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Relatos de azotes

El entrenamiento de jazmín

El entrenamiento de jazmín

Autora: Domme Lili

 

El motor del auto se apagó así como el último rayo de sol en el horizonte.


jazmín {DL} tensionó su cuerpo desnudo sobre el asiento de la moto, mientras escuchaba los pasos de las botas -que adivinó negras- acercándose.

En silencio, Domme tomó la correa de la moto, y atando sus manos en el manillar, le dijo seca:
- Acuéstate en el banco, una pierna para cada lado....

jazmín obedeció, y al terminar nota que casi no puede tocar el césped con las puntas de sus pies.

Siente como dos guantes de cuero grueso, utilizados para manejar la misma moto -lo sabía por la textura que la acariciaba en el momento- la recorrían impunemente, a veces acomodándola mejor, a veces vejándola aún más. Cuando parecía que todo había adquirido una extraña calma...
 
El sonido de la fusta cortó el aire y su inconfundible ardor empezó a distribuirse en toda la extensión de sus nalgas y piernas  como si una orquestra la accionara...

Las gotas gruesas de la tempestad que había amenazado llegar durante la tarde, empezaron a caer sin que ninguno de los dos personajes dejara de mantenerse sumergido en su mundo de sádico placer... Gotas que parecían querer colaborar con la sumisa, refrescándola de su tormento.

jazmín, ya sin poder disimular toda la delicia que esos azotes le propiciaban, empezó a mecerse, al principio casi inconscientemente. Después, todo su cuerpo se movía, tratando de culminar el gozo que se avecinaba. Casi no soportaba más la fusta, ni la lluvia, ni la demora en terminar el castigo. Apenas deseaba que nada la detuviera hasta llegar al clímax y así lo  demostraba en el asiento de cuero que la mantenía, con movimientos de hembra en celo.
 
Domme, dándose por satisfecha cuando el tono rojizo de su sumisa se aproximó al del horizonte, se retiró del lugar, dejando la moto encendida.

 

Un pensamiento cruza fugazmente la cabeza de jazmín: "No dice adónde va, si regresará..."
Los gemidos incontenidos de su placer la alejaron de cualquier análisis. La moto vibraba como queriendo arrancar mientras el cuerpo castigado y ya complacido de jazmín se distendió  completamente.
 
¡Bien que su Dueña le había advertido que su entrenamiento en ese bosque tropical sería muy severo!, recuerda sonriente jazmín.

 

DL

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Cuando mi Señora se fue no pude evitar quedarme esos minutos más sobre la moto y terminar lo que deliciosamente había iniciado, recordando mientras voy montada hacia el clímax, la textura de la piel de los guantes recorriéndome.

 

Cuando terminé, entré a la cabaña, por fin noté la fría lluvia; decidí darme un baño rápido y con solo mandil ponerme a preparar una cena ligera.


Espero que llegue pronto, la necesito junto a mí, necesito saber que mi castigo sirvió para su perdón.

Terminé de cocinar y preparar una linda mesa; luego, junto a su sillón favorito al lado del fuego, me arrodillé a esperar…

 

jazmín{DL}

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