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Relatos de azotes

Parece mentira pero todo se dió así...

Autora: Roxana

Parece mentira pero todo se dio así, jamás ni en mis más exagerados sueños lo había imaginado así, pero, para no dejar de sorprenderme a mi misma la vida, me regaló estos momentos maravillosos.

Estaba charlando con alguien como de costumbre en el Chat del grupo, cuando de pronto entro una invitación de alguien totalmente desconocido para mí y como siempre, jamás rechazo a nadie, le di entrada a mis contactos, nunca me imagine que de esa forma le estaba dando entrada a mi vida.

Era viernes en la noche, y empezamos a charlar, se presentó haciendo referencia a algo que conocía de mí por el tablón, y así se dio el primer contacto, me contó de él, le conté de mí y todo se volvió tan natural que parecíamos viejos amigos con un café de por medio.

El estaba afuera de la Ciudad, se había ido a levantar un antiguo depto, en el que había vivido con su ex pareja y un hijito de seis años, estaría allí hasta el lunes a la noche, ya que el martes muy temprano tenia que trabajar.

Charlamos el viernes, charlamos el sábado, charlamos el domingo y charlamos el lunes.

Yo vivo en las afueras de la Capital Federal y ese fin de semana me había quedado en lo de mi vieja, incluido el lunes...no sé por qué.

Fueron tres días de charlas mágicas, casi sin querer cada uno sabia todo del otro. El aparte de ser profesional es escultor, me habló de eso con tanta pasión, que cuando me mostró sus esculturas en Internet, lo representaban tal y como el se había descrito. Me fascinó, me deslumbró, me atrapó su historia, su honestidad, su cinismo, su desvergüenza, su forma desapasionada de escucharme, de reconocerme.

De entrada me propuso que nos conociéramos enseguida, y yo acepte que a su vuelta tuviéramos un encuentro, un café, una charla y lo que la piel dijera...

Sólo tenía que esperar hasta que volviera y veríamos...

Pero de golpe en la charla del lunes a la tarde, llega la primera propuesta loca, descabellada, en mi cuadro de diálogo apareció lo siguiente: "...llego a las cinco de la mañana a la estación de tren, te animás a ir a esperarme? tengo hasta las nueve de la mañana para tomar mate con vos en mi consultorio, vos traes los bizcochitos de grasa..."

Quede pasmada del otro lado de la pantalla, lo primero que pensé fue: "...este tipo esta reloco!!!!! A las cinco de la mañana en la estación del tren?????? ...pero que lindo seria no????...me gustaría?...sí, claro que me gustaría!!!!... pero como hago? ...planto todo y me voy y listo?...pero es una locura...yo estoy totalmente locaaaaaaaaaaaaaaa...

Entonces con el temor de cerrar la posiblidad de verlo le dije que me dejara ver como arreglaba y que le mandaba un mensajito de texto.

Y asi quedamos, él con la esperanza de un encuentro espontáneo y tempranero y yo con la preocupación y las ganas de hacer algo loco por primera vez en toda mi vida.

Pero la verdad era que ya antes de cerrar el cuadro de diálogo y despedirme, ya había tomado la decisión de ir, tenía que ir, me moría de ganas de ir.

En medio de ese torbellino de ideas contrapuestas sobre lo que debía hacer  y lo que quería hacer realmente, me volví a mi casa, y actué de madre normal y responsable y reservé un remis para las cuatro de la mañana, no sin antes haberle avisados a mis hijos que saldría muy temprano a hacer un trámite urgente.

Decidí no dormir, para no perderme ni por casualidad la aventura que tenía por delante, pero en la hora y media final me venció el cansancio de la espera, y casi, casi el remis se va sin mí, así que el encuentro tan esperado comenzó con mil contratiempos ya que mi pelo era un nido de caranchos, mi cara daba espanto y la ropa apenas era la que yo quería ya que en el apuro me puso lo primero que tuve a mano.

Ya en el remis y por la autopista a esa hora de la madrugada, llegue a la estación en media hora, solo me faltaban conseguir los bizcochitos con grasa, pero por suerte las panaderías de la estación están abiertas toda la noche.

Eran las cinco y el tren llegaba  a las cinco y veinte, todavía y ya con los bizcochos en mis manos tenia veinte minutos de interminable espera; entonces camine por el hall central sin rumbo fijo con la esperanza de que el tiempo pasará más rápido, me imagine una y mil veces el encuentro, él me había dicho "esperame al lado de la reja, que ahí tengo que verte seguro..." No conocía mi cara más que por la fotito miniatura del MSN

Y yo solo conocía apenas su perfil por una foto no muy clara de su blog de las esculturas en la que se lo ve trabajando casi de espaldas.

El se había descrito como un señor grande de 53 años, con algo de pancita y por su foto se notaba rubio y más bien alto y grandote. Me había avisado que viajaba con unos jeans negros y una campera igual y yo le había contado la ropa que llevaba puesta en el momento de la charla por el chat, sin contar con la posibilidad del cambio de ropa final que pude hacer al volver a casa.

