Blogia
Relatos de azotes

Memorias de un spankee V

Autor:  Cars 

¡Vanesa! ¿Cuántas veces habré susurrado su nombre en silencio?, cuántas en el transcurrir de éstos meses, las lágrimas saladas como el océano han bañado mi almohada al pronunciar su nombre, ese que me fue prohibido nombrar salvo en raras y excepcionales situaciones y que al hacerlo no hacía más que acentuar el dolor que me causa su ausencia. Aquel día, aun estaba a tiempo de salvar mi alma. La razón, la experiencia, todo lo que era como policía y todas las vivencias que había experimentado y que me habían conducido a ese instante, me gritaban que me pusiera a salvo. Pero no sé porqué macabro juego del destino, no era capaz de resistirme a su mirada, a su tacto y a su voz. Igual que hiciera un encantador de serpientes, ella me guiaba a su antojo ya no solo por aquella estancia, ni siquiera por los juegos de alcoba, sino por la vida misma. Yo estaba unido a ella pese a mis últimas reservas, y parecía vivir de su aliento, de sus deseos e igual que el mar juega a placer con un velero a la deriva, su voluntad jugueteaba con mis deseos y vida.

Esta noche fría que me rodea, parece que su recuerdo me daña mucho más. Los acontecimientos  que me llevaron a esta soledad, se me presentan hoy como fantasmas de una vida ya vivida que se resisten a ocupar su lugar en la memoria, relegados a meros recuerdos. Y por eso arremeten una y otra vez contra mi conciencia para recordarme, que tal vez en mi mano tuve la posibilidad de hacer que las cosas fueran distintas, pero mi flaqueza o mi debilidad me empujaron a la  agónica situación que hoy estoy viviendo. Cada paso que doy me recuerda a ella, y aun me parece poder percibir el aroma del perfume que llevaba aquella mañana en la que sellé mi destino.

-¡Lo siento pero estoy muy confundido! -susurré al tiempo que deshacía el saludo, y veía como el general nos dejaba solos.

-Me lo imagino! Y no sólo por la expresión de tú rostro, -su tono era casi jocoso, me dio la espalda y se dirigió a su escritorio.- Yo estaría igual de sorprendida si estuviera en su lugar.

Mientras hablaba, eché un vistazo al lujoso despacho, y me concentré en una foto de Vanesa, -Mi AMA- en la que estrechaba la mano del presidente del gobierno. Ella guardó silencio, y cuando reparé en ese detalle, la miré. Me observaba medio sentada en su escritorio.

-¿Qué hago aquí? -Le pregunté al tiempo que daba unos pasos hacia ella.-

-¡Creo que está claro! -Su voz había recuperado la rigidez de costumbre.- Se te ha asignado a mi equipo de seguridad, es más, tú serás el encargado de seleccionarlo y hacerte cargo de la seguridad mía y de mi trabajo.

-Lo siento... -la miré a los ojos- pero no puedo.

-No tienes opción.

-Sí la tengo. -Extrañamente, estaba eufórico por mi determinación.- No saldría bien.

-¡Claro que saldrá bien! Sólo tienes que hacer tú trabajo. -Sé acercó a mí.

-¡Pero Vanesa!  Hay muchas razones para que esto no sea una buena idea.

-No te entiendo.

-Si me encargará de tu seguridad, tendría que darte indicaciones, en ocasiones ordenes, tú eres mi AMA, y eso es difícil de olvidar.

-Así que ahora soy tu AMA -Se acercó aún más.- Hace unos instantes era Vanesa, y no recuerdo haberte dado permiso para usar ese nombre.

-Ves, a esto me refiero...

-¡No me interrumpas! -Me calle al instante.- Mira Andy, llevo muchos años viviendo la dominación, y te aseguro que se distinguir unas situaciones de otras, no voy a interferir en tu trabajo, y nuestra relación no va a estar presente mientras estemos trabajando. Yo puedo separar una cosa de otra. Y si tú no puedes, entonces es que no eres el hombre y el profesional que había creído que eras.

-Yo podría, -resolví- pero no quiero. No quiero tener la responsabilidad de tu vida. Por que si cometiera un error, el más mínimo y te pasará algo... -guardé unos instantes de silencio- jamás podría vivir con eso. Te ruego que me permitas renunciar y regresar a mi destino anterior.

