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Relatos de azotes

Historia real: el spanking más duro de mi vida

Historia real: el spanking más duro de mi vida

Autor: Patty

 

Me gustaría comenzar este relato declarando que todo lo que se cuenta a continuación es totalmente verídico no hay nada inventado. Fue, tal cual pasé mi cumpleaños de este año 2012, de verdad y quisiera compartirlo con vosotros.

Soy una chica joven, de 27 años, del sur de España. Me encontraba en la capital española, haciendo un Máster, a pesar de que aún no había terminado la carrera, una licenciatura de 5 años. Me encontraba en mi octavo año de carrera, con una sola asignatura pendiente y haciendo el tonto sin estudiar para sacármela. El Máster era privado, por lo que si me encontraba en mi último año me dejaban acceder a él, con tal de que pagara las cuotas y así fue. Soy spankee de nacimiento, fue por eso que decidí hacer la especialización en sexología, para intentar comprender mejor todo este mundo spanko que tanto me fascinaba. Tuve la suerte de descubrir allí a unas amigas excelentes, sexólogas, que les fascinaban tanto como yo la sexualidad, por lo que no dudé en contarles mi pasión por el spanking. Aún recuerdo, estando en mi habitación del hotel, con 8 de ellas sentadas entre el suelo y la cama y yo narrándoles lo que a continuación os voy a contar…:

Ese fin de semana de mi cumpleaños, salimos todas las chicas de fiesta por Madrid para celebrarlo. Fue una noche de desfase: buena cena, mucho alcohol, mucha fiesta y muchos chicos. Yo como buena cumpleañera, tuve la oportunidad de probar a algunos madrileños. Esa noche o esa mañana, más bien, me acosté a las 9:00 de la mañana en el hotel, con mucha resaca y mucho sueño, pero a las 11:00 tenía que estar en pie. Puesto que a las 12:00, vendrían a darme mi último regalo de cumpleaños…

Mi regalo de cumpleaños se llamaba Iván, un chico guapo, educado, serio, cariñoso, estaba terminando el doctorado de su carrera… y con una vara en su mochila. Nos conocimos hace bastante tiempo por estas redes tan fantásticas que hay en Internet y después de un año y medio charlando, decidimos conocernos en la capital. Él era spanker y amaba tanto como yo el spanking, así que decidimos quedar para “charlar” de algunos temas pendientes que teníamos por ahí. Yo, a pesar de que me moría de ganas por conocerle porque ya había pasado a ser un amigo, la noche de juerga me estaba pasando factura por la mañana y a las 12:00 me quería morir del mal cuerpo que tenía.

Quedamos en el metro para dirigirnos a mi hotel y por el camino nos tomamos un café, necesitaba cafeína en vena para todo lo que me venía encima. Durante el café, hablamos un poco de todo, política, economía, de cómo va el país y de mis estudios… Me había matriculado de mi asignatura 6 veces y sólo me había presentado a 2 convocatorias. La última convocatoria fue dos semanas anteriores a mi cumpleaños y en lugar de presentarme, hice algo de lo cual ya no me siento orgullosa. Dije en mi casa que me iba al examen, cuando realmente a dónde fui es dormir a mi coche y cuando calculé la hora en el que habría terminado el examen, me volví a mi casa, diciendo que había hecho el examen y que el profesor lo había puesto muy difícil por lo que lo más seguro es que no lo aprobaría… Mis padres se lo creyeron y por el momento me salvé. No ocurrió lo mismo cuando se lo conté a Iván.

Después de tomarnos ese café, nos subimos a la habitación del hotel. Lo cierto, es que ésta estaba hecha un desastre, toda la ropa tirada, la maleta abierta, envoltorios de preservativos abiertos por el desfase de la noche… pensaba recogerlos para intentar dar una buena primera impresión, pero el mal cuerpo no me dejó. Llegamos, nos acomodamos y me dio mi regalo de cumpleaños. Estuvimos conversando un rato, muy tranquilos en la cama y él se levantó para ir al baño. Cuando volvió, traía en su mano mi cepillo de madera. En ese momento, me puse nerviosa, porque intuía que todo iba a comenzar ya. Todos estos meses atrás, me encantaba provocarle, diciéndole que tenía cara de ser un spanker blandito, que seguro que me aburría con sus castigos, que si no sabía imponerse, que se metiera en sus asuntos en cuestión de mis estudios… y un largo etcétera que se pasaron por mi cabeza en ese momento, porque claro no es lo mismo vacilar en la distancia, que cuando ya estamos los dos en las mismas cuatro paredes.