En medio de la espera y mis desvaríos decidí ir al baño antes de que llegara el tren y cuando volví, pucha!!!! ya había entrado el tren al anden y había gente saliendo, me paré igual en la reja del anden doce, "el último del costado más cerca de la avenida" tal como me había dicho. Miraba desesperada a mí alrededor y solo veía un señor rubio y con anteojos parado un poco mas lejos de la entrada donde yo estaba, no podía ser él!!!!!!, era tan distinto a lo que yo buscaba!, no definitivamente no podía ser él!, Sin embargo ese señor que también miraba sorprendido y con dudas tenia puesto unos jeans, que ya no era negro, pero que lo había sido y una campera igual de gastada pero casi negra también, tenia que ser ÉL.

Yo lo había imaginado grande de edad y de aspecto, circunspecto, con un  tipo froidiano indiscutible, pero ese no era él, El que estaba allí parado era un tipo joven, buen mozo, alto, muy alto, desaliñado y tan pero tan lejos de Freud que no cabía en lo imaginado.

De golpe desde la reja donde yo seguía parada inmóvil, lo volví a mirar y me fui acercando y le pregunté ¿licenciado?, Su sonrisa y su sorpresa hablaban claramente de su sensación hacia mí, yo tampoco era lo que él se había imaginado, yo tampoco cuadraba en la persona que él estaba esperando y buscando hacia unos minutos.

Lo primero que me dijo después de darme un cálido beso en la boca fue, "...no pensé que eras tan petisa..." ja ja ja qué expresión poco feliz, pensé que me moría, sólo quería desaparecer de ahí, realmente al lado de él mi metro cincuenta y tres daba lástima, pero enseguida, y como queriendo reparar ese error dijo "...qué fuerte que estás, pareces más joven de lo que decías y tu altura esta perfecta para manipularte mejor...ja ja ja", ya eso fue un gran alivio.

Inmediatamente y como si eso fuera lo normal de todos los martes de nuestra vida a las cinco y media de la madrugada me pidió que llevara una bolsa que había traído y me indico el camino hacia la parada del "bondi" que nos iba a llevar hasta su consultorio, lugar prometido para el desayuno con mate y bizcochitos.

Como era una noche destinada a las sorpresas, al llegar al consultorio continuó mi asombro al descubrir que era el lugar más raro y más especial que había conocido en mi vida.

Primero estuvimos en su consultorio y ya allí el primer contacto fue rápido y contundente, me abarcó entre su inmenso cuerpo en un abrazo apretado, me tocó, sopesó y palpó bien el motivo de su deseo, mis nalgas, y me dió un beso cálido y profundo y ronroneo como un gato, cosa que después descubrí que hace permanentemente cuando en cada encuentro comienza el contacto de nuestra piel y nuestras bocas. De golpe paró y me dijo: "vamos a la cocina o jamás vamos a tomar mate..."

En esos pocos minutos confirme lo que ya había descubierto sobre él, era un hombre brillante, de pensar abierto y sin tapujos, un anarquista sin ley ni religión, sin límites ni fronteras, un cínico, irónico y dulcísimo varón.

Entonces me llevó hasta la cocina recorriendo todo el lugar, donde había oficinas con recovecos raros por todos lados, en el camino descubrí una valiosísima biblioteca apilada en el piso de un espacio que hay en el fondo, entonces me contó que el lugar que funcionaba como biblioteca junto agua y humedad por lo cual decidieron salvar los libros de una muerte segura y había preferido ese desorden a su desaparición paulatina por ahogo.

Ya con la pavita caliente y el mate nos encerramos en su consultorio  y tomamos dos mates cada uno con apenas un bizcocho, ya que era mucho más el apuro por tocarnos y descubrirnos que el hambre, la sed o la necesidad de justificar la excusa de ese primer encuentro.

Desde que apoyó el mate en el piso,  dijo "...basta de esto..." y se trasladó del sillón al diván, pasaron apenas unos segundos en los que no medio palabra, solo hizo un ademán, palmeando los almohadones, indicándome donde ponerme. Él ya estaba sentado cómodamente con la espalda apoyada en la pared y sus piernas estiradas, listas para recibirme. Me indico sin preámbulos que me tumbara allí boca abajo y comenzó a casi suavemente a palmear mis nalgas sobre el vestido solero, que al final había sido mi atuendo de esa madrugada.

Me sorprendió este comienzo, no hubo búsqueda de motivos, no hubo preparativos ni acuerdos previos, ni retos, ni nada, solo una tácita y muda promesa de placer mutuo y una expectante sensación de no ser ya necesarias las palabras.

No gritó, no habló, no sugirió, no preguntó, solo indicó con pequeños gestos y ademanes y eso alcanzó para quedar atrapada, subyugada y casi hipnotizada bajo su poder.