Ella permaneció en silencio, en sus ojos se reflejó una ternura que no había visto antes. Un cierto aire de resignación. Era como si detrás de las palabras que había pronunciado se escondiera un sentimiento que no había expresado. Comprensión y renuncia. El tiempo parecía que se hubiera detenido, y ninguno de los dos estuviera dispuesto a reaccionar. Al fin, se acercó a mí, acarició con dulzura la mejilla. Me beso y se dirigió a su escritorio.

-Hablaré con el General. -Comenzó a hablar sin mirarme.- Mandaré un informe y te aseguro que tu renuncia no aparecerá en tu hoja de servicio.

-Gracias

-Espera fuera, te acompañarán a la salida.

En ese instante, sentí una extraña frialdad que recorrió todo mi ser. Me encaminé a la puerta. Puse la mano en el pomo y lo giré. La pesada puerta de madera pareció quejarse cuando la empujé. Eché una mirada atrás. Vanesa seguía leyendo unos documentos. Para ella ya me había ido. Estaba a un paso de mi salvación. Todo en mi interior me decía que lo diera, que saliera del despacho. Bajé la cabeza. Por unos instantes que pareció una eternidad, volví a ver en mi mente aquel brillo extraño en sus ojos.

-¿Qué pasó con tu escolta? La que has tenido desde que te conozco. -Comencé a decir al tiempo que volvía a cerrar la puerta y me encaraba con ella.

-¿Cómo?

-¡Tu escolta! Que ha pasado con ella. -Repetí.

-La he destituido.

-¿A todos?

-Si, pero no te preocupes, -respondió con desdén- Antes de que acabe el día tendré una.

-Venga Vanesa. -Sus ojos se clavaron en los míos.- Dime que ha pasado.

-¡Andy! Estás agotando mi paciencia. Si vuelves a pronunciar ese nombre sin que te autorice a ello...

-Lo siento mi AMA -Me disculpé.- Por favor, dime qué ha pasado. -Ella se relajó.

-Está bien. El servicio de información interceptó algunas llamadas, estaban planeando permitir un atentado contra mi persona para hacerse con los documentos en los que estoy trabajando. -Guardó silencio, como dándome tiempo de asimilar lo que me estaba diciendo.- Mira, estas son algunas amenazas que he recibido en la última semana. En tres de ellas dejaron huellas parciales.

-¿Ahora estas a salvo?

-Les están interrogando, pero hasta que no demos con el cerebro de la operación, no lo estaré al cien por cien.

-¿Por qué yo? -Le interrogué.

-Porque confió en ti. -Ella salió de detrás de su despacho y se acercó a mi.- Porque cuando estoy a tú lado es cuando verdaderamente me siento segura.

De una forma instintiva, la estreché entre mis brazos. Ella recostó su cabeza en mi hombro. Le besé en los labios mientras sentía el latido de su corazón junto al mío.

-Esto lo cambia todo.- le susurré al oído- no envíes ningún informe, esta noche cuando regreses a casa, lo harás con una escolta que no te traicionará.

-¡Gracias! Sabía que al final aceptarías. -Le sonreí- Pero eso no te va a librar del castigo que te mereces por la falta de respeto que has mostrado al usar mi nombre sin permiso.

-Pero... -Me interrumpió con un beso.

-¡Andy! Ni una palabra más sobre ese asunto. -Sus ojos se clavaron en los míos.- Esta noche cuando estemos en casa, quiero que me recuerdes que te tengo que castigar.

-Como ordene mi AMA -Mi alma se llenó de una extraña calma al sentir la autoridad que ejercía sobre mi. Era como el amarre que mantiene a un barco seguro en el puerto durante la tormenta.- Ahora tengo que salir unas horas. Regresaré a las siete.

-De acuerdo, pero antes de regresar ve a esta dirección. -Me extendió un papel.- quiero que conozcas a mi tía, tiene algo para la boda y te lo tienes que probar. Y Andy... quiero que esta noche me cuentes todo lo que haya pasado durante el día. ¡Todo!

Salí del despacho llevando el papel el la mano. Durante el día me enfrasqué en el trabajo, para las cuatro ya tenía a tres personas de mi más absoluta confianza designadas para la protección de Vane... mi AMA.

El reloj marcaba las cuatro y treinta cuando toque el timbre de la casa de la tía. Cuando la puerta se abrió vi ante mi a una mujer de unos cuarenta años, esbelta, el pelo rubio caía en cascada sobre sus hombros, lo cierto es que parecía más joven. Observé su busto resaltado por una ajustada camiseta de licra blanca. Llevaba una falda negra hasta las rodillas. Me llamó la atención sus piernas morenas y bien torneadas. Llevaba unas sandalias de tacón que permitían la visión de unos dedos delicadamente pintados de rojo.