Sacó de su mochila la vara y la puso en la cama. Iván se sentó en la cama, de un tirón me bajó el pantalón y el tanga, al cual yo intenté no dejarme, quitándole las manos para que no me lo quitara, pero él fue más fuerte y me puso por la fuerza en sus rodillas. Empezó el castigo en ese momento. Comenzó azotando fuerte con su mano en el trasero, aunque era para ir preparando la zona, como un precalentamiento para lo que venía. Fueron pocos azotes, sobre unos 30 y después cogió el cepillo. A diferencia de la mano, este sí que dolía de verdad. Golpeaba fuerte, con ganas, ya que la verdad que me los merecía por floja y mentirosa, pero bueno, yo tenía que intentarlo y le decía que le recordaba que era mi cumpleaños y que no se pasara, que dolía mucho y que no pegara tan fuerte, a lo que hizo caso omiso y todo lo contrario, golpeaba más fuerte aún. Cayeron más de 50 azotes con el cepillo, incluyendo algunos azotes extras en las palmas de las manos por ponerla en el trasero para impedir los azotes ya que picaban mucho. Tengo que decir, que jamás me habían pegado en las palmas de las manos con un cepillo de madera y ¡duele un huevo! No sabía si me dolían más las manos o el culo.

Tengo que reconocer, que no sabía si era por el cansancio, la resaca, o el miedo a que estaba la vara ahí (nunca la había probado en “mis carnes” antes), que me porté bastante bien durante el castigo, ya que protesté lo mínimo, y eso que soy de las peleonas.

Bueno, continuo, me levantó de sus rodillas y pensé que me daría un descanso, pero todo lo contrario, me hizo que me pusiera en el borde de la cama, con el culo en alto, ese mismo culo que ya estaba bastante rojo por el cepillo. Me tumbé, diciéndole que no hacía falta más, que podríamos acabar aquí y escuché cómo se quitaba el cinturón. Se me cogió un nudo en el estómago cuando escuché la hebilla de la correa, me volví para mirarle y vi como doblaba el cinturón en dos. Cuando comenzó a azotarme con él, el primero no me dolió mucho, pero los 9 restantes sí que dolieron porque los aplicó con mucha fuerza. Sólo fueron 10 azotes porque este hacía mucho ruido y estaban limpiando nuestra planta del hotel y no quería levantar sospechas. En ese momento di las gracias de que hiciera mucho ruido, porque el cinturón también picaba que no veas. Puso el cinturón en su sitio y vi que quería coger la vara. Ya que no me daba descanso, le dije que antes que la utilizara quería tocarla primero para ver cómo era, aunque en realidad era para que me diera tiempo a respirar un poco. Aproveché cuando no estaba mirando para tocarme el culo y ya estaba un poco hinchado de los azotes.

No me dio mucho tiempo para recrearme y me obligó a que me tumbara de nuevo en el borde la cama. Tengo que reconocer que respiré hondo porque tocaba el turno de la vara. Sólo sabía de la existencia de la vara por videos de spanking que había visto, comentarios de otras spankees y todo lo que había leído y la conclusión era la misma: que era uno de los instrumentos que más duelen de todos. Recuerdo que sólo pensaba que tenía que aguantarlos sin llorar, porque soy muy orgullosa para eso, pero teniendo en cuenta que ya tenía unos cuantos azotes dados ya y el cansancio tenía miedo de no poder soportarlos.

