al grado que lo tomé de la mano varias veces ¡sin malicia! pero estaba tan despreocupada y tan contenta que, lo confieso, actué por momentos como si yo fuera su novia. Stelly no mostró molestia alguna porque Angel hacia lo propio con ella y nunca la hizo sentir relegada ¡qué habilidad la del muchacho!

Y así, otro día me llevaron al cine, otro más a cenar y era maravilloso sentirme a su lado, aunque ni remotamente me pasó por la cabeza la cuestión íntima o sexual. Bueno… sólo una vez. Recuerdo que estábamos sentados a la mesa de un romántico restaurante. Stelly se disculpó un momento para ir al tocador. Entonces Angel me miró de cerca, tomó mi mano y me dijo: “La estoy pasando increíble contigo, Elisa” Sus ojos emitieron el inconfundible destello de la apetencia. No pude contestarle nada, me sentí cohibida, envuelta en un aura de intenso rubor. Me confundí toda, fue un instante de completa desorientación. Acercándome a él lo besé en los labios. Hasta entonces reaccioné; me levanté de la mesa y salí corriendo del restaurante.

Mi precipitación había sentado las bases para un gran conflicto, pero Angel lo intuyó de inmediato y mandó al mesero para que me alcanzara y me dijera: “Dice el joven que para no preocupar a Stelly se retiran los tres. Que por favor usted los espere” Pagó la cuenta, le dijo a mi hija que yo me había sentido un poco mal y que había salido a tomar el aire. Cuando me alcanzaron Angel bromeó conmigo y de inmediato estableció un interesante tema de conversación. Muy tranquilos terminamos la reunión en casa.

Aquel momento crítico del restaurante parecía haberse disipado. Angel me trataba con toda naturalidad y me hacía sentir en confianza, así que seguimos nuestra relación y prácticamente nos olvidamos del suceso.

Una tarde estábamos los tres en casa y en ese momento llegó Eulogia para inyectarme, así que me encerré con ella en la recámara. Al día siguiente, estando Angel también con nosotros, llamó Eulogia muy apenada y se disculpó por no poder acudir a inyectarme. Entonces me puse a buscar el número telefónico de la farmacia para pedir que me mandaran un paramédico, pero Angel me interrumpió diciendo: “Señora Elisa, yo sé inyectar muy bien. Si usted se anima estoy para servirla y no hay necesidad de que llame a nadie”.

Me quedé por un momento perpleja pero le dije que no. Entonces Stelly intervino diciendo: “Sí mamá, acepta el ofrecimiento de Angel, porque el paramédico de la farmacia me inyectó una vez a mí y es un tipo nefasto, con eso te digo todo”. Sin decir más, me vi de pronto en la recámara con Angel, quien cargó la jeringa y me la mostró ya lista. Yo estaba un poco indecisa pero sentí que no debía cambiar mi forma normal de ser. Así que con toda naturalidad me levanté la falda, replegué la panty completa, me senté en la cama y giré lentamente el cuerpo para acostarme nalgas arriba.

Sentí y disfruté la intensa mirada del muchacho que acompañó todo el movimiento de mi cuerpo admirando con lujuria mis piernas y mis nalgas. Al identificar sus dedos que me hurgaban con decisión los dos cachetes, me percaté de que estaba muy excitada. El súbito piquete y la entrada del doloroso líquido no interrumpieron para nada la placentera sensación de estar acostada frente a él, mostrandole mis intimidades, excitando a ese hombre por quien indudablemente sentía una gran atracción.

Me sacó la aguja con un firme jalón y se sentó en la cama para masajearme con toda calma. Así estuvo por mucho tiempo, yo me sentía feliz en sus manos viendo cómo temblaba al acariciarme. Me incorporé lentamente, me senté a su lado y lo miré desafiante. El me acercó sus labios y yo acepté que se fundieran con los míos. Tallamos nuestras bocas con gran deleite, después nos quedamos impávidos resoplando. Me levanté mostrándole sin pudor todo mi cuerpo. Me vestí poco a poco y salimos de la recámara. Previendo mi momentánea ofuscación, Angel tomó la iniciativa y bromeó con Stella diciendo: “tu mamá es muy valiente, casi ni se quejó pero dice que doña Eulogia sabe inyectar mejor que yo”. Los tres reímos, continuamos la conversación y cenamos animadamente.

Días después Stelly empezó a decirme que ya no estaba tan interesada en Angel. De hecho ella quería a otro muchacho por el que sentía una mayor atracción. Y así se fueron distanciando hasta que un día me comentó que habían terminado su relación.

Mis sentimientos fueron encontrados. Por una parte me preocupaba que ya no vería con tanta frecuencia a Angel, pero por otra me alegraba saber que tenía la oportunidad de tratarlo como a un hombre. Dejamos de vernos por algunas semanas hasta que él me llamó por teléfono diciendo: Elisa, tú ya sabes que Stella y yo terminamos. Quiero decirte que fue iniciativa suya pues está enamorada de otro muchacho. Yo quisiera que tú y yo continuáramos nuestra amistad.

Acordamos vernos una tarde y después nos fuimos a la playa para pasar juntos el fin de semana. Fueron días muy hermosos, los dos caminando en traje de baño por la playa. Angel es un hombre encantador con quien me identifiqué de inmediato.

La primera noche que estuvimos en Acapulco me llevó a bailar, después nos instalamos en una bella terraza del hotel donde degustamos sendas copas de champagne. Se acercó a mí, me besó con ardor consumando los precipitados acercamientos que habíamos tenido en condiciones comprometedoras.

Después me llevó a la cama, me desnudó lentamente, sus manos recorrieron y excitaron todo mi cuerpo, besó y mordisqueó mis pezones, juntó nuevamente sus labios con los míos y por fin me penetró. Yo sentí su recio tolete resbalar hasta el fondo de mi vulva y tallarla con desesperación. Cerré mis ojos y estallé un colosal orgasmo que me alejó por entero del pasado.

Fui suya aquella noche y también las dos siguientes… Vivimos una experiencia encantadora, pero nunca más me entregaré a él, porque fue novio de mi hija y no me interesa su amor en absoluto.

Muchas gracias Elisa, tú como siempre liberal y sensual… ¡Jolines!

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Cómo empezaron el año? Yo todo el tiempo con mi Vero bien pegada, “disque” celebrando el “San Enero”. No saben… Nos fuimos a esquiar pero hacía tanto frío que se me enfermó la piernudita. Y ahí me tienen inyectándola dos veces al día ¡Guau! Bien cachonda, me provocaba cañón.

Cómo se sentiría de mal que hasta me llamaba “Ven Antónimo ya es hora de mi inyección” y cuando entraba yo con la jeringa la encontraba tendida con el culito totalmente expuesto ¡No se quejaba! Sólo me decía: Sírvete mi guapo date gusto, ahora es cuando, estoy tan jodida que las inyecciones hasta me gustan con tal que me mejoren. Así que sin gritos ni sombrerazos se acomodaba para recibir los pinchazos y hasta me rogaba: ¡ya clávala Antónimo! deja de mirarme tanto y de hacerte puñetas mentales.

Pero es que yo, al margen de las piernotas tan atractivas, no podía dejar de admirar su enérgico culito bien respingado y macizo y lo palmeaba una y otra vez para excitarlo ¡Ya estate quieto Antónimo, inyéctame primero! Y yo provocándola: ¡plash, plash! Y ella. “Pinche Antónimo no la chingues, voy a llamar a un paramédico para que me inyecte y si me enredo con él te aguantas.

¡Cuándo me iba yo a imaginar verla tan modosita suplicándome inyectarla! Su actitud me calentaba bien grueso. Para cuando le sujetaba el cachete y le hacía entrar de un jalón la gruesa hipodérmica, que hasta tronaba al perforar el fibroso cachete, tenía el “pilín” bien parado.

Después, al oírla gemir tan sensualmente y decirme: “Antónimo, me encanta que tú me inyectes, mi vida, que me piques las nalguitas… Ya se pueden imaginar. Terminaba de inyectarla como fuera, mi Vero se empinaba y nada más sentíamos los dos resbalar el enorme tronco, lejos, lejos, hasta el fondo ¡qué placer tan celestial!

Bueno, dejémos de lado las calenturas, vamos a hablar de cosas muy serias porque, miren ustedes lo que dice la Yazmín Alessandrini.

Bajo el título: “Me gustó su mamá”, se refiere a los casos en que”un hombre empieza a cortejar a una guapa mujer contemporánea a él y al final acaba enamorado de la madre de ésta” ¡Ay güero!

Pide la Yazmín anteponer la moral a este tema tan delicado pero no deja de reconocer que es una realidad que debe atenderse. Dice: “Cierto, no se puede tapar el sol con un dedo, hay mujeres maduras que son sumamente atractivas y en algunos casos superan en belleza y atributos a sus hijas, lo cual indudablemente provoca que sean objeto de deseo de muchos hombres (sin importar que sea el propio yerno)”. En tal caso, dice la güerita que lo procedente es que “la manzana de la discordia (o sea la atractiva suegra) haga acopio de cordura y de inmediato haga entrar en razón al yerno, ya sea a través del diálogo formal y respetuoso o simplemente poniendo distancia entre ella y él, para evitar dificultades posteriores”.

Y dice: “Si tú eres hombre y estás viviendo una situación de este tipo, te recomiendo que en primer lugar revalores tus sentimientos hacia tu novia o esposa. Si después de hacerlo concluyes que tu amor por ella no es tan grande o tan sólido, pues simplemente corta por lo más sano y haz lo que te dicte tu corazón”.

Por el otro lado, recomienda: “Si eres una mujer cuya pareja está mostrando un inusitado interés por tu mamá, te sugiero que analices con cabeza fría la situación y veas si el tipo con quien estás realmente vale la pena como para que confrontes a tu madre y le digas que muestre un poco de decoro y que no le tire los perros (porque a veces sucede que hay mamás que son de moral distraída y le disparan a todo lo que se mueve, incluidos los novios o esposos de las hijas)”.

Por último, dice la Yazmín: “Si tú eres esa mujer madura que está sintiendo cosquilleos por el novio o el esposo de tu hija, mejor piénsalo dos veces. Ningún hombre vale lo suficiente como para que le causes una herida gigantesca a alguien que es de tu propia sangre…”

¿Cómo ven ustedes el espinoso tema?

Yo creo que la primera razón expuesta por la Yazmín, o sea la de que: “No se puede tapar el sol con un dedo” es la más importante de todas. Imagínense, mis chavos, que el destino los premia con una suegrita bien agradable, no entrometida, de rostro angelical y cuerpo que causa infartos. De esas mujeres cuyo porte no les permite caminar ni una sola cuadra sin recibir nutridos piropos: ¡Adios Mamasota…! Agreguen que a ella le guste presumir sus encantos y que vista, en consecuencia, prendas breves, entalladas y modernas. A esto agreguen que sus novias o esposas, siendo aún jóvenes, tengan otra visión de la vida y que por ello descuiden un tanto su propia persona, que se tornen conflictivas, regañonas y berrinchudas.

¿Cómo ven el escenario? Imagínense que, en cambio, “mamita suegra” les dice sin malicia alguna: ¡Ah! ¿no quiere bailar m’hija? Yo bailo en su lugar contigo pues a mi los pies se me mueven solitos. Y que, al ritmo de una ardiente cumbia, sientas tus manos desplazarse por ese talle esbelto, la breve cinturita… las amplias caderas. Que accidentalmente llegaras a rozarle las tetas.

¿Qué harías en esa eventualidad? ¿No acudir nunca más a una fiesta con ella? ¿Evitar siempre su grata presencia? ¿Solidarizarte con tu mujercita que, por lo demás, te trae hasta la madre, pues ni “picha” ni cacha ni deja batear?

¿Y si ya de plano te empezara a echar los perros tu suegra? Si al estilo Mrs, Robinson te pidiera regresarla a su casa porque se siente muy mal; y si llegando se le pasa la molestia sirve unas copas y te dice: ¿sabes que eres muy amable y muy guapo, cariño? ¿Y si te pide bajarle el cierre del vestido para poderse cambiar de ropa?

La verdad fría e incómoda es que no hay más que de una sola sopa: O la mujer ofrece a su esposo privilegios y ventajas innegables, inherentes a su propia persona, o está en riesgo de perder el lugar de privilegio que tenía conquistado. Cualquier otra mujer, incluída su propia madre, se puede tornar peligrosa rival.

Lo que digo es también aplicable al sexo opuesto. Un hombre descortés, desobligado, sucio y descuidado con su mujercita, no puede nunca descartar que ella “lo corone” a la primera oportunidad que se le presente, y que el rival podría llegar a ser su propio padre.

Así que… más allá de “principios morales”, “diálogos formales y respetuosos”, o atentos “llamados al decoro”, más vale que pensemos en que es imprescindible no perder el ánimo y la voluntad de enamorar y de conquistar cada día a la propia pareja.

¿Qué piensan ustedes? Yo por lo pronto voy a invitar a mi Vero a bailar y le voy a mandar un ramo de rosas.

http://www.youtube.com/watch?v=i-QRXmFvQ40

Carlónimo -

Querida Paty me alegra que te haya gustado la reseña de ese momento tan emotivo. Respecto al link, sólo he tratado de recordarme a mí mismo la importancia de cuidar muy bien lo que digo. Los comentarios y opiniones de ustedes me comprometen aún más a hacerlo.

Querida Hilda, no sabes la emoción que me produce tu regreso. Te agradezco lo que me dices; efectivamente, he tratado de que esto sea algo más que el simple intercambio de escenas eróticas. Los que estamos aquí somos responsables unos de otros.

El sábado estuve en una reunión de amigos y el trato con algunas personas me inspiró el siguiente relato.

Los amigos

Iñaki estaba tirado en el jardín de su casa enfrascado en la trascendental labor de encontrarle formas a las nubes, cuando percibió movimientos en el jardín de la casa contigua. Atisbó por entre la hiedra de la reja percatándose que era Katerin, una mujer de mediana edad muy inquieta y liberal que se quitó el vestido quedando desnudita y se acostó nalgas arriba en el camastro con el afán de asolearse.

A sus 13 años Iñaki empezó a respirar agitadamente; la vista de aquellas nalgas femeninas plenas lo perturbó a tal grado que quince minutos después, cuando Katerin se levantó y entró de nuevo a su casa, él hizo lo propio y pasó el día más agitado de su vida, masturbándose y pensando tan sólo en la hermosa vecina.

Esa tarde fua a ver a su amigo Mikel (de doce años) y le contó lo ocurrido de tal suerte que al otro día los dos aguardaron a la bella Katerin quien apareció puntual, se desnudó y se tiró al sol, con la variante de que cinco minutos después la alcanzó su esposo llevando sendo jeringón en la mano. Se sentó a su lado, la tranquilizó le desinfectó el redondo cachete y le insertó con suavidad la hipodérmica.

Los dos chicos temblaban viendo cómo la preciosa paciente se contorsionaba y emitía sentidas quejas, hasta que la jeringa quedó vacía. Vieron reaparecer la puntiaguda aguja y lanzar radiantes destellos mientras el excitado marido terminaba de masajear el glúteo de Katerin.

Terminada la aplicación, el hombre se quitó toda la ropa mostrando su enorme tolete erecto, se acopló a la mujer así boca abajo como estaba y la penetró lentamente procediendo a tallarle la vulva enfrascados los dos en un concierto de delirantes bramidos, requiebros y testimonios del más ardiente placer.

Iñaki y Mikel se miraron entre sí agitados y esa misma tarde se pusieron a jugar a las inyecciones alternando su participación como paciente y como doctor. A manera de jeringa utilizaron una simple varita chata con la que presionaban el cachete del supuesto paciente hasta producirle dolor y hacerle suplicar clemencia.

Después los dos se masturbaron y se sintieron tan contentos del juego que decidieron repetirlo al otro día y al siguiente, pero la calentura les hizo añadir variantes y fases, de tal suerte que en vez de doctor y paciente se convirtieron, alternadamente, en marido y mujer, y tras la “inyección” se prodigaron caricias, luego mimos y besos, hasta que, ya encarrerados, decidieron penetrarse rectalmente para prodigarse un placer completo.

Aquello no fue estrictamente homosexualidad pues los dos deseaban ser el hombre, pero sabían que debían conceder para estar en posibilidad de recibir. De manera que cada jornada la iniciaban con un simple “volado” y quien ganaba escogía iniciar ya fuera como hombre o como mujer. Más de una vez, cada uno de ellos, sintiéndose embutido por la cola reconoció que aquello no lo glorificaba ni era estrictamente su deseo, pero como ansiaba penetrar en turno al otro entonces se aguantaba. Aquel mediano arreglo fue el precio que decidió pagar cada uno para iniciarse en la práctica de las tentadoras relaciones sexuales.

Así, cada tarde pretextando estudiar juntos, se encerraban en la recámara de Iñaki, jugaban a las suertes, uno de los dos se descubría el culito y se acostaba, mientras el otro figuraba cargar la jeringa, “desinfectaba” el cachete con un papelito mojado ya fuera con agua o con saliva y presionaba la nalga seleccionada con un simple palito de paleta, empujándolo cada vez con mayor fuerza, hasta que el receptor, desesperado, se quejaba contorsionándose y pedía a gritos el fin de la inyección. Después de un tiempo, cuando ya tenían los dos las nalgas muy lastimadas el juego se volvió verdaderamente tortuoso y tardaban en seleccionar el sitio adecuado para la aplicación; esto le dio a la experiencia una cuota mayor de placer sensual.

Terminada la inyección, el aplicante se extraía el pene, se aplicaba una generosa porción de crema en el glande y mientras besaba las mejillas y decía cosas bonitas al compañero refiriéndose a él como si se tratara de una mujer, enfrascado en una personal fantasía acometía el resignado esfínter rectal y lo tallaba a velocidad creciente, mientras el otro aguardaba con paciencia hasta sentir la caliente porción de esperma en sus entrañas. Luego se ponía de pie y apuraba al otro para que iniciara su actuación como mujer.

Ese singular juego lo realizaron Iñaki y Mikel por cerca de dos años en secreto, hasta que el primero se cambió de casa yendo a vivir a otra ciudad, con lo que no volvieron a verse. Su vida sexual marchó por senderos ortodoxos, de manera que cada uno se relacionó con chicas, tuvieron sus primeras experiencias heterosexuales y crecieron así hasta llegar a la vida adulta.

A los 28 años, estando ya casado, Iñaki accedió ir con Maleni, su mujer, a una fiesta donde ella le presentó a Raquel, su mejor amiga, quien le dijo: Iñaki, ya quería conocerte Maleni me habla mucho de ti. Mira, este es Mikel, mi esposo, llevamos dos años de casados; espero que los cuatro forjemos una gran amistad.

Así que catorce años después Iñaki y Mikel volvieron a verse las caras. Los dos se quedaron inmóviles, transparentes, mudos, espantados, turbados. Ninguno reveló que ya se conocían, se trataron con mucha frialdad.

Las mutuas vivencias de los albores de su adolescencia malograron el anhelo que tenían sus esposas de verlos conformar una estrecha amistad. Ellas no lograron desentrañar lo que pasaba.

Hilda -

Amiguitos, aquí estoy no crean que los he olvidado, al contrario, estoy leyendo y los quiero mucho a todos. Les agradezco a quienes me recuerdan y me han enviado sus saludos, Carlónimo y Vero, en especial. Carlónimo, copmo ya te comenté por tu mail personal, estoy impresionada de la forma que vas manejando todo esto. Tus relatos como siempre son fabulosos pero además le vas dando a la “trama” una dirección y un perfil increíble porque nos encierras a la vez en cápsulas de sexo, erotismo, moral, calor humano y hasta espiritualidad, que ya pareces llevarnos a algo muy profundo. Yo creo que si eres psicólogo o filósofo o algo así y no lo dices pero a mi en lo personal me haces pensar y gozar y muchas cosas a la vez. Infinitas gracias y eres un amor Carlónimo.

Paty -

Carlónimo, muy bellos tus relatos sobre todo el que habla de nosotros, me hiciste gozar mucho y sentí que tú estabas colmado de placer. Gracias. Respecto al link, es una bonita melodía pero me desconcierta.

Carlónimo -

Tal vez hoy pudiera escribirles algo más pero… Vale la pena también descansar… y pensar.

Feliz fin de semana.

http://www.youtube.com/watch?v=eIDQJ6XUjzk

Carlónimo -

Hola Ricardo, es interesante tu comentario. En efecto, la vida va cambiando y nos ha privado tal vez de algunas “clásicas” escenas familiares relacionadas con la medicación. Pero no creo que las cosas hayan cambiado tan drásticamente que ya no existan tales fetiches.

Es cierto, las pastillas son una alternativa pero la frecuente pregunta del médico cuando te diagnostica una gripa es: ¿Qué prefieres: pastillas o inyecciones? Otras veces ni te pregunta sino que anota la receta y cuando lees empiezas a reconocer las “cilinas” y “ciclinas” intramusculares; entonces se te “paran los pelos” de susto pero te resignas y empiezas a ver quién te inyectará.

Y puedes decidir que sea un familiar, un vecino, compañero de trabajo. O puedes determinar acudir a una clínica o farmacia. Acerca de cualquiera de esas posibilidades hemos hablado y seguiremos hablando, seguros de que estamos refiriéndonos a un hecho, por fortuna, vigente y generalizado ¿Quién no ha sido apercibido alguna vez de tener que inyectarse?

En cuanto a las lavativas, pues sí me parece un tanto remoto que se hable de ellas porque existen, como tú lo has dicho, algunos remedios químicos que las sustituyen y perfeccionan, pero éstos también se aplican por vía rectal. Y, la verdad, me parece que tener a una preciosa chica acostada en las piernas con las nalguitas al aire me parece subyugantemente erótico cualquiera que sea el remedio que haya que insertarle en el coñito.

Tal vez lo que modifica un poco el escenario es ese ambiente familiar antiguo en el que cualquier acción se hacía y decidía en asamblea. Si Martina iba a ser inyectada pues ahí estaban la madre, las tías, los hermanitos y la vecina que venía a ejecutársela. Todos atestiguaban y disfrutaban de alguna manera el sensual acontecimiento. Y toda la familia y hasta los vecinos se enteraban.

Ahora las cosas son un poco más discretas e individuales, pero siguen siendo tan eróticas como antes. Y las “jeringuillas de cristal” pregúntale a Eulogia si ya desaparecieron. La suya sigue flamante y está lista siempre para servir a quien la requiera ¿Se te antoja probarla?

Para que te des una idea, ayer la utilizó con Alma quien estaba ardiendo en calentura y tomaba frecuentes pastillas en espera de poder evitar la recepción de tan hiriente arpón.

Pero cuando Elisa se acercó a ella, le palpó la sudada frente, luego la volteó boca abajo, le replegó la panty y separándole los suculentos mofletes le insertó el termómetro en el culo percatándose que tenía 39 y medio de temperatura, no tuvo más remedio que tomar el teléfono y llamar a la despampanante Eulogia, quien llegó corriendo, desnudó a su paciente para refrescarla, tentaleó las deliciosas carnazas que se le revelaban soberbias y sin pensarlo más empujó el vidriado cilindro cuya aguja se deslizó suavemente hasta desaparecer en la blanda superficie, la cual dibujó una erótica y constante ondulación y arrancó sensuales gemidos a la paciente.

Elisa confortaba a su preciosa hermana aplicándole suaves palmaditas en las nalgas y le decía: Almita, relaja el culo, tranquilízate, es necesario que te bajemos la temperatura de inmediato. Pero Alma, con la recia y arcaica hipodérmica clavada en el terso y pálido cachete, gemía sin cesar, se retorcía desesperada y delirando suplicaba a Miguel que “la penetrara”.

Eulogia y Elisa se miraron extrañadas, se percataron del desvarío y acordaron seguir la corriente a Alma. Entonces Elisa buscó en el cajón del buró de su hermana, tomó el consolador y se lo fue insertando suavemente en la vagina; lo hizo vibrar provocándole sensuales gemidos y la contorsión del cuerpo, mientras en su entelequia decía: ¡toda mi amor, así, métemela toda, tállame como tú sabes hacerlo, mi vida, eso, eso, te quiero, cómo te quiero, no sabes el tamaño de mi gozo, Miguel, Miguel, dame recio, así, más…! Hasta que frunció completamente el culo, abrió muy grandes los ojos, la boca, se aferró con furia a la almohada y estalló un fenomenal orgasmo.

Después se quedó muy quieta jadeando y recobrando poco a poco el aliento. Eulogia le extrajo la aguja y le aplicó un leve masaje. Elisa le sacó el consolador limpiándole la abundante humedad de la vulva. La cubrieron con una delgada sábana y la dejaron dormir un rato. Cuando despertó, abrió poco a poco sus ojos, les regaló una dulce sonrisa y añadió: Gracias por cuidarme, ya me siento mejor y tuve un sueño fascinante…

Gracias, querida Paula, es siempre estimulante recibir la recompensa de un mensaje tan oportuno y atento como el tuyo. Espero que sigas disfrutando.

Paula -

Carlónimo:

Me ha encantado el relato de "La isla de la fantasia", ¡vaya que me ha gustado! me gusta como escribes y te agradezco que me hayas incluido en ese maravilloso relato. Me he quedado pensando en la reflexión final, “El placer con mesura es la fórmula perfecta. No necesito tanto”. Es muy cierto, además de creativo eres muy sabio, ¿lo sabías?

Sigue escribiendo, lo disfruto mucho.

ricardo -

Hace un tiempo que os vengo siguiendo, he leido algo de los anteriores blog.

El motivo por el cual prefiero los relatos de recuerdos es por los cambios que se han producido con los los avances medicos. Hace unos años era muy normal para un resfriado la aplicacion de inyecciones en la propia casa, hoy en dia en la mayoria de los casos esto se ha cambiado por pastillas, tambien eran habituales las lavativas, hoy en dia esto ha desaparecido con preparados quimicos.

¿que veo de excitante en estos recuerdos? llegar a casa un amigo cuando ivan a inyectar a su hermana y ella se oponia, o incluso llegar de sorpresa y pillar a alguien con las nalgas descubiertas, y no digamos ya cuando se trataba de las temidas lavativas con todos sus preparativos.

Para muchos estos temas han sido la iniciacion a la sexualidad, porque aprovechando estas situaciones y contando con nuestra inocencia hemos descubierto los encantos del cuerpo de personas mas mayores.

Como os digo con los avances medicos todas estas situaciones han desaparecido de nuestra vida cotidiana, prueba de ello es que hoy en dia han desaparecido aquellas jeringuillas de cristal como la de la foto del inicio del blog y como no aquellos irrigadores colgados en el cuarto de baño.

Saludos y os sigo leyendo

Carlónimo -

Querida Carmen, muchas gracias, me anima que te haya gustado el relato de la Isla de la Fantasía, espero que sigas participando.

Estimado Camilo, gracias por tu comentario; me da gusto observar que hay gente nueva en el blog.

Estimado Ricardo, lo mismo puedo decir de ti, aunque tu entrada ha sido un poco fría. Ni siquiera un saludo, tú vas a lo que vas y punto. Pero aún así, te doy gusto.
Sobre la familia de Elisa ya les he hablado bastante pero veo que sigue interesandoles el tema.

En cuanto a recuerdos ya escribiré algunos relatos; por el momento aprovecho para contarles cómo está cada una de las preciosas damitas.

Elisa, ¡encantadora! parece que su relación con Alejandro (así se llama el afortunado novio) la ha sublimado. Muy moderna, con faldas cortitas que se le ven muy bien por su complexión delgada. En su estilo despreocupado se sienta con la faldita totalmente replegada, lo que provoca la inmediata reacción de todos los caballeros. Su sonrisa y sus ojos son un encanto. Dice que va muy bien en su relación; inclusive Alejandro ya aprendió a inyectarla y los dos hacen muy buen uso de ese fetiche en su juego erótico. Parece que Alejandro tiene el miembro extraordinariamente grande y ella está que se muere por él. Muy sensual la flaquita; cada vez que habla de las inyecciones empina sus nalguitas y se las sujeta con ambas manos. Espero compartirles pronto algunos relatos acerca de ellos.

Alma, por su parte, ¡encantadora! Tomó su segundo aire y en qué forma. Tiene un cuerpazo escultural y ya saben que le encanta ostentarlo, sobre todo vistiendo pantalones súper ajustados y de color blanco que transparentan hasta los lunarcitos de sus nalgas. Como siempre muy coqueta ligándose a todo aquel que le parece buen partido pero no echa raíces con nadie. Y parece que Eulogia anda muy pegadita con ella inyectándola ¡Vaya ceremonia cuando esta chica se somete al rigor de la hipodérmica! Ya saben ustedes como grita, ordena, se sacude, se resiste, vocifera y chilla desmesuradamente, lo que constituye un bello espectáculo. En breve iré a tomar un café con ella y le haré una entrevista análoga a la que recientemente le hice a Elisa, para que ustedes la conozcan y disfruten su inegable erotismo.

De Eulogia, más allá de la imagen de “terrorista” que se ha ganado, sigue siendo una mujer muy guapa que sobre todo en los últimos dos años ha cuidado con esmero su imagen y su cuerpo. Yo la veo muy apetecible con ese estilo afrancesado que la caracteriza. Y sigue en relaciones íntimas con Ismael, un atlético mocetón de 27 años que se enamoró de ella y la conquistó haciéndose pasar por sexoservidor profesional. Recordarán ustedes el relato que les ofrecí hace ya tiempo titulado “El cumpleaños”, en el cual este muchacho se coludió con Esther, la amiga de Eulogia y fue a darle placer dentro del ritual que la propia Esther montaba y regalaba siempre a su amiga en ocasión de su cumpleaños.

Bueno pues ¡sorpréndanse! Ismael es ya su novio formal y la inyecta varias veces a la semana teniéndola acostada en sus piernas. Ella sigue siendo miedosa, gritona, escandalosa, pero se somete a los designios de su amado quien la “tortura” de esa manera porque afirma que ella se pone muy erótica en cuanto se ve amenazada por la jeringa.

Es algo que calienta a Ismael y que no puede dejar de disfrutar tres o cuatro veces a la semana ¿Ahora entienden por qué nuestra querida Eulogia ha estado tan calladita? Vive muy disciplinada: no deja el gimnasio, se somete a estrictas dietas y tratamientos tanto faciales como corporales, con lo que se ha quitado varios lustros de encima. Piensa casarse en este año y está ¡guapísima! Ya verán cuando les escriba algunos relatos acerca de ella. Y preparen sus vestidos de fiesta porque tenemos boda en puerta ¡Eulogia por fin vestirá de novia!

De Stella, les cuento que es una joven que ha llegado a su plenitud. Tiene un cuerpazo perfecto, su carita es preciosa y ¡lo más bello! mantiene ese carácter dulce y tierno que la acompañó durante sus años infantiles. Pero además ha conservado su gusto por las inyecciones y tanto se las hace aplicar por manos de su novio, como también ella las aplica sin distingos a todo el que se deja.

Elisa me contó que hace poco la inyectó por primera vez a ella y que tiene manita suave, pero la hizo sentir nerviosa porque celebró todo un ritual para aplicársela: le descubrió las dos nalgas completas, buscó con extremo cuidado el sitio de la punción y empujó el émbolo tan despacito que práctiocamente no le hizo sentir la entrada de la agresiva sustancia. En palabras de Elisa, Stella la inyectó con un gusto tal que “parecía como si estuviera realizando algo largamente deseado”. Le estuvo masajeando por mucho tiempo el cachete pinchado y, habiendo entrado como en un estado de arrobamiento, empezó a acariciárselo hasta que Elisa, asustada, se levantó corriendo y la hizo despertar de su embeleso. También sobre esto les haré un relato más adelante.

Finalmente, en relación a Nayeli, les diré que rebosa sensualidad. Permanece muy delgadita como su madre pero tiene una gracia y modales tan femeninos que enternecen a cualquiera. Como ustedes saben, ella dice ser lesbiana y, en efecto, mantiene relaciones lésbicas, pero igual comete “travesurillas” como ella dice y de vez en cuando corre aventuras heterosexuales. Sus modales y sus facciones son extremadamente sensuales. La forma en que se mueve al caminar y la gracia con que baila hacen de ella un verdadero espectáculo.

Es algo sublime inyectarla: Son tan finos sus movimientos, la forma de desvestirse, el ritual para acostarse, el sensual bamboleo de sus nalguitas, que qien la observa pierde hasta el habla. Emite frases muy tiernas que parecen invocaciones: ¡préndeme de tu amor!; ¡hadita hermosa, sujétame, ámame! Tiene una voz tan tierna, melodiosa y femenina, que te hace volar en su propia fantasía, envuelto con ella en vivos resplandores, tiernos cantos y aromáticas esencias.

Esto es lo que, por el momento, “hay de Stella Alma Eulogia y todos los recuerdos de esta familia”. Anímense a sugerir y a participar con mayor dinamismo.


Ricardo -

Que hay de Stella Alma Eulogia y todos los recuerdos de esta familia.

Camilo -

Si a mi también me gusta. Recibe un abrazo carlonimo.

Carmen -

Guau!!! está fabuloso tu relato Carlónimo, me hiciste reír mucho y estoy sorprendida por la forma que has reproducido el programa de la Isla de la Fantasía, con la ambientación y estilo de cada personaje. Además… muy sensual. Nos sigues dando sorpresas.

Carlónimo -

Estimada Paula, muchas gracias por tu amable comentario, me agrada saber que nos estás leyendo. Te invito a participar y a compartirnos tus ideas y experiencias. Bienvenida a “La Isla de la Fantasía”.

Talán, talán “El avión… el avión”

Las prisas normales, Tatoo que corre para alcanzar al Señor Rourke, los dos caminan apresurados, se abotonan la chaqueta e intercambian comentarios.

¡Sonrían, sonrían! La bella música de corte hawaiano invade el espacio, aparecen las charolas con frescos y vistosos cocteles multicolores. El hidroplano termina de maniobrar en el cauce del estrecho río, abre por fin su compuerta y aparece la camilla.

¿La qué…? Pues sí, oyeron bien, la camilla… todo depende de la fantasía de cada quién.

La estudiada sonrisa de Rourke y la curiosa mirada de Tatoo acompañan a la bella Paula, quien yace acostada y termina el trayecto al detenerse su camilla frente al misterioso anfitrión, quien levanta su copa, bebe y ofrece a la “enfermita” un breve sorbo acercándole el vaso a los labios.

Insólita fantasía la de Paula: “estar hospitalizada recibiendo enemas e inyecciones, en un contexto sumamente erótico”.

Aclarado que “no hay vuelta atrás, que una vez iniciada la fantasía, esta debe continuar” Paula accede a que ¡ups! le pinchen el brazo izquierdo para conectarle el incómodo suero, la suban en una ambulancia y llegue por fin a su destino: un moderno hospital atendido por atractivos y gentiles enfermeros que inmediatamente la instalan, le hacen colocarse boca abajo, le descubren sus pálidas nalguitas, las palpan suavemente buscando un sitio idóneo y ¡zas! le deslizan hasta el tope la gruesa hipodérmica iniciando el flujo de la densa sustancia que, al principio no duele pero luego… ¡ay, no, despacito por favor, no, mejor ya no, me duele mucho, siento que me cuecen las entrañas!

Se presenta un breve forcejeo, acuden varios paramédicos para ayudar a sujetarla. Uno le sostiene la espalda, otro las piernas, dos más los brazos, el más guapo le susurra lindas frases al oído. Paula disfruta la sensualidad del momento: se siente sometida, lastimada, pero también admirada, pretendida, deseada; su culito se bambolea deliciosamente, sus labios tiemblan de excitación.

A punto de desvanecerse, se percata que la jeringa ya está fuera. Respira profundamente, siente los firmes dedos que le masajean el sitio de la punción, emite una sentida queja que alimenta su propia excitación. Por fin se relaja un poco, permanece muy quieta suspirando mientras escucha a su joven enfermero que la conforta: ¡ya, preciosa, relájate, eres tan bella y sensual que nos tienes a todos hechizados!

Adormecida por el ingente erotismo que flota en el ambiente, sintiendo su espléndido culito lastimado, cierra los ojos recreando y disfrutando la extraordinaria excitación que está segura de haber causado a sus eficaces enfermeros. Se sabe apetecida, muy bien cotizada, comprueba que sus encantos han perturbado a los jóvenes que la rodean y que se desviven ensalzándola y prodigándole los más cariñosos mimos.

Sumida en su embeleso, la chica se abandona en las manos de los dos muchachos que la preparan para la aplicación de una lavativa. Coopera con ellos permitiendo que le descubran el trasero, le separen las piernas y se las eleven hasta quedar tumbada de espalda, doblada por la cintura como alcayata, señalando con los pies el techo.

Siente que sus esculturales nalguitas han hipnotizado a los hombres. Percibe la acelerada respiración y el titubeante pulso de quienes le están sujetando las piernas. Con el estrecho esfínter anal al aire, se esponja satisfecha y regala a sus admiradores un tierno suspiro, el cual se interrumpe bruscamente al comprobar las colosales dimensiones de la cánula que están a punto de insertarle en el recto.

La pobre Paula grita desesperada: ¡No, por el amor de Dios, eso no! Sin embargo, los paramédicos no se alteran, la sujetan con firmeza y colocan la puntita de la ingente cánula equiparable a un descomunal plátano macho, en el diminuto nudillo de su apetecible raja. Actuando simultáneamente, unos la sostienen, otros le separan los carnosos glúteos y el más templado y eficiente le sumerge medio tolete haciéndola retorcer y aullar de dolor.

Como una ensordecedora sirena de ambulancia, dispersa su angustioso chillido al que los paramédicos responden con un mayor sometimiento y la inmediata inserción del resto de la monstruosa cánula que le hace sufrir un espantoso desgarramiento.

Paula no puede más, exánime afloja todo su hermoso cuerpo el cual queda guango en manos de sus torturadores. Siente el chorro de agua que le es inyectada a presión en el ano por la acción de una potente compresora. En 5 segundos ha recibido tres litros y esperan bombearle más, pero desisten al percatarse del lastimero estado en que se encuentra. La dejan tranquila y dan por terminada la primera terapia.

Tras haber dormido por al menos un par de horas, despierta la encantadora chica, abre por fin los ojitos y se encuentra frente a frente con el Señor Rourke quien muy sonriente le pregunta: ¿Cómo va usted Señorita Paula, está disfrutando su fantasía? Aterrorizada, la joven quiere hablar pero las ideas le brotan como torrente y se le apelotonan en la boca. Gesticula, trata de hacerse entender con mímica: por fin le dice: ¡No puedo más, quiero que me dejen inmediatamente… La réplica es contundente: Su pretensión Señorita Paula, usted lo sabe, es totalmente improcedente, recuerde que usted eligió la fantasía y se le dijo que una vez iniciada no habría forma de detenerla. ¡Pero usted no puede hacerme eso, ya sé que acordé la fantasía pero ya no la quiero, deseo que todo termine de inmediato!

El señor Rourke muy sonriente se disculpa por no poder complacerla y se marcha. Entran de nuevo los paramédicos para inyectarla. Le explican que será un tratamiento “sui géneris” consistente en doce inyecciones aplicadas al mismo tiempo, seis en un glúteo y seis en el otro, acompañadas por catorce supositorios que se le deben aplicar también uno tras otro.

La joven se coloca boca abajo y cierra los ojos resignada. Soporta y disfruta las primeras cuatro inyecciones viendo cómo los atractivos enfermeros suspiran admirándola y acariciándola voluptuosamente. Entre sucesivos orgasmos recibe la sexta y aún la octava ampolleta.

Pero las últimas cuatro se convierten en terrible tormento. Siente que la aguja es como un filoso verduguillo que le tasajea las preciosas nalgas, como si se las estuvieran cortando con un filoso bisturí, sin anestesia.

Son ya quince los paramédicos que la someten sin poder contenerla totalmente. Su descontrolada furia motivada por el agudo dolor hace que a todos zarandee como hilachos. A punto de perder el sentido, después del séptimo supositorio (tamaño barra desodorante) encuentra por fin el sentido de aquella nueva terapia. Experimenta un excelso placer en su esfínter rectal.

Cada uno de los siete restantes supositorios la hace temblar, estremecerse, jadear y vivir una insólita aventura en la que cada uno de los paramédicos la penetra rectalmente con su pene. Siente el grosor, la temperatura y el empuje de cada pito arremetiendo y tallando deliciosamente su coñito.

Después los paramédicos la colocan “en cuatro” con el culito muy bien empinado y le penetran uno por uno su vaginita. Los violentos orgasmos se suceden implacables, intensos, enajenantes. Paula se debate en un impresionante torbellino de placeres desmesurados e inconfesables. El esperma recibido es tan cuantioso que se le desparrama a borbotones por los muslos y por las nalgas. Cada chico que la monta estalla en violentas manifestaciones de placer; todos gritan, tiemblan, se sacuden y se paralizan al entrar en su espacio íntimo.

Se siente amada, admirada, deseada, acosada. Sus encantos corporales hechizan a los hombres y los someten a su imperio. Pero ella está muy cansada, la fatiga le hace por momentos desconectarse, sufrir y alucinar. Se siente una fría máquina que los hombres ignoran, desprecian y sólo utilizan para prodigarse el carnal placer. Desesperada, grita, protesta, se sacude a los bichos que la tienen materialmente acorralada, esclavizada.

Sumida en tan desconcertante dualidad reacciona en un desesperado esfuerzo de supervivencia y se observa a sí misma objetivamente: se reconoce muy contenta, pero también fatigada, al borde del colapso. Respira profundamente, se sobrepone y emite su conclusión final.

El misterioso Señor Rourke la despide al pie del avión observándola reflexivo: “Espero que haya encontrado lo que buscaba, señorita Paula”. A lo cual ella responde: “El placer con mesura es la fórmula perfecta. No necesito tanto” Tatoo la mira con evidente picardía y añade: “Lo pequeño es hermoso, yo estoy para servirte Paula”

Rourke mira a su asistente con gesto reprobatorio.

Paty -

Gracias Carlónimo está muy lindo el relato que me hiciste. Te quiero mucho.

Paula -

Solo deciros que me encanta leer vuestros relatos. Carlónimo escribes muy bien, debes ser un hombre encantador, muy apasionado, pero sobretodo muy respetuoso con las chicas, amable y cariñoso. Me encanta leer tus relatos. De dónde sacas tanta creatividad? Te admiro por tu habilidad para escribir relatos tan buenos.

Vero, me encanta tu objetividad y lo ecuanime que eres, también me encantan tus relatos. Yo no escribo, nunca he escrito nada, quizá algún día pueda escribiros algo. Por ahora los seguiré leyendo a todos y cada uno de los que han hecho este blog tan duradero y sobretodo interesante. ¡Enhorabuena!

Carlónimo -

Querida Vero, qué gusto cuando escribes y nos deleitas con tus siempre brillantes comentarios. Yo se que entiendes muy bien y juegas en ese umbral magnífico e indescriptible en el que potenciamos nuestros más íntimos sentimientos. Movernos entre la realidad y la más ardiente ficción es vivir de verdad y disfrutar en plenitud nuestra sexualidad.

Ojalá que sigas escribiendo pues tú eres la persona que mejor interpreta los escenarios. Tus relatos están marcados por la profundidad y la contundencia. No me dejes solo.

Paty preciosa, gracias por incorporarme en tu fantasía.

“…anoche cuando estabas a mi lado y me abrazabas con una gran pasión. Tus besos me hicieron cerrar los ojos y soñar en nosotros dos, irme hacia lo más profundo de mi y de tí y sentir que éramos una sola persona. Luego ya me perdí porque tus caricias me llevaron al paraíso.”

Al suave rumor de la alondra juntábamos y restregábamos nuestros labios; el bullicio de las piernas y de los brazos aumentaba; queríamos liquidar la casi imperceptible brecha que separaba nuestros cuerpos enloquecidos por el deseo.

Mis manos recorrían tu curvada cintura, las redondas nalgas y su hendidura media. Ésta me engullía y apretaba los dedos al sentir que, traviesos, traspasaban tu tierno capullito rectal.

Gimiendo con gran erotismo me acercabas tus deliciosas nalguitas para facilitar la penetración rectal. Mis dedos tallaban con suavidad el estrecho esfínter, al tiempo que mis labios se desplazaban besando en turno… los erguidos glúteos y su lineal pliegue inferior, hasta que alcanzaron y se posaron en la pequeña rajita vaginal, la cual acrecentó sus efluvios invitándome con ello a visitarla.

Erguí mi tensa espalda y tú te acoplaste en posición canina tallándome el glande, el cual separó los enrojecidos bordes labiales y resbaló suavemente hasta el fondo para iniciar un tenaz y acompasado recorrido de ida y vuelta que nos hizo temblar, endurecer nuestras piernas, jadear, gritar y explotar un extraordinario orgasmo.

Nos desplomamos a la cama. Tumbado encima de ti, estimulado por la ternura de tu apacible rostro, dejé que mi pene concluyera el delicioso escurrimiento. Gemías y celebrabas cada chisguete con súbitos espasmos vaginales que me encendían y me hacían besar con delectación tus suaves mejillas y tus labios.


Que tengan un excelente fin de semana. Disfruten la vida, mis amigos.

Paty -

Me gustó mucho el relato de Alicia Carlónimo como ya te lo dije anoche cuando estabas a mi lado y me abrazabas con una gran pasión. Tus besos me hicieron cerrar los ojos y soñar en nosotros dos, irme hacia lo más profundo de mi y de tí y sentir que éramos una sola persona. Luego ya me perdí porque tus caricias me llevaron al paraíso. Bueno, estamos en la isla de la fantasía donde cada quien vive la suya ¿o no? Por qué no la profundizas Carlónimo?

Hola Vero ya te extrañaba, cuando tu no estás aquí ya se siente un vacío. Me pareces una chica muy sincera y creo que eres muy buena amiga, inspiras mucha confianza. Sigue escribiendo. Te faltó comentar el relato de Carlónimo sobre Mirna.

Verónica -

Hola chicos!!!

Espero que todos hayan tenido unas felices fiestas, y por supuesto, les mando una vibra súper positiva: mucho trabajo, amor, abundancia, sabiduría, salud… Un abrazo especial a: Antónimo, Carlónimo, Fer, Patty, Hilda, Carmen, Anna, Y Eulogia…

Bueno, si me lo permiten, me remontaré a los escritos pasados para comentar solo un poco…

Carlónimo: Recuerdo haber leído con el corazón acelerado, los relatos de la bella Marina, sin duda es un personaje extraordinario, sensual, centrado y maduro. El relato es, en efecto un sueño vívido entre la fantasía y la realidad, y dicho sea de paso, creo que eso es lo que caracteriza a un buen escritor, pues al estar inmerso en esa persona y acontecimiento que sí es real, es casi imposible detener el curso de tantas fantasías, sueños, experiencias tan volátiles, que simplemente son elementos esenciales para componer cosas tan brillantes como solo tú sabes hacerlo. El relato de Darien me gustó por su matiz irónico. Jorge y Alicia son personajes fuera de serie: Espero con ansias más relatos de esa índole, realmente majestuoso tu léxico. Gracias por tus comentarios, son los que me motivan a escribir y prometo este año esforzarme con algunos relatos…

Carmen y Patty: Saludos enormes, sigan participando sin inhibiciones.

Ramiro: Gracias por compartir tu poema, está muy bien hecho, y posee ese tinte de locura y erotismo que a todos nos encanta.. Esperamos relatos más detallados de tus experiencias.

Carlónimo -

Hola a todos

¡Acertaron! No duró mucho la separación de Alicia y Jorge porque “se deseaban a morir”, así que después de haber estado ella muy indignada y él realmente apenado por haber compartido con sus amigos los encantos y el erotismo de su esposa, ambos reflexionaron considerando que el motivo de la desavenencia no era tan grave y que bien podían ponerse de acuerdo.

Él le dijo a ella: Entiendo tu molestia, amor, pero lo que hice sólo indica la explosiva pasión que tus encantos y tu erotismo me despiertan: Estoy orgulloso de ti. Pero… ¡eso sí! no lo vuelvo a hacer querida, perdóname.

Ella le dijo a él: Está bien, yo comprendo que lo que hiciste no fue más que una modalidad de nuestro juego erótico, pero se te pasó la mano… En fin, no lo vuelvas a hacer y por lo que se refiere a mí, queda todo olvidado.

Se reunieron con más enjundia que nunca. Viendo otra vez a su preciosa mujer con las nalguitas desnudas, empinada en el regazo de la señora Amelia, gritando, llorando y retorciéndose desesperada mientras la inyectaban, Jorge comprobó que “el orgullo bien puede esperar” y pasar a un segundo término cuando se tienen tamaños beneficios a la mano.

Alicia, a su vez, siguió desahogando sus infantiles impulsos al ser inyectada. Pero, además, aprovechó las “negociaciones” reconciliadoras para que Jorge aceptara recibir sendos pinchazos cada vez que a ella se le antojara inyectarlo.

Así que a veces lo despertaba a las tres o cuatro de la mañana, le bajaba la trusa y ¡prau! se lo ejecutaba. Otras veces lo interrumpía durante un partido de tenis; así como estaba de agitado y sudoroso le replegaba el calzón y le hacía entrar la hipodérmica. Otras más lo visitaba en su despacho y ahí mismo lo empinaba sobre el escritorio, le descubría las nalgas y ¡sopas!

Al principio no fue fácil para Jorge satisfacer todas las caprichosas intrusiones de su esposa, pero poco a poco se fue acostumbrando. Desquitaba las agudas molestias de los jeringazos que ella le propinaba, disfrutando, a su vez, las cada vez más sofisticadas manifestaciones del espléndido erotismo que ella desplegaba gimiendo, pataleando, forcejeando, implorando, humillándose frente al tormento de ser inyectada.

En sus calenturas él siguió tomando fotos y videos de su preciosa Alicia pero sólo los compartió con alguno de sus mejores amigos. Ella lo supo pero fingió no darse cuenta, pues sabía lo mucho que esa acción calentaba a su amado consorte.

Carlónimo -

Perdón amigos, olvidé pegar el link que tenía seleccionado como corolario del relato.

http://www.youtube.com/watch?NR=1&v=fhzv1nVrTYA

Saludos

Carlónimo -

Qué gusto estar otra vez con ustedes ¡Feliz Noche de Reyes!

Estimado Ramiro, vaya esfuerzo el que has hecho para plasmar en buena rima tus vivencias eróticas ¡Un gran mérito! Supongo que tienes un especial gusto por la poesía y que la cultivas en diversos temas. Muy bien delineada la trama y bien logrados los sonetos. Por favor sigue participando y si lo haces con aportaciones de tan alta calidad, mucho mejor.

Querida Carmen, me da gusto que regreses y que disfrutes los relatos. Te aprecio por muchas razones y me pareces una persona interesante. En cuanto al comentario que hiciste acerca de mi situación con Anna lo aprecio por ser éste un foro abierto, pero sólo constituye tu personal punto de vista.

Querida Vero, tengo la esperanza de que nos puedas deleitar en forma regular con tus espléndidos comentarios y relatos. El talento lo tienes, tal vez te haga falta organizar mejor tus actividades.

Muchas gracias a quienes me han privilegiado con sus amables saludos y comentarios a través del email personal. No creí contar con tantos entusiastas lectores pasivos. Espero darles gusto a todos, sólo les pido un poco de paciencia.

Pasando a otra cosa, les cuento que hace tiempo tuve de vecina a Alicia, una preciosa mujer a quien pude tratar, desde luego en compañía de su marido. Era una chica de personalidad arrolladora que trabajaba para una importante línea aérea.

La recuerdo como era: espigada pero bien forradita; de cabello largo, negro y lacio; ataviada con el correspondiente uniforme en color azul marino, que contrastaba el tono muy blanco de su piel.

Cada mañana salía muy bien arregladita y subía al coche con tanta naturalidad que la falda del traje sastre se le montaba hasta casi el final de los muslos dejándome perplejo y con el pulso galopante.

Yo trataba de no verla pero el subconsciente me hacía rondarla y ver con atención lo que hacía, al grado que un día me vine a enterar que una dama muy seria acudía a inyectarle vitamínicos con bastante frecuencia.

Por lo general los jueves en la noche y los sábados en la mañana llegaba la señora Amelia, una dama por demás circunspecta, se dirigía invariablemente al baño de visitas donde lavaba cuidadosamente sus manos y tomaba la escalera para dirigirse a la recámara de Alicia quien la esperaba sentada en el borde de la cama.

Al ver a Amelia jeringa en mano frente a ella, se alzaba el coqueto camisón descubriéndose el culo completo, se tendía de lado e iniciaba el giro para ponerse boca abajo.

Amelia, que la conocía muy bien, le daba ánimo palmeándole cariñosamente las piernas y las nalgas, la confortaba para que se acostara e iniciaba el protocolo para insertarle la ruda jeringa.

A pesar de tener la respiración acelerada Alicia permanecía por momentos tranquila, luego emitía algunas sensuales quejas, meneaba el suculento trasero, lo expandía y lo enjutaba nerviosamente, lo cubría con sus manos protegiéndolo de la hipodérmica, se disculpaba de tanto titubeo, cerraba los ojos, empezaba a jalar aire mientras las nalguitas le temblaban eróticamente, e invitaba a la enfermera a que la picara: “ya señora Amelia, estoy lista”.

Pero al sentir el frío alcohol, respingaba, se colocaba nuevamente de costado y hasta se sentaba arguyendo: “no puedo, me pongo muy nerviosa, mejor no me inyectes”.

Amelia sonreía, le palmeaba las nalguitas con mucha paciencia, se sentaba a su lado y le acariciaba los carnosos muslos diciendo: “no te apures Alicia, te espero, tranquilízate”.

La preciosa paciente volvía a ofrecer su respingado trasero rebosante de elasticidad y de firmeza; repetía para sí: “basta de miedo, ya me dejo”; pero una vez desinfectada la zona, cuando la aguja se encontraba en posición de acometer la tersa superficie del glúteo, Alicia brincaba de nuevo, gritaba y lloriqueaba, a tal grado que Amelia la abrazaba, le besaba las mejillas y enjugaba las gruesas lágrimas con sus manos.

Era un espectáculo ver a la preciosa Alicia con el imponente nalgatorio desnudo, recostada de lado llorando como una niña en los brazos de su comprensiva paramédico quien le tenía la paciencia de una santa y la confortaba hasta hacerla montar en sus propias piernas. Le susurraba al oído: “ya mi chiquita, es sólo un piquetito, mi vida”.

Alicia lloraba desconsoladamente, a grito abierto, hipaba y balbuceaba mientras la aguja perforaba su inquietante trasero. Apretaba los puños, secaba su húmeda nariz, revolvía el enrojecido rostro y el cabello se le dispersaba sobre la cama.

Marcando un sensual hoyuelo en la respingada nalga, la hipodérmica conducía el agresivo medicamento impulsado por los avances del émbolo. A cada arremetida la chica elevaba el volumen de sus gritos, se agitaba y lloraba como una chiquilla, mientras Amelia la consolaba: “mi pequeñita, ya vamos a terminar, quietecita, mi tesoro”.

La aguja brotaba por fin del abombado glúteo y la marquita del piquete recibía el ansiado masaje, pero Alicia no dejaba de gritar. Al contrario, imbuida por el ansia de lograr un terapéutico desahogo final, gritaba con más fuerza y después sujetaba prolongadamente la respiración hasta llegar al desesperado pataleo, como hacen los críos una vez que en ellos se consuma el cruento jeringazo.

Era enloquecedoramente erótico ver a aquella preciosa mujer, frondosa y plena, descontrolada como una chiquilla en brazos de quien, conforme a sus íntimas fantasías, en ese momento jugaba el papel de ardiente madre. A cada beso y cariñito Amelia respondía con nuevos lamentos, quejumbres y gritos.

Es explicable que Jorge, su esposo, gozara y se enloqueciera de excitación al ver a su mujer escenificar aquellos episodios tan sensuales, que él coronaba después montándola y cogiéndosela incansablemente.

Pero a cada acción corresponde una explicable reacción y el pobre marido no pudo controlar los efectos colaterales que le causaba la caprichosa sensualidad de su mujer.

Cada vez que el marido se reunía a tomar unas copas con los amigos, se deleitaba refiriéndoles con lujo de detalles, todo lo que ocurría cuando su esposa era inyectada, e inclusive les mostraba tanto fotos como videos que subrepticiamente le tomaba.

Alicia se enteró un buen día de que sus íntimas debilidades andaban circulando por ahí de boca en boca y sus encantos físicos estaban a la vista de todos. Ese fue el principio de una prolongada desavenencia que finalmente llevó a la pareja al cruento divorcio.

La preciosa Alicia lamentaba que su querido Jorge le hubiera resultado tan obsequioso y boquiflojo.

Verónica -

FELIZ AÑO
LOS AMO A TODOS...
DISCULPEN LOS DIAS DE AUSENCIA, PRONTO ESCRIBIRE CON DETENIMIENTO
LES DESEO AMOR, SALUD, ARMONIA, PAZ, SABIDURIA, ABUNDANCIA, Y MUCHISIMO AMOR...

BESOS!!!

RAMIRO -

Y ME INVITASTE A PASAR
Y YO INKIETO Y NERVIOSO
SENTI TU COKETO GOZO
AL MOMENTO DE PREPARAR...
CON HABILIDAD ESA JERINGA
CON LIQUIDO CRISTALINO
LA AGUJA DE PUNTO FINO
TODO POR UNMALESTAR QUE CHINGA.
Y YA NOMAS QUE SE EXTINGA
COMPARTIREMOS DESTINO.

TU MI PRECIOSA VECINA
ANGELINA DE MI DESEO
CADA VEZ QUE TE VEO
ALISTANDO LA AMPICILINA
DE SENTIR TU PULSO PERFECTO
Y TU MIRADA COQUETA
MI ALMA MUCHO SE INKIETA
Y MI PENE PONES ERECTO
QUE AL SENTIR EL MASAJE
PARA APLIKAR LA INYECCION
ME ENTRA UNA EMOCION
EN PLACER YA VOY DE VIAJE
Y TU ME LANZAS AL VUELO
PUES TUS MANOS DAN EL CIELO.

TARDAS EN CORRER LA SUSTANCIA
Y AL SENTIR ESO ME DELEITO
EN SENTIR CERCA TU ALIENTO
Y TO BENDITA FRAGANCIA...
ME DICES YA VA CHIKITO
MIRA QUE SOY MUY TIERNA
Y DESPUES DEL PIKETITO
BESARE GLUTEO Y ENTREPIERNA.
SACAS CON TALENTO LA AGUJA
EN TU FAZ DESEO SE DIBUJA

MASAJEAS LA BUENA NALGA
DONDE APLIKASTE EL PIKETE
Y ME DICES QUE ME AKIETE
Y QUE POR NADA ME SALGA...
NO ACABA EL TRATAMIENTO
Y QUIERES TRATARME BIEN
SOY TU PACIENTE Y AL CIEN
QUIERES MOSTRAR TU TALENTO.
ME VOLTEAS BOCA ARRIBA
Y ME TOCAS LA ENTREPIERNA
CON ESA CARICIA TAN TIERNA
MI BOCA SE HACE SALIVA
Y TE ATREVES A BESARME
PARA LUEGO MASTURBARME...

BAJAS A PONER TUS LABIOS
EN LA PUNTA DE MI FALO
ASI ME BORRAS AGRAVIOS
CON DELICIOSO REGALO.
TE DEDICAS TAN ORAL
A ALIMENTAR MIS PLACERES
MUJER ENTRE LAS MUJERES
MAGICA, DULCE Y SENSUAL.
Y NO CONFORME CON ESO
SIENTO TU NEGRO BESO...

MI CUERPO TIENE ESPASMOS
Y TE SIENTO TAN CALIENTE
Y DE PLACER TUS ORGASMOS
TE HACEN GRITAR DE REPENTE.
TU DEDO ENTRA EN MI CULO
Y SIN SER TAN AGRESIVA
MOSTRANDO TU DISIMULO
TAL LUJURIA NOS ACTIVA.
ME VUELVES A MAMAR EL PENE
SIN DEJAR DE DEDEAR MI RECTO
SIENTES QUE MI LECHE VIENE
QUE ES EL MOMENTO PERFECTO
QUE ABRES MAS TU GARGANTA
PARA BEBER TANTA, TANTA.

QUEDAMOS LOS DOS CONTENTO
CON ESTA TERAPIA FINA
ME INYECTARIAS MEDICINA
Y TERMINAMOS EN TAL EVENTO
PERO TE DIRE ANGELINA
QUE POR NADA ME ARREPIENTO.

MI MSN ES: riflomag23@live.com.mx







Carlónimo -

Quiero participarles el email por el cual pueden establecer comunicación personal conmigo. Será un placer recibir sus correos:

escribeyescribe@hotmail.com

¡Muchas felicidades!

Carlónimo

Carlónimo -

¿Alguien de ustedes recuerda a la señora Darien? (relato pegado por mí el 16/01/2009 01:01).

Si son viejos lectores y hacen un poco de memoria recordarán a esa atractiva mujer a quien su hijo Rubén y yo, siendo niños de 11 ó 12 años, sorprendimos acostada
en el sofá de la sala con las nalgas desnudas en el momento preciso de ser inyectada.

Como ustedes saben se armó la rebambaramba con la guapa mujer que gritaba sin poder evitar que la observáramos porque la enfermera la sostenía en ese momento de la cintura para que no se agitara.

Finalmente Rubén y yo nos encerramos en la habitación de él, pero ya me había yo deleitado viendo a la despampanante señora con la panty replegada y sus nalgas llenitas, de piel suave, tersa y brillante, recibiendo la dolorosísima inyección de aceite de hígado de tiburón.

Pues la cosa no terminó ahí. Cuando yo tenía 16 años, por el tiempo en que Rubén estudiaba internado en el Colegio Militar, la señora Darien me llamó un día a su casa y me dijo: Quiero pedirte que por favor me vayas a comprarme una jeringa.

Yo accedí gustoso y a poco regresé con lo solicitado. Entonces me instruyó: no te vayas, puedes encender la televisión mientras yo me inyecto, o si quieres acompañarme puedes hacerlo, ya estás grandecito para saber guardar un secreto.

Como viera que yo la seguí hasta la confortable recámara, después de preparar la jeringa y humedecer el algodón con alcohol me dijo: Te voy a permitir que me veas inyectarme, pero a cambio te voy a pedir un favor ¿me lo harás? Yo asentí con la cabeza.

Entonces se alzó el vestido, se quitó la pantaleta, se arrodilló en la cama y se empinó mostrándome descarada sus grandes nalgotas de mujer plena. Identifiqué el coñito en el fondo de la raja y, poco abajo los bien formados labios vaginales.

Me dejó verla por unos segundos, luego se acostó, respiró profundo y con gran maestría se clavó ella misma la aguja. Cambió la posición de sus dedos y fue empujando lentamente el émbolo, al tiempo que su rostro dibujaba sentidos gestos de dolor y de intenso placer.

Viendo a esa preciosa mujer entregada y resignada al terrible martirio de la jeringa, yo sudaba de calentura y mi pito rebosaba de tirantez. Entonces me preguntó: ¿te gusta verme? Pues te permito que te hagas una puñeta observándome, pero la lechita me la recoges, que no se caiga.

La miré perplejo pero ella insistió: !Bájate los pantalones, recuéstate en la poltrona y tállate el pito mientras me ves!

Terminó de inyectarse, se puso de nuevo en cuatro dirigiendo hacia mí sus nalgas y volteó el rostro muy sonriente para observarme y decir: ¡La lechita, que no se te escape, me la dejas sobre tu cuerpo o la retienes en tus manos!

Viendo a la señora Darien empinada que me miraba hacia atrás con gesto pícaro, concentrado en la imagen de sus preciosas nalgas, lancé varios escupitajos de ardiente semen que quedaron dispuestos a lo largo de mi pecho y de mi vientre.

Entonces se levantó corriendo y llegó hasta mí diciendo: ¡quieto, no te muevas! Recogió cuidadosamente el semen depositándolo en el cuenco de su mano izquierda, se sentó frente al espejo del tocador y se lo empezó a distribuir suavemente en la cara: la frente, el contorno de los ojos, las mejillas, la barbilla y el cuello.

Ajena a mí, estuvo masajeándose una y otra vez con la viscosa sustancia hasta sentirla totalmente seca. Luego tomó un recipiente de aceite de oliva y se aplicó una generosa cantidad en la misma área lubricada con el semen.

Yo la miraba incrédulo, no sabía qué hacer, finalmente me vestí y seguí sentado observándola. No me dirigió la palabra, estaba absorta muy atenta a su rostro, que en verdad era terso diáfano y extraordinariamente suave.

Después de una hora, se puso de pie diciéndome: ¡Ah, perdón, aquí estás Carlónimo! Oye, muchísimas gracias, ya viste para qué te quería. Cuento contigo para otra sesión, EL JUEVES. Chiao!

Amigos todos: Me voy de vacaciones. Les deseo unas fiestas decembrinas plenas de amor, abundancia y bienestar; un Año Nuevo muy próspero; y… sobre todo, sabiduría para disfrutar.

Besos a todas: Anna; Vero; Paty; Carmen; Hilda; Ivett; Angela… ¡Sean muy felices! Abrazos a todos: Antónimo; Gil; Pablo; Fer…

Primero Dios, nos vemos en enero.


Carmen -

Me fascinas Carlónimo, en especial tu forma de ver la vida y entender a las personas. Gracias por seguir escribiendo ya que el regalo que nos das no tiene precio. Para mí tú tuviste toda la razón al hacer lo que hiciste con Anna. Yo siento que te dolió mucho la decisión y que aún lamentas lo ocurrido, pero dejaste muy claro que ante todo te debes respeto a tí mismo.

Te deseo una feliz navidad y un próspero año 2012. Te seguiré leyendo y gozando tus excelentes relatos (que hasta ahora no los he dejado de leer). Saludos a todos, a Verónica, Paty, Antónimo y todos los demás lectores. Muchas felicidades!!

Carlónimo -

Gracias Paty por tu comentario, conciso pero muy claro, espero que hayas resuelto tu problema en Tegucigalpa.

¿No me queda el papel de abnegado? Pues no recuerdo haberme portado con “abnegación” (filantropía, sacrificio) en este blog donde el tema principal son los “azotes”. No creo haber sido cruel y despiadado, pero tampoco abnegado.

En cuanto a tu pregunta si Marina es un personaje que sólo existe en mi mente, te recuerdo que en este blog “todo es real y todo es ficticio”. A una situación que te impacta a tal grado que te hace evocarla, te quita el sueño y condiciona tu bienestar, no le puedes negar su componente real. El relato inicial acerca de Marina se me reveló primero en sueños y después en la extraña y misteriosa vivencia que les compartí.

Como la propia Marina me dijo: “estás manipulando los sentimientos profundos de los personajes, y éstos siguen la historia que tú inicias”. Yo no puedo descalificar esa opinión tan solo porque choca con los preceptos a que estoy acostumbrado. Cualquier comentario es bienvenido, tal vez nuestra querida Vero tenga algo que decir al respecto.

En efecto, querida Paty, la variedad de temas le imprime vida y movimiento al blog. A ver qué me viene a la mente en estos días aunque ya están muy próximas mis vacaciones de fin de año.

Las fiestas decembrinas me apartan un poco del trabajo creativo pero me despiertan muy buenas inquietudes. Muchos de los relatos que aquí he plasmado nacieron a deshoras en el transcurso de una fiesta: escuchando música, sintiendo y observando a la gente.

http://www.youtube.com/watch?v=kWMxX5MGuHI

Paty -

Carlónimo, me han gustado mucho tus últimos relatos, yo estuve ausente porque como te expliqué antes tuve que viajar a Honduras y se me dificultó poder escribir allá. Pero ya estoy de regreso y espero seguir comentando, no te olvides dedicarme algunos de tus relatos. El de Marina es muy interesante, y por lo que entiendo ella es un personaje que solo existe en tu mente ¿es así Carlónimo? En tu gran imaginación me desconciertas. A cristina la concebía una viejita ya lejana en tu vida y de pronto la veo conviviendo contigo. Eres un hombre difícil de entender y le das a los sucesos y a los personajes su segundo aire. Me gusta tu versatilidad y cómo varías los temas, eso le da mucha vida y movimiento al blog. Sigue volando. El único papel que no te queda es el de abnegado. Te mando un beso.

Carlónimo -

Es un sueño que yo recordaba frecuentemente.

Aquella mujer delgada, de cabello corto, rizado, mirada tierna, muy reservada; y el niño, hijo suyo, con quien paseamos aquella mañana, se convirtieron para mí en personajes clásicos en quienes pensaba regularmente ¿Cómo olvidar el momento de las fotos? Cuando los tres en mi sueño posamos alternadamente y en distintas combinaciones para la cámara. Esas fotos las tengo colgadas en un muro privilegiado de mi memoria.

Así que cuando subí en aquel autobús semivacío hace unos días e identifiqué frente a mí, tanto a la dama como al niño de mi sueño, sentí que el corazón se me salía del pecho.

La madre me miraba sonriente, con aire de confianza. Yo me fugué mirando al niño y ofreciéndole los brazos. Él respondió con alegre barullo. Cargándolo, lo elevé por arriba de mi cabeza y él emitió una graciosa sonrisa. Al bajarlo agitó todo su cuerpo indicándome que quería un nuevo ascenso. Consulté a su madre y ella aprobó que repitiera el movimiento, así que elevé otra vez al chico y éste lanzó una segunda risotada que a nosotros nos encantó.

Estuvimos jugando por un rato hasta que al pequeño lo venció el sueño y cerró sus ojitos en el regazo de la madre. El silencio reinó por un instante. Nos miramos a los ojos directamente: yo, tratando de encontrar una explicación; y ella, esperando a que yo le dijera algo.

Viendo que no era posible disipar la duda me armé de valor y le dije: Estoy apenado contigo porque, si bien me parece que te conozco no he podido precisar de dónde provenga nuestra relación. Ella bajó momentáneamente la mirada, arrulló al niño pronunciando una tierna tonadilla, permaneció callada pensando y luego, sin más me espetó: “Te conozco del blog”. Y siguió arrullando al niño, callada.

¿Del blog? Respondí: “no entiendo lo que me dices ¿de cuál blog?”. “Relatos de azotes, por supuesto”. Voy al grano: A ti te parece que puedes narrar con absoluta libertad cualquier historia, hacer y deshacer a tu antojo. Pero no te has dado cuenta que estás manipulando los sentimientos profundos de los personajes, y que éstos siguen la historia que tú inicias y a veces entran en un drama de por vida, mientras tú ya te encuentras cómodamente en otra historia.

Pues para que sepas, yo soy Marina, a quien tú describiste como una “chica de aspecto intelectual, bastante delgada, cabello muy corto, ojos seductores” ¿recuerdas? Para ser exacta pegaste tu relato el 19/11/2008 21:16 ¿ya me ubicaste? Yo soy la chica que trabajaba en una bonetería y te deslumbró desde el momento que la viste. Luego me inyectaste y me aplicaste una lavativa.

Mi cuerpo lo describiste así en su momento: “se le advierten sensuales formas femeninas: cinturita estrecha, cadera relativamente amplia, perfeccionada por un detallito que me pareció sumamente erótico: tenía la piel muy bien bronceada, excepto la marca del pequeño calzón bikini en la parte central de las nalgas”.

Pues sí, te parecí apetecible, muy sensual y la marca del bikini en mis nalgas te cautivó a tal grado que después de medicarme estuviste acariciando mis glúteos. Por propia iniciativa excitaste mi vulva, finalmente me montaste y me penetraste con tu pene. Yo estaba muy excitada y me entregué gustosa.

Tuvimos una deliciosa cópula que tú NO referiste en tu escrito y nunca me he podido explicar por qué no lo hiciste.

Aunque al final del texto dijiste: “Más adelante les relataré la segunda sesión de inyecciones y lavativas aplicadas a mi amiguita”, nunca volviste a mencionarme ni supiste lo que me ocurrió después que derramaste toda tu leche en mi vagina.

¿Ya me recordaste, cariño? Pues ahora quiero decirte que esta criaturita que ahora tengo en mis brazos es tu hijo, Carlónimo. Se llama Carlos y espero que tengas la rectitud suficiente para reconocerlo y responsabilizarte de él.

Amigos: ¿Alguna vez han sentido ustedes que el piso se hunde bajo sus pies? Es una terrible sensación que no les puedo describir.

Tomé la mano derecha de la preciosa joven, la llevé a mis labios y agregué: No temas, Marina, por nada del mundo desconocería a mi hijo. Pero… dime: ¿en verdad es mío?

Lo hizo girar lentamente para evitar despertarlo. Y mostrándome su carita, me dijo: ¿Pero es qué no lo ves? Tiene toda tu cara, tu sonrisa, tus ojos, y yo diría que hasta tu carácter.

Míralo bien Carlónimo. Estás en tu derecho de pedirme cualquier comprobación pero resulta innecesaria ¡Sólo mira sus rasgos y convéncete!

Poco después bajamos del autobús, caminamos despacio hasta entrar a una plaza que inmediatamente reconocí. Por último accedimos a la casona donde Marina continuaba rentando el pequeño departamento donde tres años antes tuvimos nuestro encuentro íntimo.

Entré con ella y la acompañé hasta la cuna donde acostó al pequeño. Lo besamos los dos en turno y nos sentamos en un pequeño sillón emplazado frente al pintoresco ventanal que da a la arbolada plaza.

Nos miramos por un rato sin decir nada. Es una joven a quien el natural embarnecimiento producido por la maternidad la agració considerablemente.

Sus formas femeninas mejor marcadas y el considerable engrosamiento de las mamas la hacían ver muy apetecible. Le reiteré mi promesa de ver por nuestro hijo. Le pedí que me contara acerca de él, de sus gustos y preferencias. Le dije también que la veía muy guapa y que el cielo me había privilegiado con ella.

Poco a poco se fue relajando, me miraba tranquila y suspiraba, sobre todo cuando le hablé de “nuestro hijo”. De pronto, sin decir más se colgó de mi cuello y me besó con ardor. Sus brazos me apretaban y no me permitían separarme, así que yo también me abandoné en sus brazos, la acaricié, me acarició, recorrimos cada centímetro de nuestros cuerpos, nos desnudamos poco a poco y celebramos una ardiente cópula hasta quedar bañados en sudor y agitados.

Estrechamente abrazados le seguí hablando de “nuestro hijo” pidiéndole que escogiera para él la mejor escuela y todo aquello que le pudiera significar una mayor seguridad. Marina no dejó de abrazarme, me decía sentirse segura y afortunada. Esperamos a que despertara el chico, jugamos con él lo bañamos y en un ambiente festivo lo alimentamos.

Cuando volvió a dormirse me despedí prometiendo verlos al día siguiente.

Aquella tarde, cuando intenté volver a ver a Marina y a nuestro hijo estuve llamando a la puerta del departamento y no me abrieron. Después de un buen rato busqué a la casera quien me dijo que ninguna Marina había vivido en su casa.

Insistí que el día anterior había estado con ellos. La señora me miró intrigada, después complaciente. Me pidió tener calma prometiendo hablarme si los contactaba.

No me he podido explicar lo sucedido. El cariño de Marina y la ternura de Carlitos permanecen aferrados a mi piel y a mi grato recuerdo.

Carlónimo -

Hola Vero, muy interesantes como siempre tus comentarios. Yo creo que sí hay vampiros emocionales y son muy dañinos pero me parece algo muy serio endilgar tamaño calificativo a alguien cercano. Bueno, tú como psicóloga debes saber acerca de eso, yo mejor no opino.

En cuanto a las “inhibiciones” voy a confiar en tu convicción. Si quieres que nos conozcamos para mí será un placer. Voy a localizar el dato que muy amablemente nos confiaste y en breve recibirás mi solicitud de amistad.

Tu relato referido a la tía Mirna me parece muy rico en vivencias y percepciones íntimas. Voy a tratar de enfocarlo desde la otra perspectiva: De Mateo a Mirna.

Nunca había visto las cosas de esa manera. Después de varios años de impartir la cátedra de Anatomía descubrí que una de esas figurillas que estaba acostumbrado a ver enfrente de mí, acaparó mi atención y no le podía despegar la mirada. Era una jovencita preciosa que parecía estar siempre ensimismada, con aire reflexivo, tomando notas, consultando sus libros, pensando. Las veces que me miraba confieso que me alteraba y me hacía incurrir en balbuceos, dudas e imprecisiones conceptuales.

No era atrevida en su vestimenta, pero el palmo de sus redondos y torneados muslos que quedaba a la vista cuando ella llegaba a cruzar la pierna, me interrumpía la explicación y no me dejaba trabajar tranquilo.

Creo que las intermitentes miradas que le dediqué fueron el detonador para que ella se percatara del interés que yo tenía en su persona. Y lo sorpresivo fue que a partir de ese momento me empezó a mirar con un interés muy especial. Sus bellos ojos claros me perseguían por todas partes pero se replegaban nerviosos cuando yo los enfrentaba.

Hubo vez en que los dos permanecimos mudos, inmóviles, mirándonos mutuamente, hasta que las pícaras exclamaciones de algunos compañeros nos sacaron del letargo.

De ahí pasamos a que un día la invité a comer, otro más nos fuimos al cine juntos y, sin darnos cuenta cultivamos una relación tan intensa que cierta noche, después de cenar en un restaurante muy romántico, llegamos a mi casa, nos abrazamos tiernamente, juntamos con ardor nuestros labios y sellamos nuestra relación con una entrega maravillosa.

La experiencia fue extraordinaria, era para mí una niña pero yo la veía mujer. Los números decían una cosa pero los sentimientos y los impulsos otra. Por momentos me decía a mí mismo: debo estar alucinado, esto no puede ser. Pero sus labios adheridos a los míos; sus manos acariciando mi espalda; las mías deslizándose por sus piernas y sus nalgas; eran una realidad que me apartaba del inútil raciocinio.

Me dominó nuestro mutuo deseo. Temblando de ganas la acosté, le descubrí las piernas y le acoplé mi pene a la entrepierna cuyo suave calor me cautivaba. Me frotó con desesperación el cabello y la cara, yo buscaba sus duros pezones y los mordisqueaba. Ella se convulsionó y con la boca abierta y los ojos cerrados explotó su primer orgasmo.

Siguiendo el erótico juego la hice girar, deslicé la pequeña pantaleta y me impactó la aparición de sus espléndidas nalgas: llenas, duras, esponjadas. Su enérgica consistencia me hizo pensar en nuestras respectivas edades. Emocionado de verla tan joven y tan motivada, me lancé a besar sus tiernos cachetes y su perlada vulva que se contrajo dramáticamente para descargar el segundo orgasmo.

Delirante, la preciosa Mirna elevó su magnífico culo buscando empalmarlo al erecto pene. Pero mi edad y experiencia me permitían sublimar el intenso placer que le estaba brindando, así que le deslicé con suavidad el glande por el cauce de la raja y acoplé levemente mi dedo a su dilatado clítoris, hasta hacerle reventar un intensísimo tercer orgasmo.

Mirna gritaba y se retorcía pidiéndome encarecidamente que la penetrara. Ante un nuevo acoso manual me advirtió: ¡ya no, por favor, me vas a enloquecer! La hice acostar con las piernas espléndidamente separadas y montándome le acoplé por fin el abultado glande.

A pesar de la estrechez de aquella incólume vulva, a partir de una leve presión mi barra se fue poco a poco deslizando hasta quedar plenamente embuchada. Con un suave y acompasado vaivén la llevé por fin al nirvana de sus más ambiciosas pretensiones.

Fue el principio de una relación muy intensa que nos marcó a los dos y perduró hasta que materialmente ya no tuve la capacidad de atender a tan ardiente dama.

Verónica -

No me arrepiento de nada que haya hecho en la vida, pero debo confesar que, así como me di vuelo arrancándole la inocencia al joven Saúl, en alguna ocasión a mis 19 o 20 años, alguien me arrancó la mía. Emprendí mis vivencias sexuales a esa edad porque mi familia era de valores bastante rígidos, y por supuesto fue a escondidas durante mis primeros años de la universidad en la facultad de medicina. En ese entonces, me sentía muy solitaria y vacía en mi vida amorosa, y ciertamente, tenía hambre de aprobación y afecto, y aunque para mí fue el primer amor y una relación, para él era solo una aventura. Mateo era profesor en la Universidad, y me impartía clases de Anatomía. Después de un semestre de coqueteo mutuo, al final del último día de clases, me pidió hablar conmigo cuando todos los estudiantes se habían marchado, para mi sorpresa, se atrevió a invitarme a cenar. Por su puesto, accedí encantada, y me arreglé como nunca había hecho, argumentando en mi casa una fiesta de fin de curso. Conseguí un vestido rojo perfectamente entallado con sus respectivos tacones, y utilicé el cabello suelto, ondulado con aire provocativo. La vista de mis piernas, la curva de mi cadera, lo entallado del vestido, dejaba ver claramente las proporciones de mis nalgas. Después de algunas copas y una deliciosa cena en un lugar elegante, comenzó a acariciar mis muslos por debajo de la mesa, me invitó a bailar, pasando sus manos por mis nalgas, y de pronto, todas las inhibiciones que alguna vez tuviera, fueron desapareciendo, porque me sentí querida y aprobada. Al terminar la velada, me pidió acompañarlo a su casa, nos besamos antes y después de entrar con esa desesperación que sienten los amantes cuando dejan de verse por largo tiempo, sin perder un solo minuto, nos remontamos a la superficie horizontal más cercana, quitándonos la ropa con desesperación, sin embargo, Mateo se portó como un caballero: con delicadeza empezó a besarme todo mi cuerpo, nuestro cuerpo y nuestra mente se fusionaron en un segundo, frotándonos, besándonos, viéndonos a los ojos, deseando más y más. Según iba recorriendo toda mi piel con sus manos, se concentró en cada rincón de mi cuerpo: mis senos, pezones, ombligo, glúteos, rodillas, dedos, llenándome de terminaciones nerviosas con aquel cosquilleo tan suave y desesperado a la vez, que me sentí volar, entonces empezó a penetrarme pero en cámara lenta, hasta que casi no pude contenerme, y así, en lo que pareció una eternidad, que sentí desvanecerme de deseo, entró en acción subiendo de tono la intensidad, en forma tan estremecedora y cósmica, respirando al unísono, perdiendo el aliento, explotamos de placer quedando exhaustos.
Nunca había sentido tantos orgasmos en una noche. Mateo podía controlar sus orgasmos, y me daba todo el tiempo que yo necesitaba para disfrutar los míos. El hecho de que teníamos que escabullirnos como bandidos para vernos, lo hacía todo más emocionante.
Después de esa salida, pasamos mucho tiempo juntos: Por las mañanas, él me daba lecciones en la universidad, y por las noches, otras lecciones más íntimas. Ahora nos escapamos para visitarnos y recordar esas noches. Es increíble pero el mejor sexo de mi vida lo he tenido con un hombre que me lleva 32 años.

Mirna

Verónica -

Hola…

Antónimo: Disculpa por presionarte, pero me haces falta incluso acabándote de tener en mis brazos. Gracias por relatar nuestra vivencia del fin de semana pasado, fue maravilloso convivir tanto tiempo contigo, eres fabuloso y tienes una energía incomparable (en todos los aspectos), me encantas… Esta semana la comencé con nuevos bríos, recordando aquella “noche de las 5 veces, donde realmente me diste todo tu potencial.
Oye, cariño, tu tema de los vampiros emocionales está muy denso, y lamentablemente, no solamente se aplica en pareja, sino también con amigos y compañeros de trabajo, ¿será que desean sembrar la amargura que ellos mismos han propiciado en sus personas por toda la humanidad? Parece que el egoísmo con que actúan, no tiene límite, son como parásitos, que viven a expensas de los demás, como la araña que devora a su macho cuando ya no lo necesita porque ya procreó. Lastimosamente, nunca se dan cuenta del daño que hacen a sí mismos y a la gente que les rodea, tan fácil como la voluntad de superar esa actitud (muchas veces inconsciente) ¿te imaginas? Toda la energía que gastan, convertida en positiva, harían grandes cosas, que ni siquiera se imaginan. Lo gacho es que se les regresa tarde o temprano. Gracias por compartirlo, a veces no es tan fácil detectarlos, así que estaremos alerta.

Carlónimo: Los relatos en este blog, y sus personajes, jamás han conocido la palabra “inhibir”, a estas alturas dudo que eso suceda… Estos relatos nuevos sí que me han hecho entrar en calor, y recordar ciertos episodios que me contó la tía Mirna, y se asemejan a esa vibrante experiencia de la bella y madura Cristina, ¡Cuan emocionante, y enriquecedor resulta compartir el tiempo con una persona que no tiene límites!. No dejes de compartirlos y seguirlos nutriendo. ¿Sabes? Admiro el espíritu libre y vigoroso de aquella chica, la sensualidad que emana, la entrega que otorga, la seguridad con que se mueve, esos pequeños detalles, son básicos en una intimidad exhuberante y sensacional, aun estando lejos de tener el cuerpo perfecto… que maravilla!

Carlónimo -

Nadie es perfecto, hermano, todos fallamos en alguna forma, aunque, eso sí, debemos corregirnos. Los infamantes lamentos de la canción de Chava Flores, definitivamente NO ME GUSTAN.

Querida Cristina, te veo igual de perfeccionista que Antónimo. Cuando dices “si tuviera veinte años menos mi cuerpo seguiría siendo tuyo” desconoces el garbo y el encanto que te caracterizan.

Si tú me lo permites voy a compartir con nuestros amigos la reciente experiencia cuando estuve en tu casa y me pediste que te inyectara.

En efecto, hace unos días acepté la amable invitación de Cristina a pasar una agradable tarde en su domicilio.

Nos encontramos en el pintoresco rumbo de Coyoacán, donde ella vive en un confortable departamento estilo colonial. Después de caminar un rato por el parque y tomar un café en La Posta, caí en la cuenta que la edad es un factor secundario si la persona tiene muy alta su autoestima y, por ende, cuida su aspecto y su persona.

Además, si a eso le agregamos el deseo de agradar, el resultado final es asombroso ¿Qué hombre no disfrutaría pasear con una hermosa dama madura, de finos modales, cuerpo armonioso, cadera bien definida; piernas torneadas, busto atrayente, rostro jovial, cabello negro, que sonríe constantemente, que se muestra ágil, graciosa y cariñosa?

Pues así es Cristina, una mujer interesante que no esconde su edad pero que no tiene arrugas, ni prejuicios, ni manías, que está habituada en general a la vida moderna.

Contra lo que pudiera esperar, no me habló del pasado, sino del aquí y el ahora, de su trabajo, sus planes. No adoptó la pose maternal del tiempo en que yo era adolescente, ni la soberbia actitud con que me trató cuando yo me encontraba en los veintes. Después de quince años de no vernos, se estableció espontáneamente una relación de igual a igual entre los dos.

Tomada con naturalidad de mi brazo sonríe y se campanea mientras conversa, refuerza sus dichos con cariñosos arrimones corporales, recuesta espontáneamente en mi hombro su cabeza, me abraza, me dice cosas al oído, detiene la marcha para escuchar con atención alguna de mis respuestas.

Pasamos a la farmacia donde adquirió una jeringa y un paquete de algodón, pero ya en su departamento los aventó sobre el sofá para poner un disco de música orquestal (para ser más preciso, Paul Mauriat) ofrecerme una copa de chianti y continuar la animada conversación.

Me mira atentamente mientras hablo, por momentos me siento deliberadamente observado, pero es algo que no me preocupa, ella tiene el derecho de hacerlo y no va a encontrar en mí más que lo que soy y estoy satisfecho de ser.

Así que olvido esas minucias y me concentro en sus lindas facciones, en sus ojos, en el énfasis con que me dice.”Soy feliz Carlónimo, en verdad lo he sido y lo soy ahora. No me han faltado: la salud, el dinero y el amor. Mírame bien, estoy algo vieja pero contenta, satisfecha, llena de proyectos”.

La conversación sigue fluyendo, son las 11 de la noche y lejos de decaer se pone más sabrosa. Continuando una idea me dice: Podríamos ir a ese lugar ahora mismo, está aquí cerca, ven… Y tomando sus llaves me apura a salir. Pocos minutos después estamos en Asha Bar disfrutando un entremés de queso de cabra y una copa de champagne.

El punto es que: la vida empieza de una manera, pero los personajes se reacomodan en ella, las mentes evolucionan, los factores edad y generación se difuminan y se convierten en una referencia no sustantiva, los actores encuentran un nuevo rol que desempeñar entre sí.

Y entonces, los patrones generacionales: Padre, amigo, tía, y sus respectivas corporeidades se pliegan al inmenso poder de la mente, de las ideas, del auto-convencimiento, de ser lo que nos gusta y queremos ser y establecer relaciones de cualquier índole con la persona que nos atrae.

De pronto Cristina me dice: ¡Espera, ya no puedo tomar una copa más pues tienes que inyectarme! Y salimos del bar para regresar a su casa, me entregó la jeringa y pasamos a la alcoba donde se bajó delicadamente su pantalón y la panty, caminó con las nalgas al aire hasta llegar al closet y tomar de ahí el frasco de alcohol; luego volvió a caminar hasta colocarse al borde de la cama, hincar una rodilla, después la otra y acostarse lentamente. Yo me solacé todo ese tiempo admirando aquellos glúteos muy grandes, carnosos, blanquísimos, con no mucha consistencia, pero doblemente atractivos por ser los de una mujer muy madura y sintetizar la audacia e irreverencia con que los dos nos condujimos por largos años para hacer posible esta insólita, desafiante y caprichosa relación de intimidad.

Despreocupadamente acostada con las grandes nalgas descubiertas, las piernas muy juntas, el cabello esponjado, las palmas de las manos apoyadas en la almohada, la panty de color negro totalmente replegada hasta el inicio de los muslos, Cristina me inspiró que la belleza depende del ánimo con que miremos las cosas, y que a la vida no se le debe encerrar en prejuiciados patrones puritanos.

A esa preciosa mujer que tiene edad suficiente para ser mi madre, la percibo emitiendo inequívocos signos de excitación: su piel erizada, los labios nerviosos, las manos indecisas, su agitada respiración. La observo arrobado, con ansia de eternizar las indescriptibles emociones que me invaden.

Tiene unas nalgas muy grandes, algo flácidas. Su baja tensión da a la piel una suavidad extraordinaria. Muestra la consistencia de los pétalos de rosa maduros que se desprenden del cuerpo de la flor inexorablemente. El juego muscular es menos evidente que en las nalgas de personas jóvenes. Pero sus características las hacen ver muy sensuales: anchas, redondas, abundantes, compartiendo su belleza con los robustos y bien delineados muslos.

Estando lista la jeringa me aproximé a Cris, seleccioné el sitio adecuado, desinfecté la zona y con un suave impulso perforé el erguido glúteo haciéndolo estremecer por un instante. La preciosa paciente se mantuvo tranquila; sólo descargó su inquietud y su molestia a través de un leve rozamiento de las piernas y la emisión de moderadas quejas: “Tato, no Tato, me duele Tato…” Los extensos glúteos se conmovían sensualmente haciéndome estremecer de inquietud. La sustancia fluyó lentamente hasta que el émbolo de la jeringa tocó fondo. Extraje la jeringa y disfruté el masaje final en el terso y relajado glúteo de Cris, quien permaneció en calma y sonreía dulcemente mientras me explicaba que había retrasado la aplicación de esa inyección porque tenía referencias de que era muy dolorosa, pero que a ella no le había causado más molestia que la normal.

Una curiosa escena de otro tiempo cruzó por mi mente:

“Abrazó la almohada, meneó la cabeza, agitó los brazos, contoneó las piernas, hizo diversas muecas y reiteró su desgarradora imploración: ¡doctorcito, doctorcito, no me lastime doctorcito Quirarte, no doctorcito, no doctorcito!”

Comparé y me agradó más la serena actitud con que ahora se dejó inyectar y es afín a los nuevos atributos de su persona.

La nerviosa, impulsiva, escandalosa y descontrolada Cristina dejó su lugar a una mujer reposada, mesurada en todas sus reacciones, reflexiva, cariñosa, de sonrisa perenne, muy agradable.

¿Quién dice que todo tiempo pasado fue mejor?

Antónimo -

Hola chavas y chavos

¿Qué pasó mi Vero? Ya “no te has tomado la molestia ni de reportarte”. Así son, así son de ingratas… snif snif!!

Asoo, Carlónimo, galanteando a la señora Cristina ¿Cómo está señora, gusto en saludarla, de mí no se acuerda? Yo no la andaba espiando ni fijándome en sus pompis como Carlónimo. Yo sí era niño bueno.

Haces bien hermano, mejor malo conocido que bueno por conocer… Y es que ¡miren el importante tema que trata hoy la Yazmín Alessandrini! Es de vida o muerte, fíjense bien.

Bajo el título: “¡Huyan de los vampiros emocionales!” dice la güerita que estos (los vampiros emocionales) “están por todas partes y vienen en todas las presentaciones, bajo tu propio techo, en tu centro de trabajo, en tu colonia… Son esos que en lugar de chuparte la sangre gota por gota, prefieren extraerte tu energía, entusiasmo, tranquilidad, tus sueños y tu vida misma. Se presentan ante ti como las personas más adorables del universo para que te formes el mejor concepto posible de ellos. Sin embargo, consciente o inconscientemente, tienen la misión de lastimar, depredar, devastar, destruir la vida de quienes ilusamente les permiten acercarse. Y cumplen así su misión saboteadora”.

“Son pasivo-agresivos, su comportamiento tiene como objetivo violentar la cotidianidad con actitudes negativas y palabras malintencionadas, como la gota de agua que no cesa de golpear la roca. Y siempre terminan por cumplir su misión envenenadora”.

“En lugar de alegrarse por algo bueno que ocurra, siempre están buscando el punto negro de la situación y si no lo encuentran ellos mismos lo inventan. Te carcomen a grado tal que te hacen sentir devastado, culpable. Son de naturaleza hiriente, agresiva y cuando los contradices tienden a estallar en ira. Son personas sumamente tóxicas que cargan muchísima negatividad, resentimientos, envidia, celos, frustraciones. Quieren ser aprobados y reconocidos pero siempre logran todo lo contrario porque quienes están cerca de ellos tarde o temprano levantan una muralla de rechazo. Los vampiros emocionales terminan siempre su vida completamente solos y repudiados”.

¡Qué grueso mis chavos! Y sí, yo creo que es cierto, aquí en mi tierra les llamamos los “chingaquedito” pues van ganando poco a poco tu confianza pero a la vez sientes cómo te van golpeando disimuladamente y estratégicamente, donde notan que más te duele.

Son como el hermanito celoso que el día de tu cumpleaños, cuando ya se va a partir el pastel, se declara enfermo y chilla y patalea y hasta es capaz de vomitarse en la mesa para boicotear tu fiesta.

O como la esposa que al percatarse de la calentura con que anda su consorte, toma brebajes y hace todo lo que puede para inducirse la menstruación y poderle salir a su machín con que: “no se va a poder, mi vida”.

O como el pinche maridín que viendo el deseo que tiene su mujer de que la lleve al baile al que ya tenían considerado asistir, la deja vestida y alborotada pretextando tener a última hora un ineludible compromiso de trabajo.

Mejor ponerse a salvo ¿no creen? Que digan: aquí corrió y no que digan “aquí murió”

http://www.youtube.com/watch?v=F9hwF8mKgLw

Carlónimo -

Les comparto las palabras que la preciosa Cristina me dedicó telefónicamente después de leer mi último relato (desde luego con la propia autorización de ella).

“Gracias una vez más Carlónimo por hacerme revivir esos momentos maravillosos que pasamos juntos. Es como si no hubiera pasado el tiempo y mi carne volviera a ser fresca. Quiero que sepas que sigues llenando mi corazón y que si tuviera veinte años menos mi cuerpo seguiría siendo tuyo, como lo es mi propia vida, porque “vida” es lo que tú me das cuando hablas de mí con esa pasión que desbordas.”

Mi amada Cristina, yo no distingo épocas, sólo exalto lo que tú me has hecho sentir desde que era un niño. A continuación, el link que me pediste incorporar.

http://www.youtube.com/watch?v=WyOJ-A5iv5I

Carlónimo -

Para que no se enojen, va este relato.


¿Recuerdan lo que me dijo Cristina cuando se despidió de mí?:

“Tato, te agradezco la felicidad que me has dado. Trata de olvidarme, no sé si volvamos a vernos, no podemos llegar a más y no quiero causarte problemas con tu madre”.

Habiendo tomado con seriedad sus palabras, me concentré en la nueva realidad: mis estudios y los dulces brazos de Maitena, con quien alcancé la suficiente fortaleza para olvidar aquello que había sido mi “amor prohibido”, el que no podía ser y que fui confinando al lejano reducto interior de mis “travesuras de puberto”

Tres años después regresé a México. Para entonces mi padre ya había muerto y mi madre cambió de domicilio lejos del edificio donde vivía Cristina. Yo estaba Cansado de arrastrar circunstancias y sentimientos del pasado, así que busqué nuevos entornos y me entregué de lleno a mis amigos y al estudio.

Una tarde que estaba estudiando en casa, sonó el teléfono y cuando contesté la persona llamante permaneció en silencio. El suceso se repitió al día siguiente pero yo permanecí en línea también mudo, hasta que oí la voz de Cristina diciendo: Perdona que te llame Carlónimo, pero es que quiero verte”

Tras un breve encuentro en un café cercano a su casa, acepté acompañarla el sábado a una fiesta de gala. Cuando pasé por ella salió con un vestido negro de seda muy ajustado que resaltaba la sensualísima curvatura de su cadera y el desquiciante bamboleo de sus nalgas ¡Qué espectáculo tan enloquecedor!

Durante el festejo los dos nos comimos con la mirada, nuestra respiración permaneció todo el tiempo agitada, no dejamos de vernos, de abrazarnos. Cristina estaba bellísima: su negro y sedoso cabello contrastaba la llamativa palidez de su rostro; su mirada profunda e insinuante me traspasaba; sus encarnados labios se agitaban de emoción sintiéndome cerca.

Se veía garbosa, orgullosa, segura de sí misma ¡escandalosamente guapa! Sabía que mi evolución física ya le permitía presentarme como su hombre, como su joven amante, sabiendo que esa circunstancia lejos de señalarla la adornaba y la hacía ver aún más interesante.

Yo no estaba tan tranquilo, su ostentosa soberbia de aquellos días me incomodaba, me hacía sentir como un objeto propiedad suya. Pero me abandoné al irresistible deseo de tenerla cerca. Me plegué al vanidoso gusto de lucir a esa voluptuosa mujer a quien muchos hombres admiraban, pretendían, cortejaban y deseaban.

Por eso, cuando después de haber cenado y disfrutado, me miró con altivez, dio un pequeño sorbo a su copa, recorrió con la punta de la lengua sus ardientes labios y me dijo: “La habitación está lista, podemos pasar esta noche juntos” yo sólo confirmé lo que ya esperaba y deseaba.

Le retiré con caballerosidad la silla, se acopló a mi brazo con aire de grandeza y salimos muy sonrientes de la sala. Tomamos el ascensor y llegamos hasta el quinceavo piso donde me entregó la llave de la lujosa alcoba. Abrí la espaciosa puerta, miré a Cristina con aire sugerente y la recosté con suavidad en mis brazos llevándola en ellos hasta el fondo de la habitación, frente al enorme ventanal que ofrecía una espléndida vista nocturna.

Di un violento giro que la hizo reír, abrazarme con todas sus fuerzas, gritar, acariciar con emoción mis brazos, mi cuello, mi rostro, mi cabello, acoplar sus inquietos labios a los míos, succionar con fuerza, gemir, resoplar, e inducir mediante un sensual pataleo que la llevara hasta el borde de la cama. La acosté lentamente sintiendo que me jalaba del cuello llevándome con desesperación hacia ella. No sé cuánto tiempo pasamos abrazados, besándonos con ardor, desvistiéndonos, acariciándonos y retozando.

Nuestros cuerpos desnudos volvieron a encontrarse. Las abultadas tetas los tiesos pezones me saludaron con su inconfundible consistencia. La extensa cadera los carnosos muslos alardearon su esplendidez y su acogedora firmeza.

Besando con avidez sus carnosos labios, observando los entornados y muy expresivos párpados; viendo su rizado y brillante cabello que aportaba una espléndida cuota de sensualidad, sentí que sus piernas se plegaron y se separaron conmovedoramente, con lo cual mi abultado glande pudo hurgar el mullido y húmedo umbral del supremo placer; recorrió con avidez el estrecho reborde de los labios vaginales y se sumergió en el acogedor reducto, el cual le dio la bienvenida con rítmicos espasmos que estrechaban el íntimo conducto y potenciaban el indescriptible placer.

Ese día vi a Cristina tan excitada que adoptó una pose poco usual que nunca antes le había visto practicar: Elevando las piernas hasta ponerlas casi en vertical suspendidas en el aire, propició una mayor penetración y se dio a sí misma el espléndido regalo mental de verse y sentirse descaradamente ofrecida, dramáticamente entregada, depravada por el enajenante placer del coito extramarital.

Ante sus dramáticos gritos, gemidos y conmovedoras contorsiones, consciente de estar cogiéndome a la terrible señora Cristina, la enojona mujer de mis más tiernos años infantiles, quise remachar esa evidencia sintiendo en mis manos las espléndidas nalgas que me apartaron de la inocencia, haciéndome tejer mis primeras puñetas.

Sin dejar de tallarle la vulva con mi tieso y enfurecido pene, sintiéndolo resbalar una y otra vez por el cálido y jugoso conducto que con cada arremetida parecía explotar de placer, posé mis manos por debajo de mí, en sus extensas y carnosas nalgas. Se las acaricié voluptuosamente y buscando el centro de su profunda raja alcancé a introducirle el mayor de mis dedos por el estrechísimo ano, haciéndolo que bullera y me apretara el dedo con gran fuerza.

Bombeándole con desesperación las dos espléndidas entradas sexuales, oyéndola gritar y jurar que nunca en su vida le habían prodigado un placer igual, sentí colapsarme y mi pene lanzó súbitos chisguetes de ardiente semen que fueron a dar al fondo de la enardecida vulva.

La preciosa Cristina se enjutó y empezó a temblar dramáticamente hasta quedarse prácticamente trabada. Parecía que se ahogaba. Su vagina me apretó con enorme fuerza hasta arrancarle a mi pene la última gota del viscoso semen. Caí extenuado, rendido, fascinado…

Cuando desperté ella permanecía acostada boca abajo con las encantadoras nalgas desplegadas. Me deleité observando aquellos frondosos cachetes que de niño inyecté una y otra vez… imaginariamente.

http://www.youtube.com/watch?v=CziO9PVVIlk

Pedrin -

Ya dejate de rollos y relata algo Carl{onimo. Y d{onde dejaste a Anna???

Carlónimo -

Querida Vero, el retorno a casa ha estado acompañado de mucho trabajo, ya quiero contar con algún tiempo para relatarles algo.

Así es, el arsenal que conservamos y que nos sirve de plataforma para la creación literaria se nutre de: experiencias propias; deseos tanto conscientes como subrepticios; sueños; y sucesos referenciales. Me da gusto que ya sientas el impulso de escribir, es un gran acontecimiento para el blog, quiere decir que estás logrando la suficiente motivación, la cual es palanca de la inspiración.

En cuanto a tu propuesta de que establezcamos una ruta de comunicación privada, no la descarto del todo ya que siempre es grato tratar en lo personal con amigos de mucha confianza como tú, pero no quiero que esa vía cerrada vaya a inhibir en alguna forma nuestra participación y menos aún nuestra ACTITUD en este espacio abierto, en el que, aunque parezca descabellado, podemos hablar con mayor libertad. Me encantaría que comentaras al respecto.

Les deseo un excelente fin de semana.

Antónimo -

Hola chavas y chavos.

No es que me asuste la frase: “ya no se ha tomado la molestia ni de reportarse…” y menos el enérgico tono de su voz. La verdad es que considero prudente atender a mi chica cuando empieza a inquietarse por mi brevísima ausencia. Ay preciosa Vero, qué demandante te has vuelto pero no te apures, te comprendo.

Al decir Carlónimo que las mujeres son bellas y que nos llenan a los hombres no puedo dejar de pensar en ti muñeca, pues tienes ese ingrediente indefinible que me enloquece. El sábado que salimos juntos, desde el momento que te recogí en tu casa y te vi ataviada con ese vestidito azul marino entallado, sentí que explotaba de ganas.

En el restaurante te comportaste con una fineza encantadora, tu amena conversación envolvió el momento. Después, la reunión que organizamos en el “depa” resultó muy buena. Armamos una explosiva tertulia con la grata compañía de Paty y de Carlónimo. Nos entregamos al baile colectivo, los cuatro en un “desmoche” que para qué les cuento.

Saboreando una inmejorable variedad de quesos, degustando buenos vinos, conversando acerca del blog, bromeando y riendo a carcajadas, la armamos “de pelos” ¿o no, mi piernudita? Entonces ¿por qué dices que ni siquiera me reporto?

Paty y Carlónimo terminaron en un rincón enfrascados en tremendo fajín ¡Es entrona la chava! Y de mi hermano ni qué decir ¿Te fijaste cómo se besaban? Parecían aspiradoras; y las manotas de Carlónimo ¡Ah bárbaro!

Y luego que, para tranquilizarlos, les propusimos salir los cuatro y nos fuimos a un final de fiesta súper en el Claustro de Sor Juana. En su célebre edificio colonial ocupamos una de las mesas del enorme patio central gratamente iluminado y aderezado con vistosos arreglos florales.

Nuestros románticos acompañantes pasaron a la pista de baile y se “amacizaron” de “cachetito” hasta que se pusieron bien coloraditos.

No se dónde habrán terminado ellos pero tú y yo nos fuimos, primero a un bar de Cuernavaca y luego al Hotel Hacienda, de Tequesquitengo donde nos dimos una suculenta repasada ¡Ay mi piernuda, qué buena estás! Antes de quedar exhaustos y dormir como angelitos el resto de la madrugada.

¿Y no el domingo lo pasamos bien juntitos amándonos como Dios manda? Me traías al gorro con esa capacidad que tienes para enlazar orgasmo tras orgasmo. Si no fuera porque mi potencial y mi resistencia son atléticos, no se qué harías preciosa!!

¿Ah, verdad…? Y ahora dices que ni me reporto. ¿Y entonces las deliciosas arremetidas que te daba cuando tenía tus nalguitas bien paradas a mi entera disposición el fin de semana? ¿Los cinco consecutivos que hilamos sin sacártela? ¿Las dos inyecciones que te apliqué en tus soberbios “cachetitos” bien erguidos y bamboleantes, cuando “nomás” jadeabas y suspirabas? ¿Los poderosos chupetones que me aplicaste hasta hacerme gritar y desfallecer porque mi pene lanzaba escupitajos como fuente desbordada? ¿Los impresionantes besos de “lenguita” con que aderezamos nuestra consumada actuación?

Eso, ni lo mencionas Veroniquita preciosa ¡eres insaciable!

http://www.youtube.com/watch?NR=1&v=951IIFKaH94

Verónica -

Paty: Gracias por seguir en contacto, posteriormente hare más relatos… esperamos también un poco de tu apasionante pluma.

Carlónimo: Esperamos que tu regreso a casa y demás labores, haya sido gratificante. Mil gracias por la retroalimentación, realmente me impulsas a seguir participando con mucho ánimo, e intentar concebir cosas nuevas. El capítulo al respecto que escribiste, es impresionante, siempre tan cauteloso, adoro realmente tu forma tan peculiar de relatar, porque es verdaderamente profesional, y nos haces vivir contigo y los personajes esa pasión en carne propia, y este en especial, me pareció sensualísimo. ¿Sabes? Los pocos relatos que he plasmado tienen un poco de personas conocidas, un poco de fantasías, sueños, vivencias reales, lecturas, y demás, que juntos completan el rompecabezas en este espacio para dar vida a algo real, e irreal, como una vez dijiste: “Aquí todo es real, y todo es ficticio”, claro que me he reflejado en algunos aspectos, pero sigue siendo material directamente capturado de la espontaneidad de la mente y la inspiración. Te admiro mucho más que antes, ahora que supe que no te importa la opinión de los demás acerca de cosas tan densas, y creo que lo comparto contigo, puesto que, decididamente es parte de nuestra personalidad, y de hecho, recuerdo también haber confesado mi identidad y mi espacio personal para contactarme anteriormente, ojalá un día podamos charlar en privado (aunque sea vía mail)…
La confianza que nos otorgas es una maravilla, puesto que ya te considero un gran amigo sin tener la certeza de una química en persona, y eso para mí vale muchísimo. Salúdame a mi Antónimo, que ya no se ha tomado la molestia ni de reportarse…

Carlónimo -

Querida Vero

En mi anterior no realicé el comentario acerca de tu excelente relato referido a la Tía Mirna. Al respecto te diré que me encantó, sobre todo la parte inicial en la que ofreces algunos datos biográficos de la singular tía. Me parece muy original, muy sugestiva y me hago la pregunta, que tal vez se hizo también la preciosa Paty, si esas características de Mirna no las tiene también su encantadora sobrina Vero.

Es tal el énfasis que pones en el relato acerca de los juegos infantiles de inyectar muñecas, y de los impulsos juveniles de besar a los chavos buscando palparles la zona inyectable, que pareces estar refiriendo experiencias propias. No sé si me equivoque.

Es más, yo encuentro en Mirna muchos aspectos de la personalidad de Vero: franca, abierta, cariñosa, solidaria, intensa, decidida… que son además preciosos atributos.

En fin, me llamó la atención el grado de intensidad del relato y la estrecha vinculación del personaje con el narrador. Me hizo recordar aquello que alguna vez les comenté: que yo no creo que la simple máscara del anonimato nos pueda convertir en una persona distinta de la que en realidad somos. Desde luego que a los personajes les damos matices y los vamos adaptando a diversas circunstancias, pero el relator no deja de identificarse y plasmarse de alguna manera en ellos.

En lo personal, a veces especulo que tal vez más de una persona que me haya leído aquí ya sospechó o descubrió quién soy. Además, he dado tantas referencias reales acerca de mi persona y he tratado tantas vivencias reales, que no me sorprendería verme descubierto. Y eso no me asusta. Yo creo que nadie que me conozca llegaría a escandalizarse y a decir: “Qué decepción, nunca pensé que llegara a relatar semejantes calenturas y barbaridades” Y si eso ocurre pues… ni modo.

Ah, se me olvidaba, en cuanto a la redacción, querida Vero, la estás sublimando, cada día te veo más segura y estás consolidando una personalidad propia. Para muestra basta un botón.

“Antes de levantarse se acomodó la ropa con timidez, y me dio las gracias. “¿Te dolió” le pregunté, -“Si, un poco”. Después se marchó dejándome vacía, pero al día siguiente recibí un escrito que decía: “Mirna, yo se que la diferencia de edades entre nosotros es abismal, pero no he podido dejar de pensar en usted, ¿aceptaría una cita conmigo?”.”

En un párrafo corto, cuántas ideas y diálogos expuestos en perfecto orden. Me gusta mucho ¡te felicito!

Seguimos escribiendo, que tengan un excelente fin de semana.

Carlónimo -

¡Qué tal amigos! Ya estoy felizmente de vuelta en casa, encantado de reunirme otra vez con ustedes.

Queridas Vero y Paty: el ánimo no me flaquea, sólo quise contarles y… ¿por qué no? Tal vez desahogar en ustedes lo que sentía en ese momento. Si no lo hago precisamente con ustedes ¿con quién más? Pero no estoy ofuscado, sino dichoso de continuar esta labor y feliz de tenerlas a mi lado.

Gracias Fer por tu nuevo voto de confianza, no dejo de reconocer el apoyo eficiente y el ánimo que nos dispensas desde allá “tras bambalinas”

En cuanto a la Tía Mirna, estoy gratamente impresionado por esa preciosa mujer a quien admiro por su talento y por su belleza. Les dedico este pequeño relato que acabo de componer durante el vuelo a México.

Cuando la conocí me imponía demasiado respeto al grado que no podía mirarle a los ojos.

Recuerdo que su imagen idealizaba para mí todos los atributos y virtudes propios de una abnegada médico. A distancia, la contemplaba caminar llevando su estetoscopio colgado en el cuello… Siempre pensativa, reflexiva, envuelta en un aura de encantadora grandeza.

Su hermoso cuerpo me hacía suspirar y soñar. La abundancia y firmeza de sus piernas, el voluptuoso quiebre de su cadera, la compacta esplendidez de sus glúteos, me hacían sentir espasmos y considerarla casi un ente sobrenatural.

Así la vi por años, sólo de lejos, hasta que un día me encontré postrado en su mesa de exploración, hecho un lastimero ovillo, retorciéndome de dolor en la parte baja del pecho.

Confieso que hasta el sufrimiento menguó cuando me percaté de su presencia y sentí que con extrema suavidad me iba desabotonando la camisa: “Tranquilo, le voy a tomar un electro”, me dijo.

Su cuerpo desprendía una discreta fragancia floral que me cautivó. Sus hábiles dedos me aplicaron una fina capa de gel en varios puntos del pecho en los que me embonó, por medio de ventosas, las delgadas mangueras.

A cada contacto de sus manos yo temblaba. No quería abrir los ojos pues temía que a la vista de su dulce rostro, yo perdiera el control de la presión y de la alta concentración sanguínea, lo cual pondría en evidencia mi calentura.

Enseguida se dirigió a mis tobillos. Replegó el pantalón en ambas piernas de abajo hacia arriba, hizo descender los calcetines y me ajustó las consabidas argollas receptoras de señales micro magnéticas.

Yo estaba seguro de que ella apreciaría la descomunal aceleración de mis latidos y, por ende, la inquietud que ella misma me causaba. Y así fue, pues al leer los registros en la pantalla se acercó y me sujetó de ambas piernas diciendo: ¿está nervioso? Tranquilícese hombre, estoy viendo que su corazón está bien… “pero muy agitado”.

Y enmarcó esas tres breves palabras con una tan angelical sonrisa que mi pobre corazón terminó de ponerme en ridículo, haciendo que Mirna estallara una espontánea carcajada.

Habiéndome atormentado de nuevo con la sedosa caricia de sus manos para desprender las mangueras y las argollas conectadas a mi cuerpo, la dulce Mirna me miró de frente y yo disfruté por primera vez el fulgor de sus preciosos ojos claros.

Sin dejar de verme preguntó si quería que me inyectara para mitigar el dolor que indudablemente provenía del sistema gástrico y estaba originado por el excesivo consumo de condimentos picantes.

La verdad es que ella indujo y motivó a tal grado mi respuesta con la atrayente expresión de su mirada, que no tuve más remedio que asentir con un leve, casi imperceptible, movimiento de cabeza.

Entonces la vi desempacar una jeringa, llenarla con la blanquizca y densa sustancia de un poderoso analgésico intramuscular, empapar la consabida borla de algodón y dirigirse hacia mí para desatar el cinturón y bajar el cierre de mi bragueta, hecho lo cual me indicó girar el cuerpo colocándome boca abajo.

En un santiamén me vi con las nalgas al aire espléndidamente expuestas y a merced de la enorme jeringa hipodérmica. La doctora manoseaba mis tensos cachetes. Al sentir cómo ella se solazaba, con el suave estremecimiento de sus dedos, con el siseo de su agitada respiración, entendí lo que Mirna estaba sintiendo y que me transmitía entero.

Desde el interior de una burbuja de intenso placer erótico, sentí el agudo pinchazo y las primeras emanaciones del doloroso líquido que me flagelaban. Los suaves e inquietos deditos de Mirna jugueteaban deslizándose por la superficie de mis nalgas, de un lado al otro, por el cauce de mi raja, en la entrepierna, hacia los testículos. La certera estimulación del punto “G” me hizo temblar, respingar y gritar de excitación y de extremo placer.

La preciosa Mirna titubeó un momento, regresó de golpe su mano a la erizada superficie de mis glúteos y terminó aplicándome el algodón al tiempo que retiraba la aguja. Me dio un suave masaje como si nada hubiera pasado, pero sus impulsos descontrolados ya me habían alterado demasiado.

Estaba gimiendo y resoplando para tratar de aplacar la furiosa erupción que brotaba de mi pene y que se extendió por la superficie de la cama.

Terminado el masaje, dudé en levantarme, sentía mucha pena por lo que me había pasado, pero terminé pasándole a Mirna la cuenta de sus caprichosos actos.

Me levanté finalmente confiado, llevando un extenso hilo de pegajoso semen pegado a la punta de mi glande y conectado en el otro extremo, con el pastoso charco que había dejado embarrado en el camastro.

Le di la espalda para vestirme, oí que reía muy nerviosa, insegura.

De pronto, sus brazos me rodearon por la espalda, sus manos subieron por mi vientre, tomaron el elástico de la trusa y lo hicieron descender lentamente.

Mujeres… preciosas mujeres… gracias por existir, me hacen soñar, temblar, suspirar y reír.

http://www.youtube.com/watch?NR=1&v=BgPwCN0NAAE

Paty -

Carlónimo, cuando escribes sobre Elisa siempre te salen muy buenos relatos, son espectaculares por la variedad de escenarios y de situaciones que manejas. No me acordaba de sus inclinaciones lésbicas. Me impresiona que todos los miembros de esa familia proyectan y viven un gran erotismo; la escena en que Elisa después de recibir una inyección acostada en el sofá está en las piernas de Raúl besándolo me gustó mucho.

Hablando de otra cosa, comprendo tu malestar de estar en un sitio que te resulta incómodo, pero como ya te dije antes no tienes que mortificarte por un pasado que ya se agrió y que dos veces te ha puesto en riesgo a ti y al blog. Ya olvídalo, tú vales muchísimo más y aquí todos te queremos y admiramos. Te extraño mucho.

Querida Vero, también yo te felicito por la forma que escribes y por tu imaginación. La tía Mirna es un personaje muy interesante que va inspirar muchos relatos. No te alejes, cuéntanos tus experiencias infantiles pues deben de haber sido muy intensas.

Fer -

Bajo este artículo ya hay 800 comentarios! Es extraordinario, parece además que Blogia debe haber ampliado la capacidad ya que nadie se queja de falta de espacio. Os animo a continuar con este Blog dentro de un Blog.
Saludos a todos!
Fer

CARLONIMO -

QUERIDA VERO, QUE SORPRESA. LA TIA MIRNA ES UN PERSONAJE FUERA DE SERIE, ES UN VERDADERO ACONTECIMIENTO. MUCHAS GRACIAS, ERES GENIAL. AHORA NO PUEDO COMENTAR PUES ESTOY EN UN SIMPLE RECESO LABORAL, PERO LO HARE EN DETALLE. RECIBE MI FELICITACION Y UN GRAN ABRAZO

Verónica -

Mirna es una mujer misteriosa, y posee unas piernas espectaculares, pechos grandes y firmes, nalgas espectrales, tez blanca como el papel, cabellos dorados cual rayos de sol, y grandes ojos grises. Es más observadora que sociable, sin embargo, siempre está activa emanando gran energía y es el orgullo de toda la familia, puesto que tiene el honor de ser médico…

EL DIARIO DE LA TÍA MIRNA…

Desde niña, soñaba con ayudar a los demás, y hacer algún día cierto tipo de trabajo comunitario enfocado no solo a personas con bajos recursos para atender sus necesidades básicas, sino también, sus necesidades médicas.
En diversas ocasiones, observaba el modo de proceder de los doctores de familia, su seriedad, su forma de imponer, y finalmente, el recetario que casi siempre iba con algún inyectable de por medio. Me encantaba toda la escena aún siendo yo la enferma, y me imaginaba algún día ser yo quien procediera de ese modo, no entiendo porqué pero cada inyección me hacía estremecer. Siempre estuve convencida de que estudiaría la carrera de medicina, pero conforme avanzaba mi desarrollo, se hacía más evidente el ansia de tener el dominio de la hipodérmica.
A los 5 años, jugaba con mis muñecas, fingiendo que estaban enfermas, y por algún motivo, siempre terminaban siendo inyectadas con unas jeringas que tomé del taburete donde se guardaban las medicinas de la familia. Cuando cumplí 10 años, escondía naranjas en mi cuarto, las cuales me servían como modelo para enseñarme a inyectar. Cuando cumplí 15, empecé a obtener libros e información por internet acerca de todo: Sigilosamente, analicé el lugar de punción conforme a los cuadrantes, la posición de la jeringa, la técnica, etc. Llegué a conseguir diversas sustancias que hacía acomodar en la jeringa, y el solo hecho de cargarla con 1-2-3 ml de líquido lentamente me llevaba directo a la escena donde divagaba mi mente y tenía la imagen de algún cuerpo real de algún chico de mi colegio, creo que en ese momento me rendí ante cualquier explicación lógica, dando rienda suelta a mi imaginación y primeros orgasmos, así como empezar a conocer mi cuerpo. A los 17 años, tuve mi primer encuentro a solas con un chico, y aunque nunca consumamos el acto sexual, porque aun me sentía insegura de entregar mi cuerpo, mi modo de proceder en el cachondeo siempre fue, sujetar al hombre de la cadera al mismo tiempo en que le propinaba un gran beso en los labios, cuello, barbilla, siempre tan suave, subiendo de intensidad, y al mismo tiempo, mis manos descubrían algún cuadrante superior de sus nalgas, lo cual me calentaba sobremanera. A los 20 años por fin pude inscribirme a la carrera de medicina, fue una de las mejores decisiones de mi vida, pero también una muy difícil, puesto que me absorbió a tiempo completo durante poco más de 15 años, sin embargo, desde los 26 pude comenzar a hacer diversos tipos de prácticas reales, que aún me ponen los pelos de punta:
Comencé en una clínica del DIF ofreciéndome a aplicar las vacunas a niños y jóvenes, y disfrutaba especialmente las escenas de niños berrinchudos, porque me tocaba tranquilizarlos, jugar con mi instinto maternal, y finalmente llegaba la molesta frase: “No te va a doler, es un piquetito, y es por tu bien, vamos lindura, respira, piensa en otra cosa” y las madres siempre me ayudaban incluso con los movimientos bruscos de algún pequeño que, era sujetado con fuerza, para bajarle los pantaloncillos un poco, pero como no dejaba de moverse y llorar, me veía obligada a bajarle el calzoncito hasta los muslos para dar una aplicación más atinada sin lastimarlo, y finalmente limpiar el área, y aplicar de un movimiento suave la jeringa, y proceder con el medicamento, que casi siempre era pequeño e indoloro. “¿Ya ves? No te dolió nada, y ahora eres un chico fuerte”, les decía.
Cierto día, me visitó un jovencito de unos 18 años aproximadamente, el cual requería la vacuna contra el tétanos por algún corte con metal que accidentalmente le había ocurrido. Su nombre era Saúl, y desde el principio, se notó nervioso. Era alto, y tenía los ojos más hermosos que jamás haya visto, por supuesto era demasiado joven para mí, pero tenía la imagen del deportista guapo que siempre había aparecido en mis fantasías, Cuando cruzó la puerta no pude evitar fijarme en sus abultados glúteos que sobresalían de unos pants.
- “Buenas tardes” – Dijo, con un tono perturbador en su voz. Mostrándome su historial clínico con una receta de la fecha de ese día donde indicaba la necesidad del medicamento. Me llamó la atención que no dijo más detalles, y noté un nerviosismo absolutamente irrisorio.
- “Tome asiento, y relájese” – Me limité a decir – Me levanté a buscar el medicamento y prepararlo, y vi de reojo que jugaba con sus manos, sus mejillas se sonrojaban e incluso hacía movimientos involuntarios con la cabeza hacia donde yo estaba, así que preparé la jeringa más lentamente de lo acostumbrado, disfrutando cada milímetro e imaginándome el placer que me esperaba. Cuando la jeringa estuvo lista, di media vuelta y le dije: “Listo, ya está la jeringa, ¿te puedes preparar por favor?”, y como respuesta el joven Saúl asintió con la cabeza, levantando la manga de su brazo izquierdo, casi se le salen los ojos de sus órbitas cuando le dije que se aplicaba en el glúteo. – “No entiendo, me dijeron que era en el brazo” - , dijo casi al borde de las lágrimas con una seriedad absoluta, y las mejillas pálidas de la impresión. – “Creo que me la haré aplicar en otra clínica” siguió diciendo para asegurar un escape a esa situación que lo atormentaba.

Lo ayudé a levantarse de la silla, profiriéndole palabras de consuelo, “Mira, hijo, solo es una pequeña molestia no te voy a lastimar, y va a ser rápido, acuéstate” pero solo se dejó llevar como zombi sin darme respuesta alguna, con resignación se detuvo sin saber qué hacer, así que de pie le bajé una esquina de su pants y él volvió a subírsela con temblor en las manos, esto me pareció tremendamente sensual. “Mejor acuéstate y relájate, respira, cierra los ojitos y piensa en otra cosa… ¿Tienes novia?” Pregunté mientras descubría una parte de su trasero, luego la otra y así suavemente logré poner a la vista sus nalgas, que realmente eran un regalo de la naturaleza, suaves grandes, blanquísimas, peluditas, el corazón me dio un vuelco, por lo que no escuché su respuesta, no sé cuánto tiempo permanecí ensoñándome con esa obra de arte, supongo que fue un largo lapso, porque se sentía tan incómodo e intimidado, que se levantó y trató de subirse el bóxer y el pants, entonces desperté de mi fantasía y volviéndolo a acostar, le pasé el húmedo algodón que lo hizo estremecerse, y al fin, clave la aguja de la manera más sigilosa posible, realmente no quería lastimarlo, ya que el medicamento era un poco pesado, cuando comencé con el líquido se quejó un poco entre dientes, sin embargo se lo aplique lentísimo, no quería que ese momento terminara nunca, cuando saqué la jeringa, le hice un largo masaje, y él se quedó inmóvil, parecía disfrutarlo, realmente tenía ganas de morderle sus nalguitas, pero me contuve. Antes de levantarse se acomodó la ropa con timidez, y me dio las gracias. “¿Te dolió” le pregunté, -“Si, un poco”. Después se marchó dejándome vacía, pero al día siguiente recibí un escrito que decía: “Mirna, yo se que la diferencia de edades entre nosotros es abismal, pero no he podido dejar de pensar en usted, ¿aceptaría una cita conmigo?”. Y confieso que me di vuelo, y le aplique muchas inyecciones e hice despertar su sexualidad al tímido Saúl.

-CONTINUARÁ- (EL DIARIO ES MUY GRANDE, SI ALGUIEN QUIERE APORTAR ALGUNA ANÉCDOTA DE MIRNA, BIENVENIDO)

Verónica -

Hola chavos…

Carlónimo: Tu sabes que si te marchas será el fin del blog que con tanto esfuerzo has construido para que sea casi un templo de relajación, fantasías, desahogo y de todo, espero que sea a muy largo plazo la sola idea de considerarlo…
Trato de participar más seguido pero se me dificulta sobremanera, sin embargo siempre leo con atención cada uno de los comentarios, porque realmente me interesa muchísimo, y los tengo a todos en muy alta estima, recuerdo que siempre he participado con la misma frecuencia, pero es más notorio porque muchos de nuestros personajes se han ido… Si el espacio que he dejado entre cada comentario te incomoda, haré un esfuerzo extra por modificarlo, ya que esa retroalimentación emocional me da mucho ánimo.
Bueno, prosigo a aplaudir tu relato del consultorio médico: ¡Qué bárbaro!, Me fascinó toda la escena y las negras intenciones develadas del doctor fueron estremecedoras, la descripción de la bella niña, y de la escena, simplemente ¡Sublime!... Me encantó la forma tan cariñosa con que le habló el caprichoso doctor. “No te preocupes preciosa” Gracias por compartirlo… El relato de Nayeli también esta excelentemente bien plasmado: Sensualísima Elisa y sus modos de proceder que no dejan mucho a la imaginación, resulta celestial la imagen en mi mente… Las dos inyecciones, picaronas pero discretas… La escena sexual, la bella espía, un cúmulo de emociones que me hicieron vibrar… Un aplauso-…
Ánimo, nuestro querido poeta, que no decaiga el ánimo, porque aquí tienes gente que te admira y te estima muchísimo…

Antónimo: Manifiestate, te extraño

Carlónimo -

Es triste tener que estar donde los recuerdos duelen, caminar por estas calles que no hace mucho fueron el escenario del gozo. Hemos tenido un día fresco, angustiosamente soleado; yo lo deseaba nublado, casi negro, que me apartara de todo, que no me mostrara nada.

Cómo me duelen las sidras, las castañas y las tapas, yo no las quiero ni ver, me gustaría estar muy lejos. Me entrego al dulce trabajo, organizo conferencias, hablo, discuto, comento, me voy a comer en grupo, buscando sitios ajenos que no me causen conflicto. Los “Holiday Inn” me ofrecen un muy cálido refugio.

De tabernas, tablaos y verbenas ¡ni hablar, que desaparezcan! Al fenecer la jornada rechazo invitaciones a los sitios pintorescos ¡no puedo, no quiero, me resisto a estar aquí!

Queridos amigos míos, disculpen que esté unos días ausente. En cuanto llegue a mi Patria, me repongo, retomo el tema y vuelvo.

Desde el corazón del otrora alegre chotis…

http://www.youtube.com/watch?v=7ghLFgMH5mg

Fernanda -

Carl{onimo yo soy lesbiana, cuentanos mas sobre lesbianas, quiero saber de Nayeli.

Carlónimo -

Gracias Nayeli por aceptar mi invitación.

Gracias a ti Carlónimo, me da gusto verte.

¿Cómo has estado, sigues disfrutando las inyecciones?
Sí las disfruto aunque no tanto como quisiera, es que con mi chica (tú sabes que soy lesbiana) ocurre que… Bueno, a ella le gusta que yo la inyecte, me prefiere a mí en relación a otras personas, pero no le causan morbo. Ella ve los pinchazos tan solo como un remedio, una medicina. Y yo ando atrás ¿ya te inyecto, mi vida? Porque a mí sí me calienta tenerla nalgas arriba para pincharla.

¿Ella te inyecta a ti?

No, para nada, ella no inyecta, así que tengo que recurrir a otras personas y ¿sabes? He encontrado varias que disfrutan igual que yo y siento cómo les calienta inyectarme pero… por lo general son hombres. Tengo mucho pegue con los hombres (en eso me parezco a mi mamá) sólo que a mí me gustan las mujeres ¡qué desgracia!

¿Desde cuándo empezaste a notar que tu mamá tiene mucho pegue con los hombres?
Pues desde que se separó de mi padre, ella es muy respetuosa de sus vínculos y compromisos. Pero apenas se sintió libre pudo capitalizar sus encantos.

Oye Nayeli ¿recuerdas alguna de las primeras experiencias que tuvo Elisa (quiero decir: tu mamá) con hombres distintos a tu papá, me la compartirías?

Fueron varias, ahora verás… Tal vez la primera y muy emotiva fue con Raúl, un médico con quien tuvo una relación estable por varios años.

¿Recuerdas cómo empezó esa relación?

No totalmente, pues no sé dónde se conocieron ni cómo fueron estrechando su vínculo. Yo me di cuenta de que había algo ya avanzado entre ellos porque mi mamá me pidió que la acompañara una vez a consulta con él (yo tenía como nueve años). Y no fue propiamente una consulta porque al llegar Raúl le dijo: ¡Pasa Elisa, ahora te inyecto! Eso fue lo primero que me llamó la atención pues normalmente a ella la inyectaba Eulogia pero esa vez fue expresamente a que la inyectara Raúl. ¡Ah! también fue para mí algo extraño ver que mi mamá se había puesto un jeans ajustado, lo cual le hacía lucir su bello trasero y no era frecuente que lo hiciera.

Y otra sorpresa que me llevé aquel día es que Raúl, después de preparar la jeringa, se acercó a mi madre, la hizo que se levantara y la abrazó por detrás para soltarle él mismo el cinturón y bajarle el cierre del jeans. Yo había visto que mi padre la inyectara alguna vez, pero ella nunca consintió que la ayudara a desvestirse, al menos en mi presencia.

Luego se miraron y sonrieron pícaramente; él la encaminó al camastro y la ayudó a acostarse. Mi madre no hizo ningún intento de bajarse la panty ella misma, sino que le dejó toda la iniciativa a él. Así que Raúl le deslizó la prenda hasta las piernas. Pero entonces mi madre le dijo: “No exageres doctor” y se la subió hasta el pliegue de las nalgas.

Recuerdo que Raúl la inyectó en una forma que no he visto más. Con sus dedos pulgar e índice le pellizcó un pequeño segmento del glúteo, no una lonja sino solamente el punto donde iba a clavar la aguja y lo jaló con fuerza levantándole un pequeño montículo, como un ámpula y justo en la cima le clavó LENTAMENTE la aguja.

A mí me pareció que el piquete sería muy doloroso pues veía cómo la aguja avanzaba poco a poco, pero creo que mi madre ni lo sintió, estaba tranquila aunque luego empezó a gemir y a agitar todo su cuerpo que es muy sensual y de tan esbelto incita el morbo.

Sin soltar el pellizco Raúl le inyectó muy despacito la sustancia sin que mi madre se quejara y sacó la aguja liberando hasta ese momento el glúteo, en el cual quedaron marcados los dedos del doctor, pero cubrió el sitio con el hisopo aplicándole un cuidadoso masaje que duró varios minutos.

Intercambiaron algunas palabras, recuerdo que él le dijo: ¡me pones candente preciosa! Y ella: ¡sshh, compórtate Raúl! Le dio finalmente una nalgadita, ella se incorporó elevando las nalgas y arrodillándose sobre la cama. En esa posición se subió la panty y se la acomodó cuidadosamente antes de ponerse de pie y ocuparse del arreglo del pantalón.

Muy sensuales cada una de las poses de mi madre, ella siempre ha sido así y no se cohíbe cuando enseña sus encantos. Recuerdo que estando de rodillas en la cama, su vello púbico estaba a la vista tanto para Raúl como para mí, pero ella no se inmutó, creo que ni se dio cuenta.

Poco tiempo después Raúl empezó a visitarla en casa, donde la auscultaba y la inyectaba. Una vez la inyectó acostada en el sofá de la sala y yo noté que ella alzaba el culo y respiraba muy agitada. Terminada la aplicación se puso de pie, se miraron los dos muy serios y se fueron sigilosamente a la recámara.

Yo estaba viendo la TV en la sala pero no perdía detalle, así que me fui a espiar por la ventana del patio. Cuando llegué, los dos estaban en ropa interior, él sentado en la cama y mi madre recostada en sus piernas. Se besaban con ardor manteniendo los ojos cerrados y se agitaban desesperadamente sin dejar de succionar sus labios. Mi madre tenía las dos manos en la espalda de Raúl y él, como la tenía sentada de costado, con una mano le sujetaba la cintura y con la otra le acariciaba las nalgas.

Se acostaron y permanecieron uno al lado del otro. Mi madre le acariciaba el pene haciendo que creciera y se abrillantara. Luego ella se colocó encima de él de perrito con las nalgas hacia su cara. Raúl metió su mano por la entrepierna y comenzó a excitarle el clítoris. Con la otra le acariciaba los glúteos y los contemplaba fascinado. Así estuvieron un rato hasta que mi madre llegó al orgasmo. Con una mano se tapaba la boca para no gritar y sus nalgas se enjutaron dramáticamente mientras Raúl se las besaba y chupaba con vehemencia.

De pronto mi madre se incorporó y así como estaba totalmente desnuda cruzó la habitación para apagar la luz. Ya no pude ver más. Sin embargo, por sus exclamaciones me di cuenta del placer que se prodigaron después.

Gracias Nayeli por platicarnos esto ¿y tú sabes la razón por la que ellos terminaron su relación?

Sí, resulta que mi madre empezó a tener relaciones lésbicas con otra doctora (tú ya lo contaste antes) y eso a él no le pareció.

Elisa es muy versátil ¿no te parece? Pero creo que se inclina por la modalidad hétero ¿Y tú Nayeli, no tienes relaciones con hombres?

Bueno, hay temporadas en que se me antoja acostarme con hombres, pero sólo como travesura porque yo sí estoy muy bien definida: soy lesbiana.

¿En otra ocasión podrías contarnos algo acerca de tu chica, me permitirías crear algunos relatos acerca de ustedes?

Seguro que sí Carlónimo, me encantaría.

Paty -

Gracias Carlónimo por narrar este pasaje de mi infancia que te compartí mientras me inyectabas en Tegucigalpa. En esa ocasión sentí que el doctor estaba muy excitado por inyectarme y entendí la tentación que provocaban mis nalgas, eso también a mí me excitó mucho y es dable que en ese momento se me haya despertado el morbo por las inyecciones. Luego me inyectó varias veces un chico de la farmacia y me gustaba sentir que también lo excitaba. Sigue escribiendo!!

Carlónimo -

Un médico en apuros

Bueno… sí, efectivamente, que yo sea médico y esté familiarizado con el cuerpo humano no implica que sea insensible… Pues no, no puedo saber exactamente por qué pero sí hay algunas mujeres que me han causado una gran inquietud mientras las atiendo ¿La vivencia más caprichosa de todas…? Hay varias qué contar pues imagínate, son… Bueno, espera ¡sí, claro!

Es un poquito difícil transmitirte lo que sentí por ella y te ruego escucharme con madurez. Era una niña de diez años, de tipo caribeño ya sabes, precozmente desarrollada, de formas muy redonditas. En especial unas nalguitas de lo más sensual: prominentes, redonditas; que en el momento de verlas dibujadas en la tela del vestido no pude resistir la tentación de conocerlas.

Por eso, aunque la chiquilla sólo tenía una incipiente gripa que con tres dosis de pastillas hubiera cedido, tras revisarle la garganta y los pulmones me retiré lentamente el estetoscopio, caminé con gesto grave hacia el escritorio, me senté en actitud reflexiva y, mirando con seriedad a su inquieta madre, le pregunté: ¿Cuántos días lleva su niña con las molestias? Y ante la clara respuesta: “Apenas ayer se quejó, doctor” me quedé de nuevo pensativo, torcí la boca y miré al infinito, hasta que la preocupada señora no aguantó más la tensión y me preguntó: ¿Qué pasa, doctor, es algo… delicado?

No se inquiete señora. No es nada grave pero… por los síntomas y el estado de sus pulmones quiero evitar cualquier complicación, usted sabe… Así que, lo mejor será aplicarle un antibiótico por vía intramuscular.

La señora de inmediato aprobó mi prescripción ¡Sí doctor, sí, como usted diga! Mientras la preciosa niña me miraba con ojitos inquietos, así que me aproximé a ella, le di unas palmaditas en la espalda y sonriendo le dije: No te preocupes mi reina, es una inyeccioncita chiquita que no te va a doler casi nada.

Diciendo y haciendo, tomé una jeringa de la vitrina, busqué el antibiótico y realicé la carga en tanto la señora instruía a su hijita que se alzara el vestido, bajara la panty y se acostara en la mesa de exploración.

Teniendo lista la jeringa y el algodón, di media vuelta y lo que vi me hizo sentir que me estrellaba contra una invisible barrera de pedernal. Quedé verdaderamente “shockeado” por la impresionante perfección anatómica que tenía a la vista. Se me turbaron los sentidos y maldije el juramento de Hipócrates que realicé cuando no podía ni siquiera imaginar la existencia de semejante distractor.

Dejando totalmente de lado que se trataba de una niña, me quedé pasmado ante la belleza de sus nalgas. El culito más abombado e inquietante que yo haya tenido a la vista en toda mi vida. Ocioso e infructuoso sería el tratar de describírtelo, prefiero decirte que ante esas deliciosas carnazas yo temía enloquecer y no poder controlar mis carnales apetencias.

Las nalgas de esa niña me provocaban el desesperado deseo de acariciarlas, besarlas, chuparlas… comérmelas. No sé qué decirte, ni la más perfecta escultura delinea unas formas tan eróticas. Era una nalgoncita apiñonada extraordinariamente sensual ¡fantástica!

Contrastando con una cinturita muy estrecha, la pronunciada curvatura de sus glúteos era: más que sensual, libidinosa. Y cuando la toqué con mis dedos supe lo que es la tentación en su más pura vertiente filosófica. El irrefrenable impulso de entrar a lo prohibido me dominó, me poseyó en cuerpo y alma.

Perdiendo toda sana proporción, palpé, apreté, palmee y acaricié aquellos extraordinarios mofletes que tenían la impresionante consistencia de un pez. Era desquiciante sentir en mis manos unas carnes tan elásticas y tan bien dotadas que se estremecían al influjo de mis caricias.

Reaccioné y volví a la realidad cuando la alarmada madre, viendo que su hijita ya daba señales de excitación, me tomó con fuerza del brazo diciendo: ¡Doctor! ¿Qué no la va a inyectar? Me quedé petrificado, sentí que la sangre me corría a toda velocidad por las venas y tuve que respirar tres veces en profundidad antes de contestarle: ¡Sí, perdón señora, es que… Busqué y busqué pero no supe qué decirle para tratar de justificar mi descompuesta actitud, así que mejor permanecí callado, di media vuelta y tomando el intercomunicador llamé a la enfermera para ordenarle que inyectara a la niña.

De lejos, a distancia, con la respiración muy agitada, presencié el momento en que la aguja invadió el elástico glúteo. La preciosa paciente marcó unos sensuales hoyuelos en sus nalguitas y respingó el culito como acto reflejo por el agudo dolor que le provocaba el ingreso de la sustancia.

La enfermera le dio unas leves palmaditas en los glúteos, éstos palpitaron menudamente, el émbolo siguió su marcha, los carnosos muslos marcaron súbitas tensiones, se oyeron algunos lamentos, la panty bullía a media pierna, la suave piel adquirió un tono rosáceo, la chica empezó a gemir, su madre la confortaba, la enfermera agitó la jeringa cuando el émbolo tocó fondo, el algodón envolvió la salida de la aguja, el dedo de la enfermera presionó el sitio de la punción, la jeringa vacía complementaba la sensual escena, la niña suspiró profundo y fue entrando en calma, la enfermera continuó aplicando masaje.


La chica se puso de pie y me ofreció la última vista de sus enloquecedoras nalgas. No pude atender más a esa preciosidad; su madre se percató de la inquietud que ella, de nombre Paty, me causaba.

Carlónimo -

Paty preciosa, escultura viviente de veinte años ¿cómo te voy a olvidar, encanto? Si tú eres frescura, renovación, trigo limpio. Los relatos irán saliendo poco a poco, me he propuesto vivir esta nueva etapa del blog con calma.
http://www.youtube.com/watch?v=RE9m8Rzm_mc

Hola Vero, qué gusto verte por aquí. En cuanto a que no me marche del blog, te diré que no lo tengo considerado como acción de corto plazo y espero que tú tampoco te marches.

Cuando me dices: “prometo participar con mayor frecuencia, siempre y cuando me llegue un poco de inspiración”, me hace temblar la infalible condicionante “Siempre y cuando” ¿Cómo sabré yo la fecha en que te llegará la inspiración? De manera que en realidad lo que me estás diciendo es: “No sé cuando, tal vez algún día participe”.

Respecto a la “caprichosa inspiración” yo acepto que se trata de algo real, pero su temporal ausencia no dificulta que entremos al blog, saludemos, comentemos un poco y hasta relatemos algo breve, aunque no sea lo mejor que podemos crear. Lo importante es convivir, compartir nuestras inquietudes y tocarnos emocionalmente.

Los que aquí intercambiamos ideas ya somos responsables unos de otros pues estamos poniendo en contacto nada menos que NUESTRAS EMOCIONES E IMPULSOS ÍNTIMOS. Tal vez no sea posible entrar todos los días al blog pero sí puede ser que entremos una o dos veces a la semana. Si entramos cada mes y medio lo que hacemos es emitir una señal de indiferencia y de desinterés por las personas que aquí nos están esperando con mucho cariño.

Me da gusto que estés “continuando con nuevos bríos” lo que me hace suponer que ya tienes trabajo ¡Felicidades! Comparto tu alegría. Tu análisis acerca de la “mamitis” es excelente y coincido contigo en cuanto a que es más frecuente en el hombre y la “papitis” entre las damas. Pero finalmente, para los efectos del tema expuesto por Yazmín Alessandrini y comentado por Antónimo, la “papitis tiene los mismos efectos que la otra.

En cuanto a que no localizas a Anna, pues Dios quiera que esté bien, la llevo presente en mi ánimo y en mis oraciones, igual que a todos ustedes.

Buen fin de semana.

Verónica -

QUE OSO...SE DUPLICÓ MI COMENTARIO...LO SIENTO

Verónica -

Hola a todos…

Carlónimo: No inventes, ni de broma menciones la posibilidad de marcharte, sabes que este blog se alimenta de ti, y tu fantástica imaginación literaria. Me da gusto que te haya gustado mi relato, prometo participar con mayor frecuencia, siempre y cuando me llegue un poco de inspiración no apta para cardiacos. Muchas gracias por tus buenos deseos en general, estoy continuando con nuevos bríos por el apoyo de personas hermosas como tú. En cuanto al tema del punto “g”, discúlpame, opine erróneamente, fue un impulso, esa información, la leí en una revista de mujeres, y me fui con la finta (y claro, teniendo el conocimiento arraigado al sometimiento), pero me consta que la localización exacta es donde tú lo describes, de hecho Antónimo ha tenido sensaciones deliciosas al paso de mi lengua por esa zona ¿verdad pichoncito?... Sabes que tú también eres parte de mi vida, y una persona vital y extraordinaria en todos los aspectos. Gracias por compartir relatos tan intensos, cada palabra es sublime, majestuosa, pero disfruté especialmente, el tinte de tabú que emana la relación con la bella Cristina, el aprendizaje precoz y desesperado del joven amante, el romance, la experimentación inocentemente feroz, la posibilidad de que incluso con su imaginación casi adolescente pueda ser un mejor amante que alguien con madurez superior… El relato de Irene, muy sensual, y como siempre, con la cereza del pastel bien puesta. El relato de Adriana y Manuel… Como fuego, caray, y es que le plasmas el sentimiento tan profundo, las quejas sensuales e infantiles, el sometimiento cariñoso, el amor del marido, y finalmente después del forcejeo, el triunfo, primero obligado y doloroso, y posteriormente aceptado y con caricias, esas que son la esencia de nuestro querido espacio, caray, me hiciste, sudar, reír, y de todo, eres estupendo…

Paty: Gracias por tus confortables palabras, hablan de ti como una persona siempre con los brazos extendidos hacia los demás, afable, no sabes cuan acertado resultó para mí tu apoyo. Verás que pronto me ensañaré un poco con alguna historia apasionante. Saludos.

Antónimo: Gracias por entretenernos tal como lo dijo tu hermano jaja, pero nos hubiese gustado más alguna sesión de magia o de chistes… No te creas amor mío. Me gustó tu nuevo tema polémico: Es verdad que nuestras madres cuidaron de nosotros, y nos toca retribuirles el gesto, mas me parece acertado el hecho de que la esfinge materna que ejerce control casi absoluta en la vida de una pareja, data directamente del varón (al menos en la mayoría de los casos, tampoco me gusta generalizar). Pero es un fenómeno que principalmente tiene su causa en las experiencias compartidas, y la importancia que esta persona representó en el desarrollo de algún hombre o mujer (pero en la mujer es más común apegarse a la figura paterna), , ya que el padre más cercano, tuvo gran influencia en el aparato psíquico de la persona, y pues yo creo que la persona se hace dependiente de sus padres por sobreprotección, limitaciones, extrema identificación, zona de confort y extrema seguridad, porque el instinto maternal vuelve inconscientemente en momentos de desamparo etc. Pero ojo, porque en la mayoría de los casos es por algún trauma o problema psicológico aunque no sea serio.
Me encantas mi vida… esta excelente tu rola… Te iré a visitar pronto Besos

Por cierto… No pude contactar a Anna por Facebook, y pues, después de todo es importante para todos nosotros…

Verónica -

Hola a todos…

Carlónimo: No inventes, ni de broma menciones la posibilidad de marcharte, sabes que este blog se alimenta de ti, y tu fantástica imaginación literaria. Me da gusto que te haya gustado mi relato, prometo participar con mayor frecuencia, siempre y cuando me llegue un poco de inspiración no apta para cardiacos. Muchas gracias por tus buenos deseos en general, estoy continuando con nuevos bríos por el apoyo de personas hermosas como tú. En cuanto al tema del punto “g”, discúlpame, opine erróneamente, fue un impulso, esa información, la leí en una revista de mujeres, y me fui con la finta (y claro, teniendo el conocimiento arraigado al sometimiento), pero me consta que la localización exacta es donde tú lo describes, de hecho Antónimo ha tenido sensaciones deliciosas al paso de mi lengua por esa zona ¿verdad pichoncito?... Sabes que tú también eres parte de mi vida, y una persona vital y extraordinaria en todos los aspectos. Gracias por compartir relatos tan intensos, cada palabra es sublime, majestuosa, pero disfruté especialmente, el tinte de tabú que emana la relación con la bella Cristina, el aprendizaje precoz y desesperado del joven amante, el romance, la experimentación inocentemente feroz, la posibilidad de que incluso con su imaginación casi adolescente pueda ser un mejor amante que alguien con madurez superior… El relato de Irene, muy sensual, y como siempre, con la cereza del pastel bien puesta. El relato de Adriana y Manuel… Como fuego, caray, y es que le plasmas el sentimiento tan profundo, las quejas sensuales e infantiles, el sometimiento cariñoso, el amor del marido, y finalmente después del forcejeo, el triunfo, primero obligado y doloroso, y posteriormente aceptado y con caricias, esas que son la esencia de nuestro querido espacio, caray, me hiciste, sudar, reír, y de todo, eres estupendo…

Paty: Gracias por tus confortables palabras, hablan de ti como una persona siempre con los brazos extendidos hacia los demás, afable, no sabes cuan acertado resultó para mí tu apoyo. Verás que pronto me ensañaré un poco con alguna historia apasionante. Saludos.

Antónimo: Gracias por entretenernos tal como lo dijo tu hermano jaja, pero nos hubiese gustado más alguna sesión de magia o de chistes… No te creas amor mío. Me gustó tu nuevo tema polémico: Es verdad que nuestras madres cuidaron de nosotros, y nos toca retribuirles el gesto, mas me parece acertado el hecho de que la esfinge materna que ejerce control casi absoluta en la vida de una pareja, data directamente del varón (al menos en la mayoría de los casos, tampoco me gusta generalizar). Pero es un fenómeno que principalmente tiene su causa en las experiencias compartidas, y la importancia que esta persona representó en el desarrollo de algún hombre o mujer (pero en la mujer es más común apegarse a la figura paterna), , ya que el padre más cercano, tuvo gran influencia en el aparato psíquico de la persona, y pues yo creo que la persona se hace dependiente de sus padres por sobreprotección, limitaciones, extrema identificación, zona de confort y extrema seguridad, porque el instinto maternal vuelve inconscientemente en momentos de desamparo etc. Pero ojo, porque en la mayoría de los casos es por algún trauma o problema psicológico aunque no sea serio.
Me encantas mi vida… esta excelente tu rola… Te iré a visitar pronto Besos

Por cierto... quise contactar a Ana por facebook pero nunca respondió, despues de todo es una persona importante para todos...

Paty -

Gracias por estar aquí de nuevo Carlónimo te extrañé muchísimo. Tus dos últimos relatos me fascinaron. Son dos casos que el personaje se ve dominado por el terror a las inyecciones pero termina ahogando al miedo con amor: muy eróticos. Me da mucho gusto que tu mente siga volando pero no me olvides.

Carlónimo -

Tengo una pareja de vecinos que se llaman Adriana y Manuel. Ella estuvo sometida a un prolongado tratamiento y Manuel tenía que inyectarla todas las noches. Era un tormento para Adriana recibir las dolorosas inyecciones y para su esposo tener que lastimarla, ya que confluían tres factores adversos principales que hacían de cada sesión una pesadilla: La sustancia llamada “Ferroleicol” es tan densa que parece miel de abeja; la aplicación de ese “engrudo” es tan profunda que se realiza con una aguja especial muy gruesa y larga ¡más de seis centímetros!; y el tratamiento completo es de 40 inyecciones consecutivas diarias.

Ya pueden ustedes imaginarse las penalidades de la pobrecilla Adriana quien cada noche nos enteraba a todos los vecinos de que estaba siendo inyectada. Para que se den una idea, voy a describir lo que llamaría una sesión “tipo”.

Tras la llegada de Manuel como a las 10 de la noche, pasaban unos quince minutos en los que él se mudaba de ropa y preparaba lo necesario para aplicarle la ampolleta a Adriana.

La faena comenzaba con un breve intercambio de voces que poco a poco iban subiendo de tono y volumen hasta convertirse en fuertes gritos: “Sí, voltéate amor”; “ya sé que te duele preciosa pero no nos queda otro remedio, por favor no hagas más difíciles las cosas”; “No Manuel, ya no puedo”; “Sí puedes, hazme caso”; “Sí, sí, ya consulté al médico y he preguntado a veinte médicos más y no hay otro remedio, tienes que ponértelas todas”; “Adriana, entiéndelo y entiéndeme, yo lo hago por tu bien”; “Bueno, qué quieres, digo… ¡entiéndeme…!; “¿Cómo que no, cómo ¡que ésta vez no! ¿un descanso? Ya te lo dije Adriana, es la opinión de los médicos y no la mía, déjate de mamadas”; “Bueno, es la última vez que te lo pido por las buenas, te volteas o te volteo.

Se oía una prolongada sesión de ruidos, murmullos y gritos que denotaban un serio forcejeo: ¡Pum!; “Manuel, no seas salvaje!; ¡crash!; ¡bájatelos!; ¡que te acuestes, carajo!; ¡Así no Manuel, bueno, ya, suéltame, yo sola lo hago, ya Manuel!; ¡Cataplum!; ¡Manuel, que ya no, yo sola…!

Tras un breve silencio conforme al cual era de suponer que Adriana ya se encontraba acostada con el culito al aire, sobrevenía una nueva revolución: pisotadas, carreras, gritos y “sombrerazos” a más no poder. Se abría la puerta del “depa” y el espectáculo era ver por el ojillo de la puerta a la preciosa chica en baby doll con el calzoncito y la panty semireplegados hasta medio culo. Iba y venía por todo el corredor tratando de evitar que su esposo la sujetara.

Finalmente Manuel la agarraba, le aplicaba un candado a la cabeza para someterla y abreviar el regreso al “depa” y así se la llevaba. Agachada como estaba, la chica ofrecía al caminar un soberbio espectáculo de sus nalguitas a medio cubrir retorciéndose por los efectos de la locomoción y del forcejeo.

Cerrada de nuevo la puerta tornaba a oírse por el cubo interior la reseña de lo que estaban haciendo. Es obvio que Manuel no la soltaba hasta que la ponía de bruces en la cama, se montaba en sus piernas, le descubría las nalgas y empezaba a desinfectarle los mofletes. Por los descompuestos sonidos ambientales se infería que ella manoteaba y pataleaba como podía y él le sonaba una buena tanda de nalgadas diciéndole: ¡Ya basta Adriana, me tienes hasta la madre con tus quejumbres de niña estúpida, te tengo y te voy a inyectar, entiéndelo…!

La chica, pobrecilla, se deshacía en gritos, llanto, e infructuosas súplicas, pasando de la orden al más estremecedor lamento: ¡Suéltame Manuel, es mi problema si no me inyecto, no tienes el derecho de forzarme!; Compréndeme ¿qué no ves que me lastimas? ya no aguanto, en buena onda, suéltame…; ¡gordito precioso, vida mía, te lo ruego por lo que más quieras cariño, no me sometas a este suplicio, prefiero morir a padecer tamaño dolor!

Toda súplica era en vano pues el marido anteponía la necesidad de la medicación a los quejumbres de su bella mujer, quien siempre terminaba sometiéndose, no sin armonizar la inyección con un cúmulo de desgarradoras quejas, lamentos y mamporros hacia la cabecera, el buró y todo lo que estuviera a su alcance, haciendo rodar por el suelo diversos objetos: ¡Ay, Manuel, Manuel, no por favor!; ¡Ay, ay, AAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYY!!!!!!; ¡pum, crash, pum, pum, pum, crash!; ¡Manuelito, ya no, te lo suplico; ¡plash!; ¡No, ya no me pegues, me dejo!; ¡Manuelito, mío, ya no aguanto, me duele muchísimo!; ¡snif, snif, aaaayyy, no puedo más…!

Y terminaba la aplicación con un llanto muy triste, profundo y prolongado, quedando Adrianita postrada, saltando abruptamente por los efectos del pernicioso hipo, mientras su marido se ocupaba en levantar todo el desorden que ella había armado.

Las cariñosas y sinceras palabras del marido justificaban su violenta actuación: “A mí me duele más que a ti esto, tú lo sabes querida”; “sólo espero que te restablezcas porque te amo y soy feliz a tu lado”; “ya mi chiquita preciosa, encanto, luz de mi vida…”

Las cosas siguieron así hasta que, en una fiesta que Anna organizó cuando vivía aquí conmigo, ella lamentó lo que sucedía y platicó con Adriana. Recuerdo que me lo comentó después: “yo le dije que tenía que aprender a disfrutarlo y estuve dándole consejos para convertir un mal momento en el momento más apasionado.”

En verdad que su consejo tuvo éxito. Durante los siguientes días ya no percibí las escenas violentas, mientras que los estremecedores lamentos de Adriana fueron menguando. Se tornaron cada vez menos críticos y ¡eso sí! más sensuales.

Cambió el “!Aaayyy, me muero, suéltame!” por un muy erótico “Así despacito, cariño, me duele pero sabiendo que tú me inyectas, lo disfruto…”. Nada de gritos ni llanto, al término de cada aplicación sólo percibí el delicioso rumor del coito y las voces de júbilo de los amantes.

Ya no tuve oportunidad de contárselo a Anna, tal vez algún día se entere. Le va a dar mucho gusto pues fue mérito suyo.

Carlónimo -

Hay cosas que sorprenden. En una reunión de amigos me encontré hace pocos días con René y su esposa Laura, a quienes conozco muy bien y estoy tan familiarizado con ellos que los percibo como mis hermanos.

Laura es una mujer delgada de tez muy blanca; corte de pelo y peinado sencillo lacio; ojos verdes muy sugestivos; nariz ligeramente larga por su ascendencia sefaradí; mujer de su casa; de un estilo tan conservador que parece pertenecer a una generación anterior. Es además súper seria, resulta difícil arrancarle una leve sonrisa.

Como sucede con frecuencia en ese tipo de reuniones, los hombres se juntaron en el bar mientras las damas conversaban animadamente en la sala. Esta vez las circunstancias me llevaron a permanecer un rato cerca de ellas porque la anfitriona deseaba mostrarme su extensa colección filatélica, así que me hizo sentar en una cómoda poltrona, me atiborró de catálogos y acudía de vez en cuando para comentar y ofrecerme un nuevo Martini.

Medianamente enfrascado en la observación de las valiosas estampillas, no dejé de escuchar la conversación de Laura, sentada al lado mío, quien en ese momento le decía a su amiga, que se sentía verdaderamente apenada por su cobarde actitud frente a las inyecciones, de las que por esos días le estaban aplicando una serie.

¡Es horrible el momento! le decía a su sonriente amiga quien la miraba con mucha atención y complacencia. Cuando veo la jeringa parada con la aguja incrustada en el frasquito para cargar la sustancia, se me acelera el pulso y siento que me desmayo.

Y es aún peor cuando Irene voltea a verme invitándome a que me descubra el trasero y me acueste. En verdad los dedos se me traban y no puedo hacer nada. Casi siempre acudo con falda porque el pantalón, de puros nervios no puedo quitármelo, así que llenándome de valor me recuesto y es la propia Irene quien muy linda me sube el vestido y me quita la panty.

Nada más de sentir que ya tengo las nalgas ofrecidas empiezo a temblar como una loca, los mofletes se me estremecen como gelatinas. Irene me dice: “tranquila Laura, es solo un piquetito, te espero hasta que te controles, no te voy a clavar sorpresivamente la aguja” Y es que yo le digo: Espera, por favor, si me picas ahora me va a doler muchísimo porque tengo el músculo muy tenso”.

Irene se sienta en la cama y me dice: “pareces una niña, así se ponen mis sobrinas cuando las inyecto, hasta tus nalguitas se parecen a las de ellas, muy redonditas y lozanas. Picándomelas con su dedo en varios puntos agrega: “te tiemblan bien rico”. Yo siento que me pongo roja, me estremezco y me entrego sumisa a sus cuidados.

Cuando siento que me está desinfectando el glúteo pego el primer grito y luego más y empiezo a zarandearme y a implorar que no me inyecte. Y cuando ya no siento el algodón, entro en crisis, me incorporo parcialmente, me subo la panty, dejo mi cuerpo reposando de lado y volteo a ver a Irene para suplicarle que me espere porque estoy muerta de miedo.

Para entonces ella está muriéndose de risa, veo que se divierte en tales andanzas porque no deja de reír, de bromear y me tiene una paciencia notable. Después de un breve lapso trato de ser fuerte e imbuida por la pena, le digo: “ya me voy a dejar, ahora sí estoy más relajada”.

Vuelvo a acostarme lentamente, dejo que me deslice de nuevo la panty hasta las piernas, mis nalgas se despliegan otra vez completas. Irene me palpa afablemente los dos cachetes y me aplica el alcohol. Con el pulso acelerado me quedo quieta esperando el piquete, sabiendo que en cualquier momento la fría saeta perforará mi carne. Trato de estar relajada pero mis nalgas se ondulan por la tensión del músculo.

Irene suspira, apoya sus dedos en mis glúteos y me pide pensar sólo en cosas bellas. Le prometo hacerlo y me concentro en el placer de estarle mostrando todo mi culo en pompa para que me lo pinche. Es un momento que me aterra y que me somete a su delicioso embrujo, porque me siento deseada y entregada.

Empiezo a tranquilizarme pero justo en el momento que mi culo está tan ecuánime que podría alojar sin problemas la aguja, presiento el duro pinchazo, vuelve a dominarme el miedo y saltando me coloco otra vez de costado y atajo con firmeza el brazo de Irene, le beso la mano, le imploro, le ofrezco disculpas, siento que me brotan algunas lágrimas.

Tengo la certeza de estar haciendo el ridículo pero eso no me preocupa sabiendo que estoy en brazos de mi dulce Irene, quien me mira cada vez con mayor ternura. Por fin se pliega a nuestro discreto ritual y me empieza a acariciar como lo que es: mi encantadora amante. Sus dedos se deslizan con suavidad por mis nalgas, invaden el fondo de mi raja, sugieren la entrada rectal y poco a poco la consuman.

Me sobreviene la calma, torno a colocarme boca abajo y empiezo a empinar el culo, a ofrecérselo, a insinuarle, a pedirle a mi amada que continúe su eficiente trabajo y sus ardientes mimos para tranquilizarme.

En medio de sensuales piquetes anales y vaginales animados por mi creciente jadeo, siento la aguja que por fin lacera mi indefensa carne y desata el hiriente escozor de la sustancia. Sufro, pero al mismo tiempo estoy gimiendo y sollozando de placer. La lengua de Irene, húmeda, suave e inquieta, me estimula con ternura el clítoris. Mi cuerpo entero tiembla, se estremece y se entrega.

Veo por fin la jeringa ya vacía aventada sobre la cama. Me recreo en la satisfacción de haberme dejado inyectar, de haber excitado a Irene, de haberla seducido con mis nalgas y con mi terrible sufrimiento.

Me invaden la calma y el deseo de que me inyecte otra vez… diariamente. Siento su lengua que transita suavemente por mis labios vaginales causándome el tercer orgasmo. Mis piernas se entrelazan y se aprietan una con otra por el enorme placer que me embarga.

Después de un rato me levanto, abrazo a Irene, junto mis labios con los de ella, siento su lengua que invade mi boca y se recrea. Empiezo a buscar sus senos, los acaricio, introduzco mi mano por debajo de su falda hasta llegar a la mullida entrepierna, e inicio la estimulación de su ardiente vulva. Ahora es la preciosa Irene quien grita, me abraza, forcejea de placer, me pide amarla, invadirla, hacerla mía. Sus nalgas se enjutan por el efecto de su primer orgasmo.

Me coloco ahora empinada encima de ella teniéndola desnuda con el compás de las piernas abierto y mis manos por debajo de sus nalgas acariciándolas. Le meto la lengua, como una cuña, como un suave hisopo que se desliza por toda la vulva. Los efluvios de su deseo me humedecen el rostro y me hacen gritar junto con ella por el placer de haberle causado un nuevo y espléndido orgasmo.

http://www.youtube.com/watch?v=UxcjskEBMLs

Antónimo -

Ah, se me olvidaba.

Si me amas, pues vente, ahora es cuando.
http://www.youtube.com/watch?v=wnG6i7DWV7M

Antónimo -

Hola chavas y chavos.

¿Cómo ven a mi hermano?

“Ay” escríbeles Antónimo, que yo ando ocupado.

Ah sí, “pos” aquí está su “mero” gato pa’ que “asté” lo mande, mi patrón…

¿A quién le gustaría tener un hermanito así…? Se lo regalo.

Bueno, no vengo porque Carlónimo me lo haya ordenado sino por ver a la Vero ¡guau!

Por cierto que mi piernuda ya parece cometa apareciendo cada cincuenta años. Que dizque los problemas y los casinos de Monterrey y la mano del muerto ¡La manga! ¿dónde se andará metiendo? Anda guapísima.

Pero mejor no pienso mal y me atengo al supuesto que hoy maneja la Yazmín Alessandrini refiriéndose a aquellos y aquellas que no se despegan de su madre.

Dice la güerita que: “hombres y mujeres por igual le deben la vida a sus madres y, por lo mismo, es su obligación retribuirles un poquito del mucho amor, sacrificios, cuidados y desvelos que ellas les prodigaron durante la niñez y adolescencia. Pero, de ahí a que prácticamente ignoren o se olviden de sus novios(as) y esposo(as) por atender a sus mamacitas…”

“Para qué se casaron (continúa la güerita),si la esposa(so) no le otorga a su consorte ningún valor ni como figura de peso dentro del hogar ni como su compañero(era) de vida, porque todo cuanto hacen lo enfocan totalmente en la efigie materna”.

“Ejecutivas(ivos) muy ocupados, que de lunes a viernes, sin importar lo lejana que esté la casa de su madre, están muy puntuales con ella a la hora de la comida, dejando plantado(ada) al esposo(osa) con la cita previamente concertada o con las viandas cariñosamente preparadas”.

“Madres o padres con tres o cuatro hijos, organizando solos las vacaciones de fin de año, porque su consorte ya decidió llevar a su madre a pasear a otra parte”.

Y estalla la Yazmín: “¿pueden creerlo? ¡pero, qué les pasa!”

Fíjense que esta vez si estoy totalmente de acuerdo con la güerita porque es una friega que te abandonen dejándote al garete, así estés bien caliente pensando en la mujer a quien amas y con quien estableciste un compromiso de amor y de entrega perenne.

Nada más imagínense casarse con una chava que no va a negar que te ama, pero que no lo demuestra porque sencillamente no te pela, siempre anda ausente por el sólo prurito de estar con su madre.

Con esa parejita te la tendrías que llevar a pura puñeta diaria, inspirado en el lejano recuerdo del día en que te entregó las nalgas. Y eso, pues yo creo que no es vida.

Más vale rectificar a tiempo y no meterse en un colosal embrollo que, una vez habiendo papelito firmado de por medio, será mucho más difícil solucionar.

No me vayas a salir con esa, mi Vero, me vienes a dejar la perlita amorosa y te vas, largo y tendido:

“Amo tus ejemplos, precioso querubín, y no te librarás de mi tan fácilmente… te quiero mucho, ven a visitarme, te extraño mucho, y más a tu dulce anaconda…”


O sea que me pones a redactar las “veroaventuras” y desapareces para gozar de tu progenitora ¡Vaya cosa!

Carlónimo -

Mis buenos amigos, todos.

Por razones de trabajo seguiré ausente unos días. En el transcurso de la próxima semana regreso. No piensen que los olvidé o que ya no los quiero. Al contrario, pienso mucho en ustedes. A ver si mientras, Antónimo les escribe algo. No lo he visto pero… se que anda cerca.
http://www.youtube.com/watch?v=lYjqtYBDmFk

Paty -

Verónica qué gusto que estés aquí de nuevo, espero que las cosas vayan mejor contigo. Todos pasamos por situaciones muy estresantes que nos paralizan pero una actitud positiva es indispensable para salir adelante. Todo mi afecto y mis oraciones están contigo. Tu relato me gustó muchísimo aunque empiezas hablando de una rivalidad con tu hermana Marcela reconoces y aprovechas el momento para compartirnos una escena muy sensual sobre ella, describiendo detalles muy eróticos como el momento de desvestirla, los algodones, el miedo, la pena y su deseo apenas oculto de llegar a algo más con el muchacho. Y también de ti promueves detalles que incitan la curiosidad del lector: tu colección de cuentos eróticos, tus jeringas y medicinas experimentales y las inyecciones que te aplica tu novio como parte de su juego erótico. Muy sugestivo y muy emocionante, espero que nos sigas contando.

Carlónimo, tu nuevo relato acerca de Cristina es bellísimo desde varios puntos de vista: la ambientación, el romance del encuentro, el erotismo que siempre está presente en tu pluma, y una mención muy especial para la parte emocional del pensamiento de Cristina y en la forma poética como tu la entiendes a ella y a las mujeres mayores. Me hiciste reflexionar. Sabes? Me encantaría que expresaras en un relato cómo percibes a una chica más joven que tu y lo que consideras que ella aporta a tu vida. Yo sé que no te olvidas de mí, cuando puedas regálame un espacio pero antes que nada sigue escribiendo tranquilo, siéntete libre de volar hacia donde tu quieras.

Paco -

Muy buen post, enhorabuena. Buen blog en general.

Un saludo.

Un saludo, Paco.
http://www.aprendermagiagratis.com/

Carlónimo -

La preciosa Vero ¡Vaya sorpresa! Y llega escribiendo con un dominio de las letras y una creatividad, que me hacen concluir que ya encontré por fin a quién entregar la estafeta y marcharme tranquilo con la conciencia de haber cumplido.

Oye Vero, qué delicioso personaje nos revelaste en la figura de Marcela, tu hermana. Y qué escena tan sensual. Verla acostada con la panty en las corvas mostrando unas nalgas espléndidas: grandes, firmes, resignadas a sufrir el delicioso tormento de la hipodérmica, mientras la encantadora hermana espía y el enfermero se da gusto acariciando y preparando su embestida total…

Me fascinó la descripción del momento en que el paramédico desviste a la paciente: El calzoncito “lo ponía casi a la altura de las rodillas, y ella con timidez, volvía a acomodarlo en su sitio, y se volteaba nuevamente boca arriba con las mejillas sonrojadas”. Espléndido festín del más puro erotismo basado en la pena y el deseo reprimido de la chica ¡Excelso!

Y qué hermosa frase: “de un suave movimiento encaja la aguja”. Me transportó al sitio mismo de los hechos; vi el agudo vértice de la hipodérmica rasgar la suave nalguita y propiciar la implacable invasión del tosco acero. Percibí los efectos del doloroso chisguete interior que estremece la diáfana superficie de la nalga y arranca sentidas quejas a la paciente.

Vero, no te salvas de referirnos alguna de las inyecciones “experimentales” que tu novio te aplicó alguna vez. La sola idea constituye un espléndido cuerno de la abundancia.

Bueno, empecé al revés comentando tu excelente relato pero es que me cautivó. En cuanto a los problemas ¡Ánimo preciosa! son pasajeros ¿quién no ha tenido problemas? Son áreas de oportunidad que nos renuevan y nos permiten ensayar caminos alternos. No te apures, eres una profesionista muy bien preparada y van a sobrar oportunidades para ti.

Hay otro punto que tratas y que me gustaría comentar. Cuando afirmas que:“De hecho, déjame decirte que el punto g de los hombres esta en el ano… Y eso es rechazado por muchos hombres que se visualizan con el clásico machismo…”

En eso no estoy totalmente de acuerdo contigo. Por propia experiencia te digo que el punto “G” del hombre se encuentra en la base de los testículos casi pegado al ano, pero se activa por fuera. Hay mujeres que conocen perfectamente esa localización y causan al hombre un respingo y hasta un verdadero rebuzno con solo colocar su suave manita encantadora en esa zona, como si simplemente emularan el movimiento que realizan para pasar la hoja de un libro. Como una leve caricia en el punto situado entre el ano y los cojones, por fuera o sea en la entrepierna.

Como juego erótico previo al coito es sensacional. Estando la pareja acostada boca arriba, ella con su cabecita apoyada en el hombro de él dando los primeros papachos al pene que le van a meter, es eficientísimo que él repliegue las piernas y las separe induciendo que ella le active el punto “G”. Es un placer excelso, yo diría equivalente al que produce el momento de la eyaculación.

Es del conocimiento común que el disfrute derivado de la penetración rectal (para el sujeto receptor) tiene que ver mucho más con la satisfacción masoquista de sentirse sometido, dominado, entregado y, sobre todo, de saber que está dando gusto y placer al dueño del pene invasor ¿o no es así mi querida psicóloga?

En cuanto al blog, es un placer y una meta mantenerlo vivo y buscar una mayor participación hasta convertirlo en un verdadero taller literario como dijera nuestro buen amigo Gustavo quien, como algunos otros, también desapareció de escena.

Te reitero el gran cariño y respeto que me inspiras, pues te considero una gran persona: muy sincera, sensata, inteligente. La amiga que todos deseamos tener.

Cambiando de tema, procedo a contarles algo.

Al estudiar en Barakaldo mi vida poco a poco se fue normalizando, la distancia apagaba una hoguera que meses atrás parecía imposible someter. El recuerdo de Cristina había encontrado acomodo en el desván de mi cerebro.

Me reencontré con Maitena, una hermosa amiguita de la infancia que era un cromo de chica y nos hicimos novios. Nos reuníamos cada tarde en el Jardín Botánico donde podíamos más o menos burlar la férrea vigilancia de sus padres. Pero pronto se nos acabó el escondite pues a la primera sospecha le impusieron una escolta de hermanos y primos con quienes llegué a tener encuentros muy animados a mamporros.

Pero seguimos viéndonos y más de una vez llegamos a tener intimidad. Era un sol de chica: alta, guapa, muy desarrollada, con una voz preciosa que no dejaba de entonar los bellos cantos vascos. Mi vida transcurría entre estudio, amigos y mi amada Maitena. Fueron años preciosos de los que mantengo muy bellos recuerdos.

Una noche que llegué de regreso a casa encontré un telegrama y cuando lo leí no podía creer el mensaje. Recuerdo las breves palabras una por una:

“Tato estoy en San Sebastián hotel Londres ansiosa verte. Cristina”

Al otro día que era viernes me volé las clases y a las 10 de la mañana ya había hecho el viaje de poco más de una hora y me encontraba en la recepción del hotel donde comprobé que Cristina estaba efectivamente registrada pero había salido, así que me fui a caminar por la playa. Era una mañana de octubre, algo brumosa.

Apoyado en el barandal del soberbio paseo me distraje contemplando la bahía y escuchando unas gaitas, cuando a lo lejos divisé una figura femenina que venía corriendo en traje de baño por toda la orilla del mar, justo en la parte que las olas humedecen la arena a lengüetazos.

La silueta fue creciendo y acaparando mi atención hasta hacer que el corazón me retumbara en el instante mismo que la escultural cadera, los vigorosos muslos y las estremecedoras nalgas me hicieran reconocer a Cristina.

Salí disparado, bajé a zancadas por la artística rampa que conecta el andador con la arena y gritando como un loco la hice detenerse, mirarme con fijeza y abrir los brazos para recibirme. Nos apretujamos hasta más no poder, pataleamos por el agua y rodamos entre las olas sin que el impactante frío otoñal nos cohibiera.

Ver a Cristina en aquellos lares fue como un caprichoso sueño de esos que no tienen ni pies ni cabeza. Mi cerebro no la ubicaba, fue como yuxtaponer dos realidades lejanas y de polos iguales que consecuentemente se rechazan. Pero el cariño acumulado y la tristeza que nos causó la súbita separación nos hicieron llorar y enjugar nuestras respectivas lágrimas con los labios.

Tirados en la arena nos quedamos muy juntitos y muy quietos fundiendo nuestras auras, recreando nuestra vibra, llenándonos de mimos y pensando. Después nos pusimos de pie y caminamos abrazados hasta alcanzar el andador, cruzar la avenida y entrar al majestuoso hotel.

Sentí la mirada curiosa y escandalizada de algunas personas que espontáneamente reprobaban nuestra relación. No concebían que un mozalbete se liara con una mujer madura llevándola íntimamente abrazada y que ella a su vez caminara acariciándole las nalgas. Así era Cristina, una dama imponente, liberal, cuyas ironías hacían temblar a la gente.

Teniendo por escenario aquella ciudad tan encantadora y todo el tiempo a nuestro favor, nos dimos vuelo paseando, mimándonos y amándonos a toda hora. Hicimos el amor en todas las poses imaginables y por todas las vías posibles. Pasamos días enteros encerrados en la habitación del hotel. Me llené de Cristina y ella se llenó de mí.

En ese marco aprendí que no hay circunstancias fatales que imposibiliten el amor. Que una mujer y un hombre se pueden amar sin importar su edad o vínculos sociales. La “señora Cristina” de mi infancia y adolescencia se transformó para mí en una preciosa mujer con quien disfrutaba las delicias del sexo. En esos días no hubo inyecciones ni supositorios ni nada que no fuera la entrada y salida de mi pene por sus íntimos reductos.

Nos tratamos de igual a igual y su cuerpo de mujer (menos elástico y más robusto que el de las chicas) tenía un significado muy especial pues me hacía sentir responsable de los sentimientos y circunstancias que ella abrigaba y empeñaba en una relación tan desigual.

Aprendí a entender el significado profundo de algunos comentarios suyos, como: “Soy otra, me has quitado un yugo”; “la vida es más fácil de lo que pensaba”; “no me importa la gente sino solo tú”.

Aprendí que las mujeres maduras no presionan sino compensan al amante joven; que la dilatada suavidad de su cuerpo guarda una correlación directa con el relajamiento y apertura de su alma; que sus objetivos son tal vez más simples y más puros; que su belleza es atemporal y está aderezada por el importante ingrediente de la experiencia; que son fascinantes y que de ellas se aprende mucho.

De aquellos días tengo el recuerdo de unos besos apasionados que se nutrían de la quimera y de la esperanza; un cuerpo acogedor al que me asía cada noche sintiendo en él tanto placer como protección; una entendida complicidad que nos obligaba a erradicar prejuicios y temores.

Y mucho sexo… sexo intenso, nalgas monumentales, piernas descomunales, tetas enajenantes, poses embriagantes, escenarios míticos fundados en la sapiencia y en el profundo conocimiento de la condición humana.

Cristina se despidió de mí en una tarde soleada. Viendo el artístico reflejo del sol en la superficie del agua, me dijo: “Tato, te agradezco la felicidad que me has dado. Trata de olvidarme, no sé si volvamos a vernos, no podemos llegar a más y no quiero causarte problemas con tu madre”.

“Piensa que lo nuestro fue tan solo un sueño… Un placentero sueño”.

Paty preciosa, no me olvido de ti. Lo que hemos vivido juntos me hace desearte cada día más. Tu último relato, a más de ser excelente, está escrito con el corazón. Así lo percibo y con esa moneda lo retribuyo.

Verónica -

Hola chicos: Los extrañé muchísimo a todos, después de varias semanas estoy de vuelta, y les debo una disculpa por tan larga ausencia: Sucede que me encuentro desempleada por corte de personal, me quedé sin internet, tuve problemas familiares, etc… Me llovió sobre mojado, pero aquí ando nuevamente a sus órdenes…

Paty: Gracias por tus dulces palabras hacia mi persona, yo por mi parte te estimo y te agradezco la amistad que me has brindado desde que te conocí.

Fer: Muy bueno tu relato, y sensualísimo, gracias por compartirlo, sin embargo, me quedé con ganas de leer algo directamente de tu pluma.

Antónimo: Yo no le entro a las fantasías lésbicas, pero gracias por contribuir con un buen artículo, por lo tanto, si piensas en un trío, no me pienso involucrar jaja… De hecho, déjame decirte que el punto g de los hombres esta en el ano… Y eso es rechazado por muchos hombres que se visualizan con el clásico machismo, pues contribuye al pensamiento del sexo gay, caray, de lo que se pierden. Amo tus ejemplos, precioso querubín, y no te librarás de mi tan fácilmente… te quiero mucho, ven a visitarme, te extraño mucho, y más a tu dulce anaconda…

Hilda: Manifiéstate, te extrañamos……..

Carlónimo: Agradezco que me dediques unas líneas, y de alguna forma, sea una persona especial para ti, eso no tiene precio, y me impulsa enormemente a seguir escribiendo, lo cual de por sí ya es un placer. Gracias por mantener vivo este espacio, con su respectiva esencia, y esa poesía tan refinada, que me hace escapar de la realidad con ardiente beneplácito. Felicidades por tu relación con Paty.
Curiosamente, mi mayor empuje para escribir cualquier párrafo incluso tonto y sin sentido, es siempre en los días de lluvia o frío, tengo debilidad por ambientes tétricos aunque está comprobado que favorece el estado anímico depresivo, en mi persona es completamente opuesto… El relato de Jazmín Alessandrini fue espléndido, y me obligó a permanecer inmóvil durante varios minutos, simplemente hermoso. El relato de Cristina más hermoso aún, parece que tu erotismo no encuentra límite, y aumenta con cada relato, al unísono que tu belleza literaria que tanto estimamos, me haces meterme a los personajes, y casi vivir en carne propia cada palabra, eso es una maravilla. El relato de Paty, bellamente pícaro y muy bien plasmado, delicioso, sensual, y bien aderezado. Y el relato de Elisa fantástico, de hecho, me hizo recordar con claridad una serie de rivalidades que viví con mi hermana mayor hace algunos años:
Nunca supe porqué pero siempre tuve una relación pacífica y alegre con todos los miembros de mi familia, y así mismo, con los amigos de mis hermanas, y varios conocidos que por casualidad llegaban a mi vida aunque haya sido una simple y sola visita. Quizá mi carácter en extremo ocurrente, o ese espíritu de siempre ayudar a los demás, no lo sé, pero mi hermana mayor de nombre Marcela, se fue llenando de rencor con el paso de los días.
En repetidas ocasiones tuve la oportunidad de presenciar tremendas palabrerías que se encaminaban a manchar mi buen nombre, cuyo tinte principal siempre estuvo lleno de envidia, y cargado de una sarta de datos falsos. También le gustaba espiar mis correos electrónicos, conversaciones, e incluso esculcar mis objetos personales, y claro, escudriñaba también un pequeño bar en mi cuarto compuesto por diversas botellas de licor que acostumbraba probar los fines de semana, o días lluviosos y estresantes. Tras haber invertido tanto tiempo en algún plan malicioso, descubrió mi colección de relatos eróticos, cuyo principal tema siempre fue la famosa hipodérmica. Tras espiar una conversación con mi pareja de aquel entonces (en la cual, me ponía de acuerdo con él para aplicarme una inyección de b-12 que en realidad no necesitaba), sus planes comenzaron a surtir efecto: desaparecieron mis medicamentos experimentales con sus respectivas jeringas, mis diarios y agendas, mis botellas, y además mis papas se decepcionaron de mí al mirar pruebas contundentes de las quejas que despiadadamente me profería. Por lo tanto a partir de ese momento, hablar de inyecciones en mi casa era casi un tabú.
Cada vez que alguien se enfermaba y necesitaba de algún inyectable, era un tremendo caos porque se convertía en un delicioso secreto a voces, en una visita privada de algún enfermero al cuarto del miembro de la familia que fuera el paciente, y claro, de los ojos del espía. Por aquel entonces, mi hermana tuvo una operación de las anginas, y para fortalecer sus defensas, al llegar a casa, le recetaron la maravillosa cantidad de una inyección de b-12 cada tercer día, casi durante 3 meses… Me gustaba asomarme por una ventanilla escondida cubierta por largas persianas blancas. El enfermero era un joven vecino no muy atractivo, pero de mirada dulce, cuerpo espectacular y además inteligente, letrado y con una personalidad exquisita. Siempre era puntual, e inmediatamente después de irrumpir en la recámara, cerrar la puerta, siempre pedía a la paciente Marcela, que ya se encontraba en cama, que por favor se volteara y se relajara, y sin solicitar el permiso, despojaba a la chica de su pantalón, oh, siempre tan lentamente, el calzoncillo no lo retiraba por completo, pero siempre lo ponía casi a la altura de las rodillas, y ella con timidez, volvía a acomodarlo en su sitio, y se volteaba nuevamente boca arriba con las mejillas sonrojadas, acto seguido, se tapaba con alguna sábana con cierta expresión de temor en su rostro… Pero el enfermero (de nombre Alfredo), siempre repetía la operación dejando en la misma posición a la mujer, contemplando aquellas grandes y firmes carnes, que a mí en lo personal, me parecían demasiado grandes para ser atributos bellos. Disfrutaba de cargar el medicamento lentamente dentro de la jeringuilla, como tratando de que el momento fuera eterno, postergar tan celestial escena, y lo que venía era también en cámara lenta. “Ya chiquita, no te va a doler” siempre le decía, y la colmaba de palabras llenas de ternura y admiración, usaba dos o tres algodones empapados en alcohol para “limpiar” la zona, y de un suave movimiento, encajaba la aguja en su nalga derecha, dejándola ahí otro largo rato, masajeando alrededor, y procediendo a aplicar el medicamento con suavidad, y claro, a pasos de tortuga, para después retirar la aguja y propinarle un masaje increíblemente sensual, acomodándole sus ropas como si fuera muñeca, y tocando accidentalmente alguno que otro agujero de su cuerpo, siempre con el pene durísimo, ante mis sorprendidos ojos. Esa operación se repetía cada tercer día, y siempre tomaba nuevos detalles cada vez más inocentemente eróticos, hasta que la paciente dejó de darse a respetar, y cuando Alfredo le ponía una pequeña tanga, notó que ella se empinaba dándole paso a un paisaje descomunal, al fin tenía todo el acceso a sus carnes, y sin perder el tiempo, comenzó a meterle la mano en la vagina, casi encontrando el punto “g”, y por supuesto, tan eróticamente cargada estaba la chica, que lo desnudó y lo hizo suyo con desesperación, haciendo casi algo grotesco y salvaje (siempre silencioso), con movimientos tan impresionantes que casi caen de la cama, hasta llegar al clímax. Esto se repitió incluso al terminar el tratamiento.
No me pareció pertinente acusar a mi hermana de semejante desfachatez con un amigo tan querido por mis padres, luego fueron presentados como novios, y después de algunos años, salí de viaje por unos días, y cual va siendo mi sorpresa al llegar, de encontrar a mis padres perturbados porque la señorita había bebido de más, encontrándose por la mañana, completamente desnuda en el jardín en brazos de su amado…

Paty -

En ese momento que me acababas de inyectar y te sentí nervioso mirándome acostada, yo estaba ansiosa de recibirte. Sólo dejé que el temblor de mi cuerpo y mi respiración muy agitada te dijeran lo caliente que yo estaba. Cuando sentí que me montabas me concentré en tu pene deslizándose por mis nalgas, tus besos hacían agitar mi cuello y mi espalda, yo comencé a jadear y luego tú me penetraste de espalda y me bombeabas lentamente la vagina. Yo gritaba muy fuerte porque es un placer tan intenso que debía gritarlo al mundo, estaba loca de excitación y quería oírme a mí misma estar feliz de ser tuya. Gracias Carlónimo me has hecho muy feliz.

El relato de Elisa sigue probando lo creativo que eres Carlónimo, sigue así, cuéntanos muchas cosas todo lo que pase por tu cabeza privilegiada, cada texto es una increíble sorpresa.

Así me siento Carlónimo, conquistada o tu conquistado, es lo mismo, esto es cosa de dos y yo estaré aquí contigo, no te dejo. Hoy que es lunes te dedico esta canción que me hace pensar en ti y también me recuerda a Simón.
http://www.youtube.com/watch?v=QP4HlA5cYMM&feature=related

Carlónimo -

Ahora que volvimos a vernos, Elisa me siguió contando algunas curiosas anécdotas de su adolescencia. Sentados a la mesa de aquel confortable bar, degustando una copa de Blanc Cassis que a ella le encanta, yo apreciaba su interesante figura y su personalidad distinguida.

Llevaba puesta una faldita rabona que develaba gran parte de sus delgadas piernas, cuya posición cruzada me permitía observar la parte posterior de uno de los muslos. De hecho lo que apreciaba al final era ya la nalga derecha de mi encantadora amiga, quien no se inmutaba ante las nerviosas miraditas que le dedicaba, no tan frecuentes ni tampoco tan disimuladas. Sólo reía, me guiñaba el ojo y me decía: “Tonto, mi trasero sigue siendo tuyo”… Es muy linda, pero sé que ahora anda con alguien y parece que se ha entendido muy bien con él, así que… nada que ver conmigo.

Como ya les he dicho, Elisa es muy alta y muy delgada, casi sin busto, con piernas flacas, pero su figura es muy sensual y sus nalguitas torneadas, preciosas. Además tiene una carita muy bella, cabello castaño claro, chino, sensualísimo, nariz corta de niña traviesa y unas manos deliciosas tanto en su aspecto como en la forma de acariciar.

¡Ah! Perdón, me olvidaba, sus ojos… sus ojos color miel, cristalinos profundos ¡son un poema!

Oye Elisa, le dije, quiero comentarte que en el blog tú eres hasta ahora la chica estrella, la que ha recibido más aplausos y de quien me han pedido con frecuencia que escriba. Yo sé que hay mucho qué decir de ti y gracias por permitirme ser relator de tus anécdotas. Por eso he querido reunirme contigo y pedirte que me refieras algunas otras vivencias, de tus primeros años por ejemplo, allá en la adolescencia.

Hay algo que siempre me ha inquietado: ¿Por qué existe cierta rivalidad entre tu hermana Alma y tú? Elisa dio un sorbito a su copa, me miró coqueta, sonrió, aclaró su garganta y contestó: Mira Carlónimo, tú conoces al menos parte de la historia. Ya te he contado que Alma fue desde pequeña muy coqueta, pero el pegue lo tenía yo.

Hubo en especial un incidente que le amargó el carácter y le provocó animadversión hacia mí. Se trata de un médico joven de quien mi madre se aficionó porque era muy sencillo en su trato y generalmente acertado, así que nos veía a mi hermana y a mí cuando había necesidad de ello y, más tarde, hasta cuando no la había.

A mi hermana Alma le gustaba mucho ese muchacho y huelga decir que le coqueteaba siempre y hasta le pedía expresamente que le recetara inyecciones argumentando que eran más efectivas que las cápsulas. Invariablemente le pedía que él se las aplicara.

En una ocasión entré a su recámara sin saber que en ese momento estaba con ella el médico precisamente inyectándola. ¡Hay que ver cómo se ponía frente a él la aventada de Alma para recibir los pinchazos! Como tú sabes (y muy bien, no te hagas) Alma está bastante bien formada; es piernuda y nalgona, además de contar con buenas tetas, pero su culo es, digamos que de corte masculino. Parece un mocetón nalgón. Con esto quiero decir que su cadera es relativamente estrecha, lo que la hace atractiva es el volumen de las carnazas que, además están bien respingadas. Se ve muy atractiva, no lo niego, pero para muchos hombres no hay como una cadera amplia que ponga de manifiesto la feminidad, antes que nada.

Y yo creo que eso es lo que le pasó a Miguel, el médico, pues aunque el día que la vi ¡guau! tenía mi hermana las nalgotas de por si grandes, bien paradotas como diciéndole al médico: “Sírvete guapo, nada más checa lo que es bueno”, puedo asegurar que su atrevimiento no le dio buenos resultados.

Me quedé mirando pues ni mi hermana ni él se percataron de mi presencia porque los aullidos y las sensuales quejas de ella evitaron que se oyera el ruido de la puerta. Y la verdad es que Miguel la estaba inyectando de una manera muy profesional, viendo su reloj y observando la decoración de la recámara. Finalmente le extrajo la aguja, dio media vuelta y se ocupó en sus cosas mientras Alma hacía todo tipo de contorsiones con el culo para atraerlo. El ni en cuenta, no volvió a mirarla.

En cambio, un día que fue a verme porque yo ardía en calentura, me recetó inyecciones y desde que me aplicó la primera, lo sentí terriblemente excitado. Recuerdo que me buscaba con gran paciencia el sitio para el pinchazo, me preguntó varias veces si me dolía, me dijo que me la pondría muy despacito para evitarme molestias, me dio un par de palmaditas finales y me tuvo un buen rato acostada con todo el culo al aire, mientras me aplicaba un escrupuloso masaje. Me ayudó a poner de nuevo la panty y a levantarme. Luego me hizo caminar para asegurarse de que no estuviera lastimada.

Durante ese período de mi enfermedad estuvo yendo a inyectarme dos veces al día y conversaba conmigo y me trataba como a una princesa. Desde luego que se daba cada vez mayores hartones visuales y táctiles. La panty me la quitaba totalmente y mientras me hacía entrar la sustancia tocaba mis nalgas, mis piernas y hasta la misma vulva haciéndome, según él preguntas de diagnóstico: ¿Te duele aquí… y aquí… sientes mi mano… sientes ardor…? Yo sabía que Miguel se estaba propasando pero lo dejé por dos razones: primero, porque me gustaba; y segundo, porque sus atenciones hacía mí hacían enojar a Alma. Ella siempre se burló diciendo que estoy bien flaca y que no tengo nada de nada, así que al percatarse de la atracción que ejercía sobre Miguel, se ponía morada de coraje.

Entonces empezó a decirle a mi madre que yo lo provocaba, que me desnudaba y que lo besaba y un sinfín de mentiras que la hicieron a ella preocuparse y estar presente cada vez que me iban a revisar o a inyectar. Esta situación, lejos de apartarlo de mí hizo que se acercara todavía más. Empezó a citarme en su consultorio. A la tercera o cuarta vez, me hizo suya. Fue delicioso. Fuimos amantes por un tiempo, hasta que él se fue a estudiar la especialidad a Inglaterra.

Otra cosa que no me perdonará Alma es que la descubrí varias veces aplicándose un consolador. Lo hacía diariamente antes de dormir pero celebraba todo un ritual porque ponía música excitante, encendía pajuelas de incienso, se desnudaba completa, bailaba y se tendía intermitentemente en la cama aplicándose el vibrador tanto en la vagina como en el culo, hasta chorrearse. La escena era muy excitante, aunque Alma sea mi hermana confieso que me calentaba verla y hasta llegué a tomarle fotografías que le enseñé un día que estaba enojada con ella y le dije que era una puta.

Pero dicen que la venganza es dulce. Cuando empecé a tener relaciones frecuentes con mi novio, aquel chico a quien te referiste en tu segundo relato acerca de mí, justamente el que me espió por la ventana mientras me inyectaban y que luego fue mi esposo, Alma nos descubrió cogiendo encerrados en el taller de costura de la casa.

Recuerdo que estábamos a punto del orgasmo, gritando de placer, yo empinada y Fidel bombeándome en posición de perrito, cuando ¡Zas! Se abrió la puerta y Alma empezó a gritar: ¡Mamá, mamá, mira a la puta de tu hija, ven a ver, corre! Me salvó que mi madre estaba en ese momento en el baño, así que yo me concreté a negar todo lo que Alma le decía de mí y que mi madre no pudo ver. Con mucho autocontrol me reía y contestaba que mi hermana era una mitómana y como la amenazaba de enseñar a mi madre sus fotos con el vibrador, entonces se andaba con tiento y dejó finalmente de molestarme.

Así fueron las cosas, ya te contaré otros sucesos. Vivimos nada menos que el normal “amor de hermanas”

Gracias Elisa, felicidades por conservarte tan guapa, estás de verdad hermosa.

Carlónimo -

Gracias L. por tu amable comentario que me impulsa a continuar, sabiendo que nos lees. Si te abres al diálogo, mucho mejor.

Paty preciosa, gracias por recibirme en tu encantadora Patria.

Desde el corazón de Honduras he disfrutado tu belleza y el dulce temperamento tropical que irradias. Te he visto lucir el coqueto bikini que en tu cuerpo por demás esbelto, remarca las sensuales formas caribeñas: notable cadera, busto erguido, torneadas piernas y nalgas respingadas.

El uso del chal y de las prendas de manta primorosamente bordadas, me fascina.

Y celebro la esmerada paciencia con que me has mostrado tu tierra en la que he encontrado la hospitalaria actitud análoga a la mexicana, así como un más acentuado respeto a las tradiciones locales, que en mi patria disminuye progresivamente.

Ha sido una experiencia inolvidable estar contigo en esa hermosa tierra de ensueño.

Y qué decir del acercamiento tan intenso que hemos tenido. Desde la amena charla saboreando los variados platillos de la cocina hondureña, hasta los encuentros íntimos en los que me han chiflado tu hermosura y tu fogoso temperamento.

Cómo olvidar algunos momentos tan especiales, como fue el de tu repentina solicitud de que te inyectara un doloroso refuerzo vitamínico. Con el ritmo cardiaco extraordinariamente acelerado me vi en tus bellos ojos castaños y te respondí: Será un placer, mi vida.

Preparé la incómoda jeringa en tu presencia. Sentada, tranquila, con aquel pantalón blanco ajustado y el chal azul turquesa que arropaba tu atractivo busto, me mirabas silenciosa. Luego te levantaste, de espalda a mí desabrochaste el pantalón. La delgada tela se destensó dejando de traslucir el suave rastro de la minúscula pantaleta. Volviste el rostro anunciándome que estabas lista.