-Tú debes ser Andy. Yo soy Ana -Su voz me saco de mi ensimismamiento.

-Sí. Siento llegar tan tarde.

-Pasa, pasa... Ya hablaremos de eso más tarde. 

Nos dimos un par de besos y la seguí hasta un lujoso salón. Unas tazas de café esperaban en una mesita. Me senté en un sillón, mientras que ella lo hacía en el sofá. Desde mi posición, sus pies quedaban completamente a mi vista. En una estantería había una caja con mi nombre. Durante unos instantes no pude apartar la vista de ella.

-¿Así que os vais a casar? -Me preguntó en medio de una sonrisa.

-Sí, dentro de tres semanas.

-Te he hecho venir, porque Vanesa es como una hija para mí, y quería darte un regalo especial para el día de la boda.

-Muchas gracias -Volví a mirar la caja.

-No me las des, es solo un detalle. -Su tono era muy cordial, y yo no podía apartar mis ojos de sus pies. Aquellas sandalias los realzaban de una forma especial. Era de tiras negras, pero las que cruzaban el pie justo en el nacimiento de los dedos, tenían pequeñas piedras que brillaban con la luz, en finos destellos.

-Andy, dime... ¿por qué me has hecho esperar tanto? Mi sobrina me dijo vendrías a las tres, -Guardó silencio durante unos instantes.- Mira, hasta había preparado café, pero se ha enfriado.

-Lo lamento muchísimo, pero me fue imposible llegar antes -Alegué en medio de una sonrisa. El trabajo, ya me entiende.

-Lo que entiendo Andy, es que mi sobrina todavía no te ha enseñado a no dar excusas para tus faltas. Siempre ha sido un poco blanda.

Mi cara dibujo la sorpresa más intensa de los últimos meses, junto con una gran oleada de vergüenza, hasta el punto que creo que me llegue a ruborizar ante aquella mujer que me miraba divertida.

-¡No te ha dicho nada! -exclamó en medio de una amplia risa.- Claro que sé que tipo de relación tenéis, entre nosotras no hay secretos. Lo entenderás en cuanto veas el regalo. Esta en esa cajita con tu nombre. Yo, mientras que te lo pruebas, voy a cambiarme de zapatos, porque estas sandalias me matan los ojos.

Mi mirada se clavaron en sus pies, mientras que ella ajena a mi atención, comenzó a aflojar la hebilla de las finas tiras de cuero que se sujetaban al tobillo, una vez se vio libre del calzado, se puso en pie me dedicó una sonrisa y se alejó andando de puntillas, lo que hacía que toda su figura pareciera más sensual.

-Cuando regrese, quiero vértelo puesto. 

Su voz sonaba ya algo lejana, pero no por ello menos determinante. Me levanté, y cogí la caja. Con gran curiosidad la abrí. Dentro un montón de tiras de cuero formaban una bola. La saqué y la miré con extrañeza. Miré aquellas tiras desde todos los ángulos sin que pudiera entender lo que eran. Los minutos pasaron con gran rapidez.

-¿Aun así? -Sonó en mi espalda.-

-No sé que es... -alegué con desconcierto.

Volví a mirarla, no se había cambiado de ropa, solo unas zapatillas cubrían ahora sus pies. Apenas tenían tacón, Parecía de terciopelo rojo, con un pequeño dibujo de una ninfa con sus alas extendidas. Debido a su suela de goma, -de esa amarilla de toda la vida- no la había oído llegar. Ella me  las quitó de las manos y me miró divertida.

-Lo primero que tienes que hacer es quitarte la ropa.

-¿Cómo?

-¡Digo que te quietes la ropa! -Y reafirmó su orden, con un seco azote en mi trasero.

Su voz era tan autoritaria como la de mi AMA, por lo que sin saber muy bien porqué,  comencé a desvestirme. Una vez desvestido, ella me cogió de la mano y se sentó en el sofá, me pasó aquellas tira por los hombros, que cayeron hasta la cintura, después las ajustó a otra que parecía un cinturón, y de la que su vez colgaba una más corta. Cuando quedaron sujetas las primeras, me dio la impresión de llevar tirantes, después, con la otra tira y ante mi sorpresa, rodeó mis testículos, yo intenté apartarme, pero ella descargó una serie de manotazos en mi muslo derecho, lo que hizo que desistirera. Cuando esta última quedo sujeta, sentí como al mantener la cabeza erguida, sentía un constante tirón de mis testículos. Algo verdaderamente incómodo.