Empezaron los azotes con la vara y jamás había sentido nada igual. Una quemazón increíble y dolor impresionante y eso que ¡sólo me había dado un azote! En ese momento, volví a respirar hondo y me agarré a las sábanas de la cama. Se me pasó el tiempo larguísimo, cuando siguió azotando con la vara. No daba descanso, pegaba fuerte y rápido y ahí sí que empezaron las quejas y las súplicas. Dolía muchísimo y sólo deseaba que se terminaran. En tres ocasiones tuve que poner la mano en el culo porque no podía aguantar más dolor. Cada vez que ponía la mano, me pegaba en la palma con el cepillo. Él me decía que no pusiera la mano y harto de que la pusiera, la tercera vez que la puse, me dio 10 azotes tan fuertes con el cepillo en la mano que decidí no volverla a poner más por mucho que me doliera el culo ya que dolió muchísimo. Los azotes siguieron cayendo con la vara sin piedad, y yo ya le decía que me perdonara, que iba a estudiar pero que por favor que parara, pero nada, le daba igual. Ya no sabía a qué más sábana agarrarme para intentar aguantar el dolor. Más de 100 azotes me propinó en el culo con la estúpida vara. Los últimos 20 fueron más fuertes y más rápidos aún por lo que era un sufrimiento inmenso. Odiaba ese instrumento. Y pensar que en pocas horas tendría que coger el AVE de camino a mi ciudad natal ya que al día siguiente tenía que trabajar. ¿Cómo iba a aguantar las 3 horas de camino sentada todo el rato?

Por el fin el castigo terminó, me parecía increíble y menos mal porque no podía aguantar más tiempo. Me dijo que me había ganado un ratito de estar en el rincón. Odio estar mirando en el rincón, porque me siento como si tuviera 5 años. Tenía que estar con los pantalones y tanga bajados, de rodillas y con las manos en la cabeza para no poder tocarme el culo. Es super humillante tener que hacer eso. Mientras, él estaba tumbado en la cama vigilándome. Se me hizo eterno el tiempo de castigo en el que sólo pensaba que al día siguiente tenía que trabajar, cómo iba a estar sentada en el trabajo sin que se me notara nada… Después de ese rato que se me hizo interminable, me dejó levantarme, nos besamos y le pedí perdón por mi comportamiento irresponsable. Afortunadamente me perdonó y me tumbó en la cama de nuevo, ya que iba a echarme crema hidratante en el culo. Lo hizo con mucho cuidado, cosa que lo agradecí muchísimo porque me dolía montón.

Ya era tarde, así que nos pusimos a almorzar, él sentado y yo de pie porque no me podía sentar cómoda del dolor. Después de comer, comenzamos a besarnos apasionadamente. Senté a Iván en la cama, puse la habitación a oscuras y empecé a desnudarle mientras le besaba. Le pedí que se tumbara en la cama boca arriba y puse en mi ordenador que tenía encima de la mesa, canciones de Kenny G. Me acerqué a su oído y le susurré que cerrara los ojos, se relajara y que centrara toda su atención en el recorrido que iría haciendo mi lengua. Empecé a lamerlo entero, no dejé ni un solo rincón sin mi saliva excepto su pene, prestando especial atención a sus pies, ya que es un gran fetichista y le excita mucho esa práctica. Mientras le lamía, pude notar cómo iba evolucionando su erección, cómo iba pasando mi lengua por su entrepierna y haciéndole “sufrir” por no hacerle una felación. Empecé a desnudarme, porque sentí bastante calor. Después le pedí que se pusiera boca abajo y repetí el mismo proceso. Iván estaba muy relajado y excitado, ya que todo este proceso lo hice muy lentamente, para que ambos disfrutásemos del momento, sin prisas. Casi 30 minutos después, volví de nuevo a sus labios y empecé a masturbarle para después, en ese momento sí, hacerle una gran felación. Su cara denotaba una gran satisfacción por la situación tan placentera que estaba experimentando. Nos volvimos a besar, me tumbó a mí en la cama y empezó a hacerme lo mismo. Me levantó las piernas y me hizo un sexo oral fantástico, muy tierno y placentero, haciendo que me estremeciera de placer. Le pedí que se pusiera el preservativo, ya que quería cabalgar un poco sobre él, el cual Iván aprovechó para acariciarme los pechos y tocarme mis nalgas doloridas por el castigo de antes. Le pedí que hiciéramos el misionero y se puso encima de mí. Debido a la gran excitación acumulada que teníamos los dos, no fue necesario que tuviéramos mucha penetración para que en breve alcanzáramos el orgasmo. Empezó a follarme más fuerte y le dije que en breve iría a correrme, así que metí mis dedos mágicos en mi clítoris y me corrí mientras no paraba de penetrarme de forma violenta. Fue un orgasmo muy intenso, por lo que creo que puedo afirmar sin equivocarme, que algunos vecinos de las habitaciones de al lado se enteraron de todo. En ese momento, Iván también se corrió. Fue todo muy tierno y placentero, pero ese orgasmo fue el que me dejó totalmente muerta. Mi cuerpo ya no daba más de sí, entre la resaca (que no me importó mucho y en la comida nos bebimos una botella de vino entre los dos), la falta de sueño, el dolor, el placer y el estado tan inmenso de relajación en el que estaba sometida, sólo quería dormir. Nos echamos los dos en la cama, medio abrazados, desnudos y nos pasamos un buen rato conversando. Nos fuimos a la ducha y nos duchamos mutuamente. También tengo que decir, que a cada momento, mi amigo, me tiraba pellizcos en el culo para que me doliera y ver cómo me picaba con él.