A una señal mía te dirigiste resuelta al suave lecho frente al cual replegaste muy despacito las dos prendas que cubrían tu bello trasero. Poco a poco se fueron develando las excelsas nalgas, de suyo muy pálidas y tersas. Me deslumbró ver su fina pendiente vulnerada al centro por la exquisita raja que se veía cada vez más profunda, encerrando los tesoros de tu deliciosa intimidad.

Cuando apoyaste las rodillas en la cama empinaste el culito y empezaste a descender para ponerte en horizontal, distinguí entre tus albos cachetes la inquietante entrada rectal. Y en tanto acoplabas el vientre a la mullida superficie, apareció la excitante vulva coronada por las minúsculas perlitas de tu excitación.

“Estoy lista” me dijiste muy tierna. Palpé tu nalguita derecha, luego la izquierda, empujé mi dedo en la fina piel buscando el “corredorcito interior de las intramusculares”, esa vía que se advierte muy franca al tacto y te da la certeza de que la aguja no pinchará en nada que no sea la suave carnosidad que nutre y adorna el glúteo.

Por fin detecté la vía del lado izquierdo y te dije: “Aquí, preciosa, te la aplico en este punto”. Tu nalguita se estremeció suavemente al percibir la húmeda pincelada de alcohol. Introdujiste tu carita entre los brazos y aguardaste tranquila. Con creciente excitación vi y sentí cómo la aguja penetraba rompiendo el indefenso glúteo que temblaba y se erizaba considerablemente.

Cuando el tope de la aguja se posó en tu preciosa carne te destensaste mostrando una actitud mucho más serena. Tu oportuno comentario: “Perdona, es que el momento del pinchazo…” comprobó que el piquete es para ti el momento más crítico.

No obstante que el medicamento a base de compuestos grasos de eucalipto es denso y muy molesto te mantuviste tranquila. La verde sustancia iba entrando en tu curvada nalguita la cual mostraba tan solo una leve ondulación, hasta que el émbolo tocó fondo. Extraje la hipodérmica y te apliqué el algodoncito marcando un pequeño hoyuelo que vibraba al influjo de la circular agitación de mi dedo.

La erótica escena final me emocionó, yacías boca abajo serena. Tus respingadas nalguitas permanecían expuestas. La ruda jeringa estaba en mi mano y mostraba en su seno una colilla de la dolorosa sustancia inyectada. La roja marca del pinchazo expulsaba una pequeña gotita de sangre. Tus carnosos muslos lucían la minúscula panty color rosa tierno, sensualmente replegada y entrelazada.

Te dije: “Querida Paty, estás preciosa, me encantas…”

Tus preciosas nalguitas temblaban de excitación.

L. -

Me encantan vuestros relatos

Paty -

Carlónimo, tu relato es un verso y lo que ocurrió entre nosotros divino: tus caricias, besos y sentirte dentro de mí fue… ¡algo maravilloso!!!

Así he pasado las horas y los días desde que me hiciste tuya, soñando y pensando sólo en ti.

http://www.youtube.com/watch?v=4DO8GsIYfhQ

Carlónimo -

Y los recuerdo muy bien, vida mía. Tu lindo cabello oscuro contrastaba la palidez de tu bello rostro, engalanado por esa sonrisa muy tierna, de niña, que me enloquece. Entramos a nuestra habitación y nos sentamos al borde de la hospitalaria cama; el faldón de tu vestido descansaba en la parte media de tus muslos, blanquísimos, torneados, incitantes.

Me mirabas con audacia, tu agitada respiración me pedía coronar aquel bello protocolo que habíamos construido y alimentado. Sentí tu mano que se posó en mi antebrazo midiéndolo, tanteando su consistencia. Con la otra pulsaste mi hombro apretándolo, acariciándolo.

Te tomé del talle percibiendo su extraordinaria suavidad y tersura. Besé tus encendidos labios apreciando que cerrabas los ojitos y te entregabas a mí resuelta. Tu cálida expresión de sencillez y confianza, me hechizó.

Tan sólo te venciste para reposar suavemente en el lecho, de espalda. Alzaste el vestido y elevaste la parte media de tu cuerpo para hacer que te deslizara la menuda panty y la dejara caer sobre la cama, donde presidiría nuestra entrega.

Separaste las piernas y yo acoplé mis labios a tu lubricada vulva lengüeteándola y besando la fina felpa pélvica que me cosquilleaba por todo el rostro. Los suaves lamentos y el sucesivo repliegue de tus más íntimas formas me indicaron que el momento de poseerte había llegado.

Me lancé sobre ti para entregarnos a un rabioso intercambio de caricias linguales y corporales, que culminó con la suave incursión de mi pene en tu estrecha y elástica vulva, la cual lo embuchó dulcemente y empezó a arrullarlo, armonizando el suave vaivén con el fragor de tus ardientes sollozos que me hicieron temblar de placer.

La incontrolable marea de nuestra entrega liberó un pantagruélico festín de sensaciones excelsas.

http://www.youtube.com/watch?v=qVo3llfvJcs

Paty -

Carlónimo, ya me imagino lo rudas que se pusieron las cosas con tus padres pero es natural que ellos se preocuparan por tu relación con Cristina. No pensé que ustedes hubieran llegado tan lejos pero por las edades de los dos la responsable es ella que se metió en un juego peligroso. Me entristeció el suceso final pero disfruté el erotismo con que describes la inyección y sobre todo el sexo anal.

El sábado estuve feliz a tu lado, te agradezco que me hayas invitado, te veías muy guapo. Cuando bailamos apoyé mi cabeza en tu hombro y me perdí en tus brazos. Luego nos besamos y cuando sentí que tus manos recorrían mi cintura y parte de mis nalgas, me estremecí y me encendí sin control alguno, estaba muy excitada. Fueron momentos maravillosos que tu supiste aprovechar muy bien...

Carlónimo -

Cuando Servando se fue a vivir con Rita, Cristina y yo intensificamos nuestra relación amorosa, la veía casi todos los días y hasta faltaba a la escuela para estar con ella. Fue una etapa muy intensa durante la cual causé una gran preocupación a mis padres. Ellos no sabían con precisión lo que me pasaba pero de alguna manera lo sospechaban.

Cristina me llevaba a sus frecuentes compromisos sociales: cenas, bailes, reuniones de amigos y en todas partes me presentaba como su novio. Era evidente la sorpresa de sus amistades al verla en relación íntima con un muchacho tan joven que bien podía ser su hijo.

Pero a ella no le importaba lo que la gente dijera, se mostraba orgullosa y trataba de dar espectáculo haciendo que yo la besara y la mimara públicamente. En lo personal me sentía muy bien y aprendí a conducirme en sociedad, halagando a mi amante con todo tipo de atenciones.

Ella me premiaba en diversas formas y se entregaba a mí de manera explosiva, casi con desesperación, temblando, gritando, sollozando, acariciándome, lamiéndome el pene y diciendo que yo era para ella el más extraordinario de los regalos.

Una tarde que llegué a verla, entré al departamento y la encontré tendida en su alcoba con el culo descubierto y entregado para que una enfermera, escrupulosamente vestida de blanco, la inyectara. La adusta dama sostenía una imponente jeringa en alto, para ajustar el émbolo y colocar en posición la roja y espesa sustancia, la cual brillaba a la luz del regio candil de la habitación.

La madura mujer me miró impasible; pero al ver la seguridad con que me conduje bajó la mirada y se concentró en su labor. Manteniendo la jeringa dirigida hacia el techo tomó del buró una abundante borla de algodón que ya había previamente remojado en alcohol y muy resuelta se dirigió a la nalga izquierda de Cristina, quien lucía soberbia con la finísima bata negra alzada y una breve panty del mismo color cuidadosamente replegada hasta los muslos.

El compás de sus blanquísimas y mullidas piernas se mantenía escrupulosamente cerrado, la cabeza descansaba sobre los propios brazos en actitud inusualmente relajada.

Vi cómo se ondulaba la espléndida nalga al influjo de la breve frotación antiséptica. La aguja se colocó en posición de ataque, retrocedió un breve tramo y avanzó resuelta perforando el erguido glúteo. La encantadora dama se estremeció sensualmente, giró el cuello y dio algunas señales de tensión en la medida que el grueso líquido invadía la mullida y curvada superficie de su nalga haciéndola estremecer deliciosamente.

La escena fue de lo más erótico. Con el pene totalmente erguido me aproximé a la cama, arrebaté el algodón a la asombrada enfermera quien se marchó enseguida y yo me puse a masajear el soberbio culo. Cristina sintió de inmediato mi presencia, aproximó su mano a la mía y me la acarició cariñosamente. Después me talló por turnos el brazo y la entrepierna.

Se sentó en la cama, se retiró la bata y me recibió de frente besándome con ardor mientras tallaba sus duros pezones contra mi pecho. Sin dejar de besar sus carnosos labios, su mejilla y su garboso cuello, fui bajándole la breve panty de seda hasta hacerla salir por entre las piernas. La acosté y le di un minucioso repaso lingual en los carnosos muslos, el pubis y los pezones, hasta hacer que la despampanante mujer se retorciera de calentura.

Separé sus mullidas piernas y le incrusté el pene en la suave y acogedora vulva. A la tercera o cuarta arremetida, Cristina gritó, se colapsó y se chorreó, estando yo lejos de la ansiada eyaculación.

Le di el tiempo necesario para que recobrara su ritmo respiratorio y le sugerí la entrada rectal.

Cristina accedió colocándose empinada pero en una forma muy peculiar: Con el compás de los muslos cuidadosamente cerrado y los brazos muy juntitos, de manera que las manos unidas por las palmas formaban una especie de punta flecha, la cual apuntaba hacia la cabecera de la cama.

Formando con su cuerpo una especie de línea recta, hacía que las colosales nalgas le brotaran y se me ofrecieran enormes, regias, excelsas. Busqué con desesperación el estrecho orificio rectal y lo vulneré haciendo que las blanquísimas carnazas se separaran y engulleran con gran placer el grueso tolete. Cristina gemía conmovedoramente al sentir el implacable falo que le colmaba su elástico y estrecho coño.

Disfrutando la enloquecedora vista de aquellos colosales cachetes en medio de los cuales se desplazaba el enérgico tolete, mentalizando el hecho de tener a tan atractiva dama totalmente empinada y entregada, concentrándome en el fetiche del rojo piquete que la enorme jeringa le había propinado en las nalgas, sintiendo que explotaba, que me derretía de calentura, le descargué violentas ráfagas de viscoso semen que se le alojaron en lo profundo del culo.

Los dos caímos rendidos, nos quedamos inmóviles, después nos buscamos de nuevo, nos acariciamos cuanto pudimos y terminamos prodigándonos una secuencia de salvajes besos.

Ya más tranquilos, permanecimos acostados mirándonos cariñosamente.

Después de un rato oímos que llamaban a la puerta. Cristina se incorporó nerviosa, entró corriendo al baño donde se acicaló como pudo, se puso la bata y salió de la alcoba diciendo: ¡No salgas!

Abrió la puerta, se oyeron algunas voces, después unos gritos, empujones y apresurados pasos en dirección a la recámara.

La puerta se abrió violentamente…

Era mi madre quien se posó enfrente de mí y me propinó una violenta bofetada. Después me tomó de la oreja y me hizo salir llevándome casi desnudo por todo el corredor externo hasta nuestro departamento. Cruzamos la puerta y me encerró en mi recámara.

Con el pabellón de la oreja sangrando, sintiéndome dolido y alterado, permanecí de pie sin saber qué hacer… Pensando… sólo pensando.

Una semana después me enviaron a la tierra materna donde me matriculé en la escuela y permanecí tres años estudiando fuera de México. Un enorme océano me separó de Cristina, por quien lloré desconsoladamente.

Querida Paty, muchas gracias por haberme acompañado a la fiesta del sábado. Mis amigos estuvieron encantados de conocerte y me han pedido felicitarte. Tus encantos y fino trato hicieron que te admiráramos. Espero que muy pronto concretemos tu proyecto.

http://www.youtube.com/watch?v=xU0j94JLSvI&feature=related


Paty -

Hola! Carlónimo, me gustó mucho tu relato que escribiste sobre Elisa es muy fogoso como es esa chica. Cada vez que hablas de ella resulta algo muy interesante.

Los comentarios de Antónimo están súper de mucha risa y me parece que tiene razón, es muy peligroso abrirte así con tu chico, se botó Yazmín!

Y pues gracias por aceptar mi invitación Carlónimo, si tu quieres volamos a Tegucigalpa, te llevo a la catedral primero y al parque central, donde el ambiente es muy bonito, en mi tierra no hay tanto lujo pero sí mucha vida y corazón. Nos comemos un helado de maracuyá, de nanche o coco, verás qué sabor! Luego caminamos por el río Choluteca y te enseño Comayaguela donde está lo mejor para comer, el pollo en coco o el pescado frito con tajadas de plátano, torta de arroz, todo se mira rico y te va gustar.

Podemos pasar la noche en el Marriot porque a ti te gusta lo bueno, pero si te relajas nos vamos a un hotel modesto pero más gracioso. En un lugar así me gustaría encontrarme por primera vez contigo ¿quieres? Verás que ropa interior te voy a dejar para que me la quites poco a poco como tu lo sabes hacer.

Al otro nos vamos en troca a Tela mi playa favorita, ahí cogemos el hotel Villa que tiene un aspecto muy romántico. La vida en Tela es sencilla pero óptima para hacer el amor ¿te parece Carlónimo? Y ahí estamos tu y yo los días que quieras, unos tres mínimo para que pruebes todos los platos y cocteles de mariscos, las catrachitas, el tamal y la sopa de caracol. O nos vamos a Trujillo, otro lugar de playas bien rico donde el ceviche es la especialidad.

Ese es mi plan Carlónimo, claro que yo te oriento en todo lo del lugar pero los momentos de intimidad que son el plato fuerte tu los relatas y yo solo te ayudo a comentarlos. OK?

Bertha -

Escribe mas seguido Carlonimo nos dejas picados.

Carlónimo -

Has hablado con dureza Antónimo, tal vez has sido un poco inoportuno pero no hay bronca.
http://www.youtube.com/watch?v=1qxSwJC3Ly0

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Quiero comentarles lo que hoy publicó la Yazmín Alessandrini bajo el título: “Fantasías lésbicas ¿quién dijo yo?”

Resulta que la güerita (me refiero a Yazmín) sostiene que “difícilmente una mujer heterosexual aceptaría que en algún momento de su vida ha tenido fantasías sexuales donde los protagonistas no son hombres, sino mujeres”.

“Y no las culpo (dice ella) porque en un entorno social como en el que vivimos, machista, misógino y condenatorio, correrían el riego de ser señaladas como lesbianas”.

Y se avienta a decir que: “Sin embargo, desmenuzando en la psique femenina, es muy frecuente que haya chicas que, ya sea en el acto individual de la masturbación o en la convivencia íntima con su pareja, de pronto se den el lujo de pensar en otra mujer lo cual deriva en una excitación mayor y una satisfacción de dimensión similar”

Y explica la Yazmín: “Lo anterior, analizado desde un punto de vista meramente sexual, no representa mayor complicación, porque tanto hombres como mujeres, en un afán de diversificar sus caminos que transitan en pos de la satisfacción (individual o en pareja), pueden experimentar fantasías que asomen cierta inclinación homosexual” Y yo digo: ¡guau!

Y viene lo más sorprendente, pues dice: “…cuando la mujer que está elucubrando dichas fantasías en su imaginación y se las transmite a su pareja, hombre, POR LO REGULAR AMBOS TERMINAN DISFRUTANDO de la supuesta ensoñación bisexual que le permite a ambos alcanzar diferentes e interesantes estadios de erotismo”

Y viene la brillante recomendación: “¿Cómo abrirse con la pareja para confiarle este tipo de inquietudes? No se compliquen: mientras hacen el amor, desde el preámbulo, pueden intentar ser lo más descriptivos posibles y sentar los fundamentos de una retroalimentación donde uno hable y el otro escuche, para que enseguida el otro opine y su pareja explique. Y después de disfrutado el momento, con esa misma madurez olvídense del tema y cero recriminaciones”. Aaay güero…!!!

¡En la máuser! Esto está muy por encima de la línea de flotación.

Yo me pregunto en primer lugar por qué dice Yazmín que “es muy común entre chicas esta onda” ¿Habrá hecho una encuesta? ¿o será más bien que a ella le gusta…?

Pero si esto ocurre en mujeres ¿por qué no en hombres?

El caso es que se trata de un ejercicio bastante violento y de consecuencias tal vez catastróficas.

Ya me imagino a la otra güerita (Anna) si le hubiera dicho a mi hermano: Pues fíjate mi churri que en este momento al sentirte muy cerca, quiero pensar que es Verónica la que me está besando, acariciando y estimulándome la vulva… ¡Ay, qué rico!

O qué tal si Carlónimo le hubiera confesado: Pues yo… ¿para qué te cuento? Ahora que tengo tus nalguitas ofrecidas y empinadas y las estoy horadando por el coñito, quiero creer que son las del gaucho y que es a él a quien me estoy chutando…

¡AAAAAYYYYY GUEEEEEEEROOOO!!!!! Como son ellos, creo que se hubieran agarrado a balazos.

Pero además ¡fíjense bien! No son sólo esas las complicaciones. Nada más piensen en que la chava le dice a su marido: ¿Sabes, mi rey? Ahora que te siento cerca quiero fantasear que estoy con nuestra vecina, la del apartamento 7 ya ves que está bien buena. Y entonces el comprensivo marido le responde: Sí, sí, yo también estoy pensando en ella, con esas nalgotas ¡Mamasita…!

O qué tal si el chavo le dice a la chava: ¡ay, mi vida! Ahora que hagas tus elucubraciones bisexuales ¿podrías considerar como protagonista a tu hermana Alicia?

Yo veo complicada la cosa así que, como decía mi abuela: “allá se los haya” A ver si no les sale cola al aplicar tamaña recomendación en su vida ¡Ay Yazmín! Lo que tienes de buena lo tienes de intrigosa. Digo yo… o tal vez me equivoque… ustedes dirán.

¿Dónde andas mi Vero preciosa. Qué ya me aplicaste la misma gélida táctica con que cortaron a mi hermano?

Carlónimo -

Querida Paty, me parece bien acudir contigo a alguna de las hermosas playas hondureñas. Como tú eres la anfitriona te corresponde bosquejar el contexto.

Estimado Fer, gracias por tu visita y por el material que nos compartes.

Voy a continuar ofreciéndoles los comentarios que la preciosa Elisa me hiciera acerca de sus primeras experiencias sexuales. Es ella quien nos cuenta.

Con Eulogia muy pronto me aficioné a las inyecciones, estaba eufórica. Con el pretexto de cualquier estornudo o malestar ya estaba yo parando la cola. Por ese tiempo mis familiares me ponían de ejemplo: “ya ves a tu prima Elisa que se deja inyectar y no llora”.

Eulogia estaba atenta para darme cuanto pinchazo había menester; yo la buscaba y me prestaba a todo. Los estímulos que me aplicaba los empecé a reproducir yo misma así que aprendí a masturbarme y lo hacía en su presencia, sin prejuicio alguno mientras me inyectaba.

Era costumbre que me alzara la falda, me bajara la panty y me colocara arrodillada en el sillón de la sala ligeramente empinada hacia el respaldo. Con la mano izquierda sostenía mi falda y con la derecha me estimulaba yo misma el clítoris.

Eulogia, muy atenta, me daba instrucciones para ayudarme a perfeccionar el disfrute. Decía, por ejemplo, espera m’hija vas muy de prisa, esta inyección debe aplicarse lentamente, ve más despacito, así. Y yo, sintiendo mis nalgas desnudas, bien paradas y ofrecidas al martirio de la jeringa, sintiendo el ardor de la densa sustancia, oyendo los comentarios libidinosos de Eulogia: “Qué culito más lindo, preciosa”; “hasta el coñito te respinga”; “se te ve la puchita bien mojada”; temblaba de excitación y le rogaba que por favor me lastimara.

El final era siempre eufórico: cuando el ardor llegaba al clímax me retorcía al influjo del abundante orgasmo, enjutaba el culito y gritaba desesperada. Eulogia me sonaba continuos cachetazos, celebraba la belleza de mis nalgas y me animaba diciendo: “así, mi reina, supremo, qué delicia, disfruta, date gusto, sigue, sigue, sigue…” Había veces que terminada la aplicación yo seguía frotándome el clítoris, produciéndome múltiples orgasmos mientras Eulogia me estimulaba el ano.

Después me hacía recostar boca abajo y yo permanecía inmóvil con las nalguitas desnudas, sabiendo que ella disfrutaba viéndome. Con mucho afecto se acercaba y me limpiaba la entrepierna, la vulva, los glúteos y hasta la mano con que me había masturbado. Inducía que siguiera descansando y cuando le decía que ya me quería levantar, ella misma me alzaba la panty y me arreglaba cuidadosamente la ropa.

Nunca comentamos lo que hacíamos, eran acciones espontáneas, secretamente concertadas.

Un día llegué como siempre para que me inyectara y me abrió apresurada la puerta diciendo: pasa, preciosa, es que estoy ocupada. De inmediato corrió al salón y yo la seguí despacio. Cuando entré me quedé petrificada pues estaba mi padrino acostado en el sofá con el pantalón y la trusa replegados gritando muy fuerte ¡Aaayyy! justo en el momento que Eulogia le perforaba el cachete izquierdo.

Asustada, hice el ademán de salir pero Eulogia me indicó: No Elisa, ven, es tu padrino, lo estoy inyectando, no te preocupes pues estamos en confianza. Me impresionó ver sus nalgas muy blancas traspasadas estremeciéndose de dolor. El se retorcía gritando en volumen creciente: ¡Ay no, berenga, berenga, berenga…! Hasta que la última gota del rojo líquido salió del depósito.

Al extraerle la aguja me percaté que era excesivamente larga. Eulogia me indicó: es que se trata de una inyección dirigida a fortalecer el sistema óseo y se debe aplicar a gran profundidad. Compadecí a mi padrino quien por fin volteó a verme, me tomó la mano y apretándola me dijo: Hola querida ¡vaya dolor! Me sorprendiste en el momento de la aplicación pero, descuida, son cosas naturales, no te inquietes.

Me estuvo acariciando la mano y el brazo con tan molesta insistencia que me hizo sentir mal, pero no me soltó, parecía muy interesado en que lo contemplara en esa posición con las nalgas desnudas que Eulogia le masajeaba obsesivamente. No contento con eso, le ordenó a nuestra amiga: A ver, deja que mi ahijada termine de atenderme. Así que recibido el algodón tuve que frotarle por un buen rato el sitio del pinchazo, sin que él me soltara la mano.

Estuvimos así por un tiempo que a mí me pareció eterno y hubiéramos seguido si no es que Eulogia me interrumpe jeringa en mano diciendo: ahora vas tú, hermosa.

Me quedé fría, no acertaba a decir nada pero Eulogia me tomó del brazo y me encaminó a su recámara lo cual me hizo respirar aliviada. Pasamos, cerró la puerta, yo me descubrí medio culo y me acosté sintiendo las nalgas excesivamente ceñidas por el elástico de la panty que cruzaba por lo alto en transversal mi extenso nalgatorio.

Oí el gorgoteo del alcohol en el momento que Eulogia volteaba el recipiente para empapar el algodón. Percibí después los tibios dedos de mi amiga que hurgaban ambos cachetes y, justo en el instante que la aguja perforó mi glúteo derecho, oí la voz de mi padrino que decía con aire festivo: ¡Qué dulce es la venganza, ahora me toca verte sufrir a ti, ahijada!

El corazón me latió a una velocidad exagerada, sentí lo que después supe que se llama taquicardia, e impresionada por esa situación y por el solo hecho de pensar que el intruso viejo se encontraba al pie de la cama observándome, grité ¡sálgase! Pero en ese preciso instante sentí desvanecerme, lo cual ocurrió de hecho, así que no me enteré de lo demás.

Cuando desperté sólo estaba Eulogia masajeándome el culito mientras me insertaba los dedos en el ano. No resistí más. Me levanté llorando y después de mirar a Eulogia con desconfianza terminé abrazándola con todas mis fuerzas. Mi garganta emitía incontrolables sollozos que me ahogaban, los cuales terminaron por causarme un hipo galopante.

Ceñida en el regazo de mi amiga, desahogué toda mi pena, le dije que no me había gustado que me observara ese viejo tan feo y que me daba miedo lo que pudiera ocurrir después, que le iba a contar a mis padres lo ocurrido. En ese momento Eulogia se preocupó y me dijo: No lo hagas, por favor Elisa porque te van a separar de mí y ya no podré seguirte inyectando. Yo lloraba desconsoladamente y ella me abrazaba con mucho cariño. Estuvimos así más de una hora, yo con la falda alzada hasta el punto que se me veía la vulva pero estaba tan triste que no me percataba.

Eulogia empezó a arrullarme como a un bebé teniéndome con la oreja pegada a su pecho, lo cual me hacía percibir los latidos de su corazón haciendo que me serenara, hasta que me tranquilicé del todo y luego de besarme tiernamente me hizo prometer que mantendría aquello en secreto.

Estuve algunos días molesta pero no podía quitarme de la cabeza la imagen de mi padrino acostado con las nalgas al aire recibiendo la dolorosa inyección. Esa escena me calentaba, así que cuando volví a encontrarme con él no pude resistir que me abrazara, me diera algunas nalgaditas, me alzara después el vestido y me manoseara con gran maestría hasta hacerme chorrear la vulva.

Entonces se extrajo el enorme pito, me hizo que se lo acariciara y lo besara. Yo estaba enloquecida de placer y sin más me tiré sobre la cama con las piernas recogidas y separadas.

En el momento que su tieso y boludo glande traspasó el borde de mis finos labios vaginales haciéndome lanzar un grito de placentero dolor, se oyó que alguien llegaba a la casa. El viejo me extrajo su verga, se levantó corriendo, me bajó la falda y se encerró en el baño.

Era mi madre quien me encontró caminando hacia el salón. Enseguida me preguntó: ¿Estás sola Elisa? Cuando le dije que mi padrino estaba en el baño me dirigió una mirada indagadora, pero supe fingir lo suficiente para tranquilizarla y mantener aquel impactante pasaje de mi vida en completo secreto. No me atreví a decir nada pues me sentía responsable del hecho.

En verdad no puedo negar que al sentir la enorme verga que me penetraba, estuve totalmente decidida a alojarla. Deseaba que aquel libidinoso viejo me hiciera suya.

Fer -

he encontrado un relato en Internet, que cuelgo aquí (sin corregir sus terribles faltas de ortografía) por su interés erótico se llama TODO EMPEZÓ POR UNA INYECCIÓN:

Hola, ma llamo Ana, tengo 35 años, casada y feliz con mi sexualidad.
Hace tiempo tuve un problema de salud, me sentia un tanto decaida y triste, no me apetecia nada, ni trabajar, ni estar con amigos, ni mi pareja...ni sexo.



Una amiga me recomendo asistir a la consulta de una doctora, me dijo que ella habia pasado por algo igual y que la doctora Ana Maria ( asi se llamaba) la habia tratado muy bien y le habia solucionado el problema. Fue mi amiga Ines la que me concerto la entrevista,prevista para un lunes a primera hora de la tarde.



Acudi puntualmente, a las 4 de la tarde. Tuve que esperar poco, unos 5 minutos, enseguida una enfermera muy atenta me indico que la doctora me atendia. Pase a un despacho muy soleado, amplio, con una decoracion moderna, llena de tonos otoñales, muy calidos. La doctora Ana Maria es una mujer de unos 50 años, delgada, muy femenina, pèlo castaño, sin maquillar y ojos claros, de un color indefinido. Me pregunto que sintomas tenia y le conte cual era mi situacion. Me hizo multitud de preguntas y me pidio que me hiciera unos analisis, para comprovar que no habia nada de anormal. Pasados unos dias regrese con el resultado de los analisis, estos estaban bien. La doctora me dijo que no habia ningiun problema, y que posiblemente estaba en una situacion de pre-depresion y un cierto habatimiento.



Me receto unas inyecciones, 12 en concreto, y me aconsejo que me las pusiera una ATS que habitualmente colaboraba con ella, ya que tenian unos efectos secundarios o reacciones que era importante controlar.Me dirigi a la farmacia y compre los inyectables, luego en casa, lame a la ATS para concretar el dia y la hora para pincharme. Quedamos para el dia siguiente, a las 5 de la tarde, me dijo que era importante que cada dia me las pusiera mas o menos a la misma hora y que tenia que ponerme una cada dia, sin saltarme un solo dia.



Acudi a la hora convenida, con los inyectables, llevaba un vestido un poco corto, con estampados azulados, zapatos con un poco de tacon. LLame a la puerta y habrio una señora de unos 60 años, bien conservada, morena de ojos azules, con una sonrisa que dejaba ver una boca grande y blancos dientes, su voz era dulce, aunque tenia un cierto tono de autoridad, me dijo " Buenas tardes...eres Ana, verdad?". Si, respondi yo con una voz un tanto nerviosa e insegura, la verdad, no me gusta que me pinchen, me da un cierto miedo. "Me llamo Luisa, pasa, acompañame"..fue su siguiente frase, yo la segi a traves de un pasillo de una casa antigua y de decoracion pasada de moda. Entramos en una pequeña habitacion, toda blanca, a la izquierda habia una camilla metalica de color blanco desgastado. Tambien habia un pequeño biombo que servia de vestidor. Al otro lado un mueble de madera blanca, viejo y desgastado,alargado con un espejo y al fondo un armario estrecho y alto de cristal, donde se podia ver las jeringuillas, y otros enseres propios de la profesion.



"Traes los inyectables" me dijo.."Si", respondi yo con una voz cada vez mas nerviosa. Los cogio y empezo a preparar la inyeccion, no queria mirar para no ponerme mas nerviosa, pero oia el ruido que hacia las ampollas y los utensilios...Se giro hacia mi, en la mano llevaba un pequeña bandejita metalica con la jeringuilla, el algodon y el acohol,,"Ven, ponte aqui.." me dijo, indicandome un lateral de la camilla. Me acerque y vi la aguja de la inyeccion, me parecio enorme¡¡¡¡ " Subete el vestido, bien arriba..". Ahora su voz era mas autoritaria..obedeci y me levanta el vestido por encima de mis braguitas blancas.."Inclinate hacia delante, sobre la camilla.."..me dijo, mientras con una mano sobre mi espalda me indicaba lo que debia de hacer..quede tumbada sobre la camilla en un angulo recto, de cintura hacia arriba estaba sobre la camilla, con las manos cruzadas sobre mi cara y los puños cerrados por los nervios y el miedo al pinchazo..de cintura hacia abajo mis piernas estaban rectas, y mi culo, todavia cubierto por las braguitas en "pompa". La Sra Luisa dejo la bandejita a mi lado, a la altura de mi cara, de manera que podia ver aquella aguja, lo que me ponia mas nerviosa...senti como sus dedos se posaban sobre mis braguitas, y tiraban suavemente hacia abajo, dejando mis nalgas al descubierto.



Acaricio una de mis nalgas mientras me decia que me relajase, lo que no consiguio, pues cada vez estaba mas nerviosa y mas tensa. Enseguida note el frio algodon empapado en alcohol sobre mis nalgas y me estremeci.."Tranquila, relajate..."..le oi decir, mientras un cachete caia sobre mi culo..luego la eternidad, .... pellizco un poco mi nalga derecha y note un terrible pinchazo..jemi.."tranquila, tranquila..ya esta.." me dijo, mientras segia introduciendo lentamente la aguja en mi culo..cerre los puños con fuerza mientras los ojos se me humedecian de dolor...luego note como un liquido espeso penetraba y todavia me dolia mas, casi hasta paralizarme la pierna. " El liquido es espeso y duele bastante, pero si te relajas ira mejor...." casi no oia lo que me decia, solo desebaba que terminase de una vez."Ya falta poco...asi, tranquila..eso es.." Palabras que me parecian lejanas. "Ya esta...ahora estate quieta"..Retiro la aguja de mi nalga y me dio un pequeño masaje, luego me pregunto si notaba alguna sensacion extraña, como sofocos, enrojecimiuento, aumento de la temperatura, etc..Yo le respondi que me sentia un poco sofocada, ella me respondio que era normal,una reaccion a la inyeccion. " Ahora te tocare abajo para ver como estas reaccionando. Relajate y no te preocupes", me dijo.



Bajo un poco mas mis braguitas y deslizo sus dedos entre mis piernas, hasta llegar a mi sexo, con suavidad recorrio mi sexo, acariciando mis labios humedos, arriba y abajo, casi de forma imperceptible, luedo, muy suavemente los separo y deslizo su dedo hasta llegar a mi clitoris. Yo estaba totalmente empapada, "estas muy humeda, es normal, no te preocupes...ahora relajate..separa un poco mas las piernas.." La obedeci y note como su dedo acariciaba suavemente mi clitoris, de arriba a abajo, luego en pequeños circulos...luego con otro dedo...yo me movia sin ser consciente de ello y empece a jadear...sus dedos recorrian mi sexo y se introducian en mi vaguina mojada, ritmicamente entraban y salian, jugaban con mi clitoris, lo presionaban o lo acariciaban suavemente o con fuerza....Me estaba volviendo loca, cada vez jadeba mas fuerte y queria que no parase nunca."Muy bien...ahora vamos a ver como esta el culito..." me dijo, mientras bajaba mis bragas hasta las rodillas " separa mas las piernas y pon el culo mas alto..", la obedeci y levante mas el culo, para que quedase mas abierto.



Ella separo con sus dedos mis nalgas "Ahora tranquila, te pongo un poco de vaselina para lubrificar.." mientras su dedo acariciaba mi ano con una crema fria, me estremeci.."Tranquila, relajate.."...Su dedo hacia masajes circulares sobre mi ano...y de pronto note como empezaba a penetrarme..opuse resistencia, aprentando el culo, pero no sirvio de nada, al estar lubrificado su dedo se fue introduciendo sin obstaculos...jemi entre dolor, placer y la novedad de que me lo hicieran por el culo, yo era virgen por esa zona..." Relajate..."y un fuerte cachete cayo sobre mi nalga..me estremeci por el dolor y la Sra Luisa aprovecho para introducirme todo el dedo en culo..lo senti hasta el fondo y aprete las nalgas..otro cachete en la otra nalga y luego otro..mientras su voz, esta vez dando ordenes, seca y contundente.."Venga, abrete bien..asi..bien abierta..relajate..".



El dedo empezo a moverse adentro y hacia fuera, primero despacio, luego mas deprisa, y los cachetes seguian cayendo sobre mis nalgas, cada vez con mas fuerza, oia el "splaasss"como retumbaba en la habitacion, a cada cachete yo me estremecia y ella me penetraba mas profundamente.Retiro el dedo y me dijo.."Quitate las bragas y ponte de rodillas sobre la camilla". Yo obedeci, estaba de cuclillas sobre la camilla, con las piernas separadas y el culo en alto. La Sra Luisa separo mis nalgas con los dedos y de nuevo me puso vaselina, mientras me decia " Ahora te introducire un vibrador hasta el fondo...relajate y ponte bien". Un fuerte cachete cayo sobre mi nalga mientras la punta del vibrador penetraba mi ano, luego otro cachete y el vibrador entro por completo..senti como si me abrieran..empezo a moverlo ritmicamente, cada vez mas deprisa y con mas fuerza.." Te gusta eh..asi abrete bien..te gusta por el culo, eh guarra?..abrete asi..."Los cachetes eran continuos y el vibrador cada vez penetraba mas profundamente...jemia y me movia...hasta que solte un grito, el vibrador quedo clavado en lo mas profundo de mi culo, me corria como una loca, no podia para de jemir...



Luisa me cogia de las nalgas para que no me moviera mientras el vibrador se clavava en lo mas profundo...mas cachetes ....quede tendida sobre la camilla, empapada de sudor y de mis propios flujos."Ya esta...ponte las bragas, ya hemos terminado"

"Ha ido bien?", me pregunto.."Si", respondi yo, vergonzosa y confusa. Cuando ya estaba vestida y habia pagado por ponerme la inyeccion, justo cuando estabamos en la puerta de la casa, la Sra Luisa me dijo " Subete el vestido". Yo obedeci, sin decir nada. "Date la vuelta". Asi lo ice, dejando mi culo cubierto por mis bragas a su vista. "Bajate las bragas hasta las rodillas, inclinate hacia delanta". me ordeno, Obedeci sin rechistar.."Tienes las nalgas rojas...te gustan las zurras, verdad?"..Si, respondi yo.."Bien.." Las quieres fuertes o muy fuertes" me dijo..Tituvee, "fuertes", dije..." Esta bien"..Y varios cachetes muy fuertes cayeron sobre mis nalgas....luego su mano volvio a deslizarse entre mis piernas y acaricio de nuevo mi coño....ESTABA EMPAPDA ¡¡¡¡ Aquello me excitaba. "Subete las bragas".Obedeci. "Hasta mañana".



Cuando llegue a casa me mire las nalgas...estaban rojas como un tomate...

Me costo dormir...pero al dia siguiente me excvitaba solo con pensar que me tenia que poner otra inyeccion, aunque desconocia lo que me esperaba.

Paty -

Carlónimo gracias, me fascinas fue maravilloso sentirme en tus brazos. Oye, yo creo que aquí estamos tu y yo solitos, Vamos! te invito pasear por las playas de Honduras. http://www.youtube.com/watch?v=7catSmeBuds

Carlónimo -

Hola, mis buenos amigos, los que queden, los que lleguen, los que están y los que no están, para mí todos son buenos y en todos pienso.

Hoy es uno de esos días en que la mente no duerme, será porque es media semana y tengo ganas de hablar con ustedes, de vaciarles mi ánimo y mi cabeza.

Tras una prolongada racha de lluvias por fin hoy amaneció soleado, muy limpio y brillante el cielo de la Ciudad de México y tal vez eso juega un papel importante en mi ánimo y en mi deseo de verlos.

¿Qué es lo que hay este día en mi cabeza? Yo mismo no lo sé ¡Ah! qué tonto, quería decirles que pensaba en mi hermano Antónimo porque hoy vi a su querida Yazmín Alessandrini estrenando formato de columna en Publimetro.

Por cierto que la chica apareció retratada dos veces con esa cara de gatita melosa que tiene y… no niego que es sensual la chica. Al ver todo lo que escribe acerca del sexo, las relaciones humanas y la vida, no dejo de pensar que, siendo reconocida al menos como amateur en esos temas referidos al corazón, ella lo debe tener grande Pero ¡Sabrá Dios lo que encierre allá en el terreno más íntimo!

Cuando sale de la ducha camina despacio y se tiende en la cama para terminar de secarse el cuerpo, sus erguidos senos rebosan la ardorosa juventud que la adorna. Parcialmente recostada, gira el cuerpo a la derecha privilegiando el secado del muslo y del redondo glúteo derecho. Después gira graciosamente y seca la suave superficie de su nalguita izquierda.

Y es ahí donde se detiene súbitamente; algún recuerdo, una fugaz ocurrencia, le hacen interrumpir su labor y concentrarse en aquel remanso de su muy agraciada intimidad del que se siente orgullosa al saber que despierta las más intensas pasiones a los hombres y hasta a las mujeres, incluida ella misma.

Sin poder resistir la tentación, se acuesta franca boca abajo pensando en la belleza de su erguido trasero, muy blanco, diáfano, redondo, bien formado. Lo enjuta ligeramente, lo contonea frotando su pelvis en el solferino edredón que la sostiene.

Invoca los firmes dedos del paramédico que le aplica la suave borla de algodón abrillantándole el glúteo derecho. Siente las naturales convulsiones que dibuja su amenazado cachete.

Se concentra en una sola idea: ¡no duele, no duele, no duele! Pero la cruda realidad es otra y el rudo pinchazo le arranca su primer lamento y pataleta. La masculina voz le pide fervorosamente ¡Quieta, preciosa, no te muevas, sólo es un piquetito, no te alteres!

Yazmín responde con una segunda queja y el cristalino tintineo de sus pulseras. Su tenso y agitado cuerpo destila todo el ardor al que está sujeto. La raja del culito se cohíbe y zigzaguea. Con cada avance del émbolo, la entrada del ambarino néctar agota y tiraniza los desdichados glúteos que se enjutan con desesperación.

La chica grita, patalea, aprieta la almohada, campanea su dorada cabellera, implora, arenga, pero… al no haber más respuesta que el sucesivo dolor de las irrigaciones en el subsuelo de sus inquietantes nalguitas, se abandona a los impulsos y placeres más íntimos sintiéndose herida, agredida, atormentada, pero al mismo tiempo, amada, deseada, pretendida.

Sabe muy bien que su ardiente humanidad y su propio erotismo trasminan y se sumergen en el más recóndito sentir de su enfermero, quien aprieta los labios, entorna los ojos y se recrea contemplando las deliciosas nalguitas y el “pavoroso placer” que invade a su preciosa paciente.

Ni modo, hermano, no resistí la tentación de hablar acerca de tu admirada Yazmín Alessandrini. Sea este un humilde homenaje a su innegable belleza y talento.

Por lo demás, ya seguiré hablando acerca de Elisa, Cristina y de muchas chicas hermosas que padecen los espléndidos horrores de la hipodérmica. Los relatos irán saliendo poco a poco.

Mi actitud tal vez ha sido obsesiva, por momentos me he lanzado al blog como si de no hacerlo se me fuera la vida.

Así soy, apasionado, pero a veces atropellado. Tendré por ello más cuidado.

¿Cómo estás Paty preciosa? Oye, tomemos las cosas con calma, disfrutemos el presente que, como tú misma has dicho, es lo único que tenemos.

Esos momentos que pasamos el sábado juntos en Chapultepec.

Cuando subimos la cuesta del castillo tomados de la mano; cuando caminamos a la vera del lago y de vez en cuando nos detuvimos para profundizar algún tramo de nuestra conversación.

Cuando me solazaba contemplando la frescura de tu rostro; cuando temblábamos los dos al sentir nuestros dedos entrelazados y nuestros cuerpos muy cercanos uno del otro.

Cuando nos abrazamos en aquel hermoso paraje y estuvimos a punto de besarnos.

Fueron instantes deliciosos que vale la pena disfrutar y madurar, como buenos amigos que somos.

Querida Vero,

Prometiste escribir y no lo has hecho. Comprendo que estás ocupada y que no siempre se prestan las circunstancias para que te concentres al menos un rato en esto.

No sé cómo estés viviendo la problemática social que impera en Monterrey y en México entero, lo importante es que te cuides y que puedas seguir ejerciendo tu profesión sin contratiempos. Date algún espacio de reflexión y de convivencia con tus amigos, entre los cuales me incluyo.

Te reitero mi deseo de saber de ti y continuar nuestra bella amistad. Podemos hablar de infinidad de cosas, tu conversación es siempre interesante. Te extraño.

Querida Hilda

Tampoco he sabido de ti y me gustaría continuar el diálogo. Has sido una amiga excelente: muy sincera, comprensiva, honesta y cariñosa; de quien tengo mucho que aprender. No me niegues tu grata compañía.

Paty -

Carlónimo, la canción es preciosa pero no tiene que ver contigo. Tú no tienes que trasladarte de ninguna parte para entenderme, yo siento una gran identificación contigo. Cuántos hombres quisieran esa sensibilidad que tú tienes para entender las cosas del corazón en cualquier lugar y época. Ven a mí, no temas.

Carlónimo -

http://www.youtube.com/watch?v=d5R7jk2sw4M&feature=related
Feliz fin de semana.

Paty -

Desde que salí contigo estoy en las nubes Carlónimo. Estar en tu vida y en tu poesía es como vivir realmente, cuando me hablabas en el restaurante el corazón se me salía del pecho y después cuando me miraste de cerca en la calle no supe si el viento me despeinaba, yo me sentía suspendida en el aire. Me has hecho muy feliz!!

Carlónimo -

“Siéntate de nuevo a ver el mundo, verás que ya no es el mismo” Este refrán hebreo lo cité luego que ella dijo detestar el típico sabor-picor de la mostaza extrema, el que se mete en la parte alta de la nariz y amenaza con asfixiarte.

Alcé los hombros y me ocupé en atrapar con los palillos una porción de gohan. Estaba contento, era la segunda vez que salía con ella y nos encontrábamos en un restaurante japonés, de esos donde todo es arte y miniatura: mesitas, platitos, lamparitas, música tenue bajita.

Admiré su bello rostro pensando en lo espléndida que es la vida. Tras la tormenta me ofrece el cobijo de una joven tierna, delgada, alegre, de modales y gustos refinados… distinguidos. Muy sonriente, de ojos marrón bellísimos.

La chica que por un tiempo caminó detrás de mí y se me acercó con amables cumplidos, la que emitió un delicioso “Sí” cuando la invité a comer en aquel reputado establecimiento oriental.

Mientras le servía la segunda taza de té verde acepté morder aquel trocito de salmón que me ofreció en los labios. Mi gesto aprobatorio le produjo un halo de satisfacción. Hablamos de Japón, de su cultura, de su gente. Me refirió algunas experiencias personales.

Yo la escuchaba tratando de entender aquel nuevo entorno. Por momentos me preguntaba quién era ella, esa preciosa jovencita de 24 años con quien compartía la mesa. Su grata presencia me gustaba y me adornaba. Gocé sin más el bello encuentro.

Luego de intercambiar una muy expresiva mirada, nos pusimos de pie y salimos. Por un instante la observé subyugándome aquel busto joven y erguido, la esbelta cintura, su erótica cadera...

Esperando para atravesar la calle volvimos a mirarnos. El viento dispersó su lacio cabello. Pero Paty, segura de sí misma, no se inmutó, guiñando el ojo me regaló una preciosa sonrisa.

Paty -

Hola Vero, yo también vivo en el norte de México y estamos muy preocupados por la situación, cuenta con mis oraciones por Monterrey pero no dejes de escribir porque te extraño mucho.

Antónimo, tus comentarios son siempre interesantes, y coincido en que es muy rico tener un orgasmo con eyaculación como describe Yazmín, yo los he tenido y son supremos.

Carlónimo, qué gusto verte escribir, también Cristina es un personaje muy erótico, lo disfruto mucho. Sigue escribiendo, me alegro cada vez que entro al blog y encuentro algo nuevo tuyo. Todo lo que escribes me encanta, pero a ver si me regalas otro relato acerca de mí.

Verónica -

EXCELENTES RELATOS...EN LA SEMANA LOS COMENTO, GRACIAS POR COMPARTIRLOS...
LES PIDO UNA ORACION POR MONTERREY... GRACIAS LOS AMO!!!!!!!

Carlónimo -

Cuando Servando y Rita intensificaron su amorosa relación casi de frente a Cristina, abrieron un espacio muy favorable para que yo me acercara a la burlada esposa con quien tuve aquel primer encuentro que ya les conté, cuando habiéndole llevado un bizcocho por instrucciones de mi madre, terminamos bailando en la sala y después me pasó a su recámara.

Tras aquel desangelado coito en el que me vi sumamente bisoño, comprobando que Cristina me privilegiaba con algo más que amistad, reaccioné y me propuse atenderla como se merece.

Así que después de un concienzudo examen de los errores cometidos fui mejorando mi actitud y dejé de ser el “jovencito” al que ella estaba acostumbrada. Empecé a tratarla de tú a tú como mujer y ella, viendo con buenos ojos mi eficaz iniciativa, empezó a tratarme y a hacerme sentir como su hombre.

Una tarde en que habíamos ido al cine llegamos a su departamento y ahí estaban Rita y Servando, él sentado a la mesa y ella sirviéndole la cena. Yo me sentí nervioso pero Cristina me hizo pasar a la sala donde seguimos conversando. El marido me dirigía desafiantes miradas y yo lo ignoraba.

Como Cristina trajera unas fotos del tiempo en que era una preciosa adolescente, yo me concentré admirando su belleza y me olvidé de su esposo quien estaba bastante molesto y, en un súbito arranque cogió a Rita encerrándose con ella en una de las recámaras.

Airada, Cristina me tomó de la mano y me hizo entrar a su alcoba, puso el seguro, me abrazó melosa, introdujo sus manos al interior de mi camisa, acarició mi pecho y mi espalda, bajó el cierre de la bragueta y acariciándome el pene me llevó poco a poco a la cama donde nos tiramos y nos besamos con ardor.

Oyendo a través del muro los sollozos y exclamaciones de placer que emitía la acalorada Rita, me solidaricé con Cristina y desnudándola empecé a prodigarle sensuales caricias en las piernas, los enormes senos, el vientre, las nalgas y por fin en la ardiente vulva. Teniendo un timbre de voz sensiblemente más alto, sus eróticos gritos ahogaban sobradamente los de Rita.

Sintiéndome por primera vez dueño de aquellas esculturales nalgas, teniéndolas empinadas frente a mí, derritiéndome al acariciar su suave, mullida y diáfana superficie, sabiendo que el marido estaba al lado consolándose con un culito que por mucho no igualaba tan sublime vastedad y belleza, me crecí en el dominio y vi por primera vez a la dominante Cristina como a una mujer a quien yo estaba en posibilidad de estimular y de saciar.

Mirando más por la euforia de ella que por mi particular disfrute, acrecentaba las caricias y los estímulos que más la encendían haciéndola estallar en frenéticas contorsiones, gemidos y explosivas exclamaciones de gozo. Aprendí que las caricias y los besos aplicados tanto en las nalgas como en los muslos y entrepierna, la llevaban al más extraviado delirio.

Recordando lo que al propio Servando había visto hacer con Rita, me puse de pie detrás de Cristina, le separé los frondosos cachetes y le penetré el estrecho esfínter rectal haciéndola respingar y chillar de eufórico placer. Sus álgidos aullidos me entraban por los oídos inflamándome el pecho, lo cual me impulsaba a redoblar el estímulo.

Tras un delicioso roce anal tan suave y ajustadito que estuvo a punto de vaciarme, cambié de fase y haciéndola recostar con el culo en cresta dejé correr mi verga por el lubricado resquicio vaginal que lo acogió con extraordinaria tirantez y al mismo tiempo suavidad.

Disfrutando la desquiciante vista de unas nalgas cuyas colosales dimensiones sublimaban mi percepción de lo que es una mujer plena, me derramé en su furiosa vagina, la cual respondió con rítmicos espasmos que acrecentaban las violentas eyaculaciones.

Conseguido el éxtasis devino una relajante calma. La mujer de mis locas fantasías se había estacionado en mi vida. Su agitada respiración, los incontrolables sollozos probatorios del intenso orgasmo, sus aristocráticas manos acariciándome el cabello y los brazos, indicaban que Cristina ya era mía.

Tras una larga siesta, salimos de la habitación, tranquilos, pasamos a un costado de la sala donde Servando y Rita estaban sentados viendo la televisión, y llegamos hasta la puerta, donde percibí el inconfundible y tierno aroma del regazo de Cristina, quien con un ardiente beso en los labios me despidió pidiéndome regresar al otro día.

¿Curioso y extraño escenario? Sí, en efecto lo es ¿descabellado e inexplicable? También, por cierto que lo es. Pero transcurrió con éxito y sin pena, forjando un tramo importante de nuestra vida.

Antónimo -

Hola chavas y chavos, hoy les comento algo candente.

Bajo el título: “Eyaculación femenina ¿bendición o maldición? Yazmín Alessandrini, en su columna “Exclusivamente para hombres” dice que “la eyaculación femenina es un tema tabú dentro de la sexualidad (…) porque es una cualidad muy poco común entre mujeres sexualmente activas”.

Afirma que: “por ignorancia, la mayoría de las veces que estas consiguen acompañar su orgasmo con la expulsión de un líquido incoloro (acción similar a la erupción del semen masculino al momento del clímax) sienten incomodidad e incluso vergüenza (…)”.

Y continúa diciendo que “comprender la eyaculación femenina es complicado, porque muchos hombres aún tienen prejuicios al respecto (…) y no gozan de esa eyaculación de su pareja, aunque en realidad deberían sentirse satisfechos y muy halagados, porque son ellos en gran parte los “culpables” de tan fuerte excitación”

Y recomienda: “chicas y chicos, en lugar de acomplejarse mejor alégrense si es que este placentero logro se presenta durante sus relaciones sexuales porque, lejos de ser un problema, lo cierto es que si llegan a experimentar semejante nivel de placer, su intimidad podría alcanzar un estadio de satisfacción que muy pocas parejas consiguen ¡Disfrútenlo mucho!”

Viendo lo que ocurre en el blog, yo no creí que este fenómeno fuera algo tan extraño pues las diversas chicas de quienes se ha hablado lo reprodujeron infinidad de veces ¿O no mi Vero? En una ocasión estabas boca abajo sobre mis piernas y fue tal la expulsión del viscoso líquido que me preguntaste: ¿por qué suena así? Y es que el transparente fluido hacía que mis dedos te chacualearan en la vulva. Excelso ¿no te parece?

Y, bueno, recuerdo tantas bellas historias que se refieren a Elisa, Alma, Stella, Nayeli, Silvia, Anna, Hilda, Vero, etc en las que el chorreo vaginal fue sublime, que una vez más exclamo: ¡Yazmín, no manches! ¿En qué mundo vives? Júntate con nosotros y ya verás…

Y me parece que Paty no canta mal las rancheras… ya veremos.

Paty -

Qué interesante! La personalidad de Elisa me fascina y coincido en que los relatos acerca de ella son los que atrajeron más participantes. Su forma de pensar y de ser me atraen, todos sus gustos y su forma de ver la vida, además es muy sensual. Me gusta cuando hablas de ella. Sigue escribiendo Carlónimo. Un beso.

Carlónimo -

Queridos amigos, les comparto el resumen de una breve conversación que tuve este fin de semana con Elisa ¿la recuerdan ustedes?

Hola Carlónimo

Elisa ¿cómo estás? Vaya sorpresa.

Sí, quería sorprenderte, me da gusto oírte, ni te pregunto cómo estás porque no he dejado de leerte y se te ve siempre acaramelado, rodeado de bellas chicas.

Es un gran acontecimiento poder hablar con Elisa ¿Sabes que eres la figura súper estelar del blog, la que inspiró todo este trabajo? Además, me parece que los escritos acerca de ti han sido los más aclamados, aunque en eso no le podemos restar méritos a nuestra gran Eulogia, tu eficiente enfermera.

Ni me la recuerdes que hace poco me estuvo aplicando una serie de inyecciones y volví a sufrir lo indecible.

¡¿Cómo?! ¿así que sigue siendo tu enfermera de confianza?

Bueno, pues sí y no ¿cómo explicarte? Eulogia tiene la virtud de ser una enfermera muy competente pero, además… mmm… Te ofrece un extra, un plus, es algo… No le daré más vueltas yo se que tú me comprendes, me refiero a que Eulogia tiene la gran virtud de ser la más eficiente cómplice del morbo que a muchos nos invade con las inyecciones. Yo puedo pasarla sin ella temporalmente pero hay momentos en que no me es posible reprimir el deseo de verla.

Pues ya veo por qué ha estado tan calladita últimamente, se ve que la has tenido ocupada ¿Qué clase de inyecciones o de tratamientos te ha aplicado?

Intramusculares, dolorosas, desde luego y… una que otra lavativa. Como tú sabes, las acostumbro periódicamente pues son muy útiles para mantener en regla los intestinos.

Oye, qué bien, con esto me dejas muy buenos antecedentes para contarles algo a nuestros amigos del blog. Quiero decir, si tú lo autorizas, claro…

Por qué me iba a oponer, si tú ya me convertiste en un famoso personaje con tantas historias que relataste acerca de mí. No dejaste vivo ninguno de nuestros secretos, hasta la intimidad en mi consultorio la difundiste. Y a mí me gustó que lo hicieras, total ¿por qué no? Le diste aire a mi vida, es una faceta erótica que no había experimentado.

Bueno pero, ya que tenemos la oportunidad de platicar contigo, querida Elisa, creo que será muy interesante para todos conocerte, que nos cuentes… por ejemplo: ¿en qué forma disfrutas tú las inyecciones?

Carlónimo, basta con leer los relatos que has escrito, desde aquel en que me inyectaron siendo niña, para entender que el morbo por esa medicación lo tengo profundamente arraigado.

¿Cómo nació en ti ese gusto?

Nació estando en las piernas de mi madre sujetándome mientras el doctor de la familia me aplicaba la vacuna contra el sarampión. Recuerdo que ese día (yo tenía como ocho años) se tapó la aguja dos veces, de manera que me pincharon tres. El momento se me hizo eterno y sufrí bastante dolor pero antes del tercer piquete el doctor comentó que no había visto otra niña tan valiente y eso a mí me calentó mucho, me hizo sentir que ya era como las personas adultas, como mi mamá, por ejemplo, a quien yo veía que la inyectaban y ella colaboraba y hasta llamaba a la enfermera y se desvestía ella solita y se acostaba. Ese día lo tengo muy presente y hasta deseaba que la aguja se tapara de nuevo.

Cuando mi mamá contó a toda la familia mi gran proeza de haberme dejado pinchar tres veces sin llorar, yo me sentía satisfecha, muy contenta, y percibía también el morbo que eso le producía a la gente. Mi padrino, por ejemplo, me hizo un gran obsequio al saberlo, pero después cada vez que me veía, me hacía que le contara cómo lo había yo vivido y sufrido, y notaba cómo la respiración se le agitaba y cómo me observaba cuando ya estaba excitado. O sea que ese día aprendí que el morbo lo llevamos casi todos adentro y supe identificarlo, percibirlo.

Además, como tú lo contaste en aquel relato de mi inyección siendo niña, mis nalgas siempre han sido el ingrediente más atractivo de mi persona. Yo soy flaca, tú lo sabes, casi no tengo busto, ni piernas, pero mis nalgas son extensas, respingadas, duras, muy atractivas y eso lo supe porque se comentaba en familia y porque veía el interés que ponían sobre todo los hombres cuando sabían que a mí me habían inyectado o que me iban a inyectar. Hay como un brillo o un relieve que se forma en los ojos de los hombres cuando estos se calientan. Yo aprendí a percibirlo desde pequeña y me gustaba ser la causa de ello.

¿Cómo se inició tu relación con Eulogia?

Eulogia era quien llevaba la “cooperativa escolar” en mi escuela primaria y yo creo que se fijó en mí porque siempre me trató con mucha deferencia y me regalaba dulces. Un día conoció a mi mamá y no sé bajo qué circunstancias le hizo saber que ella inyectaba, el caso es que, un día en que me habían recetado inyecciones, ella llegó muy campante a la casa y me las aplicó.

Por esos días yo la recuerdo que era muy respetuosa, no me hizo sentir que actuara por morbo, pero una vez que ganó la confianza de mi madre, se descaró conmigo, pero yo la dejé porque me hacía gozar mucho. Lentamente avanzó pasando de la caricia al besito en las nalgas, piquetitos anales y de ahí a la sobadita vaginal. Fue tan astuta que me mantuvo interesada y me hizo cómplice suya. Nunca pensé en decirle a mi madre lo que estaba pasando entre las dos.

¿Intentó algo más que hacerte gozar a tí?

No Carlónimo, ella no es lesbiana, a mí me produjo orgasmos desde niña pero ella nunca me ofreció su cuerpo. Le conocí varios pretendientes y novios, siempre hombres.

¿Cómo era la dinámica con que te inyectaba cuando ya se había “descarado” contigo?

Me desvestía ella misma, acariciaba mis nalgas buscando el sitio de la punción, pasaba sus dedos suavemente por mi raja mientras me hacía entrar la sustancia, sugería y a veces consumaba el piquete rectal y terminaba sobándome el clítoris con una maestría que me hacía “venirme” inmediatamente.

¿Nunca te opusiste a ello?

No, nunca, salvo cuando quiso hacerlo enfrente de mis hijas que, aunque estaban muy pequeñas, ya percibían que algo especial estaba ocurriendo entre las dos. A veces yo hacía que mis hijas estuvieran presentes cuando ella me inyectaba, precisamente para cerrarle el paso porque yo me excitaba demasiado y no quería llegar al lesbianismo.

Elisa, llegaste tu misma a un punto álgido respecto a lo que yo quiero preguntarte. Tú has sido una excelente madre y la prueba está en que tus dos hijas son mujeres de bien y están muy bien ubicadas en la vida ¿Cómo es que lograste llevarlas a ser personas exitosas, muy dueñas de sí mismas, permitiéndoles al mismo tiempo vivir una sexualidad intensa, sin tapujos, sin escandalizarte de sus vivencias, incluso induciéndoles la detección de sus morbos?

Pues así como lo dijiste, con toda naturalidad, las inyecciones y las lavativas fueron siempre una constante en casa, todos nos las aplicábamos y dábamos muestras de gusto, de satisfacción. Ellas aprendieron a verlo así, como algo necesario y al mismo tiempo apetitoso y lo disfrutaron desde niñas igual que yo. Lo que nunca hice fue inyectarlas o palpar yo misma sus zonas erógenas, eso lo evité siempre, pero dejé que Eulogia les diera su cuota de placer. La vivieron y la asimilaron sin que eso deformara su vida sexual. Digamos que, frente a ellas, reconocí los morbos, les hice entender que son un importante componente de nuestra sexualidad. Lo demás fue fácil, cuando troné en mi relación marital, siempre me vieron relacionada con hombres pero nunca dos a la vez y siempre personas muy correctas y muy respetuosas. Mi vida íntima con ellos siempre ha sido discreta y ordenada. Los niños no son tontos y perciben muy bien el ejemplo y el mensaje que les ofreces.

Querida Elisa ¿tienes inconveniente en que continuemos esta charla próximamente? Hay muchos aspectos de tu vida que son de gran interés.

No, Carlónimo, ninguno, será un placer seguir comentando. Me buscas, llévame a cenar a un sitio muy bello, hace tiempo que no te veo.


Paty -

Carlònimo, gracias de nuevo, me encantó el relato, la descripción y todos, todos los detalles. Eres un amor. No te preocupes por el pasado pues ese ya no existe y solo hay el presente y hay que vivirlo con todo porque es lo unico que tenemos. Te mando un enorme beso.

Carlónimo -

Querida Paty

Lamento que sigas enferma pero eso nos da la oportunidad de seguir disfrutando del erotismo que te caracteriza.

Porque, el contexto de: una enfermera “algo bule” (supongo que es “ruda”); una paciente “vulnerada” (infiero que es lastimada); y con cualidades físicas tan excelsas como las tuyas; constituye un escenario ideal para el erotismo que se desprende de una inyección intramuscular.

El ding-dong del timbre hizo que Paty se inquietara. En movimiento involuntario cerró los ojos, inclinó la cabeza hacia atrás y llevó sus manos a los glúteos sintiendo el agudo dolor de los pinchazos anteriores.

Respiró profundo, pensó en las bondades del medicamento y en la sensualidad que se desprende del acto mismo de ser inyectada. Fortalecida por ese incentivo, se encaminó a la puerta y recibió una vez más a la siniestra enfermera quien, sin devolverle el saludo se dirigió resuelta a la alcoba, sacó de su bolso una jeringa de aguja larga ¡gulp! La elevó haciendo entrar la espesa sustancia, empapó el algodón en alcohol y permaneció muy tiesa como garrote al pie de la cama, en tanto Paty alzó su faldita blanca, replegó la pequeña panty del mismo color hasta medio culo y se tendió nerviosamente balanceando con timidez las suculentas nalguitas para acomodarlas.

Los erguidos cachetes rebosaban solidez y tersura ostentando en ambos lados las rojas marcas de los piquetes anteriores. Tratando de retrasar un poco el mal momento Paty alzó la cabeza tentó su glúteo izquierdo y suplicó con voz mimosa: Prefiero que me inyecte de este lado porque el otro me duele mucho...

La adusta enfermera respondió en tono imperativo: ¡No es donde tú prefieras sino donde convenga! Sin más desinfectó el cachete contrario, sujetó el segmento superior externo del glúteo formando la clásica lonja y clavó de golpe la hipodérmica haciendo que Paty brincara, se contorsionara y gritara del agudo dolor que sentía. Las lágrimas brotaron de sus ojos en chisguete.

Pero faltaba lo peor. La pastosa sustancia apenas podía pasar a través de la aguja la cual se atascaba, a lo cual la sádica verdugo apretaba con furia el émbolo, gritaba improperios a la paciente y golpeaba con fuerza la nalguita para hacer que el líquido fluyera: ¡Quieta, no te muevas, no seas exagerada, se está apelotonando la sustancia! Si no te dejas te va a ir peor ¡Aguanta!

La pobre Paty tiraba de su propio cabello y golpeaba con impotencia el colchón así como la cabecera de la cama, en tanto sus nalguitas se contorsionaban. Los conmovedores gritos se esparcían por toda la casa. En un momento crítico, viendo la enfermera que la sustancia no fluía, extrajo la aguja bruscamente, empujó el émbolo rociando un chisguete al aire, volvió a clavar la puntilla prácticamente en el mismo sitio y empujó de nuevo el émbolo presionándolo con los pulgares de las dos manos acoplados, para ejercer mayor fuerza. Paty emitió un agudísimo grito y se quedó trabada como los niños berrinchudos, sin poder respirar ni superar el terrible espasmo.

Una vez inyectada toda la sustancia, la insensible enfermera extrajo el recio arpón y viendo que su paciente estaba morada asfixiándose le propinó estruendosas nalgadas hasta que la hizo reaccionar. La pobre Paty jaló una crítica bocanada de aire y, una vez llenos los pulmones, lanzó un grito espectacular tanto en duración como en potencia.

Mientras le daban el masajito final y le limpiaban el hilo de sangre que no dejaba de brotar de los piquetes, se quedó temblorosa, rendida, presa de un perverso y pertinaz hipo que la hacía saltar y contraerse súbitamente. Ya no sabía lo que le dolía; tanto el estómago como los pulmones le ardían, sentía las nalgas maltrechas, engarrotadas y calientes de tanto sopapo.

Ignorando aquel doliente cuadro, la pérfida enfermera recogió sus cosas muy seria, dio media vuelta y diciendo: “mañana te veo muchacha” salió presurosa de la casa.

La apabullada chica permaneció con el culito al aire, balanceándolo sensualmente, en tanto temblaba y lloriqueaba.


Querida Hilda

Tú siempre cariñosa y reflexiva. Respecto a tu comentario, cómo voy a enojarme contigo si has hablado con sabiduría.

Querida Vero, te agradezco tu opinión en la que dices: “No sabemos exactamente lo que sucedió”. Al respecto te digo: Yo tampoco lo sé. Transcribo a continuación el último acceso de Anna.

Autor: Anna

La fiesta de despedida de Almudena fue una grata sorpresa para mi, fue un hermoso detalle y lo hemos pasado muy bien. Voy a echarlos de menos pero vendremos a menudo y los veremos.

Cuando mi amado y yo hemos llegado a mi piso, le recordé que tenía que ponerme el supositorio y en seguida se ofreció para ayudarme a bajar la falda y la panty, puso unas almohadas sobre la cama y me acomodé sobre ellas con las nalgas en pompa, él separó mis nalgas, me acarició el area rectal y la vagina, siguió por unos momentos en la vagina, luego insertó el supositorio y con la otra mano siguió estimulando mi vagina. Me estaba llevando al cielo y no pude aguantar más, me pidió que yo insertara su pene en mi vagina, y eso fué lo más delicioso, sentirlo dentro de mi, sentir que invadía mi cuerpo, sentir que eramos uno solo y por último sentir un placer inmenso cada vez que me tallaba con su pene, hasta llegar a un orgasmo maravilloso. ¡Ay amor mío! ¡Cuánto te amo! Me encanta darte tus nalgadas mi amor, sentir tus nalgas y golpearlas suavamente, tu también puedes hacerlo conmigo mi amor, pero que no me duela mucho mi churri. Te amo.

Gracias por cada plato que has preparado para mi, cocinas delicioso. He aprendido un poco, pero tendrás que enseñarme a hacer las cosas que te gustan, mi amor, quiero hacerte tus platos favoritos cuando estemos casados.

Chicos: Estamos listos para la despedida, y os lo agradecemos mucho. Estoy deseando que llegue el día.

Hilda: Muchas gracias por tu ayuda, ya he visto algunas cosas de la boda pero no lo he visto todo. Eso que has mencionado de los detalles que se regalan a los invitados, aquí no se acostumbra hacerlo pero me gustaría hacerlo y me encantaria dar algo de México. ¿Me podrías ayudar con eso?

Querido Eulogía: Me ha dado mucha ilusión saber que estarás en la despedida y en la boda, estoy segura que no tendremos ningún problema y que nos llevaremos bien.

Querido Simón: Te echo de menos. No se si te apetezca asistir a la boda, pero quiero que te sientas invitado y quiero decirte que me encataría que tu y Silvia os acompañaran a la boda, sabes que te estimo y sería estupendo saber que estarás ahí. Si no te apetece asistir o no puedes, no te preocupes, ya te contaremos todo y te seguiré teniendo el mismo cariño de siempre, ¿vale? Saludos a Silvia.
Fecha: 13/07/2011 00:13.

Después de escribir lo anterior, sencillamente desapareció. En honor a este último recuerdo, le digo.

QUERIDA ANNA

AMOR MÍO, ESTAMOS TAL VEZ ENTRAMPADOS EN EL MIEDO, EL ORGULLO Y LA SINRAZÓN. TE PROPONGO REESTABLECER NUESTRO DIÁLOGO Y EXPRESAR CON SINCERIDAD LO QUE SENTIMOS, PARA DECIDIR EN SANA ARMONÍA LO QUE QUEREMOS. CUALQUIERA QUE SEA NUESTRA DECISIÓN SERÁ LA MEJOR PARA LOS DOS.

Como dice nuestra querida Vero: “…a estas alturas, yo creo que solo el tiempo dirá, puesto que ambos ya se conocen bien, y son lo suficientemente maduros y expresivos como para decidir…”

El tiempo lo dirá…
http://www.youtube.com/watch?v=kH-xF1A9PS0

Que tengan un excelente fin de semana.

Verónica -

Yo en general, estoy de acuerdo con Hilda, pero realmente no nos corresponde entrometernos en algo tan delicado… No sabemos exactamente lo que sucedió, y a estas alturas, yo creo que solo el tiempo dirá, puesto que ambos ya se conocen bien, y son lo suficientemente maduros y expresivos como para decidir si es algo definitivo (esperemos que no) o para checar si el problema se puede resolver, etc … Debemos respetar la privacidad, y la evasión que están manejando (la bronca es que ya nos acostumbraron a los detalles absolutos de cualquier acción que tomaban en pareja)… ni modo…

Pd: Gracias por el relato Carlónimo… excelente…..

Paty -

Gracias Vero, por tu bienvenida, me caes muy bien.

Gracias por el saludo Carlónimo y por lo que piensas de mí, tú también eres una persona muy tierna. Fíjate que he seguido malita y que aún me están inyectando, es una enfermera la que va a mi casa cada tarde para aplicármelas. Me ha puesto solo 4 inyecciones y ya estoy muy vulnerada. La enfermera es muy brusca, tan solo me acuesto me descubro las nalgas y siento el duro piquete, me trae a gorro y no me deja siquiera relajarme, es una mujer algo bule. He sufrido pero también disfruto sabes? Te voy a contar un secretito, a mí me calienta mucho que me inyecten, y mientras lo hacen pienso en ti que me encantaría que tú me inyectaras alguna vez ¿A ti te gustaría pincharme mis nalguitas Carlónimo?

Hilda -

Aquí estoy bastante triste y muy sorprendida de lo que pasa. Yo creo que las cosas deben ser de otra forma y que tanto Anna como Carlónimo tienen que defender su amor y no dejarlo morir con tanta facilidad.

A ti Carlónimo te entiendo que estés decepcionado por la ausencia de tu chica, pero no puedes considerar tan solo que ella ya tomó una decisión porque eso en realidad no lo sabes y no sabes qué es lo que pasa con ella porque no se lo has preguntado ¿o sí lo hiciste? y en eso tiene razón Pablo.

Y a ti Anna te digo que no es justo que te hayas desconectado de la relación cuando tenías empeñada tu palabra. En todo caso ¿Porqué no das la cara y le dices a Carlónimo lo que te enoja o lo que te asusta? Y si tienes un grave problema que te nubla el pensamiento, también díselo.

Los dos tienen algo de culpa y están confirmando la duda que Antónimo expresó cuando dijo que “A ver si no se ponen nerviosos otra vez, porque los dos son…”

Si se enojan conmigo enójense, para mí es un compromiso moral decirles lo que pienso.

Juana -

Yo quiero qe siga la histia de Anna

Carlónimo -

Querida Paty, eres una personita muy tierna, me alegra que estés contenta y te agradezco tu grata compañía.

Estimado Pablo, pues no, el único indicio con que cuento es que Anna se fue de acuerdo con su propia decisión. Ella es quien puede explicar los motivos ¿no crees?

Querida Vero, te agradezco tus palabras de aliento, en verdad las extrañaba. En efecto, yo creo que los relatos referentes a Anna, “se tornaban cada vez más candentes y nunca perdieron el aderezo”. Yo viví la experiencia con amor y conservo un bello recuerdo de ella.

Me alienta que te hayan gustado los últimos relatos, tengo mucho que escribir y si ustedes me apoyan lo haré mejor.

Querida Hilda, te extrañamos y espero que pronto regreses.

En cuanto a la pregunta de Vero direccionada desde luego a Antónimo: ¿Qué te pareció mi lencería nueva? Puedo imaginar la candente escena protagonizada por tan atractiva dama que sale del vestidor portando una sensualísima mini bata color negro a través de la cual se transparentan los explosivos senos apenas cubiertos con un alegórico peto, tan escuálido que delata la firmeza y el grosor de los ardientes pezones henchidos de lujuria.

A su vez, la minúscula tanga emplazada a media cadera se adhiere por delante mostrando el contorno de la espléndida vulva henchida del incontrolable apetito que hace a Vero temblar y dibujar eróticos mensajes a su amado: Sus lindos ojos se entornan soñadores, seductores; la punta de la lengua se monta, recorre y barniza sin cesar la superficie de los carnosos labios.

Incapaz de contener sus ávidos instintos, la preciosa chica se empina artísticamente sobre la cama con el compás de los muslos sugerentemente abierto y hace descender poco a poco la minúscula tanga, dejando que sus redondas nalgas se ofrezcan plenas, descaradamente expuestas en favor del hombre que ama, el cual tolete en mano vulnera el estrecho esfínter rectal, haciendo que ella tiemble, suspire, musite ¡implore, grite! que está invadida de amor, de placer, que quiere ser penetrada, bombeada, agitada, dominada, reventada…

Los dos gimen y se retuercen en tanto la firme verga roza, talla, recorre de ida y vuelta el pequeño orificio rectal que la engulle una y otra vez sometiéndola, irritándola, friccionándola hasta hacerla enrojecer y brillar al influjo del abundante esperma irrigado.

Los gritos y las contorsiones son dantescos, hasta que los amantes terminan el coito y se quedan inmóviles. Sin extraerle el miembro, Antónimo se desploma encima de la preciosa Vero, quien resiste y se apalanca para aguantar todo su peso y se recrea en el disfrute de la deliciosa estocada final.

Verónica -

Hola Chavos… Los extrañé mucho…

Carlónimo: Gracias por seguir al pie del cañón compartiendo tus vivencias, leerte resulta sumamente reconfortante, y aunque a veces no puedo escribir seguido, tus palabras siguen siendo vitales cada jornada… Los relatos referentes a tus experiencias con Anna, se tornaban cada vez más candentes, y por supuesto, nunca perdieron ese aderezo en la chispa especial que solo tú sabes agregar con detalles específicos, incluso arrobadores… Te mando mi apoyo total, realmente fue devastador leer lo sucedido… Todos te apoyamos incondicionalmente.
El relato de Cristina, excelente… Me encanto el erotismo que manejaste: ojala nos relates algún capítulo de la bella dama siendo inyectada… seria una explosión. El relato de Paty, suspenso total, una obra de arte… La dama del perrito, espléndido… me encanto como manejaste la imaginación..

Antónimo: Gracias por los momentos de éxtasis que me haces pasar, estar a tu lado es paradisiaco. Extraño tus formas, tu aroma, tus labios sensualísimos, tu cuerpo tan atlético… Y el viajesin que nos aventamos a la playa el fin de semana… ¡wow! Con decirte que me siento en las nubes, mi nalgoncito… ¿Qué te pareció mi lencería nueva?
Estoy de acuerdo con tu artículo, me gustó mucho, aunque algunas cosas resultan obvias, está muy completo e interesante: Creo que, cuando una persona sale en busca de alguien más, es porque no le satisface lo que tiene. Muchas veces no es falta de amor, sino falta de interés, monotonía, y todos los factores que mencionas. Se habla incesantemente de “reinventar el amor” en todos los aspectos de la vida, para pulir, y renovar desde la más vaga caricia hasta el detalle más prometedor o el sexo mas estremecedor…

Fer: Gracias por compartir algunas vivencias anónimas, no dejan de ser emocionantes, aunque claramente, nos gustaría más contemplar un relato tuyo al respecto…

Paty: Bienvenida querida, esperamos tu participación frecuentemente, ojalá sigas refiriéndonos relatos tan peculiares, gentiles y sensuales.

Hilda: ¿Que onda? ya te echamos de menos...

Pablo -

Estimado Carlónimo: algún indicio debes tener; si no, no hubieras dicho "Yo quisiera que las cosas siguieran como las pensé y las acordé con Anna, pero si ella tomó en lo personal otra decisión, sabré respetarla"...

Carlónimo -

Eso quisiera yo saber, mi estimado Pablo.

Pablo -

Eh! no entiendo nada! Perdón, Carlónimo. Vengo siguiendo lo que escribes y nunca he dicho nada pero hoy no puedo con la incertidumbre. Qué es lo que ha pasado con Anna?

Paty -

Carlónimo, ya extrañaba verte así, bien se nota cuando te sientes libre y empiezas a volar alto, te das gusto escribiendo sobre cualquier cosa. Me fascinas cuando eres así. Yo no se cuantas personas están leyendo pero puedes estar seguro de que yo te sigo con atención y no te olvido! La canción que pegaste está linda. Que pases un súper fin de semana bien rico, te mando un beso.

Carlónimo -

“La dama del perrito” ¿conocen ustedes aquel relato titulado así por el gran escritor ruso Antón Chejov? Pues me vino a la mente esta mañana que salía de la casa de ustedes para acudir al trabajo.

Acababa de cruzar el portón en coche y cuando intentaba tomar la avenida me percaté que venía caminando por la banqueta una chica de cabello corto enfundada en traje deportivo, que llevaba por delante, mediante correa, un minúsculo perrito maltés, o alguna raza parecida.

Enseguida me detuve y le cedí el paso. Ella sonriente perfeccionó la figura y pasó garbosa frente a mí ¡guau! La vi preciosa.

Como de 30 años, de rostro alegre, sonrisa fácil, erguida, de cuerpo inquietante. Eso fue todo, le eché un vistazo final a las nalguitas: redondas, carnosas, respingadas y me despedí anímicamente de ella contemplando a lo lejos su figura por el retrovisor. Pero me alejé pensando en ella y trasponiendo sus encantos con los de la dama del cuento de Chejov.

Relata el ruso que aquella chica pertenecía a una comunidad tradicional y que tenía a su marido, un hombre malhumorado a quien ella consideraba cretino por su mal carácter y por estar siempre ocupado en asuntos ajenos a ella, dejándola siempre en el abandono, de manera que se distraía soñando despierta mientras caminaba por el muelle con su perrito.

El relator es un hombre de mediana edad, forastero, llegado al pueblo por razones de trabajo, quien observa a la guapa chica y se propone conocerla, hasta que por fin entabla comunicación con ella en un restaurante.

Se tratan un poco, se interesan uno al otro y terminan viéndose más tarde en otra ciudad donde escenifican un apasionado romance. Pero ella se debate en el sufrimiento por los prejuicios que tiene muy bien arraigados, no logra superar el sentimiento de culpa.

A lo que voy y me interesa es a la imagen de la chica. No se trata de un relato erótico pero ella está revestida de una natural sensualidad que se trasmina y termina invadiendo los espacios anímicos más recónditos del lector.

Y así imaginé o fue la imagen que yo configuré de la chica con quien me crucé esta mañana: ¿A dónde irá, será casada, vivirá feliz con su marido, habrá hecho el amor antes de levantarse? Y mil preguntas más de ese jaez que fui planteando y que me produjeron una súbita ráfaga imaginativa en la que la joven apareció tendida sobre la cama recibiendo la visita de su enfermera que se dispone a inyectarla.

Se acomoda boca abajo, repliega suavemente la pequeña panty, deja a la vista unas nalgas soberbias que se estremecen frente a la grosera aguja que ya está en posición de ataque y como rayo perfora la piel, la carne, el músculo y la masa de tejido adiposo, arrancándole a la joven un leve gritito y el involuntario temblor del cachete que se retrae y permanece tenso al engullir la ruda sustancia que lo invade implacablemente.

La joven tiene los ojos cerrados y con los labios entreabiertos musita eróticas quejas y ardientes súplicas que la llevan por el profundo túnel de sus deseos. El ardor de la sustancia se le replica a todo lo largo y ancho del glúteo, de los dos glúteos, irrumpe por el cauce de la profunda raja, bordea la entrada rectal, la traspasa y la colapsa; bulle igual por la entrepierna, estremece y adormece los erguidos labios vaginales, les da vida plena, los hace encresparse y sentir la acción de un ideal tolete que los penetra, los talla, los humilla y los hace explotar un cúmulo de viscosas secreciones que, a su vez, conectan un sinfín de terminaciones nerviosas tensando, colapsando, enjutando, cada músculo del hermoso cuerpo de la joven, la cual se vence a sí misma y se abandona a los más elementales instintos de su naturaleza.

Que tengan un excelente fin de semana. No me olvido de ustedes, los llevo a todos en el alma y en mis expectativas.

http://www.youtube.com/watch?v=YSwWxSCh8iM&feature=related

Victor -

No te enojes Antónimo, mejor presentame a tus hermanas.

Antónimo -

Hola chavas y chavos, yo aquí sigo pajareando.

Kiss me once, kiss me twice, kiss me once again. No parece que tenga más de 50 años la rolita. Yo la siento pegadora, me llega… Buena elección hermano y buena traducción la de Paty quien se está revelando como la mejor (y única) participante por el momento… ¿Vero, Hilda, qué hay de ustedes?

En verdad se dio una súbita estampida y no es para menos ¿Ustedes creen? Ya me quedé con los anillos de boda, mi hermana Gaby con las arras, Rocío con el lazo y nuestra amiga Hilda con los regalos para los comensales ¡Qué pin… oso!

Tengo también, porque eso me lo encargó Carlónimo, los reportes de El Corte Inglés y de El Palacio de Hierro que ya cuentan con un buen inventario de regalos comprados y pagados. No quieren devolver el dinero a los adquirientes, así que habrá que ofrecer a éstos al menos una disculpa y ver en qué forma se les compensa el gasto o se les entrega a cada uno el objeto que compraron para ver qué hacen con él ¡Vaya lío! Y hay otras broncas: con el salón, el fotógrafo y diversos proveedores de servicios.

Carlónimo, muy cómodo, me pasó a mí la bronca: “Échame la mano Antónimo, a ver cómo resolvemos esto…”

Mejor hablamos de cosas placenteras. Fíjense que hoy la Yazmín Alessandrini publicó en su columna una nota titulada: “Lencería; la fantasía de todo hombre”. Ella afirma que: “Por generaciones, la lencería ha permanecido como la fantasía número uno de casi todos los varones sin importar edad, raza, religión o estatus”.

Dice que: “los hombres satisfacen esta necesidad que se alimenta primordialmente a través de lo visual y que les excita sobremanera cuando la experimentan con sus novias, esposas o amantes.”

Sin embargo, “aunque no quiero generalizar (dice la Alessandrini) a la mujer mexicana le cuesta trabajo complacer a su pareja en este terreno y muchas veces se rehúsa a vestir lencería porque no desea ser vista y tratada como prostituta, como un objeto sexual o, simplemente, porque cree que ese tipo de indumentaria sólo es para féminas de cuerpo perfecto.”

Entonces la Yazmín tranquiliza a sus lectoras diciéndoles: “Pero no hay nada más alejado de la realidad que pensar lo anterior, porque la sensualidad es un elemento que va más allá de las curvas. Verse y sentirse sexy no depende de la perfección anatómica, sino de la actitud y el goce que provoca el deseo por querer satisfacer a nuestra pareja. Así que, chicas (grita entusiasmada la Yazmín) les recomiendo romper con todos esos tabús y complejos que las atan y dejen salir a esa fiera que llevan adentro. Disfruten su cuerpo esté como esté y pónganse ese negligé, ese babydoll esas medias con liguero… ¡El cielo es el límite!”.

Al respecto, yo digo que está bien animar a las chicas a que se suelten el pelo y le pierdan el miedo a esos fetiches, pero… todo tiene su límite, no se puede aplicar de manera indiferenciada la máxima de: “Disfruten su cuerpo esté como esté y pónganse ese negligé, ese babydoll esas medias con liguero…”.

Me parece más lógico aplicar el criterio de aquella mujer entrada en años que dice: “A estas alturas yo no veo nada bien mi cuerpo ni el de mi marido… pero debe ser por la mala vista que tengo”

O sea que, para disfrutar plenamente una relación sexual, a veces será más adecuado cerrar los ojos y dejar que el recuerdo de años ya idos y la propia imaginación, sean los que sazonen el evento. Nada más imagínense el precioso baby doll casi cubierto por unas pesadas lonjas que se desparraman a los lados del calzón; o los tirantes del liguero serpenteando entre pliegues y pellejos de las piernas.

Creo que es mejor recurrir a esos fetiches en la medida que se acoplen a la complexión y estado corporal de la persona. En caso contrario, tan sólo servirán de “matapasiones” ¿No creen?

Paty -

Muy sensual, no pues gracias Carlónimo me hiciste gozar un buen. El erotismo es un sentimiento muy de cada quien, muy íntimo que tu dominas y lo demuestras en cada uno de tus relatos.

“La mortificada joven perfeccionaba su posición gimiendo, moviendo sensualmente los brazos y la cadera, con lo que su culito se contorsionaba” Esta escena tan intensa que describes cualquier mujer la vive una noche en su propia cama, es divino sentirte así.

El link que pegaste con la canción de Tina Louis está súper:

Bésame una vez, luego dos veces y sigue besándome después.

Ha pasado mucho, mucho tiempo, en el que no me he sentido así, mi amor, ya no recuerdo desde cuándo.

Nunca sabrás cuantos sueños he tenido acerca de ti.
Todos ellos están vacíos si no te tengo.

Así que bésame una vez, luego dos veces y sigue besándome después.

Preciosa! y muy adecuada para después de hablar de la masturbación. Gracias Carlónimo por no cuitear y por hacernos sentir este fuego abrasador. Eres maravilloso, sigue escribiendo. Te mando un beso. Sí soy de Tegucigalpa, Tierra de Dios a ver cuando vamos.

Carlónimo -

Hola Paty, así que eres hondureña ¿De Tegucigalpa? Una vez estuve en esa bonita ciudad colonial y la gente me pareció muy cariñosa y sincera, hice buenos amigos. Claro que sí, también conozco Tamaulipas. A Tampico voy con frecuencia.

Veo que tienes buena redacción y tus expresiones muy locales (“a pasto”; “puchaba”) me hicieron mucha gracia al recordar amistades de por aquellos lares tamaulipecos.

Tu relato, muy sensual, se me antoja aplicarle un close up. A ver cómo se oye narrado por el enfermero que te inyectó.

La preciosa chica vestía un pantalón azul marino ajustado y una blusa rosa pálido tan femenina que me hizo sentir una gran ternura.

Cuando intentaba soltar el breve cinturón sus manos trastabillaron de nervios, por más que intentó no pudo. Entonces me acerqué, desaté el cinturón y deslicé con extremo cuidado el cierre del pantalón. La chica se inquietó, así que me separé y terminó de bajarlo ella sola.

Luego se inclinó hacia el camastro y se acostó boca abajo reposando la cabeza en los antebrazos. Las nalguitas se dibujaban preciosas al interior de la delgada tela. Empecé a bajar con dificultad el pantalón y la panty porque estaban bastante ajustados y trataba de no tener demasiado contacto con esos glúteos tan bellos que poco a poco iban brotando erguidos… majestuosos. Temía que ella se molestara.

Me costó cada vez mayor trabajo avanzar porque tiene las nalgas muy respingadas. De cualquier forma, le descubrí tan solo la mitad del culo y eso bastó para hacerme sentir una profunda excitación.

Palpé con gran deleite cada uno de los glúteos comprobando que los tiene firmes, compactos, muy suaves. Habiéndome decidido por el izquierdo, lo desinfecté cuidadosamente, fijé mis dedos para precisar el lugar de incisión y cuando estaba a punto de introducir la recia aguja vino el primer lamento: ¡Ay no, espera!

Estando yo muy nervioso de inyectar a tan bella chica hasta brinqué del susto y el corazón me dio un vuelco.

Viendo que me había asustado, la joven se disculpó reiteradamente diciendo: ¡Perdón, perdón, te hice saltar… qué pena! Y movía el culito tan sensualmente que me dejó muy alterado.

Vino el segundo intento; teniendo la aguja en posición de ataque a medio centímetro de la nalga, cuando menos lo esperaba, estalló el segundo grito: ¡Aaaayyyy, espera!

Vi cómo el culito se enjutaba. Salté de nuevo y tuve que hacer tres aspiraciones profundas para normalizar mi ritmo cardiaco.

De nuevo las disculpas: ¡Qué pena, no tengo perdón, pero es que me pongo muy nerviosa, compréndeme…! La mortificada joven perfeccionaba su posición gimiendo, moviendo sensualmente los brazos y la cadera, con lo que su culito se contorsionaba regalándome deliciosas vistas tanto del ano como de la vulva ¡Vaya tormento el que la preciosa chica me estaba aplicando!

Con el pulso alterado, después de confortar a la bella paciente, medí por tercera vez la distancia, apunté con el agudo vértice de la aguja el punto seleccionado y, como ya estaba muy nervioso, en ese preciso instante caí en un serio titubeo: Lancé la aguja pero el miedo de desencadenar una nueva reacción me hizo frenar el movimiento, así que la retuve prematuramente ocasionando que se clavara tan solo a medias.

La chica quedó con la mitad de la aguja incrustada y la otra mitad al aire. Ella no lo sabía pero yo tenía que consumar la penetración partiendo de un punto interno mucho más sensible. Entonces le dije: aguarda, tan solo un piquetito más, aguarda linda, no te muevas.

Ella no comprendía y trataba de mirar su culito. Antes de que llegara a descubrir el problema empujé con fuerza la jeringa haciendo que la aguja por fin se perdiera en tan erótico cachete. La chica se estremeció completa, gritó y trataba de incorporarse por el intenso dolor que le produjo la perforación del tenso músculo, pero logré contenerla y confortarla.

Desde ese momento la preciosa joven se controló ella misma apretando los puños, los ojos y los labios. Permaneció tranquila, tan solo gimiendo recibió la densa sustancia, en relativa calma, a pesar de que se le estremecía la redonda y respingada nalga.

Terminada la aplicación, me di gusto frotando y masajeando con embeleso las preciosas carnazas. La escultural joven permaneció serena, en completo silencio, con una actitud casi mística, de arrobamiento.

Hasta aquí el close up de la inyeccioncita que le aplicaron a Paty. Espero que te haya gustado.

Pasando a otro asunto, les comento que ayer 8 de agosto se celebró el Día Mundial del Orgasmo Femenino, una fecha instaurada hace 5 años por el alcalde brasileño Arimateo Dantas, como día especial para satisfacer a todas las mujeres.

Parece que las damas tomaron tan a pecho la singular celebración que han decidido gozar del orgasmo, con o sin la ayuda del hombre. Así que, a manera de corolario, la noticia periodística incorporó algunas estadísticas del Instituto Mundial de Sexología, indicando que:

El 43% de las damas se procuran orgasmo acariciando ellas mismas sus órganos sexuales.

En cuanto a la frecuencia de la masturbación, agrega que: El 24% de las mujeres se auto-complace de dos a seis veces al año; el 18%, de una a tres veces al mes; y cerca del 1% se masturba de una a tres veces ¡por día!

Finalmente, agregan que el 11% de las mujeres alguna vez se ha aplicado un juguete sexual por propia mano, y el 20% lo ha utilizado con ayuda de su pareja.

En fin, esos son algunos interesantes datos referidos tan solo al auto-placer femenino. Habrá que ver las estadísticas en relación al masculino.

http://www.youtube.com/watch?v=lL9YIpp_rlk&NR=1

Paty -

Hola Carlónimo!!!

Que gusto encontrar que ya escribiste y que te mantengas de buen humor. Te cuento que soy hondureña pero ya hace mucho que vivo en México, en Tamaulipas. ¿conoces? Tengo 24 años y soy de complexión media, ni gorda ni flaca y de buen ver. La pura verdad a mi me impresiona que de cualquier cosa saques una historia, o sea que eres muy guapo como aquí decimos. Me excitan mucho las jeringas usadas, los residuos de la medicina como tu lo mencionaste en el relato.

Te cuento también que tuve que inyectarme el otro día y fui con un practicante de la farmacia que ya me ha inyectado otras veces y que yo creo que le gusto. Me puse algo nerviosa y no podía ni desvestirme, hasta que el tuvo que ayudarme. Primero me acostó boca abajo, me bajó el pantalón y la panty hasta la mitad de las nalgas, y cada que el me iba a picar yo gritaba pero me trató con paciencia y cuando me picó y sentí la aguja clavada ya no grité, me quedé inmovil y no puse resistencia aunque si me dolía a pasto cada que el chavo le puchaba al embolo. Luego me estuvo dando masajito buen rato y yo lo dejé que se agasajara porque lo estaba disfrutando. Pero me inyectó bien y se merecía el premio. Mientras me daba el masajito yo veia la jeringa usada que el tenía en su mano y me excité cañón. Espero que te guste esta experiencia que te comparto con todo mi cariño. Un beso.

Carlónimo -

Perdón… sigo en el trabajo y antes de irme a casa les comparto una breve reflexión.

Cristina, según su edad, pudo ser mi madre, pero yo la amé y ella me amó profundamente. Creo que fue un error de la naturaleza el habernos distanciado en el tiempo y habernos acercado en el espacio. Esa situación fue nuestro gran éxito y también nuestro fracaso.

Aún nos vemos, yo la visito, tomamos café y conversamos tranquilamente. Todavía es hermosa y hasta he llegado a inyectarla, pero a ella la frenan algunos prejuicios que tiene muy arraigados, por los que no ha querido llegar a más.

Pero sé que aún disfruta los pinchazos. Estando acostada boca abajo muy serena con las nalgas plenamente descubiertas, pues sigue mostrándomelas con toda naturalidad, mientras recibe la ardiente sustancia he podido reconocer los signos inequívocos del orgasmo.

Sus nalgas son grandes, generosas, ya no tan firmes, pero excitantes. A sus 68 años de edad, la deseo y la montaría de nuevo.

Ahora sí ya me voy… que descansen!

Carlónimo -

Te agradezco tu amable saludo Fer, espero disfrutes tus vacaciones. En México es poco común vacacionar en agosto ya que gozamos de un clima menos escabroso y podemos hacerlo en cualquier mes del año.

Mis buenos amigos, recreando los días tan placenteros en que viví con Cristina (luego les cuento como se dio esa feliz circunstancia) descubrí lo erótica y creativa que puede ser una dama. Un día en que estaba enferma, le llamé del trabajo a mediodía y me dijo que acababa de regresar de ver al médico quien le había recetado inyecciones.

Con el corazón henchido, le dije: ahora que regrese te inyecto, mi vida. Pero resulta que ese día se me presentaron veinte mil enredos y no pude salir a la hora deseada. Le llamé tres veces diciendo: ¡ya casi, preciosa!; ¡ya voy!; ¡no tardo, ya estoy saliendo!

No obstante que llegué antes de la hora pactada, la encontré en cama adormilada y con esa sensualidad que la caracteriza, me dijo: “Tato (así me llamaba ella) te estuve esperando pero me sentía muy mal, así que llamé a Liz (una vecina de toda su confianza) y ella me inyectó”.

Un tanto frustrado, le dije: Bueno, Cris, descansa… Y besando sus labios la arropé, apagué la luz y me fui al vestidor. Ya en pijama entré al cuarto de baño y busqué ansiosamente en el cesto las evidencias de la inyección que le habían aplicado. Las rescaté una por una: ahí estaban: la jeringa usada con su tapita plástica puesta, el algodón con un par de motitas de sangre; y la ampolleta descabezada.

Tomé la jeringa, le quité la tapa y observé minuciosamente la aguja, luego el cilíndrico depósito de la sustancia identificando algunos residuos del cristalino líquido ¡Cómo me calentaba el precioso fetiche!

Jalé el émbolo hasta llevarlo a la gradación de 3 mililitros imaginé que así estuvo originalmente con la medicina ya cargada. Pensé en la preciosa Cris postrada boca abajo con la panty eróticamente replegada hasta los muslos y sus espléndidas nalgas al aire: grandes, muy blancas, alzadas, firmes, abundantes, exquisitamente formadas; esperando el rudo pinchazo.

Evoqué su respingo inicial al sentir la entrada de la aguja, el grito fuerte, sordo, reprimido, el suave y continuo gimoteo, el temblor de las piernas, los formidables muslos que se estremecen y se separan eróticamente, la espléndida vulva erguida que destella un perlado relente y que bulle de excitación.

Extasiado miré la aguja con el dilatado ojo por el que fluyó la sustancia muy densa hacia el interior de la nalga de Cris. Empujé el émbolo suavemente sintiendo cómo temblaba la mullida y delirante superficie que lo acogía.

Minutos después, teniendo a la bella Cris nalgas arriba, empinada, con la panty deslizada hasta las corvas, acaricié la superficie de sus generosos glúteos y sentí mi pene resbalar hacia el interior de su ardiente vulva, que lo acogió con extraordinaria suavidad, al influjo de los cálidos y deslizantes reflujos de su delirio.

Su estrategia de hacerse pinchar por otra persona me había enloquecido al axtremo. Y muy feliz, cosechó el excelente fruto de mi demencia.

Que pasen un excelente fin de semana.

Fer -

Un regalo y el deseo de unas buenas vacaciones en agosto para los que las hagan, para todos los demás un saludo. Esto lo encontré en Internet:

"hola..el otro dia me recetaron supositorios...fui a la farmacia a comprarlos y el farmaceutico me dijo que eran muy grandes, por lo cual era mejor que el me los colocara. Acepte su consejo, algo asustada...me hizo pasar a su gabinete...me inclino hacia adelante sobre la camilla..me subio la falda...bajo mi tanga...me dijo que debia libricar mi ano...introdijo su dedo lentamente y ante mis qujas y ganas de huir lo hizo con mas fuerza...colocandose detras mio...dijo quw era necesario hacerlo asi...luego tomo el supositorio y comenzo a colocarmelo,,,seguido por su dedo..yo aullaba...y el movia sus dedo dentro de culo...al fin lo saco...y em djo que al otro dia debia volever a aplicarme el otro. Pense en no volver...pero alli fui...y para mi sorpresa una vez adentro sin decirme nada me inclino hacia adelante y comenzo la misma maniobra con dos dedos...y poneindo y sacando su dedo...luego el supositorio lo metio con fuerza...hasta el fondo..y no saco su dedo....hasta que por fin acabe...Volvi un dia mas...y etsa vez comenzo con una enema...no queria...me sostuvo con fuerza y me la coloco bien profunda...era necesario decia...y senti ese liqueido correr dentro mio...luego de evacuar...vvlio a inclinarme hacia adelante con fuerza...lubrico con sus dedos mi culo...y alli fue el supositorio..creo que esta vexz fue mas grande...y profundo. quisiera vovler a tener un tatamiento asi...si comocen a algun farmaceutico disponible....angeli@live.com.ar

Escrito por ana 04/05/2010 22:47

me sucedio algo similar a Ana. llame al servixio de urgencias por un fuerte dolor en mi espalda y llego un medico que me reviso y me dijo que debia aplicarme un calmante para que el dolor se vaya. dijo que no tenia inyectable, solo comprimidos o supositorios, le pedi comprimidos y dijo que mejor un supositorio, que actua mas rapido. No em gusto la ide, nunca me habian puesto uno. Pero no discuti. Me hizo bajar mis pantalones y luego mi slip hasta las rodillas, me pidio que me ponga en cuatro´´le dije que mejor acostado...insistio que no que hiciera caso a su orden, asi em puse, muy tenso...se coloco detras mio y dijo que debia aflojarme, que asi no podria penetrar el supositorio o lo expulsaria...yo no lograba aflojarme y le ped dejar todo asi..dijo que no...luego senti como tocaba en mi ano buscando el orificio..mas tenso me puse..y el entonces se coloco el guate y me dijo que aguantara...introdujo su dedo en mi ano..sentia como iba entrando y yo gemia...luego dijo que aun no estab listo..asi que se coloco un poco de vaselina e introdujo dos dedos...esta vez con fuerza...senti como el dolor y el placer eran uno...me movia y jadeaba...luego saco sus dedos y puso el supositorio...y sus dedos atras...que me sacuida con fuerza...
me dejo asi...en mi cama..y con ganas de mas...quiero yo tambie repetir esta experiencia...y probar con enams..nunca me las han colocado...si alguien quiere hacerlo conmigo avisenme. vivo en bs as. marcos0510@homail.com. alguien con experiencia.

Escrito por marcos 04/05/2010 23:53"

Carlónimo -

No se preocupen amigas, estoy tomando unos días de descanso, veremos qué pasa. Yo quisiera que las cosas siguieran como las pensé y las acordé con Anna, pero si ella tomó en lo personal otra decisión, sabré respetarla. Viendo el futuro positivamente, tengo mucho ¡pero mucho! que platicar con ustedes. Un abrazo.

Hilda -

Chicos ¿Qué pasa? Como puede ser que las cosas cambien tan repentinamente y sin haber una causa porque yo no la veo por ninguna parte. Querida Anna, de pronto te alejaste ¿Qué te ocurre? Estamos contigo. Carlónimo, no te vayas, somos muchos los que te queremos y te extrañamos.

Paty -

Carlónimo casi no has escrito esta semana, yo te extraño. Eres un hombre encantador y vales mucho, te mando un beso.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Mi Vero ¿cómo estás? Creo que sigues con el moretón que te dejó el pinchazo de Eulogia. Ayer cuando te bajé la pantaletita y me encontré con tus frondosos cachetes ¡guau! Me percaté del problema.

Le voy a decir a Carlónimo que me de el nombre de las inyecciones que le aplica para esos efectos a la güerita. Creo que son de árnica. Sólo que después cuando empezamos el fajín ya no me acordé de nada. Es que al acariciar tus piernas y nalgas y besarte y sentirte tan excitada; cuando te meto el pitirrín y agarramos vuelo y gritas y me dices ¡Ay pinche Antónimo, que bien coges! Pierdo la cabeza y hasta de tu moretón me olvido.

Bueno pero no me distraigas porque yo venía a comentarles algo que me tiene muy impresionado ¡mira! Digo ¡miren ustedes!

Es que la Yazmín Alessandrini toca hoy un tema que debe a todos tenernos muy atentos, fíjense bien.

Bajo el título: “¿Qué los obliga a buscar amante?” se pregunta ella: “¿Cuáles son las razones por las que muchos toman la decisión de caer en una relación extramarital y en una especie de doble vida que los lleva, por una parte, a experimentar una serie de nuevas e inéditas sensaciones y, por la otra, a tener que lidiar con una complicada serie de culpas e inestabilidad emocional?”

Y menciona a la sazón que el principal factor causante de ese desorden es la falta de amor “porque cuando uno siente que el otro ya se alejó y su falta de interés se vuelve manifiesta es porque definitivamente, el amor ya comenzó a hacer maletas”

Y dice que los focos rojos a los que hay que poner mucha atención se resumen en la dolorosa ausencia de:

1. Sensaciones y situaciones que renueven y refresquen a diario la relación.
2. Detalles cotidianos como decirle cuán importante sigue siendo su presencia en tu vida.
3. Actividades compartidas, como ir de compras, hacer ejercicio o emprender labores hogareñas, juntos.
4. Situaciones excitantes y emocionantes íntimas.

Dice Yazmín que: “en una relación de pareja es trascendental que ambos estén comprometidos al cien por ciento a compaginar aspectos que van desde lo físico y lo intelectual, hasta lo emocional y espiritual. Porque si esto no ocurre, lo más seguro es que cualquier carencia que alguno de los dos no logre cubrir en casa, termina por cubrirla en casa del vecino o de la vecina.”

Y concluye que lo peor que se puede suponer es que el amor conquistado sea eterno y que ya no haya necesidad de alimentarlo porque, dice ella: “Aunque pensemos que todo está bajo control, nos podemos llevar tremendas sorpresas”

Así que, mis chavas y chavos ¡a echarle ganas y a no perder el control de nuestra relación! Porque imagínense que un día nos encontramos con que nuestra pareja ya anda “formando la yunta” por otro lado. La verdad es que, aunque digamos: “al fin que ya ni me importa” la verdad es que… eso duele… y no se lo deseo a nadie.

Vengase mi Vero, vámonos a la playa…

http://www.youtube.com/watch?v=QhI0gIKi0Xk

Carlónimo -

Vaya que estuvo activa Eulogia y se ensañó tanto con Antónimo como con Vero. El primero no sufrió gran cosa debido a que en el momento de ser inyectado dormía plácidamente, pero los gritos de Vero en verdad que desgarraban el alma, nunca había escuchado tan lastimeras quejas. Pobrecita, finalmente vino a pagar las travesuras de su amado pues Eulogia le aplicó el doble de la espantosa sustancia que había preparado para Antónimo. Qué dolor el de “Veroniconimo” ¡Vaya nombre! Se oye curioso ¿Lleva acento en la segunda “o”?

Los días pasados estuve reflexionando acerca de los comentarios que nos dedicó Gustavo. En especial, cuando dice: “…me hacen reír y ver la vida de otra manera.” La pregunta obligada ha sido para mí: ¿De qué manera?

Si partimos de que a Gustavo le excitan como a nosotros las inyecciones, podría pensar que le anima darse cuenta que no es el único y que ese morbo le puede servir para practicar un juego gratificante.

Pero él no habló de excitaciones personales, así que podríamos pensar que con “ver la vida de otra manera” se refiere a la sorpresa de percibir que haya inclinaciones mentales tan extrañas como la nuestra.

También se podría referir a la sencillez de nuestra actividad que ya ha citado Fer, el editor, quien comentó en su momento que creamos un mundo valiéndonos tan solo del espacio para comentarios de un blog.

Me gustaría mucho conocer las conjeturas que se hace al respecto nuestro buen amigo Gustavo, sobre todo en la perspectiva de consolidar el “taller literario” que como he dicho, se trata de un proyecto que he tenido en mente todo el tiempo.

Porque más allá de cualquier historia, yo creo que un elemento que nos hermana a todos los participantes es el gusto y el deseo de avanzar en la narrativa. He comprobado con gran satisfacción el avance que han tenido diversos participantes como Simón en su momento, Anna y Vero, además del suscrito.

Para mí la redacción se ha vuelto una necesidad como son las de comer y respirar. Creo que Simón también llegó a experimentar ese enorme gusto, que seguramente le ha reportado muchas satisfacciones personales; me satisface saber que tal vez en alguna forma lo animé. Ojalá que al menos Anna, Vero e Hilda den ese importante paso y se conviertan en escritoras consuetudinarias por gusto.

Mi preciosa Anna

Después de un agradable fin de semana que pasamos en casa disfrutando los encantos de la vida en pareja, el domingo te invité a tomar el avión e irnos a Puerto Vallarta, un espléndido sitio turístico de la costa occidental de México, en el Estado de Jalisco. La razón de esta salida para ti tan sorpresiva fue poder pasar juntos y en un contexto festivo tu onomástico que se conmemora mañana martes 26 de julio: día de Señor San Joaquín y Señora Santa Ana.

A las 18:00 horas de ayer salimos del aeropuerto y antes de las 20:00 ya estábamos en el hotel donde cenamos en una preciosa palapa, disfrutando el majestuoso oleaje, las artísticas palmeras y el rumor imponente del agua. Portabas un delgadísimo vestido blanco que resaltaba tus preciosas formas corporales y te hacía brillar espléndida.

Después de saborear una deliciosa langosta asada, caminamos despacito por la playa y luego nos fuimos al bar cuya singular decoración reproduce el ambiente de un antiguo galeón. Fue impactante estar contigo y disfrutar tu belleza a la luz de románticos candeleros.

Cada beso y caricia nos fueron disponiendo a disfrutar un ardiente coito. Ya en la habitación recuerdo que te alcé el vestido y lo extraje por la cabeza, encontrando que no llevabas puestos ni panty ni sostén, ni prenda alguna que se interpusiera entre mis manos y tu cálido cuerpo que vibraba al sentir las palmas de mis manos deslizarse suavemente por el torso, la cintura, las caderas y las piernas.

Mientras nos besábamos me fuiste desvistiendo y al sentir brotar mi erecto pene que te barnizaba con abundante calostro la superficie del vientre y el pubis, te tiraste empinada sobre la cama pidiéndome a gritos la penetración rectal. Con mi mano izquierda deslizándose a lo largo de tu cadera, tomé mi pene con la derecha y lo coloqué en posición de acceso.

En cuanto sentiste mi glande que te rozaba el remolinito rectal, empujaste el culo con fuerza prodigándote la súbita estocada con que zampaste de golpe la mitad de mi tensa barra emitiendo un violento grito de placer. Después apretaste muy fuerte los puños, tensaste los glúteos y empujaste aún con mayor fuerza, hasta que mi pene se sumergió completo y lo celebraste diciendo ¡Gracias, amor, mi vida, Carlónimo, me enloqueces!

Tomándote firmemente por las caderas inicié la cadenciosa fricción, viendo tu hermoso culito distendido que iba y venía violentado por la gruesa barra que entraba y salía por en medio de los blancos y respingados cachetes. Gritabas delirante acelerando el suculento roce que nos fue llevando al éxtasis.

Tiesa, engarrotada, con los glúteos y las piernas en máxima tensión, emitiendo un prolongado grito que por instantes se tornaba silbido, con las manos tallándote desesperadamente el cabello, embuchaste uno a uno los gruesos efluvios que mi pene te fue soplando. Cada descarga la celebraste con un prolongado gruñido. Después te quedaste inmóvil, con los labios sensualmente separados y los ojos mirando al infinito.

Fue un coito delicioso al grado que no queríamos separarnos. Me pediste que te mantuviera penetrada hasta que perdí erección y mi pito resbaló suavemente quedando libre. Cuando te levantaste y empezaste a caminar te quejaste un poco y detuviste la marcha. Volviste a caminar y te quejaste mucho más.

Entonces regresaste a la cama y me dijiste: Carlónimo, no sé qué tengo, me duele mucho el culo. Te puse sobre mis piernas, te separé las nalguitas y vi que tenías exageradamente rojo el esfínter anal. Te introduje suavemente mi dedo y al interior pude ver que tenías la misma irritación.

Te puse un poco de vaselina y descansaste un rato pero al ponerte nuevamente de pie te quejaste muchísimo más y terminaste otra vez desplomada en la cama. Visto lo anterior caímos en la cuenta de que requerías de atención médica. Entonces pedí a la administración que nos enviaran un facultativo, a lo cual pocos minutos después acudió una doctora de mediana edad que te revisó el culito y mirándome de inmediato con rostro molesto me espetó violentamente: ¿Por qué no tiene cuidado. No se da cuenta qué está vulnerando un sitio sumamente delicado? ¡mire usted el daño que le causó a la joven! Y enseguida le preguntó a mi churri: ¿Te violaron, preciosa?

Ella enseguida respondió que no, sino que habíamos hecho el amor por vía rectal pero de manera voluntaria y concertada. Que se trataba de un mero accidente. No obstante, la doctora volvió a mirarme con ojos acusadores y comentó: Claro… como a usted no le dolió… Me sentí muy mal pero no dejé de reconocer que esa doctora tenía cierta animadversión hacia los hombres. Preferí no decirle nada y me concreté a pedirle que por favor atendiera a mi churri y le procurara el mejor remedio existente.

La doctora se sentó en la cama, se montó a mi güerita en las piernas y le estuvo revisando el recto metiéndole los dedos y ayudándose con una linterna, pero lo hacía tan minuciosa e insistentemente que empecé a pensar que era lesbiana, lo cual confirmé más tarde al pedir referencias de ella. Así que se dio gusto manoseando y viendo a mi preciosa Anna, a quien le ordenó que fuera cada cuatro horas a su consultorio para aplicarle unos supositorios y darle masaje.

Al respecto, fuimos los dos una hora después al consultorio y la doctora volvió a darse gusto ya casi de manera descarada. Pero yo estuve viendo con detenimiento la forma en que le aplicaba el supositorio y le daba el masaje con uno de sus dedos, así que mi churri y yo decidimos que sería yo mismo quien continuaría aplicándole el tratamiento cada cuatro horas.

Durante la noche y a lo largo de este día he puesto a mi güerita sobre mis piernas, le he introducido a fondo el supositorio, para aplicarle después con mucha suavidad la cremita en el recto. Las primeras veces le causé algún dolor pero ya después ha sido más bien un placer para los dos reanudar el erótico tratamiento, al grado que mi churri termina jadeando y he podido combinar el remedio con una buena estimulación vaginal, causándole intensos orgasmos.

Hace un momento, después de atenderla hicimos el amor por vía vaginal y tuvimos un orgasmo descomunal, fuera de serie.

De cualquier forma, estamos conscientes de que el acto por vía rectal que originó todo el problema lo realizamos de manera un tanto descontrolada. Nos precipitamos los dos y fue tan violento el roce que estuve a punto de desgarrar a mi preciosa Anna, quien afortunadamente ya está bastante mejorada.

Para mañana tenemos pensado comer en un restaurante panorámico que se encuentra en la cima de un impresionante acantilado con vista al mar. Pasaremos la tarde en el hotel, haciendo el amor.

http://www.youtube.com/watch?v=zot-osR-6Aw&feature=related

Verónica -

Gil: No manches, estoy en total acuerdo con Carlónimo… ¿Por qué no nos refieres todas tus emociones cuando bailaste con la güerita?, Que tal va tu relación con Carmen?... Al menos dátanos una descripción a fondo para poder apreciar realmente la magnitud de tus palabras, de tus sentimientos y sentirnos ahí en carne propia, ya que el chiste es compartir… Yo se que tu puedes hacernos vibrar...

Antónimo: Amor mío… ¿Cómo has estado?.. Yo si te extrañé y mucho, gracias por convertir en un mito etéreo la participación de la malvada Eulogia, sus carcajadas fueron realmente aterradoras para todos nosotros, hace mucho que no sudaba frío tal vilmente…
Bueno, después de que te acabaste las botellas (que bárbaro, nos dejaste crudos)… sucedió lo siguiente: Eulogia se levantó de las cenizas como el ave fénix, y decidió poner en práctica su venganza: Especialmente con los autores que planearon su desgarre… Así que, sin pensarlo dos veces, desistió de utilizar su escoba, y se aprovechó de tu estado etílico. Te desabrochó el cinturón, te bajo la trusita (bastante sensual, por cierto), y dejo al descubierto un par de tremendas carnes, y sin la más remota piedad, a pesar de que tratamos de defenderte, insertó una aguja descomunal… y procedió a adentrar un líquido que esta vez fue de una sustancia más dolorosa de la que ella acostumbra, ni siquiera se molestó en darte un masaje, a pesar de que te dejó el cachete sumamente rojo y dolido, eso lo hice más tarde aunque estabas inconsciente jeje pero eso lo referiré después… y continuando con sus crueles risotadas procedió con Anna, Carmen, Iveth, Ramiro, y claro… yo pude escaparme detrás de unos arbustos… aunque después me pusieron una trampa muy cruel entre todos… ¿ya ves lo que te pierdes, primor?...
Me debes tu opinión de tus artículos publicados previamente… Te adoro..

Gustavo: Jamás la edad es un impedimento para disfrutar de lo que a uno le guste… de hecho, más vale tarde que nunca, para explorar otros aspectos recónditos que hemos arrastrado durante años, así que esperamos, se haga usted un buen miembro de este blog, donde de antemano es bienvenido, y esperamos pueda compartirnos también experiencias eróticas… Saludos… Y recuerde: la juventud jamás se pierde mientras se mantenga el espíritu fresco, además la casualidad no existe, pues todas las cosas suceden por razones muy grandes y válidas...

Saludos, chavos...ya son parte importante en mi vida... de hecho, al suscribirme a youtube.. use el pseudónimo "Veroniconimo"... ¿ven lo que ocasionan? haganme el fabron cavor!!!!!!!!!!!!

Carlónimo -

Gracias Don Gustavo, espero que siga disfrutando. “Taller literario” es la idea que he tenido desde que empecé mi participación hace más de 3 años y por lo que usted dice, el blog ya tiene al menos esa fachada ¡Qué gusto! Espero que su mensaje anime a todos los participantes a escribir más.

Antónimo, hermano, muy buena tu aportación. Como siempre: ESPECTACULAR. No quiero pensar en la reacción de nuestra querida Eulogia, qué bueno que hiciste la aclaración final.

Gil, yo quisiera que te animaras a escribir lo que sea. Si, como dices, te gustó bailar con Anna, sentirte cerca de ella, tocarla, entonces describe con toda libertad la emoción que te hizo sentir ¿Cómo viviste el momento? No te cohíbas ¡escribe!

Mi preciosa güerita, casi esposa mía, estoy feliz de vivir contigo, pero extraño, y todos extrañamos, tus relatos que son muy buenos.

Gustavo -

¡Soberbio! Para que sepan de mí, soy un hombre ya mayor (78 años) y topé casualmente con estas páginas, pero me resistí pensando que a mi edad no estaba para estas cosas. Aunque decidí apartarme no he podido hacerlo por lo buenas que son sus historias y sus puntadas, me hacen reír y ver la vida de otra manera. Muchachos, los felicito nuevamente a todos, sigan con este gran taller literario que creo que es único en su género.

Antónimo -

Hola chavas y chavos ¿ya me extrañaban?

No se apuren que aquí está su muñeco de “sololoy”. Mi vero ¿cómo estás, amor?... bien buena.

Del pachangón ya Carlónimo refirió la mayor parte. Pero, como dice Vero, no mencionó el incidente de Eulogia, cuando se desplazó a toda velocidad por el aire montada en su rústica escoba mágica y sujetó, primero a Iveth, llevándosela hasta la copa de un árbol y ahí, fuera del alcance de cualquier mortal, se la cruzó en las piernas, le descubrió el suculento culete y se lo horadó con la vidriada jeringa ¡a todos se nos pusieron los pelos de punta!

Y no conforme con eso, cuando pensábamos que lo peor ya había pasado, se lanzó de nuevo como látigo para atrapar a Gil y llevárselo cerca de la cascada. Donde le bajó los pantalones y la trusa para conectarle un inhumano manguerón en el culo y aplicarle una gigantesca lavativa ¡Ay güero!

Y ¡va de nuevo! Ahora sobre la anfitriona diciéndole: Me dijiste que te dejarías inyectar y ¡ahora me lo cumples mi nalgoncita! Va p’arriba el vestido y p’abajo la delgada panty ¡gulp! La tenue desinfectada y puck!! Todo el empuje de la bestial jeringa coronada por la más burda y extensa aguja que jamás se haya visto, vulneraron la elástica carne del torneado glúteo que se colapsó irremediablemente. Las estremecedoras carcajadas de la bruja apenas nos dejaron percibir las sensibles quejas de la paciente ¡Ay pinche Eulogia no mames, nomás te agarro y te parto la ma…!

Y sin que bien a bien lo percibiéramos, la vemos cruzar de nuevo el aire y revolotear encima de nuestras cabezas. Nos ponemos a la defensiva y, mientras Vero la distrae, el valiente Antónimo jala la reata de la piñata, toma puntería y precipita el pachón objeto contra ella haciendo una espectacular chuza. Ya en el suelo, la sujetamos, le alzamos el faldón y la inyectamos entre todos.

El griterío se extendió por toda la comarca, Eulogia nos amenazaba de cobrar justa venganza, pero no pudo impedir que el espeso y abundante líquido entrara en sus propias nalgas.

Yo no sé si ustedes así lo vieron, A mí después de acabarme la segunda botella de tequila se me reveló bien clarito el espectáculo. Me cae!!!

Gil -

Estuvo muy bonita la despedida me gusto mucho y también la actuación de todos. Gracias Anna por bailar conmigo pues cuando estuvimos cerca y te pude ver y tocar me sentí muy emocionado y perdona si me turbé, es que eres una chica muy bella. Gracias por todo. Carlónimo, gracias por permitirme bailar con tu chica. Saludos a todos y sobre todo a Carmen.

Verónica -

Carlónimo: Muchas gracias por tus comentarios positivos hacia mi persona, trataré de participar más seguido… Cuando me referí a tu desempeño en tareas del hogar, no quise ofenderte bajo ninguna circunstancia… solo me refería a que tienes un rendimiento ideal en cualquier ámbito, y en verdad creo fervientemente que eres muy dedicado a tu trabajo…
Es totalmente cierta la entrega que manejas en cuanto a la relación que llevo con Antónimo, pero, ¿Qué tipo de amor será limitado en esta vida?... La pasión no conoce límites… Prueba de ello, está en el sinfín de sensaciones que nos haces experimentar con las vivencias que compartes con la bellísima Anna… Un aplauso por el nuevo relato… creo que es uno de los más sensuales que nos has referido, nuevamente te agradezco el haberlo compartido… y puedo decir con seguridad, que esa relación jamás va a degradarse por ningún motivo…

Gracias por relatar la súper pachanga que armamos… realmente me divertí mucho, y me convencí finalmente de la alta calidad que todos ustedes tienen, espero que sigamos siendo amigos durante muchos años.

¡Cuánta sensualidad derrochan todos los participantes, me quede en shock!... Y por supuesto, fascinada con el juez Antónimo… Solo te faltó mencionar cuando Eulogia se propuso a inyectarnos a todos, y la fiesta se convirtió por un momento en una batalla campal… fue muy divertido… y ¿que tal la piñata que contenía jeringas, condones, y demás joyas? Y que además tuvimos que romper con los ojos vendados… realmente me reí como nunca…

Hilda: Mil gracias por tus finísimas atenciones… espero que tus cualidades sigan siendo una guía para todos los que te rodeamos… por siempre… y que bella eres…
El detalle de tus “recuerditos” es original, y estupendo…
En psicología existen los famosos “mecanismos de defensa”, donde desplazas e intercambias algunas emociones por otras, como queriendo reducir las consecuencias de un acontecimiento estresante… creo que esa sería la explicación valida de tu reacción ante las inyecciones, pero igual puede ser tan sencillo como una peculiaridad…
Gracias por tu opinión acerca de la intensidad del amor… tienen absoluta razón, de hecho, mi comentario no fue a guisa de reclamo…sino una simple observación casi en broma…

saludos a todos...!!!

Carlónimo -

Al amanecer del domingo nos fuimos a hospedar en Cuernavaca pues requeríamos descansar, pero llegando al hotel, una bella finca de estilo colonial, nos encontramos con que traíamos el deseo retrasado, lo cual dicho llanamente es que no aguantábamos las ganas de amarnos. Así que desnudé a mi preciosa churri y le di una minuciosa repasada a lo largo de su espléndido cuerpo.

Ella estaba igual de caliente que yo, así que me prodigó unos estímulos enloquecedores. Recuerdo haberle pasado la lengua una y otra vez a lo largo de los muslos, el vientre y la vulva, mientras la oía suspirar y jadear estrepitosamente. Después la puse boca abajo y montado a horcajadas le estuve contemplando y acariciando con furor las preciosas nalguitas. El culo de mi churri es fantástico, lo tiene tan espléndido, tan bien formado que me hace dudar pueda existir semejante perfección anatómica.

Me di gusto penetrándole el coñito con los dedos, besando las blanquísimas nalgas, lamiendo el hidratado clítoris que se plegaba al estímulo haciendo que toda ella, presa de un incontrolable escalofrío, vibrara, se retorciera, gritara y me urgiera a penetrarla.

Así que me tendí y con sus nalgas pegadas al vientre, le inserté la tiesa barra en su descontrolada panochita, que lo engulló presurosa y lo talló incesantemente con movimientos descompuestos, salvajes, propios de una voluntad rendida al caprichoso mandato de los sentidos. Fue un coito tan ardiente que me exprimió hasta las más recónditas reservas de semen. Quedé extenuado, tieso, incapaz de moverme. Sujetaba con los labios y lamía la tersa piel de su cuello, emitiendo tan solo descompuestos susurros guturales.

Después de dormir algunas horas, salimos a almorzar y pasamos un rato tirados al sol en el área de la alberca. Mi churri, ataviada con un brevísimo bikini color rosa muy tierno, se entregó a la vehemente acción de mis manos que le fueron aplicando generosas porciones de bloqueador a lo largo de su precioso cuerpo. Fue otro momento de galopante erotismo que concluyó con un ardiente coito anal y vaginal, cuando apenas entrábamos en el cuarto.

Después de ducharnos salimos y regresamos a la Ciudad de México donde pasamos a hacer nuestras compras de víveres para la semana. Como marido y mujer fuimos sopesando las ventajas y desventajas de cada producto y llenamos nuestro carrito con el clásico “mandado” que, al llegar al apartamento, colocamos cuidadosamente en la despensa.

Mi churri preparó una deliciosa merienda de croquetas que saboreamos con una copa de vino tinto, tomamos café y nos fuimos a la cama pues yo debía madrugar para incorporarme el lunes al trabajo. Cuando desperté, mi preciosa güerita ya estaba duchándose porque en la noche decidió visitar algunas boutiques que consultó por Internet. Así que cuando yo terminé de arreglarme, ella ya tenía listo el desayuno con fruta, cereal y ¡huevos a la mexicana!

No nos vimos en todo el día pero a la noche, llegando, le informé que tenía que salir el martes en plan de trabajo a Guanajuato y que, “democráticamente” había decidido que ella me acompañara, Así que muy temprano tomamos carretera y a las 10 de la mañana estábamos en León, donde dejé a mi churri en el hotel y me fui para participar en un congreso. A las 6 de la tarde ya estaba con ella y nos fuimos a caminar para enseñarle los sitios más céntricos de esa agradable ciudad colonial, donde abundan los productos de piel que se fabrican localmente. Está de más decir que mi preciosa Anna estuvo probándose y comprando zapatos, bolsos y chaquetas.

En la noche estuvo modelando la ropa, incluyendo una breve faldita de piel de tipo norteño, con la que me alborotó los sentidos, así que la atraje a mí, la acosté boca abajo sobre mis piernas, deslicé las consabidas prendas y, después de estimularle las dos entradas con ardor, la puse empinada sobre el sofá, le penetré la vagina y, disfrutando la vista de sus preciosas nalguitas que iban y venían acompasadamente, le rocié una espléndida dotación de semen en las entrañas, quedando los dos exhaustos pero felices y tranquilos, así que nos entregamos al descanso.

El martes volví al congreso y mi churri me alcanzó para participar juntos en la ceremonia de clausura y en la espléndida comida que le siguió, donde pude presentarla como mi prometida, recibiendo por ello cálidas felicitaciones y comentarios de que mi amada es una mujer extraordinariamente bella y encantadora.

En la tarde del martes regresamos a la Ciudad de México y, después de tomar un café entre libros y revistas en “El Péndulo” de Polanco, llegamos por fin a nuestro apartamento donde “sin mayor averiguación” nos entregamos muy bien abrazaditos, al descanso.

Y aquí estoy ahora miércoles en “el curro”, muy atento de mis asuntos pero suspirando intermitentemente al recordar a mi amada quien se fue a la biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en Chapultepec, para recopilar algunos textos referidos a las culturas precolombinas, que tiene un gran deseo de conocer.

Hilda -

Hola chicos! qué bien la pasamos el sábado. Carlónimo y Anna me dio mucho gusto haberles abierto mi casa y que se hayan divertido tanto, yo los vi muy contentos a los dos y creo que será un recuerdo muy bonito que tendrán en su vida de casados.

Me dio mucha risa saber todo lo que los chicos le hicieron al pobre de Carlónimo cuando lo estuvieron vistiendo, pobrecito se ve que se divirtieron a sus costillas dándole pellizcos y nalgadas y haciéndole muchas bromas. El detalle de las “chichotas” me hizo reír muchísimo. Y que Anna tuviera que inyectarlo con la jeringa de Eulogia ¿Qué se siente coger y utilizar ese horrible jeringón amiguita, y clavarlo en las nalguitas de tu novio? Debe haberte dado cargo de conciencia.

Nosotras también le pusimos a Anna varias trusas, una tras otra pero con todas se veía muy atractiva no le cubrían lo suficiente y buscábamos otras porque no se trataba de que les diera a los chicos un espectáculo. Por fin encontramos una que era más discreta pero de todas maneras no fue posible evitar el espectáculo porque Anna se veía muy atractiva. Carlónimo lo notó y lo confesó:

“Cuando llegó mi novio el corazón me retumbó de inmediato. A pesar de los bigototes que le colocaron y de estar vestido de trusa larga, camisa, corbata y sombrero de copa, lo ví tan precioso con la cadera tan bien formada, unas piernas espléndidas, el culo amplio y respingado, así como una carita de ángel, que sentí amarlo de todo corazón.”

Todas las actuaciones fueron muy buenas y me sentí muy contenta de estar rodeada de los amigos del blog. Mis respetos para Eulogia por lo bien que baila y por el cuerpo tan bien conservado que tiene.

Querida Vero, te agradezco las ideas que me diste para decorar la Tlacúltetl, pro creo que no le podré poner angelitos ni campanitas. Estoy pensando en acoplarle un pedestal con el siguiente texto: “Tlacúltetl, diosa Azteca de la belleza y del amor sensual. Recuerdo de la boda de Anna y Carlónimo. Asturias, España, agosto 27, 2011” Y remataría tan solo con un pequeño azahar pegado al mismo pedestal ¿Qué te parece? ¿Y a ti, querida Anna, estás de acuerdo?

Vero, no se que decirte de mis reacciones frente al dolor de las inyecciones, es algo que no puedo evitar, como que me desahogo gritando y a veces no se lo que grito. Creo mas bien que tu como psicóloga lo podrías interpretar? Oye también quiero decirte que estás muy guapa, te felicito y felicito a Antónimo. Se ven muy bien los dos y forman muy bonita pareja. De lo que comentaste del amor salvaje, yo creo que Carlónimo está en lo correcto porque el escenario que narró es sensual y acogedor pero acorde a ustedes, porque Antónimo y tú son muy intensos y muy espontáneos pero como que su estigma es la fuerza y no tanto los mimos. Es por eso que se han adaptado y se aman. Bueno esa es mi opinión.

Carmen, Iveth y Gil, qué bueno que se animaron a ir a la despedida y que participaron en todo. Pero me gustaría y a todos nos gustaría mucho que fueran mas participativos y nos cuenten sus impresiones.

Carlónimo -

Querida Vero.

Antes que nada, muchas gracias por tus comentarios en general. Te agradezco que los emitas porque enriquecen el blog, nuestro blog, del que tú ya eres un puntal. En lo personal te extraño mucho cuando no participas.

Ya en concreto, cuando vemos “con el corazón” como dijera Antoine de Saint Exupery, vemos más claro y nos formamos una idea muy precisa de cada quien. En tu caso, de verdad te considero una persona de altos vuelos con un gran talento que se mueve en un extenso rango, el cual no excluye la más fina ironía.

Por eso, cuando dices: “Me complace saber que puedes desempeñar tu trabajo a distancia, y dedicar más tiempo a tu relación, y a tu hogar, se nota que tienes un excelente desenvolvimiento con cualquier tarea.”

Me haces sudar frío y preguntarme si no estarás más bien pensando que me la paso “a todo dar” y que dejo mi trabajo botado. Pero no Vero, te ruego que, al menos como acto de fe o prueba de profunda amistad, me dispenses el beneficio de la duda y me sigas viendo como a un hombre trabajador que vive del producto de su cerebro y de sus manos.

Porque, estoy con mi amada pero no dejo de atender mis asuntos. El mundo es un sitio donde, sin deberla ni temerla, de pronto nos encontramos y en el que debemos ver la forma de servir y ser útiles, pero sin apasionamientos, pues hay que dejar espacio para lo que realmente nos interesa. Que el trabajo no te absorba ni te atrofie la capacidad de pensar y de soñar. Al final no te llevarás más que aquello que realmente disfrutaste en la vida.

http://www.youtube.com/watch?v=aWDiE4BtZCE

En cuanto a lo que dices refiriéndote al amor con Antónimo: “Quizá nuestra forma de amar sea tan intensa que, parece salvaje… pero definitivamente, también tenemos nuestro corazoncito y sentimientos hermosos como cualquier par de amantes… así que no se refieran a nosotros como animales salvajes, no sean gachos jejeje…”

Yo no escribí esas líneas pensando en una relación ajena al corazón. Por el contrario, partí de una preciosa convivencia de sábado por la tarde (de esas tan acogedoras que nos enajenan) plena en lo cultural y en lo humano, la cual desencadena una entrega física sin límites ni prejuicios. Al menos yo pensé en eso y si te hice dudar y te causé la menor ofensa, te ofrezco una sentida disculpa.

Por eso creo fundamental que participen, pues si le dejan a uno solo el peso completo del blog, es fácil que el “feliz elegido”, acostumbrado como está a sentirse solo, empiece a pensar de una manera tan personal y exclusivista, que le baste con entenderse a sí mismo y en eso incuba el riesgo de que su mensaje pierda claridad para los demás.

Queridos amigos todos

En cuanto a la feliz convivencia que tuvimos el sábado, empiezo por agradecerles la cariñosa acogida que nos dispensaron a Anna y a mí.

Hilda: muchísimas gracias por recibirnos en tu casa y hacernos sentir en nuestro propio hogar. Tu trato cariñoso, cada detalle con que nos convidaste, nos hicieron comprobar tu altísima calidad humana.

Y ¡qué imaginativa! Desde que llegamos mi churri y yo a las 12 del día y que no había llegado nadie más, te sobraron recursos para mantenernos de verdad fascinados. La sola visita a tu huerto de frutales nos encantó. Disfrutamos el excelente aroma y el sabor de las guayabas y los mangos, la frescura del ambiente y la relajante cascada natural que adorna tu paradisíaca finca.

Luego nos llevaste a una preciosa terraza panorámica con palapa en la que, degustando un refrescante coctel de bienvenida contemplamos tu agraciada figura. Tu breve vestido de manta bordada, mantilla y sandalias te daban un aire tan atractivo y desenfadado que parecías formar parte de un bello cuadro de Diego Rivera o de Frida Kahlo.

En esas estábamos cuando llegó José Luis, tu novio, un muchacho muy agradable que se sumó a la conversación y nos dio una verdadera cátedra acerca de la preparación de cocteles exóticos.

Después llegaron Vero y Antónimo, ella luciendo una impactante minifalda y él con un traje como de chinaco con paliacate a la cabeza y todo ¡Ah qué mi hermano tan pintoresco! Eso animó la reunión de inmediato.

Iveth y su novio Ramiro causaron igualmente sensación. Los dos muy jóvenes, ella delgadita de cuerpo muy armónico, preciosa. Y él un chavo desinhibido, atlético, que de inmediato hizo buenas migas con todos.

Gil llegó más tarde acompañado ¡de Carmen! Quien no anunció su asistencia, de manera que no la contábamos. Parece que fue accidental el encuentro de ambos porque los dos estaban alojados en el Hotel Playa Bruja y ahí se reconocieron. No sé cuando ocurrió eso pues no dieron mayores detalles pero se veían muy bien integrados. Carmen es una chica de muy buenos modales, tiene rasgos finos y está sumamente guapa. A Gil, pues ya lo conocen, un mocetón fornido, muy bien parecido, algo reservado el “bato”.

Y finalmente… llegó la sensacional Eulogia ¡guapísima, como siempre! Ataviada con un vestidito de lo más vaporoso y coqueto, que dejaba a la vista sus torneados muslos y buena parte de un busto capaz de quitar el hipo a cualquiera. La acompañaba nada menos que Benjamín, el primo de Simón, quien prendado de los encantos de nuestra amiga, no ha perdido contacto con ella.

¡Y se armó la fiesta!

Después de animarnos con unas buenas rondas de tequila, nuestra anfitriona pasó un bote del que cada pareja extrajo un papel conteniendo el reto específico que le correspondía representar.

Así pudimos ver la impecable actuación de Gil conquistando pacientemente a Carmen, haciéndole ver que sus intenciones son por demás honorables. La quisquillosa pretensa lo desairaba una y otra vez hasta que, envalentonado, nuestro amigo la abrazó, se la montó en las piernas y la besó con verdadero ardor, dejándonos a todos impresionados del recio carácter sinaloense. La preciosa Carmen, vapuleada por el desplante de su pretendiente, terminó abrazándolo y besándolo de corazón.

Luego vino el elocuente Antónimo quien en su actuación trataba de convencer a su amada Vero de que no eran ciertos los rumores sobre que lo habían visto con otra chica. Pasó del impulsivo “No les creas” al más equilibrado “mi intención no era esa” y después al esquivo “fue ella quien me…”. Nada convencía a la guapa ofendida quien hacía uso de ingeniosos argumentos para descalificarlo, hasta que Antónimo empezó a “florearla” estratégicamente, le lanzó bellos piropos, le atajó las embestidas con cariñosos mimos y “la convenció” de que es un varón de conducta intachable, digno de todo crédito. En su estilo por demás desenfadado, terminaron la actuación trenzados en un ardiente faje, por más que Vero quiera disfrazarlo con subterfugios.

A Iveth y Ramiro les correspondió la inversa. Según el antecedente, la preciosa chica había sido sorprendida “in fraganti” descendiendo del coche de un apuesto chico ¡Vaya refriega y vaya recursos los de Iveth para desactivar cada uno de los cargos que le hiciera su airado novio! ¿De dónde vienes? Pues de misa. Eso es lo de menos, me refiero al chico que te acompañaba ¡No te preocupes, él es el cura! ¿Te estás burlando de mí? ¡Para nada! No seas antiguo y mal pensado, no hemos hecho otra cosa que rezar ¡¿Y con esa faldita que llevas puesta?! Él no es prejuicioso como tú… Con ingeniosas salidas de ese talante lo fue convenciendo de que debe ver la vida con una mentalidad más limpia y mayor seguridad en sí mismo ya que es el hombre a quien ella ama. El final fue de lo más ardiente, un agarrón fenomenal ¡quién los viera tan modositos al principio!

La trama que les tocó a Hilda y José Luis fue de verdad ardiente. Él se había enterado de que a ella la inyectaba un apuesto paramédico y, lleno de celos, le reclamaba. La preciosa Hilda lo escuchaba con atención y cruzaba la pierna mostrándole los encantos de que está espléndidamente dotada. Al pobre José Luis se le revolvían las ideas y ya no recordaba el motivo de su vehemente queja. En un momento estelar de la pieza, Hilda se le montó boca abajo en las piernas diciéndole. Bueno ¿el problema es que tuve que inyectarme? Pues si hubieras estado tú presente no hubiera tenido que recurrir a extraños. Y alzándose la faldita ella misma hasta el inicio de las bien dotadas nalgas, le decía con una voz de lo más sensual: “Inyéctame tú cariño, anda hazlo que lo estoy deseando”. José Luis, sumamente turbado miró la espléndida humanidad de su novia y nos miró a todos con rostro desencajado, para terminar cubriéndole las piernas a su amada. La estruendosa carcajada no se hizo esperar.

Eulogia y Benjamín representaron una pieza no menos sensual conforme a la cual ella trataba de conquistar al paramédico que por azares del destino tenía que inyectarla. Nuestra amiga la preciosa Eulogia, sobrada de recursos empezó sentándose en las piernas del enfermero para cargar ella misma la jeringa, mientras se tallaba en él y lo excitaba con eróticas quejas. Ya acostada en sus piernas lo retaba a que le descubriera las nalgas. El pobre Benjamín reía nerviosamente y terminó diciéndole que la inyectaría después en privado.

Finalmente, a mi churri le tocó enfrentar el reto de ser una competente enfermera que debe inyectar a un hombre (yo) sumamente tímido a quien le aterra tener que desnudarse el trasero enfrente de ella ¡No, ya le dije que no hay pastillas para ese mal, debo inyectarlo! No ¡tampoco! No hay aquí ningún paramédico varón que lo atienda y el medicamento debe ser aplicado ya, urgentemente! Si lo que le preocupa es desnudarse el culo usted mismo, pues sólo acuéstese, que yo se lo desnudo. No, ¡déjese de tonterías! No puedo aplicársela por encima del pantalón. Tiene que descubrirse la nalga ¡Entiéndalo! Bueno, así de ladito para que no lo vea nadie más. A ver, suéltese el cinturón. Que no señor mío, tampoco puedo inyectarlo por encima de los calzones ¡Ala! Déjeme bajárselos, usted nada más cierre los ojos y no se entera de nada. Bueno, pues si no se deja tendré que inyectarlo como a un crío ¡a la fuerza! Y montándome en sus piernas ¡zas! Mientras el pobre paciente (yo mismo) pataleaba y le gritaba: señorita, por favor, no me mire las nalgas…

Pasamos un rato excelente. Ya después nos sentamos otra vez en la terraza y disfrutamos una nueva ronda de tequilas, terminada la cual ya estaba dispuesta la mesa para disfrutar las viandas a manera de buffet. Todo estuvo delicioso: birria, flautas de tinga deshebrada, mixiotes, nopales asados, guacamole, dulces mexicanos. El café de olla lo saboreamos en el jardín muy cerca de la cascada ¡vaya sitio tan espectacular!

Después de una muy participativa conversación en la que pudimos conocernos e integrarnos más, Hilda anunció que se procedería a vestir a los novios para celebrar después la boda. Y se formaron los grupos: de hombres y de mujeres. Ellas se encargaron del novio (o sea, de mi güerita) y ellos de la novia (o sea de mí).

Huelga decir el barullo que se armó. A mí me probaron varias pantys haciendo que las modelara. Me gritaban: ¡pero saca las nalgas pues se te ven muy chatas! ¡Camina con gracia, pareces escoba vestida! Los pellizcos y las estruendosas palmadas en los glúteos fueron innumerables, me dejaron las dos nalgas como tomates.

La selección del brassiere fue todavía más animada porque querían dotarme de unas tetas verdaderamente excitantes. Decían que para contentar al novio. Total, con 5 kilos de estopa en cada copa salí luciendo unas “chichotas” de vedete de carpa de segunda. Luego me pusieron tan solo una faldita mínima muy bien acinturada y una blusa con escote fenomenal. Me pintaron los labios, me agregaron unas pestañotas como de diez centímetros de largo, peluca rubia y me pintaron un tatuaje de jeringa en el muslo derecho. Así salí a esperar a mi novio frente a la mesa del juzgado, encabezada por el Honorable Juez Antónimo.

Cuando llegó mi novio el corazón me retumbó de inmediato. A pesar de los bigototes que le colocaron y de estar vestido de trusa larga, camisa, corbata y sombrero de copa, lo ví tan precioso con la cadera tan bien formada, unas piernas espléndidas, el culo amplio y respingado, así como una carita de ángel, que sentí amarlo de todo corazón.

El juez nos pidió tomarnos de la mano y empezó su concienzudo interrogatorio.

Señor novio.

¿Promete usted tratar a la novia con toda consideración, permitiéndole levantarse a la hora que quiera y gastar todo el dinero que le venga en gana?

¿Está usted dispuesto a satisfacerle todos sus caprichos y a permitirle salir con amigos y pretendientes?

¿Está usted de acuerdo en que no haga nada?


Señorita novia

¿Promete usted que el novio tenga la libertad de participar en todo tipo de parrandas, borracheras y francachelas a su entero antojo, cada vez que a él le plazca?

¿Le ofrecerá usted los auxilios necesarios para curarse la terrible cruda?

¿Le ofrecerá todo el sexo que él demande sin importar la hora y las condiciones en que se encuentre?

Si están de acuerdo en los términos, firmen por favor el acta de matrimonio. Los declaro marido y mujer para siempre.

¡Bravo! ¡hurra! ¡que vivan los novios.

Y después del significativo brindis… La ansiada Luna de Miel.

Nos llevaron a la recámara donde el esposo desvirgaría a la esposa. Después de un breve titubeo, mi preciosa churri se acostó y me hizo la seña de que me subiera encima de ella. Hecho esto me empezó a besar y acariciaba con ternura mis piernas y nalgas. Luego se incorporó, me puso en cuatro patas y sentí sus manitas en mi cadera preparando la penetración rectal. Después me jaló hacia sí y pegando su pubis a mis nalgas hizo el ademán de que me penetraba y me bombeaba el culo. Finalmente, me hizo caer de bruces, se tumbó encima de mí y permanecimos en actitud de encontrarnos jadeantes, exhaustos. Se oyeron aplausos y estruendosas risotadas.

Mi preciosa Anna concluyó diciendo con voz grave: “Servidos jóvenes, ya he desvirgado a mi novia”.

Cuando intentábamos retirarnos, Eulogia inició un griterío obstinado: ¡Que la inyecte, que la inyecte, que la inyecte, que la inyecte!

Y entregándole a Anna su espantosa jeringa cargada con agua bidestilada, me montaron sobre las piernas de mi güerita quien, presionada por las circunstancias, me deslizó la panty descubriendo la mitad de mi glúteo derecho, me desinfectó el cachete y sentí la rudísima aguja que no terminaba de atravesar mi indefensa carne ¡qué espantoso instrumento de tortura! Hasta los ojos me lloraron. La entrada del líquido fue lo de menos. Una vez masajeado el culo y alzada la pequeña panty, traté de incorporarme y ya no pude caminar normalmente. Salí de la habitación cojeando, sujeto del brazo de mi amada.

Terminado el protocolo, habiendo evadido los incesantes gritos de: ¡que inyecten al novio, que inyecten al novio! Hilda nos asignó a mi churri y a mí una recámara con baño, donde nos duchamos, nos vestimos y por fin pudimos incorporarnos a la reunión plácidamente. Eran cerca de las 11 de la noche.

Después volvimos al jardín donde encendimos una bella hoguera y a la luz del refulgente fuego nuestra querida Eulogia nos deleitó bosquejando la Danza de los Once Velos, de la que ha logrado un buen dominio y la interpreta con mucha gracia. Fue una escena sensual en la que nuestra querida amiga hizo gala de su atractivo cuerpo ¡Está muy bien conservada la chava! Enhorabuena Eulogia, que te mantengas así de bella, por muchos años.

Después vino en momento también súper estelar: el erótico “Can Can” interpretado por todas las chavas ¡Guau! Cuando se alzaron el vestido: ¡Excelsas, preciosas! Los hombres llegamos al éxtasis.

http://www.youtube.com/watch?v=G32Pnnzvnhk&feature=related
Entramos a la casa y nuestro querido Gil estuvo dirigiendo el baile estilo Sinaloa. Bailó tres polcas con mi güerita y luego dirigió al grupo para lograr más o menos la coreografía de su tierra.

http://youtu.be/5xOHgJbNJJM

Eran las 3 de la mañana cuando llegó el mariachi. Y a darle…

Todos unimos nuestras voces cantando “a grito pelón”. Estábamos felices de habernos reunido. Nos abrazábamos y nos dábamos cumplidas gracias por todo: por haber coincidido, por tenernos confianza, por querer disfrutar juntos, por ser como somos cada uno…

Estos son los recuerdos generales que tengo de la hermosa fiesta de despedida que, por iniciativa de nuestra querida Hilda, nos organizaron a mi churri y a mí, el pasado sábado 16 de julio, en Cuernavaca ¡A 6 semanas de la boda, que se celebrará en Asturias!

Quedo en espera de sus valiosas aportaciones y comentarios.

Verónica -

Hola chavas y chavos:

Me ausenté varios días porque tengo mucho trabajo, y algunos problemillas, que la verdad me están absorbiendo a tiempo completo, pero sigo leyendo y lo seguiré haciendo…

Anna y Carlónimo: Nuevamente los felicito, y les auguro un futuro y vida en pareja lleno de armonía y mucha felicidad. Me alegra mucho que les haya resultado satisfactorio probar la vida en pareja, ya que es reconfortante saber que hay chispa, que pueden adaptarse y convivir tan dulcemente en las tareas hogareñas, y de otras índoles no menos importantes. Espero que jamás caigan en la rutina, realmente lo dudo mucho, ya que con el éxito que ustedes han manejado a lo largo de sus vidas, iniciarán este nuevo y hermoso capítulo de sus vidas… Ah, y no quiero ni pensar en la cantidad de inyecciones que habrá en su bello lecho…

Carlónimo: Me complace saber que puedes desempeñar tu trabajo a distancia, y dedicar más tiempo a tu relación, y a tu hogar, se nota que tienes un excelente desenvolvimiento con cualquier tarea.
Mil gracias por relatar con tanto detalle la bella convivencia que pasé con Antónimo el fin de semana… parece que nos estabas espiando de tan atinado que resulta… En efecto, Disfrutamos aquéllos museos, y claro, comentamos cada una de las obras artísticas con bastante entusiasmo, su inteligencia es asombrosa, sus conversaciones son cada vez más interesantes, y admirables, no hay día en que me llene de admiración ante él. Su incesante actividad en el retozo sexual es aun más digna de admirar, definitivamente el conoce cada una de las zonas erógenas, y sabe utilizarlas de forma fantástica (y las que no son erógenas, él las convierte en ello)… Quizá nuestra forma de amar sea tan intensa que, parece salvaje… pero definitivamente, también tenemos nuestro corazoncito y sentimientos hermosos como cualquier par de amantes… así que no se refieran a nosotros como animales salvajes, no sean gachos jejeje…

Anna: Mil gracias por compartirnos semejantes relatos tan eróticos… quien te viera, mujer, definitivamente escribes muy bien… Y un aplauso por la serenidad con la que estás manejando todo, realmente es admirable que no te hayas convertido en un manojo de nervios, ya sabes, se acerca uno de los días más importantes de tu vida… Felicidades nuevamente, linda..

Antónimo: Gracias por recibirme con las piernas abiertas…. Digo brazos abiertos jeje…Ya contaré con mayor detenimiento algunas vivencias que ocurrieron aquel dia…
En cuanto a tu insistencia acerca del artículo, vamos ya estamos todos de acuerdo en que la inteligencia es necesaria en cierta medida, mas se desacredita cualquier competencia al respecto en una pareja…
El artículo nuevo que compartiste es realmente interesante, es cierto que no hay igual para una mujer, que sentirse independiente, pero una cosa es ser autosuficiente, y otra muy diferente es no tener ni un ápice de fibras sensibles para disfrutar un amor tan bello. Una cosa es un esposo mandilón, o controlador y otra muy distinta es alguien que ame y consienta a la mujer como se merece, por lo tanto, yo opino que una mujer si puede ser todas esas cosas al mismo tiempo: exitosa y sensible… Los ejemplos que pusiste me hicieron estallar de risa… jaja que bárbaro, por eso me encantas, ¿sabes? Eso jamás va a ocurrir con esa pareja

Hilda: Espero sinceramente que pronto te alivianes en todos los aspectos, y ojalá nos puedas referir algunos relatos más de tus encuentros con el médico… ¡Qué bárbara!, tu forma de enfrentar el dolor de los medicamentos resulta interesantísima… jaja… después de todo resulta hasta sensual la forma de expresarte… Eres una persona admirable en todo sentido, no solo por todo lo que nos has compartido, se nota además la calidad de tus detalles enfocados a ayudar a los demás siempre, lo veo reflejado en la planeación que estas efectuando, y que, seguramente será un rotundo éxito… Te sugiero visitar lugares de manualidades como “fantasías miguel”, resulta algo más económico para los “recuerdos”, que mandar hacer algo… hay desde campanitas de cristal hermosas, hasta pequeños ángeles de distintos materiales.

Quizá llegue algo tarde a la despedida...nos vemos!!!

Carlónimo -

De acuerdo Gil, le doy sólo poquitas nalgadas ¡Qué bueno que estarás con nosotros mañana!

Les cuento rápidamente. Hoy estuvo mejor el clima en la Ciudad de México ¡tuvimos horas de sol! Así que en la mañana me llevé a mi güerita a Xochimilco ¡fue precioso! Para los que son de México (casi todos por lo que me parece) no es necesario describir el sitio. Para los que no conocen, agregué un link de fotos al final.

El caso es que después de visitar la vendimia de flores y de comprar algunas variedades que a mi churri le encantaron y que quiere poner en casa, fuimos a los puestos de artesanías y curiosidades, donde vimos unas figuritas que son réplica de la Tlacúltetl, o sea la diosa Azteca de la belleza y del amor sensual. A mi asturianita le encantaron y quiere ponerlas en las mesas de boda para los invitados.
Así pues, querida Hilda, aprovechando tu amable ofrecimiento de ayuda ¿te podríamos pedir que las complementes con alguna decoración alusiva a la boda? Te las llevo mañana a Cuernavaca.

Ya luego subimos a una trajinera y disfrutamos el paseo por el canal contemplando las chinampas repletas de flores, comiendo taquitos de barbacoa, quesadillas y nopalitos, bebiendo tequila y cantando con el mariachi que nos acompañó al lado, en su propia trajinera. Mi churri, ataviada con una minifalda color blanco que se le veía encantadora, estaba feliz, sobre todo por el ambiente mexicano que tanto le gusta.

Tuvimos que correr al final porque ya venía la lluvia, así que regresamos temprano a casa donde disfrutamos una intensa jornada de amor que ya les relataré luego, si es que no se me adelanta mi prometida y les cuenta ella misma.

Un abrazo a todos ¡Nos vemos mañana a las 12 en Cuernavaca!

http://www.google.com.mx/search?q=fotos+de+xochimilco&hl=es&biw=1024&bih=462&prmd=ivns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=oXYgTt3WI8TdgQfvloDkBQ&ved=0CBoQsAQ

Gil -

Hola Anna, si voy a la despedida. Cómo estás tu de salud? Tendre el gusto de verte mañana, cuando no estas te extraño mucho. Carlónimo, cuidame a la güerita, no le des nalgadas muy fuertes, o bueno solo poquitas. Me gustaron mucho los dos últimos relatos son muy eróticos.

Carlónimo -

Gracias Paty, descuida, que no me olvido.

Venir con mi preciosa Anna en el avión con rumbo a México me hizo sentir muy feliz, sobre todo al saber que estamos comprometidos y que pronto será mi esposa.

Viendo el monitor que señalaba la posición exacta del avión, muy cercana a Cuba, me percaté de que mi güerita dormitaba. Se veía muy linda, relajada. Apretaba mi mano con mucha ternura.

Admiré su bello rostro, me embebí en su armonioso cuerpo y le murmuré suavemente al oído: ¿acaso duermes, cariño?

Trato, mi amor, pero no puedo, estoy contenta de venir aquí contigo.

Nos miramos fijamente, sonreímos, nos abrazamos, juntamos una y otra vez nuestros labios, no cesábamos de tocarnos.

La azafata anunció: En breves minutos aterrizaremos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. El Capitán Mario Gutiérrez, a nombre de la tripulación y de AeroMéxico, les agradece su preferencia. La temperatura: 20 grados centígrados al exterior, cielo nublado y lluvia.

El taxi nos dejó a la puerta del edificio. Entramos, tomamos el ascensor y llegamos por fin a nuestro departamento. Ha sido un día lluvioso, oscuro, perfecto para el amor y la intimidad.

Después de darnos un duchazo nos pusimos el pijama y a poco reposábamos metidos en cama.

Hermosos momentos, de los que después se comenta: ¿recuerdas? fue la primera vez que realizamos juntos un viaje trasatlántico…

Me recreaba mirándote, tenías el rostro radiante. Eran las 5 de la tarde en México; la media noche para nosotros que traíamos el reloj y el pulso de España. Queríamos seguirnos viendo, deseábamos hablarnos, tocarnos, amarnos…

Entre murmullos y el chasquido de apasionados besos recorrí tu espalda, piernas, nalgas, te puse transversal boca abajo en mis piernas. Deslicé mis manos por tus cachetes sintiendo que me derretía de placer mientras tú te estremecías voluptuosamente.

¿Apeteces unas nalgadas? Tu respuesta “mmmmmmmm” me animó y te dí el primer palmetazo que te hizo apretar los puños y enjutar el culito sensualmente. La huella de mi mano apareció muy roja en tu pálido cachete izquierdo.

¿Estás bien?

¡Mmm mmm!

¡Splash, splash, splash!

¿Cómo te sientes, mi niña?

Bien, un poco más, dame más, amor…

¡Splash, splash, splash, splash, splash!

¡Espera, ya no! Carlónimo, me arde, espera un poco.

La vagina te llora, mi vida, estás excitada ¿te gusta? Vamos a estimularla, así, preciosa… Así, despacito, mis dedos ya resbalan al interior de la vulva, se deslizan suavecito a profundidad ¿estás a gusto?

¡Más nalgadas, Carlónimo, más!

¡Splash, splash, splash, splash!

¿Así es suficiente, mi amor? ya tienes las nalguitas muy rojas y calientes…

Un poco más, me gusta mucho.

¡Splash, splash, splash!

¡Ya no! Ahora me arde demasiado…

Entonces seguimos acariciando la vulva. Separa un poco las piernas, siente mis dedos cómo resbalan, cómo traspasan el estrecho umbral del placer.

Ahora lo combinamos con estimulación anal ¿Te gusta, preciosa?

Me encanta ¡aah, aah, aah! Pero dame más nalgadas.

No, mi vida, ya no te doy más nalgadas. Disfruta mis dedos en tu coñito y en tu vagina ¡Qué preciosos hoyitos, los tienes deliciosos, estrechísimos.

Otra nalgada, Carlónimo, por favor, la última.

¡Splash, splash!

!Ay, mi amor! Me duele, pero me gusta.

Mi pene te gustará más. Ponte así con el culito al aire muy bien empinado. Tengo el pito inmenso, rebosante, ya no lo aguanto. Te lo introduzco en la vagina y acaricio tus rojas nalguitas.

Así, ya entró el glande… ¿sientes cómo embute?

Sí, así, así, mi amor, tállame, me gusta, me enciende, así… ¡Me llevas a la cima!

Ya viene la erupción, mi churri ¡Aaaaaaah!

¡Qué rico, aviéntame todo tu esperma… Aaaaaaah!

Ya tranquilos, te apliqué en el culito una crema refrescante. Lentamente… Te admiré puesta en pompa, hasta que el rubor de tus nalguitas se fue disipando.

http://www.youtube.com/watch?v=pjSQpko3Ndg&feature=relmfu

Paty -

Yo también quiero ir a la despedida de solteros. Carlónimo me debes un relato, yo sigo leyendo pero no te olvides de mi.

Carlónimo -

“Me encanta darte tus nalgadas mi amor, sentir tus nalgas y golpearlas suavamente, tu también puedes hacerlo conmigo mi amor, pero que no me duela mucho mi churri. Te amo.”

Es un ámbito de placer en el que, confieso, yo no había entrado; mi churri ha sido pionera para mí en muchos aspectos.

Me encantó que me dieras nalgadas, mi vida, sentía el culo muy caliente y estaba muy excitado.

Me hiciste gozar y me gustaría intentar esa variante de placer en tus nalguitas. Claro, sin que te duela mucho, vida mía.

Mañana jueves, mi churri y yo llegaremos a México alrededor de las 3 de la tarde (hora local).

Tendremos la despedida el sábado ¡qué gusto estar con todos ustedes! Creo que la vamos a pasar muy bien. Hilda, muchas gracias por tu hospitalidad y por todas tus atenciones.

Vero, Paty, Iveth, Ángela, Maribel, Kata, Carmen, Eulogia, Gil, Antónimo, Simón, Silvia, y todos los que han entrado al blog, todos, están invitados y los esperamos el sábado en Cuernavaca, el domicilio ya lo proporcionó Hilda.

Si no me equivoco, mi amor, tienes la posibilidad de estar en mi patria querida hasta fin de mes y ya tengo muchos planes para aprovechar esos días a tu lado. El 28 viajaremos de nuevo a España para la degustación en Cangas de Onis, que está programada para el día 30.

Querido Antónimo, muy buenos tus comentarios ¡Por supuesto que mi preciosa Anna tiene muy bien armonizados sus ámbitos profesional y pasional! Esta vez coincido contigo plenamente.

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Supositorios con estimulación vaginal… ¡súper!

Y luego eso de que:

“Me encanta darte tus nalgadas mi amor, sentir tus nalgas y golpearlas” ¡Guau! Pero, además:

“Gracias por cada plato que has preparado para mi, cocinas delicioso. He aprendido un poco, pero tendrás que enseñarme a hacer las cosas que te gustan, mi amor, quiero hacerte tus platos favoritos cuando estemos casados.

Suena bien… Y es que ¡miren! Lo que escribió la Yazmín Alessandrini justamente hoy. Bajo el título “Me asfixia que mi hombre sea tan atento”.

Ella dice: “Son muchas las mujeres que con la tan traída y llevada liberación femenina se han vuelto incapaces de poder disfrutar la compañía de un hombre que nació con el chip de la atención hacia ellas”.

Y agrega la chava que: “es muy frecuente escuchar por todas partes frases como ¡yo puedo sola! Y ¡no estoy manca! Entre muchas más. “Y es que parte de esa autosuficiencia exacerbada de estas féminas por el desear ser liberales, exitosas e independientes, no les permite dejarse llevar por su naturaleza para ser apapachadas y consentidas por sus novios o esposos. Detalles como un desayuno en la cama, masajito en los pies, besitos y un interminable catálogo de tiernas caricias, son lujos que ellas no se pueden permitir”

Yo me pregunto, dice la Yazmín, “¿en qué momento surgió esa rivalidad entre las mujeres triunfadoras, ejecutivas e independientes, con las apasionadas, cariñosas y sensibles? ¿Acaso no pueden ser todas esas cosas al mismo tiempo?”

Y concluye: “Todo eso, se los digo con sinceridad, provoca que me ponga totalmente del lado de los chicos, porque debe ser muy frustrante para un hombre que éste quiera compartir cotidianamente todos esos pequeños grandes momentos con su mujercita y que esta lo censure bajo el argumento de que aquellos detalles son exclusivos para las amas de casa y que al aceptarlos se denigraría su condición de dama poderosa”

Y recomienda enfáticamente: “Chicos, piénsenlo bien. Si ustedes son de esos que tienen el espíritu de servicio para su pareja a flor de piel, desparramando miel y detalles a más no poder, con seguridad no podrán durar mucho tiempo al lado de alguien que no desea ser atendida, mimada, consentida y ¡correctamente amada!”

Nada más imagínense que Anna le dijera a Carlónimo: A mí tus pinches tacos y tus frijoles de la olla ¡puras habas! Yo mejor pido una pizza o me preparo un guisado yo misma. Y ¡nada de que me vas a poner el supositorio! Y menos que me bajes tú mismo las enaguas ¿Qué acaso yo no puedo? Y no seas morboso.

Debe ser muy feo tratar con una chava así, por muy triunfadora que sea. Si de lo que se trata es de vivir bien, no de conseguir autógrafos.

Viendo esto, pues no tengo más que felicitarte, mi hermano, pues no obstante que Anna trabaja y, como dices, tiene un alto celo profesional, parece no confundir demasiado las cosas ¡Enhorabuena, cuñada!

¿Ya me anotaron para la despedida?

Anna -

La fiesta de despedida de Almudena fue una grata sorpresa para mi, fue un hermoso detalle y lo hemos pasado muy bien. Voy a echarlos de menos pero vendremos a menudo y los veremos.

Cuando mi amado y yo hemos llegado a mi piso, le recordé que tenía que ponerme el supositorio y en seguida se ofreció para ayudarme a bajar la falda y la panty, puso unas almohadas sobre la cama y me acomodé sobre ellas con las nalgas en pompa, él separó mis nalgas, me acarició el area rectal y la vagina, siguió por unos momentos en la vagina, luego insertó el supositorio y con la otra mano siguió estimulando mi vagina. Me estaba llevando al cielo y no pude aguantar más, me pidió que yo insertara su pene en mi vagina, y eso fué lo más delicioso, sentirlo dentro de mi, sentir que invadía mi cuerpo, sentir que eramos uno solo y por último sentir un placer inmenso cada vez que me tallaba con su pene, hasta llegar a un orgasmo maravilloso. ¡Ay amor mío! ¡Cuánto te amo! Me encanta darte tus nalgadas mi amor, sentir tus nalgas y golpearlas suavamente, tu también puedes hacerlo conmigo mi amor, pero que no me duela mucho mi churri. Te amo.

Gracias por cada plato que has preparado para mi, cocinas delicioso. He aprendido un poco, pero tendrás que enseñarme a hacer las cosas que te gustan, mi amor, quiero hacerte tus platos favoritos cuando estemos casados.

Chicos: Estamos listos para la despedida, y os lo agradecemos mucho. Estoy deseando que llegue el día.

Hilda: Muchas gracias por tu ayuda, ya he visto algunas cosas de la boda pero no lo he visto todo. Eso que has mencionado de los detalles que se regalan a los invitados, aquí no se acostumbra hacerlo pero me gustaría hacerlo y me encantaria dar algo de México. ¿Me podrías ayudar con eso?

Querido Eulogía: Me ha dado mucha ilusión saber que estarás en la despedida y en la boda, estoy segura que no tendremos ningún problema y que nos llevaremos bien.

Querido Simón: Te echo de menos. No se si te apetezca asistir a la boda, pero quiero que te sientas invitado y quiero decirte que me encataría que tu y Silvia os acompañaran a la boda, sabes que te estimo y sería estupendo saber que estarás ahí. Si no te apetece asistir o no puedes, no te preocupes, ya te contaremos todo y te seguiré teniendo el mismo cariño de siempre, ¿vale? Saludos a Silvia.

Iveth -

Hola chicos, yo les confirmo mi asistencia a la despedida. Tendré gusto de participar en los juegos.

Carlónimo -

Hola Carlónimo, soy Almudena ¿me recuerdas? Supongo que Anna está en la oficina ¡Sí, estoy bien! ¿Tú cómo estás? ¡Ala! Se nota que disfrutáis…

Te he buscado porque quiero celebrar una reunión en mi casa. Pero quiero que sea una sorpresa para Anna. Pues sí, sería mañana sábado ¿cómo ves? ¡Magnífico! Anota la dirección para que lleguéis pero sin decirle nada a ella. Claro, estarán Julio, Pilar, Jorge y algunos amigos más. Ya compré todo… bueno está bien que compréis vino.

No, mi vida, he querido venir aquí porque me gusta el rumbo. Oye ¿sabes una cosa? estás preciosa ¡me enamoras!

¡Mmmmmmmmm, qué rico! Espera… mmmmmmm, qué rico besas… ¿Cómo dices… por aquí vive Almudena? ¿Por qué no pasamos a saludarla? Anda anímate, llámale y si está de acuerdo pasamos un rato a verla.

¡Sorpresa! ¿Cómo? ¡ala, estáis aquí todos!

Si Anna ¿no te da gusto vernos?

Por supuesto… Carlónimo ¿tú lo sabías?

Anda, pasen ¿qué les sirvo?

Así que estáis en vía de casaros ¡Venga, qué emoción! Bueno y… ¿ya tenéis todo listo? Digo, que en estos casos pues que el salón, la iglesia, el vestido, la cena… ¡vaya jaleo!

Y qué han dicho tus padres, Anna ¿están contentos? Cómo no, sobre todo que será en Asturias ¿El Castillo de San Cucao? Enhorabuena ¡creo que lo disfrutaremos todos!

Lucís muy bien los dos, voy a tomaros unas fotos. Así primero de pie, ahora bésense ¡guau! El novio cargando a la novia, ahora con ella en las piernas ¡Formáis bonita pareja! ¿Se atreverían acostados? Eso… pero abrázalo Anna ¡así, perfecto!

Un brindis por ellos

Hombre, pues yo os deseo lo mejor y que os entendáis muy bien y que… bueno que… pues eso, que os deis gusto también en la intimidad, como se debe!

Sabiendo la forma en que os habéis conocido, a mí me gustaría que nos compartierais vuestra experiencia. Cómo es que a distancia se puede conocer a alguien y decidir que es la persona con quien se va a pasar la vida ¡Venga, que lo vuestro me emociona!

A mí me hace ilusión que os caséis pero te voy a echar mucho de menos Anna, porque tú eres la mejor amiga que tengo ¡snif, snif! (se abrazan y lloran juntas).

Vamos, que yo no soy tan sensible, pero lo que sí te digo Carlónimo, es que te llevas a esta mujer tan cariñosa a la que todos aquí adoramos y que la vamos a echar de menos. Espero que, como lo habéis prometido, vengáis a Madrid con frecuencia.

Y que vosotros vayáis a México, nuestra casa será también vuestra. Carlónimo y yo los queremos mucho y desde ahora ya los echamos de menos. Así que… ¡venga! Nos vemos aquí y los esperamos también en México.

Les agradezco todas sus atenciones y sus palabras cariñosas. Como mi preciosa Anna les ha dicho: nuestra casa es la de ustedes. Estaremos muy contentos de recibirlos.

Mi amor, Almudena y tus amigos han sido muy amables, en verdad los quiero y deseo que nos visiten en México ¡Ah, espera! Te la bajo yo.

Sí Carlónimo, ellos han sido pare de mi vida aquí en Madrid y siento mucho dejarlos, me gustaría que… !uuhmmmmmmm! mi Carlónimo, me encanta que me pongas los supositorios en esta forma, como sólo tú sabes hacerlo ¡qué rico! Tállame, tállame más, amor… Así, así, mi vida.

Mi preciosa Anna, me fascinas, tu culito es y será sólo mío, para siempre ¿Te gusta la aplicación así, con estímulo vaginal?

¡Aaah! Delicioso… Mi amor, me estoy excitando demasiado y no quiero…

Ya encanto ¡venga! A mis brazos, preciosa ¿cómo quieres que lo hagamos? Ah! qué rico, así en la forma tradicional me gusta mucho ¡mmmm qué ricos labios! ¿Te he dicho que tienes una boquita muy maja? Esa expresión como de sorpresa y duda me fascina ¡mmmm, mmmm, mmmm! Y estas orejitas tun suaves, las mejillas tan tiernas, el cuellito ¡mmmm!

Carlónimo ¡tus besos me excitan demasiado!

Adentro, acomódate mi pene en la vagina, tu solita. Así ¡Aaah, qué rico, mi vida! Tu cuellito ¡mmmm!

Mi Carlónimo, tu espalda, tus brazos, tus nalgas ¡cómo te quiero! Tus nalguitas están un poco frías, les damos palmaditas, así, mi niño, te nalgueo por portarte mal ¡así, así! ¿te duelen mis nalgadas? ¡Aaah! Carlónimo ¡cómo me gustas!

Anna, mi vida, mi encanto, mi churri, deliciosa. La estrechez y la suavidad de tu vulva… Mi asturianita, eres tú, mi maja, la mujer que adoro, la que está en mis brazos, para siempre ¡para toda la vida! Tú eres la mujer que yo amo ¡te quiero, me encantas, me enloqueces, Anna, Anna, Anna!

Carlónimo ¡mi vida! Tus nalgas, las deseo, te deseo a ti todo. Igual ¡para toda la vida! ¡Aaah, aaah, aaah, aaah…!

¡Anna, mi amor!

¡Carlónimo, mi vida!

¡Me vengo!

¡Me chorreo!

¡Te inundo!

¡Lléname, embúteme, aaah, aaah…!

Mi asturiana…

Mi mexicano…

¡Viva España!

¡Viva México!

¡Que viva nuestro amor… eternamente!

Carlónimo -

Ella es como el mar, el imponente Cantábrico que eleva sus blancas orlas majestuoso.

Esas orlas de espuma, ese andar garboso, la curva silueta del oleaje, la redondez de sus caderas, la soberbia de sus marejadas, el giro y altivez de su cabeza…

Orgulloso… viene a lamer mis pies sobre la arena. Radiante… se aproxima a que la acueste sobre mis piernas.

Penetro con mis manos el oleaje. Hago descender su ajustado pantalón y la diminuta panty.

Me solazo con el movimiento del agua. Disfruto la blancura y arrogancia de sus nalgas.

Así tengo a mi churri, momentos antes de salir al trabajo: concentrada en lo suyo; reflexiva en torno a sus responsabilidades profesionales.

Si acaso un breve comentario en cuestiones empresariales. El amor repliega sus más tiernas manifestaciones.

Separo sus nalguitas, hinco la punta del supositorio en el sensible remolinito rectal; la deslizo poco a poco en profundidad.

Ella se estremece. Cerrando los ojitos me regala un sensual: cariño, no sabes cómo lo disfruto y te lo agradezco.

Mira el reloj y hace un esfuerzo por levantarse. Extraigo mi dedo sintiendo cómo resbala por el estrechísimo reducto que lo oprime deliciosamente.

Se pone de espalda para que yo mismo le eleve la panty, la acomode y le ajuste todo el vestuario.

Siento el pene tieso, me pongo de pie y al besarla se lo restriego sugerentemente en el pubis.

Hoy en la noche, mi vida, en la noche… es su respuesta.

La veo salir bamboleante, con el culito bien ceñido, despertando las más ardientes pasiones.

Así transcurren los días: del erotismo al cumplimiento de las responsabilidades profesionales.

Nos amamos con euforia cada noche.

Ella tiene una gran pasión por su trabajo. En ocasiones la veo ensimismada, pero en México tendrá también un nuevo horizonte profesional.

http://www.youtube.com/watch?v=Pu-0IzEoDJo&feature=related

Carlónimo -

Querida Hilda, tienes razón en cuanto a la cercanía de la boda ¡faltan tan sólo 7 semanas! Y no sé si mi güerita ha podido ver todos esos detalles. Te agradezco infinitamente tu iniciativa, estoy seguro de que mi churri tiene en ti un valioso apoyo. Respecto a mi valet ¡afirmativo! Ya Antónimo se ofreció a estar conmigo para ayudarme en lo personal.

Hago una formal invitación en nombre tanto de Anna como mío, a nuestro entrañable Simón y a su esposa Silvia, para que nos acompañen, tanto a la despedida el día 16 de julio en México, como a la boda, el 27 de agosto en España. Será un inmenso placer tenerlos cerca, al menos esos días tan significativos para nosotros.

Hilda -

Gracias Carlónimo por el relato, me gustó mucho porque es del estilo sensual y humorístico que utilizabas cuando empecé a tratar contigo. ¡Lo bueno es que no ofendí al paramédico, que si lo hubiera hecho…! Perdonen todos ustedes las leperadas pero es que yo me pongo muy nerviosa cuando me van a inyectar. También el relato de Vero y Antónimo es del mismo corte y me reí mucho viéndolos practicar un amor de corte “apache” o salvaje. Espero quie ellos lo comenten.

Me dio mucho gusto verte más relajado Carlónimo. Quizás por la cercanía de tu matrimonio te he sentido un poco tenso. No se si Anna te lo ha hecho notar. Amiguita, te propongo que le apliques a Carlónimo otra serie de inyecciones de complejo B para fortalecer su sistema nervioso. Inclusive si no choca con tu tratamiento también te vendría muy bien a ti. Así se reponen y llegan muy bien fortalecidos al matrimonio.

Les esperan días de mucha tensión. No olviden que DENTRO DE 1 SEMANA es la despedida, o sea el sábado de la próxima semana, en Cuernavaca (Paseo de las Amapolas, conjunto Floresta) ¿Cuándo viajarán a México? Les recuerdo a Carmen, Iveth, Gil, Paty, Ángela, que están invitados. Simón, desde luego que tú también lo estás. Y a todos los que deseen asistir, como les extendió su invitación Anna. No lo olviden!!! Eulogia, aplaudo tu decisión, tú eres una institución y no puedes faltar en los festejos.

Anna, en lo que yo pueda ayudarte, cuenta conmigo. No se si ya tienes todo: el vestido, ramo, velo, liga, zapatillas, segundo ramo o sea el que vas a lanzar al grupo de solteras, tocado, etc. Los recuerditos que al menos en México se colocan en las mesas de la cena. No dudes en decirme si necesitas de mi apoyo, a mí me encanta la organización y tratándose de ustedes lo haré con todo mi cariño. Incluso, no se si ya decidiste quién o quiénes te ayudarán a vestirte el día de la boda pues dices que no tienes hermanas. Carlónimo, yo se que el coche de la novia seguramente ya lo tienes contratado pero ¿y quién va a ser tu valet ese día, para apoyarte en todo y llevarte a la Iglesia? ¿Antónimo?

Perdonen que me meta en todo pero por lo cercano de la fecha, a veces me entran los apuros, porque quiero que su boda sea de verdad inolvidable. Muchos besos a todos.

Giusepe -

Me piace, molto bene!!

Eulogia -

Mira Anna, yo conozco a Carlónimo desde hace mucho tiempo y sabes de sobra lo que he vivido con él. No me prohíbas tenerlo como a un amigo muy especial porque eso es injusto. Pero te respetaré como su esposa y también respetaré su matrimonio, no quiero problemas contigo ni con el. Anótenme, si iré a la despedida el 16 y también a la boda.
Felicidades.

Carlónimo -

Querida Vero

Cualquiera diría que se conocen de años, tal vez haya quien afirme que son esposos, pero los más se ocuparán en admirar sus cualidades físicas. Él… fornido, alto, bien parecido. Ella… de inquietante cuerpo, piernuda, guapa, desinhibida.

Caminan garbosos a la entrada del nuevo recinto del museo Soumaya.

Después de cruzar los 17 mil metros cuadrados plagados de arte y de diversas expresiones culturales, salen abrazados, se dirigen en su coche a Plaza Polanco y a la mesa de un conocido bar, comentan acalorados lo que han visto.

Se ven muy bien integrados, cada broma, comentario, mimo, de él, obtiene una respuesta análoga, siempre oportuna, de ella. Conocen, saben, les encanta el debate y lo abordan seguros de tener un digno interlocutor enfrente.

Al anochecer, salen del estacionamiento con aire rumboso circulando por Avenida Moliere, después Horacio, se detienen en La Castellana de Arquímedes, compran una buena dotación de champagne, mejillones, anchoas y caviar, suben de nuevo al auto, emprenden la marcha y doblan en Hegel a la izquierda, cogen la rampa del estacionamiento, se apean y toman el ascensor hasta el piso 16, donde disfrutan la espectacular panorámica que tiene el apartamento de Antónimo.

Y… ¡fuera máscaras igual que la ropa! Como a ellos les gusta, se desnudan, se abrazan, se tocan, sirven mucho vino, ponen música y bailan perfectamente enlazados, compartiendo las caricias más eróticas, besos, espléndidos tallones de sus respectivos órganos.

Las nalgas de Vero se contonean espléndidas, enmarcadas por las recias manos de Antónimo que se deslizan una y otra vez por ellas, haciendo que se agiten nerviosas, se estremezcan.

Las manos de Vero, asidas con firmeza al cuello de su amado, descienden voluptuosamente a lo largo y ancho de la fornida espalda, llegan hasta las nalgas, las oprimen con ansia, trascienden los pliegues y acarician los muslos con embeleso.

Sus labios están unidos succionándose desesperados. Los amantes dan muestra de la avanzada enajenación en que se encuentran y que los desploma finalmente al suelo, donde giran y se revuelcan en una rabiosa lucha a favor de sus instintos. Están dominados, fuera de sí, cada unos dentro del otro.

El tieso pene de Antónimo penetra la regia vulva de Vero, fuera de todo estilo, sin posición sexual alguna, giran y se revuelcan tallándose “a lo salvaje”. No gritan sino rugen; no se estremecen, más bien convulsionan; los besos son mordidas; los sollozos berridos; la fricción, súbitos empellones.

La soberbia eyaculación deviene como clímax de feroces movimientos y estrépitos guturales. Como si estuvieran sometiéndose, asfixiándose. Las sensuales manifestaciones de placer toman forma de lucha, de querella, cólera.

Por fin se quedan inmóviles, tensos, apretujados. Sus expresiones faciales empiezan a suavizarse. Tras larguísimos suspiros los cuerpos se separan, la candente vulva luce roja, orgullosa, empapada. El tosco pene, brillante, plagado de semen que resbala del glande a la felpa del pubis.

Los dos se miran satisfechos, juntan con ardor sus labios. La inquieta Vero reacciona y se monta en su amado proponiendo un nuevo empalme. El abatido Antónimo la abraza, suspira, ríe nervioso y le suplica: espera un poco, al menos un poco, mi vida.


Querida Hilda

Por otra parte, tenemos cuando estabas recibiendo al paramédico, quien llega puntual a inyectarte. Lo recibes tan sonriente, amable y sensual, que lo pones muy nervioso, en serio predicamento.

Pase usted, ya estaba esperándolo, qué nervios, ayer me dolió bastante ¿de qué lado me la puso? Ah, sí, creo que del lado derecho. A ver… no, ahí no me duele, apriéteme del otro lado ¡Ay, sí ahí fue, no me hinque tan duro el dedo! ¿Quiere bajar más la panty? Bueno, pero… ¡no tanto, no se mande…! Pues ya qué hacemos, que no pase de los muslos ¿de acuerdo?

Ay no ¡qué miedo, qué miedo! Despacito, le prometo que me dejo. Si me oye gritar no se espante y no se ofenda si digo leperadas. Es que así me relajo, usted sabe ¡Ay no, todavía no! Sígame desinfectando la nalga ¿Qué…? ¡Eso a usted no le importa! claro que a mi novio le encanta mi cuerpo. Pero usted no tiene por qué preguntar eso.

Bueno, pero no se enoje, no se enoje, inyécteme con ternura como usted sabe hacerlo ¡Ay, ay! No… siga tallando, espere no me clave la aguja así nada más de sorpresa. Yo le digo, espere a que me relaje de nuevo.

¡Ay, no, ya no lo vuelvo a hacer! Es que, de verdad, la nalga me brincó sola yo no quería moverla. Bueno, sosténgala usted, le prometo que ya me quedo quieta. A ver, ya casi, yo le digo, espere: a la una… a las doooooossssss, y a las… ¡No, no, no, por favor, espere! Otro momentito más, sólo deje que se me pase el susto.

Bueno, ya: a la una… a las dooooosss y a las… ¡No… mi doctorcito, no, usted es buena onda, espere…! Ay qué miedo.
Ya, ya me quedo quieta, me pongo flojita ¿así le gusta? ¡AAAyyyy, nooooo! ¿por qué me la clavó? Me duele, ay pinche paramédico cabrón, hideputa, no manches, me duele un chingo, me duele a madres!!!

No, no me muevo, deja de manosearme, quita la manota de mi culo ¡está cabrón contigo! Ay, ay, no aprietes tan duro el émbolo ¿llevas prisa? ¡Ay, no mames, me estás martirizando el culo…! Me duele, me duele, ya no aguanto… me cae ¡ya no aguanto…!

Aaahh! Aahh! Qué dolor y qué susto, ay, mi paramédico, me hizo usted sudar… ¿Me porté bien? Espero no haber dicho leperadas. Deme masaje, un poco más, por favor, ¡ay, qué jeringota! ¿Esa es la que tenía yo clavada? ¡Qué susto!

Me contuve, creo que estuve a punto de ofenderlo… pero no se apure, mañana sí me dejo…

Mi preciosa Anna

Hemos seguido disfrutando juntos la bella ciudad de Madrid que a mí me encanta. Y a tu lado ¡jolines! Qué belleza. Ir del brazo de mi encantadora chica, tan maja. Espero que te gusten los platillos que te he preparado. Ya viste que la tortilla de patatas al pimiento (guindilla), o bien, al chorizo, no me queda nada mal, esponjada y gruesa como si se tratara de un pastel ¿o no es así, mi vida? Ya te la prepararé con ingredientes mexicanos, al chile poblano, o serrano ¡te va a encantar!

Y los tacos de bonito al chipotle, que compré también en Carrefour y los frijolitos de la olla con queso y cebolla ¿qué te parecieron? El caso es que ya le he ido encontrando el modo y cada día encuentro nuevos ingredientes mexicanos.

Aunque ese no es el propósito. En realidad, estando en España hay que disfrutar la riquísima comida española. Y no nos hemos privado del caldo gallego, las tapas, guindillas asadas, el jamón serrano y muchas otras exquisiteces. Tú cocinas maravilloso mi güerita, me encanta tu sazón y lo creativa que eres.

El sábado, por cierto, después de desayunar la fruta y la deliciosa ternera asada con champiñones que preparaste, nos fuimos a ver al médico y me dio mucho gusto saber que estás bastante mejorada. No me hizo ninguna gracia que insistiera en aplicarte la última dosis de inyecciones pero… ¡qué le vamos a hacer! Al menos me solacé disfrutando desde otra óptica tus preciosas nalguitas con la panty a medio culo listas para alojar las rudas jeringas ¡En verdad que me excité! Llevabas un vestido cortito de seda, azul marino y la panty del mismo color que, contrastaba con tus pálidos cachetitos que parecían reventar la pequeña prenda, haciendo muy erótica la escena, no sólo para mí, sino desgraciadamente también para el médico que no perdía detalle y te hizo entrar la sustancia gota por gota para hacer más prolongada la exhibición.

Percatándome de que eso te estaba poniendo nerviosa, me acerqué te tomé de la mano y estuve acariciándote la espalda y los brazos. Creo que esa asistencia te ayudó a sobrellevar el dolor y la pena del momento, además de hacer que el médico se controlara y adoptara una posición más profesional. Yo no sé aunque imagino cómo serán las cosas cuando tienes que acudir sola. He sentido celos, lo reconozco, quisiera ya no dejarte ir sola.

Después te tomó la temperatura por vía rectal y ¡vaya que la gozó el tío! Yo tuve que apechugar y, desde luego, guardarme la calentura para la noche. Los supositorios que te recetó te permitirán reponerte de tanto pinchazo y nos han dado la oportunidad de disfrutar esa vía de medicación que me fascina prodigarte.

Casa Patas fue buena opción para comer, pero lo más importante ha sido disfrutar en ese sitio tan peculiar la presencia de la mujer que amo. No sé lo qué pienses pero con tanto preparativo me siento como si ya fuera tu esposo y se me inflama el pecho tan sólo de pensarlo. Estoy orgulloso tanto de ti como de mi, que hemos podido llegar a este momento.

Sentados a la mesa, los dos nos prodigamos infinidad de atenciones y mimos. Te siento tan contenta como yo lo estoy. Pedimos una variedad de platillos que compartimos: ensalada tomatera, queso de oveja, bacalao a la Riojana, cordero lechal asado, así como natillas y rosquillas de canela para disfrutar con un buen digestivo. Todo delicioso ¡Qué lindo es comer, gozar y vivir contigo!

Después nos fuimos a caminar por El Retiro y estuvimos un rato apoyados en el barandal del lago, disfrutando el fresco de la tarde, llenándonos del alboroto de los pájaros que ven cercano el descanso, compartiendo nuestro amor y nuestros más hondos sentimientos.

No pude evitar tomarte en mis brazos y besarte con gran pasión ahí mismo, sintiendo que temblabas y que me respondías con el mismo entusiasmo ¡Como chavales que se abrazan por primera vez! ¡como buenos amigos al descubrir que se aman! ¡como amantes que se dan la segunda oportunidad, encuentran que no pueden desperdiciarla y deciden pasar la vida juntos! Qué alegría estar contigo, mi preciosa Anna ¡Cómo te amo, estoy feliz de empezar a vivir a tu lado!

En seguida nos fuimos a casa, descorchamos una botella de champagne, nos sentamos en el salón, pusimos música suave y compartimos una tertulia inolvidable, hablando de nosotros, del momento en que nos conocimos, de aquel primer encuentro en Madrid, de tu cuerpo y del mío entrelazados, de los gratos recuerdos que evocamos y nos salvaron en la amarga separación. Pensamos en el momento feliz del reencuentro, en la felicidad que ahora compartimos, en nuestro compromiso, la boda que está ya en puerta. En lo que será nuestra vida juntos.

Mi churri, te propongo que, como antes lo hacíamos, al menos por esta vez te ubiques justamente en la jornada que acabo de describir, que me comentes cómo la viviste tú en lo personal conmigo, que me digas lo que sientes y que introduzcas el relato de nuestra intimidad con que cerramos el sábado. Yo lo ampliaré luego. Sería fabuloso que me hicieras ese regalo.

Carlónimo -

Querida Hilda

Alíviate mujer ¿quién es el afortunado paramédico que te está aplicando las inyecciones? ¡Vaya privilegio! Me gustaría relatar alguno de los pinchazos, si tú no tienes inconveniente, desde luego.

Gracias por seguir preparando la despedida. A mí me parece muy bien la fecha que propones pero la platico con mi güerita. No dejes de escribir, preciosa.

Querida Vero

Gracias por tus siempre cariñosos comentarios, en efecto, mi churri y yo no tenemos “llenadera”.

Espero que esta vez le pongas mucha pasión al relato que nos compartas acerca de tu experiencia con Antónimo. Tú escribes muy bien. A lo que escribas te prometo agregarle un buen “close up” ¿cómo ves?

Querido Antónimo

Tu talento es indiscutible y nadie está negando que la inteligencia sea muy importante para conducir una relación amorosa.

Lo que a mí me inquieta es que concibas el amor de Anna y Carlónimo como “reto de inteligencias”. En ningún momento hemos competido uno con el otro y no lo haremos nunca. Nuestros problemas los hemos resuelto y los seguiremos resolviendo EN LA INTELIGENCIA (razón, juicio, conocimiento) de que nos amamos y de que si pierde uno, perdemos ambos.

Inteligencia, en materia de amor, no es competencia. Un abrazo, hermano.

Mi preciosa Anna

Mañana sábado tenemos la cita con tu médico, después me gustaría llevarte a comer a un lugar muy romántico ¿cuál propones? En la tarde dar una “vueltina” por El Retiro, e irnos temprano a casa para descansar y amarnos con toda calma ¿Te parece bien, cariño?
http://www.youtube.com/watch?v=GSBN1J3M11Q&feature=related

Hilda -

Hola todos, perdonen mi ausencia pero yo también me enfermo, estuve en cama y todavía me están inyectando a diario por una laringitis. Muy doloroso, les cuento.

Carlónimo, gracias por perfeccionar el plan de la despedida, ya ordené la birria en vez de pozole y dulces en vez de buñuelos ¿Están de acuerdo en que sea el sábado 16 de julio? Decídanlo ya porque no tenemos mucho tiempo, tendrán que venir de Madrid y como los veo muy bien instalados y felices en esa ciudad, eso es lo que me preocupa. Decídanlo pronto.

Qué precioso amor el suyo, me tienen suspirando cada vez que los leo, espero que lo puedan hacer eterno. Yo sí estoy de acuerdo con Antónimo, la inteligencia es indispensable para conducir una relación de pareja, aunque eso sí el corazón es el que motiva.

Vero y Antónimo, no sean tan egoístas y cuenten con detalles sus experiencias amorosas.

Les escribo después con más calma para contarles. Ya está llegando a mi casa el paramédico que me viene a inyectar, chao!

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Preciosa Vero, te espero desde hoy en mi piso, ya sabes que mi cama es tu ca… Perdón, quise decir que mi casa es tu casa, amor.

Oigan, qué dijeron: “este aguacate me lo embarro en un taco”. Así sin mayor averiguación, me descalificaron. Pues ya verán…

Para empezar, mi españolita, esas no son ideas mías sino de Nguyen Vi Cao, investigador en la materia y miembro de la Escuela de Negocios de Ginebra. Yo lo cité cual debe ¿o no?

Pero, además, creo que en buena medida tienen razón el chavo y, para demostrarlo, me referiré a la propia experiencia de nuestros queridos “churris”, para que lo comprueben en carne propia.

Según Carlónimo, el corazón puede decidir y armar la estrategia solito ¿eso crees, hermano? Y Anna seguramente lo secundará. Y Vero, la experta, dirá que son vaciladas las mías y que hay otros factores más importantes que la inteligencia y bla, bla, bla.

Pero yo a las pruebas me remito pues aquí en el blog está todo escrito y lo que faltaba lo aportó Hilda con sus oportunas entrevistas.

Cómo es que cuando Anna y Carlónimo se distanciaron y, una vez que se percataron de que realmente se traían uno al otro bien jodidos, ninguno de los dos se abandonó a los impulsos del corazón y se puso implorante.

Porque ninguno de ellos buscó al otro así nada más a la primera y con el corazón sangrante en mano, sino que cada uno la pensó muy bien, movió sus piezas, se amuralló, cuidó su imagen y los tiempos, hasta conseguir el feliz retorno.

¿Dónde quedó el corazón? Bueno sí, efectivamente, el corazón se destacó por ser el elemento impulsor, o sea la fuente motivacional, pero la inteligencia fue la que determinó las formas, el proceso.

Yo no voy a entrar en detalles pero ahí están todos los hechos escritos. El corazón impulsó pero la inteligencia ejecutó. Sin ella, hubieran tronado estrepitosamente.

Así que yo veo bastante bien fundada la investigación del chinito.

Y llegando al fondo de las cosas, a la conclusión final: Pues sí, los churris están bastante bien plantados y equilibrados para lograr la ansiada felicidad en pareja.

Pues que así sea, mis hermanos.

¿Qué opinas Vero?

Carlónimo -

“Mi amor, ahora soy muy feliz a tu lado y se que nuestra vida de casados será más feliz aun.”

Mi Anna preciosa, estar contigo es la gloria. Quiero agradecerte los chilaquiles, estuvieron deliciosos porque los aderezaste con el supremo ingrediente del amor. Esta mañana fui yo quien preparó el desayuno, cuando saliste de la ducha y me alcanzaste para darme un beso, percibiste el suculento aroma del pollo deshebrado aderezado a la mexicana, con tomate, cebolla y chiles serranos picados que ¡por fin! pude encontrar en la sección internacional de Carrefour, por el rumbo de Carabanchel ¡A Dios gracias!

Terminé de sazonar y preparé unas tostadas de pollo “picantitas”, con su crema arriba y todo, que a mi amor le encantaron. Luego salimos juntos, la dejé en la puerta de su trabajo y fui a comprar algunos artículos informáticos. Cuando regresé a casa eran las 11 y me puse a trabajar.

En la era que vivimos la distancia es algo relativo pues he estado enlazado a mi compañía por internet y sigo colaborando casi como si estuviera en México. Me consultan, entrego trabajos por email, participo en video conferencias y realizo enlaces con otros países ¡Estoy encantado de trabajar así, estando al mismo tiempo en Madrid, al lado de mi preciosa Anna.

Como estuve demasiado ocupado, no me fue posible preparar la comida, así que pedí una buena paella en la Barraca y cuando llegó mi amor a las 2:30 ya estaba puesta la mesa y servido el vino; al centro un buen plato de ensalada (o ensaladilla) que, esa sí, la confeccioné yo mismo.

Está preciosísima mi churri, les cuento que la expresión de su carita ha cambiado muy favorablemente, parece que las inyecciones y nuestra nueva vida juntos, le han sentado muy bien. Hoy vestía un traje formal color beige con el que se ve encantadora.

Cuando se fue de nuevo al trabajo yo hice el último enlace con mi empresa, acordamos y después de avanzar un reporte que debo entregar mañana, puse a funcionar la lavadora con la ropa de los dos, preparé café y me volví al estudio donde le di un nuevo empujón al reporte.

Faltando media hora para el regreso de mi Anna, me quedé sentado descansando y reflexionando acerca de la conversación que tuvimos donde “planeamos nuestro futuro juntos, soñamos con cada una de nuestra ilusiones”.

Lo más importante, me decía a mí mismo, será cuidarnos y ser muy felices.

Pensé en el proyecto de que fundemos una agencia de viajes que mi churri dirigiría. Lo veo viable y estoy seguro de que mis contactos aunados a la experiencia profesional y el carácter de ella, son suficiente respaldo y garantía de éxito.

Me acordé de la casa que estamos en vías de adquirir en México. Al margen de que la podamos o no habitar desde el principio de nuestra vida matrimonial, lo importante es que quede instalada y decorada al gusto de los dos, en especial, al de mi preciosa Anna que, no está de más decirlo, tiene aquí su piso decorado con un gusto maravilloso.

Viendo una foto que está en el librero del estudio, en la que aparece Anna, cuando era chavalilla, de la mano de su madre, emití un hondo suspiro… ¡Cómo quisiera…! La imagino así, igualita, preciosa, producto del amor de los dos… Ya veremos, el tiempo dirá.

En esas estaba cuando apareció enfrente de mí la encantadora dueña de mi amor, muy sonriente, para abrazarme y besarme con delectación. Le serví una taza de café y nos sentamos a conversar (ya no digo “platicar”). Me contó lo que había hecho en el día, yo igual la puse al tanto de mi trabajo. Con la pierna cruzada despreocupadamente, sus preciosos muslos me daban una ardiente bienvenida.

Le propuse ir a cenar a un bar cercano del cual, después de disfrutar unas buenas crepas, salimos a caminar. Mi preciosa churri bien “amarradita a mi cintura”, me coqueteaba y me regalaba el encanto de su conversación, de su sonrisa, de sus mimos, de su gracia, de su salero, de esos atributos que a mí me enloquecen, por los cuales me enamoré perdidamente de ella.

Llegando a casa preparé las jeringas, puse a mi amor sobre mis piernas, alcé la faldita, replegué la pequeña panty y le di el primer pinchazo. Mi güerita tembló, aceleró bruscamente su respiración y aguantó el recio embate de la sustancia que hacía estremecer sus preciosas nalguitas pero no le arrancó la menor queja.

Con el segundo pinchazo se repitió más o menos la escena, mi churri resoplaba pero me animaba a avanzar sin interrupciones. Extraída la segunda hipodérmica, se quedó muy quieta, rendida, tratando de sobreponerse del tormento. Casi se quedó dormida deleitándome a mí con la vista del precioso culito que me hipnotizó hace dos años y que ya forma parte de mi vida. El rastro de los frecuentes pinchazos recibidos en las dos nalguitas es evidente. La considero, mi preciosa Anna está bastante lastimada.