-¡Perfecto! -Dijo al fin.- Siéntate un rato, para que te acostumbres. No olvides que el día de la boda lo tendrás que llevar puesto en todo momento, hasta que mi sobrina te lo diga.

No salía de mi asombro, pero obedecí como un autómata. Una vez sentado, el dolor se hizo más intenso.

-¡Y bien Andy! -Me dijo, mientras que cruzaba sus piernas, y comenzaba a jugar con la zapatilla, balanceándola una y otra vez- ¿Qué vamos ha hacer con tu indisciplina?                                  

-¡Lo siento!, le aseguró que no volverá a suceder. -Volví a disculparme.

-Mira como yo lo veo -me dijo.- Tenemos dos opciones. Puedo castigarte yo. Con una pequeña azotaina me daré por satisfecha. O puedo llamar a mi sobrina, y contarle tus faltas, para que ella te castigue convenientemente. Tú decides...

Tras aquellas palabras guardó silencio, mientras que seguía jugando con su zapatilla. Yo ya sabía que me esperaba un castigo cuando llegará a casa, por lo que darle motivos para enfadarla más, no me atraía especialmente. Así que la idea de recibir una azotaina de aquella mujer que me miraba con impaciencia parecía lo menos doloroso, ya que yo daba por sentado que no sería muy severa. Sin obviar, que desde que la vi con aquellas zapatillas, sentí un deseo enorme de que me azotara. Y de no ser por las tiras que me oprimían hubiera mostrado una erección desde hacía rato con la sola idea de recibir unos azotes.

-¿Y bien? -dijo sacándome de mis pensamientos.

-Creo que será mejor la primera opción.

-¡Bien!, pero antes tienes que prometerme que bajo ningún concepto se lo dirás a mi sobrina. No quiero que se lleve a engaños y piense algo distinto a lo que es. Sé que es muy celosa de lo suyo.

-De acuerdo -Respondí con firmeza.- Se lo prometo.

Ana me sonrió. Me extendió la mano. Yo me levanté, y ella me guió hasta su lado. Después me hizo tumbar sobre sus rodillas, dejando que mi cara casi tocara el suelo, por lo que mi trasero quedó totalmente expuesto. En esa posición, mi único punto de equilibrio eran mis manos, ya que mis pies casi no tocaban el suelo. Ana paso su mano derecha por mi espalda, mientras que con la otra acariciaba mis nalgas para que las relajara. Yo respiré hondo, sabía que pronto llegaría el primer azote, aunque ella no parecía tener prisa. Entonces reparé en lo cerca que estaba mi cara de su pie. Mis ojos se clavaron en la zapatilla que llevaba. Hasta entonces no me había fijado en el acabado en dorado que llevaba y que le rodeaba el empeine y el tobillo. En esos pensamientos estaba cuando sentí aquel primer azote, al que le siguieron una cantidad que no puede llegar a precisar. Golpeaba con energía, por lo que pronto el calor inicial comenzó a transformarse en un  dolor intenso. Con cada golpe, mi pene rozaba los muslos de aquella mujer que me tenía a su merced, lo que provocó una considerable excitación. Aquella primera zurra casi me hace llorar. Y digo primera porque tras una pausa observé cómo se descalzaba el pie que estaba más cerca de mi.

-Dame esa zapatilla Andy -Me dijo con serenidad. Yo la miré con cierto pánico.- ¡Venga! ¿No me has oído?

-Pero...

Media docena de palmadas realmente fuertes impactaron en el centro de mi trasero, obligándome a coger el calzado y dárselo. Su tacto era muy suave, aunque era más pesada de lo que había imaginado al verla. La suela de goma era muy flexible pero densa. Ella me sonrió cuando la volví a mirar mientras se la daba. Aun hoy me parece recordar el calor que emanaba cuando recién se descalzo.

-¡No te preocupes Andy! -Me dijo adivinando mis pensamientos.- Esta zapatilla no te va a dejar marca duradera, su suela es ideal para este castigo. Un poco de enrojecimiento que desaparecerá en unas horas. Pero el dolor inminente, ese, cielo, lo recordarás bastante tiempo.

Diciendo esto, descargó el primer zapatillazo. Después se concentró en una nalga, en la que descargó casi dos docenas seguidas de azotes, después en la otra. Con meticulosidad, me golpeó hasta que lloré como un chaval. Pero lo hacía siempre en una amplia zona, por lo que cuando al final acabó el castigo todo mi trasero estaba tan rojo como ardiente, aunque como me dijo, no había marcas de importancia. Mientras intentaba controlar el llanto y masajeaba mis glúteos, Ana me liberó de las tiras que aprisionaban  mi pene. Y lo guardó en la cajita.