 

Finalmente nos tuvimos que marchar cada uno para nuestra ciudad. El camino en AVE se me hizo largo porque me dolía bastante el culo, pero ni punto de comparación con lo que me dolían las 2 semanas siguientes. Con el frío, las nalgas me dolían muchísimo, así que cada vez que iba a trabajar, era un infierno tener que sentarme incluso para conducir. Las marcas duraron 3 semanas, pero bueno, aprendí a ser más responsable… o ¿quizás no?

FIN

 

PD: Después del castigo, me hizo un par de fotos para que me acordara de ese día. Quien quiera verlas, sólo tiene que seguir estos links de los protagonistas:

https://fetlife.com/users/556067

https://fetlife.com/users/594546

6 comentarios

Fernando -

Me ha encantado me gustaría q una chica me azotara a mi el culo

Fernando -

Me ha encantado a mi me gustaríaq una chica me azotara en el culo

Gabriela Sánchez -

Ahora estoy en una horrible espera de saber si pase o no educación física, ya que por mi condición de autismo a última hora el profesor me envió un trabajo escrito, pero antes el ya me había puesto bajas notas y me tenía mala voluntad por discapacidad. Las dos últimas clases vino un profesor de reemplazo que me mando un trabajo más y me tomó un examen escrito rebuscado. Como no saque la nota mínima de aprobación que es 70/100 sino 67/100, él me tomó dos preguntas más y llegué a 69/100, pero mi padre le rogó que me suba un punto más que me faltaba para aprobar, pero el profesor le noté indeciso de si subirme o no; el anterior profesor en la mitad del ciclo me robó tres puntos, de los cuales el último profesor me devolvió 2 pero me hace falta uno más , de los 3 que me robó el otro, será que me sube o no. En realidad sigue habiendo la deuda de un punto más, Dios sabe que si robo 3 puntos el anterior profesor y el de remplazo me pagado devolviendo me 2 todavía me debe 1 más que necesito para pasar.

Ana Karen Blanco -

Felicitaciones por el relato, pero mucho más por tan linda experiencia. A eso se le llama saber disfrutar una ciudad! jajajaaaa...
Saludos,
AKB

marita -

Uff!! Menuda celebración de cumpleaños, desde luego que es para no olvidarlo.
Me recuerda mucho a un fin de semana que pasé en Madrid, por el desmadre y el dormir un par de horas después de la borrachera!! Por desgracia yo no tenía ninguna cita con un spanker, Buaaaa!!
Me ha gustado mucho como lo has contado, yo desde luego no hubiese aguantado el ritmo de la vara, y me imagino la vuelta en tren, por un lado dolorida pero por otro feliz y contenta verdad?? Escribes muy bien espero que pronto nos obsequies con otra historia. Un saludo

Fer -

Muchas gracias Patty por tu aportación! Es fantástico que te hayas decidido a publicar y lo hagas en nuestro/tu blog de Relatos de Azotes. Mil gracias!