Después, nos desvestimos y entrados en el lecho hicimos el amor explosivamente. Las expresiones de placer y felicidad de mi amada, me llenan de satisfacción y me inundan el alma.

http://www.youtube.com/watch?v=oGn-k8qW8VM

PD "Cangas de Onis" ya quedó, mi vida, es que hay cosas que no domino. Te necesito siempre, a mi lado… No te alejes.

Carlónimo -

Mi preciosa mujercita, no me canso de reconocer lo sabroso que me inyectas. Cuando siento la palma de tu manita izquierda apoyada en la cima del glúteo, ya no me tenso de saber que en cualquier momento me clavarás la aguda hipodérmica. La siento entrar hiriente y rauda, pero el dolor se trastoca en deseo.

Tú me has hecho disfrutar el erotismo de los piquetes en mi culo. Me caliento al saberme flagelado, invadido por la dolorosa sustancia que indefectiblemente engarrota mi nalga y mi pierna. Me afiebra saber que tú estás a mi lado disfrutando, sintiendo que la vulva se te humedece ante la sensual escena.

El avance del émbolo, los nerviosos brincos de mi carne, la actitud de resistir, de no manifestarte el sufrimiento, te hacen a ti estremecer, disfrutar el ingente morbo. El sadismo y el masoquismo se enseñorean, nos dominan, nos llenan de placer.

“Saqué la jeringa y ahí inició la "faena" nuevamente.....”

Al sentir que la aguja es separada de mi carne, habiéndome dejado la espesa y ardiente carga que lacera mis entrañas, padeciendo fuertes aflicciones en el sitio del pinchazo, me percato de que los dos estamos muy excitados.

Veo su precioso cuerpo desnudo a mi lado, las respingadas nalguitas, los erguidos pezones, las piernas firmes, generosas y torneadas. En general, sus curvilíneas formas femeninas. Ella, a su vez, observa mis nalgas, piernas, brazos, espalda, plenos de sólida musculatura.

Nos miramos a los ojos, sonreímos, le tomo la mano, acaricia mi cabello, la beso, me apoya sus nalguitas en el brazo, las muerdo, suspira, rodeo su cintura, me acerca el pubis a los labios, lo recorro con mi lengua, gime, la tomo de las nalgas, se tira sobre mí, siento sus tetas en mi espalda, me lame el sitio del pinchazo, separo las piernas, me chupa la parte interna de los muslos, giro el cuerpo, se prende de mis labios, la abrazo, me talla el pene con los muslos, la induzco a abrir las piernas, se ensarta mi pito, la tomo de las nalgas, emprende el vaivén, le ensarto mi dedo en el culo, se retuerce, le acelero la fricción, solloza, empiezo a gritar, ella explota el júbilo, le aviento tres fuertes descargas en la vulva, enjuta el culito y me abraza desesperada, le tallo el esfínter anal, lo aprieta con todas sus fuerzas, aviento una cuarta descarga, eleva las nalguitas buscando mayor penetración rectal, nos quedamos inmóviles, con los ojos cerrados, nos gritamos los dos que nos amamos.

Anna -

Como ha dicho mi amado, estamos probando cómo será nuestra vida de casados y puedo deciros que se que será muy feliz.

Salir temprano al trabajo, volver a la hora de la comida y poder disfrutarla junto a él, luego ir de nuevo al trabajo y volver por la noche y saber que estaré pasando los momentos más fabulosos que una puede imaginarse, me produce una felicidad indescriptible.

Anoche volví del trabajo y ya estaba en casa esperándome con la cena hecha, la mesa puesta y dos velas encendidas al centro. Cuando vi la escena me prometí a mi misma recibirlo así en nuestra casa en México cuando estemos casados. De vez en cuando lo haré y se que será tan romántico como lo fue anoche.

Me sorprendió con una tortilla de patatas y bonito, además de boquerones y una ensaladilla, y digo que me sorprendió porque jamás pensé que cocinara esa comida española tan bien.
Escuchábamos música tranquila, las luces estaban apagadas, solo teníamos las velas encendidas, la mesa estaba pulcramente puesta y como ya he dicho la comida era deliciosa. Lo mejor era ver cuanto se había esforzado por darme gusto. Estuvimos conversando, hablamos de nuestro pasado, me contó sobre su niñez, su familia, luego pasamos a hablar de nuestros trabajos, de nuestra boda, y finalmente planeamos nuestro futuro juntos, soñamos con cada una de nuestra ilusiones y casi puedo deciros que sentí que las estábamos viviendo.

En medio de la charla, me invitó a bailar y unimos nuestras manos, juntamos nuestros cuerpos y comenzamos a bailar lentamente, sintiendo cada movimiento, cada acorde de la música, sintiendo nuestras sensaciones y nuestros latidos. Nos besamos, nos acariciamos, comenzó a quitarme la blusa, luego la falda. Yo desabroché cada uno de los botones de su camisa mientras pasaba mi lengua por su pecho y por su abdomen. Quité su camisa y quité su cinturón con mis dientes, desabroche su pantalón y lo dejé caer junto con su ropa interior. Pasé lentamente mi lengua por sus testículos, entrepierna y luego por su pene, mientras lo metía en mi boca y lo succionaba. De pronto me tomó entre sus brazos y me cargó, me llevó al sofá, se sentó y me sentó sobre sus piernas, me quitó la ropa interior y comenzó a pasar su mano por mis muslos, entrepierna y luego el clítoris. Yo gritaba de placer, pero luego me puso de espaldas a él mientras permanecía sentada encima de sus piernas, abrí mis piernas y comenzó a penetrarme. En ese punto comencé a gritar, a transpirar, a disfrutar verdaderamente, mientras él seguía acariciándome y llevándome al cielo hasta explotar en un momento de placer inolvidable en el cual solo podía sentir un inmenso amor por él.
Estábamos cansados, permanecimos abrazados y luego nos fuimos al dormitorio, donde dormimos plácidamente, abrazados, acurrucados.

Pero por la mañana, me levanté más temprano de lo habitual, le preparé el desayuno, un poco da jugo de naranja y unos chilaquiles que me enseñó a hacer y que no quedaron tan buenos como lo que he probado en México, primero por falta de experiencia y segundo por falta de los ingredientes adecuados. Pasé varios días tratando de conseguir las tortillas de maíz, pero el chile no lo encontré y tuve que usar guindillas. Creo que no quedaron tan mal, pero lo mejor fue ver su cara cuando vió que le había llevado el desayuno a la cama. Lo desperté con un beso y cuando lo abrió los ojos le dije cuanto lo amaba, nos abrazamos y le dije que le había hecho el desayuno. Me encantó su expresión, realmente le gustó.

Cuando terminó de desayunar, le dije que tendría que inyectarlo, pero que primero iría a tomar una ducha. El me espero viendo el telediario, yo salí de la ducha solo en toalla, le pregunté si estaba listo para el pinchazo y respondió que si. Yo preparé la jeringa y mientras lo hacía se deslizó la toalla hasta el piso, me agaché para levantarla pero Carlónimo me dijo que la dejara ahí. Le sonreí, le guiñé un ojo y seguí preparando la inyección. Cuando la tuve lista le dije que se volteara, desnudo ya estaba desde la noche anterior, así que no hubo necesidad de quitarle ropa, le pasé el algodón por su nalguita, le dí unas palmaditas para relajarlo, lo pinché mientras el pegó un ligero brinco, comencé a inyectar la vitamina, le pregunté que si dolía y respondió que un poco. Saqué la jeringa y ahí inició la "faena" nuevamente.....

Mi amor, ahora soy muy feliz a tu lado y se que nuestra vida de casados será más feliz aun.
La participación de matimonio me ha gustado mucho, recuerda que la Basílica de Covadonga no está en Villaviciosa, debe haber sido un error del impresor, debemos decirle que lo cambie por "Cangas de Onis" y sobre la ubicación del castillo para el banquete, lo mejor será incluir un pequeño mapa para los aventureros que quieran irse por su cuenta, ¿tu que opinas mi vida?

Por lo demás todo me parece muy bien, yo no tengo hermanos, así que podría invitar a una amiga que sea nuestra madrina. Todo lo que propones me parece muy bien. Me parece extraño que haya tantos padrimos, porque aquí solo los padres son los padrinos, pero quiero que se hagan las cosas como se hacen en México, ¿vale? El padre que nos case estará encantado de que haya tantos padrinos.

Kata: Sigue escribiendo, ahora que se que ha sido un relato lo he disfrutado más. ¡Gracias!

Vero: Gracias por tus palabras. Oye tendrás mucha tarea con Antónimo, es majo pero.... tiene cada idea... yo prefiero con responder a todo lo que ha escrito porque no quiero crear polémica con mi futuro cuñado.

Verónica -

¡Buen dia chicos!.. Ya los extrañaba…
Ya ven, que uno encuentra siempre un ratito dentro de sus actividades para seguir compartiendo, aunque aveces sea un poco difícil, sin embargo, ya estoy maquinando algunos otros relatos...

Anna y Carlónimo: Qué barbaros… ustedes no tienen llenadera. Me da gusto que estén experimentando ya la vida en pareja, y adaptándose a sus costumbres como si se conocieran de toda la vida, además, me llama la atención tanta novedad en sus actividades tanto cotidianas, como sexuales. Nada más de conocer la forma en que se cruzan sus miradas, no puedo dejar de suspirar de la belleza incluso arrobadora que supone tal cercanía, imagínense como me siento cuando leo detalles mas íntimos… Ah, y dicho sea de paso, es reconfortante que nuestra querida Anna, le haya tomado tanto cariño a nuestra bello País. Felicidades por la boda. Experimenté una emoción increíble nadamas de ver la invitación. Se que el amor y la felicidad siempre estarán en su hogar…

Carlónimo: No te vayas a rajar con las inyecciónes de B-12, recuerda que se requiere toda la energía de tu parte para el día de la boda… Esperamos con ansias mas detalles al respecto. Admiro la forma en que cuidas a tu hermosa mujer, y espero que sigas haciéndolo, ya que necesita tu apoyo más que nunca...

Antónimo: Me sorprende que te muestres tan exagerado después de dar a conocer nuestra experiencia, sin embargo, te recuerdo que hice gala de tus encantos, y tu resistencia… Acepto de buena gana cuan eficiente eres como persona, amante y enfermero, de hecho, nadie se compara contigo… Y bueno, tu artículo me parece una falsa versión de la receta de la felicidad, pero si fuera tan acertado, ¿habría tantos divorcios?... En mi opinión, son factores demasiado superficiales los que se manejan, de hecho, para mi la receta es el equilibrio de otros tantos factores y solamente el último punto me parece atinado, ya que, la compatibilidad de costumbres, tradiciones, religión, etc hacen de la convivencia diaria algo super afín. Sin embargo, pues como tú mencionas, creo que los novios son adaptables a cualquier situación por la madurez que ambos poseen, por eso la edad no es importante. Está científicamente comprobado que las mujeres alcanzamos la madurez antes que el hombre, entonces ¿debería ser más joven para estar a la par?... Mmmm no me convence. Hasta me sonó algo machista…. Como una competencia de quien es mejor…o algo así
Si gustas, puedo visitarte este fin de semana en México… Avísame para planear el viaje… Saludos

Que tengan un excelente inicio de semana todos y todas… Y que la luz y contemplación los acompañe siempre…

Carlónimo -

“¡Vaya! Después de verlo en esa posición y después de tocar sus nalgas tantas veces yo me sentía lista para otra faena y él también lo estaba....”

Mi preciosa Anna, yo sentía tus manitas temblar aferradas a mis nalgas, sujetándolas, apretándolas, retorciéndolas. Por en medio de las piernas me sujetaste el pene rebosante de vigor y dureza.

Me hiciste girar el cuerpo y acostado boca arriba sobre tus piernas tomaste mi tiesa barra llevándotela a la boca para chuparla. Yo veía tus finos labios acoplados al garrote tallándolo, de un lado al otro, entre la base y el glande, estimulándolo con vehemencia.

Con los testículos a punto de explotar, rebosantes de tórrido esperma, me desprendí y te monté de frente, penetrándote la incandescente vulva.

Empecé a tallar el maravilloso reducto besándote, saboreando intensamente tus labios. Tus ojitos entornados me hechizaron, tu expresión de vivo disfrute enmarcó la intensa descarga.

Los padres de los novios -

Padre de la novia
Madre de la novia

Padre del Novio: Arturo (Finado)
Madre del Novio: Enara

Tenemos el agrado de participar a ustedes el enlace matrimonial de nuestros hijos:

Anna y Carlónimo

Que se llevará a cabo el día 27 de agosto 2011, 19:00 horas, en la Basílica de Santa María la Real de Covadonga. Villaviciosa, Asturias, provincia de España.

Después de la Ceremonia, agradeceremos su presencia en la Cena de Gala que se llevará a cabo en el Castillo de San Cucao, de la misma localidad (habrá servicio de transportación de la Iglesia al Salón y del Salón a Villaviciosa)

Agradecemos de antemano su presencia

(Rigurosa etiqueta)

Mesa de regalos:
El Corte Inglés (España)
El Palacio de Hierro (México)

Carlónimo -

No Antónimo, Anna y yo no hacemos las cosas a capricho y nos amamos más allá de cualquier medición ¿Qué tienen que ver los IQ con el corazón?

Mi amada y yo les deseamos un excelente fin de semana.

Antónimo -

Hola chavas y chavos.

¿Cómo ven lo que acabo de leer?

¡Calmantes montes! ahora les digo de qué se trata.

Según la Escuela de Negocios de Ginebra, existe una fórmula para garantizar la felicidad en los matrimonios. Así como lo oyeron, según el estudio, de cumplirse determinadas condiciones en la pareja, esta alcanzará la felicidad eterna… ¡Apoco…!

El estudio está basado en un análisis de 1074 parejas de esposos de entre 19 y 75 años; su objetivo fue ubicar aquellos factores sociales que determinan un matrimonio duradero y feliz.

Las condiciones planteadas son de lo más sencillas, pero si no existen esas condiciones, pues prácticamente no hay remedio.

Los resultados arrojaron que para lograr un matrimonio “chido” la mujer debe:

a) Ser más joven (tener 5 años menos como mínimo) que su marido.

b) Tener 27% más de inteligencia (IQ) que su esposo. Y

c) Contar con el mismo nivel cultural que su compañero.

Nguyen Vi Cao, director de la investigación, dijo que si estos requisitos se cumplen en las parejas, aumentan en un 20% las posibilidades de que el matrimonio sea duradero y feliz.

Y asegura que, conforme a su estudio, queda fehacientemente demostrado que las mujeres son quienes dirigen el hogar y a su pareja. Las que parten el queso… ni más ni menos ¡ay güero!

¿Cómo ven esta situación en el caso concreto de los tórtolos, o sea, de los “churris”?

Que la güerita sea 5 años más joven… así me parece, yo la daría por buena.

Que tenga 27% más de inteligencia…? ¿Qué opinan? Desde luego que se las trae la asturiana, pero ¿cómo lo mediríamos en ausencia de la prueba IQ? ¿Sería por la forma de hablar, bueno, de escribir? ¿la habilidad para manejar escenarios? ¿empatía? ¿relaciones públicas?

Una salida diplomática sería afirmar que “ahí se van los dos” pero el estudio dice que la fémina debe ser más inteligente y punto. Entonces, por lo que hemos visto acerca de ellos ¿quién de los dos ha manejado mejor la escena y hecho lo que le viene en gana, a su antojo? Pues ya me dirán ustedes…

Y en cuanto al nivel cultural ¿Creen que Anna y Carlónimo se han movido en escenarios diametralmente opuestos? ¿Uno en el campo y el otro en la ciudad, por ejemplo? Yo creo que no. O ¿quién de ellos ha demostrado una mayor capacidad de adaptación a diferentes entornos? Yo veo que Carlónimo se desenvuelve bien en España, mientras que Anna en México, le entra bien al tequila y hasta canta con mariachi.

En fin… ahí está ya planteado el escenario. Que cada quien haga su análisis y llegue a sus propias conclusiones.

Yo mejor me pongo a buen resguardo ¿Cuándo nos vemos otra vez mi Vero?

Carlónimo -

Irma, bienvenida, muchas gracias por la felicitación. Coincido contigo: “es inaudito que dos personas se hayan enamorado una de la otra tan sólo por intercambiar relatos y comentarios”. Se trata de un caso tal vez único, que yo no podría explicar ni evitar. La preciosa Anna le dio sentido pleno a mi vida.

Kata, me da gusto verte, espero con ansia tus relatos.

María, bienvenida. ¡Ala, españoles! que el culo de Mary está al aire ¿Quién coge la pluma? ¡No muerde, hombre, Venga!

Anna, mi churri, seguí a tu lado en Asturias, amándote, cuidándote, consintiéndote. Estás un poco adolorida de tantos pinchazos, pero han dado pie a tan gratas “faenas” que hasta me dices en ocasiones: ya quiero que llegue la noche… o la mañana, según sea el caso, para que me inyectes nuevamente.

Además, ya te veo menos “pachucha” al grado que pudimos visitar diversos sitios muy bonitos e interesantes ¡Gracias por compartirme tu pueblo de origen! Es precioso y lo he disfrutado mucho, sobre todo porque estoy contigo.

La gente ahí, a veces nos mira con curiosidad, he notado cuchicheos, también he visto muchachos que te observan con rostro nostálgico. Hasta hubo alguno que me miró desafiante. Entiendo lo que sienten, se les va la preciosa Anna, la güerita hermosa, la mujer de mis sueños y de mi vida.

Así salimos ayer de Asturias después de habernos despedido de tus padres quienes nos brindaron todo su apoyo, su bendición y su cariño. Extrañaré las buenas conversaciones que tuve con ellos.

Y en camino a Madrid, me despedí a lo lejos de Bizcaia, igual que la primera vez, igual que todas las veces: extrañando de corazón a su gente, que es también mi gente… Nuestra gente.

El hermano se ha casado en casa,
he determinado ya irme;
me voy a París
a ganar la vida.

Oh dulce madre tierra vasca
me alejo de ti triste,
adiós a los de casa
adiós Zuberoa.

A fuerza de trabajo
vamos tirando en París
pero estoy ansioso
por volver a verte.

Oh dulce madre tierra vasca...

http://www.youtube.com/watch?v=dZc_rvQt93E&feature=related

Y llegamos a Madrid, a tu piso, donde he seguido cuidándote pero en un contexto más urbano, espero que no desmerezcan por ello mis cuidados y que puedas restablecerte plenamente. En Madrid vamos y venimos para atender nuestros asuntos, presagiando lo que será nuestra vida, después de agosto, en México.

Ayer compramos y fletamos por avión algunos utensilios para nuestro hogar. Del vestido de novia no te pregunto nada pues conforme a la costumbre mexicana, que no se si esté vigente en España, el novio no debe ver ni saber del vestido antes del día de la boda. Sólo te registré como firmante en mi cuenta bancaria, para que cubras en su momento ese gasto y otros colaterales.

Mi hermana Rocío me ofreció ser madrina de lazo, lo cual pongo a tu consideración. De aceptarlo, me gustaría que determinaras a alguien de tu familia para que lo sea de arras. Así tendríamos en el altar representación de las dos partes al momento de la ceremonia. Gaby, mi otra hermana, quiere aportar el pastel de boda. Y los anillos, por favor ordénalos, te comento que Antónimo desea pagarlos. Pero, por favor, olvida todas mis propuestas si tú tienes una idea distinta, mi vida. Que las cosas sean como tú las quieras.

¿Qué te pareció la romántica cena que celebramos anoche en el restaurante “Fábula”, del barrio Salamanca? El mismo al que fuimos en nuestro primer encuentro en Madrid. Te veías preciosa con ese vestido de noche color guinda que remarcaba tus excelsos atributos corporales. Y el peinado ¡qué maravilla! Me enloqueció tu belleza.

Así que no desaproveché la oportunidad de que bailáramos música suave muy juntitos, acariciándonos y besándonos. La delgada tela de tu vestido me mantenía en suave contacto con tu cuerpo produciéndome una excitación extrema. Después disfrutamos una deliciosa cena: tú elegiste Cordero en costra de wasabi; y yo, Lomo de atún al carbón. Volví a verme en tus ojazos a la luz de las acogedoras velas ¡Me llevaste al paraíso!

Ya en casa, te tomé en mis brazos para recorrer cada centímetro de tu piel. Estabas sentada en mis piernas con el vestido replegado a la altura del pubis. Tus torneados muslos se me revelaban blanquísimos, tan suaves como la piel de un bebé. Te acosté y los recorrí con mis labios una y otra vez hasta llegar a la lubricada vagina y me solacé lengüeteando el clítoris. Pero no podía dejar de pensar en tus nalguitas, así que te di la vuelta y te puse sobre mis piernas.

La blancura de tus redondos y respingados glúteos contrastaba con el oscuro tono de la tela del vestido que los enmarcaba sensualmente. Jadeabas y me pedías a gritos que te penetrara.

Colocándote en cuatro, te separaste tú misma las nalguitas ofreciéndome el estrecho orificio rectal en el que apoyé mi glande y lo sumí poco a poco, observando con cada avance, que te derretías de pasión y gritabas con euforia, hasta que el cadencioso tallado nos colapsó a los dos, produciéndose un escandaloso orgasmo.

maria -

me gusto mucho el relato,pero ami me gusta que me nalguen en mi trasero gordito,y que me lo dejen rojo como un tomáte,ay algun chico español que quiera,soy de galicia a coruña (españa)que me pongan en su regazo y que me den hasta que se canse bueno mi trasero y yo esperamos esas nalgadas hasta ponto

kata -

querida anna si solo fue un relato que contó una amiga que es enfermera y madre saludos después escribiré otros relatos míos

IRMA -

Soy lectora ocasional pero llevo algún tiempo leyendo este increíble romance que me parece notable y fuera de serie. Es inaudito que dos personas se hayan enamorado una de la otra tan sólo por intercambiar relatos y comentarios, y que hayan entrado en un acercamiento tan profundo. Carlónimo y Anna, los felicito sinceramente. Espero que continúen ofreciéndonos esta increíble novela de amor.

Carlónimo -

¡Cuánto te amo, mi preciosa Anna! Todavía no asimilo que estés conmigo y que vayas a ser mi esposa. Ya quiero que ese día llegue. Gracias por las inyecciones que me has puesto, las he disfrutado mucho. No hay como sentir tus manitas a lo largo de mi cuerpo. No me canso de decirte que te amo y que eres la mujer más bella del mundo.

Inició el viernes con un concierto de variados trinos. Yo estaba acostado viendo por la ventana la silueta de los verdes montes asturianos. Mi churri estaba “a la verita mía” abrazándome con firmeza ¡qué delicia!

La llamé: ¡amor; güerita linda! pero comprobé que dormía y la dejé que descansara. Cuando sentí entumirme induje el reacomodo de nuestros cuerpos y ella lo realizó automáticamente, pero siguió dormida.

Así estuvimos girando de un lado al otro por horas, en las que yo dormitaba y ella descansaba profundamente. Entendí dos cosas: primera, que mi churri realmente requería descanso; y, segunda, que se sentía segura y contenta a mi lado. Así que la acompañé pacientemente aunque, siendo cerca del mediodía, a mí ya me dolía la espalda de tanto estar acostado.

Me levanté suavemente y preparé dos jeringas esperando poder inyectarla sin que despertara. Pero cuando le estaba descubriendo las nalguitas, se incorporó sin decir nada y buscó mi regazo. Se montó en mis piernas y ya bien acomodada volvió a quedarse profundamente dormida.

Le apliqué las dos inyecciones con toda calma, extasiándome de la sensualidad y la ternura del momento. ¡Mi churri no despertó! Recibió los dos piquetes y la entrada del líquido sin manifestar reacción alguna.

Le alcé la panty y el calzoncito del baby, la induje a volver a la cama y ella a todo se prestó tranquila ¡en completa calma! Volví a cubrirla y siguió dormida, sólo me buscaba con los brazos, así que la besé, le hablé con cariño diciendo: ¡aquí estoy preciosa, mi vida, aquí estoy, descansa! Y volvió a coger el sueño, al grado que pude levantarme y cortar fruta para llevársela a la cama.

Eran casi las dos de la tarde cuando despertó buscándome de nuevo con los brazos, así que me tendí a su “verita”, me abrazó con fuerza y me dijo: ¡mi churri, te amo, quiero estar a tu lado siempre!

La hice sentar y estuvimos compartiendo juntos un enorme platón de fruta. Luego nos desnudamos e hicimos el amor en completa calma. Sus besos fueron extraordinariamente tiernos, me fascinaron. Puesto en medio de sus piernas penetré su vagina y tuvimos un orgasmo delicioso, reconfortante.

Enseguida nos fuimos a la playa de Rodiles, donde yo no había estado antes y me pareció muy hermosa. Su arena es blanca y fina y la adornan unas bellas dunas. Tiene, además, una amplia plantación de pinos (ocalitos) donde se disfruta de buena sombra.

Acostada sobre la arena, luciendo un espectacular mini bikini en color púrpura, recibió de mis manos una buena dosis de bloqueador solar en todo su precioso cuerpo. Me di gusto acariciando sus piernas, parte de sus nalguitas, la espalda, el abdomen, los brazos y su bello rostro. Emocionada, me decía: cuando viví aquí y venía a la playa, siendo una adolescente, soñaba con estos momentos. De alguna manera los esperaba.

Por mi parte, le dije que ella también estuvo presente en mi ánimo desde los años de mi adolescencia. Todo lo que viví en el terreno del amor, presagiaba su llegada. Le recordé aquella hermosa canción francesa que tanto significado tiene ahora para mí.

http://www.youtube.com/watch?v=iviHHLPFfgQ&feature=related

El sentido de la canción es que:
En cada chica que conocí eras tú a quien yo buscaba.
Cuando por fin te tuve en mis brazos lo comprendí.

Entramos al agua y jugamos a enfrentar las olas teniéndola a ella cargada en mis brazos. Fueron espectaculares los revolcones que la agitada marea nos dio y la forma como quedábamos tumbados sobre la arena. Nos olvidamos de todo, absolutamente de todo, hicimos de nuestra relación un mundo aparte y pleno.

Esa terapia nos dejó a los dos muy tranquilos. Caminando con Anna “amarradita a mi cintura”, llegamos al dique, o sea la desembocadura del río Villaviciosa y nos sentamos en el suelo para disfrutar el panorama.

Con las manos entrelazadas, nos besábamos. Se nos fue el tiempo “volando”. Cuando vimos el reloj eran más de las 6. Sin prisa, nos vestimos tan solo de short y playera y fuimos a conocer un huerto cercano, en el que pudimos apreciar el cuidado con que se cultivan las manzanas y se les prepara para la elaboración de la sidra. Mi churri me explicó todo el proceso que yo nunca antes había visto con tanto detalle.

Fuimos después a la llamada comarca de la sidra, donde picamos algunas tapas. Por mi parte, me inicié en la identificación de los sabores tradicionales de la sidra natural asturiana. Oscurecía cuando llegamos a la casa, hicimos el amor y nos dimos un refrescante baño.

Luego mi churri preparó unos deliciosos chorizos a la sidra ¡para chuparse los dedos! que cenamos acompañados de buen arroz blanco que yo confeccioné. Luego salimos a caminar y a buscar una taberna, donde tomamos una copa y mi churri me dio una cátedra acerca de las costumbres asturianas ¡De sueño, una experiencia maravillosa cuyo recuerdo me emociona!

Ya de regreso, puse a mi güerita de nuevo en las piernas para inyectarla. Le bajé la panty y desinfecté su nalguita derecha. Clavé la aguja y empezó a pasar la sustancia sin inquietarla. Pero a medio camino gritó con fuerza y todo su cuerpo se colapsó. Detuve el avance y estuvimos esperando cerca de cinco minutos en los que le masajeaba el glúteo y la tranquilizaba. Volví a apretar el émbolo y la sustancia entró produciéndole un intenso dolor, pero soportable.

La otra inyección, aplicada en la nalguita izquierda, no le produjo más molestia que el consecuente ardor también a niveles soportables. Terminada la aplicación, le puse paños calientes en las nalguitas, hasta que el dolor mermó lo suficiente para no inquietarla.

Tratando de no reavivar la molestia en su culito, mi amada se puso “en cuatro” para hacer el amor y la penetré vaginalmente. Qué vivencia tan extraordinaria la de tener enfrente de mí las encantadoras nalguitas desnudas, empinadas, y entregadas a la acción del rígido pene.

Palmeando y frotando con desesperación los abombados y sólidos cachetes, oyendo los inquietantes suspiros y sollozos de mi amada, observando el brillante y encendido pene quebrantar sin cesar la ajustada vulva, viviendo la eufórica confusión de los sentidos, arrojé hasta cinco violentos chisguetes de esperma candente, que se colaron por el espléndido resquicio del amor, haciendo que mi güerita temblara, se desgañitara y festejara el supremo placer del orgasmo.

Encanto, preciosa mía. Una vez me dijiste que tenías tus relatos favoritos y me los enunciaste uno por uno. Ahora, más de dos años después, quiero preguntarte ¿cuáles son los momentos que hemos pasado juntos que más te han gustado? Ayúdame a hacerte feliz.

¿Te gustó nuestra visita a París, qué sentiste estar conmigo en País Vasco, y… en Asturias?

Y una pregunta adicional: ¿Adónde quieres que pasemos nuestra luna de miel?

No te sientas presionada en cuanto a preparar respuestas. Sólo deja que tu corazón se exprese libremente.

Anna -

Con un poco de descanso y con los cuidados de mi amado me he ido sentiendo menos pachucha y estoy mas ilusionada. Por lo que una vez que terminamos con la "faena" que mi amado acabo de contaros me dispuse a inyectarlo. Siempre caen bien unas vitaminas y más si son en el culo de mi amado.

Así que lo puse sobre mis piernas, le bajé su ropa interior hasta las corvas y me dispuse a darle unas palmaditas en las nalgas para que se relajaran. Lo sentía nervioso pero más bien era cansancio, después de la deliciosa "faena" no es para menos. Después de deleitarme dándole palmadas hasta que me cansé, procedí a acariciarle el culo y le dije palabras dulces y tiernas para que mi "bebe" se relajara. Una vez que lo noté relajado, pasé el algodón con el alcohol por su nalga derecha y volví a darle unas palmadas y mientras le decía que lo amaba y que no iba a doler el piquete. Clavé la aguja, mientras él pegó un ligero brinco, lo inyecté suavemente mientras él parecía tranquilo, retiré la jeringa y volví a pasar el algodón. Luego volvía a darle palmadas y acariciar sus nalgas y sus muslos. Mientras le preguntaba si había dolido, separé sus piernas y lo hice que subiera más su culo de manera que lo tuviese en pompa, seguí acariciándole mientras lo alternaba con suaves palmadas. ¡Vaya! Después de verlo en esa posición y después de tocar sus nalgas tantas veces yo me sentía lista para otra faena y él también lo estaba....

¡Ayyy! ¡Cuanto te amo Carlónimo!

Carlónimo -

http://www.youtube.com/watch?v=a7DPaDcoFyo&feature=related

Carlónimo -

El jueves estábamos en San Sebastián caminando por la Concha y cuando llegamos al “Peine de los Vientos” mi güerita se sintió mal, así que nos sentamos junto al acantilado, la sentí algo caliente y de inmediato me la llevé al hotel en un taxi.

Llegando a la habitación la puse sobre mis piernas, le descubrí las nalguitas, separé sus cachetes y le metí el termómetro en el recto ¡En efecto, tenía 38 grados de temperatura! La desnudé y le di un baño fresco de tina, luego la llevé a la cama y después de secarla la dejé acostada, cubierta tan sólo con la sábana.

Llamé por teléfono a su doctor y le expliqué lo ocurrido. Le dije que no la he visto del todo bien y que remató con ese súbito aumento de temperatura. El facultativo me respondió que su situación es “casi normal” y que se debe a las secuelas de la operación que le practicaron. Fue muy enfático en decirme que requiere reposo, atención y nada de estrés.

Cuando despertó volví a meterle el termómetro entre las nalguitas y comprobé que su temperatura era la correcta. Le di un poco de manzana en la boca como si fuera mi bebé; se sentía mejor pero me miraba con tristeza. Entonces la abracé y le dije: ¿qué pasa, mi vida? Algo tienes hoy, podría pensar que no estás contenta a mi lado. Ella recostó su cabecita en mi pecho y me dijo: No, mi vida, al contrario, es que… “estoy feliz junto a ti y no quiero que te vayas”. No regreses a México el sábado como tienes pensado, quédate unos días más conmigo.

Su petición me llenó de júbilo, así que después de cancelar mi boleto de avión y algunos compromisos que tenía concertados en México, le dije a mi churri: Como necesitas estar tranquila y yo voy a cuidarte ¡nos volvemos a Asturias! Así que esa misma tarde tomamos la autopista y llegamos a Villaviciosa a las 7, hospedándonos en una hermosa casa rural que está situada en la reserva natural de la ría, al lado de Playa Rodiles.

¡Qué lugar tan bello y acogedor! La casita tiene todos los servicios, incluyendo cocineta con refrigerador, así que salimos a comprar algunas provisiones y por primera vez nos pusimos a cocinar juntos ¡como marido y mujer en su casita! Esas lonjas de salmón a la pimienta nos quedaron deliciosas y las cenamos con una sidra asturiana de antología. Viéndote a mi lado en la cocina, volví a enamorarme de ti con un formidable plus que no imaginaba.

Después, arreglé la cocina mientras mi churri desempacaba y colgaba nuestra ropa. Nos cambiamos y me dispuse a inyectarla. Como siempre, la puse sobre mis piernas, bajé el calzoncito y la panty hasta las corvas y estuve acariciando sus nalguitas que ya empiezan a mostrar los efectos de tanto picotazo, pero todavía se ven bastante sanas.

Mi güerita volvió a portarse valiente, me dijo: hazlo pronto, mi vida, quiero que me inyectes para pasar ese momento y poder abrazarte. Estoy muy feliz de tenerte en Asturias, a mi lado.

Desinfecté, clavé la aguja, ella se movió ligeramente y sólo apretó los puñitos y los párpados cuando sintió el escozor de la agresiva sustancia, pero me animó en todo momento a terminar: estoy bien, mi vida, adelante, termina… La segunda, en la nalguita izquierda le dolió un poco más, al grado que me pidió interrumpir y dejarla descansar por unos minutos. Pero terminamos satisfactoriamente.

Al final, mi churri tenía el culito bien parado. Su reacción ante el dolor fue respingarlo, de manera que lo fue subiendo y subiendo. A mí me tenía súper excitado. Las nalguitas de Anna son preciosas: elásticas, blancas, torneadas y de movimientos tan majos y sensuales, que enloquecen.

Así que después de extraerle la aguja nos entregamos a un cachondeo tan frenético que gritábamos de placer. Esa noche nos dimos los besos más violentos de que yo tenga recuerdo. Nos apretujamos y restregamos tanto que parecíamos luchadores profesionales. Nuestras cabezas apuntaron hacia los cuatro puntos cardinales, lamimos nuestros cuerpos recíprocamente. Nunca antes me habían succionado los testículos en semejante forma. El empuje de mi churri me produjo un hematoma en el “huevo” izquierdo ¡qué bárbara!

Penetré a mi preciosa güerita varias veces por el culo y luego por la vagina estando los dos de costado, yo comiéndome su oreja y ella con los brazos atrás de mí dirigiendo la refriega con las manos acopladas a mis nalgas.

El final fue una explosión tan fenomenal de nuestros instintos, que nos azoró, nos apabulló y casi nos hizo perder el sentido. Cuando regresamos… había pasado ya algún tiempo pues mi pene se encontraba flácido y los residuos de nuestras emanaciones fríos ¿cuánto tiempo pasó? No lo supimos. Acoplamos nuestros labios y nos alegramos de estar juntos.

Esa noche fue para los dos un concierto de ternura, calidez y sensualidad, del que hicimos un derroche y un poema. Me llené de tu respiración, de tus mimos y de tus caricias. Te llenaste de mi afecto y del suave calor de mi cuerpo.

El viernes lo pasamos en la playa y visitando los huertos de manzanas ¡Les cuento luego!

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Después de lo que se ha dicho de mí, ya me ofendí y no escribiré más…

No es cierto, no quiero que lloren mi ausencia. Pero no se crean todo lo que oigan ¿Ustedes creen que a Vero no le hicieron ni cosquillas mis eficientes servicios?

Mi Vero, por qué no reconoces públicamente la forma en que llorabas y me suplicabas: ¡Ya no, mi Tony, que me haces mucho daño ¡Por esa puerta ya nooooo, que ya no aguanto! Y hasta las lágrimas se le saltaban ¿o no, mi Vero?

Y yo, inflexible, pum pum pum pum, dándole duro a la chava porque eso sí, de que está guapa, está guapa.

Yo la inyecté primero porque ya no podía ni pararse, decía que estaba agotada y que necesitaba refuerzos. Y es bien chillona para los piquetes, me armó un escándalo que ni les cuento por el momento. Corría por la habitación y se sujetaba a los muebles. Pero me la llevé a la cama cargando, le bajé los chonitos bien rico y me monté en ella para sujetarla pues de otro modo no hubiera podido.

Los berridos que daba la ingrata ¡Que no, suéltame, ya me arrepentí, duele mucho! Y las nalguitas se le movían bien rico ¡nomás de acordarme se me paraliza… el alma! Que les cuente los azotes que tuve que darle para someterla.

No voy a escribir más, mi Vero, hasta que reconozcas públicamente los hechos.

Gil -

Anna, gracias por tu saludo,Pobrecita! Con tanto piquete debes estar muy lastimada. A mi me agrada mucho hablar contigo y te extraño mucho cuando no estás. El relato de Kata me impresiona.

Verónica -

CHALE...CREO QUE AHORA SI ME FUI DE LENGUA!!!... POR ESO TENGO TANTOS ENEMIGOS, VERDAD? JEJEJE........PORFAVOR NO DEJES DE ESCRIBIR, QUERIDA KATA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Anna -

Me encanta lo que han propuesto para la comida de la despedida, no conozco muchos de esos platos pero me encantará probarlos, toda la comida mexicana me gusta, aunque todavía no me acostumbro al chile.

Pues ya ves Vero, si se ha podido hacer que el medicamento sea menos doloroso pero tengo que soportar dos pinchazos a la vez, pero en brazos de mi amado no es tan dificil. Gracias por tus comentarios, me encanta lo positiva que eres.

Gil: Gracias por escribirme. Yo te entiendo porque a mi también me cuesta escribir y cuando lo hago debo de disponer de tiempo, además de estar tranquila y poder sentir la creatividad. Y eso no sucede muy seguido, pero aquí estamos haciendo lo posible, así que anímate.
Las inyecciones han dolido bastante, si por mi fuera no me las pondría, pero ¡hala! ahí estoy dispuesta y puesta a la hora de las inyecciones.

Kata: Gracias por tu relato, quiero pensar que solo es un relato, si es así es muy bueno, pero si pienso que es real creo que ya no lo disfruto. Sigue participando pero dime que son relatos nada más.

Mi amor:

Las dos inyecciones que me has puesto han sido dolorosas pero me han gustado, sobretodo viniendo de ti.
Me alegra mucho que estos días lo vayamos a disfrutar juntos porque me siento abatida después de tantas cosas y encima las inyecciones tan dolorosas.

Pero estoy feliz junto a ti y no quiero que te vayas. Ya pronto estaremos juntos siempre, mi vida.

Espero relatar pronto, la primera inyecciones de vitaminas que te ha puesto.

Te amo

Carlónimo -

Ay Gil ¿qué hago contigo? Me caes muy bien pero déjate ayudar chavo. Pues si no escribes ¿cómo te vas a habituar a hacerlo? ¡Nadie nace escribiendo ni una jota!

Y luego Kata… No vayas a desaparecer, déjanos conocerte.

Los veo el lunes, estos días estaré CONSINTIENDO a mi churri.

Lo que es el mundo ¡Válgame…!

http://www.youtube.com/watch?v=RJWpgnY1B0E

Verónica -

Kata: Bienvenida a nuestro humilde y erótico espacio: Tu experiencia fue buena, tu redacción también lo fue, pero extrañamente experimenté un cúmulo de sensaciones tan opuestas… Por lo que me uno a la opinión de Carlónimo, porque realmente este espacio es la isla de la fantasía, y nos encantaría conocer algún relato personal… Y volviéndolo a leer de nuevo, pude analizar a fondo la causa: Por un lado, resultó muy sensual la escena de la inyección que le aplicaron a tu hijo, y la forma en que se comportó, como si fuera el fin del mundo… pero me pregunto, ¿Qué tan estimulantes son las inyecciónes, y demás sometimientos anales, como para “desplazarlos” (mecanismo de defensa) con su hijo?. Yo entiendo que muchos jovencitos requieren mano dura para enderezarse, por decirlo así, y pues algunos métodos de modificación de conducta que usted utilizó, fueron acertados, pero no en la dosis adecuada, ni en el medio como usted lo dijo… ya sabe quién es la autoridad, y realmente resultó, mas, se quedará con esa experiencia traumática en su inconsciente por el resto de su vida. Sin ofender, muchas veces, las actitudes que toman los chavos de esa edad, son causa de la atmósfera que experimentan en casa, y cuando no es así, es más factible buscar ayuda profesional… Saludos, y Gracias por compartir…

Antónimo: Te pareces a Gil y Carmen… ¿ningún comentario? O ¿te ofendiste por relatar nuestra intimidad?...

Carlónimo: Mis respetos por el cuidado con que tratas a tu mujer… es algo que se merece, pero deberías consentirla más, ya que ha sufrido mucho… tu sabes, ¿no?... Espero de corazón que se recupere pronto, y sigo leyendo con cariño…

Gil -

Me da mucho gusto Anna que estes otra vez aquí con nosotros, yo te extrañé mucho igual que todos los demas. Cuentanos como te va con esas inyecciones tan dolorosas.

Carlónimo, no es que me coíba para responderte de la historia que me escribiste con Carmen pero es que no estoy muy habituado para escribir. Gracias por considerarme. Saludos a todos, Vero, Hilda, Carmen y los nuevos.

Carlónimo -

Querida Hilda.

Entiendo que tus propuestas de juegos para la reunión de despedida tienen, como se estila en esos foros, un carácter figurativo. Desde la perspectiva de los novios, cuenta con que mi churri y yo nos esforzaremos para satisfacer a todos, incluso a nosotros.

En cuanto a los platillos, tu selección es muy buena, pero el conjunto de pozole, flautas y mixiote, es pesado. Yo sustituiría el pozole por una birria, que es muy rica y más ligera. En cuanto a los buñuelos, requeriríamos ofrecer también bebidas calientes (chocolate, atole, etc.) las cuales no son bien recibidas cuando ya se ingirieron algunas copas. Así que en lugar de buñuelos daría variedad de dulces regionales (pepitorias, acitrón, queso de tuna, etc.) Yo le explico a mi güerita. Todo lo que se ha mencionado ya lo probó ella y sé que le gusta, aunque no esté familiarizada con los nombres ¡Ya lo estará!

La vamos a pasar muy bien. No sabes cómo te agradezco el apoyo; le has dado mucho realce a este momento tan importante para nosotros.

Querida Vero

Tú siempre tan atenta, me encantan tus reflexiones.

En efecto, mi güerita y yo tendremos hijitos muy hermosos porque los engendraremos con amor. Si nos vemos bien, es porque nos amamos. Las “sensaciones al unísono” son, como bien lo dices, una manifestación de ello. ¿Cómo no voy a leer en los ojazos de mi amada, si me encantan? ¡Preciosa maja asturiana!

Por otro lado, ya ves lo populares que son también ustedes ¡como polvorín corrió la noticia del estruendoso encuentro que tuvieron en ese motel de la Sultana. Y doblaste al Tony… ¡Me tienes impresionado! Ya ves que ni se ha asomado por aquí, creo que anda achicopalado y con justa razón, por cierto. A ver qué dice luego. No dejes de contarnos sus aventuras, tú tienes muy buena pluma ¡ejercítala!

Estimada Kata

Gracias por compartirnos tu experiencia. Entiendo que lo haces como madre preocupada por la formación de su hijo ¿O entendí mal? En fin ¿Por qué no nos cuentas alguna experiencia personal tuya, desde una perspectiva erótica? Y sigue disfrutando los relatos.

Mi preciosa churri

¡Ni lo pienses! si es por mí, me tienes a tu lado: PARA TODA LA VIDA. “Yo no quiero perder, lo que puedo perder, si no estoy a tu lado”

Encanto, creo que funcionó la alternativa que te dio el médico. Anoche y esta mañana te apliqué la medicina en dos tantos, rebajada con agua bidestilada. Me preocupa haberte tenido que picar los dos cachetitos cada vez, pero eso lo soportas.

Ayer todavía estabas muy nerviosa. Cuando te acosté sobre mis piernas y te bajé el calzoncito del “baby”, me dijiste: “Mi vida, por favor, yo te aviso, pero si me duele igual que ayer ¡no continúes! te lo suplico amor, porque ese dolor tan terrible no lo aguanto”

Con las dos jeringas listas busqué el sitio adecuado e inserté la primera: Gemiste nerviosa y cerraste los ojitos, expectante. Empujé el émbolo y empezaste a resoplar muy quedo, pero la sustancia siguió corriendo sin que te quejaras demasiado. Tu nalguita expresaba con un suave bamboleo la molestia un tanto anormal que, al sentirte en mis brazos, fuiste tolerando.

Terminada la primera aplicación, te pregunté: ¿cómo estás para la segunda, mi vida? Después de un largo suspiro, me dijiste: espera, espera un poco, amor. Permaneciste quietecita… tus respingadas nalguitas temblaban, lo cual a mí me calentaba.

Al cabo de un rato agregaste: Estoy bien Carlónimo, adelante, aplícame la segunda. Busqué sitio en la otra nalguita y clavé con extremo cuidado la extensa aguja (porque la aplicación es profunda). Tu cuerpo dio un leve respingo. La entrada de la sustancia no pareció molestarte demasiado. Pero al final me dijiste: Esto lo soporto sólo porque estoy en tus brazos, de lo cual concluyo que sí sufriste un poco más de lo normal, pero te has portado muy valiente, preciosa.

Extraída la aguja te estuve acariciando las nalguitas suavemente. Pensaba en la sensualidad y en la belleza de tu cuerpo, las veces que lo he tenido dispuesto, el extraordinario placer que me reporta. Besé tus deliciosos cachetes, una y otra vez, los mordí, me embebí mimándolos y recordando las veces que los he tenido a mi disposición. Sentí que el corazón se me esponjaba al saber que pronto serás mi esposa.

Embelesado, llegué a tus espacios más íntimos. Tenía el rostro sumido en tu entrepierna recorriendo la fisura vaginal con mi lengua. Temblabas, gemías, sollozabas y me pedías que te penetrara con el pene.

Deslicé tu cuerpo posándolo sobre la cama y coloqué las almohadas debajo, a la altura del pubis. Tus nalguitas quedaron en alto, abombadas, y la vulva magnificada. Te monté sumergiendo mi pene en ella. Tus intensos sollozos me encendieron… a la segunda frotación me vacié en tus entrañas. Te sentí delirante, conmocionada por el intenso orgasmo.

Fuimos hoy a la playa; el agua ya no está fría. Pudimos nadar, abrazarnos y retozar ¡Qué preciosa te ves en traje de baño! Comimos en una taberna muy pintoresca de “la parte vieja” de San Sebastián, por el lado del Igueldo ¿La estás pasando bien, mi vida?

kata -

me encantaron los relatos muy bueno :D. bueno yo quería compartir mi experiencia, ya que no puedo agregar como historia, bueno sin mas rodeo aquí va.

cuando mi hijo tenia unos 15 años empece a darle castigos, el estaba una etapa de rebeldía, no se baña y cree que tenia el poder de hacer lo que quiera bueno resulta que un día el me pide permiso para salir con sus amigos le dije que podía volver a la 1 de la mañana, al pasar la hora no llegaba me empece a preocupar ademas que se puso a llover y como a eso de la 3:30 de la mañana llega con un olor a alcohol yo echa furia le pregunte que donde estaba y me dijo que se fue con unos amigos a jugar a la lluvia y sin dejar que me siguiera explicando lo agarre y lo metí a la ducha para quitarle el olor a alcohol. le quite toda la ropa y el muerto de vergüenza no se dejaba al llegar a su ropa interior me enfurecí mas al ver que su calzoncillo esta totalmente sucio, pesque el cepillo y le empece a dar unas nalgadas, le pregunte que de cuando no se cambiaba el calzón y llorando me dijo que desde hace 4 días yo me enoje mas y le di mas fuerte en las nalgas y le lave todo el culo con la mano el seguía llorando y con mucha vergüenza, cuando termine de bañarlo lo lleve a su cuarto y le dije que como era posible que no se cambiara la ropa interior que si era un niño chiquito el me dijo que esta exagerando yo me enoje y le dije que como se comportaba como un niño chiquito lo trataría como tal, lo empece a secar y le puse la pijama pero antes que se acostara lo agarre lo puse en mis piernas y empece a pegarle con su zapatilla en la nalgas le di 20 azotes lo acosté y me fui a dormir.

en la mañana me levante mas calmada pero seguía molesta con el, fui a su cuarto para levantar lo y lo note enfermo le pregunte si se sentía bien, me dijo que le dolía la cabeza, la garganta y la panza, lo toque y me fije que estaba con calentura, le dije que le tomaría la temperatura, pero como seguía enojada fui a buscar el termómetro rectal, cuando me vio llegar con el termómetro abrió la boca pero le dije que se levantara el no entendió asta que le baje el pantalón del pijama el de inmediato se echo para tras y me empezó a pelear diciendo que no era un bebe yo le dije que como se comportaba como tal lo trataría así, lo agarre del brazo y lo tire sobre mis piernas, pataleando, le baje el calzoncillo le abrí las nalgas le lubrique el ano y se lo metí, en el momento se puso a llorar, cuando se lo saque se paro de inmediato y se subió los pantalones. tenia 37.6 de temperatura, le dije que se cambiara que iríamos al medico, me miro y me dijo que no era necesario(yo nunca lo llevo al medico porque lo consiento mucho) como le dije que estaba molesta esta vez haría lo que yo diga, mientras se vestía llame al medico para ver si tenia cupo pero solo aviá cupo en el pediatra así que la tome.
cundo llegamos a la clínica tomaron los datos de mi hijo y que esperáramos. cuando nos llamaron entramos le dijeron que quedara en calzoncillos me miro y se desvisto, cuando llego el medico lo reviso, me dijo que tenia amigdalitis y gastroenteritis, se vistió pero antes de ponerse el pantalón el medico dijo que le pondría una inyección de penicilina al oír inyección mi hijo se bajo de la camilla y me dijo que por ningún motivo le pondrían una aguja en el culo yo me enoje y le di una cachetada y le dije que se acostara y se quedara quieto se acostó y le baje el calzoncillo asta la rodilla cuando se acerco la enfermera con la aguja mi hijo salto de la camilla y salio corriendo yo enfurecida y muerta de vergüenza lo salí persiguiendo junto con un enfermero pero como solo andaba con calzoncillo y una playera, no se atrevió salir a la calle en un descuido lo agarre de la oreja me senté en una silla que aviá le baje el calzoncillo y le di 20 nalgas luego llego el enfermero y me ayudo a llevarlo a la camilla, en la camilla le di otras 4 nalgas y entre 6 personas lo agarramos le saque por completo el calzoncillo llorando y tratando de arrancar le clavaron la aguja dio un grito que creo que oyó todo la clínica luego lo soltaron y le di otras palmadas mientras las enfermeras se reían le dije que era ya era muy grande para estar arrancando como los bebes después de eso me pido que le diera el calzoncillo. pero antes el medico me dijo que debido a el escándalo que no me recomed aria el enema para la casa por la gastroenteritis que me costaría mucho ponérselo, así que ellos se lo pondrían, en ese momento reventó en llanto y me dijo que no que lo llevara casa y trato de bajarse de la camilla pero lo agarraron las enfermaras y lo dieron vuelta yo los ayude, cuando lo tenían listo entro a la desesperación y trataba de soltarse, el medico le abrió las nalgas y le metió la punta en el ano, mientras se vaciaba el agua el lloraba como un niño chiquito, yo le decía que fue su culpa todo lo que le estaba pasando por andar bebiendo alcohol, cuando termino el medico me dijo que nos podíamos ir así que le pusieron una pañal para llevármelo, el muerto de vergüenza y dolor apenas camino con los ojos hinchados de tanto llorar, el medico me dio unos jarabes y unos supositorios por si le subía la fiebre lo termine de vestir y al salir todos los niños y padres que estaban hay, nos quedaron mirando mi hijo cojeaba y se tocaba el culo le molestaba el pañal, lo senté en el auto y el seguía llorando mientras me decía que quería ir al baño yo le dije que para eso le pusieron el pañal, asta que no aguanto mas y se izo en el pañal se puso colorado, se movió todo el camino a casa ya que le molestaba la caca, al llegar a casa lo lleve a su cuarto puse una toalla y lo acosté, hay me dijo que podía ir al baño, yo le dije que como se comporto como un bebe lo trataría como tal cuando saque el pañal estaba completamente manchado y hediondo así que lo lleve a la ducha y lo bañe, al terminar lo acosté nuevamente y y sin darse cuenta le metí el termómetro por el culo mientras le di unas buenas nalgadas por lo mal que se comporto, le di unas 50 nalgadas, le saque el termómetro y tenia fiebre así que fui al la sala y saque un supositorio lo lleve oculto junto con un pañal lo empece secar y vestir cuando le empece a secar el culo le eche una pomada no se dio cuenta cunado saque el supo y se lo metí, cuando lo sintió empezó a moverse e izo fuerza y lo expulso, me enfade lo agarre y lo puse en mis piernas le di otras 50 nalgadas le abrí las nalgas y le metí el supo, lloro y se quejo, le apreté las nalgas luego los abrí para ver si ya no estaba luego le puse el pañal y lo acosté. se quedo con pañal asta que el supo izo efecto lo cambie y le puse otro pañal y pobre del si se lo sacaba.
lo deje con pañal toda la semana que estuvo en cama enfermo. después de eso, no volvió a beber y se empezó a bañar mas seguido. pero no fue el ultimo castigo y anécdota que a ocurrido en la clínica pues es un niño que le tiene fobia a los hospitales y clínicas.
ese día estará en su recuerdos por el resto de su vida

bueno eso es la historia que quería compartir me encantan sus historias muchos saludos :)

Verónica -

Anna: Acabo de leer tu último post, y me fascinó tu manera de pensar: de disfrutar cada momento, y el amor libre, de confianza, y hermoso que ustedes manejan, parece imposible siquiera concebir la idea de una separación. Seguramente, será posible cambiar tu medicación por algo más liviano, y hasta combinado con algo oral… En serio mucha suerte, esperamos con ansias tu recuperación total. Lo del facebook es un extra muy especial, me avisan si se animan, para poder contribuir con todo lo que se pueda y armonizarlo… Saludos enormes

Verónica -

Hola ternuritas!!!...

Ahora si les debo una disculpa… he tenido días realmente tediosos, enloquecedores, problemáticos… Y ahora que me tomo un break… vaya vaya vaya…. Cuantas sorpresas

Anna y Carónimo: Ustedes sí que saben sacarle provecho a la belleza de cualquier lugar, pero ciertamente, la luz hermosa que desde aquí noto en ustedes, es la belleza interna que poseen. Cuenta la gente que los ha visto de paseo, lo maravilloso que se ven juntos, y hasta se dice por ahí que tendrían hijitos hermosos… ¿Cómo la ven?. La popularidad que han expandido en cualquier lugar, hace de cada visita, conversación, mirada, palabra, gesto, simplemente magia. Y los bailes: ¡majestuosidad en extremo!, los dueños de la pista. Pero eso no es nada… Si están inmersos en la intimidad, ocasionan revuelo entre las personas allegadas, ya que, según lo describen: parecieran pequeños terremotos… jejeje, y ¿Cómo dudarlo?, si desde el principio el restregarse es entregarse del todo, gradualmente aumenta la pasión porque no tiene límites. Felicidades, chicos… No dejen de describirnos tanta maravilla, que, nos hace estremecer de una forma inigualable… Lo grandioso de todo esto, es la facilidad que tienen para experimentar tantas sensaciones al unísono, y creo que eso es parte del amor que se tienen, pero además, me contaron por ahí algunos secretitos de esas sesiones celestiales… Los lentes mas lascivos que existen radican en sus ojos, porque les permiten obtener una idea de lo que va a pasar, y los dejan siempre deseando más. Cuando funden sus miradas en un solo ojo a la vez, y se concentran tan profundamente, parece en realidad que se concentran por dentro. Estudian sus ojos en detalle aun en lugares públicos, forma, color, pupila. ¡Qué impresionante vínculo tienen!. Y qué decir del amor que se brindaron en casa de la madre de Carlónimo: Casi por respeto, tuvieron que ser tan silenciosos, que tuvieron uno de los mejores días de sus vidas, la pasión cobró tanta vida, que se sintonizaron con tantas sensaciones nuevas, y los corazones latiendo al unísono.

Anna: No dejes de compartirnos los inyectables que estás a punto de aplicarle a tu amado. Recuerda que esperamos esos relatos ansiosamente, y con lujo de detalle. Estamos muy contentos de que tu cirugía haya salido a las mil maravillas, y, pensando en el futuro bienestar, lo mejor es acatar todas las instrucciones de los médicos al pie de la letra. Sabes que tu futuro esposo te apoyará en todo, y que el tremendo dolor vale la pena. Ha, y no te imaginas cuan admirable es la forma en que defiendes a tu hombre, a pesar de que ustedes gozan esa confianza vital al máximo, nunca está de más poner en su lugar a ciertas manitas de lumbre… jejeje.

Carlónimo: ¡¡¡Qué barbaridad!!!, Como se corren los chismes, y cuan pequeño es este mundo. Así fue nuestro retozo en la corta visita del “angelito”, apenas llegando, nos hundimos en una larga sesión de lujuria, incitándonos con caricias suaves que recorrían todo el cuerpo. Cuando empecé a recorrer su piel, el se estremecía, por lo tanto, me concentré en cada parte de su cuerpo, mientras lo despojaba de cada ropa que portaba. La cosquilleante sensación que brindaban mis dedos al toque de su piel, recorriendo hasta el último centímetro, estuvieron llenas de terminaciones nerviosas que lo hicieron cerrar los ojos, y hundirse en un trance. Entonces decidí absorberlo por completo, demorándome una eternidad en el jugueteo apenas rozando su cuerpo con el mío, entonces, lo hice entrar en mi tan suavemente, prestándole atención a su respiración, sintiéndolo exhalar al unísono… hasta que no pudo contenerse más, y entró en acción a toda velocidad. Casi desfallecemos con todo tipo de sensaciones que experimentamos ese día. Estuvimos tan absortos, que perdimos la noción del tiempo, porque se repitió ininterrumpidamente… ¡No comprendo de dónde saca tanta energía el hombre!... No soy tan quisquillosa con los chicos sensuales, es que me faltaba experimentar el toque final para sentirme plena. Así que sin preámbulos inserté la agujita en semejantes monumentos que se me ofrecían a la vista, dispuestos a ser picoteados de un momento a otro. Sólo se estremeció esperando algo desagradable, sin embargo a cada avance del doloroso líquido que se introducía, el chico gemía de placer esperando más y más….

Hilda: La organización de la ceremonia que planeas, nos hace cerciorarnos del gran corazón que posees, y seguro tu misma, como anfitriona, sabrás dar en el blanco de las cosas que más encantan a los novios, de acuerdo a sus relatos. Después de todo, el ingrediente principal es la sorpresa, ¿no?, y acompañada de tu buen gusto, e imaginación, no tengo duda de que los novios se sentirán tan contentos como cuando se reencontraron. Francamente para ese tipo de bailecitos cachondos no soy muy buena, contrario a lo que pueda parecer, pero haré el intento, tal vez, todos terminen bailando de ese modo en parejas…

Saludos y abrazos por todos lados!!!

Anna -

Carmen:

Te agradezco tus consejos, yo confío en mi amado y me voy a casar con él pensando que es para toda la vida, pero si él decide buscar el amor por otro lado, siempre será libre para hacerlo. No quiero vivir preocupada pensando que se enamorará de otra y celándolo a cada momento. Así que tu tranquila y yo también, ¿cale?

Hilda:

Todo lo que propones para la despedida me parece muy bien, pero no se qué diga Carlónimo. Te agradezco que pienses en tantas cosas y que quieras hacer esta fiesta tan especial, no solo para Carlónimo y para mi, si no que seguramente también lo será para todos.

Mi amor:

Esa inyección realmente me dolió mucho, realmente le voy a preguntar al médico si puedo cambiarlo por algo más. Si no me has puesto tu, no se qué hubiera hecho, ¡qué sufrimiento!. Mi amor, siempre que te inyecte te voy a tratar con mucho cariño y delicadeza, ¡mi pequeño! ¡mi chaval!

La cena con mis padres fue muy agradable, todos estamos muy contentos e ilusionados con la boda. Fue una cena tranquila, familiar, pero muy elegante. Mis padres pensaban que la ocasión lo merecia.

Será bonito que nuestra historia también esté presente en facebook. Pero lo mejor será que estaremos siempre juntos amor mío.

En cuanto a los manteles, prefiero darte gusto a ti mi amor, así que mejor que sean blancos como los quieres tu.

Te quiero, te quiero mucho.

Carlónimo -

Estando en Villaviciosa, mi churri me propuso visitar la Basílica de Santa María la Real de Covadonga y el Castillo de San Cucao. Así que el lunes temprano nos fuimos los dos en el coche, aprovechando que mi madre comería con los padres de Anna en “La Aldehuela” un restaurante típico de Villaviciosa. Mi madre y la madre de Anna hicieron en verdad buenas migas y no dejaban de conversar y de planear nuevos encuentros.

La Basílica, de estilo neorrománico construida de piedra caliza rosa, es preciosa y está en un sitio tan diáfano que hace recordar los grandes conventos de desierto propios para la meditación y el desprendimiento místico. Desde el atrio, mi preciosa güerita y yo contemplábamos embelesados el contorno de las montañas que la abrigan. Y en ese marco le dije que ya no concebía mi vida sin ella. Entonces me miró muy seria con aire reflexivo, posó sus tibias y suaves manitas en mis mejillas y me dijo: “Amor mío, siempre voy a cuidarte y siempre voy a amarte”.

El interior, dispuesto en tres naves, me llamó la atención por la forma en que la luz natural se filtra estratégicamente hacia el Altar y la pila bautismal. No me quedó la menor duda, ahí mismo, en ese lugar tan hermoso deseo casarme y consagrar mi vida a la preciosa Anna quien, ya descubría los signos de satisfacción en mi rostro. Mirándome de frente, me guiñó el ojo. Le pregunté: ¿te gusta? Ella sonrió, me dio un beso y repuso: Me encanta.

Así que fuimos a la oficina e hicimos el apartado para el sábado 27 de agosto, comprometiéndonos a entregar la documentación requerida en tiempo y forma.

Saliendo de ahí nos fuimos al Castillo de San Cucao construido en un paraje muy bello, acorde al de la Basílica, en el que destaca la famosa Torre de Valdés, que data del siglo XIV.

Entramos al salón de recepciones y nos gustó en especial la ambientación. En ese momento tuvimos una seria duda pues, debido a la operación de mi güerita no habíamos hecho una estimación del número de invitados así que, aprovechando las facilidades que nos brindaron de espacio, una laptop y bebidas diversas, nos pusimos a estimar. Después de varios intentos, considerando que entre las dos familias eran más de cien personas y otro tanto para compañeros de trabajo, colegas y amigos en general, decidimos cerrar la cuenta en trescientas personas,

Tuvimos alguna dificultad para acordar los adornos florales pues yo quería que fuera una combinación de tulipanes y claveles pero me pusieron algunas trabas argumentando que los tulipanes tendrían que importarlos de México y, en esas estábamos cuando mi churri decidió que sería mejor claveles y rosas, con lo cual el asunto quedó resuelto. También yo quería que la mantelería fuera totalmente blanca pero mi güerita decidió que blanca con base de mantel en tono coral.

Fijamos la degustación para el sábado 30 de julio, habiendo decidido que serían los padres de Anna, mi madre y mi hermano Antónimo, nuestros acompañantes. Seleccionamos una junior suite para pasar nuestra noche de bodas, deposité la suma inicial y… ¡asunto resuelto! Salimos como dijera mi preciosa Anna: “en un sueño” sin poder entender plenamente una realidad que, hace 5 meses era impensable.

De regreso, pasamos a despedirnos de los padres de Anna, acordando vernos de nuevo el 28 de julio para la degustación, dejamos a mi madre en Santurtzi y nos fuimos los dos a San Sebastián, muy cerquita, en la propia Bizkaia, donde decidimos pasar los dos días siguientes hospedados en el Hotel de Londres, frente a la Playa de la Concha.

Fue maravilloso estar contigo en esa ciudad para mí entrañable, de la que tengo recuerdos fabulosos. Una vez instalados y después de haber hecho un recorrido por el malecón desde el Monte Urgul hasta el Igueldo (unos dos kilómetros) y de regreso, compramos las medicinas que requeríamos y nos fuimos al hotel para inyectarnos.

Volví a vivir esa experiencia única de que mi güerita me hurgara las nalgas con esa extraordinaria suavidad que destilan sus preciosas manitas.

La percibí tan maternal que decidí acostarme sobre sus piernas. Ella me replegó suavemente la ropa, me dio unas cariñosas nalgaditas, la oí desempacar la jeringa, descabezar la ampolleta, humedecer el algodón. Tras cargar la jeringa me la enseñó ya dispuesta.

Cerré los ojos y me concentré en el suave contacto de sus manitas que buscaban el sitio preciso para la incisión. Sentí la fricción del alcohol y de nuevo sus deditos delimitando el punto seleccionado.

Acompañada del firme movimiento de su brazo, sentí la fina saeta que penetraba mi carne sin hacerle ningún daño. La entrada de la sustancia sí me dolió debido al hematoma que mi nalga todavía conserva.

Lo delicioso de esta inyección que me aplicara mi preciosa Anna en el piso 6 del Hotel de Londres, frente a la Concha, con vista a la playa, fueron sus hermosas palabras y mimos. Me decía: “ya, mi chiquito, mi nene, no te va a doler nada, mami te cuida”. El ardor de la sustancia era para mí una caricia que deseaba prolongar eternamente.

Llenando mis pulmones de aquella brisa tan familiar que me invadía también el alma, me regocijaba de saber que estaba en el regazo de la mujer más encantadora del mundo, de la preciosa Anna, de la mujer de mi vida, de mis sueños, que muy pronto será MI ESPOSA.

Después yo preparé la jeringa frente a la inquieta mirada de mi churri. La vi ponerse de pie, elevar su faldita hasta la cintura, insertar los pulgares en el elástico de la panty para arrastrarla hasta las corvas. Me deleité con la vista de sus nalguitas, blancas, firmes, frescas, respingadas, redonditas, que se acomodaron lentamente sobre mis piernas.

Apoyé las yemas de mis dedos sobre aquella sumisa superficie que reaccionó con un súbito estremecimiento. Le comenté a la güerita que esa sustancia tiene fama de ser extremadamente dolorosa. Ella me dijo, muy segura: “adelante, mi vida”.

Seleccioné el lado derecho por verlo más relajado, e hinqué con firmeza la aguja la cual se deslizó sin problema ni sobresalto. Cuando apreté el émbolo mi churri brincó, sus nalguitas y sus piernas se pusieron muy tensas y me rogó” Espera Carlónimo, me duele, me duele demasiado… A cada intento de avance se agitaba, insistía en que me detuviera, e inclusive llegó a sujetarme el brazo: No, mi amor, no, es espantoso, no sabes lo que se siente, no, por favor… no me inyectes.

Esperamos un rato, poco a poco fui aflojando sus deditos que apretaban desesperadamente mi brazo. Le hice poner la mano al frente. Ella me rogaba, sácame la aguja Carlónimo, sácamela, no aguanto, voy a preguntar al doctor si me puedo aplicar otra cosa, esta medicina es espantosa, no resisto.

Le dije: es que tienes muy tensa la pierna y la nalga, aflójalas, mi vida. Y dándole un leve masaje induje que destensara los músculos. Viendo por fin que su nalguita se encontraba menos estresada volví a apretar el émbolo con lo cual entró una tercera parte de la sustancia. Mi churri se dobló sujetándose ella misma la cabeza para mantenerla pegada a la cama. Me dio la oportunidad de avanzar resistiendo estoicamente el flagelo.

Con el rostro congestionado por el sufrimiento, presa de una menuda temblorina en brazos y piernas, me gritaba valientemente: ¡avanza Carlónimo, de una vez inyéctame toda la sustancia! Armándome de valor apreté de una vez el tercio final que quedaba de la medicina. Mi churri, gritó e inmediatamente se desvaneció, con lo que terminé la angustiosa aplicación.

Extraje la aguja, puse alcohol en la palma de mi mano y se lo apliqué en la nuca y en la frente. Hice también que lo oliera, hasta que la vi volver en sí. Abrió sus ojitos, me miró erráticamente y me dijo: duele mucho mi amor, ya no me la pongas. Le enseñé la jeringa vacía, lo cual le hizo sonreír y mover la cabeza afirmativamente.

Le seguí masajeando el sitio mientras sus signos vitales y su ánimo se iban normalizando.

Luego nos acostamos, la desnudé poco a poco y me embebí chupándole los pezones. Ella me soltó el cinturón replegó mi ropa y empezó a acariciarme el pene. Los suspiros de los dos se aceleraban y eran cada vez más frecuentes.

Veía el precioso cuerpo de mi churri completo y no sabía hacia donde encaminar el acto sexual, pero ella me salvó atrayéndome para que la montara de frente, así que me coloqué entre sus piernas y brazos que me apretaban cálidamente y le deslicé con suavidad el pito por la vagina.

La preciosa Anna tiene una forma tan erótica de disfrutar el coito que me lleva a niveles insospechados de placer. Cuando flexiona la cabeza hacia atrás, con los ojitos cerrados y los labios sensualmente separados, exhala un armónico y creciente jadeo, musita frases tan tiernas como: “churri, te amo, mi churri” y me frisa las nalgas con desesperación, advierto que se encuentra al borde del orgasmo. En ese momento tan ardiente, basta decirle: “estás preciosa”, o “me enloqueces”, o “soy tuyo por siempre” para hacerla explotar retorciéndose con furia y gritando que es feliz, que me ama, que está en el cielo, en la gloria…

Así es ella: preciosa, erótica, sencilla, sincera, garbosa, impulsiva y hasta explosiva ¡cuidado! pero nada complicada. Sólo hay que amarla, después amarla y finalmente amarla…

Hilda -

Ja, ja, ja, ja, ja, Carlónimo, está buenísimo el relato! Por fin se le apareció el chamuco a Antónimo. La tremenda Vero le agarró el modo y ya hasta lo inyectó. Me hiciste reír muchísimo Carlónimo. Vero, nos cuentas de las inyecciones por favor.

Anna ¡qué gusto verte aquí de vuelta! Siento mucho que hayas sufrido pero Carlónimo te va a cuidar y a consolar y las inyecciones te van a reanimar, ya verás, disfrútalas mucho. Nos cuentas con todo detalle cuando lo inyectes a él.

Gracias por seleccionar el tema, es muy bonita la canción de Amaia Montero y creo que expresa muy bien lo que ustedes han sentido. Ese miedo del que ella habla y que ustedes dijeron que sintieron.

Si prefieres cena, entonces será cena. Te propongo algo mexicano como pozole, flautas de tinga deshebrada y mixiotes. De beber tequila, cervezas y cremitas. De postre buñuelos. Tú me dices si estás de acuerdo. Yo pongo todo y Carlónimo lo paga. Y si quieres la cena tipo español, entonces me dices y juntas lo vemos.

Yo me pongo de acuerdo con los muchachos sobre las prendas y cositas que necesitaremos para los juegos. Como te decía, a ti se te vestirá de novio y a Carlónimo de novia (por dentro y por fuera). Luego se realizará la boda y la luna de miel. Sería bueno que el novio inyectara a la novia en vivo (en ambas pompis), y a la inversa (la novia al novio) pero eso si tú lo autorizas, claro! También la luna de miel tendrá lo suyo, pero será entre ustedes, los demás sólo de mirones y a distancia, para que no te asustes. Pero tienes que ver cómo le cumples a la novia, no la puedes dejar sin estímulo. El strip no puede faltar, a ver si nuestra aventada Vero se anima a bailar la danza de los once velos junto con Antónimo ¡guau! Ya les diré de algunos otros jueguitos que se me ocurran, como el certamen de belleza y sensualidad en bikini, para las chicas, yo me apunto y espero que Carmen también lo haga. Y el certamen Mister Universo para los chicos ¿Te parece bien el plan, Anna?

Carmen, tu muy controladora con Carlónimo pero quieres que Anna te describa sus nalgas ¿en qué quedamos?

¿Y Gil? Después del agasajo que se dio con Carmen desapareció ¿estás bien amiguito? O quedaste como Antónimo.

Iveth, también estás en la lista de asistencia, no trates ahora de pasar inadvertida, ya vemos en qué jueguitos participas.

¿Y Maribel? Sólo entró para dar una definición y se retiró. Si estás por ahí, date por enterada que estás invitada a la fiesta.

Todas y todos, según dijo Anna, están invitadas e invitados. Incluyendo a Eulogia, según se arregle con la propia Anna, claro. Animo Eulogia, tu nunca has sido complicada, ven a divertirte y déjate de rezongos. Es más, si te animas a venir yo dejo que me inyectes enfrente de todos.

Carlónimo -

De las cosas que uno se viene a enterar a 9 mil kilómetros de distancia.

La recamarera de un cómodo motel de Monterrey, nos cuenta fascinada.

Pues que llegaron en una Durango roja nuevecita; él muy guapo, alto, con sombrero texano y ella un mujerón, de esas chavas entronas, muy bien abastecida. Llevaba un short mínimo de los que se les sube el borde inferior por encima de los plieguecitos de las nalgas. Y con unas piernotas de causar infarto ¡qué bárbara!

Se bajaron jugando entre ellos a gritos: ¿qué no, mi Vero? Me canso, te doy las diez y las malas ¿no me crees…? y sin sacártelo ¿cuánto? La joven ¡guapísima! Sólo le contestaba: ¡no manches, te pasas, a ver si como roncas duermes, mi chavo!

El la cargó y se la llevó en brazos hasta la habitación mientras ella reía a carcajadas y pataleaba luciendo sus fabulosos chamorros. Enseguida pidieron cervezas y una botana, así que llamé a la puerta y se los llevé ¡qué impresión! Me abrió el chavo desnudo tan sólo tapándose el miembro con un pañuelito, pero me dio buena propina, así que le dije: lo que se le ofrezca joven.

En ese momento la chava salía de la regadera y como vio que era yo mujer ni se preocupó en taparse, salió como si nada. De espalda a mí empezó a secarse las piernas y las nalgas.

Ya luego oí que gemían los dos y casi enseguida se carcajeaban. Él, de nombre Antónimo, gritaba, en turno, después de cada tanda de gemidos: Va uno; van dos; van tres… y así ¡hasta cinco!

Luego abrió la puerta y se asomó para buscarme: Ven amiga, tráenos toallas y más chelas. Me fui corriendo a atenderlos y cuando regresé, antes de entrar oí que él decía ¡ahora por la cabina trasera! Y ella ¡apoco…! ¿no te infartas mi Tony?

Cuando regresé él salió en trusa y me dijo: no mires amiga, no mires, me recogió las cosas y me dio otra propinota. Pero se metió corriendo y gritando ¡ya voy, ya voy, mi Vero!

Nuevas risotadas y luego las tandas de gemidos… Y ¡va uno!; ¡van dos!; ¡van tres!... y así hasta cinco ¡Guau!

Volvió a salir el joven y me encargó unos cocteles de camarón y ceviche. ¡Aah! Y otros tres six pack. Cuando llegué con las cosas oí que le decía a la Vero ¡por la cabina emergente, la oral! ¿te parece?

Y otra vez, gemidos, tan sólo de un lado y luego: ¡Va uno!; ¡van dos!; ¡van tres!... Y así hasta cinco… ¡En la madre, qué aguante!

Yo esperando a que me llamara de nuevo, pero, no, para nada, pasaron dos, tres, diez, veinte minutos, una hora, dos horas. Ya luego salió la Vero en bata y me dijo: ¡vete a la farmacia! Me traes alcohol, jeringas y estos vitamínicos ¡como seis!

Alcancé a ver al chavo que estaba acostado, bien tapado y decía, repitiendo una y otra vez: ¡Ni la burla perdonas, mi Vero! Cómo que no te doy cran, cómo que no te lleno… y lloraba el joven, les juro que lloraba…

La chica estaba entera, preparando una jeringota. Para tranquilizarlo, le decía: No te apures mi Tony ¡no estás nada mal! Te falta práctica, eso sí, pero vas bien… me cae!

Nuevas lágrimas del chavo, mientras se daba la vuelta y se descubría las nalgas para que lo inyectaran.

¿Serán demasiadas tentaciones para mí, Carmen?

¡Te amo, mi churri; mi preciosa maja!

Carmen -

Así se habla Anna!! Mejor una colorada a tiempo que mil descoloridas a destiempo. Y me dio mucho gusto que estés reponiéndote de la operación, te hemos extrañado. Cuéntanos con detalles cómo inyectas a Carlónimo.

De los relatos de Carlónimo respeto lo que dices pues él se ve un chico serio que te ama, pero es de espíritu “candente”. No le vayas a permitir que tenga demasiadas tentaciones, yo se lo que te digo Anna.

Carlónimo -

¡Vaya, mi amor! me disculpo diciendo que conozco algo de España pero nací y he vivido casi todo el tiempo en México, así que puedo errar en el uso de un vocablo tan coloquial como “churri”. No se repetirá, mi vida.

De tu operación, ahora entiendo por qué estuve tan inquieto y por qué me ves desmejorado. Sí lo estoy y no es el viaje, a eso estoy acostumbrado, pero no a que sufra la mujer que yo amo. Cuando nos casemos espero abrir tal vez en facebook un foro nuestro de comunicación “Anna y Carlónimo”, tuyo y mío, que participaremos a nuestros amigos.

Acepto y te agradeceré de antemano que me inyectes, complejo B es lo que necesito. Gracias, mi churri.

Todos en Santurtzi están encantados contigo, les has dejado una gratísima impresión. Mi madre te adora.

Mi churri ¿puedes tú al menos bosquejar la visita a casa de tus padres? En el entendido que yo la continuaré, pues tengo muchas cosas qué decir acerca de ellos, ya que son personas maravillosas, así como de tus otros familiares con quienes tuve la dicha de alternar y de compartir momentos maravillosos.

Aunque no estaremos muchos días juntos pues yo regresaré a México en esta misma semana, espero poderte aplicar las nueve inyecciones que me dijiste y que requieres para tu recuperación.

Cierro mi nota con una frase suprema que me hizo saltar de admiración y de gusto:

“Nuestro amor es mucho más que un relato o que una descripción erótica”.

Te amo, mi churri, vida mía.

Anna -

Vida mía:

Es más bonito cuando me dices "mi churri", en vez de "la churri".
Dormir junto a ti y luego poder despertar a tu lado, es un gran placer. Y cada momento que hemos pasado juntos, cada lugar que hemos visitado, han sido inolvidables. Me ha encantado estar con tu familia, poderlos conocer y disfrutar de un buen momento con ellos.

Tu madre, es un encanto. Me encanta conversar con ella, me puedo imaginar cómo te cuidaba de pequeño, casi puedo verte correr a su lado cuando eras chaval, mi amor.

Me alegra que te haya gustado mi pueblo, es un lugar al que yo quiero mucho, no solo por su belleza sino por todo lo que viví ahí y por lo que representa cada rincón, y desde ahora más porque puedo estar aquí contigo, mi churri.

Tu nalguita parece mejor, pero tendré que inyectarte nuevamente y será mejor que te vayas preparando porque hoy por la noche te espera un pinchazo en tu nalga izquierda. Aunque te veo muy alegre y contento, te noto desmejorado, creo que el viaje te ha dejado muy cansando, ¿no crees que sería bueno aplicarte unas vitaminas? o quizá prefieras que vayamos a visitar a un médico.

Me siento en un sueño, el cual estoy disfrutando mucho. Ese día que te inyecté, desperté a tu lado, te vi durmiendo y me dió ternura y sentí un inmenso amor por ti. Luego vi tu cuerpo desnudo, lo contemplé de arriba a abajo, vi tus nalgas un poco maltrechas después de la inyección de Eulogia y fue cuando no pude resistir el inyectarte, disfruté mucho viéndote tranquilo, dormido, mientras preparaba la jeringa y te pinchaba suavemente. Amor mío, siempre voy a cuidarte y siempre voy a amarte.

Hilda:

Disculpa que no he respondido a tus preguntas, te agradezco que te preocupes por mi. Efectivamente salí bien de la cirugía, pero nunca pensé que al ser una cirugía menor iba a ser tanto el sufrimiento, pero ya estoy aquí y estoy tratando de reincorporarme.

El tema ya lo ha elegido mi churri y me ha gustado mucho. En cuanto a la cena o bocadillos, me gustaría que fuera una cena ligera pero no se qué piensen los demás. Sobre los invitados, todos están invitados, si tu no tienes inconveniente. Solo quiero aclararle a Eulogia que en Carlónimo tendrá a un amigo, pero nada más. Y que más vale que sepa guardar las formas y no faltar a nuestra amistad, y al amor que nos tenemos Carlónimo y yo, porque de otra forma será mejor que no asista a la despedida.

Mira Eulogia, tu sabes que yo te estimo y que me he puesto en tus manos para ser inyectada cuando has querido, pero eso no significa que vayas a cachondear con Carlónimo cuando te apetezca. De ahora en adelante, tendrás que recordar que él será mi esposo y que lo mejor será que nos guardes respeto por nuestra amistad y por el matrimonio que formaremos Carlónimo y yo. Me gustaría que fueramos amigas, hasta ahora no he tenido problemas contigo pero eso no significa que yo vaya a tolerar cachondeos con mi amado, ¿vale?
Me gustaría que asistieras a la despedida, pero te pido que guardes las formas, si esto no es posible tendrás que esperar a que te contemos cómo ha ido todo en la despedida.

Chicos:

Ya iremos contándoles nuestros pequeños grandes momentos, Carlónimo y yo.

Y para los que preguntaban si me importaba que mi amado escribiese y describiese tan a detalle los momentos en que las chicas son inyectadas. He de deciros que yo confió en él plenamente y que yo lo conocí escribiendo y eso no cambiará. Nuestro amor y mucho más que un relato o que una descripción erótica.

¡Hasta ahora!

Carlónimo -

Estar de nuevo en Madrid a tu lado me abrió una perspectiva maravillosa. Esta vez no esperé a que me propusieras donde ir, yo tomé mis iniciativas y después de bajar en el metro Gran Vía te llevé a comer en El Tigre. Con el barullo de los chavales de fondo pedimos unas sidras que nos sirvieron acompañadas de exquisitas tapas de atún. Derivado de un segundo vaso de sidra, nos dieron un plato mayor de tapas, ahora de papa y de jamón serrano. Ya no llegamos al final. En ese sitio se come a lo grande.

Saliendo, nos fuimos caminando por Montera hasta la Plaza del Sol y entramos en La Mallorquina donde pedimos un cortado y soletas. Ahí mismo en la barra, con la boruca del servicio, el tintineo de los vasos, cucharas, platos, y el timbrecillo de la máquina registradora, a medio palmo de ti te dije que te amo. Te pusiste en la boca una soleta ofreciéndome la mitad de ella. Me acoplé hasta sentir la seda de tus labios y corté la galleta que masticamos al unísono sin dejar de besarnos y de frotar nuestras mejillas insistentemente.

Luego nos fuimos a tomar un digestivo a la Taberna Real, donde recordamos aquel primer encuentro cuando apenas nos conocíamos y ya nos amábamos profundamente. Sentada a mi lado con la pierna cruzada me dejaste disfrutar el erotismo de tus torneados muslos mientras brindábamos y nos besábamos ardientemente.
Después cruzamos la plaza, y entramos en el Teatro Real, decidiendo quedarnos a disfrutar el Concierto Lírico de Felicity Lott, una fantástica soprano inglesa cuyo programa nos fascinó. Pero queríamos más y nos fuimos caminando por la Gran Vía. Anduvimos de pub en pub, bailando, platicando, tomando la copa sin prisa, besándonos y acariciándonos sin inhibiciones. Eran las 4:30 de la mañana cuando llegamos a tu piso, nos acostamos y nos amamos.

Yo estaba boca arriba y tú encima de mí con las piernas separadas. Me abrazabas y me besabas; yo acariciaba tus piernas y tus nalgas; nuestros órganos sexuales retozaban en completa libertad, juntándose embrionariamente.

El glande rozaba la entrepierna y los labios vaginales, jugando insistentemente, hasta que los efluvios lubricaron la estrecha senda de acceso y se dio el ansiado acoplamiento.

Tus nalguitas empezaron a marcar la suave cadencia del amor que nos hacía gemir y suspirar, hasta sentir que el éxtasis estaba cerca. Colocando mis manos sobre tus glúteos induje la cadencia del sensible tallado, hasta que los dos gritamos y nos contorsionamos por las espléndidas explosiones que coronaron el acto.

El viernes muy temprano preparamos unas “baguettes” de jamón y nos fuimos en Metro a Avenida de América donde está la estación de buses. Después de cinco agradables horas que pasamos muy juntos conversando y disfrutando, habiendo pasado de las extensas planicies a la zona montañosa, llegamos a Bilbao y tomamos el metro en San Mamés, para terminar el recorrido a las 5 de la tarde en la estación Santurtzi.

Después de un corto trayecto a pie por Murrieta, llegamos por fin a Tomillo Kalea donde golpeamos el grueso aldabón de la casona, hasta que nos recibió la sonriente Enara, mi madre, que nos abrazó a los dos, te llenó de halagos y nos hizo pasar al comedor donde ya tenía puestos los platos para agasajarnos con pinchos y bacalao al pilpil, que ella prepara muy sabroso. Durante el postre que consistió en una excelente cuajada, acordamos salir para Villaviciosa el sábado a las 9 de la mañana.

Esa tarde la pasamos los dos caminando por el área de la ría. Fuimos a Getxo y a Portugalete cruzando el puente colgante. Visitamos el área de cooperativas pesqueras y llegamos hasta el monumento a la Virgen del Carmen, Patrona de Santurtzi. Era para mí increíble sentirme a tu lado en esos sitios para mí entrañables. Fue como sintetizar dos etapas de mi vida.

En la noche tuvimos una tertulia familiar pues todos deseaban conocerte. Entre tíos, tías, primos y primas, disfrutamos buenas tandas de pinchos, sidra y txacoli, además de calimochos, que a mí no me gustan pero accedí a tomarlos como parte de la convivencia. Terminamos en la madrugada después de haber efectuado un paseo con todos los primos, en tropel, por el parque y ría. Me encantó verte abrazada de mis primos y de mi hermana Rocío quien anda por acá en estos días.

A las 4 de la mañana seguía la fiesta, pero nos encerramos los dos en la habitación que mi madre nos asignó. Ahí pudimos besarnos y hacer el amor antes de entregarnos al descanso, que fue bastante breve, pues a las 9 ya estábamos preparándonos para viajar a Asturias.

En un coche alquilado llegamos junto con mi madre a Villaviciosa por la autopista A-8 y nos alojamos cerca del río, en la Casa España, un edificio muy pintoresco, acorde a las características del lugar. El pueblo en sí es muy “guapo” y tranquilo pues no pasa de quince mil habitantes, entre colinas, valles, alturas y hondonadas. Un sitio muy hermoso que te acoge y te lleva a soñar despierto.

Pusimos a mi madre en una habitación, nosotros en otra, nos dimos un baño. Después, la churri nos llevó a conocer y a familiarizarnos con el pueblo, como ella misma les contará ahora…

Carlónimo -

Querida Hilda, tratando de ayudar a la güerita a determinar el primer punto de tu solicitud, el que se refiere al tema de nuestro amor. Yo le propongo a ella la siguiente canción por lo que significa para los dos. Creo que le transmitió el coraje para regresar. Y llegó a mí, cantándola.

http://www.youtube.com/watch?v=oGn-k8qW8VM


Mi churri, ya avancé el relato hasta donde me fue posible. Para los siguientes puntos requiero al menos de tu información y orientación. Recibe muchos besos.

A todos ¡un abrazo sincero!

Carlónimo -

Todo en la vida tiene su riesgo. Las pocas horas que dormimos desnudos y despatarrados nos permitieron disfrutar nuestra total intimidad, pero no imaginé lo que me podía pasar.

Hete aquí que, en el marco de la natural somnolencia matinal, sentí una especie de cosquilleo en mi nalga derecha y después una violenta ráfaga seguida por fuerte ardor. Traté de incorporarme pero las dulces indicaciones de mi amada lo impidieron.

Estaba de pie detrás de mí apretando suavemente el émbolo de la jeringa que yo tenía clavada en el culo. Me dijo: no seguiste mis indicaciones cariño ¿recuerdas que te recomendé ponerte paños calientes en la nalga que te pinchó Eulogia? Pues no lo hiciste, la tienes hecha una miseria. Espero que con esta aplicación de árnica empiece a retroceder el hematoma.

Me quedé muy quieto sintiendo la manita de Anna apoyada en mi glúteo izquierdo mientras la sustancia incursionaba en el derecho. En efecto, no le había hecho caso y me olvidé por completo del moretón, el cual no sólo no desapareció sino que se fue extendiendo.

Por fin me extrajo la aguja y sentí un agudo dolor. Era como si el nuevo pinchazo me hubiera acrecentado la lesión que ya tenía y que, en efecto, me había estado molestando sin que yo la atendiera. Cuando quise levantarme y apoyar la pierna, esta mostró una gran debilidad y no pudo sostenerme.

Entonces la churri me dejó acostado y me aplicó paños calientes que fueron aminorando la molestia, hasta hacerla desaparecer casi por completo. Te tendré que inyectar al menos una vez más, me dijo, espero que con eso ceda el derrame.

Después se acostó a mi lado y me acarició la espalda, las piernas y las nalgas hasta hacer que se me endureciera el pene. Se acostó boca arriba, separó las piernas y me invitó a montarla. Muy despacito le acerqué el glande a la vulva y esta lo engulló con suavidad, ajustadito, hasta alcanzar la penetración plena.

Emprendí el enérgico tallado sintiendo sus manitas que me acariciaban sensualmente la cintura y las nalgas, oyendo su fino jadeo, sus exclamaciones de júbilo y de euforia. Llegado el momento, suspendí la fricción y me derramé en sus entrañas. La churri me apretujaba y se retorcía diciendo: ¡qué rico, así… Delicioso… mi vida!

Después nos arreglamos y tomamos un coche de alquiler que nos llevó por el Boulevard des Capucines hasta la Place de L’Operá, donde entramos al Café de la Paix para desayunar.

En ese cálido ambiente tan parisino estuvimos planeando nuestras actividades para los siguientes días: el viaje a Santurtzi, después a Villaviciosa y la visita a la Basilica de Santa María la Real de Covadonga y al Castillo de San Cucao.

Salimos del café y nos fuimos caminando hacia la Bastille, La Madeleine, el Sena y Tuileries, para llegar por fin a Champs Elysée. Con la preciosa vista de París a pleno sol, salimos llevando el equipaje y tomamos un bus que nos condujo al aeropuerto Charles de Gaulle.

Llegamos a Madrid a las 3 de la tarde.

Hilda -

Querida Anna
Me dio mucho gusto leer tu mensaje del que derivo saliste bien de la operación ¡Felicidades! Y no dejes de contarnos tus impresiones sobre la nueva etapa que estás viviendo con Carlónimo.

Carlónimo

Yo no se si hablas tú o habla el genio del amor en tus relatos, estoy fascinada de la ternura con que hablas y la diversidad de escenas que eres capaz de crear. Como dice Paty: me has hecho soñar despierta. Las escenas de amor, muy calientes y tiernas. Coméntalas Anna, por favor.

Creo que ustedes estarán muy ocupados en estos próximos días pero en la próxima semana Anna debe decidir los puntos que ya le pregunté: el tema de su amor, música, invitados, cena o bocadillos, para la despedida.

Les mando muchos besos a los dos por los eróticos momentos que nos brindan. Sigo leyendo.

Carlónimo -

¿Cómo describir a la belleza? Mi preciosa Anna, yo se que cualquier prenda que te pongas la haces lucir hermosa pero… ¿Qué fue lo que te pusiste ayer, o cómo te arreglaste, o qué clase de hechizo invocas para lucir sencillamente perfecta?

Cuando salí del vestidor ya con el smoking puesto y me topé con tu imponente figura, sentí que el corazón se me mudaba del pecho. Un hada… una princesa… así lucías de hermosa. Con el cuerpo erguido, esbelto, torneado, desquiciante; el cabello, con un brillo y esplendor de quinceañera; el porte; las discretas joyas; el rostro propio de un ángel. Me quedé mudo observándote, admirándote, deseándote, idolatrándote…

A las 9 en punto, llamaron de la administración anunciando la presencia del propio que mi amigo y colega Jack Grenier nos había enviado. Un hombre de finos modales, agradable que nos condujo hasta la espléndida camioneta negra, frente a la cual el chofer uniformado nos aguardaba con la portezuela abierta.

Partimos cruzando Charles de Gaulle Etoile hacia el oriente. Con la expresión y el donaire de una dama observaste el camino y con un leve movimiento de labios me insinuaste que te indicara el domicilio de la fiesta: Rosny Sous le Bois, ma chérie, dans le Banlieu, la parte moderna de la ciudad donde se yerguen imponentes torres de corporativos multinacionales.

Sin mostrar asombro, con la serenidad de quien está acostumbrada a desenvolverse en los más distinguidas élites, diste un sobrio giro de cabeza, me sonreíste diciendo: Ah, il me plait c’est bon comme ca! ¡Vaya preciosidad de mujer con que el Cielo me privilegia!

La entrada al salón fue soberbia: Monsieur et Madame, s’il vous plait… y nos condujeron a una de las mesas centrales donde se encontraban los principales representantes de diversos consorcios multinacionales, entre ellos Jack Grenier, mi buen colega y amigo.

Yo tenía plena confianza en mi preciosa Anna quien confirmó holgadamente mis expectativas, alternando elegantemente con todas las personas que se encontraban ahí sentadas. Los ojos de muchos caballeros se posaron en ella. Me sentí tan ancho que no cabía ni remotamente en la silla.

Luego vino el proceso de adaptación: yo debía abordar con los señores diversos temas empresariales. Mi churri de inmediato lo intuyó y aplicó la inteligentísima estrategia de promover el contacto con las damas. Pronto se convirtió en pivote del grupo, al grado que terminó dándoles lecciones de Lengua Castellana. Así pudimos disfrutar en gran armonía de la cena y de la sobremesa.

Empezó después el baile y por más de una hora me apartaron de mi amada. El riguroso intercambio de parejas nos obligó a posponer el ansiado encuentro. Como a las 2 de la mañana pudimos por fin abrazarnos y disfrutar una hermosa tanda de melodías de todos los países que ahí estaban representados. Pasamos del pasodoble a la rumba, el danzón, el tango y por fin al final, el mariachi. El corazón me dio un vuelco al ver que mi preciosa Anna brincaba y se alegraba de estar en contacto con algo que le recordaba México.

Después interpretaron música suave, de corte romántico. Mi churri y yo nos abrazamos. Fue cuando te pregunté cómo estabas, cómo te sentías físicamente y me explicaste que habías sufrido, pero que todo estaba bien afortunadamente. Hicimos un breve recuento de todo lo que tenemos que hacer antes de la boda. Te recordé la insistencia de nuestra querida amiga Hilda, en cuanto a que tomes algunas decisiones para la Reunión de Despedida.

Luego entramos en una fase de arrobamiento, con nuestras mejillas reunidas, en silencio, nos disfrutamos mutuamente. Así terminó la agradable velada.

El camino de regreso nos permitió disfrutar preciosas vistas nocturnas de París: El romántico Sena, la legendaria Tour Eiffel, Les Invalides, Trocadero, Champ de Mars. Nos mirábamos uno al otro y suspirando nos besábamos las manos, las mejillas y los labios.

Ya en el hotel, te fui desvistiendo lentamente, descubriendo por fases la belleza de tu cuerpo. Tus piernas, esos muslos firmes y generosos, la torneada cadera, el pubis, la vulva, tus preciosas nalguitas carnosas. Suspirabas y jadeabas acariciándome la entrepierna, los testículos y el pene al que mimabas envolviéndolo con tus manos, mordisqueándolo y besándolo.

Nos acostamos invertidos en un clásico 69 y me chupaste con furor el pito, mientras yo lengüeteaba tus labios vaginales y te succionaba el diminuto clítoris. La menuda agitación de nuestros cuerpos se acrecentó, sufrimos una delirante sacudida, nuestros pulmones se ensancharon, la sangre nos corrió como bólido por las venas. Levanté mi cuerpo para allegarte el pito. Separaste las piernas para arrimarme la vulva. Aceleraste las chupadas. Acrecenté la succión.

Por fin gritaste, grité, gritamos los dos alborozados, gemimos, nos retorcimos, nos agitamos, reímos, lloramos, repetimos nuestros nombres, una y otra vez, hasta el cansancio.

Quedamos exhaustos… La luz del día nos sorprendió desnudos, tumbados, desparramados sobre la cama, tranquilos, satisfechos, con el alma eufórica y expectante.

Paty -

Qué hermosa experiencia, me hace soñar y soñar despierta!!!

Anna -

Cada momento con mi churri, desde que ha llegado a Madrid hasta estos instantes en Paris, han sido inolvidables, ya quiero estar con él siempre y no separarnos nunca.
Te amo vida mía, estos días serán inolvidables.

Carlónimo -

Despertar en París es para mí una experiencia reconfortante, pero hacerlo con mi churri al lado es fascinante. Estábamos contentos y relajados esta mañana, así que nos abrazamos e hicimos el amor en medio de alfombras y muebles señoriales que datan del siglo XVIII.

Es tan grande el placer que me produce la churri que cada experiencia sexual con ella me resulta extraordinariamente singular e irrepetible. Hoy disfruté a tal grado sus erguidos pezones que, después de haberlos chupado y saboreado, estando a punto de eyacular coloqué mi pene en medio de ellos al tiempo que ella lo restregaba con los senos. Fue tal la emoción y el placer que me produjo aquel singular momento que le pregunté con cierta timidez: ¿puedo?

La churri respondió: ¡Venga! Aviéntalo. Mi pene lanzó cuatro espléndidas descargas de viscoso y ardiente semen que se acumularon en su pecho, causando tal efecto psicológico a mi amada, que vino a emitir un enorme grito de placer y se sumió en un intenso orgasmo.

Después de desayunar en el hotel, salimos a caminar pero sólo en espera de que abrieran las grandes boutiques de Champs Elysée, ya que Anna quería comprar un vestido para la cena. Así que habiéndonos internado por Rue la Boitie y llegado hasta el Palais de L’Elysée, volvimos a la avenida a la altura del Grand y del Petit Palais.

Caminamos hacia el poniente y encontramos que ya había algunas tiendas abiertas, así que en ese momento nos despedimos. Mi churri se ocupó en recorrer los escaparates y yo caminé hacia el Sena para cruzarlo y llegar a L’Ile de la Cité, ya que no puedo estar en París sin visitar en Notre Dame el altar de mi entrañable Guadalupana.

Cerca de tres horas después regresé extrañado de que mi churri no se había comunicado conmigo por celular y, descubrí el motivo: Continuaba devanándose los sesos para escoger entre dos soberbios vestidos, uno negro y el otro blanco, los dos preciosos, dignas envolturas de la espléndida humanidad de mi encantadora Anna.

Me metió en su decisión, la vi posar ambas vestimentas y ¡en verdad que no pude tomar una decisión! se le veían tan preciosas las dos prendas que no me aventuraba a seleccionar una de ellas. Por fin, armándome de valor le dije que el blanco, pero ella dijo que el negro. Luego yo dije que negro y ella blanco, así que me fui a sentar a un bar cercano y degusté hasta tres copas antes de ver a la churri llegar muy contenta para mostrarme que se había decidido por ¡un vestido color champagne!

Después de comer en un espléndido Bar de la Rue Saint Honoré, como pasaba de las cuatro de la tarde, mi encantadora churri me trajo de regreso al hotel, donde me senté a relatarles todo esto mientras ella se daba un reconfortante baño de tina. Ahora está frente a mí modelando una ropa interior que me pone el pene terriblemente tieso, pero ya no hay tiempo de hacer el amor, son cerca de las 8 y pasarán por nosotros a las 9.

¡Ya les contaremos!

Verónica -

Carlónimo, parece que escribimos al mismo tiempo, y vaya, me encuentro con semejante relato tan ardiente, felicidades por la literatura que manejas y el amor que emanas... Prometo detallar mas profundamente mis impresiones, y espero que sigan derrochando esa pasion hermosa que los caracteriza....

Carlónimo -

Querida Vero, creo que entramos casi al mismo tiempo y ya hicimos una ensalada de temas. Bueno, lo importante es que seguimos escribiendo.

En efecto, llevo tres años tratando de despertar a los lectores para que tomen un papel más activo pero… Ya veremos.

La noticia de que Antónimo y tú se encontraron y corrieron algunas millas juntos, creo que ha cimbrado al blog. A mi me encantará relatar algo, si me dan tiempo.

Todos piensan tal vez que yo no trabajo y que me paso el día escribiendo en el blog, lo cual es totalmente erróneo. Si supieran la extensión de mi jornada laboral se irían de espalda. Lo que pasa es que intercalo trabajo con espacios de imaginación y cuando cuento con algunos minutos libres, a cualquier hora del día, me siento y plasmo lo que ya tengo en mente. Los invito a todos a intentar algo así, cada uno de acuerdo a sus particulares circunstancias.

Pero ahora, por favor, déjenme disfrutar París con mi churri, a quien veo acostadita a mi lado, bien dormida. La abrazaré sintiéndola calientita y me abandonaré al descanso.

Seguimos escribiendo.

Carlónimo -

La vie en rose

El mundo de mi alrededor
Todo ha cambiado de color,
Si me preguntas el por qué
Te lo diré, te lo diré.

Desde el día que te vi,
La vida para mí
Es de color de rosa.

Hoy me siento tan feliz
Que cualquier tarde gris
Es de color de rosa.

Ni una nube sobre el mar,
Ni noche de pesar,
Ni penas que llorar.

Todo lo tengo tan solo por ti
Pues en tus brazos me encuentro en el cielo.
Desde el día que te vi
La vida conseguí y fue por ti.

http://www.youtube.com/watch?v=I91VH1_vTkE

Verónica -

Ramiro, Gustavo y lectores: Chavos, es evidente que con los relatos plasmados en este espacio, todos terminamos como “olla express”, pero no estaría mal que también sus experiencias personales sean descritas, ¡anímense!, no hay nada que perder… Ah, y a mi me late mas el orden del foro tal y como está, pues ¿Qué nos cuesta desplazar la página?...
Ay Carlónimo, si supieras…. Ya con la descripción que te dio “el angelito”, te puedes dar una idea, y aunque de momento te lo dejo a la imaginación por falta de tiempo (solo temporalmente), pues tu sabrás si sazonar una parte del encuentro. Lo que pasa esque, Rodriguito anda de viaje, y pues, finalmente el amor es libertad, ¿no?.... Ha, y ya se me cuecen las habas con la sidra…¡¡¡no te vayas a hacer guaje!!!...
Antónimo: Me sorprendió comprobar lo atractivo que eres, y tan letrado como a mi me gusta. Gracias por hacerme reir, y por los momentos tan chidos que pasamos por acá. El baile fue definitivamente mágico, lo haces excelente, me gusta la inspiración que pones en todo lo que haces… y digo, en estos casos, la cercanía natural es de ley…. (Continuará…)

Carlónimo -

Mi preciosa Anna, el viaje a Madrid esta vez me resultó bastante pesado, ya que la falta de información acerca de ti me tenía nervioso y tenso.

Cuando por fin te vi en el aeropuerto me pareció despertar de una horrible pesadilla. Lucías sonriente, preciosa, con un vestido cortito, blanco, muy coqueto. Nos abrazamos con el ansia de no separarnos nunca más, de fundirnos en un solo cuerpo.

¡Mi churri! Cómo te agradezco que en lugar de llevarme a un hotel, me hayas dirigido por primera vez a tu piso ¡qué sorpresa! Me siento feliz de entrar en ese espacio íntimo que, además, es muy bonito.

Pero, no pasaríamos la noche ahí pues llegando te pedí que me acompañaras a París, a una cena de corporativo a la que estoy convidado para mañana miércoles.

Así que tomamos el avión a las 4 y nos hospedamos a las 6 en el Hotel George V donde ya nos tenían reservada una magnífica habitación, a unos pasos de Champs Elysée, de manera que salimos a caminar y lo hicimos sin prisa, desde el Arco del Triunfo de L’Etoile, hasta el Arco del Triunfo Du Carrousel ¡París contigo, mi preciosa Anna!

Nos detuvimos varias veces en Tuileries y en la Concorde para besarnos y sentirnos parte del entorno, de la divina ciudad luz. Entramos al Bar Tuileries y pasamos un momento espléndido. Te recuerdo sentada a mi lado con esa gracia inmensa, mirándome cariñosa. Tus bellos ojazos me hipnotizaron y me entregué con renovado ardor en tus brazos. Sentí tus labios frescos, dulces, cautivantes que me embriagaron, no podía separarme de ellos. Te besaba y te nombraba sin poder escapar de aquel divino enclaustramiento ¡Anna, Anna, Anna, cómo te quiero, mi preciosa Anna!

Cuando por fin regresamos al hotel, envueltos en aquel palaciego ambiente, gozando la panorámica del iluminado Sena desde nuestra terraza, decidimos disfrutarnos en plenitud uno al otro. Llevabas ropa interior en color rosa tierno, de encaje, que se te pegaba al cuerpo remarcando su escultural belleza. Acostado, me apoyé en la cabecera y te coloqué en transversal sobre mis piernas. Observé tus preciosas nalguitas cubiertas por la pequeña panty que se estremecían al sentir el suave deslizamiento de mis dedos sobre la tela.

Deslicé por tiempos y alternadamente el elástico de la prenda: descubriendo el glúteo izquierdo, luego el derecho, los dos a la vez, la desquiciante raja en la que hincaba suavemente mis dedos. Palpé los sitios que tantas veces he inyectado, contemplé las pequeñísimas marcas de los más recientes pinchazos que te infligieron otras personas.

Sentí de ello excitación y celos. Me concentré en los pequeños lunarcitos de tu glúteo izquierdo. Admiré como siempre la tonicidad, firmeza, y suavidad de los espléndidos cachetes, dueños de la sutil coloración del champagne que en ese momento degustábamos en finas copas de cristal cortado.

Acaricié tus regios muslos, corvas, pantorrillas, talones y hasta las plantas de tus exquisitos pies que muestran una extraordinaria perfección estructural y gran tersura. Repasé tu breve cintura concentrando en ella mis manos para deslizarlas alternadamente hacia el busto y hacia las nalgas.

A cada estímulo suspirabas y la resplandeciente superficie de tu piel se ondulaba eróticamente, delatando la excitante experiencia que estabas viviendo. Seguimos así, sin prisa, hasta que el deseo de concretar aquella euforia te hizo levantarte, abrazarme y besarme con furia, tallar tu cuerpo contra el mío, sujetar, acariciar, besar y lamer mi pene hasta extraerle el primer calostro seminal, que colocaste en mi mano para que lo distribuyera a lo largo de tu ardiente vulva, en los sonrojados labios y en el perlado clítoris.

Tus suspiros devinieron en gemidos, jadeos, agitadas exhalaciones y en descompasados gritos ¡ya, ya, por favor, ya, Carlónimo, que me chorreo, me vengo! Al traspasar tu ardiente vagina, así como estabas, tirada de espalda sobre la cama con las piernas separadas, gritaste con furia: ¡Ay Carlónimo, mi Carlónimo, me enloqueciste, no te pude esperar, ya exploté el deseo! Tu cuerpo se colapsó marcando una rigidez extrema, me apretaste con todas tus fuerzas, me mordiste las mejillas y las orejas.

Permaneciste en máxima tensión por un momento, después te aflojaste y me dijiste angustiada: ¡perdón mi vida, mi churri, no te di tiempo para que terminaras!

Seguí besando tus mejillas y tu cuello, te di la vuelta, te puse en cuatro y traspasé lentamente tu esfínter anal hasta hacerte gemir y gritar de nuevo, urgiéndome a que continuara.

Mi pene patinaba una y otra vez entre tus abombadas nalgas, haciéndonos a los dos gritar y extraviar la mente: ¡eres la más bella estrella, el río, el caudal, el sol, el bosque, el océano, el cosmos, así mi vida, me revientas, me explotas, me llenas el culo, qué delicia, tu leche, mi leche es tu leche, dámela toda, pónmela de lavativa, venga, hasta adentro, toda, toda, mi Carlónimo, mi Anna, mi churri, mi vida…!

Fue para mí un instante de locura que no podría describir enteramente: la magia de París; el lujo de la habitación; el Sena; los recuerdos de nuestra singular relación; la proximidad de la boda; tu belleza; tu ardiente cuerpo; tus deliciosas nalguitas muy blancas, empinadas y entregadas; tu coñito traspasado por mi tosco pene; la sinergía; tu dorado cabello; tu belleza; saber que eres mía, mi amor, mi preciosa churri; todo; todo aquello me embriagó y envolvió la violenta eyaculación que estallé con un velo de magia y esplendor.

Después, los dos nos quedamos profundamente dormidos, rendidos de no vernos, de no estar juntos, de haber caminado separados, de sufrir el rigor de la soledad.

Tiempo después, despertamos, cuando ninguno de los dos sabía que estaba en París. En el momento que nuestras pupilas captaron de nuevo el iluminado Sena, seguimos acostados, muy juntitos, abrazados, amándonos en completo silencio.

No queríamos alterar las condiciones pues eran perfectas, como las soñamos desde niños, en nuestra inquieta adolescencia. Como las empezamos a configurar en el momento que nos conocimos, como las empezamos a fraguar cuando nuestro amor llegó a su fase de maduración. Como las deseamos ahora, como sabemos que serán mañana, como permanecerán por siempre, demostrando que nada ni nadie será capaz de alterarlas.

Así fue nuestro encuentro de hoy hasta casi la medianoche. Decidí relatar lo sucedido en estas primeras horas para que no se perdieran los detalles en la sinuosidad de mi cerebro. No quise desperdiciar el momento en que te quedaste dormida.

Pego estas notas y me acuesto contigo de nuevo, para seguir disfrutando París, mi vida, para seguir amándonos, para seguir conformando nuestro futuro, nuestra felicidad eterna.

Antónimo -

Así que: ¿Quién es el chismosito, Carlónimo? enseguida corriste a contarle a todos.

Bueno pues ¿quién aguanta la tentación de unas piernas como las de Verónica?

Sólo vine a verla y a conocerla, no sean mal pensados, caminamos por la macroplaza, nos echamos unas buenas chelas y comimos carne asada.

Las bailadita… bueno, pues así se baila la polca, bien abrazaditos ¿o no, mi Vero?

Los besitos… pues fueron de puro cariño, de ese muy puro, casi como de hermanos.

El fajinsín… ¿cómo ir tan lejos y quedarnos nomás así…? Para nada, nos acalambramos.

La acostadita… pues de puro cansancio, no manchen… ni modo que fuéramos a dormir parados.


Pero no pasó nada, raza…

Sacas boleto si llevas al Rodriguín a la boda de Carlónimo y Anna, mi chava.

http://www.youtube.com/watch?v=17mr6qYnPMM&feature=related

Carlónimo -

Acabo de llamar a Antónimo para despedirme y me entero que anda en Monterrey el angelito, allá en la tierra del cabrito y de la macroplaza ¿Será acaso lo que estoy pensando? Pues ya sabremos, ya nos dirán, yo no recuerdo que mi hermano tuviera algún negocio en la Sultana.
La piernudita y el chismosito ¡vaya duplo! Nada más así como mero ejercicio mental los imagino del brazo caminando, él con sombrero texano y ella con un vestido de gamuza, pequeñito, luciendo los espléndidos chamorros ¿Dónde habrán puesto al Rodriguito?

Mi buen Gil: Yo creo que la preciosa Carmen espera de ti algo más que una miradita expectante… ¡Échale audacia y ganas, mi cuate!

http://www.youtube.com/watch?v=rKuUZGobHt4

Mi churri, ya estoy con un pie en el avión y tú….??? Dios sabrá, nomás no me vayas a dejar plantado, mi vida, que no es de buen gusto el andar repartiendo calabazas. ¡Qué ganas tengo de verte, güerita!

A las 12 de mañana en Barajas y de ahí… contigo, pues ¡al cielo!

A todos mis cuates y lectores, les prometo una sidra asturiana!!!

Gil -

No se que piense Carmen de esto, es mejor que ella lo diga.

Gustavo -

¡Qué historias tan ingeniosas y extraordinarias! Me tienen boquiabierto. Un merecido aplauso a todos ya que son un equipo formidable! Pero no escriban en el sótano ¿Por qué no invierten el orden y que los nuevos textos aparezcan arriba y los antiguos abajo? Insisto, es una sugerencia, valórenla, no se trata de arrumbar sino de mostrar.

Antónimo -

Reacciones (segunda parte)

Aló ¿Carlónimo, eres tú…? Soy Cristina, sólo quiero saludarte y… felicitarte, a pesar de todo me da gusto que te cases ¿Cómo? Sí claro, ya sé que dijimos que… Bueno Carlónimo, comprende que para mí es muy duro saber que ya te… Sí, compréndeme insisto, sólo quiero que salgamos a tomar siquiera una copita por última vez y poderte dar un abrazo ¡Sé buenito! Te veo en la tarde a la hora que tú me digas y… ¡Bravo, mi vida! Gracias, sí, gracias, a las 6 en el Bar del Hotel Camino Real, como de costumbre.

Hola Cristina, sabes que me cuesta mucho trabajo venir, sobre todo en este momento. Comprende que ya no será posible vernos. Lo sé querido, pero antes que nada quiero decirte que… luces muy bien ¡Vaya traje tan elegante! Además, el color negro te favorece mucho, te lo he dicho siempre. Cada día me pareces más guapo. Cristina, no te confundas, si he venido es sólo por atención pero no es motivo para que pienses otra cosa.

Lo sé Carlónimo y perdona mis alucinaciones ¿cómo te sientes ahora que estás a punto de casarte? Claro, muy bien, se te ve en el semblante y yo comparto tu felicidad. Pero… déjame sólo recordar algunos momentos felices que pasé contigo ¿Por qué llegaste a hacerme tuya? Después de eso he soñado que serías por siempre mío. Sabes que te amo profundamente.

Tomándolo de la mano Cristina se aproximó y lo besó muy cerca de los labios. Carlónimo se quedó impávido, le contempló las protuberantes tetas que colmaban el atrevido escote. La ardiente dama se le recostó en el hombro y le dijo: por favor, Carlónimo, tomemos una habitación, quiero sentir que nada ha pasado, que sigues siendo mío, sólo mío y yo tuya.

Como autómata, Carlónimo llamó al mesero y le ordenó que hiciera la reserva, miró de frente a su preciosa acompañante, la abrazó y se fundieron en un ardiente beso. Tomaron el ascensor, llegaron hasta la puerta del cuarto y ahí se detuvieron por un instante.

Carlónimo repasó con la vista la escultural figura de su amante, posó sus manos en la cintura y las hizo descender lentamente hacia las nalgas.

Al ver que Cristina iniciaba un excitante jadeo, la tomó en sus brazos y la llevó adentro, posándola en el mullido lecho.

La Señora Cristina despertó en ese preciso momento resoplando y estremeciéndose. Terriblemente agitada, se preguntó: ¿Cómo es posible que a mi edad, la simple noticia de una boda me pueda provocar tan vivos ofuscamientos?

Carlónimo -

Carmen y Gil: “Calladitos nos vemos más bonitos”. A ver quién habla primero ¡No sean rancheros!

Vero y Antónimo: Fuego cruzado ¡sálvese quien pueda!

Querida Hilda: como siempre asidua y entusiasta organizadora ¡eres un amor, preciosa!

Querida Eulogia: Calma mujer, no te sulfures. No te perdonaría que dejaras de acompañarnos en los festejos de boda.

Querida Vero, tus atentas palabras: “¡Te extrañamos mucho!, ya viste varios comentarios que lo afirman… Queremos noticias…” Pues esas palabras las agradezco infinitamente, Pero, quiero que sepan que escribo aprovechando los espacios más inverosímiles. Cuando no lo hago es porque me resulta materialmente imposible. Ahora estoy viajando al sureste del país en plan de trabajo, estaré ocupado el fin de semana.

Anna: mi churri, no te preocupes, a mí no me sorprende que despiertes semejantes pasiones. He depositado en ti, todo mi amor y toda mi confianza.

http://www.youtube.com/watch?v=imOd3hwgnrE&feature=related


Mis buenos amigos: ¡Feliz descanso!

RAMIRO -

AY MIS AMIGOS Y AMIGAS. COMO ME CALIENTA CADA RELATO. DESDE NIÑO TRAIGO ESTE ROLLO DEL PLACER POR LAS INYECCIONES. DE VERDAD SI UNA DAMA QUE INYECTE AQUI CERCA DEL DF PUEDE HACER CONTACTO CONMIGO LO AGRADECERIA. ME EXITA ESTO MUCHO. GRACIAS ANA, VERO Y TODA MUJER ARDIENTE Y PONEDORA... DE INYECCIONES PUES JAJAJAJAJAJJJ. riflomag23@live.com.mx

Verónica -

¡Qué bárbaros!, siempre con sus novedades tan excelsas, no sé si suspirar o reír….

Antónimo: No lo vas a creer, pero a mí me gustan: descarados, desmadrosos, polémicos, sensuales y chismositos… Si no fuera porque mis votos de castidad me lo impiden….Jajaja
Pues, que yo sepa…no es precisamente una fiesta de disfraces, ¿o sí?... No se vayan a enojar los novios… Eres a toda m….

Gil y Carmen: Ustedes si se la bañaron… A ver, ¿Dónde quedó la introversión pura?. Me encantaría un romance entre ustedes, ya que la pareja que hacen es realmente bella, y al no dejarse reprimir tan severamente, se liberan los instintos, no se van a arrepentir…

Hilda: En serio, te recomiendo fortalecerle las defensas a tu hombre, porque, además de las escenas sensuales que vivirías, él tendría cargas extras de energía para hacer sus actividades cotidianas, y ¿Por qué no?, también otras tareas más especiales por la noche…
Con respecto a lo de la autosugestión, no me gustaría responderte teóricamente, sino como persona que vivió una experiencia similar, y quizá parezca obvio: Cuando una persona se enamora a tal grado, y pierde a esa persona, vive los días como si tuviera al lado a su amado, porque es un bálsamo para levantarse cada día, es una fuerza extra para iniciar una jornada, y pues además es mantener la esperanza viva de que si volverá a ocurrir a costa de lo que sea, porque el amor, aun no correspondido, sigue siendo tan fuerte, que puede hacer cosas grandes, dicen que solo ocurre una vez, cuando en verdad morirías por alguien.

Carlónimo: Ya queremos noticias… ¿Cómo sigue la bella güerita?. Estoy de acuerdo con Hilda y todos los demás: Aquí estamos extrañándolos a ambos, y seguimos mandándoles buena vibra…

Antónimo -

Reacciones ante la boda

Además de la reacción de Eulogia, que ya vimos, me enteré que ayer en Madrid…


Aló ¿Anna, eres tú…? Soy Manolo, sólo quiero saludarte y… felicitarte, a pesar de todo me da gusto que te cases ¿Cómo? Sí claro, ya sé que dijimos que… Venga Anna, comprende que para mí es muy duro saber que ya te… Sí, comprende insisto, sólo quiero que salgamos a tomar un chato por última vez y poderte dar un abrazo ¡entiéndeme! Te veo en la tarde a la hora que tú me digas y… ¡Bravo, cariño! Gracias, sí, gracias, a las 6 en las tapas, como de costumbre.

Hola Manolo, sabes que me cuesta mucho trabajo venir, sobre todo en este momento que tengo tantas cosas por hacer. Comprende que ya no será posible vernos. Lo sé querida, pero antes que nada quiero decirte que… luces muy maja ¡Vaya faldita tan coqueta! Además, el color azul te sienta pero que muy bien, te lo he dicho. Cada día luces más guapa. ¡No, Manolo! Deja los arrumacos que si he venido es sólo por atención pero no es motivo para que pienses otra cosa.

Lo sé Anna y perdona mis alucinaciones ¿cómo te sientes ahora que estás a punto de casarte? Claro, muy bien, se te ve en el semblante y yo comparto tu felicidad. Pero… déjame sólo recordar algunos momentos felices que pasé contigo ¿Por qué me dejaste llevarte a la intimidad? Después de aquello he soñado que serías por siempre mía. Sabes que te amo Anna.

Tomándola de la mano Manolo se aproximó y la besó muy cerca de los labios. Anna se quedó impávida, lo miró y una gruesa lágrima rodó por su mejilla. El se aproximó más y se trenzaron en un fuerte abrazo. Sus labios se juntaron. Anna intentó retirarse pero Manolo intensificó el acoso. Sujetándola, trataba de acariciarle las piernas.

Anna lo aventó y le propinó una estruendosa cachetada. Poniéndose de pie tomó su bolso y le dijo: No quiero volverte a ver nunca más ¿Vale? Eres un sinvergüenza. Y se retiró con mucho garbo del sitio.

Si me entero de otra, les cuento.

Carlónimo -

Nunca pensé que el Cantábrico llegara a significar tanto para mí.

Te amo, mi preciosa Anna.

http://www.youtube.com/watch?v=YoCt8I8rRek&feature=related

Hilda -

Ya me atrasé mucho y al ver que Vero contesta todo, todo lo que le dedican, yo no se si ya se me pasaron algunas cosas.

En primera, Carlónimo,el relato que me dedicaste con Julián entrando como dice Vero, por mi cabina trasera ¡Aah, qué rico! No sabes cómo disfruté. Y es que todo estuvo en punto: el lugar, las eróticas prendas íntimas que yo me puse, la ternura de Julián para inyectarme. Yo estaba que me deshacía de ganas y sí, le pedí que me perforara por el chiquilín ¡Ah! Siento muchas ganas de repetir la experiencia. Gracias Carlónimo, estuvo súper tu relato.

Y después la noticia de que a Vero ya la picó su Rodriguín, bueno ya la había picado muchas veces, pero yo digo con la aguja o sea la inyección. También me emocioné igual que Gil, viendo a Vero empinada sobre las piernas de su novio, sometida y resignada, con la jeringa clavada en el culín. Cuenta más Vero, nárranos una sesión de mutuos piquetes. Yo también ya estoy pensando pasar por las armas a mi Julián.

Lo de Carmen ¿quién iba a pensarlo? Y tan seriecito que se veía también Gil. No, si dicen que los seriecitos son los más peligrosos. Ni se miraban uno al otro y ya se amaron. Muy buenos los relatos de Carlónimo y Antónimo.

¿Qué decías, Carmen, que Carlónimo no hablara de sexo porque eso te ofendía y lastimaba tus castos oídos?

Y a ver que más pasa con ellos porque sus reacciones fueron de que les gustó.

Y de Eulogia, no seas tan sentida, ya dijo Carlónimo que cuando se case va a seguir hablando de todo y de todos, incluyéndote a ti, así que no hagas panchos y confírmanos tu asistencia al retiro. Seguro habrá que inyectar gente y quién mejor que tú con tu jeringa clásica.

Por último, Vero, la autosugestión a la que me referí es cuando Carlónimo dice: “Llegué a pensar que no regresaría, pero nunca la perdí de vista en mis decisiones, pues eso me ayudaba a sentirme mejor.” A mi me parece muy interesante su posición, ya no esperaba a Anna pero actuaba como si fuera a regresar. Eso es lo que quiero que definas psicológicamente.

Anna, espero que hayas salido muy bien de tu cirugía y que te restablezcas rápidamente, porque tienes la agenda bastante cargada en los próximos dos meses. Para empezar, hay varias cosas que quiero que decidas para la despedida: el tema de ustedes que ya te pregunté antes, música, bocadillos o cena, etc. Así que no tardes en reportarte porque nos va a dar mucho gusto verte de vuelta.

Eulogia -

Ay pinche Antónimo ¿cuándo vas a entender que me debes respeto? Yo no te doy motivo para que te andes con esas confiancitas.

La verdad no se si voy a ir a la despedida porque así como despedirme, despedirme, de Carlónimo, yo no, ni lo piensen. Que se ande con cuidado la españolita, como se descuide me la hago hermanita de leche, aunque me grite. Faltaba maaas!!

Ya veremos si ando de humor, por ahora no les prometo nada.

Antónimo -

Pues no lo vas a creer, mi Vero, pero a mí las chicas que me gustan son: cojonudas, desmadrozas, directas, sensuales, sabrosas y PIERNUDAS. Si no fuera porque mis votos de castidad me lo impiden… aquí mismo me abandonaría a mis instintos.

¡Sí, sí, que vaya Eulogia! y la disfrazamos de jeringa (yo le pinto los numeritos en las costillas). Me voy a vestir de condón ¿y ustedes?

Ese Gil se nos anda destrampando!!! Y con la Carmen… ¿no que muy acá, mi chava?

Lo que Carlónimo no dijo, por pudor, es que después del besito final se encerraron en la caseta y choninos abajo se dieron una santa revolcada que hasta los vidrios de la ventana se empañaron. El viejerío que andaba afuera revoloteando (las chicas del club) se preguntaban ¿Qué estará pasando, seguirá malita nuestra amiga?

Qué malita ni qué nada si está bien buenita, nomás se veían las manotas del Gil resbalando por los muslos y las nalgas, un cachondeo macizo. Y la Carmen se le restregaba sollozando a lo rudo, hasta que de plano se empalmaron ¡Ay guey!

Cuando salió la Carmen ya muy vestidita con paletó y todo, la abrazaron sus compañeritas y le preguntaron ¿sufriste mucho amiguita? Nomás suspiró, fijó la vista en el horizonte y emprendió la marcha diciendo: “No saben… no saben… no saben… Con decirles que mañana vengo por la otra inyeccioncita.

Verónica -

Hola a todos!...
Hilda: En efecto, planeo seguir relatando las experiencias con Rodriguito, apenas tenga inspiración y un poco de tiempo libre para estructurarlo adecuadamente. ¡Vieras que monumentos me ofrece su persona, su cuerpo, su sensualidad!... Bueno, en cuanto al tema de las preferencias femeninas, pues, quería recalcar que a pesar de que hay mujeres que son amantes de la mala vida, pues mi humilde opinión reside en encontrar un equilibrio: Alguien que tenga amor propio, planes a futuro, que sepa lo que quiere, inteligente, blah blah…tu sabes un cúmulo de características, y como tu dijiste, a la vez pueda ser un buen amante, amoroso, y esas cosas, entonces, estamos de acuerdo en que el equilibrio entre varios comportamientos hace la diferencia, ¿no?. Solo es cuestión de adaptarse a las situaciones, madurez, y que el chico sea afín a ti, entonces ya estás del otro lado. De igual forma un hombre exitoso, e intimidante, resulta ser un reto para nosotras ¿no?... Bueno, pues ya viste que Rodriguito está dispuesto a incrustarme todo el tratamiento, y refuerzos, entonces nos estamos envolviendo en una atmosfera de intimidad, tremenda. Hilda querida, me gustaría que me explicaras con más detalle, ¿a qué te refieres con autosugestión?, porque sin lugar a dudas, estoy de acuerdo en que los une un amor puro y lleno de luz, y sé que jamás caerán en rutinas o problemas que no puedan resolverse con mutuo apoyo, opinaré a lo que se refiera tu comentario. Quizá lo que al principio les desunió, fue la distancia, falta de comunicación, y hasta malentendidos sin fundamento pero son detalles que ya han resuelto, y lo seguirán haciendo con cualquier obstáculo, por el amor que les une, el miedo que sintieron, creo que fue por haberse enamorado tan pronto, sentirse tan unidos, ver nacer algo tan grande en poco tiempo, y pues sentir incertidumbre de no ser correspondidos, o no poder dar rienda suelta al amor, pues realmente es inquietante pero en forma positiva, sin embargo, recuerda, es solo una opinión, ya que no puedo afirmar nada al respecto.
Carlónimo: Me da gusto tenerte de vuelta. ¡Te extrañamos mucho!, ya viste varios comentarios que lo afirman. ¿Sabes? Tu relato es fascinante, y de hecho, tan cercano a la realidad, que me dejaste impresionada, te agradezco mucho haberte tomado unos minutos de tu valioso tiempo para redactarlo con esa perfección que te caracteriza. Ya desde hace tiempo, el buen Rodriguito se traía algo entre manos, y pues, supongo que no querrá que su amada vuelva al hospital otra vez, ¿verdad?. Confieso que tiene una manita tan suave, como un ángel, definitivamente sabe cómo tratar a una mujer. El único detalle, es que es demasiado puntual para las inyecciones, y cada tercer día, ahí lo tengo al pie de la cama con su jeringa cargada, lo cual me causa gran pesar, así que después de una semana, ya traigo las nalguitas hechas una ruina. Las últimas aplicaciones, de plano, me tiene que manosear por otros lares, porque el dolor es muy denso. Sin embargo, yo me gano también el derecho a picarlo al menos una vez a la semana, después de todo, está superando su miedo, y fortaleciendo las defensas de una manera increíble. Un aplauso para ti, Carlónimo, por la respuesta a Carmen, sensual, irónica, pero a la vez de respeto, ¡lo dijiste todo! Me fascinaron los simbolismos de pies a cabeza.
Carmen: Me parece que el sexo es un complemento para una relación, y una expresión hermosa de unidad, y propia alma de este blog, pero no es lo principal, y creo que tampoco para ellos ha sido lo primordial. Por otro lado, con todo respeto, pues me atrevo a opinar que Anna conoció a Carlónimo por medio de relatos, y de esa forma, se enamoró de el por su estilo literario, sensualidad, etc. No me parece apropiado que él cambie su modo de expresarse o de compartir sus escritos, ya que Anna gusta de ello, puesto que es lo que compone su escencia, y bueno, si así fuera, pues sería claramente un conflicto entre ellos, nosotros solo somos lectores, así que te recomiendo que te dejes llevar, y te relajes, porque ese es el fin de nuestro espacio. Recuerda que aquí todos somos ello, pero no todo es absolutamente real o irreal, es la isla de la fantasía y deseos más recónditos. Espero que Anna pueda comentar algo al respecto para aclarar este punto.

Antónimo: Despues de tanto "pedo", quisiera saber, como te gustan a ti las chicas, ya que generalizaste mucho el artículo.

Pd: ¿Porque nadie invitó a Eulogia a la despedida de solteros?
Saludos a todos y mil besos!

Carmen -

No te preocupes Gil, no hay malicia. Carlónimo, se ve que hacer relatos es tu especialidad, me pillaste!! y me gustó qué buena ocurrencia, gracias por considerarme.
Pero no vayas a provocar que tu chica se enoje, sería triste, a mi me ilusiona que se casen.

Gil -

Carlónimo, por favor ¿cómo está eso? qué va a decir Carmen? Eres una persona impredecible que le gusta revolver todo, cada día me sorprendes más.
Gracias, me gustó mucho.

Carlónimo -

Querida Carmen, no te preocupes, mi güerita y yo nos amamos al extremo y sabemos muy bien el terreno que pisamos.

Cuando iniciaba su más reciente viaje a Mazatlán, la preciosa Carmen olvidó empacar su traje de baño, así que después de consultar a las compañeras del Club “Amigas de la Excelencia” con quienes viajaba, habiendo comprobado que ninguna de ellas llevaba un traje de repuesto, llegando al puerto se fue al almacén “Fábricas de Francia”, para adquirir el más conservador que encontrara.

Revolvió anaqueles, estantes y entrepaños, indagó y exigió pero, no encontró una prenda a su entero gusto, todas eran breves y ella quería sentirse arropada. Compró por fin un bikini bastante conservador y, no sin pena, se lo enfundó pensando que sería la comidilla de todas las chicas, pero que la dispensarían pues se trataba de una verdadera urgencia. Se cubrió con un paletó y permaneció con él en la playa pretextando que el viento la incomodaba.

Cuando las chicas decidieron meterse al mar y le insistieron que las acompañara, ella se puso roja, interpuso pretextos sin éxito, así que viéndose bastante comprometida, aceptó ir con ellas.

Se fue con el paletó puesto hasta que ya entrada parcialmente en el agua, no quedándole otra, se lo extrajo por la cabeza y lo dejó sobre la arena. A pesar de que el traje, color blanco, era conservador, delataba las delicias corporales de quien lo portaba: Piernas abundantes, firmes y torneadas, busto mediano erguido, cintura estrecha y unas frondosas nalgas, redondas, firmes, amplias y respingadas.

La preciosa chica caminó rápidamente, pero no pudo evitar que los hombres la admiraran. El suave balanceo de sus glúteos dejó sin habla a varios de ellos. Tratando de esconder sus innegables encantos, se adentró porfiada en el agua y una ola se la llevó dando tumbos, arrastrándola varios metros adentro, ante la mirada impotente y los gritos de sus compañeras que, de inmediato, hicieron señas al guardián de la bahía, un imponente mocetón de nombre Gil, con cuerpo atlético que se lanzó como rayo al agua y nadó con estilo “Tarzanesco” hasta alcanzarla, nadar con ella y salir del agua llevándola acostada en sus potentes brazos, desmayada.

La llevó hasta su caseta, la acostó sobre un camastro y acoplándose a ella de los labios le aplicó una excelsa respiración boca a boca, con lo que la chica empezó a reanimarse. Le tomó la presión arterial, el pulso y el ritmo cardíaco, percatándose que por los síntomas, la preciosa Carmen requería una ampolleta previsora del asma.

Preparó la jeringa ante la mirada incrédula de Carmen, quien no podía dejar de admirar los poderosos brazos, piernas y espalda del atractivo Gil, su salvador, quien la volteó boca abajo, le retrajo el calzón de baño hasta las corvas y se deleitó tentando las esculturales nalguitas de su espléndida paciente, la cual temblaba de excitación.

Detectó el punto exacto, retrajo la jeringa y la clavó con sorprendente maestría haciendo que la chica emitiera fogosos gemidos. Su nalguita marcó excitantes oscilaciones hasta que la jeringa quedó vacía. Gil se dio gusto aplicando el masajito de rigor a Carmen, quien lo disfrutaba en completa calma. Sus labios entreabiertos y su respiración agitada, denotaron la creciente excitación de que era objeto.

Así permanecieron juntos, sin prisa, hasta que el atlético Gil subió el calzón a la preciosa Carmen y la ayudó a incorporarse, acompañándola hasta la puerta de salida, donde la chica miró al joven con aire de gratitud y admiración, suspiró profundo y lo premió, con un tímido beso en los labios.

Un beso a mi churri, la mujer de mi vida… la mujer de mis sueños.

Carmen -

Yo pienso que Carlónimo y Anna se distanciaron porque no habían madurado su amor todavía, estaban muy dirigidos al sexo solamente. Y me parece también, Carlónimo, que es de mal gusto que estés describiendo escenas de otras mujeres con el detalle que lo hiciste con Verónica ¿Qué va a decir Anna? Ella es TU PROMETIDA Piénsalo bien.

Gil -

Carlónimo

Me encantó el relato de la inyección a Vero, es muy erótico y ella se ve guapísima así como estaba sometida. De veras felicidades! No dejes de escribir Carlónimo, se te extraña cuando te ausentas.

Hilda -

Fragmento de conversación entre Anna y Carlónimo, sentados frente a un bello paisaje. Da gusto ver a esa pareja tan bella intercambiando miradas de amor y caricias.

Anna
Empezaste a gustarme por tu manera de escribir, porque siempre tenías y tienes palabras amables para todos y en ese momento las tenías para mí.

Carlónimo
¿Cómo sientes ahora mis palabras?

Anna
Más que amables.

Anna
¿En qué momento te empezaste a enamorar de mí?

Carlónimo
Desde que te conocí.

Anna
Aquellos días de nuestro primer encuentro en México me hicieron sentir ilusión y miedo.

Carlónimo
Así es, por la forma en que creció nuestro amor yo también sentí miedo.

Anna
Llegué al punto de retirarme y no querer volver nunca, pero seguía recordándote.

Carlónimo
Tu ausencia me causó un gran dolor, no te olvidé y nunca dejé de amarte.

Anna
Yo me mantuve alejada por mucho tiempo, pero un día supe que me invitabas a la boda de Simón y eso me agradó.

Carlónimo
Yo llegué a pensar que no regresarías nunca, pero seguí esperándote, pues eso me hacía sentir mejor.

Anna
Quiero que nos amemos siempre.

Carlónimo
Lo mismo quiero yo.

Vero, me parece fuera de discusión lo que ellos esperan uno del otro: Solo AMOR.

Pero tú por tu perfil profesional eres la persona más indicada para analizar lo que les ocurrió a nuestros amiguitos. Yo me pierdo en escenarios de ilusión y amor revueltos con miedo. Y la autosugestión que parece aplicarse Carlónimo. Explícanos por favor.

Viridiana -

Que ricas son las inyecciones a mi me gusta mucho que me inyecten pero me pongo muy nerviosa.

Carlónimo -

Lo siento, Vero, no pude resistirme a relatar una escena que me estaba inquietando demasiado.

Qué fácil fue para Vero picar una y otra vez las nalgas de Rodriguito. El pobre chavo brincaba, gritaba, se retorcía y lloraba con verdadero sentimiento, pero la insensible amante no cedía en sus díscolas pretensiones.

El despierto y agudo joven tomó las cosas con calma. Después de aprobar su examen final de iniciación a la enfermería, se puso a disposición de su amada para aplicarle las inyecciones de complejo B que le faltaban.

¿Cómo dices, Rodriguín? Que ese diploma te autoriza picarme… ¿cómo… a mí? A ver, vamos con calma, yo no sé si lo que dices es cierto… ¿Que te aprobaron? Yo nada tengo que ver con eso. No ¡por Dios! Cómo voy a permitirte así como así que me inyectes ¿A la fuerza? Nomás inténtalo mocoso, ya verás cómo te pongo el culito a pin… ¿Qué? No, suéltame, no te atrevas a tocarme ¡suéltame!

Y empezó el forcejeo pero en serio. Cuando Vero vio la jeringa ya cargada sobre el buró y se vio a sí misma trasladada como papelito a las rodillas de su amante, empezó a convencerse de que no había más remedio que dejarse.

Pasó del franco desafío ¡Suéltame, suéltame, no tienes ningún derecho! a la negociación ¡entiéndelo, mi vida, no quiero que me inyectes ahora! Y finalmente a la súplica ¡te lo ruego cariño, estoy asustada, después te dejo inyectarme!

Pero no pudo lograr nada. Cuando sintió que el muchacho le alzaba la faldita se quedó muy quieta. Después cooperó abombando el culín para que la panty resbalara ¡Vaya escena! Unas nalgas blanquísimas muy bien torneadas que desafiaban la estrechez de la cintura y armonizaban con unos muslos soberbios, llenos, firmes, desquiciantes.

Las abombados y firmes glúteos, los pliegues inferiores de las nalgas, la profunda raja, los estupendos muslos y la cercanía de la jeringa, conformaron una escena de verdad frenética, que sólo las sensuales súplicas de la chica pudieron perfeccionar ¡Mi amor, mi vida, con cuidado, no me vayas a hacer daño!

La preciosa Vero cerró los ojitos, apretó los puños y se quedó muy quieta, esperando. Sus nalguitas se balancearon en súbito movimiento reflejo, hasta que la aguja perforó en diagonal la elástica capa superior y resbaló dócilmente en la pulpa desapareciendo por completo.

Al grito de: ¡Va el ardor! Rodrigo apretó decidido el émbolo y su preciosa amada inició un leve pataleo acompañado de suaves sollozos y suspiros muy sensuales. Elevando dócilmente las nalguitas, alojó poco a poco la renegrida sustancia diciendo resignada: ¡Así, gracias… Mil gracias, mi vida!

Extrayendo con aire triunfalista la ruda jeringa, el muchacho se la mostró a su escultural paciente quien abrió muy grandes los ojitos, se solazó mirándola, relajó mansamente el cuerpo, e inició sensuales movimientos oscilatorios con las nalguitas, hasta que el chico entendió la señal y empezó a estimularle la perlada y brillante vulva…

Con todo este jaleo, ya no aguanto las ganas de ver a mi güerita.

Carlónimo -

Querida Hilda, estas son mis respuestas.

1. ¿Cuando fue que te empezaste a enamorar de Anna?

Desde que la conocí.

2. Cuando estaban en México la primera vez sospechaste el quebranto que se venía de su relación?

No, pero nuestro amor creció en tal forma que me dio miedo y finalmente no supe manejarlo.

3. Conociéndote, me parece extraño que pensaras en la muerte ¿qué fue lo que te ocasionó esa reacción y cómo fue que recapacitaste?

El dolor me cegó. Cuando todo parecía perdido, Antónimo me rescató sin consultarme haciendo una simple aclaración. Simón me ayudó a reintegrarme.

4. ¿Cómo evolucionó en tu mente el recuerdo de Anna durante su ausencia?

Su recuerdo fue constante, nunca dejé de amarla.

5. ¿Cuando rescataste el blog y cuando rechazaste compromisos, lo hiciste porque pensabas que regresaría Anna?

Llegué a pensar que no regresaría, pero nunca la perdí de vista en mis decisiones, pues eso me ayudaba a sentirme mejor.

6. ¿Cómo afectará el matrimonio a la figura y la personalidad de Carlónimo?

Será un hombre que ama y disfruta la vida con su esposa, pero que está atento a su entorno, que continúa escribiendo sin ataduras.

7. ¿Qué esperas de Anna, una vez que se casen?

Amor.

Mi churri, sigo a tu lado, nada me separará de ti. Te amo.
http://www.youtube.com/watch?v=t_uYsVV40vw&feature=related


Hilda -

Antónimo, qué bueno que escribes ya te extrañábamos. Lo de Vero no me sorprende, yo misma me preguntaba ayer por que estará tan callada, que seguramente algo trama o en algo anda ya. Con esa descripción que nos dio de su Rodriguito: “cuerpo moreno y tan bien formado, que por un momento, olvidé que solo era un niño. Brazos fuertes y bien formados, y abdomen marcado, sus piernas ya eran el colmo de la perfección.” Quien va a pensar en otra cosa teniendo en casa ese monumento a su disposición.

Y en relación al otro tema, el de las preferencias, yo no estoy tan de acuerdo porque los hombres altivos son atractivos, pero ese solo factor no hace que yo me enamore. Sí me gusta que lleven el rostro en alto y que se desenvuelvan con seguridad, pero también que sean atentos y muy cariñosos. Yo no soy amante de la mala vida.

Y que a ellos les gusten las eternamente risueñas más que otras, tampoco estoy muy de acuerdo porque a los hombres les gustan los retos y cuando conquistan a una mujer altiva se sienten más satisfechos que si tienen en casa a la mujercita buena y risueña que no les costó ningún trabajo conquistar.

Pero bueno, estoy de acuerdo que las mujeres en verdad machorras y rudas no son atractivas para los hombres ni para nadie.

Querida Vero, qué gusto oírte y saber que estás mejor, pero tienes que inyectarte no seas miedosa ¿Por qué no le enseñas a Rodriguín a aplicártelas? Sería muy sensual verte en las piernas de tan cotizado chavín con tus nalguitas dispuestas al piquetazo. Me hiciste reír muchísimo con eso que tu chavo se movía como gusano en el anzuelo ¡que imaginación tienes! Además de ciertos instintos medio sádicos:

“le cambié el medicamento por uno más doloroso jeje.. Pobrecito, terminó retorciéndose de dolor en mis brazos. Y me puso un ultimátum de que jamás lo volvería a inyectar. Ya veremos….”

No quisiera caer en tus manitas Vero para que me apliques alguna inyeccioncita…

Pasando a otra cosa, Carlónimo, por si te asomas al blog, te dejo las preguntas de tu entrevista para que las vayas viendo.

1. ¿Cuando fue que te empezaste a enamorar de Anna?

2. Cuando estaban en México la primera vez sospechaste el quebranto que se venía de su relación?

3. Conociéndote, me parece extraño que pensaras en la muerte ¿qué fue lo que te ocasionó esa reacción y cómo fue que recapacitaste?

4. ¿Cómo evolucionó en tu mente el recuerdo de Anna durante su ausencia?

5. ¿Cuando rescataste el blog y cuando rechazaste compromisos, lo hiciste porque pensabas que regresaría Anna?

6. ¿Cómo afectará el matrimonio a la figura y la personalidad de Carlónimo?

7. ¿Qué esperas de Anna, una vez que se casen?

Verónica -

Antónimo: Pues, la verdad es que si se extrañan mucho los buenos amantes, pues le dan mucha vida a este blog…
¿Cómo ves a Rodriguito? Tan viril, y haciendo sus berrinchitos… Me parece sumamente ardiente cuando hace sus numeritos, y se niega a ser inyectado … El fin de semana, de plano me suplicó que no le pusiera mas piquetes, se puso tan nervioso, que ni siquiera se dejó bajar la trusa, y eso me resultó un buen reto, así que, después de forcejear un poco, cedió de mala gana, y moviéndose como un gusano en el anzuelo. Lógicamente, no pude clavarle la aguja de esa forma, y me vi obligada entonces a acariciarle el pene para tranquilizarlo, porque la sorpresa fue que le cambié el medicamento por uno más doloroso jeje.. Pobrecito, terminó retorciéndose de dolor en mis brazos. Y me puso un ultimátum de que jamás lo volvería a inyectar. Ya veremos….
Bueno, yo creo que cada mujer tiene preferencias e inclinaciones diferentes para escoger al tipo de hombre que prefieren. Esto data de todas las experiencias que han tenido en la vida, es como un rompecabezas de características tanto físicas como de personalidad, y pues la verdad no quisiera generalizar acerca de lo que “todas” preferimos. La verdad es que hay chavas que hasta disfrutan ser golpeadas, mientras que muchas otras, los prefieren mandilones.
Si muchas de nosotras los preferimos arrogantes, es porque es una característica interesante, que denota seguridad en sí mismo, pues lógicamente, terminamos fascinadas con el espécimen. No por eso, se descarta que amemos el buen humor en un chavo, pero puede resultar “amanerado” el hecho de andar siempre con la sonrisa en la boca, creo que es mucho más sensual la seriedad y el misterio.
En cuanto a los “avergonzados y humildes”, pues no me ubico en ese tipo de gustos, mas puede ser porque hay mujeres que gustan de tomar las riendas de la relación, y por eso, andan en busca de alguien con baja autoestima que pueda ser fácil de manejar al antojo.
Me parece que ver todo de color de rosa es acertado, hasta cierto punto, pues, aunque hay que encontrar siempre el lado positivo de las cosas, fácilmente se puede caer en la rutina, y ser hasta desgastante la actitud, porque no es del todo realista. Hay que encontrar el equilibrio para llegar a ser personas íntegras…

Verónica -

Hola a todos!!!
Antónimo: Comprendo mejor de lo que tu crees, tu postura acerca de los futuros esposos, sin embargo, debo proferir con todo cariño y respeto, que tu ejemplo me pareció algo exagerado, digo, en mi humilde opinión, hay muchas parejas que de “destrampan”, y comoquiera cuando están casados ya en son de amor y respeto, terminan por ofuscarse en la aburrición, o viceversa. Simplemente, si buscan nuevas aventuras, es porque lo que tienen lo les satisface, o no son felices en la rutina, o mil cosas más… Ya eso dependerá de muchos factores, no se trata solamente de salir del cascarón.. Eso es lo que hace interesante al mundo: la diversidad mental.
El punto es que, popularmente, en una despedida de soltero, estás diciendo adiós al mundo de desmadre, y convivencia extrema, por eso es tradición “destramparse”, para entregarte felizmente al amor, mas eso no tiene nada que ver (según mi punto de vista) con el porvenir en pareja… Ahora, en cuanto al destrampe, pues si es muy recomendable, mas no debemos presionar pues a los tórtolos, quizá terminemos rompiendo la piñata… o algo asi mas “tranquilo y afin”.

Maribel: Gracias por la definición de “churri”, realmente llegué a pensar en algo mas pornográfico entre ustedes… jejeje…

Anna y Carlónimo: Felicidades por los relatos… simplemente ¡Excelentes! Lascivos hasta el fin y muy sensuales, yeah. Pobre Anna, vaya que sufrió un suplicio a manos de la jeringa, pero todo sea por su bien, y seguramente tenía el pensamiento en Carlónimo, por lo tanto me puedo figurar que, seguramente disfrutó de ambas experiencias. Y nuevamente, un aplauso por la relación tan hermosa que llevan, los preparativos de la boda, pintan tan bien, que parece cuento de hadas. Como plasmaron por ahí: “Es amor para toda la vida”, se puede entrever que, definitivamente va más allá de eso, y que estarán juntos por siempre.

Carlónimo: Que buen relato el de Hilda… Esta súper candente, bien hecho, y por supuesto, con el bello toque poético que te caracteriza, te admiro mucho.

Anna: Toda buena vibra y oraciones están contigo de mi parte, todo va a salir bien, simplemente sonríe, y enriquécete con esa fuerza hermosa que te caracteriza como mujer… Aquí todos te apoyamos al 100%

Hilda: Gracias por preguntar acerca de mi salud, la verdad es que no he tenido tiempo de ponerme las inyecciones de mi tratamiento, pero pronto lo haré, y les cuento…¿sale?. Te quedó muy bien tu entrevista… Espero unas excelentes y sensuales conclusiones, no dejes de facilitarlas pronto… Vaya, y genial la aventura que te aventaste con Julián, que bárbara, mujer… Pero no me eches la culpa de seguir tus instintos más recónditos ¿eh? Jeje… Un saludo enorme, cuidate

Antónimo -

Hola chavas y chavos, no lloren más por el suscrito, que aquí lo tienen.

¿Conque no están los “churris”? Bueno, así descansamos de tanto arrumaco ¡Pa’ su mecha! Con eso de que se casan ya entraron en fase “camisa de fuerza”: Que mi churri, mi amor, mi ensueño, mi ilusión, mi vida, mi todo…

¿Dónde andas, mi Vero? Quiero enseñarte algo, bueno a todos pero siempre es bueno conocer la calificada opinión de nuestra psicóloga estrella quien, por cierto, sigue picándole el culete a Rodriguín.

No soy chismoso, pero me enteré que lo tiene allá en la “Sultana del Norte” y cada vez que se lo “chuta” le mete un jeringazo ¿cómo ven?

El pobre chavo ya no aguanta, nomas le bajan el slip hasta las corvas y “a darle que es mole de olla”. Vero le acomoda primero una “cachondiza cañona”. Que: “aquí estaría bien, mi vida”; “no, mejor esta otra nalguita, la siento más mullidita”; a ver ¿o aprecié mal?; “me encanta cómo te tiemblan”; “las tienes suavecitas y compactas”; “me fascina que se te acobarden”… y mil comentarios más de ese jaez que sólo contribuyen a que el muchacho termine con los nervios de punta.

El otro día cuando Vero le centró el pinchazo, el pobre Rodriguín empezó a patalear y los ojos se le llenaron de lágrimas, parecía un crío en las piernas de su madre. Y la Vero que no se mide, diciéndole: “ya… mi pequeño”, “mi rorro”, “cosita”, “ternura”, “mami te cuida”. Pero el otro se lucía gritando, moqueando, sofocándose y terminó empapado del rostro, con un hipo renovado y pernicioso que no le permite articular palabra: ¡Es qu ¡hiiicc! tu m!hiiicc! pica!hiiicc! cada!hiiicc! rat!hiiicc! ya no aguan!!hiiicc!

¡Pobre chavo! Pero una vez que se le pasa el susto se pone “gallín”, agarra a su “mami” y le da una santa repasada por todas las “cabinas”. Entonces sí, la Vero le grita: Ese es ¡mi hombre, mi macho, mi efectivo, mi mero mero!

¡Vaya intercambio y jaleo el que se traen estos huercos!

Pero yo no me fijo en esas cosas, lo que quiero enseñarles es que, según un estudio de la Asociación Psicológica Estadounidense, publicado en la revista Emotions: “las mujeres prefieren a los varones arrogantes y orgullosos”. Mientras que, por el contrario, “los hombres encuentran más atractivas a las mujeres felices que llevan siempre una sonrisa, y no a las altivas”

Según el estudio: “las mujeres mostraron que lo que encontraban menos atractivo sexualmente era un hombre feliz y sonriente. Sus preferidos eran los orgullosos y engreídos, seguidos por los avergonzados y humildes”

O sea que a las chavas les atrae, en orden decreciente: a) Que el chavo las recorte con la mirada; b) Que ni se atreva a mirarlas a los ojos. Y c) Que esté siempre sonriente con cara de niño sano y bueno. ¿Cómo ven sus mercedes?... las chavas prefieren a los rudos.

¡Ah! y a los chavos les atraen, también en orden descendente: a) Las felices y sonrientes; b) las avergonzadas; y c) las orgullosas y confiadas en sus propios encantos.

¿Cómo les quedó el ojo? Los chavos prefieren a las chicas sonrientes, estables que todo lo ven color de rosa.

A ver qué opinan y qué nos dice nuestra sesuda Vero.

Gil -

Querida Anna, deseo que te recuperes para tenerte aquí de nuevo muy pronto. Saludos a todos. Carlónimo, me gustó mucho el relato sobre Hilda. Te esperamos.

Hilda -

Querida Anna, te agradezco tus respuestas, te deseo que todo salga muy bien y que pronto regreses.

Querido Carlónimo, te extrañaré estos días pero comprendo lo que sientes. Gracias por el relato que me dejaste, es muy caliente, lo comento cuando estés de regreso.
Ah! antes de que se me olvide. Por favor, vayan pensando cuál será el tema musical para su boda, no hablo del vals, sino del tema ¿me entienden? La canción o melodía que más los representa y es como el “himno” de su amor. Es que además de que lo pongan en el banquete de bodsas, quiero ponerlo en la despedida.

Carlónimo -

Mi preciosa güerita, mi churri, tus palabras me emocionan pues contigo no hay dobleces.

Pasaré estos días a tu lado en todo momento. Caminaré contigo, te escucharé atento. Sabrás de mí, me sentirás muy cerca, escuchándote, musitando una oración, velando tu sueño.

Todo saldrá bien, mi amor, no tengas miedo.

A mis amigos del blog: Se que ustedes comprenden, haré un receso.

Cuando ella esté aquí nos vemos.

Anna -

Mi churri:

Pues si, fue vergonzoso todo lo que sucedió el día de la última inyección, pero cuando he salido del consultorio he puesto en su lugar a más de uno de los tíos que estaban ahí. ¡Vaya desfachatez!

Gracias por dejarme palabras hermosas llenas de amor, cada vez que entras al blog, la música que has dejado junto con su letra es muy bonita, me ha gustado mucho, y te agradezco mucho.

Gracias Gil, por seguir nuestra historia.

Hilda, respondo rápidamente a tus preguntas.

1. Cómo fue que empezó tu gusto por Carlónimo. En ese momento ¿Crees que él ya se había interesado en ti?
Empezó por su manera de escribir, porque siempre tenía y tiene palabras amables para todos y en ese momento las tenía para mí. Ahora ya son palabras más que amables. Y no se en qué momento se empezó a enamorar de mi.

2. Cuando vivían la emoción del primer encuentro en México ¿sentías que algo estaba amenazando su relación?
No, no lo sentía. Lo que sentía era ilusión y miedo.

3. ¿Cuando te retiraste lo hiciste pensando nunca más volver con él, cómo viviste esa etapa. Ya dijiste que hubo momentos críticos pero cómo fueron y de que magnitud, tuviste otro amor?
Si, pensé nunca más volver con él, pero seguía recordándolo.

4. ¿Qué te hizo finalmente volver? ¿si Carlónimo no te hubiera invitado a ser su pareja en la boda de Simón, tu hubieras regresado de todas maneras?
Yo no entraba al blog, no leía lo que dejaban aquí, así que no me enteraba si seguía enojado conmigo o no. Cuando entré al blog y leí que me estaba invitando a la boda de Simón, ya era demasiado tarde, ya habían pasado muchos meses, pero me agradó mucho leerlo.

5. ¿Qué esperas del futuro con Carlónimo? Amor.

Chicos y amor mío:

Quizá me ausente del blog unos días, aunque si tengo oportunidad os dejo algún mensaje. Me harán una cirugía menor en estos días y me siento asustada, por lo tanto ahora mismo, no tengo creatividad para escribir.

Mi churri: Te estaré esperando en el aeropuerto como hemos quedado, espero estar de regreso en el blog antes de ese día, pero si por algo no estoy aquí antes de ese día, ahí te veré y seguiremos con los planes que tenemos ¿vale?

Me preguntas que si estoy enamorada, si lo estoy mi churri. ¡Estoy muy enamorada de ti! y estoy ansiosa por verte y abrazarte.

Carlónimo -

Después de ver a Hilda tan creativa haciendo labores de organizadora y de periodista ¡vaya versatilidad! Me acordé que hay algo pendiente con ella ¿Recuerdan la tarde que Julián le aplicó la penúltima inyección y la puso al rojo vivo pero ella lo despachó pensando que no era todavía el momento propicio?

“Con la imagen de un Julián perplejo a quien casi empujé para que se alejara, cerré de golpe la puerta, me quedé por un momento inmóvil con la mirada perdida en lontananza. Salí corriendo al baño al sentir que la secreción vaginal me escurría a toda prisa por las piernas.”

Es que nuestra querida Hilda es impulsiva pero ya después piensa las cosas y… Bueno, el caso es que esa misma noche se revolvía en la cama pensando lo que pudo haber vivido con Julián y que finalmente no se permitió. Sudaba y tallaba el pubis contra la superficie de la cama hasta que el sueño la venció.

Pero al día siguiente, cuando Julián le llamó, ella dijo resuelta: Para la inyección de hoy me gustaría que fuéramos a un lugar que me relaje, cuya belleza apacigüé mis nervios y active mis naturales instintos. El chavo se la llevó a Tequesquitengo alojándola en un chalet de ensueño.

No es fácil controlar los impulsos cuando las tentaciones son grandes. Al ver a Hilda con un minúsculo bikini tirada en el camastro de la terraza esperando que le aplicaran el bloqueador solar; al sentir la firme superficie de sus muslos estremecerse; las espléndidas nalgas crecer al influjo de las caricias.

Después de oír sus sensuales lamentos en la etapa previa a la inyección; observar que se conmueve con el piquete; sentirla henchida de placer mientras recibe la ardiente sustancia impulsada por el émbolo de la jeringa; ver el colosal trasero que crece ofreciéndose de manera descarada; Julián está muy serio, no aguanta un estímulo más.

Retrae suavemente la aguja, desquiciado por la trémula reacción del glúteo que la despide, se inclina a besar las formidables carnazas que se le ofrecen, las acaricia por primera vez sin eufemismos, separa los glúteos y barniza con su lengua la ardiente raja, el montículo anal, la vulva, el clítoris…

Hilda no puede ni quiere interponer defensa alguna. Impulsiva, flexiona las piernas hincando sus rodillas y codos sobre la cama, abate el rostro y eleva las nalgas lo más que puede para lucirlas en su mayor esplendor. Julián las admira con los ojos desorbitados, las acaricia, las estimula con su glande marcando pastosos manchones de esperma en ellas.

Busca la entrada vaginal y en el instante mismo de traspasarla, el potente grito de su amada lo detiene ¡por ahí no Julián, perfórame la otra entrada!

El muchacho recula, re-direcciona su pene y penetra con timidez el estrechísimo reducto que se le abre y se le ofrece desesperado. El violento grito ¡más, penétrame con fuerza, hazme sentir tus huevos sobre los glúteos! lo pone en franco desafío.

Julián se envalentona, apalancándose empuja, desliza su enorme macana, la proyecta sin piedad, ignora los destemplados gritos de dolor con que Hilda trata de frenarlo.

Talla, talla y talla, desliza su colosal salchichón una y otra vez, sintiendo el cuerpo de su amada engarrotado. La preciosa Hilda va pasando del grito reprobatorio ¡No, por favor, espera!; al de tolerancia ¡Ah, ah, ah, ah!; y por fin al de euforia ¡más, Julián, así cabrón, reviéntame, desgárrame!

Sujetando los espléndidos glúteos, viendo desaparecer su pene en la profunda raja que lo absorbe y lo aprieta hasta colapsarlo y exprimirlo, Julián se queda inmóvil y entra en un estado de máxima tensión, impresionante. Abriendo enorme la boca, apretando con desesperación los ojos, se sacude con cada disparo, que Hilda festeja gritando, temblando y restregando el culo.

Hasta aquí la experiencia de Hilda ¡Qué bárbara! Viendo a Vero, dijo: Y yo ¿por qué no?

Mi preciosa Anna, como siempre, no puedo entrar al blog sin decirte que te amo.

Nere herriko neskatxa maite (Querida jovencita de mi pueblo)

Querida jovencita de mi pueblo
Te acarició hoy con flores verbales
Mar transparente, planta de tierra dulce,
Aroma de salitre, color celestial
Con el sonido de los latidos de mi corazón
Canto tu gracia.
Con el sonido de los latidos de mi corazón
Canto tu gracia.

Amanecer de los corazones dolidos
“Lamia” de los pueblos sufridos
Pimienta y miel de los cuentos antiguos
Canto curioso de los ríos limpios
De musgo de primavera estás vestida
La risa del cielo estrellado.
De musgo de primavera estás vestida
La risa del cielo estrellado.

Mar calmado entre la bruma
Pájaro alegre que vas suavemente
Aliento de la sensación de amor
Va floreciendo en tus labios
Eres el prado cubierto de rocío
El brillo de la plata al sol.
Eres el prado cubierto de rocío
El brillo de la plata al sol.

Nere herriko neskatxa maite
http://www.youtube.com/watch?v=3ghoJVN5qhc

Gil -

Sigo leyendo y va bien todo el plan de boda. Me gustará estar en la despedida pero esperando sea muy erótica. Vero, yo los voy siguiendo a todos pero no soy afecto a hablar mucho, pero disfruto.

Hilda -

Hola amiguitos. Vero ¿cómo segues, estás mejor, te has inyectado? Cuenta, cuenta… Pero no te vaya a ocurrir lo que a Anna, pobrecita, las dos inyecciones que le aplicaron la pusieron a temblar! Son muy eróticas las escenas, bravo a los dos, tanto a Anna como a Carlónimo.

Leyéndolos y leyéndolos, se me ocurrió algo que espero les guste y que acepten.

Miren, yo llegué al blog, solo como lectora en el tiempo que ustedes dos se andaban coqueteando: los recíprocos “¡me gustas y me encantas!” ya anunciaban algo más que una simple amistad. Luego vino que se conocieran en Madrid (páginas inolvidables) y más tarde en México (qué delirio, ya estaban enloquecidos de amor). Y de pronto ¡pácatelas! aparente fracaso. Carlónimo quiere morir pero parece recapacitar y Antónimo y Simón lo ayudan a reincorporarse.

De ahí ya solo vimos las cosas del lado de Carlónimo pero muy escuetamente porque se encerró a piedra y lodo en su propio mundo sin decir nada de lo que sentía y pensaba acerca de Anna. Sólo se culpa caballerosamente a sí mismo del fracaso.

Recuerdo de entonces un momento muy interesante, cuando Simón le pregunta: “¿quieres que yo intervenga con Anna?” y el responde: “¡no! Solo quiero que Antónimo y tu mantengan vivo el blog” Te enclaustraste, Carlónimo, pero ¿Tenías la esperanza del regreso de Anna?

De pronto ella regresa pero estabas con alguien más. Anna brilla muchísimo en ese momento demostrando una gran madurez (igual que tú Carlónimo, por supuesto). Fue un momento también muy intenso. Viendo Anna y tu que no era momento para nada, se diluye la oportunidad del regreso.

Y después la invitación de Carlónimo a que Anna lo acompañe a la boda de Simón, su madura actitud ante el fracaso, pero si observan, con el blog en crisis por otras razones distintas, Carlónimo lo rescata hasta dos veces en el último momento, no lo deja morir. Y también es de remarcar que Carlónimo no se comprometa con ninguna otra mujer, por ese tiempo tiene la oportunidad de iniciar un nuevo romance ¿De nuevo la esperanza acerca del posible regreso de Anna?

A lo que voy es que parecía que ninguno de los dos pudo olvidar al otro, sino que aún en la ausencia hay indicios de que la esperanza permanecía en su corazón. Entonces yo quiero, si ustedes lo aceptan claro! Hacerles a cada uno una pequeña entrevista que sería muy oportuna en este momento antes del matrimonio, para traer todo aquello que no se dijo y que no se sabe del amor de ustedes ¿les parece?

Y empezaría con Anna, si ella acepta. Yo quiero hacerte cinco preguntas amiguita para que nos comentes todo lo que tu quieras.

1. Cómo fue que empezó tu gusto por Carlónimo. En ese momento ¿Crees que él ya se había interesado en ti?

2. Cuando vivían la emoción del primer encuentro en México ¿sentías que algo estaba amenazando su relación?

3. ¿Cuando te retiraste lo hiciste pensando nunca más volver con él, cómo viviste esa etapa. Ya dijiste que hubo momentos críticos pero cómo fueron y de que magnitud, tuviste otro amor?

4. ¿Qué te hizo finalmente volver? ¿si Carlónimo no te hubiera invitado a ser su pareja en la boda de Simón, tu hubieras regresado de todas maneras?

5. ¿Qué esperas del futuro con Carlónimo?

Una vez que responda Anna haré las preguntas a Carlónimo. Espero que estén de acuerdo y que nos compartan a nosotros, sus amigos, lo que piensan. Espero terminar la entrevista antes de que se vayan a la pedida de mano a España. Por su comprensión y colaboración, de antemano les doy las gracias.

Carlónimo -

“El enfermero es un pesado, iré a aplicarme la siguiente inyección hoy mismo, y espero que no me toque con él. ¡Cómo quisiera que fueras tu el que me inyectara!”

Así que llegué nerviosa, atravesé la sala de espera encontrándola otra vez repleta, me registré y ocupé una de las pocas sillas libres. Ya sea que cruzara las piernas o las juntara como niña buena, los tíos que estaban enfrente no dejaban de contemplármelas.

Cuando por fin oí mi nombre me levanté presurosa y pasé al consultorio que me indicaron, donde ¡afortunadamente! me recibió una experta enfermera, de lo más atenta.

Pasa linda, te aplico la ampolleta en un momento, no te va a doler, te lo aseguro. Mira toma esta percha para que cuelgues tu falda… bueno, la panty también la pones en ella.

Me quedé perpleja ¿Colgar… la falda y la panty? Pero ella se ocupó en preparar la jeringa, así que yo, después de reaccionar alzando los hombros y murmurando “vaya requisitos” me quité la ropa indicada, la puse en el gancho y me acosté en el camastro con las piernas y las nalgas al aire.

La enfermera, muy mona, elogió la belleza de mi cuerpo, tentaleó mis nalgas, delimitó el punto y me clavó con maestría la aguja. La nalguita me tembló pero no sentí dolor alguno. Cuando me empezaba a entrar la sustancia, un súbito apagón nos dejó en total oscuridad.

¡Vaya cosa! no veo nada, dijo ella, así no puedo continuar. A ver preciosa, sostén aquí la jeringa con tu manita… así mi vida, espera, voy a buscar la linterna. Oí que abrió un cajón, dio un portazo de gaveta, tiró al suelo algo metálico y después un frasco de vidrio que por el golpe me percaté que se hizo añicos

¡Ay, ay! gritó ella ¿qué tiré, ay no, por Dios, el éter, uf, nos vamos a dormir las dos, no puede ser, ay, no ¿qué vamos a hacer?

Por fortuna en ese momento regresó la luz, pero la enfermera seguía terriblemente inquieta. Empecé a percibir el aroma del somnífero que de inmediato me relajó.

Ella levantó como pudo los vidrios, tiró unas toallas al piso y fue juntando la sustancia, pero comenzó a tambalearse, era evidente que el éter la adormecía.

Desesperada, abrió la puerta y gritó a pleno pulmón ¡un asistente de aseo, por favor, me urge!

La gente me estaba viendo pero eso a la enfermera le importó un bledo. Yo no sabía qué hacer, tenía la jeringa clavada y sentía la aguja muy larga que se me hincaba al balancear las nalgas. Me quedé muy quieta, adormilada, cerré los ojos tratando de desaparecer de la escena.

La gente afuera se quedó en completo silencio ¡cómo no iba a ser pues tenían el espectáculo! Por fin entró un joven con trapeador, escoba y cubeta en mano. La puerta se cerró a medias pues el olor era penetrante. La enfermera le ordenó: ¡no veas a la paciente! Tú a lo tuyo, levanta esa sustancia de inmediato.

Los pies del joven apuntaron hacia el norte, el sur, el oriente y el poniente, repetidas veces. Un buen grupo de tíos, afuera, me miraban sin parpadear. Las nalgas me temblaban, el momento me pareció eterno.

Por fin el mozo tomó sus cosas y se fue sin dejar de echarme la última vistilla. Y qué decir de los tíos de afuera que hasta estiraron el cuello para mirarme ¡Vaya bochorno!

Las nalgas y las piernas se me convulsionaron de puros nervios. Cuando la enfermera cerró la puerta me estuvo dando palmaditas en los muslos y en los glúteos para serenarlos, yo gemía de alteración.

Con los ojos cerrados me fui tranquilizando, hasta que una firme nalgada final me indicó que podía levantarme. No sé cómo pude vestirme.

Lo peor vino después. Cuando abrí la puerta y salí hecha una furia, murmurando y renegando, sentí la grosera mirada de los señores que ya, de plano, se habían concentrado muy cerca de la puerta. No faltó por ahí un piropo ¡vaya piernas, vaya cuerpo, mi vida!

Mi preciosa Anna, churri, no sé qué decirte, lamento el mal momento que pasaste. No dejes de contarme tu reacción.

Te amo, preciosa, y te extraño terriblemente.

A todos: que pasen un excelente fin de semana: descansen, piensen, sueñen y, sobre todo, amen.

Carlónimo -

“Te extraño mi amor, extraño tus besos, tus manos traviesas, extraño tu cuerpo, tus caricias, tus abrazos, tus besos, te extraño a ti entero y me apetece estar contigo siempre.”

Otra vez ese delicioso fraseo ¡Mi amor! estás sublimando tu redacción, yo diría que ¡estás enamorada!

Por otra parte ¡pues no! Imposible mejorar una escena tan sensual. Si acaso le daría una justa conclusión.

Mientras permanecía a una lado de la camilla, desabroché la falda, la tome al igual que mi ropa interior por la parte de la cintura y creo que los nervios me traicionaron, porque sin querer la falda se me bajó hasta el piso, yo estaba apenada y quería levantarla rápidamente, pero al agacharme le daría una vista inolvidable de mis nalgas al enfermero.

Al ver mi situación, el enfermero me dijo que me relajara y que estaba mejor sin la falda, que me recostara boca abajo sobre la camilla y que bajara mi ropa interior hasta las rodillas. Yo no le hice caso, así que me acosté y me baje la ropa interior hasta la mitad del culo.

El enfermero ya tenía la jeringa lista y venía con la jeringa en una mano y en la otra el algodón con alcohol, los dejó a un lado de la camilla, y tomo mi ropa interior y la bajó hasta las rodillas, yo pegué un brinco y me dijo que me relajara mientras me daba unas nalgaditas.

Me pidió que empinara un poco el culo, yo le dije que no era necesario, pero me respondió que así se inyectaba en ese centro de salud así que o lo empinaba o llamaría a alguien para que me lo empinara.

Así que lo empiné, pero solo un poco. Me desinfecto las dos nalgas completamente y tardó mucho tiempo en ese proceso. Luego esperó a que secara el alcohol, y cuando menos me lo esperaba me pinchó la nalga y casi se me salen las lágrimas del dolor, pero resistí mientras inyectaba el medicamento.

Mi preciosa guerita, me has hecho bufar. Puedo ver tus nalguitas tan firmes, redondas y pálidas, ofrecidas al angustioso tormento de la aguja.

Percibo el sensualísimo balanceo de los glúteos que en su dramática lucha descubren de manera intermitente los íntimos resquicios del placer y la seducción.

El pobre enfermero se agita, se tuerce, suda frío, trata de esconder el pene, cuya oscilante dureza ya remarca una creciente mancha en la tela, al frente del pantalón.

La encantadora guerita se percata del suceso y empieza a cobrar venganza de la brutal agresión de que fue objeto. El infame enfermero ya no puede. Al ver tan espléndido culito que se empina y endurece, desafiante, desquiciante, percibe las gruesas gotas de sudor que le ruedan por la frente, le invaden los ojos, le golpean los labios.

¡Ya no resiste el pene! Daría una pierna y la mitad de un brazo por meterlo en esa deliciosa cueva que la adorable chica franquea, apretando sus torneadas piernas.

Al extraer la aguja, la joven se levanta presurosa, no espera que el masaje prospere. Erguida, eleva su panty, se coloca con rapidez la falda y sale del consultorio dando un firme portazo.

El pobre hombre se queda tirado, temblando, resoplando. Con el ansia reprimida y el ánimo devastado.

Estás espléndida, mi churri, en verdad algo muy grande percibo en tu ánimo… Y lo comparto ¿Quieres ser mi esposa?

Anna -

El amor que yo siento por ti, es algo diferente, no se da porque si nada más, por eso hoy vengo a verte.... en la vida se puede vivir y llegar a morir... sin haberlo encontrado.....
hay amores que nos quitan el sueño, hay amores que nos roban la vida, hay amores que nos matan de pena, son amores que jamas se te olvidan y hay amores como el que yo te ofrezco que es tan grande que no tiene medida, este amor que nació al conocerte para toda la vida......

Mi churri, mi amor es para toda la vida.

Pues vale que yo había entendido mal. Que si, que te espero en el aeropuerto mi vida y de ahí nos vamos a donde tu quieras mi amor, que yo contigo me voy al fin del mundo.

Mi vida, pues yo no se cómo sean las cosas en México, aquí a mis padres no les importa que me quede a dormir contigo, pero que si a tu madre le importa, me quedo a dormir con mis padres, que no hay problema.

¿Así que eres vasco? ¡haberlo dicho antes! ¡Eres tan español como yo mi amor! Si hubiera sabido que tu madre es de el Pais Vasco, otra cosa hubiera sido y ¡Ole!

¡Venga! Que nos casamos en Asturias y si quieres ir de charro, pues de charro mi amor.

Cambiaré mi expresión "echar de menos" por "extrañar". Te extraño mi amor, extraño tus besos, tus manos traviesas, extraño tu cuerpo, tus caricias, tus abrazos, tus besos, te extraño a ti entero y me apetece estar contigo siempre.

El enfermero es un pasado, iré a aplicarme la siguiente inyección hoy mismo, y espero que no me toque con él. ¡Cómo quisiera que fueras tu el que me inyectara!

Carlónimo -

Pero ¡vaya demontre de enfermero! Mi vida, estoy seguro de que te tomó de buen humor, que si no…

Bueno, la escena me calentó muchísimo, es excelente, y tratándose de ti ¡jolines! La voy a redactar desde otra óptica, me encantó.

Así que eres asturiana ¡olé, preciosa, que la gracia y la furia del Cantábrico la llevas en la cadera y en la mirada, guapa!

Mi churri, tergiversaste la situación. Yo llego a Madrid solo, como ombligo, pues mi madre está ahora en Santurtzi Bizkaia (escrito al estilo vasco) y estará allá hasta fines de junio. Ella nació y tiene su casita en ese pueblo.

Así que yo quería pernoctar contigo en Madrid el 7 e irnos juntos el 8 o bien el 9, cuando tú gustes, pero quiero estar contigo, preciosa, que ya no aguanto las ganas de abrazarte con furia ¡que me tienes en ayunas!

Entonces pasaríamos a recoger a mi madre y llegamos juntos a Villaviciosa. Y si tú te quedas conmigo en la Casa España ¡pues tanto mejor! Ponemos a mi madre en otra habitación y punto, que ella no es “fijada”.

Y me caso en Asturias, vestido de charro, de majo, o de lo que tú quieras y mandes, que lo importante para mí es recibir tu mano.

Me gusta mucho el programa, ya me lo explicarás en detalle. Pero afínalo con la aclaración que ya te hice. Luego te escribo pues estoy en la oficina (el curro) donde ya tengo tu foto a mi lado. Todos me preguntan quién es esa maja. Se trata de una foto que te tomé en Madrid, cuando nos reunimos con los amigos y te levantaste salerosa para marcar algunos pasos de flamenco.

Te extraño y ya quiero estar contigo: para toda la vida.

http://www.youtube.com/watch?v=Sh4KSiZFTI0

Anna -

Saliendo del curro (trabajo) decidí pasar al centro de salud para recibir la primera inyección de las dos que me tengo que poner. Vestía un traje azul marino, de falda recta y chaqueta con una blusa beige hecha de una tela muy delgada y ajustada. la falda es muy ajustada y llega hasta arriba de la rodilla. Así que llegué a la recepción del centro de salud y solicité recibir la inyección de vitaminas, estuve en la sala de espera cerca de media hora, porque había mucha gente que iba a ser inyectada, yo trataba de distraerme pero no podía evitar ver salir a la gente de la sala de inyecciones, con cara descompuesta. Un hombre salió cojeando, así que por más que lo intentaba no lograba relajarme.

Por fin dijeron mi nombre y tuve que pasar al consultorio, dentro había un chico que era el enfermero, era de buen ver pero jamás tan guapo como mi Carlónimo. Me pidió que pasara a la camilla y me acostara boca abajo y que me desnudara el culo. Fue cuando pensé en que lo que llevaba puesto no era lo más adecuado. No sabía si subirme la falta o desabrocharla y bajarla un poco, así que elegí la segunda opción. Mientras permanecía a una lado de la camilla, desabroché la falda, tome la faltada y mi ropa interior por la parte de la cintura y creo que los nervios me traicionaron, porque sin querer la falda se me bajó hasta el piso, yo estaba apenada y quería levantarla rápidamente, pero al agacharme le daría una vista inolvidable de mis nalgas al enfermero.

Al ver mi situación, el enfermero me dijo que me relajara y que estaba mejor sin la falda que me recostara boca a bajo sobre la camilla y que bajara mi ropa interior hasta las rodillas. Yo no le hice caso, así que me acosté y me baje la ropa interior hasta la mitad del culo.

El enfermero ya tenía la jeringa lista y venía con la jeringa en una mano y en la otra el algodón con alcohol, los dejó a un lado de la camilla, y tomo mi ropa interior y la bajó hasta las rodillas, yo pegué un brinco y me dijo que me relajara mientras me daba unas nalgaditas.

Me pidió que empinara un poco el culo, yo le dije que no era necesario, pero me respondió que así se inyectaba en ese centro de salud así que o lo empinaba o llamaría a alguien para que me lo empinara. Así que lo empiné, pero solo un poco. Me desinfecto las dos nalgas completamente y tardó mucho tiempo en ese proceso. Luego esperó a que secara el alcohol, y cuando menos me lo esperaba me pinchó la nalga y casi se me salen las lágrimas del dolor, pero resistí mientras inyectaba el medicamento. Aunque creo que me dolió más el pinchazo que la entrada de la vitamina. Terminó y pasó el algodón nuevamente. Luego me dijo que podía vestirme y que me esperaba para la siguiente dosis.

Salí de ahí casi corriendo, y digo casi porque lo hubiera hecho si no es porque me dolía el culete.

Anna -

Mi amor:

Si te parece bien, os espero en el aeropuerto y os llevo a comer a algún lugar majo, luego vosotros viajan a Santurce y nos vemos el 9 en Villaviciosa, Asturias. Y el viernes 10 nos reunimos con mis padres. En el pueblo pueden hospedarse en Casa España, es un hotel sencillo pero es guapo y muy majo, ahí no hay hoteles lujosos.

Si hay conflicto con tu madre por pasar la noche juntos, yo me quedo con mis padres ¿vale?

Luego de charlar con mis padres os acompaño a Santurce y luego quiero llevarte a la Basilica de Santa María la Real de Covadonga y al Castillo de San Cucao, estuve pensando que son lugares muy guapos para casarnos y que me gustaría casarme en Asturias ya que aunque he vivido casi siempre en Madrid, yo nací en Austurias.

La Basilica está cerca del Castillo de San Cucao, así que podemos transportar a nuestros invitados en bus y nosotros podemos pasar nuestra noche de bodas en el mismo Castillo. Pero bueno, no nos adelantemos hasta que tu veas la Basílica y el Castillo, ¿vale?

También pensé que en agosto el clima es muy agradable, así que podemos hacer la boda a medio día y luego hacer por la tarde y el baile en la noche, por lo que tendrías que usar chaquet para el día y frac para la noche, mi amor, ¿qué te parece?

Sobre los trámites para la boda civil voy a contratar a una firma de abogados para que nos asesoren y nos lleven los trámites, así que por eso no te preocupes.

Me ha prestado mucho la distancia entre los dos, te echo de menos y echo de menos tu cuerpo junto al mío. Añoro despertar junto a ti y ya deseo que llegues a España mi churri.

Carlónimo -

Amor mío

Acabo de reservar el vuelo a Madrid para el lunes 6 de junio. Llegaré a mediodía del 7. El 8 nos iríamos temprano en bus a Santurtzi, Vizcaya (son 5 horas de camino). Nos reunimos con mi madre y el jueves 9 alquilamos un coche para ir a Asturias (no creo que el viaje nos lleve más de dos horas) ¿Te parece bien reunirnos con tus padres en la tarde noche del mismo 9, o bien el viernes 10?

Ahí, pues se nos presentaría un pequeño conflicto. Tú pasarías la(s) noche(s) con tus padres y yo en un hotel con mi madre, creo que sería lo más prudente. Ayúdame por favor a organizar esa parte.

Ya luego dejamos a mi madre otra vez en Santurtzi donde quiere estar unos días más y nos volvemos los dos a Madrid donde tal vez podríamos permanecer juntos un par de días, de manera que yo regrese a México el martes 14. Por favor dime, mi vida, si te parece bien el plan.

De la boda, considerando todo lo que me has dicho, te propongo que nos casemos en Madrid el sábado 27 de agosto, donde tú decidas.

De manera que se nos acortó el tiempo, lo cual me hace el hombre más feliz del mundo pues en poco más de tres meses ¡serás mi esposa, para toda la vida!

Del vestuario ¡como tu digas mi churri! Que sea frac.

En cuanto a las bebidas, estoy familiarizado y me encanta la sidra seca de País Vasco ¿La de Asturias cómo es? Me encantará probar contigo esa delicia, pero me la das primero a degustar como el oporto de nuestro primer encuentro en Madrid ¿lo harás?

Te extraño demasiado, pero me consuelo pensando que pronto estaremos juntos para siempre.

Te dejo un ardiente beso en la nalguita pinchada. Cómo envidio al enfermero que te vio y te tocó el culito, mi vida. A mí no me duele nada, estoy tan feliz que ni la inyección de Eulogia me dejó secuela alguna, aunque tengo un moretón impresionante en la nalga.

PD Debemos investigar los trámites formales tanto civil como eclesiástico, pensando que yo soy “guiri”

Anna -

Carmen: la liga que has dejado es muy bonita, me ha gustado mucho. No estoy segura de querer casarnos en octubre, a menos que lo hiciéramos en México, porque aquí el clima ya no es tan guapo en esas fechas.

Hilda: me parece muy bien que hagamos la despedida en el mes de julio, te lo agradezco mucho. Estoy muy ilusionada con la idea.

Vero: Ya he ido a aplicarme la primera inyección, ya os contaré en estos días. Muchas gracias por preocuparte por mi. Y me alegra que vayas a asistir a la despedida.

Iveth: me alegra que nos hayas escrito, por mi parte estaré encantada de que nos acompañes a la despedida y creo que los demás también estarán de acuerdo conmigo.

Cuñado: No tienes de qué preocuparte, sabes muy bien que Carlónimo y yo hemos vivido muchas experiencias por separado y juntos, además tenemos muy buena comunicación y confianza entre los dos. Amor nos sobra, así que estoy segura de que seremos felices. Así que no necesario que hagamos tu propuesta porque sólo va a servir para que los caballeros y las chicas disfruten por separado y de lo que se trata es de que todos lo pasemos bien y lo disfrutemos.

Gracias Maribel por explicar la palabra "churri".

Mi amor:

Te echo mucho de menos, todo el tiempo pienso en ti y me parece que fue hace mucho tiempo cuando nos despedimos en el aeropuerto de México.

Ya he hablado con mis padres y están encantados con la noticia, dicen que os esperan en la segunda semana de junio.
Gracias por permitirme escoger el vestido que más me guste, estoy muy ilusionada.

Mi churri, si queremos casarnos en octubre lo mejor será casarnos en México porque aquí el clima se torna frío para ese mes, quizá si lo hiciéramos en los primeros días de septiembre aquí el clima suele estar mejor. Pero quizá contemos con más tiempo si lo hacemos en octubre o noviembre en alguna ciudad colonial o en la playa.

Sobre tu vestimenta, creo que primero debemos decidir si queremos que sea de día o de noche, a mi me gustaría que fuese de noche porque es más elegante y en ese caso te verías mejor con un frac, es muy elegante, y ya me puedo imaginar lo guapo que te verás. ¿Tu cómo ves mi amor?

Me alegra que te haya gustado la botella de txacoli, cuando vengas te voy a dar una botella de sidra de Asturias para que puedas romperla y degustar su sabor, se que te encantará. Y quizá convendría que probaras el orujo. Al decir "romberpla" me refiero a romper la sidra con el aire, se pone en el borde del vaso y se rompe con el aire, ya te lo explicaré cuando te vea, ¿vale?

Ya he ido a aplicarme la primera inyección, fui al centro de salud y me ha tocado con un enfermero. Ya te contaré con detalle.

Te mando muchos besos mi churri, te amo.

Carlónimo -

Querido Antónimo, hermano, yo creo que tu razonamiento es correcto y muy bien intencionado. Además acepto que, como dice Vero, las despedidas de soltero suelen ser muy picantes.

Pero, ten por seguro que mi preciosa Anna y yo sabremos manejar nuestro matrimonio y defenderlo de la rutina y el desgaste. Por algo regresamos uno al otro y formalizamos nuestra relación.

La reunión de despedida tendrá lo suyo en cuanto a erotismo y mi guerita y yo lo viviremos felices sabiendo que compartimos con nuestros amigos algo de nuestra intimidad como lo hemos hecho hasta el momento. Pero si ella ya se pronunció acerca del punto que nos ocupa, me gustaría que no la presionaras.

Con todo el cariño de hermano. La vamos a pasar excelente, estoy seguro.

Maribel -

“Churri” es un vocablo cariñoso que utilizamos en España, para dirigirnos a nuestra pareja (novio, novia) la persona más íntima. Sólo para ella ¡Felicitaciones a todos!

Iveth -

Soy nueva en el blog pero si me invitan si voy a la despedida. Me gusta mucho la historia que están llevando entre todos. El tema de las inyecciones me encanta y soy muy caliente para ese fetiche.

Antónimo -

Hola chavas y chavos
(espero que no haga muina Carmen porque la incluyo con las chavas)

Merecen veneración, veneración los tórtolos…

Pero es que mira, Vero, yo solo quiero que se relajen para que no la rieguen, porque, a propósito, mira lo que escribe hoy la Yasmín Alessandrini.

Partiendo del título “¿Ya no lo soportas por inseguro, posesivo y celoso?” se refiere a unos chavos que se casaron sin haber convivido con otras parejas y haberse “destrampado” un poquito. O sea que no rompieron la cáscara a tiempo y, ya casados, pues menos, así que se quedaron atrapados en ella, bien “seriesotes” peleándose.

Ella dice: “¡Necesito oxígeno! Él nunca me ha dejado trabajar sólo tomar cursos de cosas que, según él, son las que hacen las esposas ejemplares, pero yo me siento vacía, que no sirvo para nada. Por eso me quiero divorciar ¡quiero volar!”

Él dice: “Pero yo te doy todo lo que necesitas, hijos, viajes, ropa de marca, te cambio el auto cada año, te entrego completito el cheque de mi sueldo (tú manejas los gastos), tienes servidumbre, nana para cada hijo, desayunas a diario con tus amigas”

Ella responde: ¡Pero no me siento libre! Te la pasas checándome a toda hora, me celas cañón (…) Y sobre todo “no recuerdo cuándo fue la última vez que me dijiste que estoy linda, ya no te importo… A mí no me importan las cosas materiales, yo lo que quiero es tener a alguien que me ame a diario”

Y la “réferi”, o sea la propia Yazmín, les hace ver:

Queta (así se llama la chava) ¿crees realmente desear estudiar, graduarte y luchar por tu cuenta?

Carlos (el chavo) ¿crees poder cambiar de la noche a la mañana la forma de ver y de tratar a tu esposa?

Y concluye que no, que los dos están hartos pero no de lo que alega cada uno, sino de vivir dentro de la cáscara que ellos mismos se dejaron puesta.

Y recomienda que convivan con la gente y se atrevan a vivir diversas experiencias A TIEMPO, para que no se casen acartonados y encerrados en su asfixiante cáscara.

De eso quiero prevenir a los tórtolos ahora que están a punto de fundirse en uno solo. Y es porque quiero que lo que emprenden dure y que no vayan a tronar a las primeras de cambio.

Así que, cuñadita, no te cohíbas, total, pues que los chavos que podamos verte no nos vamos a escandalizar. Cuando mucho diremos: Ah jijo, está re bue…

Mejor le paro, querida Vero, no sea que me enseñen la tarjeta roja y ni a la fiesta de despedida me inviten.

Verónica -

Carlónimo: Gracias nuevamente por tus buenos deseos hacia mi persona. Me haces sentir una persona extraordinaria, ahora se, que realmente entre nosotros hay una gran chispa de amistad, y ojalá que dure por siempre… lástima que no pude conocer a Simón. Mil gracias por completar el relato de Rodriguito de esa manera, ¡me hiciste vibrar!, es una persona sin inhibiciones, y demasiado segura de sí misma, por eso simplemente sucedió de aquella manera, y claro que me tomó por sorpresa, porque fue la primera vez que alguien entró a mi “cabina trasera”, sin embargo, no puedo negar que fue algo agradable, y muy placentero. Ya van dos chicas que comentan el gusto que les dio el piquetito del temeroso chico, a ver si nos dedicas algún relato al respecto, seguramente, todas lo disfrutaremos mucho.

Tus relatos como siempre, impecables, deliciosos. Me fascinó sobremanera la descripción de las cosas que más admiras de tu bella mujer, después de todo, todos tenemos también muchos defectos, y tu sabes cómo convertirlos todos en virtudes, y hacer de la afortunada, una diosa, sabiendo que no la amarías si fuera diferente, ni siquiera en un mínimo aspecto…

La visita a Eulogia, fue realmente mágica, vaya que sabe cocinar delicioso… Supongo que quedaron empachados después de compartir la mesa. Y para completar tantos manjares, su vestido resaltaba sus bellas formas de manera tan sutil…. Sin embargo, prácticamente el encanto se desvaneció al menos para el desafortunado invitado jajaja… no pude dejar de reír ante las severas instrucciones de la bella dama, que afortunadamente, no pudo aprovecharse del momento tan descaradamente. Un aplauso para Anna, por poner el orden, y sostener con tanto amor, a su prometido.

Anna: Tu sabes cuan necesario es aplicarse los refuerzos para no recaer, ten valor, y cuéntanos la experiencia. Reviviendo las buenas memorias con tu hombre, puedes pasar tranquilamente el trago amargo, además de los sentimientos de tristeza por extrañarlo tanto. Sabes que ahí está, esperando por ti, y delirando por tu exquisita belleza. ¡Felicidades!

Hilda: Vaya buena idea que te has aventado, me gustaría mucho ser partícipe de esa ceremonia, pinta muy bien la planeación. Pero por favor avísenme con tiempo, porque vivo lejos, y tengo mucho trabajo. Gracias por leer mis relatos, y comentar de forma tan sincera y desenfrenada, es que, a la hora de la verdad, uno se deja llevar por el momento, ¿no crees?

Antónimo: Jajaja, a ti no se te quita el descaro, por eso me fascinan tus ocurrencias, y es que, sin ofender a nadie, aquí y en china, las despedidas de solteros datan de algo prohibido, por eso se contratan strippers y todo eso, ya que se conmemora la última noche de soltero, su nombre lo indica. En otra circunstancia te apoyaría, pero al ser tan queridos y dignos de respeto los casados, creo que merecen veneración con una ceremonia tranquila tal como ya la plasmaron anteriormente.

Pd: ¿Alguien me puede ilustrar acerca del significado de “churri”?, pude adaptar a mi léxico las expresiones fascinantes (ej. Jolines) que ustedes manejan mejor que nadie, y pues, con la pena, me quedé con la duda esta vez.

Muchos abrazos a todos!

Hilda -

Antónimo, perdona que no te haya mencionado pero es que sólo puse ejemplos pero nunca pensé hacerte a un lado. De todas maneras Anna ya te invitó y estás confirmado ¿Vendrás con tu novia? ¿la canadiense que no nos has presentado, o Andrea, la argentina? Contigo nunca se sabe. Por eso hay quienes te consideran “descocado” pero a mí me caes muy bien y me pareces un chico muy inteligente, realista y simpático. Es evidente que te gusta hacer bulla, pero no eres mal intencionado y creo que tu presencia animará mucho la fiesta.

Anna, por lo que adelantó Carlónimo que se casarán en octubre ¿estás de acuerdo que fijemos la despedida para el mes de julio? Así no se empalmará con otros compromisos que tengan ya en fecha más cercana a la boda. Tu me dices.

Carlónimo -

Hilda, muy buena idea, creo que la guerita ya aceptó, la veo encantada. Cuenta con nosotros y avísame por favor en qué forma colaboramos.

Mi preciosa Anna

Estoy feliz de verte tan ilusionada. Yo no he dejado de pensar en nuestra boda, pero quiero que sea como tú la has soñado. Yo me caso contigo donde tú quieras.

En cuanto a la fecha, por dos razones quisiera que fuera en los últimos tres meses del año: Para no estar apresurados y para conmemorar que en esa época vivimos nuestro primer cielo, dos años antes.

Respecto a la visita a tus padres pues yo quisiera que fuera pronto, propongo la primera o segunda semana de junio, pero que lo decidan ellos. Prefiero que estén enterados desde ahora para que tengan tiempo de prepararse y que nos den su bendición lo antes posible.

Yo ya hablé con mi madre y se puso muy contenta. Te manda muchos besos y su respuesta de que acepta gustosa acompañarnos.

Fija las fechas, lugares y pormenores con toda libertad, mi vida, que yo te apoyaré en todo. El vestido, por favor escógelo libremente, el que te parezca más bonito. Yo he pensado llevar un smoking normal de color negro, pero si has pensado en otra cosa, por favor dímelo.

No dejes de inyectarte, preciosa, y me cuentas (a mí me gustaría relatar a nuestros amigos la segunda que te apliquen, me estimula mucho hacerlo).

¡Aaahh! Muchas gracias por la botella de txacoli que me trajiste de España y que olvidaste entregarme antes. Cuando la encontré en el desayunador con la nota: “Tu encargo, mi vida, disfrútalo y no dejes de pensar en mí” salté de gusto. Cada noche me he sentado a disfrutar una copita mientras evoco los momentos que pasamos juntos.

Te amo, guerita.

Carmen -

Hilda, yo confirmo mi asistencia.

Anna, creo que octubre es muy bonito mes para casarte porque la luna es muy bella en esos días.

http://www.youtube.com/watch?v=_ry04235jmU

Repruebo la propuesta de Antónimo, es un chico simpático pero muy descocado. Si se trata de la prometida de su hermano ¿cómo puede proponer semejante cosa?!!

Anna -

¡No, Antonimo! Las chicas me visten a mi y los tíos a Carlónimo. Y a mi me encantaría que estuvieses en la despedida, no creo que Hilda tenga inconveniente.

Hilda: ¡Muchas gracias! Estoy muy ilusionada con la idea de la despedida. Carlónimo y yo todavía no hablamos sobre la fecha de la boda, y no me gustaría decidirlo yo sola, quiero hablarlo con él y que juntos pongamos la fecha.

Mi amor:

¿Para cuando podréis venir a charlar con mis padres? No me decido si la boda es en España o en México, siempre soñé con casarme en España, pero quizá sería lindo hacerla en México. Voy a pensarlo bien, ¿a ti donde te gustaría mi churri?

No lo pude resistir y he ido a ver algunas tiendas de vestidos de novia, son muy bonitos. Aun no me he probado ninguno, pero me ilusiona mucho verlos y saber que pronto usaré el vestido que siempre soñé. Te echo mucho de menos. ¿Cómo te has sentido después de la inyección que te ha puesto Eulogia? ¿Te hizo bien la inyección que te he puesto de árnica? Me gustaría estar ahí para ponerte paños calientes en tus nalgas. Trata de ponértelos tu mi amor, para que te sientas mejor muy pronto. Te amo.

Antónimo -

¿Yo no estoy invitado a la despedida?

Muy buena idea y espero que sí me inviten. Pero sería mejor que los hombres vistiéramos al novio, o sea a la guerita ¡como que lo veo más emocionante! Y les dejamos a Carlónimo a las chavas para que se den gusto con él.