-Ven, túmbate aquí.- Me dijo señalando su regazo.

Pero esta vez, era para extenderme una crema. Sus manos masajearon mis nalgas, mientras sin ser conciente de lo que hacía, mi mano comenzó a acariciar su pie descalzo.

-Andy, ya que tienes la mano ahí, ponme la zapatilla.- Y me la devolvió. Con gran turbación, se me la puse, y dejé mi mano sobre ella, sintiendo su calor, mientras que Ana seguía masajeando. Tras unos minutos, me dedicó una nueva tanda de azotes que me hicieron despertar de aquel embobamiento.

Tras vestirme, me despedí con dos besos, y me encaminé a buscar a mi AMA. El dolor de mi trasero fue menguando, aunque no así la excitación que suponía el recuerdo de esa tarde. Para las siete en punto estaba tocando en la puerta de su despacho. Tras entrar, hice pasar a las personas que había designado para su escolta. Una breve presentación, bastó. A las siete y media, un coche blindado la acompañaba a casa, mientras que yo la seguía con mi coche a corta distancia. Cuando cerré la puerta del garaje, el coche ya se había alejado por la calle. Entre en casa. La oí trastear en la cocina. Después salió con una lata de cerveza en la mano. Se sentó en el sofá y encendió la tele. Yo saqué mi arma de la funda, y tras quitarle el cargador la guardé en un cajón del salón, dejando una bala en la recámara. El cargador lo dejé en otro cajón diferente. Y me acerqué a mi AMA. Me puse de rodillas junto a ella. Acaricié sus piernas, hasta llegar a los zapatos beige que llevaba. Mantenía la cabeza baja, sentí sus manos sobre mi cabeza.

-Andy, Andy... -susurró.- Por más que quiero evitar castigarte, tú no me dejas opción. -Me levantó la barbilla hasta que la miré a los ojos.- Sabes que voy a ser severa ¿verdad? -Asentí.- bien, ahora quiero que vayas al cuarto, que te quites la ropa y que esperes meditando sobre tu conducta de hoy. Espera allí hasta que te llame. Me levanté, y me encaminé al cuarto.

-Antes cuéntame como te fue con mi tía. -me dijo cogiéndome de la mano y haciéndome que me sentara a su lado.

-¡Fue bien mi Ama! -Las imágenes del castigo que había recibido asaltaron mi mente. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no excitarme.- Me dio esto, -le entregué la cajita,- y después de probármelo me fui a recogerte.

-¿Nada más? -Preguntó.

-Básicamente, nada más -Aquellas palabras me estaban dejando un sabor a traición muy amargo. La mera omisión, constituía una mentira en si misma.

-Bueno. Ve al cuarto y haz lo que te he dicho. -Yo permanecí inmóvil, quería obedecerla pero una extraña angustia me invadía. Le estaba mintiendo.- ¡Vamos! ¿a qué esperas? -Insistió.

-Es que... -Comencé a decir bajando la cabeza.

-¿Qué pasa ahora?

-Verás mi AMA, tu tía me esperaba a las tres, y yo llegue a las cuatro y media, y entonces ella... -Hice una pausa.- Bueno, ella...

-¡Venga Andy! -Gritó.- Me estás poniendo nerviosa.

-Ella me azotó. -Dije al fin mirándola a la cara.

-¿Qué hizo qué?

-Bueno, me dio unos azotes. Pero no me dejó marcas.

-¡Bájate los pantalones! -Su enfado aumentaba por momentos, lo que hacía que yo me pusiera más nervioso. Se levantó.- ¡Pero si no fue casi nada! 

-¡Te he dicho que te bajes los pantalones y me dejes ver! -Me gritó al tiempo que me cruzaba la cara con sendas bofetadas.

Apresuradamente, me levanté y me bajé los pantalones, ella llevada por la impaciencia casi me tira cuando me bajó los slip. Me palpó las nalgas, aun guardaban algo de calor, pero el enrojecimiento prácticamente había desaparecido, de echo si yo no se lo hubiera contado, nunca lo hubiera adivinado al verme desnudo. Me hizo inclinar sobre el respaldo del sofá para observar bien mi trasero. Después me hizo contarle con pelos y señales todo lo sucedido. En sus preguntas y en su respiración, yo podía notar cómo su enfado iba en aumento, yo intentaba apaciguarla quitándole toda la importancia, pero sentía que no lo conseguía. Cuando terminé mi relato, la oí renegar al tiempo que caminaba por la estancia. Intenté incorporarme, pero ella me ordenó permanecer así.