Me nalgueó durante un rato boca abajo sobre sus rodillas, me subió el vestido y siguió con las nalgadas un rato más sobre la bombacha y sobre la cola limpia, luego ya me indicó sacarme el vestido y volver a mi posición, siguió pegando cada vez más fuerte, sin pausa y sin prisa, sobre todo sin prisa.

Para mí esa era como la primera vez, el rito visto tantas veces e imaginado por siempre, se cumplía   en cada paso y mis sentimientos eran cada vez más contradictorios. Cada azote dolía y cada vez dolían mássssssssssss, no puedo decir que me gustará ese dolor, no me excitaba, casi no me producían nada de todo lo imaginado, solo dolía, pero al mismo tiempo me encantaba estar allí, tumbada y bajo el poder su poder y en cada chirlo solo sentía el contacto de su mano en mi piel, y eso si me excitaba, me gustaba, me volvía loca.

De golpe paró y se levantó a buscar algo que tenía guardado en un armario, un implemento muy raro, nunca descrito en ningún blog, en ningún artículo, en ningún lugar. Era algo de plástico alargado, más ancho en la punta y más finito atrás, era plano, raro, cuando le pregunté qué era se tomó el tiempo para mostrármelo y describirlo y por su cara de picardía me di cuenta que a le gustaba mucho usarlo, y  enseguida se dedicó a hacérmelo sentir.

Guauuuuuuuuuuuu era tan chiquito y dolía tanto, me daba golpecitos cortos y firmes, rápidos y ordenados, parecía que estaba armando una figura sobre mi piel y cuando e dije esto le hizo mucha gracia, se estaba entreteniendo mucho, jaaaaaaaaaaa.

De golpe terminó, me acarició mucho, me dejó descansar, me mimó, siempre boca abajo sobre sus piernas y con la cara sobre el diván, yo solo lo dejaba hacer.

Pasados unos minutos me hizo parar y solo me dijo, "...vení..." me llevó hasta un sillón  metálico de un cuerpo, sobre el que yo había estado sentada tomando mate, y me hizo reclinarme sobre él, yo no discutí, solo con cierto desazón le pregunte tímidamente si seguiría entonces dijo:"... si, es necesario, pero no te preocupes no te voy a lastimar..." no sé porque confié en esa media sonrisa burlona que no se le borraba de la cara desde que habíamos llegado, pero así fue.

Estando en la posición indicada y de espaldas a él solo escuche un sonido con el que había fantaseado durante años, el ruido de cuero deslizándose por entre las presillas de un pantalón, al darme vuelta asustada la imagen que me encontré se me quedo grabada para siempre, tanto que cada vez que rememoro esa mañana y al volverlo a ver acomodando el cinturón entre sus manos detrás de mí, me sigo humedeciendo.

La verdad es que tuve miedo y se lo di a entender, pero él ya no dio explicaciones, solo tiró el primer cintazo sobre mi cola, fue duro, muy duroooooooooo, dolió, doliooooooooo mucho, pero resistí sin chistar. El segundo pegó con tal intensidad que la punta se adhirió a mi costado derecho dejando un surco de fuego, ahí me quejé y me retorcí y se dio cuenta que había sido muy fuerte, espero a que se me pasara un poco y aplicó dos mas, menos intensos pero igual de dolorosos, creo que había decidido que para ser la primera vez ya era suficiente y con toda la calidez de que es capaz, luego de la fortaleza con que aplica sus golpes, me llevó hasta el diván y me hizo el amor en un millón de formas y posturas distintas, cuidando y gozando de mi cuerpo, hasta quedar agotados los dos total y plenamente.

Ya era hora de comenzar a trabajar, hacia rato que había amanecido y ninguno de los dos se había dado cuenta, afuera era un día espléndido, pero nunca tan maravilloso como el que había amanecido allí adentro.

La despedida fue tan natural como el encuentro, se cambió ahí conmigo mientras yo me vestía también y de golpe apareció disfrazado de licenciado, que buen mozo que estaba por Dios, me acompañó hasta el "bondi" y me despidió con un abierto y tierno beso solo diciéndome "...hasta luego..."

FIN

5 comentarios

Raúl -

Vivo en Cali Colombia Me gustaría encontrar una mujer que le guste que le den nalgadas y sentir como mis manos te dejan las nalgas rojas mi correo es kobra666@hotmail.com

esteban -

me encantan las nalgasdas escribeme estebanrb_89@hotmail.com

lili -

INCREIBLE!!! El sueño de toda mi vida, aunque aun solo sea eso, un sueño. Ojala algun dia encontrara ese hombre tan perfecto. Miles de veces tambien e imaginado ese sonido y me imagino mirandolo con miedo pero dispuesta. Eres grande.

cars -

¡¡GENIAAAAAALL!! Es un relato fabuloso. Muy sensual.

Ana Karen -

Wow!! Querida amiga, qué bonito relato. Gracias por este regalo, sinceramente maravilloso y sobre todo REAL!
Felicitaciones por haber encontrado un hombre maravilloso y formar con él la paraja spanko que siempre soñaste! Un beso enorme para los dos!