Aliviánense!!!

Hilda -

Querida Anna

Todos estamos disfrutando el acontecimiento. Para mí es una fiesta que dos miembros del blog (los más antiguos en este momento ya que no está Simón) se enamoren entre sí y fijen un compromiso matrimonial La preparación de la boda tiene que hacerse con todo cuidado. Dinos Anna para cuando has pensado que sea la ceremonia, porque yo quiero organizarte con tiempo una despedida de soltera que puede ser en mi casa.

Invito a todas las chicas y chicos del blog: Vero, Ángela, Paty, Carmen, Gil, y todas las asiduas lectoras. Claro que estarían Rodriguín, Julián y las parejas que las otras chicas lleven. Por favor díganme quienes participarían. Puede ser un fin de semana en mi casa, yo vivo en Cuernavaca, México. Pero ya fija la fecha Anna, al menos provisional para saber con cuanto tiempo cointamos.

Como siempre en estos casos (al menos en México) las mujeres nos reunimos dentro de la casa, hacemos juegos y vestimos al “novio” que en este caso es Anna. Mientras los hombres están afuera en el jardín platicando y terminan vistiendo a la “novia” que será Carlónimo. Con atuendos muy sensuales desde luego.

Finalmente los juntamos y hacemos algunos juegos finales con la pareja.

¿Cómo ven, me apoyan?

Querida Vero

María, María, no quería!! Luego de negarte a tener un fin de semana con Rodri, lo dejas que se sirva con la cuchara grande. Muy erótico tu relato y el close up que le hizo Carlónimo. A mi también igual que a Anna, me gustó mucho la inyección que le pusiste al chaval en su nalguita. Que no sea la última.

Anna -

Os agradezco mucho a todos por vuestras felicitaciones y por vuestros deseos por nuestro compromiso. Me alegra mucho que lo esteis disfrutando junto con nosotros.

Amor mío:

¡Qué pena que no puedas inyectarme tu! Con nadie me siento más tranquila como me siento contigo mi amor. ¿Así que me tienen que poner un par de inyecciones? ¡Jolines! Bueno... tendré que ir al centro de salud, pero nunca será lo mismo que ponerme en tus piernas mi amor, que me desinfectes el cachete y que me inyectes con el cuidado y delicadeza con que me tratas y que me acaricies mis nalguitas. ¡Qué pena mi churri!

Te echo mucho de menos mi amor, el tiempo que he pasado contigo ha sido inolvidable, cada día, cada momento, cada lugar y el "broche de oro" nuestro compromiso, todo hizo que fueran unos días de ensueño. ¡Muchas gracias mi churri!

Carlónimo -

“…aunque no soy demasiado cercana a ustedes”

Querida Vero ¿cómo se mide la cercanía? En poco tiempo nos has dado tanto de ti que ya eres muy importante para nosotros. Tu amena conversación, las atenciones, las caricias mentales, son una constante en el fino trato que nos dispensas. Y de las confidencias que nos haces… ¿qué podemos decir? No creo qu todo eso se lo cuentes a cualquiera.

Me impresionó el desplante de tu Rodriguín, quien se perfila como “l’enfant terrible”

“Empezó penetrándome mi orificio rectal con una pasión tan elevada, mientras tocaba mis senos en movimientos circulares, verticales, horizontales”

Vaya empuje del chavito quien se regaló “su primera vez” disfrutando la entrada de privilegio. Querida Vero… nunca pensé que el “mocosín” estuviera tan aventajado en tu ánimo.

¿Sabes el revuelo mental que me causó pedirle a mi preciosa Anna que me permitiera cruzar ese delicioso portal? Fue hasta el último día de nuestro primer encuentro en Madrid que me decidí.

Rodri, en cambio, a la primera y sin pedir permiso ¡Zas! te embutió el salchichón por la colita. No nos has dicho cómo recibiste tan sorpresiva iniciativa ¿te incomodó su pretensión? Bueno… por lo que veo no pensaste más que en disfrutar.

Y ya que no detallas los hechos, pues yo les cuento a nuestros amigos que te empinó con las nalguitas muy bien erguidas en pose extrema, separó tus mullidos cachetes con los dedos de su mano izquierda, mientras con la derecha tenía asido su tolete y te untaba el glande en la raja para lubricar la entrada con su propio calostro seminal. Luego empujó con fuerza haciéndote pegar un respingo y un grito.

La presencia del glande en tu estrecho reducto te causaba alguna molestia pero fue mayor el placer y por supuesto el morbo de sentirte sometida y penetrada en tan singular forma. Tus sensuales gemidos acrecentaron el empuje de tu chico haciéndolo avanzar en sus pretensiones. Con un par de recios embates llegó a la penetración plena.

Cerrando los ojos gritabas delirante de placer y le pedías que te tallara, pero su inexperiencia no le permitía controlar la eyaculación. Estando a punto de estallar cortó por lo sano y te extrajo el pene para alojarlo de inmediato en tu vulva que lo acogió arropándolo y sujetándolo tan estrechamente que lo hacía estremecer y henchirse de pasión.

Y ¡bueno! pues Rodriguito mostró que ya ha corrido mundo y te aplicó algunos paliativos que le dieron el dominio total de la situación: el estímulo en las corvas y los “Ice Kiss” te hicieron pasar del “perrito” a otras ardientes formas de penetración, hasta terminar montada en el recio potrillo con su acerado miembro sumido en tu vagina, la cual respondió con una ringlera de orgasmos que celebraste a gritos, carcajadas y apretujones en los brazos y en las piernas de tu joven amado.

La escena final, cuando permaneciste penetrada y acostada encima de él, en pose de rana, fue muy erótica. Las manos de Rodriguín se deslizaban suavemente por la superficie de tus redondas nalgas y de tus piernas que temblaban por la extraordinaria presión acumulada. Fue cuando te dijo, suspirando, que nunca había tenido en sus brazos a una mujer tan extraordinaria como tú. Que sencillamente te amaba.

Mi preciosa guerita

No sabes cómo te extraño. El fin de semana lo pasé deambulando por la ciudad. La tarde del sábado me encerré en la cafetería de Polanco, donde acostumbrábamos hacer una escala antes de recluirnos en nuestro piso. Te sentí a mi lado, pero mis ojos no pudieron verte, mis manos no gozaron de tus excelsas formas y mis labios extrañaron el ardor de tus besos.

Quiero decirte que anoche me llamó Sonia y me dijo que los resultados de las pruebas clínicas que te hizo son muy satisfactorios. Sólo te recomienda aplicarte dos inyecciones adicionales de complejo “B” (con un día por medio) para evitar cualquier retroceso ¡Cómo siento no estar a tu lado para aplicártelas! Pero no dejes de hacerlo. Me cuentas, espero noticias tuyas, mi vida.

Iveth -

Los felicito Anna y Carlonimo, es un paso trascendental en su vida y en el blog. Gracias por contarnos esta historia tan tierna y erotica.

Paty -

Eres muy tierno Carlónimo y muy cariñoso con tu chica. El link que le pusiste parece como si lo hubieras hecho tu mismo para ella, me impresionó. Anna ¡que suerte llevarte a ese hombre tan lindo!

Carlónimo -

Y sí que me apoyaste, preciosa.

Cuando pegaste tu anterior relato ya estaba el mío con los pormenores de la visita a casa de Eulogia. Al regresar de ver a nuestra amiga y después que me aplicaste la inyección de árnica, me fui a la terraza para escribir y tú te quedaste en la recámara haciendo lo propio, así que pegamos nuestros respectivos comentarios casi al mismo tiempo, sin darnos cuenta.

Poco después te alcancé en la alcoba y al verte acostada boca abajo con las piernas y una parte de las nalguitas a la vista, se me subió de golpe la adrenalina y sin poderlo evitar te desnudé completa para recorrer tu delicioso cuerpo.

Y así dio comienzo una noche voluptuosa que no podría definir con exactitud. Tu cuerpo temblaba en mis manos, al influjo de mis besos, de mi pene que se sumergía una y otra vez en tu vagina. La fragancia, el suave roce de tu cabello, el erotismo de tus formas, me estremecían.

Pensaba en el placer inmenso que tu cuerpo me ha prodigado. Pero también en el cúmulo de detalles que te caracterizan, sin los cuales ya no serías la mujer de mis sueños: tu sonrisa, gracia, salero, sensualidad, alegría… No se, no se qué más…

Trataba de encontrar la característica primaria que desencadena mi frenética pasión. La sentí desde el momento que leí tu sencillo mensaje inicial: “Escribes maravilloso Anonimo, desde hace tiempo te leo pero no te habia escrito nada. La verdad es que me gustan mucho tus relatos y te agradezco que nos deleites con ellos” Si lo analizo, contiene las mismas ideas que muchas personas me regalaron antes. Pero viniendo de ti sonó distinto, aún sin conocerte.

Me reconocí incapaz de desentrañar tu secreto a pesar de haberlo buscado en cada centímetro de tu piel, en tus labios, en tu cabello, en tus cariñosos mimos. Así se me fue la noche y el amanecer anunció tu inevitable partida. Fue cuando te abracé y te dije: Anna, mi preciosa Anna, te voy a echar mucho de menos.

Tus cariñosas palabras me confortaron: “Mi churri, ten por seguro que te amo y que quiero pasar mi vida junto a ti. Mi mano se la podréis pedir a mis padres. Estaré encantada de vivir en este bello país del cual también estoy enamorada”

Juntamos nuestros labios, los restregamos con insólita pasión y sentí la cálida presión de tu vulva envolviendo mi erecto pene, con lo cual me llevaste de nuevo al cielo. Gritamos al unísono que nos amábamos y que estábamos felices de haber concertado nuestro matrimonio.

Y así terminó tu visita a México. En el aeropuerto sólo tuve tiempo de decirte una vez más que te amo y que esperaré impaciente tu regreso. Saqué de mi bolsillo un pequeño estuche y de él extraje el anillo de compromiso, que inserté en el dedo anular de tu mano derecha. El fino diamante engarzado a la argolla de oro blanco, nos regaló sus alegres destellos.

http://www.youtube.com/watch?v=W2DzY9zAFtg

“lo que hay entre los dos nadie puede desahacer”

Anna -

Carlónimo y yo os agradecemos vuestros buenos deseos y vuestras felicitaciones. Juntos, estamos viviendo la experiencia más inolvidable que ya iremos contándoles.

Gil, Vero, Hilda y Carmen, gracias por cada una de vuestras palabras, si vosotros estáis contentos con esta noticia, imaginaros cómo estaremos Carlónimo y yo, nunca lo había visto tan feliz y yo me siento muy ilusionada, quiero iniciar una nueva vida junto a mi amado y estoy disfrutando cada momento.

Vero: Me alegra que ya te encuentres mejor y tu relato es muy bueno, lo he disfrutado mucho, sobretodo la parte en que inyectas a tu chico, pobrecillo tan majo él, y no le ha quedado otra opción que dejarse inyectar, más a la fuerza que por la buena, y ahora está enojado el chaval.

Amor mío:

No pensé que los nervios te atacaran por saber mi respuesta, mi amor, ten por seguro que te amo y que quiero pasar mi vida junto a ti.

Mi mano se la podréis pedir a mis padres, tendremos que ir al pueblo donde viven en Asturias. Estaré encantada de vivir en este bello país del cual también estoy enamorada, pero tendré que renunciar a mi trabajo en Madrid, tendré que pensar en otra opción, quizá algún trabajo que me permita viajar a España contigo de vez en cuando, mi amor.

Te amo mi churri, está pendiente la visita con Eulogia pero yo estoy contigo para apoyarte.

Carlónimo -

Querida Vero, se cumplió nuestro deseo de verte ya de regreso. Por favor cuídate mucho, tus palabras son siempre bellas y profundas. El relato de tu experiencia con Rodriguín ¡sensualísimo! Pero no me quedo ahí, lo voy a comentar en detalle y platicaré contigo muchas cosas en los próximos días. Te mando un beso con mucho cariño.

Querida Carmen, se agradecen tus honrosas palabras. No podía ser de otra manera, la guerita me despierta las más cálidas pasiones, pero la amo en muchas formas y pronto será mi esposa.

Hilda, la descripción que hiciste en unas cuantas líneas del amor de Carlónimo y Anna me impresionó. Y sí, tienes razón, le propondré a la guerita que integremos la novela que, al menos, quedará para que la conozcan nuestros nietos. Me fui algo lejos…

Gil, no te pongas celoso. Con la guerita puedes bailar todas las polcas que ella quiera ¡Por supuesto que está linda!

Y pues llegó el momento de cumplir la palabra empeñada, así que nos presentamos puntuales en la casa de Eulogia, en el corazón del Barrio de Tacuba.

Y ¡vaya recibimiento! De inmediato circularon los tequilas, el chicharrón, nopalitos, chiles en conserva, sopecitos, moronga, charales y hasta machitos. Luego nos sirvió su tan reputado mole de olla y de postre capirotada.

La preciosa anfitriona portaba un vestido cortito estampado en colores guinda y negro que se le untaba al cuerpo dejando apreciar sus sensuales formas ¡bellísima la chava! Y lucía, como otras veces, arracadas de plata y la consabida trenza francesa que tanto la agracia.

La felicitamos por su aspecto jovial y por el buen gusto con que tiene decorada su casa, pero eso no bastó para apartarla de su objetivo. Así que, interrumpiendo bruscamente nuestra conversación, exclamó: ¡Ya párenle “chavales”! y llevándonos a la recámara me ordenó: Te me encueras del culín y te acuestas para que te lo pique.

Yo nada más veía su espantosa jeringa, la tinita plateada, las terroríficas agujas de diferentes metales, grosores y tamaños. Con perdón de ustedes, se me fruncía lastimeramente el culo.

Me sujeté de las manitas de mi amada quien me daba suaves palmaditas en la espalda, luego me llevó hasta el borde de la cama, me soltó el cinturón, quitó el broche y me indujo a acostarme para después deslizarme la ropa hasta las piernas, quedando mis nalgas ofrecidas en pompa ¡Válgame!

Mi agitada respiración se oía hasta la calle. Eulogia me regaló su clásica risotada y diciendo: ¿no que no? ¡así quería verte y tenerte, mi guapo! Y ante la mirada nerviosa de mi preciosa Anna que no sabía qué decirme para confortarme, sentí los toscos dedos que se me clavaban en las dos nalgas y me palpaban con desvergüenza haciendo de la aplicación un descarado cachondeo.

Tan exagerado era el manoseo que mi preciosa guerita sacó a relucir el carácter y le gritó:

¡Ya basta Eulogia! que no vinimos a que lo cachondearas. Que yo solo digo que mi Carlónimo no está para que se lo faje nadie, y nadie me lo pone nalgas arriba para cachondearlo ¿vale? Entiendo perfectamente tu juego y lo que digo no tiene nada que ver con eso, yo sólo digo que yo no estoy aquí pintada y que mi amado no está a disposición de la primera fresca que venga a hacerle la pelota.

Ante tal demostración de carácter, Eulogia se turbó procediendo de una manera sosegada a la aplicación de la ampolleta. Pero más me hubiera valido que me siguiera cachondeando porque al sentir el espantoso pinchazo se me bajó en automático la trusa hasta los tobillos ¡Madre Santa! Sentí que me desmayaba.

Mientras me aplicaba la sustancia, me arrepentí letra por letra de todo lo que había escrito acerca de las inyecciones a Vero, Hilda, Ángela y Anna. Les ofrecí sentidas disculpas y las admiré por su estoica resistencia.

Cuando por fin me extrajo la aguja, mi preciosa Anna me subió los chones como pudo, me acomodó la ropa, me ayudó a levantar y me llevó cojeando hasta la puerta, desde la cual oímos las estruendosas carcajadas de Eulogia.

La guerita manejó de regreso a casa.

¡Qué pena! pero así fue la experiencia con Eulogia.

Mi preciosa Anna ¡Amor mío! llegó a su fin nuestro inolvidable encuentro en México, estoy feliz de haber estado con la mujer que amo y concertado nuestro matrimonio. Mañana relataré nuestra última noche juntos y la despedida en el aeropuerto.

¡Te amo con locura, vida mía!

Verónica -

¿Me extrañaban?... Ahora van a querer que me calle...

¡Hola gente bonita y hermosa! Los extrañé tanto, que hasta en mis sueños se aparecían todos ustedes…
Hoy escribo con bríos renovados, lo que sucedió hasta ahorita solo fue deshidratación, y falta de algunas vitaminas (principios de anemia), ya estoy en tratamiento, y sigo al pendiente haciéndome estudios, y checando minuciosamente que todo esté en orden. Muchas gracias por la buena vibra a todos los que me dedicaron un ratito de su tiempo, al menos en pensamiento, lo aprecio enormemente.
Veo que han sucedido muchas cosas… Me permito comentar lo más sobresaliente para no aburrirlos.
Después de que me aplicaron la inyección, Rodriguito se abalanzó como fiera sobre mis nalgas, y comenzó a sobarlas y besarlas con tal desesperación, que pareció haber perdido los estribos. Literalmente las absorbió, mordió, disfrutó a su antojo. Yo no opuse ninguna resistencia, de hecho, mis entrañas ya estaban ardiendo desde hace ya varios minutos. Ni corto ni perezoso, el chico me arrancó el vestido, y la ropa interior, invitándome a hacer lo mismo con él, y claro, aproveché la oportunidad de ir descubriendo su cuerpo moreno y tan bien formado, que por un momento, olvidé que solo era un niño. Brazos fuertes y bien formados, y abdomen marcado, sus piernas ya eran el colmo de la perfección. Nuestros besos nos fundían en un solo ser. Empezó penetrándome mi orificio rectal con una pasión tan elevada, mientras tocaba mis senos en movimientos circulares, verticales, horizontales. Posteriormente, me penetró la vagina, yo gritaba de placer, debido a los orgasmos múltiples que este hombre me causaba, Rodriguito trataba de abrir más mi piel a fin de hacerme sentir lo que jamás había experimentado, tocaba otras partes erógenas, como detrás de las rodillas, que aumentaba aun mas mi deseo por él. Después, tomó un pequeño vaso con hielos, y mordiendo uno, paso sus labios por todo mi cuerpo, eso me encendió más. Siguió cambiando las posiciones hábilmente, hasta que me dejó con la respiración entrecortada, exhausta, feliz. Terminamos abrazados, y cuando se regularizó nuestra respiración, hablamos de muchas cosas, cual si fuéramos viejos amigos, fue bastante emotivo. Nos quedamos dormidos un rato, y al despertar, luego de darse un baño, y vestirse nuevamente, quiso reanudar la acción sin percatarse de mi cansancio latente. Entonces, decidí tomarle la palabra, no sin antes, pedirle de favor cumplir con una travesurilla que hace tiempo estaba pensando. El accedió gustoso. Lo tenía boca abajo con un short de elástico, el cual le fui bajando suavemente con las yemas de los dedos, al mismo tiempo que le acariciaba apenas perceptiblemente para su piel, eso le causó buen estímulo. Entonces, saqué una jeringa de uno de los cajones, y la preparé con una de las ampolletas de vitamina b que tenía. Rodrigo volteó extrañado, y exclamó: “Vero, no puedes volverte a inyectar, además yo no sé hacerlo”. El corazón le dio un vuelco cuando le dije que era para él, y le mencioné la carga de energía que eso le daría. Pero se puso demasiado nervioso. “No, no, ¿Cómo crees?, no me inyectan desde que era un niño, no lo necesito, vámonos a cenar”. Y de ese modo, se acrecentaban sus pretextos, así como su temor. Me reí quedamente ante el temor manifiesto del chico, pero me mantuve firme en mi decisión, hasta que al fin, lo convencí, pero solo le aplicaría media dosis (o al menos eso pensaba él). Así que desinfecté el glúteo derecho, y antes de que pudiera reaccionar, clave la aguja en el lugar apropiado. Su tez se volvió completamente roja, y en su cara se notaba una gran preocupación, traté de tranquilizarlo con palabras dulces, suaves amables, y cuando se serenó, comencé a introducir lentamente el líquido. Rodrigo casi llora, pataleó como un niño, gritó como una niña, y se movía peligrosamente, por eso tuve que darle unas buenas nalgadas en el otro glúteo, ya que la jeringa estuvo a punto de romperse. “No exageres, ya vamos a terminar” dije, al tiempo que introducía ya lo último que quedaba. Saqué la jeringa, y le di un extenso masaje. No fue tan doloroso en realidad, pero era una fobia que lo atormentaba desde muy temprana edad, y aunque seguimos en el jugueteo, parecía un poco molesto por el piquetito.
FIN…
Anna y Carlónimo: Nuevamente los felicito por ser protagonistas de tan bello romance. Espero que su imaginación tan bella, siga siempre presente, así como la luz hermosa y el ánimo que los caracteriza, para seguir compenetrándose en un solo corazón, y siga latiendo al unísono. No cabe duda de lo extraordinarios que son el lo individual, y como pareja, pueden hacer las cosas más bellas y maravillosas que ni siquiera se imaginan, solo es el inicio. Me uno al festejo de la buena nueva ¡Qué maravilla, el estar comprometidos! Les deseo toda la felicidad del mundo, en esta fantástica experiencia que están a punto de emprender, y sé de antemano, que el amor, la paz, la luz, siempre estarán presentes en su hogar. Les mando un abrazo enorme, porque, aunque no soy demasiado cercana a ustedes, la emoción que siento por la noticia es ilimitada, casi estoy al borde de las lágrimas, porque los momentos que están a punto de vivir, serán celestiales. Que dios los bendiga hoy y siempre.
Espero el relato de la visita a Eulogia, ¡¡¡me lo deben!!!. Muchas gracias por el apoyo que me brindaron. (Anna, ya te tengo agregada).
Gil: Tu entusiasmo habla muy bien de tu persona, pero en mi opinión, deberías abrirte un poco más e intimidar también con nosotros. ¿Cuándo nos vas a compartir un relato personal impregnado de magia? Saludos. Mil gracias por las buenas intenciones.
Hilda: Te agradezco infinitamente, el simple hecho de haber sido memorable para ti, y del mismo modo, los buenos deseos que me enviaste, son detalles que en definitiva, hacen crecer una amistad, y dejan entrever la maravilla que hay dentro de ti como mujer.

Gil -

Felicidades Anna aunque me da celos lo que veo. Carlónimo, felicidaes, me cuidas a la guerita, está linda. No le vayas a negar que baile una polca conmigo.

Hilda -

¡Guau!

Tenía razón Antónimo cuando dijo:

“Ahora sí ya se lanzaron los canes, pero en serio ¡Ay güero!”

La situación de los tórtolos era insostenible. Carlónimo, Anna, yo comparto su felicidad.

Son como dice Carmen “una pareja preciosa y ejemplar” Me han hecho suspirar en cada línea que leo, tanto de los escritos de uno como del otro, porque los dos están invadidos de amor.

Ya le dieron sentido a todo el blog, creo que la historia de ustedes es el acontecimiento estelar. Vale la pena que la retomen y que la conviertan en una novela de amor. Yo creo que sería un best seller, por lo que es en sí misma y por las circunstancias en que ha sido escrita, una novela real ¡Felicidades amiguitos los quiero mucho a los dos!.

Vero ¿cómo sigues? Espero con impaciencia tu regreso.

Carlónimo -

Amigos: ayer después de haberle dicho a Anna lo que sentía y que no podía mantener en silencio un instante más, sufrí una severa crisis nerviosa. Me invadió el miedo porque me hacía la conjetura de que si ella no aceptaba mi pretensión, yo tendría que despedirme y todo terminaría para nosotros. Entonces me recriminé por haber precipitado las cosas y no haber sido prudente.

Mi proceder, en apariencia normal, estaba eclipsado por el, según yo “sesudo análisis” de las “señales” que percibía en cada expresión, comentario y hasta caricia de mi amada. Así estuve, muy nervioso, hasta la noche cuando Luis Alberto nos dejó en la puerta del precioso privado que nos facilitó, donde, procediendo según los deseos de la guerita, sólo la luz de las velas quebrantaba la romántica oscuridad, coronada por los gruesos tachones de estrellas que se apreciaban en el cielo.

Pero a mí ni el tequila me calentaba, así que comí, degusté y escuché la música como autómata hasta que, justo en el momento del postre, al fragor del “cucurrucucu paloma” interpretado en suaves acordes de guitarra, mi corazón se encendió como hoguera al influjo de las tiernas palabras de mi amada: “Por supuesto que acepto Carlónimo, estaré encantada de pasar el resto de mis días junto a tí, y me encargaré de que seas muy feliz”

Luego me riñó deliciosamente por no haberla dejado responder de inmediato y terminó “comiéndome a besos” mientras bailábamos estrechamente abrazados.

La noche fue un concierto magistral de apasionadas caricias y besos. Hicimos el amor incontables veces. Sólo dormimos en breves intervalos soñándonos mutuamente. Fue una noche extraordinariamente sensual y agitada.

Durante el desayuno, con la suave fragancia, la ternura y la belleza de mi amada dominando mis sentidos, bablamos de muchas cosas que tenemos por hacer.

Antes que nada, me dirás a quien debo pedir tu mano. Mi padre ya no vive, pero tomaré a mi madre e iremos a hacer la petición formal para la boda.

Tu decidirás la fecha y si nos casamos en México o bien en España.

Cualquiera que sea el lugar de la ceremonia, quiero pedirte que radiquemos en México, lo cual no obsta para que puedas seguir ejerciendo tu profesión y vayamos a España las veces que quieras. Yo mismo viajo allá con frecuencia.

Los detalles: Iglesia, salón, vestido, luna de miel, cena, etc. los iremos viendo en su oportunidad.

“Ahora mismo te voy a comer a besos, amor mío, estoy feliz”

De regreso en la habitación, nos plantamos frente al soberbio ventanal observando la imponente belleza de la montaña y el verde cauce del agua. Suspiramos los dos al unísono, nos miramos sonrientes y sentí cómo te colgabas con desesperación de mi cuello.

Después de darnos frenéticos besos, levanté tu blusa y la extraje por el área de la cabeza, quité el broche de tu falda y la dejamos caer al suelo. Tú hiciste lo propio conmigo y nos desplomamos sobre la cama. Yo acariciaba tus nalguitas y tú me tallabas las mejillas y las orejas sin dejar de besarme.

Rodamos un par de veces por la cama, succioné tus erguidos pezones, barrí con la lengua los senos enteros. Bajé hasta el ombligo, después el pubis y deslicé mis labios en el borde de la vagina hasta llegar al clítoris, para balancearlo y estimularlo lingualmente. Sentí que te estremecías, me sujetaste la cabeza con avidez y gritaste furiosa que me amabas, que estabas inundada de felicidad y que ya querías ser mi esposa.

Serntí que tu cuerpo se colapsaba. Mis labios y mejillas se impregnaron de tus ardientes emanaciones.

Carmen -

Qué emocionante!

Que un hombre procure a una mujer con rectitud, como debe de ser, para entregarle su vida y dignificarla ¡bravo por ello Carlónimo, eso te hace grande! Será que estoy chapada a la antigua pero me emociono pues son cosas que ahora ya casi no se ven.

Anna y tu llegan a este momento después de haberse amado en una primera etapa y de haber sufrido una horrible crisis tal vez por inmadurez, que los separó por mucho tiempo. Pero reaccionaron, maduraron y ahora no piensan solamente en disfrutar del sexo ¡qué emoción de veras, se me pone la piel chinita! creo que forman una pareja preciosa y ejemplar.

Te felicito Anna y vivo contigo esa felicidad que te hace estallar. Todo lo que has dicho me emociona y el momento en que le des a Carlónimo el ansiado “!SI!” ya lo estoy viviendo contigo.
Espero que se entiendan muy bien y que triunfe el amor y la rectitud. Es lo que el mundo está necesitando.

Anna -

Mi amor:

Es verdad he comido todo lo que he querido y me sentido bien y ya no estoy pachucha, puede ser el tratamiento, pero también estar junto a ti mi amor, esa es mi mejor medicina.

Has hecho muy buena elección para pasar el día y la noche en el hotel de tu amigo en Puebla, me gusta mucho ese lugar y más si estoy junto a ti.

Mañana te acompaño con Eulogia, verás que no será tan malo, ¿vale?

Ahora mismo te voy a comer a besos, amor mío, estoy feliz.

Anna -

Queridos chicos:

Ayer pasé el día más feliz de mi vida, este viaje a México ha estado lleno de sorpresas. Pero jamás esperé que me esperara la mayor sorpresa de mi vida. Ayer Carlónimo me propuso matrimonio, y el muy majo ¡no me dejó responder! Yo estaba estupefacta, no tenía palabras, quería abrazarlo, besarle y responder. Pero me ha dicho que no le respondiese todavía, no me quedé con las ganas de abrazarlo y besarle. ¡Vaya! ¡Es que estas cosas no se toman así como así! Os cuento un secreto, hoy tiene preparada una cena muy especial a la luz de las velas, y será cuando le responda y me sentiré la mujer más feliz del mundo cuando le diga que estaré encantada de pasar el resto de mis días junto a él, y que me encargaré de que sea muy feliz.

¡Cuánta felicidad! Por favor no le digáis nada a Carlónimo, no quiero que sepa aún la respuesta hasta que yo se lo diga hoy por la noche. Me siento como jamás me había sentido, y no tengo palabras para expresarlo, es algo que una siempre espera pero cuando llega no sabes qué hacer y los sentimientos te llenan y tampoco sabes qué hacer con ellos. ¡Así me siento ahora mismo! Jajaja... ¡Ay!.... ¡Estoy feliz!

Carlónimo -

Hola Paty, muchas gracias. Yo no te olvido pero no dejes de participar.

Querida Vero, deseando que estés en plena recuperación, te recuerdo que eres muy importante para nosotros y te esperamos con los brazos abiertos.

Mi preciosa Anna, lo que has escrito me fascina, derrochas gracia, espontaneidad y sensualidad. Te amo.

Y… sí cariño, estoy conciente de que has sufrido con el tratamiento pero ¿recuerdas que llegaste de Madrid bastante “pachucha”? Y ahora estás para comerte a besos: plena, salerosa, entusiasta, llena de proyectos, hermosa. México te ha hecho bien en todas formas y no debemos restarle méritos a Sonia. Te has dado gusto saboreando los más condimentados platillos mexicanos y tienes la “tripa” en perfectas condiciones.

Amor mío, la fiesta que organizaste el sábado me dejó impactado en muchas formas. Primero, te agradezco la cariñosa iniciativa. Luego ¿cómo hiciste para atender todos los detalles en forma tan exitosa? La combinación de platillos que seleccionaste para la cena: el caldo ranchero, las crepas de cuitlacoche y las rajas poblanas con queso ¡Qué delicia! Los vinos, la música. Y ese pastel de zanahoria que tú misma preparaste ¡qué sorpresa! No sabía que dominaras a tal grado la repostería.

En cuanto a la hospitalidad, esa forma tan especial que tienes de tratar a las personas, hizo que nuestros invitados salieran encantados ¡Gracias guerita, te luciste y me hiciste sentir, como siempre, orgulloso de ti, preciosa!

De nuestro amor ¿qué te puedo decir, maja hermosa, que no hayas comprobado tú misma al verme enloquecido de tenerte en mis brazos? Pues que me traes “bien jodido”, ya lo sabes.

Por eso anoche que fuimos a cenar al Restaurante El Lago, en Chapultepec, traté de explicarte las razones que tengo para amarte y sentirme el hombre más feliz del mundo. Y al oír que me decías: “no puedo estar sin ti” perdí el control y solté lo que ya no podía callar un instante más: que quiero casarme contigo antes de que termine este año.

Te pedí que no me respondieras en ese momento, pero que sí lo hicieras antes de irte a España, porque no podría aguantar más tiempo sin saber lo que tú piensas al respecto. Si me vas a hacer el hombre más feliz o el más infeliz del mundo, házlo ya por favor, mi vida.

Para hoy, último día dedicado en plenitud a nosotros, ya que los restaurantes de la ciudad están repletos pues es “Día de las Madres” te propongo que pasemos la tarde y la noche en el hotel de Luis Alberto, en Puebla. Me adelanté haciendo la reservación. Tendremos la mejor de las habitaciones y una cena privada en terraza cubierta ¡a la luz de las estrellas!

Por último, mañana iremos con Eulogia a que yo cumpla mi palabra y padezca los rigores de su jeringa. Pero se que a tu lado el sufrimiento será gloria.

Anna -

Bueno Gil, pues imagínate que comenzamos el tratamiento con el examen que me hizo saltar las lagrimas, luego seguimos con los lavados y las inyecciones diarias, y concluimos con otro examen igual o peor que el primero. Y digo peor porque al saber de lo que se trata una se pone más tensa y nerviosa, y no conforme con eso la doctora me pincha una nalga que para tratar de relajarme, lo que verdaderamente hizo que me relajara fue pensar en mi Carlónimo, en cada una de sus caricias, en lo que me susurra al oído cuando hacemos el amor, en la forma en que me penetra... en fin... que visualice que mi amor me tenía con las nalgas arriba y desnudas, mientras me penetraba y te puedo decir que fue una delicia. Cuando salimos de ahí y por la noche que me puso el primer supositorio recetado, quería comerlo a besos, lo deseaba más que nunca y disfruté mucho ese momento de amor.

El sábado organice una pequeña fiesta para mi amado, invité a todos los vecinos y algunos de sus amigos, y aunque fue una fiesta pequeña, ¡ parecía una verdadera romería! Todos sus amigos y vecinos son muy majos y me han tratado muy bien. Hay una pareja de vecinos que se llaman Manuel y Adriana, la pobrecilla me contaba que estaba en un tratamiento y que Manuel tenía que inyectarla todas las noches, yo le dije que tenía que aprender a disfrutarlo y estuve dándole consejos para convertir un mal momento en el momento más apasionado.

Cuando terminamos con la fiesta y todos los vecinos se habían ido, Carlónimo y yo tomamos una ducha juntos, mientras nos acariciábamos y nos hablábamos al oído, al salir secó cada centímetro de mi piel, me colocó sobre sus rodillas, separó mis nalgas e insertó el supositorio, después de la conversación que tuve con Adriana, la ducha junto a mi amado y el supositorio sobre sus piernas, yo deseaba tener su pene dentro de mi y que el supositorio se convirtiera en algo que pudiera sentir más, fue cuando me penetró por el ano mientras yo gritaba de pasión, y el se agitaba y me decía cuanto me deseaba y cuanto me amaba.

A la mañana siguiente despertamos con nuestros cuerpos desnudos y entrelazados, amándonos como siempre y como nunca. Mi amor, como te dije por la mañana el jueves tendré que regresar a Madrid, pero espero y deseo que nos veamos nuevamente muy pronto, ¡no puedo estar sin ti!

Verónica: Echamos de menos tu presencia en el blog. Te he buscado en facebook y te he enviado la solicitud de amistad. Anna García.

Paty -

Hola Carlónimo, hace tiempo que no entraba al blog y ahora que lo hago disfruto leyendo tus relatos tan tiernos, como este ultimo que me gustó muchísimo por lo cariñoso que eres con tu chica. No quiero que te olvides de mí, te mando un beso.

Paty -

Hola Carlónimo, hace tiempo que no entraba al blog y ahora que lo hago disfruto leyendo tus relatos tan tiernos, como este ultimo que me gustó muchísimo por lo cariñoso que eres con tu chica. No quiero que te olvides de mí, te mando un beso.

Carlónimo -

Recibir ese cuerpo tan bello entre mis brazos, acariciarlo suave y lentamente, llenándolo de espuma en cada una de sus partes, hasta las más íntimas.

Tintinear con mi lengua los pezones que enseguida se robustecen. Sentir tus brazos que se prenden de mi cuello y tus labios que se engarzan a los míos.

Recorrer con el glande tu entrepierna y el pubis. Regocijarme de las frases tiernas que me musitas al oído. De tus suspiros, gimoteos y sensuales mimos.

Llenarme de tus esfuerzos por escalar y ceñir con las piernas mi cuerpo. Encenderme de que, al levantarte y sostenerte de las nalgas, a pulso, tú me sujetes el pene y te lo insertes en la ardiente vulva.

Inflamarme al fragor de tus rítmicos embates, de tus sollozos, jadeos y excitantes gemidos.

Vaciarme con las súbitas explosiones de esperma, que te hacen retorcer, gritar y apretarme con desesperación.

Salir de la regadera llevándote cargada en brazos, depositarte en el lecho y secarte con embeleso: los senos, el vientre, las piernas, cintura y nalgas.

Acostarte en mis piernas, separar los redondos cachetes e insertar en medio de ellos el supositorio que te han recetado. Sentir cómo te estremeces, me dices cosas muy tiernas y me invitas a hacer más profunda la penetración.

Verte empinada con las nalguitas ofrecidas dramáticamente. Sentir cómo mi pene embute tu pequeño orificio rectal, lo llena, lo talla, lo excita, lo hace saltar y dilatar.

Oírte de nuevo gritar y sollozar, decir que me amas y que deseas eternizar nuestra relación.
Sellar tus labios con mis más ardientes besos. Y tu vulva con las extremas emanaciones de mi semen, que sólo a tí pertenece. Y que un día fecundará nuestra relación, dando lugar a un nuevo ser, que sea la más alta concreción de nuestro amor.

Porque soy tuyo, eres mía, te amo, me amas, nos deseamos y queremos vivir juntos. Ya no puedo estar sin verte, vida mía, Anna mía, preciosa mía.

Cómo disfruté la reunión que hicimos el sábado en nuestro piso, de la que tú fuiste anfitriona. He recibido la más cálida felicitación de nuestros vecinos que asistieron y que supieron por fin quién era la preciosa guerita que habían visto llegar conmigo y estar a mi lado en todo momento, arrimando solidariamente el hombro.

Luciste como lo que eres, una gran mujer, la mujer de mi vida…

Gil -

Yo también te saludo Vero y te deseo que te recuperes. Aquí te estamos esperando con mucho cariño.

Hilda -

Vero, amiguita, me uno al saludo de Anna y de Carlónimo. Te deseo muchísima salud y una larga vida en compañía de tus seres queridos. Además, que bueno que nos empezamos a tratar también en lo personal porque más allá de lo que aquí tratamos creo que hemos establecido una buena amistad.

Mi abrazo muy sincero.

ANNA Y CARLONIMO -

QUERIDA VERO, ESPERAMOS QUE TE ENCUENTRES BIEN. EN NOMBRE DE TODOS LOS AMIGOS TE DESEAMOS UNA MUY PRONTA RECUPERACIÓN.

QUE CELEBRES ESTE CUMPLEAÑOS Y CIEN MÁS EN COMPAÑÍA DE TU FAMILIA Y DE QUIENES TE QUEREMOS Y EXTRAÑAMOS. RECIBE UN FUERTE ABRAZO.

Verónica -

Si desean contactarme, sean discretos... Mi apellido es Gasson y pueden buscarme en facebook, un abrazo.......

Verónica -

Hola gente...
Una enorme disculpa.... No podre continuar el relato hasta dentro de unos días, y lamento tambien, no externar comentarios del encuentro actual. Estoy en el hospital, pero, quiza salga esta noche, y pueda celebrar mis 23 años de vida con mi familia....
Saludos, besos

Antónimo -

Yo ya me iba de fin de semana, pero me detuve a pajarear y ¡Ay guey!

“Bueno, ven, abrázame ¡Oooohhh! Tu pene, sí, que rico pene, ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! Así, métemelo todo, todo, por favor ¡Oooohhh!”

“… tu amante se lanza sobre ti para masajearte, luego se postra a tu lado, empieza a besarte y te acaricia con suavidad las nalgas, una y otra vez, dirigiendo finalmente los dedos a la vulva”

“…cuando yo ya no podía mas sacó su pene y lo metió en mi vagina, no pudimos soportarlo más, a la primera embestida estallamos en un fabuloso orgasmo…”

¡¡Cámara!! Las tres chavas están al rojo vivo.

Y luego esas afirmaciones del Carlónimo y la guerita:

“Eres la mujer más linda del mundo… “Me invade un deseo incontrolable de tenerte a mi lado de por vida, pues ya no concibo estar sin ti.”

“confieso que a mi también me gustaría que estos encuentros no fueran solo vacacionales… Nos hemos entendido muy bien, me tratas como a una reina y definitivamente me gustaría estar a tu lado siempre.”

Ahora sí ya se lanzaron los canes, pero en serio.

¡Ay güero!

Gil -

¡Increible lo que han vivido Anna y Carlónimo! Pero no dejen de planear el viaje a Sinaloa.

Anna, relata tú cómo viviste el segundo examen, parece que te lastimaron mucho. Detállalo como tu sabes hacerlo.

Verónica, yo también estoy esperando conocer que hiciste ese día con tu novio. No nos hagas esperar tanto!

Carlónimo -

Al despertar la sentí muy calientita a mi lado con sus nalguitas adheridas coquetamente a mi pene. No quise despertarla pues dormía plácidamente. Disfruté en silencio contemplándola, llenándome de su cuerpo y de su incomparable presencia.

Mirándola muy cerquita me puse a soñar despierto en algo que me viene dando vueltas por la cabeza… El corazón me retumbó y en ese preciso instante la guerita me percibió. Respiró profundamente, poco a poco giró el cuerpo y me regaló una mirada tan tierna que se me quedó grabada en el corazón.

Abrazándola con fuerza evoqué sus tiernas palabras: “me hizo llegar al cielo y desear estar siempre con mi amado… Sentí un inmenso amor por este maravilloso hombre… Nos hemos entendido muy bien, me trata como a una reina y me gustaría estar a su lado siempre.”

Sintiéndome el hombre más feliz del universo la monté y, deslizando la breve panty, penetré una vez más su cálida vagina. Casi sin movernos, con la sola certeza de estar unidos, logramos una corriente convulsiva extrema que nos hizo apretarnos uno al otro y juntar nuestras cabezas como tratando de fundirlas en una sola. Anna emitió un prolongadísimo sollozo, al tiempo que de mi uretra brotaba un cuantioso torrente de esperma.

Nos preparamos y salimos para el consultorio de Sonia, la doctora, quien nos recibió con mucho afecto y después de conversar largamente acerca de lo que habíamos vivido en Puebla, nos informó que era inevitable realizar una seguna prueba para conocer el resultado del tratamiento.

La guerita se mostró en ese momento controlada. Habiéndose retirado la ropa se tendió sobre la mesa de exploración, Sonia me instruyó que iniciara la relajación de su esfínter, así que le separé las nalguitas y poco a poco fui incursionando en su elástica aberturita rectal, lubricándola y dilatándola, hasta que Sonia se acercó con el instrumento y acopló la rígida cánula en el ano.

La penetración fue angustiosa. Cuando iba cerca de la mitad, mi amor empezó a quejarse enfáticamente, sus manitas estaban muy tensas y todo el cuerpo le temblaba agitadamente, hasta que no pudo aguantar más y desesperada, gritó: ¡No Sonia, ya no, te lo suplico, me estás lastimando demasiado, ya no aguanto!

La doctora contuvo el acceso, palmeó las nalguitas de Anna y pidiéndome que mantuviera el instrumento en posición, fue a la vitrina, sacó una ampolleta y cargó una jeringa diciendo: Anna, el dolor obedece a que estás muy nerviosa, te voy a aplicar un tranquilizante. Sólo será un piquetito, no te inquietes.

Así que, aunado a la presión del instrumento que le forzaba el esfínter anal, mi preciosa Anna soportó el pinchazo en su nalguita izquierda y la entrada de una sustancia que parecía ser bastante agresiva. Aprecié las gruesas lágrimas que brotaron una tras otra de los ojitos de mi amada.

Terminada la aplicación del medicamento, Sonia esperó como cinco minutos y tomó nuevamente en sus manos el instrumento. Cada vez que trataba de avanzar la penetración, la guerita lloraba y gritaba en tal forma que me enterneció y le pregunté a Sonia si podíamos interrumpir la prueba y continuarla otro día.

Pero la doctora, nada alterada, se dirigió a mi amada diciéndole: Anna, vamos a hacer una cosa. Por favor olvida el dolor, concéntrate en una sola idea. Piensa que lo que está pasando en tu culito es otra cosa, algo distinto, algo placentero ¿me entiendes?

La guerita se puso roja, sintió pena ¡ya la conozco! Pero asintió con su cabecita y en unos treinta segundos dio muestras palpables de relajación. Sus piernas y sus nalguitas dejaron de estar tan tensas. Sonia empujó el instrumento poco a poco, lentamente, animada por el ininterrumpido avance, hasta que la cánula quedó totalmente sumida en el culito.

Antes de iniciar la observación, Sonia me alcanzó una caja de pañuelos desechables entregándomela. Me quedé perplejo por un instante, pero enseguida comprendí lo que pasaba. En efecto, la deliciosa guerita tenía la entrepierna y la parte baja de los glúteos empapada. Lentamente, sin alarmarla, fui recogiendo el cristalino flujo que no terminaba de salir de su vulva.

La observación no tardó más de cinco minutos. Sonia me hizo un gesto de entera satisfacción y con un movimiento oscilatorio extrajo la cánula dejando a mi amada exhausta, adormilada. El estrés, el dolor, la pena y ¿por qué no? hasta el placer, la habían dejado agotada. Salimos por fin del consultorio sabiendo que la guerita se encontraba muy bien y sólo le recetaron supositorios por tres días, cada 8 horas, para erradicar definitivamente la molestia.

Ese día nos fuimos a Tenango, un pueblo muy pintoresco en el que mi preciosa Anna se dio gusto viendo y comprando artesanías muy bonitas, comimos en un restaurante que se encuentra dentro del casco de una preciosa hacienda datilera, un lugar de lo más romántico por estar emplazado en un jardín de tulipanes a la vera del río.

Sentados, uno al lado del otro, tomados de la mano, mirándonos sugestivamente, besándonos de vez en cuando, parecíamos los dos ser portadores de un gran secreto, del mismo secreto, algo que sabíamos y que nos mantenía eufóricos, pero que decidimos no abordar a fin de “darle tiempo al tiempo” y no dejar de disfrutar cada etapa, cada momento. Sabíamos que nuestras vidas estaban ya indefectiblemente entrelazadas.

Cuando regresamos a nuestro departamento, Anna se puso a colgar y a acomodar la mayor parte de las artesanías compradas. Después entramos los dos a bañarnos… juntos.

Amigos, que pasen un delicioso fin de semana. La guerita y yo los recordaremos en cada momento.

Anna -

Hilda:

No había caído en cuenta de que me podía molestar un comentario. No tienes de que lamentarte, Carlónimo tiene su encanto y es muy atractivo, estoy acostumbrada a que las mujeres en la calle lo volteen a ver, y además es un excelente escritor, así que es normal que haga suspirar a la gente cuando lee su relatos. No te preocupes, sigue disfrutando de sus relatos y de nuestras vivencias.

Verónica: Gracias por lo que has escrito, te confieso que a mi también me gustaría que estos encuentros no fueran solo vacacionales. Suerte con las inyecciones que te esperan, no dudes en contarnos, ¿vale?

Carlónimo:

Tu no me gustas mucho... ¡me encantas vida mía! Te agradezco que me hagas sentir que tu piso es "nuestro" piso y quiero decirte que te amo y que soy muy feliz contigo, además de que nos hemos entendido muy bien, me tratas como a una reina y definitivamente me gustaría estar a tu lado siempre.

Gracias por recibir de buena gana las inyecciones que te he puesto, me encanta desnudarte tus nalgas y tenerlas listas y preparadas para pincharte. Me alegra que te guste la manera en que te inyecto. A mi me gusta como me inyectas y me gusta cuando me tienes con el culo al aire y la manguera del lavado insertada, me gusta ver como me miras y me gusta la delicadeza con la que me tratas.

Chicos:

Os cuento la última inyección de Carlónimo.

Estuvimos buenas parte de la tarde dando una vueltina en el centro, que por cierto es muy majo y guapo, tiene edificios majestuosos y está lleno de gente. Carlónimo me ha llevado a cenar a un lugar muy elegante, situado en un hotel no menos elegante, ha pedido que nos diesen una mesa en un salón privado al fondo del restaurante y nos han atendido como reyes, por no decir que Carlónimo ha pedido platos y bebidas muy elegantes y lujos, ¡venga! ¡qué todo era guay! Y mi amado estaba de lo más romántico y cariñoso.

Saliendo nos hemos ido a nuestro piso y le pedí que se acostara boca a abajo y se desabrochara el pantalón. Mientras tanto saqué las vitaminas, la jeringa, alcohol y el algodón y le baje el pantalón hasta las rodillas. Mientras tanto preparé cuidadosamente la jeringa. Me acerqué le acaricié las nalgas, le di unas palmaditas, y le pregunté si estaba tranquilo, le dije que se relajara, que sería solo un momento, le di un besin en cada nalga y seguí acariciándolas.
Luego busqué el mejor lugar y lo desinfecté, clave la aguja con suavidad y decisión, mientras le decía cosas lindas a mi amado. El estaba tranquilo y comencé a inyectar la vitamina, saqué la aguja y volví a pasar el algodón en el lugar del pinchazo. Besé el lugar de la inyección, y seguí acariciando su culo, pero no me dejó seguir porque él se volteo y comenzó a besarme y abrazarme y me dijo que sería mejor que me pusiera el último lavado y la inyección antes de continuar.

Estuve una hora con el culo al aire mientras entraba el liquido del lavado y mientras era absorbido por mi intestino. Luego me inyectó y me acarició las nalgas mientras me daba unas palmadas. Después ya no lo dejé continuar porque comencé a besarle, mientras él me acariciaba el cuerpo y se concentraba en el clítoris y mi ano. Volvió a ponerme sobre sus piernas y comenzó a penetrarme el ano con su dedo, yo gemía y el respiraba rápidamente. Luego me puse a cuatro patas sobre la cama y me penetró por el ano con su pene, los dos gritábamos y cuando yo ya no podía mas sacó su pene y lo metió en mi vagina, no pudimos soportarlo más, a la primera embestida estallamos en un fabuloso orgasmo que me hizo llegar al cielo y desear estar siempre con mi amado.

Después de esta fabulosa experiencia dormimos abrazos mientras yo sentí un inmenso amor por este maravilloso hombre.

¡Hasta ahora chicos!

Hilda -

Anna, espero que mi último comentario a Carlónimo no te haya molestado, estoy muy apenada contigo ya que pudiste pensar que intervine con malicia. Pero nada de eso amiguita, fue tan solo una lamentable imprudencia. Pero tu actuaste con inteligencia, me dejaste con la boca abierta. Te felicito y a Carlónimo también por tener a una gran mujer a su lado. Espero que así defiendas tu amor siempre, lo que están viviendo ustedes dos: mis respetos, una experiencia real que parece de cuento de hadas.

Vero!! Qué sensual te viste, pobre Rodriguito, debe haber estado calientísimo… Cuéntanos qué ocurrió, no nos dejes en suspenso por favor.

Carlónimo -

Me gustó tu escrito, Vero, sobre todo las siguientes ideas.

“para mí es esencial conocer la historia de cada escenario visitado, puesto que cada alusión al mismo, resulta enriquecedor para uno”

“¿Cómo resistirse a la sonrisa de un niño?... Creo que ese corazón enorme, es la mejor cualidad de todas, porque es un tipo de ternura, un impulso de dar todo solo por un gesto de alegría, que viene directamente del corazón, puesto que no fue aprendido en ninguna escuela.”

Así es en verdad mi preciosa Anna. Se enternece al ver a un niño que le ofrece su mercancía. Pero eso no es lo más importante, sino la iniciativa que tiene de animarlo con una sonrisa, felicitación, abrazo, caricia, beso, haciéndolo sentir importante. Eso es lo que más admiro.

Muchas gracias Vero, tus palabras no hacen sino mostrar la gran capacidad de reflexión y de entendimiento que tienes. No cabe duda que eres una gran profesional.

Pero más allá de esas cuestiones, refiriéndonos al ámbito mundano ¿cómo iba a aguantar Rodriguín la tentación de aquella escena que representaste la otra noche en Acapulco?

Ese vestido floreado en tono naranja que se elevó develando tus espectaculares piernas. La diminuta panty que parecía reventarse por la presión de los redondos y respingados glúteos.

Retirado el vestido, te tiendes boca abajo sobre la cama y con voz melosa le dices a tu amante: “Rodri, me siento cansada… necesito inyectarme b-12, consigue quien me la aplique”.

Y después de un rato regresa nervioso el muchacho ¡con un paramédico! pues no encontró enfermera. Y tú, sin modificar posición, con el culito bien empinado, te dejas bajar la panty hasta las piernas e inicias una comedia de quejumbres, sollozos y coquetas expresiones verbales.

Tus atractivas nalgas se comprimen, esponjan y estremecen, dificultando al paramédico la desinfección. Te pone su mano sobre el glúteo para sosegarlo y tú suspiras con marcado sentimiento.

Permanecen los dos así, hasta que te pincha. Tú gritas y te quedas después muy quieta repitiendo: “despacito, mi vida, despacito”. Rodriguín observa la escena en silencio.

Despedido el paramédico, tu amante se lanza sobre ti para masajearte, luego se postra a tu lado, empieza a besarte y te acaricia con suavidad las nalgas, una y otra vez, dirigiendo finalmente los dedos a la vulva.

¿Qué ocurrió? por favor refiérelo Vero, pues ya no me enteré de más.

¿Ya fue y no nos contaste nada?


Mi preciosa Anna

No puedo entrar al blog sin saludarte, a pesar de que en este preciso momento que nos encontramos ya en nuestro departamento, te veo muy cerca de mí, tendida sobre la cama, sin ropa, con la manguerita del lavado insertada en el culo, enmedio de tus preciosas nalguitas.

Es la última aplicación del tratamiento; la entrada del líquido debe ser muy lenta y éste permanecerá en tu culito cuarenta minutos para que haga su efecto.

Estoy sentado a tu lado con la lap top en las manos. La suave luz que proyectan las lámparas se adhiere a tu cuerpo imprimiéndole una tonalidad dorada. Aprecio la prominencia de tu cadera, la estrechez de tu cintura y los respingados mofletes que incitan mis más cálidos instintos.

Pienso en las veces que nos hemos amado, en lo que hemos vivido juntos y en el tiempo que tenemos por delante. Me complazco de estar a tu lado y de saber que estamos bien integrados.

Mañana tienes la segunda cita con la doctora, quien evaluará el avance y el resultado del tratamiento. Ya les contaré lo que nos diga.

Por lo pronto, espero impaciente que termine la aplicación para abrazarte y amarte con renovados bríos. ¡Ya quiero sentir tus labios agitarse al suave contacto con los míos!

Cómo recuerdo aquella preciosa descripción que hicieras de ti misma: “soy de buen ver, aunque no soy muy alta apenas mido 1.65m, esbelta, bien formada y proporcionada, cabello rubio y ojos color marrón”

Eres la mujer más linda del mundo.

Verónica -

Buen día a todos: De antemano una gran disculpa si me ausento de pronto, pues el deber manda, pero no dejo de leer.
Anna y Carlónimo… Mil gracias por seguir compartiendo sus hermosas vivencias, me da mucho gusto, saber que cada día se compenetran más en todos los aspectos, logrando así una conexión mental, física, psicológica, espiritual, y de todo tipo, casi cósmica.
Felicidades porque el amor es la base de todo, y ustedes lo están viviendo al máximo. Ojalá que algún día cercano, esos encuentros candentes y románticos, sean cosa de diario, y no de alguna visita vacacional.
Una persona que sabe decir las cosas en su momento, y adaptarse a cualquier circunstancia, es alguien con entrenamiento asertivo, y veo que ustedes poseen esa característica. La escucha es vital, y el placer de compartir desde una palabra, un beso, una sonrisa, un momento, una lágrima, un chiste, una ilusión, un pasado, un presente, un futuro, una emoción, una canción, un mensaje, un problema o solo un minuto…. Es infinitamente celestial.
¡¡Vaya!! Qué interesantes personas me resultaron además… Puesto que para mí es esencial conocer la historia de cada escenario visitado, puesto que cada alusión al mismo, resulta enriquecedor para uno. Y… ¿Cómo resistirse a la sonrisa de un niño?... Creo que ese corazón enorme, es la mejor cualidad de todas, porque es un tipo de ternura, un impulso de dar todo solo por un gesto de alegría, que viene directamente del corazón, puesto que no fue aprendido en ninguna escuela.
Por otro lado, me alegro de que al fin se hayan decidido a fortalecer las defensas de Carlónimo, es muy importante, para seguir rebosando de salud, y brindándonos tan espectrales relatos. Espero que nos cuenten uno más detallado al respecto. Dicho sea de paso, les cuento, que a mí también me han inyectado b-12, porque me siento cansada… Ya les contaré al respecto teniendo más tiempo.

Ha, y espero que Eulogia nos deleite con sus “dulces” y “amables” palabras, plasmándonos lo que sucedió en aquella visita… Estoy ansiosa...

Saludos a todos y mil besos...

Carlónimo -

Mi queridísima Eulogia

estoy pasando unos días increíbles con mi amada y no quiero que tu fea y arcaica jeringa de tormento se interponga entre nosotros. No podré seguir paseando cuando me dejes cojo. Ya iré el último día que mi preciosa Anna esté aquí conmigo.

Con todo mi cariño, que tú sabes es mucho.

PD Supongo que nos vas a recibir con ese mole de olla que sabes preparar como una experta, aderezado con buenos caballitos de tequila. Ya al final, apaciguarás tu morbo picándome. Y cuídate, no vayas a ser tú la picada. Un beso, preciosa.

Eulogia -

Oye Carlónimo, por más que te lo recuerdan y hasta Anna te lo dice abiertamente, tú no reaccionas. TE ESTOY ESPERANDO EN MI CASA, ya te quiero aquí o te va a ir peor después. Piénsalo muy bien y ya no te hagas el occiso. Te lo advierto.

Carlónimo -

“Ahora mismo, mi amado, me tiene muy liada con tantas actividades y con tanto amor”

Pues sí, mi preciosa Anna, tengo que aprovechar tu presencia al cien por ciento. No hemos dejado de estar juntos, disfrutándonos y amándonos. Una vez que llegamos a México nos instalamos en un hotel de la Calle de Hamburgo en la llamada Zona Rosa. Así hemos podido dejar el coche guardado y caminar para todas partes pues estamos en una zona muy céntrica de la ciudad.

Hemos pasado muy buenos ratos en el penthouse del hotel. Te disfruto enfundada en pequeños bikinis multicolores. Nos metemos a la alberca, te abrazo, me deleito contemplando tu cabello y tus preciosos ojitos castaños. Percibo tu cuerpo muy cercano, tus manitas que acarician inquietas mi espalda, y tus ardientes labios que se empalman muy coquetos a los míos.

Almorzamos en el hotel y salimos a caminar siempre abrazados, felices. Visitamos galerías, boutiques, comercios de antigüedades. Observas todo, preguntas por todo, me transmites tus impresiones, siempre muy serias, fundadas. Eres cariñosa pero formal. Nunca hablas de más, sólo lo justo. Tu conversación es profunda, no divagas, y me escuchas con tal atención que me haces ser muy preciso en las respuestas. Nos hemos acoplado bien, tu forma de ser me encanta.

El Paseo de la Reforma, situado apenas a tres calles del hotel, ha sido frecuente escenario de nuestros paseos. Recorriendo sus extensos camellones densamente arbolados, te cuento algunas anécdotas acerca de la ciudad y de su gente, nos detenemos a conversar o de plano nos sentamos en las extensas bancas de piedra que datan del siglo XIX.

Ahí saboreamos un vaso de café adquirido en alguna de las tiendas Oxxo, recibimos la visita de chiquillos que nos ofrecen, ya sea, mazapanes, collarcitos o pulseritas sencillas, que tu aprecias mucho por venir de las tiernas manitas que las ofrecen, o tal vez por venir de México. El caso es que no dejas de satisfacer a esos pequeñitos, les haces plática, ponderas y luces las mercancías que te ofrecen. Yo te observo con gran deleite, disfruto y sonrío de verte.

Todas esas calles, el centro mismo de la ciudad, te son bastante conocidos, a veces eres tú quien me dirige a cierta tienda, plaza, iglesia, que te gusta admirar y frecuentar. Te incorporas y me introduces a mí en la escena con tal gusto y comedimiento, que por instantes me haces sentir turista esperando a que la competente guía me ilustre con sus conocimientos.

Me has llevado varias veces a caminar por Avenida Madero, la cual es peatonal y por su ambiente y arquitectura se parece a la madrileña Preciados. Hay muchas construcciones: residencias, iglesias, museos, que atrajeron tu atención y me pediste que las visitáramos.
http://www.eluniversaldf.mx/home/nota24313.html

En uno de esos paseos fuimos a comer al Mesón de Doña Tere, quien te recibió con mucho cariño y te felicitó por haber cumplido la promesa que le hiciste en tu primera visita, de que regresarías a verla, demostrando con ello que nuestra relación es sería y perdurable. Qué bella foto la que te tomé abrazada de la guapísima octagenaria, cuya sincera sonrisa muestra el cariño que te dispensa. Nos entregamos a la hospitalidad de ella y de su hijo Martín, que nos hicieron disfrutar un delicioso menú de caldo tlalpeño y chiles en nogada, aderezado con caballitos de excelente tequila.

Mención aparte merece la cariñosa atención que me has prestado para inyectarme cada tercer día una dosis de complejo B. Cómo me ha tranquilizado sentir tus suaves y tiernas manitas que me deslizan la trusa, hurgan buscando el mejor sitio y me hacen entrar la aguja con esa extrema suavidad que sólo tú, mi preciosa Anna, me has podido brindar. No se cómo lo haces, pero en verdad pienso que tienes unas manitas mágicas.

Cuando me dices: mi vida, relájate, no te inquietes. Cuando me das palmaditas muy suaves en las nalgas, al sentir tus labios en mis oídos que murmuran: amor, sólo aguanta un poquito más. Cuando extraes la aguja y me besas el sitio pinchado. Cuando recargas tu cabeza en mi hombro y ampiezas a decir cosas bonitas, yo tiemblo de placer y desesperación. Me invade un deseo incontrolable de tenerte a mi lado de por vida, pues ya no concibo estar sin ti.

Y después, cuando yo te inyecto teniéndote acostada sobre mis piernas, al ver tus nalguitas preciosas que tiemblan por estar en manos del hombre a quien amas y que te ama. Cuando inserto la aguja y tú me dices: ¡Carlónimo, quiero que este momento se prolongue para siempre! Entonces valoro las tiernas palabras de Vero: “a veces me da la impresión de que ya se habían conocido en otra vida”; o las de Carmen: “Sí que parecen predestinados”. Y siento deseos de llorar al saber que en breve volverás a Madrid.

Tratando de no pensar, te abrazo, me abrazas, acoplamos nuestros labios y nos acariciamos. Mi pene invade tu cálida vulva que lo agoge y lo ciñe con entereza, en un concierto de suspiros, jadeos, resoplos y gritos que va subiendo de tono, que nos enajena y ensordece, hasta llegar al feliz momento del orgasmo, el cual nos pone en el cielo.

De verdad que ¡me gustas mucho!

http://www.youtube.com/watch?v=sysQ7TlFe28&feature=related

Carmen -

Pero que bello escenario han montado Carlonimo y tu, Anna. Sí que parecen predestinados. Me emociona mucho ver a una pareja así. No vayan a detener esto, por favor.

Anónimo -

Hilda:

Te agradezco mucho tus comentarios, y me alegra que estés disfrutando todo esto. Muy pronto iremos Carlónimo y yo con Eulogía, y ya veremos si quiere someterse al examen para ver como está su intestino y más ahora que sabe de lo que se trata. Pero para mi no tiene importancia si quiere o no, cada momento que paso con él es inolvidable y lo amo.

Verónica:

Gracias por lo que me has escrito. Ahora mismo, mi amado, me tiene muy liada con tantas actividades y con tanto amor, pero en cuanto tenga una oportunidad voy a escribiros un poco de lo que hemos vivido, por ahora te digo que soy inmensamente feliz.

Carlónimo, mi amor, soy muy feliz contigo, y esa canción con mariachis que hemos escuchado y me has dedicado anoche mientras cenábamos y tomábamos un tequila, hicieron que pasara un momento inolvidable, me siento profundamente enamorada de ti y luego la noche que pasamos juntos me hizo subir hasta el cielo mismo donde estabas tu, un ángel.

Mi amor, cuando tu quieras vamos con Eulogia, yo te acompaño. Y hoy por la noche será mejor que prepares tus nalguitas porque ahora soy yo la que te voy a inyectar, serán vitaminas porque te veo muy cansado.

Me encantaría ir a Sinaloa, pero me están buscando en el trabajo en Madrid y tendré que volver pronto, pero todavía me faltan algunos días para disfrutar a tu lado amor mio. Si te parece bien, dejamos el viaje a Sinaloa para la siguiente ocasión, que espero que sea muy pronto.

¡Te amo, vida mía!

Verónica -

Paso a saludar de volada…
Carlónimo: Yo no critico a nadie…solo comento sanamente jeje… Era temporada vacacional, hombre…
Con Rodriguin ya no me puedo echar para atrás… estoy en un viaje con él, y seguiré viviendo la aventura al máximo, y un día de estos, me dispongo a ponerle unas inyecciones, para que tenga más energía, y enfrente su miedo a la jeringa… ¿Cómo ves?
Hilda… ¡Que bárbara!, tu si sabes levantar suspiros… Muy buena anécdota, y como siempre, perfectamente bien relatada (Carlónimo, como siempre, un maestro).

Antónimo: Tú no te hagas guaje, compártenos una anécdota personal… ¿Qué te cuesta?... Saludos enormes, gracias por seguir comentando…

Carlónimo -

Una semana más de fructífera comunicación. Qué alegría tratar con ustedes. Feliz descanso.

Mi preciosa Anna, Tu presencia me sublima. TE AMO.

http://www.youtube.com/watch?v=gpVRxZHgi_4


Antónimo -

Hola chavas y chavos

Estuve reflexionando acerca de la información que nos proporcionara nuestra querida psicóloga estrella:

“mientras más inteligente es una mujer, más excitante resulta como compañera sexual, y las más listas son más propensas al orgasmo que sus menos brillantes amigas, porque, mientras más letrada y segura sea, más preparada está para pedir lo que quiere”

Y enterándome de las últimas jornadas de placer, concluyo que en este blog todas las chicas son GENIOS.

La desquiciante guerita del liguero que trae como loco a Carlónimo ¡Ah bárbara!

La otra, la nalgoncita, que en un momento embauca a Julián y se lo cog… ¡Gulp!

Y la piernudita que exprime con una sola mano al pobre de Rodriguín ¡jolines!

¿Habrá mujeres que puedan prodigar mayor placer sexual?

Estoy impresionado, me confieso bisoño y me cohíbo ante semejantes engendros de poder.

Además, curiosamente, en ellas encuadra también la hipótesis de Gale:

“En contraposición, Harol Gale afirma que a las mujeres inteligentes no les gusta el sexo… ya que están demasiado ocupadas en sus tareas cotidianas…”

Y es que las chicas del blog, después de enloquecer de placer a sus amantes, se retiran tan campantes con el garbo de un torero para ocuparse de sus cosas y desaparecen por algún tiempo.

Ni hablar: Por dónde les busquen, las chicas del blog son GENIOS.

Hilda -

Hola Vero me da mucho gusto que escribas, no te preocupes por la decepción, vente a divertir como dice Carlónimo. Ya veremos como se da tu aventura con Rodri, por lo pronto, cómo viste lo mío?

Carlónimo, me hiciste estremecer con esa pieza ¿cómo puedes usar tantas formas de expresión y con tanta facilidad, así nada más en un momento, a capricho digamos? No hiciste ninguna descripción de nada, dejaste todo el escenario a la imaginación del lector y sólo insertaste las frases comunes, las que oímos a diario y truncadas porque parte de ellas se dan por teléfono guau!

Me impresionan tu talento y tu imaginación. Me calentaste, de verdad!! Solo de verme envuelta en esa escena con Julián ¡la viví!!. Es una obra de arte. Gracias una vez más Carlónimo por dedicarme un tiempo-mente, que viniendo de ti es muy valioso. Gracias por tu amistad.

Carlónimo -

Querida Vero ¡qué sorpresa! Bueno pues “El comal le dijo a la olla… oye olla, oye, oye…” Criticas a Hilda por ausentarse pero tú no cantas mal las rancheras… ¿o sí?

Muchas gracias por tus palabras, como siempre interesantes, reconfortantes, supremas.

¿Decepción reciente? Pues vente a curar al blog en tanto haces tierra. Tranquila, no pasa nada. Además… ya ves, yo estuve más de un año castigado pero me aguanté como los machos y ¡nomás mírame ahora!

Oye, no te entendí muy bien cómo quieres seguir con Rodriguín, espero me aclares el punto.

En cuanto a la aventurilla de Hilda, date por enterada. Fíjense todos, cómo se las gasta nuestra amiguita…

¡Aló!

¡Hola Julián, soy Hilda! ¿cómo estás?

¡Bien! Estaba pensando en ti pues no se cómo has seguido… el tratamiento, tu sabes… ¿Bien? ¡Aah! ¿de qué? ¿de la gripa… te sientes muy mal? ¡Aah! ¿sí? Si yo… ¡Claro, por supuesto Hilda! ¿hoy? Sí, sí, estoy en tu casa a las 4 ¿Tienes ya la jeringa? Bueno, te veo entonces ¡Chiao!

Pasa Julián, gracias por venir, siéntate un momento es que estoy terminando de guardar estas cosas. Me he sentido muy mal y no tengo ánimo para nada pero hay cosas que no pueden dejar de hacerse. Mientras, cuéntame, cómo has estado.

Yo bien Hilda, contento de haberte visto y de que hayas tenido la confianza de pedirme que fuera yo quien te inyectara.

Hombre, eso está de sobra decirlo, tanto tiempo de conocerte y sabiendo lo respetuoso y lo buen amigo que eres… Mira, toma la ampolleta, yo creo que pasamos a la recámara porque aquí en el sofá me pongo más nerviosa. Pasa Julián, allá sobre esa mesita puedes poner las cosas y preparar la jeringa mientras me preparo… Sí, quita eso si te estorba.

Listo, Hilda Mmmmm acuéstate mejor transversal pues así tenemos mejor luz. Así… perfecto ¿te puedo bajar un poquito más la panty? Hilda, te conservas preciosa: la complexión, tu piel… Me atrevería a afirmar que ahora estás más guapa que cuando trabajábamos juntos. A ver… relájate preciosa, siento tu nalguita muy tensa, me parece que estás muy nerviosa. Relájala, relájala, así ¡perfecto! Siénte mis dedos, ya está más flojita la pompi, no la endurezcas. Déjame ver de qué lado: aquí está un poco… Aquí está mejor… Sí, aquí, tranquila… desinfectamos… no te muevas… tranquila… ¡Ya! Entró suavecita, creo que ni la sentiste. Va el líquido, poco a poco, no te muevas. Estás tensando el culito… No preciosa, relaja, Hilda…

Me duele mucho Julián, despacito, no precipites la entrada ¡Ay, ay, aaaayyy! ¿Falta mucho?

No, Hilda, estamos terminando, ya, tranquila, un instante más… ¡ya… terminamos, listo! Casi no te sangró ni te salió ámpula, tienes el cachetito muy terso… Hilda, preciosa… estás temblando ¿te sientes mal? Espera… ¡Aaahh! Ya entiendo… te sigo sobando, estás preciosa… ¿te molesta que te lo diga?

No, para nada, es que me pongo muy nerviosa, disculpa. Y además… me está ocurriendo… ¿ya te diste cuenta? Julián, Julián, no, espera, me vas a excitar, espera Julíán… ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! Espera, no hagas eso, ¡Oooohhh! ¡Por favor! ¡Julián! ¡Julián! ¡Julián! Mmmmmmmm.
Bueno, ven, abrázame ¡Oooohhh! Tu pene, sí, que rico pene, ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! Así, métemelo todo, todo, por favor ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! Te quiero, Julián… te amo… ¡qué delicia, Julián! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Oooohhh! ¡Aaaaaaaaaaahhhhhhh! ¡Aaaaaaaaaaahhhhhhh!

¡Juliáaaaaaaaannnn!

¡Vaya! ¿qué pasó aquí?

Para ti, mi preciosa Anna, muchos besos. TE AMO.

Verónica -

Que rápido pasan los días… las semanas, meses y años, y lo mejor de todo, es que, toda la gente de este blog, disfruta cada minuto como si fuera el último… Me lleno de energía positiva tan solo de vibrar al unísono de ustedes con tan sensuales vivencias…

Carlónimo: Gracias por compartir los sucesos tan detalladamente. Eres un ejemplo primordial para todos los hombres, ya que cuidas a tu chica cual rosa irremplazable, única, y por supuesto que aquella muñeca se merece todo… Consiéntela mucho, ya que ha sufrido bastante con esos tratamientos, deberías darle unos masajes…seguro te lo agradecerá. Sin embargo, creo que te faltó detallar la aplicación de los inyectables… Ha…y los momentos candentes… ¡¡¡mis respetos!!! Me salí literalmente de esta dimensión, para entrar en una muy cerca de las nubes… Ustedes son uno mismo, definitivamente se unen y compenetran a tal grado, que a veces me da la impresión de que ya se habían conocido en otra vida.
Lo que más me levantó suspiros, fue la descripción de todos los lugares visitados… Me sentí como si estuviera ahí, reviviendo un tanto el pasado, y conmemorando la historia y cultura que cada uno de ellos esconde…
Desviándome un poco del tema: Debo admitir que Rodriguito tiene sus encantos, y aunque, en cierta forma Hilda tiene razón en el sentido de que el chico va demasiado rápido, ahorita necesito una aventura pronta, que me haga olvidar un poco algunas decepciones recientes. Sin embargo, noto que, en efecto (Cuan observadora eres, Hilda), el pequeño Rodri es algo arrogante… por lo tanto, me dispongo a aplicarle unas vitaminas en los próximos días, eso quizá me haga tomar el control de nuevo, y poner mis límites, ya que solo es una aventura después de todo, hay que sacar el ello de vez en cuando ¿no?
Anna: Tu en definitivo eres una persona extraordinaria, no dejes de compartirnos tus vivencias, seguramente, de igual forma que Carlónimo, eres muy culta, y letrada, tienes buen ojo para las anéctotas, así que no dejes de compartirnos un relato sensual… Suena prometedor en extremo.
Gil: Me encantaría visitarte…pero tengo muchos pendientes que hacer… Sin embargo, es tan tentador, que lo tomaré como una posibilidad posterior para reunirnos, y armar una buena pachanga…
Hilda: También está inconclusa tu aventura, reyna, recuérdalo, no dejes de ilustrarnos al respecto, porque nos dejaste picados. Gracias por participar y opinar acerca de mi nuevo amorío…. No te ausentes ya tanto tiempo, y de igual forma, te invito a compartir un relato…
Saludos a todos… ¿y dónde quedó mi buen Antónimo?, me debe una respuesta

Carlónimo -

Pero, si mi preciosa Anna considera importante que me someta al examen, lo haré. “No le saco” querida Hilda ¡faltaba más!

Carlónimo -

Pero Hilda ¿por qué tanta violencia? Si lo bonito es ver a las chicas ¿O no mi buen Gil?

Hilda -

En alcance a mi anterior. Oye Carlónimo y tú ¿no te enfermas ni nada?

Anna, no lo dejes que se escabulla. Si dice que te quiere mucho no va a exponerse a dejarte viuda. Llévalo con la doctora y que le haga también a él la prueba esa de la colita a la que él te encandiló a tí. No le saque m´ijo, ya parece que nada más las mujeres aguantamos candela!! Y luego lo llevas con Eulogia para que le aplique la que nos puso a todas las chavas y en doble dosis.

Hilda -

Una disculpa a todos por haberme ausentado algunos días pero es que me fui de vacaciones. Pero siguen las sorpresas y vaya que las hay!!

Mi experiencia con Julián aaayyy Carlónimo!! no se qué pensar si hice bien o hice mal, porque cuando me inyectó yo estaba calientísima y ya quería que nos entregaramos al amor, solo que me reprimí porque pienso que las cosas deben ser poco a poco. Ahora ya no se si podré aguantar una inyección más sin entregarme a él. Y necesito inyectarme porque ando algo agripada.

De tu pregunta sobre cómo va el blog, yo estoy de acuerdo en la forma que lo estás llevando y, como ya te lo dije antes, te agradezco mucho el esfuerzo de pensar en cada uno de los que participamos y dedicarnos un espacio personal. Pero además, todas las historias son muy interesantes y nos motivan a seguirlas. No necesitamos ningún cambio, por mi parte estoy contenta de que sigamos así.

En cuanto a Vero, si se me permite opinar, yo creo que Rodriguito va demasiado aprisa, aunque es muy atractivo y no dudo que para Vero sea difícil detener las cosas. Yo sí tendría una aventurilla completa con él, pero antes le bajaría un poco los humos. Veamos qué piensa la psicóloga. Pero sea lo que sea, espero que lo defina pronto porque estoy ansiosa de saber el desenlace.

Y de Carlónimo y Anna, confieso que los relatos me han enternecido y a la vez me han calentado. Un amor como el que llevan es espectacular y yo sí creo que los dos están mostrando una mayor madurez que antes. Aprecio a un Carlónimo mucho más prudente y muy cariñoso, que no obstante eso no abandona su porte masculino y su orgullo, que son ingredientes para mí clave en su personalidad. Y Anna me parece también más natural que antes y menos nerviosa, sólo que la veo como cautelosa, como si algo le preocupara.

Oye Gil, gracias por la invitación pero estoy regresando de vacaciones y no podría viajar a Sinaloa, ya será en otra ocasión. De todas maneras, gracias y espero que la pasen suuuper!

Gil -

Claro que sí Carlónimo, yo soy de Culiacán, pero púedo ir a Mazatlán para estar con la raza. Cuídame mucho a la españolita ya ves que la lastimaron. Tú sí que la vives bien bato. Cuídense y me avisan cuándo nos vemos! Oye y sigue contando.

Carlónimo -

Les cuento algo más acerca del encuentro con mi preciosa Anna.

Tras la inauguración del hotel y la convivencia en el Rancho La Alborada, el domingo (antepasado) estuvimos en la Ciudad de México donde almorzamos con mis hermanas Rocío y Gaby, a quienes la guerita les causó una muy grata impresión y quieren seguirla tratando.

Luego nos fuimos a Xochimilco para reunirnos con Ricardo, un amigo mío de muchos años y su esposa Adriana, con quienes subimos a una chalupa y recorrimos el pintoresco canal disfrutando el colorido paisaje, las chinampas y el mariachi que en una chalana contigua interpretaba bellas canciones mexicanas.

Al anochecer nos reunimos con mi primo Jesús y Tere, su esposa, en el famoso Café Tacuba, donde disfrutamos una excelente merienda de tamales en un confortable y cálido ambiente colonial. Ahí nos entregó las llaves de su casa que está en Tequesquitengo Morelos, a la cual llegamos Anna y yo al filo de la medianoche.

En una espléndida habitación con vista al lago, mi guerita se preparó para la segunda sesión de su tratamiento.

Estando sin ropa sobre mis rodillas, separé sus nalguitas y le practiqué suaves y reiterados movimientos concéntricos en el botoncito anal que se estremecía por el estímulo.

Luego inserté mi dedo traspasando con él una y otra vez el esfínter. Cuando sentí que fluía sin problemas inserté la cánula, quedando la transparente manguerita perfectamente conectada al culo y reposando ondulante sobre los glúteos.

Abrí la llave del líquido y comprobé que circulaba muy bien hacia el culito de mi amada, quien se mantuvo tranquila, comentándome que la medicina parecía relajarla.

Extraje la cánula y junté los abombados cachetes cuya solidez y firmeza me excitó demasiado. La eyudé a levantarse y la vi caminar desnudita con rumbo al baño, del cual salió poco después para que la inyectara ¡se había puesto de nuevo el atuendo de ropa interior con liguero y medias!

Cuando se acostó sobre mis piernas, al ver su culito tan majo con los tirantes del liguero atravesados sentí que el corazón y la respiración se me aceleraban explosivamente. No pensé mas que en aplicarle la inyección con toda rapidez, para copular lo antes posible con la mujer a quien amo y me enciende tan solo de nombrarla.

Le solté el tirantillo izquierdo, desinfecté la zona y clavé la hipodérmica con fuerza, pero Anna respingó y gritó: ¡Carlónimo, amor mío, me duele! Al succionar observé que la jeringa se llenaba de sangre. Le dije: Perdón guerita, ya se que te lastimé y debo pincharte de nuevo.

Apenado extraje la jeringa, recogí con algodón la sangre que resbalaba por el glúteo, solté el tirantillo del lado derecho y me excusé diciendo: Discúlpame, querida, fue por precipitación, cómo siento haberte lastimado. Pero ella, con mucho cariño me dijo: no te apures Carlónimo, vuélveme a pinchar, es algo que a cualquiera le puede pasar.

Respiró muy hondo, balanceó las nalguitas para perfeccionar la posición y recibió el segundo pinchazo con toda calma, a pesar de que me había dicho antes: “Ya me duelen un poco las nalgas con esas inyecciones”. Mi guerita es un amor ¡cómo la quiero!

La entrada de la sustancia le causó bastante ardor pero tan sólo apretó los puños y cerró los ojitos diciendo: ¡adelante Carlónimo, no te detengas, prefiero recibir de una vez la medicina! Y permaneció muy quieta hasta que el émbolo tocó fondo.

Yo estaba muy caliente, las respingadas nalguitas de mi amada me excitaban y ya deseaba copular con ella. Inicié el juego erótico picándole juguetonamente el culito. Entonces me dijo: “Me duele todavía el recto ¿Tienes algo para el dolor amor mío? una crema o algo que me ayude a recuperarme más rápido”

Pensé en la crema de árnica y se la empecé a aplicar en la zona del esfinter pero ella insistía en que se la pusiera más adentro, así que no alcanzándome ya más los dedos le propuse continuar con el pene. La preciosa Anna accedió: “Sí mi Carlónimo, por favor házlo”

Así que empinándose al borde de la cama, con el erótico liguero ajustado a la cintura y los tirantillos colgando, me facilitó la penetración rectal engullendo de un jalón el glande embadurnado de crema y después, por etapas, el resto de la pieza, cuya entrada por momentos la hacía gemir y temblar, hasta que, poco a poco, se fue acoplando al diámetro y a la longitud del órgano invasor.

Emprendimos un concierto de movimientos conforme a los cuales yo veía mi pene perderse y aparecer entre los albos y tiernos cachetes, cuya suavidad contrastaba con la rigidez del esfínter que me apretaba el miembro con desesperación hasta que el orgasmo nos colapsó a los dos, haciéndome a mí vibrar y a ella proyectarme su culito con toda fuerza, hasta que las descargas de semen terminaron.

Pasamos una noche deliciosa, perturbada tan solo al amanecer por el motor de una que otra lancha que a lo lejos se desplazaba dejando una estela en la superficie del agua. Nos mirábamos sonrientes y empezábamos a acariciarnos cuando, de súbito, oímos que llamaban a la puerta.

Era Pedro, un vecino a quien mi primo Jesús le había pedido que nos invitara a realizar un paseo en yate. Me previno que al filo de las 10 ¡eran casi las 9! zarparían, estando a bordo varias personas a quienes, por cuestiones de negocios, yo tenía un especial interés en contactar.

La guerita aceptó apoyarme y a las 10:30 subimos a un lujoso yate donde todo era abundancia: comida, bebida, confort, diversión; excepto el tiempo para permanecer la preciosa Anna y yo en intimidad.

Pero quien cuenta con una gran mujer está salvado: la guerita no sólo me apoyó sino que me animó a participar, y sus encantos personales, su forma de ser, fueron muy importantes para que yo lograra los contactos deseados. Además, disfrutamos mucho la travesía que terminó a las seis de la tarde ¡del otro día!

En la noche ¡por fin en intimidad! instalados en el soberbio camarote que nos asignaron, te apliqué de nuevo el tratamiento, incluyendo la crema de árnica sólo con el dedo por vía rectal.

Pero, antes de entregarnos al amor, descorchamos una botella de champagne y… mirándonos de frente, juntando por momentos nuestros labios, acariciándonos el cabello, suspirando al unísono y soñando despiertos, entendimos que no tenemos nada que hacer el uno sin el otro.

Colgada de mi cuello me decías dulcemente al oído: “Mi amor, estoy feliz a tu lado, hacer el amor contigo es un verdadero placer, siento que me llevas al cielo.”

Desnudos en el camastro de la terraza: yo recostado y tú montada sobre mis piernas, con los órganos genitales acoplados, practicamos el amor una vez más ¡Como siempre y como nunca! como lo hicimos en Madrid, en el DF, en Puebla, en Veracruz, en Morelos, en todas partes.

Porque tú y yo, mi preciosa Anna, nos amamos con locura… y ya no podemos vivir separados.

El miércoles en la tarde volvimos a la Ciudad de México, a mi Ciudad, para atender otros compromisos, entre ellos la visita a la casa de Eulogia.

http://youtu.be/tKmdiKHvSro

En cuanto a la atenta invitación de Gil y a que tú, mi vida, manifiestas interés en conocer Sinaloa, si puedes alargar tus vacaciones unos días más podríamos visitar Mazatlán. Es un puerto muy bonito y con mucha vida, que a mí me encanta ¿Podríamos encontrarte allá, Gil?

Gil -

Vénganse ahora mismo pues qué caray, aquí bailamos y nos divertimos, lo que les aseguro es que nos divertimos. Te invito también a ti Verónica, bueno y a Hilda y a todos.

Anna -

¿Te gusta el flamenco Gil? Pues en cuanto pueda me daré una vueltina por tu tierra, Carlónimo seguramente estará encantado de ir también, y trataré de enseñarte algunos pasos. El flamenco es muy popular en el mundo y en Madrid puedes encontrar muchos tablaos donde se baila flamenco, pero este baile es originario de Andalucía.

Pues te cuento el examen que me ha hecho la doctora me ha tomado por sorpresa, cuando me ha tomado la temperatura rectal pensé que ya había pasado lo peor, sabía que seguramente me recetaría los lavados e inyecciones, pero nunca pensé que me haría ese estudio tan incomodo y doloroso. Al principio no entendía porqué la doctora le había dicho a Carlónimo que me lubricara el ano y que me mantuviera penetrada hasta que ella terminase de preparar todo, no me asusta que mi amor meta el dedo por mi ano, pero es incomodo delante de la doctora. ¡Ala! que cuando ha empezado a meter ese instrumento, sentía un dolor muy intenso, trataba de relajarme pero el dolor no cesaba y no me permitía relajarme, ella me decía que respirara profundo pero que no era suficiente, me apetecía pararme y salir corriendo y lo hubiese hecho si no es porque no me podía levantar, si me movía el dolor era peor. Todavía me duele un poco pero los lavados han ayudado. Solo espero que a la doctora no le apetezca volver a revisarme cuando termine el tratamiento de los lavados.

Carlónimo es muy dulce y muy tierno, me ha cuidado mucho y sobretodo he pasado momentos inolvidables junto a él, los lugares que hemos visitado son hermosos y toda la gente que hemos visto es muy amable. La doctora también es amable solo que le temo un poco a sus revisiones.

Los lavados y las inyecciones no han sido tan malos, sobretodo porque sabéis muy bien eso me enciende, y aunque los lavados son un poco incómodos, Carlónimo me los ha puesto con muy buena mano al igual que las inyecciones. Ya me duelen un poco las nalgas, pero no tanto como me ha dolido el ano. Creo que le diré a mi amor que me aplique una crema o algo que me ayude a recuperarme más rápido.

Bueno chicos, Gil, y todos os que nos leen, ya os seguiremos contando nuestras aventuras.

Mi amor, estoy feliz a tu lado, los lugares a los que me has llevado son fabulosos y hacer el amor contigo es un verdadero placer, siento que me llevas al cielo cada vez que estamos juntos.
Se que todavía quedan algunos lavados e inyecciones por aplicar, ya me duelen un poco las nalgas y el ano ya está mejor pero todavía no. ¿Tienes algo para el dolor amor mío? ¿Cuando vamos a ir con Eulogia? Te amo

Gil -

Anna, me alegra que te haya gustado la música de mi tierra. Espero que un día puedas venir y bailar aquí con nosotros y enseñarnos el flamenco. Será un placer recibirte junto con Carlónimo.
http://youtu.be/9gz5ZOIiUx4

No dejes de contarnos del examen que te hizo la doctora.

Anna -

Os cuento que Carlónimo me ha tenido muy ocupada todos estos días, pero me la he pasado... bueno... que todo esto es un lujo y un placer.

Por hoy no tengo mucho tiempo para escribir, porque mi amado Carlónimo ya me espera para irnos a pasear y luego a cenar, pero mañana os contaré cómo ha estado todo esto.

Gil, me ha encantado bailar esa música tan alegre con Carlónimo, me ha gustado pero que mucho.

Mi amor: He sido muy feliz todos estos días, y hoy que hemos estado más tranquilos tu y yo solos, ha sido un placer, vida mía. Ya me duelen un poco las nalgas con esas inyecciones, pero el dolor del examen que me ha hecho la doctora ya ha pasado, fue muy duro pero me he ido recuperando y las lavativas me han hecho mucho bien.
Te amo, vida mía y soy muy feliz a tu lado.

Carlónimo -

Por lo pronto ¡qué les cuento! Pues que después de “haberle hecho al cuento” la guapísima Vero aceptó retirarse de fin de semana con el apuesto Rodriguito. Y se fueron en el poderoso convertible por la Autopista del Sol hasta el formidable puerto de Acapulco, que los recibió con los brazos abiertos.

En el camino tuvieron algunos buenos amagos, como fue aquel momento inolvidable en que yendo a 160 kilómetros por hora, la preciosa Vero sintió que la mano del atractivo piloto se posaba sobre sus piernas y corría por debajo del vaporoso vestido floreado, el cual se replegó poco a poco hasta dejar a la vista los desquiciantes muslos y la pequeñísima panty nacarada. Fue inevitable que se detuvieran y ahí mismo en el acotamiento se prodigaron una espléndida sesión de besos y caricias con la que quedaron trémulos.

Ya en el hotel, disfrutando la encantadora vista de Puerto Marqués, la espléndida regiomontana permitió que el “pequeño Rodriguito” la besara, se revolcara con ella en la cama, la desvistiera y le barriera las zonas erógenas con la lengua, hasta posarse en el clítoris y arrancarle el primer orgasmo.

Buscando serenarlo sin precipitar aún más las cosas, ella le respondió tejiéndole una soberbia puñeta. Al ver saltar el grueso esperma un metro por encima de la cama, la preciosa chica comprobó los alcances de aquel recio jinete por el cual sería montada.

Me encantaría, querida Vero, que nos dijeras si esta breve nota introductoria se apega a lo que viviste en el inicio de tu encuentro con Rodriguito. Aclara por favor si voy bien. De proceder, detalla el escenario y dame el visto bueno para continuar. Así nos la llevamos… tranquila.

Carlónimo -

Mis buenos amigos.

Carmen, muchas gracias, estás invitada a participar.

Fernando Martínez, mi reconocimiento por esa buena iniciativa en favor de la lucha contra el cáncer, que además hace patente tu enorme creatividad. Te agradezco que, hablando de soñadores, te hayas acercado a nosotros. En efecto, lo somos y disfrutamos mucho lo que hacemos ¡Un abrazo!

Después de atender muchísimas invitaciones, por fin este lunes se presenta para Anna y para mí como un día tranquilo y queremos disfrutarlo en íntima convivencia. Espero más tarde escribir algo para ustedes y estoy seguro de que la guerita, a quien tengo aquí enfrente enfundándose un pequeñísimo bikini rojo, también lo hará.

Fernando Martínez -

Un saludo.
Te presento la ilustración que he realizado para la portada de: Cuéntame otra vez ese cuento.
Un libro-sueño hecho realidad por un grupo de amigos con inquietudes literarias.
http://espiralesdetinta.blogspot.com

Carmen -

Muy buena onda traen ustedes, muy buena, los felicito. Y qué original. Seguiré leyendo.

Carlónimo -

Carlónimo

Gracias Gil ¿verdad que está preciosa Anna? Sigue participando. Cuando no lo haces se te extraña, igual que a Hilda, Paty, y a la malagueña salerosa Ángela. No se dónde andan, tal vez vacacionando.

Como estamos prácticamente iniciando el fin de semana, será un poco difícil que nos comuniquemos en estos próximos días. Anna y yo tenemos una agenda bastante apretada por los compromisos previamente contraídos y los nuevos que se han ido agregando a la lista.

Quisiera pasar más tiempo exclusivamente con ella, pero la noticia de nuestro reencuentro se regó como polvorín en los medios que frecuento, así que no me ha quedado más remedio que compartirla con mis amigos y familiares. De cualquier forma, la he visto muy contenta y yo también lo he estado.

Desde luego que no hemos dejado de tener nuestros momentos fuertes para vivirlos en intimidad y amarnos. Ya les contaremos, si no todo, al menos lo más relevante.

Después del examen que le practicaron, Anna se encontraba muy lastimada de la colita. Podía caminar muy bien y estar acostada, pero a la hora de sentarse sufría, así que privilegiamos la caminata.

Comimos con Sonia, la doctora, y Ezequiel, su esposo, en el restaurante del hotel ¡Qué magnífica vista y que buena convivencia con ellos! Son personas muy atentas y simpáticas que nos pidieron encarecidamente verlos de nuevo en México antes de la partida de Anna.

Finalmente nos despedimos y fuimos directamente a la ciudad para comprar las medicinas. De ahí tomamos el camino (no más de 20 kilómetros) en dirección a Veracruz para llegar al Rancho La Alborada, un paraíso estilo mexicano muy pintoresco, donde Gabriel y su esposa Rita se esmeraron para hacernos sentir muy bien. Estuvimos recorriendo ¡a caballo! Las instalaciones (mi guerita sufrió un poco pero también disfrutó la experiencia). Luego nos concentramos en una preciosa terraza donde nos enfrascamos en una interesantísima conversación aderezada con buenos tragos y la actuación de un excelente trío que interpretó los clásicos boleros mexicanos.

http://youtu.be/oYB5z2izqws

Una experiencia muy bella que se nos antojaba continuar, pero a las 9 de la noche nos despedimos para poder atender el tratamiento de la guerita. Así que llegamos al hotel y preparamos la sustancia para aplicarle la primera lavativa, esperando que le reportara algún consuelo porque la fórmula contiene, entre otros componentes, un analgésico.

Consideramos algunas alternativas pero al final decidimos que se acostara sobre mis piernas, así que ataviada tan solo con una blusita, se tendió y quedaron a mi disposición sus albos cachetitos muy respingados que me hicieron sentir vértigo. Después de besarlos y acariciarlos ¡fue inevitable, amigos! Introduje mis dedos en la suave rajita, identifiqué el erótico botoncito rectal, apoyé en él la punta de mi dedo para expandirlo, lo estuve dilatando suavemente por unos momentos y, viendo que ya estaba más flexible le introduje con suavidad la cánula.

Las nalguitas se estremecieron y enjutaron un poquito, así que pregunté: ¿Te duele, amor? Pero Anna respondió: No, mi vida, es que ¡mmmmmmmm, me enloqueces! La totalidad de la sustancia (tres cuartos de litro) le entró sin contratiempos en el culito. Al final le extraje la cánula y mantuve los cachetes apretados por unos minutos para que la medicina no se saliera e hiciera su efecto ¡Qué delicia tener en esa posición a mi preciosa madrileña, la mujer que amo!

Después de pasar al baño, Anna regresó y se volvió a tender en mis piernas pues ya estaba lista la jeringa para inyectarla. Tenía las nalguitas muy frías así que se las estuve palmeando y sobando hasta que se entibiaron. Luego hinqué mi dedo cuidadosamente en los dos glúteos buscando el “corredorcito” más adecuado para la punción, hasta que lo identifiqué del lado derecho. Desinfecté y empujé viendo cómo la aguja se insertaba dócilmente ¡la guerita estaba muy relajada! La felicité diciéndole: te estás portando muy bien, preciosa. Ella respondió con ese salero que me fascina: ¡Ala, date gusto, guapo, y dámelo a mí. Que siendo tú quien me pica… pues ala!

Extraída la aguja yo tenía el pene muy tieso, así que sin perder tiempo empecé a besarle las nalguitas y a excitarle el clítoris con los dedos y después con la lengua.

Anna se incorporó de un tirón y se me colgó del cuello para besarme con desesperación. Rodamos por la cama gimiendo, con estruendosas espiraciones, haciendo que nuestras lenguas se encontraran y se asediaran bulliciosamente.

Sentí que Anna separaba las piernas al máximo y las elevaba envolviéndome y apretándome con ellas por la espalda. Mi pene estaba casi en posición, bastó un leve direccionamiento para sentir los frescos labios de la vulva que gustosos lo acogían sumergiéndolo ¡qué enloquecedor estímulo!

Perfectamente cobijado, lubricado, acariciado, envuelto, mi aturdido pene empezó a tallar el excelso reducto produciéndonos a los dos un fascinante estímulo que hacía crecer nuestras exclamaciones convirtiéndolas en desesperados jadeos y gritos descompuestos, explosivos, desordenados, que invadieron todos los rincones de la habitación… del hotel… de Puebla entero… de ¡México y España juntos!

Que tengan un excelente descanso.

Gil -

Qué bueno que bailaron la música de Sinaloa y que te gustó mucho a ti Anna ¿Has estado contenta en México? Cuéntanos del estudio tan doloroso que te hizo la doctora. Carlónimo, te felicito por los relatos y por disfrutar de esa mujer tan bella. Gracias por compartirnos algo de ella.

Carlónimo -

Querida Vero, la supuesta molestia no confirma más que el grado de atención con que leímos tu relato ¡Sigue escribiendo pues lo haces muy bien! Tus comentarios acerca del encuentro con Anna me llenan de alegría. Muchas gracias. Ahora les cuento otro poquito, para no perder el hilo.

Cuando desperté, la guerita dormía profundamente, estaba muy cansada ya que en la jornada anterior se había mantenido despierta por casi 30 horas. Me dí un baño y me arreglé procurando no despertarla. La doctora llegaría a las 2 de la tarde.

A la 1:30 ví que me buscaba en la cama para abrazarme. Me acerqué, besé su mejilla y le dije: Mi vida ¿cómo te sientes? Abrió los ojos, me miró con ternura y me invitó a acostarme con ella, pero al recordarle el compromiso que tenía saltó de la cama y entró al baño para ducharse. Saliendo, se puso un camisón, se peinó como pudo y en ese momento llegó Sonia, la doctora, quien accedió a tomarse un café mientras la preciosa paciente terminaba de acicalarse.

La llevó cariñosamente a la cama, la sentó y le hizo los primeros chequeos de rigor: corazón, pulmones, presión arterial.

Enseguida, le ayudó a desvestirse y la acostó boca arriba procediendo a revisarle los senos, el vientre y las piernas. Mi preciosa Anna me miraba intermitentemente con semblante de temor y pena.

Cumplida la segunda etapa, le pidió que se diera vuelta. Mientras giraba, la guerita volvió a mirarme como implorando que de alguna manera la confortara. Entonces me acerqué a la cama, tomé su mano y le di algunas palmaditas en los hombros y la espalda.

La doctora le revisó los glúteos y la parte posterior de los muslos comprobando que no tenían indicios de celulitis.
Enseguida, le dijo: “te voy a causar una pequeña molestia para tomarte la temperatura por vía rectal”. La encantadora paciente asintió con la cabeza y paró ligeramente el culito. La doctora le separó las nalgas y le introdujo el termómetro que se deslizó lentamente hasta quedar tan sólo una tercera parte afuera.

Mientras se hacía la medición, Sonia la animó diciendo: “Dame por favor la receta Anna, para conservar el peso ideal y una piel tan tersa. Y mirándome a mí me dibujó con sus dedos el signo de excelsitud. Yo me sentí ancho. Extraída la barrita, mi preciosa Anna suspiró en actitud de relajamiento.

Enseguida Sonia la hizo sentarse y le explicó: Mira Anna, hay estudios muy serios acerca de la importancia de mantener la flora intestinal en perfecto estado, lo cual contribuye a conservar una salud total. Ya le había explicado a tu esposo (así dijo ella y a mí me dio un vuelco el corazón) que si tú estás de acuerdo, podríamos aplicarte un tratamiento a base de lavativas fortificantes. No se si tengas alguna objeción. La guerita, algo nerviosa, respondió: No, Sonia, para nada, si tú crees que es algo favorable pues, Ala! Estoy de acuerdo.

La doctora continuó: Bueno, entonces voy a hacerte una pequeña inspección rectal. Y colocando las dos almohadas apiladas la hizo acostar con el pubis encima de ellas y separándole de nuevo los glúteos me pidió a mí que le lubricara la estrecha abertura. Así que me aplicó una generosa cantidad de lubricante en los dedos y yo le fui introduciendo a mi preciosa Anna el índice y el cordial juntos tratando de dilatarle el esfínter. Por instrucciones de Sonia, la tuve penetrada mientras ella preparaba una cánula especial bastante gruesa. Sentí que las nalguitas de Anna palpitaban; su piel se puso chinita y muy fría.

El momento dramético vino cuando Sonia le empezó a introducir la recia cánula. La guerita emitió primero una leve queja, luego brincó muy nerviosa y después gritó muy fuerte: ¡No, por favor, Sonia, no, no, me duele mucho, espera!

La doctora me miró indicándome que la asistiera, así que me incliné musitándole: Mi vida, ten calma. Pero a cada arremetida del tosco instrumento, Anna me apretaba la mano, gritaba más fuerte y las lágrimas le brotaban como chisguete. Su precioso culito estaba crispado, tenso y se mantuvo así hasta que la cánula quedó totalmente cubierta. En ese momento Sonia le indicó: respira hondo Anna, tres veces. Y esa terapia la relajó bastante.

Después de observar a través del instrumento el estado de la mucosa intestinal, Sonia le extrajo lentamente la gruesa cánula, hasta quedar ésta totalmente liberada, momento en el cual mi guerita respiró profundo, se apretó ella misma el culo, me miró con los ojitos llorosos y me dijo: Carlónimo, me dolió mucho, no sabes… mucho.

Le apreté la manita y le di un beso en los labios. A partir de ese momento la ví más tranquila.

Terminado el examen, Sonia le indicó que se vistiera y una vez con la bata puesta, escribió la receta y le dijo: Te vas a aplicar ocho inyecciones de ontioxidantes, una diaria y siete lavativas, una cada noche. Y no te preocupes, lo pesado era el examen, pero este ya pasó. Te portaste muy valiente pues hay personas que se desmayan por el intenso dolor.

Hasta entonces entendí la clase de examen que le habían practicado a mi preciosa Anna. Yo en lo personal, sufrí con ella pero también me excité al extremo.
Después de eso fuimos a comer y a comprar los medicamentos, luego acudimos a visitar un rancho vecino que es propiedad de otro buen amigo mío.

Esta semana es un poco difícil por ser atípica, pero tengo la esperanza de poder contarles mañana la visita al rancho y la primera sesión del tratamiento.

Un fuerte abrazo a todos y a mi guerita, muchos besos.

Verónica -

Hey Carlónimo… Es verdad lo que afirmas en referencia a tan diversos relatos… se hace y se deshace, se interpreta y malinterpreta cada idea en inimaginables escenarios mentales dentro de cada gentil ser. Es lo interesante de expresar opiniones, dicho sea de paso…
Recuerda que en el relato, Johny estaba describiendo los acontecimientos que veían sus ojos y su corazón, por lo tanto la descripción de Tomás debía ser plasmada con un tinte de rabia, ¿no crees?. Ya vendrá una inspiración más afín a lo que ustedes gustan y que les hace vibrar.
En cuanto a tu relato… caray, cada día se tornan más espléndidos tus escenarios, y también sumamente sensual de pies a cabeza.
Por un momento, me pareció que estaba teniendo lugar ante mis ojos, la esencia de un amor tan hermoso y puro, que conmueve hasta la médula, una escena de cuento de hadas viviente. Por lo tanto, dejen que el mundo gire, mientras puedan contemplarse mutuamente. Y vaya, no pude evitar estremecerme de gusto y pasión, al conocer aquéllas eróticas vivencias. Gracias por compartirnos parte de tus angelicales hazañas. No te detengas. Ha, y no nos dejes con la duda de aquéllos tratamientos médicos a los que iban a someterse, es el espíritu mismo de este querido blog…

Carlónimo -

Querida Vero, no es cuestión de ofrecer disculpas cuando se ha generado un relato tan interesante comno el tuyo. Ocurre que lo que escribimos produce muy diversas reacciones, a mí me ha pasado varias veces que genero algún texto esperando se entienda de una manera que me parece obvía y me llevo la gran decepción, pues lo entienden en otra forma que a mí ni se me ocurrió.

El personaje Ada se me reveló como anormal cuando afirmaste que Tomás era “asqueroso”. Tal vez tomé muy en serio ese atributo que tú manejaste sin tanto encono. Por favor, sigue escribiendo pues lo haces muy bien, a mí me gusta mucho tu estilo. Y sí estás lista para fabricar muy buenos relatos.

Me doy por enterado de tu decisión acerca de Rodriguito. A ver qué sale, es muy emocionante tratar acerca de una chica tan guapa como tú.

En cuanto a mi preciosa Anna, me encantó la forma en que inició el relato de nuestro encuentro.

Como “eco de tu voz” me complazco al sentir que “me creces dentro” y permanezco “a la deriva detrás de tus caricias”

Comienzo igual que tú, con un profundo suspiro, porque recordar es vivir… ese precioso momento en que “no hubo palabras” sino “sólo amor puro” y que nos llevó a abrazarnos “inconscientes de toda la gente que nos rodeaba.” Sólo ví tus ojitos cerrados y sentí la enjundia de tus labios y de tu lengua que me tallaban el rostro ¿Por cuánto tiempo? No lo sé… por una eternidad yo creo, pues tenerte en mis brazos es el cielo y en él se pierde la noción del tiempo.

Durante el viaje, como tú dices: “no podíamos dejar de vernos” y de celebrar esta grata coincidencia, al grado que dos horas no fueron nada. Cómo disfruté la cálida certidumbre de saber que estabas conmigo.

Y luego, ya en el hotel, cómo olvidar ese momento en que salí de la ducha y contemplé tras el enorme ventanal, el manso río y la cañada galardonados por tu preciosa figurita recostada boca abajo sobre la cama, en baby doll, disfrutando la contagiosa tambora sinaloense que nuestro buen amigo Gil te regalara.

Estabas en verdad emocionada transmitiéndome tu alegría: “Qué dicha tan grande la del hombre que espera a su fiel compañera, la dueña de su amor”.

Te pusiste de pie, me abrazaste y trataste con muy buen éxito de bailar esa contagiosa polca que nos hizo girar, saltar y terminar con una vuelta de campana que te precipitó sobre la cama y a mí encima de ti buscando con desesperación tus besos.

Después de una intensísima refriega en que nos restregamos los labios y recorrimos con fragor las zonas erógenas de nuestros respectivos cuerpos, aventaste el baby doll y separando las piernas incitaste una profunda penetración vaginal que yo sentí muy suavecita y ajustada. El intenso placer nos hizo estremecer, jadear, retorcer, gritar y permanecer a la postre inmóviles, colapsados por la súbita explosión de nuestros más ardientes efluvios.

Después del fogoso momento, ya dispuestos a participar en la esperada fiesta, te estuve acompañando mientras te vestías y arreglabas. Tu ropa interior, como siempre muy propia, breve, tierna, erótica, delgada. En estricto color negro para que coincidiera con el espléndido vestido de corte recto que alargaba tu figura y delataba la excelsitud de tus eróticas formas. El peinado: sencillo, expresión de libertad y sinceridad. El maquillaje, lo mismo, tan sólo un leve realce de los sensuales visos y crepúsculos con que la naturaleza te ha colmado. En poco tiempo lucías elegantísima, en verdad preciosa.

Erguido, orgulloso, feliz de acompañar a tan encantadora dama, entré al salón principal llevándote del brazo, sabiendo que muchísimas personas se ocupaban en recorrer tu agraciada figura. Y tú, como una diosa, con cada paso, con cada movimiento de tu cadera y de tu cintura, despertabas las más sentidas emociones.

Nos sentaron en la mesa de honor frente al panorámico ventanal, donde departimos con el Alcalde de la ciudad, el dueño del hotel, la doctora Ávila y sus respectivos consortes. Entre los ocho se dio una muy buena empatía. Los deleitaste con tu agraciado estilo, conversamos en confianza, brindamos, participamos en diversas tandas de baile, e hicimos planes para reunirnos de nuevo más adelante.

Cómo disfruté de tu presencia, mi preciosa Anna. Hablabas derrochando salero. Tenías muy atentos y sonrientes a los varones; y a sus esposas encantadas de hacer buenas migas contigo.

De la tierra de Gil bailamos el entrañable “Sinaloense” que te emocionó hasta el extremo.

http://youtu.be/04Burx5dl34

De mi mera tierra bailamos y entonamos el Juan Colorado.

http://youtu.be/U_LIW_g38dQ

Y muchas otras piezas que a mi guerita la traían loca y a mí chiflado nada más de verla a ella.

Pero lo mejor vino en la parte baja, cuando predominaron las canciones románticas y los dos muy abrazaditos, mejilla con mejilla, nos dijimos al oído lo mucho que nos amamos: “Yo también te quiero, hombre consentido. Y te doy todo mi amor.” Traigo “un atuendo muy especial para mostrarte cuando estemos solos. Estoy feliz de estar de nuevo contigo en este país tan guapo. Te amo.”

Así que después de gozar la última tanda y deleitarnos con la vorágine de fuegos artificiales, nos retiramos por fin a nuestra habitación con el solo deseo de amarnos.

Tras retirarte el vestido te dije que tu ropa interior me excitaba muchísimo. Pero tú me dijiste: espera Carlónimo, que eso no es todo, como ya te dije, tengo un regalo muy especial para ti esta noche. Y después de pasar al baño saliste dejándome con la boca abierta, paralizado.

Lucías uno de eso trajes clásicos artísticamente confeccionado en hilo negro, muy escotado de arriba, con una brevísima panty que dejaba gran parte de tus espléndidas nalguitas a la vista, y un sensualísimo liguero que sujetaba las oscuras medias.

Me quedé perplejo, no sabía por dónde empezar, pero tú me rescataste acostándote boca arriba, elevando tus piernas eróticamente, girando el cuerpo para ponerte boca abajo y ofrecerme el culito provocativamente, flexionando las rodillas y sugiriéndome desengancharte las tiras del liguero.

Me coloqué sobre ti a horcajadas y desligué poco a poco los tirantillos, elevándolos alternadamente para besar y lenguetear tus respingados cachetes. Me deleité en la contemplación de esos eróticos cintillos y sus respectivos broches metálicos que colgaban flanqueando tus blanquísimas y carnosas nalgas.

La desquiciante experiencia de verte ataviada en semejante forma me hizo succionarte con deleite el clítoris hasta desprenderte un primer orgasmo. Gimiendo y retorciéndote de placer me pedías que te penetrara, así que te introduje mi pene por la vagina, recreándome en verlo correr de ida y vuelta en ese ardiente reducto, engalanado por el sensual liguero con los cintillos sueltos y el complemento visual de las oscuras medias que ceñían tus blanquísimas y torneadas piernas.

El solo saber que eras tú la que estaba en mis brazos, identificar tus preciosas nalguitas entregadas, oír tus ardientes lamentos y tu graciosa voz diciéndome: ¡guapo, majo, cómo te amo! me hicieron explotar un extraordinario vendaval de esperma, al cual respondiste gritando mi nombre y enjutando con desesperación el culo.

Tú “sí que tienes sangre en las venas”

Las restantes dos horas de tan esplendorosa noche las disfrutamos muy abrazaditos, descansando.

Verónica -

Hola a todos:
No pude evitar estallar en carcajadas por sus comentarios, parece que algunos se molestaron, y otros se indignaron, y, francamente, en ningún momento fue mi intención, solo intentaba relatar algo que surgió de la nada, y que, creí, sería agradable, pero cometí un error, y me disculpo… Dejé el relato inconcluso, porque tenía mucho trabajo, y me imaginé felizmente, que personas que no han hecho relatos, podrían relatar algo muy sensual, como una continuación exuberante que nos hiciera volar a todos, o una combinación de locuras, un rompecabezas erótico, incluso una continuación fantástica del buen Carlónimo, pero me equivoqué una vez más.
En cuanto a Rodriguito, pues, creo que sí viajaré con él, y no solo para beneplácito de ustedes, sino que, ya se terminó mi relación amorosa.
Antónimo: Quizá relate alguna experiencia personal, pero francamente, no creo que sea de tu agrado jaja… Con respecto a tu artículo: Estoy de acuerdo en que el mayor porcentaje de personas con ese tipo de problemas sexuales, son por causas psicológicas, y lógicamente, por no tener la estimulación adecuada por parte de la pareja, pero ojo, solo el mayor porcentaje, ya que para mí no es un mito que exista la enfermedad como impedimento real, sin que influyan los problemas emocionales, aunque estos surgirían posteriormente, debido a la difícil situación.
Efectivamente, el cerebro debe ser estimulado en estos aspectos, y adivina que… Un psicólogo que prefirió permanecer en el anonimato afirma que mientras más inteligente es una mujer, más excitante resulta como compañera sexual, y las más listas son más propensas al orgasmo que sus menos brillantes amigas, porque, mientras más letrada y segura sea, más preparada está para pedir lo que quiere, y si ha usado la inteligencia para aprender lo que quiere y como conseguirlo, puede dar más placer sexual…¿Qué opinas?. En contraposición, Harol Gale afirma que a las mujeres inteligentes no les gusta el sexo… ya que están demasiado ocupadas en sus tareas cotidianas… ¿Qué tal?
Hilda: Disculpa, pero así tome tu comentario de: “Soy demasiado fiel a mi hombre” “Solo un encuentro casual”, no sabía que causaría semejante revuelo en ti, así que me abstendré de hacer comentarios con respecto a tu persona, y te ofrezco una disculpa ¿ok?
Carlónimo: Nunca fue mi intención atribuir características tan personales a mis personajes, tales como una enfermedad mental, y otras cosas más, a las que haces alusión, de hecho, eso sería promiscuidad jaja… En fin, todo indica que no estoy lista para fabricar buenos relatos aún, por lo tanto, te cedo la pluma…
No dejes de relatarnos las vivencias que compartas con Anna.
Saludos

Anna -

http://www.youtube.com/watch?v=jx6tlCJ0xYg&feature=related

Anna -

¡Tantas sorpresas que no se por donde comenzar! Mmmmm .... ¡comienzo con un suspiro!

Os cuento que antes de salir de Madrid, me encontré con la hermosa letra de la canción "Gema", ¡que letra más hermosa! He estado durante todo el trayecto recordándola y pensando en mi amor.

Yo también te quiero, hombre consentido. Y te doy todo mi amor.

Después de aguantar once horas de viaja, que fueron interminables por desear sentirme entre los brazos de mi Carlónimo, he llegado al aeropuerto de México, que no por conocerlo previamente deja de impresionarme. Al salir del área de aduanas me encontrado con Carlónimo esperándome y en cuanto lo vi, no pude quitarle los ojos de encima y caminé más rápido para encontrarme por fin con él y fundirnos en un hermoso abrazo. En el primer momento no hubo palabras, solo amor puro, luego nos dijimos cuanto nos amábamos y cuanto deseábamos vernos. Carlónimo me ha preguntado si estaba cansada, yo le respondí que un poco pero que junto a él, el cansancio se me olvidaba. Nos volvimos a abrazar y nos besamos, inconscientes de toda la gente que nos rodeaba.
Nos fuimos juntos del aeropuerto rumbo a Puebla, durante el viaje no podía dejar de verlo y de vez en cuando admiraba el hermoso paisaje que tiene esa carretera.

Recién acabamos de llegar al hotel, es un hotel magnífico, muy hermoso, y junto a Carlónimo me parece extraordinario. Ahora mismo, mi amado Carlónimo, está tomando una ducha y yo entro al blog a contarles cómo ha estado mi viaje y el primer encuentro con Carlónimo y me encuentro con esa música tan diferente para mi, que nos ha dado Gil. Muchas gracias Gil, no había escuchado nada similar, Carlónimo tendrá que enseñarme a bailarla, la letra es hermosa, muy bonita. Voy a decirle que si me enseña a bailar ese tipo de música, que no se cómo se llama, yo le enseño a bailar un pasodoble. En Sinaloa, si que tienen sangre en las venas y mucho amor para dar, debe ser una tierra hermosa como lo es todo México.

Bueno chavales, me dispongo a disfrutar de Carlónimo, hoy tendremos una fiesta y yo estoy muy ilusionada por asistir con él. Mañana me va a auscultar la doctora, estoy un poco nerviosa pero ya os contaremos.

Mi amor:

Ya tengo listo el vestido para en la noche, y además un atuendo muy especial para mostrarte cuando estemos solos. Estoy feliz de estar de nuevo contigo en este país tan guapo. Te amo.

Gil -

Para la encantadora Anna, espero que hoy bailes así con Carlónimo la música de mi tierra Sinaloa, México.

Dense una vuelta por acá, aquí hay cariño del bueno.

http://youtu.be/5xOHgJbNJJM

Carlónimo -

La estrategia de Hilda

Llegué puntual al café y Julián ya me estaba esperando sentado en una de las primeras mesas. Me aproximé sintiendo que su mirada me recorría todo el cuerpo, en especial la cadera y las piernas. Me sentí un poco cohibida pero también excitada.

Después de ordenar un café y un strudel de manzana, yendo al grano me dijo: Hilda, no se lo que tú sientas, pero yo no estoy dispuesto a perder la oportunidad de decirte que te quiero.

Sonreí diciéndole: Julián, no vayas tan deprisa, me alegra tu compañía pero tengo novio. Lo que siento por él es cosa mía y lo que me agrada vivir contigo es también una elección mía que sabré mantener o intensificar según me vaya sintiendo. No me compliques una situación que ya es algo delicada.


Pareció conformarse pero a la primera oportunidad me acercó los labios pidiéndome un beso. No accedí a dárselo, pero puse mi mano sobre su pierna y le dije: Tranquilo, Julián, estás muy ansioso y eso no es bueno. Mientras yo siga con José Luis habrá cosas que pueda hacer contigo pero ni por asomo iré por la calle como si fuera tu novia.

No te sientas mal, tú eres para mí un amigo muy especial. Te he brindado tanta confianza que has llegado a inyectarme ¿No te parece una muestra inequívoca de afecto? Ni siquiera José Luis me ha hecho eso.

Bueno, lo hice una vez, me dijo, y fue porque mi madre no estaba… ¡Tranquilo! repuse, la verdad es que me gustaría que siguieras haciéndolo porque a mí me asustan mucho los pinchazos pero contigo es diferente… Hoy tengo que aplicarme la penúltima inyección y si no tienes inconveniente me gustaría que tú lo hicieras.

Desde ese momento lo ví más tranquilo pero consultaba su reloj con mucha frecuencia. Cuando dieron las seis casi me empujó para salir hacia mi casa y cuando llegamos miraba para todos lados pues quería saber si alguien vivía conmigo. Le dije que vivía con mi hermana quien llegaría en cualquier momento. Eso no iba a ocurrir, pero así lo mantuve disciplinado.

Sólo convivimos un rato, yo no quería tenerlo demasiado tiempo en mi casa. Así que, haciendo un súbito corte en la conversación, le entregué la medicina y la jeringa, levanté confiadamente mi vestido, replegué la pequeña panty y me acosté sobre el sofá de la sala sintiendo que mis extensas nalgas y mis piernas lo cautivaron. De hecho sentí cómo su respiración se agitaba y casi podía escuchar los intensos latidos de su corazón.

Yo, por mi parte, estaba disfrutando muchísimo aquel momento tan significativo. Era la primera vez que me encontraba en intimidad a merced de la jeringa de un hombre por quien sentía algo más que amistad y que se encontraba terriblemente excitado por mi causa.

De manera que el miedo pasó a segundo plano y me puse chinita al sentir sus dedos que recorrían mis cachetes, hurgaban el sitio correcto, delimitaban la zona de punción y palmeaban cariñosamente mis glúteos cuando la densa sustancia me estaba siendo aplicada.

Yo sentía que mis nalgas temblaban y no de miedo, sino de excitación, los labios vaginales se me estaban perlando. Nerviosa apreté el compás de las piernas, respiré profundo, agité mi cabeza tratando de desviar su mirada del punto que me causaba un mayor conflicto, pero todo fue en vano. Cuando terminó de inyectarme, mientras me aplicaba el consabido masaje de rigor, sentí cómo la emanación vulvar me escurría por el muslo izquierdo.

Sólo cerré los ojos y apreté con desesperación las piernas, pero la inevitable pregunta de Julián: “¿Quieres que te acerqué pañuelos desechables?” terminó de abatirme.

Levantándome resueltamente contesté: “No, déjalo”. Me puse de pie rápidamente, alcé la panty sintiendo cómo se me extendía la humedad por toda la parte baja de los glúteos, me cubrí con el vestido y lo encaminé hacia la puerta diciendo: “¡No sabes cómo te agradezco que me ayudaras Julián! Y también el estrudel y la conversación y todo. Bueno, la pasé muy bien, te veo luego”

Con la imagen de un Julián perplejo a quien casi empujé para que se alejara, cerré de golpe la puerta, me quedé por un momento inmóvil con la mirada perdida en lontananza. Salí corriendo al baño al sentir que la secreción vaginal me escurría a toda prisa por las piernas.

Querida Vero

Tu relato tiene partes muy eróticas, la descripción que hizo John del cuerpo de Ada, sublime. Parecías llevarnos a un final de gran acción pero eso no ocurrió y creo que ese es el motivo de molestia de Antónimo.

Después, en efecto, Tomás le madruga la chica a John, se solaza aparentemente con ella y desconocemos qué más pasó.

A mí no me inquieta componer la posición de John, él jugó su carta, parece que perdió y podría tratar de acercarse nuevamente a su amada, pero no se si ella lo acepte.

En cuanto a Tomás, lo presentas como un hombre burdo, corriente, asqueroso en quien, sin embargo, Ada depositó su confianza y se le entregó, lo cual confirma la pavorosa inestabilidad de la chica.

Es justamente ella la que me preocupa como persona pero no sabría qué pensar si no conozco su estado mental. Por los antecedentes y en función de su comportamiento final, yo diría que padece algún quebranto emocional bastante serio, o inclusive una alteración mental.

Nuestra distinguida psicóloga tendrá que orientarnos al respecto.

En cuanto a tu decisión, querida Vero, yo no la repruebo. Por el contrario, creo que nos da pie para generar escenarios muy eróticos. Ya veremos qué pasa.

Comentario para todas mis amigas-amigos:

Yo mes siento muy feliz de estar con ustedes conversando y compartiendo escenas y vivencias, además de estar con la mujer a quien amo. Para mí es un momento de felicidad, me siento completo.

Pero ¿ustedes qué piensan, vamos bien o enderezamos? Estoy esforzándome para mantener un escenario participativo, que no envuelva a dos o a tres, sino a todos. Si la guerita o yo a veces los aburrimos cuando estamos demasiado acaramelados, discúlpennos, son cosas del amor. Pero estamos concientes y tenemos el propósito de involucrar a todos en una grata convivencia.

Por eso es que les pregunto: ¿Cómo se sienten, vamos bien o rectificamos?

La pregunta es para todos, incluyendo a: Hilda, Verónica, Ángela, Paty, Gil y todos los que leen y no se han comunicado ¡Anímense a participar!

Que pasen un excelente fin de semana. Un fin de semana muy especial que yo pasaré con la mujer de mis sueños, la preciosa Anna.

El lunes les empiezo a contar cómo vamos y ella seguramente también lo hará. Pero seguimos también con los otros escenarios ¡Claro!

Carlónimo -

Muy buena pieza Vero, luego opino ¡Un abrazo!

Mi muy estimado Luis Alberto el manager de los hospederos poblano-veracruzanos ¿Cómo estás hermano?

¡Carlónimo! qué gusto, tanto tiempo sin vernos ¿qué pensaron, estarán en mi nuevo hotel?

¡Por supuesto! Ya consulté con mi preciosa Anna y está de acuerdo en todo. Creo que el sitio le va a encantar.

Lo van a disfrutar muchísimo, son habitaciones ultraconfortables, con una vista increíble del río y de la montaña. Una panorámica ¡a doscientos metros de altura! Y la fiesta que tendremos de inauguración será espléndida, con dos orquestas para bailar, la cena amenizada con música de cuerdas y al final mariachis.

Mi preciosa Anna, amor mío, mañana viernes es la cena y no quiero que nos la perdamos. Se que llegas a las 15:00 horas, tiempo de México y que vas a estar algo cansada. Pero quiero pedirte un esfuerzo muy especial, de manera que te recoja en el aeropuerto y nos vayamos enseguida al Estado de Puebla, no son más de dos horas de camino, así que llegaremos allá como a las 18:00 horas. ¿Vas a traer el vestido de noche negro que me comentaste? Yo te compré un collar muy bello. Estoy seguro de que te vas a ver preciosa ¡Siempre lo estás, mi vida!

La doctora estará en la fiesta y me ofreció que puede auscultarte mañana mismo, o bien el sábado.

El sitio es de ensueño y junto a ti… ¡el paraíso!

Que tengas un excelente viaje. Mañana te veo, preciosa.

http://youtu.be/VP65DLEkBf4

Hilda -

Querida Vero, respecto a mi decisión con Julián, lo que yo decidí fue:

“El me gusta mucho pero me asusta que hable de noviazgo porque yo no deseo ser su novia. Me agradó que me inyectara y que me besara y si se porta romántico hasta llegaría a acostarme con él pero de una manera casual. No deseo que me presione pues no quiero llegar al compromiso.”

Eso es muy distinto a que yo tenga una “conciencia castigadora” como la de Gastón. Me uno a la exclamación de Antónimo: ¡CHALE!

Antónimo -

Hola chavas y chavos

Oye Vero, tú tienes el derecho de manejar tu vida como quieras, eso no lo pongo en duda. Pero no tienes el de privarnos a todos de tus encantos. Yo estaba que me deshacía por verte en acción con Rodriguito Eso sí que prometía y nos sales con tamaño fiasco ¡Uuufff!
No se vale ¡de plano no se vale! Tendrás que hacer algo para compensarnos la sensible pérdida. Propongo que nos cuentes alguna experiencia personal muy erótica.

No tengo tan mal gusto que pudiera llegar a mentadas de madre y menos con una dama tan bien dotada. Pero lo cierto es que tu relato nos deja también a muy medias tintas ¿De qué se trata?

El tal John, pues que se ponga abusado con Ada y que deje de horrorizarse por lo que hizo el eficiente Tomás, quien se la bajó “gacho”.

¿Que qué hicieron en el consultorio? Pues no creo que se hayan puesto a intercambiar recetas de cocina. Por los antecedentes de Ada (“volátil experiencia encima de la lavadora y convivir con un hombre de otra raza.”) imagino que el buen Tom, después de meterle algunos buenos pinchazos en las nalguitas, “se la chutó” hasta por las orejas ¿o no? Pero tampoco lo cuentas, yo creo que quieres enfermarnos de los nervios a todos.

Porque miren lo que acabo de leer hoy mismo. El artículo titulado: Los malos amantes apagan el deseo” afirma que “la frigidez es un mito más, porque 9 de cada 10 pacientes que creen padecerla enfrentan, en realidad, un conflicto emocional, falta de juego erótico o de creatividad por parte de la pareja”

Nadia Serrano, psicóloga especialista en sexualidad dice que: “la mala comunicación en las parejas puede cotidianizar las relaciones sexuales, causando pérdida de interés”

Por su parte, Genaro Tinoco, Jefe de Ginecología del Hospital General del IMSS, dice que; “El órgano que más se debe estimular es el cerebro, principalmente con juegos eróticos”

Está muy claro que lo requerido son: juego e imaginación, así que yo imaginaba que nuestras preciosas e inquietas chicas dejarían el nombre del blog muy en alto y le darían cátedra a sus inquietos pero bisoños pretendientes.

Entonces… cómo es que nos salen conque: “creo que me abstendré de viajar con él, primero, me gustaría conocerlo más a profundidad…” Chale!!!!

Y luego eso de que: “Veo que la preciosa Hilda comparte una conciencia tan castigadora (o escrupulosa diría yo) como la mía y la de Gastón” Sopas!!!!

No vayan a terminar aplicándose latigazos y baños de agua helada. Al rato van a querer exorcizar a Carlónimo y a su espléndida y aventada guerita Anna.

¡No maaaaaaanchen!

Verónica -

¡Hola chicos!.. Espero que hayan iniciado la semana de manera extraordinaria, y llena de ánimos… Les deseo un día hermoso…dedíquenlo hoy a ustedes, dediquen momentos a la contemplación, busquen todo lo positivo de ustedes y exáltenlo…
Gracias a Carlónimo por leerme detenidamente, y por esa buena vibra que se que comparte con todos los demás. No dejes de dedicarnos tan preciosos relatos.
No puedo evitar sentir debilidad por Rodriguito, sin embargo, creo que me abstendré de viajar con él, primero, me gustaría conocerlo más a profundidad, y quizá pedirle la aplicación de algún inyectable. Veo que la preciosa Hilda comparte una conciencia tan castigadora como la mía y la de Gastón.
Anna y Carlónimo: Ojalá puedan relatarnos detalladamente su nuevo encuentro por mis bellas tierras, veo que será algo tan candente, como fuera de serie. No dejen de asistir al médico, ni a casa de Eulogia, seguramente habrá muchas sorpresas.
Ha… les presumo un poema que me dedicaron… http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3DROLbO2Ln0AE&h=b545b
Por otro lado, construí un relato, que espero, sea de su agrado… de lo contrario, pueden mentarme la madre por mail.
Diario de Jonathan…
Ada es una chica con un nombre peculiar, la conocí en un evento laboral, y así comenzó una gran amistad entre ambos. Nos gusta pasar largas horas tomando café, y hablando de temas que nos incumben, desde nuevos avances científicos, hasta la cita con alguna persona. Una vez, me relató algunas de sus fantasías sexuales más candentes, como un encuentro casual con algún hombre mayor y adinerado, una volátil experiencia encima de la lavadora, y convivir con un hombre de otra raza.
Debo confesar que, nuestra amistad es solo una sombra, ya que sueño todos los días con poseer sus labios, sólo comencé a tratarla como una luciérnaga como preámbulo para tratar de que alguna vez, pueda fijarse en mí.
Suele ser muy discreta, pero sabe cómo llamar la atención de la gente a su alrededor, ya que posee un tinte de modelo cuando pasea de aquí para allá, luciendo su larga y ondulada melena color oro, anonadando a todo espécimen que se topa a su paso. Su piel casi transparente contrasta con unos ojos color miel, y una bella nariz respingada, sus labios, naturalmente rosados y de formas extraordinarias, son mis delirios desde la primera luz del día, hasta el anochecer, cuando, me quita el sueño y la respiración el solo pensar en ella. Su cuerpo es un verdadero monumento artístico, debería estar prohibido mirarlo: Tiene un cuello de cisne, largo, blanquecino y suave como la piel de un durazno, sus senos anuncian que los más bellos paisajes mundialmente conocidos, no son nada a su lado, tiene una bella y pequeña caderita que me enloquece cuando provocativamente la mueve al caminar, y sus bellas nalguitas, tan pronunciadas, tan abultadas son meneadas, como bailando la melodía mas celestial y deliciosa, nunca antes conocida por seres vivientes.
He aquí lo que sucedió recientemente: Resulta que su estado de salud estuvo extremadamente débil, ya que se sometió a una peligrosa dieta cuya falta de vitamina B-12 se hizo tan notable, que su piel parecía trozarse, y sus ánimos eran bastante decaídos e incluso nefastos, hubo varias ocasiones, en las que me gritó sin razón, y yo, con toda la paciencia del mundo, solo trataba de imaginarme que estaba en sus días difíciles.
A la semana siguiente, fue internada por un par de días debido a su lamentable estado. Tras un análisis clínico, y varias consultas médicas, recibió un tratamiento largo de inyectables de dicha vitamina. Obviamente, ahí estuve en todos aquellos momentos difíciles, brindándole todo mi apoyo a mi dulce desliz, y soñando quedamente con poder tocar el cielo en ella. Muy preocupada, y casi al borde de las lágrimas de terror, comenzó a cuestionarme acerca de mis experiencias personales con inyectables de ese tipo, y por supuesto, si yo conocía a alguien que lo supiera hacer adecuadamente. Entonces, ni corto ni perezoso, le ofrecí mis servicios, ya que aprendí exitosamente a aplicar todo tipo de inyectables, digo, todo era por su bien, y claramente, estaba dispuesto a erradicar esa debilidad que la asechaba jeje…
Entonces, y de inmediato, me dispuse a comprar los medicamentos correspondientes a un mes, con sus respectivas jeringas, quedamos en iniciar el tratamiento esa misma noche, mientras tanto, la llevé a su casa a descansar, le serví su comida, y velé su sueño. No podía dejar de pensar en que momentos después, sería poseedor de aquellas bellas nalguitas que me hacían estremecer de excitación, y aunque traté de distraerme, volvía siempre aquella imagen a mi mente.
Por fin despertó de su sueño, y fui a atenderla como se debe, le dije que era hora de recibir la primera inyección, y aunque se quejó, no tuvo fuerzas para disuadirme, por lo tanto, como alma que lleva el diablo, decidí preparar el medicamento, y ante mis órdenes de acostarse boca abajo, y descubrir sus bellas nalguitas, hizo un gesto de desaprobación, obedeciendo solo a medias. La bella panti color rosado con encajes a los lados, solo fue desplazada una mínima parte, ante esa belleza blanquecina tan bien proporcionada y firme, decidí, bajarle la panti no hasta las rodillas, sino hasta los tobillos, la vista era extraordinaria, inmediatamente sentí un espasmo en mi ya abultado pene, afortunadamente, ella escondió su rostro entre su almohada y sus brazos, y decidí disfrutar esta aventura pausadamente, así que coloque el termómetro dentro de su pequeño y rosado orificio anal… Entonces ella se estremeció y volteó enojada: “Que rayos crees que haces”, me reclamó, y yo, ya muy nervioso le explique que la temperatura rectal era la más precisa. Ella volvió a relajarse, pero se notaba molesta, hasta que apreté ambos glúteos con el termómetro en medio, Ada comenzó a restregarse los edredones de la cama en la vagina. Entonces, terminamos de tomarle la temperatura, y procedí a aplicarle el medicamento. Primero, le desinfecté el glúteo derecho con un algodón empapado en alcohol, y sin titubear, clavé la gran aguja dentro de tan tersa piel. Cuando empecé a apretar el émbolo para introducir la medicina (que, por cierto, era bastante espesa), ella comenzó a llorar, y movía sus pequeños piecitos, que lamentaban el dolor que la asechaba. Rápidamente… al tiempo que seguía adelante con la jeringa, ubiqué con la otra mano el pequeño clítoris, y estimulé a mi sueño viviente, para disminuir su dolor, y claro, aprovechando el cumplimiento de todo aquello que siempre había estado presente en mi paraíso mental. Cuando saqué la jeringa de la nalguita, le di un pequeño masaje, y ella me agradeció, pero su rostro estaba rosado de la vergüenza que sentía.
“Descansa, mi reyna”. Dije, dispuesto a irme, pero ella me guió su mano hacia mi pene, de por sí ya erecto, y no pude aguantar las ganas de introducirme en su piel, el jadeo fue de lento a turbulento, hasta que, terminamos exhaustos. Al día siguiente, nadie podía quitarme la cara de estúpido que traía en el rostro. Estuve todo el día pensando en ella y en lo que podría seguir, después de todo lo que había pasado. Al fin pude contemplar la belleza más sutil de la tierra, y estaba próxima a ser mía…
Pero me equivoqué, ya que ella explicó por escrito, que no querría arruinar una amistad tan bella, la mejor que había tenido, y que, lo mejor sería dejar de vernos un tiempo, y buscaría a otra persona para que la inyecte. Realmente, mi corazón estaba destrozado, pero no podía llorar, mi corazón estaba seco.
Entonces decidí espiarla: La seguí hasta una farmacia cercana a su casa, y vi a lo lejos, que se introducía al establecimiento, para pedir una ampolleta. El farmacéutico era un fanfarrón, no le quitaba la vista de encima, y me dieron ganas de molerlo a palos, pero recordé que estaba fisgoneando, y no tenía derecho a hacerlo. Después de cobrar el medicamento a la bella Ada, se presentó como Tomás, y pidió a todos sus empleados que se retiraran a comer, al tiempo que cerraba el establecimiento, entonces le preguntó a ella, si deseaba ser inyectada ahí mismo, bajo sus asquerosas manos, a lo cual, ella accedió. El corazón me dio un vuelco, pero no pude moverme de mi lugar. El tipo, tiró las cajas de los estantes para tomarla por la cadera y sentarla justo ahí para un encuentro apasionado antes de la inyección, ella accedió voluntariamente. Vi horrorizado como, después de besarla y manosearla, la introdujo al consultorio médico, y de ahí no pude ver más…
1. ¿Qué significan las fantasías de Ada?
2. ¿Será verdad que no existe una amistad verdadera hombre-mujer?
3. ¿Creen o desean que Ada recapacite su postura acerca de aceptar al buen John?, Si alguien desea continuar o expandir esta historia, le doy luz verde, nada me daría más ánimo.
4. ¿Qué habrá pasado con Tomás en el consultorio?
Saludos a todos (as)

Anna -

Hilda:

Muchas gracias por la canción que nos has dedicado a Carlónimo y a mi, me ha gustado mucho.

Amor mío:

Me alegra mucho que se haya causado tanto revuelo por mi llegada. Estaré ahí el viernes y estaré encantada de asistir a todos esos lugares que me cuentas, también iré con la doctora y si dispone que necesito ese tratamiento, estaré de acuerdo en aplicármelo siempre y cuando seas tu, amor mío, el que se encargue de eso.
Y sobre la visita con Eulogia, será mejor que a mi no me inyecté por ahora porque ya tendré bastante con el tratamiento que me aplicarás, pero me encantaría que te pusiera la vacuna de la influenza y poder estar presente amor mío. También me gustaría que la doctora te revisara, para ver si no necesitas algunas vitaminas mi amor.

Estoy muy ilusionada con el viaje y con volver a estar entre tus brazos, añoro verte mi amor. Te amo.


Carlónimo -

Querida Hilda

Ya veremos lo que ocurre entre Julián y tú. El escenario, así como lo planteas es muy erótico.

Muchas gracias por la bella canción que nos dedicaste a Anna y a mí. En efecto, ha sido maravilloso encontrarme con esa mujercita a quien adoro.

Querida Verónica

Así que ves el panorama con escepticismo.

“…DEBO ADMITIR QUE ES MUY APUESTO, SIN EMBARGO, TEMO QUE NO SEA LO SUFICIENTEMENTE MADURO, ADEMÁS, POSEERLO, SERIA UN CRIMEN EN TODA LA REPUBLICA JAJA… YO NECESITO ALGUIEN QUE ME CUIDE, PORQUE NO ESTOY EN POSICION DE CAMBIAR PAÑALES, SIN EMBARGO, ME AVENTURARE A SABER MAS DE EL, QUIZA CAMBIE MI PUNTO DE VISTA, AUNQUE FRANCAMENTE, TEMO DAR RIENDA SUELTA A MIS EMOCIONES (SI, AUN SIENDO LA ISLA DE LA FANTASIA), YA QUE SOY DEMASIADO FIEL A MI HOMBRE.”

Pero las circunstancias parecen complicarle la decisión.

Cuando lo vi saltar la portezuela de su pequeño auto deportivo, aventar los lentes oscuros y ahuyentar a empellones a los dos tipos que me estaban molestando, supe muy bien que Rodrigo cuenta con los medios y la capacidad suficientes para cuidarme. Y nos hicimos buenos amigos.

Es muy joven y lo confirmo al ver su rostro a un palmo del mío, cuando por románticas circunstancias hemos estado a punto de juntar nuestros labios. Pero después, al observarlo a mediana distancia, cuando lo veo conducirse por la vida y, sobre todo cuando me carga en sus brazos, porque le encanta hacerlo por cualquier pretexto, no puedo dejar de reconocer que es un hombre.

Y así hemos salido a comer y a cantar en el caraoque, le encanta hacerlo y es muy entonado. La hemos pasado de fábula. Pero lo veo sexualmente muy inquieto, me observa mucho las piernas sobre todo cuando llevo mini, me abraza muy estrechamente y lo siento cada vez más excitado.

Entonces me propuse irlo complaciendo por pasos. El otro día después de haber tenido una buena velada en el bar, me miró a los ojos y se me fue acercando. El momento fue tan intenso que accedí a que me besara y confieso que fue delicioso.

Después de eso, pensé que se me iría aproximando poco a poco, pero ayer me llamó invitándome a pasar el próximo fin de semana en Acapulco, ya hizo la reservación en un excelente hotel del puerto. Ahora sí, no se qué hacer.

Querida Verónica, tienes que pensar muy bien las cosas. Por favor coméntanos tu sentir y haznos saber si aceptas la invitación.

Mi preciosa Anna

No imaginé que tu posible llegada a México pudiera ocasionar semejante revuelo.

Nuestro amigo Luis Alberto ¿lo recuerdas? Nos ofrece ser los primeros huéspedes del exclusivo hotel que inaugura en la zona montañosa de Puebla. La fiesta que organizó será espléndida y el ambiente muy romántico.

Doña Tere ¿la recuerdas? Ya organizó en tu honor una comida de fin de semana en su gran Mesón de la Ciudad de México.

Mi primo me ofreció su casa de descanso con gimnasio spa y alberca, en el Estado de Morelos, para que pasemos unos días en ella.

Mi gran amigo Humberto ya organizó para nosotros una paella en su residencia de Cuernavaca. Él es un maestro preparándolas.

La doctora que te revisó durante tu anterior estancia en mi tierra, me insiste que te lleve para examinarte detenidamente. Dice que te vendría muy bien un tratamiento intensivo, desde luego inyectable, a base de antioxidantes, además de lavativas regeneradoras de la flora intestinal ¡Que son excelentes! A mí me parece muy bien que te sometas a ese tratamiento preciosa para que estés muy bien. Y será un placer aplicártelo, mi vida, mientras descansamos y disfrutamos las vacaciones.

Y ¡para colmo! Eulogia nos invita a su casa. Dice que le encantará atenderte a ti si fuera necesario. Pero, además, me apercibe a mí para que “voluntariamente” me someta a su muy cotizada jeringa para aplicarme la vacuna de la influenza que ya le puso a todas ustedes. Dice que si acudo voluntariamente a su casa me tratará con menor rigor ¿Tú que opinas, mi amor?

Hilda -

Carlónimo, el escenario que estoy viviendo con Julián es muy erótico pero también riesgoso. El me gusta mucho pero me asusta que hable de noviazgo porque yo no deseo ser su novia.

Me agradó que me inyectara y que me besara y si se porta romántico hasta llegaría a acostarme con él pero de una manera casual. No deseo que me presione pues no quiero llegar al compromiso. No estoy segura de que lo nuestro sea amor.

Mañana en el café le voy a pedir que me inyecte pero solo porque a José Luis no le veo interés en hacerlo y para mí las inyecciones son un gran fetiche y me vuelven loca. Yo, como ha dicho Verónica también “SOY DEMASIADO FIEL A MI HOMBRE” pero pienso que si tu pareja no te sacia en algo que es muy importante para tí, entonces sin hacer tanto desmadre es justo que lo sacies con otra persona. Ese es al menos mi sentir. Deploro a las personas que mencionó Antónimo, esas que en vez de actuar se pierden en “chaquetas mentales” y atentan contra su propia felicidad.

Carlónimo, un amor como el que llevan Anna y tú, con esa coincidencia y comunicación hasta en los fetiches es único y una fortuna enorme que se hayan encontrado. Los felicito y les dedico con mucho cariño esta bella canción de Fernando Delgadillo que a mí me fascina. Espero que se vean reflejados en ella y que los una para siempre. Que cada vez que la oigan piensen uno en el otro.

http://youtu.be/UssH6rufHfM

Carlónimo -

Querida Vero, para alegrar el inicio de semana cito algunas frases de tu más reciente comunicación, que me impactaron.

Me gusta la forma en que piensas y veo que tienes una gran vena poética ¡Muchas gracias por estar aquí!

“FELICIDADES, SIMPLEMENTE POR SER TÚ.”

“CADA PERSONA ES RESPONSABLE DE SU PROPIA FELICIDAD”

“LA RELACION QUE LLEVAN, ES COMO SACADA DE UN CUENTO DE HADAS, SIN OLVIDAR EL FUEGO QUE ARDE EN CADA HABITACION QUE COMPARTEN, SON COMO DOS ÁNGELES DE VISITA POR LA TIERRA. QUE NADA LOS PERTURBE.”

Querida Hilda, veamos lo que te ocurrió después con Julián. Es él quien habla, espero te guste.

Esa tarde llegó de nuevo Hilda pero mi madre no se había despegado de la casa así que ella misma le abrió la puerta y la hizo pasar a su recámara para inyectarla. El corazón me latió muy fuerte al verla que acudió sola, con una faldita de mezclilla muy coqueta que le dejaba a la vista gran parte de las piernas y delineaba sus atractivas nalgas.

No pude más que pegar el oído a la puerta y escuchar los breves diálogos que entablaron:

“Acuéstate Hilda, ahora estoy contigo ¿Por qué hoy no te acompañó tu novio?”

“No pudo señora está muy ocupado ¿Y su hijo Julián no le ayudó hoy? Él me inyectó el otro día y lo hace muy bien.

Sí me han dicho que inyecta bien pero sólo lo hace cuando yo tengo que salir.

A ver, relaja el culo, voy a bajarte un poco más la panty, así, no te va a doler Hilda.

Tienes unas nalguitas de modelo, los chicos deben estar locos por ti.

No, no es para tanto señora.

¿De qué lado nos toca hoy? Ah, sí! del izquierdo, aquí está la marquita anterior. Tranquila, así, no te inquietes…

Vamos, suavecita… ¡Eso es! Ya entramos sin contratiempos.

¡Ay, ay! señora Gudelia, me duele un poqui… ¡Ay! Más bien mucho… ¡Ay! Despacito por favor, por favor…

Ya Hilda, casi termino, no endurezcas el músculo, así guapa, así, tranquila… ya, ya ¡terminamos! Relájate.

Gracias señora Gudelia, me dolió un poquito pero ya sólo me faltan dos inyecciones, mañana regreso.

Anda sí, preciosa, te espero ¡Adiós! ¿Quieres que te acompañe a la puerta?

No es necesario señora, yo salgo sola ¡Adios, hasta mañana y saludos a Julián, por favor!

Fue cuando corrí y la esperé en el corredor, justo antes de la puerta:

Hilda ¿cómo estás, ya te inyectó mi mamá?

¡Julián, estaba acordándome de ti!

¿Cierto, me recuerdas?

Sí, es que tu mamá inyecta bien pero tú lo haces más suavecito, el otro día no me dolió nada…

Diciendo esto se acercó a mí, nos miramos de frente, sus preciosos ojitos verdes terminaron de chiflarme y, sin poderlo avitar, la besé en los labios.

Nuestros cuerpos se apretujaron y nuestras bocas empezaron a succionar con desesperación, hasta que nos faltó a los dos el aire.

Reaccionamos sobresaltados, con la respiración agítadísima. Me armé de valor y le dije: Hilda, lo que no fue antes, quisiera que lo concretáramos ahora. Yo en verdad te amo… Quiero que seas mi novia.

Ella me miró por unos instantes, sus ojos brillaron y se desplegaron enormes. Intuyendo el nerviosismo que la invadía, le dije: No es necesario que me respondas ahora, te invito a tomar un café mañana.

Nos volvimos a abrazar, nuestros labios se juntaron de nuevo. Recorrí con mis manos su espalda, luego la cintura y finalmente… sus excelsas nalgas que se estremecieron. La cercanía de su cuerpo me hizo sentir vértigo.

Hilda me empujó con firmeza en ese momento diciendo: Espera Julián que no es tan fácil, vamos despacio, mañana te veo en el Café Latino a las cinco.

Abrió la puerta y después de darme un beso de amigos, se alejó despacio, ensimismada. El corazón se me salía del pecho.

Querida Hilda, espero tus comentarios. Tu reacción me dirá por donde continuar.

Mi preciosa Anna ¡no puedo entrar al blog sin decirte que TE AMO!

Verónica -

¡VAYA!... CUANTAS COSAS PASAN EN TAN POCO TIEMPO, UN SALUDO ENORME PARA TODOS, ESPERO QUE ESTEN PASANDO UN FIN DE SEMANA FABULOSO…
CARLÓNIMO: EN TUS RELATOS REBOSANTES DE SENSUALIDAD, ESTA MI PLACER, NO DUDES QUE PARA MÍ, ES GRATIFICANTE ENCONTRAR CADA VES MAS ESCRITOS DEDICADOS A MI, MEZCLANDO EL FANTASTICO EROTISMO, CON ESCENAS DIGNAS DE UN EXCELENTE GUION TEATRAL… UNA VES MAS FELICIDADES, SIMPLEMENTE POR SER TÚ.
ANTONIMO: YO CREO QUE CADA PERSONA ES RESPONSABLE DE SU PROPIA FELICIDAD, POR LO TANTO, ESTARÍA MAL CULPAR AL AMIGO, AMANTE, FAMILIA, TRABAJO, DE LO QUE HEMOS PERDIDO, O QUE NO NOS HACE SENTIR 100% COMPLETOS. EFECTIVAMENTE, HAY MUCHAS PERSONAS CON PROBLEMAS DE AUTOESTIMA, QUE, AL NO SENTIRSE AUTOSUFICIENTES, O EXITOSOS EN CUALQUIER ASPECTO, BUSCAN DAÑAR A LOS DEMÁS, Y EXPANDIR ESA FRUSTRACIÓN INTERNA. CUANDO ALGUIEN ES PERFECCIONISTA EN EXTREMO CON TODO LO QUE LE RODEA, ES OBVIAMENTE, POR AQUELLOS CONFLICTOS INTERNOS QUE NO HAN SABIDO MANEJAR. LA MENTE ES EN EXTREMO COMPLEJA, Y TODO LO QUE PENSAMOS DE NOSOTROS MISMOS, CASI SIEMPRE LO ATRAEMOS, Y LO PROYECTAMOS, POR LO TANTO ESOS PENSAMIENTOS PARANOIDES Y DE PROTESTA POR CUALQUIER EVENTO BUENO O MALO, SUELEN “ATRAER” COMO BOOMERANG TODO AQUELLO QUE LA PERSONA MISMA ESTA CREANDO. DIGO, TODOS TENEMOS MOMENTOS DE DEBILIDAD, O EPISODIOS DEPRESIVOS, SOLO QUE NO DEBERIAN SER PERMANENTES.POR ESO LA MEDIA NARANJA Y LA OTRA MITAD, SON SOLO MITOS, EN REALIDAD SOMOS PERSONAS COMPLETAS, EN BUSQUEDA DE OTRA PERSONA COMPLETA, PARA COMPARTIR UNA VIDA ENTERA DE LA FORMA MAS SANA, SE CONVIERTE EN ALGO ENFERMIZO Y DEPENDIENTE CUANDO APARECEN LAS CRITICAS QUE MENCIONASTE, O LA PERSONA SE AFERRA A ALGO QUE NO LE PERTENECE… ES: “TE AMO, PERO PUEDO VIVIR SIN TI”, “TE AMO PORQUE NUNCA PREGUNTAS PORQUE ME FUI, O PORQUE REGRESE”.
RESPONDIENDO A TU PREGUNTA… NACI EN EL DF, VIVI EN EL ESTADO DE MEXICO, Y POR VUELTAS DE LA VIDA, ACTUALMENTE, RADICO EN EL ESTADO DE MONTERREY, Y ESPERO QUE SEA PASAJERO…
EN CUANTO A LA BELLÍSIMA ANNA, ESPERO QUE SIGA EN CONTACTO CON NOSOTROS, YA QUE ES UNA PARTE ESCENCIAL DE ESTE ESPACIO. LA RELACION QUE LLEVAN, ES COMO SACADA DE UN CUENTO DE HADAS, SIN OLVIDAR EL FUEGO QUE ARDE EN CADA HABITACION QUE COMPARTEN, SON COMO DOS ÁNGELES DE VISITA POR LA TIERRA. QUE NADA LOS PERTURBE.
YA VENDRAN DE MI PARTE, NUEVOS RELATOS, SOLAMENTE REQUIERO PRECISAR DE UN BUEN TIEMPO LIBRE, ASI COMO INSPIRACION ADECUADA.
¡CUAN ATRACTIVA RESULTÓ HILDA! , OJALA SIGA SIENDO TAN RECEPTIVA CON ESTE BUEN JÓVEN. COMO SIEMPRE, TUS RELATOS SON MAJESTUOSOS…
HA… Y REFIRIENDOME A AQUEL JOVENCITO, NO TENIA LA MENOR IDEA DE QUE ME ESTUVIERA ESPIANDO A TAL GRADO, CREI QUE SOLO HABÍA SIDO EL MORBO DE LA INYECCION AQUEL DIA. DEBO ADMITIR QUE ES MUY APUESTO, SIN EMBARGO, TEMO QUE NO SEA LO SUFICIENTEMENTE MADURO, ADEMÁS, POSEERLO, SERIA UN CRIMEN EN TODA LA REPUBLICA JAJA… YO NECESITO ALGUIEN QUE ME CUIDE, PORQUE NO ESTOY EN POSICION DE CAMBIAR PAÑALES, SIN EMBARGO, ME AVENTURARE A SABER MAS DE EL, QUIZA CAMBIE MI PUNTO DE VISTA, AUNQUE FRANCAMENTE, TEMO DAR RIENDA SUELTA A MIS EMOCIONES (SI, AUN SIENDO LA ISLA DE LA FANTASIA), YA QUE SOY DEMASIADO FIEL A MI HOMBRE.
UN BESO A TODOS!!!

Antónimo -

Que así sea cuñadita, que así sea. Me encanta que estés con mi hermano. Y, esto tal vez tú no lo notes, pero él es otro desde que se reencontró contigo. Un abrazo, guerita.

Carlónimo -

¡¡Mi amor!!

Vaya noticia, no lo esperaba ¡Tenerte aquí en mi Patria querida! Dime cuándo llegas ¡Cuanto antes mejor! Y dime qué te apetece hacer, para programarlo. Vamos a disfrutar muchísimo juntos, no dejes de traer tus bikinis. Te encargo un txacoli. Mi vida ¡estoy feliz!

¿Sabes que me encantas?

http://youtu.be/g4rQciyK1lg

Que pasen todos un excelente fin de semana!!!

Anna -

Mi amor:

Te agradezco tu comentario sobre la pequeña composición que os dejé por aquí. Y me alegra que te haya gustado.

Me han enviado de regreso a Madrid, pero tendré unos días de descanso en lo que puedo ir a verte a México, ¿qué te parece? Me apetece mucho volver a verte y volver a estar entre tus brazos, amor mío.

Los relatos que has dejado son muy bueno, como siempre, y sobretodo la última noche que hemos pasado juntos, en Tenerife. Desde ese día, he estado pensando en ti a cada instante y te echo mucho de menos.


Hilda:

Te agradezco tus palabras y me llena de ilusión que te agrade lo que escribimos Carlónimo y yo, en realidad Carlónimo es un maestro para escribir nuestras historias, por mi parte hasta ahora trato de transmitirle lo que siento por él y de ir contando juntos nuestra historia.

Antónimo:

Te equivocas si crees que Carlónimo y yo nos vamos a poner "nerviosos" de nueve cuenta, sabes bien que nuestro amor es muy profundo y sincero, y que lo que hemos vivido nos ha llenado de aprendizaje.

Muchos saludos para todos vosotros.

Antónimo -

¡Hola chavas y chavos! Yo como siempre pajareando desde el mecate.

Y es que esto se está poniendo bueno, ya veo que Hilda, además de guapa es aventada. Y de la piernuda Verónica ya veremos como responde a la encrucijada que le puso Carlónimo, a quien, por otro lado, la madrileña trae de un ala. Como que ya están agarrando vuelo los tórtolos, pero a ver si no se ponen otra vez nerviosos, porque los dos son…

Y, por cierto, fíjense lo que se pregunta la Yazmín Alessandrini en su columna “Exclusivo para hombres”: Dice ¿Por qué las personas autosabotean su felicidad?

Y se responde ella misma, como siempre, aventando el “choro”:

“Porque están insatisfechas, por coraje, inseguridad, inmadurez, mecanismos de defensa, porque no saben ser felices y no consideran hacer feliz a nadie, entre otras muchas razones”

Luego agrega: “Y sí hay muchos con este síndrome, incluso desconocen que lo tienen. Cada vez que van por el mundo rompiendo y acabando con una tras otra relación es cuando se dan cuenta de que hay algo mal en ellos ¡son autodestructivos! El móvil o su fin en realidad es ¡el conflicto! Si no lo hay no están contentos.”

¿Cómo ven sus buenas mercedes? Y sigue la balacera:

“Pueden estar enamorados perdidamente, tal vez han encontrado a la persona de su vida, pero estos autosaboteadores creen que a esa persona no la merecen y para tener una prueba de su amor, la involucran en sus propias chaquetas mentales, la hacen sentirse culpable de todo lo que a ellos les pasa, son controladores y, desde luego, tienen una muy baja autoestima”

Lo peor viene luego y es aparentemente la causa de todo el problema:

“Su búsqueda es darle razón a su interior, de haber nacido para sufrir y tanto lo decretan que lo logran muy rápidamente”

Está rudo ¿no? Es como si dijeran:

Mi pareja me ama, me trata de lo mejor, me suelta todo, pero todo… Sin embargo, yo se que lo está haciendo por pura presunción, lo que quiere en el fondo es ponerme a mí en evidencia, que la gente me señale, no es la primera vez que me pasa ¡a ver si yo no sé de esto!


O bien, pueden decir:

Sí, me ama y es sincero su amor, pero su inconstancia me va a perjudicar de nuevo. Esto no puede ser, se que muy pronto va a recular ¡No puedo tomar las cosas tan en serio!

Y terminan creyéndolo.

Bueno, pues eso dice la Yazmín y lo otro son mis propias conjeturas.

Falta ver qué piensan los expertos, digamos una psicóloga como Verónica. A ver si no me recomienda ir a Guanajuato ¿Cuánto tiempo dices que llevas allá Vero?

Carlónimo -

Querida Ángela

Me da gusto que sigas leyendo y divirtiéndote. Espero que comentes con mayor frecuencia y propongas los temas que te gusten. Ya veremos si Eulogia me atrapa, es lo de menos, si ustedes aguantaron el mal rato ¿por qué yo no? Bueno, te confieso que ahora me ponen muy nervioso los aviones.

Querido Gil

Tú sigues tan propio y escueto como siempre. Pero queremos que te relajes, participes en los diálogos y te sientas en confianza ¡Ánimo!

Querida Verónica

¡De lo que uno se viene a enterar! Resulta que tienes fascinado al muchacho que hace poco tuvo la fortuna de ver cuando te inyectaban. Óyelo hablar.

Es que ella es algo mayor que yo pero no me da miedo buscarla, lo peor que puede pasar es que me rechace y, si eso ocurre, pues me aguantaré, ni modo.

Cuando supe dónde vive comencé a rondarla. Yo tengo 17 años pero me veo mayor, inclusive me permiten pasar a los antros, así que aparento tener unos 19 o 20 años.

Y es que la barba me creció desde los 15 y la tengo bastante poblada, a más de que soy alto, fornido y mi voz ya se tornó grave. Si no le digo mi edad a Verónica, pensará que soy mayor.

Hace unos días me crucé con ella en la calle y venía guapísima con un conjunto formal de color azul que le hacía lucir su precioso cuerpo. La recordé acostada con las nalguitas al aire como la vi recibiendo la inyección de manos de la doctora Eulogia.

No pude menos que lanzarle el mejor piropo que se me ocurrió en ese momento: “Las flores se cohíben frente a tí ¡Preciosa!” Ella me miró de arriba-abajo, me hizo una mueca como de risa y se alejó moviendo su torneado trasero ¡Qué bárbara, está como quiere!

Después la encontré en la tienda y por suerte venía cargada de bultos, así que la ayudé a llevarlos hasta su coche. Creo que sí me reconoció (aunque no sabe que la ví cuando estaba siendo inyectada) pero no me hizo comentario alguno. Caminó muy seria delante de mí y pude agasajarme contemplando su excelsa belleza. Al final me obsequió un lacónico “gracias” y eso fue todo.

No se qué piense de mí, yo cada día estoy más locvo por ella, pero se trata de una profesionista, creo que es psicóloga y yo estoy apenas por entrar a Ingeniería.”

Pues sí Vero, así tienes al guapo muchacho fisgón ¿cómo ves? No estaría mal que nos compartieras tu sentir ¿Te darías la oportunidad de conocerlo?

Mi preciosa Anna

No hago mas que pensar en ti, lo que vivimos en Tenerife me magnetizó. Cómo quisiera saber si te confirmaron el regreso a Madrid o te enviaron a otro sitio. Sea lo que fuere, yo vería la forma de reunirme contigo.

Hilda -

¡Gulp! Carlónimo yo no se como haces para entrar en nuestros más íntimos secretitos ¿eres mago? Julian es un muchacho con quien no quise entablar relación afectiva antes porque lo veía muy inmaduro. Pero esta vez que me lo encontré y que me tenía que inyectar lo vi guapísimo al condenado, me causó una grata impresión y tengo que reconocer que sentí mucha atracción por él, me inyectó divinamente.

Cuando sentí que sus dedos me estaban tentando mis nalgas me hizo temblar y a pesar de que ahí estaba José Luis ya no aguanté las ganas de besarlo. Me da miedo pensar en lo que puede pasar porque me dejó en un brete y todavía me faltan algunas inyecciones más. Ay Carlónimo ¿crees que pueda pasar algo entre los dos? Muchas gracias por el relato, estuvo super y lo disfruté muchísimo y creo que podría tener un desenlace…

Coincido con Ángela en que nos cuentes “con pelos y señales” lo que ocurra cuando Eulogia te eche el guante, porque no dudo que lo haga.

Los felicito a Anna y a tí por el romance tan tierno que nos comparten. Espero que lo mantengan vivo siempre porque ya se conocen y hacen una muy bonita pareja.

Gil -

Hola a todos

Sigo leyendo y enterándome, son muy buenos todos los relatos y comentarios.

Ángela -

¡Uff! ¿Pues dónde voy a estar? ¡BIEN ESCONDIDA!.Por si acaso vuelve la "brujita", esta vez no quiero que me coja desprevenida.

Te cuento que aún no me recupero. Tanto tiempo que pasó desde la última inyección y mira con quién fuí a tropezar.
Ahora sí, no recuerdo nada igual.
¡Ah! Cuida tu trasero, la "brujita" parece que ni olvida ni perdona.Desde luego, confio que nos narres el encuentro con pelos y señales.

Me estoy divirtiendo mucho. Sigue así ¿vale?.

Carlónimo -

Gracias Paty, seguro que te escribo, será un placer hacerlo.

Mi preciosa Anna

He vuelto a leer tu más reciente relato y quiero felicitarte porque contiene un fraseo delicioso, muy bien logrado:

“Me siento húmeda y me acerco para acariciarte la espalda, luego las nalgas, los muslos, la entrepierna, y comienzas a moverte, abres tus ojos y me diriges tu primera mirada del día, una mirada llena de amor y de ganas de sentirte amado.”

Enhorabuena amor, por ese gran avance.

Paty -

Carlónimo ¡Increible!!! cuantos sentimientosmanejas! Cómo me hiciste suspirar, quisiera que mi hombre me tratara de esa manera. Si escribes algo acerca de mí que sea muy tierno, me envcantaría y gracias anticipadas.

Carlónimo -

Querida Verónica

Ni hablar, el que sabe sabe, como psicóloga nos das buenas lecciones. Ya iremos tratando diversos temas seguros de contar con una experta, pero sin dejar de lado la dulce vertiente del erotismo que nos ocupa

¿Tendrías algún inconveniente en que te escriba nuevos relatos permitiéndome hablar de tu belleza?

Muchas gracias por tus buenos deseos y tu eficiente intervención ¡Por fin hiciste que mi preciosa Anna se comunicara con alguna de ustedes!

Ah!!! Y por favor, regálanos nuevos relatos, que los haces excelentes!!


Querida Hilda

Hace poco entablé comunicación con un muchacho muy apuesto que me contó lo siguiente.

Fue mi compañera de oficina y la ví tantas veces sentada y concentrada en su trabajo. Lo más que traté con ella fue la solicitud de alguna información y, confieso, siempre la abordé con timidez. Sus ojos son impactantes. Su mirada es tierna pero firme.

La vez que se organizó un paseo de compañeros al Balneario de La Milla pasé del gusto a la fascinación. Viendo a Hilda en traje de baño comprobé que la amaba y que debía conquistarla.

No fue fácil llegar a tratarla, de excusa en excusa comprendí que jamás saldría conmigo. Pero una tarde, cuando menos lo esperaba, me abordó diciendo: Este sábado sí puedo, tengo ganas de conocer el sitio del que tanto me hablas.

El sábado llegamos al antro y la vi tan animada que decidí no andarme por las ramas. Después de bailar, durante un breve receso le agradecí su compañía y tomando su mano le confesé que la encontraba bellísima. Ella se escabulló llevándome otra vez a la pista y no me dio oportunidad de iniciar el romance. Lo peor es que no volvió a salir conmigo.

Hace unos días mi madre que es muy conocida en el rumbo como aplicante de inyecciones, me dijo que la supliera esa tarde porque tenía cita con el médico, así que estuve recibiendo a las personas ¿Cuál no sería mi sorpresa al ver a Hilda que llegaba acompañada de su novio para que la inyectaran?

Se llevó una gran sorpresa al saber que yo era hijo de la señora Gudelia y que la iba a inyectar. No quiso revelar a José Luis (su novio) que nos conocíamos. Otrora muy quejumbrosa, según me comentó después mi madre, ese día estuvo controlada.

Me obsequió una sonrisa como de complicidad, de lo más extraña. Sin inhibiciones, se bajó el pantalón hasta medio culo y se acostó luciendo una panty casi transparente, coquetísima y sensualísima. José Luis se acercó a ella insertando los dedos en el fino elástico para correrlo hasta el pliegue de las formidables nalgas, que no pensé fueran tan excitantes.

El culo de Hilda es sublime: extenso, redondo, carnoso y abundante. Para acomodarse en la cama empezó a menear las nalguitas en tal forma que me hizo pasar de la sorpresa al brete y a la completa calentura. Hinqué mi dedo en los sitios de posible punción y sentí cómo ella se estremecía haciendo palpitar sus glúteos. Me puse muy nervioso.

Su novio, notando algo extraño, le preguntaba una y otra vez: ¿estás bien mi vida? Pero ella lo ignoraba. Escogí el sitio preciso en el cachete derecho y tras desinfectarle la zona clavé la aguja sintiendo cómo perforaba la capa muscular para entrar en el tejido blando que la acogió suavemente

Hilda recibió en completa calma la sustancia. Sólo al final emitió una leve queja, respiró profundamente y me dirigió una fugaz mirada de súplica que se disipó convirtiéndose en guiño de abierto agradecimiento. Las señales recibidas me hicieron cobrar confianza y me di gusto aplicándole a mis anchas el consabido masaje de rigor, ante la celosa mirada del novio.

Mientras le frotaba en pequeños circulitos el erguido y elástico cachete, Hilda pidió a su novio que le llevara del coche las ampolletas restantes que acababa de comprar en la farmacia, para entregármelas y que permanecieran desde ese momento en refrigeración.

Cuando José Luis salió de la alcoba ella se puso de pie diciendo: ¡inyectas fabuloso Julian! Después me miró tiernamente a los ojos se acercó y besó mis labios.

¡Vaya testimonio el de Julian! Querida Hilda, Sería muy bueno que nos contaras qué te motivó a brindarle tan espléndida recompensa.


Ángela, Paty, Gil y Simón.

¿Qué pasa con ustedes, dónde andan? ¡los extrañamos!



Mi preciosa Anna, ahora me referiré al segundo día que estuve contigo en Tenerife.

Y nada mejor que iniciar con tus bellas palabras.

“Hoy desperté a tu lado, estabas desnudo y vuelto de espaldas. Me gusta ver tu espalda ancha y fuerte, me apetece abrazarte y no soltarte nunca, luego desciendo mi mirada a tus nalgas, ¡me encantan! me apetece acariciarlas y sentir tu amplia espalda y tus nalgas al mismo tiempo, pero no te quiero despertar, solo quiero mirarte mientras duermes, sentir tu respiración junto a mi, decirte cuanto te quiero y lo feliz que estoy a tu lado, pero eso tiene que esperar a que despiertes, amor mío.”

“La noche que me has hecho pasar, cada recuerdo de tus caricias, me hacen revivir mi deseo por ti y es entonces cuando ya no puedo resistir las ganas de despertarte, de abrazarme a ti muy juntos, desnudos. Me siento húmeda y me acerco para acariciarte la espalda, luego las nalgas, los muslos, la entrepierna, y comienzas a moverte, abres tus ojos y me diriges tu primera mirada del día, una mirada llena de amor y de ganas de sentirte amado. Te das vuelta y me abrazas, me besas mientras me acaricias y me dices lo feliz que eres de estar a un lado mío. Mientras yo te acaricio el cabello, te miro fijamente y te pregunto: "¿Te había dicho antes que te amo?", tu respondes que no, y yo comienzo a decirte que te amo, que te amo como a nadie.... y así comienza un momento más de amor y pasión entre los dos. Y así comienza un día más juntos en el que puedo disfrutar de tu compañía...”

Al amanecer estábamos frente a frente abrazados, tu cabeza reposando sobre la mía. Percibiendo el grato aroma de tu cabello empecé a besarte los hombros, el cuello y los senos. Tus inquietos pezones se irguieron y sentí tus labios que me recorrían el pecho, la cintura, los muslos y el pene.

Ví cómo me lengüeteabas el glande y tallabas mis testículos hasta provocar la erección plena. Te montaste a horcajadas, recogiste el calostro que brotaba de la uretra y te lo untaste en la vulva para después insertarte el pene.

El ajustado roce genital, la bella expresión de tu rostro, el delirante jadeo, los sensuales movimientos de tu cuerpo, me provocaron una formidable eyaculación a la que respondiste con un intenso orgasmo. Estremecida de placer, te doblaste quedando sujeta a mis brazos.

Nos preparamos y fuimos a desayunar al restaurante donde ya se encontraban tus compañeros de trabajo, así que estuve conviviendo con ellos y logré arrancarles la invitación para entrar a la sala del evento.

Y es que esa mañana te tocó a ti exponer un interesante tema en el marco del sistema de gestión de calidad de tu empresa. Henchido de orgullo pude ver la forma en que dominabas el escenario, con tu gran capacidad profesional, extraordinaria belleza y talento. Todos los asistentes te brindamos un nutrido aplauso.

Estando un poco más tranquila después de haber cumplido tus compromisos de la jornada, a las 2 de la tarde me alcanzaste en el mirador y nos fuimos a la playa. Llevabas un bikini en color palo de rosa, con el que te veías excelsa.

Pero al llegar nos enteramos que se trataba de una playa nudista, así que nos desnudamos y entramos a formar parte de ese selecto grupo de personas deinhibidas que tratan de restablecer la pureza visual, vigente en alguna época primigenia.

Fue una experiencia maravillosa, envolvente ¡Qué emoción haber estado contigo en aquel paraíso terrenal! Tú y yo desnudos, tomados de la mano, caminando por la playa, refrescándonos con el oleaje, interactuando con cientos de personas de todas las edades, que tratan de ver el mundo y las relaciones humanas en forma diferente.

Confieso que nos resultó difícil volvernos a vestir para regresar al hotel donde comimos frugalmente. Permanecimos en la terraza del restaurante porque queríamos estar en traje de baño. Comentamos muchas cosas de nuestro pasado, nuestro presente y, por qué no, de nuestro futuro. Ya tenemos muchas vivencias acumuladas y una sólida relación basada en el amor, la comprensión y el conocimiento mútuo.

A las 6 de la tarde nos fuimos a la habitación donde nos dimos un baño y saliendo de la regadera me dijiste:

“Tu remedio para quitarme el dolor de las nalgas, por la inyecciones que me ha puesto Eulogía, ha funcionado y me ha gustado quitar el dolor con más inyecciones. Creo que voy a necesitar otra dosis mi amor.”

Así que decidimos entrar en un contexto de mayor erotismo, para lo cual permanecimos desnudos. Cargamos dos jeringas con el compuesto a base de árnica, las pusimos en un plato sobre el buró, yo me senté en la cama y tú te acostaste sobre mis piernas para recibir los pinchazos.

Tu cuerpo, mi preciosa Anna, el mismo que tuve por primera vez y en esa misma posición allá en Madrid en el María Elena Palace, es para mí un recurso tan indispensable como son el aire y el agua.

Permíteme referir una vez más algunos de sus encantos como son: Tu preciosa carita de ángel, la blanquísima, tersa y elástica piel;, el rubio y sedoso cabello; la marcada línea central de tu espalda; la grácil cintura; las redondas, erguidas y bien proporcionadas nalgas; y esas piernas tan regias que ajustan el erotismo a tu complexión delgada.

Después de besar con delectación tus deliciosos cachetes, tomé la primera jeringa, la puse en posición y clavé la fina aguja en el glúteo izquierdo poco arriba de los lunarcitos que tanto te agracian.

Más allá del sobresalto reflejo permaneciste muy tranquila recibiendo con manifiesto placer la sustancia. Casi al final me dijiste que te ardía un poquito, el tenue encrespamiento de tus mejillas y de tus labios lo confirmaron, pero te vi en general muy relajada. Extrayéndote la aguja te estuve masajeando lentamente. El puntito de la incisión no sangró y era realmente insignificante.

Para el segundo pinchazo cambiaste de posición así que te acostaste también sobre mis piernas pero en sentido contrario. Continuabas muy tranquila sólo que en verdad te dolió el piquete y te hacía estremecer la nalguita así como la pierna del mismo lado. Al preguntarte cómo te sentías me respondiste: ¡muy bien cariño, no pasa nada!

Creo que mi actuación en este segundo piquete no fue tan afortunada como en el primero, pero tu proverbial cariño y amor me dispensaron la molestia. La entrada del líquido te inquietó bastante al grado que me dijiste: ¡Espera Carlónimo, espera, despacito, amor, despacito! Tenías la nalguita un poco tensa y engarrotada, pero lograste soportar el dolor y me animabas a que terminara. Así que presioné el émbolo a fondo para no prolongarte el tormento. Espero, mi vida, no haberte lastimado demasiado.

Te estuve masajeando cuidadosamente las dos nalguitas que, aunque sufrieron ya están bastante mejoradas del lamentable estado en que Eulogia las había dejado. Qué pena que nuestra amiga te haya tomado por su cuenta pero es que, según ella tú la “toreaste” hace dos años. No dejo de reconocer que me excité muchísimo viendo cómo Eulogia perforaba tus nalguitas.

Superado el trance de las inyecciones, pusimos música instrumental e iniciamos una larguísima jornada de amor intenso y reconfortante. Con ella desquitamos de alguna forma todo el tiempo que antes desperdiciamos.

Penetré varias veces tu vulva. Evoco con gran placer la entrada “clásica” que tanto nos deleita ya que nos permite estar en pleno contacto facial y verbal mientras copulamos. Y es que, al tener a la vista tu rostro, mi preciosa Anna, compruebo que existes, que estás de nuevo en mi vida, lo cual supera, para mí, cualquier expectativa.

Volvimos a gozar las entradas vulvares y anales por detrás, los clásicos “perritos” que me permiten contemplar y acariciar tus preciosas nalguitas empinadas, disfrutar tu bermejo cabello y tus manitas adosadas a la superficie de la cama. Cada final, cada orgasmo nos hizo estremecer y gritar nuestros nombres como nos gusta hacerlo.

Era de madrugada cuando, rendidos, nos abrazamos y permanecimos muy quietos intercambiando bellos pensamientos. Tú acariciabas mi rostro y yo deslizaba mi mano por tu espalda. Hasta que sentiste mucho sueño y después de darte un ligero baño te sentaste sobre mis piernas para esperar a que el cabello se te secara.

Te tuve así como a un crío, como mi niña adorada, hasta que el sueño te venció y tu cabecita descansó sobre mi hombro. Te alcé en mis brazos y te llevé hasta la cama para cubrirte y abrigarte. Apagando la luz entré a darme un baño y, cuando salí, ya estaba el taxi afuera para llevarme al aeropuerto.

Recogí mis cosas, te dí un último beso y tratando de no pensar salí de la habitación habiéndote dejado una breve nota sobre el escritorio: “Mi vida, todo lo que hemos vivido es maravilloso, espero noticias tuyas, para estar de nuevo juntos”

Afuera, en una silla junto a la puerta, estaba tu bikini rosa. Lo besé recreando en él la suave fragancia de tu cuerpo.

Anna -

Hoy desperté a tu lado, estabas desnudo y vuelto de espaldas. Me gusta ver tu espalda ancha y fuerte, me apetece abrazarte y no soltarte nunca, luego desciendo mi mirada a tus nalgas, ¡me encantan! me apetece acariciarlas y sentir tu amplia espalda y tus nalgas al mismo tiempo, pero no te quiero despertar, solo quiero mirarte mientras duermes, sentir tu respiración junto a mi, decirte cuanto te quiero y lo feliz que estoy a tu lado, pero eso tiene que esperar a que despiertes, amor mío.

La noche que me has hecho pasar, cada recuerdo de tus caricias, me hacen revivir mi deseo por ti y es entonces cuando ya no puedo resistir las ganas de despertarte, de abrazarme a ti muy juntos, desnudos. Me siento húmeda y me acerco para acariciarte la espalda, luego las nalgas, los muslos, la entrepierna, y comienzas a moverte, abres tus ojos y me diriges tu primera mirada del día, una mirada llena de amor y de ganas de sentirte amado. Te das vuelta y me abrazas, me besas mientras me acaricias y me dices lo feliz que eres de estar a un lado mío. Mientras yo te acaricio el cabello, te miro fijamente y te pregunto: "¿Te había dicho antes que te amo?", tu respondes que no, y yo comienzo a decirte que te amo, que te amo como a nadie.... y así comienza un momento más de amor y pasión entre los dos. Y así comienza un día más juntos en el que puedo disfrutar de tu compañía...

Verónica:

El amor existe, te lo digo yo que estoy viviendo el mejor momento de mi vida. Me alegra que disfrutes del amor entre Carlónimo y Anna y ten por seguro que haremos todo lo posible para que nuestro amor dure siempre.

Verónica -

ANTONIMO:
HAGO ALUSION A TU COMENTARIO: PUES YO, QUIEN SOY LA VICTIMARIA NÚMERO UNO DE MIS PAREJAS (JAJAJAJA) PUEDO DECIR QUE SI LES AFECTA Y MUCHÍSISIMO... PERO TAMBIEN ES DIFERENTE EN UNA CRÍTICA CONSTRUCTIVA, PARA CRECER, VALORAR O MEJORAR COMO PERSONA… TAMBIÉN ES CIERTO QUE NO A TODOS LES AFECTA POR IGUAL, SI LE DICES ALGO ASÍ A UNA PERSONA SEGURA DE SÍ LE ENTRA POR UN OÍDO Y LE SALE POR EL OTRO O SIMPLEMENTE TE LA REGRESAN CON UNA FRASE MÁS MAMONA O HACEN UN CHISTE AL RESPECTO; PERO SI LE DICES ALGO ASÍ A HOMBRES CON EL PERFIL INSEGURO, ES PARA TERMINARLES LO POCO QUE LES QUEDABA DE AUTOESTIMA VIRIL... AUNQUE SUPONGO QUE TODOS TIENEN ALGUNA DEBILIDAD, ASI QUE A ELUDIR COMENTARIOS, DESTRUCTIVOS, Y TRABAJAR AUTOESTIMA.
PARA MI, ESTA PRIMERO EL DESEMPEÑO Y LUEGO EL TAMAÑO…

LO QUE YO HABÍA ESCUCHADO ES QUE EN GUANAJUATO HAY UNA ASOCIACIÓN PARA HOMBRES MALTRATADOS JEJE, DEBERIAS IR, ANTONIMO, YA QUE, CADA QUIEN HABLA COMO LE VA EN LA FERIA… JAJA (ESPERO NO OFENDERTE, NO TE CONOZCO, Y ES MUY PRONTO PARA LLEVARME A BROMAS CONTIGO)… SALUDOTES…
HILDA:
RECUERDA QUE LA JERINGA DE EULOGIA NO SE HACE ESPERAR, TEN CUIDADO.
EN CUANTO AL RESTO DE TUS COMENTARIOS, QUERIDA, SIN ANIMOS DE ENTRAR EN POLEMICA, QUIERO DECIR QUE NO ESTOY DE ACUERDO CON MUCHOS DE ELLOS. YO SOY PSICOLOGA, Y MI TRABAJO ES OBSERVAR, POR EXPERIENCIA PUEDO DECIRTE, QUE ES FACIL ENFUNDARTE EN MILES DE PERSONALIDADES, TENIENDO EL ANONIMATO, Y EL MEDIO DE COMUNICACIÓN ESCRITO, IGUAL HASTA EN FORMA DE JUEGO, DE EXPERIMENTAR, O DESENVOLVERSE EN ALGO NUEVO, O DE MILES DE COSAS MAS… SIN ESTAS CARACTERISTICAS UNO NO PUEDE ENFUNDARSE EN OTRO PERSONAJE (POR DECIR, CAMBIAR DE SEXO, O DE GRADO DE ESPONTAINEDAD, DE SERIEDAD, ETC)
DEL MISMO MODO, LOGICAMENTE, UNO SE DESENVUELVE DE MANERA EXTRAORDINARIA, PERO DISTINTA A LOS ROLES QUE MANEJAMOS A DIARIO, AL MENOS EN PARTE, PORQUE OBVIAMENTE, SALE A FLOTE ALGUN DETALLE DE LA PERSONALIDAD ORIGINAL. DE HECHO, EN LA VIDA DIARIA, NATURALMENTE, NOS COMPORTAMOS EN FORMAS DISTINTAS DE ACUERDO CON LAS PERSONAS CON QUIENES CONVIVAMOS, DEPENDIENDO DEL GRADO DE CONFIANZA EXPERIMENTADO, Y MUCHOS FACTORES MAS, AUNQUE ESTO NO FORJA POR COMPLETO LA PERSONALIDAD, SI ES DIFICIL DETERMINARLA, AUN ESTANDO DE FRENTE.
ANNA Y CARLONIMO:
USTEDES SI QUE ME HACEN VOLAR, VER EL CIELO, PISAR LAS NUBES, CASI ENTRO EN OTRA DIMENSION CON ESE ROMANTICISMO TAN BELLO QUE MANEJAN. OJALA SU RELACION SEA PARA SIEMPRE, Y SIGAN ENRIQUECIENDOLA CON ESOS DETALLES DIVINOS, QUE REALMENTE, NOS HACEN CREER QUE EL AMOR EXISTE.

Anna -

Mi amor:

Tu llegada me causó una hermosa sorpresa, no me lo esperaba cuando te vi entrando por esa puerta, no lo podía creer, pensé que estaba en un sueño. Gracias mi amor, has vuelto ese viaje en algo espectacular.

Tu remedio para quitarme el dolor de las nalgas, por la inyecciones que me ha puesto Eulogía, ha funcionado y me ha gustado quitar el dolor con más inyecciones. Creo que voy a necesitar otra dosis mi amor.

Hacer el amor contigo es maravilloso y tenerte aquí entre mis brazos es un verdadero placer. Te amo.

Muchos saludos a todos.

Erika -

Fekicidades, me gusta mucho y es un blog muy original fuera de lo comun.

Carlónimo -

Perdón, olvide desear a todos un excelente fin de semana. Seguimos en comunicación, cada uno de ustedes me impulsa y me motiva a continuar.

Carlónimo -

Querida Vero, seguí reflexionando acerca de tu comentario:

“Ya había quedado claro que tú eras Anónimo, y dejemos ya este asunto, mata toda la imaginación, cierra las puertas a la fantasía”

No, para nada, a la imaginación y la fantasía no se les puede limitar nunca.

http://www.youtube.com/watch?v=KlMQZsifcio

Hilda, gracias por tus palabras que son, como de costumbre, amables y creativas. Con gusto te voy a escribir el relato, inclusive ya lo tenía previsto y será un placer hacerlo.

Como lo será hablar, en su oportunidad, de Ángela y de Paty.

Antónimo, hermano, estoy gratamente sorprendido de la polémica que produjo tu excelente reflexión y esto habla muy bien de la calidad de nuestras amigas que además, como dices, están… de quitar el habla.

Mi preciosa Anna, para ti mis palabras estelares.

Al oírte decir:

“Amor mio: Te echo mucho de menos, he estado recordando cada momento que pasamos juntos en Madrid la última vez que has estado ahí, y mi viaje de trabajo hubiese sido mejor si hubiese sido a tu lado, pero no se ha podido.”

Me haces preguntar ¿por qué no te referiste al delicioso encuentro que acabamos de disfrutar en Tenerife, la mayor de las Islas Canarias, donde participas en un congreso?

Fue una experiencia maravillosa el haber llegado sin avisarte ¡La carita que pusiste cuando me viste frente a ti saliendo del salón de eventos! ¡El grito que pegaste y la forma en que me besaste atrajo la atención de los asistentes!

Luego de un breve paseo por Playa Las Américas, tomamos una copa y nos separamos para que continuaras tu trabajo, pero a las 6 nos reunimos de nuevo y situados en el islote que separa las dos piscinas pudimos disfrutar el romántico crepúsculo.

Fue cuando me dijiste que no asistirías a la cena de grupo y nos fuimos los dos al espléndido bar donde picamos algo y bailamos muy abrazaditos, haciendo el recuento de “TODOS ESOS PANES QUE TENEMOS, JUNTOS”.

Ya luego en la habitación me consultaste: “¿que puedo hacer con este dolor de nalgas que tengo por las inyecciones que me ha puesto Eulogia?”

Te acosté sobre mis piernas, replegué tu delgado vestido estampado con líneas blancas y negras difusas, deslicé la pantaleta y comprobé el terrible estado en que se encontraban tus nalguitas.

Pero ya iba preparado para atenderte, así que cargué un par de jeringas y. por turnos, te apliqué una dosis de árnica en cada glúteo, para disminuir la molestia y evitar los hematomas.

No se cuántas veces te he inyectado, guerita, pero cada vez disfruto más haciéndolo. La tensión y la suavidad de tus nalgas, el rictus de tus labios, la forma en que suspiras, la espontánea fricción de tu pubis contra mis piernas.

Viendo la cristalina sustancia fluir lentamente, percibiendo la energía que poco a poco vamos desprendiendo, acariciando tus mullidas, suaves y delicadas nalguitas, desplazando las yemas de mis dedos en el borde superior de tu vulva, entro una vez más en el espacio indescriptible del amor que compartimos y que nos une.

Te oigo musitar dulcemente mi nombre, tu respiración se agita, deslizas con impaciencia las manos en la superficie de la cama, doblas tus piernas para que te acaricie las pantorrillas, me agradeces estar ahí, pensar en ti, vivir por ti, vivir en ti, saberme tuyo, saberte mía, desear, compartir, ambicionar…

Nuestros cuerpos se aprietan y se frotan, nos abrazamos con desesperación, nuestros labios ya no succionan, se unen extendidos generando intensas bocanadas de vaho que son cada vez más gruesas, súbitas, escandalosas, repetitivas, y que se confunden entre sí.

Una idea, un súbito deseo me comprime el alma. Te hago girar boca abajo y coloco mi henchido glande en tu angosto orificio rectal. La inmediata dilatación de tu raja me invita a penetrar. Entre sollozos, gemidos y bocanadas, te deslizo el pene por tramos hasta llegar al acoplamiento total.

Cada arremetida la celebras con descompuestos gritos y gemidos que no denotan dolor, sino una gran satisfacción. Sintiendo que ya no puedo regresar, con un leve bramido te pregunto si estás dispuesta a terminar.

¡Sí, sí, sí, sí..! me dices con insistencia, fortaleciendo tus expresiones de gozo

¡Estoy al extremo! te informo

¡Y yo, y yo Carlónimo…! respondes.

Sumido en la más extraordinaria experiencia sensorial, me estremezco con cada violento disparo de semen.

Veo tu cabeza despegarse de la cama y elevarse, tus labios se encrespan y, por fin: Gritas y gritas ¡repetida y escandalosamente, gritas! describiendo el excelso placer que te embarga y que me transmites completo, sublimando la indescriptible vivencia.

De las siguientes horas no puedo decir absolutamente nada, no se nada. Dormir contigo, mi poreciosa Anna, es adelantar el placer eterno.

Anna -

Amor mio:

Te echo mucho de menos, he estado recordando cada momento que pasamos juntos en Madrid la última vez que has estado ahí, y mi viaje de trabajo hubiese sido mejor si hubiese sido a tu lado, pero no se ha podido.

Me duele el culo por las inyecciones que me ha puesto Eulogia. ¿Cuándo te animas a inyectarla nuevamente? Ese ha sido un relato inolvidable que sigo recordando porque es uno de mis favoritos.
Tendrás que hacerle la pelota para que se deje inyectar, porque le apetece inyectarte, tendrás que tener cuidado, amor mio.

Pienso en ti todas las noches antes de dormir, y añoro estar entre tus brazos.

Querido Simón:

Me ha dado mucho gusto saber de ti. Tienes razón esta es la única forma que tenemos de comunicarnos, y no debería de ser así. Sabes que te tengo mucho cariño y que te considero mi amigo. Me alegra mucho que estés feliz con Silvia, dale mis recuerdos por favor.

Y aunque no se lo que haya pasado entre Carlónimo y tu, me gustaría mucho que volvieras al blog, si tu lo consideras hazlo cuando quieras, ya ves que yo también me he tomado temporadas de descanso.

Te mando un abrazo sincero.

Enhorabuena a todas las participantes que estáis escribiendo y haciendo más interesante este blog, y todos lo que habéis hecho que este blog vaya cumpliendo años, casi sin darnos cuenta. Y principalmente al autor de la mayoría de los relatos, no dejo de alabar su pluma, su creatividad y su inteligencia. La gente viene y va, y él sigue escribiendo bajo diferentes nombres. !Enhorabuena!

Amado mío, dime que puedo hacer con este dolor de nalgas que tengo por las inyecciones que me ha puesto Eulogia?

Antónimo: Me alegra tu participación. ¿No te has puesto a pensar que los comentarios de esas esposas, son quizá porque no están satisfechas, y sus maridos no les dan lo que ellas esperan? Yo de lo único que puedo quejarme es que tengo a mi amado muy lejos, pero cuando está junto a mi, me transporta directamente al cielo.

Hilda -

Hola a todos, no había podido entrar y ahora encuentro muchas sorpresas. Pobre Vero, te sigue inyectando Eulogia, que bueno ya le dijiste que te deje en paz por lo menos un tiempo. Y voy a tener cuidado con lo que digo pues no sea que me toque a mí también el pinchazo.
Carlónimo, tus relatos como siempre supremos. Y respecto a la reflexión sobre los personajes, yo creo que a cada personaje le corresponde una persona afín. Como tú lo dijiste, es muy difícil que una pluma y una máscara transformen a la gente. Que la hagan participar y explayarse, eso sí lo creo, pero que la hagan ser alguien muy distinto, eso no porque si pudieran hacerlo en el blog lo harían también en la vida. Por más que yo quisiera no podría tener por ejemplo la soltura que tienes tu para conducir un escenario. Y ese don, como dijera Paty, con que manejas a tu gusto el lenguaje, seguramente lo aplicas en tu trabajo profesional y en cualquier espacio de tu propia vida. Yo por mi parte participo aquí como soy realmente en la vida. A ver cuando me haces un relato muy sensual como el de Vero.
Antónimo, ya extrañaba tu participación y tienes un estilo muy tuyo. Se nota que eres hermano de Carlónimo pero ni escribes exactamente igual ni te conduces como él. Creo que comparados, el serio es Carlónimo. Y del estudio de la Sociedad Psicoanalítica de México, sí creo que tenga visos de verdad porque hay mujeres muy agresivas y que tratan de dañar a los hombres en muchas formas y con actitudes de todo tipo y son sumamente destructivas. Son capaces de todo. Ahora que, también hay hombres así, eso ni dudarlo. Yo creo que en eso, ni en hombres ni en mujeres se justifica esa actitud. Gracias por traer este tipo de polémicas porque en mi opinión enriquecen el blog. Y no creo, Vero, que hablar sobre los personajes y hasta bromear un poco con ellos sea chachareo, porque ese tema yo creo que es del interés de todos los que participamos.
Me hiciste reír mucho Antónimo, con los ejemplos de agresiones femeninas. No dejes de participar, házlo de manera frecuente pues creo que a todos nos gustan tus intervenciones. Y también haz algún relato de vez en cuando pues hay muchas evidencias aquí de que dominas muy bien ese terreno.

Antónimo -

Hola chavos.
O más bien chavas porque ya no oigo machines por el rumbo y aquí solo veo peluchitos, bolsos, cosméticos, bisutería y perfumes… además de las pantuflas de Carlónimo, por supuesto.
Con que Hilda, Verónica, Ángela, Paty, Anna ¡Preséntalas hermano, que están todas… de rechupete!
Con razón andas tan calladito que ya ni al gaucho le haces plática. O será que él anda bien ocupadito con la Chivis ¡Ah bárbara!
Pues lástima que no están ni él ni Gastón porque quería decirles algo muy importante.
Y es que miren nada más lo que apareció publicado ayer. Resulta que la psicóloga Matilde Matuk, quien es miembro de la Sociedad Psicoanalítica de México, dio a conocer que: ¡Entre 30 y 40 por ciento de los hombres sufren agresiones por parte de las mujeres y se quedan calladitos! Sólo el 2 porciento se atreve a denunciar.
Y no son zapes guajoloteros, ni cachetazos, ni mentadas, lo que reparten las “débiles” féminas, sino: “insultos, ofensas que aluden a la sexualidad o capacidad intelectual”
Continúa diciendo la noticia que: “En muchas ocasiones las mujeres los degradan minimizando su masculinidad y sexualidad, lo que duele mucho y afecta su seguridad”
Imagínense al buen marido que “muy acᔠse dispone a entrar en acción y su “ñora”, con los choninos a medio culo se le queda viendo incrédula y le pregunta: ¿con ese pinche ejotito me piensas apaciguar la caldera? Ni sueñes…
O que después de la tremenda eyaculación, cuando el guapo maridín está engarrotado teniendo todo su pito sumido en la cuevita de la esposa, esta le restriegue con desesperación las nalgas y le diga: ¡métemela más zoquete que así ni cosquillas me haces, debías de ver al Sancho, ese sí que las puede…”
O que después de haberla inyectado, teniendo sus respingadas nalguitas enfrente con la jeringa todavía clavada, el buen cónyuge le diga tímidamente a su esposa: Ay mi vida, con la pena, quería pedirte que si podemos… tú ya sabes, es que al tenerte así ya me pusiste bien caliente. Y que ella en cambio le responda: Mira enano zopenco, ni empieces con eso, sólo perdemos el tiempo porque nada más me irritas y no me haces sentir nada.
¿Se imaginan?
Y cierra la noticia diciendo que “…sólo el 2% de los hombres levanta una denuncia en contra de su mujer ya que, según el rol que juegan en la sociedad, ellos deben ser los fuertes, así que si denuncian quedarán como mandilones o mariquitas”
Entonces los hombres aguantan “a lo macho”.
Yo no sé si me vine a meter a la cueva del león estando aquí rodeado de preciosas mujercitas que no sé lo que piensen al respecto.
Como están hoy las cosas, espero que si no les gusta mi comentario me “recompensen” con una simple tunda, y no que vayan a decir que yo: “poquita cosa” que “vivo bien cerquita” y que “ni cosquillas” pues eso sí que duele y lesionaría mi dignidad masculina.
Espero que me defiendas Carlónimo.

Verónica -

Carlónimo… Juegas tanto con nuestras mentes, que ya me metí en tu loca dimensión, y ahora no puedo distinguir entre la realidad y la ficción jajaja… Ya había quedado claro que tú eras Anónimo, y dejemos ya este asunto, mata toda la imaginación, cierra las puertas a la fantasía, además estamos corriendo el riesgo de entrar en un chachareo, que resultaría muy desagradable para muchos lectores, ¿no crees?, así que sigamos observando las diferentes y fascinantes personalidades reales e irreales...
En cuanto al relato de aquel hombrecito… me quede sin palabras, ¡no sabía que me estuviera espiando!... No escuché cuando le pidieron cerrar la puerta, ya que estaba en estado de shock… Es sin embargo, una violación a mi privacidad, aunque la aceptaré gustosamente como un buen piropo, ya que su relato, me estremeció hasta la médula, aún tratándose de mí.
Eulogia: no dudo que tus méritos en materia de medicina sean extraordinarios, y perfectamente favorables, como mujer, eres hermosa, una gran dama, solo que, tendré que prescindir de tus servicios al menos temporalmente, ya que, mis nalguitas están muy lastimadas hoy día.

Carlónimo -

(…me parecían mucho más sensuales tus escritos llenos de descripciones, inspirándote en alguna persona de la cual tenias ya conocimiento)

Ya te conozco un poco más, querida Verónica. Te obsequio un relato más detallado relativo al tercer pinchazo que te propinó Eulogia. Es un jovencito de 16 años quien tuvo la fortuna de verte y nos cuenta lo vivido. Que disfrutes.