-Eres un bobo Andy -Me dijo poniéndose a mi lado.- Y lo peor es que también eres un desobediente.

-¡Pero mi AMA, si te lo he contado! -Una dolorosa como inesperada serie de azotes hizo que me callara y la mirara con sorpresa.

-No debiste ponerte en esa situación. Me has dejado muy mal delante de mi tía, y además, -Sentí como tiraba la hebilla de mi cinturón hasta sacarlo de su sitio,- debiste contármelo nada más verme, y no esperar a llegar a casa.

-¡No, con el cinto no mi AMA! -Grité al sentir el primer azote de la correa.

-Con el cinto no, ¿eh? -Me dijo mientras descargaba cuatro azotes seguidos.- Pensaste que era mejor su castigo a que yo te castigará dos veces ¿no? Pues vas a recibir dos castigos. Y te aseguró que no los vas a olvidar en mucho tiempo.

-No fue así mi AMA... -Intenté excusarme al tiempo que me cubría el trasero con mis manos.

-¡Quita las manos de ahí Andy! -Me ordenó.

-Deja que me explique -supliqué.

-¡Que quites las manos de ahí! -repitió.

Tímidamente retiré las manos. Podía sentir su respiración agitada, un nuevo azote, y otro y otro. Realmente estaba recibiendo un castigo que no olvidaría en mucho tiempo. Su mano caía una y otra vez. Tras largos minutos se detuvo. Me dejó levantar. Se sentó en el respaldo del sofá, y me atrajo hasta ella. Se quitó la chaqueta y la blusa.

-¡Eres mío!  -Me dijo al fin.- Y no me gusta que nadie toque lo que me pertenece. ¿Tú sientes eso Andy? -Permanecí en silencio.- Sientes que eres mío, que soy verdaderamente tu AMA, o todo esto no es más que un juego para ti.

-¡Sí! -Me arrodillé ante ella, quedando entre sus piernas.- ¡Sin dudarlo mí AMA! No estoy jugando te lo prometo.

-Entonces, ¿Por qué dejaste que fuera mi tía la que te castigara y no yo? ¿Por qué eso lo decidiste tú?

-No sé que decir mi AMA

-Esa respuesta no me vale. ¡Hoy no! Dame una explicación.

El dolor era agudo, pero no me refiero a de mi trasero, que créanme que era intenso, sino al que me provocaba las palabras de mi AMA, y al miedo que me invadía, ya que sentía que de mi respuesta dependería que pudiéramos seguir juntos o no. Se me ocurrieron excusas que afortunadamente aborté antes de llegar a pronunciarlas. Recordé el día en el que me castigó en la tienda, decidí que  volvería a hablarle con todo lo que tenía en mi corazón, igual que aquel día. Y si con eso no bastaba, entonces solo me quedaría el dolor de perderla.

-Mi AMA... No quería defraudarte, sabía lo importante que era para ti que causara buena impresión a tu tía. E imaginé que si ella te llamaba, te sentirás defraudada, y eso me aterraba.  -Ella me acarició la mejilla, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.- Además, sentía vergüenza.

-¿Vergüenza? -Preguntó.

-¡Si mi AMA! Sentí vergüenza de que te llamaran para quejarse de mi comportamiento, me sentí como un colegial ante la directora, y no quería que te llamara. -Ella esbozó una sonrisa.

-¡Andy! Creo que es por esa forma tuya de ver las cosas por las que estas consiguiendo que me enamore de ti. Eres un mundo de contrastes. Fuerte, con los pies en la tierra y maduro, pero a la vez una pizca de inocencia y simpleza, rayando lo adolescente. Pero eso no te exime de las consecuencias de tus actos. -La observaba mientras hablaba. Con tranquilidad, había comenzado a doblar el cinturón. Hasta darle cuatro vueltas. No media más de veinte centímetros. Lo apretó bien en su mano y me miró de nuevo.- Nadie, salvo que yo te lo diga explícitamente, debe castigarte. Y menos a elección tuya. Si buscas que te trate como un adolescente, lo haré, y te aseguro que no me va a temblar el pulso. Aprenderás a comportarte, de una forma o de otra.

Tras decir esto, tiró de mí hasta que quede tumbado sobre su regazo. Entonces, sin rabia pero con toda la fuerza que podía, comenzó a azotarme de nuevo. Esta vez, los azotes dolían mucho más. Y ella parecía no pensar en descansar. Tras casi diez minutos, se detuvo. Se levantó y me beso en los labios.