La anunciada venganza de Eulogia

Llegó con una mini falda café que dejaba al descubierto gran parte de los muslos, en verdad espléndidos, radiantes, de carne muy firme y piel extraordinariamente diáfana. Sus enérgicas y torneadas pantorrillas eran igualmente excitantes.

Complementaban su atuendo una blusa marrón y ligeras sandalias en color miel. Llevaba puesto un collarcito de caracolas decoradas que descansaba en los erguidos senos parcialmente descubiertos por el escote. Su cabello, realativamente corto, conformaba un excitante revuelo “casual fashion”.

Cuando se sentó y cruzó la pierna, la vista de aquellas exuberantes carnazas me hipnotizó. No pude distinguir si lo que mostraba era parte del pernil o ya la zona de las nalgas. No sabía hacia dónde dirigir la mirada, pero ella no se inmutó, así que me dio la oportunidad de contemplarla.

Ya luego la llamaron, su nombre es Verónica, la ví levantarse y caminar hacia el consultorio con esa graciosa carita de aspecto sonriente que tanto me agrada. Pasó frente de mí y la observé de espalda percibiendo que su cadera no es tan amplia, pero tiene unas nalguitas carnosas y respingadas, muy excitantes.

Entró y cerraron la puerta. Dos minutos después pasó frente a mí la doctora Eulogia portando un tremendo jeringón digno de ser expuesto en museo, con un diseño que sólo había visto en películas de la Segunda Guerra Mundial. Sin anunciarse abrió la puerta del consultorio y la dejó abierta con tal desparpajo que me permitió ver a la chica desde los pies hacia la cabeza ya acostada en el camastro con la faldita alzada y la panty, en tono coral, replegada y enrollada en las corvas

¡Qué grata impresión! El corazón me dio un vuelco. Viendo sus nalguitas muy tersas y abombadas en tonalidad apiñonada, apreciando sus piernas carnosas, excelsas, sufrí una erección plena.

Verónica apretujaba púdicamente su entrepierna, lo que le hacía vibrar la tersa superficie de los glúteos. Cuando se percató del tamaño de la jeringa con que la pretendían inyectar la oí gritar desesperada: ¡Aaayyy nooo, por favor, con eso nooooo! Intentó levantarse pero la asistente de la doctora, una mujer muy recia y musculosa, la sometió haciéndole descansar su pesado cuerpo en la cintura.

Ví cómo la doctora colocó su monstruosa aguja en posición de ataque y la embutió en la fresca carne de Verónica. Fue sumiéndola por tramos, pude apreciar cómo a cada empujón la pobre chica desplegaba un conmovedor pataleo y gritaba atormentada, desquiciada. Cuando la aguja entró completa la joven se encontraba convulsionada, forcejeando inútilmente, pues la tenían perfectamente sometida y apabullada.

La doctora Eulogia se percató de que yo estaba viendo la escena. Pero como ni ella ni su asistente se podían separar de la paciente, entonces me gritaron: ¡Cierra la puerta muchacho, ciérrala! Me puse de pie como pude porque tenía el pito muy tieso, caminé poco a poco y pude dar el último vistazo.

En el momento que la sustancia empezó a penetrar las nalguitas, éstas entraron en una frenética temblorina, como si estuvieran acalambradas.

Viendo cómo la chica, en su desesperación, repartía patadas y su pequeñísima panty caía al suelo retorcida y ajada, viendo su estrecha y suculenta panochita que temblaba, oyendo los afligidos gritos de dolor, cerré suavemente la puerta poniendo fin al desprendido banquete visual.

Permanecí muy cerca, escuchando los violentos golpes y alaridos con que Verónica aderezó la cruenta entrada final de la candente sustancia.

El consultorio entró por fin en calma, sólo escuché los suaves lloriqueos finales. Cuando salió, venía cojeando. Una de sus manitas masajeaba el lastimado glúteo izquierdo, y la otra enjugaba las sucesivas lágrimas.

Disfruté la vista final de aquellas formidables piernas que he evocado en múltiples puñetas.

¿Cómo ves, querida Vero? Mira nada más lo que provocas.

Fer -

Es un privilegio que este "blog dentro de un blog" continúe a lo largo de los años, siempre con nuevos e interesantes personajes y con muchos lectores que participan.
No necesito daros la bienvenida a vuestra propia casa.

Carlónimo -

Espérame, espérame, espérame!!! ¿Alguna vez he fingido yo mi muerte, queridísima Vero? Ahora sí que ¡no la…! El que se murió redondito fue Anónimo. Yo por qué iba a decir que me morí ¡yo amo la vida!

Y ¿pues ya ves cómo Antónimo no es igual que yo? A mí también me encantan sus desmadres.

Verónica -

Jaja, Oye, Carlónimo, te ofrezco una gran disculpa si te ofendí, aclaré anteriormente que no deseaba un revuelo. De hecho, esperaba comentarios al respecto del resto de mi escrito.
Efectivamente, recuerdo las anécdotas de Eulogia, no solo se ensañaba con Elisa, sino también con su dulce hermana… y como olvidar los encuentros apasionados que tuviste con ella, si alguna vez sospeché que la Eulogia que escribe en este blog, poseía tu pluma, fue por la similitud literaria que manejan, y porque cuando fingiste tu muerte, ella fue quien lo anunció. Por esa razón, te comentaba con antelación que me parecían mucho más sensuales tus escritos llenos de descripciones, inspirándote en alguna persona de la cual tenias ya conocimiento, no solo físicamente. Nunca dudé de la existencia de cualquier persona a la que hayas hecho alusión, simplemente percibi similitud en los escritos aqui plasmados...
De Antónimo no tengo muchas referencias, simplemente, me encantan los desmadres que hace… ¡sí que tiene chispa!

Carlónimo -

¿Recuerdas, querida Vero de dónde salió Eulogia? Ella es la mujer que inyectaba a Elisa, esa gran amiga mía de carne y hueso con respecto a quien inicié mi participación en el blog inspirándome tantas cosas que, puedo afirmar, fue la gran impulsora llamémosle “pasiva” de todo esto. He tratado con Eulogia infinidad de veces y aún nos enviamos saludos muy cordiales.

Su antigua jeringa existe y su afición por los pinchazos es verídica. Todos han visto que Eulogia se refiere a mí con mucha familiaridad y eso es natural pues nos conocemos en persona. También a veces me pide (aquí públicamente) que la represente contando sus cosas. A veces tengo con ella la atención de firmar los escritos con su nombre.

Y por si tales testimonios no bastaren para comprobar la existencia de tan atractiva señora, apelo a las marcas de los pinchazos que te dejó en tus esculturales nalguitas ¿ya te los viste, preciosa?

La otra mujer en cuyo nombre he escrito sin ocultarlo es la preciosa Cristina, la mujer de mis sueños infantiles.

En cuanto a mi hermano Antónimo, la prueba fehaciente de su existencia es que tomó mi lugar (y lo hizo magistralmente) durante los días aciagos en que yo no tenía ánimo para redactar una sola letra. Si escribe como yo… pues será porque es un copión ¡No es cierto, mi buen Antónimo, ya sabes cómo te quiero!

Verónica -

Carlónimo…Por alguna razón, siempre sospeché que el personaje de Eulogia era parte de la bella ficción que manejas, y vaya, ahora si me alcanzó su gran jeringa… Ni modo, tendré que seguirme poniendo a su disposición para su beneplácito, solo que ahora cubriré mis piernas lo mas que se pueda…
En cuanto a tu nuevo relato, sigues derrochando sensualidad en todo su esplendor… Todos esperamos que no tengan límite aquellas palabras tuyas que tanto nos mueven.
Y, bueno, creo personalmente que existe la posibilidad de que la combinación de ambas condiciones anteriormente mencionadas (comunicación escrita y anonimato), hagan muy factible que uno pueda configurar el personaje que guste, claro, pues de hecho, como alguien dijo anteriormente, esta página es como la isla de la fantasía y nada es completamente verdadero, o falso, esto que estamos viviendo es puro ello. De hecho, todo lo que hemos plasmado por este medio, con esa actitud abierta y sensual, es difícil proyectarlo con las personas con quienes convivimos diariamente, por muchas razones que ya todos sabemos de antemano jeje. Sin embargo, en los detalles se encuentra el peligro… es decir, de alguna manera siempre fluyen como partes del rompecabezas de todo el misterio, las características de la persona, simplemente con su forma de escribir, se forja la personalidad real, los instintos no se burlan, sino que fluyen, este anonimato muestra mucho más de lo que diariamente mostramos en la vida real. Yo también he hecho uso de mi imaginación, y me atrevo a confesar que en cada uno de los personajes que han escrito algo, cualquier cosa, hay no solo una personalidad específica, sino hasta un rostro afin… que loco, ¿verdad?
Francamente, dudo que alguien haya construido un personaje tan ajeno a sí mismo, aunque siempre cabe la posibilidad, por ejemplo, casualmente, he notado una similitud entre el estilo literario de Eulogia, Antónimo, y Carlónimo, pero bueno, no juzgo… y espero no armar un conflicto al respecto
Saludos a todos, y nunca dejen de sonreir!

Carlónimo -

Muchas gracias querida Paty. Más allá de lo estético que pudiera ser mi estilo literario, me agrada que lo disfrutes y, sobre todo, que tengas ese gusto muy especial por el lenguaje. En eso definitivamente coincidimos.

Tu comentario me recordó la siguiente afirmación que en su momento hiciera nuestra querida Verónica.

“El detalle, es que por este medio, cualquiera puede deshinibirse felizmente, las razones son obvias: la forma de comunicación escrita además del anonimato.”

¿Piensas acaso, Vero, que una vez cumplidas las dos condiciones (comunicación escrita y anonimato) cualquiera puede participar proyectando la imagen que quiera? O dicho de otra manera: ¿habrá correspondencia entre los personajes que aquí vemos y las personas que en la vida real los encarnan? O dicho de una tercera forma: ¿una pluma y una máscara bastarán para que burlemos todos nuestros instintos, principios, preferencias, complejos y miedos?

Yo veo que los participantes en este blog tienen una personalidad bien definida y diferenciada. Por ejemplo, la inquieta Vero no es como la mesurada Ángela. Me parece que Hilda es más enérgica y que Paty tiene tintes de audacia.

Si yo no las he visto en persona ¿cómo es que me causan impresiones tan diferenciadas? Podríamos pensar que cada una de ellas planeó a su personaje, lo estudió y hasta entonces decidió participar, pero no estoy muy convencido de que sea así. Más bien las cuatro tuvieron de pronto el impulso y empezaron a proyectar más o menos sus atributos.

Pero hay otro elemento, de gran importancia y es el filtro mental por el que cada uno de nosotros pasa a los personajes. Así, no creo que Hilda y Ángela tengan la misma impresión acerca de Simón o de Carlónimo. Hay esquemas mentales y circunstancias particulares que interactúan y condicionan la percepción de cada quien.

Y además, al no conocernos físicamente, ejercemos la divina libertad de conceder a cada uno los atributos que nos dictan nuestras más excelsas y generosas expectativas. De esta manera podemos modificar la imagen que cualquiera trata de proyectar de sí mismo y la sustituímos por la que a nosotros nos convence y nos gusta.

¿No es esto grandioso? Un gran ejercicio sensorial que me renueva y me llena diariamente. No dejo de pensar en ustedes. Muchas gracias a todos, quisiera conocer su valiosa opinión al respecto.

Paty -

Carlónimo, me encantas ¿así hablas siempre en poesía? No se cómo lo haces parece quer las palabras te salen con rima. Para que yo haga un poarrafo como alguno de los tuyos tendría que pasar un mes y no se si me saldría, por eso creo que ya es un don muy natural tuyo. Cómo me gustaría oírte hablar en persona.

Buen fin de semana y que viva el mariachi, ajua!

Carlónimo -

Mis buenos amigos, tenía el propósito de escribirles un buen relato antes de retirarme al descanso, pero la ingente lucha por la vida me absorbió y me lo impidió.

Ya tendré ocasión de compartirles una buena escena de inyecciones.

Por lo pronto, imaginemos una bella chica de vestido rosa pálido que, atendiendo la instrucción del médico eleva su faldita, retrae con suavidad la panty y se acuesta nerviosa ofreciendo sus pálidos cachetitos al facultativo quien, al presionarlos con la yema de su dedo los percibe suaves, tibios, mullidos, jadeantes.

Desliza la borlita en el costado superior del moflete izquierdo, el cual reacciona con un leve, casi imperceptible oscilo. Coloca la aguja en posición de embate y la empuja haciendo que perfore y corra dócilmente al interior de aquella sensitiva superficie, la cual se constriñe al fragor del sollozo emitido por los encarnados labios de la paciente.

El denso, casi grumoso líquido empieza a fluir de la jeringa hacia el tierno cachete que, resistiéndose a recibirlo brinca, convulsiona y se enjuta.

La preciosa chica grita e intenta levantarse. El médico la conforta con suaves palmaditas en las piernas y en el pliegue de las amedrentadas nalgas.

Entre clamores, resoplos e imprecaciones, la bella paciente logra por fin superar el riguroso trance.

Sintiéndose a la postre liberada del filoso acero que le incineraba las entrañas, se desploma bufando, gimiendo... y disfrutando.

Que tengan un excelente fin de semana.

http://www.youtube.com/watch?v=vD6jcFcG0Qs

Carlónimo -

Pues sí Hilda quién te manda acudir con ese pantalón “arrecia pasiones” a que te inyecte Eulogia. Y tú Verónica, no contenta con portar la mini faldita todavía le cruzas la pierna ¿en qué cabeza cabe niña?

Bueno pues, muchas gracias por la erótica escena que nos obsequiaron a todos los mirones que ahí estábamos ¡ni parpadeábamos gozando sus innegables encantos! Espero que pronto lleguen los comentarios de las preciosas españolitas, que igualmente nos cautivaron.

Respecto a ti, querida Eulogia, no seas tan sentida, comprende que pusiste a las cuatro chicas muy nerviosas con tu jeringa. Ni quien dude de tu maestría para utilizarla. Pero es que… ¡se las trae!

Y ya no busques venganzas ¿No te basta con el apabullón que le diste a mi preciosa guerita? ¡Venga cariño, que yo me encargo de masajearte y de consolarte!

Eulogia -

Así que bruja, mala, abusiva…

Carlónimo ¿vas a permitir que me insulten? Yo sólo estoy colaborando con las autoridades sanitarias que me eligieron por ser una enfermera muy calificada y competente.

Y tú Verónica, síguete dando aires de grandeza. Ya puedes andarte con cuidado porque no me conoces todavía. Lamentas que las “pobres princesas” puedan haber sufrido mucho, con lo cual afirmas que a ti mis inyecciones “puras habas” no te hicieron ni cosquillas.

Como tú misma lo has dicho: “con ella no se habla de dientes para afuera…”. Pues ahora tú y yo nos veremos de nuevo las caras mi piernudita, esas nalguitas me están invitando a que las pique con métodos aún más efectivos de disfrute…

Ya nos veremos ¡ja,ja,ja, ya nos veremos Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!

Verónica -

Vaya, no había podido entrar…
Carlónimo: Ya con el preámbulo de que has leído dos veces mi escrito, me siento realmente coronada jaja… Te soy sincera: Descubrí esta página hace como un año y medio, y copie todos los escritos a Word… así pude ponerme al tanto de tan fantásticos relatos, y de esa manera, has acertado, seguí de cerca toda la historia que han creado… (Si, tuve demasiado tiempo libre)
Tu relato simplemente majestuoso… y vaya, con ese toque ardiente, sensual, y hasta cómico que no podía faltar, me has hecho volver a la vida, literalmente… Ah… y me encantó el toque turístico de los museos históricos que mencionaste, parece que me conoces de años!, no pude evitar proferir una carcajada
Eulogia se caracteriza por sus risotadas, y su disfrute ante cualquier flaqueamiento de la gente, y como no, con semejante afán de usar su poderosa jeringa para su beneplácito…
¡Pobres princesas Hilda, Ángela y Anna! Con eso queda comprobadísimo que la maldad de aquella bruja no tiene límites, y particularmente, que con ella no se habla de dientes para afuera…
Te mando un saludo enorme… ojala que jamás dejes de compartir tales relatos, porque, sin exagerar… realmente, me faltaría algo vital.
Y aun sigo esperando a Lector empedernido, Algo Temeroso, Simon, o como se llame….

Hilda -

Ay Carlónimo cómo fui a ponerme el jeans superajustado que llevaba!! Qué susto encontrarse con Eulogia y su espantosa jeringa. Se ensañó conmigo pero veo que no les fue mejor a las otras chicas ¡pobrecitas! Te cuento que el pinchazo fue algo pavoroso y la sustancia un ácido corrosivo, no te lo deseo cuando te toque con ella porque veo que ya estás sentenciado y como viajas mucho cualquier día se te aparece en algún avión para pincharte las nalguitas. Estaré pendiente!!

Gracias por dedicarnos tu tiempo y complacernos con tus excelentes relatos. Te extrañé el fin de semana.

Carlónimo -

“Bueno,¡qué sorpresa!.Vaya si encuentro novedades en unas semanas de ausencia. Como que se abrió la caja de Pandora, espero que aquí también quede la esperanza.”

Ángela ¡vaya impresión! Encontrarme frente a la caja de Pandora, quisiera saber quien encarna a la bella portadora, revestida de todos los encantos divinos y, por desgracia, también de la capacidad de urdir intrigas, seducción y mudanza.

Yo entiendo que te refieres simplemente a la caja, sin importar la portadora, o sea la propia Pandora. Aunque no estaría mal hablar de esa bella joven. Me gustaría hacerlo.

Gracias por comunicarte y por incorporar el tema. Estoy seguro de que con el cierre de la caja (porque al menos para mí ya está bien cerrada) nos ha confortado la esperanza, esa virtud capaz de mantenernos vivos y expectantes.

Por otro lado, aunque ninguna de las bellas protagonistas del relato me ha preguntado qué pasó después, yo me adelanto para contarles ¡a ellas y a todos los que quieran leer y sobre todo agasajarse la pupila! Pues que…

Bueno, entremos en materia.

Las cuatro preciosas y sufrientes chicas perdieron el conocimiento y no se percataron de que Eulogia les dio una buena acariciada en las nalguitas, después explotó una fuerte risotada y se alejó del lugar de los hechos.

La primera en reaccionar fue Anna sintiendo un agudísimo dolor en el cachete izquierdo. Se quedó fría al distinguir a sus amigas exánimes, con los soberbios culitos desnudos y las notables marcas del rudo pinchazo que la prehistórica jeringa de Eulogia les había causado.

En eso oyó que Verónica se quejaba y moviéndola del hombro le preguntó: ¿estás bien Vero, cómo te sientes? Pero ella sólo gimió y empezó a frotarse el cachete derecho tratando de menguar la terrible dolencia.

Ángela, por su parte, volvió en sí y al ver a sus amigas con la vestimenta desaliñada, se incorporó, dio un fuerte jalón a su falda para cubrirse los torneados cachetes, se puso de pie y arreglándose la ropa exclamó: ya nos inyectaron chicas ¿les han indicado algo?

Estando Hilda todavía acostada con los altivos mofletes al aire, entró una enfermera y la despertó. Las cuatro preciosas chicas terminaron de arreglar su atuendo y salieron, encontrándose con otro grupo igual de jóvenes que llegaban a lo mismo y no podían disimular el miedo. Instantes después las oyeron gritar como si las estuvieran degollando.

Y como el avión debía hacer una escala técnica en Quito para continuar al otro día la ruta a Montevideo, una atenta trabajadora social indicó a nuestras amigas el lugar y la hora en que debían presentarse para recibir el complemento de la vacunación. En el entendido de que, si no se presentaban no podrían continuar el viaje, así que cada una mordió sus labios resignada, al sentir que no tenía escapatoria.

La primera que llegó para recibir el segundo pinchazo fue Ángela. La hicieron pasar, le indicaron que se descubriera el culito y se acostara. Ella se puso muy roja, miró a todas partes, permaneció seria reflexionando y finalmente no hizo nada, hasta que entró la propia Eulogia, le sonrió socarronamente y mostrándole la vidriada jeringa coronada por una larguísima hipodérmica de base dorada, con la que bien se podía inyectar a un caballo, la apuro diciéndole: ¡Vamos niña que no tengo tu tiempo, me quedan quinientos pacientes por atender!

Ángela balbuceó, separó los labios aterrada y cuando intentó comentar que aquella jeringa le parecía inhumana, recibió un empujón por parte de la robusta asistente precipitándola al camastro, le alzaron la faldita, le bajaron la panty hasta las rodillas y neutralizando sus intentos de defensa sintió cómo la espantosa aguja le entraba y no dejaba de avanzar recorriéndole todo ¡pero todo! el espléndido moflete izquierdo. Temió por un momento que la punta de la aguja le pudiera emerger por la ingle.

Dando voces y gritos no sólo de dolor sino también de ayuda ¡Auxilio, socorro, por el amor de Dios! Sintió como si le derramaran acido sulfúrico en las entrañas. Sus nalguitas se retorcían desesperadas, gimió, lloró y golpeó con los puños el camastro hasta que los dedos se le entumieron. Después perdió el conocimiento. Cuando despertó vio que reinaba el silencio y Eulogia, con rostro grotescamente angelical, le sonreía ¡Ya terminaste tu tratamiento m´hija, toma de premio un caramelito y tu certificado!

La segunda paciente fue Hilda quien para su desgracia llegó luciendo un ajustadísimo jeans. Cuando Eulogia le miró los frondosos y terriblemente inquietantes cachetes todavía enfundados en la tela, le hizo una mueca a su asistente quien de inmediato fue a buscar una aguja aún más larga que la utilizada con Ángela.

Cuando Hilda vio el verduguillo que Eulogia pretendía clavarle en el culo abrió la boca en toda su magnitud, oyó voces y zumbidos extraños, sintió que se desvanecía y no pudo ni remotamente enfrentar a la luchadora grecorromana que asiste a Eulogia, la cual le bajó de un tirón la ropa haciendo que los espectaculares mofletes le emergieran rebosantes a manera de boyas previamente sumidas en el agua.

Sintiéndose incapaz de todo, comprobando que sus nalgas estaban irremediablemente perdidas, empezó a gritar a todo pulmón que ya no pensaba ni quería viajar a Montevideo, que la soltaran sin importar que perdiera el vuelo. ¿Con que eso quieres? le contestó Eulogia ¿contagiar al mundo entero de influenza? ¡Pues toma! Y ¡zaz! le dejó ir la larguísima aguja que no paraba de entrar en el esponjado moflete el cual parecía no poder alojarla completa. La chica gritaba ¡me vas a perforar las tripas Eulogia, por favor ya es suficiente! Pero la aguja corría y corría hasta que el tope chocó contra la superficie del cachete marcándole el clásico y sensual hoyuelo, a cuyo estímulo la despiadada Eulogia se calentó todavía más y abriendo enormes los ojos presionó el émbolo con todas sus fuerzas.

La pobre de Hilda con el rostro como tomate berreaba, vociferaba, se retorcía y, para su fortuna perdió el conocimiento.

Cuando despertó, vio a Eulogia muy sonriente firmándole el certificado de vacunación y entregándole de premio una paletita ¡Todo listo, querida, te portaste valiente!

La tercera en llegar fue Verónica quien llevaba puesta una faldita muy corta que dejaba ver esas piernas de ensueño que la caracterizan. Para su mayor infortunio se sentó con la pierna cruzada a esperar que la atendieran. Cuando Eulogia le vio las excitantes zancas del todo carnosas y rebosantes, le dijo: ¡Adelante preciosa, te atiendo con mucho gusto! Y ¡prau! la fornida asistente la tomó por su cuenta pasándola al cuartito, la acostó, le desnudó las nalguitas y se las desinfectó.

Cuando Vero vio a Eulogia con la vidriada jeringa en sus manos, se le revelaron los más dramáticos cuadros del Museo de la Santa Inquisición y la imagen viva del Marqués de Sade. Pegando un grito desgarrador se incorporó y con las espléndidas nalguitas al aire corrió hacia la puerta, pero la poderosa grecorromana la alcanzó, se la montó en el hombro derecho con el suculento culito empinado y, sujetándole las piernas se la ofreció a su jefa para que la pinchara en esa mismísima posición.

Eulogia no dejaba de reir y mientras Vero gritaba y golpeaba con sus puños las rudas nalgas de la luchadora, sin causarle por supuesto molestia alguna, sintió el terrible pinchazo que avanzaba en su redondo cachete sin tener aparente fin ¡jamás había experimentado una penetración hipodérmica tan profunda! Lo único que la consolaba era pensar, con afán revanchista, que la aguja, después de atravesar su propio cuerpo, se clavaría implacable en el hombro de la bruja.

Pero eso no ocurrió. Después de sentir que el tope de la hipodérmica había llegado al glúteo, experimentó en lo profundo de su carne un espantoso ardor que le requemaba todo el culo. Empezó a patalear y a despotricar hasta que el intenso dolor le adormeció los sentidos y quedó exánime en el hombro de la coloso. Cuando volvió en sí, Eulogia la tenía con el culito todavía desnudo sentada en sus propias piernas y, muy sonriente, le dijo: ¡te portaste bien mi piernudita, aquí tienes el certificado y tu paleta de premio!

Finalmente llegó Anna luciendo ese cuerpo tan armonioso que la caracteriza. Llevaba un vestido azul marino bastante corto y sus nalguitas respingadas le daban un aire extraordinariamente coqueto.

Eulogia la recibió con aire petulante y le dijo: Por fin nos vemos las caras, a ver si como roncas duermes, guerita.

¿Te acuerdas del siguiete diálogo entre nosotras?

Autor: Eulogia: “… lo mismo que tú Anna, te inyectaría con muchísimo gusto las nalguitas y te haría gozar...” Fecha: 30/04/2009 23:22.

Autor: Anna: “… vamos a ver si Lector Empedernido se anima a recibir una que otra inyección de tus manos, porque yo si me animo…” Fecha: 30/04/2009 23:46.

Pues no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla. Por fin estamos aquí las dos querida, no me vas a salir con que siempre no. Así que relájate, descúbrete ese suculento culito y acuéstate, haz de cuenta que te va a inyectar Carlónimo ¡No me obligues a pedir el apoyo de mi asistente!

Anna sudaba frío y todos los colores le encendían sucesivamente la cara. Intentó negociar que le dieran la inyección y que ella acudiría a la farmacia para que se la aplicaran, pero lo único que consiguió fue exasperar a Eulogia quien hizo la seña a su asistente para que se acercara.

Viendo que no le quedaba otra y que si intervenía la grecorromana la haría tensarse aumentando el dolor, accedió a descubrirse tímidamente las nalguitas y se acostó temblorosa en el diván. Permaneció así con el culito entregado por un rato, pero cuando se percató de que Eulogia ya tenía lista la jeringa no pudo evitar verla y, percatándose de las inhumanas dimensiones del arcaico instrumento, gritó: ¡No, Eulogia, no, te lo ruego, por favor! Indefectiblemente recordó las palabras de burla que ella le dedicara anteriormente:

Autor: Anna “…Que bueno que escribes, primero decirte que eres muy buena para inyectar en las pobres nalgas de las demas personas, pero no te gusta que te inyecten a ti. Y no solo eso, te has deleitado poniendo enemas, supositorios, tomando la temperatura rectal, por cualquier pretexto y que sucede cuando os toca?” Fecha: 30/04/2009 19:26

Se puso más nerviosa y trató de persuadir a Eulogia de que la perdonara pero… cuando vio a la musculosa asistente que se frotaba las manos para intervenir, agregó: No Eulogia, ya me dejo, y volvió a acostarse resignada, aunque temblando, las nalguitas se le agitaban sensualmente.

Eulogia le desinfectó el cachete derecho y en ese momento sobrevino la última súplica de Anna: “Eulogita, por favor Eulogita, no me vayas a lastimar, pónmela despacito!

Pero cuál despacito, la vengativa Eulogia se ensañó utilizando la misma aguja con que había pinchado a Hilda (la más puntiaguda y larga) y se la clavó con verdadera inquina, mientras se mordía obsesivamente la lengua, como una loca.

El terrible grito de Anna inquietó a todo el vecindario, sus pobres nalguitas se retorcían. Cuando la aguja llegó al tope y comenzó el flujo de la sustancia, la encantadora guerita perdió el conocimiento, su culito se relajó y ya no opuso ninguna resistencia.

Vuelta en sí, con la aguja todavía clavada en el cachete, vio a Eulogia que le sonreía burlonamente diciendo: ¿No que muy valiente Anna? Bueno, no te preocupes, lo importante es que ya me di el gusto de pincharte las nalguitas.

Le entregó su paleta y el certificado, la ayudó a vestirse y la despidió gritando: ¡Ahora voy por Carlónimo, dile que esta vez no se me escapa!


Gil -

Muchas gracias Carlónimo por el relato de Cristina, no creas así más o menos lo imaginé y lo esperaba. Me pareció muy sensual pero también humano. Me trasmitiste el drama por el que ella pasaba. Que bueno que quiso relajarse teniendo sexo con un jovencito. Esa es una real posibilidad, hacer algo distinto de lo que había hecho siempre, una pareja extraña e inusitada. El final es impactante. Sigo leyendo y bienvenida Angela.

Ángela -

Bueno,¡qué sorpresa!.Vaya si encuentro novedades en unas semanas de ausencia. Como que se abrió la caja de Pandora, espero que aquí también quede la esperanza.
Carlónimo, gracias por el relato en el que me incluiste.
Una vez más, tu desbordada imaginación casi coincide con la realidad, soy pudorosa en situaciones que no controlo. Pero me hizo reír y no es algo que haga últimamente mucho, de nuevo mi agradecimiento.
El resto de relatos, igualmente estupendos.
Respondiendo tu pregunta, de nuevo acertaste, sí soy española de la provincia de Málaga.

Simón, aunque no me conoces, si has leído un poco atrás verás que he preguntado por ti y que hecho de menos la espontaneidad de tus relatos y opiniones.
Si me lo permites, te diré que si bien comparto algunas de tus reflexiones, mi forma de ser me impide aceptar tu voluntad de abandono. Por favor reconsidéralo y se generoso, como siempre lo has sido, con los que te seguimos.

Anna, que bien que decidiste reaparecer. Me gustan mucho tus historias.

Os dejo, buen fin de semana y un abrazo a todos.





Carlónimo -

Mi más ardiente saludo a la mujer que amo. Muchos besos, mi preciosa Anna.

Carlónimo -

Gracias Paty, eres muy amable. Por favor, participa.

Querida Vero, después de ver “a ojo de pájaro” tu más reciente comentario, regresé porque algo me inquietaba. Lo he vuelto a leer con mucha atención y veo que has seguido muy de cerca la vida del blog. Independientemente de la validez de tu diagnóstico, compruebo que eres observadora y tienes una gran capacidad para analizar y entender.

Mis queridos amigos, estaré muy ocupado en los próximos días. Nos vemos el martes.

Un abrazo y que tengan buen fin de semana.

PD Querido Fer, nuestro editor. Hace tiempo que no te dedico unas líneas. Mi reconocimiento por todas tus atenciones y tu diligente asistencia, allá en el discreto espacio “tras bambalinas” desde Barcelona. Tú has hecho posible la celebración de nuestro tercer aniversario. Muchas gracias.

Paty -

Wooooooww!! No se que tiene este relato pero me hizo vibrar toda Gracias Carlónimo y felicidades por los tres años, tan bien vividos y trabajados. Te doy un enorme beso!

Carlónimo -

Hilda y Verónica, muchas gracias por sus comentarios. Siento mucho el mal rato que pasaron con Eulogia pero la escena protagonizada por ustedes fue muy sensual. Creo que la disfrutamos todos.

Gil, respecto a tu solicitud, yo no puedo decir que conquisté a Cristina. Como recordarás, ella era una mujer en toda forma y yo un jovencito que apenas lindaba los 18.

Sólo que Cristina pasaba por un momento muy adverso. Imagínate: Servando le estaba poniendo los cuernos con Rita; el doctor Quirarte se había alejado por no obtener sus favores; Armando, el amante, se encontraba en el extranjero; y, tal vez lo más grave, su belleza hacía que a cualquier doctor o paramédico que recurriera para que la inyectara, se le encendíeran en tal forma los instintos, que terminaba siendo acosada.

Aquella tarde en que le llevé el biscocho que mi madre le regalara, la vi muy triste y adiviné lo que le pasaba. Me hizo entrar y me repitió: le das las gracias a tu madre, le das las gracias a tu madre. Colocó la torta sobre la mesa de la cocina, le quitó la envoltura y fue a preparar la cafetera.

Llevaba una vistosa bata solferina perfectamente amarrada de la cintura, lo que le hacía resaltar las formas. Además, la tela se le untaba en el área de los glúteos delatando la sensual raja del culo. Estaba como siempre muy bien maquillada y peinada pero no escondía la tristeza del rostro.

Sin decirme nada, colocó dos platos y dos tazas, se sentó y me empujó una silla para que yo hiciera lo propio. Pasamos un rato en silencio lo cual me resultaba incómodo ya que su fuerte personalidad me cohibía y me impactaba, pero a ella no le afectó el escenario pues en verdad estaba ensimismada.

La vi probar su café, luego me entregó una rebanada de biscocho y, como impulsada por una súbita idea, se levantó, pasó al salón, tomó un disco (de aquellos negros de acetato) y lo puso. Se oyó a bajo volumen la canción “Somos novios” de Armando Manzanero

http://www.youtube.com/watch?v=YMQBLTchk7w

Yo no le quité la vista de encima. Dándose vuelta me llamó tendiéndome los brazos, empezamos a bailar, sentí que me apretaba. Finalmente, juntó su mejilla con la mía y enroscó sus brazos en mi cuello. Así seguimos bailando dos o tres piezas más, para mí fue mucho tiempo porque no me decidía a tomar la iniciativa en nada. Terminaba una canción y aguardaba para saber si ella me hacía sentar o continuábamos.

Recuerdo que Cristina tenía una fragancia deliciosa y su cuerpo se tallaba descaradamente con el mío. Por un instante retrocedió y se abrió la bata en el área del escote, no llevaba nada abajo. Sus enormes tetas, derrochando blancura y suavidad terminaron de perturbarme.

Busqué con ansia sus labios y a partir de ese momento ella se me entregó comnpleta. Interrumpió el baile, me llevó a su recámara y dejando la puerta totalmente abierta se quitó la bata, se acostó y, mientras yo me desnudaba se puso boca abajo ofreciéndome el espectáculo de sus desquiciantes nalgas.

Me acosté con relativa timidez a su lado y le estuve acariciando los glúteos pero de una manera floja, insuficiente, así que me interrumpió, se volteó boca arriba y me hizo montarla. Nos besamos, eso sí con ardor, luego me tomó el pene y se lo metió en la vagina.

No creo haber aportado prácticamente nada, Cristina estaba sumida en sus profundas cavilaciones y recreaciones. Alcanzó muy pronto el orgasmo y me esperó pacientemente a que terminara. Me habían impactado mucho su personalidad y lo sorpresivo del acto. Por un momento temí no poder eyacular, pero finalmente terminé en la forma más decorosa que pude.

No me dejó disfrutar a su lado, casi inmediatamente se levantó, me hizo vestirme, ella pasó al baño y salió con la bata puesta. Nos sentamos a la mesa de la cocina y después de beber el café casi frío, me despidió diciendo: de esto... nada jovencito, pero nada.

Verónica -

Buen día…
A Carlónimo, una calurosa felicitación por sus relatos fantásticos que se remontan a tres largos años, y que han sido parte esencial de nuestras vidas. ¿Cuántas veces nos hemos sorprendido pensando y fantaseando en tales maravillas literarias impregnadas de erotismo, mientras hacíamos nuestras actividades cotidianas?, En lo personal, ya perdí la cuenta. Lo más especial, radica en el hecho de motivarte con el gusto y sazón que nos profesas, cuando se plasma en comentarios de agrado y aprobación, y quizá otros un tanto más íntimos.
Un aplauso por el nuevo relato… Un agradecimiento por haberme incluido, fue como entrar en otra dimensión, recuerdos, y el compartir esa experiencia candente con aquellas compañeras, ante la temida jeringa de Eulogia… ¡Wow!

Finalmente, me atrevo a profesar mi humilde opinión, independientemente de que no soy aun parte de la “familia”, ya que tardé mucho tiempo en darme a conocer… Y con el riesgo de parecer una vieja metiche… tomaré el riesgo…
Desde los primeros días en que se fundó este blog, construido cuidadosamente peldaño a peldaño, se fundaron también amistades entrañables, y la verdad dignas de toda mi admiración.
La convivencia principal, decididamente fue de las personas que hicieron de este blog un espacio íntimo, maravilloso, pasional (de ahí data la riña pública entre dos amigos tan cercanos, que compartieron la construcción de algo tan especial). Con mucho cariño y con mucho respeto, espero que puedan meditar detenidamente en todo lo que afectan, por un acontecimiento insignificante, no solamente este gran espacio, sino ha llegado el disgusto hasta el corazón de sus seres queridos, y el propio. El rencor y el orgullo, no son sentimientos que valen la pena, porque carcomen al ser desde lo más profundo. La voluntad está ahí, el cariño también, solo falta el apretón de manos, y la sincera noción de poder continuar esta linda amistad para toda la vida, porque desde el principio así se forjó. ¿Qué sería del mundo sin riñas, sin disputas, sin desacuerdos?, algo decididamente feliz, y color de rosa, pero monótono. Espero realmente, que solo sea un disgusto pasajero, y por supuesto, una experiencia más en la vida para seguir un cariño sin límites…
Una disculpa enorme, si a alguien ofendí…realmente no fue mi intención en ningún momento.

Gil -

Oye Carlónimo, en tanto regresa Anna a quien seguramente muchos extrañamos, por que no nos cuentas lo que quedó pendiente de Cristina ¿Cómo fue que la conquistastes y bueno qué hicieron la primera vez?

Carlónimo -

“…las preguntas y el dolor de mi esposa, que lo extraña”

Por ella me acerco y contesto, querido Simón, porque esa chica maravillosa vale oro y me mueve el alma.

Mis ausencias por molestia no se deben a ti, sino a la actitud de quienes no pudieron entender que aquí hay una línea y quieren en cambio imponer un caótico y destructivo chachareo.

Respecto a mi vida, no tienes por qué tomar como un hecho lo que yo no dije ni confirmé y que tú mismo pusiste en duda:

“desconociendo aún si lo que decís es real real o si intenta complicar un poco el escenario, ya que aquí nunca se sabe”

Si las cosas fueran como especuló Antónimo, yo no tendría cara con qué pretender el amor de Anna.

Te extraño y me encantaría que estuvieras aquí, con ese ánimo limpio y positivo que me compartiste hace ya algún tiempo.

Pero NO TE ESTOY ROGANDO QUE REGRESES. Eso no le ruego a nadie.

Vaya imagen: http://www.youtube.com/watch?v=P0YCoKvnPrM
Querida Hilda, qué bueno que te gustó el relato. Comfío en que seguirás participando, la pasaremos muy bien todos.

Hilda -

Carlónimo! Gracias por acordarte de mí y por incluirme en un relato tan creativo y erótico, no se de donde sacas tanta imaginación. Que coincidencia que hayamos estado en el avión las cuatro chicas que hemos estado escribiendo a ultimas fechas en el blog. De verdad que la pasamos mal con Eulogia y su espantosa jeringa de vidrio y sus agujas antiguas y sus abusos! Verónica, Angela y Anna son muy buenas amigas y muy guapas y me consolaron mucho pues creo que yo era la más asustada de todas y la que más gritaba y se agitaba. Me dio risa que dijeras que yo era la más “nalgoncita”, no se te olvida la forma en que me describí, o sea “extensa de caderas y de glúteos y bien acinturada, además de piernuda”.

De verdad gracias Carlónimo y celebro ruidosamente los 3 años que ya cumpliste aquí y que han sido muy prolíficos. Es mucho lo que te debemos por dedicarnos tanto esfuerzo y cariño como lo has hecho. De nuevo gracias, sobre todo por pensar en todas y cada una de tus lectoras y tratar de satisfacernos a todas. Eso es lo que te hace más valioso para mí.

Querido Simón, yo no he tratado contigo pero te conozco bastante bien. Yo creo que haces falta en el blog y que eres una pieza fundamental para todos y, aunque lo dudes, eres el gran amigo que Carlónimo desea y extraña. Si vieras con atención lo que ha pasado aquí entre tú y él reconocerías que son otras personas las que han causado la desavenencia con sus actitudes sectarias que por amistad creo yo llegaste a secundar. Observa objetivamente lo que ha pasado aquí y no te engañes. Regresa, porque todos te necesitamos.

Simón -

Dulce Anna:

Qué alegría estar en contacto con vos! aunque lamento que esta haya sido la vía. Nada me gustaría más que conversar con vos pero he tomado la decisión de abandonar el blog; esta entrada constituye una excepción en tanto no conozco otro modo de responder a tu cariñosa misiva.

Sin embargo, sólo lo hago en mérito de nuestro mutuo afecto y respetando que no tenés la culpa de mis desavenencias con tu pareja. Hay muchas cosas que no comprendo y, en honor a que no deseo que se me responda que acá todo es como es y bla, bla, bla, como si el tiempo que llevamos de conocernos con Carlónimo no ameritara enterarme de su propia boca las novedades sobre su vida, entre otras cosas, planto bandera aquí. Además, y a pesar de que le dije explícitamente los sucesivos motivos de mi malestar, se empeña en renegar de su responsabilidad en mi pesar.

Por otra parte, confirmo lo extraordinariamente prolífico que se torna Carlónimo cuando los demás no participamos, por lo que no quiero privar a nadie de sus descomunales relatos y reflexiones. El hecho de que le surjan compromisos impostergables que lo obligan a “ausentarse” cuando aparezco se reitera sugestivamente.

Decir que vuelva a escribir "si tengo voluntad de hacerlo” “porque tengo un sitio ganado a pulso”, casi como una magnánima dádiva, raya en lo ofensivo. Sé que puedo volver si tengo voluntad, pero sucede que ya no tengo voluntad.

Sé también que lo que digo puede sonar lapidario, pero no más que sus actitudes hacia mí. Él habla de mi actitud; el problema no es mi actitud, sino la suya y no voy a dirigirma más a él ya que él no se dirige directamente a mí.

No desconozco que la respuesta será contundente y con los rasgos de encantador de serpientes que lo caracterizan; ya no me importa, no voy a echarme al hombro nada más que el dolor que ya siento.

En consecuencia, preciosa, y cargando también con las preguntas y el dolor de mi esposa, que lo extraña y no entiende pero a quien no puedo explicarle los hechos porque desconoce la existencia del blog, cierro acá este capítulo de mi vida con un dolor que me atenaza el corazón.

Te deseo toda la felicidad del mundo

Tuyo siempre que lo necesites

Simón

Carlónimo -

La pandemia

BBC Mundo dio a conocer ayer: Alertan sobre posible pandemia de H2N2.- los gobiernos deben emprender un agresivo programa de vacunación para proteger a la gente de otra posible pandemia de influenza, esta vez causada por el virus H2N2, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.

De inmediato se difundió la noticia por todo el orbe; los gobiernos hicieron acopio de recursos: centros de salud; vacunas; jeringas; enfermeras. Nada parecía alcanzar, pero gracias a un ordenado esfuerzo de coordinación fluyeron de un país a otro las dosis, los instrumentos y hasta el personal necesario para efectuar la rápida vacunación, sin importar el lugar donde la gente se encontrara.

Miles de enfermeras muy bien equipadas fueron enviadas a los lugares de mayor concentración humana: cines; antros; auditorios, autobuses; aviones. A todo sitio donde hubiera gente llegó una experta enfermera para aplicar masivamente las dosis.

Y fue a bordo de un avión de Aeroméxico donde casualmente se encontraron: Hilda, Verónica, Angela, y Anna, a la entrada de la pequeña cabina improvisada de vacunación a damas. Las cuatro se miraban entre sí y temblaban al oír los agudos gritos de otras chicas que en ese preciso momento estaban siendo inyectadas.

Con el ceño fruncido recibieron la brusca instrucción: ¡que pasen las siguientes cuatro! Aterradas, se resistían a caminar,pero una ruda enfermera las condujo casi a empujones hasta los improvisados camastros donde las acostaron y les descubrieron los espléndidos culitos.

¡Qué fascinante y erótica escena! Eran cuatro beldades las que estaban ahí reunidas, entregadas al inhumano martirio. Hilda, la más nalgoncita de todas, con la panty en las corvas, temblaba y los espléndidos muslos se le agitaban; Verónica, con la panty enroscada en las pantorrillas, no pudo controlar el llanto y emitía fuertes suspiros que le hacían saltar el empinado y carnoso culito; Angela, quien sujetaba con desesperación su breve panty para que no se la bajaran más allá del pliegue de las nalgas, hacía gala de unos espléndidos mofletes extraordinariamente firmes y palpitantes; y Anna, cuyas firmes y redondas nalguitas luchaban por permanecer impávidas, pero no podía evitar la menuda temblorina que le hacía menear la exigue pantaletica sensualmente alojada en los muslos.

Después de abrillantarles los mullidos espacios seleccionados, las cuatro recibieron y alojaron las agudas hipodérmicas y se colaspsaron. Con los puñitos apretados, los suaves labios musitantes, implorando que las tratasen al menos con piedad, sufrieron el creciente dolor producido por los rudos émbolos que avanzaban milímetro a milímetro, haciendo a las preciosas chicas retorcerse, gritar y patalear, al punto que aquel singular suceso rebosante de sensualidad, se convirtió en el más escalofriante escenario dantesco.

Las cuatro espléndidas chicas perdieron por un momento el conocimiento y no se percataron del abusivo masajeo que les prodigó la coordinadora de grupo, una guapa mujer ya madura, de aspecto distinguido y formal, llamada Eulogia, quien coronó su maléfica labor con una estruendosa carcajada.

Carlónimo -

http://www.youtube.com/watch?v=8sg80t5UIcc

Carlónimo -

Esta mañana al revisar mi correo encontré el saludo de una buena amiga que cerró su misiva diciendo: “Disfruta esta noche y trata de aprovecharla al máximo” Me quedé pensando qué habrá querido decir pero no llegué a comprenderlo. Y es que si al menos fuera noche de viernes o sábado, pero ¿de lunes? O si le hubiera comentado a mi amiga de algún plan que hubiera tenido… pero no, así que su buen deseo me dejó bastante confundido.

Pero luego me puse a pensar en el blog y en lo que aquí he venido haciendo, no por una semana ni por un mes, sino nada menos que por tres años. Acabo de ver que el primer relato que pegué en el blog, denominado “Aquella tarde otoñal” data del 05/03/2008 02:59.Y recuerdo cuando comentaba con mis lectores que ya llevaba 60 o 90 o 100 relatos escritos. Bueno, pues a la fecha ya definitivamente perdí la cuenta y creo que conocer el número de relatos pegados me llevaría buenas horas de búsqueda y revisión de textos.

Ni qué decir de aquellos buenos comentarios de mi preciosa Anna cuando me decía que había leído todos mis relatos varias veces y que tenía sus favoritos y hasta me dio la lista de ellos (unos 30 o 35). Ahora, ella misma ya no sabe lo que he escrito y dice que espera darse tiempo para encontrar un relato específico que le mencioné.

Y si yo mismo no llevo control alguno cómo puedo esperar que alguien más lo lleve, es increíble que haya dejado aquí tanto esfuerzo neuronal. Precisamente, no hace mucho, otra buena amiga me preguntó: ¿no te preocupa trabajar tanto para que tus escritos pasen totalmente inadvertidos y sean algo que ni siquiera puedas manejar en público, sino siempre ocultos bajo un seudónimo? Estás desperdiciando tanto esfuerzo, me decía ella, que es una lástima pues si hubieras dirigido correctamente ese esfuerzo tendrías toda una obra literaria y tal vez te hubieras hecho famoso con ella”

Pero, más allá de los complejos vericuetos que rodean al ámbito literario el cual se encuentra en grave crisis por falta de lectores, considero que la producción de libros para publicar no es mi objetivo. Y es que comentarios como el más reciente de Anna:

“Has relatado de manera esplendida, nuestras vivencias, y quiero decirte que esa noche me hiciste vibrar de pasión y de amor.

"Anna y Carlónimo.... la leyenda" ¡Vaya! Suena muy bien para una novela. En realidad todo esto es toda una novela de amor, de amor a tu lado mi vida.”

Estos comentarios me alegran y me llenan a tal grado que los reconozco como patrimonio efectivo de vida, que me acompañará en aquel trance del último viaje, que tan poéticamente nos refiriera el gran Machado:

“¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Y al cabo, nada os debo; me debeis cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar”.

Qué ironía ¡desnudo después de haber hecho tanto por la vida y por la gente! Pero esa es la paga del hombre de bien y a eso aspiro sin más. Me basta con recibir el reconocimiento de algunos de ustedes, como el de la preciosa Verónica: “Querido Anónimo, Carlonimo, (supongo que eres el mismo desde la primera edicion). Eres fascinante...” ¿Qué más puedo pedir a la vida? Si tengo salud, recursos, tiempo y la grata felicitación de personas tan lindas como ustedes.

No podría citar todos los mensajes de felicitación que he recibido de muchísimas personas a través de este blog, algunos reiterados al extremo. ¿Puedo pedir más? ¿Es razonable ambicionar más? En verdad no tengo palabras con qué agradecerles lo que me han dado.

Así pues… amiga que me deseas “Disfrutar esta noche y tratar de aprovecharla al máximo” ya entiendo a qué te refieres. Es algo que realizo frecuentemente. Despertar a las 2 o 3 de la mañana y recordar a mis amigos del blog, lo que hemos hecho y seguiremos haciendo juntos.

A todos, un fortísimo abrazo y mi más sincero agradecimiento por la vida que me han dado, pues el mismo Carlónimo es obra y hechura de todos ustedes.

Carlónimo -

Mi preciosa Anna, por si entras al blog, quiero contarte que el viernes estuve en Buenos Aires y habiendo ido a comer al Piazzola Tango, ví a Simón acompañado de Silvia, están plenos los dos. No quise perturbar su romántico encuentro, así que disfruté la escena y me retiré discretamente del sitio. Más tarde, antes de irme al aeropuerto pasé a la oficina de Simón y dejé con su secretaria la extensa carta que le escribiste. No dudo que se ponga en contacto contigo, que de eso se trata. Por su actitud concluyo que no desea saber de mí y lo respeto, pero sé lo mucho que te aprecia a tí y el cariño que tú le profesas.

Te extraño guerita y confío en que pronto nos veremos. Mi propuesta es que cuando llegues a América nos encontremos en Miami Florida, donde zarparemos en un crucero por el Caribe ¿Te parece bien, mi vida?

Carlónimo -

Voy a hacer un receso junto contigo, mi vida, lo necesito. Lo importante es que nos hemos reencontrado. Que tengas un viaje excelente. Muchos besos.

A nuestros lectores (Hilda, Verónica, Ángela, Gil), una disculpa por el receso, pero en verdad lo necesito. De Simón, pues no, no se nada.

Anna -

Mi amado Carlónimo:

Ya me podía imaginar que tu llevabas algo de español en las venas, y me alegra que tengas a mi país en el corazón, México también es muy querido para mi, por los gratos momentos que pasé a tu lado y por lo cariñosa que es la gente por allí.

No leí el relato del Mundial, pero haré un espacio en mis actividades para leerlo. Seguramente me encantará como todos los que escribes mi amor.

Has relatado de manera esplendida, nuestras vivencias, y quiero decirte que esa noche me hiciste vibrar de pasión y de amor.

"Anna y Carlónimo.... la leyenda" ¡Vaya! Suena muy bien para una novela. En realidad todo esto es toda una novela de amor, de amor a tu lado mi vida.

Después de diez días que he pasado a tu lado aquí en Madrid, me siento feliz y llena de amor por ti, Carlónimo, las vivencias que hemos pasado juntos me han dejado marcada, poco a poco iremos contando cada paseo, cada comida, cada noche y cada despertar de amor y cada inyección.

Hoy que he acompañado al aeropuerto, no he sentido pena, porque se que te veré pronto, se que pronto estaré entre tus brazos nuevamente. Me gustaría ir a México unos días a visitarte, pero tendrás que esperarme porque tengo que hacer un viaje de trabajo por unos días, mientras tanto puedes esperarme o puedes ir contándoles a los demás, el amor que nos tenemos y cada una de nuestras experiencias juntos mi amor.

Estaré fuera, unos 10 o 15 días, y a mi regreso terminamos de relatar tu viaje a España, y empezamos a planear mi viaje a México, ¿te parece bien mi amor?

¿Y Simón? ¿Qué sabes de Simón? Lo echo de menos en el blog.

Te mando muchos besos mi amor, y espero que tengas un feliz viaje.

Anna

Carlónimo -

Mi preciosa guerita, por la hora en que pegaste el último texto infiero que estás muy presionada de trabajo. Me enternece el gran esfuerzo que haces para comunicarte. Y cada una de tus palabras la aprecio en todo lo que vale.

Me preocupa que nos conozcamos tanto y al mismo tiempo ignoremos todo. Me encantaría que pudiéramos saber, cada uno, un poquito más acerca del otro, para comprendernos y prodigarnos afecto. Pero no quiero hacer ni proponer nada que te ioncomode.

Rerspecto a los amigos: Julio-Almudena; Pilar-jorge; quiero decirte que son personas maravillosas. Empezamos por identificarnos en la claridad y sinceridad del amor que cada uno siente por su pareja, me di cuenta de que te quieren y que su cariño no es de ahora, sino de mucho tiempo.

Al principio me sentí nervioso, pues observé que me analizaban a fondo, lo cual habla bien de la forma en que te aprecian y te cuidan. Finalmente me tranquilizó el voto de confianza que me manifestaron. Creo que se percataron de que yo no quiero para su gran amiga Anna, algo menos que hacerla feliz.

Y bueno, el tema del fútbol creo que les apasiona y en lo personal, aunque no conozco mucho, tengo presente la gran hazaña de que ustedes alcanzaron el Campeonato del Mundo ¡Enhorabuena! Yo lo disfruté muchísimo aunque hubiera deseado abrazarme de ti en aquel momento y gritar contigo y cantar contigo.

http://www.youtube.com/watch?v=4y1Quy06U9I

No se si leíste un relato que escribí allá por julio 2010 acerca del sonado triunfo español.

Y creo que también pude transmitir a tus amigos el cariño que tengo por su país, con el que estoy más identificado de lo que se pudiera pensar. Ante todo soy mexicano, pero a España la llevo en la sangre y en el corazón.

Y sobre esa base, reímos, cantamos, degustamos, brindamos y terminamos abrazados de corazón. No creo que haya habido ahí cinco españoles y un pinhe “guiri”, sino más bien seis grandes amigos que se quieren bien ¡Gracias, mi amor, por abrirme tu corazón y tu país como lo has hecho!

Ya luego nos despedimos y llegamos por fin al hotel ¡qué delicia! En los dos había una gran inquietud. Y así como estás ahora en tu cama, acostadita, te alcancé con la jeringa ya preparada. Suspiraste, noté los colores festivos que se transparentaron en tu rostro. Te dije: mi vida, llegó el momento de revivir lo que ha dado una gran vida a nuestra relación. Besé tus labios sintiendo como siempre su gran frescura, a más de la sencillez y honestidad con que me los entregas.

Lucías un pequeño conjunto de noche muy tierno en color cielo. Me senté sobre la cama y tú de inmediato te incorporaste para pasar de frente por encima de mis piernas y acomodarte en ellas. Antes de actuar me embebí contemplando tu cabello, tu grácil cintura, las nalguitas mullidas y abombadas, aún cubiertas, y esas piernas robustas, que hacen un derroche de firmeza.

Deslizando el calzoncito y la panty hasta la mitad de los muslos, te pregunté ¿estás lista mi vida, te sientes nerviosa? El fino temblor de tus nalguitas y el sensual suspiro que emitiste, me dieron la respuesta. Observé el vértice de la aguja, finísimo, puntilloso, y lo acerqué a tu nalguita previendo el sitio exacto de la acometida. La blanquísima superficie se estremeció ante la cercanía del pinchazo.

Pero no opusiste resistencia alguna, por el contrario, parecías muy inquieta por recibir la ruda incisión. Tus finos labios estaban entreabiertos, musitantes, inquietos y tus manitas permanecían muy suaves acopladas a la superficie de la cama.

No me dijiste nada, estabas concentrada en mis dedos que, en ese momento terminaban de desinfectar la mullida superficie, delimitaban el punto a horadar y empujaban la jeringa haciendo que la afilada aguja se alojara por fin en tu carne, que celebró la incisión con un erótico bamboleo arrancándome un profundo suspiro.




A medida que el émbolo avanzaba, tú me decías: Carlónimo, despacito, despacito, déjame disfrutar lo que tanto extrañé y estuve deseando fervientemente. Empecé a sentir que tallabas el pubis en mis piernas y que gemías de manera creciente. El émbolo seguía avanzando y te inquietaba cada vez más.

No pude evitar la repetición de tu nombre: Anna, Anna, Anna, Anna, que me enloquece porque es una música, un concierto, el más tierno poema, la canción más romántica.

Contemplaba el oro de tu finísimo cabello, tus nalguitas de porcelana, las deliciosas piernas que me recuerdan el sólido mármol, la explosiva emotividad de tu cuerpo que se estremecía y me regalaba un intenso jadeo. Te extraje la aguja y te acerqué mis labios para recoger la pequeña gotita de sangre que surgiera.

La degusté como antaño lo hiciera y fue tan deliciosa que quería saborear más, mucho más. El torbellino se había formado, no era posible detener tu impulso, mi preciosa Anna. Después de lengüetear tus glúteos, acoplé mis labios a tu vulva, succioné el diminuto clítoris y lo hice vibrar con la punta de mi lengua.

Tus gritos eran ya desesperados, me decías ¡Carlónimo, Carlónimo, ya quiero hacerlo, quiero que me penetres cuanto antes, ya no aguanto, ya no puedo!

Espera un momento, te dije, pero reaccionaste a gritos:

“No puedo esperar a que llegue la hora, mi amor!!”

Te bajaste de mis piernas, aventaste el calzoncito y la pantaleta y te tiraste de espalda sobre la cama, separando las piernas y gritando ¡Ya, Carlónimo, entra! Viendo tu brillante vulva perfectamente lubricada, me tiré encima de ti con la emoción de antes, con el deseo de entonces, pero con el cariño y la comprensión de ahora. Porque lo nuestro ha madurado y se ha consolidado.

Deslicé el glande percatándome de la emoción con que lo recibías en esa maravillosa gruta que probé hace ya casi dos años y que quiero hacer por siempre mía. Emprendimos el creciente roce, la desesperada fusión de nuestros labios, el férreo apretujamiento de nuestros cuerpos, cuyas superficies temblaban, sudaban, rechinaban y se colapsaban.

Sintiendo la cercanía del final aceleramos la refriega y gritamos nuestros nombres como nos gusta hacerlo, porque ¡Anna! y ¡Carlónimo! son mucho más que una simple pareja, que un relato, que una leyenda.

Con las mandíbulas trabadas, emitiendo profundos suspiros y un ensordecedor bramido, celebramos la explosión final, compartiendo nuestras vidas y nuestras más preciadas emanaciones.

Después del exquisito banquete, volvimos a gozar de una noche de gran ternura, con nuestros cuerpos acoplados en completa calma.

Te amo, mi preciosa Anna!!

Anna -

"Pasamos frente al Convento de Las Descalzas y nos dirigimos a la Calle Trujillo, donde está la Sidrería Parrondo, para reunirnos con “la cuadrilla”. Pero resulta que fuimos los primeros en llegar al sitio, así que nos sentamos y ordenamos unas sidras, aprovechando el momento para que me describieras a los amigos."

El primero en llegar fue Julio, un chico apuesto pero no tanto como mi Carlónimo, luego llegó Almudena, una chica muy maja, con la llevo mucha amistad, somos de la misma edad y nos reunimos de vez en cuando para conversar. Luego llegaron Pilar y Jorge. Hice las presentaciones, y todos nos sentamos a conversar. Mientras Carlónimo los iba conociendo y ellos, a su vez, se interesaban en él. Querían saber todo... de dónde venía, escucharlo hablar, qué es lo que hacía en Madrid.. bueno bueno.. que estaban todos muy interesados. Y mi amado, respondía como podía, mientras yo no dejaba de admirarlo y contemplar su belleza, y me imaginaba que dentro de unas horas tendría mis nalguitas listas para ser inyectadas por esas manos tan grandes, fuertes y hermosas.

No puedo esperar a que llegue la hora, mi amor!!

Carlónimo -

Después del encantador encuentro íntimo de mediodía, en el que desahogué la calentura de haber visto cómo te pinchaban el culito ¡qué ganas de hacerlo yo mismo, pero tendré que esperar hasta la noche! Nos dimos un baño y salimos caminando por la Calle Atocha para cruzar la Plaza Mayor y llegar finalmente a la Plaza de San Miguel.

Pues yo no había estado en ese lugar. Es curioso que haya frecuentado la Plaza Mayor, el Teatro Real y la Almudena, sin adveretir el muy cercano mercado remodelado que constituye una especie de “catedral de las tapas” donde Anna me estuvo mostrando los diversos sitios que integran el conjunto y me explicó el sistema de “consumición” ¿lo dije bien encanto? Es una palabra que no utilizamos en México.

Desde luego que el ambiente del lugar es castizo pero raya también en lo esnob y cosmopolita, lo cual a mi parecer le resta cierto encanto, pero yendo contigo, mi guerita, tú eres el espectáculo real y verdadero al que me atengo para sentirme realmente feliz y contento, así que sumido en tu gratísima presencia, muy bien abrazaditos, fuimos probando y degustando.

Empezamos con las tapitas de queso de tetilla, luego las de salmón ahumado, los minibocadillos de jamón. Y ya entrados en faena acopiamos una buena dotación de tapitas de anchoas y boquerones, unas gambas rojas a la plancha, la respectiva dotación de cañas, y nos situamos allá en la barra para comer y platicar (quiero decir conversar), rodeados de gente entusiasta con la que interactuamos compartiendo alguna risa y pidiendo que nos tomaran fotografías.

No cabe duda que el desgaste sufrido en intimidad nos había estimulado el hambre, lo cual referido a ti mi preciosa Anna, pues me dio mucho gusto ya que estabas en plena recuperación y ya no te veía nada “pachucha”, sino bastante animada.

Desde luego que aún te faltan nutrientes y que yo mismo me encargaré de aplicártelos en la noche. No perdía ocasión de mirarte el sensual culito que pronto te pincharía, ceñido por un pantalón muy majo en color marrón bastante ajustado.

Complementaba tu atuendo una blusa de manta blanca diestramente bordada en Michoacán, México, que te había llevado de regalo. Te veías preciosa, sintetizando lo gitano y castizo con lo mexicano. Es una combinación que me enloquece y que tú sintetizas maravillosamente para mí. Esa es una de las 23456789667666665577778658797 razones por las cuales te amo y me vuelves loco, preciosa!
Tratando de no abusar de los bocadillos ¿aún máaaasss? Decidimos dar una “vueltina” por preciados ya que deseaba adquirir unas mantillas para mis hermanas Así que caminamos y modelaste maravillosamente las prendas que se te ven encantadoras. Adquirimos también una hermosa peineta pues quería fotografiarte con ella puesta. Llegamos hasta El Corte Inglés y luego regresamos disfrutando el pulso tan singular que tiene la zona, amándonos con cada gesto, palabra, caricia o beso que intecambiábamos.

Pasamos frente al Convento de Las Descalzas y nos dirigimos a la Calle Trujillo, donde está la Sidrería Parrondo, para reunirnos con “la cuadrilla”. Pero resulta que fuimos los primeros en llegar al sitio, así que nos sentamos y ordenamos unas sidras, aprovechando el momento para que me describieras a los amigos.

Mi preciosa Anna, te cedo la palabra para que los describas, me los presentes en cuanto lleguen y detalles el ambiente en que nos encontramos.

Carlónimo -

Ya te salió otro enamorado, mi vida.
Pues “ñoña” es fresa, algo así como remilgada y “cuates” son los buenos amigos.
Pero tú no me enseñas: ¿hacer la pelota? ¿¿flipao??
¡Y venga... que vamos al médico cuando tu digas amor mio!
Pero una cosa es decir y otra hacer, porque cuando estábamos a la puerta del consultorio me sugeriste “regresar después”, sólo porque al segundo timbrazo no nos abrieron. Pero al tercero… ¿qué tal? La flamante enfermera te recibió con ese saludo familiar que te aterrorizó: ¡Anna, qué gusto! Sí, el doctor ya te espera. Y para adentro, preciosa.
Y después de las primeras formalidades y del historial clínico ¡a la mesa de exploración! Primero nalguitas abajo y después nalguitas arriba y los cachetitos que se separan y la barrita de vidrio que se encaja y yo sudando caliente y frío, ansioso y muy celoso porque ese médico del demonio no se conformaba con verte las deliciosas nalguitas sino que, mientras el termómetro actuaba, él tenía su manota sobre uno de tus espléndidos mofletes! Estuve a punto de propinarle un empellón, y eso por no tratarlo como realmente merece pero… se que tú me comprendías porque me regalaste una dulce mirada, me tomaste la mano y me acercaste a ti. Eso me tranquilizó, de manera que seguí disfrutando la inigualable función en santa paz, con el pitín mortificándome.
Y vino el diagnóstico: “Pues, Anna, quiero decirte que te has malpasado bastante y que te encuentro afectada en distintas formas. Así que el tratamiento que te voy a prescribir debes observarlo puntualmente. Si lo interrumpes o retrasas las aplicaciones tendríamos que empezar nuevamente. Te vas a aplicar doce inyecciones, dos cada día, de los multivitamínicos que ahora te voy a indicar . Te anticipo que son dolorosos pero muy efectivos y creo muy conveniente proceder ahora mismo a que te aplique la primera. Y sería muy conveniente que vinieses aquí a mi consultorio a aplicarte todas las ampolletas pues estarías en manos de un profesional.
¡Y tener yo que aguantar semejante pretensión y retahíla! Tú me apretabas cada vez con mayor fuerza la mano tratando de controlarme.
Y lo peor vino después, cuando el roñoso médico se puso a hurgar palmo a palmo tus nalguitas para, según él, seleccionar el sitio más conveniente . Yo veía los sensuales hoyuelos que te iba marcando en ambos glúteos que, como son muy blancos ya mostraban la rosácea coloración propiciada por el exagerado manoseo. Así que muy molesto le observé: ¿No crees que ya está bien de tanto cachondeo? Me miró por encima de sus anteojos, le temblaron los cachetes y los labios y, muy serio, procedió a desinfectar te la nalguita derecha para después clavarte con fuerza la aguja, según él con mucha sapiencia pero te hizo respingar de dolor y lo comprobé sintiendo tu manita que temblaba entre las mías.
Amor, yo no se si ese doctor es muy eficiente. No pongo en duda que tú lo conozcas bien y que le tengas suficiente confianza, pero su estilo a mí no me gusta y menos aún la forma en que te mira y cómo se sobrepasa manoseándote. Si bien reconozco estar muy quisquilloso ahora, después de haber sufrido tu ausencia, hay algo que no me gusta de ese tipo.
Te extrajo la aguja y cuando se disponía a masajearte me miró bastante nervioso. Luego, resignado me entregó el hisopo para que yo te hiciera la frotación. Sentí como temblabas y estuve limpiando con cuidado las gruesas gotas de sangre que te brotaron del punto de incisión. Está de más decir que apenas pudiste ponerte de pie y que saliste cojeando del consultorio, al grado que, regresando al hotel, tuve que aplicarte paños calientes, pues tenías adormecida la pierna.
Y…bueno, al margen de esa desagradable experiencia, parece que el vitamínico sí te aprovechó pues te vi bastante animada. Terminando la aplicación de los paños, me recosté a tu lado y estuve acariciando suavemente tus deliciosas nalguitas, llenándome de ellas y recordando los momentos maravillosos que pasamos en Costa Esmeralda ¡aquellos días de ensueño! Te imaginé con los pequeñísimos bikinis que usaste en aquellos días y la euforia con que nos amamos.
De pronto me estremecí al recordar el pavoroso huracán que nos separó. Lloré, no lo pude evitar, dos gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas y cayeron a plomo en tus nalgas. Te diste la vuelta violentamente percatándote de lo que me ocurría. Te lanzaste a mis brazos y lloraste junto conmigo. Los dos sufrimos y gemimos juntos, sin dejar de abrazarnos. Poco a poco nos tranquilizamos y me regalaste una deliciosa promesa: ¡no vuelvo a cometer semejante error, mi Carlónimo! Igual promesa te hice yo. Y estoy seguro que los dos lo dijimos de corazón.
Ese momento crítico dio paso a la nueva entrega de nuestras voluntades y de nuestros cuerpos. Desnudos, nos acoplamos sintiendo como la energía resultante de la fusión de nuestros auras nos envolvía y nos confortaba.
No sé muy bien lo que ocurrió, entramos en una etapa de frenesí en la que difícilmente podría describir lo que hicimos, pero estábamos acoplados frente a frente. Yo encima de ti conectado de tus labios y de tu sexo, ajeno a cualquier otra circunstancia, sintiendo mi pene resbalar una y otra vez en ese medio cálido, húmedo, acogedor, inigualable.
Tus piernas se entrecruzaron por mi espalda y me aproximaban más y más hasta hacerme sentir parte de ti y a ti parte de mí, a los dos un solo cuerpo y una sola alma que se regocijaba en sí misma. Los crecientes suspiros y gemidos que producíamos nos circundaron y nos ciñeron.
Ya no distinguimos el tú ni el yo. Gritando, implorando la eterna permanencia en ese estado ideal de excepción, sentí como eyaculabas en mis entrañas, a mí me sobrevino el orgasmo. Las descargas de tu semen chocaban en las paredes de mi vagina, cuyas supremas emanaciones desbordaban y salían hasta la superficie barnizando tus henchidos testículos.
En ese frenesí que nos ocultaba lo que era tuyo y lo que era mío, sintiendo que nuestras partes se confundían y nos pertenecían a ambos, dejamos desfallecer el cuerpo, cuya agitada respiración se fue poco a poco normalizando. Y al despertar, mi preciosa Anna, seguías allí conmigo, y yo dichosamente contigo.
Me encantaría que enriquecieras esta vivencia, antes de que pasemos a referir nuestra experiencia en las tapas y el encuentro con los amigos, a quienes espero me presentes y describas antes de que yo me ocupe de ellos.
Muchos besos, preciosa.
A todos, buen fin de semana y anímense a escribir. Hablaremos de todo lo que ustedes propongan y quieran.

Felipe -

Hola Anna, quiero decirte que eres una mujer muy sensual y que me gustas mucho. Espero que no se enoje Carlónimo porque te lo digo. O mejor no se lo comentes y que sea un secreto entre tú y yo ¿estás de acuerdo?

Anna -

¡Hombre qué tu estás flipao! ¡Vaya que va a estar difícil comenzar a hablar como lo haces tu! ¡Pero me encanta cómo hablas mi vida! MMmmmmm me parece tan sensual.

Ñoña, cuates, ¿qué más?

¡Venga cariño! !Qué te voy a aplicar unos paños calientes en el culo, para que ya no te quejes por el dolor! ¿Vale?

¡Y venga... que vamos al médico cuando tu digas amor mio! Pero que si el médico me quiere inyectar allí mismo, tu vas a darme la mano y a apoyarme por favor, porque sabes que así me siento mejor cariño. Y luego que si me prescribe más inyecciones, todas me las pondrás tu amor mio, y ¡qué si! ¡que si te voy a dar el ancho!

Pues ¡Ala! que nos espera Toledo, un paseín por alli, te va a gustar, verás que si.

Recuerda que vamos al mercado de las tapas a tomarnos unas cañas y luego para a que conozcas a unos tíos muy majos, ¿vale?

Besos cariño

Carlónimo -

Pues ¡Ala! Que por fin salió el sol y con ganas ¡Esta sí que es Anna! Y Olé guapa! Que tienes una gracia…!! Cómo te extrañaba!!

Oye, mi vida, puedes decir: “Soy un desmadre” o ¡qué desmadre! O “Estás hecha un desmadre” o “Puro desmadre” Pero “llenar de desmadre” no, eso no… te viste ñoña. Compórtate encanto, ahora si que… no me quemes con los cuates!

Claro, inyectarme te gusta y a mí también pero… encanto, me las aplicas que con salero y garbo. “Que me has dejao las nalgas aporreadas” No te pases linda, házlo con más dulzura, modera tus “ímpetus”

Mañana vamos al médico ¡que si vamos! Y a ver si se me hace lo que estoy deseando… que mira que ya no aguanto. Sólo de imaginarte en mis piernas con el pantaletín abajo y el culito bien parado!! Y esa preciosa carita de miedo, y el pataleo, y los puñitos bien apretados, y los cachetitos angustiados… Después de la aplicación ¡hombre, que no! Que no me vas a dar el ancho.

Y bueno, que si tú me lo pides voy al fin del mundo… Pero me ayudas a describir los sitios que visitaremos, pues que eres tú la anfitriona ¿o no, mi encantadora hispana?

Cómo te deseo y te amo, guapa!!!

Anna -

¡Pues ale! Tengo que reconocer que a pesar de que estos días he estado un poco pachucha, soy un desmadre y la visita de mi amado Carlónimo me ha llenado de desmadre. Bueno, no se si lo estoy haciendo bien, pero mi amado me está enseñando nuevas expresiones y trato de aplicarlas a mi vocabulario, así que si algo lo digo mal, espero que hagais el favor de perdonarme.

Hacer el amor con Carlónimo, es como llegar a la gloria, siento una compenetración muy grande junto a él. E inyectarlo es un placer. Poder ver su culo muy dispuesto y pincharlo mientras me deleito es un gusto. Os diré un secreto, pero espero que no se lo diréis a mi amado, ansío ser inyectada por él, y aunque me resisto a ir al médico, deseo que llegué ese momento.


Mi amado Carlónimo:

Gracias por relatar todo lo que hemos vivido en estos días, como siempre, lo haces con gran maestría.
Te lo he dicho en persona, pero te lo digo una vez más, me vuelvo loca cuando hacemos el amor, y quiero decirte que te amo. Te amo más que nunca, y estoy disfrutando mucho estos momentos junto a ti.

Para este lunes, quiero llevarte al Mercado de San Miguel a comer tapas, es lo que está de moda por aquí y quiero ir contigo. También quiero llevarte con unos amigos mios, ya les he hablado de ti y están ansiosos por conocerte. Iremos a la Casa Parrondo, es un lugar bonito, te gustará.

Y antes de que te vayas, me gustaría llevarte de excursión a Toledo. Está muy cerca de aquí y podemos ir temprano y volver después de la comida. Podemos ir en coche, o ir a la estación y tomar un bus que nos lleva hasta la estación en Toledo, y ahí se toma otro que te lleva a la Plaza de Zocodover en el centro de Toledo.

Y también está pendiente la visita al médico.

¡Me nace del corazón decirte que te amor, vida mia!

Carlónimo -

http://www.youtube.com/watch?v=ar16aE1COoc

Carlónimo -

Mi preciosa Anna, dormir a tu lado es entrar a una especie de arrobamiento con que el descanso se convierte en fiesta. Desde el ámbito onírico te siento, te disfruto y te deseo. Es como soñarte y tenerte al mismo tiempo, equivale a la anticipada satisfacción de aquello que anhelo.

Con ese embeleso transcurrió la primera noche de nuestro reencuentro. Al despertar sentí tus nalguitas, apenas cubiertas por la delgada panty, perfectamente adosadas a mi pene, el cual estaba tieso y había dejado un viscoso medallón espermático hacia el centro de tu raja.

El fino y pausado chifle proveniente de tus labios me indicó que permanecías dormida, perfectamente relajada y contenta. No quise perturbar tu sueño, me concreté a observarte y apreciarte. Pero la dureza de mi barra aumentó y sus súbitos respingos, que no pude evitar, te despertaron.

Tras un prolongado suspiro volviste el rostro diciendo ¡Aaahh, Carlónimo! qué rico es cobrar conciencia y saber que estás a mi lado. Giraste el cuerpo y llevaste las manos a mis nalgas, deslizaste la trusa y me las acariciaste con tal vehemencia que me hiciste recordar las tiernas palabras que me dedicaras tan solo unas horas antes: “deseaba mucho pinchar sus nalgas nuevamente, deleitarme acariciando su culo y amarnos como antes”.

Te dejé actuar con toda libertad lo cual acrecentó tu confianza. Después de inducir que me pusiera boca abajo te montaste a hocajadas en mis piernas y recorriste una y otra vez mis nalgas, las besaste y las mordisqueaste.

No me sorprendió la firme instrucción “!No te muevas!” de hecho ya la esperaba. Oí el súbito rasgón en la envoltura de la jeringa, el quiebre del cuello de la ampolleta y percibí el picante aroma del alcohol que ya barnizaba mis nalgas. Con la respiración muy agitada sufrí y gocé el ríspido pinchazo y la penetración de la sustancia.

Sentía tus manos reposando sobre mis glúteos, era evidente que me habías dejado la aguja clavada a manera de fetiche y me empezabas a hurgar con avidez el culo, hasta penetrármelo y tallármelo, mientras me acariciabas el sensibilísimo tramo comprendido entre los testículos y el ano. Empecé a gemir, a retorcerme y a gritar de placer.

Cuando Anna percibió que yo estaba a punto de eyacular, me hizo girar el cuerpo, se montó de nuevo a horcajadas introduciéndose el pene en la vulva y, doblándose, me acercó el torso para que la abrazara y la besara.

Con mis labios pegados a los suyos, sintiendo su cabello en mi cara, agasajándome con la frotación de sus piernas y de sus nalgas, estallé un orgasmo fenomenal que me hizo retorcer y que Anna festejó gritando a todo pulmón ¡Te amo, te amo, te amo!

Permanecimos acostados haciendo planes para el día. Desayunaríamos en el hotel, iríamos enseguida al médico, realizaríamos algunas compras en Preciados, y acudiríamos a las tapas. Para la tarde, mi guerita tenía pensado llevarme a una reunión de amigos. Ya me dirás, preciosa, de qué se trata.

Mayte -

Hace tiempo una amiga me recomendó este blog y entré y me gustó mucho pero lo dejé porque empezaron a meter otras cosas que no tenían nada que ver con el tema y que me aburrieron. Estoy contenta de que vuelva a ser como antes. Me facinan tus relatos Carlónimo.

Carlónimo -

Mi amor, las dos palabras referidas, en México no son de buen gusto pero sí muy comunes y las puse en tus labios por dos razones: 1. Porque entre mexicanos su uso viene muy bien cuando se está en diversión explosiva, extrema, regocijándose con los amigos y con las personas con quienes se tiene una gran familiaridad; y 2. Para sentirte mexicana. Se usan también de manera agresiva pero ese es otro contexto ausente en el relato que nos ocupa. En sentido contrario: yo no entiendo la expresión “hacer la pelota”.

Pude aplazar este escrito, pensarlo más y revisarlo. Pero se me antojó producirlo ahora, en tanto tú dormías, porque así me hago la cuenta de que te acompaño y que mi cuerpo está junto al tuyo en la cama. No he revisado ni una coma, así como salió de mi pluma a la primera, te lo entrego, mi preciosa Anna.

El reencuentro (segunda parte)

Después de la eufórica celebración que tuvimos en Casa Patas nos fuimos caminando por el Paseo del Prado, esa agradable vía contigua al Jardín Botánico, al que de vez en cuando echábamos una miradita y nos deteníamos junto a la reja para abrazarnos y besarnos. Fueron momentos embriagantes, de esos que permanecen y dejan huella en el alma.

Tenerte de nuevo an mis brazos era el gran mensaje, el gran suceso. Te observaba y te acariciabva constantemente. Fue entonces que insistí: te veo desmejorada y eso me preocupa, mi vida, es indispensable que el doctor te haga un reconocimiento. Así que te propuse pasar el lunes temprano a verlo. No estabas muy convencida pero accediste. De momento, decidimos caminar un poco por el El Retiro y concentrarnos en el hotel. Tú estabas un poco cansada y yo ¡está de más decirlo! Pues llevaba 36 horas despierto.

Durante el trayecto te reiteré mi felicidad por estar de nuevo contigo. Tu nombre quería gritarlo, decirlo muchas veces: Anna, Anna, Anna, Anna, pues el recuerdo de aquel “tiempo de rosas”, tras la separación me hizo enmudecer, no pude hablar ya más de ti y me había ahogado de pena. Pero eso ya quedó atrás, ahora te tengo y no estoy dispuesto a dejarte, quiero consolidar nuestra relación y fortalecernos como pareja.

Me escuchabas pero te veía efectivamente un poco apagada, así que te pedí que me contaras acerca de tu vida, de lo que habías hecho y pasado en mi ausencia. Te hice notar que extrañaba esa alegría natural muy tuya. Claro que es pronto para pretender tenerte al cien porciento, pero mi euforia no perdona y me hace desear verte plena, como antes, como en los tiempos de nuestro primer encuentro en España. Ánimo, preciosa, que por belleza, gracia y salero no queda, que los tienes a raudales y cómo te adornan ¡Y olé guapa!

En ese momento, ya casi llegando al hotel recordé lo que mucho tiempo atrás quería pedirte: que me lleves al sitio que propusiste de inicio, cuando por primera vez me invitaste a España ¿Recuerdas?

“Te cuento que estoy ilusionada con la visita de Carlónimo, lo voy a llevar a un lugar de tapas que le va a encantar, tengo muchas ganas de conversar con él…”
Fecha: 26/09/2009 00:55.

Ese lugar de tapas hasta lo he soñado, espero que me lleves el lunes mismo ¿qué te parece?
Entramos por fin al hotel y nos pusimos muy cómodos. Tú pasaste a la regadera mientras yo desempacaba mis cosas y “confeccionaba” un par de copas. Cuando saliste me dejaste paralizado. Tu ropa interior, de lo más tierno y sensual, me arrancó un profundo suspiro. Era tejida en color blanco, pequeñísima. Tus nalguitas lucían plenas, muy firmes y con ese “plus” que proyectan en términos de cadencia, no sólo al caminar sino estando aún de pie, al menor movimiento, incluso acostada.

Me duché y al salir te ví semirecostada en el “love seat”. Me ofreciste los brazos, te alcé, me senté y te puse sobre mis piernas. Empecé a recorrer con suavidad todo tu cuerpo, recordé su exacta dimensión, temperatura, aroma y consistencia. Froté cada una de tus zonas erógenas con vehemencia. Nuestros labios ensayaban innumerables formas de acoplamiento. Los tallábamos con desesperación, succionando, lamiendo, envolviendo, replegándose, atacando de nuevo... Por instantes abría los ojos y miraba los tuyos tiernamente cerrados, expresando con el ceño tu satisfacción y deseo. Parecías decir: abrázame, házme tuya, te pertenezco.

Nos teníamos a disposición como aquella primera vez, pero no era lo mismo pues ahora nos alimentaba no sólo el deseo, sino la conciencia de haber caminado juntos, de haber sufrido y suspirado por el otro, a distancia, con remotas expectativas de encuentro. Mantuvimos la esperanza y, sin saberlo, acordamos y maduramos el ansiado regreso.

En el epicentro de aquel extraordinario movimiento telúrico que ya se aproximaba, me confiaste al oído: “Amor mio, te amo más que nunca, gracias por venir a Madrid, estos momentos juntos estarán siempre en mi memoria y en mi corazón..”

Por mi parte, te dije: “no hay nada que tú sientas por mí, que yo no esté sintiendo por ti. Este delicioso momento concentra toda la energía que fui acopiando en el alma y que ahora te entrego, porque es tuya, te pertenece igual que yo te pertenezco”.

Te retiré el sostén y recorrí con la lengua tus erguidos pezones, los succioné desesperadamente. Empezaste a sollozar y te retorcías en mis brazos como tratando de ofrecerme tu cuerpo entero, que yo besaba en cada una de sus partes, por turnos, los brazos, el vientre, la cintura, los muslos, las piernas y las nalgas ¡esas nalgas que son un poema! Te puse boca abajo, busqué con ansiedad los lunarcitos de tu cachete izquierdo, esos que son míos y de nadie más, que están tatuados en el cuerpo de Anna, de mi preciosa Anna, la chica de mis sueños, de mi fascinación, de mi locura, de mi total demencia.

Tus sollozos se convirtieron en gritos ¡más, más, ya, ya, por favor, ya, házlo ya, te amo, te quiero, ya no puedo, Carlónimo, ya, ya ¡Carlónimo, ya! Desesperada, alzaste tu cuerpo y lo precipitaste por encima del brazo del sillón recargándote en la mesa contigua. Tus nalguitas quedaron expuestas, entregadas, vencidas. La brillante vulva se dilataba, centelleaba y palpitaba. Te impulsabas con los brazos para aventarme los glúteos y hacer que te penetrara ¡Que yaaa Carlónimo, yaaa!

No habías terminado la frase cuando mi glande invadió tus ansiosos belfos genitales, los separó, se abrió paso en ellos y resbaló a todo lo largo de tu magnífica cavidad vaginal que apretujó y por momentos amenazaba estrangularlo. Porque tu reacción fue salvaje, bestial, inconcebible. Gritando ¡AAyy, así, así, así, mi amor, así, así, toda, dame, mete, toda, toda, te quiero, te amo, ay, ay, así, Carlónimo, así…!

Yo veía tu rostro convulsionado, tenías el borde de la mesa auxiliar contigua al sillón atrapado, para utilizarlo como palanca, con lo cual me prodigabas violentos tallones en el pene. Tus nalgas chocaban violentamente con mis testículos redoblándome el placer, enloqueciéndome, haciéndome gritar: ¡Anna, Anna, así te quería tener, Anna, mi Anna, mi Anna, cómo te quiero, mi Anna, guerita preciosa, mi Anna!

Aumentamos el rítmo y entramols a la fase decisoria, habiendo perdido todo control y compostura. En ese momento te chupaba y te mordía las orejas, tallaba con desesperación tus nalgas y mi henchido pene frotaba palmo a palmo tus entrañas. Con un descompuesto grito: ¡No puedo más, ya viene, ya, ya! Me anunciaste tu íntima explosión que se produjo en el preciso instante que mi pito lanzó el primer escupitajo, seguido de dos, tres y hasta cuatro más mientras gritabas ¡Carlónimo… Carlónimo, qué rico, qué rico, Carlónimo gracias, qué rico, dámelo todo, así, qué rico! Y yo ¡Anna, todo tuyo, chúpalo, absórbelo, todo tuyo, es para ti, todo tuyo, para ti, mi vida, recíbelo, absórbelo ya!

No se el tiempo que permanecimos pegados de los genitales, me apresaste el pito con la implacable argolla de tu amor. Yo no quería separarme, comentamos que ese es nuestro estado natural.

Así fue el primer coito de nuestra reconciliación, no pudimos llegar ni a la cama, las inyecciones brillaron por su ausencia. Habíamos sufrido una penosa vigilia que nos hizo saltar como impulsados por una enorme catapulta.

Después de eso, nos acostamos y estrechamente abrazados, compartiendo el calor, la energía y el aura de nuestro cuerpo, rendidos, nos entregamos al más reconfortante descanso.

Desde los brazos de mi amada, en Madrid, a los 27 días del mes de febrero de 2011.

Tuyo… Carlónimo.

Anna -

Estos momentos con mi amado han sido hermosos, aunque todavía hay muchas palabras que no le entiendo y le pido que me las explique, y generalmente lo hace, pero hay otras que no. Pero no importa, si no me dice qué significa "la chingada" es igual... de tanto oírlo ya sé cómo aplicarla, o por lo menos eso creo. Y eso del "desmadre" me gusta, aunque creo que me está haciendo la pelota.

El reencuentro en el aeropuerto fue espectacular, lo echaba mucho de menos y cuando lo vi me di cuenta de que lo amaba más de lo que pensaba. Quería abrazarlo y no soltarlo nunca...¡Jolines! será difícil la despedida, pero no pensaré en eso ahora.

Cuando por fin estábamos en el hotel, no veía la hora en que pudiera volver a ver sus nalgas y tenerlas a mi disposición para ser pinchadas, así que mientras mi amado tomaba una ducha, yo me disponía a preparar la jeringa. Temía que se opusiera pero creo que cuando me vio con la jeringa y lo conduje hacía mis piernas, no se pudo negar, quizá cuando se dio cuenta de todo ya era tarde, porque sus nalgas estaban siendo pinchadas y yo disfrutaba mucho viéndolo en esa posición e inyectándolo. En ese momento pensé que era solo el comienzo, luego me deleitaría con sus nalgas y con las inyecciones, ¡también echaba de menos sus nalgas y todo su cuerpo!

¡Vaya! Pues si, tengo que aceptarlo. Estoy más delgada y estoy un poco pachucha, no me apetece mucho la comida, pero no creo que sea para tanto, quizá comiendo un poco mejor. No creo que sea necesario ir al medico, o ¿tu que opinas mi amor?

Todo lo que me dijo durante la comida, fue muy especial para mi, porque los dos expresamos nuestros sentimientos y hablamos sobre nuestra ruptura. Tengo que confesar la ruptura me prestó y ahora me doy cuenta de que había ciertas cosas, sobre mi vida, que me preocupaban en aquel momento y aunque me dolía, comprendía que tenía que tomar una decisión, pero Carlónimo siempre ha sido muy dulce y comprensivo, además de que hay amor y una pasión magnífica entre los dos.

Y al hablar de nuestros sentimientos, aclarar los malos entendidos y sentirlo tan cerca, hizo que mi pasión se encendiera y no pudiese resistir hasta esperar a llegar al hotel. Quería besarle, quería que me tomara entre sus brazos, que me acariciara, quería amarlo y no separarme de él... y deseaba mucho pinchar sus nalgas nuevamente, deleitarme acariciando su culo y amarnos como antes.

Amor mio, te amo más que nunca, gracias por venir a Madrid, estos momentos juntos estarán siempre en mi memoria y mi corazón..

Carlónimo -

Querida Verónica

Muchas gracias ¡Vaya análisis! Me sentí traspasado como en una implacable radiografía. Me da gusto saber que te he podido remover experiencias. Ya nos contarás si así lo deseas. La fantasía del sometimiento me parece que es generalmente bien aceptada, además de estar en la esencia misma del blog, aunque no descarto también que en mí provenga de alguna profunda fijación, no lo se. Por favor no te detengas para externar tu opinión, de eso se trata.

Si yo te hice reir con aquello del bramido de foca, tú me causaste lo mismo con la ocurrencia de “Paquita la del barrio” ¡qué bárbara! En cuanto al personaje silencioso al que te refieres, se me coló en el relato y a mí también me causó un gran revuelo, pero aún no lo configuro plenamente. Tal vez lo retome luego, déjame compenetrarme con él.

El poema de Paul Geraldy es efectivamente fascinante. Espero que sigas participando como hasta ahora lo has hecho. Por favor refiéreme algún escenario o vivencia que te atraiga y con gusto te dedico un nuevo relato.

En cuanto a mi preciosa Anna, pues sí, no la pude olvidar y la amo de verdad.

A ti, Anna, a ti me referiré ahora para retomar el hilo de una historia de amor que se negó a terminar.

La novedad es que contigo ya no puedo identificar escenarios. No los veo ni me importan ni me sirven ni aportan nada. Lo nuestro nace de la sola interacción de dos corazones dichosamente unidos y entregados.

El reencuentro (primera parte)

Con esa por demás explicable sensación de encontrarme soñando pues cuatro días antes no hubiera podido preveer semejante cambio de circunstancia, después de “picar” un bocadillo cerca del aeropuerto, tomé el avión dejando atrás la enorme mancha urbana de mi querida Ciudad de México, engalanada por un sol espléndido y una buena calidad ambiental.

Por suerte me tocó convivir con una formidable pareja de belgas que querían igual que yo hacerse menos pesada la travesía y pasarla muy bien. El, un mocetón de finos modales y amena charla. Ella, una rubia muy guapa y simpática que se desvivía en atenderlo y en atenderse a sí misma ¿por qué no? El caso es que empezamos la comunicación alcanzándanos una almohadilla y, tras libar, reir, palmotearnos con ganas los hombros y la espalda, terminamos intercambiando nuestras direcciones prometiendo ponernos en contacto lo antes posible.

Después de explicar al oficial de migración los motivos de mi visita y de ver cómo me recorría con la mirada, intrigado se rascaba la cabeza y por fin me daba el ansiado ¡venga! Entré a España ya libre de todo trámite y alcabala.

Así, luego de once horas de no parar de hablar ni de compartir el pan, el vino y la sal, mis amigos belgas y yo nos dimos el último abrazo, recogimos nuestro respectivo equipaje y tomamos rumbos distintos. Ellos para buscar un coche de alquiler, yo para encontrarme con quien durante todo el viaje no dejó de estar presente en mi ánimo y en mi pensamiento.

Me interné en el área de recepción y de pronto me invadió la duda: ¿estará, no se habrá arrepentido, tendrá deseos de verme? Con esa inquietud, en medio de tanta gente la divisé como a cinco metros de mí alzándose entusiasta, batiendo palmas y gritando ¡Carlónimo, mira que aquí estoy! Aceleré el paso, prácticamente trompicando, alcancé y toqué fugazmente su mano, esquivé un carromato de carga, tres viajeros, cuatro niños y una impecable lustradora de pisos y ¡por fin! Estuve frente a ella. Me jaló hacia la vidriera, se apoyó en ella, luego me apoyé yo, la jalé, hice a un lado el equipaje, me apalanqué en el barandal y la abracé. Ella me abrazó, nos apretujamos, aspiré la fragancia de su cabello y de su cuerpo, juntamos nuestras mejillas, nuestros labios, una y mil veces.

Luego… nos quedamos exhaustos, fundidos en lo que no fue un abrazo, sino la suprema compactación de nuestras respectivas humanidades, haciéndolas formar una sola masa. Con los ojos cerrados, cada uno se ocupó en silencio de establecer las ligas necesarias para retomar, comprender y valorar, lo que aquel reencuentro significaba. Mentalmente repasamos las alegrías de nuestro pasado, el drama de la separación, la prolongada y desgastante ausencia, el fastuoso nuevo contacto, la búsqueda y la promesa.

¡Mi preciosa Anna! le decía yo ¡Mi amado Carlónimo! respondía ella. Empezamos a reconocernos: la miré, mi miró ¡la encontré tan bella! Volví a mirarme en sus ojos… los míos volvieron a proyectar su agraciada figura. Su rubio cabello recogido a mediana altura le llegaba rizado hasta los hombros. Su sonrisa dulce y fresca me embelesaba. Estaba ataviada con un conjunto de pantalón y saco formales en color azul turquesa y una blusa en tono rosa muy pálido que parecía reflejar la ternura de su rubor.

Me incorporé, empezamos a caminar muy bien abrazados. Cinco metros adelante, la guerita se detuvo, me jaló haciéndome voltear y me señaló el equipaje olvidado junto a la ventana. Regresé por él, ya no había nadie en el corredor. Retomando la marcha me explicó su plan el cual me pareció formidable. Subimos al metro con rumbo a la estación de Atocha pero le sugerí bajar antes, en El Retiro, para continuar a pie la marcha.

Muy cerca de la Avenida “Méjico” disfrutando un clima favorable, espléndidamente soleado pero fresco, caminamos hasta la fuente de Neptuno y nos deleitamos observando el reflejo de la luz en los incontables cristales de agua, cuyo romántico murmullo nos inundaba el ambiente y el alma ¡Qué feliz domingo: Madrid, el amor, Carlónimo y Anna!

Seguimos caminando y en un rato llegamos a la Plaza de las Cortes donde se encuentra el Congreso de los Diputados y, a un palmo, el Palace Hotel, un edificio majestuoso construido a fines del siglo XIX que demuestra el buen gusto de mi preciosa Anna, con quien llegé a la puerta de la habitación, abri y finalmente entré pero llevándola a ella en brazos.

Pusimos música, le alcancé una bebida para que la disfrutara mientras yo me bañaba. Terminando de ducharme la oí entrar muy despacito al baño diciendo: ¡mi vida, aquí está la toalla! Terminé de secarme y nos fuimos juntos a la habitación. Me planté frente al espejo para terminar de secarme y estaba a punto de colocarme la trusa cuando ella me interrumpió tomándome por la cintura y me llevó hasta la cama. Se sentó y enseñándome la jeringa ya cargada que llevaba en sus manos, me hizo recostar sobre sus piernas.

Confieso que me quedé frío, no comprendí lo que pasaba pero me dejé llevar por la iniciativa, creatividad y erotismo de mi preciosa Anna, quien resueltamente me desinfectó el cachete izquierdo, hincó con decisión la aguja y me empezó a inocular la sustancia diciendo: Mi amado Carlónimo, no sabes cómo lo deseaba, se que tú me entiendes y que me das la oportunidad de desahogarme.

Sintiendo el ardor de la sustancia, percibiendo el fino temblor del glúteo, concentré mi atención en las suaves caricias y besos que mi encantadora guerita me aplicara.

Me levanté resoplando. Ella, aún sentada, me miraba y su pecho se enardecía. Respiró tres veces, muy hondo, yo tenía el pene semi erecto, Anna me jaló, me sentó en la cama y con mucho cariño me fue colocando la trusa. Seguimos así, en silencio hasta que, con su ayuda, terminé de vestirme. Después de entregarle y de que se colocara un juego de aretes de oro blanco con brillantes que le había comprado, salimos de la habitación muy bien abrazados. Yo sentía el dolor del agudo pinchazo, traté de no cojear pero me parece que no puede lograrlo.

Tras una breve caminata llegamos a la Casa Patas, un muy animado restaurante de corte flamenco que se encuentra en el rumbo de Atocha, donde inmediatamente ordenamos nada menos que ¡tequila! ¿querías recordar algo? Estuvimos disfrutando el ambiente, el incesante jaleo nos animó y hasta nos hizo cantar. Pero al cabo de media hora empezamos a sufrir y a mirarnos mutuamente pues la verdead es que teníamos muchos deseos de hablar. Así que llamé al mesero y le pedí que nos ubicara en un sitio más apartado, a lo cual respondió llevándonos a un pequeño privado.

Más tranquilos, ordenamos un salmón noruego ahumado y fritura de calamares, chocamos nuestros vasos de vino blanco y sin dejar de disfrutar a lo lejos del festivo ambiente flamenco, empezó por fin nuestra ansiada conversación.

Mi preciosa Anna, lo que en primer lugar te quiero manifestar es que te encuentro escandalosamente guapa, yo creo que aún más de lo que ya estabas, aunque eso sí, un poco más delgada ¿has estado enfermita o tensa, mi nena?

En relación al tema de nuestra separación sólo quiero decirte que acepto mi responsabilidad por haberte molestado y arriesgado lo que yo más quería, es decir, a tí, mi vida. No sabes cómo he sufrido en lo personal las nefastas consecuencias.

Pero tu reacción a mi parecer fue desproporcionada, me dejaste sin oportunidad de interponer defensa alguna. Entonces he llegado a pensar que tal vez hubo otro factor que te indujera a abandonarme. De ser así, te ruego que me lo digas para evitarlo o, si es el caso, resolverlo juntos.

Después de eso ocurrió lo que tú ya mencionaste, que los dos tratamos de llenar con la cabeza un hueco que sólo el corazón puede ajustar. Nos equivocamos, no es posible engañar los impulsos del alma.

Ahora nos conocemos mejor, hemos sido capaces de identificar nuestros excesos e imperfecciones, entendemos de qué somos capaces cuando nos dejamos llevar por la precipitación. De mi parte te manifiesto que viviré la vida amándote. Por favor, házme distinguir también con amor cuando yo esté equivocado.

Mi preciosa Anna, yo no se de qué pócima mágica estás revestida. Cuanto relato escribo sobre ti me rebasa y, cuando vuelvo sobre él para degustarlo te encuentro aún más hermosa, me enamoras y me subyugas.

En un ambiente de gitanerías, jamones, chorizos, chistorras, botas, y un sinfin de pequeños cuadros con escenas hispanas, mi preciosa Anna y yo nos abrazamos acoplando juguetónamente nuestros labios. Tus manitas acariciaban mi rostro, mi cuello y mis brazos, mientras que yo desplazaba las mías a lo largo de tu espalda, llevándolas hasta la cintura y aventurándolas más abajo hasta tus deliciosas nalgas que con ello se crispaban.

Tu respiración se agitó, la mía por mucho que ya lo estaba. Comprendí que habíamos precipitado las cosas, estábamos muy ansiosos. Tomé mi copa y te propuse un brindis. Tú reíste diciendo ¡espera, que me tienes loca! Insistí: aguardemos un poco, querida ¡Anda ya! respondiste ¡que no aguanto! Preciosa, degusta primero el postre. Tomaste una generosa porción de la natilla y ¡Zas! me la untaste en los labios, luego te prendiste de ellos para lamerlos. Con el rostro embarrado estallé una descomunal carcajada que tú secundaste mientras me señalabas la cara.

Armamos tal barullo que a poco se asomó el mesero, después el capitán, luego los dos juntos, nos vieron y se miraron entre sí. Fue tan cómica la escena que redoblamos la risa hasta que nos produjo cólico. Uno al otro nos suplicamos ¡ya por favor, que no aguanto! Luego nos dio hipo, así que hablábamos e hipábamos. Nos trajeron agua y trataban de asistirnos, llegaban y se iban y eso nos avivaba la risa.

Acalorados y colorados, fuimos por fin controlando la situación, hasta quedar exhaustos y agitados. Te dije: No te conocía Anna ¡eres un desmadre!

Nos levantamos, liquidé la cuenta y salimos lentamente. Te pregunté ¿Dónde quieres tomar la copita, mi vida? ¿La copita? Repusite. ¡A la chingada! Vamos al hotel, que te quiero pinchar las nalgas.

Envueltos en un nuevo ataque de risa, nos fuimos alejando. Oscurecía, el alumbrado público empezaba a encenderse.

Por favor, preciosa, enriquece mi redacción y seguimos, poco a poco, sin prisa. Te amo como no tienes idea.

Verónica -

Carlónimo... Tu relato fue exquisitamente interesante, te agradezco el haberme dedicado unos minutos de tu valioso tiempo, por un momento, tuve un retroceso a la infancia, oh aquellos momentos tan dulces. La manera en que observas los detalles es extraordinaria.
He observado en varios de tus relatos, aquella fantasía de “sometimiento”, tengo varias opiniones al respecto que aún no me atrevo a ahondar. La combinación entre un buen relato, con un poco de humor, resulta también muy atractiva (me dio un ataque de risa, cuando proferí un sonido de foca, y cuando le reclamé a Paco al estilo Paquita la del barrio…).
Por el lado del análisis más profundo, me resultó fascinante la alusión a una persona que posee quedamente demasiadas emociones y sentimientos, y nadie se percata de ellos, quizá todo el mundo se ha sentido de esa manera al menos una vez. Caray, deberías escribir un libro.
Ah… y un aplauso por el poema… sencillamente, hermoso. Por tu culpa, me puse a leer más de aquel autor. También me sorprendió que surgiera el amor en este blog, wow! Felicidades, deben hacer una pareja preciosa...y no dejes de ponernos en suspenso con tus bellas trágicas novelas
Saludos enormes…

Anna -

Mi querido Carlónimo:

Estoy ansiando que llegue la hora de tu llegada. Ya tengo todo planeado, te veré en el aeropuerto a tu llegada, luego iremos a tu hotel, ¿te parece bien hospedarte en el "Westin Palace Hotel"?
Y para comer pensé en la "Casa Patas", ¿qué te parece?
Por la noche me encantará ir a tomar una copina contigo, hay un bar muy guapo en el hotel donde te he hecho la reserva, pero también tenemos la opción de ir a otro lado, darnos una vueltina por el que mejor que parezca. Puede ser el "Gran Café de Gijón" o quizá "El Corral de la Morería" o ¿qué tal un bar estilo mejicano? como "La Morena Cantina".
Hay muchas opciones, lo que realmente me importa es estar contigo.

Muy bonito el vídeo, sobretodo la letra de la canción de Rocío Durcal, y creo que yo tampoco sirvo para estar sin ti, y te lo voy a demostrar en cuanto te vea.

¡Qué tengas muy buen viaje, te veo muy pronto!

Carlónimo -

Guerita, me encantaría que tú decidieras lo que haremos el domingo. Estoy partiendo de que te veo en Barajas. Por favor si puedes haz la reservación en un hotel que te guste. Mi idea es que comamos en el restaurante que tú decidas, pero que haya tablao pues estoy feliz de que nos hayamos reencontrado y quiero celebrar. No creo que la Morería sea opción pues lo abren muy tarde. Después podemos pasear un rato y tomar una copita en alguna otra parte ¡Cómo deseo estar ya contigo! Y luego, pues, vendrá lo mejor ¡Jolines!

Pero, como mañana tengo que estar en el aeropuerto a las 17:00 horas y estaré muy ocupado por la mañana, por favor hazme saber tu plan hoy mismo pues, de otra manera, no sabré nada de ello mientras viaje.

Creo que no sirvo para estar sin ti
http://www.youtube.com/watch?v=2ZA4smQQZ6s

Carlónimo -

Mi preciosa guerita, ya conocí el aeropuerto y se ve, en efecto, muy “guapo”. Estuve en Madrid ya muy cerca del Mundial de Futbol, el pasado mes de junio. No sabes cómo sufrí nuestra separación. Te buscaba por todas partes. Cada chica que pasaba me hacía pensar en ti. No quise entrar a la Taberna Real ni me alojé en Maria Elena Palace, ni fui a la Barraca. A la Mallorquina sí, pero permanecí en la planta baja, en la barra. Caminé por Bailén cerca del Palacio Real. Entré a la Almudena y no hacia más que pensar en ti. No se si en algún momento estuvimos cerca uno del otro. El 1 de junio, una tarde muy soleada de martes, estuve caminando vuelta y vuelta en la Plaza de España. Veía el Monumento a Cervantes y pensaba las veces que tú habrás estado por ahí. Me agobió la tristeza. El día que me extrañes siéntate en el escalón más alto del monumento a Cervantes a un lado del rucio de Sancho. Ahí estuve yo pensando en ti, recordándote, sufriendo tu ausencia. Lo que te cuento es absolutamente cierto.

Llego el domingo a mediodía, por Aeroméxico.

Te amo, guerita.

Anna -

Mi Carlónimo, me alegra que te haya gustado el vídeo, lo escogí con todo mi cariño y porque la letra no podía quedar mejor. Quisiera verte cuanto antes, entonces, ¿puedes venir a Madrid? ¿Para cuando? Ya estoy soñando con el momento en que te encuentre en el aeropuerto de Barajas, verás lo guapo que ha quedado después de los cambios que le han hecho, pero lo que más deseo es verte y sentirme entre tus brazos.

Te mando muchos besos con todo mi cariño.

Carlónimo -

Mi preciosa Anna, si acaso sueño no quiero despertar nunca ¿Qué hacemos? Necesitamos vernos y hablar. No estaría mal reunirmos en Madrid por un par de días ¿cómo ves? Al margen de que me debes una visita a Andalucía.

Este video que me compartiste ha sido uno de mis grandes aliados y me ayudó a no desfallecer. No tienes idea la cantidad de veces que lo he visto.

http://www.youtube.com/watch?v=3GXqfFru47g

Anna -

Al relato anterior solo le faltado firmarlo.

Saludos

Anna

Anónimo -

Sentía un malestar abdominal y decidí acudir al médico, él cual, después de varias horas de espera y hacerme perder mi valioso tiempo, me hizo pasar a su consultorio.

En cuanto lo vi, me recordó a mi querido Carlónimo, me puse nerviosa solo con verlo y le perdoné el tiempo que me hizo perder en la espera.

Después de las preguntas de rigor me hizo pasar a la sala de revisión. Comenzó por escucharme el corazón y cuando acordé tenía sus dedos dentro de mi vagina, cuando de pronto, me dijo que me volteara con las nalgas hacía arriba, en ese momento no dejaba de pensar en Carlónimo, me imaginaba que era él el que me atendía, el que insertaba el termómetro entre mis nalgas. Cada minuto de espera, mientras el termómetro hacía su trabajo, fantaseaba con la idea de que era mi amado Carlónimo el que me tenía con el culo al aire y el termómetro en medio.

Cuando pensé que ya era todo, el médico dijo que tenía que inyectarme, en ese momento pasaron por mi mente cada una de las inyecciones que me puso Carlónimo, fue cuando me di cuenta de que todo este tiempo me he estado engañando, y aunque muchas veces me he encontrado pensando en él y echándolo de menos, en ese momento deseaba que fuera él el que me inyectara, y que me transmitiera su ternura, su cariño, su amor.... Que me acariciara mis nalguitas y luego me tomara entre sus brazos, abrazándome en un momento que no tenga fin.

Querido Carlónimo, me haces mucha falta y te sigo amando igual o más que antes.

Carlónimo -

Mi preciosa Anna, para satisfacer tu solicitud retomo un episodio inconcluso de nuestra historia.

Antecedente

Le acaricié los testiculos y el pene, pero él ya tenía su miembro muy duro, fue cuando le he dicho que teniamos dos opciones:

a) Cambiar de rol y seguir jugando al doctor, pero que ahora yo fuese su paciente.

b) Terminar con el acto de amor y lograr juntos un orgasmo de los que nos hacen gritar.

Amor mio:

Continúa por favor con el relato escogiendo algunas de las dos opciones la "a" o la "b".
Fecha: 02/12/2009 00:15.

Relato

Habiendo escogido la opción “a”, después de felicitarte por la creatividad de tu relato, te cuento cómo he querido concentrarme y vivir la deliciosa experiencia que me brindaste.

En el punto más álgido de la jornada, después de haber recibido a más de diez pacientes, me ocupé en arreglar un poco el consultorio. Tomé el instrumental y lo coloqué cuidadosamente en los estantes, retiré del librero los manuales y libros de consulta disponiéndome a clasificarlos y ordenarlos, cuando: ¡ring! No puede ser, la secretaria que me anuncia la llegada de un nuevo paciente.

Era una joven guerita delgada muy mona, por más señas, española, que sin más entra y se sienta frente a mí y exclama: Doctor, yo a usted no lo conozco pero no es justo que me hagan perder el tiempo ¡digo que ya estoy harta de tratar con médicos ineficientes!

Lo primero que pensé fue pedirle que no me importunara pero comprendí que son cuestiones de temperamento, así que sonriendo le contesté: ¡vaya entrada, me pone usted contra la pared, espero no defraudarla! ¿Qué le ocurre?

Que se me ha prendido un dolor punzante en el abdomen y pues que ya no aguanto. Lo que me han dado no me sirve, lo tomo y nada y ¡ya estoy harta! Y…

No se apure, no se apure, relájese por favor señorita, pase al cuarto contiguo donde encontrará colgadas varias batas, desnúdese, pongase la que le acomode y ahora estoy con usted para revisarla.

La chica se puso de pie regalándome una vista de su encantadora silueta. Su breve vestido blanco destacaba la extraordinaria armonía de sus formas: busto mediano, cintura breve, cadera relativamente amplia, culito erguido y piernas generosas además de torneadas. Antes de entrar a la habitación me lanzó una fugaz mirada, tan expresiva y tan maja que me causó un súbito estremecimiento.

Cuando entré al cuarto contiguo ella estaba sentada sobre la mesa. Su bruñido cabello emitía intensos fulgores, estaba erguida, expectante y tenía las manos entrelazadas puestas estratégicamente en la entrepierna, evitando así que la rabona tela se le replegara.

Me coloqué en posición el estetoscopio y escuché sus latidos, primero por la espalda, después en el pecho, le pedí respirar profundo, retener el aire y soltarlo por etapas. Me encantó su semblante y la forma tan coqueta en que me miraba después de cada instrucción. Los latidos de mi corazón eran tan intensos que empezaron a confundirse con los suyos.

Después de revisar sus ojos, oídos y garganta, le pedí que se recostara y revisé cuidadosamente sus pies, los tiene diáfanos como de porcelana. Sus pantorrillas y muslos están llenos, firmes, engalanados de tersura, e indudablemente sanos.

Por fin elevé el faldón de la bata dejando descubierta el pubis y el abdomen. La chica mostró cierto nerviosismo y apretó el cerrado compás de las piernas. Después de tentalear una y otra vez su abdomen identifiqué la tensión y el origen del referido dolor, pero continué la exploración de rutina.

Tras revisarle los erguidos y duros senos, le pedí separar y flexionar las piernas, con lo que estuvo a mi alcance la espléndida vulva cuyos labios se erizaban y abrillantaban al solo roce de mis dedos. Cuando le penetré manualmentee la vagina, sentí que ella se tensaba y respiraba agitadamente. Sus piernas mostraron un fino temblor involuntario.

Entonces le pedí girar el cuerpo y ponerse boca abajo, abrí completa la bata y me solacé admirando sus desquiciantes nalguitas que se estremecían de nervios. Le dije: Señorita, vamos a hacer unos ejercicios de respiración, por favor despliegue sus brazos hacia adelante y atienda mis instrucciones: ¡Aspire! ¡retenga! ¡poco a poco, expulse el aire! ¡Aspire! ¡Retenga!... Y así se fue tranquilizando.

Tomé el termómetro, le separé los espléndidos cachetes y le clavé la punta de la barrita en el recto. La chica saltó e inquietándose, me dijo: ¿Doctor, qué me está haciendo? Tranquila, repuse, es sólo la toma de la temperatura, necesito ver si hay fiebre lo cual sería indicativo de infección. La preciosa guerita no dijo más, pero temblaba menudamente al sentir su estrechísimo orificio vulnerado, así que le dije: Vamos de nuevo ¡Aspire! ¡retenga! ¡poco a poco, expulse el aire! ¡Aspire! ¡Retenga!...

Qué delicia ver a aquella preciosa mujercita respirando disciplinadamente, expandiendo el tórax y contrayéndolo. Me estremecía ver la puntita del termómetro inclinarse de lado a lado en medio de los mullidos cachetes que marcaban sensuales ondulaciones.

Terminada la toma y habiéndome percatado de que la temperatura era correcta, le hice sentar y le expliqué que, aunque le resultara extraño, su molestia estaba relacionada tan sólo con el ciclo menstrual, por lo que le aplicaría una inyección.

La chica abrió muy grandes sus ojitos y repuso: “Doctor, no se si sea necesario que me inyecte, es que, bueno, no se, bueno, como usted diga” Y viéndome preparar la jeringa se tendió de nuevo boca abajo muy dispuesta, yo diría que apresurada.

No me causó ningún problema. Le desinfecté el cachete izquierdo y le hinqué la aguda puntilla que se deslizó suavemente hasta el tope. La chica no se inmutó con el piquete y le empecé a inocular la sustancia viendo por sus reacciones que no le causaba mayor molestia. Tan sólo separó sus preciosos labios y estuvo resoplando finamente.

Viendo que tenía rastros de otros piquetes en sus nalguitas, le pregunté si había recibido algún tratamiento y le puncé con mis dedos la zona, pero sentí que se estremeció y la vi jadear involuntariamente. Así que dejé de tocarla y se fue tranquilizando.

Terminada la aplicación, la preciosa chica hizo el intento de levantarse. Le dije: espere un momento señorita a que le aplique el masaje de rigor, pero ella insistía en ponerse de pie, así que finalmente se lo permití. Me preguntó si podía pasar al baño. La vi caminar con sus nalguitas prácticamente al aire. Tiene una gran sensualidad y gracia al andar y sus formas corporales son excelsas.

Después de un rato salió y me dijo: Doctor, gracias por atenderme, creo que ya estoy bien, no creo que el dolor persista. Después de vestirse cuidadosamente, la vi salir del consultorio con ese porte y elegancia que la caracterizan.

Me quedé sentado con la mirada puesta en el infinito. Suspiré admirando mentalmente a esa preciosa señorita tan bella y tan ardiente que con la sóla revisión rutinaria se excitó y se le precipitó la regla.

Mi preciosa Anna, te sigo amando igual que antes… igual que siempre.

Anna -

http://www.youtube.com/watch?v=YyN0g55HAVE

Quiero ser, una palabra serena y clara
Quiero ser, un alma libre, de madrugada
Quiero ser una emigrante, de tu boca delirante,
De deseos que una noche convertiste en mi dolor.

Quiero creer, quiero saber, que dormiré a la verita tuya
Quiero esconderme de miedo y mirar de una vez
Los ojos que tiene la luna.

Quiero cantar a la libertad,
y caminar cerca del mar, amarradita siempre a tu cintura,
que esta locura de amarte no puede acabar
por mucho que te entren las dudas
de si eres tú el que me hace tan feliz.

Quiero ser, la que te jure amor eterno.
Quiero ser, una parada en la estación que lleva tu nombre.

Quiero ser el verbo fuego,
quiero andarme sin rodeos, confesarte que una tarde empecé a morir por ti

Quiero creer, quiero saber, que dormiré a la verita tuya
Quiero esconderme de miedo y mirar de una vez
Los ojos que tiene la luna...



Carlónimo... te he echado mucho de menos... mi querido Carlónimo...

Hilda -

Ay no, no! Qué srpresas y que emoción. Este blog no tiene límites. Änimo Carlónimo!!

Carlónimo -

La inyeccioncita de Vero

“Entró Dora, jeringa en mano, cerramos la puerta, y Francisco me descubrió las nalgas. Sentí el frío del algodón con alcohol, cuando entraron de nuevo las sobrinas, quedándose en la puerta para observar. No me opuse”

Las ví de reojo y su aspecto tierno y formal me cautivó.

La mayor, una niña delgada que llevaba un vestido corto ceñido del tórax en el que se distinguían sus incipientes tetillas, me miraba con extrema curiosidad sin parpadear.

La otra, más pequeña, tampoco perdía detalle, pero su expresión era más bien juguetona, parecía compadecerme y reír de nervios, como pensando en la penosa situación en que me encontraba.

Fue un momento difícil. No me hacía gracia gue estuvieran viéndome las nalgas. Apreté instintivamente el culo tratando de esconder mis intimidades. Al ver la consecuente ondulación de mis glúteos Dora se encrespó y me dijo con aire imperativo: ¡Afloja niña, no me aprietes la cola porque así no voy a poder inyectarte, vas a resultar lastimada y luego le dicen a una que… bla, bla, bla!

“Es que…” repuse conciliadora tratando de transmitirle mi incomodidad de estar entreteniendo a las pequeñas con mis nalgas. ¡Es que nada! Y oyendo el clásico ¡splash! sentí una fuerte nalgada que me ardió terriblemente y me hizo sentir humillada.

Por si eso fuera poco, oí que la menor de las niñas se burlaba diciendo: “tiene miedo, le pegaron porque no se deja inyectar”. Airada, repuse: ¡ya basta! Y traté de incorporarme, pero en ese preciso instante el rudo piquete me cortó la respiración y el habla. La saliva se me atoró y obstruyó mi garganta, sentí que me asfixiaba e inicié un desesperado pataleo.

Dora se enojó aún más y me arremetió nuevos azotes. A mí me importaba un bledo la inyección, me estaba ahogando y luchaba a brazo partido con Paco para que me dejara levantar, pues para mí la rotura de la aguja era lo de menos.

Sacando fuerza de mi flaqueza logré por fin despejar la traquea y dando un fuerte bramido elevé el cuerpo apoyada sólidamente en los brazos. Dora gritó: ¡qué pasa, espera! Paco me decía: ¡cariño, preciosa, chiquita, falta poco, no te muevas!

Pero a mí nada me importaba, sólo quería jalar aire y lo hacía a grandes y estruendosas bocanadas que producían un estridente bramido como de foca.

Con la respiración reactivada, aunque muy agitada, empecé a percibir el entorno. Mis nalgas estaban separadas de la camilla, la aguja permanecía clavada en ellas y sentía el postrer ardor de la medicina.

Paco me había aplicado un candado a la cabeza y me mantenía inhabilitada. La niña menor lloraba a gritos diciendo: “pobrecita señorita, está sufriendo, ya déjenla”. Y su hermanita, con rostro desencajado, trataba de consolarla.

Por fin sentí desprenderse la aguja de mi nalga, Dora gritó ¡ya está bien, has todo el desmadre que quieras, yo no te vuelvo a inyectar, chamaca chillona”

Paco aflojó y deshizo el candado, me desplomé en la cama llorando y pataleando impresionada de ver que nadie se había percatado del drama.

Dora salió bruscamente de la habitación llevando consigo a las niñas. Vi la tierna carita de la mayor que con lágrimas en los ojos y sin dejar de mirarme se retiraba.

Paco me abrazó y me daba suaves palmaditas en las nalgas. Yo salté bruscamente de la cama y dándole un fuerte empujón le dije: ¡eres un inútil! ¿no te diste cuenta de lo que me pasaba?

Nunca antes le había reñido en esa forma. Mirándome con los ojos desorbitados alcanzó a decirme con voz totalmente descompuesta y apagada: “Chiquita, mi vida, no no no se a qué te ref-ieres, qué pas-ó, qué pasa, chi-quita, dime…”

Bufando, giré el cuerpo violentamente y me ocupé en arreglar mi atuendo. Con el faldón del vestido contenido en la cintura me bajé la panty hasta los muslos, empiné las nalgas para verla y poder arreglarla, hasta que quedó en posición y empecé a llevarla a la zona de los glúteos.

Paco no resistió la erótica vista de mis nalgas bien paradas. Reponiéndose del achuchón que le había propinado, me colocó sus fuertes brazos en el vientre y me atrajo hacia él puesta así de espalda.

Sentí el bulto de su colosal tolete frotándome la raja. Se me subió el rubor, experimenté un fuerte cosquilleo por todo el cuerpo, y la inevitable humedad en mi vulva.

Solté totalmente el cuerpo, dejé que Paco me acostara, cooperé para el retiro de la panty y, separando mis piernas lo dejé albergarse a sus anchas sobre mí, entre mis brazos.

Me oprimió deliciosamente, unió sus suaves labios a los míos y me penetró la vulva a todo lo que daba.

Sentí su enorme boa hurgando deliciosamente mis entrañas…


Anna, te agradezco tu amable saludo.

Despedida
(Paul Geraldy)

Conque entonces, adiós. ¿No olvidas nada?
Bueno, vete... Podemos despedirnos.
¿Ya no tenemos nada qué decirnos?
Te dejo, pues irte... Aunque no, espera,
espera todavía
que pare de llover... Espera un rato.
Y sobre todo, ve bien abrigada,
pues ya sabes el frío que hace allí afuera.
Un abrigo de invierno es lo que habría
que ponerte... ¿De modo que te he devuelto todo?
¿No tengo tuyo nada?
¿Has tomado tus cartas, tu retrato?

Y bien, mírame ahora, amiga mía;
pues que en fin, ya va uno a despedirse.
¡Vaya! No hay que afligirse;
¡vamos!, ¡no hay que llorar, qué tontería!

¡Y qué esfuerzo tan grande
necesitan hacer nuestras cabezas,
para poder imaginar y vernos
otra vez los amantes
aquellos tan rendidos y tan tiernos
que habíamos sido antes!

Nos habíamos las vidas entregado
para siempre, uno al otro, eternamente,
y he aquí que ahora nos las devolvemos,
y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte,
y pronto partiremos
cada quien con su nombre, por su lado...
Recomenzar... vagar...
vivir en otra parte...
Por supuesto, al principio sufriremos.
Pero luego vendrá piadoso olvido,
único amigo fiel que nos perdona;
y habrá otra vez en que tú y yo tornaremos
a ser como hemos sido,
entre todas las otras, dos personas.

Así es que vas a entrar a mi pasado.
Y he de verte en la calle desde lejos,
sin cruzar, para hablarte, a la otra acera,
y nos alejaremos distraídos
y pasarás ligera
con trajes para mí desconocidos.
Y estaremos sin vernos largos meses,
y olvidaré el sabor de tus caricias,
y mis amigos te darán noticias
de "aquel amigo tuyo".
Y yo a mi vez, con ansia reprimida
por el mal fingido orgullo,
preguntaré por la que fue mi estrella
y al referirme a ti, que eras mi vida,
a ti, que eras mi fuerza y mi dulzura,
diré: ¿cómo va aquella?

Nuestro gran corazón, ¡qué pequeño era!
Nuestros muchos propósitos, ¡qué pocos!;
y sin embargo, estábamos tan locos
al principio, en aquella primavera.
¡Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto!
¡Nos amábamos tanto!
¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo creyera!
De modo que nosotros -aún nosotros-,
cuando de amor hablamos
¿somos como los otros?
He aquí el valor que damos
a la frase de amor que nos conmueve.
¡Qué desgracia, Dios mío que seamos
lo mismo que son todos!

¡Cómo llueve!
Tú no puedes salir así lloviendo.
¡Vamos!, quédate, mira, te lo ruego,
ya trataremos de entendernos luego.
Haremos nuevos planes,
y aun cuando el corazón haya cambiado,
quizá revivirá el amor pasado
al encanto de viejos ademanes.
Haremos lo posible;
se portará uno bien. Tú, serás buena,
Y luego... es increíble,
tiene uno sus costumbres; la cadena
llega a veces a ser necesidad.
Siéntate aquí, bien mío:
recordarás junto de mí tu hastío,
y yo cerca de ti mi soledad.

Anna, Anna, Anna, déjame repetir tu nombre porque me lo dejaste atrapado en las entrañas.

No se qué sea de ti, ni qué pase luego, pero ahora me doy gusto diciéndote: Anna… mi preciosa Anna.

Verónica -

Carlónimo: Efectivamente, recordé el juego Anónimo - Carlónimo... jeje... vaya como jugabas con las mentes de tus buenos colegas, que bueno que no fuiste psicólogo.

Anna: No me conoces, pero te he leído durante un buen lapso, y realmente se extrañaba tu alegre compañía.

Pocas veces pude ver unos videos tan buenos como estos: chequenlos...

http://video.yahoo.com/watch/7655984/20342466

http://www.medicanalife.com/watch_video.php?v=048d8462e02c917

Anna -

Justamente ahora
irrumpes en mi vida
con tu cuerpo exacto y ojos de asesina
tarde como siempre
nos llega la fortuna

tu ibas con el
yo iba con ella
jugando a ser felices por desesperados
por no aguardar los sueños
por miedo a quedar solos

pero llegamos tarde
te vi
me viste
nos reconocimos enseguida pero tarde
maldita sea la hora
que encontré lo que soñé
tarde..

tanto soñarte y extrañarte sin tenerte
tanto inventar
tanto buscarte por las calles como un loco
sin encontrarte
ahí va uno de tonto
por desesperado
confundiendo amor con compañía
y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja
que hace escoger con la cabeza lo que es del corazón
y no tengo nada contra ellos
la rabia es contra el tiempo por ponerte junto a mi tarde

ganas de huir
de no verte ni la sombra
de pensar que esto fue un sueño o una pesadilla
que nunca apareciste
que nunca has existido

ganas de besarte
de coincidir contigo
de acercarme un poco y amarrarte en un abrazo
de mirarte a los ojos
y decirte bienvenida

pero llegamos tarde
te vi
me viste
nos reconocimos enseguida pero tarde
quizás en otras vidas
quizás en otras muertes...

que ganas de rozarte
que ganas de tocarte
y acercarme a ti
y golpearte con un beso
de fugarnos para siempre
sin daños a terceros


No recuerdo cuando fue la última vez que entré en este blog y desconozco todo lo que ha sucedido durante todo este tiempo, porque no he leído detenidamente los relatos, Pero al inicio de esta tercera edición, leí que sería la boda de Simón y que Carlónimo me invitaba como su acompañante. Es una pena saberlo hasta ahora.

Simón: Mi más sincera enhorabuena por vuestro enlace, te deseo mucha felicidad junto a Silvia y que permanezcáis juntos siempre.

Carlónimo: Me hubiese gustado mucho acompañarte y te agradezco la invitación. Leí, rápidamente, uno de tus relatos y recordé el genio que eres para escribir y relatar lo que hay en tu cabeza o en tu vida, Felicidades.
Recuerdo que cuando comencé a escribir en este blog, lo hice para felicitaros por vuestros relatos y te pedí que me hicieses un relato. Hoy, después de tantas anécdotas, años y demás, te quiero pedir, nuevamente, que hagas un relato, Carlónimo. ¿Me lo harás?

Verónica -

Hey… Carlonimo
Violando un poco las acostumbradas leyes del blog (pues en su mayoría los relatos son del tema general), te respondo brevemente:
Primero que nada, soy una persona abierta y desinhibida solo cuando alguien me conoce bien (bienaventurado mi poeta psicodélico jeje), generalmente suelo ser mas observadora que participativa, y en todos los ámbitos. El detalle, es que por este medio, cualquiera puede deshinibirse felizmente, las razones son obvias: la forma de comunicación escrita además del anonimato. No había participado quizá por falta de tiempo, o de ánimos, o simplemente por tomar el puesto de mera observación.
Tus relatos no me han disgustado, ¡al contrario!… quizá erré en mi expresión de “emociones encontradas”, quise decir un cúmulo de emociones de todo tipo que tardaría mucho en describir: disfruto tu redacción, tu pasión, imaginación, y la forma en que plasmas tu experiencia y conocimientos, por lo tanto todas las emociones son positivas.
En cuanto a lo demás: Te agradezco enormemente haberme leído, y por supuesto, tu valiosa opinión. Lo de las fotos, olvídalo: Lo dije porque me parecieron un tanto mas apasionados aquellos relatos en los que te inspirabas en algún conocido, con todo y sus descripciones, tanto físicas, como de personalidad, mas, si dedicaras algo para mi, no solo me sentiría halagada, sino que te doy la libertad de inventar los datos que no tengas de mi, y uses tu buena imaginación, no es necesaria una descripción de mi humilde persona.
Gracias de antemano.

Carlónimo -

Querida Ángela, por la forma de hablar infiero que eres española ¿de qué provincia?

La expresión “tiro por viaje” la describió atinadamente Verónica. En efecto, es como decir: “un día sí y el otro también”. Las breves intervenciones que has tenido me dicen que eres una mujer inteligente, atenta y mesurada. No te mantengas al margen, decídete a participar. Ya vendrá Simón, si es que tiene voluntad de hacerlo, él sabe que tiene aquí un sitio ganado a pulso.

Querida Verónica ¿paisana mía?

Anónimo y Carlónimo constituyen la misma pluma aunque me gusta verlos independientes. Un día quise juguetonamente comunicarlos y de ahí sobrevino un conflicto tan ominoso, que no quiero recordarlo.

Fíjate que no se cómo, una persona tan abierta y desinhibida como tú pudo haber estado tanto tiempo sumergida en el reino de los lectores mudos. No lo pongo en duda pero me sorprende.

Quisiera conocer las “emociones encontradas” que mis relatos te han causado ¿Quieres decir que igual te han gustado que disgustado? O que ¿te alegran y te angustian? No es por mera curiosidad que te lo pregunto, sino que tu respuesta me ayudaría a superarme.

No soy filósofo ni psicólogo, pero me gustan esas disciplinas.

En cuanto a tu nuevo relato, disfruto la forma en que describes las escenas, eres detallista y rebosas erotismo. El coito que tuviste con Paco fue espléndido. Me excitó verte montada ensartándote tú misma su pene y culminar con esa pose tan espectacular en la que pendes de tu amante.

Me quedé pensando en tu enfática propuesta de que te conozca: “sería capaz de mandarte unas fotos, solo para ver una exacta descripción de mi, y sentir realmente que es mi vivencia)” Tal vez hay algún atributo tuyo en particular que deseas ver plasmado en el relato que te dedique. En ese sentido, no hay prisa ¿Por qué no nos regalas una breve descripción de tu seguramente excelsa humanidad?

Verónica -

Para aderezar el fin de semana, les cuento una vivencia mas:

Cumplíamos tres años de novios, el buen Francisco y yo. Estaba contentísima pensando que regalarle, y en que todos los detalles posibles salieran adecuadamente. Ese día faltaríamos a clases para vernos, y pedí la salida del trabajo temprano para ir a casa a arreglarme un poco.
Sería una cena muy especial, y quizá más tarde algo más íntimo. O tal ves unos simples tragos y algo sencillo. No eramos demasiado formales, sin embargo, el me encontraría directamente después del trabajo, por lo tanto asumí que vendría con su característico aroma de hombre elegante, y un buen traje.
Con un poco de nerviosismo, elegí un vestido casual, pero bien sexy y ajustado, y me arreglé como acostumbro. Mas tarde, llegó la hora esperada, y pude vislumbrar a mi amado a lo lejos. Evidentemente vestía un elegante traje café limpio y bien planchado, que me pareció demasiado sexy. Dios… todo un hombre, un ejecutivo de Recursos Humanos tan viril.
- Felicidades cariño, por aguantarme tanto tiempo- le dije mientras le entregaba un pequeño detalle.
- No tenias que molestarte, mi pequeña- Me abrazó.
Fuimos a un pequeño restaurante de mariscos. De antemano noté que estaba bastante serio, y él me confesó poseer un dolor de oídos sobrenatural. Me reí de su expresión sin saber que era algo en extremo serio.
Nos sentamos a cenar… Platicabamos, y de ves en ves, se quejaba del dolor. A mi me pareció algo exagerado, y después del tercer trago, saco de su bolsillo un anillo.
- Desde que te conozco he sentido mis días inconmensurablemente felices, y si me permites, estoy dispuesto a pasar el resto de mi vida, haciéndote sentir lo mismo. ¿Quieres casarte conmigo? – Dijo muy serio
- Amor, ¿pero como?, Tu no tienes que preguntarme. Tú sabes que eres la razón de mi vida. Sabes que moriría por ti, por estar contigo.- Me puso el anillo en el índice. Era de verdad bello, pero me quedaba un poco grande
- ¿De veras aceptas? - Dijo Paco. Te amo mi vida, eres mi mejor amiga.
Se me salieron las lágrimas de la emoción, fue una sorpresa exuberante. Había pensado detenida y quedamente en nuestro futuro y ahí estaba plasmado, sonreí entre lágrimas.
Entre festejo, abrazos, besos, conversaciones de nuestro futuro, y copas, las quejas del dolor de Francisco, se hacían cada vez mas serias. Hasta el punto en el que, después de una media hora, comenzó a retorcerse y gritaba desgarradoramente.
Entonces, me asusté: “Vámonos amor” dije con ademan aterrador.
Los empleados del restaurante volteaban pensando que se había metido un loco.
- Si, discúlpame, seguramente mañana estaré como nuevo - dijo él. Pero seguía quejándose, gritando… era horrible.
Pagó la cuenta y salimos.
Entonces, le pedí que fueramos al doctor, como una consulta general, pero se negó argumentando que pronto se sentiría mejor, especialmente al llegar a casa a dormir. Ante mi insistencia, se enfureció diciendo que no era nada, y que lo deje en paz (bueno, la verdad es que fue como: “No estes chingando”).
Vaya un hombre exitoso, apuesto, y con esos arranques de niño, dije entre mi. Total, después de discutir acaloradamente, gané el debate, y proseguimos a la examinacion de un experto en medicina.
El consultorio era de los anexados a una farmacia, algo patéticos, pero atendía aquel hombre experto en medicina y con su orgulloso título pegado en la pared.
Vestía mezclilla, una playera negra, y su bata expectoral e impresionante de médico. Era joven y de muy finos modales.
- Buenas noches. Hace frío. Por favor tomen asiento. ¿En que puedo servirles?.
Nos sentamos, y Paco se hundió en su silla con gesto decepcionante.
Entonces (sin dejar de sentirme su mama), le explique al doctor, los malestares de mi hombre.
El doctor preguntó su nombre, y otras cosas acerca de sus recientes estados de salud, y el respondía nervioso y de muy mala gana. De ves en cuando daba alaridos de dolor. Posteriormente, le hizo el doctor una revisión: la de rutina, reviso sus ojitos hermosos, su garganta, sus oídos, su respiración, etc.
Entonces mencionó que debía tomar un tratamiento nada gentil de cinco inyecciónes de penicilina, y de preferencia aplicaría la primera dosis (sus malestares desgarraban el alma). Su cara, era una mezcla indignante de coraje, decepción y terror, casi se salían los ojos de sus órbitas, esque en verdad era su peor miedo.
¡Pobrecito!. Salí del consultorio, y pude observar unas cuantas personas esperando para tomar consulta. “Aún esta ocupado el médico, pero no tarda” – pude vociferar-
Entré a la farmacia contigua, y pedí los cinco punzantes medicamentos, con sus respectivas jeringas, al cabo quería cuidar a mi hombre, y traía dinero suficiente. No pude evitar pensar en el morbo de la situación, y sentí un estremecimiento.
Entré al consultorio nuevamente. Se inmutó sin corresponder a mi dulce sonrisa. Le entregué el medicamento al doctor, que comenzó a prepararlo. Francisco parecía un auténtico niño, nadamas le faltaba patalear, estaba muy preocupado, era la expresión de quien está apunto de ser ejecutado en la guillotina. Y sus quejas de dolor seguían fluyendo.
- Tranquilo amor, Ya pasarán tus malestares con un piquetito chiquito. Vengase bebe…aver las trompitas (lo besé). ¿Donde están las pompitas del niño?
Me miró de una forma tan amenazadoramente punitiva, que me callé, y me hundí también en mi asiento. De verdad habría cambiado su lugar por el mío (aunque la verdad sentía ansias por ver las queridas nalguitas siendo picoteadas). El doctor indicó que todo estaba listo: “Puede recostarse, relajese”, le dijo a Francisco.
Como zoombie, caminó hacia su lugar de ejecución, aflojó su cinturón, y bajó su pantalón y trusa lo extrictamente necesario, era una porción tan tacaña, que se me antojó descubrirle todo por completo, pero lo respeté recordando su molestia. Al menos le subí su camisa y saco que estorbaban el área, le toque su espalda: “Inhala profundo”.
El doctor desinfectó el área, y bajó su trusa hasta la mitad de las pompis. Era un festín realmente agradable el que me estaba dando, aunque me dolía su expresión. Tenía la carita hundida entre los brazos, completamente roja, apretaba fuertemente la mandíbula.
Sin la más remota piedad, la aguja fue hundida en su frondosa nalguita de un solo movimiento, no se quejó pero su cuerpo temblaba. Cuando el líquido comenzó a entrar en su músculo, emitió un leve quejido de lo mas sexy y fascinante, que prolongó durante casi toda la aplicación, un escalofrío invadió mi cuerpo. El médico retiró la aguja, le dio un pequeño masaje y comentó: “Listo, ¿fue doloroso? “
Paco respondió negativamente, aunque seguía temblando todo su cuerpo. Se levantó lo más pronto que pudo, pagamos la consulta y salimos del establecimiento.
- ¿Nos sentamos? – Me dijo muy serio
- Si, amor… ¿Te dolió mucho? Lo abracé y meti mi mano en el bolsillo trasero de su pantalón.
- Un poco. Sabes que siempre he tenido miedo a esas cosas.- Su cuerpo todavía temblaba.
- ¿Por qué? – Pregunté mientras señalaba un lugar adecuado para tomar asiento.
- Porque de niño siempre me inyectaban
- Jeje, todos pasamos por eso de pequeños. Yo también recibia inyectables de hierro a cada rato, tenía manchas blancas por todas partes del cuerpo de tan anémica que estaba.
- Tú eras feliz, no tenías asma. Corrías por la pradera como un pequeño venadito. A mi me hospitalizaban y me ponían penicilina cada rato.
- Jaja. Si, pero la última ves que fui a la pradera, un cazador disparó a mi madre- Nos reímos. – Amor, prométeme que terminarás ese tratamiento.
- Ok
Como todavía se sentía mal, y vivíamos un poco lejos, decidimos que cada quien tomaría su propio camino a casa. Le di sus inyectables (me quedé con uno), y nos despedimos efusivamente. Ya estaba oscureciendo y debíamos trabajar al día siguiente, e ir a la escuela (en ese tiempo aún nos faltaban un par de semestres para terminar la carrera, íbamos en la misma institución).
Al día siguiente, tuve mi típico día laboral nefasto, solo me mantenía ahí para pagar mi colegiatura, y otros caprichitos. Recibí en mi celular varios mensajes de Francisco, decía que estaba mejor, pero muy adolorido, ya que recibió su segunda dosis a manos de su vecina. Salí rápidamente, y fui a conseguirle unos dulces de coco que tanto le gustan. Llegué a la escuela y lo vi de pie fumando.
- ¡Hola amor! ¿Cómo sigues?, Ya no fumes, caray – Le di sus dulces. Traté de sacarle detalles de su segundo piquete y lo único que pude obtener fue:
- Ya deja de torturarme.
Entramos a clases, y así transcurrieron los siguientes días, hasta que llegó el sábado. Finalmente podríamos estar todo el día juntos, sin interrupciones. Sólo le faltaba la quinta inyección. Pensé en darle su premio por haberse portado tan bien, y decidí invitarlo a mi casa, no habría nadie al menos en la tarde. Nos sentamos a ver una película, y cuando se terminó, le pregunté: “Amor, ¿te vas a poner la última inyección?, Recuerda que me lo prometiste”
- No manches, ya estoy bien adolorido, y no tengo el medicamento. – Le recordé que yo tenía uno.
Así estuvimos discutiendo, hasta que al fin accedió, no sin antes prometerle algunos premiecitos bastante sucios. Tomé el teléfono de una farmacia cercana a mi casa “Farmacia Vista Hermosa”. Llamé, y pedí un enfermero disponible para aplicar una inyección.
Relajate, respira amor. Es la última, y yo estaré apoyándote. Estaba muy nervioso. Tuvimos una sesión de besos abrazos y agasajones, hasta que escuché el timbre.
Era un joven rubio, alto, de nariz aguileña, algo atractivo, y lo invité a pasar, señalándole la recámara.
- Buenas tardes- Se presentó.
Le entregué el medicamento y la jeringuilla. “Esto es doloroso” – dijo, como si eso ayudara a reconfortar a mi amorcito. Y prosiguió a preparar la jeringa.
Paco estaba sentado sobre la cama con expresión preocupada. Lo besé.
- Acuéstate amor – Le desabroche el pantalón, y con toda libertad, le descubrí su traserito por completo. Era un espectáculo fascinante.
El enfermero tomó un gran trozo de algodón, y lo empapó en alcohol. Eligió el glúteo derecho. Al simple toque, mi chico se movío incómodo. Ya estaba muy lastimado su trasero. Se veían enrojecimientos bastante dolorosos de los piquetes anteriores. Estaba tenso, por lo cual, el enfermero tuvo que darle unas nalgaditas que resultaron también muy dolorosas, y sin esperar otro gemido, insertó la punzante aguja. “AAAH!” emitió un grito tan desgarrador, que el enfermero tardó varios minutos en proceder a dejar entrar el líquido. Lo tomé de la mano, invitándolo a inhalar y exhalar profundamente. “Aquí estoy amorcito”. Le dije.
La entrada del líquido hizo que su cuerpo se agitara dolorosamente. Realmente fue impresionante observar el dolor tan profundo que sentía, y que nadie podía fingir. El enfermero lo comprendió, y se tomó su tiempo para que la entrada de la sustancia fuera mas lenta y con la mayor cautela posible, sin embargo, mi chico seguía profiriendo gritos cada ves mas pronunciados y largos. Me dieron ganas de llorar.
Al fin el enfermero retiró la aguja. Le pedí el algodón y le di el masaje final. Seguía estremeciéndose de dolor.
Le pagué al enfermero, le agradecí sus atenciones, y lo acompañé a la puerta.
Cuando regresé a la recámara, Francisco seguía recostado sobre la cama con el trasero al aire, intentando sobarse. Lo abracé, y le di un largo masaje. “Perdóname, chiquito. Es por tu bien”. Entonces, me quité el pantalón que traía, y quedando con un pequeño calzón diminuto color esmeralda me subí sobre sus piernas continuando el masaje en su zona sur. Su pene reaccionó en seguida, parecía olvidarse un poco del dolor que lo ofuscaba. Nos besamos, la verdad es que desde que le bajé la trusa para la aplicación, ya sentía mi calzón un poco mojado, asi que no tuve mayor inconveniente en sentarme sobre el, e introducir su pene en mi zona. Nos movimos acaloradamente, entre abrazos, besos y caricias. Me quitó la blusa y el brasiere, y pareció hundirse de placer al toque con mis senos. Pareció estallar de placer, además me estimulaba el clítoris. ¿Qué más podía yo pedir?
Lo fabuloso de Francisco, es que sabía controlar sus orgasmos, y me daba todo el tiempo del mundo, para disfrutar los míos, nos compenetramos tanto, que se sentó sin retirar su pene (quedamos ambos sentados con las piernas estiradas). La sensación era indescriptible. Nos agitábamos salvajemente del embriagante placer. Parecíamos fundirnos en nuestra mirada y nuestra respiración, sentí una serie de orgasmos múltiples. Puso mis piernas sobre sus hombros. Fue fascinante.
Entonces él se puso de pie, y cargándome de los muslos, me penetró. Wow, era mi posición favorita, además me recordaba lo fuerte que era mi chico.
Pudimos después de un largo rato, acostarnos relajados, nos abrazamos… Sudábamos y nuestra respiración era entrecortada.
- ¿Quieres una cerveza?, le dije.
- Accedió.
- ¿De dónde sacas tanta energía? Arrojas esperma como una ballena arroja agua por el agujero de su espalda- Dije citando a Bukowsky- Nos reimos, y le puse una pomada en sus piquetes.

Verónica -

Alguien no podia dejar pasar el fin de semana, sin pasar por su pagina favorita ¿eh?...
Suerte!! Excelente fin de semana para todos!

Carlónimo -

Querida Verónica, como no quiero medio contestarte sino abordar cada uno de los puntos que mencionas y ya estoy saliendo de fin de semana, sólo te agradezco tu presencia y comento el lunes. Cuenta con el relato en cuanto pueda, pero no mandes fotos pues “Sólo con el corazón se puede conocer y ver bien” (Antoine de Saint).
Querida Ángela, gracias por estar aquí, si decides participar regularmente, te aseguro que la pasaremos bien.

Querida Hilda, no te olvido en mi saludo de viernes.
Un fuerte abrazo, que descansen y nos vemos el lunes.

Verónica -

WOW! Veo un par de comentarios, que de alguna forma, me hicieron sonreir. Gracias por leerme.
Carlónimo: En efecto, me falta relatar más vivencias, hoy terminé mi tratamiento que, digamos no fue muy grato. También otras anécdotas, vivencias, sueños y hasta fantasías, ya vendrá más valor e inspiración (Tómese en cuenta todo el tiempo que dejé pasar para compartir, y realmente me siento parte de…). También acepto que he sido una lectora oculta durante todo este tiempo, leí tus relatos de principio a fin, y vieras la cantidad de emociones encontradas que tuve… eres magnífico. Sintiéndo un poco mas de confianza, me atrevo a preguntar… ¿Eres psicólogo?, ¿Filosofo? Observé detenidamente la redacción, y no puedo aguantarme la curiosidad.
Gradualmente, espero algún día sentirme digna de tu tiempo, y disfrutar de un relato dedicado a mi (con todo y tus detalles que aderezan cada párrafo, tan cuidadosa y exquisitamente plasmados, que sería capaz de mandarte unas fotos, solo para ver una exacta descripción de mi, y sentir realmente que es mi vivencia).
En cuanto a Simon el Empedernido: Lo espero pronto, no puedo negar que tiene lo suyo, y lo extraño bastante. También necesito saber que tan observadora soy, y si realmente tenia un antiguo Nick “Algo temeroso”, reconocí su escencia, según yo… (¿Qué le habrás hecho, caray? Jaja, me encantó el link de la rola y me hizo reir a carcajadas… Se me hace que lo mandaste con Eulogia).
Ángela: Poco conozco de tus escritos, pero humildemente me motiva tu comentario.
“Tiro por viaje” según mi punto de vista, es Cuando pasa algo todo el tiempo, sobre una base regular, que literalmente significaría algo así como "siempre ocurre lo mismo".

Ángela -

Te sigo esperando Simón.
¿Todavía no se te pasa el enfado?. Quizás podrías dejarlo de lado y complacer a quienes como yo te echamos de menos.
Vamos, danos gusto y anima un poco el blog, ¿lo intentarías?.
Al menos dinos cómo te sientes ¿vale?.

Carlónimo, no entiendo la expresión "tiro por viaje".

Verónica,felicitaciones.Me ha encantado.

Que tengáis un buen fin de semana.

Carlónimo -

¡¡¡Que Viva mi patria, pues’nn!!! ¿Quién chingaos dijo que no?

Vaya entrada Verónica ¡bienvenida! Oye ¿ya habías estado aquí antes? Yo no te recuerdo, seguramente eras del club de los lectores secretos.

Excelente relato lleno de erotismo, pero fuiste muy parca al referir el agasajo con Paco ¡no se vale! Espero que recapacites y nos ofrezcas más detalles. Y te faltan algunos piquetitos más, espero que también nos compartas esas sensuales vivencias.

En cuanto al Lector Empedernido, pues creo que está encabronado. Empezó a regañarme “tiro por viaje” y se fue. Yo no hice nada.

http://www.youtube.com/watch?v=DadrjTOuipM


Que tu entrada no sea llamarada de petate. Vengan más relatos chava!!

Verónica -

¡Que barbaros! Mas de tres años comentando este asunto, y veo a los mismos personajes (Aunque extraño a Lector Empedernido, alias Algo Temeroso, asi se llamaba en otros foros...).
No se si no habia participado por falta de tiempo...o por otros asuntos, porque la motivación siempre estuvo ahi jejeje...
Querido Anónimo, Carlonimo, (supongo que eres el mismo desde la primera edicion). Eres fascinante... y en seguida viene mi relato reciente:

Al fin me había decidido, después de tres días soportando un dolor de garganta intenso, y probando con algunas pastillas y remedios caseros, finalmente iría al doctor. Mi voz era casi la de un viejo decrépito, y el dolor ya traspasaba los oídos, volviéndose poco tolerable.
Me di un baño relajante, sin poder evitar fantasear con un tratamiento a base de pastillas, algo más potente, algo que no sea doloroso. Pero sabía también, que las posibilidades eran casi nulas. Era viernes, hacía un día agradable.
Después de secarme, opté por una linda pantaleta color negro, de esas que parecen shorts, y van a la mitad de la nalga, un brassiere negro que hacía juego, y pantalones entallados. Para darme ánimos, rematé con unos lindos tacones.
Salí de casa, caminé unas cuantas cuadras, y llegué a un consultorio algo descuidado por el paso del tiempo, sin embargo, tenía un aire acogedor. Me registré con la recepcionista.
- El doctor se encuentra con un paciente, en seguida la llamo – Dijo aquella mujer de ojos penetrantes, vestía elegante, y era más bien reservada y delgaducha.
De inmediato me senté en la sala de espera, intentando leer las revistas de chismes que se apilaban en el estante, sin poder concentrarme en otra cosa que mi nerviosismo. Después de una media hora, al fin me llamaron para entrar a mi consulta.
Salió una mujer joven con un bebe en brazos, y un aire de preocupación. Yo por mi parte, adopté un caminar decidido y seguro al entrar al consultorio.
- Buenas tardes – Dijo el doctor y me tendió la mano ¿En qué puedo servirle?
Era un hombre rozando los 40 años, con arrugas pronunciadas, pero se mostraba elegante, muy profesional, y amable, lo cual me dio bastante confianza desde el principio
- Tengo un dolor de garganta muy fuerte desde hace tiempo – Mi voz temblaba, y era muy ronca, El doctor rápidamente se percató de la gravedad de mi infección.
Después de medirme, pesarme, tomarme la presión y la temperatura (con un aparato novedoso de esos que te ponen en el oído, y en 1 minuto tiene resultados), la cual era un poco alta. Posteriormente revisó mi respiración, mis oídos, y garganta, y dijo con aire serio:
- Es efectivamente una infección desde la garganta hasta el oído (me explicó el extraño nombre y las bacterias que le producen, pero no puse atención).
Sacó una receta médica de sus cajones y anotó:
Diclofenaco x gm una cada 8 horas…
Y unas líneas más abajo, alcancé a vislumbrar mi peor pesadilla: Benzatina (bencilpenicilina) 1,200,00… unidades solución inyectable 8 dosis. Aplicación diaria.
La verdad es que, sonreí nerviosamente, y el doctor me explicó el peligro de no cumplir con el tratamiento al pie de la letra. El virus podía hacerse más resistente, y otros daños irreversibles. Sólo escuchaba blah blah blah. No comenté, solo le agradecí y Salí del consultorio. Pagué la consulta, y caminé en busca de una farmacia.
La encontré, pero decidí caminar alrededor, me fumé un cigarro, solo pensaba en la tortura y el dolor que me esperaban.
Al fin decidí entrar, y sin hablar, le di mi receta médica a la joven del mostrador. Me indicó precios, hice mi pedido, y compré además un paquete de jeringas de 3 ml. Pagué la cuenta, y la joven comentó que después del pasillo, había un consultorio donde podían atenderme.
Le agradecí, pero salí a la calle, me atravesé, y me senté en la banca de un parque llena de preocupación. Encendí otro cigarro, y abrí las cajitas recién compradas: Era la solución inyectable líquida, y el polvito blanco. Debe ser muy doloroso. Pensé para mis adentros.
Al fin decidí entrar al consultorio de la farmacia. Casi no esperé, ya que inmediatamente se desocupó y pude entrar.
- Buenas tardes, ¿En qué le puedo ayudar? Dijo la blanca mujer que parecía muy joven para ser enfermera, y sonreía tanto, que se le alcanzaban a ver las encías.
- “La aplicación de una inyección, por favor” – Mi voz temblaba espantosamente.
La mujer analizó el medicamento cuidadosamente, y dijo: - ¿Es la primera vez que te aplican este medicamento? – Respondí afirmativamente
- Te ves nerviosa, es muy doloroso, pero todo sea por la salud – Sonrió y empecé a detestar su sonrisa hipócrita. - Esta jeringa no nos va a servir, probaremos, pero a la próxima compra algo de 5 ml.-
Me senté en la silla de su escritorio, dispuesta a torturarme más, vi cómo abrió la jeringa, extrajo el líquido cristalino, y lo introdujo cuidadosamente en el frasquito del polvo, hizo la mezcla, y cargó todo nuevamente en la jeringa. Se veía impresionante, bastante líquido.
- ¿Lista? – Dijo la enfermera. – Ponte cómoda – Mientras sacaba un par de algodoncitos, y los empapaba con alcohol.
Yo no sabía ni que hacer, solo atiné a desabrocharme el pantalón, sin poder bajármelo. Ya entrando en desesperación, la enfermera dijo: ¿Parada o acostada? Parada duele menos.
- Finalmente pude articular palabras: “Prefiero estar acostada, me relaja mas”.
- Ok, recuéstate.
Ahora si no era broma. Mi corazón empezó a latir a mil por hora, mientras me recostaba en la camita de exploración, ya con el pantalón desabrochado, sin escapatoria posible, me bajé tímidamente mi pantaloncito, y descubrí una pequeña parte de mi pantaleta, cuando la enfermera dijo:
- Respira profundamente- y me descubrió el trasero por completo. – Así es más fácil - Objetó.
Sentí el alcohol frío sobre mi piel, y me preparé para el impacto: El piquete casi no lo sentí, pero pronto mi turbación se convirtió en un dolor terrible: Era como si me estuvieran quemando todo el músculo…. Horrible, una sensación espantosa. Sin embargo, no me quejé hasta después de un rato. “Me duele mucho” – Dije. Casi estaba al borde de las lágrimas, y no mentiré: Derramé unas cuantas sobre la camita.
- Ya vamos a terminar, pero iré más lento – Dijo la enfermera.
Mi cuerpo temblaba, y mi trasero también. Al fin retiró la jeringa y remató con un masaje, más doloroso que la aplicación misma.
Fue difícil levantarme, pero tenía tanta pena y dolor, que lo hice de un solo movimiento, y me vestí rápidamente, sobándome a través del pantalón.
- ¿Te dolió? – Preguntó la enfermera, era demasiado estúpida su pregunta….
- Un poco jeje (bitch). Gracias, hasta luego
- Cuídate. Y Suerte.
Solo faltaban 7 aplicaciones. El hecho de pensarlo, me hizo entrar en un estado depresivo
Caminé hacia casa, con dificultades y me recosté en mi cama. No pude dormir con el pensamiento del acontecimiento, y fantasee con que el ejecutor de mi próxima inyección sería mi novio Francisco. Sonreí ante la idea, y sentí mi calzoncito un poco mojado.
Francisco es un hombre en toda la extensión de la palabra. Hombros muy anchos, brazos fuertes, y piernas exuberantes. Ojos castaños, cabello ondulado, labios carnosos y bien formados y mandíbula bien marcada. Muchas mujeres morían por conquistarlo, pero era mío.
En la mañana del sábado, le llamé a Francisco, era su día libre, y podíamos vernos. Le comenté al teléfono lo acontecido el día anterior, y se portó muy receptivo. – Pobrecita jeje, ¿quieres que te acompañe hoy, amor? –
Obviamente acepté, era como una pequeña parte de mi fantasía cumplida. Quedamos de vernos a las 4 de la tarde en el centro de la ciudad. Me vestí cuidadosamente, elegí una falda roja con cuadritos negros y blusa negra con corte “v”, botines con plataforma, y un calzón negro muy sexy.
Pasaban de las 4, y al fin llegó: Con su característica chaqueta de motociclista, sus botas roqueras, y otras cosas que me hacían pensar en comérmelo.
Nos abrazamos, nos besamos, y decidimos sentarnos a charlar. Compramos un helado y estuvimos dando vueltas por el centro.
- ¿Por qué caminas así? Jajaja - dijo Francisco.
- Ya te dije que me inyectaron, y tengo que ponerme unas 7 mas – le dije enseñándole la receta médica
- Si quieres te acompaño al rato, ¿Quieres una cerveza?
Yo sabía que eso podría anular el efecto del medicamento, pero accedí debido a mi nerviosismo. Encontramos un lugar adecuado, me tome mi cerveza, y él siguió con la segunda y la tercera. Después de un rato, le dije: “Amor, acompáñame al consultorio de la farmacia, porfavor”. Tuve que repetírselo varias veces.
- Si, vamos – Dijo como de mala gana, lo cual me frustró.
Caminamos entonces hacia el consultorio, Francisco me compró las nuevas jeringas de 5 ml. Me abrazó, y trató de tranquilizarme.
Entramos al consultorio, y esta vez, era un hombre quien atendía. Como de 30 años, alto, cabello rizado, lentes, braquets. Muy simpático. Rápidamente nos invitó a pasar, nos tendió la mano.
- Buenas tardes. ¿A quién vamos a inyectar?, dijo mientras veía las jeringas que traía Francisco en la mano.
- A Francisco, dije en broma, el doctor sonrió creyendo que era verdad, y mi hombre pareció molesto. Wow. Una nueva fantasía hacia de las suyas en mi mente. Eso sería muy sexy.
- ¿Te peleaste con tu doctor?- Dijo el médico al ver el medicamento. Reímos los tres.
Nos quedamos mirando como preparaba la dosis, exactamente como lo vi el día anterior. Tenía miedo. Paco me tomó fuertemente de la mano. Hice ademán de retirarme del consultorio. Reímos. Y finalmente me invitó a pasar. Le dije a Paco que me diera la mano durante la aplicación, ya que era muy doloroso, pero permaneció sentado en el escritorio, inmóvil.
Entonces pasé a la pequeña camilla, me subí la falda roja. El doctor me recargó de pie. Y Francisco dijo: “Doctor, acuéstela, es más seguro”. Estuve de acuerdo, y me acosté sobre la camilla.
Francisco veía solo de reojo (o al menos eso creía yo). Me baje mi calzón, y deje al descubierto una parte de mi trasero derecho. El doctor bruscamente me dejó al descubierto completamente, bajando mis calzones hasta la terminación de mi trasero, que no era espectacular, pero si blanco, firme y bien formado.
Sentí el alcohol frío, piquete, líquido. Fue igual de doloroso que el día anterior, pero esta vez reprimí las lágrimas, solo cerré los ojos, e hice unas muecas de dolor (según me dijeron más tarde). Fuego en mis músculos. Duró mucho la aplicación, el líquido iba entrando muy lentamente, era desgarrante. Francisco permaneció sentado.
El dolor disminuía en la medida en que me preguntaba, ¿porque no habría querido permanecer cerca de mí, y darme su apoyo?.
Al fin el doctor sacó la aguja, y me dejo el algodón para que yo me diera el masaje. Mientras tiraba los sobrantes. En lugar de eso, decidí bajarme la falda, y ponerme el calzón el su lugar. Me dolía tanto, que permanecí unos largos segundos acostada.
Agradecimos, pagamos, apretón de manos, y salimos del consultorio.
- Me duele mucho amor – le dije, y lo abracé. Noté algo demasiado abultado dentro de su pantalón. El me puso su mano sobre mi nalga, y me sobó un poco. “¿Porque no me diste la mano?.” (Aunque ya sabía la razón, era evidente su erección, y él era muy penoso con esas cosas)
- Pues… Tenía miedo de que al doctor no le pareciera, o ponerte más nerviosa, discúlpame. Ando bien cachondo (me dijo al oído), ¿vamos a un hotel? Sonreí. Otra víctima del fetiche.
Sin hablar, nos dirigimos a un hotel, pagamos, y entramos. Tuvimos una sesión de sexo espectacular. Comimos. Me llevó a casa mas tarde.
Al día siguiente (Domingo) me dispuse a descansar. Lave el carro de mis papas, mi ropa, me depile (al 100%), me puse mascarilla, esas cosas que hacemos las chicas.
Francisco llamó por teléfono, y tenía ya rato, charlando con mi madre. Posteriormente, me pasaron al fin la llamada.
- ¿Cómo estas, amor? Me la pase con madre ayer – Dijo con su sexy voz varonil.
- Bien Bien, un poco adolorida. ¿y tú?
- Bien. Oye, ¿hoy vas a ir a inyectarte?, recuerda que te toca.
- Mmm… No, hoy decidí descansar, ya me duele bastante, quizá mañana vaya, quizá ya no… ya veremos. Ya ando mejor de la garganta.
- Es por tu bien, Vero. Ve por favor. ¿sí?
- Naaa…
- Bueno, como tú quieras. ¿puedo pasar por ti para ir al cine?
- Ok.
Colgamos, y me di un baño, me vestí para salir con él. Fuimos al cine. Nos sentamos en la última fila, hubo palomitas, manoseo, abrazo, y de todo.
Cuando salimos del cine, me invitó a comer a su casa, y, aunque quería regresar a casa a descansar, accedí. Hicimos 20 minutos de trayecto.
Llegamos, saludé a su familia, y me presentaron a una señora: Dora. Era vecina y amiga de la familia, una señora de edad, bastante obesa.
Pasamos al cuarto de Francisco, pusimos música relajante, y me dijo: “Amor, no te vayas a enojar, pero quiero que te inyectes el medicamento, por favor.” Me abrazó.
Entonces recordé a Dora, y las experiencias que me habían contado. Era la enfermera del barrio. Comencé a ponerme nerviosa. “No, amor, recuerda que ya hablamos de eso”.
Cariñosamente me acostó sobre su cama, me besó, y metió su mano por debajo de mi vestido. “Anda, no querrás hacer el ridículo con mi familia, sé madura… Dora tiene mucha experiencia, y ya tiene el medicamento, voltéate amor” Alcanzó a decir.
Y bueno, pues ya que mi hombre era quien esta vez me descubría el trasero, no puse resistencia, ya que sentí un gran placer. Me sobó las dos nalgas y me dio un masaje en la espalda. Volvió a cubrir mi trasero con el vestido, pero con el calzón abajo. Salió del cuarto a avisarle a Dora.
Salvajemente, entraron dos niñas (de 7 y 9 años respectivamente), eran las pequeñas sobrinas de Paco, y dijeron: “¿Podemos ver cómo te inyectan?”. Ya era bastante vergonzoso. Solo reí y mi chico, les pidió que se retiraran.
Entró Dora, jeringa en mano, cerramos la puerta, y Francisco me descubrió las nalgas. Me tocaba la izquierda.
- Relájate, mujer, estas en confianza- Dijo la vieja Dora.
Esta vez, Francisco me estaba dando la mano, y apoyándome. Sentí el frío del algodón con alcohol, cuando entraron de nuevo las sobrinas, quedándose en la puerta para observar. No me opuse. Solo quería que terminara pronto.
Sentí el pinchazo, y pronto el doloroso líquido, que me hizo estremecer. Quise llorar del dolor, pero la presencia de las pequeñas, me lo impidió. Dora estaba inyectando demasiado rápido, era mucho dolor para asimilarlo tan rápido.
- Ya casi, amor, resiste, aquí estoy. Dijo Paco. Me acarició la espalda.
Pero ya no pasaba el líquido. “El músculo no lo ha dispersado bien, parece que la aguja se tapa”, dijo Dora, tratando de esconder su error de brusquedad. Sin sacar la jeringa, masajeó alrededor, y las lágrimas empezaron a fluir. “Diles a las niñas que se retiren, amor”, le pedí a Francisco, y así fue.
Me pellizcaban el área para difuminar la sustancia, Dora seguía intentando introducir el líquido, era difícil, pero lo logró poco a poco al cabo de varios larguísimos minutos. Cuando sacó la jeringa, surgió una gota gruesa de líquido blanco, y una pequeña de sangre.
- Ya pasó.
Dora se retiró, pusimos el seguro de la puerta, y solloce con la cabeza en las piernas de Francisco, el me daba masaje con el algodón.
- Te amo. Noté su erección. Ni te dolió, ¿verdad payasita?... dijo al tiempo en que me daba una nalgadita.


VIVA MEXICO!!!!!!

Carlónimo -

Gracias querida Hilda por hacerme ver “mis errores”. Pero el ser humano es tan complejo que no hay dos iguales y es también un error erigirse juez del bien actuar.

¿Recuerdas el siguiente texto de “El Principito” de Antoine de Saint Exupery?

El único deseo del rey, era el de ser respetado. No toleraba entonces que se le desobedeciera en lo más mínimo. Pero... dentro de todo, daba órdenes razonables.

"Si ordeno-decía- a un general que se convierta en ave marina y éste no obedece, no sería culpa del general, sino exclusivamente mía".

Así que no me pidas convertirme en ave marina, porque si no te obedezco la culpa no será mía.

Un beso, preciosa.

Hilda -

Muy poético tu planteamiento Carlónimo, en tu estilo. Eres como los peces, tienes la habilidad para escabullirte cuando te atrapan.

Pero… ¿sabes una cosa? Tú tienes un extraño morbo parecido al de Ramiro, el mariodo de Elena, a quien acabas de describir.

El se calienta cuando lo inyectan a él y a otras personas pero relega a su esposa y la excluye del juego.

Y tú te calientas cuando inyectan a tu pareja y a otras personas, pero te relegas a ti mismo y te excluyes terminantemente del juego.

Eso te ha causado muchos problemas y conflictos.

¿O no amiguito? Piénsalo, ahí te lo dejo para que reflexiones.

Y no te enojes pues te lo digo con el mejor ánimo constructivo. Un beso.

Carlónimo -

Querida Hilda, yo no he dicho que no me guste enamorarme, ese no es el punto, en realidad vivo enamorado.

No me regocijo viéndome a mí como centro de erotismo en un relato porque hacia cualquier parte que miro encuentro mujeres preciosas y muy sensuales que me encantan y me enamoran.

Por eso escogí el símbolo de los viajes, el desprendimiento, la búsqueda en espacios lejanos.

Voyage, voyage
Plus loin que la nuit et le jour,
Voyage
Dans l'espace inouï de l'amour.
Voyage, voyage
Et jamais ne revient

Gracias por vivir esta etapa conmigo.

Hilda -

La libertad es tu signo Carlónimo, lo entiendo. Pero también cuando te enamoras eres adorable y no me vas a decir que no lo disfrutas. Hace poco tiempo estuve leyendo algunos de tus relatos respecto de alguien a quien amabas y de verdad que estabas como iluminado, hacías un derroche de poesía.

En cuanto a Elena, su situación es la que sufren muchas mujeres pues abundan los hombres díscolos que sienten que solo ellos tienen el derecho de disfrutar. El relato me excitó por la serena actitud de Elena frente a las inyecciones ¡muy distinta de mí! Yo no puedo evitar los nervios y por más que trato de relajarme no puedo. Cuando estoy acostada esperando el piquete en mis nalgas es lo peor, estoy sudando frío y siento que me tiembla todo el cuerpo y hasta lloro. ¿Has seguido viendo a Elena? Me llama la atención su forma de ser, muy firme y segura de sí misma.

Tu compañía es para mí una gran fiesta, te mando un beso Carlónimo.

Carlónimo -

“Siempre te relegas evitando hablar de ti y eso se puede interpretar en muchas formas.”

http://www.youtube.com/watch?v=6PDmZnG8KsM


Elena

Estando por entrar a casa la oí saludar. Alcé el rostro y nos miramos fijamente. Ella subió a su camioneta y la puso en marcha. Un minuto después se activó el vibrador de mi celular: “Yo podría verte mañana ¿qué te parece?”.

Al día siguiente me envió un mensaje: “Estoy donde siempre te espero” Interrumpí mi trabajo y salí a encontrarla. Estaba en la cafetería del hotel, conversamos un rato.

Elena es una mujer de corte ejecutivo, casada y madre de dos hijas adolescentes. Lleva una pésima relación marital pero en los demás aspectos de su vida es muy exitosa y ordenada. Me contó que la están inyectando y lleva cuatro de seis aplicaciones sólo que su marido no aprueba que se las ponga.

Él padece un extraño morbo por los pinchazos: Los desea, pero se avergüenza de ello a tal extremo que sin decirlo abiertamente, se opone a que en su casa se hable de inyectar a alguien. Así que cuando Elena requiere de inyecciones, su marido socarronamente la descalifica y obstaculiza por todos los medios que se las haga aplicar.

Ella es una mujer guapa de complexión delgada que viste ropa muy fina, en colores discretos y femeninos. Y no aprueba lo que le ocurre a su marido, pues ella no es de gustos complicados y espera que él se satisfaga y vierta su erotismo en ella.

Entonces se sorprende mucho cuando su esposo la increpa molesto por lo que a él realmente le encanta: ¿Para qué quieres que te inyecten? ¿qué no puedes tomar pastillas, por qué tienen que ser inyecciones? ¿ya vas a salir otra vez con esas cosas? Cambia de médico… El caso es que la hace sentir muy mal y a veces se pregunta si en realidad está haciendo algo incorrecto.

A Ramiro le calienta muchísimo que lo inyecten fuera del hogar, o que inyecten a personas desconocidas, pero detesta que su esposa participe en ese juego. Se trata de una extraña afección en que la esposa queda totalmente relegada del juego erótico que a él le encanta.

Al principio Elena ignoró el problema, pero cuando se enteró que su esposo se solazaba reiteradamente en ese morbo con otras personas, cobró venganza y empezó a ponerle los cuernos.

Tras la degustación del suculento café, tomamos una habitación y nos dispusimos a entrar en intimidad. Ella es una mujer que conserva gran parte de sus encantos de la primera juventud y se ha visto agraciada con otros nuevos, que la experiencia y la edad le han prodigado.

Trataré de describirla para que ustedes la conozcan.

Es alta, de 1:70 aproximadamente, complexión muy delgada, de piernas largas y nalgas firmes, busto pequeñito, acinturada. Su culito es pequeño pero mullido y sorprendentemente respingado. De manera que, contando con poca extensión de cadera, sus muy bien abastecidos y firmes glúteos hacen pensar en una niña nalgoncita. A mí en lo personal ese atributo me calienta divinamente.

Complementan su aspecto un muy bien cuidado cabello castaño claro rizado, rostro alargado, frente amplia, ojos café claro, una nariz perfecta muy bella, labios provocativos, insinuantes y manos grandes, hermosas, perfectamente cuidadas.

Para ella la inyección que me disponía a aplicarle no es parte del ritual o juego erótico, no he descubierto que realmente le exciten los pinchazos. Así que mientras preparo la jeringa ella simplemente espera y se ocupa en hojear una revista. Me calienta verla retirarse completo el pantalón, deslizar rutinariamente su panty y acostarse con toda calma, refiriéndome las molestias que le ocasiona la relativa inflamación de una vértebra.

Aprecio en sus pálidas nalguitas las recientes marcas de pinchazos. Hincando el dedo le pregunto si siente molestia, a lo cual responde que no, que… “bueno, un poquito del lado derecho, pero puedes picarme donde gustes”.

Y así, con una gran indiferencia recibe la aguja alojándola en perfecta calma. Le hago entrar muy lentamente la sustancia buscando prolongar en mi beneficio el erótico momento. Elena me deja actuar con libertad, sus breves nalguitas y sus delgadas piernas no no se inmutan.

Ignorando la acometida final del émbolo, me cuenta anecdóticamente que Raquel, la joven enfermera que la inyecta, falló el otro día y le pinchó un vaso sanguíneo, por lo que le reintegró la sangre aspirada y volvió a picarla para inocular el medicamento. Dice esto sonriente como si me contara un chiste. La verde sustancia termina de entrar en su breve cachetito el cual permanece impávido.

Le extraigo muy despacito la aguja viendo cómo esta crece y crece hasta aparecer por fin el afilado vértice con su ojuelo dilatado. El punto de incisión arroja una gotita de sangre que enjugo cuidadosamente con el hisopo, mientras Elena sonríe y me da las gracias por haber accedido a inyectarla.

Se levanta y se retira la panty plegándola y poniéndola sobre la silla donde ha dejado el pantalón. Se quita también la blusa y entra desnuda al baño, dejando la puerta abierta. Se sienta a orinar en mi presencia. Es una práctica común suya que al principio me impactó pero ahora me excita.

Por fin se levanta, enjuga sus labios vaginales y se inclina frente al lavabo. Me deleito contemplando su firme culito elevado, ofrecido, esponjado, el cual ostenta las marcas de las inyecciones recibidas. Colgando la toalla sale en mi encuentro y me abraza cariñosamente.

Besando sus labios le acaricio la espalda y las nalgas. Siento la firmeza de sus cachetes y el refinamiento de su cintura. Mi pene rebosa restregando el fino pelaje de su pubis.

La hago girar e induzco que se acueste boca abajo. Me deleito viendo cómo el glande deja brillantes medallones de calostro seminal marcados en varios puntos de su raja. Puesto a horcajadas le estimulo el clítoris hasta provocarle el primer orgasmo.

Desesperada, me hace recostar y después de engullir y lengüetearme el pene, se monta y se lo introduce en la vulva iniciando un sensual rozamiento, sin dejar de estimularse ella misma el clítoris. Liga así el segundo orgasmo.

Yo estoy demasiado caliente para no intentar la entrada rectal. Poniéndola de nuevo boca abajo le introduzco los dedos de la mano derecha en el recto y con la izquierda le estimulo el clítoris. Elena jadea cada vez con mayor intensidad y por fin frunce el culo con desesperación, emitiendo fuertes sollozos.

Después de haberle producido el tercer orgasmo le propongo la penetración rectal y ella me responde: “Bueno…” Le introduzco una almohada bajo el pubis, me lustro el glande con una buena dosis de lubricante y se lo introduzco lentamente. Ella lo engulle completo y permite que le de algunos tallones, pero pronto se empieza a quejar como otras veces lo ha hecho, así que se lo extraigo y dándole vuelta la penetro vaginalmente.

Elena me abraza con sus piernas por la espalda e iniciamos el coito final para el que yo disfruto acariciándole las nalguitas. Están en tensión total y se menean para perfeccionar el rozamiento. Oyéndole decir: ¡te amo, en verdad que te amo! le escupo gruesos borbotenes de esperma que hacen a Elena sollozar, retorcerse y apretarme con todas sus fuerzas.

Después fuimos a comer y celebramos una prolongada sobremesa en la que hablamos de mil cosas ajenas al sexo.

Finalmente, volvimos al cuarto y la inyecté como en la mañana lo hiciera. Acostada en completa calma, recibió el cruento pinchazo sin sobresaltos. La densa sustancia fluyó lentamente y se fue alojando en la nalguita, mientras Elena me contaba que está en tratos con una empresa para venderle algunos servicios.

De manera que, caliente yo, tranquila ella, me consoló tan solo tejiéndome una formidable puñeta.

Como ven, Elena es una mujer muy ardiente en el amor, pero escéptica en materia de pinchazos.

Y, lo más sorprendente: ¡Quién va a pensar que una “mujer de su casa” prototipo de esposa ordenada y madre cariñosa, se permita tales espacios de placer y de amor prohibido!!

Su esposo piensa que la tiene segura, controlada y dominada.

Hilda -

Carlónimo! Gracias a tí, por el relato tan intenso que me regalaste y me gustó muchísimo. Para mí José Luis es como lo describes, celoso, impulsivo y muy cariñoso y así lo siento como tú lo muestras. De los demás no se muy bien pero creo que Silvia es un gran personaje, muy sensual con una gran personalidad y yo creo que Simón la disfruta así como tú la has proyectado.

Y te agradezco tu compañía además que te hayas desahogado un poco conmigo. Y tú qué has cosechado de todo esta experiencia Carlónimo porque no creo que tengas alma de “teflón”. Siempre te relegas evitando hablar de ti y eso se puede interpretar en muchas formas. Yo creo que llevas una vida interior muy fuerte que a veces te agobia pero no compartes tus sentimientos más íntimos. Yo no se si eso sea lo mejos pero respeto tu forma de ser.

Carlónimo -

No te apures Hilda ni te sientas negativamente aludida por mis ocurrencias. Si te pinté despampanante es porque me lo pareces. Y es que las chicas como tú: de cadera amplia, nalgoncitas y piernudas me resultan muy atractivas, además de que quise poner un poco en aprietos a tu novio José Luis.

Siempre que los participantes me presentan a su pareja, como lo hicieron: Karol; Anna; Simón; Gastón; ahora tú; me hacen volar la imaginación y crear escenarios atrevidos. El resultado, no lo se, yo me he sentido muy cómodo hablando de ellos pero bien a bien nadie me ha dicho si acerté o si al menos me acerqué a lo que esperaban.

Es probable que me haya excedido,y hasta que los haya ofendido, pero yo no tengo ataduras para escribir, lo hago con entera libertad, hasta en contra mía a veces. Y por eso me ha llegado a ocurrir (junto con los aludidos) lo que dijera la gran mexicana Sor Juana Inés de la Cruz “inventan el coco y luego se asustan con él”.

Hay personajes como “Silvia” que en un momento dado se me presentan desafiantes y ha sido un reto mantenerlos en su contexto. Dirás que me estoy metiendo en un terreno que no me corresponde pero si analizas con atención al personaje “Silvia” original y lo comparas con el que yo contra viento y marea fui forjando, puedes identificar diferencias significativas, al grado que a veces parece rebasar su cualidad principal de esposa.

Y así me ha ocurrido con otros muchos personajes que al cobrar vida se me revierten desafiantes, me acorralan y hasta riñen conmigo (uno muy importante es Alma, o la propia Stella, o Cristina). Pero todos ellos forman parte de mi vida, con ellos he departido y compartido y cuando me vaya de esta vida los llevaré grabados en el tuétano.

Dirás que amanecí muy refranero o que me tomé unas copas. Pues no, querida Hilda, pero hoy no te salvas. Ya te agarré a ti de confidente para hablar conmigo mismo porque es algo que no puedo evitar, al menos de tiempo en tiempo. Como dijera el gran Machado: “Converso con el hombre que siempre va conmigo”.

Por cierto que más adelante dice: “Y luego… nada os debo, me debeis cuanto escribo”. Y así es, quienes han pasado por este blog me pueden criticar, ningunear, satanizar e ignorar, pero no pueden negar lo que se han llevado de mí. Lo que más de una vez les he hecho sentir, suspirar y hasta chorrearse junto conmigo.

Pero, volviendo al punto de partida, disfruta preciosa Hilda tu relación con José Luis y con todos los que te queremos y compartimos tus vivencias. Háznos gozar de tus encantos y pasiones. Dosifícalas, pero no las niegues. Propicia los escenarios más idóneos para el amor y la entrega.

Cuando tus nalguitas estén desnudas, erguidas, expuestas, a merced de la hipodérmica, que siempre haya un cronista para dar fe del gran escenario erótico que tú eres capaz de crear. Que José Luis viva contigo esos momentos íntimos. Y que virtualmente nos los compartas a todos los que participamos en este blog.

Me parece ver tu soberbio culito curvado, carnoso muy amplio, con los cachetes firmes, de tonicidad excelsa, resignado a que la gruesa hipodérmica lo perfore. Luces una muy delgada y artística panty en color cielo, alojada en las piernas, muy cerca del plieque inferior de las nalgas.

La señora Gudelia se apresta a clavarte la aguja en el punto seleccionado, que aún brilla por el espejo de alcohol que le ha aplicado y que poco a poco se evapora. Tu suave piel está erizada, chinita por la alta concentración de señales nerviosas ferozmente constreñidas. El “qué dirán” y el “qué pensarán de mí” te mantienen sumisa, atada a la superficie de la cama.

Quieres gritar, llorar, estallar, decirles que ese momento te resulta insoportable. No te atreves, tu respiración está muy agitada, las pulsaciones del corazón te resultan audibles y te golpean sin cesar el cerebro. Aprietas los ojos, te muerdes los labios y te concentras en la cálida firmeza del brazo de José Luis contra el cual oprimes tu mejilla derecha.

Tu amado recorre con su mano tu sedosa cabellera, sostiene tu mentón y te palmotea la frente.

Oyéndole decir: “tranquila, mi vida” sufres el intenso dolor que te produce la hiriente ráfaga de acero. No logras reprimir un grito corto, seco. Te acomete un insistente pataleo, sollozas y te retuerces. José Luis y Gudelia te sostienen como pueden, percibes que se acelera la entrada de la ardiente sustancia.

Forcejeas un poco pero reaccionas pensando en no retrasar la inevitable diligencia. Así que mordiendo sin reparos el recio antebrazo de José Luis y emitiendo un agudo gimoteo gutural, resistes los momentos más dolorosos de la inoculación y por fin sueltas todo tu cuerpo al percibir que la aguja ya te ha sido retirada.

Con intenso sudor te aferras a los firmes brazos de tu novio, lloras en su regazo, le cuentas lo que has sufrido y lo aprietas con todas tus fuerzas, pensando en el ansiado encuentro íntimo que tendrán después en su casa.

Hilda, gracias por tu gratísima compañía, que disfrutes el fin de semana.

Hilda -

Muy sensual Carlónimo ¿y tu que imaginas viendo a Maru? Tal vez quieras reservarte esa vivencia, pero si no es así cuéntanos por favor. Cuando puedas escribe algo más acerca de mí y de José Luis, pero te aclaro que no soy miss universo ni he pretendido darte a pensar eso. La miss universo, tú sabes, es una preciosa mexicanita de Guadalajara.

Hilda -

Muy sensual Carlónimo ¿tu que imaginas viendo a Maru? Tal vez quieras reservarte esa vivencia, pero si no es así cuéntanos lo que imaginas. Cuando puedas escribe algo más acerca de mí y de José Luis, pero te aclaro que no soy miss universo, ni quise hacerte pensar eso. La actual miss universo es una preciosa mexicana de Guadalajara.

Carlónimo -

Maru

Con frecuencia voy a comer a cierto restaurante donde disfruto viendo a Maru en acción. Se trata de una preciosa mesera de piel morena clara, con un cuerpazo de fábula.

Portando el uniforme de la empresa, una ceñida minifalda que devela más de un tercio de sus soberbios muslos, va y viene sirviendo a los parroquianos.

Esa chica en verdad te hace soñar despierto

¿Quién no se ha dado gusto admirando la reciedumbre y excelso formato de sus piernas?

¿Qué parroquiano ha evitado suspirar teniendo a la vista esas espléndidas nalgas, fielmente detalladas por el escuálido lienzo de su falda?

¿Alguien no se ha conmovido con el acompasado meneo de sus profusas y erguidas tetas?

Y es que Maru no limita, sino permite a los clientes el disfrute visual de sus encantos.

Se inclina con generosidad haciendo que el borde de la falda se le monte en el último decil de las piernas.

Arrodillada en el asiento de los gabinetes se empina para limpiarlos ofreciendo un impresionante close up de su sensual trasero.

Inclinada para entregar o recoger los platos hace prosperar su de por sí magnánimo escote.

Es fácil imaginar las escenas que cada uno de los clientes ha llegado a fraguar en su cerebro.

Ahí está Don Genaro, quien le eleva la falda y la acuesta con el compás de las piernas abierto.

El impulsivo Nicolás, a quien le encanta alzar su rabona blusa para excitarle con ansia los pezones.

El atento Moisés, que la pone sobre sus rodillas e introduce la mano para acariciarle el estrecho reducto de la entrepierna.

Cecilio el soñador, quien la desnuda por etapas, la empina y la penetra sujetándola por las nalgas.

El detallista Nahum, a quien le encanta aplicarle enemas y se desquicia viéndola estremecer y patalear con la manguera conectada al estrecho esfínter anal.

La erótica Fernanda, quien suspira viendo a la mesera tendida boca abajo con la pequeña falda y la panty replegadas, esperando el inminente embate de la jeringa.

La gente se complace disfrutando imaginariamente a la atenta y simpática Maru, a quien le encanta lucirse y calentar a los clientes, ya que eso le redunda una gran popularidad, copiosas propinas y el espléndido reconocimiento de sus jefes.

Hilda -

Quise poner Hilda en mi participación anterior. No es que te suplante Carlónimo sino que me tienes chalada y no dejo de pensar en ti.

Carlónimo -

Carlónimo, sigues transmitiéndonos sensaciones muy eróticas. Así es, la pareja que describes es de esas que una se pregunta cómo pueden existir, pero sin duda existen y hasta abundan. Y más allá del problema de la sumisión ¡qué erótico escenario! La chica sumisa entregándole al macho su culito para que se lo pique en donde a él se le ocurra. Me calentó mucho la escena. Gracias de nuevo y descansa para que sigamos contando con tus muy buenos relatos.

Carlónimo -

Erótica sumisión

A fines del año pasado viajé a París por Air France y me tocó ocupar uno de los asientos centrales del avión, donde te sientes en verdad rodeado de gente.

Sin embargo, los asientos de la fila en que me encontraba permanecieron vacíos y en los de la que estaba adelante, sólo había una pareja de franceses: Él, un hombre pelirrojo de aire solemne; y ella, una guerita más joven muy atractiva.

Desde que abordaron él discutía acaloradamente con la sobrecargo insistiendo que tenía necesidad de llevar consigo un cierto objeto catalogado como prohibido: “C’est l’ordenance et prescription du médecin!” repetía airado el hombre y mostraba a la stewart un papel que parecía receta médica. La joven esposa se concretaba a oír manteniendo la cabeza baja.

Como yo estaba ocupado integrando mentalmente un informe, no presté mayor atención a la disputa, pero después de la cena, cuando ya estaba tratando de conciliar el sueño, me llamó la atención una nueva discusión: La joven esposa se disculpaba con su marido rogándole: “Désole, mon cher, j’ai oublié l’alcool. Tu pourras m’injecter demain”.

Él se puso de pie y llamó a la sobrecargo quien, después de oír el inusual requerimiento que le hacía, respondió enfáticamente: Mais non monsieur, dans l'avion il n'y a pas d'alcool!

Pero el tipo insistió aduciendo diversas razones y privilegiando que: “Je dois injecter ma femme maintenant!”

La sorecargo se alejó, luego regresó e insistió que no tenía alcohol. Él se agarró la cabeza gritando “Trés mauvais service!”

Finalmente, a falta de alcohol de 96° le ofrecieron una copa de brandy que él arrebató de la mano de la Stewart para empezar nueva discusión, ahora con su esposa. La chica se resistía a que su marido la inyectara ahí mismo en el avión desinfectándole el cachete con brandy.

Pero viendo que él estaba dispuesto a salirse con la suya, se puso de pie muy obediente, se retiró el gabán y se desabrochó el cinturón, permaneciendo con la cabeza baja, lista para descubrir su culito.

El se levantó con aire autoritario, replegó varios descansabrazos, acostó a su mujer boca abajo sobre los asientos, y por el ruido producido comprendí que le bajaba el ajustado pantalón a jalones.

Yo fingía dormir pero la situación me tenía perplejo y a la vez excitado. De pronto apareció el rostro del severo marido encima de los respaldos, mirándome con recelo.

No le dí importancia, cerré los ojos con aire adormilado y él sin más se dispuso a inyectar a su dócil esposa, quien ya empezaba a emitir sensuales lloriqueos, los cuales fueron subiendo de tono al tiempo que su marido pasaba de la elección y desinfección del cachete, a la del brusco pinchazo, y después a la dolorosa inoculación del medicamento.

La singular joven emitió el siguiente monólogo:

¡Oh no, mon cher, je t’en prie, je t’en prie, ne m’injectes pas!

Aaah, ooh, uuhh, ¡¡¡AAAOOOUUUYYYYYYYYY!!!

¡Non, lentement, lentement Philipe, mon cher, je t’en prie, leentemeeeeent, mon cher…!

¡AAAHHH, AAHH, AH, ah!

Tras una rapidísima aplicación, el marido le extrajo la aguja, le dio un cachetazo y se incorporó altanero, mientras ella permanecía tendida, gimiendo, resoplando y lloriqueando.

Philipe caminó muy erguido al baño, exhibiendo el jeringón con que acababa de inyectar a su esposa.

Aline se puso de pie, arregló como pudo su vestimenta y lo siguió sumisa, sin dejar de masajearse la adolorida cola.

Salieron del baño, ella caminando detrás de él. La joven se durmió y él se puso a ver películas.

¡Vaya pareja! La acordada supremacía del macho.

Amigos ¡Buen fin de semana!

Gil -

Yo también te voy siguiendo Carlónimo aunque no escriba con frecuencia. Son muy buenas historias. Cada una es una gran aventura ¿cómo te inspiras para crearlas? Muchas gracfias por escribir y pensar en tus lectores.

Hilda -

Carlónimo!!! Gracias por referirte a mí pero me hiciste sentir algo mal. Tu picante pluma indica que me excedí al señalar mis atributos corporales. No te lo tomo a mal, e igual me envolviste en tu erotismo, me hiciste disfrutar sintiéndome admirada y deseada, sobre todo por José Luis. Gracias, y sigue escribiendo, me encanta como de pronto obtienes algo sublime partiendo prácticamente de nada.

El relato acerca de Alma también me gustó mucho, es muy sensual. Recuerda que está pendiente lo de Cristina, me encantaría que sigas narrando.

Carlónimo -

Mademoiselle La Sensualité

Una vez le preguntaron qué sentía al saberse tan deseada. Ella alzó los hombros, regaló a sus interlocutores una dulce sonrisa y respondió: “Cuando las cosas no pueden ser de otra manera, las sobrellevas”.

Hilda era tan atractiva que se acostumbró a ignorar las decenas de piropos que le prodigaban. Era inevitable que los hombres se pasmaran admirando la cadencia de su garboso andar y el erótico bamboleo de su espléndido cuerpo, un conglomerado de voluptuosas formas por demás excitantes.

José Luis, su afortunado pero sufrido novio, no ganaba para corajes. Era tal el cúmulo de miradas de admiración, deseo y obscenidad cosechadas por su entrañable pareja que, cansado de discutir y de agarrarse a mamporros en plena calle, terminó por hacerse de la vista gorda y permitir que todos se agasajaran visualmente de lo que, eso sí, sólo el disfrutaría.

Entre Hilda y José Luis existía tal entendimiento que, lo que a uno le gustaba al otro le encantaba, así que los dos tomaron con buen ánimo la impactante prescripción médica, de que Hilda se hiciera aplicar una serie de dolorosas intramusculares. Y estuvieron acudiendo cada tarde a la casa de Doña Gudelia, vecina de José Luis, una gran experta en pinchazos.

Todos los días a las 6 se veía a la espléndida pareja llegar a la Calle del Parque y anunciarse en la casona marcada con el número 25, donde una señora de mediana edad los hacía pasar y los encaminaba a su propia recámara, donde José Luis se sentaba en una cómoda poltrona, mientras Hilda se aligeraba de ropa, elevaba su exigua falda y hacía descender la minúscula panty hasta las piernas, para terminar recostándose en el mullido lecho, donde presidiría la erótica escena.

Las piernas y las nalgas de Hilda son tan espléndidas que hasta la señora Gudelia las elogiaba diciendo que en su vida había visto tan atractivas formas. Y hasta llegó a sugerir a la joven que aprovechara sus encantos personales para encumbrarse como actriz de cine y telenovela.

Insistía Gudelia en los piropos, en buena medida porque sabía cómo se las gastaba su bella paciente a la hora de enfrentar el rudo pínchazo. Armaba en verdad tal griterío y rebambaramba que hasta los vecinos más alejados se enteraban de que la encantadora chica estaba siendo inyectada.

La esacena era sumamente erótica: La chica temblaba y se derretía en sollozos. sus extensas, redondas y bien curvadas nalgas separadas por la ardiente y palpitante raja, recibían la suave luz que entraba por el balcón, tras el cual se apreciaba la verde arboleda del parque.

La señora Gudelia terminaba de extraer las pequeñas burbujas de la jeringa y palpaba con suavidad los posibles sitios de punción, marcando leves hoyuelos en la blanca superficie de las nalgas.

Con las piernas tensas y los puños bien apretados, Hilda sintió cómo la aguja pinchaba y penetraba su mullida carne y lanzó un fuerte grito que llevó a José Luis a levantarse y correr en su auxilio.

Tomándola de la mano y acariciándole el pelo, le susurraba cariñosamente al oído: ten calma mi vida, ya está entrando la sustancia, falta poquito mi vida, ten calma.

Pero, como si le dijeran justamente lo contrario, la hermosa joven se debatía tratando de evitar el agudo dolor que la flagelaba.

Con las nalgas apretadas empezó a patalear y agitarse violentamente, a tal grado que, después de conminarla enérgicamente a que se relajara, y no teniendo la respuesta esperada, la señora Gudelia tomó vuelo y le propinó un estruendoso cachetazo.

La joven se cimbró quedándose muy quieta. Apretando la mano de José Luis empezó a llorar, mientras el muchacho la acariciaba y confortaba.

Suspirando a profundidad, con la vehemencia de un gran enamorado, alzó el joven la vista para enfatizar un suspiro y reforzar su romántico dicho: “no sabes, Hilda, cómo te quiero” pero en ese preciso momento divisó: uno, dos, tres… varios chamacos trepados en el árbol más cercano a la casa, desde donde contemplaban ¡hasta con binoculares! los encantos íntimos de su amada.

Furioso, se levantó como impulsado por un resorte y corrió para abrir la puerta del balcón y amenazar a los pequeños intrusos, los cuales respondieron tupiéndolo con una andanada de piedras y de frutillas diversas. Luego se bajaron y se dispersaron a toda prisa por el parque.

Esa misma noche, teniendo a la preciosa Hilda desnuda en sus brazos, mientras le empalmaba el glande y se lo insertaba en la epicúrea cuevita vaginal, disfrutando el desquiciante roce de los genitales, José Luis se sintió el hombre más afortunado del mundo, pero echó de menos la tranquilidad de su anterior romance con una joven normal que no causara tanto revuelo entre los hombres.

¡En fin! suspiró, vaya una cosa por la otra.

Temblando menudamente, con los ojos en blanco, sintió el recio disparo seminal que Hilda festejó con ardientes gritos, estrujones y sensuales movimientos corporales.

Carlónimo -

Hilda, me da gusto que estés siguiendo los relatos y que nos regales tus interesantes comentarios. Entiendo bien el sentido que le das a la cuestión de la veracidad. Y me alegra que te guste el estilo de los relatos. Igual si no te gusta por favor dímelo, me ayudas de esa manerea.

Andy, muchas gracias por leer “apasionadamente” y por externar tus impresiones, lo cual alimenta el intercambio. Me pareces muy linda.

Sobre la necesidad de las lavativas para Elisa, no lo se, así me contaron aquello y no tengo más información al respecto. Del otro punto, Stella dice que a ella sí le calentaba aquello, pero no se si a Elisa le haya calentado la presencia de su hija. Yo pienso que no.

Por otro lado, Elena, la hermana menor de Elisa y de Alma (ya les platicaré algo de ella), me contó que Alma era adicta a las lavativas y que se las aplicaba de cafeina pues decía que son buenas para purificar el organismo. Me dijo que a su hermana le gustaba recibirlas acostada boca arriba con las piernas elevadas y vueltas hacia atrás, pero eso nunca lo comprobé.

Alma es una mujer extremadamente caliente y se que a ella muy especialmente la disfrutaron mucho sus sobrinas, a las que calentó con sus propias vivencias, pero nunca las escandalizó ni abusó de ellas. Dejemos que Stella nos cuente un suceso normal de su infancia.

Más recuerdos de Stella

Mi tía Alma nunca fue recatada conmigo, al contrario, yo estaba acostumbrada a verla desnuda pues salía de la regadera y se secaba todo el cuerpo en mi presencia. Luego me hacía que la ayudara a untarse varios tipos de crema y permanecía sin ropa mientras se peinaba y se pintaba.

Su cuerpo era torneado, duro, muy excitante, con más curvas que el de mi madre. Cuando su piel absorbía las cremas, traía el irrigador y preparaba una lavativa. Se acostaba boca abajo y ella misma se insertaba hábilmente la cánula en el recto.

No recuerdo que la cánula fuera grande ni que mi tía diera signos de molestia o de excitación cuando la sustancia le entraba en el recto. Me parece que para ella el lavado gástrico era algo rutinario.

A mí me calentaba su atractivo cuerpo con las nalgas bien paradas y la cánula inserta en el ano. Las lavativas eran una práctica muy común en mi familia y nadie se refería a ellas con morbo o vergüenza. Se las aplicaban regularmente tanto mi madre como mis tías. Alma me puso a mí una.

Para las inyecciones, en cambio, todas ellas y en especial Alma, mostraban una mayor alteración. Las utilizaban también con frecuencia pero siempre con cierto prejuicio, como si fueran algo más íntimo que les despertara morbo, miedo y pena.

Alma me hizo varias veces salir de su habitación al llegar la enfermera que acudía a inyectarla. Y eso me calentó más que si hubiera visto cómo se las aplicaban. Yo pegaba mi oreja a la puerta así que, aunque no veía nada, podía oír los excitantes diálogos:

“Qué miedo Laura, cada vez que me aplicas esas ampolletas me duelen mucho”

“Déjame ver la aguja ¡Aayy está enorme!”

“Acuéstate Almita. Yo te bajo la panty sólo alza el culito, así. Ya no veas la aguja, no la veas, relájate, aflójate, no, así no, te va a doler más, tranquila…”

“!No me vayas a lastimar, espera, espera, todavía no, deja que me relaje!”

“Alma,la sustancia se cristaliza y te estás poniendo más nerviosa. Tranquila, ponte flojita, así, quieta, así está mejor, no te va a doler, no te muevas, ya va…”

“¡No, afloja, afloja, te puedo lastimar…!”

“Es que no puedo tranquilizarme, espera, me acomodo ¡ay no, me va a doler mucho!”

“Bueno ya, ya estoy lista, me dejo espera, me acomodo, bueno ya Laura, ya pica…”

“¡Aaaayyyy! Laura, Laura, me duele, espera ¡aaayyy! Me duele mucho, me duele. Despacito, Laura, despacito, por favor, Laura ¡Laura, Laura, Laura…!”

“Estamos terminando Almita, ya, solo aguanta un poquito más ¡No, no engarrotes la pierna”

“Paciencia, un poquito y ya terminamos, no engarrotes… así, así, así… ¿Ya ves? Terminamos”

“¡Listo! Descansa Almita, ya descansa, casi ni te sangró el piquete, mira la aguja, está limpia”.

Cuando salía la enfermera de la habitación siempre llevaba en la mano la jeringa recién utilizada con la imponente aguja por delante y el algodón con motitas de sangre en la otra mano.

Se expandía un intenso olor a medicina y alcohol. Recuerdo que ese momento me excitaba muchísimo, sobre todo ver la enorme aguja con la que acababan de inyectar a mi tía. Pensar que había estado clavada en sus nalgas.

Yo entraba tratando de ver el rastro del piquete en la nalga, eso también me excitaba mucho, sobre todo si tenía sangre. Ella permanecía acostada con la pequeña panty replegada hsta las piernas. Se quejaba mucho para sus adentros, como ensimismada. El dolor hacía que ni siquiera se percatara de mi presencia.

Entre resoplos, clamores y sensuales gimoteos, por fin Alma elevaba las nalgas, se empinaba y giraba el cuerpo para salir lentamente de la cama.

Caminaba con dificultad y entraba muy despacio al baño, cojeando.

Alma no me comentaba nada de las inyecciones que le aplicaban. Siempre se quejaba y parecía huir de ellas, pero se hacía inyectar frecuentemente, por cualquier motivo.

Hilda -

Carlónimo, de nuevo manejas escenarios que desconciertan. Lo que cuentas de Alejandro podría pensarse es una ficción pero luego haces aclaraciones personales de parentesco y te remites a un suceso tan trágico como la muerte del chico que me lleva a pensar en la veracidad de los hechos. No es que para mi sea importante que se trate de situaciones reales, lo que pasa es que me gusta como manejas tus relatos con ese duplo que los hace muy impactantes y concentra la atención del lector. Del otro relato me encantó también el realismo, un hecho tan natural como la necesidad de que se inyecte a una chica y la loca iniciativa de alguien, lo que nunca falta, esa abuela que comete una imprudencia y pone en aprietos a todos además de regalarle una experiencia sin par a Pavél (qué bonito nombre). Muy excitante además. Sigue escribiendo Carlónimo!!

andy -

Muy bueno y excitante este último relato.
Leyendo los relatos de recuerdos de Stella me excita mucho la presencia de Stella en los tratamientos de su tia y su madre. Pero realmente esas lavativas que recibian eran necesarias para su constipación, o eran un juego erotico, debe ser bastante incomodo recibir una lavativa con excitación sexual y una tercera persona observando, caso de Elisa con la presencia de Stella, ¿tambien se excitaba Alma con este tipo de tratamientos permitiendo la presencia de Stella?

Como veras sigo leyendo apasionadamente.

Carlónimo -

La circunstancia citada por Andy de pillar a alguien que recibe un tratamiento, me hizo recordar a una preciosa chica peruana de nombre Aleyda que un día me contó la penosa circunstancia que tuvo en su adolescencia.

Les deseo un excelente Fin de Semana ¡Disfrútenlo!

Aleyda

Aleyda era un cromo de mujer: alta, rubia, de ojos azules, piel nacarada, perfectamente proporcionada, que además, como “niña bien” hija de “papi”, tenía a su disposición un guardarropa impresionante, no recuerdo haberla visto repetir prendas y todas de muy buen gusto. Portaba tan vistosos paletós y vestidos, que parecía una modelo.

Pues resulta que a sus quince años, ni más ni menos, estando ya bastante desarrolladita, hubo necesidad de inyectarla y ella le tenía pánico a esa forma de medicación, así que aquella mañana se armó un verdadero San Quintín en su hogar.

Corrieron la mamá, las tías y la abuelita para alcanzarla y una vez sujeta la llevaron en vilo hasta el lecho pero, por más esfuerzos y jaloneos no podían desnudarle el trasero.

Entonces, la abuelita tuvo la “genialidad” de separarse sigilosamente del grupo, salir de la casa, llamar a un chico supuestamente vecino y llevarlo hasta la alcoba, intentando así tan solo presionar a la nieta (según ella) para que se dejara picar el cuelete.

Segura de que encontraría a la nieta aún vestida, la buena abuelita abrió confiadamente la puerta de la recámara y ¡Oh sorpresa! Resulta que en ese preciso momento Aleyda ya estaba con las nalguitas al aire, gritando y pataleando, mientras la enfermera le aplicaba la dolorosa inyección.

El chico, de nombre Pavél, se estremeció al ver aquellas nalgas tan hermosas, muy tensas, cruelmente laceradas por el rayo de la hipodérmica, que les hacía entrar la viscosa sustancia. Y desde luego se conmocionó también de ver la infantil actitud de la escultural paciente.

Al ver a Pavel, Aleyda pegó un grito espantoso, se puso como tomate y empezó a revolcarse sin poder remediar la situación, ya que la enfermera la previno oportunamente de no moverse. La preciosa chica se quedó al menos muy sosegada y escondía su carita tratando de escapar de alguna manera a la profunda vergüenza que le embargaba.

Pavel como experto bailarín que era ¡tenía a su cargo la preparación de la coreografía para la próxima fiesta de XV Años de Aleyda!

Está de más explicar cómo se sintió la encantadora quinceañera al tener que convivir y tratar diariamente al instructor que la había pillado en tan erótica y comprometedora situación.

Carlónimo -

Hola Andy, todavía no me dices si eres Andrés o Andrea.

El chico que interrumpió la inyección a Alma se llamaba Alejandro y aunque a ella le decía “tía” en realidad era hijo de una amiga suya.

Era un chico gay muy apuesto y talentoso, con quien después del incidente relatado Alma estrechó lazos y me involucró para que lo inyectara una vez en su casa.

Era muy atractivo pero no en sentido varonil sino que ostentaba más bien los atributos corporales de una bella dama: piernudo, nalgón, lampiño y de piel muy tersa.

Armó un escándalo fenomenal. Cada vez que le iba a clavar la aguja emitía chillidos muy agudos y endurecía el culito a tal grado que lo enjutaba como esfínter anal.

No le tuve paciencia. Cada vez que endurecía el culo yo le daba de premio un piquete hasta donde llegaba a entrar la hipodérmica, no más de un centímetro. Pero después del tercer piquete se acobardó y aflojó las nalgas. Así pude inyectarlo muy bien, pero me agobiaron sus agudísimos berridos.

Cuando terminé de inyectarlo me miró con desprecio y me enseñó la lengua ¿Tu crees?

Después de eso, supe que se aficionó a que lo inyectara un compañerito suyo que lo acostaba en sus piernas y lo llenaba de halagos y de caricias antes de picarlo. Siempre chillaba pero se dejaba.

Desgraciadamente, el pobre muchacho falleció a los 23 años, de SIDA.

Sigue leyendo y comentamos. Me ayudas a recordar.

Querida Hilda, muy sensual tu confidencia. Te prometo hacerla relato en cuanto pueda.

Hilda -

Hola Carlónimo, te cuento que que me llevo muy bien con mi novio José Luis y ya tenemos dos años de ser novios. Muchas veces hacemos el amor, le gusta desvestirme poco a poco y besarme toda, dice que le encantan mis nalgas. Soy extensa de caderas y de glúteos y bien acinturada, además de piernuda, creo que atraigo mucho a los hombres. José luis me acuesta boca abajo, me desnuda y se pone a acaricirme el culo. El no inyecta pero me lleva a que me inyecte una señora que vive cerca de su casa y siempre me acompaña y está pendiente de mí, creo que le encanta le excita mucho ver que me piquen las nalguitas. Yo lo provoco quejándome mucho y exagerando el dolor y hasta haciendo que no me dejo inyectar y así nos calemtamos los dos. Luego vamos a hacer el amor a su casa. Se que eso te basta para regalarme un relato muy erótico, guapo!

andy -

Me ha gustado muchisimo "Nuevo relato sobre Alma" de Julio de 2008, ¿quien es el chico que vio a Alma desnuda?. Me resultan muy excitantes estas situaciones de pillar a alguien recibiendo un tratamiento, sean inyecciones supositorios o enemas, y la vergüenza sea inaguantable.

Como veras aun me falta mucho por leer.

Carlónimo -

Hilda, muchas gracias pór tu atento comentario y en particular por platicarnos acerca de tu experiencia sexual con José Luis, de eso se trata. Espero que nos sigas contando y hasta podríamos escribir algún relato ¡Anímate!

De mi sueño, pues no identifico algún factor de preocupación que me lo haya causado. Ya ves que los sueños son algo caprichosos. Pero lo más importante es la preciosa mujer que lo protagonizó. En verdad estoy impresionado por ella, me dejó una profunda huella. Una mujer en verdad deliciosa, en lo físico y en su finísimo trato ¿Cómo se expresa en letras un suspiro?

Y ¡Vaya sorpresa! Karito, qué gusto verte por aquí. Muchas gracias por tus atentas palabras y espero que no sean preámbulo de un nuevo alejamiento. Para que veas lo contento que me pone tu visita, dime sobre qué quieres que escriba y te doy gusto.

karito -

Que bueno fue volver despues de tanto tiempo y ver que todos participan de nuevo...
excelentes relatos los de todos sin excepcion ...

Antónimo -

¡Hola Chavos! ¿Pues cuáles?

No, no me refiero a que ya estén un poco maduritos, sino a que los gauchos brillan por su ausencia, ya que siguen con el culete pelón, bien empinadito… para asolearlo y broncearlo, no sean mal pensados.

La suculenta Chivis es quien la goza pues le ha dado variedad a su trabajo. Empezó las vacaciones inyectando a un güero, las continuó inyectando a un moreno y las va a terminar inyectando a un negro. Así de rápida es la pigmentación que ha mostrado el abundante nalgatorio de su “ñor”.

Pero yo no viene a hablar de las intimidades del gaucho pues ya conozco cómo es de gruñón, sino a comentarles lo que acabo de leer esta mañana en la columna “Exclusivo para hombres” de la espléndida Yazmín Alessandrini.

Se pregunta la sonriente chica: ¿Qué está pasando en los matrimonios? ¿por qué algunas mujeres casadas y solteras han cambiado sus preferencias sexuales?

Y responde: “No es difícil adivinarlo, ellas han encontrado la suavidad, el amor desenfrenado y sin prisa que otra mujer les proporciona, a la vez de saberles tocar y excitar en el lugar exacto sus zonas erógenas”

Y hasta reafirma la guerita: ¡Sí, una mujer no hace lo que algunos señores, meterse a la cama con su esposa, besarla, tocarla, penetrarla y ¡hasta mañana!

Y acosa a los machines: “Pregúntense ¿Preparaban a su pareja con besos, caricias, música, tal vez con una copa de vino, antes de hacerle el amor? ¿Le decían lo hermosa que se veía esa noche o todas las noches? ¿Eran detallistas con ella? ¿Tenían cenas románticas? ¿Les enviaban mensajitos atrevidos para irlas preparando para una noche de amor?

Y hasta responde por ellos: ¿Verdad que no?

Para finalmente concluir: “Bueno, pues están ahí los resultados”

Así que según la Yazmín ¡las chavas mal atendidas se vuelven gays!

Pero entonces, yo me pregunto ¿Y los chavos gay provendrán de la misma causa?

¿Apoco por las frecuentes muinas de la Chivis, de las que ya tenemos en el blog una buena reseña, el gaucho empezó a “cachar granizo” usar medias caladitas y quiñarle el ojo a Carlónimo? Pues no…

¿O que? ¿mi hermano después de sufrir los “morritos” de Anna empezó a echarle los canes a los gauchos? Pues no…

Entonces, mi buena Yazmín: ¡no inventes! Si alguien se hace gay será sencillamente porque le calienta el sexo desviado, igual que le pueden calentar los azotes y las inyecciones. Pero está cañón que sea porque su pareja no lo trató bien. Ahora sí que ¡No manches!

Hilda -

Carlónimo, te pido una disculpa! no había podido entrar a leerte y ahora que lo hice encontré tus dos últimos relatos que me parecen muy muy buenos. Tu experiencia de no ver a Cristina cuando la inyectaron y luego que viste a Rita haciendo el amor con Servando. Debes haber pasado un mal momento, pero ya habrá buenos seguramente. Muy erótica la escena de la penetración anal. Es un poco dolorosa al principio pero a mi sí me gusta y a veces la practico con mi novio que se llama Jose Luis. El me lo pide con frecuencia pero yo solo se lo permito aveces, creo que así lo disfrutamos mucho más.

En cuanto a tu sueño es impresionante. La historia iba avanzando bellísima y calientísima, eso de la esposa que no conoces me resultó muy exitante. Pero el final, lo de los hampones, qué horrible! Espero hayas despertado en ese momento para no llegar al espantoso final. Has estado preocupado o nervioso? Por algo soñaste eso. Cuídate mucho Carlónimo, te mando un beso.

Carlónimo -

Voy a interrumpir la secuencia de relatos acerca de Cristina para contarles lo que la noche del pasado viernes soñé. No he añadido ni quitado nada.

Resulta que había estado en mi oficina muy ocupado atendiendo diversos asuntos, luego escribí el relato que les dejé para fin de semana y, ya cansado, me retiré al hogar, donde caí rendido pues la semana había estado terrible. Así que “en menos que canta un gallo” me dormí, pero pasé la noche un poco inquieto.

Para colmó, sonó mi despertador a las 5 de la mañana ¡qué descuido no haberlo desconectado! Sólo que después de eso, curiosamente me dormí como un bendito y empezó el sueño.

Me ví de nuevo en la oficina ordenando papeles y recibiendo agradables visitas de amistades diversas. Tan agusto estaba que el escenario cambió súbitamente encontrándome en una terraza que tengo en la casa de ustedes, almorzando.

Y después de disfrutar la convivencia me levanté de la mesa e iba caminando hacia el salón, cuando una mujer alta, muy guapa y perfectamente surtida de cuerpo, me interceptó besándome en los labios, ya que supuestamente era mi esposa.

¡Ya estoy lista, mi amor! y tomándome del brazo salimos de casa caminando por unas calles que me hicieron recordar el Quartier Latin parisino. Lo interesante es que yo iba con una mujer que era mi esposa, pero como no la conocía, pues a cada contacto y mimo se me subía la temperatura con violencia.

Y era una mujer tan colmada de atributos físicos, agradable y salerosa, que me tenía al borde del orgasmo, así que perdí por momentos la cabeza y en plena calle la acosaba con intensos abrazos, tallones y cachondeos. Ella no se molestó, tan solo el pudor le hacía inducir que nos refugiáramos en atrios y vestíbulos que encontrábamos por el camino.

Tengo grabada en el alma la esplendidez de su cuerpo, la frescura de su rostro y el encanto de su sonrisa. A todo respondía mi preciosa mujer con gusto y con cariño. La deliciosa fragancia de su cabello me inundaba el alma, aproximándome cada vez más al punto del que ya no puede haber regreso.

Llevaba un traje formal en color rojo vivo, cuyo ajustado corte delineaba formas en verdad inquietantes, con piernas y nalgas ornamentales, torneadas, de palmaria firmeza. Estrechamente abrazados, con sus frescos y mullidos labios lindantes a los míos, sentí la cálida humedad de su vagina que ya preparaba la gran fiesta de los instintos.

Sin poder resistir más, nos tomamos de la mano y caminamos presurosos hasta la casa, donde ya no intentamos subir a nuestra recámara, sino que nos refugiamos en una habitación de huéspedes dispuesta en la planta baja.

Entramos corriendo, ella se tiró en la cama, replegó con desesperación su falda y aún con las blanquísimos muslos juntos se tendió boca arriba. Yo me lancé sobre ella, palpé las espléndidas piernas y deslicé mis manos hacia arriba, hasta sentir los carnosos y duros cachetes que se estremecían con el suave contacto.

Acoplamos nuestros labios y lenguas. Yo la apreciaba inmersa en el acto del supremo placer, con los ojos cerrados, el ceño sensualmente entornado y esa indescriptible agitación de quien se encuentra a un palmo del paraíso.

Nos entregamos a la rabiosa revuelta que precede el instante supremo de la penetración. Con el glande apoyado en la delirante entrada del nirvana, sufrí una inquietante distracción: algo, pasaba, alguien rondaba.

El instinto de protección y supervivencia me hizo saltar y aproximarme a la puerta, asido a la cual pude distinguir murmullos y voces masculinas que denotaban complicidad, agresividad y crueldad.

Me invadió un súbito escalofrío. Recorrí con la vista el cuarto. No contaba con ningun arma. Sólo encima del tocador divisé unas tijeras de peluquero. Oyendo que aquellos desgraciados se aprestaban a forzar la chapa, corrí a tomar las tijeras y me dirigí de nuevo a la puerta. Me quedé muy quieto, esperando, tan solo esperando.

Mi preciosa mujer.con sus angelicales labios murmuraba con voz casi imperceptible, una tierna oración…

Carlónimo -

Hola Andy (Andrés? Andrea?)gracias por tu comentario. Como te puedes dar cuenta, estoy retomando algunos escenarios antiguos y lo seguiré haciendo poco a poco pues no están ni remotamente agotados. Pero ya verás que hay muchos otros personajes que pueden ser de tu agrado.

Esperando desde luego que disfrutes los primeros relatos, te recomiendo no dejar de leer los últimos ¡Mira que hay material para rato! Si me haces comentarios más puntuales, te iré dando gusto en hablar de lo que me pidas.

¡Ah! si te gusta el blog, recomiéndalo, desde luego a personas que sean de tu confianza y que tengan sensibilidad para apreciar esto.

andy -

De casualidad hace poco que he comenzado a leer los relatos desde el principo, me han encantado los que hablan de Elisa,Stella, Alma y Eulogia. Me gustaria leer mas cosas de esta familia y de sus recuerdos.

Carlónimo -

Yo que pensaba descansar desde ayer y tuve que trabajar hoy. Antes de retirarme al descanso escribí este pequeño relato que continúa la serie acerca de Cristina ¡Que lo disfruten y pasen un excelente fin de semana!

La segunda inyección de Cristina

Estuve tristeando por lo ocurrido con Rita pero me sentía al menos dispuesto a disfrutar el gran espectáculo de Cristina recibiendo su segunda inyección intramuscular. Así que llegué muy ansioso esa noche, miré por el cubo del corredor hacia la ventana de la cocina del apartamento buscando a Rita, a quien identifiqué pero en compañía del señor Servando, su patrón ¡Vaya frustración! Retrocedí unos pasos para evitar que pudieran verme y me planté a prudente distancia de la puerta, pero pronto comprendí que se había malogrado el plan y que no me sería posible entrar a ver la función.

No obstante, se me encendió la chispa del ingenio y corrí escaleras arriba hasta la azotea del edificio para atisbar en el cubo correspondiente la ventana de la habitación de Cristina. La luz estaba encendida y buscando las posibles rutas de espionaje pude ver sus torneadas pantorrillas ¡ya estaba acostada boca abajo y con unas elegantes zapatillas de charol bien puestas! Se veía sensualísima. Pero por más que me contorsioné para encontrar la ansiada línea visual que me mostrara los encantos íntimos ¡pues nada de nada! Ví pasar fugazmente a Rita con la jeringa, oí los agudos gritos de la encantadora paciente, disfruté el sensual bullicio de sus pantorrillas que parecían bailar una “Raspa”, pero de muslos y nalgas, no vi nada.

Cristina dejó de gritar y de moverse, Rita salió de la habitación apagando la luz, con lo cual entendí que eso había sido todo. De pronto ví que se encendía la luz de la recámara contigua, por cuya ventana si había una adecuada vía de espionaje y Rita entró rápidamente acompañada de Servando. Se plantaron uno enfrente del otro, se juntaron estrechamente, se abrazaron y empezaron a besarse con desesperación.

Rita estaba de espaldas a mí, de manera que pude cómo Servando le alzó la falda, bajó la pequeña panty y empezó a acariciarle con gran deleite las nalgas haciendo que éstas se crcieran al estímulo esponjándose y balanceándose sensualmente, mientras ella estrujaba el cabello de su amado y no dejaba de besarlo con toda la vehemencia que sabía hacerlo.

A poco Servando la tomó de las caderas, la hizo girar 180 grados y la encaminó hasta la cama haciendo que se subiera en ella, amasara su vestimenta y se empinara dramáticamente ofreciéndole con esplendidez su delicioso culito. Se bajó el pantalón y tomando con la mano izquierda su enorme pene (un impresionante pepino curvado) ví cómo se la acopló diestramente a Rita en medio de la raja. Enseguida entendí que el pene de un chico de diecisiete años no puede competir con el de un hombre en plenitud y que la decisión de Rita era explicable.

Frotándole su boludo glande Servando le lubricó con pastoso semen el diminuto esfínter rectal y se lo traspasó poco a poco mediante sucesivas arremetidas controladas, que Rita aguantó muy bien plantada y festejó con sensuales gestos y emotivos signos de deleite. Es claro que ella tenía suficiente experiencia y que no era la primera vez que se dejada penetrar por esa estrecha vía. Para mí, en cambio, sí fue una gran sorpresa y una fuerte impresión verlos de manera tan natural practicando esa deliciosa variante de acceso, que a mí hasta entonces no se me había ocurrido intentar.

Me enloqueció ver el aplomo con que los dos manejaron la situación: Él tallándole prudentemente el culito y dándole cariñosas palmaditas en las nalgas como preguntándole si se sentía confortable. Y ella expresándole con tiernos movimientos de cabeza, que estaba disfrutando la fiesta en grande. Después de unos minutos, Servando la agarró muy fuerte de las caderas, se estremeció echando la cabeza hacia atrás y atrajo a su bella chica hacia él: una, dos, tres y hasta cuatro veces, denotando las sucesivas descargas de semen, que le alojó una tras otra en el recto.

Concluido el espléndido acto, ella se tendió suavemente boca abajo y él no se le desprendió, sino que la abrazó y le estuvo haciendo muchos mimos con los labios. Ella reía satisfecha y le correspondía acariciándole el rostro y las manos.

Después de aquella magistral lección de sexo anal, me retiré muy caliente y desde luego bastante frustrado, pensando que había quedado fuera de la pelea.

Carlónimo -

Muchas gracias Hilda por el interesante comentario. En cuanto a que si son escenarios reales o ficticios, la opinión más clara y contundente al respecto la dio hace tiempo una preciosa personita a quien aún se extraña. Ella dijo: “Yo no se si los relatos seran veridicos o inventados y ni me importa (…)Gracias por el tiempo que dedicas a esta pagina y a todos tus lectores”

Denme un respiro, no podré escribir más en esta semana.

PD Me dirijo a ti Hilda, porque eres quien ha escrito y comentado mis últimos relatos pero desde luego que tengo a todos nuestros lectores en el ánimo y en la mira para que, fortaleciendo nuestra relación, les ofrezca escenarios acordes a sus expectativas. Estoy para complacer a todos, así que, ayúdenme comentando.

Hilda -

Mi muy querido Carlónimo, el dinamismo de tu relato parece rebasarme!! Está interesantísimo y los detalles tan realistas como el de la conversación con la señora Cristina me dejan atónita, con la boca abierta. Para ti no hay barreras temporales o generacionales ni entre lo real y lo ficticio, ni tabúes, sino que todos los planos forman uno solo ¿O todo es estrictamente cierto? Yo no podría afirmar nada y tampoco quiero que me lo aclares. Continúa amiguito, me tienes más que fascinada!

Carlónimo -

“Sí Carlónimo, me basta con lo que dijiste, tú sabes que no soy la despótica mujer que a veces tratas de encontrar en mí. No puedo engañarte, tú me conoces a fondo ya que desde niño me observaste ¡Yo también debo desnudarme, no estoy para rústicos tapujos acerca de mi vida pasada! Si quieres contar lo que alguna vez se dio entre nosotros, házlo pues en realidad me gusta revivirlo y más desde tu particular óptica, pero aclarando que ya todo aquello terminó. La intimidad con que ahora te puedo complacer es tan solo la del recuerdo de lo que hace mucho tiempo ocurrió entre los dos” (Fragmento de la animada conversación telefónica que sostuve con Cristina, la preciosa joven de 67 años de edad, que en un plano totalmente ajeno a la sexualidad, me sigue privilegiando con su amistad).

Gracias preciosa Cristina por todo lo vivido contigo, en especial por tu gran comprensión y tu fina amistad.


Palo y sobada me dio la ardiente Rita

Seguí viendo a Rita pero la relación íntima que Servando el marido de Cristina mantenía con ella, iba en aumento y empezó a afectarnos muy seriamente. Una noche en que pasé a entregarle el regalo que le había comprado por el día de su cumpleaños, me dijo que ya habíamos terminado. Después de darle el abrazo me hizo pasar a la cocina donde tomó con prisa una ampolleta diciéndome: voy a inyectar a la señora Cristina, está en su recámara esperando. Ven conmigo, voy a hacer que disfrutes la escena desde la puerta, te la dejo entreabierta.

La triste noticia que Rita me acababa de dar se compensó en parte con el encanto de la escena que me facilitaría presenciar, la cual hizo que el corazón me retumbara. Caminé casi de puntitas detrás de Rita, atravesamos el salón y llegamos al estrecho corredor donde se encontraba la alcoba de Cristina, a quien vi acostada boca abajo en su cama con un atuendo muy erótico.

Portaba un baby doll confeccionado de encaje color negro ajustadísimo, que ponía de manifiesto la artística curvatura de su magnánimo cuerpo.

El pequeño saquito rabón con manga tres cuartos dejaba descubierta toda el área de la estrecha cintura, mientras el breve calzoncito se le untaba conmovedoramente en esas grandes nalgas esféricas, mullidas y ostentosamente firmes, que enloquecían al más plantado que las mirara.

Las hipnotizantes carnazas que conformaban el soberbio trasero de Cristina remataban en unos bellísimos muslos extraordinariamente generosos que rompían armónicamente la muy curveada silueta de las caderas ¡VAYA HEMBRA TAN SABROSA! En las circunstancias que la ví me hizo sufrir un súbito mareo.

Rita le alojó sus dedos en el suave elástico del calzón y lo deslizó lentamente hasta el área de las piernas, dejándome disfrutar la desquiciante panorámica de un culo que, como me dijera alguna vez la propia Rita: “rebasa el contexto del erotismo y se adentra en el ámbito de la lujuria”. Ver aquellas extraordinarias nalgas era un espeluznante tormento pues me desataban las más intensas e incontrolables pasiones.

Yo pensaba en ese momento que no resistiría la tentación de lanzarme sobre esa formidable escultura viviente, digna representante del más escandaloso Arte Renacentista, para abrazarla, acariciarla, llenarla de besos y hacerla mía.

Eso fue lo que a mí me inspiró Cristina estando a punto de hacerme perder la cabeza, porque en ese momento me hacía la siguiente formal conjetura: ¿Y si me acerco y le digo que la amo? Tal vez me comprenda y acceda a entregarme las nalgas. Yo estaba sobrecogido y totalmente confundido por la estridente belleza de esa mujer. Pero la cordura y la esperanza de encontrar en su momento una forma eficiente de conquistarla, frenaron mis primeros impulsos irracionales.

Antes de presenciar la inyección tuve que prepararme mentalmente haciendo el firme propósito de que no sucumbiría ante la calentura, a fin de trazar después un plan efectivo de conquista. Ese fue el proyecto que a mis diecisiete años tracé mentalmente para disfrutar a la preciosísima señora Cristina que, a la sazón, pasaba de los cuarenta muy bien sorteados y vividos abriles ¡Estando bellísima!

Lo mejor empezó cuando Rita, después de buscarle el debido sitio inyectable hincándole las yemas en sus deliciosas corpulencias, le desinfectó la izquierda. Los primeros gritos de la paciente fueron: ¡Con cuidado, fíjate bien dónde mi picas atolondrada. Si me duele te “desgreño”! ¡Vaya feminidad la de Cristina! Pero se le perdona pues ese desliz fue de puros nervios y, además, tuve el placer de contemplar sus íntimos encantos.

El desaforado griterío se desató cuando la aguja fue clavada de golpe en aquel pomposo moflete cuya blanquísima, tersa y abundante carne la engulló y se colapsó violentamente marcando ondulaciones muy estéticas ¡Rita, Rita, cuidado, despacito, aaayy, aaayy, despacito, no me dejes entrar la sustancia tan rápido, aaayy me duele, Rita, Rita, Rita, entiende cabronaaa!!

La cabeza de Cristina, con toda la bien cuidada cabellera negra, brillante, rizada, se zarandeaba violentamente. Las muy femeninas, ordenadas y emperifolladas manos, con uñas barnizadas en suave tono nacar, se abrían, se cerraban, golpeaban y se tallaban con desesperación en la cama.

Los sensuales labios pintados del mismo color que las uñas, estaban suavemente separados y se crispaban efusivamente cada vez que el dolor en las nalguitas arreciaba. La tensión de las preciosas piernas era fiel reflejo del esfuerzo con que la apetitosa paciente trataba de neutralizar el padecimiento que le causaba la cruel aguja que tenía clavada.

Rita, por su parte, no dejaba de presionar el émbolo de la ingente jeringa tratando de mantener el constante flujo de la pastosa medicina. El tope de la aguja variaba la presión sobre el glúteo haciendo que el breve bachuelo marcado en la nalga se prolongara o se retrajera voluptuosamente. Cristina elevaba errática y alternadamente sus torneadas pantorrillas, lo cual hacía para mí aún más erótica la escena. Me derretía de calentura y sentía el pene tan tieso y congestionado que temí se reventara.

Rita extrajo de un jalón la enorme aguja y colocó diestramente el hisopo para contener el nutrido sangrado que se produjo instantáneamente. Cristina seguía muy tensa, balanceaba las pantorrillas y gritaba: ¡por fin, aaayy, aaayy, por fin, aaayy, ya, ya pasó, por fin…, ya pasó! Sus gritos eran agudos y me hacían retumbar los tímpanos ¡vaya potencia pulmonar!

Mi amiga salió de la habitación y al pasar junto a mí me dijo: quédate un ratito viendo, no se va a levantar tan pronto la señora. Y, en efecto, Cristina siguió acostada con la cara oculta entre los brazos moderando poco a poco sus eróticos respingos. Yo tenía la vista puesta en ese colosal y trémulo trasero desnudo que palpitaba debido a la extrema tensión a la que había estado sometido y mostraba aún un leve hilillo de sangre que provenía del punto recientemente vulnerado. Unas nalgas pálidas tan redondas, rebosantes, brillantes y apetecibles, que me hicieron soñar las más estrambóticas historias.

Cuando por fin Rita me indicó alejarme, cerró suavemente la puerta de la recámara donde la guapísima Cristina seguía acostada suspirando a profundidad, tal vez concentrada en la imagen de Armando, el gran amor de su vida. Mi amiga me acompañó hasta la puerta de salida y después de darme un tierno beso me dijo: Carlónimo, ya no somos novios, perdóname pero es que estoy comprometida y me voy a casar con otro hombre. Tú y yo no somos el uno para el otro pues eres para mí muy chico. Si quieres, te espero pasado mañana para que veas de nuevo cómo inyecto a la señora Cristina.

Hilda -

Muy caliente y muy formativo tu relato querido Carlónimo. Y ahora ¿sigue lo que estoy imaginando? Pero tu siempre nos das grandes sorpresas. Cuenta por favor, cuenta y gracias por el tiempo que nos dedicas, tus relatos están fabulosos.

Carlónimo -

Rita y yo continuamos teniendo intimidad utilizando para ello la recámara de su amiga. Era inevitable pues a mí me estimulaba tener relaciones con una mujer más grande que yo. Y a ella le espoleaba saberse deseada por un muchacho más joven.

A pesar de los años que me llevaba, Rita nunca fue abusiva conmigo en cuanto a que se impusiera y me tratara caprichosamente. Por el contrario, siempre me dio mi lugar y me dejaba tomar la iniciativa en el amor, lo cual me hizo ganar seguridad y despertó en mí el instinto de pareja y de protección.

Yo nunca la inyecté pero sí me tocó presenciar que ella misma se inyectara. Recuerdo que cuando llegué me dijo: “estoy mala de la gripa” ¿te gustaría ver cómo me inyecto? Pues sí, le respondí, está de más preguntarme. Entonces preparó la puya y me la dio diciendo: ”tenme aquí un momento” Se alzó el vestido bajando completa la pantaletica. Enseguida se acostó regalándome una preciosa vista de su amplio y sabroso trasero. Le entregué la jeringa y me indicó que preparara el algodón y se lo frotara en la nalguita ¡Qué rica la consistencia dura y elástica de aquellos firmes glúteos que tanto placer me prodigaron. Yo me sentía como en sueños pues en verdad me emocionaba tener ese contacto con una mujer ya plena.

Tomando una posición ligeramente de costado, Rita contorsionó el tronco de su cuerpo alcanzando a posar su mano izquierda en el cachete derecho, y lo aprisionó formando una gruesa lonja en la cual incrustó en transversal la enorme aguja, sin que eso le hiciera emitir alguna queja o marcar respingo alguno.

Esa estupenda autoflagelación me hizo ponderar el gran control y valentía de la preciosa Rita que apenas cerró los ojos y separó ligeramente los labios al sufrir la ardiente entrada del líquido que ella misma de un jalón se había inoculado. Terminada la aplicación yo me senté en el borde de la cama y le estuve masajeando la nalguita pinchada.

Gimiendo deliciosamente, mi preciosa amiga arqueó el culito induciendo que se lo acariciara. Para entonces yo ya estaba más avezado en sexo y sin dejar de deslizar con toda suavidad las manos en aquellas redondas y cálidas cachas, le fui besando alternadamente las piernas y la espalda. Sin interrumpir en lo posible el estímulo me desnudé, le ensamblé el pito en la raja y se lo froté sin cesar mientras le besaba el cuello, las mejillas y los hombros.

Ella se dio la vuelta y empezó a besarme con esa desesperación que le era habitual, lengüeteándome los labios, las orejas, el cuello y la barba. La seguí calentando sin dejar de pensar que yo debía aguantar hasta el final y acompasar mis etapas a las de ella. Eso me distrajo y me permitió llegar al punto en que Rita prácticamente estallaba de ganas de que la penetrara ¡lo identifiqué!

Entonces me dispuse a metérsela y para mi sorpresa en ese mismo momento sentí su mano que me sujetaba con furia el pito y se lo incrustaba hábilmente en la vulva ¡Arrancamos los dos a tiempo y a todo vapor! Yo no tenía que alcanzarla ni esperarla pues estábamos bien acoplados y actuábamos con verdadera desesperación, mordiéndonos las lenguas, frotándonos el pelo y apretándonos uno al otro la cabeza como si éstas se nos fueran a escapar.

Ese día aprendí el significado de los suspiros, gemidos y lamentos que los amantes intercambian en el acto sexual. Rita parecía decirme con simples gemidos guturales: avanza, empuja, arrecia, ¿listos? uno, dos y tres, a gozar… ¡Guaauu!

Nos retorcimos como olivos, o como charamuscas de esas que se fabrican en Guanajuato, la tierra de la encantadora Rita, mi espléndida amante de la adolescencia. La que me enseñó a coger sabroso, a pensar, a saber que el amor es asunto de dos y que no se realiza si no se domina el arte de: acoplar, acompasar, sumar y ¡por fin! desperdigar, despilfarrar, explotar ¡A DUO! el colosal botín del orgasmo.


“Pero tú no sabes muchas cosas y además te callas algunas otras ¿Por qué no cuentas las veces que Rita te inyectó las nalguitas teniéndote tu tía Lucero en sus piernas con el calzoncito bajado, gritando ensordecedoramente y pataleando? Y cuenta también acerca de tus desvaríos con la propia Rita. Nos desnudas a todos pero no te desnudas a tí mismo” Fecha: 11/02/2009 21:19.


Servida, preciosa Cristina, ya me desnudé a mí mismo ¿te basta con lo que dije? Me encantaría verte a ti de nuevo en intimidad. Tú sabes cómo te deseo.

Hilda -

Carlónimo ¡precioso! Tus relatos son envolventes no puedo dejar de leerlos y siempre quiero encontrar nuevos ya que me dejas en suspenso.

Carlónimo -

Pues sí, querida Hilda, te voy a contar aunque no sea motivo de alegría para mí, pues ya verás.

La segunda inyección me la tenía que aplicar una semana después. La señora Cristina se había comportado como sabueso y después de regañar severamente a Rita la estuvo vigilando durante los siguientes días. Pero el anterior a la nueva aplicación mi amiga me dijo: no te preocupes Carlónimo, la señora ya desistió de estarme rondando. De todas maneras, te vienes a las 9:30 pues es la hora que empieza su programa favorito y se encierra una hora para verlo sin pestañear.

Y, en efecto, cuando llegué esa noche me abrió la puerta mi amiga diciendo: ya está encerrada la señora, podría aplicártela en la sala y ni se da cuenta, además de que estuve haciendo méritos con ella y ahora está bastante contenta conmigo. Así que pasamos con toda tranquilidad a la recámara de Rita.

Lo que más nos interesaba a los dos, aunque no lo decíamos, era contar con tiempo suficiente para amarnos así que, sin proponérnoslo procedimos de inmediato a la inyección. Rita quiso extraer rápidamente la ampolleta pero debido a sus nervios las manos se le enredaron. Entonces rompió el cartón y hasta tiró los pedazos al piso. Desenvolvió también a tirones la jeringa y mientras me apuraba a acostarme, hincó la aguja en el hulito del frasco para cargar la puya a una sola mano ¡qué maestría! Mientras con la otra embonó el algodón a la boca de la botella de alcohol y la giró de cabeza para empapar el hisopo.

Estando ya listo con el pantalón y la trusa en las rodillas, recibí la rápida pincelada en el glúteo izquierdo y ¡zas! Me la clavó con fuerza haciéndome brincar de sorpresa y de ardor pues de inmediato empujó el émbolo haciendo que la sustancia prácticamente se “apelotonara” en mi nalga, me doliera horrible y al mismo tiempo se atascara.

Las nalgas y las piernas me temblaban, no podía evitar campanearme, apretaba con fuerza los puños y le decía: más despacio Rita ¡me duele “a madres”, ya no aguanto! Ella moderó el empuje, me puso la mano sobre la nalga, luego acercó su dedo al punto de incisión diciendo: “Sí, se te está formando un ámpula, va despacito, no te muevas”.

Resistí todo lo que podía y me tranquilizó oírle decir: “ya falta poquito” pero en ese momento se abrió de golpe la puerta y los dos nos quedamos petrificados al ver a la Señora Cristina “en jarras” frente a nosotros gritando: “ya sabía, ya sabía, pensaban que me iban a engañar” Mi casa no es un consultorio y menos un congal, así que se me largan los dos inmediatamente, agarra tus cosas y te vas a la chingada Rita. Y tú jovencito, te advierto que voy a tratar con tu madre esta situación, ya puedes prepararte.

Huelga decirles cómo me sentía acostado con todas las nalgas a la vista, imposibilitado de pararme ¡en ese momento me ardía la sustancia como si fuera ácido sulfúrico! Con la incomodísima presencia de la señora Cristina que no dejaba de gritar, mirarme y amenazarme.

Lo bueno es que Rita no se inmutó, envalentonada se sentó en la orilla de la cama y dijo en voz muy alta: “no estamos haciendo nada malo señora, sólo lo estoy inyectando igual que a usted la inyecta el doctor Quirarte” Así que guárdese sus palabras señora y aunque no me lo pida yo ya me voy pues no aguanto tanto insulto y maltrato de su parte”.

La señora se quedó callada, Rita me extrajo la jeringa, me dio un masaje con toda calma, se levantó, fue a tirar la jeringa al cesto y, mientras yo me incorporaba y cubría mis intimidades teniendo la cara roja de vergüenza, Rita bajó un maletín de la parte alta de su ropero y empezó a empacar sus cosas.

Cuando salí de la habitación la señora volvió a decirme: ¡ya hablaré con tu madre! Luego se volvió hacia Rita y empezaron a jalonearse el maletín ¡nada que quería correrla, o bien, mi valiente amiga ya le tenía muy bien tomada la medida!

Pues me fui con el pene encogido y del tamaño de una vainita de chícharos, pero no ocurrió nada. Rita siguió trabajando en esa casa, yo me encontré dos días después en intimidad con ella en el cuarto de una amiga suya que estaba en la azotea del edificio.

Y la señora Cristina, lejos de tratar el asunto con mi madre, cada vez que me veía movía la cabeza y me regalaba una risita pícara.

Hilda -

Carlonimo bravo! me gustó mucho tu relato. Cuenta mas acerca de tu relación con Rita, de otras inyecciones que te puso.

Carlónimo -

Gracias Elisa, yo también te recuerdo. Un beso.

Les voy a contar algo antes de irme de fin de semana.


Interesante encuentro

Cuando yo era un mocoso de 5 años sufrí igual que muchos de ustedes los abusos de la época en torno a las inyecciones. Es un ámbito al que me cuesta mucho trabajo entrar cuando se trata de mi persona, pero resulta que hace pocos días me topé con alguien que jugó un papel muy importante en mis vivencias íntimas sobre la materia.

Resulta que entré a comer a un pequeño restaurante ocasional y, habiéndome sentado se acercó la mesera, la cual desde el principio me pareció conocida. Es una mujer como de cincuenta años, delgada, de tez blanca, cabello castaño claro recogido en una trenza francesa. Cuando dio la vuelta y caminó hacia el área de la cocina me percaté que, a pesar de la edad, su cuerpo es atractivo y causa serias tentaciones.

Portaba un pantalón negro ajustado que le dibujaba unas nalguitas mullidas y respingadas, además de una filipina blanca que no deja de traslucir las abundantes tetas. Pero a más del incuestionable atractivo, aquel encuentro me puso a cavilar acerca de la interesante dama pues estaba seguro de que la había tratado antes.

Pensé y pensé pero no alcanzaba a resolver el acertijo. Casi al término de la comida, justamente cuando me llevó el postre me preguntó: ¿no te acuerdas de mí, verdad? Entonces la miré de frente sin pestañear y estaba a punto de identificarla cuando ella misma se descubrió diciendo: soy Rita, la muchacha de la Señora Cristina. Tú eres Carlónimo ¿ahora sí ya me ubicas?

No pude evitar levantarme, abrazarla y darle un estruendoso beso en la mejilla pues, a más de que está bastante guapa, me activó un cúmulo de intensos recuerdos. Después de hacerme unas breves preguntas acerca de mí y de mi familia, no esperó a que yo indagara acerca de ella, sino que, pretextando estar ocupada, me dijo que ahí la podía encontrar, dio media vuelta y se alejó apresuradamente.

Cuando salí pasé junto a ella y le susurré que la buscaría más adelante. Rita sonrió y, respondiendo: “aquí estoy para cuando quieras”, se puso a servir en una de las mesas.
Está de más decir que esa tarde y los siguientes días los pasé pensando en ella.

Evoqué la vez que mi tía Lucero me entretuvo en su casa con sucesivos engaños hasta que llegó Rita y después de un rato salió de la cocina portando tremenda jeringa que yo no veía grande ¡sino inmensa, descomunal, a más de cruel y despiadada!

Entre las dos me sujetaron y descubriéndome diestramente el trasero, me sometieron doblado sobre las piernas de mi tía. No se qué me angustiaba más, si el miedo o la humillante posición, que resulta la menos apropiada para pinchar las nalgas, pues estas se encuentran tensas, estiradas, a más que la desesperada víctima, en su lucha por defenderse y evitar la consumación del acto, pone en juego toda la musculatura trasera, haciendo que la aguja tenga que rasgar las sucesivas capas de tejido fibroso para poder entrar y depositar la pócima.

Aún recuerdo mi desesperación. Aturdido por los gritos, jalones y reprimendas recibidas, comprobé mi incapacidad para escapar, y sufrí el brutal desgarre de la nalga derecha.

Es una sensación inenarrable. No entiendo cómo los mayores no podían percibir que al introducir la aguja en un área sometida a extrema tensión, terminarían rasgando, rompiendo, dañando, desgarrando el sensible tejido, cuyas terminaciones nerviosas mandarían inmediatas señales de alarma al cerebro, convertidas en lacerante padecimiento extremo.

Yo percibo una alta dosis de ignorancia y crueldad en quienes ejercían ese “derecho” de inyectar a los niños a la fuerza. No te explicaban ni trataban de convencerte que te debías someter voluntariamente a la punción pues con ello dejaría de dolerte la aplicación del medicamento. Estoy seguro de que hubiéramos entendido y cooperado pacientemente ¡los niños no son brutos!

Lejos de eso, te empujaban como a un becerro contra el suelo o contra las piernas del cómplice y, casi sin que te dieras cuenta de lo que pasaba, ya te habían clavado la aguja en la peor forma, con todas las agravantes que se le pueden añadir a una escena de crimen: premeditación, alevosía y ventaja.

Estando verdaderamente mareado y aturdido por un dolor equivalente al de un corte en carne viva sin anestecia, te refugiabas allá en tu interior, en un pensamiento de desprecio hacia las personas que te habían engañado, emboscado, traicionado, a las cuales identificabas vergonzosamente confabuladas entre sí, para consumar su perverso plan.

Tras un prolongado ardor, dolor, shock eléctrico y entumecimiento, todo ello mezclado en las más hirientes proporciones, quedabas rendido, gritabas en silencio bañado en lágrimas, para recibir, a tu parecer, las más hipócritas expresiones de consuelo, desde luego entreveradas con vejatorios reclamos como: “chillón, todo por un piquetito, debería darte vergüenza, los hombres no lloran”

Esa fue una de tantas ocasiones en que la atractiva dama con quien empecé mi relato, siendo jovencita se confabuló con familiares míos para atormentarme. Yo le sacaba la vuelta cada vez que la veía, pero debo confesar que Rita me excitaba pues, conocía a fondo mi cuerpo y, además, yo sabía que ella se sometía voluntariamente a que la inyectaran cuando lo requería y hasta llegó a inyectarse al menos un par de veces, ella misma.

Pues resulta que jugando futbol a los 17 años me rasgaron una rodilla con los clavos del zapato y el médico me recetó inyecciones contra el tétanos. No lo comenté con mis padres sino que fui con Rita y le dije que por favor ella me inyectara pues me causaba morbo que lo hiciera y, además, ella me gustaba, la apetecía, la deseaba carnalmente.

Recuerdo que me citó en su cuarto a las 9 de la noche haciéndome pasar sin que Cristina, su patrona, lo supiera. Fui muy serio envuelto en una densa nube de morbo porque en verdad me encontraba inquieto. En su sencillez me dijo: ya eres grandecito, no vayas a chillar porque la señora Cristina nos “cacha”, expresión que me calentó aún más porque me hacía sentir que invadíamos el ámbito de lo prohibido.

Muy decidido, al ver que Rita ya había preparado la puya, me solté el cinturón y me bajé mi pantalón hasta el pliegue de las nalgas, quedándome muy quieto mientras ella, según yo terminaba de preparar la jeringa, pero luego supe y me confesó que se había quedado mirándome el culo muy excitada. Despacito, se sentó al borde de la cama, me estuvo tentando las dos nalgas y después de tallarme levemente con el algodón, estando yo muy relajado y más bien con el pito erecto, sentí la violenta incisión que no me dolió sino que me calentó aún más y deseaba que la sustancia fuera mucha y muy hiriente para que me doliera y pudiera quejarme enfrente de Rita.

La verdad es que fue tal vez la inyección más indolora que me han puesto en la vida. Al sentir que Rita me sobaba el punto del piquete quedé descorazonado de que todo había ya terminado. Pero no contaba con que ella me seguiría sobando y que pasó del masaje al cachondeo, hasta que me preguntó si ya había estado con una mujer antes. Yo le dije inmediatamente que no. Entences volvió a preguntar: Y ¿te gustaría hacerlo? Mi respuesta, la recuerdo muy bien, fue: pues sí, si tú quieres, porque me gustas mucho.

Ya de ahí pasamos a la acción. Recuerdo que me dio la vuelta, me abrazó y sin dejar de cogerme las nalgas y el pito pues lo tenía como trozo de caña recién cortada, me dio unos besos linguales que me apabullaron pues yo no sabía de la euforia con que se puede acometer a un amante cuando ya se está fuera de sí.

No se cómo terminamos de desnudarnos. Yo sentía su cuerpo grande, de mujer, hasta entonces sólo había tocado uno de niña de quince años. Palpé esas piernotas, unos muslos bien carnosos, las tetas, los pezones, las extensas y bien acolchonadas nalgas. Es algo que nunca voy a olvidar: esa primera vez en que supe lo que es un cuerpo de mujer plena, excitado al extremo, palpitante, desesperado por recibir cuanto antes la penetración.

Y así terminó la cosa, en la forma más prematura que se puedan imaginar. Rita acababa de tumbarse de espalda sobre la cama con las piernas bien abiertas y se estaba metiendo rápidamente mi pene en la vagina cuando, al sentir yo aquel contexto tan cálido, tan acogedor y tan estrecho rodeándome la tranca, me vine abundantemente sin haber efectuado ningún rozamiento. Recuerdo que me abrazó y se quedó muy quieta temblando de placer al sentir cómo le bañaba el íntimo reducto, luego ví que se empezó a frotar ella misma lo que después supe que era el clítoris. Y casi gritaba de satisfacción, totalmente estirada con los ojos cerrados y apretados, al influjo de ese personal estímulo que se daba, magnificado por la presencia de mi pene en su ardiente panocha.

Así terminamos y, al salir yo del departamento me vio la señora Cristina, de lo cual le armó un colosal barullo a Rita y a mí me miraba con ojos de pistola cada vez que nos cruzábamos en los corredores del edificio. No fue la única vez que cogí con esa preciosa chica que, a los cincuenta años o más, sigue estando terriblemente apetitosa.

Elisa -

Hola Carlónimo
Hace casi tres años que escribiste acerca de mí lo cual me produce alguna nostalgia porque me parece que ya no te acuerdas de todo lo que vivimos juntos. Es como despertar de un pesado sueño cuando entro en la intensa escena de tus relatos acerca de nosotros.
Bueno, aquella reseña de la inyección que me aplicó la señora Eulogia cuando yo era adolescente se anticipa al momento en que te conocí, pero me pone en estrecha comunicación contigo porque eres la persona que inmortalizó esa vivencia para mí. Y el hecho que te remontaras a mi época moza me recuerda lo que me decías cuando estábamos juntos: que te hubiera gustado conocerme entonces porque te excitaba imaginarme muy jovencita. En efecto, tal vez si nos hubiéramos conocido entonces nuestras vidas podrían haberse entrelazado más sólidamente y no quedarse a un nivel de tan solo amantes. Porque ser la amante, tú lo sabes, es algo que nunca pude asimilar y me lastimó tanto que preferí cortar definitivamente nuestra relación.
Pero guardo un sólido recuerdo de ella pues tú siempre apreciaste mis atributos corporales. Me hiciste sentir una mujer plena. Estando contigo nunca dejé de sentirme una mujer extraordinariamente guapa y muy deseada. No sé si eso me hizo bien o me hizo mal, porque al sentir la euforia con la que me acariciabas, me besabas, y me hacías totalmente tuya, empecé a creer que yo era única y que con cualquier otro hombre me iría igual que contigo. Pero no fue así, por lo que he comprendido que desde luego apreciabas mi belleza pero que me regalabas también una gran dosis de galantería de tu parte, porque es un atributo tuyo elevar la autoestima de la persona a la que amas. Y eso es lo que ya no he tenido, lo que le ha faltado a mi vida, lo que realmente extraño más de ti.
No sé por qué decidí entrar a este espacio y decirte públicamente lo que te estoy diciendo pero ya no resistí guardármelo. Te agradezco todo lo que escribiste acerca de mí. Lo he tomado y lo he guardado tanto en un espacio físico que lo preserve, como muy especialmente en mi corazón. Sé que lo nuestro se acabó y que no volverá a ser. Estoy feliz de haberlo vivido contigo y también resignada de que todo haya terminado. Sé muy feliz y sigue haciendo feliz a mucha gente pues yo creo que esa es tu misión en la vida.
Te recordaré siempre

Ángela -

Carlónimo, creo que en ningún momento has carecido de amigos.Solo pienso que entre amigos y personas que se quieren y se respetan (sea cual sea el "escenario" real o no) surgen en ocasiones situaciones molestas generalmente no intencionadas que duelen por ambas partes.
Con buena disposición, cariño, inteligencia y comunicación las aguas vuelven a su cauce.
Deseo que así haya sido.
De cualquier forma, pido perdón si molesto con mi sincera opinión.
Saludos.

Carlónimo -

Ángela, por estos días los gauchos están veraneando. A Simón tal vez lo encuentres en la Isla Tigre luciendo, gozando e inyectando a su escultural esposa. Ten paciencia, difícilmente escribirá ahora.

Me alegra mucho escribir y encontrar reacciones. Quiere decir que sigo teniendo amigos, muchas gracias a todos por sus atentos comentarios.

Carlónimo -

Me alegra mucho escribir y encontrar reacciones. Quiere decir que sigo teniendo amigos, muchas gracias a todos por sus atentos comentarios.

Angela, por estos días los gauchos están veraneando. A Simón tal vez lo encuentres en la Isla Tigre luciendo y gozando a su escultural esposa. Ten paciencia, difícilmente escribirá ahora.

Carlónimo -

Relato final de esta serie

Ustedes dirán: Bueno… ¿y David y Rosa? Pues ellos se amaron cuanto pudieron. Rosa es una deliciosa costeña de formas muy redondas, ardiente, sensual, plena. Y de David mejor que hablen las mujeres.

El caso es que estaban como locos, sobre todo David a quien la “colmilluda” costeña tuvo sometido a sus ardientes caprichos. Lo inyectaba y se lo cogía dos o tres veces por día y durante la noche lo hacía entrar en éxtasis. Esto es, que habiéndole suministrado subrepticiamente un leve sedante, estando dormido lo inyectaba, le chupaba el pene, le hacía el amor, etc.

La experiencia para David fue ambivalente: desde luego entró en un agotamiento crónico; pero vivía con intensidad cada suceso. Recuerda que soñaba (o le parecía soñar) sus nalgas entregadas, expuestas a incontables estímulos, muchos pinchazos y penetraciones rectales. Luego disfrutaba el cuerpo de Rosa, lo sentía vibrar en sus brazos. Dice que a veces sentía toda su formidable curvatura y también a veces le parecía que era un cuerpo más delgado, como si fuera el de otra persona. En fin, decía él, seguramente es porque me agarra dormido.

Sus vivencias eran como una sucesión desordenada y desbordada de cálidos estímulos sexuales, entre los que identificaba: la sensación de ser acariciado en el pene y las nalgas; de recibir crueles pero sensuales jeringazos; de revolcarse con su amada, besarla, penetrarla, acariciarla. También a veces sentía que la relación se centraba en su propio culo, que se lo acariciaban, le clavaban los dedos y lo bombeaban mientras era diestramente masturbado.

David vivía en una burbuja. Durante el día buscaba a Rosa, se inyectaban y copulaban sin freno. Llegada la noche se extasiaba en los encuentros físico-mentales más intensos y espectaculares que hubiera podido imaginar. Vivía prendido a su amante, a cuyo apartamento se había mudado.

No supo el tiempo que pasó en eso, los días y las semanas se le revolvían en el cerebro, estaba agotado pero contento y no podía dejar aquello. Una mañana, después de haber pasado una excelsa jornada nocturna de placenteros desvaríos, despertó sufriente y adolorido. Se oía quejar a sí mismo, emitía lamentables gemidos y peticiones de auxilio. Entonces sintió que lo tomaron del brazo diciendo: “tranquilo, le voy a poner un sedante” y lo inyectaron en el brazo. Abrió los ojos y vió a una enfermera que le sonreía con aire divertido ¿Qué es estó? Indagó ¿dónde me encuentro?

Estás en el hospital, muy bien atendido. Tranquilo, ya se te irá pasando el dolor. Pero ¿cómo llegué, qué es lo que tengo? Antes de contestarle entró una segunda enfermera, lo pusieron boca abajo, le descubrieron el culo y le estuvieron hurgando cuidadosamente el ano. Al principio sintió un fuerte dolor que poco a poco se fue mitigando ¿Qué me hacen, qué me ocurrió, dónde está Rosa? Tranquilo, lo que tienes es… digamos que te “desvirgaron” de una manera inapropiada rasgándote peligrosamente el esfínter rectal ¿Pero… quién fue, quién me hizo eso? Pues seguramente tu pareja, el hombre que vino a dejarte con nosotros. El ¿quéeee… yo no estuve con ningún hombre, era… una mujer. Tranquilo guapo, no te alteres, ya te dije lo que tienes, por lo demás tendrás que reflexionar y saber tú mismo lo que te ocurrió. Aquí te atendemos la lesión y punto.

Cuando por fin salió del hospital buscó a Rosa pero en el edificio le dijeron que se había ido de vacaciones a su tierra. Sometido a un molesto tratamiento a base de lavativas, inyecciones y dolorosas curaciones, poco a poco fue mejorando tanto su salud como su estado anímico.

Acostado boca abajo, mientras le suministraban la decimoquinta inyección en un culo excesivamente lastimado, gritaba y lloraba de dolor al tiempo se preguntaba una y mil veces cómo pudo haberle ocurrido aquello. La encantadora señorita que le estaba aplicando el medicamento le dio ánimo cariñosamente diciendo: ya falta poco, no se inquiete. Aquí entre nos, me parece que cayó usted en manos de personas con pocos escrúpulos, ya hemos atendido a otras personas que sufrieron la misma suerte. Si quiere saber algo visite la dirección de YouTube que ahora le voy a dar.

Después, en su casa, tras haberse tendido en la cama para aplicarse él mismo un supositorio que le dolió como si estuviera fabricado a base de chile y vinagre, tendido como estaba con la trusa retraída hasta los muslo, boca abajo con las nalgas al aire, encendió su lap top y buscó la dirección que la atenta enfermera le había dado.

¡Ahí estaban! Tres títulos de video sucesivos: “Inyección a David 1” donde él aparece desnudo en la cama y Rosa lo está inyectando; “Inyección a David 2” video en el él mismo es inyectado ¡por una segunda mujer! que resultó ser Elena (de acuerdo con el primer relato de esta serie, aparece en otro video inyectando a Marcela); e “Inyección a David 3” donde él mismo es inyectado por ¡un hombre como de cuarenta años! que, conforme al mismo primer relato de esta serie, aparece en otro video inyectando lentamente a Rosa, resultando ser el marido de Elena.

Teniendo las nalgas descubiertas, imaginó el tolete de aquel hombre traspasándole sin cesar su ardido coño.

Angela -

Muy bien Carlónimo,se te extrañaba.Ya sólo falta que Simón, Gastón,...vuelvan y nos cuenten sus historias.¿Podrías tú convencerlos?.
Saludos a todos.

Hilda -

Que lindo relato Carlónimo, indica que eres romántico no caliente y le das muy bellos giros a las historias. Eres un hombre audaz pero muy tierno: me enamoras!!

Boby -

Bueno, viejo! Que lo único que estás es caliente como una papa. Ya ni azotes ni inyecciones ni nada de nada!

Carlónimo -

El despertar

Rosa y Joaquín se disfrutaron hasta el extremo, era tal su integración que se soñaban mutuamente y con tal erotismo que al despertar corrían desesperados el uno al otro y se enfrascaban en ardiente coito, pues los dos estaban que resoplaban de ganas.

A su vez, Marcela y David se amaron tanto que no podían dejar de copular cada día. Hubo una vez en que no habían podido verse y estaban tan desesperados que se telepatiaron. Cuando Joaquín se quedó dormido, Marce salió en bata hasta el apartamento de David quien ya la esperaba y se entregaron. Una vez saciado el morbo ella regresó al lado de Joaquín, quien pensó que su esposa había estado en el baño. El se acababa de tejer una cálida puñeta pensando en Rosa.

Así marchaban las cosas, sin ningún problema de resquemor o de celos. No se puede afirmar que cada uno de los cónyuges ignorara la aventura que tenía el otro. Lo más probable es que la pasión que a cada uno embargaba en relación a su particulare romance, dejara de lado cualquier otra cosa, incluyendo lo que hiciera o dejara de hacer su formal pareja.

Pero una noche en que Rosa había cenado con Marcela y Joaquín y que éste último, por indicaciones de su esposa, llevó a la amiga de regreso a su casa, David, quien estaba ansioso esperando poder reunirse con Marce, vio salir a su amigo acompañado de la escultural costeña y enfrascarse en un breve cachondeo antes de tomar la escalera, lo cual hizo que la minifalda de la dama se alzara hasta el comienzo de los redondos y erguidos glúteos. David entró al apartamento de Marce y copuló con ella, pero estaba prendado de la hermosura y sensualidad de Rosa.

Entonces la estuvo aguardando y rondando pacientemente hasta que un día logró encontrarse con ella y empezar a cortejarla. Cuando por fin se reunieron a tomar un café Rosa hizo gala de sus múltiples encantos, y David logró cautivarla pues era en verdad un buen mozo, de trato fino y muy afable.

La noche en que David y Rosa llegaron por fin a la ansiada intimidad, Joaquín y Marcela sufrieron cada uno por su lado la dolorosa ausencia de su amante. Estaban muy nerviosos y ríspidos. Sin saber nada, parecían intuir la euforia con que en ese preciso momento David abrazaba a Rosa, deslizaba sus manos por la erguida espalda y hacía descender suavemente la panty haciendo brotar esas formidables nalgas que han calentado en Youtube a infinidad de usuarios.

Joaquín no encontraba posición ni en la silla ni en la cama y deambulaba muy nervioso por el apartamento, al intuir la forma en que David insertaba su lengua en la lubricada vulva y campaneaba con desesperación el clítoris de su amada.

Marcela, a su vez, estando tumbada sobre la cama, se frotaba la frente, agitaba todo el cuerpo y balbuceaba erráticas frases, al discernir la forma en que David hacía entrar y salir su enorme pene, de la muy ardiente vulva de Rosa, que con portentosa pasión lo alojaba.

La situación de aquella por demás agraciada pareja era contrastantemente lamentable. El se golpeaba la frente y manoteaba por doquier, mientras ella lloraba de frustración y desconsuelo.

El delicioso cuerpo de Marcela estaba untado a lo largo de la cama. La tela del escueto baby doll se le había encajado por toda la raja y tanto los extensos glúteos como las generosas piernas marcaban sensuales hoyuelos. Joaqín entró de pronto a la habitación y se quedó estupefacto contemplando aquellas formas tan perfectas y sensuales.

Sintiendo la inmediata erección se fue aproximando lentamente. Al ver a su esposa llorar se enterneció al extremo y como rayo se lanzó encima de ella para enjugar con los labios aquellas preciadas gemas liquidas que le supieron a gloria.

Abrazándola de todo corazón y con todas sus fuerzas, le hizo sentir la férrea presencia de su erguido pene a todo lo largo de la raja. Ella se quedó muy quieta con la mirada fija, transformando el rictus de su preciosa cara. Lo llevó del miedo y la desesperanza a un estado de bienestar y confianza.

Marcela se dejó envolver en los mimos, lisonjas y estímulos que su marido le regalaba y a poco alcanzó un estado de satisfacción plena. Los dos se enfrascaron en el más ardiente coito que jamás hubieran vivido o soñado. Y desde ese día no tuvieron más aspiración que la de amarse eternamente.

Mary -

Si carlonimjo yo también te leo y no quiero que dejes de contarnos las historias que escribes, son muy buenas. A mi me preocupa que entre Simon y tu se estandando muchas broncas porque los quiero a los dos y los dos son muy buenos chicos. el punto es aceptafr como cada quien es y nno estar tratando de cambiarlo y menos de asignarle pareja pues eso cada quien sabe lo que hace y quiere. A mi me parece que cuando tu vuelas libre te sientes mejor y eso nos lo trasmites, que cuando andas con alguien, aunque vivencias como las que tuviste co n anna fueron fabulosas y creo que a todos nos emocionaron y encantafron cuando ocurrieron, eran como que el uno para el otro una pareja perfecta. De moni mejor no hablo por lo que dijo antonimo, pero no estaría mal que nos contaras algo de ella alguna vez. Te mando un beso.

Gil -

Muy buen relato Carlonimo, me encanto que des tantas sorpresas en un relato. Sige escribiendo por favor, no nos abandones.

Carlónimo -

Curioso enroque.

Joaquín estaba muy nervioso. Se había agasajado con algunos de los videos de inyecciones de YouTube, en especial con el de una preciosa morena que se descubre medio culo, gime deliciosamente cuando una dama ataviada en tono coral le clava la enorme aguja, se agita melosamente al recibir la densa sustancia y trata de cubrirse púdicamente las nalguitas cuando la aplicante porolonga en demasía el masajito final.

La verdad es que a cualquiera le causa nervios la erótica escena pero, en el caso de Joaquín incide el hecho de que tras un cuidadoso análisis y búsqueda de evidencias, descubrió que la espléndida paciente expuesta a la curiosidad de todos, era nada menos que su esposa.

No sabía qué hacer ni cómo manifestar a su cónyuge la sorpresa. El hallazgo le causó, además de una tremenda calentura respecto de su amada Marcela, un fuerte desasosiego pues quería saber cómo es que ella se había prestado a posar en tales condiciones.

Estuvo buscándola en intimidad al menos dos veces por día en la mañana y en la noche agasajándose con el suculento culito que a esas alturas ya a muchos otros había calentado visualmente y decidió no posponer el momento de interrogarla.

De manera que después de concluir un delicioso coito en el que la había montado por la espalda, teniendo su pene todavía alojado en la profunda, suave y acogedora vulva, le mordisqueó una oreja y palmeándole las extensas cachas le preguntó decididamente: ¿si te pido que me expliques algo muy íntimo no te enojas, mi vida? La respuesta de su mujercita fue inmediata: Claro que no me enojo, amor. Puedes preguntarme lo que quieras.

Pero una vez que le expuso el asunto, ella se revolvió en la cama, lo aventó provocándole un doloroso estrujón de pito y le espetó una nutrida arenga: ¿Qué dices, cómo te atreves a pensar semejante cosa? Y ¿que haces tú metido baboseando en esos blogs para degenerados? Fue tan demoledora la embestida que llegó a pensar que se había equivocado y que, en efecto, estaba acusando a su mujer sin ningún fundamento. Así que guardó silencio y se limitó a verla caminar meneando las preciosas nalguitas para encerrarse azotando la puerta del baño.

Pasaron casi dos días sin hablarse hasta que Joaquín, después de haber reflexionado la forma en que eludiría la acusación de que entraba a ver videos eróticos, decidió echar la culpa a uno de sus amigos y vecino, al que Marcela parecía tener menor estima, así que abrazándola por la espalda le dijo: Mi vida, no quiero que estemos peleados. A mí me preocupa la situación que te describí porque fue David quien me la mostró y no sabes el coraje que sentí de pensar que él pudiera haber visto tus encantos personales. Por favor, te ruego que consultes el video en cuestión.

Y habiéndoselo mostrado, Marcela se puso muy roja y le explicó a su esposo: En efecto, mi amor, soy yo, pero desconocía totalmente esta situación. Tu sabes que no soy nada puntual en la menstruación y el médico me ha prescrito inyecciones. En esa ocasión fue Rosa mi compañera de oficina quien por propia experiencia me recomendó acudir con la señora de vestido coral que aparece en el video para que me inyectara. Su nombre es Elena y vive muy cerca de mi trabajo ¡Nunca imaginé que me fuera a tender semejante trampa!

No te apures, le contestó Joaquín, te creo y yo me encargaré de que se retire el video. Pero en cuanto pudo volvió a entrar al blog pues recordaba que el título de una de las escenas que más le gustaban era sin más: “Inyección a Rosa”. Así que después de deleitarse viendo de nuevo aquel soberbio culo totalmente expuesto a un hombre como de cuarenta años que se solaza inyectando a la chica con toda calma, fue a consultar otra vez a su esposa: Marce, mi vida ¿Rosa es una mujer llenita, apiñonada, de cabello negro bastante largo? Así es, mi vida ¿la conoces? Bueno, titubeo él, me parece que la ví una vez que fui a recogerte a la oficina.

Marcela no podía quitarse de la cabeza que David, a quien en secreto admiraba, la hubiera visto recibiendo aquella inyección. Y Joaquín, a su vez, se propuso conocer a la encantadora Rosa, cuyos atributos íntimos le fascinaban.

Días después se cruzaron en la escalera del edificio, Marcela y David. Después de saludarlo, ella decidió acosarlo y le dijo: David, yo se que no es tu culpa y quiero que sepas que tampoco fue mi intención. Pero si por azar me viste recibiendo una inyección lo menos que hubieras podido hacer es quedarte callado y no divulgarlo hasta con mi marido.

David sintió que le movían el piso pues no conocía el video de referencia pero en más de una ocasión había espíado por la ventana a Marcela mientras se desvestía.

Entonces le aclaró que él no divulgaba lo que ni siquiera había visto pues nunca presenció que la inyectaran. Pero considerando que no era oportuno negar lo que ella ya sabía, le dijo que circunstancialmente y sin malicia la había visto en efecto una noche mientras se desnudaba sin haber cerrado muy bien la cortina. Pero que esa vivencia no la había buscado premeditadamente y que la guardaba para sí con mucho respeto.

Marcela se percató de la ensalada que se había confeccionado, pero se dejó llevar por las circunstancias y, ya que David era muy audaz y de inmediato buscó un acercamiento con ella, se plegó a sus intenciones terminando por ser su amante.

Desde ese momento no faltó quien la inyectara pues David era un maestro en intramusculares. Ataviada con sensualísima ropa interior de lo más atrevida, le ofreció muchas veces sus deliciosas nalguitas para que se las pinchara y terminaron agasajándose con delicioso coitos para los que a ella le encantaba empinar dramáticamente el culo y recibir así las soberbias estocadas tanto vaginales como rectales que él, con su enorme tolete, le prodigaba.

Joaquín, a su vez,se siguió excitando con el video de Rosa y se las ingenió para que Marcela empezara a llevarla al departamento. Después de conocerla y de haber convivido cuidadosa y gratamente con ella, mientras le preparaba un Martini le contaba que se sentía un poco cansado y que tal vez le vendría bien algún complejo vitamínico inyectado.

Ella que era muy jariosa, cruzó la pierna dejando ver gran parte de sus agraciados muslos y, antes de que regresara Marcela que había ido a la recámara para cambiarse, le ofreció aplicárselas ella misma. Con ese grado de apertura se relacionaron y Joaquín acudió cada uno de los siguientes cinco días al departamento de Rosa para que lo inyectara.

Tumbado sobre el sofá de la sala con la trusa replegada hasta las musculosas piernas, Joaquín se regocijaba en calentar a la preciosa costeña que no dejaba de admirar el robusto y bien delineado culo que se disponía a perforar con la hipodérmica.

Tras un leve tallón con el hisopo, le clavó la enorme aguja y él empezó a contorsionar los glúteos con tal erotismo y gracia, que ella no pudo llegar al final de la aplicación y mientras le inoculaba la sustancia le introdujo un dedo en el culo tallándole sin recato alguno el esfínter rectal.

Puesta a un lado la jeringa se tumbó encima de él lamiéndole el cuello, la espalda y las nalgas hasta que, invertidos los papeles, él la desvistió, le excitó la vagina y el coño lingualmente y poniéndola “en cuatro” la tomó por las espléndidas nalgas dignas de una vedete y la penetró vaginalmente hasta hacerla temblar, gritar y retorcerse. Después se fundieron en un explosivo coito cuyos alcances no podría describir.

Feliz Año Nuevo.

un alma en pena -

como te extraño amor.

Anónimo -

Muchas felicidades para estos días, que el año nuevo devuelva el "buen rollito" que ha caracterizado este blog y nos traiga un poquito de alegría con nuevos relatos.
Ánimo a todos!

Simón -

A todos, mis más sinceros deseos de felicidad en estas fiestas.

Carlónimo -

Estoy saliendo de la oficina para iniciar mis vacaciones de Navidad y no quiero irme sin desearles a todos ustedes lo mejor en esta Navidad y siempre. Juntos hemos tenido una hermosa aventura de intimidad. Están en mi vida, los quiero y los querré siempre.

lidia -

yo igual quiero leerles, no os elejeis así. Espero que la ausencia sea solo por las fiestas de la navidad. Os envio un fuerte abarazo a todos. Carlónimo! despabilate majo!!

Angel -

Y bueno, qué pasó?.Vamos por favor escriban y cuéntennos, no nos dejen así, que somos muchos los que les leemos y les echamos de menos.Anímense chicos y a trabajar!

Simón -

Está bien; respeto tu deseo.

India -

Querido Simón: Te lo ruego; no quería que discutieras por esto cuando tenía una historia con Carlónimo, menos ahora.

Simón -

Carlónimo: ¿no te parece que India merece al menos un comentario?

Simón -

Querida India: creo que no te equivocaste con la decisión; fijate que Carlónimo ni asomó la naríz!...

India -

Ambos me mandaron análisis de control, pero en general me encontraron muy bien. Gracias por preguntar, Simón!

Simón -

Querida India: ¿cómo te fue con Paulo y Gastón?

Simón -

Sí, muñeca! Tenés derecho a ser felíz!

Me honra que me llames amigo, gracias.

India -

¿Por dónde empezar?
Creo que se superponen dos situaciones. En primer lugar, la revelación de un hecho de la vida real (o al menos, así presentado) de Carlónimo cuando fue esa una de las cosas que hace no mucho él mismo me criticó a mí. Cierto o no, tal como hubiera dicho alguna vez Simón, lo importante es creerse el escenario y, decididamente, esto lo complica.
Por otra parte, y en segundo lugar, aunque para mí absolutamente trascendental, observo una falta total de entusiasmo en Carlónimo respecto de nuestra historia, luego de nuestro hermoso y virtual encuentro. Es evidente que me equivoqué; debería haberme retirado ante su primera negativa y no insistir en amistades ni en nada que se le acerque. No me arrepiento de nada, ¿quién me quita lo bailado?. Pero esta maestrita aprende rápido y va a poner fin a la situación antes de que llegue a un final que no desea.
Simón, ahora mi querido amigo Simón, me dio la estrategia de la música para expresar el conflicto y, de alguna manera, conjurar sus efectos. Por eso, si se me permite, hago pública mi decisión, mirando esperanzada el futuro.

http://www.youtube.com/watch?v=dNtyrtw6zrI&feature=fvsr

Simón -

No se si agradecerte la noticia o mandarte al demonio por haberla dado. En primer lugar porque es absolutamente extemporánea; en segundo, porque sigo sin entender por qué Carlónimo manda emisarios (con todo mi cariño y respeto hacia vos). Luego, desconociendo aún si lo que decís es real real o si intenta complicar un poco el escenario, ya que aquí nunca se sabe, pero tampoco importa, me abstendré de seguir interviniedo en este caso.

Querida India: ya están en la mesa las cartas (o no, no se).

Carlónimo: me decepciona saberlo por otro; te lo dije ayer y lo reafirmo hoy.
El concepto de amistad que tenés me resulta ajeno.

Por si es cierto que lees, Greetings, dear Mónica! y perdón por las suposiciones respecto de tu fallida relación con tu ahora esposo; es lo que se corre el riesgo de que pase si se miente o se oculta información.

Antónimo -

Simón, para que no sigas elucubrando con algo que por cuestiones estrictamente personales Carlónimo no ha querido tratar, pero que ahora me autoriza a revelar. Ahí te va la noticia.

En este blog al que Carlónimo ha llamado “La Isla de la Fantasía” en realidad hay de todo: sueños, ilusiones, fantasías y hasta verdades del tamaño de catedrales.

Y a este último grupo corresponde la mayor parte del romance que mantuvieron Mónica (antes Lina) y el propio Carlónimo quienes, fuera del escenario, o sea de bulto, en vivo y a todo color, se unieron en matrimonio el pasado mes de agosto.

Moni decidió desaparecer del blog como personaje activo pero es la más asidua y fanática lectora e impulsora del mismo. De hecho ella indujo a Carlónimo a regresar. ¡Y lo anima a relatar y a tener todos los noviazgos e idilios virtuales que quiera! Pues dice que a ella le excitan sus historias, y él da una sana salida a su fogosidad.

De manera que Lina o Mónica se esfumó, o pensemos que nunca existió. Cualquier referencia que haga Carlónimo a sus propias experiencias en el blog, se encuentra totalmente al margen de ella.

India -

Simón, ya basta, por favor.

Simón -

Querido Carlónimo: qué te está pasando? confiá en mí, si puedo te voy a ayudar.
En cuanto al rigor, no exageremos. Solamente quiero que disfrutes de esto que se te ofrece y me parece bueno. Cuando conocí a India me pareció de tu medida, lo mejorcito que te viene pasando en mucho tiempo, pero desde luego, nadie sabe mejor que vos qué es lo que te hace feliz.
Quizá salí un poco con los tapones de punta porque vi a India asustada por tu reacción; mis disculpas. La "maestra ciruela" ya me regañó, y fuertemente, cuando nos encontramos para el pinchazo; te adora y no quiere que te sientas mal. Pero creo que, justamente por eso, tampoco es justo que ella sufra.
Parte de lo que no te conté y tampoco va a formar parte de la sorpresa que te preparó, fue que conversamos largo y tendido sobre su situación pasada y presente y sobre sus deseos para el futuro.
No tengo idea de qué te pasó a vos sentimentalmente en el último tiempo (porque te cerrás como una ostra, cosa que me afecta porque implica que no sentís que puedas confiarme tus problemas como yo hago con los míos, y no es la primera vez que pasa) aunque a juzgar por tus reacciones cuando hablé de Monica en mi casamiento, supongo que no fue sencillo. No coincido con ustedes en que no puedan progresar en la relación porque se están tratando de recuperar de sendas experiencias previas; eso, más bien los une.

No se puede vivir dejando de hacer cosas por miedo a fracasar; eso es lo que vos nombras como "sobrevivir". Pero eso no es vivir, y es propio de los cobardes, categoría en la que de ninguna manera te podés incluir.

Bien, ya dije lo que pienso (aunque me guardo algunas cosas para evitar que te sientas tratado con más rigor); sentite apretado en un cálido y reconfortante abrazo.

Carlónimo -

De acuerdo, Indi. Me afecta no poder disfrutar los relatos que esperaba, pero te doy mi voto de confianza.

Simón ¿no crees que me estás tratando con demasiado rigor? Me has visto sobrevivir porque no soy afecto al drama, pero no pienses que soy insensible.

Simón -

Querido Carlónimo: qué decir de la experiencia. Nada que no sepas: simpática, inteligente, culta y con una nalgas de antología. Fuera de eso, querido hermano, en honor a la palabra empeñada, no puedo contarte nada. Te pido que me perdones, pero creo que va a valer la pena esperar.
Por lo demás, insisto en lo que te dije más temprano e hiciste como que no escuchaste: mimá a tu damita, ella se lo merece y vos también.

India -

Mi querido Carlónimo: Hace un ratito que se fue Simón. Tardé en escribir porque me costaba sentarme. Pobre Simón, me la dio genial, pero ya sabés que las hormonas dejan su huella.
La verdad es que nuestro amigo, personalmente, es aún más encantador que en el blog. Me trató con sumo respeto y fue muy dulce; supo calmar mis nervios y esperar mis tiempos.
Sin embargo, querido, no voy a contarte nada más en virtud de darte una sorpresita cuando nos veamos. Espero que te guste. No te enojes pero ya vas a tener recompensa por ser paciente.

Querido Simón: ya te agradecí personalmente, pero lo reitero públicamente. Sos un amor de persona, Silvia tiene mucha suerte de tenerte y ahora entiendo por qué Carlónimo es tu amigo. Por favor, no se te vaya a escapar nada con Carlónimo; confío en vos.

Simón -

Querida India: nada de provocar. Yo se que lo querés pero no lo defiendas.
A la tardecita paso por tu casa, prepará el culín! Vas a ver lo que es una inyección bien puesta.

India -

Niño Simón! Compórtese! No provoque a Carlónimo..., por favor.

Simón -

Carlónimo! Despabilate! Puedo comprender que estés muy ocupado pero no que estés tan distraido.
Se veía de acá a la China que cuando India hablaba del dolor en la cola, el cansancio, Paulo y la "mar en coche", como decía mi abuela, buscaba mimos del macho cabrío. En cambio, ¿qué es lo que obtuvo? "Te veo abatida de dolor y de cargas físicas y emocionales ¡Qué poco duran los sueños! Un abrazo" Casi la coz de un burro.
Vamos, hermano! Que no se diga!

Simón -

DÍA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA

India -

Querido Carlónimo: no se por qué te di la impresión de estar pesimista; no es así. Más bien, estoy esperando la llegada del momento de verte.
Que estoy cansada, estoy cansada. Pero no creo que haya ninguna maestra a esta altura del año que no lo esté. Como ya te dije, a lo mejor fui algo críptica, lo de Gastón es más bien una estrategia para conseguir alguna inyeccioncita médicamente recomendada para darte qué hacer en aquel fin de semana al que me invitaste. Sigue en pie? Porque si estás muy ocupado podemos dejarlo para un poco más adelante, creo poder esperar.
El dolor de la inyección que me diste ya se me pasó, pero por suerte igual me acuerdo mucho, mucho de vos.

Carlónimo -

Muy ocupado pero estoy, Indi, deseando verte optimista. Y en espera de los relatos sobre la inyección que te aplicará Simón.

India -

Carlónimo, estás por ahí?

Simón -

No, querido Antónimo; ese es un bicho que prefiero fuera de mi alcance. Está loca de atar y es de las que puede generar un lío grande con la mujer de uno. Yo mastico el vidrio, pero no me lo trago.

Antónimo -

Mi buen rioplatense, no pongo en duda que sean tuyos los encantos de Silvia. Hablando de pibes y pibas ¿ya viste a Edith? Me quedé con ganas de saber el desenlace después del incidente del guardia civil. Ella aseguró que le prometiste reponer el acto malogrado. Y dicen las malas lenguas que vas con frecuencia al Hard Rock. Yo creo que ya te puso en sus piernas para pincharte el culete. No te reprimas gaucho, mejor “contᔠla historia.

Simón -

Querido Antónimo: audaz y sagaz. Me encanta que fantasees con la colita de Silvia; total, es mía cada noche y cada día.

Antónimo -

Hola chavos!! Yo aquí pajareando desde los cables.

“Coloquialmente diría que eres una mujer portentosamente sabrosa”

Conque amiguitos de pinchazo y papacho… ¡guau! ¿de cual loción dices que te pones hermano?

Pero hablando de “dolor y de cargas” (no se por qué citan esas cosas) quiero comentarles lo que leí esta mañana.

Una nota firmada por el Doctor Oscar Galicia, Académico del Departamento de Salud de la IBERO, sostiene que existe una píldora de la felicidad, la cual “quita el cansancio, permite pensar aguda y rápidamente,aumenta la motivación y energía, disminuye la ansiedad, proporciona tranquilidad y ecuanimidad” Y dice que esa sustancia es conocida como MDMA (3-4 metilendioximetanfetamina) pero que después de ponerte en el éxtasis te pasa la factura a un alto costo. O sea que luego se te pasa la euforia y ya no ves la puerta de salida. Que ”estos fármacos tienen una consecuencia nefasta para la salud”

Y yo creo, con perdón del doc, que lo que está fallando es la vía de administración de la sustancia. Tengo fuertes razones científicas para pensar que si en lugar de ser una píldora oral, se tratara de un remedio suministrable por vía intramuscular o anal, otro gallo le cantaría a la susodicha medicina.

Nada más imaginen a Silvia: “A ver mi Simón, te voy a poner tu supositorio de la risa”; o bien a la inversa, la despampanante porteña culito al aire para que el gaucho le meta 50000 unidades de refuerzo en sus lindas y rozagantes nalguitas. Les aseguro que se la pondrían a diario y se atenderían cualquier rebote con nuevas aplicaciones.

Que estoy triste y melancólica… pues vente mi vida chonitos abajo, cachetitos arriba y el piquete salvífico que se consuma. Un leve pataleo, las cosquillitas producidas por el flujo de la sustancia, los consecuentes mimos, caricias y… ¡Prau! la inmediata inoculación de la verdadera sustancia y elixir de la felicidad y de la vida: el viscoso semen soplado en gruesas descargas dentro de la acogedora vagina. Después de eso ¿Quién carajos se va a estar quejando?

¿Tengo o no fuertes razones, mis chavos, ustedes qué opinan?

India -

Lo del dolor, las cargas, los sueños... Y lo del abrazo... me sonó raro, distante. Yo prefiero un beso; de ser posible, en la nalguita pinchada. ¿Te gustaría?

India -

Querido Carlónimo: ¿?

A qué te referís con lo de los sueños?

Si se te ocurre alguna idea mejor para que Gastón me mande una vitaminitas (que vos me tendrías que poner, claro) contame!

Carlónimo -

Te veo abatida de dolor y de cargas físicas y emocionales ¡Qué poco duran los sueños! Un abrazo

India -

Ay, Carlónimo! Me ponés en un aprieto... esperaba que la decisión la tomaras vos y, de esa manera, me lo simplificaras.
Como te decía, en 15 días estaré de vacaciones, y si querés puedo ir para allá y te evito la complicación de acomodar tus tareas laborales para viajar para aquí. Lo que no me gustaría es que lo sientas como una invasión a tus espacios; te pido que me lo digas con total confianza.
El dolor en la cola por la inyección que me pusiste me duró todo el fin de semana; cada vez que me sentaba o me tocaba, me acordaba de vos. Creo que es la primera vez que deseé que el dolor no se me fuera...
Miércoles a la noche, inyección con Simón; jueves a la tarde me ve Paulo y para el viernes, le pedí un turno a Gastón porque el fin de año me agarró con un estado de agotamiento total y quiero asegurarme de que sólo es cansancio. Te iré contando.

Carlónimo -

Querida, no siento que me acoses sólo que aún no decido. Me gustaría viajar a Buenos Aires, podrías pensar en un lugar muy romántico de allá que sea a tu entero gusto. Pero igual, si quieres venir ahora a México, acepto y no tendría dificultad para escoger un sitio. Seguiremos la ruta de que tú escojas y describas primero las circunstancias y las escenas.

Pero no dejes de contarme también cuando te inyecte Simón.
He gozado tanto tu belleza y tu sensualidad, que ahora sólo de imaginarte postrada con el respingado culito en pompa listo para recibir otro pinchazo, se me sube terriblemente la temperatura. Qué quieres, soy muy fogoso y tú… preciosa porteña, definitivamente me enciendes.

India -

Querido Simón: Ahora entiendo perfectamente la prisa de Carlónimo por volver a verme aquella noche.

Querido Carlónimo: Qué lindo es leerte hoy! Te extrañé el fin de semana. Si debo serte sincera me halaga que sientas "algo de celos".
No me decís nada de la pregunta acerca de si querés que nos veamos aquí o allá en el retiro de fin de semana; no se si es porque no te gustó que tomara esa iniciativa, quizá nuevamente estoy acosándote. Teneme paciencia,por favor!

Simón -

Querido Carlónimo: te agradezco la ayuda en relatar ciertos detalles que me dan un poco de pudor. No sé si pedirte disculpas por lo que viste o alegrarme de que te haya provocado semejante apuro por disfrutar de India.
En relación a cómo nos abstraemos, debo decirte que en eso colabora la inmensa confianza que te tenemos; de otro modo, no creo que fuera posible.
Y, sí, me lastimaste bastante. Silvia tuvo que darme mucho consuelo por varios días. Aún me acuerdo de vos cada vez que me siento!

En cuando a la inyección que le pondré a India, te confieso que me tiene muy ansioso conocerla, ya que tanto vos como Gastón me la describieron tan colosal que no puedo esperar. Sin embargo, se me impone el respeto. Aunque "solo amiga", es tuya.

Carlónimo -

Y hablando de excitaciones, quiero referirme a la escena con que la sensualísima Silvia y tú me hicieron temblar el otro día y correr a refugiarme en los brazos de Indi.

Tú no contaste todo lo ocurrido esa tarde.

Describes la escena en que Silvia gritó: "Simón! Cómo no me avisaste! Me hubiera arreglado un poco!" Lo que no dices es que la escultural chica modelaba en ese momento un baby doll en tono marfil que dejaba poco, pero muy poco, a la imaginación.

Y estando tu como dices: mansamente con el culo al aire “ ella se sentó a tu lado y su exuberante busto, también muy a la vista, me desconcentró totalmente, al grado que no acertaba a seleccionar el sitio en que te pincharía. Habrás notado que tentaleaba tus nalgas casi “sin ton ni son” pues ya no sabía ni lo que hacía. Así que te ofrezco una disculpa… es probable que te haya lastimado pero ¡tú me comprendes!

Y no cuentas lo que realmente ocurrió después. Refieres que tomó tu mano pero ocultas que con la otra metida en tu entrepierna sostenía y tallaba sin recato alguno lo que tú ya sabes. Te meneabas a tal grado que te grité y te soné un par de nalgadas colosales. Con todo, apenas disminuiste un poco el zarandeo, pero pude terminar de inocularte la pastosa sustancia que creo ni sentiste.

Cuando me fui diciendo "Muchachos, ustedes tienen que hacer” Estoy seguro de que ni me oyeron. Salí corriendo presa del “pudor ajeno” pues Silvia ya estaba insertando los dedos en la pequeñísima panty para deslizarla y lanzarse encima de tí.

Estoy impresionado por la forma en que ustedes dos se desconectan del mundo para gozarse brutalmente.

Carlónimo -

“La semana próxima me tengo que poner la última inyección de hormonas que me mandó Paulo; allí te participaré de tu parte del plan. Tampoco imagines nada extraordinario; lo que haremos es muy simple”.

Querido Simón, te dice Indi que no imagines nada extraordinario. Lo que te puedo decir aquí entre nos es que vas a pinchar unas nalguitas de lo mejor. Tan solo de imaginarlas expuestas y a punto de ser horadadas, me estremezco.

Vas a sufrir un fuerte apuro. A pesar de que no dejo de sentir algo de celos, te deseo que disfrutes plenamente la experiencia! No dejes de contarme con todo detalle, ya me siento excitado.

Indi -

Querido Simón: no creo que estés más ansioso que yo respecto al próximo encuentro con Carlónimo. Sin embargo, me impongo la calma si quiero mantener el "contrato" (para mantener la metáfora de haber hecho negocio) que establecí con él.
La semana próxima me tengo que poner la última inyección de hormonas que me mandó Paulo; allí te participaré de tu parte del plan. Tampoco imagines nada extraordinario; lo que haremos es muy simple.

Simón -

Queridos amigos: me dejaron sin palabras.

India, cuando quieras estoy a tu disposición. Muero de curiosidad por saber en qué te puedo ayudar.

Indi -

Ya no nos quedaba mucho tiempo de sueño, así que nos levantamos y nos duchamos. Me dijiste que te gustaría que lo hiciéramos juntos pero no podríamos detenernos luego y se nos iba a hacer tarde. Te pregunté qué querías para desayunar y viendo que yo tomaba nuestro tradicional mate, me pediste probarlo. El gesto que hiciste a la primera chupada me dio un ataque de risa. Conversamos tranquilos, sin apuro, un rato más. Me contaste de tu vida, del amor del que estás tratando de recuperarte y de mil cosas más.
Luego, partimos hacia nuestras respectivas obligaciones. Sinceramente, no sabía cómo iba a reaccionar a tu partida. Para mi sorpresa, aunque te extraño, estoy feliz; feliz de haberte tenido aunque sea este breve tiempo.

Carlónimo -

Y fue cuando me empezaste a chupar el pene en una forma tan excitante que me hiciste retorcer de placer. Veía tus sensuales labios resbalando una y otra vez por la superficie de mi estaca hasta ponerla al rojo vivo.

Te hice acostar encima de mí, separar las piernas y te penetré suavemente. Mientras me abrazabas, acariciabas con desesperación mi cabello y besabas con éxtasis mis labios y mi cuello, yo concentré la atención en tu cintura, tus piernas y en tus respingadas glúteos, sintiéndolos duros y extensos, como tambores.

Induciendo en esas formidables carnazas la cadencia del movimiento, cerrando los ojos y gimiendo por el estímulo excelso, oyendo tus exquisitos sollozos y sintiendo la extrema contracción de los dos cuerpos, exploté un convulsivo orgasmo que se confundió con el tuyo y nos convirtió en una sola masa implosiva, palpitante.

Indi -

Querido: ¿cómo no voy a aceptar retirarme a retozar con vos? Preferís aquí o en tu casa? Aquí están terminando las clases en 15 días y ya entro en vacaciones, así que si a vos te complica menos que viajar para Buenos Aires, por mí no hay problema. Pero hacemos lo que vos prefieras.

Me había preocupado lo que dijiste ayer, pero ahora entiendo. Te agradezco las correcciones que hiciste a mi relato porque me ayuda a entender mejor tus deseos y tus gustos. Respecto de la inyección que me queda, voy a hablar efectivamente con Simón para que me la de y le voy a compartir el plan que estoy pergeniando para que me ayude a llevarlo a cabo. Pero, no te voy a decir nada porque quiero que sea sorpresa.

Con el relato de Simón comprendí tu llegada apresurada por la noche, luego de verte con él. Ahora también comprendo por qué, ni bien llegaste, me pediste que me ponga el traje sastre y salimos a cenar. Cuando volvimos me ayudaste a desvestirme y, según dijiste, para no abusar de la situación, comenzaste a despedirte para retirarte al hotel hasta la salida de tu vuelo, hoy al mediodía.
Te expliqué que no me parecía lógico que te retiraras a un hotel sólo por unas pocas horas y te invité a pasar la noche en casa.
"mmmm... No sé, Indi... Hablamos de amistad..."
"Si te prometo no acosarte, te quedás?"
"¡Hecho!" y me diste un beso suave y tierno.
Yo me cambié de ropa, vos sólo te desvestiste, y nos acostamos. Apoyé mi cabeza sobre tu pecho y nos dormimos. Yo, feliz y tranquila como hace mucho que no estoy.
No sé que hora era cuando me despertaste con una caricia en la mejilla y me dijiste "Indi, ¿no quieres acosarme un poquito?"

Carlónimo -

El grato recuerdo de tu cuerpo cubierto por la formal vestimenta de directora de escuela, no dejó de estimularme a raíz de nuestro primer encuentro. La súbita aparición de unas formas corporales plenas que habían estado cubiertas por el conservador ropaje, tuvo en mí un efecto tan contrastante y sorpresivo que, el serio vestido se me enquisto como fetiche en el alma.

Llegando de nuevo a tu casa pensé encontrarte enfundada con el mismo atuendo. Pero me fui de espalda al ver que lucías un estrechísimo jeans de lo más coqueto, que te agraciaba enloquecedoramente el fastuoso trasero.

Y es que tu cuerpo, querida Indi, en verdad me pone tieso. Estás tan forradita por todos lados que la plenitud es tu singular sello. Me pregunto como haces para fijar tu figura en un punto estratégico que rebasa sobradamente la delgadez pero sin llegar a los quicios del exceso. Coloquialmente diría que eres una mujer portentosamente “sabrosa”.

Y ese fue el punto del que partí en nuestro segundo encuentro. Al verte tan completa, tan mujer, estuve tentaleando traviesamente tus nalgas porque te deseaba y no quería desperdiciar el tiempo.

Pero esa misma actitud despertó en mí un profundo sentimiento de inequidad. No me parecía justo llegar a tu casa tan solo a pincharte y a cogerte, como si llegara a un simple burdel. Sentí que como mujer no merecías ese trato ni a mí como hombre me adornaba.

Entonces fue que me senté junto a ti en la cama y te dije que te haría una “indicación precisa” Y esta fue que bajo ninguna circunstancia aceptaras recibirme en esa forma. Que con cada inyección y encuentro íntimo organizaríamos al menos un breve paseo, o una romántica cita en un bar o en un café.

Te levanté y poniéndote enfrente de mí te abracé por los mullidos glúteos , te alcé la blusa, besé y lamí tu ombliguito y te dije ¡Vamos! Aquí cerca hay un parque precioso que nos espera. Así, salimos a caminar muy bien abrazados y empezamos a conocernos, supe de tu trabajo, de tu familia de tus expectativas, de tus más preciados anhelos.

La convivencia se prolongó a tal extremo que, habiendo recorrido, áreas verdes, librerías y hasta boutiques, entramos a un café donde nos enfrascamos en una constructiva polémica acerca de los valores imperantes en nuestra sociedad moderna. Y al cabo de cuatro o cinco tazas nos percatamos que eran casi las seis, así que salimos de inmediato hacia tu casa.

Al llegar fue que recordándote mi “indicación precisa” te dije que si la quebrantabas te castigaría y al ver que me respondías con una juguetona sonrisa burlona, te abracé, aflojándote el cinturón te descubrí las nalguitas y te puse en mis rodillas para besarte y nalguearte alternadamente, en una dinámica que te calentó y te hizo acrecentar el juego.

Estuvimos así por un rato, hasta que los dos perdimos el control: tú me pedías y yo te atizaba, hasta que tus cachetes se pusieron muy colorados. Sintiendo que te estremecías a cada impacto, viendo tus nalguitas temblar y sacudirse deliciosamente, confirmando que los dos queríamos más, entendí que pisábamos un terreno peligroso, así que cambié las palmadas por mimos, besitos y lengüetazos, hasta que nos tranquilizamos y superamos ese crítico momento.

Y, en efecto, mientras preparaba la jeringa estuviste parada con las nalguitas descubiertas refrescándolas del nutrido palmoteo y ese fue un momento supremo porque nos mirábamos mutuamente y sin palabras nos dijimos tantas cosas…

Confundimos nuestra agitada respiración y nos llenamos uno del otro a tal grado que compartimos todo sin siquiera tocar nuestros cuerpos. Luego me puse de espalda para extraer las burbujitas de la jeringa y tu me abrazaste, bajaste mi pantalón, acariciaste mi pene y mis nalgas frotándote en ellas mientras palmeabas la base de mis testículos.

Acto seguido te tiraste en la cama adoptando una pose tan espontánea, que me hizo ver el grado de confianza y de entendimiento que sientes conmigo. Estabas boca abajo con la pierna izquierda flexionada. El cachete del mismo lado aparecía más erguido y tenso que el otro y parecías ofrecérmelo para que lo pinchara. Lo desinfecté suavemente, aproximé la punta de la aguja y de un leve empujón la deslicé hasta verla violentar el elástico tejido de tu pálida piel y vulnerarlo a fondo.

Diste un leve salto y las dos nalguitas te temblaron parcamente mientras la verde sustancia se iba adentrando en tus entrañas. Tenías los labios suavemente acoplados a uno de tus brazos, suspirabas, y frotabas con las manos la superficie de la cama. Sólo dijiste: “Me duele mucho la cola”. Pero gozabas el dolor y armonizabas la gran excitación que te embargaba.

Por mi parte estaba excesivamente caliente viendo tu cuerpo desparramado sin mayor orden en la cama, con las nalguitas en pose asimétrica, la vulva deliciosamente perlada expectante de recibir el supremo estímulo. Sin extraerte la jeringa empecé a besar tus muslos, las nalgas, la cintura, la espalda. Veía sacudirse el erótico rejón a cada movimiento de tus caderas, te oía gemir y sollozar de placer, mi pene reventaba.

Deslicé la hipodérmica viendo el sensual pellizquito final en tu elástica piel, una pequeña gotita de sangre brotó del punto de punción y eso terminó de enloquecerme. Te puse en empinamiento extremo y penetré muy despacito la suprema grieta, viendo como temblaban tus caderas, gemías y restregabas el pelo y las manos contra la cama.

El movimiento oscilatorio de tus nalgas aceleró el proceso. El roce se fue incrementando, yo apretaba con fuerza tus extensos y tersos glúteos y me solazaba contemplando la interacción de nuestros órganos sexuales que mantenían una intensa refriega, hasta que se colapsaron, nos paralizaron y nos hicieron gritar de impresión, porque no concebíamos sentir un placer tan gigantesco.

No me pude separar de ti, preciosa Indi, porque mi pene me exigía mantener la terrible tensión a la que había estado sometido. Me recosté sobre tu espalda conservando los dos la posición arqueada. Sentía súbitos espasmos en el pito con las cuales arrojaba los últimos chisguetes de semen que tú recibías y celebrabas apretando el culo, sollozando y sujetándome la barra como si desearas mantenerla perdurablemente.

Fue una experiencia tan intensa que nos dejó extenuados, pero el delicioso spaguetti que habías preparado y que acompañamos con un excelente vino de Rioja Alavesa, nos recuperó.

Durante la cena seguimos nuestra interesante disquisición acerca de los valores actuales, te recordé que debías inyectarte y le recomendé que, en su caso, solicitaras el apoyo de nuestro entrañable Simón, cuya buena mano está sobradamente comprobada. Ah! Y te propuse que la siguiente inyección te la aplicaría en el marco de un retiro de fin de semana. Espero tu decisión, preciosa Indi.

Y me retiré para cumplir en tiempo la cita que había formalizado con el gaucho, de la que él ya bosquejó de manera muy precisa los hechos, que espero comentar pronto.

Simón -

Querida India: según parece, la experiencia dejó a Carlónimo shockeado de verdad. No te preocupes por él; si no entiendo mal, lo de mala posición tiene que ver con no encontrarle la velta a la continuación de la historia y no con que se haya sentido mal.

Mientras tanto, les cuento mi encuentro con él. Tal como dice India, hay cosas que nunca se sabrán, a menos que él mismo las devele.
Sin embargo, les hago saber lo que se puede. Conversamos durante dos horas, café por medio, y cuando ya se estaba por ir le pedí que me acompañara a casa para que le diera aunque sea un beso a Silvia, que si se enteraba que estuvo en Buenos Aires y no lo vio me iba a volver loco.
Cuando llegamos y lo vio se le colgó del cuello y casi le hace perder el equilibrio. Inmediatamente sucedió lo inevitable: encontró algo para tirarme la bronca.
"Simón! Cómo no me avisaste! Me hubiera arreglado un poco!"
Enseguida Carlónimo me salvó con la caballerosidad de siempre.
"Pero, muñeca, no hace falta que te arregles. Estás hermosa, como siempre!"
Conversamos un rato los tres hasta que Silvia le dio a la situación el toque de gracia.
"Carlónimo, Simón se tiene que poner las vitaminas. Se resiste y me deja agotada. ¿me harías el favor...?"
"Pues si el interesado no se opone..."
"Silvia! No podés pedirle eso a Carlónimo! Está un rato con nosotros y ..."
"Pero no es ningún problema, gaucho! Ve preparando el culo mientras nosotros preparamos la jeringa!"
Me di cuenta de que la situación no tenía remedio; los dos complotados contra mi culo era algo que no tenía regreso. Por otro lado, el pedido de Silvia no era inocente y yo lo sabía. Últimamente está particularmente interesada en ver cómo me pinchan más que en pincharme, y entre que me haga pinchar por cualquiera o me haga pinchar por mi amigo, prefiero lo segundo.
Fuimos todos hacia el dormitorio y mansamente me puse con el culo al aire en la cama. Los escuchaba reirse por lo bajo. Cuando terminaron los preparativos se acercaron a mí. Silvia se sentó a mi lado y me tomó la mano. Carlónimo se aproximó por el otro lado y mientras me limpiaba el cachete, le preguntó a Silvia "Lo vas a consolar como se debe, verdad?"
"Desde luego, querido!"
"Bien, entonces no importa si duele un poco"
Comencé a decirle que no lo hiciera así pero me interrumpió el pinchazo y la veloz introducción del líquido, que me hizo ver las estrellas. No obstante el dolor, pude percibir que a Silvia le temblaban las manos; estaba excitadísima. Cuando terminó el martirio, Carlónimo me dio una pequeña nalgada, dio vuelta a la cama, le dio un abrazo a Silvia y dijo
"Muchachos, ustedes tienen que hacer. Esta situación me puso un poco nervioso, no se si me entienden... creo que antes de irme iré a visitar a cierta damita..."
Y salió, dejándonos solos. Lo que sucedió de ese lado de la historia, lo desconozco, aunque espero que alguno de los dos me lo cuente. Yo les cuento lo que pasó en mi dormitorio.
La verdad es que no me podía mover; el culo me ardía y sospechaba que me duraría un par de días. Silvia me empezó a besar la espalda hasta llegar a las nalgas mientras decía "Pobrecito! Te dolió mucho la cola?"
El temblor en la voz de Silvia me terminó de excitar. Me dí vuelta, la abracé y rodamos por la cama.
"Vos sabés que sí y te encanta! Mirá cómo estás!" Le saqué la ropa rápidamente y entré en ella ansioso (aunque creo que no tanto como ella). Silvia gritaba que siguiera, que estaba por llegar, que llegó... Me encanta ver a mi mujer satisfecha y eso me llevó a terminar a mí también.
Los horarios se nos alteraron: nos quedamos dormidos y nos despertamos muertos de hambre a las 3 de la mañana. Desde luego, hubo segundo round porque la cola me seguía doliendo.

Indi -

Querido Simón: te aseguro que yo hice más negocio que él. Por favor, no demores contarnos lo que se paueda saber de tu encuentro con Carlónimo, porque supongo que habrá cosas que se conversan en privado con los amigos.

Querido Carlónimo: ¿Por qué decís que te dejé en mala posición? Lo único que quería era que lo disfrutaras...

Simón -

Querido Carlónimo: Yo voy a contar, luego, ni bien me haga un tiempito. Pero te digo que así, ganando tiempo con el relato de otro, cualquiera es galán!.

Como sea, creo que India te dio una sorpresa considerable. Me parece que aceptando esa amistad con derecho a roce, definitivamente, hiciste negocio.

Carlónimo -

Querida Indi, escribiste con el corazón, es evidente. Me excitó tu relato y la verdad es que me dejas en mala posición. No se qué podría agregar. En breve comento. Mientras dejamos que Simón nos cuente.

Simón -

Ah!!! Qué experimento, India! A juzgar por los resultados, te gustó bastante, no? Espero la versión de tu partenaire.

Después les cuento mi encuentro con Carlónimo.

India -

Queridos: no quiero que piensen que estoy ansiosa, pero Carlónimo se acaba de ir de casa y quiero contarles lo sucedido antes de que se me escapen los detalles; aunque seguramente faltan muchos, con los que él mismo aderezará el relato.

Querido Carlónimo: me pedís que plantee algo que especialmente quiera y me estimule. Aquello por lo que opté es algo que nunca hice; no sé si me estimula particularmente, ni siquiera si me gusta. Pero como me ofrecés ensayar nuevas rutas... quiero ensayarlas con vos.


Carlónimo tocó el timbre de mi casa. Corrí a abrir porque no había hecho otra cosa en el día que esperar que llegara el momento. Estaba tan guapo! Pantalón crema y saco azul marino. Las manos atrás y una sonrisa amplia.
“Guau! Veo que escuchas mis sugerencias, preciosa” Se refería a mi aspecto físico: me enfundé en un jean que todavía no sé cómo logré que me entrara.
“Vos también estás distinto. Te queda divina! Deberías dejártela” Se había dejado una barbita candado que, a mi juicio, redobla sus encantos.
“Estoy probando… pero voy a considerarlo. Escuché por ahí que te gustan las rosas blancas…” y sacando las manos de atrás me tendió una, la más linda y perfumada que vi en mi vida. Cortó con la mano el tallo y lo enredó en mi cabello.
“Pobrecita! A tu lado queda insignificante” Sonreí por el cumplido. Me corrí de la puerta y lo dejé entrar.
“Estaba preparándote algo de comer, porque te quedás a comer, ¿no?” pregunté expectante.
“Princesa, no sé… me hice una escapada rápida y me espera Simón para tomar algo…”
“AY! NO! Llamalo y decile que vas un poquito más tarde, por favor!” y llevándolo de la mano a la cocina le mostré lo que había preparado. “Te amasé fideos”
“Cariño, gracias, siendo así no voy a poder negarme” Sacó el celular y mantuvo una conversación rápida con Simón. “Ya está solucionado. El gaucho comprende estas cuestiones!” y posó levemente sus labios sobre los míos.
Me acarició la cola. “Quieres que empecemos?”
“Ay! Carlónimo! Nada me gustaría más!”
“Bien, primero vamos a hablar de algo…”
“Qué pasa? No me asustes”
“Nada, preciosa! Es que como veo que mis sugerencias influyen en ti, voy a darte una indicación precisa”
Todo esto me lo decía caminando hacia el dormitorio mientras me iba llevando dándome suaves palmadas en la cola.
Se sacó el saco, con deliberada lentitud, sabiendo que yo estaba ansiosa. Se sentó en el borde de la cama y me pidió que me sentara a su lado.
“Preciosa, yo no voy a poder venir una vez por semana a pincharte ese culo divino que tienes. Así es que quiero que sigas al pie de la letra las indicaciones de Paulo y te pongas todas las inyecciones que correspondan cuando yo no esté”
“Carlónimo, duelen un montón y sin tu consuelo, no sé si voy a poder hacer lo que me pedís…”
“Cariño, no te lo estoy pidiendo; es una orden y es por tu bien. Tú eres una estudiosa de las cuestiones de educación; así que sabrás cómo se trataba a principios del siglo XIX a los alumnos que no cumplían con sus tareas”
“no sé a qué te referís…”
“Simple. Te quitas el pantalón y las bragas y te colocas boca abajo sobre mis rodillas”
“pero Carlónimo…”
“Vamos, no perdamos tiempo. Voy a darte una muestra de lo que le va a suceder a tu colita si llego a enterarme de que te salteaste alguna dosis”
Me subieron los colores a la cara y se me agitó la respiración. Sin embargo, no pude resistir el deseo de ponerme con la cola al aire a tiro de la mano de mi educador preferido. Me acosté según las indicaciones y él me acomodó a su gusto. Estaba nerviosa y curiosa; era la primera vez. De golpe me di cuenta de que también estaba deseosa.
Carlónimo me pasó la mano suavemente por los cachetes y cuando menos me lo esperaba vino la primera nalgada. Me sobresaltó.
“Quiero que aflojes bien las nalgas. Me va a gustar ver cómo se mueven…”
Siguió dando palmadas, alternando sistemáticamente los cachetes. Fue muy metódico: dos nalgadas en cada cachete y algunas caricias o besos. Sentí como mis cachetitos iban adquiriendo temperatura y empezaban a picarme. Ya no podía quedarme quieta. Carlónimo también iba calentándose, a juzgar por el bulto que crecía en contacto con mi abdomen.
“Muñeca, quietita. Esto es solamente una muestra; si no cumples con tu tratamiento, sólo habrá nalgadas, nada de caricias y besitos. Está claro?”
Asentí con la cabeza, no podía hablar. Nunca hubiera imaginado estar en esta situación y menos, que me excitara.
“Preciosa, has comprendido? O necesitas que siga con la lección?”
Hubiera querido seguir pero tomé conciencia de que aún me faltaba el pinchazo y no sabía si mis nalgas lo aguantarían. Estaba casi al borde del orgasmo y, sin duda, Carlónimo lo notó porque se detuvo. Me ayudó a levantarme y me dijo
“El castigo a quienes no hacían sus tareas seguía en el rincón, exhibiendo las nalgas coloradas. Te quiero ahí, derechita, mientras preparo la jeringa”
Cuando me puse de pie me di cuenta de que los jugos me chorreaban por las piernas. Instintivamente me llevé las manos a la cola pero él me atajó.
“No, no, no! Bracitos cruzados. Nada de aliviar el dolor de la cola con masajes. Tiene que durar un ratito para que sea efectivo, preciosa”
Yo sentía una mezcla de vergüenza y excitación difícil de explicar.
Se puso de espaldas a mí, junto a la cómoda, y comenzó a preparar la inyección de hormonas. Yo quería ver y me retorcía desde mi posición. Él, sin darse vuelta, como si tuviera ojos en la espalda me reconvino “Quieta y derecha mirando la pared, señorita”
Terminó tranquilamente los preparativos mientras yo me desesperaba de nervios. Se me acercó y me hizo dar vuelta.
“Querías ver? Acá estᔠy puso la enorme jeringa frente a mis ojos. Lo abracé del cuello y sollozando le dije “Tengo miedo. Duele… Cómo voy a hacer cuando no estés para ponérmelas?”
“Duele un poquito, ya sabes. También sabes que voy a ser delicado. En cuanto a qué sucederá si no te las pones en mi ausencia, si no has comprendido adecuadamente, podemos intentar de nuevo”
“No, por favor, (aunque ardía de ganas) porque no aguantaría el pinchazo…”
“Bien, vamos a ello. Puedes acostarte”
“Me vas a consolar?”
“Desde luego, primor”
Me acosté y le pedí unos segundos para relajarme. Obsequiosamente, me pasó la lengua por los cachetes.
“Ayuda?”
“Ay! No sé si me relaja o…”
“Bueno, bueno… tranquila. Primero lo primero” y pasándome el alcohol por el cachete izquierdo me pinchó. Me pareció estar en el cielo, a pesar de que inmediatamente comencé a sentir el lacerante dolor en la profundidad del músculo. Protesté bastante pero me esforcé por quedarme quieta.
“Bravo! Mira qué bien se porta mi paciente favorita!”
“Me duele mucho la cola”
“Por la inyección o por la muestra de lo que te va a pasar si no te pinchas cuando yo no estoy?, te acuerdas, no?”
“Por todo” grité desesperada por consuelo.
“Bien. Ponte boca arriba” Cuando mis nalgas se apoyaron en el colchón me acordé de todo con terrible claridad y fruncí la nariz. Él se rió.
“Ya te mostré lo que pasaría si no cumples el tratamiento. Pero también voy a mostrarte el premio que tendrás si haces lo que debes responsablemente… mira que me entero de todo”
Se inclinó sobre mí y me succionó el pezón derecho.
“Mira que bonitas tetas tienes. Te gusta esto?”
Yo ya me retorcía extasiada. Pasó al otro pecho y casi deliré.
“Todavía no, todavía no” Se puso de pie y se sacó el pantalón y el bóxer. Su pene estaba exultante y verlo me hizo desearlo dentro inmediatamente.
“Te gusta? Es suficiente para ti?”
“Mirᔠle dije mientras lo lamía intentando devolver algo del placer que él me estaba haciendo sentir. Lo vi cerrar los ojos y arquearse hacia atrás.
“Vamos a hacerlo, preciosa” Me acomodó nuevamente en la cama y me penetró con tal suavidad que sentí que me acariciaba por dentro. Comenzamos a movernos lentamente y, progresivamente, fuimos ganando fuerza. Llegamos al clímax ya casi frenéticamente. No sé si alguna vez me había sentido así.
Caímos rendidos abrazados.
“Es premio suficiente como para motivarte a pincharte en mi ausencia?” preguntó aún jadeante.
“Veré… El castigo por no pincharme tampoco estuvo mal…”
“Pero qué pícara eres. Piénsalo porque te aseguro que esto fue sólo una muestra”
Me levanté y me di una ducha rápida. Mientras Carlónimo se duchaba, preparé la mesa y apronté los últimos detalles del almuerzo.
Cuando apareció perfumado y con el cabello húmedo, me pareció aún más bello.
Me abrazó de atrás por la cintura y dijo “Menos mal que me amasaste los fideos; no te imaginas el apetito que me dio el ejercicio!”
Casi una hora después partió a encontrarse con nuestro buen amigo Simón. No sentí nostalgia; sólo deseo de planear el próximo encuentro. Y ya tengo algunas ideas, pero para eso falta.

India -

SIIII!!!!!!!!
Me pongo a pensar qué quiero hacer el jueves!
Gracias!

Simón, aquella canción tenía razón:

No hay nada bajo el sol
que no tenga solución
Nunca una noche venció
a un amanecer.

Carlonimo -

Muy excitante tu propuesta, preciosa. Por supuesto te inyecto pero tu bosquejas el contexto, algo que en especial quieras y te estimule. Yo lo complemento ¿De acuerdo? Así ensayamos nuevas rutas.

Simón -

Querido Carlónimo: dame respiro, ya te voy a contar de Silvia, pero estuve ocupado contando de Ernie. O porque a la interesada no le gustó, no cuenta?

Por otro lado, me alegra que se pongan de acuerdo con India. Casi no puedo creer lo mal que empezaron... se acuerdan? Disfruten sin pretender más; creo que eso es suficiente.

India -

Ay, querido Carlónimo! Escuchaste lo que le dije a Simón... Por favor, no lo tomes a mal, no quiero importunarte. Entiendo lo que planteas y, quizá, yo esté en la misma situación en cuanto a la recuperación. Sólo que me encontré con vos, que sos capaz de despertar a un muerto. Sin embargo, entiendo que no es bueno iniciar nada cuando uno está "convaleciente".
Tal vez a los dos nos sirva acompañarnos y darnos todo el apoyo que podamos (lo que tiene que incluir los desahogos eróticos que necesitemos), ¿te parece amigos con derecho a roce?
El jueves me toca pinchazo de nuevo; si me la querés poner vos, te prometo contar lo que pase. Ya tomaré coraje para que me pinche otro.

En cuanto a cuidar el léxico, ¿a qué te referís? no dije ni una de las palabras con las que me hubiera gustado obsequiar a esa señorita, como respetuosamente la llama Simón.

Carlónimo -

“Una fría ro… y me ofende… y matapa…” ¡Bueno pues ya está, no somos “moneditas de oro”! Simón está super refaccionado con la sensualísima Silvia ¡Ah bárbaro! Pero la goza solo, no cuenta nada, eso ya es discolería…

Querida India, eres directora de escuela, modera tu léxico. Y, por cierto que yo también disfruto muchísimo tu grata compañía. Acudiré a ponerte algunas inyecciones y si tú lo deseas crearemos escenarios de gran erotismo. Pero estoy en un momento de “recuperación” y no de “expansión” sentimental, no me siento con ánimo de pasar a más por el momento. Las inyecciones que yo no te ponga, alguien más te las aplicará, cuéntanos por favor preciosa, no nos niegues participar en esas desquiciantes escenas.

Simón -

Querida India: Gracias por tu intervención; pero no te preocupes porque lo que la señorita de marras opine de mí no me quita el sueño.

Respecto del otro temita... no creo que ningún "demasiado" amedrente a nuestro Carlónimo; pero si querés, veo de conversasr discretamente del tema con él.

India -

Querido Simón: entré a ver si había respuesta de Carlónimo y encontré el entredicho con Ernestina. El único error que cometiste fue, en tu caballerosidad, acceder a no dejarla con las ganas. Todos fueron delicados detalles: los bombones, el champagne y ¡la rosa blanca!, incuestionable. En cuanto a las órdenes... como si te escuchara con el tono juguetón que te caracteriza.

Sabés lo que decía mi abuela? No hay que darle margaritas a los chanchos.

Te quería preguntar algo... ¿te parece que estoy acosando demasiado a Carlónimo? No querría, pero te confieso que me vuelve loca.

Simón -

Querida Ernie: soy un caballero y sólo diré que sos una dama encantadora (más si moderás tu lenguaje). Ojalá encuentres la horma de tu zapato.

Ernestina -

Simón, me hiciste gozar con las inyecciones y el coito eso es sensual lo reconozco pero hay cosas que no me gustan: Chocolates con champagne para nada... nada que ver!! Esas ordenes nada tiernas “Chist! Todavía no. Sentate” y “Como vos me dijiste, me elegiste y ya; entonces, las reglas las pongo yo”.

Y eso de que yo te entregue mi cuerpo, tú me embutas hasta por el culo sin mi consentimiento y luego me regales una fria rosa blanca!!! eso no es justo me ofende y mata cualquier pasión. Venga, que ya está bien!!!

Y por si no bastara todo lo que ya te dije todavía insistes que te declare el hombre mas encantador del mundo.

Confieso que me gustaste físicamente a eso te elegí pero te faltan muuuuuuuchos encantos. Adios y gracias por tu tiempo.

Ernestina -

Ay Simón, me hiciste gozar con las inyecciones y la penetración eso lo admito pero me pareces muy soso fijate bien: Chocolates con champagne para nada... nada nada que ver aagghhh!! Esas ordenes “Chist! Todavía no. Sentate” y “Si, querida, ahí, sí. Como vos me dijiste, me elegiste y ya; entonces, las reglas las pongo yo”.

Después piensa un poco, te entrego todo mi ser tu me metes el cuerno hasta por las orejas sin mi consentimiento y terminas regalandome una puta rosa blanca!!! eso no es justo y me ofende y eso mata cualquier pasión. Venga, que ya está bien!!!

Y por si no bastara todo lo que ya te dije todavía insistes que te declare el hombre mas encantador del mundo.

Confieso que me gustaste físicamente a eso te elegí pero te faltan muuuuuuuchos encantos para conquistarme. Fijate como lo hace… Adios y gracias por tu tiempo.

India -

Querido Carlónimo: ya que aceptás atenderme personalmente cuando desee... lo deseo YA!
Me dejaste completamente enardecida! Por primera vez no puedo esperar a la inyección siguiente, pensando en que me agasajarás como solamente vos sabés. Casi no puedo creer que un hombre como vos esté en mi cama y me considere y me trate como una verdadera mujer. Lo que dure que estés ahí depende sólo de lo que vos quieras, pero sea lo que sea, es un regalo que siempre le voy a agradecer a la vida.

Carlónimo -

Querido Simón ¡vaya deliciosa aventura con una mujer tan linda y tan sensual! Después de tanto pensar las cosas hiciste lo único que ella te hubiera aceptado ¡perfecto! Y, me parece muy bien tu propuesta, que ahora hable la estrella de la novela.

Querida India, tu dicho: “me reconciliaste conmigo misma, con mi cuerpo y con mi capacidad de gozar” me llena de alegría al ver que mi trabajo en el blog, además de tener una clara dirección, es trascendente.

Por cierto, tomaste tan en serio tu profesión magisterial, que estabas escondiendo y hasta menospreciando tu encantadora belleza física incluídas las espectaculares formas femeninas que escondes bajo la circunspecta vestimenta con que laboras. En mi opinión, atentabas contra tu propia autoestima, lo cual es inadmisible. Bueno, espero no salir de nuevo regañado por la sensual y preciosa “maestra ciruela”.

Me gustaría mucho ver los frutos de esa reconciliación contigo misma, en términos de nuevas experiencias. Por favor cuéntanos como procedes con las siguientes inyecciones, lo que hagas dará lugar a muy eróticas escenas. Y desde luego que acepto atenderte personalmente cuando tú lo desees y con el desenlace que tú misma determines, para mí será un gran placer.

Simón -

Habiendo sido el elegido… aquí voy.

Llegué presuroso al hotel donde Ernie (si se me permite) estaba parando. Me anuncié en el lobby y el empleado la llamó a la habitación. Luego de unos segundos, ceremoniosamente, me dijo el nro. de cuarto y me indicó el ascensor correspondiente.

No voy a negar que estaba algo nervioso, pero sin duda, estaba más intrigado por saber por qué ella me eligió a mí.

Golpeé la puerta y me abrió una escultura. Nunca me gustaron particularmente las mujeres de cabello corto, pero Ernie lo llevaba con tal convicción que no pude imaginarme que alguna vez lo hubiera tenido de otro modo.

“Por fin llegaste! Estás empeñado en ponerme nerviosa”
“Tiempo al tiempo… “ dije entrando, dispuesto a tomar las riendas de la situación.
“Sos más linda de lo que me imaginaba”
“En cambio, vos sos exactamente igual que como yo te imaginé” Esto iba a ser una pulseada dura. Tenía que ponerme a cargo de la situación; no sé por qué me eligen las mujeres sensualísimas y decididas.

“Me alegro; pero a partir de ahora, no importa cómo te imaginaste las cosas.”
Ella, en silencio, intentó comenzar a desvestirse. La detuve.

“No. Primero hay otras cosas… Me parece que hay que educar esa impaciencia…”
“no me vas a cambiar” dijo airada.
“Ni lo pretendo! Pero si querés tener una experiencia conmigo, las reglas las pongo yo” y le sostuve la mirada.

Me di cuenta de que no le gustó nada la pérdida de control, pero accedió finalmente, y me preguntó qué hacía.

“Primero, dejarte agasajar.” Y saqué de la bolsa que llevaba una caja de bombones finísimos, acordes a la situación, y se la entregué. En la bolsa había otras cosas, pero aún no era tiempo.

Ella tomó la caja y, sonriendo, dijo “Hace mucho que no me regalan bombones. Gracias. Pero no como dulces porque se me van directamente a las caderas.”
“Ajá. Pero no vas a tomar el champagne que pedí con el estómago vacío” En ese momento el servicio de cuartos llamó a la puerta y un botones trajo la botella en el balde con hielo. Ernie sonrió sorprendida.

“Ves? Abrí la caja y elegí uno”
Ella dudó pero la miré con seriedad y obedeció. Mientras ella examinaba los chocolates, yo serví dos copas. Eligió una pequeña moneda de chocolate con un león en relieve y me la mostró.

“Bien. A ver si te gusta…”
Le dio un mordisquito que bajó con un sorbo de champagne.
“Todo”
“Cuando estoy nerviosa no tengo ganas de comer”
“Y por qué ibas a estar nerviosa?”
“Ay! Simón! Me la hacés difícil!”
“Yo? En absoluto! Tenés que hacerte cargo de tus deseos; se pueden cumplir” Le acaricié la cara y percibí un estremecimiento. En silencio me saqué el saco y me arremangué la camisa, lentamente. Me saqué la corbata. Tomé otro bombón y lo acerqué a su boca.

“Probá este. Tiene dulce de leche, nuestro dulce tradicional; es verdaderamente delicioso, adictivo, te diría” Cuando mordió el chocolate, el fluido dulce salió del interior y le manchó el mentón. Me acerqué a ella y le pasé la lengua.

Ella intentó abrazarme y dijo “Ay, Dios mío!”
“Tranquila, hay cosas que hacer” respondí alejándome. Comencé a sacar de la bolsa las cosas que necesitaría para inyectarla.

Nuevamente intentó bajarse el pantalón.
“Chist! Todavía no. Sentate, quiero que veas bien cómo preparo las inyecciones”
“Las?!”
“Sí. Estuve pensando… Estos cambios de clima… te podrías enfermar… vamos a prevenir… Son dos: un antibiótico y unas vitaminas. Me dijiste que te gustaban las inyecciones dolorosas, no?”
“Sí, bueno…, es que…”
La interrumpí “Qué bien! Porque estas duelen”

El temor y la excitación se le dibujaron en la cara. Le rocé suavemente la mejilla con la punta de los dedos y ella movió la cabeza para aprisionar mi mano entre su mejilla y su hombro. Me liberé y comencé con los preparativos. Lo hice deliberadamente lento y, por momentos, ocultando lo que sucedía tras mi cuerpo. Ella se revolvía en la silla intentando no perder detalle.

Cuando ya estaba todo listo, la miré a los ojos y le dije “Esa colita se va a acordar de mí. Vamos a ver esas nalgas empinaditas que decís que tenés”

Comencé a desabrocharle con lentitud el pantalón. La acompañé con un movimiento hacia la cama y, teniéndola acostada, se lo retiré. Suspiró. La hice poner boca abajo.
“Así es mejor, te vas a relajar más”
“De verdad duelen?”
“De verdad. Pero yo sé lo que hago. Todo el mundo dice que tengo buena mano…” y acaricié la mullida nalga derecha sobre la bombacha. Era todo un detalle, no era grande, pero tampoco un hilo dental; cubría lo justo y necesario. “te voy a tener que bajar la bombachita… ¿puedo?”
Bufó “Por favor!”
“Calma, calma. No creo que te convenga que me apure de ahora en adelante…” Le saqué la prenda y reacomodó su posición. ¡Qué nalgas! ¡Qué actitud! La notaba nerviosísima pero ya percibía su entrega; había dejado de exigir y se dejaba hacer. Eso me gusta; espero que el resultado, a ella también.

“Muy bien! Qué paciente más linda tengo acá! Y qué bien se porta!” le dije acariciando sus glúteos circularmente. En un momento separé sus nalgas y encontré su rosado ano. Ella frunció la cola cuando se dio cuenta e inmediatamente decidí el curso de los acontecimientos de ahí en adelante.

“Bueno, relajate todo lo que puedas, preciosa” Y fui a buscar la primera jeringa. Tardé en decidir cuál le daría primero. Opté por el antibiótico, que duele un poco más; dejaría para el final lo más liviano, aunque las vitaminas de Gastón, de liviano no tienen nada.

Me acerqué por detrás y comencé a limpiarle la cola con el alcohol. Ambos cachetes, completos. El frescor del alcohol hizo que se le erizara la piel y yo se la masajeé un poco con energía para que volviera a la normalidad.

“Me vas a avisar antes de pincharme? Así me preparo”
“Claro, quedate tranquila. No me vas a decir que tenés miedo…”
“Un poquito sí. Me gustan las inyecciones dolorosas pero siempre me ponen nerviosa”
“Si querés dejamos acᅔ
“AY! Por favor, no seas malo! No me hagas eso!”
“Qué cosa?” y le clavé la aguja “No avisarte para que no pongas dura la cola?”
“AY!”
“Ahora viene el dolorcito. No apretes…” y empecé a meterle la penicilina. Pobrecita, se quejó mucho y estuve por suspender la aplicación, pero cuando me di cuenta de que Ernie tenía la entrepierna empapada, cambié de idea y aceleré un poquito el ritmo. Gritó que no podía más justo cuando le sacaba la aguja.

“Sí, sí pudiste. Te portaste muy bien. Vamos a ver con la segunda; si seguís así, a lo mejor te doy un premio. ¿Te gustaría?”
“AY! Simón! Por favor, me dolió, no sé si con la otra me puedo relajar… y no me quiero perder el premio!”
“Querés un poquito de ayuda para relajarte?”
“Podrías?”
“Puedo probar…”
Preparé la segunda jeringa y pasando la mano por debajo de su pubis, presioné su clítoris. Se retorció, jadeando.
Retiré la mano diciéndole “Mmmm. Me parece que no te voy a poder ayudar. Si te ponés así, no te relajás”
“Por favor! Me porto bien, me porto bien!”
Y volví a la carga con su punto excitable. Sollozaba intentando no moverse demasiado y cuando estaba bien distraída, la pinché. Apretó los puños mientras el espeso líquido le entraba, pero se comportó valientemente. Retiré la aguja sintiendo que el pito me iba a explotar. Le besé con ternura los dos cachetes y les dí unas palmaditas; ver cómo se zangoloteaban era un espectáculo supremo.

Se llevó ambas manos a la cola y se masajeó los lugares pinchados, como si supiera que me vuelve loco.

Sin cambiar de posición me preguntó “Simón, ¿me gané el premio?”
“Vos que pensás?”
“No sé, pero lo quiero!”
“Bien! Entonces, lo vas a tener” Me saqué el pantalón y el bóxer y, ya desnudo, fui a buscar lo que quedaba en la bolsa: lubricante y presevativos.

Ella intentó darse vuelta para mirar y cuando sus nalgas tocaron la cama se quejó. Le sonreí y ella bajó la mirada hasta mi pene; respiró hondo. No sé qué estaría pensando pero lo miraba con insistencia.

“Acercate, por favor.” Y tomando el preservativo de mi mano se lo colocó en la boca y hábilmente me enfundó el pito en él.

“Ponete otra vez con la colita para arriba” ella lo hizo y casi al mismo tiempo alcancé su orificio anal con mi dedo índice. Ella apretó nuevamente la cola y dijo preocupada “No, Simón, ahí no”
“Si, querida, ahí, sí. Como vos me dijiste, me elegiste y ya; entonces, las reglas las pongo yo porque por algo me elegiste. Es la primera vez?”
Sólo asintió con la cabeza.
“Te prometo lo mejor, pero tenés que confiar en mí. ¿Querés?”
“No sé, Simón…”
“Podemos terminar acá, si querés…”
“No! Por favor, voy a tratar…”
“Hasta acá te gustó?”
“Sí; no lo quiero estropear!”
“Te va a gustar más, te lo prometo”

Hundió la cabeza en la almohada y separó las piernas un poco. Inicialmente dirigí mi pene hacia su vagina y le introduje la punta.
“AHHHHHHH!!!!!!!”
Hacía movimientos lentos, circulares, entrando y saliendo sólo un poco para excitarla y que se relajara. Mientras tanto, iba poniendo el lubricante con el dedo en ese virginal orificio que esperaba a debutar. Poco a poco fui venciendo su resistencia, física y emocional. Ella se dio cuenta de que no forzaría nada y comenzó a disfrutar. Mi pene erecto seguía estimulándola sin pausa y esperé a que sucediera lo que yo buscaba.

“Por favor, Simón! Metémelo en la cola! Te lo pido!”

Reacomodé el pene en la entrada anal y sin decir nada, deslicé la punta. A pocos centímetros el esfínter se cerró y Ernie se quejó.
“Duele mucho?”
“Ay! Un poco!”
“Despacito, no falta casi nada. Flojita”
Esperé a que se relajara de nuevo y de un empujón, entró completo.
Ernie gritó; no de dolor, de alegría. Ya estaba hecho; en un sentido, fui su primer hombre. Bombeé con lentitud hasta que acabé al mismo tiempo que estimulaba su clítoris buscando que también ella lo hiciera. Luego, ella se desplomó en la cama y, rendida, se durmió.

Me levanté sigilosamente y fui a darme una ducha. Mientras me bañaba sonó mi celular; era Silvia que me preguntaba si me había pasado algo porque era tarde. Le prometí que ya salía para casa, sin darle mayores explicaciones, que por suerte, tampoco me pidió. Me vestí y antes de salir dejé junto a Ernie el último objeto que había en la bolsa: una rosa blanca.

Querida Ernie: ¿contarías tu visión del asunto? ¿Podrás responderme ahora por qué me elegiste?

Simón -

Ah! avasalladora la dama! Paciencia, querida, paciencia...

Ernestina -

Demasiados titubeos y preambulos Simón, yo te he escogido a tí y ya. No me hagas desesperar, te dije que estoy ansiosa.

Simón -

Querido Carlónimo: Muy gracioso!!!!! me instás a ser infiel ahora que estás solito (creo...¿?) pero te recuerdo que todas las veces que estuviste con una dama sólo tenías ojos para ella.
De todos modos, te prometo, como hice con la misma Ernestina, pensar algo al respecto.

Querida India: Guau! la cosa era más caliente de lo que yo pensaba. Me alegro de que estés mejorcita.

Querida Ernestina: mientras pienso qué hacer... contame qué es lo que te mueve a pedirme a mí, habiendo aquí tanta gente, que te pinche la cola.

India -

Querido Carlónimo: Ay, Carlónimo! Todavía estoy flotando (y con dolor de culo, aunque si siempre va a terminar igual, eso no me interesaría) Por favor, no digas que te dejé todo el paquete; solamente no quería ser indiscreta y comprometerte divulgando algo que quizá no quisieras que se sepa. Sin embargo, ahora que lo contaste vos, puedo decir lo que me pasó. Relataste que yo te provocaba despiadadamente, pero debo decirte que no hubiera podido evitarlo aunque lo hubiera intentado con todas mis fuerzas. Solamente de verte entrar perdí la cabeza; no se cuál es el encanto que derramás a cada paso pero es incontenible. Todo fue tan tierno y apasionado a la vez que me reconciliaste conmigo misma, con mi cuerpo y con mi capacidad de gozar. No es un secreto que no la pasé bien en el último tiempo; mi querido Gastón empezó la recuperación y lo tuyo... simplemente sorprendente.
Todos mis recovecos (nalgas incluidas, tengo muchos pinchazos por delante) son tuyos por siempre.

Carlónimo -

Animo mi buen gaucho, que no se diga:

http://www.youtube.com/watch?v=s7Lh0sDeolQ




Simón -

Querida Ernestina: yo se que la que tendría que estar tomando coraje sos vos esperando el pinchazo; en cambio lo estoy haciendo yo. No quiero ser poco caballero y dejar a una dama insatisfecha. Teneme paciencia; algo se me va a ocurrir.

Queridos India y Carlónimo: ¡Dios mío! eso sí que fue intenso.

Simón -

Querida Ernestina: aquí todo el mundo conoce a mi esposa y, además de que a mí mismo me resulta conflictivo, puede ser usado en mi contra en algún momento...
Pero dejámelo pensar...

Ernestina -

Olvidé decirte Simón; tengo 29 años, soy portuguesa con cabello cortito claro, de mediana estatura complexión bien forradita y muy bien formada, busto regular, nalgas grandes y bien empinaditas. Me encantan las inyecciones dolorosas y los hombres románticos y audaces como me he pensado que eres tú. Ah y soy stewart de Iberia.

Ernestina -

Aprovecho el ofrecimiento de Carlónimo. A mí me gustaría mucho que me inyectara Simón. Y si me da un trato cono el que Carlónimo le dio a India, mucho mejor, que bello!!! Por favor Simón, quitate de prejuicios y atiéndeme como paciente y como mujer. Estoy muy deseosa.

Carlónimo -

El desquiciamiento hormonal de India

Preciosa India, la verdad eres muy tímida o una gran estratega ¿por qué has ocultado lo que ocurrió en verdad esta vez que gustoso acepté inyectarte? Has querido dejarme todo el paquete ¿no es así?

Despreocúpate, no me resulta difícil mostrar al mundo la “vergonzosa” circunstancia de que soy humano y mis resistencias se desmoronan ante la belleza de una mujer tan fascinante como tú.

Te vi llegar con esos atributos de directora de escuela: la vista frontal, el cuerpo perfectamente erguido, el formal traje sastre de color gris, el cabello castaño suelto y ondulado, los anteojos pequeños y ovalados de armazón negro. Y… bueno, lo demás me lo guardo pero, cuando te despojaste del saco y te pude apreciar el prominente busto, la breve cintura y esa amplia y desquiciante cadera… ¡Dios Santo!

Y luego que no fuiste nada cohibida para quitarte la falda por no querer arrugarla ¡vaya piernas! en particular esos generosos y elásticos muslos. Pero lo mejor estaba por verse. Cuando insertaste los pulgares en el elástico de la panty y vi correr lentamente esa sensual prenda hasta el pliegue de los glúteos, perdí al habla, anonadado por la belleza de tus espaciosas, albas y erizadas nalgas.

Para el momento que describes al iniciar tu relato, yo estaba bufando de calentura. Aún así me seguiste provocando con ese sensual retozo de cubrirte graciosamente las nalguitas y estremecerte cada vez que yo intentaba perforarte con la hipodérmica ¡Aaajaayy! Como grita el mariachi mexicano, yo ya no podía. Mi pene era una gruesa estaca y resultaba muy difícil controlarla.

Sabías muy bien lo que me provocabas y por eso “te acosaba la conciencia”, pero seguías disfrutando el momento. Cuando por enésima vez interpusiste tu manita al ataque de la enorme pica y, no conforme con ello me tomaste del brazo y me jalaste diciendo ¡No Carlónimo, lo siento, mejor no, estoy aterrada, no me inyectes, te lo ruego! Y me jalaste inclusive del cinturón y luego del cuello, quedando yo doblado y nuestros labios a un palmo y finalmente los juntamos, perdí totalmente el control y no se cuánto tiempo pasó antes de que me incorporara, arreglara mínimamente mi atuendo y volviera al acto de inyectarte.

Los dos nos quedamos muy serios, la tensión corporal y el agitado rítmo de nuestra respiración nos delataba y nos hacía cómplices de algo no consumado pero que flotaba en el ambiente y nos apuraba a cumplir el trámite de la inyección.

“Tomé con firmeza una porción de tu glúteo derecho y sin darte tiempo a reaccionar te clavé la aguja” No moviste un solo músculo, la espesa sustancia fluyó sin interrupciones hasta perderse en tu elástico cachete que temblaba menudamente sin que esto tuviera que ver con la recepción del medicamento.

Sentí que “el contacto suave y cálido de mi mano sobre tu piel, te excitaba”.

Sin represión alguna me incliné besando una y otra vez tus firmes nalguitas que respondieron con un espontáneo abombamiento. Te Separé los glúteos y besé tu deliciosa grieta descendiendo hasta posicionarme en la húmeda vulva y estimularla próvidamente. Tenía a la vista la espectacular curvatura de tus tersos y generosos glúteos que se alzaban demandantes y sugerentes.

Sintiendo que habíamos llegado a un punto del que no se puede regresar, bajé el cierre de la bragueta, me dejé caer
el pantalón, deslicé con impaciencia mi ajustada trusa y te monté aplicándote una profunda estocada vaginal, seguida de un agitado roce que tú acrecentaste con rabiosas arremetidas que me hacían temblar de placer.

Nuestra respiración era ostentosa, audible, escandalosa, gemíamos profusamente y caímos en un supremo instante de parálisis en el que descargamos con euforia nuestras más íntimas y abundantes emanaciones. Caí por fin rendido sobre tu espléndido cuerpo y me estuve relajando mientras besaba todavía con ansiedad tus labios, tus mejillas y tu esbelto cuello.

India -

Querido Carlónimo: preciosa iniciativa. Si me permitís, querría que seas vos quien me ponga una inyección en el culito; recordarás que había quedado pendiente...
Me pusiste las hormonas que me mandó Paulo; me hice los análisis y él me recetó 3 meses de inyecciones para regularizar los niveles hormonales, que están desquiciados. Sostiene que es por el nivel de estrés que tengo: mi marido (ahora, feliz aunque duramente, ex),el fin de año en el colegio, en fin, la vida misma. No voy a ocultar que la amenaza de desaparición del blog, también me afectó.
La primera me la puso el farmacéutico de la esquina de casa, ¿te acordás? hasta ahí bien porque no sabía cuánto dolían. La que te tocó a vos ya fue otra cosa: me costaba relajarme y cada vez que estabas por pincharme yo me arrepentía y me tapaba la cola con la mano. Por otra parte, también me acosaba la conciencia de que me estaba por pinchar una leyenda viviente. Hay algo en vos, un cierto charme que no podría definir, que me inquietaba. Me tuviste una paciencia increíble, te lo agradezco. Finalmente, te pusiste serio y con tu voz profunda me dijiste: "Bueno, India! Basta! Esto hay que hacerlo y es mejor si colaborás" Me tomaste con firmeza una porción del glúteo derecho y sin darme tiempo a reaccionar me clavaste la aguja profundamente; el líquido entrando me dejó sin respiración, ni llorar pude. Mantuviste el ritmo sostenido hasta que la inyección se terminó y como señal me diste dos palmadas. El contacto suave y cálido de tu mano sobre mi piel, te confieso, me excitó. La cola me dolía horrores pero, viendo que no ofreciste espontáneamente consuelo y que aún no tenemos tanta confianza, tampoco lo pedí. Quizá si quisieras pincharme nuevamente...

Simón -

Francamente es lo que buscamos siempre; no albergues demasiadas esperanzas. No quiero ser negativo, pero mucha gente lee y poca gente escribe.

Por otro lado, cuidado con lo que decís; sos esclavo de tus palabras y me encantaría tener tu culo a mi disposición. Sería un enorme cambio en las condiciones en las que te vas a poder sentar.
No dudo que también le gustaría a Silvia pincharte, así que preparate. Igualmente, no te angusties porque vos sabés que nos gusta vernos mutuamente con las nalgas pinchadas, así que seguramente podrás sacarte con nosotros las ganas de pinchar.

Carlónimo -

Mi querido Simón, con estas espléndidas concesiones por favor pínchame el culo cada vez que lo desees.

Mi relato anterior es como semilla y espero que cada lector la haga germinar según le plazca y que nos comente su forma personal de vivirlo. Eso daría pie a mucho intercambio ¿Ves lo que busco en esta etapa? Ojalá que se nos haga. Ya te diré lo que ocurrió cuando me dejaste en la gratísima compañía de Silvia.

Simón -

UFFF! y ahora sale repetido... qué vamos a hacer!

Simón -

No se por qué no me deja subir la respuesta.

Hago una nueva prueba a continuación, si no, después intento nuevamente.

Cuáles son los términos que querés que explique, querido Carlónimo?

La canción que elegiste también es maravillosa, pero la que usé yo muestra más tu huidiza actitud hacia la aguja: nos embrujaste a todos y te diste el lujo de pincharnos a todos pero, en cambio, poco te gusta poner la colita para el pinchazo. Te resististe bastante, me tuve que poner firme, pero conocés que la paciencia con amigos que han tenido lamentables experiencias con las inyecciones es uno de mis dones. La parte que no contaste es que a último momento entró Silvia a ver qué sucedía con el griterío y, viéndote tan desencajado, me solicitó consolarte un poco para que te tranquilizaras. Me fui para dejarte disfrutar del momento en libertad, aunque luego entré yo para ver qué te sucedía porque se escuchaban más gritos, aunque de otra naturaleza...

Tengo pendiente, porque ahí había llegado, el relato del festejo del primer mes de matrimonio. Ya llegará.

Simón -

Cuáles son los términos que querés que explique, querido Carlónimo?

La canción que elegiste también es maravillosa, pero la que usé yo muestra más tu huidiza actitud hacia la aguja: nos embrujaste a todos y te diste el lujo de pincharnos a todos pero, en cambio, poco te gusta poner la colita para el pinchazo. Te resististe bastante, me tuve que poner firme, pero conocés que la paciencia con amigos que han tenido lamentables experiencias con las inyecciones es uno de mis dones. La parte que no contaste es que a último momento entró Silvia a ver qué sucedía con el griterío y, viéndote tan desencajado, me solicitó consolarte un poco para que te tranquilizaras. Me fui para dejarte disfrutar del momento en libertad, aunque luego entré yo para ver qué te sucedía porque se escuchaban más gritos, aunque de otra naturaleza...

Tengo pendiente, porque ahí había llegado, el relato del festejo del primer mes de matrimonio. Ya llegará.

Carlónimo -

¡Vaya sorpresa, nunca lo imaginé! Pero ya que me lo dices explica siquiera los términos para saber en qué forma perdí.

Pero tu opinión acerca de mi conducta está imbuida por cuestiones ideológicas, tu mente es ordenada y lógica.

En cambio yo, estoy cortado por la tijera de la asimetría, el desorden y la sinrazón. Tal vez por eso choco con la gente.

Crecí también con María Elena Walsh, pero me identifico más con esto.

http://www.youtube.com/watch?v=KlMQZsifcio

Luego me cuentas de la sensualísima Silvia. Con todo respeto y perdón tuyo: la extraño y no dejo de evocarla.

Simón -

Mmmm! Espléndido! Yo decidí pincharte a vos; imaginátelo como quieras. A mí, me sobra con alcanzar con la aguja una de las dos colas más escurridizas de este blog (la otra es la de tu hermano, ya le llegará el momento)

Conocés la canción del brujito de Gulubú? Es una canción infantil de la maravillosa María Elena Walsh, con quien nos criamos todos los de mi generación.

http://www.youtube.com/watch?v=inNliytef-I

Había una vez un bru,
un brujito que en Gulubú
a toda la población
embrujaba sin ton ni son.

ESTRIBILLO
Pero un día llegó el Doctorrrr
manejando un cuatrimotorrrr
¿Y saben lo que pasó?
¿No?
Todas las brujerías
del brujito de Gulubú
se curaron con la vacú
con la vacunaluna lunalú.

La vaca de Gulubú
no podía decir ni mú.
El brujito la embrujó
y la vaca se enmudeció.

ESTRIBILLO

Los chicos eran muy bu,
burros todos en Gulubú.
Se olvidaban la lección
o sufrían de sarampión.

ESTRIBILLO

HA SIDO EL BRUJITO EL U,
UNO Y UNICO EN GULUBÚ
QUE LLORÓ, PATEÓ Y MORDIÓ
CUANDO EL MÉDICO LO PINCHÓ

Y después se marchó el Doctorrrr
manejando un cuatrimotorrrr
¿Y saben lo que pasó?
¿No?
Todas las brujerías
del brujito de Gulubú
se curaron con la vacú
con la vacuna
luna luna
lú.

Habrás sido como el brujito de Gulubú?

Gracias por este momento.

Carlónimo -

Pues qué bueno encontrarte ¿por qué no nos ponemos a escribir un rato?

Pequeño examen de inclinaciones y sentimientos (responda usted con toda sinceridad)

¿Hay alguien a quien tú muy especialmente deseas? Imagina a quien tú más quieras, alguien a quien conozcas, o una persona cuyos encantos te hayan impresionado. Si prefieres, puede tratarse de un ser imaginario que sólo viva en tus fantasías. No te limites, selecciona ambiciosamente y disponte a disfrutar de tu encantador personaje.

Imagina que, por azares del destino, se te presenta la ocasión de inyectar a esa personita, o de que él o ella te inyecte a tí, si así lo deseas.

La escena tiene lugar en una habitación muy confortable, de ambiente cálido, muy bien acicalada. El tibio sol vespertino penetra oblicuamente por la ventana marcando una suave fraja transversal sobre la superficie de la mullida cama.

Puedes besar los labios de tu personaje si así lo deseas, acariciar sus mejillas, su cabello. O escenificar un pausado diálogo preliminar en el que disfrutas la sonrisa y los indiscutibles encantos corporales que tienes a tu disposición.

La cuidadosa preparación del medicamento es una etapa de gran erotismo. La jeringa, el alcohol y la ampolleta, se conjugan enmarcando el excitante momento. Admiras la rudeza del puntiagudo acero y la impactante densidad de la sustancia que poco a poco va colmando el esbelto cilindro, succionada por el implacable émbolo que finalmente se eleva expulsando las pequeñas burbujitas de aire, hasta que una gruesa gota de medicamento asoma por el vértice y resbala titubeante a lo largo del asta.

Todo está listo para la aplicación ¿en qué pose te gustaría colocar a tu personaje?

De pie con las deliciosas nalguitas en suspenso; Boca abajo, con el culito más relajado; De costado, teniendo la pierna superior ligeramente adelantada para dilatar la superficie de punción; o bien, sobre las piernas con el atrayente culito inicuamente entregado. Selecciona la que gustes y disfrútala.

¿Prefieres una inyección sin aspavientos o te estimulan las escenas de gritos, explosivas quejas y forcejeo? Puedes optar por una violenta aplicación con feroz sometimiento emocional y corporal, si así lo deseas.

¿Qué te excita en particular del amenazado culito de tu personaje? Tal vez su tersura, rigidez, el involuntario espasmo, la apetecible palidez, o simplemente el saber que se trata de las nalguitas de tu ser amado. Cualquiera que sea el caso, disfrútalas. Tu protagonista, que puedes ser tú, está indefenso rendido, humillado y excitado por la inminencia del martirio.

¿Te estimulan las sutiles quejas o te inclinas más bien por los sollozos, el jadeo y el forcejeo? ¿Prefieres que tu personaje, implorante de clemencia, llore en silencio, o que grite y emita fuertes reclamos?

La parte ejecutora responderá también como tú lo prefieras, ya sea con mimos, palmaditas y cariñosas reconvenciones, o bien, con severos regaños, advertencias, gritos y violentos manotazos en ambas nalgas.

Las yemas de los dedos señalan ya los posibles sitios de puntura, el cachete escogido se engalana con súbitos repliegues, bellísimos enjutamientos y ondulaciones.

Encarando una actitud impávida de estricto control mental y corporal, o bien de resignación al sufrimiento. O ¿por qué no? al fragor de gritos, manotazos y pataletas, la aguja perfora con violencia aquella formidable y compacta carnaza, que la acoge sumisa, temblorosa, sacudiéndose de pavor.

Cada una de las arremetidas del émbolo aumenta la introversión de tu personaje que cierra los ojos y se abandona a sus propias fantasías, o tal vez estalla en lamentos. Si te inclinas por lo segundo ¿cómo deseas que estos sean: moderados y suplicantes; o violentos y desafiantes?

Y la actitud del ejecutor ¿en qué términos la deseas? Cariñosa, respondiendo al dolor con tiernas palabras, caricias y lisonjas; o represiva, censurando, amenazando y golpeando a la quejosa víctima que ya no aguanta la dolencia y: suplica que se le tenga al menos un poquito de consideración y paciencia; o prácticamente se revuelca en la cama y forcejea con el aplicante quien la somete a jalones y cachetadas.

La jeringa está casi vacía, el émbolo empuja las últimas gotas del incómodo medicamento.

La situación de tu personaje es lamentable, sus nalguitas se estremecen y están en máxima tensión al afrontar un dolor que resulta inhumano. Pero afronta el calvario con sorprendente paciencia mordiendo sus labios y escondiendo la cabeza entre los brazos. O si prefieres, estalla en gritos, insulta al aplicante, tensa el cachete tratando de impedir la entrada del líquido y reparte mamporros a diestra y siniestra.

La aguja es por fin extraída y se inicia la fase de recuperación. Tu amado personaje se encuentra exhausto. Cualquiera que haya sido su actitud, se queda en relativa calma: emitiendo suspiros casi imperceptibles; o espasmódicos gimoteos que parecen ahogarle.

Las atractivas nalguitas permanecen a la vista adornadas con la marca del doloroso piquete y el rubor producido por las tensas condiciones que han enfrentado. Se ven deliciosas, no es posible abstraerse a sus innegables encantos, exacerbados por la sugerente situación de que se
abomban eróticamente pidiendo con descaro algún tipo de estimulación.

Las suaves caricias por medios manual y facial no se hacen esperar. La lengua del aplicante recorre los linderos de la profunda raja y se interna decidida hasta el erizado capullito rectal, barnizándolo, recorriéndolo, vulnerándolo.

El afilado rulito penetra una y otra vez aquella estrechísima cavidad hasta alcanzar una perfecta sincronía. El esfínter se expande en la penetración y se contrae en la expulsión, para dilatarse de nuevo y alcanzar así un supremo vaivén.

Con la jeringa vacía en mano, disfrutando la vista de aquellas preciosas nalguitas cuya suave superficie dibuja las artísticas ondulaciones del vigoroso esfuerzo muscular, el aplicante percibe los primeros síntomas de la implacable explosión que se aproxima. Tu personaje solloza, gime, grita, se desgañita y revienta un descomunal orgasmo.

Simón -

MUY QUERIDO Carlónimo (a pesar de todo, muy querido): Las palabras no son agrias sino doloridas. Y de todos modos, no son más que repetición de algo que vos mismo dijiste. Resulta notable cómo las cosas suenan diferente en boca de otro que en la propia. Sin embargo, si te sonaron mal o te resultaron hirientes, me disculpo; no fue la intención.

Desde la última vez que entré y proferí aquellas "agrias palabras", no había vuelto al blog; hoy decidí entrar y para mi sorpresa también lo habías hecho vos. Tengo la sensación de que nuestros destinos están inextricablemente unidos de algún modo que ninguno de los dos llega a comprender. Supongo que tendré que aprender a vivir con ello, aunque pienso que cuando se quiere a alguien se busca tener contacto con él; al menos a mí, no me da lo mismo la cotidianeidad que el "cuando tenga algo de tiempo". Pero no te preocupes, me esforzaré por aceptar tu visión de las cosas; espero lograrlo.

Carlónimo -

Simón, a tus agrias palabras respondo con el cariño de siempre. Como un día de aquellos de gloria te dijera:

Estoy muy feliz por el intercambio que hemos podido lograr. Enhorabuena Simón ¡Tú has sido un poderoso factor de apuntalamiento! Me privilegias y me honras con tu amistad.

Fecha: 18/11/2009 16:37. Mañana se cumple un año.

Tal vez no nos tratemos nunca más, pero, que te deje de querer, eso no será.

“más vale tarde que nunca” ¡vaya cosa! como si nuestra relación hubiera empezado apenas ayer…

Simón -

27 de octubre:
"quise restablecer el blog para que no se diga que yo precipité el final"

6 de noviembre:
"En verdad los quiero..."

Querido Carlónimo: si tuviera que contestarte utilizando la dureza con la que le replicaste a Gastón, debería decirte "...la próxima vez, lo poco o lo mucho que le vayas a dar, dáselo oportunamente"
Sin embargo, prefiero pensar que más vale tarde que nunca.

Por lo demás, todo está como estaba: vos entrás "cuando te plazca" y yo te leo y comento cuando me de la gana.

Estimada Tamara: en mi caso particular, porque tengo ganas de leer lo que escriban otros. Ojalá sea posible...

Carlónimo -

Querido Simón y queridos todos. El que yo me retire un poco del blog no es razón para que ustedes enmudezcan. Yo solo estoy tratando de darme espacio para cumplir un compromiso pero no he renunciado a participar. Les aseguro que volveré para comentar con buen ánimo lo que escriban y ofrecerles uno que otro relato. En verdad los quiero y deseo verlos contentos.

Tamara -

Yo no se por que dejan de escribir

Simón -

Lamentablemente, aún no puedo revertir el hábito de entrar sistemáticamente a ver qué novedades hay; pero ya lo haré.

Entre más leo lo que escribiste el miércoles más decepcionado (y no enojado) me siento: es bastante doloroso leer "quise restablecer el blog para que no se diga que yo precipité el final"; me hubiera gustado más que dijeras que volviste, aunque sea un breve tiempo, porque nos tenías cariño. En fin, creo que nunca se termina de conocer a las personas...

Respecto a la metáfora de la empresa, yo no soy el socio fundador por lo que no está en mí cerrarla. Lo que mi formación profesional sí me ha dado es la capacidad de oler a la distancia la "psicopateada"; no pienso hacerme cargo de lo que te corresponde. Al día de hoy, y no siempre fue así, más bien soy uno de los clientes insatisfechos.

Como diría el tango Nostalgias (Del gr. νόστος, regreso, y -algia, dolor): "Hermano, yo no quiero rebajarme, ni pedirle, ni llorarle...", por lo que acepto tu decisión,

Hasta la próxima!

Carlónimo -

Ese diálogo "que les gusta" seguramente volverá a desatar las críticas de los que "sólo leen atentamente pero no escriben" y exigen lo que no dan... y es el cuento de la buena pipa.

Querido Simón, tú que eres alto ejecutivo con visión de mercado, conoces muy bien que entre los objetivos fundamentales de cualquier empresa está la orientación al cliente. Si un producto gusta tiene futuro, pero si no gusta, lo dewscontinúas y ya

¿O mejor te enojas y cierras la empresa?

Me encantaría conocer tu opinión… cuando te de la gana entrar y leer.

India -

Ay! Por favor! de nuevo, no! Justo ahora que les estaba agarrando el gustito. Amigos, no la estoy pasando bien y los necesito de verdad.

Querida Jose: Ese doctor supo cómo lograr que hicieras lo que tenías que hacer. Supongo que sabrás qué te podría contestar cualquiera de nosotros a tus preguntas. Si trabaja contigo y te lo podés cruzar en cualquier momento, ¿qué explicación le vas a dar acerca de por qué no volviste a seguir el tratamiento?
Por otro lado, es doctor; si te mandó un tratamiento es porque lo necesitás. Son solamente tres pinchacitos. Y no te sientas culpable, no sucedió nada.

Josefina -

jajajaja parecen chicos peliando por tonteras, cada uno es libre escriban cuando quieran y lean cuando quieran, la vida es mas facil.
por mi parte les cuento lo que me paso.

Estaba en cama con una terrible gripe y cada dia con mas fiebre y dolor en la garganta, mi novio estaba de vije y me sentia cada dia peor, pense y pense en sus consejos pero no lograba tomar la iniciativa de acudir a un doctor. Igualmente me levante y fui a trabajar. Una vez alla comenze a sentir que me inundaba mucho calor, estaba mojada y tuve que quitar mi delantar y abrir un poco mi blusa y moje con agua entre mis senos para disminuir la sensasion, lo que no mire es que mi puerta estaba abierta, de pronto entro un medico que lleva poco tiempo trabajando conmigo, quien al verme medio desnuda y en una posicion poco comun para el trabajo se quedo atonito parado en la puerta, al darme cuenta me puse muy nerviosa y trate de incorporarme cerrando mi blusa y tomando el delantal, frente a lo cual se acerco a mi y tomo mi mano deteniendo toda posibilidad de acción. me apresure a explicarle que tenia mucho calor y que no me sentia bien, en ese momento cerro l puerta con seguro y tomo su fonendo para auscultarme diciendo "me parece linda que estas enferma, dejame examinarte", no sabia que decir, estaba inundada por una sensacion extraña, tenia verguenza pero a la vez me exitaba sentirlo cerca, mi corazn comenzo a latir mas fuerte y mi respiración se hizo a cada segundo mas rapida. Termino de abrir mi blusa y comenzo a auscultar, mientras yo estaba inmovil. "parece que estas asustada,tranquila linda que yo no muerdo", la verdad y solo se los cuento a ustedes lo unico que pensaba era en que ojalá si lo hiciera. "Parece que tienes fiebre linda, vamos a tener que tomar la temperatura" y se acerco a un mueble donde tenia un termometro, de forma casi automatica, levante mi brazo pero fui detenida rapidamente por aquel seductor, quien me dijo " no no, boca abajo, es la temperatura mas confiable, asi que relajate linda y prepara la cola", me resisti diciendo qe no me gustaba y que me daba un poco de temor, pero el parecia no escucharme, "pareces una nena chiquita, y rapidamente pero con dulzura, despejo mi escritorio y me condujo a acostarme en el, en ese minuto estaba temblando, pero exitada a la vez, sentia como me mojaba increiblemente, e intentaba que no lo notara. De pronto subio mi falda y bajo mi ropa interior en un par de minutos, sintiendo casi inmediatamente como separaba mis nalgas e introducia firme pero suavemente el termometro, "tranquila preciosa, relajate, es solo un par de minutos" a cada segundo enterraba mas mi cabeza en el escritorio, mientras el acariciaba mi pelo con ternura. Al retirar el termometro me dijo "mmmm Jose tienes fiebre y bastante, tendremos que inyectar un antibiotico" casi inmediatamente reaccione con negativas, me desespere de la sola idea de ser inyectada, le dije que tenia mucho miedo y que no permitiria aquel tratamiento, pero para mi sorpresa me respondio "jose, no te estoy preguntando, te estoy informando lo que haremos, si te portas mal tendre que darte nalgadas como si fueras una niña", frente a semejante amenaza me quede quieta temblando, lo miraba fijamente mientras abria la ampolla, la introducia en la jeringa, cambiaba la ahuja, me desinfecto parte de la cola y comenze a moverme y apretar las nalgas "tranquila linda, relaja la cola" y dandome palmaditas intentaba que me soltara, sin embargo no lograba su objetivo. Entonces comenzo a acariciarme on sus manos grandes, las piernas, los muslos, las nalgas, yo solo pensaba en los deseos enormes que sentia por ser penetrada por aquel hombre, un par de gemidos se me escaparon, descuido que aprovecho el Dr. para pinchar mi cola, fue inebitable el grito de dolor que me causo aquella inyeccion pero con una mezcla de deseo. Cuando finalmente termino me dijo "viste que no fue tan malo", me levante de mi escritorio mientras el permanecia sentado en mi sillón, cuando por fin ya estaba de pie me miro fijamente y tiro mi brazo hacia el, dejandome sobre sus rodillas con la cola expuesta, me sujeto de tal forma que no pude moverme, senti que saco de su bolsillo un medicamento con tamaño parecido a una bala , fue entonces cuando descubri lo que se me venia, "linda tienes mucha fiebre, asi que pondremos un supositorio para que te sientas mejor" comenze a mover mis pies intentando soltarme de aquella situación, frente a lo cual solo senti una fuerte nalgada y como introducia su dedo en mi ano con un supositorio, tuve un orgasmo increible. Cuando todo huvo terminado me pare y el me ayudo a vestirme, finalizando con la postura de mi delantal blanco, no hablamos ni una sola palabra, me acerco a su cuerpo y me beso lenta y profundamente, me miro fijamente, y me dijo " te espero mañana en la consulta, son dos inyecciones mas" y dando media vuelta se fue...
me siento mal pues fui infiel a mi novio en el pensamiento y con el beso maravilloso que recibi aquella mañana, desde entonces sueño y pienso en esto todo el dia, no he ido a mis otras inyecciones, ¿Que hago? ¿Sera mejor dejar el tratamiento hasta aqui?

Simón -

Ahí vamos de vuelta!

Más allá de que nunca dijiste que en esta segunda etapa te quedarías, ¿se puede saber qué es lo que hace que de golpe te resetees y comuniques secamente tu retirada? Lo siento, Carlónimo, pero no puedo evitar que me irrite. Ese diálogo "que les gusta" seguramente volverá a desatar las críticas de los que "sólo leen atentamente pero no escriben" y exigen lo que no dan... y es el cuento de la buena pipa.

Hagamos al revés; escribí cuando puedas y cuando a mí me dé la gana, entro y te leo.

Carlónimo -

Querido Simón, quise restablecer el blog para que no se diga que yo precipité el final, pero mi decisión no ha variado, en relidad tengo que atender un compromiso contraído. Gastón volverá porque aquí están sus amigos dispuestos a seguir el diálogo que les gusta. Yo vendré ocasionalmente, cuando pueda y me plazca hacerlo. De manera que no me estoy despidiendo.

Ana Paula -

Querido Carlonimo, me encanto el relato, aunque hayas traslapado el nombre lo sentí mío desde un principio, muchas gracias.

Simón, vengo regresando de ir con Clau a dar un paseo con los chicos, la pobre ya no sabe qué hacer para saber qué le pasa a Gastón, me dice que lo nota muy triste y pensativo, y que cada vez que le pregunta que le pasa, él le arma la bronca, diciéndole que no le pasa nada. Me dijo que Gastón acostumbra, cuando es feriado, quedarse en casa para estar en familia, y que hoy a la mañana muy temprano, salió para la clínica. Ella siente que él la esta evadiendo, que sale muy temprano y llega cuando ella ya está dormida. La verdad yo no sabía ni que decir, solo le pude decir que Gastón la ama por sobretodos las cosas y que seguramente tendría algún problema en la clínica, que estuviera, tranquila. La acompañe hasta su casa y cuando llegamos venia llegando Gastón, así que aproveche para invitarlos a la casa a la noche a tomar algo, así que aprovechando que vendrán en la noche, sus hijos se vinieron a casa conmigo, tal vez el tiempo solos lo puedan aprovechar para hablar y solucionar sus problemas. Ya la llame a Sil y me dijo que ustedes también vienen, así que nos vemos a la noche.

Son muchos nombres los que tenemos para la nena, las opciones que yo doy son en orden de preferencia: Maite, Regina, Emilia, Lucrecia, Eugenia e Irene.
Los de Paulo: Fernanda, Paula, Alejandra, Cecilia, Mariana, Isabel y Lucia.

De los que él propone, los únicos que me gustan son Lucia y Alejandra, y a él de los míos Regina y Eugenia, así que no logramos ponernos de acuerdo, hoy les preguntamos a la mañana a los chicos por separado, y Jero dijo que Emilia y Sofí que Mariana, así que seguimos en las mismas.

Simón -

Qué lástima! De esta manera me privás de uno de los traseros más lindos que conozco!

Gastón no está enfurecido, está dolorido. Si te parece, podrías intervenir; tu opinión siempre tuvo influencia y, sin tratar de inculparte, tus comentarios acerca de los acontecimietnos con India lo abatieron bastante. Ya sé que tratás de desacartonarlo, pero el doc es como es.

Carlónimo -

Perdón, escribí con respecto al relato de Ana Paula pero se me traslapó el nombre “Claudia” Espero que Gastón no termine de enfurecer.

Simón -

Querido Carlónimo: Claudia? o Ana Paula? A quién pinché? o me saqué el gusto y las pinché a las dos?

Querida Ana Paula: Qué alegría que todo ande bien yque venga una nena! respecto del nombre, en lugar de proponer nosotros, por qué no comentan aquellos en los que no pueden ponerse de acuerdo y nosotros damos nuestro voto?
Respecto de Gastón, ni idea. Está cerradísimo. Podemos probar, si querés, vernos a la noche.

Como es feriado, justamente, no puedo escribir nada porque tengo a Silvia rondando permanentemente. Mañana les cuento de los festejos.

Carlónimo -

“Me replegué el vestido y baje solo un poco la panty”.

Era una tela en tono coral delgadísima que armonizaba la espléndida figura espigada y torneada de Claudia, quien insertó con viveza los pulgares en el elástico de la pequeña panty y lo llevó hasta la cima de los esponjados mofletes, cuya tonicidad y lisura son en verdad atrayentes.

Me sentía nervioso por tener a la vista aquellos íntimos encantos en presencia de Silvia, quien disfrutaba la erótica escena ayudando a Claudia a recostarse y a recomponer su postura, mientras le acomodaba el faldón del vestido en la zona de la espalda.

Era tan voluptuosa la vista parcial de los enardecidos glúteos que no pude resistir la tentación de recrearlos en plenitud, así que armándome de valor y desafiando la vigilante mirada de mi esposa tomé yo mismo la nacarada prenda de encaje deslizándola de un primer jalón hasta el pliegue de las nalgas y después un poco más abajo hasta los tubulares muslos que Claudia mantenía escrupulosamente juntos, lo cual no evitó que apareciera, de manera más que sugerida, la deliciosa fallita vaginal.

Disparándome una severa mirada, Silvia tapó con la panty el reducto del excelso placer y yo disimulé ocupándome en revisar la jeringa. Luego palpé con fruición cada uno de los espléndidos cachetes y hundí la agudísima pica en el izquierdo, haciendo que la preciosa paciente respingara y juntara desesperadamente las nalguitas tratando de aminorar la aguda dolencia que el súbito desgarre le producía. Por más que le sacudí los esféricos glúteos ella no aflojó ni un ápice, sino que estrujó aún más la cola al sentir el ardiente líquido.

No se qué tienen las inyecciones que nos enardecen y alimentan nuestro instinto sádico masoquista. Evidentemente, Claudia disfrutaba y “se defendía” enjutando el culito. Y eso avivaba mi obsesión de acelerarle el hiriente flujo.

Empujando de golpe el émbolo, la hice temblar y patalear lo cual, confieso que tanto a Silvia como a mí nos llevó a un estado exacerbado de excitación por el que, habiéndose retirado nuestra amiga, nos enfrascamos en un coito verdaderamente demencial.

Ana Paula -

Ayer fue un día genial para mi, tuvimos cita con el obstetra para conocer el sexo del bebe, ES NIÑA!!!!, Paulo y yo no pudimos evitar las lagrimas, estamos felices porque ahora si el peligro paso y pudimos reanudar nuestra vida sexual ayer, teníamos los mismos tres meses de pinchazos sin hacerlo, ayer fue tierno y suave, lo disfrutamos mucho los dos, también me ha autorizado a dejar el hierro esta semana, nada más terminar con las ampolletas que tengo. Ahora lo único que queda es decidir el nombre de la beba, Paulo y yo no podemos ponernos de acuerdo, se aceptan sugerencias.

Simón, por favor decime que podemos hacer con Gastón, Clau me llamo ayer para preguntarme si yo sabía , por Paulo, que le pasa a su marido, que lo nota distante y no sabe qué hacer, por favor debemos de hacer algo para que esto no se haga más grande. ¿Qué sugerís? Te parece que aprovechando que hoy es feriado acá, organice algo en casa para vernos todos?. Por favor contame como vas con los pinchazos y la terapia?

José, querida por favor, contanos como vas, fueron necesarias las inyecciones.

Simón -

Querida Ana Paula: te comprendo perfectamente bien; yo no llevo 3 meses de pinchazos diarios pero entre las vitaminas que me empezó a dar Sil en la luna de miel y ahora estas que me recetó Gastón, no doy más. Espero que ahora que estoy en el tratamiento kinesiológico lo de los pinchazos se termine.
Desde luego, el consuelo que me dio Sil fue espléndido; contemplando que mucho no me podía mover, volvió a darme una chupadita increíble y, para compensarla, yo le hice sexo oral a ella. Ya saben que le encanta (bueno, le encanta todo!).

En cuanto a Gastón, no se qué decirte, querida Ana Paula. Ya estaba bastante mal con el asunto de sentir que había traicionado a su mujer y la nueva intervención de Yamil, lo desanimó otra vez. No está queriendo entrar y menos escribir en el blog. Ya veremos qué hacemos.

Jose no nos contesta; me temo que no esté haciendo caso a las indicaciones de su doctor.

Si luego tengo algo de tiempo, les cuento cómo fueron ayer los festejos por el primer mes de matrimonio.

Ana Paula -

Al día siguiente de la inyección que me dio Gastón, después de dejar a los chicos en el cole, fui a casa de Silvia y Simón , ya que tenía que tratar con ella algunos asuntos del proyecto laboral que estamos haciendo, Simón interrumpía nuestra concentración muy seguido, hasta que decidimos poner fin al trabajo y dedicarnos a charlar, me mostraron la fotos del matrimonio y de la luna de miel, son unas imágenes divinas, hay sobre todo una en la que salen Carlonimo, Simón y Gastón muy guapos y elegantes, que es digna de enmarcarse, en su luna de miel recorrieron sitios fantásticos, Ushuaia es un sueño, se nos fueron las horas viendo las fotos, tanto que la llame a Clau para que recogiera a mis hijos y ya más tarde pasaría yo a su casa a buscarlos. Comimos algo ligero y mientras Simón dormía la siesta Sil y yo retomamos el trabajo, afortunadamente ya nos ha salido un proyecto bastante grande así que estamos de trabajo a tope. Cuando Simón se despertó vino a reunirse con nosotros, en ese momento aproveche para pedirle a Sil que me diera el hierro, sabiendo que no aceptaría y le pediría a Simón que me lo de, quería hacerle saber a Simón que le tengo confianza.
“Pero Ana Pau, no te quiero hacer doler, mejor que te lo de Simón”
“Sil, me da un poco de vergüenza, Simón todavía no se siente bien”
“Ana Pau por favor, yo me siento bien, y estoy seguro de que Paulo le daría el hierro a Sil si yo me encuentro fuera, y de vergüenza nada, estamos en confianza mujer, ándate al dormitorio y relájate en lo que preparo”, Fui hasta el dormitorio seguida de Sil, me senté en la cama a esperar a Simón.
“Anda preciosa, deja la cola al aire que así no te puedo pinchar “dijo Simón jeringa en mano. Me replegué el vestido y baje solo un poco la panty.
“Ana Pau, hay que bajarlo todo para que pueda ver lo que hago, por dios estamos en confianza” mientras metía la mano por el elástico y bajaba la panty hasta el comienzo de las piernas.
“Ahora bien flojita para que no duela, ya verás que mano tengo, pregúntale a mi mujer……” siguió hablando para distraerme, la verdad es que no escuche lo que decía porque estaba tratando de relajarme cuando sentí la aguja entrar, apreté la cola, Simón comenzó a darme palmaditas para que aflojara.
“Ana Pau, afloja preciosa yo se que duele pero entre más rápido acabemos es mejor”
“Si, Simón perdón pero es que ya no puedo, tengo la cola a la miseria, llevo tres meses con pinchazos diarios, no doy más”
“Tranquila Ana Pau, ya esta, terminamos” dijo mientras me daba un enérgico masaje.
“Gracias Simón, es verdad que tienes buena mano, pero aun así me hiciste doler”
“No te preocupes preciosa ya algún día te vengaras”
“Vale, algún día será”, cuando dije eso, de inmediato interrumpió Silvia
“Que te parece que sea ahora mismo, Gastón le mando un tratamiento de complejo b, para las neuropatías periféricas, porque no le das tu el primer pinchazo” Simón empezó a titubear, tratando de argumentar a su favor, cuando Sil saco de la mesilla, las ampolletas y la jeringa y me las entrego. Yo miraba a Sil y a Simón, sin saber qué hacer, hasta que Simón pudo articular palabra.
“Cuando a mi mujercita se le mete algo en la cabeza, no hay quien la pare Ana Pau, la venganza llego más rápido de lo que pensé, por favor se buena conmigo “
“Tranquilo querido, seré buena, intenta relajarte en lo que preparo” se acostó en la cama y se bajo un poco la ropa, cuando Silvia llego por atrás y le bajo de un tirón el pantalón hasta el comienzo de los muslos, gritando “Hay que dejar la cola al aire para que pueda ver lo que hace mi amor, afloja la cola “mientras le daba nalgaditas. Cuando termine de preparar la jeringa con la espesa sustancia, me di vuelta y ahí tenía yo a Simón con el culo al aire y Silvia a su lado buscando el lugar para la inyección palpándole las nalgas.
“Mira Ana Pau, este es un buen sitio” desinfecte el sitio y lo pinche, espere a que se acostumbrara y comencé a apretar el embolo poco a poco, Simón grito y se quejo muchísimo, la verdad es que la sustancia era más solida que liquida, Silvia le acariciaba la cabeza, ella se notaba excitadísima, algún gemido se le llego a escapar, nada más terminar volví a limpiar el sitio, le di un breve masaje, antes de que Simón se intentara incorporar le dije que se quedara un rato acostado, tome mi bolso, y le dije a Sil que consolara a su marido, que conocía la salida, era tarde y debía buscar a mis hijos .

Gastón, por favor no te alejes te extrañamos, anda no seas malo.
José; gracias por tus buenos deseos, por favor hazle caso al médico.
India, en verdad espero que todo vaya mejor, no dejes de contarnos

Simón -

Querido Antónimo: me imaginaba así a Andrea y más! Siempre fue apasionada; voy a blanquear ahora que mientras Claudia y Gastón noviaban, tuvimos un breve acercamiento sin que ellos se enteraran. Así es que conozco a Andrea en la intimidad, pero hace muchos años y creo que ha madurado y se ha puesto más interesante aún. En esa época éramos dos jóvenes alocados y las cosas no prosperaron porque ninguno tenía intenciones de llegar a nada serio.
Así que ya ves, me querías sorprender y yo te sorprendí a vos.
Te cuento que me alegra que disfruten, los dos se lo merecen.

En cuanto a la kinesióloga, sí está apetecible. Pero por el momento prefiero guardarme para Silvia. Mi mujer, para mí, es la más apetecible y si no me apasiona ella exactamente a un mes de casarnos, estoy para pegarme un tiro.

Simón -

Querida Jose: ¡Qué bueno que estés de vuelta por acá! Lástima que tenga que decirte de nuevo que pongas la cola tranquila que las inyecciones que te mandan son para que mejores. Acordate todo el tiempo de las indicaciones de Gastón; hacé de cuenta que es él el que te la está poniendo.

Y ya que estamos alentando a amigas miedosas... Karito, ¿cómo andás? terminaste el tratamiento?

Les cuento que mi visita de hoy a la knesióloga estuvo más tranquila; iba preparado para el tratamiento y esperaba que no me tomara por sorpresa y por suerte puede controlarme mejor. Por lo menos no hice un "gelatinero" en la camilla, pero confieso que quedé un poco calentito, veré qué hago con Silvia a la noche.

Antónimo -

Pero Simón, tan sólo de saber que ibas a espiarnos me sentí muy presionado. Era menester que disfrutara tan privilegiado momento.

Andreíta es fabulosa, muy sensual y le encanta aprovechar las inyecciones como preludio de sexo. Cuando es menester se las aplico invariablemente estando ya dispuesta al descanso y metida en cama.

Le fascina vivir un instante previo de convencimiento. Ella se opone dulcemente argumentando el pánico que le producen las hipodérmicas. Entonces le acaricio el cabello y la espalda, le prometo que seré muy cuidadoso y sobre todo le hago saber que al inyectarla yo me excitaré terriblemente. Ese es el argumento principal que le gusta escuchar. Aún así, se resiste gimiendo y temblando mientras le descubro sus preciosas nalguitas.

Gime y se revuelve al sentir el hisopo y me ruega encarecidamente que no vaya a lastimarla. Me encanta que llevándose la manita al culo me sostiene con ternura el brazo retirándomelo de su culito pero no me lo suelta. Entonces le beso una y otra vez los encantadores mofletes y ella se va resignando a sufrir el duro pinchazo. Me acerca de nuevo el brazo a sus nalguitas y poco a poco me lo va soltando.

Cuando por fin me deja libre el brazo puedo comprobar que se encuentra terriblemente excitada respirando ansiosamente por la boca y estremeciéndose debido a la inminencia del orgasmo. En ese preciso instante le clavo la aguja y ella grita agudamente, después contiene la respiración hasta que la sustancia termina de entrar en su cuerpo. Si el proceso es lento, patalea y se revuelca pero no respira. De tal manera que al sentir que le extraigo la aguja prorrumpe una ansiosa y estruendosa bocanada y todo su cuerpo tiembla mientras se produce la re-oxigenación de las células.

Le gusta que no utilice hisopo sino que le lenguetée el punto preciso del pinchazo, excitándose más cuando le digo que estoy saboreando una deliciosa gotita de su sangre. Ese proceso nos puede llevar varios minutos en lo que Andreíta va normalizando su respiración y su pulso.

Luego da la vuelta y me ofrece los brazos para iniciar el erótico intercambio de besos y de caricias que nos lleva al ansiado coito.

¿La imaginabas así, mi querido gaucho?

Nos cuentas lo que te haga tu kinesióloga ¿y cuándo le haces tú a ella? Por lo que dices está apetecible la dama.

josefina -

que linda sorpresa volver al blog y ver que esta todo como antes,
gaston: muchas gracias por tus cnsejos de verdad trato de ponerlos en practica, pero no todos los medicos son tan tiernos y dedicados como tu, no habia comentado tu relato pues me ausente un tiempo, pero me parece increible.
Simon: me encantan tus relatos, me imagno lo que debe haver sufrido silvia con esos antibioticos horribles, pero teniendote cerca para consolarla aun mejor.
y ana paula exito con tu embarazo, me imagino que te debes ver preciosa.

ahora estoy en cama con una amigdalitis terrible, pero me da terror que me den inyecciones, creo que aun no lo supero, tengo muchas cosas que contarles, esperare que mi novio se duerma un beso a todos

Simón -

Se lo tienen merecido por no dejarme participar!

¿cómo anda la cola de Andreíta? Ya lograste probarla? o ella te ganó de mano y probó la tuya?

Antónimo -

¡Sorpresa chavo!

Estando por salir a México, cuando pasé a su casa a despedirme, Simón me dijo: “Antónimo,que pena que vos digás que no te permito disfrutar un poco de Silvia. Para que vos no digás eso, inyectála antes de marcharte a tu tierra. Mirá que ahora mismo estaba por pincharle el cuelete”.

Diciendo y haciendo, la llamó a gritos: “Silvia, vení por favor” y, mientras el corazón me latía a tres mil por segundo, que la veo aparecer en baby doll (así es de desinhibida la escultural gaucha) enseñando unas piernotas guau!! y una de curvas, que las de Tapachula México se quedan cortas.

“Mirá, Silvia que Antónimo tiene muy buena mano y te inyectará sin dolor” Y que así descansarás… Y” Ya no sabía cómo convencerla pero ella totalmente tranquila, sólo respondió: “Está bien, está bien, probaremos la mano de Antónimo”

Simón me entregó las cosas y dijo: mientras la picás yo voy a la tienda. Y estando detrás de Silvia me hizo una mueca indicando que la acostara del lado izquierdo de la cama pues así la vería muy bien desde el vestidor. Así que entretuve a la Chivigona mostrándole cómo cargaba la puya mientras me solazaba admirando su formidable cuerpazo.

Enseguida entramos a la recámara y pues, como era de esperar, la acosté del lado derecho de la cama, así que el celoso Simón empezó a emitir gruñidos para indicarme que no era ese el acuerdo. Y armó tal barullo que, mientras su encantadora mujercita se replegaba el breve colzoncito y la panty hasta las corvas, me preguntó dulcemente ¿qué es ese ruidito, Antónimo? Pero yo le dije, nada preciosa, es que la emoción de pincharte me produce carraspera. Y ahí me tienen disimulando y palpando por primera vez los celestiales mofletes de la porteña: ¡esponjados, firmes, resplandecientes, frescos! Aahh, qué ganas de…!!! Nada, nada, mejor me callo.

Y cuando le hinqué la cruel aguja sintiendo cómo rebalaba suavecita hasta el tope y le marcaba un sensualísimo hoyuelo en la nalguita, el pene se me puso completamente tieso y ya no sabía cómo esconderme pues la encantadora Silvia parece que lo intuyó y me miraba de soslayo con sarcástica sonrisa, tratando de amilanarme.

Y para mi mayor sufrimiento, empezó a esponjar las nalguitas con tal desparpajo y gracia, que yo me retorcía tratando de disimular la pronunciadísima asta que se me había formado debajo del pantalón y que tanto me mortificaba. Los sensualísimos lamentos terminaron de trastornarme, así que, respirando a profundidad tres veces…

Cuando Simón escuchó ¡Antónimo, Antónimo, sos muy travieso pero seguí… me colmás! El gaucho ya no aguantó más y abriendo la puerta salió del vestidor diciendo ¿Cómo va el piquete muchachos? Pero como yo ya presentía su incómoda aparición, lo recibí muy propio, en actitud por demás profesional, erguido, empujando suavemente el émbolo de la jeringa y viendo cómo la densa sustancia hacía tensar el culito de la deliciosa paciente, que se ruborizó de inquietud pero soportó el acoso y se fue tranquilizando poco a poco.

Después de darme gusto masajéando la colita de la porteña, tomándola del brazo la ayudé a incorporarse. De pie, mentras se acomodaba la mínima vestimenta, la sensualísima Silvia miró fijamente a Simón y lo regañó: ¡Esas no son formas de entrar a la habitación Simón ¿no ves que me asustás?

Simón -

Querido Carlónimo: Qué tal el fin de semana? Alguna aventura interesante ahí donde estuviste?

Yo estoy acá, esperando la sesión de kinesio. Te confieso que estoy un poco nervioso. Por suerte, Silvia no indagó demasiado.

Simón -

Querida India: seguramente las cosas se van a ir acomodando de a poco. Tomalo con calma.

Respecto de lo de Silvia, sé que tenés razón; pero cómo podría contarle los hechos?

India -

Querido Simón: no sos cargoso para nada; te agradezco la preocupación. No puedo hablar demasiado del tema porque no estoy muy bien. Volvió mi marido y me animé a plantearle lo que me pasa. No fue nada agradable. Quiero creer que se va a ir resolviendo.

Veo que disfrutaste de la sesión de la kinesióloga, me alegro. Lo relataste muy lindo. Pero te digo que tengas cuidado con ocultarle cosas a Silvia; ella tiene una intuición grande y se te puede complicar.

Simón -

Querido Carlónimo: ¡qué poco del mundo has visto si no conocés las camillas con orificio facial! Acá te mando una dirección para que veas cómo son.

http://santiago.olx.cl/vendo-camilla-de-masaje-iid-130382248

Y sí, me dio bastante vergüenza. Ya te lo dije y no esperaba que te rías de mí. En cuanto a que casi me violaron... no exageremos. Por otra parte, la técnica funcionó de maravilla, tengo muchísimo menos dolor. ¡Deberías probar! Ya sé que no te duele el ciático, pero tan mal no se la pasa, pensá que después dormí como un bebé.

Por supuesto que a Sil le voy a contar nada más que la primera parte del tratamiento... Mi mujercita es muy liberal cuando se trata de ella, pero no tanto cuando me involucra a mí.

Te descanses el fin de semana.

Querida India: no quiero ser cargoso pero ¿cómo andás?

Carlónimo -

Simón, me hiciste reir a carcajadas.

Jamás he visto una de esas camillas con hueco para meter la cabeza como avestruz; de solo imaginarte puesto en ella me desternillaba.

Pero la risa aumentó al considerar que prácticamente te violaron y tú estabas jadeando y pataleando con la cabeza metida “bajo tierra” ¡vaya escena!

Y finalmente la corrida que te diste. Simón ¿no te dio pena? Seguramente fuiste comedido y te pusiste a limpiar la camilla porque debes haber dejado aquello como gelatinero.

Y te faltan todavía ¿cuántas sesiones? A ver si vas también con tu ex a consulta y nos cuentas.

Hay mucho material para explayarnos pero ahora me voy a pasar fuera el fin de semana. Que lo disfruten y se diviertan.

Simón -

Por suerte, hoy Silvia, después de hablar con Gastón de la evolución de mis dolores, me dejó ir a trabajar. Al mediodía tenía turno con una kinesióloga que atiende a 3 cuadras de la oficina, se lama Raquel.
A las 12.30 llegué y toque el portero eléctrico. Me contestó una voz que no pude determinar si era juvenil o no. Cuando llegué al 4º piso me abrió una dama cuarentona vestida con un pantalón de vestir muy fino (de fineza, no se finito); arriba llevaba sólo una chaqueta médica ajustada, de mangas cortas. El cabello rojizo, recogido con un cuidado descuido.
Le tendí la orden de Gastón en la que especificaba mi diagnóstico para que ella supiera que debía hacer.
“Bien. Pasá al consultorio y desvestite completamente, no quiero que se te arrugue la ropa porque supongo que volvés a trabajar, no?”
En el consultorio había unos cuantos aparatos y una camilla de esas que tienen un agujero a la altura de la cara, para cuando uno se tiene que poner boca abajo.
Me saqué el traje y la camisa y me senté en la camilla a esperar a Raquel. Tras unos breves minutos de espera la vi entrar y cerrar la puerta.
“sacate también el bóxer, voy a tener que trabajar en los glúteos, que es por donde pasa el ciático. Acostate relajadito, boca abajo”
Carlónimo, yo sé que te vas a reír, pero me dio vergüenza. De todas maneras, ya no tenía alternativa así que hice lo que me pedía. Cuando se acercó a mí dijo “UY! Cómo tenés la cola! Te pincharon lindo, eh!” No dije nada, estar ahí, completamente desnudo, me ponía nervioso.
Empezó por rociarme con un aceite perfumado, me embadurnó la espalda y las nalgas, y empezó. No tenía nada de relajante, por lo menos, inicialmente. Metía sus dedos profundamente en lugares de mi cintura que supongo que sería estratégicos. Cuando se dedicó a los glúteos, lo hizo con los codos y cargando todo su peso sobre mí. No pensé que pudiera relajarme, sin embargo, progresivamente, me sentí más distendido. Pasó luego a recorrerme las piernas apretando enérgicamente con los pulgares el recorrido del nervio. Durante todo ese tiempo, que no sé cuánto fue, no emitió ni un solo sonido.
“Bueno” dijo y yo pensé que había terminado, por lo que comencé a levantarme. “No, no, no. Quedate quietito. Separá un poquito las piernas” Sentí que me separaba las nalgas. “Te voy a aplicar una técnica hindú de movilización del cóccix, relajate” Y me metió un dedo en el ano. Me tomó completamente por sorpresa y ni soñar con relajarme. Ella se rió y me dijo “flojito, no pasa nada. Te aseguro que te vas a sentir mucho mejor” y sin dejar de mover de manera circular el dedo que ya tenía adentro me metió otro. A esa altura estaba totalmente entregado, dadas las circunstancias no podía salir corriendo; así que decidí calmarme y ver qué pasaba. Ella seguía masajeando y me decía “Bien, muy bien! Te vas aflojando!” Y me mandó el tercer dedo.
“Respirá hondo!” y cuando lo hice tiró hacia arriba y me levantó de la camilla. ¿Se dan cuenta de la posición, no?. Reacomodó los dedos, metiéndolos un poco más adentro y llegó a tocar fugazmente la próstata. Gemí e inmediatamente pedí disculpas.
“Tranquilo, es de lo más normal. Me preocuparía que no te pasara nada” Repitió todo el proceso de acomodar los dedos y tirar hacia arriba como 5 veces. Y no soy de madera; acabé. Decir que me puse colorado es muy poco; menos mal que tenía la cara enterrada en el agujero de la camilla.
Me alcanzó toallitas de papel, sonriendo. “Limpiate, así estás cómodo, y terminamos con la sesión” Yo no podía creer que todavía faltara algo más. Me puse de costado, dándole la espalda. Es ridículo porque Raquel había tenido media mano metida en mi culo y me había hecho eyacular, pero quería algo de intimidad para asearme. Cuando volví a ponerme en posición, ella me colocó unas almohadillas que me daban calor en la cintura y los cachetes, me tapó con una manta liviana y se fue.
De golpe sentí que me acariciaban la cabeza “vamos, bello durmiente! Despertate, dormiste casi 1 hora!” Me levanté casi dormido y no entendía bien qué pasaba. Me había dejado solo otra vez para que me vista. Cuando ya estaba listo salí del consultorio; ella estaba en la recepción y me abrió la puerta
“No hagas esfuerzos. Te espero el lunes a la misma hora”

Simón -

Querido Carlónimo: erótico, sensual, como siempre. Entiendo que pueda molestarte el ardor que siente Nené a la distancia por vos, pero creeme lo que te cuento; el que está acá y ve lo que sucede soy yo. Lo demás son intentos tuyos de calmar el sentimiento frustrado a la distancia, y es entendible.
Igual está todo bien, es un problema entre ustedes. Lo único que lamento es que, aunque vos no quieras creerlo y aceptarlo, el que la aguanta, soy yo. De todos modos, es cierto que darse cuenta de que algo le puede ser negado y no depende de su capricho, ha modificado bastante su caracter: está bastante menos cáustica y criticona. Yo igual ando con cuidado porque, como ya dije, el zorro pierde el pelo pero no las mañas.

Carlónimo -

“Nené tenía necesidad de llorar por Carlónimo así que se vino a instalar a mi casa y Silvia, la está calmando a ella”.

Démosle a las cosas su cabal dimensión, querido Simón, yo se que entre tú y yo hay un vínculo bastante profundo pues no en balde hemos pasado cerca de tres años juntos intercambiando de todo: nirvanas, zalamerías, tristezas y hasta berrinches.

La verdad es que Nené, una mujer tan guapa, no se dobla fácilmente por alguien. Tal vez me recuerde y hasta por momentos ansíe lo que en aquella noche maravillosa los dos nos hicimos sentir, pero de eso a que necesite ayuda para reponerse, hay todavía un gran trecho. De cualquier forma, tomo a bien tu comentario pensando que viene de un amigo en verdad enorme.

Pero el motivo de mi comunicación es seguir el impulso de comentar lo que la afortunada frase “Silvia la está calmando a ella” me hace sentir. Porque imagino a las dos beldades en intimidad. Parece que la inyección que recibió la preciosa Nené hace unos días no fue suficiente, así que ahora está de nuevo preparándose para que le pinchen el culito.

La veo levantar su delgado y ceñido vestido de color azul marino, dejar a la vista unos muslos albos, torneados, regios, mostrar el pliegue de las nalguitas, los respingados cachetes que parecen reventar una mini pantaletita blanca, la cual es deslizada hasta quedar enroscada despreocupadamente en las piernas. Aprecio cómo la encantadora chica posa su rodilla derecha sobre la cama y se apoya en ella para tenderse apoyada también en el brazo izquierdo, mientras que con el derecho sostiene el vestido plegado en la espalda.

Los vaivenes de su cuerpo me emocionan, me calientan, me hacen desearla locamente. Esas nalgas extensas, tranquilas expectantes de ser perforadas por la hipodérmica, me recuerdan la ocasión que las tuve entre mis manos muy cerca del pene. Me parece sentir de nuevo su tersura, su calor y su fortaleza. Pero ahora me emociona ver cómo la terrible aguja se sume en esa suave superficie vibrante y temblorosa que la acoge con una actitud de erotismo y de frenético rechazo.

Sumida en un crisol de profundos recuerdos y sentimientos, resiste sin externar a fondo el insoportable sufrimiento. Tan solo agita el aliento y estremece parcamente los moldeados y esféricos cachetes que se ofrecen y se potencian, como si en el dolor hallaran una causal suficiente de entrega.

Silvia se retira jeringa en mano del pie de la cama y Nené queda postrada, balbuceante y ensimismada, regalándome la última postal de su epicúreo cuerpo desnudo, flagelado.

Carlónimo -

Estimada Yamil, tu opinión la tomaremos todos en cuenta. Sólo te pido adoptar una forma más cordial de comunicación.

Yamil -

“poco a poco fue aflojándose y contándome su sentir, lo deje descargarse todo lo que quiso”

“una vez ahí me pidió discreción acerca de lo que charlamos, es por eso que no entro en detalles”

Vuelta al aburrido diálogo cerrado entre finos amiguitos Pues usen el email. No entienden.

Simón -

Gracias por hacerme saber que Gastón está un poco más tranquilo, después lo voy a llamar.
En cuanto al consuelo de la segunda inyección, nada de nada. Era uno de los días que Nené tenía necesidad de llorar por Carlónimo así que se vino a instalar a mi casa y Silvia, la está calmando a ella.
Estoy bastante aburrido porque me obligó a quedarme en casa haciendo reposo. Más tarde voy a llamar al centro médico para pedir un turno con un kinesiólogo. Parece mentira lo que hace el matrimonio; me había olvidado de mi ex! de todos modos le perdí el rastro, así que voy a buscar alguno o alguna que me quede cerca de la oficina y me venga bien el horario.
Si te tenés que encontrar con Silvia, a lo mejor pueden hacerlo en casa y me hacen compañía... me aburrooooooooo!!!