-¡Toma! -Me entregó el cinto.- Ahora ve al cuarto hasta que te llame, después de cenar arreglaremos la cuenta pendiente.

Mientras me giraba, ella me dio una palmada que acentuó el dolor que ya sentía. En la soledad de dormitorio me desahogue en un mar de lágrimas. Hasta que casi me quedo durmiendo, boca abajo, eso sí. Hasta que tras casi dos horas la oí llamarme. Salté de la cama como un resorte, y me encamine al salón. Ella estaba sentada en el sofá, y yo sentí el frío en mi piel ya que como me había indicado estaba desnudo. Llegue a su lado. Y me agache para darle un beso que ella respondió.

-¿Crees que habrà aprendido la lección?

Sonó a mi espalda. Cuando me giré puede comprobar que quien hablaba desde la puerta de la cocina no era otra que la tía de mi AMA.

-¡Es muy obstinado tía! -Contestó al tiempo que se levantaba y se acercaba a ella.

-Tú ya le has castigado por mentirte, pero ¿qué ocurre conmigo? -Le dijo a mi AMA.- Me prometió que no te lo iba a contar y no lo ha cumplido.

-Lo cierto tía es que no se puede decir que lo que hiciste fuera un castigo. -Mi AMA parecía disfrutar de aquella situación.

-Hija, no me provoques. Si hubiera querido, Andy no se sentaría en un mes. -Ambas se rieron.- Creo que es justo que pueda castigarle por no cumplir con su palabra.

-Pero AMA -Deje oír.- ¡No es justo!

Ella se acercó a mí. Estaba radiante, disfrutaba sabiéndose con el control no sólo de la situación, sino de mis sentimientos y mis emociones.

-Pero mi amor -Su mano acarició mi mejilla, mientras se ponía detrás de mí.- ¿Quién te ha dicho que yo tenga que ser justa? -Mientras hablaba, me tiró del pelo obligándome a echar la cabeza hacia atrás. Su otra mano me golpeó varias veces en el trasero.- Debe bastarte con saber que te amo Eso, -mordió el lóbulo de mi oreja- y que eres mío. Pero no te preocupes, el castigo que te espera lo compartiremos mi tía y yo, pero sólo si eres bueno, no protestas y te vas a la cocina para preparar la cena.

Tras unos azotes más, me soltó el pelo y me encaminé a la cocina. Ana me detuvo, y me colocó un delantal con el que me sentí mucho más vulnerable al escuchar  las risas de ambas mujeres.

-Impresiónanos con la cena.- Me dijo al tiempo que soltaba una fuerte palmada en mi nalga.

En ese instante me di cuenta de la trampa en la que había caído, ya que hiciera lo que hiciera aquella tarde en casa de la tía Ana, nada me hubiera librado del castigo recibido. En ese instante, me sentí más suyo, más dependiente de su voluntad y de sus caprichos.

Mientras que me afanaba por preparar la cena, oía el murmullo de ambas mujeres riéndose y charlando. Yo me sentí a salvo mientras que oía la voz de mi AMA. Ese día sin darme cuenta, había dado un paso más en mi entrega, hoy era un poco más suyo que antes, y eso me llenaba de un gran gozo. Fui conciente que nada con ella estaba dejado al azar, nada era improvisación, todo estaba debidamente orquestado y eso me hacía sentirme a salvo.

Las miré desde la cocina. Pese al dolor que sentía en mi trasero, sabía que la noche no había llegado a su fin. Una mezcla de temor y deseos me invadieron, la imaginación voló mientras que una nueva erección irrumpió con fuerza. La noche iba a ser larga, y yo anhelaba todo lo que me pudiera deparar.

Bueno... todo lo que la noche me deparó no lo deseaba realmente, pero tuve que aprender a vivir con ello...

 - FIN -

19 comentarios

tess -

Me encantan tus escritos son tan estimulantes, como envuelven toda tu atención, me gustaría si te es posible me envies algunos, soy spankee y bastante malcriada.

cruzhada -

Cars, creo que ya ha pasado tiempo suficiente... te esperaremos en el foro: ya sabes en qué sala. (Pregúntale a Donafol qué le pasó por tardar en entregar sus redacciones)

Chise -

Vaya, que sorpresa tan agradable de relatos!! Eres increible, una vez he empezado las primeras líneas no he podido parar...
Es todo un placer y un honor terte en le foro ^_^

cruzhada -

Tranqui, ahora voy. :) Tienes arriba un cartelito de "mensajes privados", te enviaré uno, leelo y hablamos, ok?