Ana Paula -

Cuando llego Gastón , estaba por acostar a los chicos, así que mientras tanto el fue al consultorio de Paulo a preparar la jeringa con el hierro, cuando ya los chicos se durmieron, baje a reunirme con él , cuando entre lo vi sentado apoyando los brazos en el escritorio y la cabeza en medio de estos, me senté en la silla contigua y tomándolo del brazo, comencé a hablar con él , se mostraba renuente a hablar una palabra acerca de lo que le pasaba, le conté entonces lo que dije en el comentario anterior, poco a poco fue aflojándose y contándome su sentir, lo deje descargarse todo lo que quiso y cuando estuvo más calmado, le pedí que me diera la inyección y me dijo que esperara un poco que quería hablarme sobre otro tema, así que seguimos charlando largo rato acerca de diversos temas, no pudimos evitar reírnos de vos querido Simón, es que es verdad que últimamente no tenes buena suerte con el mobiliario que te rodea, perdón se que no es bueno reírse de la desgracia ajena pero pensá que ayudo a Gastón a liberar un poco de tensión en esas estábamos cuando lo llamo Clau para decirle que tenía un antojo, le comento que estaba en mi casa para aplicarme el hierro , que no tardaba nada en llegar. Rápidamente se levanto y me invito a recostarme en la camilla, aprovechando que ya estaba en pijama, me baje un poco el pantalón, con cuidado desinfecto el cachete derecho, y con firmeza lo pincho yo no pude evitar sobresaltarme, la verdad es que tengo la cola bastante dolorida entre las hormonas y el hierro, a flujo lento hizo pasar todo el liquido, volvió a pasara el algodón embebido en alcohol, y me dio un ligero masaje, me incorpore y me acomode la ropa y lo acompañe a la puerta, una vez ahí me pidió discreción acerca de lo que charlamos, es por eso que no entro en detalles, y se despidió de mi con un abrazo afectuoso y un beso en la cabeza, se fue mucho más tranquilo de cómo llego.
Simón, no me digas que llamaras a tu ex la Kinesióloga, para las sesiones que necesitas? Por cierto como te sentís? Ya mejoro algo el dolor?, No dejes de contarnos como te consoló Sil después de la otra inyección.

Simón -

Se acaba de ir Gastón. Me hizo sufrir que ni les cuento; me estiró la pierna hasta que grité y después me clavó los dedos en el glúteo hasta que grité otra vez. Todo para decir "Está bastante inflamado". Me lo hubiera preguntado y yo se lo decía y me ahorraba dos gritos.
"Mañana," dijo dirigiéndose a Silvia "le das otra. Después hacemos un tratamiento con complejo b, que es excelente para las neuropatías periféricas, como en tu caso. Lo que también vas a tener que hacer es kinesiología" Me hizo las recetas pertinentes y dándonos un beso se fue. Silvia le explicó lo tuyo, Ana Pau. Así que en este momento está yendo a verte. Como Silvia no se despegó de nosotros en ningún momento, no le pude decir que entrara al blog a leer lo que le escribiste, así que por favor decíselo personalmente. Creo que le va a hacer bien viniendo de alguien que pasó por la experiencia y se sintió igual porque no se va a sentir juzgado; a lo mejor con vos se afloja un poco.

India, querida, que estés en silencio me preocupa. ¿cómo andás?

Simón -

Muy gracioso!!! No te enseñaron de chiquita que reírse de la desgracia ajena no está bien?

Cuando llegó, Silvia se seguía riendo. Pero se le fue la sonrisa cuando pasó por al lado de mi secretaria. Entró en mi despacho y cerró la puerta con llave mientras me decía "no tengo ninguna intención de que esa loca con escote entre y te vea el culo!"
Preferí no entrar en discusiones considerando que en pocos minutos me iba a pinchar. En cambio, decidí usar el "método pobrecito" y poniendo cara de más sufrimiento del que siento (que no es poco, lo aclaro), le dije "Sil, dame un besito, me duele mucho..."
Ahí ella se dio cuenta de que había entrado un poco mal encarada y se dulcificó. Me dio el besito y me dijo que despacito me empezara a bajar el pantalón. Iba a tener que ser parado porque no podía agacharme para acostarme en el sillón. Cada movimiento era una queja de dolor. Me apoyé en el escritorio y respiré hondo cuando me dio dos palmaditas que anunciaban el pinchazo. No se que prefiero, si el dolor de espalda o el de la inyección que es brava, brava. Ella estuvo super dulce, me la dio despacito y mientras tanto me acariciaba el otro cachete. Cuando terminó traté de empezar a subirme la ropa y me detuvo.
"Guapo, no querés que te consuele?"
"Acá, Sil?"
"Qué tiene de malo? Cerré la puerta..." Se arrodilló delante mío y se metió todo mi pito en la boca. Me volvió loco de inmediato y casi lloro de dolor porque cada movimiento automático que hacía a medida que la excitación se elevaba me mataba, pero era tanto el placer que no quería que se detenga. Cuando ya estaba por terminar sacó de su cartera un pañuelo de papel y recogió la "evidencia", limpiándome con dedicación.
"Te sentís mejor?"
"Mirá lo que tengo que hacer para que me des una chupadita!"
"Bobo!" y me dio una nalgadita, luego de eso tomó las llaves de la camioneta y me dijo "A casa a hacer reposo, vamos! Que hablé con Gastón y me dijo que te metiera en la cama hasta que te venga a ver a la noche"
"No puedo hacer nada sin que se pongan de acuerdo en mi contra?"
"A propósito... ¿le pasa algo a Gastón?"
Imaginense mi situación. Como pude disimulé "Que yo sepa, no..."
"Ah! porque lo noté raro..."

Acá estoy ahora, en la camita, atendido por mi enfermera de lujo, esperando que venga el doctor a verme.

Gastonete, ponete en sintonía porque si las chicas empiezan a preguntar, estás frito!

Ana Pau: cuando venga a verme le digo a Silvia que lo mande a tu casa a ponerte el hierro. Pero por favor, contanos cómo fue. Sospecho que preferís que te lo dé él porque después de aquella apuesta no me tenés mucha confianza. Por si otra vez es necesario, te digo que una cosa es un juego y otra, una inyección puesta en serio; podés confiar en mí. Ya que estamos recuerdo a todos que sigue pendiente la respuesta a qué fue lo que me hizo Silvia, se acuerdan?, se los propuse el 26 de sept. El premio para el que adivine era mi cola pinchada. Si no se apuran a contestar lo declaro desierto.

Ana Paula -

Gastón, entiendo perfectamente cómo te sentís, recuerdas como me puse la vez de la prenda a cumplir con Simón?, el sentimiento de culpa no me dejaba , para mí fue algo completamente nuevo, sentí estar traicionando a Paulo y no daba más, ahora que ha pasado el tiempo , me he dado cuenta que si bien lo que hice según mi parecer no fue lo correcto, no paso a mas que un simple pinchazo. Pienso que vos estas preocupado por cómo se dieron las cosas dentro de tu consultorio con India, tal vez pensas que las cosas se te salieron de las manos, saliste de tu área de confort y ese cambio no te sentó bien, recordó que es de humanos equivocarse ( No me refiero a que India sea un error, por favor no quiero causar problemas, simplemente estoy expresando mi opinión), y si de esto has aprendido algo, da gracias y sigue tu camino como creas que debe seguir. Ahora a levantar el ánimo y a echar pa´lante querido .
Por cierto, ahora que Paulo esta en el Congreso en Santiago, me podes dar vos el hierro, tal parece que Simón, con la contractura no podrá hacerlo, les he pedido a Clau y Sil que me lo den pero ninguna de las dos se atreve, de hecho me han mandado a verlos a ustedes.

Simón, querido , por favor deja de mover muebles!!!!, Sil , salió disparada de casa para ir directo a darte el pinchazo. Debo confesar que las dos no podíamos parar de reír.

Simón -

Acabo de llamar a Gastón; cometí la estupidez de querer correr el escritorio de mi oficina y me quedé duro otra vez. Muy sueltito de cuerpo me dijo "Otra vez, Simón?! Hacete pinchar una dorixina, a la noche paso por tu casa y veo si necesitás más" Estaba ocupado y sigue malhumorado, así que cortó y yo me quedé pensando cómo hacer porque no me puedo mover como para ir hasta la farmacia. La llamé a Silvia, que estaba reunida con Ana Paula, y le expliqué. Lo primero que hizo fue reirse y preguntarme "¿Me estás pidiendo que vaya a la oficina a ponerte la inyección?"
"Serías capaz de hacer eso por mí?"
"Prepará la colita... termino de ver unas cosas con Ana Pau y voy..."

Y acá estoy, esperándola para que se divierta a costa mía.

Simón -

Querida Eulogia: todo dicho con cariño! No reaccione así porque sólo va a aseverar mis afirmaciones.
Lo de Karito lo veo difícil pero lo de Carlónimo..... eso sí que quiero verlo! Por favor, además de ofrecerle sus bellas nalgas, no se (nos) prive de pinchar las de él.
Lo que podría ir tramitando es una inyección de "animol" para mi amigo el doctor, no quiere ni entrar al blog.

India, querida: ¿cómo andás? No te olvides: "nada hay bajo el sol que no tenga solución"

Eulogia -

Carlónimo, gracias por ofrecer a nuestros amigos esa perlita del envidiable romance que tengo con Ismael un chico muy guapo que me ama con locura y yo también lo amo a él por supuesto.

Pero ya te he tenido de relator mucho tiempo, ahora quiero que tú y yo tengamos algun romancillo ¿qué te parece? Hasta me dejaría que me picaras las nalguitas. Anímate Carlónimo y tú lo relatas desde luego. Anda dame esa soirpresita ¿sí, “lindo”? Como te dice Karito, quien debe ser de Yucatán “lindo hermoso”. Como se me antoja picarle el culin a esa flaquita ¿crees que me deje?

Así que “la bruja de la inyección”, ya verás Simón, sigues buscándole ruido al chicharrón. Quien te va a sorprender soy yo canijo, te voy a dejar el culo de alfiletero. Ya verás qued no te me escapas.

Simón -

Queridísimo Antónimo: qué decir de tus reflexiones? Acertadísimas y sesudas. Es verdad que la primera impresión que me diste fue nefasta pero poco a poco fuiste haciéndote amigo y esto último comprueba que definitivamente sos un tipo mucho más reflexivo de lo que inicialmente se podía pensar.
En lo de Gastón e India no me voy a extender porque son dos personalidades particulares y cada uno tiene sus razones. Conozco menos a India, pero respecto de Gastón te digo que es verdad que no se perdona la "aventurita" porque así es su personalidad realmente; ama a Claudia y siente que no debe hacer nada por fuera de su relación con ella. No lo está pasando nada bien con él mismo. Lo entiendo porque en muchos sentidos yo soy igual. Eso no quiere decir que, siempre y cuando no te propases (el zorro pierde el pelo pero no las mañas), no pueda prestarte a Silvia para una inyeccioncita. Habrás visto que nos gusta ver cómo nos pinchan la cola, así que te ofrezco que le pongas algo pero me dejes, por lo menos, espiar. Si lo pienso dos veces no se si lo hago, así que te pido que lo hagas cuando quieras y me sorprendas.
De todos modos, no seas acaparador; tenés a Andreíta como loca atrás tuyo y también querés a mi "nora"! Por lo menos contame cómo es el asuntito con Andrea; te confieso que su explosiva personalidad me da mucha curiosidad en lo referido a sus relaciones amorosas.

Lo de Eulogia, es cierto. Es una mujer increíble pero eso no quita que siga siendo la bruja de la inyección; por lo menos a mí, cada vez que me agarra el culo me lo deja como para que la recuerde por bastante tiempo. Igual es una maestra, ella nos enseñó a Silvia y a mí cómo se consuela adecuadamente a alguien que ha padecido un agujazo doloroso.

Te agradezco que hayas escrito tan oportunamente; planteas la reflexión sin tensión y eso me gusta.
No desaparezcas por mucho tiempo, andamos necesitando descontracturarnos un poco.

Antónimo -

Hi! mis chavos

No se libraron de mí esta mañana, los agarré por sorpresa.

Y es que quiero comentarles lo que leí en la columna de la jovial Yazmín Alessandrini “Exclusivo para hombres” que por lo mismo, quienes leen son las mujeres, y que abre con la siguiente afirmación: “Sólo hay una oportunidad para la primera imprtesión; la primera cita de trabajo, de amor, con la familia de su pareja, de sus amigos, en lo que sea, será la que permanecerá”.

Y pasa a decir que: “Si usted amiga, tiene una cita con ese hombre maravilloso que tanto ha esperado, pero resulta que se siente tan a gusto con él que, sin darse cuenta, se emborracha y hace una serie de osos, incluidas las malas palabras, pues déjeme decirle que esa es la imagen que el hombre que la invitó tendrá de usted: una mujer alcohólica y, aunque usted mo vuelva a beber o no haya tomado nunca, esa impresión permanecerá en el subconciente de ese hombre”

“Si el hombre al que conoció la vio en el gym, sin pintar ni peinar y así la invita a salir, lo puede sorprender aún más cuando la vea arreglada. Pero ¡ojo! ¡No vaya a salir como mujer fatal! Porque lo que a él le gustó fue esa chica fresca, deportiva, quizá la imagina sin vicios, sana de cuerpo y alma, y no una imagen castigadora de fémina en busca de acción”

Leyendo esto pues no deja uno de poreguntarse si la ha regado, que es a lo que quiero ir. Tal vez Simón nunca me acepte por haber iniciado mi participación en el blog chuleando a la que hoy es ya su “ñora” y diciendo que está como para… @@##&&@... ¿Qué dijiste mi gaucho? “ahí va de nuevo el muy guey y ahora sí me lo trueno a balazos” Pues no porteño, ya entendí que no me la “prestás” ni para que le ponga una ingenua inyeccioncita ¡Qué le vamos a hacer!

Por ejemplo, Eulogia, la etiquetaron como cruel martirizadora sólo porque picaba a Elisa y a sus sabrosas hijitas. Y ya no le quitan el membrete aunque ahora sea una chica despampanante a la última moda y ya ni se acuerde de su tinita, sobre todo cuando se la están picando el Benjamín y el Ismael ¿o no mi buena Eulogia?

Y qué decir del Gastón, que se presentó muy formalón y ahora ni él mismo se perdona una ingenua travesurilla y se defiende y dice que: hasta la ignominia y aunque le cueste la vida… Y se lleva a la pobre de India en las espuelas” Ni modo.

Pues reflexiónenlo mis buenos amigos y ya lo seguiremos desmenuzando, por ahora me voy pues la encantadora Andreíta vino a México y me espera para llevarla a las Trajineras de Xochimilco… Uno que es guapo y simpático ¿o no, Simón?

India -

Carlónimo: erótico y delicado; me encantó. Y supongo que a Eulogia, más.

Simón -

Vaya manera de entrar en la vida de Eulogia! Divino, Carlónimo.

Carlónimo -

El cumpleaños

Como cada aniversario, ya en la tarde Eulogia se dio un espléndido baño en tina de porcelana repleta de burbujas y sales aromáticas. Saliendo la esperaba su masajista estrella que le dio un erótico repaso dejándole las piernas, las nalgas y la espalda, con aspecto firme, lozano, algo ruborizado.

Entrando a la recámara se enfundó la ropa interior más costosa y atrevida, y se acostó boca abajo sobre la suntuosa cama de seda, con el culito bien parado, para recibir al guapo mancebo que, como cada año, su amiga Esther le había reservado entre los sexoservidores mejor reputados.

Con verdadera puntualidad inglesa entró esta vez un espléndido mocetón con escaso cuarto de siglo encima, perfectamente dotado de musculosas piernas y brazos, una espalda de frontón, unas nalgas excitantes y un pene de campeonato.

De inmediato empezó el ardiente acoso besándole y lengueteándole tiernamente las pantorrillas, las corvas, los muslos, las nalgas, la cintura, la espalda y el cuello.

En dirección opuesta pasó de la espalda a la cintura y finalmente a las nalgas, estacionándose en ese maravilloso reducto, donde le retrajo con voluptuosidad la artística panty y se embelesó lengüeteándole la extensa raja, succionándole el montículo anal, el clítoris y la vulva.

Eulogia se removía completa, bufaba y erguía el culito sin recato induciendo que le besaran alternadamente cada uno de los glúteos, la raja y el espectacular panochón que fulguraba por las cada vez más abundantes emanaciones vaginales.

Después, poniéndola “en cuatro” el atlético muchacho le penetró el coño y la vulva cuantas veces le vino en gana, hasta dejarla perfectamente satisfecha, doblada y, de plano, extenuada. Todavía le preguntó: ¿ahora por donde quieres que te surta, mi vida? Pero Eulogia, con voz de suspiro sólo acertó a responderle: ¡ya m´hijo, descansa!

Ido el joven, Eulogia durmió una espléndida siesta hasta que a las 11 de la noche le llamó Esther para disculparse porque esa día no había podido enviarle a ningún joven. Así llegó Ismael a su vida, un guapísimo muchacho vecino suyo que se coludió con Esther para sorprender y disfrutar a nuestra querida amiga.

Simón -

Straroff, arriba el ánimo!
Cuando salgo de la oficina paso por la clínica y vamos a tomar algo y conversamos.

Gastón -

De verdad no es necesario que generemos una situación de tensión. Me siento de alguna manera responsable y partícipe y, si Simón me permite usar su recurso de musicalizar, este es mi estado de ánimo y lo que necesitaría:

http://www.youtube.com/watch?v=8bC7Oe-VxCI&feature=related

India -

Querido Carlónimo: ¿desde cuándo se espera que haya lógica aquí? los escenarios eróticos son como la vida, contradictorios y diversos. Quizá es cierto que inicié mi "aventura" con Gastón de una manera más alocada, que ni siquiera yo sabía bien a qué respondía; luego, se me fue acomodando la cabeza y percibí cuál era realmente el motivo que, por doloroso, me negaba a ver. Creo que no es tan difícil de comprender, aunque tal vez sí lo sea.
Y no hubo ningún destiempo, esa es tu percepción subjetiva de la situación en relación con lo que vos hubieras hecho.
No te confundas, mi "situación estrictamente personal" es un escenario de los tantos posibles. No es el que vos hubieras elegido, no es el que a vos te gusta, lo acepto.

Querido Simón: sos un solcito! estaba llorosa y la canción que me mandaste me llevantó el ánimo.

Carlónimo -

Querida India, tú hablas de situaciones estrictamente personales, mientras que yo hablo tan sólo de escenarios eróticos. Existe una contradicción entre el escenario inicialmente planteado y la resolución del mismo. Pero si tú la justificas y resuelves a partir de factores subjetivos, no tengo más que agregar. Por mi parte queda cerrado el tema, tu aclaración es impecable. Sólo una sugerencia final: Gastón, la próxima vez, lo poco o lo mucho que le vayas a dar, dáselo oportunamente. A menos que tú, querida India, prefieras por mortificación recibirlo a destiempo.

Simón -

Ay, India! Qué pena me da que estés tan tristona. Pero ¡claro que podés encontrar un hombre que te haga feliz! Las rupturas, aunque las cosas no den para más, siempre son dolorosas. Te comprendo porque cuando no estuve bien con Silvia, estaba destruido.
Pero las cosas siempre mejoran.

Vos sabés que me gusta ponerle música a los hechos. Acá va algo que espero que te anime un poco:

http://www.youtube.com/watch?v=hRNkJZsvXt4

Nada hay bajo el sol, que no tenga solución
nunca una noche venció, a un amanecer

Hubo un tiempo en que todo me iba mal
perdido en la oscuridad, sin saber a donde ir
de mi vida se esfumó todo el color
solamente quedó en mi el color gris

Y pensé que era el final
del laberinto, no podria escapar

No busqué el apoyo en los demás
no quería suplicar, ni tener su compasión
me hice amigo de la soledad
quien iba a imaginar, todo lo que me enseñó

Hoy sonrio recordando la lección
que la vida con paciencia me enseñó

Nada hay bajo el sol, que no tenga solución
nunca una noche venció, a un amanecer

En la vida todo no es avanzar, a veces un paso atras
nunca dudes en cambiar de dirección, si el camino se acabó
a cada sueño, cada día, cada amor, entregate con pasión
lleva siempre la verdad en tu interior y tu propia religión

Nada hay bajo el sol, que no tenga solución
nunca una noche venció, a un amanecer.

India -

Querido Carlónimo:
Ahora soy yo la que debe pedirte disculpas por no satisfacer tus expectativas. Pero así son las cosas.

Estoy en un momento muy difícil de mi vida y Gastón fue el catalizador de las decisiones que estoy tomando. Él no puede más que esto y yo no se lo pido. Las cosas con mi esposo no están bien desde hace mucho y Gastón me ha dado lo que yo necesitaba: el envión para creer que puedo encontrar un hombre que me haga feliz.

Quizá no puedas entender mi posición, aunque deberías porque creo que tu situación con Nené es bastante parecida. Ella está enloquecida, se te ofrece ardiente y vos te negás a arriesgarte a más y aceptarla, aduciendo su matrimonio.

Haciendo uso de tu método, tomo tus propias palabras "Mejor respetamos el yugo y el estado que cada quien se impone a sí mismo. Lo poco que te den espontáneamente disfrútalo. Lo que no, olvídalo."

Todos hacemos con nuestra vida lo que podemos y te aseguro que yo siento que he avanzado mucho.

Carlónimo -

“Quizá sea cierto que me gustaría algo más, pero conociendo tu carácter, lo que hiciste es muchísimo. Satisficiste mis deseos, me diste una forma de placer que nunca había experimentado”

Este es un detalle amable entre simples amigos. Pero no tiene nada, PERO NADA, que ver con el escenario dispuesto de una chica valiente, ardorosa y decidida, que va por todo y que llega a “temperaturas corporales extremas”, para que al final graciosamente le digan “usted disculpe”. Muy flojo final, muy flojo… ¡lástima! las condiciones estaban dadas para un buen cierre novelesco. Disculpa querida India, pero después de calarme muy hondo, te sentí derretirte como paleta y te me saliste casi completa.

Felicidades, Ana Paula, que todo salga muy bien. Gracias por tus comentarios, yo confirmé que eres realmente bella. ¡Mucho éxito!

Gastón -

Querida India: lamento hacerte pasar por esto, vos sabés que no fue nunca mi intención hacerte daño. Tu renunciamiento habla más de tu integridad que de la mía. Gracias.
Sé que quizá es improcedente ofrecerte mi amistad y mi apoyo dadas las circunstancias, pero si te es útil, podés contar conmigo.

India -

Querida Ana Paula: gracias por la bienvenida y las palabras que tuviste para conmigo. Pero, por favor, no nos dejes sin tus relatos. Entiendo lo del nuevo trabajo que empezaste con Silvia y que el embarazo y los niños te tienen ocupada, pero es un ratito!

Querido Gastón, está todo bien. El consejo de Ana Paula de disfrutar es bueno, pero sé que vos no podrías disfrutar de que tuviéramos algo, más bien te resultaría una tortura. Me diste a probar de algo bueno y eso me ayuda a pensar que las cosas pueden ser mejores; se vienen tiempos de decisión.

Ana Paula -

Simón, yo también los extraño mucho por acá, también quiero agradecerte a vos por el apoyo, fueron tiempos difíciles pero afortunadamente como decís, están superados. No dudes que pronto te tome la palabra de que me des el hierro, Paulo saldrá de viaje un par de días, así que no tendré quien me lo de.
Queda pendiente ese asadito para cuando Carlonimo se dé una vuelta por acá.

Gastón, decime que consejo necesitas?, yo veo que todo va fluyendo por aquí muy bien, aunque si bien es cierto que las visitas de India al consultorio podrían traerte problemas con Clau, si se entera, tu estate tranquilo y en vez de quejarte , DISFRUTA, recordá que vida solo hay una.

Chicos , los echaba tanto de menos!!!! Por ahora leeré más y escribiré menos, espero que me comprendan, estoy empezando un nuevo proyecto laboral que me tiene muy ilusionada y bastante ocupada.

Os quiero!!!!!!!

Gastón -

Querida Ana Paula, me mandó un mensaje Simón diciéndome que entre en el blog que había una sorpresa: ¡Eras vos! ¡Qué bueno que volviste! Ando necesitado de consejo... Carlónimo me da con un caño... y mi conciencia ni te cuento, pero en el otro sentido.

Querida India: después del último mensaje de Carlónimo, tu reacción me alivia un poco.

Simón -

Ana Paula!!!!! Que bueno que reapareciste! Ya te extrañaba, acá, porque en la vida real nos vemos bastante seguido, sobre todo ahora que empezaron con Silvia el nuevo emprendimiento laboral. Silvia estaba ansiosa por volver de la luna de miel y contarte que el descanso la había ayudado a pensar un montón de ideas que te quería comentar. Estábamos tranquilos respecto de tu embarazo porque ella me dijo que había hablado con vos varias veces por teléfono y le habías dicho que ya estaba todo superado.
Seguí disfrutando de tu familia pero, por favor, no nos prives de tus relatos y tus opiniones ahora que ya estás más tranquila.
Ahora que ya estamos de vuelta del viaje nos podemos reunir los seis (+Carlónimo, que está siempre invitado, si quiere venir para el sur) a comer un asadito.
Cuando quieras te pincho el hierro y si querés te podés desquitar pinchándome las vitaminas.

Ana Paula -

Queridos Gastón, Simón y Carlonimo: no saben en verdad el gusto que me da verlos juntos como antes y muy renovados, me alegra que todo haya vuelto a la normalidad, se lo mucho que se quieren.

Me había prometido a mi misma que no volvería a escribir, pero quise hacerlo para felicitarlos por el regreso y para contarles que afortunadamente Paulo y yo estamos EMBARAZADOS!!!!! , este ha sido un embarazo bastante difícil, tuve una amenaza de aborto, así que me bombardearon con inyecciones de hormonas para salvar al bebe y me tuvieron en reposo algunas semanas, afortunadamente ya pase el primer trimestre, así que el riesgo es menor. Ahora me queda soportar un tratamiento de hierro.

India, me da gusto que estés tan participativa, escribís muy bien, seguí con tus historias que me han gustado mucho, sobretodo que estés ayudando a Gastón con el acartonamiento.

Simón: tu matrimonio fue un sueño , me dio mucha alegría verlos tan felices, espero que sigáis así por muchos años más.
Gastón: Felicidades por los nenes, sos un padrazo!!! , también muchas gracias por la discreción que has tenido respecto a mi estado, en verdad Paulo y yo estamos muy agradecidos con vos por el apoyo y el cariño que nos has dado.
Carlonimo: me encanto conocerte en el matrimonio de Sil y Simón, eres un tío encantador, me debes un pinchazo para la próxima vez que te pases por Buenos Aires.

Los seguiré leyendo y disfrutando de cada una de sus historias, mientras tanto seguiré disfrutando de mi familia y de mí embarazo, los llevo en el corazón.

Muchos besos para todos

India -

Primero, Carlónimo: ¡ya me dijiste preciosa! Gracias

Ahora, Gastón: querido, gracias. Quizá sea cierto que me gustaría algo más, pero conociendo tu carácter, lo que hiciste es muchísimo. Satisficiste mis deseos, me diste una forma de placer que nunca había experimentado y siento que haberte puesto en esa posición habla de cuánto deseabas que yo fuera feliz, aún a expensas de tu tranquilidad. No pido más, lo que hiciste hizo que sintiera que para vos soy importante.
Cuando salí de tu consultorio llevé la sensación de tu palmada el resto de la tarde. Cada paso reactivaba la humedad de mi vagina. Ardía en deseos de llegar a casa y revivir las emociones que me habías dado.
Pasé por la farmacia de la esquina de casa. Le di la receta a Sergio, el farmacéutico, a quien conozco desde hace más de 10 años. Buscó la caja, me la dio y me pidió que pasara al cuarto trasero, donde pone las inyecciones, y que lo esperara mientras atendía a un cliente que esperaba.
Me senté en la camilla y cerré los ojos. Las imágenes me venían desaforadas y se me aceleró el pulso.
Sergio entró y como en un sueño escuché que decía "Bueno, vamos a poner el aceitito en la cola"
"Qué dijiste?"
Su respuesta interrumpió la escena que inundó mi cabeza: me ví desnuda, boca abajo y mis nalgas lustrosas a causa de una abundante embadurnada de aceites perfumados. Desde luego, las manos eran las de Gastón, que corrían veloces sobre mi piel.
"Que las hormonas son de base oleosa"
"Ah! si, si. Quiere decir que me va a doler, no?"
"Un poquito, pero son rechiquitas. Apoyate en la camilla, así, un poquito para adelante"
Todavía con la imagen de Gastón en mi retina recibí el agujazo. Lo sentí pero no me importó, lo de esta tarde me tenía extasiada.
Cuando volví a casa me desnudé y me acosté. Sentía en mi piel tu varonil perfume y reviví aquel orgasmo sin nostalgia; sintiendo que no debía lamentar lo que no fue sino disfrutar lo que se dio.
Gracias, Gastón. A pesar de que siempre querré más, lo que más me gusta de vos es tu integridad.

Carlónimo -

¡Grité delirante! le dije que ya no aguantaba y le pedí encarecidamente que me penetrara…

A cada grito, a cada petición, él me decía que no era posible y me ofrcía justificaciones verbales, pero yo no quería razonamientos sino una profunda estocada vaginal que me sofocara las entrañas.

Todo el cuerpo me temblaba y sentía como si me sobreviniera un espantoso calambre múltiple. Desesperada, comencé a gritar y no se cuántas cosas feas le dije a Gastón. Ahora me apenan, pero no pude evitarlo.

Frotando mi vulva ansiosamente contra la cama, delirando que quería sentir sus cojones en mis muslos y mis nalgas, padeciendo la desgarradora retirada de un embelesamiento que llegué a experimentar en ciernes, me invadió una especie de jadeo inverso, como una ansiedad que no podía erradicar y que me engarrotaba el cuerpo entero, dejándome fría, nerviosa, temblorosa, vacía, extenuada y decepcionada.

Me brotaron las lágrimas, lloré explosivamente y empecé a patalear y a golpear con los puños la cama. En ese momento entró Martha sonriendo. Yo sentí aún más profunda mi desgracia.

Después ocurrió lo que ya Gastón les relató y que le agradezco porque tuvo al menos esa consideración con mi persona. Pero las cosas se deben entregar en el momento preciso y no después, cuando ya sufrimos la desgracia de pedirlas a gritos y que nos sean negadas.

Carlonimo -

No son mis deseo los que se deben satisfacer sino los de India quien tiene la palabra. Recuerda que yo simplemente fui invitado a participar de manera marginal en un asunto que es de ustedes dos.

Gastón -

Carlónimo: no seas malo conmigo, no sé si lo que acabo de colgar satisface tus deseos. Solamente te pido que valores el esfuerzo que me costó lograrlo.
Aún estoy temblando.

Gastón -

Hace un rato me avisó Laura que había tenido que llamar a India porque Paulo mañana tiene un inconveniente y le sugería que pasara por su consultorio hoy mismo. Pensé que, a pesar de que India se pondría muy nerviosa por el cambio de plan, le vendría bien porque evitaría que estuviera pensando pavadas hasta mañana.
Cerca de las 16 le pidió a Martha que me avise que había llegado. La hice pasar y la vi un poco pálida pero cuando le pregunté si se sentía bien me dijo que sí.
Rápidamente, como para que no tuviera tiempo de pensar, la tomé del brazo y la conduje al ascensor. Yo le iba hablando para distraerla pero ella contestaba con monosílabos. Cuando llegamos al piso de gineco y me acerqué a la recepcionista y la anuncié, comenzó a caminar hacia atrás. La atajé para evitar que se caiga y me dijo casi inaudiblemente “No puedo, me voy”
“No, no, no. Nada de eso. Ya llegaste hasta acá. Vamos” Por suerte, en ese momento salió Paulo a recibirnos. Y casi a empujones la hice entrar. Se sentó durita mientras yo le decía a Paulo “Está un poquito nerviosa. Los ginecólogos no le gustan demasiado”
“Quedate tranquila, India. A muchas de mis pacientes les pasa. Y en realidad el problema lo tengo yo, porque ninguna vino acompañada de mi jefe!”
Ella hizo una tímida sonrisa, pero no estaba más tranquila.
Paulo inició la entrevista clínica, pidiéndole su información médica. Expuso toda su calidez y paciencia y lentamente fue logrando que se sintiera si bien no relajada, al menos cómoda.
“India, preciosa, vamos a verte.” La tomó de la mano y la llevó a la camilla. India estaba con una pollera que dejaba ver sus espléndidas piernas.
“Que inteligente estuviste con la ropa. Sacate solamente la bombacha y acóstate con la cola bien adelante”
India dudó y yo rápidamente me acerqué y le puse la mano sobre el hombro, mientras Paulo ya aprontaba el instrumental.
Ella me miró asustada y me acerqué aun más; le dije al oído “Vamos, ánimo! Ya vas a tener tu premio…”
Inspiró hondo, se levantó la pollera y, temblando, se acomodó en la camilla.
“Vamos rapidísimo. Antes de que te des cuenta, te vas a estar yendo” y sin darle advertencias para evitar reacciones de más tensión, le puso el espéculo.
“Aia!”
“Te hice doler?”
“Perdón! No, pero…”
“Me vas a hacer sentir mal, linda…”
Y antes de que India pudiera contestar ya le había tomado la muestra y se lo había sacado.
Se colocó un par de guantes y colocándose un poco de lubricante, otra vez sin avisar, le colocó dos dedos dentro de la vagina. India contuvo la respiración todo el tiempo que duró el tacto. Yo me mantenía a su lado, tomándole la mano.
Retirando los dedos Paulo le dijo “Querida, no sé por qué tanto miedo, sos una paciente maravillosa. Yo sé que no la estás pasando bien, espero no estar haciéndote sufrir demasiado”
“No, Paulo, estoy bien…”
“Bien! Te voy a hacer una eco, quiero ver los ovarios a ver si resolvemos esas irregularidades en el ciclo. No duele nada, así que no te preocupes”
Para ver si la ayudaba le conté que a Claudia le había hecho una y que ella tenía miedo y después me dijo que no era nada.
India cerró los ojos y me apretó la mano con fuerza. Vi que le caía una lágrima.
“Te duele?” le pregunté
Ella negó con la cabeza mientras Paulo hacía la exploración.
Cuando retiró el transductor le dijo “hay un par de quistecitos chiquitos, nada importante, está todo bien. Lo único que falta es el examen de mamas, querés que te lo haga ahora o cuando me traés los análisis?”
“Por favor, ya estoy acá, sacámelo de encima ahora”
“Permiso” y le levantó la remera; pasándole las manos por debajo del cuerpo le desabrochó el sostén y con delicadeza le palpó concienzudamente los senos. Cando terminó le acarició la cara. “Listo! Todo OK. Vestite tranquila”
India se acomodó la ropa y se sentó con nosotros.
“te voy a mandar a hacer un dosaje hormonal; para eso te voy a dar unas hormonas para hacerte venir el período porque el endometrio está engrosado.”
India me miró aterrorizada.
“No es nada, lo que quiere decir es que todo está para que te baje pero las hormonas no están en los niveles como para que pase. Entonces te va a dar hormonas para regularizarte.”
“Es exactamente así. Te vas a poner estas inyecciones de hormonas, una cada 12 horas, durante 3 días. Cuando tengas los resultados de los análisis, me los traés”
Nos levantamos y nos saludamos. Antes de salir del consultorio India le dio un abrazo a Paulo y le dijo “Sos un amor, gracias por la paciencia que me tuviste”
“Es un placer. La próxima vez vení tranquila que no te tengo que revisar” y los dos se rieron.
Cuando llegamos al ascensor se agarró de mi brazo y me dijo “estoy mareada”
La sostuve y en lugar de ir hacia la salida la llevé a mi despacho. “Estuviste genial, linda. Vamos a mi despacho para que descanses un ratito… y cuando estés bien, viene el premio!”
Ella me miró intrigada pero yo no dije nada más. La llevé hasta la camilla.
“Sacate la remera y la pollera y acóstate, por favor”
Ella obedeció sin preguntar nada. “Respirá hondo… otra vez… una vez más… segu텔 y me paré detrás de ella haciéndole masajes circulares en las sienes. Ella cerró los ojos y comenzó a relajarse. Cuando lo consideré oportuno le coloqué el tensiómetro y le tomé la presión. Estaba un poquito baja, seguramente, por los nervios.
“¿Cuánto tengo?”
“Shhh! No es problema tuyo, el que lo tiene que solucionar soy yo. Cerrá los ojos y relajate”
Le quité los zapatos y le hice fricciones en los pies. Ahí estaba, en ropa interior, preciosa. Yo me acordé de lo que me dijo Carlónimo de mi responsabilidad sobre su bienestar. En absoluto silencio me acerqué a la puerta y la cerré con llave. Volví a su lado y le bajé la bombacha hasta las rodillas. Me di cuenta de que sería incómodo trabajar así y se la retiré. Desde la posición en la que había presenciado el examen de Paulo no había visto nada y ahora veía su sexo prolijamente depilado y expectante. Me sentía convulsionado, tironeado por dos tendencias, para mí, irreconciliables. Transpiraba profusamente y no podía decidirme pero, finalmente, lo hice.
Comencé a estimular su clítoris y de manera inmediata se humedeció. No dijo nada. Cuando estaba suficientemente excitada le pregunté “Este premio vale la pena?”. Ella sólo lloraba y gemía.
“Alguna vez te estimularon el punto g?”
“Nooooo!” lloraba
“Aprovechá mis conocimientos de anatomía, linda!” y metí dos dedos en su vagina buscando esa erótica rugosidad. Cuando la encontré, agilicé el masaje y ella comenzó a moverse convulsivamente; casi se me cae de la camilla. Ya no lloraba, ahora sonreía abstraída del mundo. Y explotó. Me agarraba las manos evitando que las sacara de su cuerpo. Finalmente quedó rendida pero aún no quité mis dedos de su interior. Se dormitó unos segundos y cuando volvió en sí se encontró con mi sonrisa frente a su cara. Se sentó en la camilla y me abrazó.
“Nunca había…” Se interrumpió “Sacate el pantalón, ahora quiero que disfrutes vos”
“No, yo estoy bien así. Gracias. Me alegro de que hayas disfrutado”
“No quiero que te quedes mal…”
“Estoy perfecto, no te preocupes”
Ella comenzó a vestirse lentamente. Para darle impulso le di una palmada en la cola y le dije “Vamos! Ahora a la farmacia a comprar el remedio y a ponerse la primera inyección!”
Ella me tomó las manos y me regaló una sonrisa de despedida. Abrió la puerta y salió de mi despacho.

Carlónimo -

Pues ¿qué consecuencias podríamos prever en el ánimo de la preciosa India?

“nada va a cambiar”
“tengo que aceptarme como soy”
“Pero también debo aprender”
“No estés asustada”
“mañana, no te va a pasar nada malo y yo voy a estar con vos”

¡Vaya galimatías!

Creo que me dijo Simón que es de origen Caucásico. Será que está hablando en Ruso, o será cuestión de costumbres y usos de Siberia.

Gastón -

Ay, Carlónimo! A qué consecuencias te referís? Me asustás.

India, querida, nada va a cambiar, no te preocupes; a lo sumo, no llegaré a satisfacerte y si bien no me agrada la idea y debo esforzarme por cambiar, tengo que aceptarme como soy. Pero también debo aprender a aceptar que ustedes me reclamen lo que necesitan de mí.

No estés asustada por lo de mañana, no te va a pasar nada malo y yo voy a estar con vos.

India -

Querido Carlónimo: Gracias por contestarme, estoy feliz porque tengo esperanzas de que alguna vez quieras ser mi amigo.
Acuerdo con vos respecto de lo que le decís a Yamil de las palabras; mi experiencia con vos, y sus actuales consecuencias, es el fiel reflejo.
Acepto gustosa lo que me decís del relato pero me deprime un poco; cuando leo la transformación que sufrió el relato bajo tu magistral pluma, me pregunto si alguna vez seré capaz de tal resultado.
Aún así, vamos despacio; no quiero poner nervioso al doc, me costó mucho trabajo que me vea, no quiero que me eche con cajas destempladas. Sobre todo mañana, que no se cómo voy a hacer para ir a ver a Paulo.

Carlónimo -

Pero, querido Gastón, no soy yo quien insiste en nada, el planteamiento general del relato es de ustedes y sólo me pidieron intervenir un poco, ubícate por favor. En este momento India no está para aplicar vitamínicos en cola de nadie, sino para que le apagues el terrorífico infierno que le encendiste. Algo debes hacer ¡y ya! pues es responsabilidad tuya. O ¿te atienes a las consecuencias?

Querida India, aunque como estás en este momento no tengas cabeza para ello ¿tú qué opinas?

Gastón -

Querido Simón: seguiré tu consejo, es evidente que la paciencia no me está acompañando para este tipo de cosas.

Querido Carlónimo: y dale con querer hacerme explotar la cabeza! Ya bastante tuve con darme cuenta de lo que le pasaba a India y no desmayarme. Pobrecita, no estoy dándole lo que a ella le gustaría. Ella es una mujer encantadora y apetecible pero sabés que a mí estas cosas me cuestan. Además, Claudia me tiene agotado, exige mañana, tarde y noche y ni siquiera físicamente creo que podría... me parece que voy a tener que empezar con las vitaminas de Simón. ¿quién te parece que me las tendría que poner? porque a Claudia le encantaría pero si ponérmelas la excita más, no va a haber dosis que alcance, ni culo que aguante.

Carlónimo -

Estimada Yamil

Te comprendo, yo se que no quisiste lastimar, pero el lenguaje a veces nos compromete y eso te lo digo por propia experiencia. Te invito a participar con buen ánimo. Escribiendo aprendemos a convivir.

Simón

Se ensañaron con el pobre de Gustavo pero no pienses que su causa está perdida. Recuerda que tú mismo lo definiste como un muchaco bastante atractivo y no olvides lo inquieta que es Silvia.

Querida India

“construir una relación (…) puede llevar su tiempo” Eso es todo.

Tu relato contiene una gran emotividad, sólo le agregaría algunos refuerzos eróticos.

“él me acariciaba la parte de abajo de la nalga que me estaba inyectando y me decía: Vas muy bien, linda”.

Pero yo “lo que necesitaba controlar no era el temor ni la relajación de mis nalgas, sino la terrible excitación que sentía” Los dedos de Gastón parecían tener una apabullante carga energética. Con cada pinchazo no sólo me había incrustado la pavorosa aguja, sino un cúmulo de deseos, arrebatos y desbordados placeres, que él sin duda sentía y que, sin poder contenerlos, me los participaba chisguete a chisguete por el inigualable sendero intramuscular.

Yo estaba en uno de esos enclaves en que las propias nalgas te parecen ser el origen y el término de un enloquecedor torrente. Gastón no dejaba de acariciarme y de decirme que mis cachas lo enloquecían. Las veía crecer, esponjarse, ofrecérsele con descaro. Y fue poco a poco cayendo en la envolvente red que le había tendido.

Cuando sentí su lengua derrapar por la suave vertiente de mi vagina, excitar lentamente mi encrespado clítoris y revolotear la entrada de mi ardiente cueva ¡grité delirante! le dije que ya no aguantaba y le pedí encarecidamente que me penetrara…

Hasta aquí mi participación, queridos amigos. Son ustedes, India y Gastón, quienes deben terminar el relato. Yo no dispongo de la voluntad de ustedes.

Simón -

Querido Gastón: no des por el pito más que lo que el pito vale.

¿cómo siguieron las cosas?

Silvia siguió malhumorada toda la mañana pero cerca del mediodía me pidió que saliéramos a caminar por el parque del hotel porque estaba aburrida. La hice abrigar y salimos. El lugar estaba muy cuidado y era verdaderamente agradable: caminos de grava bordeados por añosos árboles, setos de flores que servían de atracción a una cantidad impresionante de mariposas de múltiples colores, formas y tamaños. Caminamos tomados de la mano en silencio hasta que Silvia se detuvo, me miró y me dijo “Hoy, cuando Gustavo te puso la inyección, me excité”
La tomé por la cintura y dándole un beso le contesté “si no hubiera sido porque no quería que estuvieras enferma, a mí me encantó verte con la colita pinchada”
“Estamos totalmente locos!”
“Puede ser…” y mi cabeza maquinó velozmente una idea. “Querés que llamemos a Gustavo para que nos venga a pinchar a los dos? Vos me mirás a mí y yo te miro a vos”
“No te molesta que me coquetee?“
“Me encanta pensar que se muere de ganas mientras yo te cojo a más no poder!”
“Qué malo sos! Pobre! Por lo menos pincha bien”
“A vos! A mí me mató! No viste el cañonazo que me mandó?”
Ella se rió con ganas y me masajeó la cola. Me aparté y le dije “Silvia! Hay gente!”
“por eso te lo hago! Si no, ¿qué gracia tendría?”
“Cuando te agarre…”
“¿Qué me vas a hacer?”
“Darte hasta que grites que pare!”
“Te tomo la palabra” y salió corriendo para la habitación “Vamos a llamar a Gustavo”
Cuando llegamos a la habitación agarró la tarjetita que él había dejado y lo llamó.
“Hola, Gustavo? Habla Silvia”
……
“Podrías venir? ¿Hablé por teléfono con mi doctor y me dijo que empezara a ponerme las mismas vitaminas que le dio a Simón, y ya que estamos él se tiene que poner la que le toca…”
…

"Dale! Te esperamos a esa hora”
Cuando cortó la comunicación me dijo que vendría cerca de las 21 horas; teníamos mucho tiempo. Fuimos a almorzar y salimos en la camioneta a conocer los alrededores. A las 16, volvimos y dormimos una siesta, de la que nos despertamos a las 19. Silvia fue al spa a hacerse unos masajes, yo fui al gimnasio y volvimos con el tiempo justo para darnos una ducha y prepararnos para la hora del pinchazo.
A las 21 en punto Gustavo golpeó la puerta. Tomó la caja de ampollas que le dio Silvia y se puso a preparar todo.
“Estas vitaminas funcionan mejor cuanto más profundamente en el músculo se ponen, así que hoy traje unas agujas más largas y un poquito más gruesas. Está bien?”
Silvia dijo “El que sabe de esto sos vos” No miramos, nos bajamos la ropa hasta las rodillas y nos acostamos boca abajo en la cama, uno al lado del otro. Cuando Gustavo se dio vuelta lo sorprendió el panorama. Vi claramente (y creo que Silvia también) cómo se le hinchaba el bulto debajo del pantalón.
“Bueno…” dijo con voz temblorosa, “hoy el pinchacito de Gustavo lo van a sentir, eh?” y acercándose a la cama del lado de Silvia agregó “primero las damas”.
Le desinfectó la nalga que le tocaba y comenzó a hacerle entrar la aguja lentamente.
“AY! Me estás haciendo doler!” dijo mi esposa.
“Ya sé, preciosa, que te duele. Pero esta aguja no la puedo meter de golpe” Y comenzó a hacerle entrar el líquido. Silvia fue elevando el volumen de las quejas a medida que avanzaba la inyección. Finalmente, Gustavo terminó y retiró la aguja presionando con fuerza el lugar pinchado.
Cuando dejó de atenderle la cola a mi mujer para tomar la jeringa que me tocaba a mí, Silvia hizo ese gesto que me enloquece: se llevó la mano a la cola y comenzó a masajeársela, sin dejar de mirarme a los ojos. La excitación de ver cómo pinchaba a Sil, sumado al temor por el dolor que sabía que vendría y que me produjo un involuntario temblor en las nalgas, me puso a mil; agradecí estar acostado boca abajo porque tenía el pito duro como una piedra.
Antes de que pudiera arrepentirme me empezó a clavar despacio la aguja; lo hubiera insultado. Efectivamente la aguja era larga, no terminaba nunca de entrar y encima después entró el líquido maldito. Silvia me seguía mirando provocativamente; Gustavo no emitió ni una palabra.
Cuando terminó de inyectarme, recogió sus cosas rapidísimo y con el pito a punto de explotar debajo del pantalón, balbuceó una despedida y salió corriendo.
Silvia y yo estallamos en carcajadas y yo acoté “Pobre! Ojalá llegue a tiempo a un lugar privado!”
Con el culo dolorido, atraje a Silvia hacia mí y de un movimiento enérgico y certero introduje mi miembro en su vagina, comenzando inmediatamente a bombear.
“Sí, Simón! Dame más, dame fuerte! Qué potencia, Simón!”
“Ah!” dije yo ¡Ahora entiendo tanto interés por las vitaminas! Lo que querés es potencia!”
Casi de inmediato llegó al orgasmo, se arqueaba y gemía como loca. Verla feliz y satisfecha me condujo a llenarla con una corriente enérgica que volqué en su interior a rítmicos borbotones.
Permanecimos abrazados, jadeantes. Cuando Silvia recobró el aliento me dijo “No es por eso”
“Mmmm?”
“Que las vitaminas no te las pongo por la potencia”
Cuando iba a contestarle puso su mano sobre mi boca. “Shhh. Dejame hablar. Las vitaminas te las pongo porque quiero verte bien; cuando vos estás mal, se me cae el mundo. Simón, vos me hacés linda la vida…”
Se me hizo un nudo en la garganta de la emoción. Lo único que pude hacer fue besarla larga y tiernamente.

Gastón -

EstimadA Yamil: tus padres te habrán puesto ese nombre siendo niña pero, para tu instrucción, te cuento que tiene una acepción masculina de origen árabe y significa bello, hermoso. Es evidente que no significa cordial, amable o nada que se le parezca, características de las que carecés.
Haceme un favor: no vuelvas a dirigirte a mí, por lo menos en ese tono.

Yamil -

Yamil es nombre femenino, tonto, soy una chica de 22 años, rubia y pues, guapa. Yo no escribo, sólo leo y con mucha atención.

Gastón -

Estimado Yamil: te agradezco el elogio y sin ánimos de reavivar la polémica, te invito a que nos regales un lindo relato.

Yamil -

Ahora si me gusta, vaya que hay diferencia. No te frenes Gastòn venga tambien tu sabes escribir piezas eroticas. Carlonimo dale gusto a India o esperas que sea aún más directa la cosa?

India -

Querido Carlónimo: te agradezco la generosidad. Aunque te noto algo seco conmigo, entiendo que construir una relación habiendo empezado como empezamos, puede llevar su tiempo.
Acordate de que para mí es muy importante que comentes mi relato (a menos que lo que tengas para decir sea muy, muy, muy horrible)

Mis nalgas te esperan.

Simón -

No recuerdo cuándo fue dicha esa frase, pero tampoco importa.

No insisto con el tema, no te preocupes.

Buen fin de semana y el domingo, para las madres.... FELIZ DIA!!!!!

Carlónimo -

“la comparación decanta a tu favor por varios cuerpos”

¿Dónde oí eso antes, con respecto a quién habrá sido?

El corazón es un verdadero enigma, Simón. Mejor respetamos el yugo y el estado que cada quien se impone a sí mismo. Lo poco que te den espontáneamente disfrútalo. Lo que no, olvídalo.

Me retiro al descanso ¡Que tengan todos un excelente fin de semana!

Simón -

Querido Carlónimo: si está tan loca con vos, evidentemente no serías el culpable de la ruptura de su hogar. Entre nosotros, el marido es un zombi y aunque ella no sea santo de mi devoción, como vos solés decir, la comprendo; la comparación decanta a tu favor por varios cuerpos.
Pero vos sabrás...
Yo estoy ya retornando al trabajo, así que estoy un poquito complicado de tiempo; pero no me olvido que les debo el relato de la utilidad que nos brindó Gustavito.

Carlónimo -

No puedo agitar las aguas, Simón. Ella tiene compromiso, de hecho ya está casada y yo detesto romper hogares.

Me encantó vivir con ella una noche divina, prácticamente irrepetible en Buenos Aires. Claro que si viene a México y se dan las circunstancias podríamos tener algún otro encuentro. A mí me encantaría inyectarla. Aquí entre nos: por momentos no me la quito de la cabeza y la deseo terriblemente ¡tiene un cuerpo precioso y me parece muy bella!

Simón -

P.D. Por favor, llamala, escribile o mandale una paloma mensajera porque ya me tiene harto preguntando por vos. Si no das señales de vida, uno de estos días te la vas a encontrar en la puerta de tu casa, en tu México querido.

Simón -

Pobre Nené! Menos mal que yo estaba ahí! Reconocé que lo que contaste te hubiera gustado vivirlo vos, y seguramente a Nené también le hubiera gustado. De hecho, cuando se levantó, dolorida como estaba, encima le protestó a Silvia diciéndole "Si me la hubiera puesto mi Carlónimo esto no habría pasado"

Lo único que te cuento es que esa noche Silvia me tiró la bronca por "chuparle la cola a mi hermana"!!, ¿podés creer que se puso celosa de Nené?

Carlónimo -

De acuerdo India, estamos en paz. Tu erotismo es evidente, ya me inspirará algo.

Simón, muy erótico relato y, ya ves, Silvia parece ir un paso delante de ti. ¿Ya no fue necesario que le tomaran la temperatura? Nos privaste de esa preciosa escena. O qué ¿te negaste a sufrirla?

Por lo pronto les entrego un breve relato.


Los apuros de Silvia y Nené

“Lo de mi cuñada, no sé; la prefiero lo más lejos posible de casa. Lo del otro día fue una excepción; cayó sin avisarle a Silvia con su manía de manejar la vida de todos (…) Pero uno nunca sabe las vueltas de la vida”.
Fecha: 07/10/2009 21:20.

Llegó ayer, muy seriecita y se puso a cuchichear con Silvia. Encendieron la PC, consultaron algunas revistas, salieron, regresaron y no pararon. Yo no les seguí la pista porque me encontraba en el blog dando los últimos toques a un relato.

Terminando me fui a la recámara, abrí suavemente la puerta y ¡zas, gulp! Nené estaba acostada boca abajo con el culito desnudo y la hipodérmica clavada. Gritando de dolor le rogaba a Silvia que aminorara el ritmo de inoculación de una pastosa sustancia rojiza que, a cada empujoncito del émbolo, hacía temblar las rozagantes nalguitas de mi cuñada que, confieso, me impactaron y me calentaron.

Mi reacción fue salir inmediatamente del cuarto pero… ya que no me habían visto, que Silvia se encontraba prácticamente de espalda, que cualquier movimiento brusco me delataba, y sobre todo que la escena era tan erótica, pues hice concha y me quedé disfrutándola.

La jeringa se agitaba, el hoyuelo de la punción mudaba, la superficie de las nalguitas se rizaba, los muslos trepidaban. Nené suplicaba, Silvia daba voces, advertía, consolaba, regañaba y danzaba de impotencia. Sostenía con firmeza la cintura, las piernas, el pliegue, de las nalgas de su hermana.

El bullicio aumentó, Nené no sólo agitaba los glúteos, sino que intentaba levantarse y pataleaba. Llegó un momento crítico de lucha abierta y giros desesperados. Un grito agudo de Silvia ¡Mirá lo que hiciste! fue el parteaguas.

Mi cuñada volteó, su hermana le enseñó la jeringa con la aguja trozada, la empujó de la cintura dejándola quieta en la cama, se lanzó sobre el glúteo concentrada en el punto preciso de la incisión gritando ¡esperá, no te muevas hermana! Nené empezó a llorar y a suplicar ¡sacámela, sacámela! Esperá, no te muevas, por Dios… estáte quieta.

Un prolongado Silencio y el grito agudo de mi esposa: ¡Simón, vení Simón! Mi estudiada actuación como si llegara en ese preciso momento ¿Qué pasa mi vida? Se quebró la aguja pero mirá, aquí está una partecita a la vista. Nené que se mueve ondulando el culito y tratando de verse la nalga.

Mi oportuna intervención sujetándola de la espalda: ¡Si te movés complicás la situación, esperá! Corro al baño a traer unas pequeñas pincitas depiladoras que no están en su sitio, indago con Silvia, ella está nerviosa y no se acuerda dónde las dejó. Pensamos en instrumentos alternos sin encontrar solución.

Me quedo muy quieto tratando de concentrarme. Mido, evalúo sopeso riesgos y finalmente le digo a Nené: ¡Quedáte muy quieta, no voltés y ten confianza que te la voy a remover! Me inclino suavemente, poso mis labios en la suave nalguita teniendo a la vista la suculenta raja que se dilata mostrándome sus excelsas riquezas. Barro la zona del piquete con mi lengua hasta sentir el agudo piquito.

De un golpe empujo con la boca y atrapo con los dientes el duro ribete, confirmo que lo tengo bajo control y jalo suavemente quedando el palmo (un centímetro aproximadamente) de aguja sujeto a mis dientes.

Lo tomo con la mano y se lo entrego a Nené diciendo: servida, cuñada, que si no ya estaría aquí el doctor para aplicarte el bisturí y dejarte una incómoda marca en el atractivo cachete.

Silvia y Nené, respiran profundamente, se miran una a la otra y se quedan muy serias, con rostro por demás inexpresivo. Me retiro de la habitación pensando en la excelsa belleza del culito que atendí, el mismo que recientemente disfrutó Carlónimo.

Simón -

Para distender un poquito les cuento algo más de la enfermedad de mi sensualísima Silvia.

Cuando volví del sauna del hotel, un poco más relajado, me encontré a Silvia muy despierta pidiéndome que me acostara con ella porque necesitaba mimos. Le dije que lo haría cuando le hubiera tomado la temperatura. Por supuesto, nuevamente se negó enérgicamente y más enérgicamente le dije que se la tomaría aunque para eso tuviera que ponerla sobre mis rodillas. Claro, yo no sabía que hacía apenas 10 minutos su colita había recibido el termómetro de parte de Gustavo. Me vio tan decidido que finalmente aceptó y así fue como de nuevo se puso con el trasero al aire y a esperar!
Ya le había bajado a 38º y cuando nos acostamos y ella intentó algo más, me negué porque consideré que aún no estaba en condiciones.
"Mi amor, tenemos toda la vida. Ahora tenés que descansar" la abracé y le acaricié la cabeza mientras se quedaba dormida nuevamente.

Por la mañana, pedí que nos traigan el desayuno a la habitación. Le sugerí a Sil que se abrigara bien y nos sentamos a desayunar frente al ventanal que da a los jardines del hotel. La vista era espectacular y Silvia no estaba tan malhumorada; hasta que recordó que vendría nuevamente el enfermero a ponerle el antibiótico. Me dijo que ya se sentía bien y que no se iba a poner la segunda inyección. Evité discutir de antemano con ella por ese tema, pero tenía la firme decisión de que sí lo haría.
A media mañana Gustavo golpeó la puerta y cuando entró, Silvia lo recibió con un "Hola! Lástima que viniste porque me siento bárbaro y no hace falta que me apliques la inyección" Lo dijo con mucha convicción, como queriendo convencernos a nosotros. Yo lo miré a Gustavo esperando que él pusiera el grito en el cielo, pero él se sentó parsimoniosamente a su lado y tomándola de las manos se puso inexplicablemente cerca y le habló suavemente. "Silvia, el doctor dijo dos dosis. Te tenés que poner esta inyección. Yo sé que no te gusta nada porque duele, pero es necesario" Ella lo miraba fijamente a los ojos. En un momento dado reaccionó y sacudiendo la cabeza me miró y se puso colorada.
Se levantó del sillón sin decir nada y bajándose la ropa se reclinó sobre la cama.
Gustavo le palmeó la nalga dándole la indicación de que se acostara. A esa altura ya me hervía la sangre pero preferí no hacer un escándalo, después de todo, las cosas no pasarían de ahí, por lo menos mientras yo estuviera presente.
En silencio la pinchó y Silvia apretó los puños. Me acerqué a ella y le puse la mano en la otra nalga, marcando mi territorio. Gustavo me miró pero luego bajó la mirada y continuó la inyección. Silvia ya no podía mantener la calma pero por suerte, el líquido terminó de entrar antes de que se descontrolara.
Mientras se acomodaba la ropa dijo, sorprendiéndome "Gustavo, ya que estás acá, Simón está en un tratamiento de vitaminas y ayer con el asunto de mi enfermedad no se puso la que le tocaba; no se la pondrías, por favor?"
"Claro! Vamos! Acostate" parecía que revivía con la idea de pinchar un culo, el desgraciado.
La miré a Silvia furioso y ella, mientras Gustavo preparaba mi jeringa y no miraba me miró burlonamente y me sacó la lengua.
Mientras estábamos en eso, Gustavo se dio vuelta con la jeringa en alto "Y? Ponete. Tu mujer se porta divino, vos no me harás un escándalo, no?"
Imaginen que en esa situación no podía hacer otra cosa que entregarle los cachetes para que me los martirizara como quisiera. Y me los martirizó como quiso; hasta el pinchazo bien pero después mandó todo el aceite de una,rapidísimo; pegué un salto que casi golpeo la cabeza contra el techo.
"Listo! No fue para tanto!. Chicos, cuídense mucho y disfruten de las vacaciones!"
Se fue y nos dejó con la cola dolorida a dúo. A Silvia no le había alcanzado la venganza y seguía enojada porque la obligué a aplicarse la segunda inyección así que ese día no pasó nada de nada.

Pero después les cuento del día siguiente.

Gastón -

Querida India: nada hay que agradecer.
Martha me dice que la cita con Paulo es el martes a las 18; te espero en mi consultorio a las 17.45, yo te acompaño para que vayas tranquila.

India -

Querido Simón: te agradezco la aclaración y te pido disculpas porque quizá mi propio sentimiento de culpa hizo que malinterpretara lo que dijiste.

Querido Gastón: gracias a vos también por lo que me decís, me deja tranquila que no te hayas enojado conmigo por el atrevimiento. Quiero volver a agradecerte haber cumplido mi deseo y, en ese sentido, es verdad que esto es la "Isla de la fantasía". Respecto de lo de Paulo, solamente de pensar en pasar por el consultorio de un ginecólogo me da taquicardia, es más fuerte que yo. Ya llamé a Martha y me dio la fecha y el horario, espero poder tomar coraje para ir. De todos modos, te agradezco que te ocupes de mi salud con tanto cariño.

Querido Carlónimo: respondiendo a la pregunta de Simón, supongo que cuando decís que no sos santo de mi devoción te referís a aquellas primeras intervenciones en las cuales dije lo que pensaba respecto de tu alejamiento del blog. Debo decir al respecto que de ninguna manera quiero que sientas que lo que dije era en contra tuyo. Por el contrario, te siento muy cercano, lo que escribís me encanta y me gustaría llegar a tener con vos la relación que tengo, por ejemplo, con Gastón. Quizá fui dura y, entendeme, tenía que ver con la sensación de zozobra que me producía el derrumbe de este espacio. Encima, Gastón sufría y si bien trato de controlarlo, el doctorcito me puede. Se me escapó la directora de escuela, la maestra ciruela y te regañé, quizá sin ningún derecho.
Además, tengo que agradecerte que tu intervención haya convencido a Gastón de pincharme, cosa que deseaba locamente.
Carlónimo, te pido por favor que no te abstengas; comentá mi relato porque en esto el maestro sos vos. Mis nalgas están a tu disposición, para que protagonicen la historia que quieras o hasta para que vos mismo me las pinches; sería un honor.

Gastón -

Mi querida India: conozco a Simón desde hace muchos años, vos lo sabés, y te aseguro que nada de lo que dijo es una crítica hacia vos, más bien todo lo contrario. No te preocupes, no tenés que avergonzarte de nada. Mi perplejidad fue porque me tomaste por sorpresa y cómo me caen esas cosas tiene que ver más con mis dificultades y mi pacatería que con lo que vos podés haber hecho.
Te diría que como comienzo fue espléndido y espero fervientemente que intervenciones como esa se repitan.

En otro orden de cosas, te cuento que acabo de estar reunido con Paulo y, entre otras cosas que teníamos que tratar, le pedí un turno para tu control ginecológico. Tomé la iniciativa porque si espero que vos tomes la decisión, tu control puede demorarse otros tres años. Sabiendo que sos mi amiga se negó de plano a asignarte un ginecólogo del staff e insistió en ser él en persona quien te atienda. Llamala a Martha a la tarde para que te pase los datos de la cita.

Simón -

Pero caramba! Qué pasa? No se entendió nada. Querida India: lejos de ser una crítica, lo que dije es de pura admiración. Quizá no lo expresé adecuadamente, pero no hay nada de lo que sentirse avergonzada. Es más, vos sabés que pienso que las pequeñas sacudidas a mi amigo el doctor le vienen fantástico.

Querido Carlónimo: ¿a qué te referís con que no sos santo de su devoción? No empecemos a ofendernos por pavadas, por favor!

Carlónimo -

No soy santo de su devoción, prefiero abstenerme. Pero les recuerdo que este espacio es como “La Isla de la Fantasía” donde todo es posible. Yo no veo “desubicación” ninguna. Nadie debe sentirse mal por plantear un escenario.

India -

Perdón, Simón! no quería desubicarme. Qué desastre! Empezar metiendo la pata, discúlpenme, nuevamente...

Simón -

Carlónimo: ¿qué me contás de la fan de Gastón?. No se anda con chiquitas. ¡El doc debe estar al borde del infarto!

India -

Queridos amigos: les pido disculpas por interrumpir los relatos del casamiento de Simón, pero estoy tan conmovida por lo que sucedió en lo de Gastón que no puedo esperar.
Salí del colegio como una exhalación porque ya no toleraba la ansiedad. Cuando llegué a la clínica me anuncié en recepción. A los pocos minutos apareció una enfermera (el cartelito de su pecho decía “Martha”) y con cara de pocos amigos me condujo al consultorio de Gastón. Él me recibió amablemente, como siempre, y me hizo sentar.
“Martha, por favor, tráigame lo que le pedí”
“Sí, doctor” y desapareció cerrando la puerta.
Mientras esperábamos Gastón me preguntó qué tal el día de trabajo, supongo que para relajar la situación. Entró Martha nuevamente, llevaba en la mano una bandeja cubierta con un paño verde almidonado.
Cuando se la tendió a Gastón comenzó a decir “Doctor, creo…”
“Sí, Martha, ya sé lo que cree pero yo sé lo que tengo que hacer”
“Sí, doctor, perdóneme” y salió como alma que se lleva el diablo.
Me quedé un poco cortada por la situación y miré interrogativamente a Gastón.
“Martha piensa que el director no debe administrar él mismo los tratamientos a sus pacientes. Pero el director piensa que sí, así que vamos a lo nuestro”
“Cuántas vacunas me vas a poner, Gastón” pregunté tímidamente.
Sonrió y respondió “Cinco, bah! Vacunas, son 4. La otra no es vacuna”
“Me van a quedar muy doloridos los brazos? Porque a los chicos de jardín les gusta que los alce…”
“Los brazos? En absoluto!... Porque te las voy a poner en las nalgas”
“En la cola? Todas?! Como dijiste que eran vacunas pens酔
“El laboratorio que nos provee las hace todas de aplicación intramuscular. Pero no era eso lo que querías? Si hasta lograste que Carlónimo intercediera por vos! Si querés suspendemos…”
“No, no, no. Sigamos…” Le dije cada vez más temerosa y menos decidida.
Gastón, con su habitual tono dulce y a la vez seguro y enérgico, me dijo “Acostate boca abajo en la camilla, bajate la ropa y relájate todo lo que puedas”
Mientras yo lo hacía (y les advierto que me temblaban las manos) él me iba explicando “Te voy a poner la de la gripe, la de la meningitis, la de hepatitis a y b y la del tétanos. Y como tantos bichos van a poner tu sistema inmunitario como loco, te voy a dar unas vitaminas para reforzártelo. ¿Por cuál querés empezar?”
Me sentía como un condenado a muerte al que le preguntan con qué método quiere morir.
“Por lo que dice Simón, tus vitaminas son terribles. Empezá por esa así ya me la saco de encima”
“Muy bien. Vamos a desinfectar bien esta cola…” me decía mientras pasaba antiséptico por ambos cachetes. Para mantenerme distraída me pidió que le cuente más sobre mí. Yo empecé a contarle que estoy casada y que mi marido es ingeniero agrónomo y administra varios campos; por eso pasa muchos días fuera de casa y yo me quedo sola. El aburrimiento me llevó a pasar largas horas navegando por Internet y así fue como los encontré y me hice adicta a ustedes.
Cuando consideró que ya estaba en condiciones de empezar la sesión me preguntó “en qué cachete te doy las vitaminas?”
“Es igual. ¿Duelen menos en alguno de los dos?”
Se rió y sin darme tiempo a reaccionar me pinchó el derecho. Me sobresalté y él me preguntó amorosamente si me había hecho doler. Le dije que no, que podía seguir y siguió. Y mejor no hubiera seguido, porque me dolió hasta el alma. No pude dejar de quejarme a pesar de que me lo propuse; él me acariciaba la parte de abajo de la nalga que me estaba inyectando y me decía “Vas muy bien, linda. No te pongas nerviosa que ya terminamos…” Cuando me sacó la aguja sentí un alivio enorme.
“Te animás con las otras?”
“Son iguales a esta?”
“No, preciosa! Molestan un poquito, pero nada que ver!”
“Bueno, entonces, sí” me reacomodé en la camilla para lograr relajarme pero, como dice el dicho, el que se quema con leche ve la vaca y llora, no lo lograba.
“Vamos a descansar un poco. Me parece que empezar por las vitaminas no fue buena idea, te quedaste con miedo”
“Dame un minuto.”
“Acordate que podemos interrumpir y dejar todo cuando quieras, eh?”
“No, no. Tengo que poder con esto. Es que hacía mucho que no me ponían inyecciones y además, vos…”
“Yo, qué?”
“Nada, nada”
“Vos me avisás cuando estás lista, si?”
Dejé pasar unos momentos pero a esa altura lo que necesitaba controlar no era el temor ni la relajación de mis nalgas, sino la terrible excitación que sentía. No podía permitir que Gastón viera que tenía la entrepierna empapada.
Me recuperé como pude y le dije a Gastón que continuara.
Y una tras otra me fue poniendo las 4 vacunas, alternando el glúteo. Era verdad que no eran tan dolorosas pero al final, cuando en un cachete ya te pincharon 3 veces, te duele hasta que te lo miren. Con la última ya no pude aguantar más y, como pude, disimulé el orgasmo. Creo que Gastón percibió algo, pero es tan respetuoso que interpretó el apretón que sufrió mi cola como una expresión de dolor y me calmaba hablándome en voz baja, o él pensaba que me calmaba.
“muñeca, sos una paciente espléndida! Estás satisfecha?”
“Gracias, Gastón!” dije mientras intentaba levantarme sin que se notara lo que me había sucedido.
Mientras él se limpiaba las manos con alcohol yo me acomodé la ropa. Me dijo que en un mes debía volver para la segunda dosis de 3 de las vacunas que me había puesto y que probablemente me doliera un poco la cola por un par de días.
Antes de salir me despedí posando mis labios sobre los suyos fugazmente y le dije “Gastón, lo que me hiciste vivir hoy va a ser la inspiración para cuando vuelva a tener un encuentro íntimo con mi esposo”.
Perdón, Gastón, no quise incomodarte, aunque confieso que tu cara de perplejidad me divirtió mucho.
Finalmente, limpié con un pañuelo de papel los restos de labial que le había dejado; no quiero generarle problemas con Claudia (a quien quiero aún sin conocerla personalmente) y mucho menos con Martha, que es como un perro guardián y uno nunca sabe si algún día no tendrá un encuentro cercano con su jeringa.

Simón -

Gracias Carlónimo por contarme el chisme; ya vas a ver cómo aprovechamos a Gustavo. Dame tiempo para contarlo...

Y no demores lo de Ismael; prometo no contarle a Benjamín porque lo haría pedazos.

Carlónimo -

Sí Eulogia, con gustó referiré después la grata experiencia que has tenido con tu nuevo novio ¿Ismael se llama? Espero que no vaya a leer Benjamín pues ya sabes, por Simón, que te extraña muchísimo.

La traviesa Silvia

“Yo estaba emocionalmente agotado y lo único que quería era que ella se sintiera bien. Comenzó a quedarse dormida y ya entre sueños me dijo: Me dolió, Simón, me dolió mucho”.

Después se quedó profundamente dormida y yo aproveché para irme al gimnasio, pues estaba muy tenso y necesitaba relajarme.

Poco después, el teléfono del hotel despertó a Silvia quien perezosamente buscó el aparato, lo palpó con dificultad y se lo llevó al rostro para indagar adormilada: Sí… ¿quién es? Soy yo Silvia, Gustavo, quiero decirte que…

La preciosa enfermita reaccionó sentándose ferozmente en la cama, agitó su ondulado cabello y dijo con aire de extrema molestia: Mira Gustavo, no se cómo es que tú viniste a atenderme pero… bueno… digamos que está bien. Lo que no me parece es que me trates con excesiva confianza cuando esta presente mi esposo.

Esperá linda, de acuerdo, voy a tener más cuidado pero ahora es importante que te vea porque el médico me recomendó que 10 minutos después de aplicarte el tratamiento debía tomarte la temperatura y la verdad es que lo olvidé ¿Puedo pasar ahora?

Ay Gustavo, Gustavo ¿qué voy a hacer contigo? Mi esposo salió y si regresa cuando tú estés, pues imagínate la escena. Entre nosotros no hay más que una cuestión profesional, entiéndelo. Atendé Silvia, tu esposo está ahora en el vapor, justo lo vi entrar hace un minuto y no regresará a la habitación antes de una hora. Así que paso, cumplo la diligencia y me voy enseguida, no tardaré nada ¿te parece?

Con dificultad llegó Silvia a la puerta. Viéndola titubeante, Gustavo la cargó, se sentó en la cama y poniendo a la chica boca abajo sobre sus piernas le descubrió las mullidas nalguitas, le separó suavemente los cachetes y le introdujo el termómetro en el recto, sin dejar de presionar y de acariciar los esponjados glúteos.

Unos instantes después, extrajo el instrumento y exclamó ¡treinta y nueve y medio! Tranquila, preciosa, tengo aquí el supositorio que debés ponerte. Como Silvia se agitara, le recordó: Tu esposo está en el vapor, descuida, te aplico el remedio y punto.

Desenvolviendo la barra distanció lo más que pudo las redondas nalguitas dejando a la vista el pequeño botoncito anal, lo ensalivó con su propia lengua y empujó el camotito haciéndolo entrar lentamente, hasta que su dedo central se perdió completo en el recto de la sensualísima Silvia que no dejaba de estremecerse y de emitir eróticos lamentos.

Finalmente le extrajo el dedo, le juntó con fuerza los cachetes por unos momentos, besó cada uno de los glúteos y los cubrió cuidadosamente. Cargó de nuevo a Silvia, la sostuvo con una sola mano mientras que con la otra replegaba las cobijas, luego la acostó cariñosamente, la cubrió, le dio un beso en la mejilla muy cerca de los labios y diciendo: te veo mañana, encanto, salió rápidamente de la habitación.

A poco entró Simón ¿Cómo te sentís preciosa? Pues… ya mejor, pero ven mi vida, entrá conmigo a la cama, que ahora deseo tus caricias.

India -

Ay, Simón! No me digas así! No te imaginás lo nerviosa que estoy ahora que se acerca el momento. Después les cuento, si Gastón acepta que debute como relatora con la historia de mi vacunación.

Simón -

Qué?! Pasa algo entre Ustedes, quizá?

Querida India: no sé por qué estás tan emocionada con lo de las vacunas... ya me vas a contar después...

Sigo un poco con el tratamiento de Sil.

Con la carga de la noticia del tratamiento que le esperaba Silvia se puso de muy mal humor. Me recosté junto a ella y encendí el televisor para pasar el rato. Intenté abrazarla para darle contención y me rechazó.
“Salí, Simón. Vos llamaste al médico! Y ahora me van a pinchar”
“Pero, mi vida, yo no tengo la culpa del tratamiento. Al médico había que llamarlo, tenés mucha fiebre y no podés estar así”
“Claro! Y decirle que mande a una enfermera para que me pinche también era necesario?”
Tenía ganas de decirle que yo no quería ser el causante del dolor que le iban a producir las inyecciones que le habían recetado, que prefería ser quien la sostuviera en ese momento, pero me callé porque no quería ponerla más nerviosa aseverando que eran dolorosas. Por suerte, me salvó el gong y golpearon la puerta.
Fui a abrir y me alegré de que Silvia no estuviera en condiciones de apreciar las bondades de la “enfermera” que le habían mandado. Porque la “enfermera” resultó ser enfermero y era a prueba de crítica femenina. Un cuerpo evidentemente desarrollado al aire libre porque además de los músculos bien marcados, tenía un bronceado natural que le daba un aspecto muy saludable. Llevaba el cabello largo atado en una prolija cola de caballo. El ambo verde podría haber sido un talle más grande, pero el tipo había preferido que le marcara todo.
“Buenas noches, me mandó el médico. Mi compañera está cuidando a un enfermo en el hospital. Espero que no te importe que haya venido yo, me llamo Gustavo”
“No, claro. Gracias por venir” y me tendió la mano, estrechándola con firmeza.
Y entrando dijo, como animando a Silvia, “Holaaaaaaaa!, cómo se siente mi paciente?”
“Horrible!” dijo subiéndose las cobijas hasta el cuello.
“Lo que te mandó el doctor te va a hacer bárbaro! Mañana te vas a sentir mucho mejor”
Ella sólo suspiró y él comenzó a preparar las dos jeringas. Dejó una sobre la mesa de luz y con la otra en la mano (supongo que el antipirético, porque era chiquita) le dijo, como si no pasara nada “Dale! Ponete boca abajo”
Silvia me miró como con ganas de salir corriendo; le devolví una mirada de “Yo estoy acá con vos”, la destapé y la ayudé a moverse. El enfermero, rápidamente, tomó el elástico del pantalón de Silvia y de un tirón suave lo bajó completamente, bombacha incluida, dejando ambas nalgas al descubierto.
“Vamos primero con el dioxadol, es rechiquita, no duele nada, así que tranquila, sabés?”
La desinfectó y la pinchó. Silvia se sobresaltó pero evidentemente no sintió dolor porque permaneció relajada y tranquila. Yo volví a respirar cuando le sacó la aguja del glúteo, no me causaba ninguna gracia que sufriera; una cosa es jugar con esto y erotizarnos y otra es verla enferma realmente. Tenía el corazón apretado.
El enfermero tomó la segunda jeringa y se me paralizó el corazón; era enorme. Intenté distraerla con conversación para que no mirara y se asustara.
El enfermero le preguntó, mientras le desinfectaba el otro cachete “Te pusieron alguna vez antibióticos en la cola?”
Silvia asintió con la cabeza.
“Entonces es una cola experimentada! Flojita que el pinchacito ni lo vas a sentir” mientras yo pensaba ”cuando te aclaran que el pinchacito no duele, el resto…”
En un segundo le mandó la aguja hasta el fondo y empezó a meter el líquido con mucha lentitud. Silvia levantó la cabeza con la primera gota y ví cómo la cola se le agarrotaba. El enfermero detuvo la inyección y pacientemente le indicó que se aflojara.
“Yo sé que duele, linda. Quedate tranquila así terminamos”
Silvia me agarró la mano y me la apretó tratando de relajarse.
“Puedo seguir? Ya estás bien?”
Silvia otra vez asintió con la cabeza. Y él reanudó la inyección. Silvia lloraba en silencio y yo estaba desesperado; no sabía qué hacer porque, además, imagínense que Gustavo no es Eulogia, si no, me hubiera encantado consolarla como ella me enseñó.
Finalmente, luego de lo que pareció una eternidad, Gustavo sacó la aguja y le dio un masaje para hacer circular el líquido. Mientras Silvia se levantaba la ropa y se daba vuelta, él recogió los desechos y fue al baño a tirar todo y lavarse las manos.
Cuando volvió tomó sus cosas, se acercó a la cama y dándole un beso en la frente a Silvia le dijo “mañana a la mañana te veo, pichona. Sos la mejor paciente que tengo!” y mirándome agregó “Que no tome frío y que tome mucho líquido. Hasta mañana”
Me volví a tirar en la cama a su lado y esta vez aceptó mi abrazo. Yo estaba emocionalmente agotado y lo único que quería era que ella se sintiera bien.
Comenzó a quedarse dormida y ya entre sueños me dijo “Me dolió, Simón, me dolió mucho”


Eulogia -

Ya les contaré, ya lo haré ¿verdad Carlónimo?

Simón -

Querida Eulogia: no le contestó a Gastonete; no contó cómo suplió en su tierra la descomunal barra de Benjamín que tanto placer le diera. Él, pobrecito, desde su partida, anda como un alma en pena!

Eulogia -

Asi fue Carlónimo como tú lo contaste, yo quedé aliviada y feliz. Gracias de todo corazón por consentirme y ser tan gentil conmigo. Eres un caballero.

India -

Sí! Sí! Sí! Gastón, gracias! mañana a la salida del trabajo paso por tu consultorio. Te confieso que ahora estoy un poquito nerviosa pero te tengo mucha confianza.

Gastón -

Dios mío! Eulogia! lo que nos cuenta Carlónimo es supremo; sí que la pasaste bien en tu estadía en Buenos Aires! de qué manera supliste semejante portento cuando volviste a tu casa?

En cuanto a relatar algo... estoy un poco inhibido. Ya saben que me cuesta hacerme cargo de mis deseos más profundos más que cuando se relacionan con Claudia; ya veré de contarles algo con ella, que de paso les digo, me tiene el culo todo agujereado porque no me puedo resistir a sus antojos.

Querida India: lamento no haber podido satisfacerte en tu deseo; derrochás salud y no hay nada que médicamente amerite medicarte. Sin embargo, estuve pensando que, dado que sos directora de una escuela y estás constantemente en contacto con niños y sus enfermedades, quizá sería apropiado aplicarte vacunas varias. Pasate por el consultorio cuando quieras y lo vemos; lo que más me interesa es que mis pacientes sea felices.

Carlónimo -

Pues ¡Viva Latinoamérica! Me quito el sombrero (que no uso) por nuestros queridos pueblos.

Simón. Tus encuentros íntimos con Silvia están cada día más interesantes y ardientes. Me gustó mucho el inicio del último (en especial la ambientación). Ahora sí que estás contando el dinero enfrente de los pobres (lo digo por mí). Enhorabuena, disfruta de esa chica tan preciosa y síguenos describiendo los pinchazos que “por desgracia” tiene que recibir en las esculturales nalguitas.

Gastón. Espero que nos participes alguna erótica escena con la preciosa Claudia, no nos prives de sus encantos. Y por ahí te anda solicitando una de tus fans que la atiendas debidamente. Yo digo que no te cuesta nada, a menos que te apabulle el remordimiento. Tu dirás.

Hermano, ni hablar, fue buena tu escabullida. Contando con el reconocimiento de los gauchos, yo qué puedo decir ¡Buena pieza de ingenio! Pero a ver si nos describes un poco a la preciosísima Andreíta que está como quiere…

En cuanto a tí mi querida Eulogia, pues no te ofendas de las ocurrencias de Antónimo. Estaba acorralado y se defendió como gato boca arriba, con buen éxito por lo que veo. Pero ni quien dude de tus encantos personales.

Y menos Benjamín, que cuando bailó contigo por primera vez sintiendo la suavidad de tu talle, la tersura de tu mejilla, el calor y la energía de tu torneada silueta, empezó a estremecerse y a decir que había encontrado por fin a la mujer de su vida.

Y luego que se sentaron se miró en tus brillantes pupilas llenándose del encanto de tus modales y de tu dulce verbo. Entonces te dijo sin más que te amaba y se replegaron a la intimidad de la alcoba.

Ya solos, escuchando la más suave y armoniosa música de concierto, degustando el exquisito champagne de las festividades, resbaló su mano por la excitante curvatura de tus caderas, acarició suavemente tus nalgas y se acostó lentamente llevándote a descansar sobre su fornido cuerpo.

Besando con ardor tus dulces belfos y tu espigado cuello, fue alzando la delgadísima falda y haciendo suya la curvatura de tus muslos. Sentiste cómo tocaba tu entrepierna, se estacionaba en el pliegue de tus formidables glúteos, incitaba con prudentes caricias el umbral de tu ardiente vulva.

Bufando de excitación, estimulaba una y otra vez tu sexo entero, frotaba tus redondas y erguidas nalgas, lamía y succionaba tus pezones, la masa de tus senos, el pliegue de tus orejas, la seda de tus cabellos. Llegado el momento sentiste que ardías en indescriptible deseo. Los voluptuosos apretujones, restregones y gruñidos de tu amado eran cada vez más desesperados e intensos.

Separaste las piernas y te insertaste tu misma la gigantesca barra de acero que no cesaba de entrar en tu vagina. La sentiste recorrer palmo a palmo toda la caverna de tus deseos, llegar al fondo y pedir aún más espacio que tú ya no podías brindarle.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano arremetiste con todas tus fuerzas y por fin acogiste la barra completa sintiendo que te desgarraba las entrañas. Oíste a tu amado gritar de placer, lo sentiste friccionar todo tu cuerpo con embeleso e iniciar un rabioso ataque que de inmediato te llevó al éxtasis.

Con tus finos brazos rodeaste su recio cuello, con sus rudas piernas abrazó tus esponjados muslos. Con sus potentes brazos apretó tu breve cintura, con su enorme pene te inundó la enfurecida vulva. El caliente y viscoso esperma te hizo gritar, gemir y tensar cada una de las fibras de tu exquisito y excitado cuerpo.

Espero que te haya gustado, preciosa.

Simón -

Queridos todos: ¡SALUD A NUESTROS HERMANOS AMERICANOS!

Gracias Antónimo por las preciosas fotos que nos has hecho llegar.

En cuanto a Usted, Eulogia, agradezco el ofrecimiento pero el doctor que vio a Silvia era muy eficiente y no me dejó tiempo a nada; a los 20 minutos teníamos a quien pincharía a mi dulce esposa. Luego les cuento.

Querida India: gracias por leernos. Por favor, animate a contarnos algo de tus vivencias respecto de lo que nos convoca. Lamento que Gastón no haya satisfecho tus deseos, pero así es él cuando se trata de su profesión.

Eulogia -

Muy chistoso Antónimo un mocoso como tú no puede regalarse esas confiancitas, yo soy una dama y muy guapa, pregúntale a quienes me han visto. Esta es la segunda que me haces, ten cuidado porque yo me las cobro. Carlónimo tu hermano a quien conozco bien en muchas formas no se ha portado grosero conmigo. Ya verás tú…

Y tú Simón también te la estás ganando, bueno te perdono pero si necesitas una enfermera para atender a Silvia, me llamas.

Benjamín es un chico muy interesante y sabe reconocer lo bueno. Yo no quiero contarles lo que ha pasado entre nosotros, ha sido un romance precioso. Carlónimo, tú que me estimas y que yo también a ti por supuesto y mucho, hazme el favor de contarles acerca de mi romance con Benjamín, Anda házlo por favor, aunque sea un relato cortito. Se buen chico.

India -

Queridos: ¡Qué maravilla! esto es lo que más me gusta. Son geniales y las historias que estan contando son un espectáculo. Realmente no deberían separarse más porque juntos son dinamita!

Simón: me alegro de que tu boda haya sido todo un éxito, aunque lamento que Silvia esté enferma; por favor, cuéntanos cómo está ahora, luego del tratamiento. Pobrecita! con lo que duelen los antibióticos.

Querido Gastón: Me encantó verte en el consultorio. Me diste tanta confianza con esa revisión tan exhaustiva que me hiciste; no dejaste un centímetro de mi cuerpo sin examinar! Lo único que lamento es que te hayas negado de plano a recetarme alguna inyección a pesar de mi sostenida solicitud.

Karito: ¿Cómo te fue con las inyecciones siguientes? Ya te recuperaste? Qué diferentes pueden ser las personas; tú que no querías que te pincharan y yo que quería a toda costa probar la mano de Gastón y no pude...

Simón -

Querido Antónimo: Una vez más saliste indemne. Esta vez te lo voy a perdonar por dos motivos:
1. No viene mal que "el terror de las nalgas latinoamericanas" tenga su merecido (aunque debo ser cuidadoso con lo que digo porque ya comprobé que cuando me la encuentro se toma revancha).
2. se reconocer el humor y el ingenio.

De salud, bien. Pero vean lo que sucedió:

Íbamos por una ruta provincial que bordea un lago; manejaba Silvia. De manera imprevista salió de camino y nos puso sobre un angosto camino de grava que llevaba a la orilla del lago. Detuvo la camioneta y se bajó; la seguí, tomamos aire profundamente y nos abrazamos. Era temprano y el sol aún no calentaba demasiado pero ya se anunciaba un día espléndido. Caminamos hasta unas rocas y nos sentamos en ellas mirando en silencio el imponente paisaje: el lago, de cristalinas aguas, las montañas de fondo… entre dos piedras, lo insólito: crecía una delicada flor amarilla que, sin arrancar, le regalé a Silvia.
De repente ella se puso de pie y comenzó a quitarse la ropa.
“Qué hacés, Sil?”
“Vamos al agua”
“Hace mucho frío y el agua debe estar helada” Eso caracteriza los lagos del sur; las aguas provienen del deshielo de las altas cumbres.
“Dale, Simón! No nos podemos perder el agua trasparente!”
“Yo no pienso meterme y me parece que vos tampoco tendrías que hacerlo”
“No seas flojito! Vamos!” Y seguía sacándose todo hasta quedar en ropa interior.
“Silvia! Te estás desvistiendo en público!”
“Qué público?! Mirá para todos lados… no hay nadie en kilómetros” Y se zambulló en el agua transparente y helada mientras yo trataba de impedirlo diciéndole que le iba a hacer mal.
Nadó un rato y yo fui a la camioneta a buscar un toallón porque cuando saliera iba a estar muerta de frío.
Efectivamente, salió tiritando y yo corrí hacia ella a cubrirla.
“Vamos a la camioneta a ponerte ropa seca”
Se sentó en el asiento de atrás y comenzó a cambiarse; prendí la calefacción y retomé el camino. Cerca de media hora después, y a pesar de la calefacción, ella seguía sin entrar en calor. No decía nada y yo trataba de no decir que se lo había advertido. Nos detuvimos en un parador y desayunamos para luego seguir el viaje.
Durante el resto de la mañana y parte de la tarde Silvia durmió mucho, cosa rara en ella, y a media tarde llegamos al hotel que habíamos reservado con anticipación. Luego de registrarnos fuimos a la habitación y cuando al llegar ella se recostó en la cama sospeché que algo no andaba bien. Me acerqué a ella y, como hacía mi madre, le besé la frente para ver si tenía fiebre. Al simple contacto me pareció que estaba bastante caliente por lo que decidí tomársela con el termómetro.
“Sil… ¿te sentís bien?”
“Mmmm…” fue su única respuesta.
“Mi amor, me parece que tenés fiebre. Dejame que te la tome”
Comenzó a levantarse el pulover para que yo accediera a su axila cuando le dije “No, Sil, Gastón dice que en la cola es mejor”
“No! Eso no! En la cola no!”
“No pasa nada! No duele! Vamos!”
Y la ayudé a ponerse de costado a regañadientes, le desabroché el jean y se lo bajé junto con la bombacha e introduje delicadamente el termómetro. Ella respondió con un quejido.
“Te dolió?”
“No… es horrible…”
“Es un segundo, ya te lo saco” le sostenía con la mano los cachetes apretados
“Simón, es necesario que me tengas la cola, no voy a escupir el termómetro”
“Sí, sí es necesario… Porque me gusta tocarte la cola” y le di un beso. Pero el horno no estaba para bollos y recibí en respuesta un gruñido.
Cuando retiré el termómetro, disimulé para que no se pusiera nerviosa, pero me asusté. Tenía casi 40º.
“Tenés un poquito de fiebre. Vení, vamos al baño para que te des una duchita tibia para que te baje” La ayudé a levantarse y la llevé al baño casi en mis brazos, la desvestí y la metí en la ducha abriendo el agua a una temperatura agradable con la intención de ir bajándola progresivamente. Casi me tuve que meter en la ducha con ella para sostenerla y la dejé protestando abajo del agua, cada vez más fría, hasta que comenzó a tiritar. Cerré el grifo, la envolví en un toallón y la volví a llevar a la cama. Nuevamente contra su voluntad, le tomé la temperatura; había bajado a 38º, no era mucho pero era algo. La dejé descansar para ver cómo evolucionaba y una hora después volví a la carga con el termómetro: otra vez 40º. Le comuniqué que llamaría al médico del seguro médico de viajeros que habíamos contratado. Desde luego que se opuso pero no le di crédito y cerca de tres cuartos de hora después golpeaban a la puerta.
Cuando fui a abrir encontré a un señor mayor, entrado en carnes y con anteojos de montura metálica que llevaba un maletín en la mano.
“Usted pidió un médico?”
“Sí, doctor, es para mi esposa. Tiene casi 40º de temperatura”
El médico entró en la habitación y sentándose en la orilla de la cama le habló a Silvia.
“Querida, qué le duele?”
“todo…” le respondió con apenas algo de voz.
Le conté rápidamente lo sucedido en la mañana, también que le había dado un baño con agua fría y apenas le había bajado la fiebre; el doctor le pidió que abriera la boca y dijera AHHHH para revisarle la garganta.
Luego me pidió que la ayudara a levantarse el saco del pijama para auscultarla. Lo hizo por delante y por detrás. Cuando se quitó el estetoscopio de los oídos dijo:
“Sí, efectivamente es un enfriamiento. Está queriendo bajar a los bronquios, así que lo vamos a cortar de raíz porque si te toma los bronquios te va a estropear la vacaciones.” Sacó del maletín un recetario y comenzó a escribir, mientras nos explicaba el plan de tratamiento. “Le vamos a poner esta noche una inyección de un medicamento para bajarle la fiebre y una de antibiótico y mañana a la mañana repetimos el antibiótico”
La cara de Silvia, pobrecita, se transformó. No se esperaba que la cosa fuera por ese lado y no le gustó nada.
El médico agregó “Les mando una enfermera, no?”
Contestamos al unísono, ella que no y yo que sí.

Continuará...

Gastón -

Ja Ja Ja!!!!! genial, mi querido Antónimo! Entiendo por qué te llevás de maravillas con mi cuñada. Son tal para cual!
Lástima que siempre salgas parado como los gatos... ya te agarraremos esas nalgas!

Simón, cómo anda tu salud? Aprovechá las vacaciones que se te dan bajo el formato de luna de miel. Relajate, disfrutá, hacé muy feliz a tu mujer y como diría Carlónimo, dejate pinchar por ella!

Antónimo -

Tú si que la gozas mi buen “Simoncito” pinchándole las nalguitas a la Chivigonia, a ver cuando se te ofrece que yo te ayude che! No soy de palo. O qué ¿sólo tu cuate Carlónimo puede?

A otra cosa mariposa.

Hoy amanecímos con la novedad de que las mexicanas son infieles pero, eso sí, bien sincerotas. Una encuesta (Hábitos sexuales latinoamericanos” realizada por la consultoría venezolana Tendencias Digitales, a nivel Latinoamérica) revela que: el 55.3% de mis paisanas le ha puesto alguna vez los cuernos a su pareja; mientras el 44.7% afirmó que no. Y resulta que, con base en el mismo estudio ¡las argentinas son las más fieles de la región! pues el 54.8% de ellas aseguró que nunca ha sido infiel. Ahora sí que… ¿APOOOCO? Bueno sería encuestar a Silvia, Claudia, Nené, Edith y Andreíta, por lo menos ¿No será que las gauchas son infieles y aparte menos sinceras que las mexicanas? Bueno, no se trata de hacer enojar a mis buenos gauchos, pero ahí les dejo esa mosca en la oreja.

En cuanto a mi mentada participación en la fiestecita dominical de Simón, para que no se especule sin elementos, quiero contarles lo que ocurrió.

Resulta que estando ahí sentaditos los buenos niños Hantónimo y Greteita, reponiéndose del “bucito” que hicieron en la alberca, los empezó a rondar Brulogia con tamaña jeringota en mano. De inmediato los dos se refugiaron bajo un pequeño cafeto que estaba al borde de la alberca. Pero la malvada bruja, alebrestada por sus despiadados ayudantes Simonete y Gastonete, fueron siguiéndolos para tratar de inyectar al pobre de Hantónimo cuyas nalguitas no resistirían los embates de aquel monstruoso instrumento de tortura propio de la Santa Inquisición.

La terrorífica Brulogia metía la manota para palpar el culito de Hantónimo y éste, perspicáz como es, se adosaba el plato del bife al culo. Entonces la bruja tocaba y decía: la nalga está todavía muy tensa, dejémoslo que se relaje. Y se alejaban por un momento sentándose a planear nuevas fechorías. Pero al rato volvían insistentes. Cada vez que la horripilante bruja metía la manota por entre las ramas del cafeto llegaba a la misma conclusión de que Hantónimo tenía el culo como una bola de boliche y que no lo podía picar.

Después de varios fallidos intentos, los pobres niños ya estaban entumidos y desesperados de manera que les urgía escapar. Entonces Greteita salió del hueco diciéndole a la bruja que estaba dispuesta a colaborar con ella para que cumpliera su maléfico plan. Entre todos sacaron a rastras a Hantónimo.

Gastonete y Simonete lo sujetaron de pies y manos, mientras Brulogia se empinaba para inyectarlo. En ese preciso momento, la valiente Greteíta, teniendo frente a sí las enormes nalgotas de la bruja, las empujó con todas sus fuerzas quedando ésta vencida y puesta sobre las rodillas de Hantónimo, quien de inmediato le alzó el faldón, le bajó los calzonsotes y le clavó la terrible puya haciendo que la maléfica torturadora emitiera desgarradores gritos de angustia y terror, los cuales hicieron que Gastonete y Simonete huyeran lanzándose al agua.

La ardiente sustancia preparada con verdadera saña calcinaba las entrañas de la espantosa bruja, cuyas nalgotas se estremecían y zarandeaban violentamente, pero Hantónimo no cejó hasta que la vidriada jeringa quedó vacía. Viendo Greteíta que era ya el momento oportuno, empujó de nuevo el culo de Brulogia con todas sus fuerzas hasta que la maléfica rodó dentro del agua para reunirse con sus secuaces, a los cuales de castigo les aplicó muchas inyecciones.

Y por si quieren ver los festejos del bicentenario en México, les dejo la siguiente referencia.

http://www.boston.com/bigpicture/2010/09/mexicos_bicentennial.html?s_campaign=8315

Los veo luego, mis chavos.

Simón -

Sigo.

"hablando de cuidar, Silvita... hoy te tocaría el anticoncepivo, mi cielo"
Ella, que a la sazón ya estaba desnuda, se puso boca abajo y me dijo "Mirá lo bien que me porto yo cuando me pinchás, no como vos"
"Que graciosa que sos! vos porque sabés que esta no duele!"
"Reconoceme el mérito de ser más valiente que vos"
"Vos sos todo más que yo!" y le mandé flor de pinchazo. Despacito empecé a hacerle entrar el líquido mientras ella permanecía relajada y tranquila.
Cuando retiré la aguja de la mullida nalguita le dije "su Majestad Silvia I, usted está medio servida"
"¿Cómo medio servida?"
"Y sí, todavía te falta esto" y le hice levantar la cola. Froté mi pene contra la entrada de su vagina. ¡Hay que ver cómo la pone pincharme el culo! Estaba empapada y ardiente. Recogí con el glande sus jugos y mezclados con los míos, los usé para lubricar la entrada a su cola.
"Sí, Simoncito! Metémelo, metémelo!"
Y empecé a entrar despacio. Ella retiró el cuerpo unos centímetros, tensa.
"Mmmm! Hace mucho que no usábamos esta entrada... que apretadita está! Vamos despacito... querés?"
"Sí, si. Así..."
Para ayudarla a relajarse comencé a acariciarle la espalda con una mano y el clítoris con la otra.
"AY, Simón! Me voy!"
"Bien, bien bien! Esa era la idea, mi vida."
Y comencé a sentir los inconfundibles espasmos orgásmicos, que ella acompañaba con rítmicos "Ah! Ah! Ah!"
Sus contracciones musculares me masajeaban el pene por lo que rápidamente la llené. Ya cumplidos los dos, permanecí dentro de ella todo el tiempo que pude porque se que le encanta la sensación de estar llena luego del orgasmo.
Finalmente caímos en la cama. La abracé y le dije "Sil... me duele mucho el cachete que me pinchaste..." Ella me lo empezó a palmear cariñosamente mientras me decía "Ponete contento de que te duela un cachete; mañana a esta hora, te van a doler los dos" Y con semejante promesa, esta vez, nos dormimos los dos.

Simón -

Querido Carlónimo: lo tuyo es muy simple porque las nalgas son las mías; ya querría yo verte a vos en mi lugar.
De todos modos, Silvia ha seguido pinchándome alegremente y reconozco que me siento mejor, no se si fueron las inyecciones o el descanso, o las dos cosas. Tené en cuenta que lo que les cuento es de tres días después de salir de viaje luego de la maratón de fiesta de casamiento.

El domingo, en casa, no me acuerdo de a quien le tocó pincharte a vos... me lo contás?

Carlónimo -

Querido Simón. No entiendo cómo puedes tener sueño con el delicioso estímulo de la sensualísima Silvia al alcance de tu mano ¡Es increíble! Tus reservas vitamínicas deben estar efectivamente bajas. Deja de chillar y colabora con Gastón y con la propia Silvia para que te inyecten los refuerzos necesarios.

Gastón -

Santo Dios! ¿Dónde estaba yo en esos momentos? En realidad, ahora que lo decís, algún vago recuerdo tengo, pero mi superyoica personalidad quería borrarlo.

Si no recuerdo mal, el que no pudo evitar el pinchazo finalmente fue tu desenfrenado hermanito y todos nos divertimos mucho al verle la cara cuando nuestra querida Eulogia se le acercó enarbolando terrible jeringón y se lo puso sobre la falda al grito de "Hoy no te me escapas, jovencito!" mientras Andreíta "lo consolaba", ¿ustedes me entienden, no?

También acabo de recordar que después fueron varios los que solicitaron un pinchacito en la cola con la dolorosa vitamina aduciendo que estaban cansadísimos de dos días de juerga ininterrumpida y al día siguiente, tenían qe ir a trabajar. Te llevaste todos los premios; hacían fila para que los pincharas vos. Yo tuve lo mío, hubo algunos que, menos duchos en esta afición, solicitaban ser inyectados por los médicos presentes. Paulo, que todavía no conocía la naturalidad con la que nos tomamos los pinchazos, estaba un poco inhibido pero Ana Paula lo animó a pinchar a varios en cumplimiento de su deber. No me acuerdo quién la pinchó a ella.

Simón: ja ja ja! Voy a esperar a ver cómo sigue el cuento pero sospecho que a pesar del sufrimiento de esas nalguitas, tuviste tus beneficios. ¿Me equivoco?

Amplíen mis impresiones, ya saben que mi cabeza borra ciertos detalles...

Carlónimo -

Pero Gastón, creo que Claudia te tenía hipnotizado. Y no es para menos, lo confieso, porque el embarazo le ha sentado divinamente. Y luego con ese mini bikini en palo de rosa que llevaba… Uff!!! Para qué les cuento lo que a mí en lo personal me hizo sentir y desear.

Pero ¿no te diste cuenta cuando llegó Eulogia y puso el desorden quitándose el sostén y aventándolo al agua? Y cuando Benjamín se lanzó por él y de regreso le excitó los pezones enfrente de todos?

¿Y no viste cuando llegaron Andreíta y Antónimo y corrieron una apuesta de que podían copular aguantando la respiración en el fondo de la alberca?

¿Y cuando todos nos quitamos la ropa y así estuvimos conviviendo naturalmente, con la consigna de que al primero que se le endureciera el pene, o a la primera que lustrara la entrepierna se le acostaría sobre la mesa del jardín para recibir una inyección de complejo B?

Claro que después de tan emocionantes vivencias las parejitas se fueron excusando para ir a tranquilizarse en la intimidad. Pero, antes de eso ¿no te diste cuenta de todo lo que te estoy refiriendo?

Y hay otras cosas más que espero me recuerden ustedes.

Simón -

Querido doctor preferido: les empiezo a contar, pero si no te dejás de joder con mi culo, me voy a conseguir otro médico.

Cerca del mediodía del sábado llegamos a Trenquelauquen. Comimos algo liviano y le comenté a Silvia mi intención de irmea dormir la siesta.
“Simón! Vamos a pasear!”
“Estoy cansado, mi cielo. Manejé y me agotó”
“Pero si a vos te encanta manejar!”
“Sí, bombón; pero estoy cansado”
A regañadientes subió conmigo a la habitación y mientras me acostaba, ella se bañó y se cambió. Ya entre sueños llegué a escuchar el portazo cuando se iba.
No sé cuanto dormí. Me despertó Silvia acariciándome la cabeza. Estaba boca abajo y no pude terminar de despabilarme.
“Simón… ¿estás arrepentido de haberte casado?”
“¿Qué decís?!”
“No estás disfrutando la luna de miel!”
“Mi amor, dormir la siesta para mí es disfrutar. Estoy muy cansado. Tengo cansancio acumulado…”
“Yo te voy a ayudar…” y empezó a sacarme la ropa. Yo seguía sin poder reaccionar del todo porque me había agarrado profundamente dormido.
Se sentó a mi lado y comenzó a masajearme los pies. Subió lentamente por las pantorrillas, me besó la parte de atrás de las rodillas y cuando llegó a la zona más alta de los muslos, me rozó casi al pasar los testículos, y me produjo un estremecimiento.
Pasó inmediatamente a mi cabeza y comenzó a masajearme el cuero cabelludo y fue bajando por el cuello, los hombros y la espalda. Me acarició con mucha delicadeza la cintura porque todavía la tengo un poco dolorida y se detuvo.
“Sil…”
“Qué?”
“Y?”
“Y… qué?”
“Ya terminaste?”
“No. Me faltó la parte más linda de tu cuerpo. La colita! Te dije alguna vez que la tenés divina?”
“No. Decímelo”
“Tenés una cola divina! Y la vamos a usar para que te sientas mejor”
En ese momento no tenía ni idea de lo que planeaba Silvia. Se acercó a mi cola y me lamió una región de la nalga derecha. Y antes de que me diera cuenta me había clavado una aguja.
“AY! Qué hacés?”
“Te voy a empezar a poner las vitaminas que te había dado Gastón. Te habían hecho bien”
“Pero ahora Gastón no me las recetó. Pará!”
“Eso lo puedo resolver rápido…” Pero antes de que pudiera reaccionar me empezó a meter el líquido y grité
“Ay! Silvia! Me duele! Me duele!”
“Ya falta poquito. No pongas duro el cachete. A Carlónimo le hiciste tanto escándalo cuando te pinchó?”
“Silvia… no te metas ahí… Yo no te pregunto a vos cómo fue la inyección que te dio Carlónimo, no?”
“Sí, mejor! Ya terminé. Con varias de estas vas a estar genial!”
“varias de nada. No me pinchás más sin prescripción médica”
“Ya te dije que eso lo resuelvo rápido” Y me hizo un masajito corto, para mi gusto, demasiado corto.
"Deberías agradecer que tenés una mujercita que te cuida tanto!"

Después les sigo contando cómo siguió, ahora mi mujercita que me cuida tanto me está esperando en el hall para ir de caminata.

Gastón -

Carlónimo: ya sabés que no soy el más indicado para perder el recato por eso te recuerdo el dato de que la mayoría de las parejas recién formadas o vicariantes ese día no aparecieron, ¡sabe Dios dónde estarían!. Sólo quedábamos las parejas más estables (que es verdad que estábamos muy calientes y no evitamos ninguna muestra de amor ardiente) y algunos como vos, que ya tenías a Nené encima. Por suerte, habíamos podido ubicar a los chicos tanto nosotros como Ana Paula y Paulo, porque hubiera sido difícil responder a sus preguntas. ¿Acaso con los ojos puestos en mi mujer me perdí de algo? ¿Viste el tamaño de la bikini y cómo lucía la pancita? ¿No está más linda que nunca? Ese día le tocaba el hierro y me dijo que se quedó muy desilusionada porque cuando te iba a pedir que se lo pongas se dio cuenta de que te habías ido con Nené. Supongo que Silvia ya le habría contado cómo le pusiste la inyección a ella...

Carlónimo -

Les recuerdo que está pendiente al menos la inolvidable jornada de adultos del domingo 25 de septiembre cuando convivimos en la casa de Simón.

Una mañana muy soleada, todos desvelados pero contentos rodeando la alberca. Las preciosas chicas portando atrevidos bikinis multicolores y adoptando poses sensualísimas en los camastros.

Nosotros vigilando en turno los deliciosos bifes en el asador. El suave chisporroteo de las brasas, el murmullo del agua a la que entrábamos en turno para refrescarnos del inclemente sol. El alegre tintineo de las copas testimoniando los frecuentes brindis.

El flirteo, la conquista, el ligue, la aventura, el intercambio de escenas eróticas que a todos nos emocionaron y nos hicieron ver que estábamos en confianza, disfrutando nuestra sexualidad.

Una jornada “sui géneris” que ocupará un lugar predominante en el cúmulo de nuestros más ardientes recuerdo. Anímense a superar el recato y a contar lo que ese día vivimos.

¡A mover la neurona, jóvenes! Remedio infalible contra el Alzheimer.

Gastón -

No te preocupes, hermosa! Va a ir bien como la primera y después te va a faltar nada más que una. ¿esta te la va a poner tu amigo tambien?
Te felicito. Estoy muy orgulloso de vos! la próxima hora vamos a estar pensando en vos para darte fuerza.

Simón, estoy esperando que le cuentes a tu doctor favorito el curso de tu tratamiento. Ja Ja Ja

karito -

correción es Carlonimo lindo.... ;)

karito -

Carlonimo Londo que hariamos sin ti!
por alguna extraña razon el final de la historia no salio, pero mejor... tu final estuvo como siempre espectacular.


falta una hora para la proxima inyeccion y ya estoy temblando de miedo.



Gracias Simon!!!

Simón -

Carlónimo: todo un caballero al auxilio de la dama. Te agradezco y le reitero la fogosa felicitación a Karito.

Ánimo! Ya es una menos!!!!

Carlónimo -

Yo te ayudo Karito, no te preocupes.

Cuando el joven regresó Karito yacía tendida con el culito sensualmente ofrecido en pompa, listo para ser pinchado. Las suaves nalguitas estuvieron relajadas hasta que el paramédico palpó en turno cada una de ellas y decidió flagelar la izquierda. En el preciso instante que el hisopo lustró la zona a perforar, Karito empezó a temblar y a gritar con desesperación, pero hundiendo la cara en el cuenco formado por sus brazos a modo de no escandalizar demasiado.

Viendo el apuesto joven que la chica gritaba sumida en una intensa crisis emocional, pero que sus nalguitas seguían relajadas, hincó trompicando la brutal aguja y empujó el émbolo con fuerza, ocasionando que el reprimido griterío aumentara, que los cachetes se sacudieran y las delgadas piernas esbozaran un violento pataleo. Pero la densa sustancia avanzó sin contratiempos hasta concluir la dolorosa aplicación.

Extraída la aguja, mientras el joven limpiaba un hilo de sangre que escurría por la nalga, Karito mostró la cara y aumentó el volumen de sus descompuestos gritos y exclamaciones que materialmente la ahogaban. Estaba bañada en lágrimas con los ojos hinchados de tanto llorar. Se prodigó en violentos suspiros y sollozos hasta que el cansancio y la debilidad la fueron tranquilizando.

A pesar de todo ¡se había dejado inyectar!

Simón -

y?????????? qué pasó después?????? Ya se que te pinchó, pero cómo te sentiste? y la segunda, ya te la fuiste a poner? Parece que este doctor sabe cómo hacerlo con vos!
Bravo! Fuiste muy valiente!

karito -

Hola todos
La verdad me quede pensando en lo que me dijeron y decido que no podía ser tan malo...
Después de todo solo dura unos segundos, entonces fui a enfrentar mi miedo, esta vez lo hice en la clínica les dejo la historia.
Luego de los consejos de Gastón y Simón quede un poco confundida en el fondo sabia que ellos tenían razón ya era mas de dos semanas con una infección que debía durar máximo 5 días, entonces decidí ir a urgencias y llevar a cabo el tratamiento que me habían recetado.
La sala de urgencias estaba totalmente llena de niños llorando y gente esperando para ser atendida lo que aumento mas temor y ansiedad, me senté unos minutos pero no pude soportar entonces Salí decidida a regresar a casa el vigilante al verme salir tan rápido me pregunto que me pasaba y le explique que venia para unas inyecciones pero que había demasiada gente esperando, el me respondió:
-venga por favor, los médicos están en consulta y pueden ayudarle.
-ok le dije y lo seguí
Yo ya me había hecho a la idea de no ponérmelas pero saque valor y fui con el me indico que me sentara y que la niña de la recepción me llamaría para que pasara a uno de los consultorios, le di las gracias y me senté a esperar en cuestión de minutos la mujer de la recepción me llamo y me dijo que pasara al consultorio numero 3 que quedaba al final del pasillo.
Muy lentamente camine hacia la puerta y toque, esperando que no abrieran nunca, pero inmediatamente la puerta se abrió , el medico bastante joven se quedo mirándome con cara de “yo te conozco” por mi parte pensé que nunca antes lo había visto, muy gentilmente me invito a pasar y sentándose comenzó las preguntas de rutina, luego le entregue la receta con los inyectables, hasta ese momento no había dejado ver mi miedo, pero en cuanto me dijo:
-Ok, y para eso estas acá hoy? No te ha puesto la primer? esta recta se hizo hace semanas hay que empezar de inmediato.
Fueron muchas preguntas al tiempo y yo solo pude contestarle que le tenía pánico y que había juntado valor pero que todavía no estaba muy segura, a lo que el respondió con una sonrisa:
-pues de acá te vas con la colita pinchada.
Me dijo que pensaba llamar la enfermera par que me inyectara, pero que teniendo en cuenta mi temor prefería hacerlo el, en ese momento me hizo una pregunta lo que confirmo que me conocía de antes.
Resulto haber estudiado en mi universidad en otra facultad claro esta, pero incluso me conto que teníamos un amigo en común y que el le preguntaba por mi ya que yo le encantaba,
Me quede fría con eso, estaba distraída pensando en la inyección y solo reaccione unos segundos después, me rei y el me dijo:
-Luego hablaremos de eso, por ahora acuéstate boca abajo en la camilla.
Creo que pudo ver mi cara de terror, porque empezó a hablarme muy tranquilamente y calmarme me fue llevando despacio y cuando llegamos a la camilla me dijo ok voy a preparar las cosa no quiero que veas para que no aumentes tu ansiedad solo acuéstate y relájate que ya vuelvo

Simón -

Gastón! Carlónimo te ayuda a liberar tus instintos animales y ya te crees gracioso!

Cómo se te ocurre decirle que sí a Silvia de las vitaminas sabiendo lo que le gusta pincharme el culo! Te cuento que no doy más porque ella te llamó ayer para preguntarte pero me las está dando desde el sábado. Te llamó porque yo, tratando de evitar las inyecciones, le dije que no me parecía que me medicara sin consejo médico. Y ahí estabas vos dándole la razón!

Después te cuento más.

Gastón -

Carlónimo: me quedé pensando... el plural (laS infidelidadeS de...)del título se debe a que vas a agregar nuevos relatos de este tenor a la saga? Si era la idea, todo bien; sólo preguntaba para ir templando mi espíritu.

Gastón -

No se mueran de la sorpresa pero como prometí, no pasa nada. Ni vos tenés "la conciencia tan laxa como pudiera pensarse" ni yo la tengo tan rígida como ustedes creen.

Te lo agradezco, querido Carlónimo, porque a pesar del exabrupto me hiciste mantener el decoro de por lo menos sentirme mal al respecto.

La descripción, espléndida. Si fuera a suceder querría que fuera así.

Por cierto, Simón, ¿qué te anda pasando?. Además de lo que decís en los mensajes anteriores, ayer me llamó Silvia para preguntarme si te podía poner "aquellas vitaminas potentes". Por supuesto, le dije que sí. Supongo que a estas horas ya tendrás en culo perforado y dolorido, ¿o me equivoco?

Carlónimo -

Bueno, yo aviento la bomba por instigación de Simón. A ver qué pasa.

Las infidelidades de Gastón

“Gastón, esto es ridículo. Finalmente eres mi doctor, no puede darme vergüenza que me veas las nalgas”

De más está decir, las nalgas que encontré. Turgentes, amplias, suaves… Por primera vez… Me puse muy nervioso. No sabía si podría disimular mi excitación. Se me aceleró la respiración. Josefina, casi exasperada, me dijo “vamos, Gastón! Termina con esto (…) no puedo esperar más! Me voy a volver loca!” Con los puños cerrados golpeaba la superficie de la cama y sus expresiones eran tan delirantes y sensuales que me tenían hipnotizado.

Unas nalgas que se ofrecen de manera tan vehemente no son para despreciarse. Aproximando mis labios las besé con gran deleite percibiendo su extraordinaria lisura. Josefina se estremeció permaneciendo unos instantes con el cuerpo muy tenso. De su ardiente vagina fluyó el néctar de la incontrolable fiebre lustrando la parte interior de los muslos.

Al verla abombar el repingado culito perdí mi capacidad de autocontrol, no pude soportar la enloquecedora escena. La vi plegar las corvas para ofrecerme sus preciosas nalguitas que palpitaban de ganas. Sin poderlo evitar me solté el cinturón, me extraje el pene completamente tieso y se lo emboné en medio de los tibios cachetes que vibraban intensamente.

Imbuído por las eróticas exclamaciones de placer busqué el acoplamiento vaginal, encontrando que el sendero estaba por demás preparado y lubricado. Cerré los ojos y empujé la gruesa barra para alojarla suavemente en aquel entorno seráfico que la engulló plenamente hasta que ví y sentí la tersura de los delicados glúteos perfectamente adosados a mi vientre.

Como impulsado por un resorte empecé a frotar con desesperación el excelso ramal de la concupiscencia, sintiendo que toda la energía se me agolpaba en la base de los testículos para inyectársela a la preciosa Jose en las entrañas. Froté, froté y froté hasta sentir que el “big bang” se aproximaba. Mirando en el librero la fotografía de mi bella Claudia… ¿Qué dije? ¿Qué carajos dije? ¿qué carajos dije y qué carajos ví y por qué…?

Se me aflojaron las piernas, el pene y el alma. Jose temblaba y gritaba pues había logrado el orgasmo, pero yo me precipité sobre el camastro como una vil piltrafa con el pito blandengue, tan chiquito como una arrugada vaina de chícharos. Grité aterrorizado, sudé, sufrí y hasta lloré.

Después de un rato la encantadora Jose vino hacia mí y con sus encantos y su ternura, poco a poco me fue tranquilizando. Enseguida, me estuvo acariciando los testículos y me frotó suavemente el pene, hasta otorgarme un digno premio de consolación… al menos. Peor es nada.

Gastón -

Vamos! Esa es la Karito que me gusta! Hrmosa, me alegro que te hayas animado. Vas a ver cómo siguiendo el tratamiento mejorás rápidamente. Contanos como vas y así te podemos dar ánimo.

Querido Carlónimo: Luego de aquella dura conversación que mantuvimos en privado cuando viniste para el casamiento de Simón, en la que me diste para que tenga, guarde y reparta, pedirme que flexibilizara mi mirada fue el golpe de gracia. Reconozco que estuve muy enojado con vos cuando te fuiste del blog, pero al día de hoy es más lo que te quiero que lo que podría mantenerme alejado. Creo, como dice Simón, que me vendría bien un poco de humor y que todo lo que se te ocurra me lo tengo merecido. Si cuando hacés el relato me tenés un poquito de piedad, te prometo que no me voy a enojar.

Yo se que finalmente vas a hacer lo que te parezca, pero esto no debería terminar y guardo en lo más profundo de mi corazoón el deseo de que así sea.

Simón -

Entiendo lo que decís de que si escribís algo humorístico sobre el tropezón de Gastón, Jose podría enojarse (si no lo está ya, porque no habló nada de nada desde entonces); sin embargo, no comprendo bien el final de la frase: "Mucho esfuerzo neuronal, para nada". Nuestro placer al leerte no es NADA.

Sin embargo, creo que a Gastón le vendría bien ver con un poco de humor las cosas, quizá no directamente con Jose (y nos evitamos enojos). Yo me encargo de que Gastón no lo tome a mal, no te preocupes. Además, pensá que él mismo dijo que pensaba que te ibas a reir a carcajadas de él...

En cuanto a Nené, nada de indignación. Cualquier cosa que le suavice el caracter es bienvenida. El problema es que me tiene harto preguntando si se algo de vos. Por favor, comunicate cada tanto con ella así se queda tranquila y nos deja tranquilos a nosotros.

Por supuesto que no evitó contarle a Silvia con lujo de detalles que había tenido intimidad con un tipo encantador que estaba en el casamiento, sin saber cuán estrecha es la relación que tienen ustedes. Creo que con Nené estás en problemas porque está loca por vos. Imaginate que hasta amenazó con irse a México!.

Te cuento que Silvia vino a contarmelo pensando que yo no lo sabía (y por supuesto, hice que no lo sabía). Tuve que interceder porque Silvia no se dio cuenta de que se puso muy celosa de vos. Cuando me lo contaba se tocaba con cariño el cachete que le pinchaste!

En fin, por favor, dame una mano, ya te dije que ando un poco lento de neurona.

Carlónimo -

Me dio gusto encontrar tu saludo, Simón. Por un cambio de programas la semana pasada sí estuve en México pero ahora me encuentro lejos, trabajando. Espero que no olvides terminar los relatos acerca de la boda, en los que seguiré participando.

En relación al incidente de Gastón lo atribuyo a que su conciencia es escrupulosa lo cual me infunde respeto (la mía no es tan laxa como pudiera pensarse). No obstante ser un tema que pudiera abordar humorísticamente y sacar de él varios relatos, no lo hago pues temo que los personajes se ofendan (de Josefina, por ejemplo, lo más que puedo decir es que no la conozco). Mucho esfuerzo neuronal, para nada.

¡Vengan los relatos sobre la luna de miel! Y me cuidas mucho a Nené ¡Cuéntame qué está haciendo esa preciosidad! Aunque pienso que nuestro romántico e inolvidable encuentro pasional te indignó a tí ¡Vaya amigos, creo que sí llegaré muy pronto a los altares, como Fray Carlónimo!

Simón -

Ay, querida! Lo lamento tanto! Contame cómo fue, ¿pudiste usar a tu favor la experiencia que tuviste con Gastón?

Querido Carlónimo: luego de la tensión precasamiento (sumada a los viajes hasta último momento), me pegó el bajón. Se ve que me relajé y estoy como un flan. En contraposición, Silvia está pletórica y exigente. Me cuida mucho, me mima y me pincha con vitaminas todos los días; no me puedo sentar!

dale! Da la patada inicial y a partir de tus recuerdos, espero que se me active la neurona.

Qué me contás de lo de Gastón? Entre nosotros, está muy mortificado por lo que le pasó con Jose. Y encima Jose que no dice nada; él piensa que se dio cuenta de lo que le pasó y está ofendida. Yo no lo creo, pero viste como es él.

karito -

Simoncito Lindo estoy mejor me inyectaron no me quedo mas remedio y todavia me faltan dos mas...

Simón -

Y, Karo, cómo estás????

Jose: ¿cómo te fue de regreso? Ya experimentaste con lo que te dijo Gastón?

karito -

Simon

Gracias por tus palabras, la verdad no mejoro mucho pero voy a intentar otras cosas antes de tener que decidir que no tengo otra opcion de solo pensarlo pierdo el control, pero gracias por preocuparte por mi, te quiero mucho y espero estes pasandola bien con silvia.

Esta bien Gaston gracias.

Gastón -

Cuando llegó Jose la hice entrar a mi consultorio. Estaba tensa y preocupada. Le ofrecí asiento y comencé una conversación ligera acerca de los más recientes acontecimientos del casamiento de Simón. En medio de su temor por lo que sucedería, me dijo de mal talante “Gastón, no trates de distraerme. Ya leí sobre tus tácticas así que no me tomas por sorpresa”
“Jose, no trato de distraerte. Estás aquí por tu voluntad, pero no voy a hacer nada que no quieras”
“Perdón, Gastón. Estoy muy nerviosa, tu sabes…”
“Tranquila, querida.”
“Tú sabes el miedo que me dan las inyecciones y solamente de pensar…”
La interrumpí “Tranquila. No te va a pasar nada” Y despacio me levanté de mi asiento y comencé a preparar una jeringa. Ella no me sacaba los ojos de encima. Me acerqué a su lado y levantándole la manga de la ajustada remera azul que tenía le limpié el deltoides con alcohol y le introduje la aguja. Ella sólo dejó de hablar y miró lo que hacía.
“viste que bien?” Me miró en silencio sin entender exactamente qué tenía planeado.
“Linda, tu problema no son las inyecciones”
Abrió los ojos como platos. “Cómo? Si les tengo pánico!”
“No, querida. Como verás, te acabo de poner una y no pasó nada”
“pero no entiendo…”
“Es simple. Tu problema no tiene tanto que ver con la inyección en sí sino más bien con la sensación de pérdida del control de la situación cuando te van a pinchar la cola. No ves, tenés que exponer una parte íntima, la decisión y acción depende de otro, en fin…”
“No puede ser tan simple!”
“Y por qué tiene que ser complicado? Acostate en la camilla boca abajo”
Se puso pálida.
“Ves? En cuanto yo empiezo a tomar las riendas te ponés nerviosa. Lo único que te pedí es que te acuestes”
Muy lentamente hizo lo que le pedí. Cuando estuvo acostada me dijo “Me bajo la ropa?”
“No. Esto funciona así: a menos que me lo pidas, no te voy a pinchar” acerqué la silla a la camilla, me senté y seguí conversando como si nada hubiera interrumpido lo que estábamos diciendo antes. Cerca de media hora después Jose me volvió a preguntar si se bajaba la ropa.
“Si querés, sí. Pero esperá, te voy a tapar. En definitiva, recién me conocés y no me tenés tanta confianza” Le coloqué una sábana sobre la parte inferior del cuerpo de manera que al bajarse el pantalón y la bombacha su cola quedó completamente cubierta. Y continué con la charla. Casi otra media hora.
“Gastón, esto es ridículo. Finalmente eres mi doctor, no puede darme vergüenza que me veas las nalgas”
“Por qué no?”
“Porque no siento vergüenza delante de ti, simplemente”
“Muy bien, ¿querés que saque la sábana?”
Hizo una pausa… “Sí” y la retiré. De más está decir, las nalgas que encontré. Turgentes, amplias, suaves… Por primera vez… Me puse muy nervioso. No sabía si podría disimular mi excitación. Se me aceleró la respiración y pensé que por el temblor de mis manos no podría inyectarla sin lastimarla.
Se me nubló la vista y sentía el sudor frío recorriéndome la espalda. De golpe me di cuenta cuánto me parezco a Josefina. Me angustió terriblemente la posibilidad de perder el control y en el momento que tomé conciencia de ello, logré controlarme. Te pido que me perdones, Carlónimo; no puedo, no me sale. El blog aún no ha curado mi acartonamiento (y no sé si quiero que lo haga, en este sentido) y siento que aunque fisiológicamente me activo, estoy completamente unido leal y fielmente a Claudia. Lo que me pasó me aterrorizó. Aunque integrante del blog, Jose es una paciente…
Ya más tranquilo, luego de eso, no hice ningún otro movimiento. Sólo esperé y progresivamente fui volviendo a la normalidad. Finalmente, Josefina, casi exasperada, me dijo “vamos, Gastón! Termina con esto. Me pinchas de una vez!”
“Todavía no”
“pero por qué?”
“Porque quiero que estés segura”
“Estoy segura! Por favor, no puedo esperar más! Me voy a volver loca!”
“tranquila! Alguna vez pensaste que estarías pidiéndole a tu doctor que te pinche la cola?”
“No!, por favor! Ya hazlo!”
Seguí contradiciéndola un rato mientras preparaba la jeringa. Rápidamente la desinfecté y le clavé la aguja. Se sobresaltó pero toleró bien el procedimiento. Mientras le introducía el líquido, que había elegido especialmente casi indoloro, le decía “Muy bien, bonita, lo estás haciendo muy bien… Ya está”
Se puso a llorar.
“Qué pasa? Si ya está”
“Es que no lo puedo creer! Te pedí que me la des!”
“Sí. Ya te expliqué lo que te pasa; lo que te da miedo en realidad, es no poder controlar la situación.”
“Gastón, por favor, ponme otra!”
“No, querida, no exageremos. Ya te demostré lo que quería. Listo! Ahora tenés que manejar ese conocimiento” y le subí la ropa. Se levantó lentamente y me abrazó.
Nos despedimos con la promesa de que nos contaría cómo le fue una vez que esté en casa y salió presurosa para no perder su avión.
Diez minutos después llamé a Claudia y le dije que iría a almorzar con ella.

Querida Jose: Te pido que me disculpes. Vos confiaste en mí y, aunque Carlónimo seguramente se está riendo a carcajadas, ese exabrupto me avergüenza.

Gastón -

Querida Karo: estuve pensando y decidí que no voy a hablar con Damián. Sos adulta y podés tomar tus decisiones. Ya sabés lo que pienso respecto a todo, el tratamiento y las mentiras a Damián, pero la que decide sos vos...

Simón -

A eso me refiero, quizá en su paso hacia el norte, o de vuelta, Carlónimo pueda pasar a verte. Pero veo que vas a encontrar todas las excusas para no hacer lo que se te indica.

Si no seguís las indicaciones de Gastón, no se si voy a poder impedir que hable con Damián. ¿cuándo vuelve? De verdad estamos preocupados. ¿tu salud está mejorando espontáneamente como esperabas? Lo que me explicó Gastón es que vas a terminar internada; no te lo quiso decir para no asustarte pero creo que ya es tiempo de que lo sepas para que puedas decidir adultamente.

karito -

porque yo no estoy en EEUU estoy en Colombia, simoncito porfa convence a Gastón que no hable con Damian.

yo no quiero inyecciones...

Simón -

Karito, hermosa, te comprendo, pero no puedo defenderte en este caso. No puedo ser cómplice de que empeores, no me lo podría perdonar.
Gastón me dijo que estaba muy preocupado y me temo que si no le hacés caso, va a hablar con Damián. Quizá no puedas entenderlo ahora, pero sólo estamos tratando de hacerte un bien.
¿No podés llamarlo a Damián y pedirle que vuelva a ayudarte en este momento? ¿Va a estar afuera muchos días?
Quizá de pasada a EEUU Carlónimo pueda ayudarte también. ¿Por qué no se lo pedís?

karito -

No Gaston tu sabes que no puedo.

Simon defiendeme

Simón -

Gracias, Fer, por tu hospitalidad!

Gastón -

Cariño, no me enojo pero tengo que ponerte límites. Estás yendo contra tu salud.
No te asustes, cuando hablo de celos, desde luego que no me refiero a los amorosos; hay muchas formas de celar a alguien, se celan los amigos, los padres, etc.

Y lo que tenés que hacer para no quedar mal con él porque le mentís, es no mentirle. Te quiere bien, quiere ayudarte y lo estás poniendo en un lugar horrible. Pongámoslo de otra forma, ¿cómo te sentirías si él te mintiera a vos?

Quiero que empieces el tratamiento ¡YA!. Todo el tiempo que pierdas empeora las cosas.

karito -

Gastón no te enojes conmigo tu sabes que es algo que no controlo, en cuanto los celos ... tu sabes que te adoro pero tener celos seria descarado teniendo en cuenta que estas casado y plenamente enamorado de Clau, y que estan en embarazo... no lo dudes que si no fuera asi y estuvieras solo seria diferente (recuerda que el encuentro fue primero contigo Damían llego luego).

ha y por favor no le cuentes quedaria horrible con el si se enterara que le dije mentiras.

Gastón -

Karito! Te parece seguir mintiendo? A Damián con que seguís el tratamiento y a mí? Cuando leí lo primero que escribiste y a continuación apareció el comentario de Simón, pensé sinceramente en enojarme con él por el tono de la reprimenda. Pero ahora me doy cuenta de que merecés eso y más. Si te indicaron inyecciones (supongo que de antibióticos, por lo que relatás) es porque los necesitás; el paso del tiempo no va a mejorar nada. Si además no te pusiste las de hierro que te habían mandado, como supongo que sucedió, debés estar bastante débil y tus defensas bastante bajas. Por eso te enfermás de todo y por eso tu organismo no tiene herramientas para luchar solo contra la infección. Sabés que hasta ahora respeté tus decisiones pero si no comenzás a seguir seriamente el tratamiento que te mandaron, voy a hablar con Damián.

Y no te escudes en Clau y en mis hijos porque no tienen nada que ver! O acaso me estás haciendo una escena inconciente de celos?

karito -

Querido Simon:

pienso esperar un poco mas a que la naturaleza actue sobre mi cuerpo y me mejore, Damian no esta enterado del tema ya que no se encuentra en la cuidad cuando hablamos le digo que estoy siguiendo el tratamiento para no preocuparlo.

En cuanto a Gaston no le digamos nada... la excusa es que el esta demasiado ocupado con el embarazo de Clau y los niños.

Simón -

Querida Karito: la verdad que lamenté que no hubieras venido. Me hubiera gustado concerte personalmente y disfrutar estas horas que fueron marvillosas. No quiero cargar las tintas pero la verdad que vas a tener que ver qué hacés con tu temor porque ya está condicionando demasiado tu vida, a punto de no poder asistir a una invitación a un festejo en el extranjero y considerando que todos los que te esperábamos aquí tenemos particulares habilidades para llevar a cabo satisfactoriamente el trataminto que te recomendaron, algunos hasta hubieran podido hacértelo placentero, probablemente. Veo que tampoco le estás dando la oportunidad a Damián de que te ayude.

No se que va a decir Gastón de que no hayas confiado en él para hacer un diagnóstico certero y que te administrara el tratamiento apropiado, conociéndote.

En fin, andá contándonos cómo te sentís, aunque si no seguís las indicaciones del doctor no podés esperar mejorar por arte de magia!

karito -

Simon!!! siento tanto no haber estado ustedes.... pero ya saben como soy con las inyecciones hace semanas que tengo bronquitis y de paso amigdalitis y me prescribieron unas cuantas pero obvio ya saben como me pongo con el tema cuando son para mi, no pude recuperarme para ese dia tan especial y que tanto planeaste aun no logro salir de casa ... creo que las cosa no mejora.

Los quiero y me alegra verlos tan animados.

Gaston te extrañaba mucho y a ti Carlonimo por supuesto.

Fer -

Bienvenidos a casa, veo que desde mediados de septiembre habéis vuelto a casa. Espero que sea para quedaros.
Un cariñoso saludo,
Fer

Gastón -

A pesar de que Antónimo dice que formo parte del grupo ultra conservador, debo decir que bailé como loco y con casi todo el mundo. También bailé mucho con Clau pero dada su embarazosa situación, se cansa bastante. Entre paréntesis voy a contar que la pancita le sienta genial, está más linda y sensual que nunca; y, como ya he dicho, ni que hablar de lo exigente que está en términos sexuales.
Pero lo cierto es que en un momento estaba bailando con Silvia y se nos acercó una hermosa muchacha que no conocía. Le dijo a Silvia “te lo puedo sacar un ratito?”
“Todo tuyo!”
Y así me quedé bailando con una preciosa dama que de golpe me dijo “Tu eres Gastón, no?”
“Sí, cómo sabés?”
“Leí tus descripciones en el blog. Soy Josefina”
La abracé como a una vieja amiga a la que recién reconocía. Ella siguió “Perdoname que te dejé plantado, pero no pude juntar coraje…”
“Bien, no importa. Ahora estás acá y le vamos a sacar provecho. El lunes a las 9 te espero en mi consultorio.”
Siguió bailado como ausente.
“No te preocupes en este momento por el lunes. Ahora disfrutá mucho esto. Te lo prescribe tu doctor”
Y en el momento en que me sonrió vino Antónimo a sacarla a bailar. Se ve que todavía no lo había prendado mi cuñadita.

Carlónimo -

Gastón, muchas felicidades por los bebés (niña y niño) en camino y que sigan disfrutando Claudia y tú. El amor en fase de embarazo es muy atractivo porque se aplican variantes y nuevas poses que renuevan el encanto. Me gustaría que nos contaras de eso y de muchas cosas más que tú vivas y percibas fuera de tu matrimonio. La vida es tan rica y con tantas variantes que no podemos encerrarla.

Simón, gracias por tu confianza. Claro que me quedé muy nervioso pero se trataba de ayudar y en todo caso complacer a Silvia y creo que lo hice en la medida de lo posible.

Saliendo del privado Nené seguía disponible y pudimos acordar una cita que fue para el domingo en la noche, las últimas horas que pasé en Buenos Aires. Ella es una mujer muy interesante, liberal, muy abierta y franca, no hubo complicaciones para que nos entendiéramos.

Yo estoy comprometida, me dijo, pero ese no es obstáculo para que te conozca. Nos fuimos a un bar muy pintoresco donde nos llenamos de ese ambiente bohemio latinoamericano tan contagioso. Entre bongos, charangos, guitarras, flautas, pizzas y buen vino chileno, nos estuvimos conociendo y logramos buena empatía. De jeans y blusa ombliguera parecía más joven de lo que es y me cautivó.

Ella también se sintió atraída, así que mientras le contaba un poco acerca de mi vida, se acercó mirándome fijamente (yo pensé que había visto alguna arañita sobre mi cabeza)y sin más empalmó sus labios con los míos. Besa delicioso. Después no paramos de reír y de disfrutar las ocurrencias que los dos teníamos. Estábamos como se dice coloquialmente “simplones” disfrutando “como enanos” el encuentro.

Después de llenarnos de música y barullo decidimos seguir el encuentro en un sitio más tranquilo y nos fuimos a un lugar muy romántico donde, disfrutando un delicioso café vienés,acordamos pasar en su departamento las últimas horas de mi estancia en Buenos Aires. Sentados en el sofá de la sala nos prodigamos tal cúmulo de besos y de caricias que poco después estábamos en la cama.

Nené es una chica preciosa de cabello oscuro, ojos grandes, complexión media, muy blanca, con unas tetas sensacionales. Cuando ví esas enormes carnazas de enloquecedora firmeza y consistencia, me prendí de ellas para besarlas y succionar sus duros pezones. La apabullante belleza de aquel busto me tenía fascinado. Nené es tan sensible a la estimulación del busto que se revolcaba en la cama.

No hablamos de inyecciones ni actuamos en función de ellas, es algo que no se presentó pero estando yo a horcajadas sobre sus muslos iniciando la fase de estimulación vulvar, no dejé de imaginar la hipodérmica prendida de las respingadas nalguitas de Nené que son redondas, duras y muy vivas, pues al menor contacto se erizan y su blanquísima piel se enchina.

Bastaron dos o tres acometidas de mis dedos en el sensibilísimo reducto vaginal de la preciosa Nené, para que ella encogiera las piernas y me empinara el culo a todo lo que da, con la vulva rendida, abierta y tan lubricada que mi glande al tocar los suaves labios vaginales resbaló suavemente hasta el fondo, como si lo hubieran jalado. Lo que sigue fue un espectáculo, la pose adoptada por ella era tan extrema que yo veía con facilidad la dramática entrada y salida del miembro, cuyo roce con los labios vulvares hacía a Nené brincar, gritar y estremecerse.

Con las manos apoyadas en las amplias caderas, induciendo el cada vez más violento vaivén, oyendo los descompuestos bramidos de mi amada, observando la creciente brillantez del tosco pene que horadaba la estrechísima grieta fantástica, comprobé una vez más que la vida es bella y que la gente sólo espera una oportunidad para disfrutar y ser feliz.

No se lo que ocurrió después, no podría describirlo pues el placer y la excitación me hicieron perder toda conciencia del momento. Cuando volví en mí estaba vencido, ella permanecía sentada con la espalda apoyada en la cabecera de la cama y me tenía en su regazo, acariciaba mi cabello y sonreía dulcemente diciendo: te amo.

Simón -

Gastón! Qué bárbaro! por fin la nena! Y bienvenido también Julián! Que se nos va a poner celoso! después la llamamos a Clau.

nosotros en plena ruta en nuestra travesía por el sur con rumbo a la ciudad más austral del mundo: ushuaia. Ahora conduce un rato Silvia; vamos escuchando esto:

http://www.youtube.com/watch?v=PYgH8S7yFjI&feature=related

Gastón -

Querido hermano: tenés razón en lo de la pregunta sobre qué produce la idea de casamiento. Cuando volvimos a casa, Claudia estaba en llamas. En realidad, desde que se embarazó está como loca, siempre tiene ganas. Y yo, siguiendo las indicaciones de Paulo, la satisfago todo lo que puedo. Él dice "lo que es bueno para la madre, es bueno para los chicos".

El asunto es que cuando llegamos a casa, después de acostar a los chicos, que se habían dormido en un sillón hacía muchas horas atrás, nos sacamos la ropa de fiesta y me tiré en la cama. Claudia me dijo "no te apures tanto. Tengo un antojo..."
"Ay Clau! Qué?"
"Tengo ganas de pincharte la cola!"
"Es un chiste, no?"
"Es muy en serio"
"me parece a mí, o te estás aprovechando de mí?"
"Es mi momento de aprovecharme. Además, cuando nazcan, se terminó lo que se daba!"
"no exageres!. Vas a tener ayuda, Clau!"
"Basta! Ponés la cola, si o no?"
"Uffffff!" protesté dándome vuelta y preparándome para lo que venía.
Ella sacó del cajón una vitamina y armó rápidamente la jeringa.
"No encontraste nada más doloroso, no?"
"hay esto o mi hierro, y no te lo recomiendo"
"OK. Hacé de cuenta que es tu cola y dale despacito"
"Sí, mi amor. Ponete flojito."
Y me pinchó. Cuando empezó a meterme el líquido (bah! líquido es una manera de decir!)me dolió como la pu... ma...
"ven, chicos? Miren como mami disfruta torturando a papi"
"Gastón! No les digas eso! Qué van a pensar?"
"Que sos una pervertida!" Y me di vuelta para abrazarla. "Te adoro! estás contenta?"
"Mucho! Abrazame..."
Lo hice y nos dormimos así, por ahora la panza no se interpone tanto entre nosotros.

Me olvidaba de contarles: Hoy hicimos una ecografía; van a venir Julián y María Sol!

Simón -

Dios mío, Carlónimo! Qué manera de hacernos disfrutar! Qué generosidad! No se exactamente qué es lo que sucede con la idea del casamiento, pero genera un deseo casi incontrolable y no podría haber elegido alguien que lo comprendiera mejor que vos.

Efectivamente, recibí una bombachita sin arrugas, pero la muy traviesa me dijo que necesitaba que la consolara porque la cola le dolía mucho. Reconozco que cuando vi la marquita que había dejado tu pinchazo, automáticamente recordé el mío y su efecto y no pude aguantar las ganas de penetrarla. De todos modos, ella no se hizo mucho problema...

Lo que me tiene un poco preocupado es si vos pudiste finalmente satisfacer tus propias necesidades. Te confieso que ahora, leyéndolo en tu relato, me siento un poco culpable porque tanto Silvia como yo fuimos un poco egoístas; disfrutamos y en medio de la vorágine no pensamos en satisfacerte a vos. Por favor, decime qué podemos hacer para remediarlo.

Ah! Silvia elogió tu mano: me dijo que se dejaría pinchar por vos muchas veces más!

Carlónimo -

La inyección de Simón

Cuando por fin estaba sosteniendo una charla preliminar con Nené la guapa cuñada de Simón, éste se me acercó y disculpándose con ella me tomó del brazo llevándome al confortable privado anexo al salón, donde me pidió encarecidamente que le aplicara la ampolleta del doloroso compuesto que Gastón le había recetado contra la lumbalgia.

Después de hacerme el remolón arguyendo que me había entorpecido la posibilidad de lograr una cita con aquella chica que me había causado muy grata impresión, accedí a atenderlo y me puse a preparar la jeringa en tanto Simón se aligeraba de ropa y se tendía boca abajo en el cómodo camastro estratégicamente solicitado por Eulogia.

En cuanto hice contacto con las singulares nalgas, las cuales tienen un indiscutible componente masculino pero también evocan por su volumen y curvilínea estructura las de una bien formada dama, éste empezó a temblar y a emitir los ansiosos resuellos a los que ya me tenía acostumbrado, de manera que le dije: No cambias tu actitud mi estimado gaucho, sigues tan nervioso como la primera vez que te inyecté ¿cómo es que relatas que te dejas aplicar tantas dosis de manos de otras personas? Creo que voy a terminar nalgueándote como siempre.

No me contestó pues estaba como ido, con los ojos cerrados, los puños apretados, mordiendo con ansiedad un pequeño cojín floreado. Al desinfectarle el glúteo se le intensificó la temblorina y cuando le inserté con decisión la gruesa aguja se empezó a estremecer con fuerza hasta que le pregunté: ¿pasa algo Simón, es que te duele demasiado? El me miraba con indecisión como queriendo transmitirme una fuerte vivencia personal.

Cuando la pastosa sustancia empezó a entrar en el estresado cachete mi amigo contoneó insistentemente el pubis. Yo lo observaba con atención hasta que comprendí lo que pasaba. Quería acomodar su enorme pene llevándolo en dirección al ombligo, pues lo tenía totalmente erecto y ya no podía soportarlo en la entrepierna. Sin rodeos le pregunté: ¿estás muy caliente Simón, la inyección te ha excitado demasiado? Los labios de mi amigo dibujaron una leve sonrisa mientras asentía con la cabeza.

Yo tenía dos caminos a la mano: mortificarlo adoptando una actitud de chanza, o solidarizarme con él y asistirlo de alguna manera. Recordando que tiempo atrás le había prometido compensar la tibieza con que en situación análoga lo había tratado, ésta vez decidí involucrarme en su ardiente problema.

Sonándole una leve nalgada le dije: ¡tranquilo Simón, no te inquietes, relájate y disfruta el pinchazo! Y llevando mi dedo central a su distendida raja le empecé a acariciar el sensible botón anal hasta percatarme que se dilataba dócilmente. Entonces le introduje el dedo friccionándolo hasta que las violentas convulsiones corporales me avisaron que le había estimulado el supremo punto “G”. Simón se estremecía, jadeaba y gritaba de ardor. Lo mantuve así hasta que terminé de aplicarle el inyectable. Enseguida le extraje la aguja, lo induje a que se pusiera de costado y le acerqué una toalla para que la colocara sobre la cama debajo del pene.

Mediante sucesivas excitaciones rectales lo estuve asistiendo para que alcanzara un extraordinario orgasmo. Su enorme pene henchido por la poderosa concentración sanguínea, empezó a escupir gruesos borbotones de esperma que se fueron acumulando sobre la toalla hasta formar un extenso charco. Se quedó muy quieto, jadeando y respirando agitadamente. Después se incorporó dibujando una franca sonrisa como de agradecida connivencia.


La inyección de Silvia

Con el culo pinchado Simón se incorporó de nuevo a la fiesta y yo, a solicitud del propio gaucho, permanecí un rato más en el privado. Pensando que estaba perdiendo preciosos momentos en los que bien podría lograr la ansiada cita con Nené, salí del baño y mientras me secaba las manos oí que se abría la puerta de nuevo. Me quedé paralizado al ver a Simón pero esta vez acompañado por la sensualísima Silvia quien, al verme, se quedó tan estupefacta como yo estaba.

Los dos nos mirábamos indecisos y las indicaciones de Simón nos hicieron balbucear algunas frases erráticas, interrumpidas por un sólido portazo que nos dejó frente a frente, completamente solos en la habitación. Huelga decir el desconcierto que sufrimos hasta que, después de un rato Silvia aclaró su garganta y tomó la iniciativa diciendo: es que… Simón quiere que tú me inyectes, yo me siento nerviosa pero… si vos accedés… Silvia, le dije, si tú estás de acuerdo en que lo haga, por mí no hay inconveniente, con gusto te inyecto, sólo espero tener buena mano.

Tomé el medicamento y la jeringa que Simón había dejado sobre la mesa pero, antes de preparar la pica los dos nos quedamos pensando en la dificultad impuesta por el traje nupcial cuyas características hacían muy difícil el repliegue hasta la cintura. Sonriendo dulcemente, la preciosa Silvia propuso: ¿me ayudás a quitármelo, Carlónimo? Bajándole el cierre, desabotonándole las mangas y sosteniéndolo cuidadosamente mientras ella lo brincaba, después de un rato logramos colocar el vestido sobre la mesa.

Desde ese momento empezó para mí el terrible tormento ya que la deliciosa Silvia portaba un ultra pequeñísimo sostén que en lugar de cubrir hacía aún más excitante la vista de sus esculturales tetas. Y en la parte inferior del íntimo atuendo, la micro pantaletita era tan sólo un “encajito” de ornato. Los espléndidos cachetes se le revelaban completos, enteros, brillantes y vibrantes.

Como ella, en su sencilla y cálida forma de ser, no mostrara cohibimiento alguno, lo cual terminó de excitarme, decidí darle la espalda y concentrarme en la preparación de la jeringa, percatándome que la aguja era extraordinariamente larga y el compuesto escandalosamente doloroso. No quise preocuparla pero sabiendo que ya llevaba dos pinchazos le pregunté. ¿te ha dolido la sustancia? La respuesta fue tan sensual que estaba arrepentido de haberle pedido el comentario. Habiéndose replegado ¡no se para qué! La minúscula panty, me mostraba en cada una de sus nalguitas la marca del pinchazo y sollozando respingaba con tal gracia el culito que a mí se me subían los colores y se me aflojaban las piernas. En verdad me pellizcaba el brazo para saber si estaba despierto.

Terminada la preparación de la pica, Silvia se deslizó todavía más (yo creo que de puros nervios) la exigue pantaletita y una vez acostada pero todavía sin acomodarse, teniendo el culito sensualmente respingado, me dijo: mejor voy a quitarme la prenda, no quiero que cuando me la vea Simón esté arrugada.

Abombando en plenitud la colita y levantando en turno las piernas fue dirigiéndome para que yo mismo se la quitara. De manera que la tenía frente a mí acostada con las escultóricas nalguitas dispuestas, relucientes como las de una cotizada modelo profesional. La desinfección no pareció inquietarla, tan sólo aprovechó ese último instante para perfeccionar su posición en la cama regalándome enloquecedoras oscilaciones musculares y la vista fugaz de sus más íntimos encantos.

Al punzarle la aguja el cachete se replegó y la encantadora paciente empezó a emitir eróticas lamentaciones que fueron en aumento cada vez que la sustancia entraba en el esponjado glúteo. La despampanante porteña se contorsionaba, oscilaba las nalguitas y separaba con toda liberalidad los torneados muslos, enloqueciéndome con la apreciación de su deliciosa vagina, cuyos labios oscilaban y me pedían con descaro que los estimulara.

Me resistí a creer lo que mis ojos veían, hasta que la escuché decirme en forma directa: ¿no me piensas consolar querido Carlónimo? necesito que me des unos cariñitos o me derrito fatalmente. Hacélo, por favor, que no aguanto más el deseo. Aún con cierto temor de estar malinterpretando sus sorprendentes dichos, acerqué los dedos a la excitada vulva recorriendo la superficie de los erizados labios vaginales. Me posicioné en el clítoris aplicándole rítmicas pulsaciones oscilatorias, con las cuales la preciosa Silvia empezó a jadear en forma constante.

Aceleré la inoculación y le recorrí toda el área del sexo con mi lengua, haciéndola entrar y salir huidizamente en la húmeda y cálida caverna del egregio placer, que palpitaba por la proximidad del éxtasis. En unos segundos más la espléndida chica se colapsó enjutando el culito con furia y gritando ¡qué delicia, lo hiciste Carlónimo, ya me vengo!

Tras un breve descanso, la sensualísima Silvia volvió en sí, se levantó muy propia y me dijo: gracias Carlónimo por la buena aplicación, casi no me dolió el pinchazo. Después se fue al baño para asearse y saliendo me pidió que la ayudara a vestirse. Antes de salir, después de estarla observando con delectación cómo se acicalaba, volteó a verme de lleno y me regaló un ardiente beso, pero sin la entrega propia de los amantes. Tan sólo respaldando mediante un claro signo, el extraño sentimiento que compartimos.

Gastón -

Estimado Antónimo: Claudia me tiene loco porque Andrea no le contesta el teléfono y dice que la vio irse de la fiesta con un "hombre bien parecido" que por lo que dijiste, supongo que sos vos. ¿Tendrías a bien contarme algo de mi cuñadita?

Simón -

Será posible, Antónimo, que no te quieras perder una! ¿No te es suficiente con Andreíta?

Antónimo -

Oye Carlónimo, se que estás muy ocupado mientras tú inyectas a Simón ¿quieres que yo te ayude inyectando a la Chivis? Para mí no será gravoso, te lo aseguro. Di que sí, anda, di que sí.

Simón -

Cuando salí del privado con la cola pinchada por Carlónimo (relato que le dejo), le dije que esperara un segundo que tenía otra persona que necesitaba sus servicios sanitarios. Se quedó un poco intrigado pero asintió.
Fui al salón y, planeando darle a mi amigo un souvenir del casamiento que nunca olvidaría, le dije a Sil que me acompañara al privado que era hora de su remedio.
Ella protestó “No, Simón! Me siento bien!”
“Eso es porque te estás poniendo las inyecciones. No podés interrumpir el tratamiento. Es un segundo, nada más”
La llevé casi arrastrando y cuando abrí la puerta y Carlónimo y ella se vieron mutuamente, ambos comenzaron a decir algo que yo interrumpí con un “No nos podemos ausentar los dos de la fiesta” y dejándolos solos, cerré la puerta y salí. Por obvias razones, este relato también te toca, querido Carlónimo. Espero que lo hayan disfrutado los dos.

Les pido que me ayuden con sus relatos; estamos saliendo de luna de miel en la madrugada y por unos días me va a resultar complicado entrar.

India -

Ay, Gastón! Qué emoción! Ya mismo llamo a la clínica y pido un turno contigo! Gracias

Gastón -

Estimada India: te agradezco el aliento y los saludos; Simón me los hizo llegar. En cuanto a tu salud, independientemente de lo que suceda conmigo en el blog, te espero en el consultorio cuando desees.

Ahora sí, les cuento alguna cosita del sábado.
Cerca de las dos de la mañana, si bien no bailó demasiado, un poco por cuidar su espalda y otro poco para no pasar papelones, se me acercó Simón y me preguntó si se podía poner otro calmante.
“Sí, vení, vamos al privado que te lo doy”
“Perdoname, no te enojes, pero tengo otros planes” me quedé medio helado, pensando que se había enojado porque a la mañana no lo había ido a ver. Pero al rato me di cuenta de cuáles eran sus planes; lo vi pasar con Carlónimo. Del mismo modo que yo quise mi tiempo en privado con él, Simón pretendía lo mismo. Obviamente no se qué sucedió entre ellos pero me encantaría saberlo. ¿Alguno que me lo cuente?

Simón -

Querido Antónimo: Ya veo a qué te referías con lo complicar las cosas si nombraba a Mónica. ¡me podrías haber avisado antes de que metiera la pata, no?! Menos mal que no nombré a Anna!

Ya que te libraste de Eulogia... podrías hacernos el honor de contar algo de lo que viviste con Andre. Debe haber sido interesante para desaparecer en el medio de la fiesta y no venir el domingo! Ah! por cierto, en casa hubo alcohol del que sirve para topicar previo al pinchazo y del ingerible, también!

Simón -

Querido Carlónimo: Evidentemente no es tema para conversar con vos. No te preocupes, lo dejamos así. Nada más lejano a mi intención que opacar lo bien que lo pasamos.
Yo hablé con Gastón y accedió a participar; me alegra porque pasara lo que hubiera pasado él es un pilar importante del blog. Me llama la atención que Ana Paula no esté presente en estos días compartiendo con nosotros sus vivencias; ojalá decida entrar.

Carlónimo -

Simón, por favor no fantasees con respecto a Mónica. Mira que, por ejemplo, yo quería encontrarme en tu fiesta con Anna, lo intenté y tú lo sabes, para tratar de reparar una situación que tiene al menos para mí un final frustrante y que mentalmente me incomoda. Pero si ella no se presentó pues no se presentó, me aguanto y ya está ¿Cómo voy a afirmar en su ausencia que ella estuvo conmigo y que nos abrazamos para hacer las paces y que hasta lloramos juntos? Esa sería una vil mentira. Y luego, no me parece bien que nos endoses alegremente a Mónica y a mí un problema diciendo: “Desconozco qué sucede entre ellos” ¡es el colmo! Mira Simón, prefiero pensar que te equivocaste de nombre o cualquier otra cosa ¿por qué complicar lo que iba marchando bien?

Simón -

Querido Antónimo: te agradezco la recomendación y desde luego que voy a atenderla. Sucede que sí estuvo Moni en la fiesta, quizá en medio de tantísima gente no te diste cuenta. Me dijo que no podía dejar de venir a saludarme pero que por motivos estrictamente personales no podría quedarse y así, luego de esa pequeña conversación que tuvimos y que dejó mi espíritu tranquilo en cuanto a nuestra relación, se retiró.

Por favor, ya que no podré hablar con tu hermano del tema, ¿podrías contarme escuetamente qué es lo que sucede?

Simón -

Eulogia, Querida! Qué pasó con Benjamín?! Esta mañana me llamó mi madre desesperada porque no encuentran a mi primo por ningún lado! Algún dato, quizá?

Antónimo -

Momento Simón, ahora si no entiendo lo que dices y no sólo porque tu párrafo es bastante rebuscado, sino porque definitivamente Mónica no estuvo en la fiesta y ella misma podría desmentir lo que afirmas. Además es un tema bastante delicado que te recomendaría (esto es entre tú y yo solamente) no tratar al menos por el momento con mi hermano pues temo que se pudieran complicar aún más las cosas. Es sólo una recomendación querido Simón, tú sabes si la atiendes o no.

Antónimo -

Momento Simón, ahora si no entiendo lo que dices y no sólo porque tu párrafo es bastante complicado y rebuscado, sino porque definitivamente Mónica no estuvo en la fiesta y es un tema bastante espinoso que te recomendaría (esto es entre tú y yo solamente) no tratar con mi hermano pues él tiene una percepción muy especial del problema acaecido del cual no tenía previsto hablar y temo que se pudieran complicar aún más las cosas. Es sólo una recomendación querido Simón, tú sabes si la atiendes o no.

Simón -

Ustedes saben que me gusta musicalizar... Creo que esto da una idea de lo que pasó entre hombres y mujeres en nuestro casamiento.

Strangers in the night exchanging glances
Wond'ring in the night
What were the chances we'd be sharing love
Before the night was through.

Something in your eyes was so inviting,
Something in your smile was so exciting,
Something in my heart,
Told me I must have you.

Strangers in the night, two lonely people
We were strangers in the night
Up to the moment
When we said our first hello.
Little did we know
Love was just a glance away,
A warm embracing dance away and -

Ever since that night we've been together.
Lovers at first sight, in love forever.
It turned out so right,
For strangers in the night.

Love was just a glance away,
A warm embracing dance away -

Ever since that night we've been together.
Lovers at first sight, in love forever.
It turned out so right,
For strangers in the night.

Do dody doby do
do doo de la
da da da da ya yaya....


http://www.youtube.com/watch?v=rDA33hGFNgQ&feature=youtu.be

Simón -

Dios mío, Antónimo! Me acordé de la hermosura de vestido tornasol: era Edith! Carlónimo se las enganchó a todas... Después de lo del otro día no se cómo se animó a venir al casamiento; espero que entre tantos hombres con los que estuvo franeleando, haya encontrado alguno que ocupe mi lugar en su enfermiza cabeza.

Simón -

Queridísimo Antónimo: será posible que otra vez te hayas escapado de las garras de Eulogia! Sin embargo, tal y como Gastón había vaticinado, fue Andreíta la que te enlazó. Reconozco que hubo muchas que te miraron con ganas pero ella es mujer de armas tomar. Contanos algo más en detalle cómo siguieron sus días porque te llevaste una mujer capaz de darte vuelta como una media.
Lo de Carlónimo y Nené me sorprendió mucho, y también a Mónica. Desconozco qué sucede entre ellos porque Carlónimo no es afecto a hablar sobre él, pero lo miró con fijeza toda la noche. Por lo demás, cuando la vi le di un abrazo enorme. Me sentí muy mal cuando discutimos y francamente no soy hombre de estar enojado eternamente. Por eso, manteniéndola apretada contra mí le dije al oído "Perdoname, Moni. Estuve un poco mal educado, no quería molestarte" Al principio ella permanecía durita y con los brazos a los lados, luego se relajó y me abrazó también. Me contestó "Creo que yo exageré un poquito en la defensa. Te quiero mucho, Simón, pero me estás dejando sin respiración" Nos reímos juntos y seguimos la ronda de saludos.
Respecto de Carlónimo y Nené, no se demasiado hasta que tu hermano cuente. Lo único que se es que en un momento me crucé con Nené y, lejos de lo habitual en ella, me propinó un elogio a la fiesta; ¿habrá tenido alguna alegría inesperada?

Antónimo -

¿Cuál cola tenías para que la pinchara Eulogia? Ya ves Simón, por geniudo te tocó a ti parar el culete ¿Lo disrutaste? Te hubieras animado de una vez al empalme, ya ves que está plena.

Oye ¡qué buena fiesta! Las gauchas ¡Aaahhh! Se me iban los ojitos con ellas. Pasaban muy esponjaditas sin echarme un lazo hasta que por fin encontré a la Andreíta que está como quiere y primero se me hizo la difícil pero después ¡Ah bárbara! Tenía razón el Gastón, sí que es entrona la porteña.

Estuvimos bailando buenos tangos y conviviendo con la gente y creo que hay muy buena vibra entre los dos, sólo que su celoso tío no nos quitaba la vista de encima. Entonces ella me dijo ¡ven Antónimo, te voy a llevar a lugares más excitantes! y terminamos celebrando hasta el amanecer en “La Boca” donde el tiempo se me hizo muy corto para disfrutar la compañía de la preciosa chava.

Pero volviendo a la fiesta, no cabe duda que Silvia fue el atractivo principal, se veía preciosa con ese ajuar entalladito que te hacía volar la imaginación ¡no vayas a hacer panchos Simón! Y la gracia que tiene para bailar ¡debes tomar unas clases gaucho porque te lleva de calle! Pero hubo buenos relevos a la hora del vals y algunos sí que la bailaron a ella, como sus hermanos o primos, no se que sean, Gastón y hasta el mismo Carlónimo que estuvo muy animado para el “dancing”.

Lo de Eulogia fue una gran sorpresa y un espectáculo ¡qué bien se arregla y sabe explotar su físico! A más de cinco señores incluso más jóvenes que ella se les fue el habla y hasta se les paró el ##@@ tan sólo de verla enfundada en ese entallado vestido de noche con el que parecía una sensual sirena. Hasta que “se la ligaron” y estuvo bailando toda la noche con Benjamín, buen tipo él, creo que es pariente lejano tuyo ¿o no? Y se fueron a buena hora muy pegaditos, no creo que hayan pasado el tiempo rezando el rosario. Eso sí, pobre del culete de Benjamín si es que cayó en manos de la terrorífica reina de los pinchazos. Ya tu nos contarás gaucho lo que ocurrió con ellos.

Tu cuñada la Nené no está nada mal Simón: guapa, piernuda, nalgoncita y, por lo que se ve, sabrosa, como le gustan a Carlónimo. Y creo que ellos dos no se vieron entre sí con malos ojos pues estuvieron intercambiando frecuentes miraditas bastante sospechosas aún enfrente del celoso acompañante de la susodicha dama. Sólo que después mi hermano se puso a bailar con una mujer guapísima que llevaba puesto un ajustado vestido tornasol ¿quién es ella? Ya no supe pues fue cuando me retiré con Andreíta. Los ví bastante acaramelados.

La cena, como lo esperaba, a base de buenas carnes. Los bifes y las tiras estuvieron de primera. El vino, excelente y abundante. A la fina repostería sólo llegaron algunas de las damas pues todo mundo agarró la onda romántica y no salían de la pista de baile, donde sólo se oían arrumacos, hondos suspiros y una que otra proposición atrevidona.

Claudia, Gastón, Ana Paula y Paulo, estuvieron muy juntitos casi todo el tiempo, se ve que han consolidado una “amistad de hierro” como ellos dicen. Yo los veo muy formales como que son el ala ultra conservadora del grupo. Creo que disfutaron también mucho. Ellas son muy guapas pero no tengo la confianza para describirlas ni contar las cositas que pude ver. Se lo dejo en todo caso a Carlónimo, si se anima.

No puedo precisar, porque en ese momento estaba por retirarme del salón, el plan para el domingo. Sólo oí que ya estaban haciendo algunos apartados de que “fulano pincha a mengana, sutana a perengano, y a mí que sea… Pero como yo, por recomendación y preferencia de la encantadora Andreíta no estuve el domingo en el famoso cocido, pues ya no supe qué pasó. Debe haber prevalecido el aroma del alcohol y no precisamente el ingerible.

Si me acuerdo de alguna otra cosita, luego les cuento, o comento los relatos que ustedes ofrezcan ¿Vale?

Simón -

Querido Carlónimo: más bien te agradezco a vos por ayudarme a flexibilizar mi mirada de la vida y a entender que las cosas no son blancas o negras, sino más bien de infinitos tonos de gris. Entendés por qué para mí es tan importante este espacio y lo que significa perderlo y perderte? La cuestión no se limita a unas cuantas líneas de escritos eróticos.

No les voy a contar la intimidad con Silvia porque ya les dije que se la imaginaran. La oportunidad anterior en la que les propuse eso, la cola de Gastón y Ana Paula (por cierto, preciosa, ¿estás por ahí?) quedaron a mi merced porque ninguno acertó lo ocurrido. Les propongo ahora lo contrario, cuéntenme lo que imaginaron y el que acierte se hace acreedor al derecho a darme un pinchazo con lo que guste. ¿Qué les parece?

En cuanto a anoche, o más bien hoy... a las 8 de la mañana, agotados nos retiramos todos a descansar. Sin embargo, estoy tan excitado por los acontecimientos que no pude dormir nada y aquí estoy esperandolos a todos para seguir la fiesta en casa. Les cuento algo, sólo un poquito, mientras miro a mi bella esposa durmiendo tendida en nuestro lecho nupcial, desde luego, desnuda.

Dios mío! Cuántas emociones! No sé ni por dónde empezar.
Lo primero que debo decir es que de la ceremonia casi no recuerdo nada; cuando vi entrar a Silvia me elevé en una nube y no tengo clara conciencia de los hechos. Era una princesa de cuento de hadas; me pregunté seriamente cómo había logrado que ese pedazo de mujer se fijara en mí.
Pero comencemos antes: a las 12 del mediodía me llamó Carlónimo para avisar que ya había llegado y estaba con Gastón rumbo al hotel. Le pedí que nos viéramos pero desistió alegando que yo debía descansar y que él quería hacer lo propio luego del largo viaje ya que pensaba gastar la noche comiendo, bebiendo y bailando.
Silvia ya se había ido al spa que había contratado; todo el día de masajes, cremas, baños y demás acicalamientos acompañada de Claudia y Ana Paula a quienes había elegido en lugar de sus hermanas, lo le trajo no pocos disgustos. Sin embargo, Sil está mucho más firme en lo que respecta a las intromisiones de Nené y yo lo agradezco. Eso generaba que mis amigos, Gastón y Paulo, estuvieran a cargo de sus respectivos hijos por lo que yo no podía contar con ellos para pasar el tiempo que se me estaba haciendo eterno.
A pesar de eso, había tenido una pequeña alegría matinal cuando bien tempranito Silvia me pidió que le pusiera la segunda dosis de las inyecciones que le habían mandado por la noche. Ya me había hecho todo el reclamo de lo dolorosa que le había resultado la que le había puesto el vecino (me echaba la culpa a mí de haber tenido que recurrir a él porque yo estaba de juerga) a pesar de que cuando llegué me dediqué a mimarle la cola hasta que se durmió. La muy desgraciada me había dejado caliente como una papa diciendo que no pensaba dejarme que le toque un pelo porque es una mujer decente y no iba a hacer nada hasta después del matrimonio! Con toda la noche de espera preparé todo y la invité a ponerse boca abajo.
“Me va a doler?”
“Voy a tratar de que no. Ponete flojita, cielo” pero la realidad es que cuando cargué el líquido vi lo espeso que era y no alenté demasiadas esperanzas de lograr que fuera indolora. Así y todo, me armé de coraje y la pinché, haciéndole pasar el remedio lentamente. Pobrecita, se quejó todo el tiempo pero lo soportó. Cuando terminé se quedó en la misma posición en silencio.
“Qué pasa, cielo?”
“Me dolió y no me consolaste”
Y comenzando a masajearle el cachete agredido le dije “el asunto del casamiento te tiene como loca! No parás de pedirme! Salvo anoche, mala!”
“te molesta?”
“para nada!” y me abalancé sobre ella penetrándola suavemente. Nos movimos al unísono y llegamos al clímax con tranquilidad. Ella se repuso inmediatamente y se levantó “Se me hace tarde. Me esperan las chicas”
Yo aproveché un rato más en la cama pero los nervios no me dejaban descansar así que finalmente me levanté. Y cometí un error garrafal: intenté mover un mueble para dejar más espacio en el living para el domingo. Me quedé duro y con un dolor en la cintura que no me dejaba enderezarme. A gatas, como pude, fui hasta el teléfono y llamé a Gastón desesperado de dolor.
“Ay! Simón! ¿Por qué hacés esas cosas? Si querés te llevo al limonero de casa para que te caigas de nuevo!” me retó.
“Por favor, Gastón, vení a darme algo!”
“No puedo, acabo de dejar a Carlónimo en el hotel y Claudia me espera para irse con Silvia. Me tengo que quedar con los chicos.”
“Qué hago? Por favor!”
“Me dijiste que había venido Eulogia, no? Llamala y pedile que te ponga una ampolla de dorixina.”
“Quiero que me veas. Y si me pasa algo?”
“No te va a pasar nada, no es grave”
“Cómo sabés?”
“Soy doctor. Hacé lo que te digo y hablamos más tarde” Y cortó. El que me casaba era yo y los nerviosos eran los demás; no entiendo.
De todos modos, no me quedaban muchas alternativas y llamé a Eulogia. Tenerla pinchándome el culo no era precisamente lo que tenía planeado pero no me podía mover.
Cuarenta y cinco minutos después me arrastraba a abrirle la puerta. Me abrazó y me hizo ver las estrellas. Rápidamente puso manos a la obra y preparando la temida jeringa de vidrio me dijo “Prepará el culo que lo que te mandó tu doctor es un misil”
Tratando de recostarme en el sillón le pregunté “Cuánto duele?”
“seguramente más de lo que tu quisieras. Y la novia?”
“En un spa. AY! (me pinchó). Descansando AY! (el líquido entraba)”
“Y quién te va a consolar?”
“AY! Me voy a tener que aguantar”
“Vamos a ver qué podemos hacer…” el dolor iba creciendo y ya casi no podía aguantar pero lo que había dicho me había puesto la piel de gallina.
Me sacó la aguja y me dio un pequeño masaje en donde me había pinchado. Se quedó en silencio y luego de unos segundos dijo “Simón, tienes unas nalgas espléndidas! Carnosas y firmes. Te aseguro que si no le tuviera tanto cariño a Silvia, no te me escapabas”. Me dio un beso en la nalga dolorida y agregó “me voy a la peluquería porque esta noche quiero estar divina para conseguir carne tierna!” Me tapó con la bata y me indicó que me quedara quieto descansando hasta que el medicamento hiciera su efecto y que a la noche llevara otra ampolla por si era necesario reforzar el efecto.
Quieto, lo que se dice quieto, no me pude quedar. Hice un pequeño chiquero en el sillón blanco, sí, aquel que usé de cama en las peores épocas...

Gracias a todos por estar aquí, me hacen muy feliz. Es un día maravillosamente soleado y podremos hacer uso del jardín. Menos mal, porque el mueble sigue sin correrse.
Les pido que me ayuden cada uno relatando lo que recuerde, todo fue demasiado emotivo y temo que ni siquiera haya registrado algunas de las cosas que sucedieron. Entre todos, podremos reconstruir los hechos.

Carlónimo -

´Por favor Simón, no vayas a ser recatado al contarnos las escenas de intimidad con la sensualísima Silvia.

Carlónimo -

Querido Simón, no sabes cómo te agradezco que me hayas permitido estar presente en tu boda. La verdad es que no me hubiera permitido perdérmela. Hemos disfrutado de tu gran hospitalidad y la de Silvia, tu bella y virtuosa esposa. Estaré pendiente de los relatos que al respecto nos regales y participaré con los propios en la fecha convenida. Mientras tanto, me quedo con la deliciosa experiencia de estar con todos ustedes en esta noche inolvidable plena de vivencias enriquecedoras. Gracias por tu paciencia y por entender que en la búsqueda del erotismo es posible mover los escenarios para adecuarlos a lo que la vida es en realidad, una deliciosa aventura que nos depara infinidad de bellas sorpresas.

Simón -

Querida Eulogia: PERDON! PERDON! PERDON! Fue un olvido completamente involuntario; comprenda que tengo mil cosas en la cabeza. Pero desde luego es más que bienvenida y ya le anticipo que tengo una cola para que pinche: la de Antónimo! que finalmente nunca se le animó.

Querido Carlónimo: ya me ocuparé de consolar debidamente a mi cielo, que por lo demás me prodigó una tarde espléndida con más que una caricia íntima. Imaginen lo que quieran, se quedarán cortos...

Carlónimo -

Y para cerrar esta jornada resulta que hoy te llevaron tus amigos, querido Simón, a tomar unos tragos de despedida y Silvia se sintió un poco mal, ya ves que la gripa está pegando fuerte por aquellos lares. Entonces se fue a la clínica para que la reconocieran y le recetaron algunos pinchazos, pero como fue a comprar las ampolletas, cuando regresó a la clínica ya estaba cerrada ¡Y la farmacia también! Se fue desconsolada y estaba afuera de la casa pensando qué hacer cuando llegó el vecino ¿lo recuerdas? Ese joven como de 23 años guapo y fornido que vive a veinte metros de tu fachada. Sí creo que se llama Emmanuel ¡exacto!

Y viéndola cabizbaja vino la consecuente asistencia y ¿qué le sucede vecina? Pues nada que aquí no hay quien y que si quiere la puedo llevar a un hospital, el más cercano se encuentra como a 10 kilómetros o… bueno, no sé lo que piense pero yo soy pasante de medicina y ¿pero cómo? ¡qué pena! Ay no, para nada, me resisto, pero me siento muy mal y, bueno ¡qué más da, se trata de una emergencia! Y a poco ya estaba la sensualísima Silvia con la faldita replegada hasta la espalda y la panty puesta en el pliegue ¡pero de las corvas! Muy acostadita en las piernas del joven pues no quiso pasarlo a la recámara pero la sala, como sabes la están pintando y entonces, en el comedor tan sólo hay sillas, de manera que el muchacho se sentó y ella muy comprensiva le regaló un formidable close up de su agraciado culito empinado en completa pompa.
Y luego, pues ya sabes lo erótico de las quejas y la temblorina de los redondos glúteos y el ¡me duele mucho! Y el ¡despacito! Y ¡descansamos un poquito! Y pues hasta una cándida sobadita y un prolongado masajito y los paños calientitos para bajar la relativa hinchazón. Y Silvia que viendo aquel cromo de chavo pues el corazón le daba vuelcos y a él se le iluminaba la carita viéndose amo y señor de aquellas esplendorosas y desquiciantes intimidades que se le ofrecían sin mucho recato.
Hasta que la sensualísima Silvia reaccionó y mentalizando muy bien lo que pasaba se puso de pie, se subió lentamente la pantaletita y sin dejar de quejarse y de darse ella misma sugerentes palmaditas en las nalgas, terminó por bajarse la breve faldita que apenas le cubría el tercio superior de los muslos. Después acompañó al chavo a la puerta y sonriendo lo despidió. Después emitió un fuerte suspiro cuando la puerta quedó finalmente cerrada.

Eulogia -

Pero qué cabroncito me resultaste Simón. A todos invitas y a mí que te conozco y que te he picado varias veces las nalguitas ¡ni un pinche lazo! Ya verás, no te la acabas… De todos modos voy a ir con mi tinita plateada pues una nunca sabe si en la fiesta se ofrece alguna inyección hay mucha gente convidada. Por si acaso ¿podrías colocar un triclino en el salón? Así si es necesario acuesto ahí al paciente y ¡prau! Me lo ejecuto con la hipodérmica. Hay muchos y muchas que todavía no he picado, quien quite y ahora sí me de gusto con los pinchazos.

Eulogia -

Pero qué cabroncito me resultaste Simón. A todos invitas y a mí que te conozco y que te he picado varias veces las nalguitas ¡ni un pinche lazo! Ya verás, no te la acabas… De todos modos voy a ir con mi tinita plateada pues una nunca sabe si en la fiesta se ofrece alguna inyección hay mucha gente convidada. Por si acaso ¿podrías colocar un triclino en el salón? Así si es necesario acuesto ahí al paciente y ¡prau! Me lo ejecuto con la hipodérmica. Hay muchos y muchas que todavía no he picado, quien quite y ahora sí me de gusto.

Simón -

Querido Antónimo: Te espero acá mañana para felicitarte en persona por la imaginación. Todo lo que contaste es lo que vos hubieras querido hacer; es más, si querés te presento a la mismísima Edith! A lo mejor se engancha con vos y me la sacás de encima porque no te voy a negar que me persigue bastante; ¡encantos que uno tiene!

Querida India: gracias por el saludo y el deseo. Le voy a dar tus cariños a Gastón y respecto de Carlónimo, haremos lo posible; esperemos que revivir las mejores épocas reavive el fuego. De todos modos, no seas tímida y contá algo a ver si otros se animan.

Antónimo -

Reacciones (segunda parte)
Aló ¿Simón, eres tú…? Soy Edith, sólo quiero saludarte y… felicitarte, a pesar de todo me da gusto que te cases ¿Cómo? Sí claro, ya sé que dijimos que… Bueno Simón, comprendé que para mí es muy duro saber que ya te… Sí, comprendéme insisto, sólo quiero que salgamos a tomar siquiera una copita por última vez y poderte dar un abrazo ¡Sé buenito! Te veo en la tarde a la hora que tú me digas y… ¡Bravo, mi vida! Gracias, sí, gracias, a las 6 en el Hard Rock, como de costumbre.
Edith, hola, sabés que me cuesta mucho trabajo venir, sobre todo en este momento. Comprendé que ya no será posible vernos. Lo sé querido, pero antes que nada quiero decirte que… lucís muy bien ¡Vaya pulóver tan acogedor! Además, el color verde te favorece mucho, te lo he dicho. Cada día me parecés más atractivo. ¡No Edith! Dejá los arrumacos que si he venido es sólo por atención pero no es motivo para que pensés otra cosa.
Lo sé Simón y perdoná mis alucinaciones ¿cómo te sentís ahora que estás a punto de casarte? Claro, muy bien, se te ve en el semblante y yo comparto tu felicidad. Pero… dejáme sólo recordar algunos momentos felices que pasé con vos ¿Por qué me llevaste un par de veces hasta la total intimidad? Después de aquello he soñado que serías por siempre mío. Sabés que te amo profundamente.
Tomándolo de la mano Edith se aproximó y lo besó muy cerca de los labios. Simón se quedó impávido, le contempló las protuberantes tetas que colmaban el atrevido escote, carraspeó nerviosamente y se fundió con ella en un ardiente beso. Después de un leve cachondeo Edith se separó y le dijo: por favor, mi vida, vamos a tu camioneta. Saliendo, treparon en el confortable vehículo, se acomodaron en la parte trasera y Edith le pidió que la inyectara. Entregándole lo necesario, ella misma se descubrió las pálidas y mullidas nalgas y se le acostó sobre las piernas.
Simón temblaba de excitación, le desinfectó la nalga derecha y le clavó la enorme aguja haciéndola saltar de dolor. Le estuvo inoculando la espesa sustancia lentamente. La escultural muñeca se estremecía emitiendo sensuales lamentos hasta que Simón perdió la cabeza y empezó a excitarle la vulva. Terminada la inoculación buscaron la pose más adecuada para el amor, cuando vieron aproximarse al guardia civil.
De inmediato se separaron y recompusieron su figura como pudieron, luego Simón arrancó el vehículo y llevó a Edith a su casa. Con la trusa completamente chorreada se tuvo que ir a bañar al Club Deportivo y luego llegó a su casa con cara de niño bueno: ¡Ya llegué, mi vida!
Qué crees mi buen Simón, si encuentro lugar en el vuelo de Carlónimo, les caigo por allá. Quiero una buena gaucha…

India -

Querido Simón: a pesar de no haber tenido contacto personal contigo en el blog me siento muy cercana a tí a través de tus relatos. Te felicito por el casamiento y te deseo que sean felices.
Seguramente mañana la pasarán divino con tantos amigos; te pido por favor que aprovechen la oportunidad para limar asperezas.
Te pido también que le hagas llegar mis cariños a Gastón; lo he hecho varias veces por este medio y me he dado cuenta de que cumplió su promesa de no entrar porque no me ha contestado.

En fin, que mañana salga todo de perillas y espero sus relatos!

Simón -

Querido Carlónimo: Pobrecita! Ahora comprendo por qué anoche estaba tan turbada. La verdad es que no entendía qué le sucedía y me preocupó que fuera algo referido al casamiento. En realidad sí lo es porque si no hubiéramos estado por casarnos a lo mejor hubiera sido diferente... Sin embargo, me eligió; en ese momento y hace un rato, cuando dimos el sí en la ceremonia civil. ¡YA SOY LEGALMENTE DE SILVIA! Aunque lo soy legítimamente desde hace mucho.
Entré un segundito pero ella ya me está llamando; no vamos a hacer lo habitual que es ir a comer con la familia. Me la llevo a comer a solas y en una de esas ligo alguna caricia íntima de mi sensual Silvia.

Carlónimo -

Reacciones
Aló ¿Silvia, eres tú…? Soy Marcos, sólo quiero saludarte y… felicitarte, a pesar de todo me da gusto que te cases ¿Cómo? Sí claro, ya sé que dijimos que… Bueno Silvia, comprendé que para mí es muy duro saber que ya te… Sí, comprendéme insisto, sólo quiero que salgamos a tomar siquiera una copita por última vez y poderte dar un abrazo ¡Sé buenita! Paso por ti en la tarde a la hora que tú me digas y… ¡Bravo, mi vida! Gracias, sí, gracias, a las 6 en el café Tortoni, como de costumbre.
Marcos, hola, sabés que me cuesta mucho trabajo venir, sobre todo en este momento. Comprendé que ya no será posible vernos. Lo sé querida, pero antes que nada quiero decirte que… lucís preciosa ¡Vaya vestido tan tierno! Además, el color azul te favorece mucho, te lo he dicho. Cada día sos más bella y te quiero más. ¡No Marcos! Dejá los arrumacos que si he venido es sólo por atención pero no es motivo para que pensés otra cosa.
Lo sé Silvia y perdoná mis alucinaciones ¿cómo te sentís ahora que estás a punto de casarte? Claro, muy bien, se te ve en el semblante y yo comparto tu felicidad. Pero… dejáme sólo recordar algunos momentos felices que pasé con vos ¿Por qué accediste aquella vez a llegar conmigo hasta la total intimidad? Después de aquello he soñado que serías por siempre mía. Sabés que tengo las mejores intenciones.
Tomándola de la mano Marcos se aproximó y la besó muy cerca de los labios. Silvia se quedó impávida, lo miró y una gruesa lágrima rodó por su mejilla. El se aproximó más y se trenzaron en un fuerte abrazo. Sus labios se juntaron. Silvia lo permitió pero aflojó de inmediato el cuerpo. Intentó retirarse y Marcos intensificó el acoso. Besándola desesperadamente trataba de acariciar sus encantadoras piernas.
Silvia lo aventó y le propinó una estruendosa cachetada. Poniéndose de pie tomó su bolso y le dijo: No quiero volverte a ver nunca más, eres un cretino y una bestia. Y salió apresuradamente del lugar.

Simón -

P.D. ¡Cómo extrañaba esto!

Simón -

Querido Carlónimo: no te equivocás en nada, la iglesia, el Centro de Ingenieros y Silvia! Está verdaderamente hermosa, radiante, te diría. Y mejor ni te cuento los saltos que pegaba cuando le dije que habías confirmado que venías.
El hotel te va a encantar; hice varias presentaciones ahí y es una maravilla.
Lo único que te voy a agregar al plan que me trazás es que Gastón insiste en ir a buscarte al aeropuerto. Te pido que aceptes la propuesta porque creo que quiere verte en privado, previendo que los días siguientes va a ser complicado.
Ya veremos cómo avanzan los relatos, vos en Houston y yo... con mi esposa pegada; pero haremos lo que se pueda.
Que tengas buen viaje y el sábado te voy a dar el más grande de los abrazos.

Carlónimo -

Salgo en el vuelo 028 de Aeroméxico mañana viernes a las 23:55 y estaré llegando a las 11:30 del sábado. Enseguida me voy al hotel y de ahí me pongo en contacto contigo aunque no sea más que para saludarte pues a esa hora ya estarás demasiado ocupado. La Iglesia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa es seguramente la que se encuentra frente al Parque Chacabuco del Barrio Las Flores. Me encanta, es muy hermosa. El Centro Argentino de Ingenieros lo he visto creo que en la calle Cerrito, pero nunca he entrado. La próxima semana yo estaré en Houston, así que difícilmente podré comentar nada, eso será después del 5 de octubre. Pero espero leer lo que tú nos refieras acerca de la boda. Seguro que Silvia está feliz y ya la imagino: ¡preciosa!

Simón -

Querido Carlónimo: Me alegra enormemente que vayas a venir, lo mismo que algunos de nuestros amigos. Por la logística no te preocupes que de eso me encargo yo. La ceremonia será en la Iglesia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y la fiesta en el Centro Argentino de Ingenieros. Ya hice pre-reservas en el Hotel Panamericano, que se encuentra a pocas cuadras del lugar de la recepción y es de excelente nivel. Los traslados están todos organizados y el domingo tenemos previsto pasar el día con los amigos más íntimos, entre los que Uds. se encuentran, desde luego, en casa, después de que hayamos descansado del festejo (aunque para seguir festejando) porque nosotros no salimos de viaje hasta el miércoles.
No quiero revolver la olla, pero me gustaría que este encuentro sirviera para recomponer las cosas; no me gusta como terminó todo, yo todavía no me recupero ni me resigno a que termine y Gastón está muy triste (aunque lo que muestra para sobrellevarlo sea enojo). En fin, dejémonos llevar por los acontecimientos, propongámonos disfrutar sin miramientos, depongamos toda hostilidad y honremos la amistad.
Estoy libre porque acabo de comenzar la licencia por matrimonio (a la que se le sumaron un montón de días francos que me corresponden por tanto viaje) así que ni bien llegues ponete en comunicación conmigo y nos encontramos. Ya voy a llamar a Sil para avisarle que venís.

carlónimo -

Querido Simón
Muchas gracias por tu amable confirmación de última hora. Sin embargo, no hemos recibido orientación alguna ¿cuál es el plan? Dónde será la ceremonia religiosa. Y luego, en qué salón tendremos el gusto de acompañarlos: ¿Golf Club; Club Hípico Argentino”; Piazzola Tango?.
Además, no se si previste alguna alternativa para los que llegamos del extranjero. Algunos no estamos muy familiarizado con los hoteles de Buenos Aires. Conozco por ejemplo el Sheraton Libertador y el Park Tower, pero no se si sean opciones recomendables, o bien, si realizaste algunas reservaciones provisionales en otra parte.
Me dará mucho gusto acompañarlos pero, por favor proporciónanos la información logística básica.

Simón -

Queridos Anna, Moni, Karito, Jose, Marcia y Antónimo (Ana Pau, Paulo y Gastón, ya lo hemos hablado personalmente): he entrado sólo para recordarles que el sábado 25 Silvia y yo nos casamos y quiero decirles que espero ansioso que estén ahí acompañándonos.

Querido Carlónimo: sabés lo importante que es para mí ese día, trabajé mucho en mi pareja para que se concretara y este blog ha sido una parte insoslayable de mi vida en este tiempo. Te confirmo la invitación, por favor no me falles...

India -

Carlónimo:

tu relato es hermoso, como siempre. Sin embargo, hay cosas de tu actitud que no comprendo. Perdona si te resulta impertinente, pero a pesar de no haber participado asiduamente escribiendo, me siento parte del blog leyendo sus relatos desde el inicio.
¿Te agrada en el fondo ser el único relator aquí? Dices que las personas van y vienen pero fuiste el primero en hacerlo: causaste mucho dolor a tus amigos al alejarte y cuando luego de salvajes críticas (explícitas de otros y veladas tuyas) ellos se retiraron, reapareciste para darle a esto algo de alegría, ya que lo ves triste. Sí, está triste; como estuvieron o están los amigos que dejaste.
¿Por qué no intentas aprovechar el casamiento de Simón para recomponer vuestra relación, que era bella y profunda? Ellos han hablado aquí abiertamente de su dolor y no dudo que tú también estás dolorido, aunque no seas afecto a publicarlo.
¡Vamos! Que esto podría ser aún mejor de lo que era!

Carlónimo -

“La gente un día llega y al otro se va y sus razones son valederas. En lo personal, es posible que un día vuelva a estar tan solo como cuando inicié mi participación en este hospitalario blog. Era como ser un náufrago tirado sobre una tabla en medio del océano. Escribía para mí y eso tiene su encanto”.


Hilda y Fina

Ir a una reunión de amigos de la adolescencia no me atraía mucho. Y es que, como dijera Juan Manuel Serrat:

“No es que no vuelva porque me he olvidado,
es que perdí el camino de regreso…”

Las condiciones se dieron para que pasara la tarde con aquellos amigos que hablaban de cosas antiguas. Las historias se sucedían pero yo estaba muy atento a los movimientos de una mujer a quien llamaban “Fina” de quien solo recordaba que había vivido en un edificio de esos que tienen largos corredores externos, el cual estaba cerca del lugar dode yo viví posteriormente. Román, su entonces novio, se había casado con ella y estaba sentado a su lado con aire de orgullo y satisfacción.

Lo curioso de Fina es que su aspecto ha mejorado sustancialmente y que ahora me parece bastante más atractiva que antes. Siempre ha sido delgadita pero ahora se le observa un culito muy sensual, muy amplio y respingado, al grado que parece reventar el ajustadísimoo jeans. Y además, sabe lucir el culo pues no pierde ocasión de campanearlo y de impactar a los hombres con sus muy bamboleantes nalguitas.

Después de admirarla por un rato me distraje hablando con los amigos y así me fui apartando de tan angustiosa tentación, hasta que un incidente me aguzó de nuevo los sentidos dirigiéndolos otra vez hacia ella. El caso fue que Fina dirigió con el rostro una leve señal a Hilda, la anfitriona, quien después de asentir con la cabeza pareció pedirle algo que la propia Fina extrajo inmediatamente de su bolso y se le entregó con disimulo. Me percaté que se trataba de una ampolleta, lo cual me puso en máxima alerta.

Enseguida Hilda se fue hacia la cocina, luego salió y por señas informó a Fina que “no tenía…”. Esta tomó de nuevo su bolso,lo esculcó y negó suavemente con la cabeza haciendo saltar su ensortijada melena rubia. Entonces ví cómo Hilda llamó a Adrián su sobrino de dieciseis años y lo hizo salir de la casa, regresando poco después con unas jeringas desechable en mano. No cabía la menor duda: ¡la deliciosa Fina iba a ser inyectada!

Esa singular certidumbre me calentó aunque no pudiera pasar de imaginarme el ansiado suceso. Pero casi enseguida me percaté que había alguien más que estaba muy atento a la escena: el propio Adrián, quien estuvo merodeando y cuando confirmó que su tía estaba a punto de subir a la recámara con Fina, se adelantó estratégicamente para ocultarse y, según me contó después, observar la envidiable escena.

Adrián es un muchacho muy despierto y entusiasta lector de mis relatos así que, pidiéndome encarecidamente que después relatara lo que ese día pudo ver él, me lo describió con todo detalle. Entonces, lo que les cuento lo percibí a través de los inquietos ojos de Adrián quien, oculto en la gaveta superior del closet de su tía, vio entrar a la formidable Fina con el culito rebosante y listo para recibir la inyección.

Una vez cerrada la puerta, Fina dio muestras de la cálida camaradería que mantiene con Hilda, su gran amiga por años. Mientras esta cargaba la jeringa ella se retiró totalmente el pantalón y viéndose en el espejo hacía descender la pequeña panty de color azul marino hasta descubrir la mayor parte de sus blanquísimas nalgas cuya tersura y belleza son impresionantes. Dándole una leve palmadita en el glúteo derecho, Hilda la interrumpió induciéndola a que se acostara.

De inmediato Fina se postró sensualmente sobre la cama y ella misma con notable impaciencia se replegó la panty hasta la mitad de los muslos. También recogió el faldón de su solferina blusa por encima de la estrecha cintura. El blanco, sedoso y esponjado trasero lucía soberbio, delicioso, cautivante. La guapa paciente gimoteaba cada vez con mayor violencia mostrando así la gran excitación que le producía la expectativa de ser inyectada. Sus nalguitas se agitaban incontenibles contrayéndose y dilatándose alternadamente.

Conociendo muy bien a su amiga, Hilda estaba conciente del estado de excitación en que se encontraba, así que aceleró la aplicación. Con un súbito y certero pinchazo hizo entrar la aguja en diagonal sobre el glúteo derecho haciéndolo temblar de inquietud, de dolor y de emoción. Fina emitió un suave murmullo que se convirtió en ardiente queja al sentir cómo el pesado líquido le irritaba y recocía las entrañas.

Ninguna de las dos chicas es lesbiana pero ambas tienen en común un marcado gusto por las inyecciones, de manera que se prodigan el mayor placer cuando se las aplican mutuamente. De ahí que, mientras le extraía suavemente la aguja, Hilda tranquilizara con oportunas nalgaditas y caricias a su bella paciente diciéndole: ¡ya querida, descansa, pues ya terminé de pincharte las nalguitas!

Pero Fina estaba fuera de sí, todo el cuerpo le temblaba y no dejaba de tallarse ansiosamente en la cama. Por la misma euforia la superficie de sus nalgas dibujaba eróticas oscilaciones musculares. Sus expresiones de placer eran ya demasiado audibles. Hilda se vió en la necesidad de conminarla y de satisfacer de alguna manera el implacable deseo que la dominaba, así que empezó a acariciarle los erguidos labios vaginales y a estimularle el clítoris: ¡Ya, mi vida! le decía con mucho cariño. En respuesta, Fina abombaba el suculento culito induciendo que su amiga la siguiera estimulando.

En un arrebato de lujuria, Hilda se arrojó sobre la escultural paciente y le aplicó un estímulo que nunca antes se había atrevido a prodigarle. Con la lengua le empezó a barrer la vagina y a succionarle el clítoris, al tiempo que le frotaba ansiosamente los muslos y los abombados glúteos. Quería llevarla al éxtasis lo cual no tardó en ocurrir. Rígida, trabada, emitiendo una especie de silbido gutural, contorsionándose desesperadamente, con la entrepierna empapada, Fina hizo patentes las violentas ráfagas orgásmicas que le sobrevinieron, hasta quedar inmóvil con la respiración excesivamente agitada.

Permaneció un rato así, hasta que se percató de que su amiga se encontraba tumbada en el piso y trabada de deseo aún no satisfecho. Entonces se incorporó, tomó a Hilda por la cintura, la acostó boca abajo sobre sus piernas y le alzó totalmente la falda hasta dejar descubiertos unos muslos muy generosos y unas nalgas espléndidas, de gran tamaño, muy bien bronceadas por el sol excepto en la pequeña zona del bikini. Aquellos carnosos glúteos invitaban a la lujuria y se conmovían con sensuales vaivenes.

Puesta en aquella pose de total entrega, Hilda pensaba en que se había sobrepasado en la estimulación de su amiga, pero era ella misma la que esta vez ardía en deseos de ser estimulada, así que se dejó llevar por los impulsos de Fina quien estaba fuera de sí y terminó de desnudarla precipitadamente sin poderse abstraer al disfrute de un trasero espectacular, de verdaderea lujuria, que siempre la había excitado y que ya deseaba tener de esa manera en sus manos.

Acostadita con las nalgas en pompa Hilda se percató de que estaba a punto de ser inyectada. Fina tenía la jeringa en sus manos y terminaba de cargarla. Hilda se plegó totalmente a los impulsos de su amiga y se relajó esperando el raudo piquete que no tardó en recibir. Con beneplácito sintió cómo la afilada hipodérmica rasgaba su indefensa carne produciéndole un intenso pero placentero ardor que le arrancó algunas quejas, las cuales fueron inmediatamente celebradas por Fina: ¡Qué rico, amiguita, qué rico te quejas! Siempre había deseado inyectarte puesta sobre mis rodillas en esta forma y tus lamentos no sabes cómo me excitan. Mientras la sustancia iba entrando en aquella soberbia nalga que la engullía sin reparos, Fina inició el estímulo de la vagina de Hilda, primero con los dedos, después con los labios y con la lengua.

Desde su guarida, Adrián miraba la inquieta lengua de Fina que serpenteaba por toda la raja de su tía, desde la vulva hasta el ano, mientras el rigor de la medicina hacia oscilar el apetitoso trasero. Oyendo los chasquidos que en su grata labor emitían la lengua y los labios de Fina, Hilda se debatía mentalmente entre el enorme deseo que la embargaba y la inevitable probidad de saber que no era normal aquella relación de corte lésbico. Pero dejó transcurrir las cosas como venían, pues estaba demasiado excitada.