cars -

hola,
Me he registrado en el foro...
pero no he conseguido averiguar como comunicarme. Estoy muy despistado.....
cruzhada, serias tan amable de ayudarme?????? :)

cruzhada -

me extrañaba que tardaras tanto en preguntar jejejeje Es el foro de los spankos, formado hace poquito tiempo, aunque ahora ya somos much@s ;) Te paso la dire, ok? Y me encantará verte a ti y toda persona que traigas allí. La dire es http://foros.servici.us/serviciusforo/

cars -

Hola, me gustaria agradecer vuestros comentarios y el interes que mostrais en la continuación. Muy prontito publicaré otra entrega más. Gracias en especial a cruzhada, por tus comentarios. Haceis referencia a un fora, y me gustaria saber como puedo participar en el. Espero vuestras noticias.

cruzhada -

Exactamente, ése es! Cuando llegues, avísame, porque ya no distingo por los nicks, ok? Besos

javi(slipper) -

Claro!!! guardame un sitio en esos sofás,y cerquita de ti,eh,jejejje,;otra cosa no sé si te refieres al foro de spankees & spankers,o si es a otro,si fuese otro dimelo,gracias,saludos y azotes.

cruzhada -

Al final parece que será en Madrid, para switches y en algo como una casita rural, por aquello de evitar a los vecinos molestos y quisquillosos ;) En serio, está funcionando genial el foro. Te guardo un sitio? Creo que se han comprado sofás más grandes jejejeje

javi (slipper) -

yo tambien dije de broma lo de la fiestuki,pero mira así empiezan las cosas a veces,hasta pronto.

cruzhada -

Hola! Parece que en el foro se lo están tomando en serio y cada vez somos más l@s interesad@s en la reunioncilla. ;)

cruzhada -

El caso es que la pobre chica también reciba! Hay que ver, estos hombres! Para una vez que sólo recibe el chico... en fin, habrá que esperar a ver qué sucede, pero creo que terminaremos apostando a ver quién tiene razón incluso jejejeje
De la fiestecita, no digo nada. Pásate por el foro si quieres y allí tal vez se concrete algo, pero lo cierto es que sólo lo dije de broma; nunca he estado en reuniones ni esas cosas y me viene algo grande el tema, al menos por ahora.
Sería muy grato encontrarnos tod@s por el foro. Hasta pronto!

javi (slipper) -

La reunion estará bien donde sea,y creo que semana santa es un buena fecha para el tema;por cierto sigo creyendo que a Vanesa es posible que le viniera bien un poco de zapatilla,precisamente de quien la introdujo en este mundo desde su adolescencia,su maravillosa tia.

cruzhada -

Yo creo que lo de que "Vanesa es una blanda" significa que Andy, pobre, va a "pillar como en su vida", porque pueden generar una competición a ver quién le hace gritar más alto, por ejemplo (cosa que yo nunca haría con mi pobrecito spankee y que mi spanker no haría conmigo porque me lo cargo, claro jejeje).
La reunión... ¿Dónde y para cuándo? ;-P

javi (slipper) -

No descartes ninguna posibilidad Cruzhada,ten en cuenta que la tia ya apunnta que su sobrina es una blanda;lo de la reunion de switches debe ser una maravilla,hasta pronto.

cruzhada -

Vaya, me parece interesante la reunión de swiches jejejeje Pero no creo que la tía vaya a azotar a la sobrina, no veo a Vanesa de las que se dejan y podrían iniciar una guerra de dóminas y no sería plan; ahora, que azoten entre las dos a Andy... uffff gran perspectiva y muy probable, por lo que parece. Nos vemos!

javi (slipper) -

Absolutamente de acuerdo con Cruzhada(como siempre,debe ser sintonía switch,jejeje)pero ademas hay algunos elementos que son novedosos y que me encantan;la aparicicon de una segunda mujer es fantastico(me encantaria que azotara la tia a la sobrina),y despues está la actuacion estelar de la zapatilla mmmmmmmmmmmm como la describes,como se balancea,en fin sublime.

cruzhada -

Nueva entrega del relato y nuevo placer leerlo y meterse en los personajes. Me encanta cómo escribes, es muy fácil sentirse dentro de la historia y no ser mera observadora. Se hará larga la espera hasta que llegue la nueva entrega. Por cierto, muy buena la idea de las dos mujeres, no la esperaba. Brillante, como siempre. Gracias por escribir acerca de una temática que apenas se toca en los relatos que suelen verse por otros blogs.