Quien materialmente ya no aguantaba aquella situación era Adrián pues había visto transcurrir dos escenas de lo más erótico protagonizadas por mujeres maduras, enteras, muy sensuales y muy guapas. En una reacción por demás explicable, acostado como estaba sobre el entrepaño del closet, se replegó el pantalón y la trusa hasta las piernas y empezó a masturbarse. Contemplando aquellas enormes nalgas redondas, carnosas, bronceadas, erguidas, excitantes, con la aguja hipodérmica clavada, viendo la espesa sustancia que entraba en la mullida carne que se agitaba de dolor, escuchando los profusos gemidos de una mujer preciosa que estaba al borde del orgasmo y que no dejaba de ser excitada, estando a punto de estallar una descomunal eyaculación, Adrián empezó a gemir involuntariamente, hasta que las damas lo oyeron y se inquietaran.

Justo en el momento que Fina abrió la puerta del closet para investigar el origen de aquellos sensuales lamentos, una gruesa andanada de esperma le golpeó la cara. Y una segunda andanada del erótico líquido fue a caer como pesada y caliente plasta sobre los esponjados glúteos de Hilda, quien permanecía acostada con el culito bien parado.

Sintiendo el grueso esperma alojado en su preciosa raja Hilda gritó con enorme fuerza. De inmediato irrumpieron en la habitación los maridos de aquellas encantadoras ninfas que a pesar de estar casi desnudas se quedaron petrificadas pero no acertaban a explicar lo ocurrido ni querían delatar al joven emisor de las pastosas mucosidades que estaban pesadamente adheridas a sus encantadores cuerpos.

El inquieto muchacho, con la respiración contenida y los ojos exageradamente abiertos esperaba lo peor, pero fue Hilda la que finalmente reaccionó y sin alterarse, permaneciendo acostada sobre la cama con las nalguitas respingadas, invitó a los dos maridos a retirarse explicándoles escuetamente que mientras Fina trataba de componer la jeringa tapada, la pastosa medicina salió a presión en chisguetes bañándolas a ambas, y que ese fue el motivo de la súbita alarma.

No muy convencidos, los dos hombres se retiraron sin dejar de cuestionar la inusual escena, y sin poder abstraerse de pensar, cada uno por su lado, en la espléndida belleza corporal de la esposa del otro. Mientras tanto, Hilda ordenó a su sobrino que saliera del closet, pero sabiendo muy bien todo lo que el muchacho les había visto hacer, las dos mujeres permanecieron impávidas, desnudas y tranquilas enfrente de él, como si los tres hubieran pactado y disfrutado la singular experiencia sexual.

En lo sucesivo, las dos chicas siguieron cultivando su ardiente amistad pero extremaron precauciones cada vez que tuvieron intimidad entre ellas. Adrián, por su parte, había quedado muy impactado por aquella experiencia y poco después se las ingenió para acercarse a la preciosa Fina, de quien fue por algún tiempo su ardoroso amante ocupándose en inyectarla y disfrutarla. Hilda, a su vez, se doblegó a los asedios de Román, el esposo de Fina, a quien tenía fascinado con sus encantos. Se dejó inyectar varias veces por él y tuvieron excitantes encuentros íntimos.

Es inevitable, me asomé y vi tan triste el blog que no pude resistirme a dejar algo escrito. Lo deposito aquí, en medio del océano, por si pasa algún barco y una persona inquieta desea leerlo.

Carlónimo -

“La gente un día llega y al otro se va y sus razones son valederas. En lo personal, es posible que un día vuelva a estar tan solo como cuando inicié mi participación en este hospitalario blog. Era como ser un náufrago tirado sobre una tabla en medio del océano. Escribía para mí y eso tiene su encanto”.


Hilda y Fina

Ir a una reunión de amigos de la adolecencia no me atraía mayormente. Y es que, como dijera Juan Manuel Serrat:

“No es que no vuelva porque me he olvidado,
es que perdí el camino de regreso…”

Pero las condiciones se dieron para que yo pasara la tarde en medio de aquellos amigos que hablaban de cosas antiguas. Las historias se sucedían. Yo estaba atento a los movimientos de una mujer a quien llamaban “Fina” de quien solo recordaba que había vivido en un edificio de esos que tienen largos corredores externos y que estaba cerca del lugar dode yo viví posteriormente. Román, su entonces novio, se había casado con ella y estaba sentado a su lado.

Lo curioso de Fina es que su aspecto ha mejorado sustancialmente y que ahora me parece bastante más atractiva que antes. Siempre ha sido delgada pero ahora se le observa un culito muy sensual, muy amplio y respingado, al grado que parece reventar el ajustadísimoo jeans. Y además, sabe lucirlo pues no pierde ocasión de campanearlo y de impactar a los hombres con sus nalguitas bamboleantes.

Después de admirarla por un rato me entretuve hablando con los amigos y ya estaba en otra cosa cuando un incidente me aguzó de nuevo los sentidos dirigiéndolos hacia ella. El caso fue que Fina transmitió una leve pero pactada señal a Hilda, la anfitriona, quien después de asentir con la cabeza pareció pedirle algo que la propia Fina extrajo inmediatamente de su bolso y le entregó con mucho disimulo. Me percaté que se trataba de una ampolleta, lo cual me puso en máxima alerta.

Enseguida Hilda se fue hacia la cocina, luego salió y por señas informó a Fina que “no tenía…”. Esta tomó de nuevo su bolso,lo esculcó y negó suavemente con la cabeza haciendo saltar su ensortijada melena rubia. Entonces ví cómo Hilda llamó a Adrián su sobrino de dieciseis años y lo indujo a salir regresando casi enseguida con una ¡jeringa desechable en mano! No cabía la menor duda: ¡la deliciosa Fina iba a ser inyectada!

Esa singular certidumbre me calentó aunque no pudiera más que imaginar el cálido suceso. Pero casi enseguida me percaté que había alguien más que estaba muy atento a la escena: el propio Adrián, quien estuvo merodeando y cuando confirmó que su tía estaba a punto de subir a la recámara con Fina, se adelantó estratégicamente para ocultarse y, según me contó después, observar la envidiable escena.

Adrián es un muchacho muy despierto y entusiasta lector de mis relatos así que, pidiéndome encarecidamente que relatara lo que ese día pudo ver él, me lo describió con todo detalle. Lo que sigue lo percibí a través de los inquietos ojos de Adrián quien, oculto en la gaveta superior del closet de su tía, vio entrar a la formidable Fina para recibir su inyección.

Una vez cerrada la puerta con seguro, Fina dio muestras de la cálida camaradería que ha entablado con Hilda, su gran amiga por años. Tomó en sus manos la jeringa ya cargada que iban a inocularle y la acariciaba con deleite marcando en su rostro inequívocas expresiones de placer. Luego se quitó el jeans por completo y puesta de pie frente al espejo hacía descender su pequeña panty de un lado y del otro simulando el autoflagelo de sus respingadas nalguitas que se agitaban por sí solas de nervios y de contento. Y hubiera seguido el placentero disfrute si no es que Hilda la interrumpe induciéndola a que se acostara pues ya deseaba pincharla.

Entonces Fina se acostó sobre la cama y ella misma con notable impaciencia se replegó la panty hasta la mitad de los muslos. También recogió el faldón de su solferina blusa por encima de la estrecha cintura. El blanco, sedoso y esponjado trasero lucía soberbio, delicioso, cautivante. La guapa paciente gimoteaba cada vez con mayor violencia mostrando así la gran excitación que le producía la expectativa de ser inyectada. Sus nalguitas se agitaban incontenibles contrayéndose y dilatándose alternadamente.

Conociendo muy bien a su amiga, Hilda estaba conciente del estado de excitación en que se encontraba. Ninguna de ellas es lesbiana pero las dos tienen un marcado gusto por las inyecciones, de manera que se prodigaban el mayor placer cuando se las aplicaban mutuamente. De ahí que Hilda tranquilizara con suaves nalgaditas y caricias a su bella paciente diciéndole: ¡ya querida, contrólate para que te pueda pinchar tus nalguitas!

Pero Fina estaba fuera de sí, todo el cuerpo le temblaba tallándose ansiosamente contra la superficie de la cama y por la misma euforia sus nalgas lucían demasiado tensas lo que imposibilitaba que se las pincharan. Sus expresiones de placer eran ya demasiado audibles. Su fiel amiga se vió en la necesidad de conminarla y de satisfacer de alguna manera el implacable deseo que la dominaba, así que empezó a acariciarle los erguidos labios vaginales y a estimularle el clítoris: ¡Ya, mi vida! le decía con mucho cariño. En respuesta, Fina abombaba el suculento culito induciendo que su amiga la siguiera estimulando.

En un arrebato de lujuria, Hilda se arrojó sobre la escultural paciente y le aplicó un estímulo que nunca antes se había atrevido a prodigarle. Con la lengua le empezó a barrer la vagina y a succionarle el clítoris, al tiempo que le frotaba ansiosamente los muslos y los abombados glúteos. A pesar de no haberla inyectado todavía, no parecía tener otro propósito que el de llevarla al éxtasis, lo cual no tardó en ocurrir. Rígida, trabada, con el culo totalmente fruncido, emitiendo una especie de silbido gutural, contorsionándose desesperadamente, Fina vivió las violentas ráfagas orgásmicas que le sobrevinieron, hasta quedar inmóvil con la respiración excesivamente agitada.

Permaneció un rato así, hasta que se percató de que su amiga se encontraba tumbada en el piso y trabada de deseo todavía no satisfecho. Entonces se incorporó, tomó a Hilda por la cintura, la acostó boca abajo sobre sus piernas y le alzó totalmente la falda hasta dejar descubiertos unos muslos muy generosos y unas nalgas espléndidas, de gran tamaño, que invitaban a la lujuria y se conmovían de ganas de ser manipuladas y contentadas.

Puesta en aquella pose de total entrega, Hilda reconocía que se había sobrepasado en la estimulación de su amiga, pero era ella misma la que ardía esta vez en deseos de ser estimulada, así que se dejó llevar por los impulsos de Fina quien terminó de desnudarla y no se podía abstraer al disfrute de un trasero espectacular que siempre la había excitado.

Acostadita con las nalgas en pompa Hilda se percató de que estaba a punto de ser inyectada con la misma jeringa que no utilizó y que había dejado olvidada sobre la cama. Fina la tenía en sus manos y estaba por insertársela. Entonces, lejos de negarse, se plegó a los impulsos de su amiga y se relajó totalmente esperando el raudo piquete que no tardó en presentarse. Con beneplácito sintió cómo la afilada hipodérmica rasgaba su indefensa y muy sensible carne produciéndole un intenso pero placentero ardor que le arrancó algunas quejas, las cuales fueron inmediatamente celebradas por Fina: ¡Qué rico, amiguita, qué rico! Siempre había deseado inyectarte puesta sobre mis rodillas en esta forma y tus lamentos no sabes cómo me excitan. Mientras la sustancia iba entrando en aquella soberbia nalguita que la engullía sin reparos, Fina inició el estímulo de la vagina de Hilda, primero con los dedos, después con los labios y con la lengua.

En envidiable posición, Adrián veía la inquieta lengua de Fina que serpenteaba por toda la raja de su tía, desde la vulva hasta el ano, mientras el rigor de la medicina hacia tensar el apetitoso glúteo en el que era implacablemente depositada. Oyendo los chasquidos que en su grata labor emitían la lengua y los labios de Fina, Hilda se debatía entre el enorme deseo que la embargaba y la probidad de saber que no era normal aquella relación de corte lésbico. Pero dejó transcurrir las cosas como venían pues estaba muy excitada.

Quien materialmente ya no aguantaba aquella situación era Adrián pues había visto transcurrir dos escenas de lo más erótico protagonizadas por dos mujeres enteras, muy sensuales y muy guapas. En una reacción por demás explicable, acostado como estaba sobre el entrepaño del closet, se replegó el pantalón y la trusa hasta las piernas y empezó a masturbarse. Contemplando aquellas enormes nalgas redondas, carnosas, erguidas, excitantes, con la aguja hipodérmica clavada, viendo la espesa sustancia que entraba en la mullida carne que se agitaba de dolor, escuchando los profusos gemidos de una mujer que estaba al borde del orgasmo y que no dejaba de ser excitada, estando a punto de estallar una descomunal eyaculación, Adrián empezó a gemir involuntariamente, haciendo que las dos mujeres lo oyeran y se inquietaran.

Justo en el momento que Fina abrió la puerta del closet para investigar el origen de aquellos sensuales lamentos, se encontró con una gruesa andanada de esperma que le bañó la cara. Y una segunda andanada del erótico líquido que fue a caer como pesada y caliente plasta sobre los glúteos de la preciosa Hilda, quien permanecía acostada con el culito bien parado. Sintiendo el grueso esperma correr por su preciosa raja, Hilda gritó con enorme fuerza. De inmediato irrumpieron en la habitación los maridos de aquellas encantadoras ninfas que a pesar de estar casi desnudas se quedaron petrificadas pero no acertaban a explicar lo ocurrido ni a delatar al joven emisor de las pastosas y blanquiscas mucosidades que estaban pesadamente adheridas a sus encantadores cuerpos.

El inquieto muchacho, con la respiración contenida y los ojos exageradamente abiertos esperaba lo peor, pero fue Hilda la que finalmente reaccionó y poniéndose de pie, como pudo, invitó a los dos maridos a retirarse explicándoles escuetamente que mientras Fina trataba de componer la jeringa tapada, la pastosa medicina salió a presión en chisguetes bañándolas a ambas, y que ese fue el motivo de la súbita alarma.

No muy convencidos, los dos hombres se retiraron sin dejar de cuestionar la inusual escena, y sin poder abstraerse de pensar, cada uno por su lado, en la espléndida belleza corporal de la esposa del otro. Mientras tanto, Hilda ordenó a su sobrino que saliera del closet, pero sabiendo muy bien todo lo que el muchacho había visto y sabía acerca de ellas, las dos mujeres se dejaron de mojigaterías y siguieron desnudas con toda naturalidad enfrente de él, como si los tres hubieran pactado y disfrutado la singular experiencia sexual.

En lo sucesivo, las dos chicas siguieron cultivando su amistad pero reforzaron las precauciones cada vez que tuvieron intimidad entre ellas. Adrián, por su parte, había quedado muy impactado por aquella experiencia y poco después se las ingenió para acercarse a Fina, de quien fue por algún tiempo su ardoroso amante ocupándose en inyectarla y disfrutarla. Hilda, a su vez, se doblegó a los asedios de Román, el esposo de Fina, de quien se dejó inyectar varias veces y tuvo con él excitantes deslices amorosos.

India -

Querida Consentida:
No sé qué aconsejarte. En otra época te hubiera dicho que vieras a Gastón, pero ahora... Sólo te queda conseguirte alguien paciente y de buena mano.
Ánimo! que es por tu bien.
Por favor, cuéntame cómo te va con la primera, deseo que te sientas acompañada en este mal momento.

Consentida -

Hola... Si India es por ello que me siento identificada con ella, pero a diferencia de Karito que es extremadamente delgada yo soy extremadamente gorda....pero siempre tengo deficiencias, y mi sistema inmunológico, esta mal y me recetan por ahora me han dado 6 inyecciones de hierro y 6 de Complejo B alternadas un día una un día otra... me cuesta trabajo aplicarmelas ya que soy un tanto miedosa... sin embargo he disfrutado mucho sus relatos ahora que los he encontrado

India -

Estimada Consentida:

Los relatos de Karito están el página anterior.

http://azotes.blogia.com/2010/011001-segunda-edicion-nalgadas-de-personas-mas-jovenes-a-personas-mayores.php

Te sientes identificada con ella por el temor a las inyecciones? Ni te imaginas lo bien que Gastón condujo a Karito con su temor. Lástima que ya no quiera ser nuestro doctor de cabecera. Por favor, Gastón piénsalo!

Consentida -

Hola hace poco tiempo los vengo leyendo de hecho entre a la web para saber por que eran tan dolorosas las inyecciones de hierro y me enviaron aqui y creo que me he excitado con algunos de sus relatos, ahora me han mandado bastantes inyecciones y no sé si cualquier persona puede contar algo de sus experiencias o tener que llenar un cuestionario o asì...otra cosa me interesa mucho encontrar unos relatos de karito... que los leì a medias y nunca más vi donde estan

Josefina -

India me sumo a tus comentarios, se extraña mucho a los chicos, me encantaria que todo siguiera como antes, quizas eso es imposible, pues las cosas cambian y evolucionan, quizas pudiesemos darnos todos una segunda oportunidad y dejar lo malo atrás.

Un beso para gastón que ojalá pueda leer los comentarios a ana paula y a simón se les extraña mucho. Suerte en todos los proyectos que emprendan y ojalá volvamos a leernos.

India -

Estimado Carlónimo: efectivamente, y a pesar de tu sarcasmo (que sí conozco porque te vengo leyendo desde el primer relato), mi reprimenda es amable. En el sentido de que fue hecha con amor. Entiendo que pueda resultante impertinente proviniendo de una recién llegada, pero fue hecha con respeto.

Querido Gastón: me apena que estés sintiendo tanto dolor; verte siempre tan contenedor de todos aquí hace que uno pierda de vista que también a veces puedes necesitar contención. Me siento muy culpable por haber decidido participar tan tarde; ahora, leyendo tu mensaje, siento que no tiene regreso. Una de las cosas que más me aqueja es no haber llegado a tiempo de que seas mi doctor; después de conocer tu estilo no sé si encontraré alguno que me satisfaga.
Por último, felicidades a tí y a Claudia por la llegada de los dos nuevos niños, estoy segura de que todos serán muy felices.

Chicos, sólo puedo hacer un último intento. Por favor, reconsideren su decisión!!! No lo digo solamente por la continuidad del blog (que desde luego es algo que deseo con fuerza) sino para que no queden malos recuerdos y feos sentimientos entre ustedes.

Yo sí voy a entrar cada tanto con la esperanza de encontrar noticias de ustedes.

Gastón -

Estimada India: En primer lugar quiero agradecerte tu pronunciación acerca de tu gusto sobre lo que aquí pasaba, al igual que a Andrómaco y Gonza. En segunda instancia, quiero pedirte disculpas por entrometerme en tu conversación con Carlónimo, pero también a mí me das la oportunidad de expresarme, pasado ya algún tiempo.

Carlónimo: me había prometido a mí mismo no volver por aquí. A pesar de eso, como es evidente, me ha resultado difícil cumplir. Esporádicamente, he entrado a ver qué sucedía aunque sí logré abstenerme de escribir.
Sin embargo, en esta oportunidad y a partir de tus dichos, no puedo contenerme.
Me sorprende que te impresionen "las afectaciones mentales y sentimentales que se produjeron a partir de nuestra convivencia"; no seríamos humanos si no estuviéramos “afectados”, es decir, atravesados por afectos. Siento que, en realidad, no llegamos a conocernos y nunca dimensionaste hasta qué punto te abrimos nuestro corazón y te aceptamos dentro de nuestro núcleo íntimo; si no, no podría sorprenderte que tu alejamiento nos haya afectado.
Respecto de tus tres motivos, sólo puedo comprender el tercero. En lo que concierne al primero ¿Qué parte de culpa tenemos los que no hemos participado del alejamiento que tuvieron Mónica y Simón como para tener que tolerar el “castigo” de tu indiferencia?
En cuanto al segundo motivo, “la súbita alteración del escenario (no me identifiqué con el nuevo estilo de corte excluyente)”, me gustaría poder entender lo de corte excluyente y súbita modificación. En primera instancia, fuiste vos (por motivos personales completamente comprensibles, o al menos eso intento creer que sean) quien nos dejaste con el pesado encargo de mantener esto vivo. Maldita la gracia que me hizo responsabilizarme de tu encargo pero me esforcé e hice lo que pude. No tengo ni tu frondosa imaginación ni tu magnífico estilo literario y las cosas fueron saliendo como se pudo. Sin embargo, a tu regreso, y notando aún más distancia que cuando no estabas, infinidad de veces te pedimos que nos dijeras qué te sucedía; hasta solicitamos la intervención de Fer en el asunto. ¡cuánto deseamos con Ana Paula que otros, pero fundamentalmente vos, intercambiaran ideas y relatos! escribíamos sobre nosotros porque es lo que sabíamos hacer; no porque deseáramos que los relatos se limitaran a nosotros. Siempre pensé que hablando se entiende la gente pero es evidente que vos no pensas igual. Tu salida fue la más simple: abandonar el barco. Pero junto con el barco abandonaste personas que te consideraban un amigo, si esa palabra tiene algún significado para vos. ¡Y te preguntás por las afectaciones!
Contesto a tu pregunta: hay casamiento. Simón te extendió una invitación y, aunque no lo hablé con él, supongo que la mantiene. Sin embargo, no cuentes conmigo para escribir el epitafio.
Sé que lo que estoy diciendo no es gentil, pero me cansé de ser “polite”, como diría Mónica, porque es evidente que no me ha conducido a buen puerto. Las circunstancias me enseñaron de la manera más dura que nadie que no sea yo mismo va a cuidar de mí, por eso, ya no trago hiel, ahora la escupo.
Un último comentario, pero solamente para aquellos que participaban de mi vida con genuino afecto y no haciendo como si: Claudia y yo estamos embarazados de mellizos.
Ahora sí, dicho lo que siento,

PUNTO FINAL

Carlónimo -

Estimada India

Muchas gracias por tu amable reprimenda que me da la oportunidad de manifestarme.

En este hospitalario blog he visto interesantes personajes que salieron tanto de mi cabeza como de la mente de mis compañeros (producto de recuerdos, expectativas y fantasías).

De mis invenciones, hay personajes que habiendo vivido en mi cabeza tan sólo de manera latente, al revelarse en el blog cobraron para mí una fuerza inaudita. Y no ha sido menor el impacto que me causaron algunos personajes que son patrimonio de mis amigos.

También han sido notables los enjuagues interpersonales que brotaron espontáneamente de las relaciones entre nosotros. Nunca pensé que el intercambio de ideas y ocurrencias pudiera dar lugar a sentimientos tan hondos que provocaran este torbellino de recriminaciones. Me impresionan las afectaciones mentales y sentimentales que se produjeron a partir de nuestra convivencia.

Yo no he tratado de lastimar a nadie y tampoco me ha lastimado nadie. Me retiré por tres razones que todos conocen: el sorpresivo distanciamiento entre dos personas para mí entrañables; la súbita alteración del escenario (no me identifiqué con el nuevo estilo de corte excluyente); y el deseo de avanzar en el desarrollo de nuevas formas de expresión.

Fue una decisión tan personal como la de otros participantes que se fueron antes de mí.

Quisiera que los mejores tiempos de este blog no hubieran pasado, pero las cosas no son eternas. Muy por encima de los enjuagues interpersonales a los que me he referido, mantengo un grato recuerdo de las personas a las que traté, a las cuales quiero mucho y no las olvidaré nunca. Han sido una parte muy importante de mi vida.

Regresaré para la boda (si es que hay) pues no descarto la posibilidad de tener esa última convivencia con todos.


PD Tú no me conoces, pero el sarcasmo es un componente de mi estilo literario.

India -

Carlónimo: no querría cargarme sobre tí pero el primer paso de esta calamidad lo diste tú cuando decidiste abandonar todo y correr tras otro destino; abriste la puerta a los criticones y dejaste a tus amigos. Por qué crees que tú tienes derecho a hacer tu vida y ellos no? Deja ya el sarcasmo, ¡aún estás a tiempo de recuperar este maravilloso espacio! Y quizá también a ellos. ¡Vergüenza debería darte con todo el apoyo y cariño que te prodigó Simón en tus malos momentos!

Carlónimo -

…Pas, pas, pas, pas, pas, pas, pas, platsh, chriiiiin, chraaannn, foust ¡pumb! Pas, pas, pas, ¡UUfff! Cof, cof, cof, ¡cuánto polvo…!

La ventana… la ventana, rap, pumb ¡me caigo! ¿qué dejaron aquí? Vaya, no limpiaron la mesa y ni siquiera se llevaron la basura ¿Qué es esto? Claro, envolturas de la afrutada goma de mascar que acostumbra rumiar Simón ¿Y esto? Un condón usado ¡vaya tío, se aventó el palo del estribo antes de salir de aquí!

Dijeron que iban a seguir… bueno, cambiaron de opinión.

Telarañas y arañas, sensación de encierro, un fuerte olor a vetusta humedad, qué distinto se ve todo esto, parece cuarto de escombros y de trebejos, lo que hace el abandono. Unos cuantos mensajes que entraron por debajo de la puerta: India, Marina, Andrómaco, Josefina… personas asombradas, inconformes, desencantadas ¡Karito! Ella también se preocupó.

Bueno ¿y qué habrá sido de ellos, la boda, los festejos? Quedamos en 25 de septiembre y a estas alturas el novio brilla olímpicamente por su ausencia ¿Se habrá arrepentido, será capáz de dejar como novia de rancho a la sensualísima Silvia? ¡Preciosa! la imagino, enfundada en un espléndido ajuar nupcial, con ese rumboso cuerpazo que la caracteriza, el formidable porte y su carita de ángel ¡Vaya estampa!

Aquí no hay más que de dos sopas: O no habrá boda; O bien, a mí finalmente no me invitaron, por “malora”, “cábula”, quisquilloso, resentido, cortado, rencoroso, corajudo, receloso ¡Aahh, se me olvidaba! También por “REMILGADO” (o sea ñoño). Y todos los calificativos que decidan colgarme mis otrora buenos cuates.

Pues ni hablar del peluquín: POR MÍ NO QUEDÓ. Con la venia de sus buenas mercedes, yo “paso a retirarme” pues tengo mucha ropa qué lavar. Si puedo, llegado el día me doy otra asomadita.

¡Cuánto polvo! ¡Cof, cof, cof! ¡Uufff! Pas, pas, pas, Chriiinn, Chrraan, platsh, foust ¡pumb! Pas, pas, pas, pas, pas, pas, pas…

India -

Y? dónde están los relatos de los criticones? ustedes han estropeado este sitio, lo han vaciado y nos han dejado sin placer a los que disfrutábamos de lo que había!
Ojalá que Ana Paula, Gastón y Simón lean esto y sepan que a muchos nos gustaban y deseamos que sigan.

Gonza -

Lástima, chicos! por qué no siguen?

Andrómaco -

Marina: creo que hemos disfrutado a costa de ellos mucho tiempo y se han cansado.

Marina -

Por que tanto relajo? Carlónimo y Simón dónde andan, digo es cosa de que vuelvan y seguimos disfrutando. No hagan muina.

Andrómaco -

Josefina! Tienes razón! Es una lástima que hayan abandonado esto. Me siento un poco culpable por no haber comentado antes cuánto me gustaba lo que escribían. Ahora los hemos perdido, aunque espero que reconsideren la decisión.
Por favor Ana Paula! Por favor, Gastón!

Josefina -

pero chicos que paso!!!, no era la idea terminar todo asi, es una lastima que se dejen llevar por gente conflictiva y que no aporta en nada, entiendo que han pasado un mal rato sin embargo estan cediendo a reclamos sin argumentos.

ANA PAULA: escribes increible, y espero reconsideres tu decision los voy a extrañar mucho.

Gaston: gracias por todo el tiempo que invertiste en leer mis comentarios y por la cariñoso que siempre has sido, un beso y no se den por vencidos.

Ana Paula -

Querido Gastón: tal vez aunque doloroso es lo mejor, yo también me voy al igual que vos para dejar el camino libre a todos aquellos que dicen que pueden hacerlo mejor y no hacen nada, espero en verdad que puedan demostrarlo.

Te agradezco infinitamente el tiempo que tuvimos para conocernos, por tu consejo sincero y por tu amistad, te guardo un cariño muy especial, tal vez el tiempo se encargue de reunirnos nuevamente. Te felicito por la maravillosa familia que has formado con Clau, disfruta mucho a tu familia y de todo corazón deseo que sean muy felices

Querido Simón: Gracias por todos los maravillosos relatos que escribiste, espero que todo en tu vida vaya muy bien, gracias también por tus consejos y tu amistad. Muchas felicidades por tu matrimonio, Sil es una mujer maravillosa que te va a hacer muy feliz, disfruta la vida como si no existiera mañana.

Querido Fer: Gracias por dejarme ser parte de esto. Gracias por tu oportuna respuesta respecto a nuestras necesidades. Toda la felicidad del mundo para ti.

Querido Carlonimo: Gracias por hacer de este blog lo que fue, por poner de tu parte para que funcionara, te pido perdón si en algún momento llegue aquí como un paracaidista tal como dice Yamil, en su primer y único comentario, nunca fue mi intención hacerlo de esa manera.

Karito y Jose: Espero que su salud vaya mejor, les deseo todo lo mejor también, me hubiera encantado poder conocerlas mejor, pero las circunstancias no lo permitieron.

Y a todos los demás, aquellos que simplemente entraron para decir que lo que no les gustaba, sino que simplemente se dedicaron a reclamar, quejarse, y a señalar, espero en verdad que toda la fuerza que tienen para dañar la utilicen para hacer cosas de provecho, que demuestren toda esa capacidad que dicen tener, para escribir un relato y no desde la trinchera, bombardear a los que se atreven. Espero que sean felices.

Muchas gracias a todos, yo me retiro a disfrutar de mi familia.

Gastón -

Querida Ana Paula: estuve reunido con Simón y lamentablemente, no tengo buenas noticias para darte.

Cuando llegó a mi despacho yo estaba en el blog leyendo el último mensaje, el que dejó un tal Yamil, de quien por primera vez tengo noticias.
Conversamos largo rato y no pude convencerlo; más bien me convencí de que, por lo menos para mí, esto terminó aquí.

Libero el espacio para aquellos que, como el perro del hortelano, ni comen, ni dejan comer al amo.
Tienen espíritu de vampiros, sólo sacan del otro lo que les es necesario y nada dan a cambio.

A todos aquellos que se quejan de nuestra presencia, no tengo el gusto de conocerlos porque nunca, NUNCA, han escrito no digo un relato, sino ni siquiera un comentario.
Hagan de esto un espacio mejor, o aunque más no sea, hagan algo.

Querida, fue un gusto compartir este tiempo con vos. Ojalá nuestros personajes vuelvan a encontrarse...

Yamil -

Pero de verdad, de verdad dense cuenta ustedes Ana Paula y Gastón que invadieron un espacio que funcionaba muy bien y que producia historias de calidad. Como viles paracaidistas ya corrieron a todos y se instalaron para tratar cosas privadas que a nadie le interesan y que podrían desahogar por email.No se percatan de lo destructivos que han sido?

Gastón -

Karito, me alegra que vuelvas.

Querida Ana Paula: mañana te cuento del encuentro con Simón. Lo del fin de semana, ¿ya lo convenciste a Paulo?
Espero que las vacunas de la noche no te sean muy duras de sobrellevar.
Yo, acá estoy, intentando que Claudia coma algo más; le tengo que recordar cada 10 minutos que Paulo se va a enojar o, lo que es peor, la va a mandar a pinchar. Mucho caso no me hace pero seguiré intentando.

Ana Paula -

Por favor no dejes de contarme tus impresiones respecto de Simón, espero que descargarse contigo le ayude a salir del bache por el que está pasando. Yo sé que no ayuda que los demás no participen.

Respecto de la endometriosis, todos los médicos que me han revisado han pensado que la tengo, pero después de la revisión se dan cuenta que no, me ha dicho Paulo que un porcentaje en extremo bajo, de mujeres sanas padecen dolores muy fuertes durante la menstruación sin causa aparente. Cuando deje de cuidarme para embarazarme de Sofí y al ver que después de 3 meses no pegaba, Paulo pensó que tenia o endometriosis ó fibromas pero no, simplemente fue una mezcla de hormonas y de mi obsesión por embarazarme.

Paulo se está alimentando bien, me encargo de que lo haga, hoy le mande a la clínica el almuerzo para que no tuviera pretexto de que no tuvo tiempo. Respecto del fin de semana, nos iríamos con los chicos esta vez, ya más adelante nos vamos en plan pareja, también es importante que este con los chicos, ya nosotros buscaremos nuestros ratos para estar solos.

Como te he dicho siempre Paulo no me cuenta nada de sus pacientes, le pregunte que como le había ido con Clau, que si todo había ido bien, y simplemente me contesto:
“Mi amor, solo le puse el hierro y ya “
“Pero, todo bien, no se puso muy nerviosa”
“Un poco, pero para cuando se dio cuenta que la pinche, ya había terminado”
“Que bueno mi amor, por lo menos no le dolió”
“Si” Esos fueron sus comentarios, el es muy hermético para las situaciones de sus pacientes, no me cuenta nada, y por un lado lo entiendo. Solo cuando tiene algún problema gordo, que le preocupa mucho me lo cuenta y me pide mi opinión para resolverlo.

Los chicos están felices en el nuevo cole, Sofí, cuando la vi, lo primero que me dijo fue que si mañana volvería al cole porque le había encantado, que ya tenía muchos amigos nuevos, y Jero también está muy contento pero me dijo que extraña a sus amigos del otro cole, ya le he dicho que ahora iba a tener más amigos.

Ya por último, antes de irme a bañar y acostar a los chicos, te cuento que Paulo me llamo a la tarde para decirme que se había olvidado de los refuerzos de las vacunas que me dio hace ya un mes, que hoy mismo me las daría, así que voy a ir aflojando la cola, porque conociendo que en la clínica todas las partidas las mandan intramusculares.

karito -

hola todos veo que ya tenemos nuevo espacio apenas pude conectarme de nuevo porque aunque no lo crean y despyues de mi accidente pude estar mejor para participar en Colombiamoda tuve mucho trabajo y estoy mas que cansada, tal vez porque nunca me puse ninguna de las inyecciones de hierro que me mandaron en la clinica.

los extrañe muchisimo

y no puedo creer lo de Carlonimo nos deja un espacio en blanco dificil de llenar.


Gastón -

Mañana hablaré con Simón y te cuento. La verdad, que tampoco ayuda demasiado que algunos de nuestros otros amigos tampoco estén apareciendo por aquí; no sabemos nada de Jose ni de Karito. Te aseguro que hay momentos en los que entiendo perfectamente bien a Simón.

Cosa rara la del período, pensé que quizá hubiera una endometriosis, pero si te ha revisado el mismísimo Paulo y no encontró nada...

No sé qué pensará Paulo de las clases para marido-médico, acordate que me hizo el comentario en mi consultorio, pero tendrías que probar. No te voy a decir que me encanta, pero Clau me mima tanto luego y disfruta tanto, que no me molesta (por lo menos con lo que me hizo hasta ahora).

Sí creo que salir el fin de semana le va a hacer bien. Tiene que cortar un poco el ritmo, eso le va a favorecer la salud; por los chicos, ya te dije que no te preocupes.

Y me interesa particularmente el tema de que cuides su alimentación, cosa que él mismo resalta para la salud de sus pacientes y que no cumple. El domingo, cuando fuimos con Clau para el hierro, la retó muy seriamente. Te cuento un poco la situación porque como vos te quedaste con los chicos mientras estábamos en el consultorio de Paulo, no te enteraste de nada. Después te pido que me cuentes los comentarios de Paulo.

Él trata de quitarle importancia a la situación y conversa con ella mientras prepara la jeringa. Cuando ya faltaba poco, le pidió que se pusiera con la cola al aire en la camilla y que se relajara. Ella me miró asustada de repente y me tendió la mano. Se la dí y acercándomela a la boca, se la besé. Ella mantenía el otro puño cerrado. Paulo le hizo abrir la mano mientras le decía "Así no, preciosa. Flojita. Vamos!"
Le fue dando suaves palmaditas en el cachete que le iba a pinchar; como ella no podía relajarse, le empezó a preguntar cómo se imaginaba que iba a ser nuestro bebé. Ella empezó a hablar lentamente, dando detalles que tenía en su imaginación y lentamente, empezó a perder la tensión a medida que se entusiasmaba en la descripción. Paulo me miró y sonriendo clavó la aguja diestramente. Antes de que reaccionara con el dolor ya había metido todo el líquido y estaba masajeandole el músculo.
"Ya está, Clau. Pero hay algo de lo que debemos hablar"
Claudia se levantó de la camilla y cuidando de tocarse la cola lo menos posible se subió la ropa.
"Habíamos quedado que ibas a alimentarte mejor. Me prometiste subir algo de peso y no veo que hayas complido. No querría pesarte para no comprabarlo. Mira, cariño, no quiero retarte todo el tiempo, pero tienes tendencia a ponerte anémica y si sumamos que eso es algo que suele pasar en el embarazo, cuando te embaraces no querría tener que mandarte nuevamente inyecciones. Creo que tampoco tú lo quieres, no?"
"No, Paulo, por favor!"
"Bien, entonces a comer más!"
Cuando salíamos del consultorio le palmeó cariñosamente la cola y le dijo "Ánimo, ya faltan poquitas!"
Le resto, la charla mientras tomábamos café y los chicos disfrutaban sus
ultimos minutos de vacaciones, ya lo conocés.

Ana Paula -

Gastón, vaya sorpresita te tenía preparada Clau! Yo aun no me animo a empezar el curso de marido- medico con Paulo, pero algún día de estos ya que este bien recuperado me daré a la tarea de comenzar.

Ya llame a Simón, estuvimos charlando un buen rato ,cada vez que toque el tema de Carlónimo se mostraba renuente a hablar del tema, pero ante mi insistencia se aflojo un poco y charlamos acerca de lo que le preocupa y molesta, me dijo que se le han venido juntando varias cosas, la proximidad del matrimonio, los viajes de trabajo, la situación de Carlónimo, y muchas tantas mas, que se siente abrumado por tanta cosa, que no ha sabido diferenciar unas de otras y que eso ha motivado a que discuta con Sil. Que está muy presionado en el trabajo, que los constantes viajes lo tienen abrumado, que extraña mucho estar cada noche junto a Sil , que extraña también mucho los jueves con los amigos jugando al futbol, que espera que ya pronto se arregle la situación de la compañía para que pueda quedarse en Buenos Aires. Me dijo que está muy dolido por cómo se dieron las cosas con Carlonimo, que agradecía nuestra preocupación pero que estaba pasando por un momento de duelo, que no sabía cuánto mas había que esperar para que volviera, le pedí echarle muchas ganas para que volviera pronto, le dije que lo extrañamos y necesitamos, me prometió que muy pronto iba a volver, que tenía algunas cosas que contarnos, me ha dicho también que tu apoyo y ayuda han sido fundamentales, que valora mucho tu amistad y cariño. Se me partió el corazón cuando escuche que se le cortaba la voz, lloro de coraje y desesperación por que según me dijo , se siente mal de alejarse de sus amigos del blog, por situaciones en las que el por más que quiera no tiene decisión, lloro también por Sil, porque siente que le está haciendo daño, lo deje descargarse todo lo que quiso, cuando lo note más tranquilo, le pedí reunirnos mañana para el almuerzo, me dijo que si no me importaba, prefería hacerlo solo contigo para poder descargarse de otra manera, mas de hombres, que lo disculpara por favor pero que me agradecía enormemente la llamada pero mas haberlo escuchado, que estaba mucho más tranquilo, me pidió también hablar con Sil, que por favor le hiciera entender que el no siente más que amor por ella, que no está enojado , y ni siquiera ha pasado por su cabeza la idea de arrepentirse del matrimonio, sino que lo espera ilusionado y con muchas ganas. Me despedí de el diciéndole que si en cualquier momento necesitaba desahogarse con alguien y quería hacerlo conmigo que no dudara por favor de mi amistad y cariño, que le pusiera mucho de su parte para salir adelante, que en la vida siempre vamos a encontrar baches, que depende solo de nosotros salir de ellos. Espero que la charla que tengas con el mañana le ayude definitivamente a volver.

Respecto de los chicos, hoy a la mañana los dos me apuraban a salir de casa para irnos al colegio, en la entrada me encontré con Clau y los chicos, se despidieron de nosotras y entraron felices, yo me asomaba por la puerta para ver a Sofí, nunca pensé que fuera a comportar de esa manera, iba feliz , yo no pude evitar derramar lagrimas mezcla de alegría y tristeza, mi bebe ya es toda una niña, yo soy una especie de mama gallina, que siempre ha querido tener a sus pollos bajo la falda , se que la vida no es así, pero poco a poco me acostumbro lo mismo me paso con Jero , pero verlo feliz me hace feliz. Estoy esperando con ansia la hora de la salida, muero por qué me cuenten como les fue.

De lo del malestar en el periodo, me han checado en varias ocasiones, y no han encontrado nada, comprenderás que al ser la especialidad de mi marido, me ha hecho hacer todo tipo de exámenes, la verdad yo no recuerdo ningún periodo sin dolor, siempre me dijeron que cuando tuviera relaciones se me iban a quitar, después que cuando tuviera hijos pero nada simplemente me dan, es solo el primer día , antes no recurría a inyecciones para el dolor, pero desde que tengo hijos no puedo quedarme en cama un día completo. Paulo muchas veces me ha revisado por que el al igual que tu dice que no es normal, pero todo está bien, no tengo nada. Respecto de lo del ginecólogo, ya le pedí a Paulo que busque a alguien dentro del personal de la clínica, le he dicho que me gustaría conocerlo antes de embarazarme, porque yo creo que la química que tengas con tu medico hace mucho la diferencia, me ha dicho que está barajando entre dos opciones, porque uno de ellos es un excelente medico pero es un poco serio y no está seguro de que me lleve bien con el cómo medico, yo pienso que esta semana me sacara cita para ver a alguno de los dos.

Ya me imagino cómo estará Paulo, corriendo de un lado a otro, tratando de recuperar el tiempo que estuvo en casa, de lo de escaparnos el fin de semana no le he dicho nada, planeaba decírselo hoy a la noche cuando volviera. ¿Tú crees que sea conveniente que salga? Me urge que ya esté bien, me estoy encargando de que se alimente bien para que se recupere más rápido, ¿Cuando crees que puedas darle el alta?

Del almuerzo con las chicas después te cuento que voy a buscar a los chicos al colegio.

Gastón -

Querida Ana Paula:
Cuando puedas contame cómo fue el inicio de los chicos en el cole. Jero ya está acostumbrado (aunque un cambio siempre puede complicar un poquito las cosas) y Sofí, con lo sociable que es, dudo de que tenga algún problema. Claudia te puede ayudar mucho es este paso ya que fue ella la que hizo fundamentalmente la adaptación de los chicos al jardín. En nuestra experiencia, si los adultos están conformes con el colegio y están convencidos de que todo va a ir bien, los chicos hacen el pasaje felices y contentos. De todos modos, me parece bien que te busques ocupaciones para no estar todo el tiempo pendiente de qué estarán haciendo o cómo estarán. Por lo pronto, para hoy y mañana ya tenés planes.
Respecto de que se queden un fin de semana en casa para que ustedes salgan, dalo por hecho cuando quieras y logres convencer a tu marido. Hoy llegó a la clínica que parecía una tromba, no paró ni un segundo y amenaza con trabajar el fin de semana para compensar los días que no vino. Vas a tener que disculparme, pero tuve que hacer valer mi cargo y se lo prohibí, explicándole (parece increíble que haya que explicárselo a un doctor) que aún está convaleciente.

Me quedé pensando en el tema de tu malestar durante el período. Querida, ciertas molestias son normales, pero tanto dolor, no. ¿Alguna vez te hiciste ver por eso? Entiendo que tu marido es un especialista en el tema pero también se que, justamente porque es tu marido, no necesariamente le hacés caso en sus indicaciones. Si estás tratando de embarazarte, vas a tener que empezar a buscar un tocoginecólogo aquí; Paulo podría sugerirte el que le haya parecido más apropiado para tus características físicas y de personalidad.

Respecto de la sorpresita, no te equivocás.
Cuando dejamos a los chicos en tu casa, nos fuimos a pasear un poco por el centro. Vimos vidrieras, Clau compró varias cosas que le gustaron y al mediodía comimos algo liviano en un pequeño restorán cerca de casa.
Al llegar a casa le dije al oído si no quería dormir cucharita una linda siesta, cosa que cuando hay chicos es casi un lujo impensable.
Me dijo que sí y fue al baño. Cuando salió estaba desnuda y me pidió que me pusiera igual.
"Clau.... no se puede hacer nada.... no me provoques..."
"no se pueden hacer ciertas cosas, otras, sí. vamos! te desvestís o te desvisto?!"
"Ah! estamos con todo! Desvestime, si te animás!"
Y se me tiró encima. Luchamos sobre la cama, manoteando todo lo que pudimos, y exhaustos, quedamos abrazados y besándonos.
"Y! te vas a desvestir o no?"
"Me prometiste que me ibas a desvestir vos..."
Y comenzándome a sacar la ropa agregó "Y no es lo único que te voy a hacer!"
En ese momento empecé a sospechar que la cosa no venía tan espontánea, sino que Clau tenía cosas preparadas.
"Ya vuelvo! Y cuando vuelvo, quiero que estés en bolas! Si no, atenete a las consecuencias!"
No me preguntes por qué, pero empecé a sacarme la ropa a toda velocidad. Para cuando terminé la vi entrar con una bolsa de enema llena!
"No! Clau!!!! Pará..."
"Shh! Shh! Shh! Nada de pará. Todavía hay varias lecciones para recibirte de marido-médico. Esta es la primera. Portate bien porque vos sabés que te pongo nota, y si no aprobás hay que hacerlo de nuevo hasta que lo aprendas. Y si veo que te ponés difícil, se terminaron los mimos y llamo a la enfermera Claudia!"
"no, tranquila! Mirá, ya me desvestí!" Estaba temeroso porque no sabía que había planificado Claudia pero al mismo tiempo me excitaba pensar que a ella la motivaba este juego y decidí jugar.
"Muy bien! Así me gusta, que seas razonable. Acostate boca abajo que te quiero ver bien la cola"
Me puse en posición y sentí que me la acariciaba con lentitud. Luego de unos segundos, sentí una terrible nalgada.
"Ay!"
"Bueno! Bueno! no fue para tanto"
y siguió haciéndome mimos. Tomó un pomito de lubricante y separándome las nalgas comenzó a lubricarme.
"Ay que poner bastante" decía como hablándole a nadie "para que el tubito entre fácil y no duela..." y cada vez metía el dedo más adentro, hacía círculos, lo sacaba y lo volvía a meter.
Interrumpió el preparativo y colgó la bolsa en un perchero, tomó la cánula, que miré por encima del hombro y también la lubricó. No se de dónde la sacó porque no era una cánula de las que se usan en medicina; era bastante gruesa y tenía en la punta una zona con forma de bola llena de agujeritos.
"La puntita va a costar un poquito, te vas a poner bien flojito..." y empezó a presionar en la entrada.
"Flojo, dije!" y me dio otra nalgada.
En el momento en que contuve el aire ella presionó y la cánula entró. De inmediato me sentí lleno. La impresión era extraña, me sentía incómodo pero excitado.
"Bien, bien! Ahora vamos con el agua" y un segundo después empecé a sentir el flujo tibio.
"Bien despacito... muy despacito... lo vamos a disfrutar..."
Yo no estaba muy seguro de que lo fuera a disfrutar tanto, pero ella estaba tan ensimismada en la situación de decidí hacer lo necesario para que ella lo disfrutara plenamente.
"Clau..."
"Umm?"
"Dónde aprendiste todo esto?"
"Mi cielo! No es nada tan raro! En Internet se puede aprender de todo! Incluso estuve buscando información para poner catéteres..."
Se me paralizó la sangre. "No, Claudia!" grité. "Eso no! Mirá que la técnica es muy delicada y las lesiones si no se hace bien pueden ser muy serias!"
"Shhh! Calmate! Finalmente decidí que a tu pito le iba a hacer otras cositas, no te preocupes."
Hice silencio mientras entía cómo el agua seguía entrando despacio sin saber cuánto tiempo iba a poder aguantarlo.
"Te vas a dar vuelta despacito. Boca arriba"
Ella sostuvo el tubo mientras me ponía en la posición que me pidió.
"Si serás! Mirá cómo estás!"
Tenía el pene casi completamente erecto.
"Así no me alcanza, vamos a empezar a trabajar" dijo Clau.
Se arrodilló a mi lado e inclinándose sobre mí me tomó el pene y comenzó a lamerlo con paciencia. No sabía en qué concentrarme, las sensaciones intensas y encontradas en mi pene y en el recto, me estaban enloqueciendo. Lamió y lamió hasta que estaba por explotar. Mientras tanto, llevé mi mano hasta sus nalgas y me puse a darle caricias en los pinchazos.
"Ah! Muy bien! Veo que entendés cómo vienen las cosas!" me dijo e inmediatamente siguió lamiendo.
En un momento se detuvo y frente a mi cara de dolor por un retorcijón que me estaba produciendo el agua que entraba y que ya me llenaba, me masajeó la panza, ya muy sensible. Cuando se me pasó el dolor, se sentó a horcajadas dándome la espalda y separándose las nalgas, colocó mi pene en la entrada de su ano. Comenzó a bajar, metiéndoselo ella misma con el movimiento. En un par de oportunidades se quejó y detuvo el movimiento.
"Despacito, cielo. No te lastimes" le dije.
Finalmente, se lo metió todo y comenzó a subir y bajar despacio. Yo tenía su culito prieto a la altura de la vista y de pronto me enloqueció la idea de pinchárselo. Sabiendo que eso estaba fuera de discusión por lo dolorida que está por el hierro, me contenté con imaginármelo todo decorado de pequeñas agujas. El agua seguía entrando y ya estaba incómodo y preocupado por no poder aguantarme.
"Amor, necesito que me lo saques" le dije.
"Primero quiero que me hagas llegar al orgasmo. Dame un orgasmo y el enemita se para"
Desesperado, empecé a moverme y me incorporé un poco para alcanzar su clítoris con mi dedo. Quería que llegara rápidamente para que parara la entrada del líquido.
Ella estaba muy tranquila y el orgasmo llegó sin apuro, no se cómo aguanté.
Pero cumplió con su promesa y una vez que se hubo recuperado, detuvo el flujo de agua. La tranquilidad que me trajo, a pesar de la incomodidad de tener el vientre lleno, me llevó inmediatamente a eyacular.
"Muy bien! Muy bien! Ahora te voy a dejar ir al baño"
Salió de encima mío y retiró lentamente la cánula. La sentí completamente y apreté la cola fuertemente para evitar el desastre.
Me levanté rápidamente y corrí al baño. Largo rato después logré salir. Estaba bastante extenuado por el esfuerzo pero relajado. Entré al dormitorio y la vi acostada, aún desnuda.
"Vení, vamos a dormir cucharita la siesta"
Me acosté detrás de ella y pegando bien mi cuerpo la abracé.
"Te gustó, papi?"
Pensé unos segundos.
"Tengo miedo de decirte que sí"
Ella se rió y nos dormimos hasta la hora de ir a buscar a los chicos.
Cuando nos despertamos ella dijo "Ocho. Hoy fue un ocho. Pero no te creas que fue la última clase"

Ana Paula -

Gastón, mañana mismo llamo a Simón para conversar con él, le voy a pedir que nos veamos los tres el martes, porque para mí mañana va a ser un día complicado, los chicos entran al colegio, para Sofí es su primer día de escuela, así que nos separaremos por primera vez, venía siendo mi compañera pero ha llegado el momento de que salga a encontrar nuevos amigos, ella está feliz, la que no está tanto soy yo, tengo sentimientos encontrados, pero ya pasara. Quede con Clau para almorzar mañana, me ha dicho que Sil, viene también, que está muy preocupada por Simón, que lo nota muy distante y no sabe porque, espero mañana poder ayudar a Sil, para que este más tranquila, y el martes hacer lo propio con Simón, porque me niego a que no esté aquí , me hacen falta sus consejos, perdón pero no puede hacer una tormenta en un vaso de agua, el otro día estuve releyendo algunos relatos, me llamo la atención que la segunda vez que Carlónimo se despidió, Simón dijo que si había podido levantarse una vez , podría hacerlo de nuevo, no veo por qué esta vez no, no puede permitir que este problema le ocasione problemas en su relación con Sil. Mañana te cuento que me dice, después de la llamada.

Respecto de lo que decís, de que Paulo puede tomarse algunos días en casa, te suplico que no, va a estar enojado porque lo obligas a descansar, y no va a parar de trabajar desde aquí, mejor te cambio esos días por que se queden con mis hijos un fin de semana y él y yo nos vamos a algún lugar a descansar y a jugar a la luna de miel, ojala que vayamos 2 y regresemos 3. Este fin de semana nos vamos con los chicos, y al otro nos vamos de novios.

Por favor no dejes de contarme, si ya te graduaste de marido- medico, porque me imagino que algo tiene que ver con la sorpresita de Clau.

Gastón -

Querida Ana Paula: después te cuento la "sorpresita" de Clau. Al final la disfruté pero al inicio...

En lo de las vacaciones, tenés razón por los chicos. De todos modos algunos días puede tomarse Paulo, aunque sea para quedarse en casa; mientras los chicos van al colegio, ustedes pueden jugar a la luna de miel.

Yo vengo hablando con Simón bastante seguido; el asunto es que de lo de Carlónimo no quiere hablar. No se si es conveniente que esté presente Paulo porque como él de Carlónimo no sabe nada, no podríamos conversar del tema con libertad. Sí pienso que podría ser productivo que vos lo llames, incluso que nos juntemos los tres.

Ana Paula -

Querido Gastón: las cosas han vuelto a la normalidad afortunadamente, yo atribuyo el sueño de Paulo a los antibióticos y la enfermedad en sí, no creo que sea necesario lo de las mini vacaciones, ya las tomaremos después, lo único que te puedo prometer para que no te pongas pesado y me digas que las órdenes del jefe no se discuten, es organizar una pequeña escapada de fin de semana, siento que a los chicos no les vendrían bien salir de vacaciones ahora, están apenas acostumbrándose a su nuevo hogar, no quiero desestabilizarlos con otro cambio de rutina, apenas vuelven a sus horarios, te pido me recomiendes algún lugar al que podamos escaparnos con los chicos. Lo de volver 5 lo veo difícil, para eso yo creo que tendríamos que irnos Paulo y yo de luna de miel.

Entiendo perfectamente el periodo por el que están pasando, porque aquí por casa andamos igual, menos mal que solo son unos días los que hay que esperar. Clau me dijo que ya tenía todo preparado para la sorpresa que te tenia, de hecho planeamos lo de que los chicos se quedaran en mi casa el fin de semana para que pudieran disfrutar de lo que ella te preparo, dime si te sorprendió. Tus hijos son encantadores, me tienen loca, Franco es igual que tu muy ceremonioso, se ha pasado el día dando cátedra de cómo tratar a una mujer ( ósea a Sofí) a Facundo y Jerónimo, no sabes la risa que traemos Paulo y yo con los chicos, hoy estuvimos todo el día con ellos jugando, lo estamos pasando genial, eso si ya no estamos en edad de ponernos a la par de los chicos a jugar , estamos molidos. En verdad no quiero ver el drama de mis hijos, mañana que vengan a buscar a los chicos.

Me dejas preocupada respecto de Simón, el pobre lo está pasando muy mal, y me imagino que Sil debe de estar muy desconcertada sin saber en realidad lo que le pasa, le voy a decir a Clau que nos juntemos las tres para almorzar en la semana, tal vez sería bueno que lo hicieran ustedes también, hablar de los problemas siempre ayuda, si crees conveniente que Paulo los acompañe, tal vez él que ve el problema desde fuera le ayuda a tranquilizarse. Yo he pensado mucho en llamarle para ver como esta, y platicar con él, en verdad extraño mucho a Simón, dime tu que lo conoces mejor ¿Crees conveniente que le llame?

Gastón -

Me alegro de que las cosas estén volviendo a la normalidad. El asunto de que está durmiendo mucho habla del estado de agotamiento en el que están; tras la mudanza de país no se tomó ni siquiera un día de descanso. Es un procedimiento poco ortodoxo pero voy a ver si gestiono con la dirección por lo menos dos o tres días de licencia para que organicen unas mini vacaciones los cuatro y todos encuentren su centro. Conociéndolo, ahora que pueda volver a la clínica, se lo voy a tener que ordenar haciendo uso de mis prerrogativas de jefe. Quien te dice que no se vayan 4 y vuelvan 5!

Lo de Clau fue simple otra vez, no te olvides que estamos en un período del mes que no permite demasiado. Sin embargo, hubo ternura, abrazos, palabras dulces que expresan lo que sentimos el uno por el otro... Cuando se pueda, no se salva... se lo tengo prometido y ella me lo tiene jurado.

El que me preocupa es Simón. Ayer vino Silvia a verme a la clínica para preguntarme si yo se algo. Te podrás imaginar que no le puedo contar cual es la bronca de Simón. Pero el problema es que ella enseguida lo lleva para el lado de ella y el casamiento. Como es lógico, el ajetreo de los preparativos, los viajes de Simón, y la depre por lo de Carlónimo hace que hayan tenido varias discusiones; nada importante, pero como él está tan mal, ella se preocupa.
Yo le dije a Clau que hable con ella; si querés, hacelo vos también. Mientras, vemos que hacemos con el novio.

Ana Paula -

Cuando llegamos al consultorio de Paulo, estaba Clau sentadita en la camilla muy nerviosa, nada más me acerque un poco me tendió la ampolleta y estiro la mano para alcanzar la de Gastón, que se acerco rápidamente para abrazarla, le pedí que se fuera acostando y que intentara relajarse, mientras yo preparaba la jeringa, se acomodo bocabajo en la camilla y se descubrió las nalgas, le pidió a Gastón ponerse junto a ella y que le tomara la mano. Cuando me acerque jeringa en mano y le pregunte en que cachete le tocaba el pinchazo, Gastón se apresuro a decir que en el izquierdo, para distraerla un poco, le platique de las cosas que tenia planeadas para los chicos, cuando la note más tranquila desinfecte el cachete y tomando una pequeña porción del glúteo entre dos dedos la pinche, contrajo involuntariamente la cola, sin dejar de platicar con ella y mientras Gastón le acariciaba la cabeza con la mano que le quedaba libre, comencé a inocular la sustancia, lo hice muy lentamente, durante la aplicación contrajo la cola un par de veces pero dándole un poco de tiempo volvía a relajarse, una vez que termine la aplicación saque la aguja y le di un breve masaje, rápidamente quería incorporase diciendo que los chicos estaban solos, le dije que se quedara un rato acostada y que yo iba a ver a los chicos, Gastón se apuro a decir que él iba pero le pedí que se quedara con Clau que seguramente lo necesitaba más que los chicos. Cuando iba de salida Clau me agradeció diciendo que casi no la había hecho doler y que tenia buena mano. Lo que hicieron ellos dentro del consultorio no lo sé, no tardaron mucho en salir, y cuando salieron note que tenían cierta prisa, ya que ni una taza de café me aceptaron y enérgicamente Gastón les dijo a los chicos que debían irse, aun cuando ellos pedían quedarse un ratito mas, les pedí dejarlos a dormir en casa, pero se disculparon diciendo que ya estarían el fin de semana completo con nosotros, mientras Gastón alistaba a los chicos con los abrigos, Clau subió a despedirse de Paulo. Por favor Gastón contame por que la prisa, me imagino que algo tenía que ver con el consuelo.

Ya después de que se fueron ustedes, lleve a los chicos a la cama, me costó mucho trabajo lograrlo, no querían irse a dormir, pero nada más poner la cabeza en la almohada cayeron rendidos. Ya cuando la casa estaba en paz, fui directo a la habitación, al llegar me desplome en la cama, entre el dolor y el cansancio por no dormir bien las otras noches, no podía más. Paulo se me acerco y me dio un beso en la mejilla y me pregunto qué me pasaba, me recomendó darme una ducha caliente para relajarme y poder dormir bien, me levante de la cama y me dirigí al baño, Paulo me siguió hasta ahí y me dijo que aprovecharía el vapor de la ducha para seguir las instrucciones de Gastón y para charlar conmigo, me desvestí y me metí bajo el chorro de agua caliente, durante el baño hablamos de cosas sin importancia, cuando cerré la llave del agua, Paulo se acerco con la bata y me cubrió con ella, mientras me ponía el pijama le dije que si podía darme un calmante para el dolor, me dijo que sí, que bajaría a buscar algo a su consultorio, le dije que no era necesario que en mi bolso estaba la ampolla y le jeringa que por favor la fuera preparando, me acosté bocabajo y replegué el camisón , me bajo un poco el panty y me pincho, al terminar me dio masajito y volvió a acomodarme la ropa, le agradecí con beso y me metí en la cama, el me atrajo hacia él , yo apoye mi cabeza en su pecho como hacíamos cada noche antes de que se enfermara, sentirlo cerca me devolvió la vida, cuando estaba quedándome dormida me dijo:
“Mi amor, quiero pedirte perdón por cómo me porte contigo, gracias por siempre demostrarme tu amor aún y cuando me porto como un viejo cascarrabias. Te amo”
“Y yo a ti mi amor, que bueno que has vuelto a ser el de siempre” y cuando iba a besarlo en los labios, volteo la cabeza y me dijo que mejor en la mejilla porque no quería contagiarme de nuevo.
“Te prometo preciosa, que cuando ya esté al cien te voy a dar todos los besos que quieras, por ahora es mejor esperar, ya volveremos a las andadas, recuerda que tienes muchos consuelos en deuda conmigo”
“Pues mas te vale seguir las indicaciones de Gastón para que estés bien muy pronto, que no se si pueda esperar mucho sin tus besos, estamos?”
“Estamos preciosa”

Hoy a la mañana, después de que les di el desayuno a los chicos subí a ver a Paulo que aun dormía, desde que está en casa duerme más que nunca, lo desperté para darle la ultima inyección por que debía salir con los chicos a buscar todo para el “campamento” del fin de semana, no se mostro muy ilusionado con la idea del pinchazo, pero acepto poner la cola, prepare rápidamente la jeringa y le desinfecte el glúteo, lo pinche, durante la inoculación apretó la cola varias veces, lo único que decía el pobre “ Ya es la ultima”, “Ya es la ultima”, se me partía el corazón, cuando termine le di bastante masaje y le bese el lugar pinchado, le acomode la ropa. Le pedí que por favor se cuidara durante mi ausencia, que no tardaba. Cuando volví lo encontré ya bañado y con un chándal en la habitación, me dijo que me ayudaría a armar el campamento para los chicos por qué no aguantaba un segundo más en cama, para evitar que tuviera demasiada actividad física le pedí solamente que me ayudara a recortar algunas cosas, va mucho mejor ya la tos está bien flojita, la cara y el carácter le cambiaron, volvió Paulo.
Ya está todo listo en el campamento, mis hijos están impacientes por que lleguen los tuyos para poder conocerlo, no he dejado que entren porque quiero ver la cara de los cuatro juntos, espero que a la noche que vengan a los, por lo menos me acepten un café para poder charlar. Por cierto me dijo Paulo, que les iba a pedir, si era posible que vinieran mañana para que le de el hierro a Clau y poder así seguir con el tratamiento como corresponde.

Gastón -

Querida Ana Paula: desde luego que los chicos están autorizados a estar en tu casa el fin de semana.
Cuando llegué de la clínica Clau estaba esperándome con la comida lista, así que cenamos los cuatro y luego nos subimos al auto en plan de ir a su casa a ver a Paulo y a que le pusiera el hierro a Clau. Ella ya no estaba tan entusiasmada, a medida que el momento se acercaba se iba poniendo más taciturna. Detuve el auto en una esquina y me estiré hasta ella para darle un beso de apoyo; los chicos se pusieron a gritar que perdíamos tiempo para llegar a la casa de Jero y Sofí. Riéndonos reanudé la marcha y en 5 minutos estábamos tocando el timbre.

Ana Paula se llevó a Clau para tranquilizarla hasta el momento del pinchazo, los chicos corrieron al cuarto a jugar y yo me dirigí al dormitorio a ver a Paulo.

Antes de entrar respiré profundo, a pesar de la conversación telefónica de la tarde tenía mis dudas de cómo reaccionaría cuando mi presencia fuera inevitable.
Sin embargo, me recibió sonriente.
"Me parece que esta vez, sí es la última"
Lo miré sin comprender a qué se refería.
"La inyección de mañana. La verdad es que ahora sí me siento mucho mejor"
Sacando el estetoscopio le respondí "Se te ve mucho mejor. Vamos a escuchar..."
Luego de escuchar a conciencia le dije “Muchísimo mejor! La tos está bien flojita… Mejor, de verdad!”
“Menos mal. Siento que tengo pelotas de tenis en el culo!”
"Pero Ana Paula te pinchó muy bien!..."
“Ay, Dios! Sí, pero no sabes cómo me tiene!”
“Lo hace para cuidarte. Dejá de quejarte!”
“Perdón, tienes razón. Cuando estoy enfermo me pongo insoportable, lo reconozco”
“De todos modos, creo que no es a mí a quien le debés la disculpa…”
"No! Ya sé. Ya me voy a ocupar de que sepa cuánto la amo por cuidarse a pesar de mi caracter!"
En ese momento, entró Ana Paula. La miré sonriente para darle las buenas nuevas pero Paulo se me adelantó.
"Mañana, la última! ya estoy bien!"
"Bueno! Bueno! Calmate. No dije que ya estás bien. Te quiero adentro hasta el lunes, estamos de acuerdo?"
Puso mala cara pero ante el gesto adusto de Ana Paula, se ablandó y sonriendo asintió.
"Suspendemos los supositorios porque ya no tiene fiebre y que se vaya levantando de a poquito. Ocupate de que coma bien porque le va a llevar un tiempito estar 10 puntos"
"De que se cuide me ocupo yo, no te preocupes, Gastón!" señaló enérgicamente Ana Paula.
"Pero venía a decirles que estuve conversando con Clau y no tiene problema de que le ponga yo el hierro así vos te quedas en la cama; lo que sí quiere, Gastón, es que bajes a acompañarla"
"Vamos"
"Parece que está mejor con ese tema, no?" preguntó Paulo
"Un poco pero cuando llega el momento se angustia"
"La próxima se la pongo yo y sigo conversando con ella, quiero que esté tranquila porque si no, las hormonas se ponen locas"
Me reí y Paulo me miró. "Es increíble el cambio de personalidad que tenés cuando volvés a ser médico! Parecés otro tipo! En realidad, creo que sos este. El otro es un paciente molesto!"
Esta vez nos reímos todos.
"Bueno. Basta! Bajen que esperando Claudia se va a poner más nerviosa"
Fuimos hasta el consultorio de Paulo, donde Claudia estaba esperando como un pollito mojado.
El relato de la inyección te lo dejo, querida Ana Paula.
Cuando terminamos Claudia subió a darle un beso a Paulo y ya arreglaron para la inyección que viene.
Finalmente, no hablamos de la inyección de calmante que necesitabas; no se si te la puso Clau o Paulo te devolvió los favores. Contanos.

Ana Paula -

De nuevo gracias por todo, los chicos lo pasaron genial y ya quieren organizar un campamento en la casa, claro que piden que vengan Franco y Facundo, les prometí que el fin de semana acoplaríamos el cuarto de visitas como un gran campamento, prometí encenderles la chimenea para que asen bombones y salchichas, como a mí me encanta todo lo que tiene que ver con ambientación ya tengo algunas ideas para ver cómo les voy a hacer su gran campamento, espero les den permiso a los chicos de quedarse durante el fin de semana en casa, tengo algunas ideas de actividades para que aprovechen sus últimos días de vacaciones.
Qué bueno que Paulo te llamo, era necesario que lo hiciera después de su comportamiento. Clau se mostro contenta de que Paulo este mejor y la pueda pinchar de una vez, me ha dicho que lo está tomando de una a la vez, que intenta no pensar en que todavía le faltan mas pinchazos sin que ya le faltan menos, le veo una actitud muy positiva y eso me llena de gusto.

Yo noto a Paulo mucho mejor, parece que este antibiótico y haberse quedado en cama tranquilo le está haciendo bien, la fiebre no ha vuelto a subir a mas de 38°, su actitud a también a mejorado, tal parece que las cosas vuelven a la normalidad. A mí se me ha pasado ya el efecto de la inyección que me dio Clau, y los dolores vuelven a ser terribles, me tienen doblada, de seguir así tendré que ponerme otra para poder descansar.

Gastón -

Querida Ana Paula: no te preocupes por nada de lo que pasó ayer. Son circunstancias que suceden; pasan y listo. El estres por el que vienen pasando, que creo que ha contribuido a que se enfermaran, es enorme aunque ustedes intenten no darle estatuto para poder seguir.
Lo de los chicos fue genial; nada de trabajo. Cuando Claudia les dijo a los nuestros que yo iba con los de ustedes se volvieron locos. Enseguida les armamos un plan divertido: corrimos los muebles del living y armamos la carpa que usamos en las vacaciones, así que durmieron de "campamento", toda una aventura. Les dimos un chocolate caliente y hasta la mañana no nos enteramos que estaban.
Claudia me llamó contenta, dentro de lo que la puede poner contenta la noticia de que le van a pinchar la cola de nuevo, porque Paulo se había ofrecido a hacerlo.
Y respecto de él, a pesar de que te mandó a llamarme, mientras no estabas lo hizo él mismo. No sabía ni cómo empezar a disculparse, estaba terriblemente mortificado, y lo relevé de la obligación explicándole que ya me había olvidado. Me pidió que continuara tratándolo porque entendía que era la persona indicada para volverlo a sus carriles cuando se descarrilaba; reconocía que la terapeutica que le había indicado, aunque la odiara, era la apropiada y finalmente, confesó todas las cosas indebidas que había hecho y que lo habían llevado a este estado, haciéndose cargo de su responsabilidad en las últimas inyecciones.
Respecto del período... ya se embarazarán, no te preocupes.

Nos vemos en un rato.

Ana Paula -

Ay Gastón, perdón por el mal momento que te hice pasar ayer, pero en verdad ya no podía mas, el comportamiento de Paulo me saca de mis casillas, y aunado a eso ayer me vino el periodo así que ando muy sensible y tengo mucho dolor, tanto que hoy a la mañana cuando fui a buscar a los chicos le pedí a Clau que me diera una inyección para el dolor, tiene una mano re-suave casi no me hizo doler. Tuvimos que posponer la visita a la ciudad de los niños, pero aprovechamos para llevarlos de paseo, estuvieron muy contentos, a mis hijos les sirvió para distraerse y olvidarse de todo el estrés que hay en casa. Ya le agradecí a Clau pero también te agradezco a ti por haberse quedado con los chicos, no tenerlos en casa me ayudo a enfrentar a Paulo y poderle decir todo lo que ya te comente, muestra mejor actitud aunque no está del todo contento.

Después de que saliste con los chicos , fue cuando me di cuenta de que había salido al auto, subí fúrica a la habitación, discutimos un buen rato hasta que los dos logramos tranquilizarnos, el se dispuso a dormir, y yo me fui al living a mirar un rato televisión, necesitaba estar sola, ya entrada la madrugada y mientras él dormía me puse el pijama y me metí en la cama , la verdad es que no dormí mucho, entre el dolor menstrual y el dolor emocional y la preocupación de que los chicos les estuvieran dando la noche, temprano me levante y me puse a hacer yoga y meditación para tranquilizarme, cuando termine me di una ducha y le prepare el desayuno a Paulo, yo comí cualquier cosa y Salí a la farmacia a buscar el nuevo antibiótico, cuando regrese , muy tranquila le pregunte a Paulo si quería que fuera yo la que le diera la inyección o si prefería que llamara a alguien para que lo hiciera.
“Por favor me la das tu mi amor”
“Con mucho gusto Paulo, cuando estés listo me avisas” Salí de la habitación a buscar unas cosas para los chicos, con las prisas y la cabeza perdida como la tenia, las mochilas no llevaban nada, baje la bolsa al recibidor para no olvidarla e hice un par de cosas más cuando Paulo me llamo desde la habitación. Cuando entre a la habitación lo encontré incorporado en la cama
“Princesa, ya estoy listo me puedes dar el antibiótico por favor”
“Si, por favor date vuelta y deja la cola al aire “dije con seriedad, me he dado cuenta que es mejor así que mostrarme cariñosa. Me dispuse a preparar la jeringa, embebí un algodón con alcohol, y le desinfecte el cachete, cuando lo note relajado le pinche, hice entrar la sustancia muy lentamente, bufó y gruñio todo el rato, al terminar le di un enérgico masaje y le acomode la ropa.
“No me vas a tomar la temperatura, me noto afiebrado” dijo mientras se masajeaba el cachete.
“Voy a buscar el termómetro ahora vengo” fui hasta el baño a buscarlo, le baje la ropa y le puse el termómetro, tenia 38.1°, se lo comunique y le pregunte si quería que le pusiera un supositorio o si le daba un ibuprofeno, me dijo que supositorio, se lo puse , le acomode la ropa y fui a lavarme, cuando Salí del baño me despedí de él diciendo que iba a buscar a los chicos y a dar un paseo con ellos, que volvía en un rato, le pedí también que me dijera que si quería que vinieras a verlo a la noche para no hacerte venir en vano, me dijo que si que te debía una disculpa por su actitud de ayer , que por favor te llamara para pedirte que vinieras y que le dijera a Clau que aprovechara para venir contigo para que le diera el hierro, que seguramente a la noche ya estaría en condiciones de atenderla, se lo comunique a Clau y acepto, mientras ustedes están en esos asuntos yo me quedo con los chicos tranquilamente. Me pidió que me quedara un rato con él, y que lo abrazara porque se sentía mal por como se había estado comportando los otros días y necesitaba sentirme cerca, me pregunto que si ya me había venido el periodo, cuando le dije que si me abrazo muy fuerte y me dio un beso en la mejilla, me dijo que no me preocupara que muy pronto nos íbamos a embarazar, parece que todo vuelve a la normalidad, nos vemos en un rato.

De nuevo muchas gracias, espero que hoy se te quite la imagen que seguramente debes tener sobre que somos una pareja de locos, me apena mucho todo lo que paso ayer.

Gastón -

Tal como solicitaste te quedaste afuera en gran parte de la visita, así que te la cuento, aunque para mantener la coherencia y no olvidarme de nada, relato lo que también vos viviste.
Cuando llegué, Paulo todavía estaba un poco adormilado. Sin embargo, cuando le dijiste desde la puerta “Paulo! Vamos que llegó tu doctor a verte!” no titubeó ni un segundo en responder, de mal talante “que sea mi doctor de ahora en adelante, depende de las indicaciones que me de!”. Ya estabas a punto de replicar enfurecida; te tomé del brazo y te indiqué que salieras “Yo me arreglo, andá, querida”. Conversé un rato de trivialidades hasta que se aflojó un poco. Lo llevé por los temas de la clínica que le había mandado a resolver desde casa y se entusiasmó.
Cuando consideré que ya estaba lo suficientemente calmado, saqué del maletín el estetoscopio y le pedí que se siente en la cama. Se abrió el pijama y comencé a escuchar su espalda.
“Tosé, por favor”
Lo hizo dos o tres veces. Lo noté tensionado, de verdad estaba preocupado por cómo lo iba a encontrar.
“Hice todo lo que me dijiste”
“Shhh! Dejame escuchar. Ahora hablamos…”
Moví dos o tres veces más el estetoscopio y quitándomelo de los oídos le dije sonriendo para evitar alarmarlo
“Un poco mejor, pero no tanto como esperaba”
Se abrochó el pijama sin decir palabra, me miraba con insistencia esperando indicaciones. Yo estaba abstraído pensando alternativas. Esto no mejoraba en relación al ataque que le habíamos dado con los antibióticos. Las dos explicaciones posible no me gustaban: o bien estábamos frente a un germen resistente, en cuyo caso habría que iniciar estudios más específicos y dar intervención a un infectólogo, o bien estábamos frente a un Paulo con las defensas poco activas y habría que reforzarlas mucho y rápidamente.
“y? Gastón!”
“Mirá Paulo, todavía tenés mucho moco en los bronquios, la fiebre no bajó… hay que seguir con los antibióticos”
“Dame dos mil pastillas por día y listo!”
“Voy a buscar a Ana Paula y hablamos”
Salí del cuarto y asomándome por el descanso de la escalera la llamé. Escuché cómo les decía a los chicos que siguieran mirando la peli para que después se la contaran. Subió como una exhalación.
Cuando entró la miré y entendió al instante lo que Paulo aún no quería ver.
“Vamos a cambiar el antibiótico. Le vamos a dar con munición gruesa” le dije empezando a escribir la receta. “La caja trae dos ampollas y…”
Paulo me interrumpió a los gritos.
“De ninguna manera! No me van a pinchar más. Tengo el culo a la miseria!”
Ana Paula intentó calmarlo de buen modo pero no había caso.
Cuando dejó de gritar terminé la frase “le vas a poner una mañana a la mañana y la otra el viernes. A ver, dejame ver. Date vuelta”
Se puso colorado. “Hace falta?”
“Paulo!. Por favor, dejame ver cómo está”
A regañadientes se puso de costado y se bajó el pantalón. Ana Paula, cansada de la escena, le dio un empujón tal que lo dejó boca abajo; y así se quedó en silencio, con el culo al aire.
Palpé con suavidad los glúteos buscando zonas duras que indicaran lesión en el tejido; no había nada, tampoco moretones.
“Está perfecto, Paulo. No hay ni marcas”
“Pero te juro que me duelen!”
“Ya sé, Paulo! No digo que no te duela, digo que la enfermera Ana Paula te cuidó muy bien” haciendo clara referencia a lo que sólo nosotros dos sabemos.
“Sí, pero de ninguna forma me pinchan más!”
Ana Paula perdió la poca paciencia que le quedaba y le gritó “basta de darme la lata. Solamente te estamos cuidando. Si te seguís portando así, la llamo a Martha para que venga a darte el antibiótico”
“Ni así lo van a lograr!”
Intervine interrumpiendo la discusión antes de que llegaran a decirse cosas desagradables; los dos la están pasando mal.
“Paulo, si no seguís las indicaciones te interno y vas a conocer a las enfermeras que están bajo las órdenes de Martha!”
“En todo caso sería Laura…” dijo tratando de encontrar aliados.
Ana Paula, ya tan enojada que no medía las palabras, le gritó “Únicamente que descubramos que estás embarazado y vayas a parar al piso de obstetricia!”
No pude evitar esbozar una sonrisa que a Paulo no le cayó nada bien.
“Te aprovechas porque eres mi jefe!”
“Como jefe te prohíbo que te levantes de la cama más que para ir al baño; como tu doctor, por lo menos por ahora, te lo indico…” hice una pausa dramática y añadí “y como tu amigo, te lo pido por favor. Tomalo como quieras”
Fue un golpe de efecto importante. Se aflojó y levantando las manos dijo “Son dos contra uno; y uno averiado”
Al ver que aceptaba el tratamiento me relajé, pero cuando miré a Ana Paula, vi que seguía en tensión y me pregunté cuánto tardaría en explotar.
“Son solamente dos más, Paulo. No quiero que te levantes para nada, podés ir al baño y nada más. Y mientras estás en el baño, vamos a hacer lo que hacían las abuelas: abrís la ducha caliente a todo lo que da y te hacés mucho vapor”
Como respuesta hubo sólo un bufido.
Le palmeé las piernas a través de las cobijas y le dije “Si me seguís queriendo como médico, mañana a la noche te vengo a ver…”
Se dio vuelta y se tapó hasta la cabeza.
Ana Paula intentó abalanzarse sobre él gritando “Es un mal educado! No te puede tratar así!” Pero la saqué a empujones del dormitorio, bajamos la escalera y tomándola del brazo la llevé en silencio hasta el consultorio de Paulo para hablar lejos de los chicos.
Ni bien entramos y cerré la puerta, Ana Paula se desmoronó y abrazándose a mí lloró, lloró largo rato. Sólo pude abrazarla, besarle la cabeza y permitirle la descarga. Luego de un rato se separó de mí, se secó las lágrimas y me pidió perdón por el mal momento.
“No te preocupes, para eso están los amigos”
“Me preocupan los chicos; no entienden nada y yo estoy tan alterada”
“Eso creo que te lo resuelvo yo”
“No sé cómo…”
Salí del consultorio y caminando hacia el living donde seguían mirando la peli, pregunté poniendo cierta entonación festiva al asunto “¿Quién se quiere ir a dormir a casa de Franco y Facundo?!”
Saltaron los dos como resortes colgándose de mí y gritando “Yo! Yo!”
“Mami, necesitamos que nos prepares rápido dos mochilitas!” le dije a Ana Paula, antes de que se diera cuenta y se negara de plano a que me llevara a los chicos.
Mientras Ana Paula salió llorando nuevamente a preparar las cosas de los chicos, llamé a Claudia para avisarle.

Gastón -

¡Pero qué tipo! desde luego que no me dijo nada; es más, incluso dijo que había seguido mis indicaciones al pie de la letra. Te digo, francamente, que me alegra que la causa de su falta de avance en la recuperación se deba a eso. Estaba muy preocupado porque las explicaciones alternativas a por qué no estaba mejor, no eran muy buenas. Casi no dormí pensando en eso; estaba tan inquieto que Claudia se despetó y me preguntó qué me pasaba. Cuando le conté ya fuimos dos los que no dormimos.

En un rato te cuento lo que pasó adentro del cuarto.

Ana Paula -

Querido Gasto, que lastima que no hayas podido darle los comprimidos todavía a Paulo, esta furibundo por los dos pinchazos mas, menos mal que es uno al día por que si no el pobre no los aguantaría. Fue mejor quedarme fuera cuando lo revisaste, porque no hubiera podido quedarme callada, ¿Te dijo que salió al auto a buscar unos papeles, sin cubrirse bien?, aprovecho cuando Salí con los chicos y me di cuenta por que dejo la luz interior del auto encendida, acabamos de tener bronca por eso, llore de coraje, me molesta mucho que no se cuide, le pedí que lo hiciera por los chicos, que lo necesitan bien, también le dije que para que quería tener otro hijo, si no se iba a cuidar y los iba a dejar sin padre por un descuido. Le moví todo y prometió cuidarse para estar bien lo más pronto posible, fui muy dura con él pero siento que era necesaria una sacudida , no es normal que se comporte así, siempre ha dicho que los médicos no se pueden dar el lujo de enfermar porque su deber es curar a los enfermos.

Por favor cuéntame cómo fue todo dentro de la habitación, por que no ha querido decirme nada.

Ana Paula -

Querido Gastón, en esta ocasión te aseguro que no estoy disfrutando pinchar a Paulo, al contrario sufro cada vez que lo hago, me pone mal verlo mal, te agradecería que le mandes comprimidos en lugar de la inyecciones si es posible. No te puedo prometer no retarlo, es mejor que me quede fuera para que hablen tranquilos. Lleve a los chicos a dar un paseo largo, les sirvió para distraerse, no querían volver a casa, a pesar del frio estuvieron felices. Cuando volvimos Paulo otra vez tenía fiebre alta, así que le tuve que poner otro supositorio, esta vez no opuso resistencia, el pobre tenía una cara, que lo único que provocaba era abrazarlo y mimarlo, se sentía tan mal que me pidió que le diera la inyección de una vez, para que cuando llegaras lo encontraras mejor y le permitieras ir a la clínica mañana, le sugerí quedarse otro día en casa para que acabe de reponerse pero dijo que seguiría tus indicaciones, esta vez se quejo menos, apretó los dientes y los puños lo mas que pudo, solo se le salieron algunas palabrotas, lo mime mas, bajo un rato al living con los chicos que pedían verlo desesperados, lo hizo bien abrigado y con cubre bocas, aproveche para ventilar bien la habitación , no quiero recaer, cambie la ropa de cama y puse spray desinfectante por todos lados. De momento Paulo está dormido, no ha descansado bien por la terrible tos que tiene, espero que pase mejor noche para que yo también pueda descansar. Te veo en un rato.

Gastón -

Pobre Paulo. Ya te sacaste el gusto de pincharlo, así que espero fervientemente que esta noche cuando lo vea pueda relevarlo de tanto sufrimiento, como hice con vos cuando me lo pediste. Ponele inyección temprano así veo la evolución y decido a partir de ella. Si no te vas a poner a retarlo en me presencia, porque se va a sentir muy avergonzado, esta noche te dejo entrar.

Sacá un poco a los chicos, aunque sea hasta la plaza; no se va a morir por quedarse un rato solo. Incluso, a lo mejor, sentir que te extraña le calma un poco el ánimo y a vos te devuelve la paciencia.

Ana Paula -

Gastón, gracias por venir a verlo, tal vez era necesario que estuvieran a solas, pero me pasa igual que a Clau cuando vos te enfermás, ustedes representan seguridad para nosotras, y en verdad estoy preocupada, las nebulizaciones le han ayudado bastante para despejar los bronquios.
Nada más salir tú, fui con los chicos a la farmacia a comprar jeringas porque ya no tenia en casa, aproveche para comprarles un regalito a los chicos, que están muy tristes de no poder jugar con su padre es mas ni siquiera acercarse a él, les desconcerta que este en casa y no esté con ellos, de momento estoy dividida con los chicos y con Paulo, que exige más tiempo y cuidado que sus propios hijos. Tuve una noche fatal, Paulo no paro de toser y en la madrugada la fiebre volvió, así que tuve que ponerle nuevamente el supositorio a regañadientes, esta de un humor insoportable. Cuando volví de la calle, fui a la habitación para inyectarlo, al girarse para ponerse en posición, le vino un acceso de tos terrible, cuando termino, le baje la ropa y lo pinche, comenzó a gritar y a soltar maldiciones, grito tan alto que Jerónimo subió a ver que sucedía.
“Mami, que le pasa a papá ¿Por qué grita así? Dijo Jero muy angustiado.
“Nada, cariño solo le estoy poniendo una inyección para que este bien y pueda jugar con ustedes, pero al pobre le duele mucho, baja con tu hermana a jugar, no tardo” trate de decirlo lo más tranquila posible para tranquilizar a mi hijo, tenía el corazón apretado y le dije a Paulo “Mira Paulo por favor trata de no ponerte así, ya espantaste a los chicos, piensan que te estoy haciendo daño, no se vale”
“Pero me duele mucho, en verdad” dijo bufando, mientras yo sacaba la aguja y le limpiaba el cachete.
“pues trata de controlarte, por que con esa actitud lo único que vas a lograr es que yo no te pinche mas, le voy a pedir a Laura o a Gastón que lo hagan, delante de ellos no creo que hagas estas escenitas”
“No mi amor no me hagas eso por favor, quiero que todas me las des tu, porque me tienes paciencia”
“Pero se me está acabando Paulo, piensa por favor en tu actitud” le separe las nalgas y le puse el termómetro, otra vez tenia arriba de 38°, así que le puse él supo, le hice un masaje ligero, le acomode la ropa, se giro y le puse el nebulizador un rato mientras veía a los chicos.
Hace un rato subí a verlo y se mostro un poco mas cariñoso y menos enojado, espero siga así.

Nos vemos a la noche

Gastón -

Querida Ana Paula: vamos por partes. Primero el tema del pediatra; el jefe de servicio en la clínica es excelente. Se llama Sebastián y Paulo lo conoce porque a veces juega al fútbol con nosotros. Si querés podés conocerlo cuando pases por cualquier cosa por la clínica. Tiene un carácter especial para tratar a los chicos, que lo quieren con locura, y a los padres, en especial si son médicos y ansiosos, ya que es el pediatra de los chicos de casi todos nuestros médicos.
Luego, mejor ni te cuento cómo se puso Claudia cuando le dije que Paulo no la iba a poder pinchar hoy. Nadie le venía bien, ni yo, ni vos, ni nadie. Le expliqué que, si bien la continuidad es importante, el hierro no es un antibiótico que requiere de horario exacto; así que le sugerí que se la ponga mañana si ya está de vuelta en la clínica. Por supuesto, me agradeció el consejo pero no estaba dispuesta a tomarlo a menos que se lo confirmara su doctor. Por suerte le pregunté a Paulo cuando lo fui a ver y dijo que sí; ahora está más tranquila.

Ahora sí, te doy precisiones sobre la visita que hice a tu casa yaque debés estar ansiosa por saber. Te pido disculpas por pedirte que me dejaras a solas con Paulo pero tomé tu consejo y pensé que él querría poder explayarse sobre su estado sin que vos estés presente.
Te vi la cara de furia pero vuelvo a pedirte disculpas; efectivamente Paulo lo necesitaba y espero que después de haberse descargado conmigo, pasen un día menos complicado. Nunca en mi vida pensé que pudiera verlo de tan mal humor; te aseguro que si no fuera porque él se iba a sentir mal pensando que me burlaba, me hubiera muerto de risa; parecía un chico encaprichado.
Empecé preguntándole cómo se sentía.
La respuesta fue un gruñido.
Me calcé el estetoscopio y le pedí que se incorporara un poco en la cama. Sólo eso le dio un acceso de tos que tuve que esperar que terminara antes de poder auscultarlo. Los bronquios estaban más cargados que el día anterior y al simple tacto se le notaba la fiebre.
"Flaco, lo lamento pero esto sigue su curso. Vamos a necesitar unos pinchazos más"
"No, Gastón! No sabés cómo tengo el culo! Ana Paula con una jeringa en la mano se transforma en una bruja!"
"Paulo! No creo que sea para tanto! Ella solamente quiere que te cuides y te mejores. ¿No será que vos se la hacés difícil y ella se tiene que poner firme para que cumplas el tratamiento?"
Después de protestar un rato aceptó que se pone un poco pesado y, finalmente, aceptó que tenía que poner la cola otra vez. Lo dejé descargarse conmigo otro rato y le aseguré que le iba a mandar trabajo de la clínica para que adelantara y no se aburriera.
El resto lo sabés porque salí a buscarte para darte las indicaciones. Me sorprendiste bastante, paradita como un soldado al lado de la puerta del dormitorio, pero te entiendo porque estás preocupada.
Quedamos, entonces, en dos dosis más por vía intramuscular, una a la mañana que supongo que ya le pusiste y otra a la noche, el supo si tiene fiebre más alta de 38º y agregué las nebulizaciones para despejarle los bronquios. A la noche, tarde, paso de nuevo para controlarlo; ya sabe que si sigue con fiebre, mañana tampoco va a la clínica.

Ana Paula -

Perdón se cortó el mensaje:

cuidarse porque a mi no me hace caso

Ana Paula -

Después de tu llamada, le lleve a Paulo a la cama una bandeja con la cena y me quede con él un rato diciéndole lo que me habías dicho, no le gusto la idea ni del supositorio ni de no ir a trabajar mañana, pero se resigno y acepto quedarse en casa y que vinieras a verlo aquí. Se mostro preocupado por el trabajo que tiene en la clínica, pero más por no poder ver a Clau para darle el hierro, le dije que no se preocupara, que en caso de que él no pudiera seguramente se lo podías dar tu y si ella no aceptaba podría ser yo la que se lo de o tal vez Martha si así lo prefiere, no se quedo conforme con la decisión que tomamos tu y yo al respecto de su salud. Después de acostar a los chicos volví a la habitación al llegar me senté a su lado en la cama y le toque la frente, otra vez tenía fiebre y por la cara que tenia seguramente se sentía fatal, pero no dijo nada a fin de evitar que le riñera por no cuidarse. Salí de la habitación con el pretexto de ir a dejar la bandeja a la cocina, después de arreglar la cocina, fui hasta el consultorio de Paulo a buscar el termómetro, los supositorios y el antipirético inyectable, luego pase por el living donde había dejado el antibiótico. Cuando entre en la habitación, volví a sentarme a su lado mientras dejaba las cosas en la mesilla, le dije que ya era hora de que le pusiera la inyección para que descansara, le dije también que le tomaría la temperatura y tal como me habías indicado en tu llamada, le tenía que poner un supo o una inyección, que escogiera para saber que preparar.
“Prefiero él supo, porque ya me vas a pinchar” dijo enojado
“Vale, pues date vuelta amor” se giro y clavo la cabeza entre los brazos. “Primero te voy a poner el termómetro, relájate corazón” lubrique bien el termómetro y con mi dedo lubrique su ano, inserte el termómetro, se tenso muchísimo. “no me gusta que me tomen la temperatura así, es muy incomodo, que no podría ser bajo el brazo”. “¿Qué te incomoda amor? Tu siempre has dicho que es la más acertada y a la menor provocación me la tomas así, relájate corazón, yo se que te sientes mal pero todo esto lo hago para que te sientas mejor” dije mientras le hacía masaje en la espalda, el se quedo callado, pasado el tiempo, saque el termómetro y le dije “tienes 38.5° amor”.
“Con razón me siento tan mal”
“Por que no me habías dicho mi amor, esto lo pudimos haber hecho antes, ¿Qué prefieres primero él supo ó la inyección?”
“La inyección, pero por favor dámela despacio por que duele muchísimo”
“Si mi amor tu afloja bien la cola y yo me encargo de hacerla entrar despacio” dije mientras preparaba la jeringa, le pregunte en cual cachete le tocaba, me dijo que en el derecho, lo palpe y le hice masajito para motivar su relajación, cuando estaba flojito lo pinche, me espere un poco para que se acostumbrara y comencé a inocular la densa sustancia, lo hice muy despacio, no pudo evitar quejarse, bufaba, gritaba y armo una escena que le pedí parar para que no despertara a los chicos.
“Ahhhhh!!! Duele muchísimo, todavía falta mucho, apúrate por favor, ya no puedo, aughh!!!!” decía desesperado, apreté un poco más rápido el embolo y su reacción fue terrible.
“Carajo Ana Paula, que no entiendes lo que es despacio, te estoy diciendo que duele, me lastimas” dijo gritando
“Que te pasa Paulo,¿ por qué me hablas así?, me puedes decir el porqué de tu bronca, que no entiendo” dije yo mucho mas enojada que él, se quedo callado, yo no deje de apretar el embolo, cuando termine de inocular toda la sustancia, que a mi parecer era muchísima, le limpie el cachete, y me dispuse a sacar el supositorio de la envoltura, Paulo se volvió un poco y se me quedo mirando, con cara de “ a qué hora empiezas con el masaje”, no le preste atención, le separe las nalgas y le metí el supositorio seguido de mi dedo, lo saque y me fui al baño a lavar. Volví a buscar todas las cosas de la mesilla y Paulo seguía en la misma posición, con las nalgas al aire.
“Ya tapate bien no vayas a coger frio”
“Que no me vas a hacer mimitos”
“Solo dime, ¿Crees que te los mereces?”
“Perdón mi amor, me siento muy mal, estoy enojado por estar enfermo y esa inyección duele muchísimo princesa, me porte como un loco, perdóname. Sabes tiene razón Clau al decir que cuando nos ponen las inyecciones quienes nos aman, nos permitimos hacer escenas que no haríamos con nadie más, yo creo que es la confianza”
“No me gusta nada que te pongas así, me asustas con tus gritos, en verdad pensé que te está haciendo daño”
“No preciosa, si tienes una mano muy suave y lo hace genial” le puse la mano sobre el lugar pinchado y le di un breve masaje, le acomode la ropa, se dio vuelta, lo arrope y Salí de la habitación a buscar unos papeles que necesito mandar a México.

Aproveche para contarte, así mañana sabrás como convencerlo de

Ana Paula -

Gastón, justo cuando llego a casa y note que tenía fiebre, le dije que se diera una ducha con agua tibia mientras yo buscaba un ibuprofeno, se puso el pijama y se metió en la cama no de muy buena gana. Paulo cuando se enferma, se enoja, no le gusta estar en cama sin hacer nada, es un pésimo paciente, no hace caso a las indicaciones del médico y me riñe cada vez que hago que las cumpla, se porta peor que mis hijos, es desgastante tenerlo en casa enfermo, pero esta vez de algún modo tuve yo la culpa de que cayera enfermo, ha querido postergar la inyección, ya le dije que no se salva. Lo de los chicos ya lo hice, no dejo que entren en la habitación a fin de evitar que se contagien, aunque creo que lo que motivo el contagio fueron los encuentros íntimos que tuvimos, prefiero que no se acerquen, porque no los quiero enfermos, todavía no tenemos pediatra aquí y no me gustaría tener que ir con alguien que no conozco. Definitivamente mañana Paulo no sale y se queda en cama, te agradezco que vengas a verlo. Ahora que le de la inyección le voy a tomar de nuevo la temperatura, esta vez vía rectal y si esta alta de nuevo ya le pondré o una inyección o un supo según decida.
Respecto de Clau me da tranquilidad saber que está tranquila, y que ahora entiende que está bien y no tiene problemas para embarazarse, tendrán que esperar un poco para volver a buscar al bebe, seguramente es mejor que primero termine el tratamiento antes de concebir, con eso yo pienso que pegara de inmediato.

Gastón -

Querida Ana Paula: Mi primera indicación fue que Paulo mañana se quedara en casa pero no hizo caso, parece que ahora va a ser a la fuerza. Me gustaría que le bajes la fiebre; para que no sea sospechoso en un rato te llamo por teléfono para saber su estado y por tel. te voy a dar la indicación. Fijate si prefiere un inyectable o un supositorio de los que te receté a vos.
Si mañana no va a la clínica, que tampoco vaya para verme a mí. Cuando salgo a la mañana los llamo y paso por tu casa a verlo. Mantené más o menos alejados a los chicos porque la peste parece que viene fuerte.

Lo de Claudia fue corto y simple y, aunque sexualmente bastante decepcionante, afectivamente fue espléndido. Cuando llegué me abrazó y disimuladamente me dijo "Necesito mucho consuelo. No sabés qué dolor de cola!"
"No te preocupes. Vas a tener todo lo que necesites y más" Espero haber sido lo suficientemente explícito para que viera que no estaba enojado.
Comimos con los chicos, que con el tema de las vacaciones estiran la hora de irse a dormir todo lo que pueden, y cuando finalmente los mandamos a la cama nos fuimos a acostar.
Me empecé a desvestir y le dije "Prepará la colita... pero ahora para los mimitos!"
Mientras ella fue al baño me terminé de desvestir y la esperé acostado.
Cuando salió del baño vi que estaba en pijama. La miré sorprendido y ella levantó las manos en señal de "Qué vamos a hacer!" y me dijo "Me vino, Gastón!"
Me quedé en silencio esperando su reacción ante el hecho antes de hacer o decir nada inapropiado.
Se acostó tranquila a mi lado, me abrazó y me dijo "A lo mejor el mes que viene..."
"Mi cielo, me alegro de que lo tomes así. Te ponías tan mal..."
"El sábado, mientras me ponía el reliverán, Paulo me estuvo hablando mucho. Me volvió a decir que estoy bien, que me quede tranquila. Bueno! todo eso... y la verdad es que él me calma mucho"
"viste que tenías miedo porque era muy joven y yo te dije que te iba a gustar?"
"La verdad que es un amor. No sabés la paciencia que me tuvo hoy!"
"Me lo imagino!" le dije riéndome
Me pegó en broma "Qué malo que sos! Es super delicado, es tan tranquilo..."
La besé y le dije "Que estés feliz, me hace feliz"
"Gastón..."
"Ay, Dios mío! qué?"
"No te asustes. Quería pedirte que a las próximas inyecciones me acompañes. Hoy me hiciste falta"
Volví a besarla "Siempre voy a estar ahí para vos"
Dormimos tranquilos y despertamos abrazados.

Ana Paula -

Gastón ya he hablado con Clau y ya planeamos la visita a la ciudad de los niños para el jueves, por que como veo a Paulo, creo imposible que vaya a la clínica mañana, sigue con fiebre y se siente fatal, no creo oportuno que en ese estado este atendiendo pacientes, se niega a quedarse en casa pero ya veré como lo convenzo, tal vez ustedes pudieran venir mañana cuando tengan algo de tiempo para que le de el hierro a Clau, de todos modos mañana a la mañana nos vemos en tu consultorio para que lo cheques de nuevo por favor porque no se está cuidando lo que debe, hoy llego a casa sin el abrigo y ardiendo en fiebre, de momento lo tengo en cama descansando, mas tarde le pondré la inyección de antibiótico.
Aquí te dejo el encuentro con Paulo

Espere a Paulo con un conjunto de lencería rojo de encaje, para evitar enfriarme me puse una bata ligera de satín, baje a la cocina a buscar un mechero para encender las velas que había dispuesto en la habitación, cuando llego Paulo .
“Mi amor, ¿donde estas? Preciosa” llamó desde la puerta
“Aquí” grite desde la cocina, entro y me abrazo por atrás y empezó con los besitos en el cuello, me dio vuelta y me beso los labios con pasión, los dos teníamos muchas ganas, sin poder despegar mucho los labios le pedí que fuéramos al dormitorio, me aparto y me dijo .
“Pero mi cielo, no tenemos tiempo Gastón no tarda en llegar con los chicos, aquí rapidito sirve que estrenamos la primera parte de la casa”
“No, vamos a la habitación, Clau quedo de llamar cuando vinieran, aparte aquí hace mucho frio, te prometo que vamos a estrenar toda la casa en un fin de semana” me tomo en brazos y me llevo a la habitación, me deposito en la cama y se puso a horcajadas sobre mí, me beso los labios, el cuello y bajo a mi pecho sobre la ropa me beso, desato la bata y acaricio mi cuerpo mientras yo le sacaba la camisa, me incorpore un poco y me saque la bata, Paulo aprovecho el movimiento para quitarme el sostén, beso y succiono mis pezones haciéndolos reaccionar de inmediato, con la lengua hizo círculos alrededor de mis pechos y siguió a lo largo de mi abdomen hasta que el panty le estorbo, con la boca me lo saco, se levanto y se desnudo liberando su pene totalmente erguido, cuando estaba por acostarse sobre mí , me di vuelta “Me das masajito en la cola, que me duele mucho” y se dedico pacientemente a masajearme los dos cachetes, así estuvo un rato hasta que me dijo que ya había tenido suficiente masaje y que ahora venia el verdadero consuelo, me dio vuelta y me dijo “ Me parece que ya estamos instalados, así que podemos empezar a buscar a Paulito ¿no?”
“Vale cariño, pero no se llamara Paulito” mientras decía eso me penetro despacio, haciéndome sentir cada milímetro de su pene, acoplamos el ritmo haciéndolo más intenso cada vez, yo levante mis piernas y las apoye sobre sus hombros a fin de hacer la penetración más profunda, fue delicioso, Paulo no dejo de besarme y acariciarme, yo hacía lo propio con sus nalgas, hasta que llego el momento en el que los dos nos quedamos súbitamente sin aliento cuando experimentamos un orgasmo, tranquilo y delicioso. El se quedo dentro de mí hasta que perdió la erección, acomodo un cojín bajo mis caderas y me dijo que me quedara tranquilita un rato, mientras seguía acariciándome y besando mi cuerpo desnudo, después charlamos y nos prodigamos abrazos, besos, caricias, en fin tratamos de recuperar el tiempo perdido. Cuando llamo Clau yo corrí a la ducha, mientras le pedí a Paulo sacarme algo de ropa para vestirme rápidamente y estar presentable, es por eso que llevaba el pulóver que me hizo dudar tanto a la hora de la revisión.

Por favor no dejes de contarme como te fue con Clau cuando llegaste a casa.

Querido Simón: yo se que estas dolido y molesto pero por favor no dejes que eso te aleje de nosotros, dicen que llevar las penas acompañado siempre es mejor porque compartes con otro, te reitero mi apoyo incondicional y te pido que regreses con los maravillosos relatos que nos compartes, entiendo que estas de duelo pero en cuanto te sientas mejor te estaremos esperando con los brazos abiertos, mis hijos preguntan mucho por ti, quieren que el tío Simón vuelva pronto a casa para que juegue con ellos. Animo!!!

Gastón -

Madre mía! mañana vamos a estar todos juntos! vos y Paulo en mi consultorio y Clau y yo en el de él.
Me dijo Claudia que, ahora que se sentía bien sin las pastillas, te iba a llamar para salir con los chicos y aprovechar las vacaciones antes de que se terminen. Me acordé de que a los chicos les gustaba la Ciudad de los Niños y le sugerí que podían ir a la de acá. Planificar la salida también le va a venir bien para no tener la cabeza en la inyección de mañana.

Ana Paula -

Querido Gastón: Paulo tuvo una noche fatal, entre lo de Clau y la tos, casi no pudimos dormir, pero como los médicos son los peores pacientes, dijo que no tenía nada más que una irritación en la garganta sin importancia y así se fue a trabajar después de que le eche la bronca, nada más salir de tu consultorio me llamo para decirme que lo había contagiado y que lo habías pinchado, que tenía fiebre y que no se sentía bien, me dijo que seguramente estaría contenta de pincharlo a la noche que llegara, le pedí que se cuidara y tomara algo de reposo para reponerse más rápido me dijo lo mismo que a vos, que tenía mucho trabajo y no podía tomarse días, prometió llegar a casa temprano, ya lo estoy esperando para consentirlo mucho, no me gusta nada que esté enfermo, y más que haya sido por mi culpa.

Debo agradecerte la oportunidad de pinchar a mi marido , espero que no sea solo una, seguramente mañana lo acompañare a verte para saber bien el tratamiento que debe seguir y encargarme de que lo cumpla.

Gastón -

Gracias Ana Paula, se ve que nos estábamos cruzando con los mensajes y no llegaste a leer que esta mañana, seguramente porque ya sabía por vos que estaba todo bien, se animó a conversar conmigo sobre Claudia y lo que le pasa. Me dejó bastante tranquilo que él esté atento a nuestras necesidades.
Contame cómo te estás preparando para atender el tratamiento de Paulo de esta noche.

Ana Paula -

Gastón, se que debo el encuentro con Paulo, estoy terminando de relatarlo, pero me pareció importante comentarte lo que paso ayer con Paulo a la noche cuando volvió.
Ya era tarde y los chicos ya estaban dormidos cuando llego Paulo, comimos algo y nos fuimos directo a la habitación, mientras nos poníamos el pijama, le pregunte como había ido su día, me dijo que bien salvo por algunos asuntos en los que tenían problema pero que ya lo estaba tratando contigo. Nos acostamos directamente a dormir, nos dimos un beso largo y tierno y nos acomodamos de cucharita, estaba muy inquieto, al preguntarle que le pasaba me dijo
“Preciosa, no sé si deba decirte esto, son asuntos de la clínica y de mis pacientes, pero estoy muy confundido y no sé qué hacer”
“¿Qué pasa mi amor, me preocupas, todo bien?”
“pues no se bombón, ves que el sábado que vinieron a cenar Clau se sentía mal”
“Si, me dijo que por las pastillas de hierro, que le habían sentado fatal”
“Si no le cayeron bien, le dije que debía volver a las inyecciones, los ojos se le llenaron de lagrimas pero acepto hacerlo, siempre y cuando fuera yo el que se las dé, sorprendido por su reacción le pregunte por qué y me dijo que lo hacía porque si se las daba Gastón no iba a concluir el tratamiento ya que el por qué la ama le permite escenas que delante de mí nunca haría, y que no le gusta hacerlo sufrir, que cada vez que la va a pinchar pone una cara de tristeza que la mata y después de la inyección se siente fatal por haberla pinchado.”
“Bueno mi amor y eso que, es normal que la pobre Clau se sienta mal por hacer sentir mal a Gastón, aparte recuerda como me portaba yo, como sufrimos los dos con ese tratamiento”
“Princesa nosotros sabemos cómo están sufriendo, pero lo hicimos juntos”
“Y ellos también lo hacen juntos”
“No princesa, hoy cuando Clau fue a la clínica Gastón estaba en mi despacho cuando ella entró, sin más la beso y salió, la pobre se quedo mirando cómo se marchaba, lo paso muy mal casi no se deja pinchar, seguramente tienen problemas en su matrimonio, seguramente los ocasiono que Clau me haya pedido que se las diera yo, seguramente Gastón está molesto conmigo”
“Mi amor párala, ni tienen problemas en su matrimonio, ni tú los ocasionaste, ni Gastón está enojado contigo, simplemente Clau le pidió a Gastón hacerlo sola y el está respetando su decisión, según me dijo Clau, Gastón no entiende el porqué de su decisión pero que no la juzga. Estate tranquilo que la próxima vez que vaya a que la pinches, irán los dos, Clau cuando vino a buscar a los chicos me dijo que necesitaba a Gastón a su lado.”
“Que bueno que están bien muñeca, me sorprendió mucho que Gastón dejara a Clau sola, pero ahora entiendo porque fueron así las cosas, me tranquiliza saber que están bien, comprenderás que no podía preguntarles por que lo hacían de este modo. Oye princesa por favor no vayas a decir nada de esto a Clau, recuerda que es mi paciente”
“Tranquilo amor, yo ya lo sabía, ella me lo conto”
“Gracias princesa, ahora si voy a poder dormir bien” me dio un beso y nos acurrucamos para dormir.

Gastón -

Querida Ana Paula: Simón, otra vez en crisis. Estoy hablándole mucho para que vuelva a la normalidad del blog pero vos sabés lo cabeza dura que puede llegar a ser. Lo de Carlónimo fue un golpe muy duro para él y creo que está tratando de atravesar el duelo. Te juro que lo prefiero intentando aprovecharse de nosotros poniéndonos alguna prueba que así.

Lo de Clau te lo cuento después. Me parece que ahora es más importante que te cuente algo que pasó con Paulo antes de que llegue a tu casa a la noche.

Esta mañana vino a mi consultorio con una cara desastrosa.
"Gastón, estoy jodido. Me siento pésimo y casi no pude dormir de la tos. ¿Podrías verme, por favor?"
Pensando que los encuentros íntimos que habían tenido habían colaborado para que se contagiara de tu estado de la semana pasada, me coloqué el estetoscopio mientras esperaba que se desabrochara la camisa. Lo ausculté y escuché cierta congestión. Palpé los ganglios del cuello y los noté muy inflamados. Como no había dejado pasar el tiempo, su estado era menos agudo que el tuyo por lo que le propuse que comenzara a tomar antibióticos e hiciera 72 horas de reposo en cama.
"No, Gastón. Preferiría que me dieras inyectables"
"Guau! Qué valiente! Si me dieran a elegir a mí ni loco elijo las inyecciones!"
"Te juro que yo tampoco, pero tengo muchísimo trabajo que hacer y no me puedo tomar tres días"
"Ok. Entonces hagamos dos dosis, una ahora y otra a la noche, y si mañana estás mejor, seguís con comprimidos"
"Hagamos eso"
"te pincha Laura cuando vuelvas a tu consultorio?"
"No, ya estoy acá. Si me haces el favor..."
"Claro! Acostate mientras preparo"
Mientras cargaba la jeringa con el antibiótico, que sabía doloroso, él se bajó el pantalón y el boxer e intentó relajarse.
"Estás bastante caliente, debés tener fiebre. Vamos a ver porque si te vas a quedar a trabajar, hay que bajarla" y separándole ligeramente las nalgas le coloqué el termómetro. Se tensó de inmediato e intenté que se distrajera conversando sobre temas administrativos de la clínica.
A los tres minutos le saqué el termómetro y le dije "38º3"
"Uff! Con razón me siento tan mal!"
"Vamos con el antibiótico. Aflojá." Y lo pinché. Mientras inoculaba el antibiótico apretó la nalga dos veces pero lo soportó bien; sólo al final de la entrada del líquido, cuando creo que ya se le estaba tornando intolerable, profirió entre dientes un insulto. Retiré la aguja y le di un breve pero enérgico masaje con el mismo algodón.
"¿Qué hacemos con la fiebre? Te doy algo ahora o tomás un ibuprofeno?"
"No, por favor! Todos duelen y si a la noche me tengo que pinchar otra vez... me tomo algo"
Riendo le dije "Bueno!" Y con mi mejor voz inocente le pregunté "Ana Paula sabe poner inyecciones? si no, pasá por casa que te la pongo yo"
Ya arreglándose la ropa respondió "Si sabe? Está esperando para pincharme! No se de dónde sacó la loca idea de que a los doctores nos viene bien pasar de vez en cuando por los tratamientos que les mandamos a nuestros pacientes! Y está empeñada en hacérmelo pasar. Temo por mis nalgas."
"Ja ja ja! Entiendo de lo que hablás. Se ve que es una manía de las esposas de médico. Claudia me dijo lo mismo! Con esto del hierro está..."
Conversamos un rato sobre la situación de Claudia y me dijo lo que le había llmado la atención que el lunes no la hubiera acompañado. Le expliqué la situación y riéndose me explicó "Así son las chicas. Cuando no están embarazadas porque no están embarazadas y cuando están embarazadas porque están embarazadas..."
Nos despedimos hasta el día siguiente, en el que sí acompañaría a mi esposa a su tratamiento.

Ana Paula -

Gastón no te atormentes pensando cosas que no, por supuesto que le estas dando a Clau lo que necesita, lo único es que ella venia disfrutando el jueguito de los pinchazos con consuelo incluido, pero las inyecciones de hierro no las está disfrutando al contrario las está padeciendo, sufre cada vez que se va a enfrentar a la jeringa, te lo digo por experiencia , llevar un tratamiento de hierro es horrible, pero lo tenemos que aguantar para podernos embarazar de nuevo, te aseguro que con su apoyo, cariño y comprensión todo es más fácil. Respecto de lo que decís que las mujeres somos más valientes, nos toco ser así, aguantar un parto yo pienso que es de los actos más valientes, te puedo asegurar que ningún hombre lo aguantaría, si bien es el dolor más bello, tan bien es el más fuerte.
Contame por favor como te fue con Clau.

Por cierto sabes algo de Simón, hace mucho que no sabemos de el por aquí, necesito me cuente sus impresiones acerca de la cena y también que me platique como va con Sil.

Gastón -

Te agradezco los datos; veré de inspirarme para cuando llegue a casa. De todos modos, me alegra que sienta que soy un apoyo para ella. Lo que me tenía mal no era su actitud hacia mí sino pensar que, como su pareja, no podía darle lo que necesitaba.
Respecto de Laura, parece que tuvo más suerte que Paulo con Martha, o a lo mejor, como siempre digo, ustedes las mujeres son más valientes que nosotros.

Ana Paula -

Querido Gastón: justo acaban de irse Claudia y los chicos, la note un poco desconcertada, me dijo que te había encontrado en el consultorio de Paulo, que lo primero que pensó era que no ibas a respetar su decisión de dejarla ir sola, pero que le había sorprendido mucho tu actitud, también me dijo que cuando te vio salir por la puerta estuvo a punto de pedirte que te quedaras, me dijo también que no le había gustado estar sola, que en verdad ahora se daba cuenta del apoyo que representas para ella en el momento de dejar la cola al aire para recibir el pinchazo, estaba esperando con ansias verte para comunicarte su sentir, que te había buscado por la clínica pero que no había tenido suerte, me dijo que Paulo se había portado muy bien pero que había sido firme, ya que justo cuando estaba por pincharla ella se levanto argumentando que no podía, que Paulo la había contenido bien pero que necesitaba tu mano para aferrarse y tu palabra cálida para tranquilizarla, dijo que quería que Paulo le siguiera dando el hierro pero siempre y cuando tu estuvieras a su lado, se despidió diciendo que se iba a casa, esperando que los chicos se durmieran pronto, así ella se podría arreglar para estar lista para cuando vos llegaras, que esperaba que se te hubiera pasado la bronca, (que aunque la negabas ella estaba segura de que estas molesto por su actitud), y estuvieras de humor como para darle un buen consuelo porque le dolía mucho la cola.

Respecto de Lau te cuento que ya paso por la mano justiciera de Martha, no entro en detalles, solo me dijo que le dio dos vacunas, una en la cola y la otra en el brazo, me dijo que Marthita, así la llama ella, tenía muy buena mano y que se había portado muy bien con ella que casi no la hizo doler, me dijo también que si en algún momento ella necesitaba de un tratamiento de inyectables y Paulo no se las puede dar, iba a recurrir a la suave mano de su nueva amiga.

Gastón -

Me olvidé de contarte que, de pasada, Martha me dijo que ya tenía al día el esquema de vacunación del personal nuevo, lo cual supongo que incluye a Laura. ¿te comentó algo?

Gastón -

Esta mañana intenté actuar con la mayor naturalidad posible pero te aseguro que no sabía si era mejor hacer algún comentario sobre la visita que haría a Paulo o no.
Ya en la clínica, me encontraba en el consultorio de Paulo comentando algo acerca de una cesárea con la que teníamos problemas administrativos con la obra social, cuando llegó Claudia. Laura entró a anunciarla y como si tuviera un resorte, me levanté de mi asiento y le di un beso a mi esposa tras lo que le dije a Paulo que continuábamos después y salí. Ví que Paulo se quedaba un poco sorprendido, quizá porque no sabía que Claudia me había pedido hacerlo sola. Habrá pensado que me volví loco.
Cuando todo terminó, nos desencontramos. Al llegar a mi despacho Martha me dijo que ella me había estado buscando pero se había ido porque tenía a los chicos en la casa de una amiga. Así es que no se nada de ella; quizá vos te hayas enterado antes que yo de cómo fueron las cosas. Si sabés algo, por favor contame, así sé a qué atenerme cuando llegue a casa.

Ana Paula -

Querido Gastón: estate tranquilo por favor y no tomes la decisión de Clau a mal, se que te duele y hasta te molesta, para ella fue muy difícil tomarla, yo la llame el viernes para tratar algunos asuntos, todo esto antes de que vos me lo pidieras, le pregunte como le había caído el hierro, rompió a llorar y me dijo que se sentía fatal, le dije que iba a buscar a los chicos para que ella estuviera tranquila, no aceptó, me dijo que prefería tenerlos en casa para no estar sola, la note bastante deprimida, me pidió que fuera a verla porque necesitaba hablar conmigo, así que tome camino, lleve algunas cosas para que los chicos jugaran mientras yo podía platicar con ella, mientras organizaba con los chicos los juegos, Clau salió corriendo al baño sin decir nada, salió poco después, y me dijo que nunca pensó que el efecto que le harían las pastillas seria así, estuvimos charlando un rato de cómo se sentía, resumido dijo, que eras un sol y que le había encantado la iniciativa de que le pidieras a Paulo que le permitiera tomar las pastillas, me dijo que no sabía cómo iba a tomar Paulo la situación, que seguramente la mandaría pinchar de nuevo, rompió a llorar inconsolable. Yo le dije que seguramente Paulo haría eso, pero que pensara que era por su bien, que aunque duelen muchísimo la iban a ayudar a estar en perfectas condiciones para embarazarse de nuevo, que pensara en el nuevo bebe y también en Franco y en Facundo, que la necesitaban bien, le recomendé que hablara contigo y también con Paulo para que llegaran a un acuerdo, me dijo que esperaría hasta el lunes para hacerlo, le dije que aprovechara cuando fueran a cenar a casa para hablar con Paulo, me dijo que no era el lugar ni el momento que lo vería el lunes en su consultorio para hablar con calma, le dije que como ella quisiera pero que a mi parecer entre más pronto mejor, la animo un poco saber que solo le falta la mitad del tratamiento, de la decisión de que fuera Paulo el que la va a pinchar, no me entere sino hasta que después de cenar cuando me acompañaron Sil y Clau a poner el café, nos contó que cuando llego al consultorio con Paulo y él le confirmo que debía volver a las inyecciones tomo la decisión, a sabiendas que te ibas a enojar, pero que no soporta verte sufrir cada vez que la vas a pinchar, que ella no puede evitar hacer escenas a fin de evitar que la pinches, le dolió mucho tomar la decisión , cuando nos comento que quería ir sola a que la pincharan, nos sorprendió muchísimo, le dijimos que tal vez no era la mejor opción , que siempre se necesita el apoyo de la pareja para esas cosas, yo le recordé que hacer un bebe es cosa de dos y que esto lo estaba haciendo para poder ser madre de nuevo, que no te dejara fuera y que no estuviera sola, nos respondió que solo iría sola a la primera porque quería probarse a sí misma que podía hacerlo, que eso aun no te lo decía, sabía que lo ibas a tomar mal, pero que esperaba que la apoyaras en su decisión y que la mimaras mucho después de cada inyección. Animo querido amigo!!!!
En un rato subo el encuentro con Paulo y lo de la cena ya que de momento tus hijos están en casa mientras Clau fue a la clínica.

Gastón -

Querida Ana Paula: aquí va mi versión de la cena del sábado. Seguramente habrá muchísimos detalles que se me escaparon dados los hechos que a mí, particularmente, me tenían atento. Te ruego que completes el relato con todo aquello que se me haya escapado.

Habíamos quedado en encontrarnos a las 21 en la casa de Paulo y Ana Paula. Llegamos 15 minutos tarde porque no fue sencillo sacar a los chicos de sus juegos y Claudia, que no se siente bien con las pastillas de hierro, tampoco está tan enérgica como de costumbre.
Ni bien Ana Paula nos abrió la puerta, el aroma de la paella inundó nuestras fosas nasales. Claudia, tomándose la boca con la mano, salió corriendo al baño. Simón y Silvia fueron llevados a la rastra por los chicos para jugar. Jero y Sofí, que no conocían a Simón, al principio estaban un poco tímidos pero luego de ver a Franco y Facundo revolcarse con el tío, se unieron felices a incrementar el griterío.
Yo me dirigí directamente al baño y cuando estaba por abrir la puerta para ver cómo estaba Claudia, Paulo me paró y me dijo “Tú ve a darle una mano a Ana Pau. Yo me ocupo de Claudia. No te preocupes”.
Ana Paula me empujó hasta la cocina, donde estaba Laura y me la presentó formalmente. Ella me dio un cálido abrazo y fue hasta el comedor a preparar cosas en la mesa.
“Perdón, Ana Pau. No te ofendas pero voy a ver a Claudia”
“Gastón, dale un rato a solas con su doctor. Yo entiendo tu preocupación pero a lo mejor ella necesita conversar con él”
“Bueno, pero puedo acompañarla”
“Gastón, te lo digo por experiencia. Aunque Paulo no lo sepa, yo tengo oportunidad de hablar con mi doctor a solas” y guiñándome el ojo agregó “¿Tú entiendes, no? No sé si hubiera podido decirte que temía que me dieras más inyecciones estando él presente. Hay cosas que se hablan con el marido y cosas que se hablan con el doctor. ¿O en parte no fue eso lo que le dijiste cuando le propusiste que otro tratara sus temas de salud?”
“Te parece?” y me asomé al pasillo donde vi que Claudia salía del baño y Paulo, pasándole el brazo sobre los hombros le hablaba con suavidad y la conducía rumbo al consultorio.
Yo parecía un león enjaulado, iba y venía por la cocina intentando hacer las cosas que Ana Paula me pedía con la intención de mantenerme ocupado.
Al rato apareció Paulo en la cocina y me dijo, sonriendo por la situación, “Ya está bien. Le di algo para la náusea y le dije que se quedara descansando hasta que le hiciera efecto”
“Puedo ir a verla?” pregunté, como veo todos los días que hacen los familiares de los pacientes.
“Desde luego, hombre! Ve!”
Fui casi corriendo hasta el consultorio y cuando entré la vi a Clau acostada boca abajo en la camilla. En ese momento comprendí que el “le di algo para la nausea” significaba que le había puesto un antiemético inyectable.
“¿Cómo te sentís, rubia?”
“Mejor; con dolor de cola, pero mejor”
“Pobrecita! Dónde?” y mientras me mostraba con la mano el cachete derecho, le empecé a hacer suaves masajes.
“¿Te dolió mucho?”
“Paulo tiene buena mano, pero el reliverán arde un poquito…”
“Ahora te vas a sentir mejor. Qué te dijo del hierro?”
Se levantó despacio y terminó de arreglarse la ropa de pie.
“Y…! lo que ya sabemos… vuelta a las inyecciones…”
La abracé en señal de apoyo.
“No sé cómo decirte… No quiero que te ofendas…”
“Qué, mi cielo? Por qué me voy a ofender?”
“Le pedí a Paulo que me las ponga él”
“Pero, por qué?!”
“ves? Yo sabía que te ibas a enojar!” me dijo casi llorando.
“No! No me enojo pero no entiendo…”
“Gastón, vos te sensibilizás con lo que me pasa porque me amás. Y como te tengo confianza te hago las escenas que te hago porque no me las quiero dar. Y vos tratás de que no sufra y me seguís en las ganas de no pincharme, pero mirá cómo terminó lo de las pastillas…”
“Pero pensé que te había hecho bien que te lo propusiera…”
“Claro que me hizo bien!. Y te lo agradezco” me dio un beso. “Pero no era lo que había que hacer… con Paulo no tengo tanta confianza y no me voy a animar a armarle un escándalo. Es como obligarme a dármelas…” estaba otra vez al borde de las lágrimas.
La volví a abrazar porque sentí que ella lo necesitaba, necesitaba mi apoyo también en esto, pero no terminaba de convencerme la idea; no por Paulo, desde luego, sino porque no quisiera que la inyectara yo.
“Vamos, que nos deben estar esperando” y la tomé de la mano.
“Esperá!...” me detuve y la miré. ”Mirá que igual voy a necesitar que me consueles”. Le dije que sí, más bien con poco ánimo, todavía golpeado por la decisión de Claudia.
Fuimos hasta el comedor donde ya Paulo estaba intentando que todos se acomodaran en la mesa. Ana Paula y yo tuvimos que poner orden con nuestros hijos que no querían dejar al tío Simón, quien tampoco hacía demasiado esfuerzo para que lo dejen. Pienso que le va a hacer bien distraerse porque lo de Carlónimo lo tiene bastante ensimismado y lo de los comentarios de terceros, muy enojado. Ana Paula enseguida sirvió la paella para que no se enfriara. Cuando comenzamos a comer se hizo un profundo silencio, señal de que todos estábamos extasiados degustando el manjar que Paulo había preparado para agasajarnos.
Cuando llegó el ofrecimiento de repetir el plato, todos aceptamos gustosos, incluida Claudia que con el efecto de las pastillas de hierro hacía casi tres días que no probaba bocado. Paulo se levantó haciéndole señas a Ana Paula de que iría él a servir; al pasar al lado de Claudia le dio un beso en la cabeza y agregó sonriente “Parece que a mi paciente favorita le ha retornado el apetito. Eso es bueno”
Verdaderamente, lo pasamos fantástico. Nuestros nuevos amigos son unos anfitriones de excelencia y, a más de la paella, habían preparado una serie de platos dulces para el postre que nos dejaron al borde del colapso digestivo.
Entrada la madrugada seguíamos conversando animadamente. Finalmente el agotamiento nos venció también a los adultos (los chicos hacía larguísimo rato que estaban tirados en el lugar donde los había agarrado el sueño) y nos despedimos.
Cargamos a nuestros chicos en el auto, aún dormidos y nos dispusimos a volver a casa a acostarnos. A mitad de camino Claudia tomó coraje y me dijo lo último que quedaba de su decisión y que, evidentemente, hasta ese momento no se había animado “Gastón… no quiero que te enojes…”
Ya no dije que no me iba a enojar porque no sabía que otra sorpresita iba a tener de parte de Claudia, sólo la miré.
“El lunes, cuando vaya a la clínica a que Paulo me pinche…” hizo un silencio, seguramente buscando la forma de continuar “quiero ir sola…”
Suspiré y respondí “OK”.
El resto del camino lo hicimos en absoluto silencio.




Gastón -

Querida Ana Paula: entiendo que estés muy ocupada; igual estoy yo resolviendo temas de la clínica. Lo que te pido es que hables con Claudia; está llorando como loca porque hoy empezó con las pastillas de hierro y por lo que me dijo por telefono no paró de tener náuseas y vomitar todo el día. Te imaginarás cómo está pensando en cuál va a ser la indicación de Paulo.
Nos vemos mañana, hace muchísimo que no como paella.

Ana Paula -

Querido Gastón: he seguido tus indicaciones a fin de evitar que Paulo te pida me mandes intramusculares, sigo encerrada en casa no saldré hasta el lunes, también estoy muy ocupada acomodando todo para el encuentro de mañana y atendiendo a mis hijos, no creo tener tiempo de redactar el maravilloso encuentro que viví ayer con Paulo sino hasta el domingo a la noche o el lunes temprano, prometo hacer un esfuerzo para contarlo a la brevedad. Los espero mañana con una rica paella, una de las especialidades de Paulo. Por cierto , no podrás negar que Clau sabe consolarte aun sin que te pinche, así deberías de hacer vos con ella y dejarla con la cola contenta.

Querido Simón: como dije anteriormente hable con Sil, respecto de la comida de mañana en casa, pero no quise dejar de hacerlo personalmente con vos, por favor no falten, tengo mucha ilusión en recibirlos a todos, y que mis hijos sean participes del tío súper héroe.

Joel -

Lo que acaba de ocurrir aquí me recuerda la novela “Crónica de una muerte anunciada” del gran colombiano Gabriel García Márquez. Todos sabían lo que iba a ocurrir con Carlónimo, pero nadie movió un dedo para evitarlo. Es un triunfo de la desfachatez y de la incompetencia. Muchas felicidades a todos! Yo también me largo antes de que me embarren.

Gastón -

Pobres, con tan poco descanso! las cosas poco a poco se irán acomodando.
Cuando regresamos a casa y Claudia hubo acostado a los chicos, tiempo que aproveché para escribir, nos fuimos al dormitorio. Cuando ella se estaba subiendo el pantalón del pijama la detuve "A ver... dejame mirar" y palpé y observé sus nalgas.
"Ay! Qué pasa? tengo moretones del hierro?"
"no. Estaba viendo que tenés la cola contenta" y le di una palmadita suave.
Se rió y preguntó "Qué es la cola contenta?"
"Así!. Una cola que no va a tener más pinchazos de hierro. No sé qué vas a hacer ahora"
"Por?"
"Si no hay inyecciones, no hay consuelo"
"Qué malo que sos! A mí me dolía mucho!"
"Querés que probemos un consuelo sin motivo?"
Me abrazó y como única respuesta bajó su cabeza hasta me pene y comenzó a chupármelo. Cogimos suave y despacio.

Hoy tengo actividades fuera de la clínica todo el día, así que no me voy a enterar nada de Laura. Por favor, ni bien tengas noticias sobre sus vacunas contame. Además, tampoco me contaste, como habías prometido, cómo fue ese deseado encuentro con Paulo.
Por otra parte, lo de los antibióticos orales está bien pero no te olvides de tomarlos porque me parece que Paulo en ese caso, no va a dudar ni un segundo en pedirme que te vuelva a recetar intramusculares.

Ana Paula -

Gastón en verdad no sé como agradecerte no hacerme pinchar de nuevo, en verdad mi culo te estará eternamente agradecido, pero te agradezco mas el tiempo que me dieron para estar con mi marido.
¿Qué te pareció el pequeño celoso que tengo por hijo? Paulo no me creía que Jero me hace escenas de celos cuando un hombre que no conoce se me acerca, es terrible pero me divierte mucho, me encanto Facundo orgulloso dando cátedra a Jerónimo de la profesión de su padre. Ya me estoy preparando para cuando pidan tener una mascota, no creo que tardemos mucho en tener un cachorro en casa, tanto a Paulo como a mí nos encantan los perros, la que seguramente está sufriendo mucho con Caty, Sofí puede ser un tanto brusca por la emoción que le provocan los animales. Te confieso que te veías muy bien cargando a una nena, hubo un momento en el que estaban Clau, tus hijos y tú con Sofí en brazos y la estampa era hermosa.

No te equivocaste al predecir que no podríamos estar tranquilos a la noche, Sofí justo cuando acabábamos de quedarnos dormidos, despertó y de inmediato rompió a llorar al no reconocer el lugar en el que estaba, Salí eyectada de la cama para calmarla, pero se le alboroto el sueño, se puso a platicarme todo lo que hizo con Clau, te puedo asegurar que es su más grande admiradora, me dijo que la maquillo , la peino, jugaron a las muñecas, hornearon galletas y no sé qué tanta cosa más, a mí se me cerraban los ojos , pero ella con sus manitas me los abría para que la escuchara, después recordó que me había traído una galletita de las que habían horneado, me pregunto qué en donde estaba porque me la quería entregar, fuimos a ver a Paulo para saber donde había dejado la galletita luego que la acostó , cuando dijo que se la había comido casi lo mato, Sofí armo un berrinche , diciendo que era para mí y le preguntaba enojada a su padre por que se la había comido, como pude la calme no sin antes prometerle que mañana hornearíamos galletitas , la acosté de nuevo y le leí un cuento hasta que se quedo dormida. Volví a la habitación y me acurruque junto a Paulo, que me rodeo con sus brazos caí dormida enseguida, estaba muy cansada de todo el día, no habrían pasado más de dos horas, cuando Jero llamaba al otro lado de la puerta diciendo que había un monstro en su habitación, le pedí a Paulo que lo acompañara, cuando iban a medio pasillo Jero vino a buscarme para que yo fuera también, revisamos todo para su tranquilidad cuando terminamos se acostó de nuevo , pidiéndome a mi quedarme con él hasta que se hubiera dormido, me tenía tomada de la mano, cuando se durmió con cuidado solté su mano y volví a la cama un rato , así que bueno que tuvimos tiempo a la tarde de estar juntos.

Estando recostada sobre el pecho de Paulo, antes de dormir, me dijo “Tal parece que hoy tanto Clau como tú se salvaron de los pinchazos y nos dejaron a Gastón y a mi sin el privilegio de pincharlas, son muy malas”, “No mi amor, ustedes son muy buenos y nos quitaron los pinchazos”

Voy a aprovechar que los chicos están durmiendo una siesta, para dormir yo también por que estoy agotada.

Gastón -

Querida Ana Paula: acabo de volver a casa y mientras Claudia acuesta a los chicos dejo plasmados los hechos.

Antes de ir a casa pasé por la farmacia y compré el hierro para Claudia. Cuando llegué fui presentado formalmente a tus hijos por los míos y me comunicaron gritando al unísono que habían horneado galletitas y que Claudia estaba haciendo pizza para la cena. Te confieso que ver venir caminando por el pasillo a Sofí con la pobre Caty colgando de sus brazos me enterneció y me hizo pensar en lo lindo que sería tener una nena. Te advierto que después de estos días en casa se te viene el pedido de mascota y ni te cuento cuando conozcan a Beauty, la perra de Simón y Silvia.
Mientras los chicos jugaban un rato más al tiempo que la pizza estaba lista, fui a la cocina y le dije a Claudia que buscara en el bolsillo de mi pantalón porque tenía algo para ella. Ella metió la mano en la profundidad y, habiendo captado la picardía, tanteó haciendo que no encontraba nada. En el tanteo me manoteó varias veces el pito que estaba listo para dispararse, pero nos contuvimos. Sacó la caja con las pastillas de hierro y me abrazó como hacen mis hijos cuando uso la misma treta para darles figuritas o alguna golosina.
Comimos de lo más tranquilos y tuvimos que convencer a los chicos de que ya era muy tarde y tenía que llevarlos. La tarea fue dura y llegamos a un acuerdo intermedio: los llevaba pero todos me acompañaban. Así que allí nos fuimos Claudia, Franco, Facundo, Jero, Sofí y yo. Ni bien subimos al auto Claudia te llamó para avisar que estábamos yendo. En el camino Sofí se quedó dormida sin soltar la galletita que te llevaba. Los otros tres bandoleros seguían despiertos y atentos.
Cuando llegamos salió a abrirnos Paulo. Me alegré de ver que estabas bien abrigada, después de todos los desarreglos que hiciste en estos días. Los chicos se abalanzaron sobre vos y Paulo tomó a Sofí en sus brazos y la llevó a acostar a su cuarto.
“Ana Paula, es tarde y quiero que descanses. Te reviso y nos vamos rapidito” saqué del bolsillo el estetoscopio y fue graciosísimo ver a Jero interponerse entre nosotros con cara de pocos amigos. En realidad nadie le había dicho que soy médico y no terminaba de entender la situación. Franco, que porque tiene 6 años cree que puede darle cátedra a los demás, le dijo con aire de superado “Mi papá es doctor y vino a curarle la tos”
Casi nos morimos todos de risa cuando, después del alarde de bravura para proteger a su madre, Jero le contestó “¡Aaaaaah! Vamos a jugar!”
Paulo me invitó a pasar a su consultorio “Lo vas a estrenar” me dijo orgulloso.
“De ninguna manera; no corresponde que yo estrene tu consultorio” le dije sintiéndome un poco culpable porque me acordé que el de la clínica se lo estrenamos con Simón.
“Faltaba más! Es un honor que seas tú el que lo estrene”
Nos encaminamos hacia allí y Claudia le dijo a Paulo “Andá, Paulo. Yo me quedo con los chicos”
“No, Claudia! Estuviste a cargo de mis hijos todo el día, te corresponde descansar”
“Pero si son divinos! Andá a acompañar a tu mujer que te necesita más que los chicos” señalándole a Jero que jugaba sin atender a la presencia de los adultos.
Paulo le apretó la mano en señal de agradecimiento y vino tras nosotros.
Cuando llegó al consultorio ya estabas sentándote en la camilla y por un momento noté tu duda acerca de qué hacer a continuación. Tenías puesto un pulover y la cosa no te pareció tan simple como el otro día, que sólo te desabrochaste dos botones. Un segundo después decidiste, con turbación, sacarte el sweater. Yo opté por evitarte el malestar y te detuve en la intención. “No, dejá, Ana Paula. No te saques, no quiero que tomes frío. Permiso” e introduje con delicadeza la mano debajo de tu ropa. Al contacto frío del estetoscopio te estremeciste. “Perdón, está frío” Escuché tu pecho moviendo el esteto a los lugares estratégicos para conocer el estado de tu corazón luego del esfuerzo respiratorio. Retiré la mano y volví a meterla por detrás. Noté la tensión en tu espalda.
“Ana Paula, ¿por qué tan nerviosa? Si no te aflojás, voy a terminar tratándote por una contractura” Nos reímos, Paulo y yo con ganas; vos, nerviosa. No me contestaste. En tu lugar lo hizo Paulo “Está nerviosa porque teme que le vayas a mandar más inyecciones”. Te pusiste colorada como un tomate y enfurecida le replicaste “Paulo!”
Te pedí que respiraras profundo y que tosieras un par de veces. Quité el estetoscopio de tu espalda y retirando los audífonos de mis oídos te tomé la mano “No te preocupes, preciosa. No más pinchazos”
Intervino Paulo “Pero Gastón, ¿has visto la tos que tiene aún?”
Noté cómo te tensabas nuevamente y apoyé mi mano en tu rodilla para darte una señal tranquilizadora.
“Sí, pero la tos está flojita. Los bronquios están bastante despejados, cosa rara con el poco caso que hizo a mi indicación de hacer reposo” y te miré reprobadoramente. “vas a seguir 5 días con antibióticos; vas a tomar un comprimido cada 12 horas”, dije mientras escribía la receta.
No sé qué dirás vos pero me pareció que Paulo estaba un poco contrariado, vos sabrás cómo resolver eso.
Paulo salió primero del consultorio rumbo al living a encontrarse con Claudia. Cuando estaba por salir yo me alcanzaste y me dijiste al oído “Mi culo te estará eternamente agradecido”
De nuevo tuvimos que convencer a los chicos de que era hora de irse. Cuando finalmente logramos estar todos dentro del auto para partir, Claudia me dijo “Esperá Gastón, que le tengo que decir algo a Paulo!” se bajó y corrió hasta la puerta y escuché como, mientras lo abrazaba, le agradecía el permiso para tomar las pastillas de hierro.

Ana Paula -

Wow, entonces más me vale apurarme, no esperaba que llegara tan temprano, seguro que los mensajes hicieron efecto, fui un tanto directa, el ultimo que le envié decía “Me urge echar un polvo contigo, te espero desnuda en la cama, no tardes”, me contesto “Por Dios tapate, recuerda que estas enferma y no debes enfriarte, cuando llegue el momento de desnudo yo, me apuro.”
Me voy que debo apurarme a estar lista. Hable con Clau para saber de los chicos, me dijo que están felices haciendo galletitas, le pedí que me llamara nada mas salgas con los chicos para estar presentable y lista para que me revises.

Simón -

Querida Ana Paula: lamentablemente no puedo darte un método para ablandar la intransigente posición de Carlónimo. Tampoco voy a decirle nada a él; me conoce lo suficiente como para saber lo que pienso y siento en este momento. Aunque tengo mis serias dudas de que le importe.

Gastón -

Querida Ana Paula: decile a Paulo que antes de salir de casa los llamo, así no los sorprendemos. No te preocupes.

Además, si no me informaron mal, Paulo ya salió para tu casa y a mí todavía me falta un rato largo: tienen tiempo. Como te conozco, hagan tranquilos, no te preocupes porque Claudia está con los chicos porque hablé recién con ella y dijo que está todo genial, entretenidísimos y casi ni se nota que están. Los hizo cocinar galletitas y si queda alguna, te la llevan de regalo a la noche.

Ana Paula -

Pues al parecer querido amigo Gastón, eso era precisamente lo que necesitaba Clau, me alegro que se lo hayas dado así.

Ana Paula -

Pues al parecer querido amigo Gastón, eso era precisamente lo que necesitaba Clau, me alegro que se lo hayas dado así.

Ana Paula -

Querido, me parece genial la idea de estar realmente a solas con Paulo, que más quisiera yo que comieran más de una pizza, para que el consuelo no sea tan corto ya que siendo objetiva, seguramente los chicos me darán la noche por el nuevo cambio y es verdad que no podremos estar tranquilos, veremos cómo reacciona Paulo a la noche, seguramente estará distraído pensando en que llegaras en cualquier momento, sabes que es un hombre muy cabal y la idea de ser sorprendido por su jefe no creo que le guste mucho , pero prometo hacer mi mayor esfuerzo por lograr una buena faena, ahora mismo empezare a enviarle mensajes para ir calentando la situación. Muchas gracias y si espero que a la pobre de Lau no le vaya mal con Martha y me cuente como fue, no entrara en detalles pero de lo que me entere te digo.

Gastón -

Me olvidaba; lo del consuelo no fue nada especial. Sólo seguí las indicaciones de mi buena amiga Ana Paula: paciencia, ternura y muchos mimos.

Gastón -

Querida: pobre Laura si se encuentra con la jeringa implacable de Martha! Si debe pincharla, dudo que me vaya a hacer el relato a mí, es más factible que lo obtengas vos a través de Laura.
De todos modos, las noticias no pasarán de mañana porque Martha es muy veloz en cumplir mis indicaciones.

Paulo me dijo que esta noche iba a volver temprano a tu casa considerando que estuviste todo el día de mudanza y que dejaría para mañana por la noche quedarse a encontrarse con los médicos de su servicio que aún no lo conocen.
Entonces, ¿Te parece que demore un poquito a los chicos (no mucho, digamos el tiempo que podemos tardar en comer una pizza) y así están un rato realmente solos? Si están un poco alborotados por los cambios, dudo que a la noche puedan estar tranquilos.

Ana Paula -

Querido Gastón: ante la insistencia de ver cómo va mi salud, te espero a la noche en casa, estoy muy nerviosa por el diagnostico, no me quiero pinchar mas, se que vas a decir que me comporto peor que una niña, pero en verdad me duele mucho la cola. Estoy segura de que Paulo no me dará escapatoria, si en caso de que sea necesario, me mandes pinchar de nuevo. Te adelanto que estrenaras el pequeño consultorio que estoy adaptando para Paulo, todavía le falta mucho a la casa, me la estoy llevando muy tranquila siguiendo tus consejos, te agradezco que me acerques a los chicos, así ni Clau ni yo salimos.

Respecto de los de Paulo, entiendo que Clau lo cele, ella fue su primera paciente y seguirá siéndolo y tendrá más privilegios que cualquiera, de eso yo me encargo. No me gusto la actitud de Paulo, al hacerlo de mala gana, pero comprenderás que no puedo reñirle si no es él el que me comenta la situación, espero que no le caigan mal las pastillas a Clau y pueda seguir de esa manera su tratamiento. Hace un rato que vino por mis hijos me contó, que habías sido tú, él que le había propuesto las pastillas, no sabía aun la decisión de Paulo, seguramente después me contará, me conto también que le diste un consuelo fantástico después de la inyección, que la contuviste muy bien y te mostraste muy tierno, no entramos en detalles, porque los chicos rondaban alrededor de nosotras.

Lo de Martha me parece una buena idea, Laura la conoció ayer que se integro ya a trabajar con Paulo después de instalarse en su departamento, hoy no fue a la clínica por que tuvo que ir al Ministerio de Salud para arreglar algunos trámites, está feliz de estar en Buenos Aires, me ha dicho que tiene algunos parientes en la Argentina que hace muchos años que no ve, entonces se está dando a la tarea de contactarlos para reencontrarse. Me ha dicho que Martha es una mujer encantadora, que se porto de maravilla con ella, al ser las dos las personas de mayor confianza para ustedes, compartieron confidencias. Martha le advirtió a Lau, que las enfermeras de la clínica tienen debilidad por los médicos, que se debía de andar con pies de plomo y cuidarle muy bien las espaldas a Paulo. Ayer cuando fue a verme al hotel me conto todo esto y le pedí su ayuda para cuidar a Paulo, también se mostro preocupada, porque Martha le dijo que esperaba que tuviera sus vacunas al corriente, ya que en caso de no tenerlas se vería en la penosa necesidad de ponerlas al día.

De los comentarios tratare de hacer caso omiso de ellos, gracias por tu apoyo. Un último favor te quiero pedir, que seas tú el que relate el encuentro de esta noche, en la que espero que las cosas salgan bien y me des luz verde para hacer mi vida normal, también espero que esta noche Paulo me pueda consolar, ya que AL FIN ESTAREMOS SOLOS!!!!!!!!!!!!!, prometo yo contarte el consuelo a cambio.

Gastón -

Querida Ana Paula: no te sientas mal por los comentarios; no voy a aceptar críticas de quienes no participan. Si creen que pueden hacer mejor las cosas, que escriban y ayuden a modificqaar el rumbo si el que llevamos no les gusta. Por otro lado, si vos no hubieras entrado aquí, no sé si hubiera podido seguir con esto.

Por otra parte, e intentando volver a mis carriles normales, no soy exagerado, veré objetivamente tu estado y decidiremos qué hacemos con tu tratamiento. Sos una mujer sensata y no dudo que, si es necesario, accederás a continuar con el tratamiento, cosa que espero que no sea necesaria, pero vía internet no puedo escucharte respirar.

Lo de Martha es simple: dadas sus preferencias sexuales, le molesta sobre manera que las chicas anden revolcándose indignamente detrás de los hombres, más si son casados, más si son amigos míos. No digo que lo cuide más que Laura (a quien estoy ansioso por conocer el sábado), sólo digo que por ahora, ella conoce mejor que Laura a las candidatas a incomodarte.

Anoche, mientras le ponía el hierro a Clau y veía con el corazón retorcido su sufrimiento, le ofrecí preguntarle a Paulo lo de las pastillas. Mejor ni te cuento la alegría que, como vos predijiste, le dio ver que yo la apoyaba en esto.
Hace un rato hablé con él que aceptó de mala gana el cambio; me dijo lo que yo ya sé: que las pastillas de hierro caen muy mal al estómago y que actúan muy lentamente. Pero entendió lo que le sucede a su primera paciente en Buenos Aires y accedió a probar. Hablando de eso, me causó mucha gracia la reacción de Claudia cuando la llamé para anunciárselo; le dije que había ido al consultorio de Paulo, que me había atendido ni bien terminó con la primera paciente. Primero lloró de alegría por las pastillas y después ¡hizo una especie de escena de celos porque Paulo estaba con una paciente! Finalmente aceptó que sentía que por ser su primera paciente aquí tenía privilegios y que las demás competían con ella. Me causa mucha gracia porque lo cela a él todo lo que no me cela a mí. Menos mal, porque vivir con Claudia celosa, con lo temperamental que es, sería imposible.

Mientras escribía esto, Claudia me llamó por teléfono y me dijo que había ido a buscar a tus chicos para que terminaras de acomodar las cosas de la casa tranquila por la tarde. Así que cambiamos los planes: a la nochecita, cuando vuelvo de la clínica, te los alcanzo con el auto y aprovecho a revisarte, así te evitás salir mañana con el frío.

Ana Paula -

Querido Carlónimo, no tienes nada que agradecer, eso y más te mereces, fuiste tú en especial, el que me motivo a escribir, no lo hago bien, pero me ayuda a expresarme, en verdad algún día me gustaría tener la facilidad que tú tienes para escribir de hechos inesperados, me da mucho pesar tu partida, eres y seguirás siendo una parte muy importante de este blog, que tanto nos ha dado a muchos. Un último favor te quiero pedir, ya que dices que nos seguirás leyendo, te pido que nos saludes aunque sea de vez en cuando para saber se ti (me encantaría que comentaras y participaras activamente, pero al decir que tu decisión es irrevocable, respetare esa decisión con mucho dolor), no nos abandones del todo. Te mando un beso muy grande y nos vemos en el casamiento de Simón.

Querido Gastón: encontraste la canción precisa para el momento que estamos viviendo, estoy bastante desconcertada por la partida de Carlónimo, que si bien ya no estaba participando tanto como antes, tenia los comentarios precisos en el tiempo preciso, eso para mí era un gran apoyo.
Desde que leí su decisión varias cosas me andan rondando en la cabeza, siento que fue a partir de que yo irrumpí en el blog, que se han suscitado varios comentarios, que siento que van dirigidos a mí, al decir que esto se ha convertido en algo aburrido. Estoy muy triste por el modo en el que se están dando las cosas.

Querido Simón: tú que conoces mejor que nadie a Carlónimo, por favor dime que podemos hacer para ablandarlo un poco y que no nos deje.

Olvide aquello,
Que una vez pensaba
Que nunca acabaría
Nunca acabaría
Pero sin embargo terminó.

Gastón -

HORRIBLE NOTICIA. Querido Carlónimo: No voy a decir que no me lo palpitaba en el fondo del corazón; nos diste muchos indicios de que esto sucedería. Lo que me tortura es que digas que "Ustedes ya tienen un escenario muy suyo y a la medida"; me hace sentir que hemos transformado este espacio, tuyo por propio derecho, en algo que no te es reconocible y con lo que no podés identificarte. Además, entiendo el significado de "irrevocable" y es lo que más me duele.

Querida Ana Paula: había entrado para contestarte el último comentario pero al encontrar la "más explícita" respuesta de Carlónimo a Simón, me quedé un poco descolocado. Luego, al recuperarme lo necesario, te digo lo que te tenía que decir. Perdón.

Finalmente, y haciendo uso de un recurso que aprendí, como tantas otras cosas, de mi hermano Simón, voy a musicalizar las impresiones del momento para ver si puedo procesarlas.

http://www.youtube.com/watch?v=dokgY_2Pd78&feature=related

Carlónimo -

Querida Ana Paula, gracias por tu cálido comentario que se añade a algunos otros del mismo talante que me has dedicado y que hablan muy bien de ti como persona. Te agradezco de todo corazón las atenciones que me dispensas. Entrañables Simón y Gastón. Amigos todos. Como ya les expliqué, siguiendo un impulso muy personal voy a estar ocupado tanto en mi ámbito profesional como en el desarrollo de nuevas vías y formas de expresión, lo cual me dificulta seguir incorporando relatos en este blog, excepto los que se deriven de la próxima boda de Simón. Esa es mi decisión irrevocable. Ustedes ya tienen un escenario muy suyo y a la medida. Les sigo leyendo, así que no me voy del todo. Reciban un fuerte abrazo muy sincero y afectuoso. Y nos vemos, primero Dios, en septiembre.

Ana Paula -

Gastón estate tranquilo por lo menos lo que resta de la semana, según lo poco que comento Clau dijo que la sorpresa te la daría o el fin de semana o a principios de la próxima según se presentaran las cosas.

De lo de verte el viernes, te confieso que no me gusta nada la idea, no es por ofender pero ustedes los doctores son bastante exagerados, Paulo asegura que necesito prolongar el tratamiento, pero en verdad yo me siento bien, he respondido bien al tratamiento, ya no tengo fiebre y he seguido tus indicaciones casi al pie de la letra, he guardado mucho reposo cosa que no ha sido fácil por el terrible dolor en la cola, te pido que por favor seas benevolente conmigo el viernes y no me hagas pinchar mas, te prometo seguir tranquilita en casa y solo salir el viernes para ir a la clínica. Espero en verdad que Paulo acepte darle las pastillas a Clau, por que la pobre está sufriendo mucho, hoy cuando vino a buscar a los chicos, me pidió que le deseara suerte para el pinchazo de la noche, me confesó que no puede dejar de pensar que todavía le faltan mas, ya que a cada paso el dolor en la cola se lo recuerda, también me dijo que te iba a comentar lo de pedirle a Paulo el cambio, y que en verdad esperaba que la apoyaras, le alegrara saber que es así cuando seas tú el que se lo proponga.

Respecto de lo de Martha, no veo como una mujer que ni siquiera conozco y que no es de mi entera confianza tal como lo es Laura, pueda ayudarme a espantarle a Paulo a todas las lagartonas que lo persiguen.

Querido Carlónimo: por favor no te vayas, sé que no nos conocemos mucho pero, te pido la oportunidad de hacerlo, en verdad todos aquí necesitamos de tus relatos y de tu retroalimentación que según mi parecer nos ayuda a seguir.

Simón -

Sí, querido! No te hagas el gracioso; me acuerdo perfectamente de Anna y desde luego que está invitada. Vos sabés bien a qué me refiero.

Carlónimo -

Querido Simón ¿ya no te acuerdas de Anna, la preciosa madrileña que el año pasado estuviera aquí y que fuera mi novia? Al marcharse por segunda vez dijo que regresaría para acudir a tu boda. Entonces la estoy invitando a que, de no tener inconveniente me acepte como su acompañante ese día.

Gastón -

Ay, Ana Paula! con lo que mne decís de que Claudia me está preparando una sorpresa me dejaste mordiéndome las uñas de la intriga.

Me alegro de que te sientas mejor, de todos modos, el viernes quiero volver a verte para evaluar la evolución de tu estado; no te ofendas, pero temo que estés diciendo que estás mejor para evitar que te vuelva a pedir que te pinches o te indique más reposo.

Lo de Martha quiere decir que, si temés tanto que las enfermeras anden persiguiendo a tu marido, ella puede ser tu quinta columna y cuidar las espaldas de Paulo; seguro que lo hará Laura pero hasta que ella esté completamente integrada al personal de la clìnica, Martha puede ser de ayuda.

En cuanto a las inyecciones de Claudia, le voy a proponer que le pida a Paulo pasar a pastillas ahora que ya se dio varias; veremos qué opina el doctor.

Veremos también qué le contesta Carlónimo a Simón, que estaba bastante enloquecido con el tema.

Ana Paula -

Gastón, me olvide de algo ¿a qué te referís con que Martha puede ser una gran aliada?

Ana Paula -

Queridos les cuento que hoy a la mañana llego Claudia con Silvia a visitarme, llegaron con los chicos así que mis hijos se pusieron felices de poder jugar con sus amigos, Jerónimo ya está muy bien integrado con ellos, Sofí al ser mujer es más delicada y quiere ponerlos a jugar a las muñecas cosa que ellos no hacen y la otra se frustra y comienza a llorar, me impacto Sil que al verla llorar se levanto de la mesa y fue a jugar con ella, Sofí le pidió que la peinara y a Claus que la maquillara, por momentos las dos estaban encima de Sofí haciendo su voluntad, cuando la dejaron ya muy arreglada y por demás contenta, se reunieron conmigo, les pedí palomitas y sodas a los chicos y les pusimos una película para que estuvieran tranquilos los cuatro mientras nosotras charlamos, se nos fueron las horas hablando, cada tanto Clau y yo nos levantábamos del asiento por qué no podemos sentarnos con comodidad, Clau se mostro bastante consternada por el pinchazo de hoy, dice que tiene la cola a la miseria y todavía le faltan 7 piquetes mas, casi al borde de las lagrimas nos conto que aunque se las pones con cariño y le haces mimo y le das un consuelo que le encanta y la ayuda a sobrellevarlas , no sabe si las aguantara. Tanto Sil como yo ya vivimos eso, le dijimos que tenga paciencia, yo le dije que hable con Paulo tal vez pueda espaciarlas más o dárselas por boca, me dijo que no estaba segura que tu aceptaras Gastón y que a ella le urge estar embarazada lo más pronto posible, tanto que después de que se las aplicas, parte del consuelo que pide es que la cojas y la embaraces, lo que provoco las carcajadas de Silvia y mías. Nos conectamos muy bien, charlamos de infinidad de cosas, comprobamos las tres que nos sentimos como amigas de toda la vida, compartimos confidencia e intimidades, yo les platique que estoy desesperada por estar a solas con Paulo, me urge tiempo con mi marido para charlar, para besarnos, abrazarnos y también para hacer el amor. Las dos de inmediato se ofrecieron a quedarse con los chicos para que yo tuviera ese espacio, tuve que negarme de momento ya que los últimos días los chicos han despertado a media noche sobresaltados y al no reconocer el lugar comienzan a llorar y a llamarme, le dije que más adelante seria yo la que se los pediría y le dije a Clau que también el día que ella quisiera podrían dejarme a los chicos en casa, si querían salir de viaje o algo , yo feliz los cuido, me adelanto Gastón que está preparándote una sorpresa y que iba a necesitar de mi ayuda, no entro en detalles y aunque lo hubiera hecho no te los diría. Las chicas también me ayudaron con asuntos de la casa, Clau le pidió a Silvia traer un muestrario de telas para las cortinas, entre las tres las seleccionamos, con Sil estuvimos charlando de la profesión, en verdad entre más las conozco más ganas tengo de quedarme a vivir aquí y forjar una buena amistad con ellas. Hace un rato se fueron, ya que aprovechando que Silvia tuvo día de descanso, irían de compras, casi muero de la envidia por no poder salir, acordamos que la próxima semana iríamos las tres, le dije a Clau que me dejara a los chicos para que ellas fueran tranquilas, acepto, así que de momento estoy con los cuatro chicos.
He notado un cambio favorable en mi salud, afortunadamente la fiebre no ha regresado cosa que es buena señal, yo creo que con la sorprendente inyección de esta mañana voy a tener suficiente, y no voy a necesitar prolongar el tratamiento, lo que si es que mañana nos mudamos a la nueva casa, ya llegaron los muebles y por teléfono di instrucciones de acomodo, no sé como habrá quedado, hoy a la tarde Laura ira con Paulo y quedaron de traerme fotografías para verlo, también aprovecharan para ir al supermercado a comprar las cosas básicas mientras yo puedo salir, estoy segura que el cambio beneficiara mi salud.
Por cierto ya hable con las chicas de la comida del sábado, accedieron, así que nos vemos el sábado.

Respecto del último comentario de Carlónimo, me desconcerta bastante , yo también lo siento como despedida, cosa que no me gusta nada, espero en verdad que cambie de actitud y vuelva más renovado que nunca , me encantara conocerlo en el matrimonio de Silvia y Simón.

Simón -

Querido Carlónimo: respecto de tu pregunta, por supuesto que sigue en pie la invitación al casamiento, el 25 de septiembre.
Respecto de lo otro, no sé si no entiendo o no quiero entender, podrías ser un poco más explícito?

Querida Ana Paula: Lamento tus dolorosos pinchazos y también lamento que por estar en el hotel Paulo no pueda consolarte como corresponde, pero si querés que Gastón cumpla tu deseo de seguir el tratamiento por vía oral, seguí sus indicaciones. Es un médico excelente pero no hace milagros!

Gastón -

Querida Ana Paula: te agradezco el relato, ahora comprendo por qué Martha le hace bromas a Paulo, fundamentalmente recordándole los refuerzos. Es implacable, lo que me garantiza que mis órdenes se cumplan; vos sabés que en todos los ámbitos laborales hay quienes quieren hacer las cosas a su aire.
Por ella no te preocupes, corrés más peligro vos que él, porque como ya conté, a Martha le gustan las mujeres; además, aunque así no fuera, jamás se fijaría en un hombre casado, es una mujer con códigos. Tenela en cuenta, puede ser una gran aliada.

En otro orden de cosas, ¿qué opinión te merece el último comentario de Carlónimo? Hablé telefónicamente con Simón y me dijo que esta tarde intentaría entrar y leerlo él mismo, antes de opinar.

Ya no recuerdo lo que pasó con la segunda inyección de hierro de Clau, pasaron muchos días y vamos por la quinta. Te cuento la del lunes:

Cuando acostamos a los chicos Claudia estaba muy callada.
"Qué te pasa, mi cielo?"
Me abrazó "Es que llegó la hora. Me vas a pinchar y no doy más" y empezó a lagrimear.
La estreché con más fuerza; no sabía que decirle. Comencé a caminar despacio hacia el dormitorio aún con ella entre mis brazos. Ella me siguió sin oponer resistencia, iba com oveja al matadero. Te juro que hubiera preferido que se rebelara.
Se acostó boca abajo sin decir palabra. Preparé la jeringa y me senté en el borde de la cama. Mientras le bajaba la ropa para descubrir sus nalgas, suspiré y dije casi sin darme cuenta "Hoy me toca pinchar colas en todos lados"
"A quién más pinchaste?" dijo un poco mosqueada.
"Ah! no hablaste con Ana Paula?"
"No, qué pasó?" Todo esto mientras ya le había desinfectado el cachete correspondiente y le clavaba la aguja. Estaba concentrada en lo que le decía y se relajó.
Mientras comencé a inyectar el líquido, lo que le produjo una contracción involuntaria del músculo, le expliqué de tu estado de salud y del antibiótico que tuve que ponerte.
"AU!" se quejó mientras yo terminaba de hacer entrar el líquido "Pobre! los antibióticos duelen mucho! Si está tan mal, mañana la llamo para ir a buscar a los chicos y que descanse" Se llevó la mano al glúteo para masajearse. Le retiré la mano y le dije "Dejame a mí. Yo te hago masajitos. ¿te dolió mucho, linda?"
"Sí" fue lo único que contestó.
"Me siento re-mal... ¿qué hago para que se te pase?"
Sin cambiar de posición me dijo "Cojeme y embarazame"
Me desvestí rápidamente y arrodillándome a su lado le dije "Hablando de eso... hoy fui a buscar los resultados del espermograma y se los llevé a Paulo"
Guardé silencio. Ella se impacientó y me apuró.
"Y?! qué pasó?"
"Está todo normal; en cualquier momento hacemos un bebé" y diciendo eso penetré por detrás en su vagina. La vibración que el movimiento producía en sus nalgas era sensual para mí, pero doloroso para ella así que no dejé de acariciarselas hasta que terminé. A ella le costó un poco más de tiempo llegar, por lo que me mantuve dentro de ella, al mismo tiempo que pasando mi mano por debajo le estimulaba el clítoris. En el momento del orgasmo susurró "Te amo"

Ana Paula -

Querido Gastón: Perdón pero no me puedo quedar quieta , la verdad es muy difícil hacerlo con dos niños pequeños y tenerlos todo el día dentro de la habitación del hotel es imposible, es solo por eso que hoy fui a la casa para tratar algunos detalles y podernos mudar lo más pronto posible, hoy la verdad avance muchísimo, fui muy bien abrigada para evitar los cambios bruscos de temperatura y volví muy rápido para descansar, bueno eso lo hice porque me llamo Paulo y me echo la bronca porque está preocupado por mí , tanto que aprovecho la hora del almuerzo para venir a verme, cuando llego tenía fiebre así que la bronca fue peor, y como es imposible dejar a los chicos solos en una habitación estamos los cuatro en la misma, así que no tenemos tiempo a solas y de tener intimidad ni te cuento, aparte por la infección no puedo besarlo siquiera a fin de evitar que se contagie, estoy en verdad desesperada.
Cuando llego Clau a buscar a los chicos Paulo seguía aquí y se encargo de decirle a Clau que había ido a la casa a ver todo para agilizar la mudanza y ella también me riño diciéndome que le hubiera llamado para que me ayudara y también me dijo que debo cuidarme para que la recuperación sea mas rápida ,nada más salir ella con los chicos Paulo me tomo la temperatura y descubrió que tenía 39°, me puso el supo y espero un poco para que se me bajara la fiebre y salió preocupado rumbo a la clínica, no ha parado de llamar.
Ahora que ya me siento un poco mejor y ya que estoy la mar de aburrida por el encierro aprovecho para contarte lo de las vacunas de Paulo.

El sábado cuando ya por fin los chicos se habían dormido, Paulo y yo nos sentamos a conversar un rato, note que se sentaba con cierta incomodidad, no paraba de moverse.
“Mi amor como te fue en México, arreglaste todos los pendientes”
“Si corazón, ya entregue la casa e hice todo lo que faltaba, me fue muy bien, ya moría de ganas de ver a los chicos, los extrañaba mucho, ellos a nosotros creo que no mucho”
“¿Por qué dices eso mi amor?”
“Porque querían quedarse en casa del tío Jorge para siempre, lloraron muchísimo al despedirse de él y de Andrea que también pidió vacaciones para ayudarle a cuidarlos, me pidieron quedarse unos días más, se ve que los dejaron hacer su voluntad, salieron cargados de regalos”
“Bueno amor eso no quiere decir nada, yo también ya moría por verlos”
“Y a ti mi amor como te fue mientras no estuve”
“Bien preciosa, el jueves después de dejarte en el aeropuerto fui con Gastón a jugar al futbol, lo pase genial, y ayer estuve prácticamente todo el día en la clínica arreglando algunos asuntos administrativos y a la noche fui a cenar a casa de Clau y Gastón, lo único que no me gusto de que no estuvieras es que no tenia nadie que me hiciera mimos después de las 4 vacunas que me pusieron, me duele mucho la cola ¿me la mimas?”
“¿Quién te puso las vacunas?, ¿Por qué no esperaste a que llegara para que yo te las diera?, ¿Por qué andas enseñando la cola a cualquiera” y así seguí acosándolo con preguntas.
“Ana Pau, para ya , las vacunas son parte de los trámites para entrar a la clínica, me las dio la jefa de enfermería y no me dio salida, me dijo que era una orden del director de la clínica y que ella se encargaría de que la cumpliera”
“Le hubieras dicho a Gastón que te las diera, sabes que no me gusta que las enfermeras te vean las nalgas, luego van a andar hablando de tus cachetes por los pasillos y aparte cuatro es un exceso, ¿Todas te las dio en el culo?”
“Si mi amor todas, pero no te enojes preciosa, no tuve escapatoria y la verdad no puedo molestar a Gastón por cosas sin importancia como esta, él tiene muchas responsabilidades como para pedirle que tras de todo me de las vacunas para que tú no te pongas celosa de una enfermera”
“ Pero estoy segura que él hubiera aceptado con gusto, ¿ Dime esta bonita esa mujer? ¿Te gusto como te las dio?” le dije bastante enojada.
“Muñeca, no me hagas una escena de celos por esto, es parte de mi trabajo, no sé si es bonita o no , sabes que yo solo tengo ojos para ti mi cielo” se acerco para abrazarme, mientras lo apartaba le dije” Ahora resulta que no te fijaste, seguramente es muy bonita y no me quieres decir, y suena muy trillado eso de que solo tienes ojos para mi, por favor Paulo no me quieras ver la cara de idiota”
“Ana Pau, en verdad lo único que vas a lograr con esa actitud es que ya no cuente nada, por favor no te pongas así, que quieres que haga para que ya no estés enojada, acabas de llegar y ya estamos discutiendo por cosas sin importancia”
“Quiero que me cuentes todo tal cual paso”
“Que mas da como pasaron las cosas, lo importante es que me duele la cola y quiero que me la mimes”
“Para mí es importante saber cómo fueron las cosa y hasta que no me cuentes no hay mimos, así que como quieras”
“Está bien, te voy a contar como fueron las cosas para que te quedes tranquila y me hagas mimos. Yo estaba en mi consultorio arreglando algunos asuntos cuando llamaron a la puerta, era Martha la jefa de enfermería, que venía a darme la bienvenida y a ponerse a mis órdenes en caso de que necesitara algo relacionado con su área, me comento que durante mucho tiempo había trabajado bajo las ordenes de Gastón y que a partir de que él tomo la dirección de la clínica la había ascendido de puesto y que le estaba muy agradecida, después de charlar un rato y de hacerle algunas preguntas relacionadas con el personal de enfermería de mi área, me dijo que tenía orden directa del director de la clínica de revisar los expedientes del personal médico y de comprobar que sus inmunizaciones estuvieran al día y que en caso de no estarlo , poner todo al corriente, que ya había revisado mi expediente y que este arrojaba que me faltaba la Triple viral, Hepatitis B, Tétanos y la de la Gripe y con un “Comprenderá doctor que debo cumplir las instrucciones del doctor Straroff” iba sacando del bolsillo de la bata las jeringas
“Por supuesto Martha, es importante que el personal médico de la clínica este al corriente en sus inmunizaciones” le dije al tiempo que levantaba las mangas de la camisa.
“Me disculpara doctor, pero las partidas que mando el laboratorio son intramusculares y se las debo dar en la cola”
“¿Todas?” pregunte un tanto atemorizado.
“Si, doctor todas, así que por favor aflójese el pantalón y recuéstese en la camilla, comprenderá que tengo mucho trabajo y debo volver pronto” “fue bastante firme en sus indicaciones”, “Mi amor es una mujer que impone mucho, te confieso que me dio miedo contradecirla, ya que estaba parada jeringa en mano esperando impaciente.”
“Y luego que paso”
“Pues me acosté en la camilla, ella me bajo la ropa hasta el comienzo de los muslos, palpo los dos cachetes , me pidió que me aflojara , desinfecto con alcohol y me dijo “ la primera es la triple viral, arde un poco” y sin avisar me pincho, al sentir la sustancia entrar no pude contener las quejas, lo que provoco la risa de Martha que solo me dijo “Ay doctor no es para tanto, no me diga que se va a quejar con todas si todavía nos faltan 3 y solo le adelanto que todavía le faltan dos que molestan bastante” , “Perdón Martha pero no me gustan las inyecciones y está en verdad arde bastante” , “Bueno doctor vuelva a aflojar, la segunda es la Hepatitis B y también arde, relájese bien” y volvió a pincharme ahora en el otro cachete, en esa me contuve mucho mas, no quería que fuera a hablar de mí con las otras enfermeras de mi comportamiento frente a una aguja, después me dijo que seguía la de Tétanos, en esta mordí la manga de mi camisa porque me ardió bastante, y finalmente me puso la de la gripe esa ni la sentí, me volvió a limpiar con alcohol y me subió la ropa, me incorpore rápidamente y comencé a vestirme torpemente mientras Martha hacia algunas anotaciones en una carpeta que supongo seria mi expediente. Me extendió la mano y se despidió de mi con un “Doctor lamento mucho haberlo hecho sufrir, no debió contenerse tanto esta mas rojo que un tomate por todo el esfuerzo que hizo por no quejarse, no se preocupe que nadie sabrá lo que paso aquí, nos vemos en un mes para los refuerzos, muchas gracias por ayudarme a cumplir con mi trabajo.”
“Gracias Martha , agradeceré su discreción y espero que el tiempo pase bastante lento para volver a tener un encuentro cercano con usted, porque le confieso que aunque usted tiene muy buena mano, no sé cuando podre volver a sentarme con comodidad” salió con prisas de mi consultorio, una vez que cerró la puerta no pude evitar llevarme las manos a las nalgas y comenzar a masajearlas, como no me podía sentar aproveche para ir a ver a Gastón para tratar algunos asuntos.
“Que mujer mas sádica mi amor, pobrecito de ti, ven aquí que te mimo, perdón por la escena de celos, estoy segura de que no podrías fijarte en una mujer así”
“Claro mi amor no seas tontita, y aparte a la que amo es a ti, me traes loco y lo sabes, me gusta que me celes pero poquito”
“Déjame ver si no te dejo morado”
“No me dejo morado, tiene buena mano pero no me hizo siquiera masajito, y todavía me duele mucho la cola, me haces mimitos”
“Si corazón acuéstate y te hago” le baje un poco la ropa y comencé a hacerle mimos, después el empezó un jueguito que tuve que parar por que los chicos podían despertarse, resignados a la abstinencia por presencia de niños nos acostamos a dormir.

He tenido varias interrupciones a lo largo de la tarde, Paulo no ha parado de llamar, también estoy arreglando varias cosas de la casa por teléfono ya que no me dejan salir y me tienen aquí recluida, después volvieron los chicos del paseo con Clau, llegaron felices a contarme todo lo que hicieron pero afortunadamente también llegaron bastante cansados así que acostarlos no fue un problema, ahora estoy esperando que vuelva Paulo de la clínica, en la última llamada me dijo que iba a entrar a una cesárea que tenía un colega y que le había pedido que lo acompañara dado que veía que tendría algunas complicaciones, o algo así , la verdad es que tanto medicamento me tiene bastante distraída, pero no quería dejar de colgar el relato
Querido doctor, en el remoto caso de que tengamos que prolongar mi tratamiento, se que cumplirás con tu palabra al dármelo por boca, recuerda que quedamos que solo tres inyecciones, yo mañana estaré todo el día descansando para que el sábado ya esté bien, y así puedan ir a comer a la casa, me niego a que no lo hagan, de ser necesario Paulo cocina y asunto solucionado.
Por favor cuéntame cómo le fue a Clau con el segundo pinchazo de hierro, hoy al volver me iba a platicar pero los chicos nos interrumpieron.

Gastón -

En el día del amigo, querido amigo Carlónimo: decís que no sucede nada para inquietarse, entonces ¿por qué lo que decís suena a despedida?

Carlónimo -

Querido Fer, muchas gracias por todas tus atenciones. Puedes estar tranquilo. Como ves, las participaciones siguen.

Querido Gastón, muchas gracias por recordarme. No te preocupes no me sucede nada que sea de inquietar. Por el contrario, me ocuparé en el desarrollo de nuevas vías y formas de expresión. Esa es mi pasión y quiero seguir cultivándola. Desde luego que seguiré leyendo sus relatos.

Ha sido un placer tratar con todos y cada uno de ustedes, en especial con Simón, quien fuera mi entrañable compañero durante muchas jornadas inolvidables ¿Lo de tu boda sigue en pie, amigo? Si fuera el caso y me invitas, no me la perdería.

Y DE REALIZARSE, QUIERO INVITAR A MI ENTRAÑABLE AMIGA ANNA A QUE ACUDA CONMIGO. EN ESE MARCO PODRÍAMOS CERRAR CON DIGNIDAD UNA IMPORTANTE PÁGINA DE NUESTRA VIDA. ES ALGO QUE NOS DEBEMOS. TÚ TIENES LA PALABRA, QUERIDA ANNA.

Gastón -

Querida Ana Paula: por favor, sé una buena paciente y descansá. Hace mucho frío y no está para que andes por ahí; no me gustaría tener que prolongar tu tratamiento y creo que a vos tampoco. No me parece buena idea que el sábado ya estemos en tu casa, estás teniendo mucha actividad y estás enferma, aunque te resistas a aceptarlo. No fuerces el cuerpo que ya está bastante vapuleado por el estres del viaje.
Claudia me llamó para comentarme que te iba a llamar para pasar a buscar a los chicos para pasear por Buenos Aires así vos descansás un poco; por favor, decile que sí.

Ana Paula -

Querido Gastón: ¡feliz día para ti también!, ya me siento un poco mejor, ayer a la noche otra vez tuve fiebre y tu querido amigo Paulo se encargo de tomármela por la vía que sugeriste y también de ponerme el supositorio, y hoy a la mañana antes de irse a la clínica me puso la segunda inyección de antibióticos, así que como comprenderás no me puedo sentar con comodidad.
Lo de ir a buscar a los chicos tan pronto fue en parte por no darle más molestias a Clau y por irme directamente al hotel a descansar, cosa que no pude hacer por que los chicos estaban muy inquietos, Jerónimo insistía en volver a casa de Facundo a jugar, porque se lo paso genial, yo también les comente que viviríamos muy cerca y que se verían tan seguido como quisieran, ambos me preguntaron que cuando nos mudaríamos a la nueva casa, según van las cosas yo espero que el jueves ya podamos dormir ahí, así que el sábado los espero a comer a todos, ya hablare con Clau y Sil para ponernos de acuerdo.
De las vacunas que le dio Martha a Paulo espero tener algo de tiempo en la tarde para contarte, porque ahora mismo estoy en la casa nueva viendo algunos detalles.

Gastón -

El día de la inyección que nos puso Simón llegué a casa muy tarde. Los chicos ya dormían y Clau estaba recostada de costado en el sillón del living viendo televisión. Me agaché a darle un beso.
"No estás incómoda en esa posición, mi vida?"
"Trato de no apoyar el cachete que me pinchaste ayer porque no sabés lo que me duele"
"¿Todavía te duele tanto? A ver... dejame que te miro" le bajé un poco la ropa y palpé la parte superior del glúteo mientras ella se quejaba "Despacito, Gastón! duele!"
"Pero está muy bien, linda. No tenés moretón y está blandito. Se te va a pasar rápido, no te preocupes"
Exhaló sonoramente y resignada me preguntó "Me vas a pinchar ahora o querés comer primero?"
"Hoy no te pincho, te toca mañana. Paulo dijo que día por medio, así que si mañana te la doy en el otro cachete, se te va a ir bien el dolor para la próxima vez"
Se reanimó, está verdaderamente preocupada por estas inyecciones. Me abrazó "Qué buena noticia!"
"Igual, antes de comer, me gustaría darte un poquito de consuelo. No te voy a pinchar, pero como todavía te duele el pinchazo de ayer..." y la tomé por la cintura. "Te gustaría?"
"Me encantaría. Vamos al dormitorio"
"perdemos mucho tiempo. Quiero acá." Y la empecé a desvestir.
"Pará, Gastón! Si se llega a despertar alguno de los chicos es un desastre! Vamos a la cama"
"Ufa! Vamos, rápido!"
Corrimos riéndonos y la desvestí mientras ella trataba de cerrar la puerta.
La arrojé sobre la cama y pegó un gritito; me puse sobre ella y comencé a estimularla. Intentaba concentrarse pero se revolvía incómoda.
"Así no puedo. Me duele la cola cuando la apoyo. Cambiemos de posición" y me empujó dejándome debajo de ella. Se sentó sobre mi pelvis y me estampó un beso fogoso en los labios. Se bajó y arrodillada a mi lado me lamió un poco el pene, hasta que consideró que estaba a su gusto. Luego se sentó sobre él y su vagina lo engulló completo de un solo movimiento.
"Ah! Ahora sí!" deijo con los ojos cerrados
Comenzamos a movernos acompasadamente y cuando la calentura llegó al extremo puse mis manos en sus nalgas, empujándola hacia abajo, para hacer más profunda la penetración.
"Ay! la cola!"
Y riéndonos, eyaculé profusamente. Rápidamente se bajó y se acostó a mi lado. No dijo nada pero se que fue para evitar que la gravedad hiciera salir mi semen rápidamente de dentro de ella y así tener más posibilidades de embarazarse.
Luego de un rato fuimos a comer para luego descansar hasta el día siguiente en que yo llevaría a los chicos al colegio para estar un rato con ellos, ya que el día anterior casi no me habían visto.

Gastón -

Queridos todos: aquí hoy es el día del amigo, así que FELIZ DIA PARA TODOS!!!!

Querida Ana Paula: ¿cómo te sentís? ¿mejoró algo el malestar luego de la inyección? de verdad lo lamento, pero en el estado en el que estás son necesarias. Tampoco hacía falta que fueras a buscar a los chicos tan rápido, Claudia me dijo que intentó convencerte de que los dejaras y fueras a descansar pero fue inútil. Me dijo también que son encantadores; Sofí la dejó loca y le prometió que la próxima vez te pedirían permiso para que la maquille con sus pinturas ya que cuando la nena las vio le pidió disfrazarse. Facundo se quedó llorando porque "se quedaron un ratito cortito" y para calmarlo, Claudia le explicó que vivirían muy cerca de casa y podrían verse todas las veces que quisieran; terrible error, ahora pide verlos cada 10 minutos!.

Luego te cuento lo del consuelo del día de la inyección de Simón (que además, quedó vengada por mi querida Silvia!) pero por favor, no te olvides de contarme lo de las vacunas de Paulo porque bromean con Martha sobre el tema y como no se qué pasó me pierdo la diversión.

Ana Paula -

Querido Simón, que bellas canciones escogiste para Sil, me encanto el detalle de los pañuelos y de volver a conocerse, lamento mucho que te haya dolido tanto la inyección, pero tu dolor ayudo a que Silvia disfrutara tanto.
Hoy a la mañana muy temprano fui a casa de Gastón a dejar a los chicos, de inmediato los chicos hicieron migas y salieron corriendo del salón para ir a jugar, yo me quede con Clau y Sofí tomando café, después de un rato Clau le extendió los brazos a Sofí para cargarla, mi hija se desprendió de mi y se fue feliz a los brazos de Clau, me despedí de ellas , no sin antes darles indicaciones a mis hijos respecto de su comportamiento, lo que provoco que Clau soltara una sonora carcajada.
Al llegar a la clínica fui directamente al consultorio de Paulo como habíamos quedado, no lo encontré ahí y amablemente una enfermera me llevo al lugar donde Gastón estaba presentando a Paulo al personal, no quise interrumpir así que me quede en la parte trasera del auditorio esperando que concluyera la ceremoniosa presentación , Gastón y Paulo estaban sentados en el estrado, Gastón hizo la introducción y leyó el curriculum de Paulo, lo que sorprendió a más de uno, después Paulo tomo la palabra y agradeció a Gastón la oportunidad, y presento algunos proyectos que tiene en mente para desarrollar en la clínica, todos le dieron una calurosa bienvenida, y cuando por fin termino todo ellos vinieron a reunirse conmigo, Paulo aprovecho para presentarme con algunos de sus nuevos colegas, salimos del auditorio y fuimos directamente al consultorio de Gastón para que me revisara, ellos tenían muchas cosas por hacer y yo tenía que volver a por los chicos.
Nada más llegar al consultorio, nos sentamos delante de Gastón, que me hizo varias preguntas para abrir mi expediente, después me indicó pasar a la camilla para revisarme, me senté en la orilla
“Ana Paula por favor desabrocha un poco tu camisa para poderte auscultar mejor” desabroche los dos primeros botones, reviso mi pecho y espalda. “Noto que tus pulmones están bastante congestionados, dime ¿has tenido fiebre?”
“Si, Gastón, llevo dos días con la temperatura un tanto alta, sobre todo en las noches me sube bastante y me siento fatal, yo pienso que solo es una fuerte gripa, ya que cuando me dan me tumban”
“Mi vida, deja que Gastón termine de revisarte y nos de él el diagnostico, recuerda que él es el médico” interrumpió Paulo.
“Tranquilo Paulo déjala que me cuente” dijo Gastón riéndose.
“Bueno linda dime has tomado algo para las molestias”
“Solo ibuprofeno para bajar la fiebre”
“Perfecto, por favor abre la boca y di “AHHHH” “obedecí su indicación lo que provoco un fuerte ataque de tos dada la irritación de mi garganta, de inmediato Paulo me acerco un dulce de miel para parar la molestia. Gastón fue a buscar un termómetro, lo puso bajo mi brazo, después de unos 3 minutos comprobó que tenía fiebre.”Mira Ana Pau, lo que tienes es una infección en las vías respiratorias, que seguramente se debe a los cambios de temperatura que has tenido últimamente, y se acrecentó con tu viaje a México. Te voy a indicar un antibiótico y un antiinflamatorio para reducir la molestia que tienes en la garganta, también trata de tomar muchos líquidos y para la fiebre te voy a indicar unos supositorios, ya que hacen efecto mucho más rápido, también te recomiendo que te tomes la temperatura por vía rectal ya que es la mas acertada, por otro lado me gustaría darte el antibiótico inyectable , serian solo tres inyecciones, una cada día ¿Dime querida que tal eres para los pinchazos, los aguantas bien?” dijo en un tono un tanto socarrón, logrando ponerme un poco nerviosa, se que lo hizo para disimular que nos conocemos.
“Pues de gustarme no me gustan, pero se me comportar” dije resignada
“Muy bien querida, entonces aceptas las inyecciones”
“Si no me queda de otra, lo acepto”
“Mi cielo es por tu bien, veras que muy rápido te vas a sentir mejor, yo me comprometo a dártelas” dijo Paulo tomándome de la mano en señal de apoyo.
“Pero es que tengo la cola a la miseria, desde el hierro que no paro y siempre las inyecciones de antibiótico duelen mucho” dije poniendo cara de niña a punto de romper a llorar
“Son solo tres y te aseguro que no te dolerán tanto si Paulo te las da” añadió Gastón mientras me guiñaba un ojo.
“Vale, acepto, pero solo tres ni una mas”
“Hecho, te parece si te doy la primera de una vez, porque seguramente Paulo estará muy ocupado todo el día “
“Pero puede dármela a la noche que llegue”
“Mi amor, no seas descortés con Gastón, que se está ofreciendo amablemente a dártela ahora para que te sientas mejor, ándate a la camilla”
“Perdón Gastón estoy bastante nerviosa y no me siento muy bien, por favor me la puedes dar de una buena vez porque tengo muchas cosas que hacer hoy y sintiéndome así no voy a poder adelantar nada”
“Claro que si linda, recuéstate en la camilla mientras preparo la jeringa” al poco volvió jeringa en mano, encontrándome sentada en la camilla.”Ana Pau por favor date vuelta y descúbrete un poco las nalgas” me levante, desabroche el pantalón y de un tirón lo baje hasta el comienzo de los muslos seguido de la pequeña panty que llevaba, me acomode en la camilla y hundí la cabeza en medio de mis brazos, preparándome para el dolor, palpo el cachete izquierdo en busca del lugar indicado, me limpio con el algodón embebido en alcohol. “Flojita para que no duela, respira profundo” al momento de inhalar clavo la aguja en un movimiento certero, apoyando su mano en mi nalga comenzó a inocular la densa sustancia, un dolor terrible me invadía, no podía dejar de quejarme, sentía las lagrimas rodar por mis mejillas, Gastón me instaba a calmarme, una vez dentro todo el liquido, me dio un leve masaje para distribuir bien la sustancia, me desinfecto de nuevo, me vestí rápidamente y no pude evitar llevarme la mano a la nalga pinchada y comenzar a masajearme, escuche de pie las últimas indicaciones dado que no me podía sentar, nos despedimos de Gastón agradeciendo sus atenciones, una vez fuera charle un rato con Paulo en el pasillo y salió rumbo a casa de Clau a buscar a los chicos, literalmente saque a Jerónimo llorando ya que no quería dejar de jugar con sus nuevos amigos y qué decir de Sofí que al irnos alejando de la puerta le mandaba besos a Clau y le gritaba “Adiosh Cla”.

Simón -

Querida Ana Paula: acá va el relato de lo que hicimos con Sil a mi regreso. Sin saberlo, ella vengó tus nalgas doloridas dejándome la mía a la miseria.
Por favor, cuando vuelvas de ver a Gastón, contame cómo te fue.

Durante todo el día estuve mandándole mensajes con música; algunas de las canciones que elegí para ella fueron

http://www.youtube.com/watch?v=8Ef8dpz6_eA

http://www.youtube.com/watch?v=mBxe6PsmIGw&feature=related

http://www.youtube.com
/watch?v=H5lMSjug7WY&feature=related

etc. porque le gusta mucho Diego Torres. No sabía el efecto que le estaban produciendo porque se ocupó prolijamente de responderme de manera neutra. Dudaba si no le pasaba nada con mis mensajes o si ella también estaba jugando un poquito conmigo.
Cuando llegué a casa la encontré cocinando para la cena. Estaba en pijama y me llamó la atención.
“¿Te pasa algo, mi cielo?” le dije luego de darle un beso.
“No, por?”
“no, digo, porque no me dijiste nada de lo que te mandé… y ahora estás así, en pijama…”
“Ah! Eso!. El pijama me lo puse porque es muy fácil de sacar!” y tiró el pantalón hacia abajo, quedando desnuda de la cintura hacia abajo. Sonrió maliciosamente. “Me preguntaba qué había pensado tu cabecita loca esta vez?”
“Mmmm… me parece que te estás mal acostumbrando…”
“¿Te parece una mala costumbre?” y me estampó un beso fenomenal.
La alcé en mis brazos y la llevé al dormitorio, que se encontraba completamente a oscuras. Cuando pasamos por la puerta intentó manotear la llave de luz pero se lo impedí con un rápido movimiento.
“No va a hacer falta luz, princesa”
“AH! Quiere decir que tenés algo pensado…”
“Claro!” y la deposité en la cama. Fui hasta la valija que había dejado en el living y traje dos pañuelos negros que compré en el aeropuerto. Preparé, además, una jeringa con mis vitaminas y la dejé sobre la mesa de luz.
“Linda, sacate la parte de arriba del pijama mientras me desvisto”
Ella obedeció intrigada. Me acerqué y comencé a taparle los ojos con uno de los pañuelos. Ella reaccionó mal. Me apartó y asustada gritó “No, Simón! No me ates!”
“Sil, esta escena ya la vivimos. ¿Te acordás en el Tigre? Yo sé que eso te angustia, así que no te voy a atar. Dejame que te ponga el pañuelo en los ojos. Después vos me los tapás a mí” Le aseguré bien el pañuelo y le pregunté “¿Ves algo? No me hagas trampa”
“No, Simón, no veo. ¿Qué querés hacer?”
“Shhhh! Poneme el pañuelo a mí” y se lo coloqué en las manos. Ella tanteó un poco para encontrar el lugar en la cabeza, previo pasar por el pecho y la cara. Se rió.
“te imaginás si te tocaba otro lugar?”
Tomé su mano de mi cabeza cuando terminaba de hacer el nudo y colocándola sobre mi pene, ya erecto, le pregunté “Vos decís ahí, por ejemplo?”
“AY! Cómo está!”
“Como me lo ponés vos… Te amo” y tanteando de nuevo, la besé. Bajé mis manos de su cara a sus pechos y ella, ya relajada, suspiró.
“Vamos a conocernos otra vez. Ahora así, sin ver” y comencé dando el ejemplo; recorrí todo su cuerpo en silencio. Sólo se escuchaba cómo se aceleraban nuestras respiraciones. Cuando la tenía casi a punto de caramelo, me acosté boca abajo y le dije que me pusiera la vitamina.
Bueno! Esperá que me saco la venda…”
“No! Así, sin ver”
“Pero te puedo lastimar, no veo dónde te pincho, Simón”
“Usá las manos”
Sentí rápidamente cómo exploraba mi espalda hasta llegar a los glúteos. Se detuvo ahí un largo rato masajeando y tanteando con los dedos el lugar adecuado.
“Ahí te parece?”
“Sí, me parece” y sentí entrar la aguja completa. Inspiré hondo dispuesto a que llegara el dolor del líquido. Cuando empezó a hacerlo entrar me acordé de Ana Paula y Simón y de sus nalgas pinchadas por mí.
“Ay! AY! Despacio, por favor”
“perdón, estoy por llegar, Simón! No puedo más”
“Llegá, mi cielo. Esa era la idea, disfrutalo!”
Y cuando llegó, gritó y sin darse cuenta, apretó de golpe el émbolo y el líquido que quedaba entró todo junto. No pude evitar gritar de dolor. Silvia cayó a mi lado, aún con espasmos. Cuando se recuperó se quitó el pañuelo de los ojos y al ver que aún tenía la jeringa enterrada en la cola dijo “Perdón! Perdón! Me dejé llevar! Soy un desastre, te dolió mucho…” retiró la aguja del cachete y me lo empezó a besar. Me dí vuelta de golpe y manoteando su vulva le introduje el pito velozmente. Ni un segundo tardé en llenarla.

Ana Paula -

Querido Gastón: seguramente mañana a la mañana nos vemos en la clínica, Paulo me comento que había hablado con vos para tratar algunos asuntos de la presentación de mañana y que había aprovechado para pedirte que me vieras. A la tarde me llamó Clau, para preguntarme como me había ido en el viaje con los chicos, de inmediato me pidió que te fuera a ver para que me revisaras al notar que no tengo voz, se ofreció amablemente a quedarse con los chicos mientras voy a la clínica, mis hijos están encantados de conocer a sus nuevos amigos, tanto que antes de venir Jerónimo me pidió comprarles algunos regalos, mismos que les entregaran a tus hijos nada más se conozcan. Clau se mostro muy emocionada de tener una chica en casa que le haga compañía, me comento que se muere de ganas de tener una niña, le dije que podría ir ensayando con Sofí, también quedamos que mañana me acompañaría a la casa para ver cómo va quedando, espero poder terminar con la mudanza antes del jueves para que el fin de semana vayan a comer a la casa.

Gastón -

Querida Ana Paula: Mañana por la mañana es la presentación formal de Paulo al personal y comienza oficialmente sus actividades; me gustaría que lo acompañaras y te veo esa garganta porque hay mucho germen circulando con el cambio de clima y no quiero que tu malestar pase a mayores. Por los chicos no te preocupes, podés dejarlos un ratito en casa ya que mis hijos están desesperados por conocerlos y jugar con ellos. Además, no tienen clases porque empezaron las vacaciones de invierno, así que sería una oportunidad ideal.

Del consuelo que me dio Claudia (sin saber que me estaba consolando porque te imaginarás que no le dije nada de la inyección de Simón) te cuento mañana tranquilo; de todos modos, nos consolamos mutuamente porque a la pobre todavía le dolía la cola de la inyección de hierro del día anterior. Y no me hace ninguna gracia que hayan empezado las clases para la graduación de marido-médico porque temo hasta dónde pueda llegar su iniciativa.

Ana Paula -

Querido Fer: muchas gracias por tu pronta intervención, yo al igual que Gastón me quedo aquí y me uno a su petición de conocer alguna historia tuya. Saludos

Querido Gastón: Yo al igual que tu respeto tanto a Claudia como a Paulo y por supuesto ti, no me mal interpretes al decir que no podre mirarte nuevamente a la cara, te pido me comprendas ya que es la primera vez que he vivido algo así y el rumbo de las cosas no fue exactamente lo que yo imaginaba.
Qué alegría ver que Clau retomo la iniciativa de graduarte como marido-medico, y que hayan retomado el curso de su relación de pareja. Paulo estará encantado de tenerla entre sus pacientes.
Por otro lado te agradezco que durante mi ausencia hayas cuidado de mi marido, me comento que el jueves lo paso genial en el futbol, que el equipo lo acogió muy bien, y que aunque su desempeño futbolístico deja mucho que desear comparado con el de ustedes lo paso muy bien, y que el viernes en tu casa lo paso fenomenal, me dijo que el al igual que yo tiene la sensación de conocerlos de toda la vida y que nunca espero que nos dieran una acogida tan linda.
Respecto de las vacunas que le puso Martha, después de insistirle bastante en que me contara con detalle y armarle una pequeña escena de celos, accedió a contarme todo tal cual paso, espero mañana tener tiempo de relatarlo, ya que de momento no me siento muy bien, los cambios de temperatura están haciendo estragos en mi garganta, ayer tuve una noche fatal, con fiebre y todo, me ha dicho Paulo que de seguir así, mañana mismo saca un turno contigo para que me revises, porque según él lo que tengo es una fuerte infección, pero la verdad yo me niego a tomar antibióticos.
Por favor no dejes de contarme cómo fue que te consoló Clau después del pinchazo en manos de Simón.

Querido Simón: De venganza nada, yo perdí una apuesta y pague la prenda, mis impresiones son las que ya comente, me desconcertó mucho el hecho de hacerlo en el consultorio de Paulo, para mi ese es un lugar sagrado, ello ayudo a desmotivarme un poco, en verdad estaba muy nerviosa, he de decir que tienes muy buena mano para los pinchazos, pero te confieso que me dolió mucho ya que me la pusiste en el mismo sitio en el que Paulo me la había dado poco tiempo antes, pero eso ayudo al consuelo, te lo agradezco por que fue genial, el encuentro en si me produjo muchas sensaciones desde culpa hasta placer, que desborde nada más ver a mi marido. Tal vez en mi relación de pareja nunca hemos sido de dominar al otro, es por eso mi desconcertación. No te sientas mal por que como bien dices no paso nada. Por favor cuéntame que hiciste con Silvia nada más regresar.

Simón -

Guauuuu! Qué sorpresón lo del espacio nuevo! Vamos a tener que escribir mucho, eh!

Querida Ana Paula: Espero que puedas contarme más detalladamente tus impresiones de nuestro encuentro. No creo que sea para tanto malestar, no pasó nada! de todos modos, me sentiría realmente mal si no solamente no lo disfrutaron sino que además se sintieron mal. En tal caso, me disculpo formalmente y pongo mis nalgas a tu disposición para que ejecutes la "venganza".

Por otro lado, siguiendo tus indicaciones, estuve todo el viaje mandando mensajes por mail a Silvia con canciones que tienen que ver con mis sentimientos hacia ella. Luego les cuento cuáles fueron algunas y qué se me ocurrió hacer al regreso.

Gastón -

Querida Ana Paula: en tu ausencia nos estamos ocupando de que tu esposo esté bien cuidado. Ayer ya me lo llevé a jugar al fútbol y lo presenté al grupo y esta noche cena en casa. El único problema que tuvo fue hoy en la clínica. Yo estaba trabajando en mi despacho y vino a verme para comentarme algunas cuestiones administrativas respecto de su nombramiento que requerían mi intervención. Cuando le ofrecí que se sentara para conversar tranquilos me dijo "Sabrás disculparme, Gastón, pero acabo de tener un encuentro cercano con Martha" y se llevó las manos al trasero. "Vino a buscarme para ponerme las vacunas que aquí son obligatorias; dos en cada cachete, prefiero no sentarme por ahora" Por obvias razones no podía pedirle detalles pero a lo mejor cuando ya estés por acá te cuente a vos el episodio.

Fer -

Lamentablemente he perdido correos anteriores y bases de datos por una avería informática, como no me escribáis vosotros no tengo forma de comunicarme con nadie. Mi correo es fer_anyway@yahoo.es

Gastón -

Por favor, hablalo con Carlónimo, porque no se bien qué es lo que le sucede...

Fer -

Hay al menos una capacidad de 700 mensajes más, esto calculo que alcanzará para que nos deseemos buenas Navidades en diciembre, más o menos. Pero no os vayáis!!

Gastón -

Bravo! Gracias! Sigamos el hilo!